dimecres, 14 de gener del 2009

La ebullición del espíritu.

Como la Residencia de Estudiantes ha decidido prorrogar hasta el próximo 18 de enero la exposición sobre la revista Gallo que se me había pasado con el trajín navideño, me acerqué a verla el lunes. Siempre es grato pasear por la Residencia, que es un venerable espacio lleno de memorias de quienes anduvieron en ella en los años veinte y treinta del siglo pasado, aquel plantel de gentes brillantes, creadores y genios cuyas figuras más relevantes fueron García Lorca, Salvador Dalí y Luis Buñuel, así como otros importantes nombres de la generación del 27. En ese recinto del mudéjar madrileño, acertadamente restaurado y gestionado hoy por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, entre sus edificios y jardines, late el espiritu de la Institución Libre de Enseñanza que inspiró el programa de la Residencia durante el periodo de entreguerra.

Esta exposición de la revista Gallo, fundada y dirigida por Francisco y Federico García Lorca y de la que alcanzaron a salir dos números en 1928 documenta el contenido de ambos, ilustra sobre el proceso de creación pero, sobre todo, permite acceder a un tiempo, un ambiente, una ciudad (la Granada de aquellos años) y un espíritu de vanguardia, de efervescencia artística y creadora que es casi contagioso. A través de fotografías, cartas, manuscritos, borradores se va viendo cómo cuaja un proyecto de revista artística y literaria en un panorama en el que ya había otras como Litoral, Carmen, Mediodía, etc que había de dar cuenta de un movimiento creador que luchaba por expresarse, por hacerse un hueco en contra del adocenamiento, el conformismo, la falta de creatividad de la literatura y el arte de la época, retratado en el frecuente uso del término daliniano de putrefacción. El arte, la música, la pintura, la poesía del momento estaban putrefactos; era misión de aquellos jóvenes salir a la luz pública mostrando las nuevas vías y la nueva creatividad.

Federico García Lorca fue quien más se involucró en el proyecto y quien más trabajó en él, quien escribió y recabó las colaboraciones de Melchor Fernández Almagro, José Bergamín, Francisco Ayala, Gerardo Diego, Jorge Guillén, Picasso, Sebastiá Gasch, Enrique Gómez Arboleya, etc. y quien contribuyó asimismo con algunos textos escritos especialmente para la revista, como el origen de su nombre, Gallo en la Historia de don Alhambro, el original Paseo de Buster Keaton o la Oda a Salvador Dalí. De hecho, cuando García Lorca, muy requerido por el éxito del Romancero gitano y afectado por un problema amoroso con Emilio Aladrén, no pudo ocuparse tanto de la revista, ésta dejó de salir.

Como suele pasar en estas publicaciones de vanguardia el diseño estaba muy cuidado y la calidad de las colaboraciones era alta. Son sin duda muy de reseñar los aforismos de Bergamín o el terso relato de Ayala sobre Susana en el baño pero lo que me parece más decisivo en los dos números, aparte de la producción del propio García Lorca, son los sorprendentes textos de Salvador Dalí, la Historia del pez perseguido por una uva en el primero y el San Sebastián del segundo al que pertenece esta cita: "Buster Keaton, ¡he ahí la poesía pura Paul Valéry! Avenidas postmaquinistas, Florida, Corbusier, Los Ángeles, pulcritud y euritmia del útil standartizado, espectáculos asépticos anti-artísticos, claridades concretas, humildes, vivas, aleges, reconfortantes, para oponer al arte sublime, delicuescente, amargo, putrefacto." Y lo más decisivo de todo la publicación en el segundo número del Manifiesto anti-artístico catalán", firmado por Salvador Dalí, Lluis Montanyá y Sebastiá Gasch que es un texto sumamente revelador, condensación de las corrientes vanguardistas de la época, singularmente el cubismo, el futurismo y el surrealismo, un manifiesto en que los jóvenes artistas catalanes declaraban que "Grecia se continúa en la resultante numérica de un motor de aviación, en el tejido antiartístico de anónima manufactura inglesa destinada al golf, en el desnudo del music-hall americano". El catálogo de la exposición, un texto primorosamente editado con estudios de especialistas sobre diversos temas atingentes al proceso de creación de la revista y el momento intelectual y artístico, contiene un trabajo sobre la relación de Federico García Lorca con este manifiesto, pero no parece que pueda probarse que éste recogiera ideas del poeta granadino que, sin embargo, coincidía con él.

La exposición da cuenta asimismo de la publicación de la revista Pavo unos días después del primer número de Gallo en la que se hacía burla del contenido de ésta. El chiste del asunto residía en que Pavo estaba editada también por García Lorca en lo que probablemente pueda entenderse como una manifestación de la ironía daliniana.

dimarts, 13 de gener del 2009

Al Papa no le gusta el nihilismo.

El Papa Ratzinger la tiene tomada con el nihilismo que, según él, invade de modo creciente el mundo juvenil. Piensa su SS con gran audacia que la juventud está descarriada, sólo quiere pasarlo bien, consumir drogas, conducir a lo loco y follar al margen de la sacrosanta familia que sólo es tal si está fundada en el matrimonio como a él le place. Muy original esto del nihilismo de los jóvenes. Ya preocupaba mucho a la gente mayor cuando yo era crío y sigue haciéndolo. Esta juventud frívola hace que no gane uno para disgustos. Que yo sepa lo del nihilismo juvenil aparece por primera vez en la novela de Ivan Turgeniev Padres e hijos, a mediados del XIX. Nuevo el fenómeno, precisamente, no parece ser. Y desde siempre va acompañada de esta carga de reconvención paternal que en el caso del Papa está justificadísima por ser el Santo Padre de todo quisque. Lo que sucede es que es un Santo Padre bastante inconsistente y arbitrario, como todos los padres, claro está, porque, ¿en qué queda ese discurso del nihilismo y la "banalización" de las cosas importantes de la vida cuando reúne a cientos de miles, medio millón de jóvenes en esas jamborees que organiza de vez en cuando con motivo de algún año internacional de la juventud o efeméride parecida? La última, si no recuerdo mal, en Australia; la próxima si los dioses no lo remedian, en España, de la mano de Monseñor Rouco Varela, un verdadero icono juvenil por la frescura y la audacia de sus ideas. ¿Qué sucede entonces? ¿Los jóvenes no son nihilistas o los que acuden mansamente a sus convocatorias para jóvenes no son jóvenes?

(La imagen es una foto de Sam Herd, bajo licencia de Creative Commons).

Los jueces, una de cal y otra de arena.

Ha hecho muy requetebién el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco desistiendo de ir adelante con ese disparatado proceso político a los señores Ibarretxe, López, Otegi y otros. Carece de sentido abrir vista oral a petición exclusivamente de la acusación popular, sin acusación particular y en contra de la expresa voluntad del fiscal. Equivale a dar vía libre a las venganzas políticas o los ajustes de cuentas y, en este caso, confundir lo político con lo judicial y cargarse de un plumazo la separación de poderes pues se convierte a los tribunales en instancias para exigir la responsabilidad política del gobierno o de los partidos. Un dislate integral. De paso habría que revisar el proceso penal español. Eso de que un juez de instrucción pueda ordenar apertura de juicio oral en contra de la opinión de fiscal y por su único parecer es poner a los justiciables en manos de las posibles arbitrariedades de los jueces, que las hay y no son infrecuentes.

Por otro lado, las asociaciones profesionales de jueces y magistrados están en pie de guerra contra el gobierno y amenazan con ir a la huelga. Muchos dicen que no asiste a los jueces ese derecho pero la verdad es que no se ve por qué no. La Constitución lo reconoce a todos los trabajadores y, por lo tanto, deben tenerlo también los jueces. Otrosí sería verdaderamente pintoresco que los jueces, cuya función es interpretar y aplicar la ley, adoptaran una decisión colectiva ilegal. En principio y por si hay dudas, si los jueces amenazan con ir a la huelga será porque son titulares de ese derecho.

Ahora bien, son titulares sui generis porque constituyen uno de los poderes del Estado que no se supone puedan o deban recurrir al expediente de la huelga. Uno no ve a los otros poderes del Estado holgando. Salvo el caso de Amadeo de Saboya, conocido como "el Rey huelguista", no resulta comprensible que Jefes del Estado se declaren en huelga. Como tampoco los ministros o parlamentarios. Pero el caso de los jueces es distinto porque si bien son un poder del Estado (y un poder individualizado, personalizado en cada uno de ellos) también son funcionarios públicos y, como tales, titulares de ciertos derechos. Por lo demás, es de esperar que si los jueces hacen huelga sea con buen juicio que para eso son jueces. No estaría nada bien una llamada "huelga salvaje" de la judicatura.

Otra cosa es la oportunidad y legitimidad política de la medida porque casi parece una pataleta por las reacciones ante la evidente muestra de corporativismo de que dieron muestras hace poco con motivo de la sanción al juez Tirado. Acerca de esto del corporativismo de la judicatura se han visto y leído cosas muy principales. No hace mucho publicaba don Perfecto Andrés Ibáñez un artículo en El País con título tan expresivo (Jueces: la insidia del "corporativismo") que no requiere mayor comentario. Los jueces, sostiene don Perfecto, no son corporativistas. Si se movilizan por primera vez a raíz de la contraria reacción social que ha provocado la ridícula sanción que su órgano de gobierno ha impuesto a uno de ellos no es a causa de corporativismo sino por una coincidencia fortuita de carácter astral.

(La imagen es una foto de Rodolfo Palominos, bajo licencia de Creative Commons).

Caminar sin rumbo (XXXV).

Vuelta a casa.

(Viene de una entrada anterior de Caminar sin rumbo (XXXIV), titulada La evolución personal.

La parte local de la mesa no pareció dar mayor importancia a la situación. Era su experiencia más o menos cotidiana. Yo, en cambio, decidí entonces clausurar mi proyecto marroquí. En lugar de esperar a pasar la frontera, daría media vuelta y regresaría a la Península. Seguramente Eugenio seguiría conmigo y a lo mejor me decidía a cambiar Casablanca por Sevilla. Heriberto miraba a su señora como si quisiera comprobar que había recibido el mensaje de quién mandaba allí, quién tenía la información, pero no me dio la impresión de que la mujer estuviera interesada. El vendedor de fósiles había vuelto. Ahora mostraba un nummulites del que decía que tenía cuarenta millones y medio de años. Le pregunté cómo sabía lo del medio millón e hizo como que no entendía.

Del Valle se iba en un avión a la mañana siguiente y quiso saber si nosotros nos volvíamos y cómo y al decirle que en el ferry afirmó que le hubiera gustado acompañarnos porque amaba el mar, pero tenía asuntos urgentes en la Península.

- De todas formas -dijo, como si estuviera despidiéndose- en ese asunto del abandono de posiciones o de cambio de opinión, si quieres..-

- No, no de opinión. De opinión cambia cualquiera. Un cambio de la máquina de hacer opinión, o sea, de la ideología.

- Sea.

- Es que es importante porque es un cambio de ideología, de convicciones que se tuvieron cuando se era joven.

- E impulsivo e irreflexivo.

- Y noble. La juventud es la única época en la vida en que se tienen convicciones no interesadas.

- Así es.

- Y por eso es tan terrible renegar de esas convicciones porque, sean o no erróneas, son las que tuviste por eso, por la pura convicción, y no por interés. O sea, el mejor momento de la vida.

- Eso es lo que te mueve a ti: que no pase el tiempo, no madurar, ser eternamente joven; pero eso, querido amigo, es una quimera.

- Ese el interés de los sesentayocheros: perseguir quimeras.

- Muy bien, maestro -dijo Eugenio cuando se dio la cena por acabada y comenzaron las despedidas- te has ganado el aplauso de la juventud a la que, como sabes, tan bien represento.

La verdad era que este chaval, Eugenio, estaba resultando ser un tipo majo; muy joven, impulsivo, pero inteligente, que solía saber en dónde estaba, qué se esperaba de él y lo combinaba todo para dar una imagen bastante dinámica. Me gustaba y creo que nos entendimos bien durante el viaje. Ambos habíamos perdido repentinamente el interés en la ciudad y, el día siguiente salimos en un ferry de la mañana. Él pasó el viaje leyendo El rojo y el negro yo, colgado de la red y el navío moviéndose un poco porque aún andaba la mar algo picada. Aproveché para poner al día mi blog o bitácora, que lo tenía muy abandonado. Un blog o bitácora cerrado para mí mismo, que sólo puedo consultar yo. Lo empleo como diario a la antigua usanza, ese cuaderno que abres al final del día, en la intimidad de la noche, para mirarte y tratar de explicarte. Alguna vez haré trasvase de blogs y dejaré que las entradas de aquel invadan éste, como en un juego de espejos enfrentados, un blog que habla de un blog. Y viceversa. No es difícil y tiene su encanto literario. Una literatura que no es capaz de tejerse con las nuevas tecnologías no merece nombre de tal. Lo actualicé contando a mi modo nuestra estancia en Melilla. Tenía interés en ahondar en la conversación con Agustín del Valle. Me sentía satisfecho por la especie de resumen que hice sobre los rasgos esenciales de ese cambio de ideología tan frecuente en intelectuales y comunicadores de la izquierda. Lo más notable venía a ser eso de abandonar y repudiar las convicciones que uno tuvo en la mejor época de la vida, que es la juventud, la de mayor plenitud, inconsciencia y alegría. Porque sólo se vive cuando se es joven; antes, se está a la expectativa y, después, la existencia apenas merece el nombre de vida. La cuestión que quería dejar clara en mi blog era la de si en verdad considera uno que el hecho de ser fiel a lo mejor que se ha tenido en la vida compensa por la falta de comodidad económica, notoriedad y relieve social que suelen alcanzar todos los que, habiendo destacado en la izquierda, se convierten en adalidades del conservadurismo. La razón fundamental por la que se producen esas transformaciones está en la pasta. Touchez pas au grisby. Y nada más. Cuando pasen los años el interés residiría en averiguar qué de nuevo o bueno hayan hecho los tránsfugas, los que han cruzado las líneas. Merodeé un rato por facebook, mirando un álbum de fotos que había subido mi hijo Esteban reflejando un viaje al lago Titicaca. Le puse un par de comentarios sobre lo buenas que eran y después vi en Skype que Laura me había dejado otro mensaje hacía cuarenta y ocho horas. Decidí continuar. Al fin y al cabo andaba lejos, a mil y pico kilómetros de Madrid. No me contestó de inmediato, pero lo haría más tarde por la noche. Daba ya por supuesto que fijaríamos un lugar de encuentro. Le contesté que lo pensaría y se lo comunicaría en cuanto lo pensara. Cuando desembarcamos en un luminoso mediodía de Almería pregunté a Eugenio qué le parecía que hicéramos.

- ¡Ah! -dijo.- ¿se puede opinar quiero decir, opinar sabiendo que lo que opine cuenta?

- Naturalmente.

Pero no era tan natural. Normalmente la opinión no se convierte en acción, no va acompañada de efecto alguno, aunque ahora sí por estricta decisión mía.

- Es que se me ocurre que... ¿Tú tienes que ir a algún sitio en concreto? Le dije que desde el principio venía siendo un viaje sin objetivo alguno y que sólo se determinaba por sus jornadas. Terminada la jornada de Melilla podía empezar cualquier otra.

- Por ejemplo, la jornada de Jerez de la Frontera.

- ¿Por qué?

- Porque tengo ahí unos amigos que estarán encantados de vernos.

- ¿Gente de bien?

- Absolutamente.

- Y ¿qué hacen aquí?

- No sé. Nada, supongo. Vivir. Él es veterinario; trabaja en el Ayuntamiento. Ella es dentista.

- Pues mira tú qué bien.

Podemos pasar allí un par de días y luego seguir. Eugenio no tenía prisa alguna en verse camino de la casa de sus padres. Pensé que la carretera se nos haría menos pesada si la alternábamos con una estancia en algún lugar nuevo, aunque fuera como cliente en hotel. No, no; nos acogerían en su casa. Estaba seguro de ellos. Son mayores. Es gente que se casó, esperó a tener hijos y ya los tuvieron mayores. Le pregunté qué entendía por "mayores". Sus edades estaban comprendidas entre la de Eugenio y la mía.

- Para entendernos: vosotros estáis en los sesenta; nosotros en los veinte y ellos en los cuarenta. Están en medio. El juste milieu.

- O el contenido del bocadillo.

- Oye, tío, ¿sabes que tienes gracia?

Eran padres de un par de niños muy pequeños, uno de ellos de días y el otro como de un año o algo más.

- Fíjate que así cumplo con la visita que ya me pesaba. Dije que los visitaría cuando nació el primero y no lo hice. Ahora van por el segundo. Son padres mayores.

- Tú también eres hijo de padres mayores, ¿no? Entre tu hermano y tú hay una distancia como de diez o doce años, ¿no?

- Trece y medio exactamente. He tenido la enorme suerte de tener un padre que quería ser mi hermano y hermano que quería ser mi padre. Pero bueno, no me quejo. Todo el mundo tiene que sobrevivir allí en donde haya ido a nacer.

- Y a estos, tú, ¿cómo los conoces?

- Precisamente porque Hamilton es veterinario. Trabajaba en una clínica cerca de casa a la que llevábamos a Doggy.- Doggy había sido su perro desde niño. Ahora estaba muy viejo, apenas si veía y, desde luego, no andaba. Pasaba los días de su dulce vejez en casa de los padres, probablemente añorando la vuelta de su amo.- Después, cuando ellos decidieron ir a vivir a Jerez, continuamos la amistad. Nos vemos de vez en cuando. Y siempre son ellos quienes van a Madrid. Yo nunca he bajado. Por eso sé que les molará.

No veía por qué no iba a aceptar la sugerencia de Eugenio salvo por la muy ridícula afectación de que fuera un chaval de veinte años quien tomara las decisiones donde era yo quien debía hacerlo. Aunque descubrí de inmediato que tenía su lado amable. Lo descarga a uno de preocupaciones y le permite pensar en lo que quiera, cosa que no sucede cuando hay que estar pendiente de algo.

El tramo de carretera de Almería hasta Jerez de la Frontera atraviesa la Costa del Sol, el lugar más típico del desarrollo turístico español, zona de especulación salvaje, crecimiento desordenado, pura rapiña del suelo, delincuencia, tráfico de drogas, tráfico de cualquier otra cosa, de personas, de niños, centro de blanqueo de capitales, meca de los vividores, pied à terre de los ricos del momento, lugar en el que hay que hacerse ver si se quiere ser alguien en según y cómo dónde.

El paisaje ha desaparecido, sumergido en una oleada de construcción continuada a lo largo de kilómetros y kilómetros de carretera. Parece la invasión de la hormigonera que atruena más que la razónen marcha, acompañada de las grúas que se alzan por doquiera como las grandes columnas de un templo disparatdo que pretendiera sostener la bóveda del cielo. Apenas se ven tierras de cultivo ni baldías. Si acaso de vez en cuando una triste yuca en mitad de un terreno que ya es solar y nunca volverá a ser campo. Animales, los pintados en vallas de reclamos. Y todo lleno de publicidad sin limites, anuncios de inmobiliarias, urbanizaciones, clubs de golf, grandes superficies, supermercados, y tiendas, tiendas, tiendas a lo largo de kilómetros y kilómetros y kilómetros.

- Esto es otro mundo, ¿verdad?

Otro mundo, otro planeta, otra galaxia. Uno espera ver surgir ejércitos de alienígenas entre los postes publicitarios al borde de la carretera. Eugenio estaba asombrado de la vista que se iba desplegando ante nosotros y yo también. La Costa del Sol es el lugar de vacaciones de Europa entera y medio mundo; allí se aglomeran varias lenguas, inglés, alemán, danés, noruego, francés, ruso, árabe con una población venida de todos los puntos de la rosa de los vientos y se enhebra una abigarrada mezcla de locales, centros de diversión, boutiques, restaurantes étnicos, lugares exóticos, la carta entera de tabernas europeas, bistrós franceses, pubs ingleses, kneipes alemanas, smorrebrot e iglesia de los santos del último día o Jesucristo te ama, empresas de alquiler de automóviles y de cualquier otro objeto móvil, peluquerías de perros, notarías y tiendas de deportes. Toda la Costa del Sol es una calle comercial atiborrada desde Málaga hasta Cádiz. Por fortuna Jerez de la Frontera queda un poco retranqueada en el interior y eso le ha permitido salvarse de momento de la inundación de ladrillo y cemento que ha sumergido la costa. Tierra adentro se ven olivares, pitas, cactus, agaves, chumberas, palmitos y más vegetación propia de la zona en tierra abierta. Un regalo para la vista que sólo ha podido ver trozos de mar azul enmarcados por construcciones residenciales.

La pareja vivía en un chalet a la entrada de Jerez con una pequeña parcela en donde Hamilton, cultivaba un huerto, algún tomate, pimientos, patatas y unas judías. Lo suficiente para entretenerse. Lo ayudaba en la tarea Ivvy, la dentista que trabajaba en una clínica dental tipo franquicia en el centro de Jerez. Sólo entonces me dijo Eugenio que eran colombianos, inmigrantes ya muy hechos. Él no los consideraba inmigrantes. Esa noticia aumentó mi interés por el encuentro. Lo de cambiarse de ciudad no me parecía muy propio de inmigrantes, aunque debía confesar que no sabía gran cosa de ellos. Se me hacía más cosa de españoles, no sé por qué puesto que tampoco los españoles que conozco son dados al nomadismo. Con eso ya veía a Hamilton e Ivvy con otros ojos. Y lo merecían porque eran una pareja especial.

(Continuará).

(La imagen es una viñeta de Aubrey Beardsley, 1894).

dilluns, 12 de gener del 2009

La manifa y dos o tres consideraciones sobre Israel, Palestina y Hamás.

La manifa estuvo muy bien. Fue mucha gente. No sé si los 250.000 que dicen los organizadores pero mucha, mucha gente y muy variada. Iba además encabezada por una pancarta (a la izquierda) en la que se llama a las cosas por su nombre: genocidio. Lo que los sionistas están haciendo en Gaza es genocidio de acuerdo con la tipificación de este delito en el artículo II de la vigente Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio de las Naciones Unidas.

Sigo sosteniendo que este tipo de actos no hará mella alguna en los planes genocidas de los sionistas que llevan meses preparándolos meticulosamente, desde marzo y que, probablemente, ya descontaban algún tipo de reacción contraria de la opinión pública internacional. Lo que no sé es si calcularon que llegara a tener tal envergadura. Porque ayer no sólo salimos a la calle en Madrid sino en muchas otras ciudades españolas y europeas. Hay como una marejada antisionista. Tengo la impresión de que las gentes, que estamos hasta las narices de ver a estos criminales masacrar a los palestinos en prosecución de su política de impedir toda solución diplomática al conflicto confiando únicamente en el exterminio, hemos perdido el miedo a manifestarnos públicamente en contra de Israel. El embajador sionista en España se desgañitaba ayer diciendo que se trata de actos antijudíos y antisemitas, agitando el viejo espantajo que también agitaba Franco cuando decía que los ataques a su despreciable persona eran ataques a España. Ya nadie cae en la trampa de contenerse por miedo a esas acusaciones salvo los que en el fondo están de acuerdo con la estrategia genocida sionista. Que, por cierto, son muchos. Aunque no tantos como para hacer manifas tan lucidas como la nuestra de ayer.

También sostengo que es importante mantener activa la protesta porque, aparte de llamar genocidas a los sionistas y obligar a sus medios de comunicación a seguir mintiendo como bellacos a sus audiencias sobre el grado de simpatía de que goza Israel en el mundo civilizado, es importante que el señor Obama sepa que su protegido en el Próximo Oriente tiene muy mala prensa en Europa. Y conviene seguir en esa línea. Yo convocaría otra manifa para el día 20 de enero, fecha de la toma de posesión de Mr. Obama y previsible fecha también en que los sionistas han planeado cesar en su agresión.


Finalmente las dos o tres cuestiones sobre Israel, Palestina y Hamás. En estos días se debate mucho sobre quién es responsable de qué en la última andanada del conflicto. Para que quede claro conviene recordar:

1.) que no fue Hamás quien rompió el alto el fuego, sino Israel el cuatro de noviembre asesinando a seis palestinos, como se explica perfectamente en esta intervención de Norman Finkelstein en la televisión estadounidenses en el programa Democracy Now. Se encuentra traducción al español en Insurgente.

2º) El bloqueo de Gaza es anterior a la ruptura del alto el fuego. Es incluso anterior a la llegada de Hamás al poder en Gaza y responde al plan premeditado de los sionistas de acabar con los palestinos.

3º) Hamás no está tirando cohetes sobre el sur de Israel. La zona en que caen los cohetes no es Israel sino territorio palestino ocupado por Israel desde 1967, que no es lo mismo.

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).

Este desconsiderado planeta.

Los fenómenos de globalización, mundialización, universalización deben de ser los puntos centrales de debate contemporáneo en las ciencias sociales, especialmente la ciencia, la filosofía y la teoría políticas. Cómo se gobierna el mundo, cómo debiera gobernarse, qué sucede con las viejas soberanías estatales, qué con las sociedades civiles nacionales, cómo se administran los flujos migratorios, el multiculturalismo, el mestizaje, qué perspectivas tienen el cosmopolitismo, el comunitarismo o el realismo político son preguntas que hacen correr los consabidos ríos de tinta y sonar las ristras de palabras. Sobre todo ello ha escrito su libro John Keane (La sociedad civil global y el gobierno del mundo, Hacer, Barcelona, 2008, 214 págs.) y en él propone tesis nuevas y estimulantes.

No es su última obra. En realidad se trata de una traducción de un texto de 2003 y tengo la impresión de que si el autor pudiera reescribirlo hoy, matizaría alguna de sus afirmaciones, en especial la relativa al triunfo en toda línea de la ideología neoliberal de mercado que está en la base de su concepción del turbocapitalismo. Es la desventaja de los escritos políticos, que tienen períodos de vigencia relativamente breves. Quizá hubiera sido conveniente traducir éste algunos años antes. Es cierto, sin embargo, que el autor no ha vuelto sobre el tema salvo en una obra de 2006 titulada Civil Society: Berlin Perspectives que, más que un tratamiento teórico de la cuestión, parece responder a esa secreta fascinación que algunos ingleses sienten por Berlín, al estilo de Christopher Iserwood, con lo cual puede hablarse sobre el libro con relativa tranquilidad. Lo que no se puede impedir es que algunas de las cuestiones controvertidas en él quizá resulten ya vistas.

La obra, por lo demás, tiene un empaque, una profundidad teórica y una riqueza de perspectivas poco frecuentes en la bibliografía teórico-política. El autor, además de reconocido especialista, es hombre culto que, cosa rara tratándose de un anglosajón, cita autores y obras de otras culturas. Junto a Ruskin y Oscar Wilde aparecen Tolstoi, Kleist y Juan Goytisolo. No estoy muy seguro de que Keane haya conseguido demostrar la existencia de esa sociedad civil global que postula ni por asomo pero sí deja claro que él es uno de sus distiguidos miembros.

Reconoce Keane que la sociedad civil global es un neologismo de los años noventa del siglo pasado y sostiene que el concepto es producto de la confluencia de siete factores: el resurgimiento de la sociedad civil sobre todo en Europa del Este luego del hundimiento del comunismo, el reconocimiento de los efectos revolucionarios de las nuevas tecnologías de la comunicación, la aparición de una nueva conciencia estimulada por los movimientos ecologista y pacifista de que formamos parte de un sistema mundial potencialmente autodestructor, el surgimiento de un orden político nuevo a raíz de la implosión del comunismo soviético, el crecimiento de la teoría económica neoliberal y de las economías de mercado capitalistas, la desilusión fruto de las promesas rotas de los Estados poscoloniales y la preocupación cada vez mayor por los peligrosos vacíos dejados por el hundimiento de los imperios y las guerras inciviles (p. 2). Este verdadero arrecife de factores da lugar a un concepto que Keane cree tiene claros perfiles empíricos cosa que justifica recordando que en el mundo había a fines de los años noventa unas 50.000 organizaciones no gubernamentales (ONGs) (esenciales para su teoría) que celebraban 5.000 congresos internacionales (p.5). Esta enternecedora manía de confundir lo empírico con lo estadístico es muy propia de los teóricos con complejo de "ciencia blanda", que tienen la moral indebidamente comida por los cuantitativistas. Pero aunque fuera empírica mente comprobable la realidad de la sociedad civil global es difícil de clasificar; no se trata de un ente fijo sino de un tipo ideal (p. 8) dotado de cinco rasgos: a) está compuesta por estructuras no gubernamentales; b) es una sociedad en el sentido clásico como conjunto complejo de formas de acción social estructurada; c) es una estructura de civilidad de distintas civilizaciones que tienden a excluir la violencia; d) en su seno hay un fuerte pluralismo con potencial de conflicto; e) es global, esto es, un macrosociedad que funciona como una gran biosfera dinámica (pp. 11-17). Así considerada, lo más cercano a una definición que ofrece el autor es lo siguiente: "un gran espacio no-gubernamental interconectado y con múltiples niveles que incluye varios cientos de miles de instituciones autogobernadas y de formas de vida con efectos globales" (p. 19) lo cual no la hace más convincente que otras posibles fórmulas. Keane se refugia al amparo de Emmerich der Vattel y Kant y sostiene que esa sociedad civil global tiene dos niveles interrelacionados, el estatal y el global (p. 23). La historia de esta sociedad es antigua y echa raíces en la europea, en la violencia de las colonizaciones y la descolonización que, como en el caso de los Estados Unidos se hizo en nombre de una sociedad civilizada (p. 34). Pero en todo caso la sociedad civil global no es un invento exclusivamente europeo (p. 37).

A la hora de buscar el origen de este fenómeno se remonta muy atrás. Afirma que hubo civilizaciones religiosas que dieron la vuelta al mundo. En concreto la islámica. Recuerda que según el Corán, no hay un pueblo elegido (P. 40), lo cual apuntaba a un primer universalismo del Islam que luego se frustró. En su lugar aparece la histoire globale de Ferdinand Braudel que arranca de 1500 lo que ya permite la aparición de la sociedad civil global que se desarrolla en plenitud en la segunda mitad del siglo XIX: el telégrafo, el teléfono, la radio, los ferrocarriles, todo ello supuso un avance gigantesco (p. 44) a lo que Keane añade y no deja de ser curioso, las actividades de los misioneros mundo adelante (p. 45). La guerra de 1914-1918 fue una interrupción de la sociedad civil global. Hubo cambios de gobiernos hacia formas autoritarias y se generalizó la práctica de la violencia contra civiles en el siglo XX (p. 54). Ya a fines de este siglo llega la globalización y la aparición de ONGs como la WWL, Amnistía Internacional, ATTAC y los movimientos antiglobalización (p. 59). Suele decirse que aparece aquí un "sector no económico", lo que le sirve para criticar el Empire de Hardt y Negri no solamente por el hecho de que vuelva a postular un sujeto impreciso de la historia, el gran pueblo, la multitud, etc (62) sino porque su reflexión es un eco de la de Gramsci que él reputa errónea por hablar de una sociedad civil entre el Estado y el mercado, siendo así que, para Keane, la sociedad civil engloba al mercado para dar lugar a ese fenómeno decisivo que llama "turbocapitalismo" (p. 63) y que ha venido a sustituir al capitalismo keynesiano (64) y a contradecir la ley de Wagner de expansión del gasto público (p. 65) lo cual, en último término lleva al Acuerdo Mundial de Inversiones (AMI) (p. 66). Hoy sabemos que esto no fue así y que, a raíz del escándalo que se organizó, el AMI duerme el sueño de los justos en los cajones de la Organización Mundial de Comercio. Pero, en todo caso, "la división entre el mercado y la sociedad civil es inexistente" (p. 73). Esta inclusión del mercado en la sociedad civil produce cierto asombro en el prologuista del libro, el español José A. Estévez Araújo, indebidamente a mi juicio ya que es imposible separar el mercado de la sociedad civil.

A su vez Keane trata de perfilar la sociedad civil global en el trasfondo del sistema político. En primer lugar el autor refuta las concepciones que considera erróneas: la escuela del realismo político que sigue viendo el reinado del "dios mortal", el Estado, de Hobbes (p.92) y la escuela del "gobierno global", que hace referencia a los Estados territoriales y otras instituciones en lo que llama "el gobierno sin gobierno" (p. 93). Sostiene que hace falta una teoría del sistema político mundial emergente al que llama cosmocracia, definido con no mayor precisión que la sociedad civil global como "un conglomerado de instituciones subestatales, estatales y supraestatales entrelazadas y solapadas y de procesos multidimensionales que interactúan, con efectos políticos y sociales, en la escala global." (p. 96) Los tres tipos de instituciones dan lugar a los tres niveles de macro, meso y microgobierno (p. 99). Se trata de un orden político dinámico con tendencia al establecimiento de la legalidad (p. 103). La cosmocracia tiene "inestabilidades" que son: 1ª) la entropía política debida a la escasez de fondos, la falta de personal, las disputas jurisdiccionales, etc así como la esclerosis burocrática (pp. 111/112); 2ª) los problemas de rendimiento de cuentas (p. 113); 3ª) la existencia de una potencia hegemónica (p. 115). Ajusta Keane cuentas aquí con el cosmopolitismo de Archibugi y Held a los que considera utópicos (p. 120). El cosmopolitismo es una recuperación de la idea kantiana que reaparece en la propuesta de Rawls de unos "representantes de pueblos liberales" (p. 121). La cosmocracia es mucho más compleja y autocontradictoria de lo que supone el cosmopolitismo revisado. En realidad es una versión moderna de ese orden político neomedieval sobre el que reflexionaba Altusio (p. 123). En la medida en que el concepto así expuesto es aprehensible, lo cierto es que recuerda mucho el de la poliarquía de Robert A. Dahl; aunque en el caso de este último el término -que tiene evidente raigambre medieval vía Hegel- designa órdenes democráticos nacionales no veo por qué no designaría tan ricamente la cosmocracia de Keane.

El fenómeno más interesante de la globalización es la universalización de la educación superior que, con tanto reto globalizador, ha pasado a reconocer y administrar la "supercomplejidad" (p. 136). La sociedad civil global es un "proyecto de proyectos" (Martin Walzer). No es universal pues quedan fuera de él vastas zonas del mundo (p. 137) y hay ideología, la más típica "la ideología del libre mercado vinculada al turbocapitalismo -el discurso de la desregulación, la liberalización de las cuentas de capitales, el dinero estable, las restricciones presupuestarias, los ajustes estructurales, la privatización del sector público, las oportunidades, la asunción de riesgos, la productividad, las opciones del consumidor..." (p. 140). Esta cosmocracia aparece afectada por el triángulo de la violencia: las armas nucleares, las guerras inciviles y el terrorismo (pp. 143-148). Su arma es la política de la civilidad (p. 150) y su estrategia las intervenciones pacificadoras no nucleares (p. 153), de donde se sigue que la acusación de utopismo no debe reducirse solamente al cosmopolitismo revisado sino que hay que estar preparado para que se la lancen a uno. Es muy difícil sustraerse a esa acusación cuando se habla de cuestiones internacionales.

El último capítulo de la obra, a mi juicio el más interesante y el que contiene la clave, versa sobre la posibilidad de encontrar un fundamento ético a la sociedad civil global. Antes hay un reconocimiento paladino que pone en cuestión el conjunto del libro: "la sociedad civil global es tan compleja que se presenta ante nuestros sentidos como una totalidad abierta cuyos horizontes no son del todo cognoscibles" (p. 173): No estoy seguro de que merezca la pena reflexionar sobre algo que no se puede conocer; dos mil años hablando de dios debieran dejar alguna experiencia. En la búsqueda del fundamento ético Keane critica a la escuela de los que llama "los cascarrabias", por ejemplo, Chantal Mouffe, con su ética del "antagonismo" y el "agonismo", sacada de Carl Schmitt (p. 178), si bien le reconoce tres méritos : la voluntad de no disimular la realidad, la posibilidad del conflicto y la idea de que hay que regular jurídica y políticamente la sociedad civil global (p. 179). Igualmente se opone a quienes piensan que la ética de la sociedad civil global no es más un "ideal europeo" (181) así como a quienes, como Rorty o Buzan dicen que la ética de la sociedad civil global son formas occidentales de facto (p. 182). Criticables son también los que llama "el club de los creyentes en los Primeros Principios", los iusnaturalistas en la escuela de Grocio (p. 184), los partidarios del "universalismo mínimo" no etnocéntrico de Bhiku Parekh (p. 186) así como los enfoques neokantianos de la Ley Moral que acatamos por deber de unos principios universalizables (p. 188). Desde Wittgenstein no hay sino reconocer que en este campo reina la confusión y el desacuerdo al estilo de la torre de Babel con una actitud que, según las modas, privilegia unos enfoques sobre otros: antes se trataba de la pragmática universal y las teorías liberales de la justicia y ahora del comunitarismo y la deconstrucción (p. 190). Hasta el teólogo Hans Küng sostiene que existe un acuerdo básico de todas las confesiones (p. 191). El autor postula una sociedad civil global sin fundamentos merced a una Ley de la Controversia sin Fin, según la cual son poco plausibles los intentos prácticos de producir un consenso ético mediante la comunicación (Habermas) o de armonizar opiniones éticas rivales (p. 192). La sociedad civil global garantiza el derecho de residencia permanente a moralidades de todo tipo. Esas reglas son el "capital social" (p. 194). La sociedad civil está libre de "ismos" (p. 195). La civilidad implica que la sociedad civil global está marcada siempre por la ambivalencia moral (lo que tiene un notable parecido con la Moral de la ambigüedad, de Simone de Beauvoir) (p. 197). Sostiene sin embargo que no cabe admitir que todas las morales que conviven sean igualmente válidas. "La coexistencia duradera de múltiples formas de vida morales requiere que todas ellas acepten incondicionalmente la necesidad de las instituciones de una sociedad civil (...) Es como si la sociedad civil exigiera a todos sus participantes o miembros potenciales la firma de un contrato: el reconocimiento y respeto del principio de la sociedad civil global como principio ético universal que garantiza el respeto de las diferencias morales." (p. 199). Es decir, al final sí era cognoscible la sociedad civil global que es un "ideal ético universal" (p. 200) todo lo cual, a mi modesto entender, constituye una manifiesta petición de principio ya que la angustiosa búsqueda de un fundamento ético universal aparece sustituido por el Deus ex machina de la propia sociedad civil global convertida en ese mismo principio ético que necesita para fundamentarse. Francamente, no se ve por qué esta finta, análoga a la hazaña del barón de Munchhausen de sacarse a sí mismo del pantano tirando de sus propios pelos, ha de mostrar menos contingencia y menos principios autorreferenciales que los de algunas posiciones éticas que Keane critica.

Aunque no creo que el autor consiga probar -y menos empíricamente- la existencia de esa sociedad civil global, la cosmocracia y muchísimo menos su fundamento ético, el libro es muy interesante, ameno, bien razonado, con muchas referencias cultas y mantiene una posición bastante verosímil y racional.

Una última palabra sobre la traducción: quizá para faltar a la costumbre es muy buena. El traductor: Joan Quesada.

diumenge, 11 de gener del 2009

Hoy, manifa.

Contra el genocidio sionista en Gaza y en Palestina en general. Contra la ocupación permanente de Palestina por los sionistas. Contra la usurpación de territorios palestinos por los sionistas. Contra los asentamientos sionistas en territorios palestinos. Por el derecho de los palestinos a regresar a sus hogares y a vivir en ellos sin ser hostigados por los sionistas. Por el derecho de los palestinos a vivir en un Estado independiente propio a salvo de las incursiones armadas de los sionistas. Por una actitud más clara y decidida de nuestras autoridades a favor de los palestinos y en contra de la permanente agresión israelí. Por una actitud más justa de la comunidad internacional en relación con este conflicto que ponga límites a la agresiva expansión de Israel y reconozca y ampare los derechos de los palestinos.

La nieve, el caos y la autoridad competente.

Nadie estaba preparado para la que se vino encima el viernes pasado: Barajas cerrado, decenas de miles de viajeros en tierra, atascos de horas en todas las vías de acceso a Madrid, accidentes, salidas de emergencia de los bomberos que no daban abasto. Nadie estaba preparado excepto los medios de comunicación que se echaron a la calle más veloces que los niños a los parques a hacer muñecos de nieve. Tal es el primer efecto que tienen estos fenómenos en la era de la aldea global: que todos accedemos a la información de modo directo e inmediato con lo cual ésta, además de agigantarse, parece hacerse más grave. No es lo mismo leer uno o dos días después en un periódico que el aeropuerto se cerró y se cancelaron tropecientos vuelos que verlo en directo y escuchar a la gente desorientada y desesperada que lleva horas esperando o le han cancelado los vuelos sin más información, allí tirada, con las maletas, los niños, en medio de la confusión. Parece como si nos compenetráramos más con la catástrofe que se ha abatido sobre ellas.

Como tampoco es lo mismo leer una crónica sobre cómo el temporal de nieve afectó al tráfico en las entradas de la capital que acompañar al reportero y al cámara a entrevistar a los conductores parados en mitad del monumental atasco en el que llevan horas resoplando de ira y de frío. No, no es lo mismo. Los medios amplifican estos desastres y nos los hacen patentes con toda crudeza, de forma que nos formamos una idea cabal del monumental lío en que está metida la gente que los padece. Y nos identificamos con ella porque quien más quien menos ha pasado por circunstancias similares y guarda memorias.

Conocida la magnitud del follón fue un espectáculo ver a las autoridades repartiéndose las culpas como en una competición de ver quién escupe más lejos. La conclusión que puede obtener cualquier observador imparcial es que todas estaban en la inopia, no se esperaban lo que se les vino encima, no reaccionaron a tiempo y, encima, no estaban coordinadas. En fin, que son todas culpables y quizá lo mejor que pueden hacer es pedir disculpas y procurar que no vuelva a suceder. Y digo que son culpables porque si bien no es muy justo acusarlas por falta de reacción ante un fenómeno que no esperaban lo es y mucho ponerlas a bajar de un burro por no estar coordinadas porque la coordinación debía estar establecida en todo caso, fuera o no previsible el fenómeno.

Algo más respecto a la ministra de Fomento, la señora Magdalena Álvarez. Por supuesto, escuchar al señor Rajoy, el de los "hilillos de plastilina" hablar de incompetencia, de desastre y pedir la dimisión de la ministra mueve algo a risa. Oír que la señora Monserrat Nebrera llama "cosa" a la misma ministra y se mofa de su acento andaluz no mueve tanto a risa y sí a irritación. Alguien debiera explicar a esta arrogante ignara que todo el mundo tiene acento hablando cualquier lengua y que del de los catalanes alguien con la misma falta de entendederas que ella podría decir algo muy similar.

Al margen de todo ello está claro que a la señora Álvarez le ha tocado la mota negra de los infortunios y sus combativas comparecencias empiezan a ser un poco estridentes. Sin duda no tiene la culpa de cuantas desgracias se han cebado con ella en su mandato pero las reglas no escritas de la democracia mandan que a veces uno piense en dimitir aunque no sea personalmente responsable de los desastres que se producen en su jurisdicción.

(La imagen es una foto de Alejandro Espinosa, bajo licencia de Creative Commons).

Caminar sin rumbo (XXXIV).

La evolución personal.

(Viene de una entrada anterior de Caminar sin rumbo (XXXIII), titulada La frontera cerrada.

No había duda de que Lobo tenía eso que se llama "capacidad de convocatoria". El salón de actos del Círculo Cultural estaba a rebosar. Lucía el local una impronta franquista en su aspecto, los ornamentos, unos vitrales. Claro que eso no es extraño. Tanto Melilla como Ceuta, las dos plazas de soberanía, hoy "ciudades autónomas" son los últimos enclaves africanos de España y Franco fue el último general "africanista" español. Lobo nos dijo que, con el follón de la frontera, tanto el presidente de la Ciudad Autónoma como el delegado del Gobierno no podían asistir y que ya veríamos si conseguían llegar para la hora de la cena. Añadió que ya que las autoridades excusaban su asistencia, quizá me apeteciera sentarme en la mesa presidencial pero le dije que no y, mientras él ocupaba su sitio junto al conferenciante, Eugenio y yo tomamos asiento en primera fila para no perder ripio.

Agustín del Valle hablaba bien. Se le notaban las tablas. Era alto, delgado, huesudo y tenía unas manos de finos dedos que movía mientras hablaba de una forma muy personal, subrayando lo que decía pero sin parecerlo. Lucía unos globos oculares protuberantes y cierta fiereza en la mirada con lo que su mera presencia imponía. Su discurso consistió en un encendido elogio de la nación española, milagroso ente colectivo autorreflexivo que estuvo a punto de situar en las cuevas de Altamira en el paleolítico pero que al final hizo arrancar de la guerra de la independencia contra el francés. Aquí hallan muchos el nacimiento de la nación española como autorreferente muy probablemente desde el momento en que la guerra de la independencia ayuda mucho a identificar un elemento esencial en su visión como es el extraño, el ajeno, el otro, el enemigo, en este caso el gabacho. La segunda parte de la charla estuvo destinada a atacar a los nacionalismos "periféricos" que se obstinaban en defender el erróneo punto de vista de que hay varias naciones en la Península Ibérica siendo así que está clarísimo que sólo hay dos, la portuguesa y la española que proceden de un mismo origen y tienen tantos elementos en común. Tuvo mucho éxito entre un público, compuesto por hombres maduros de cuarenta y cincuenta con sus esposas, empeñadas en quitarse por lo menos diez ante el espejo, todas peinadas de peloquería. No hubo preguntas del público, excepto una intervención de un hombre con pinta de brigada que quería saber algo concreto sobre la financiación de las comunidades autónomas de lo que Del Valle no parecía tener mucha idea con lo que no dijo más que vaguedades.

La cena tuvo lugar en un lujoso restaurante del centro de la ciudad, uno que se preciaba de servir langostino de la Mar Chica si bien no esa noche pues no había habido pesca a causa del temporal. Finalmente las autoridades no pudieron asistir. Se vivían momentos tensos y de problemas. En la mesa, además del conferenciante y Heriberto Lobo, estaba su señora, una mujerona que casi le sacaba la cabeza. con un gesto adusto e intemperante que trataba de suavizar inútilmente con mucho maquillage y otros dos matrimonios a quienes también tomé por militares sin saber muy bien por qué, un periodista, amigo de Heriberto y director de una radio local cuyo nombre no retuve y el director de una asociación cultural hispano-islámica, llamado Mahmud.

En la primera parte de la cena se trató el asunto de la frontera que, según el marido de uno de los dos matrimonios, estaba más fea que de costumbre.

- En todo caso parece que los dos muertos los han causado los marroquíes.

- No es que sea una buena noticia- dijo Heriberto- pero nos permite un descanso. Imagináos la que se nos viene encima si nos los cargan a nosotros.

Agustín del Valle mostró interés por informarse acerca de los problemas de la inmigración ilegal en la ciudad.

- Esto es un coladero -aseguró el otro militar que aún no había hablado.- Y no podemos hacer nada porque en la Península no quieren saber nada de nosotros.

- Tampoco es para tanto -terció Heriberto que era muy crítico con lo que llamaba el "victimismo" melillense.- En ese aspecto no podemos quejarnos; tenemos los recursos que necesitamos.

- Eso es siempre según se mire -insistió el otro.- En mi opinión, necesitamos hombres. Los que hay no son suficientes. Una bandera de la legión nos vendría de miedo.

Su mujer soltó una risita como dando a entender que aquel problema de logística militar no le era enteramente desconocido.

Intervino Mahmud diciendo que el problema verdadero no estaba a nuestro lado de la verja sino al otro, en donde se acumulaba mucha desesperación. Y no solamente marroquí, sino africana en general. Si los países europeos -y parecía deleitarse al pronunciar "europeos", como queriendo saborear las consecuencias del sonido- nos tomáramos en serio la situación y ayudáramos a la gente en sus países de origen, la mayoría no emprendería la aventura de escapar que es siempre muy incierta. Y no se refería sólo a Marruecos de donde al fin ya al cabo no sale mucha inmigración ilegal sino de los países más abajo, al sur del Sahara.

- Claro -dijo el militar- seguramente tienes razón, Mahmud, pero nosotros somos responsables aquí de esta frontera. Lo otro son los planes de los políticos que estarán muy bien seguramente pero no tienen mucho que ver con las necesidades reales, sobre el terreno. -Y, mirando a Heriberto, dando la impresión de que buscaba su aquiescencia, añadió: una bandera de la legión. Con una bandera de la legión me comprometo a sellar la frontera mientras los políticos arreglan la situación de África al sur del sahara.

- De eso no quiere saber nadie nada -terció el periodista que parecía un hombre taciturno.- Siempre pasa igual. Sólo se habla de nosotros cuando hay malas noticias. Del hecho de que seamos los guardianes de una puerta por la que quiere entrar un continente nadie dice nada.

Eugenio dio un respingo.

- Un continente por una puerta- me dijo por lo bajo.- No está mal la imagen.

- No es una imagen -contestó el otro que lo había oído-. Qué más quisiéramos nosotros. Es la realidad, el día a día. Estamos conteniendo un continente con una valla.

- Con una valla y con la ayuda de Marruecos -dijo Heriberto.- Cosa esencial.

- Al fin y al cabo -tercié yo que no tenía muchas ganas de escuchar una teórica sobre las necesidades de defensa fronteriza en Melilla- el ejército está para eso, para defender a la patria, a la nación española, sobre la que nos ha ilustrado Agustín.

Éste me miró con cierta sorpresa. Estaba seguro de que igual que yo a él, me conocía, aunque nunca hubiéramos coincidido. Supongo que decidió salir al paso de lo que podía suponer fuera irónico por mi parte.

- No te convence lo de la nación española, ¿verdad? En la izquierda tenéis un verdadero lío con eso.

- No, no creas. O quizá sí. No sabría decirte. -Los otros comensales me escuchaban con atención, como si estuvieran esperando que me aclarase. - Pero, en todo caso, no es la nación española lo que más me interesa, ahora que tengo la oportunidad de hablar contigo sino algo distinto que siempre me ha preocupado y que me gustaría plantearte si no te parece inconveniente.

- Por supuesto, por supuesto -dijo Del Valle, dejando los cubiertos sobre el plato en un gesto que parecía contradecir la disponibilidad que anunciaban sus palabras.

- No vayas tan seguro -intervino de pronto Eugenio que hasta entonces no había dado muestras de especial interés en la conversación.- Te va a preguntar por tus convicciones políticas.

Del Valle enarcó las cejas, como si no entendiera.

- Bueno, sí, verás- arranqué yo antes de que Eugenio acabara de fastidiarme la intención.- Tengo curiosidad por tu cambio de actitud. Tú eras un significado izquierdista, comunista incluso; recuerdo haber leído cosas tuyas en que se hacían planteamientos del partido. De pronto, cambias de opiniones y te haces propagandista de la derecha. ¿Por qué? ¿Qué te movió a eso?

Antes de que Del Valle pudiera hablar se adelantó Heriberto que debía de pensar que entraba en sus obligaciones acudir al quite de su invitado si alguien lo ponía en un compromiso.

- No tiene nada de extraño que la gente cambie. Se cambia con el tiempo. Además, ese tipo de cambio, que quizá sea más bien una evolución, ¿no? lo ha experimentado mucha gente.

- Ya te digo- exclamó con cierta sorna Eugenio.

Se había acercado un vendedor de fósiles que traía algunos ejemplares sobre una especie de gamuza y Eugenio se quedó mirando una especie de trilobites incrustado en una piedra mientras el otro se lo acercaba diciéndole que tenía doscientos cincuenta millones de años.

- Pero es que estos casos -dije yo- no me parecen muestra de una evolución, que lleva siempre tiempo y una transformación progresiva. Más me parecen mutaciones y repentinas.

- Bueno -dijo Del Valle, haciendo ondular sus bellas manos y señalándose el pecho- si es mutación o evolución, la procesión va siempre por dentro. Uno tiene sus dudas, se las calla, o las habla con los íntimos, vacilaciones, reconsideraciones, hasta que...

- Hasta que uno ve la luz -dijo Eugenio, que había devuelto el trilobites a la gamuza y no estaba interesado en escuchar las ofertas del vendedor- y actúa uno en consecuencia.

- Algo así, algo así -contestó Del Valle- pero eso es irrelevante. Aquí supongo que lo que te interesa -y se dirigió expresamente a mí- no es cómo se hace eso, sino por qué, por qué abandona uno la izquierda. Y aviso de que no digo por qué se pasa uno de la izquierda a la derecha porque no me reconozco en ese periplo. Sí, he dejado de ser de izquierda...

- Incluso abominas de ella -dije.

- Abomino, sí, por muy justificadas razones. Al principio, en tiempos de Franco, lo único sensato que se podía ser era de izquierda porque sólo la izquierda estaba contra la Dictadura. Lo que sucedía era que estaba contra la Dictadura pero no a favor de la democracia, sino a favor de una dictadura distinta.

- Mientras que tú sí estabas a favor de la democracia.

- De la democracia y de algo más que no hay que olvidar: de la libertad individual, de la unidad de la Nación española. Ese es un elemento esencial. Si por la izquierda fuera esto se habría ido ya al garete.

- No me parece tan claro.

- Clarísimo. Otra cosa es que quieras engañarte u ocultar algo. Todas aquellas tonterías de la izquierda con el derecho de autodeterminación eran eso: destruir la nación española. Como son las componendas con los nacionalismos periféricos, todos empeñados en destruir la nación española y con los terroristas. La izquierda no soporta la idea de España y apuesta siempre por la leyenda negra.

Veía en los otros comensales claros gestos de asentimiento y creo que no aplaudían por no singularizarse demasiado. Hasta Heriberto, habitualmente comedido seguía la alocución de Del Valle con la mirada brillante y un gesto de atención e interés notable.

- Bueno -prosiguió éste- ya inspirado. La izquierda tiene muchas propuestas específicas en muchos terrenos pero todo acaba llegando siempre a lo mismo: la negación de la nación española.

- La antiespaña -dije, tratando de que no se me notara mucho la burla, pero sin éxito.

- Puedes hacer las bromas que quieras pero es así. La izquierda sostiene muchos disparates. Lo veo ahora con claridad. Disparates sobre la sociedad, el Estado, el mercado, la propiedad, los impuestos... prácticamente todo lo que dice la izquierda desde sus puntos de vista son disparates. Pero en lo que respecta a nosotros, los españoles, esos disparates se orientan siempre a debilitar la idea de la nación española, dejarla inerme frente a quienes sepultarla en el olvido.

- ¿A qué esperas, que no respondes enarbolando tu sentido patriótico? -me preguntó Eugenio. Están llamándote vendepatrias.

- O algo peor -dije- Antiespañol.

Del Valle sonrió con el gesto de quien espera una respuesta que sabe inevitable y la obtiene y puso gesto de "¿qué había dicho yo?" y añadió:

- Conozco ese sedicente patriotismo de la izquierda. Es el de la tradición liberal republicana, las historias de la Institución Libre de Enseñanza y el krausismo, alimentada con algo de costismo y lucha contra los males que afligen a la patria. Lo que sucede es que el mayor mal que ha afligido siempre a la patria ha sido la izquierda. La tradición liberal, el llamado nacionalismo español liberal ha sido siempre pusilánime y, de hecho, en cuanto ha podido, se ha echado en manos de extranjeros. Eso es lo que es el krausismo, influencia extranjera, como el marxismo, todo doctrinas extranjeras que no se adaptan a nuestro ser nacional.

- Que está mucho mejor representado en Donoso Cortés.

- Pues sí, mira. Ya sé que lo dices con ironía. Pero fíjate, Donoso es un pensador español que se encuentra en la obra de importantes pensadores del siglo XX, como Carl Schmitt...

- Sí, estas cuestiones son muy claras y se refieren a las cuestiones digamos públicas, en donde se debaten las ideas. Y eso es lo que dice la derecha: Balmes, Donoso, el pensamiento reaccionario que reputan esencialmente español. Es el discurso público. Pero lo que me interesa es un asunto distinto, privado, mi pregunta es si ese cambio de perspectiva es o no sincero, esto es, si crees en lo que dices. Tendrás que admitir que la duda es razonable. Como ves, eso no se nos plantea a quienes nos hemos mantenido más o menos fielmente en nuestras convicciones. Se nos puede acusar de rígidos, de ir en contra de la esencia misma de la realidad que dice que todo cambia, todo fluye, nadie se baña dos veces en el mismo río; pero lo que no se puede poner en duda es la sinceridad de nuestras convicciones mientras que en el caso de quienes las habéis cambiado...

- Sí, sé lo que quieres decir: que se plantea un problema de sinceridad. Eso ha pasado siempre con los conversos. Y nosotros somos conversos. Hemos abandonado el sueño sectario de la izquierda y hemos abrazado...

- Otro sueño sectario -atajó Eugenio con una sonrisa.

- Nada de eso. La izquierda es sectaria. Abandonar el sectarismo te cura de espantos. Por eso no me gusta nada que me digan que he pasado de la izquierda a la derecha. Desde luego, he dejado la izquierda porque es ideológicamente insatisfactoria, pero eso no me hace de derechas.

Después de unos primeros instantes en lo que los otros comensales siguieron la conversación, la unidad discursiva se había roto. Las tres esposas de los militares, no muy interesadas en cuestiones políticas, se pusieron a hablar de sus cosas, interrumpiendo sus intercambios con abundantes risas. Los cinco hombres, a su vez fueron desenganchándose de la controversia izquierda-derecha y comenzaron a hablar entre sí y, por las frases que llegaban al lugar en el que nos encontrábamos, seguían tratando el problema de la frontera.

- Sin embargo -y a las pruebas me remito- se hable de lo que se hable siempre coincides con los puntos que defiende la derecha.

- Pura coincidencia.

- Ya. Pura pero total porque coincidís en todo.

- Porque sigues pensando que quienes hemos cambiado, los que hemos dejado la izquierda, convencidos de que es una forma de pensamiento profundamente errónea, tenemos un problema de sinceridad, de verosimilitud y por lo tanto de crédito.

- No tendría que extrañarte si tú mismo reconoces que estás en la actitud del converso. Pero no es por ahí por donde van mis tiros. Al fin y al cabo no es muy productivo enfrentarse a lo que dice alguien poniendo en cuestión que crea de verdad en ello o no.

- ¿Por dónde van tus tiros? -preguntó Eugenio, que le gustaba afear el uso de frases hechas.

- Déjame preguntarte algo -dije a lo que él asintió con la cabeza- si has abandonado las posiciones de la izquierda, ¿se debe a que crees ahora que estabas equivocado?

- Desde luego.

¿Y qué te hace pensar que no vayas a estarlo una segunda vez?

Del Valle soltó una carcajada que hizo que los demás comensales interrumpieran sus conversaciones y nos miraran.

- ¿Ves? Eso es lo que os preocupa en la izquierda: estar o no en lo cierto. No es mi caso ahora. Ahora no me equivoco porque no presumo de estar en lo cierto. Sostengo lo que me parece probable y nada más.

Pero aquello tampoco daba la impresión de ser muy cierto. En la conferencia en aquel salón tan hispánico y marcial, había hablado con fe de misionero. Antes de que pudiera responderle sonó el móvil de Heriberto que estuvo un par de minutos escuchando lo que parecía un informe con unos sí, si o no, no. Al interrumpir la comunicación se volvió a nuestro lado de la mesa para decir:

- Como estaba previsto. Mañana seguirá cerrada la frontera con Marruecos y se restablecerá el servicio de ferry con Almería.

(Continuará).

(La imagen es una viñeta de Aubrey Beardsley).

dissabte, 10 de gener del 2009

Mañana, manifa.

Reproduzco a continuación el texto de la convocatoria de la manifa para mañana a las 12:00 en Cibeles que firman los partidos y grupos de izquierda, los sindicatos y una serie de organizaciones que también se oponen al genocidio que está llevando a cabo Israel en Palestina.

NB: ni esta ni ninguna otra manifa harán la menor mella en el furor genocida israelí. No obstante, hay que ir a ellas y tratar de que sean lo más numerosas posible porque en quien sí harán mella es en el ánimo del señor Obama, el único que puede detener la mano asesina de Israel.


Ante la continuidad de la ofensiva militar de Israel, por tierra, mar y aire, contra Gaza –en el contexto de la ocupación que dura décadas y el bloqueo que sufre Palestina- que está causando miles de muertos y heridos entre su población, muchos de ellos niños; ante el hecho de que se realiza vulnerando el Derecho internacional y olvidando, por completo, la situación de emergencia humanitaria que vive su población; las organizaciones sociales y políticas abajo firmantes hacen la siguiente declaración:

1. Condenamos la injustificable e inhumana acción militar de Israel y exigimos su fin inmediato. El pretexto aducido por su Gobierno –los ataques con cohetes llevados a cabo por Hamas contra la población israelí- es inaceptable en relación con unas acciones de destrucción criminal, como castigo colectivo, que están causando miles de víctimas civiles.

2. Exigimos al Gobierno de España, a las instituciones políticas de la Unión Europea y a la ONU, su intervención decidida y urgente para imponer un alto el fuego permanente, organizar un plan de ayuda humanitaria que ponga fin a la situación de emergencia que vive la población de Gaza, y terminar con el bloqueo fronterizo. Criticamos profundamente la pasividad de la que han hecho gala, hasta el momento, las instituciones políticas internacionales, que está permitiendo la continuidad de la ocupación y la matanza de la población palestina. Todos los Estados miembros de la ONU tienen la obligación de proteger a la población civil contra las múltiples violaciones del Derecho Internacional Humanitario que se están produciendo.

3. Este nuevo y especialmente mortífero episodio del conflicto de la ocupación de Palestina por Israel pone de manifiesto, una vez más, la necesidad de resolver definitivamente el mismo con el cumplimiento de todas las resoluciones de las Naciones Unidas. A esta tarea tendrían que dedicarse sin demora, y en el marco de la ONU, sus principales actores, con la colaboración de los países de la Región y de las principales potencias mundiales. El derecho del pueblo palestino a crear un Estado soberano es la base necesaria de cualquier solución duradera que posibilite la convivencia pacífica de los pueblos palestino e israelí. Reclamamos a los gobiernos y las instituciones internacionales la adopción de las medidas de presión necesarias, condicionales al respeto de los derechos humanos en las relaciones con Israel, para que se alcancen estos objetivos y para que se resuelvan las causas del conflicto, que no es otro que la ocupación.

Por todo ello, llamamos a la ciudadanía a participar en todas las manifestaciones y actos públicos que se han convocado en numerosas ciudades de España, expresando su solidaridad con el pueblo palestino. En particular, llamamos al pueblo de Madrid a participar en la manifestación que se llevará a cabo, el Domingo, 11 de enero, a las 12 horas, desde Cibeles a Sol


¡POR EL FIN DE LA AGRESIÓN MILITAR DE ISRAEL A GAZA!
¡PAREMOS LA MASACRE DEL PUEBLO PALESTINO!
ALTO EL FUEGO, AYUDA HUMANITARIA Y FIN DEL BLOQUEO, YA!
¡NO A LA PASIVIDAD DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL!
¡CONTRA LA VIOLENCIA, POR LA PAZ JUSTA EN PALESTINA!
¡POR EL FIN DE LA OCUPACIÓN!
¡SOLIDARIDAD CON EL PUEBLO PALESTINO!

D3M

Una de las características principales de la llamada izquierda abertzale, si no la principal, es su contumacia en el error. Parece que hoy se presenta en Bilbao una plataforma llamada Demokrazia 3.000.000 (D3M) que pretende aglutinar a la dicha izquierda en las elecciones autonómicas del 1º de marzo próximo. Se trata de recoger el voto que no pueden llevarse Batasuna, PCTV, ANV, todas ellas sucesivamente ilegalizadas por los tribunales en aplicación de la Ley de Partidos. Para esta vez la Fiscalía está preparada y, según parece, se escudriñarán las listas de D3M cuando se presenten y lo más probable es que la nueva formación corra la suerte de las otras, sea ilegalizada y la izquierda independentista quede fuera del Parlamento vasco.

Es una táctica difícil de entender desde el punto de vista de la humilde racionalidad de costes beneficios. Sin duda debe de tener una fuerte faceta simbólica que colme las aspiraciones de quienes promueven estas candidaturas: mostrar que el "Estado español" ilegaliza las formaciones independentistas. Sin embargo este punto de vista es manifiestamente falso. Basta con ver que en el Parlamento catalán está representada ERC que no es menos independentista que la sopa de letras vasca. El Estado español no ilegaliza formaciones independentistas sino organizaciones violentas o que hacen apología de la violencia, que no es lo mismo. Y lo hace en virtud de una ley que será mejor o peor (a mí me gustaría verla derogada) pero, mientras esté en vigor, es la ley y hay que respetarla.

La contumacia de la izquierda abertzale tiene una explicación en tres órdenes distintos.

El primero, por si cuela, consiste en ir adelante en fraude de ley (esto es, no cumpliendo sus requisitos), suponiendo que las autoridades no reaccionarán cosa que, ya se ha visto, es imposible.

El segundo, somos víctimas, consiste en explotar esa situación de reprimidos en la vana esperanza de que alguien crea que la ilegalización es a causa de las ideas y no de los incumplimientos de la ley.

El tercero, a las órdenes jefe, es que la izquierda abertzale va a remolque de las decisiones de ETA porque ha permitido que se dé esa fatal inversión de que el brazo armado del movimiento prevalezca sobre el político, lo que es un disparate.

Si la izquierda independentista vasca quiere estar en el Parlamento autonómico lo tiene muy fácil: basta con que cumpla la ley, cuya derogación puede pedir luego con toda legitimidad. Empeñarse en no hacerlo así, en querer burlar la norma es ignorar algo elemental: que en democracia sólo se es eficaz desde las instituciones. La política callejera es testimonial y simbólica pero, existiendo la vía institucional, no conduce a nada.

Por eso es tan admirable la contumacia en el error de esta gente.

(La imagen es una foto de larbelaitz, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 9 de gener del 2009

Poeta en Gaza.

Nana de Gaza.
Por Carlos Piera.

Qué guapa en la cuna, mi niña adorada,
para que la muerte cuando venga a verte
te encuentre acostada.

Cierra los ojitos, vida de mi vida,
para que la muerte cuando venga a verte
te encuentre dormida.

Duérmete, mi rosa,
para que la muerte cuando venga a verte
sea cariñosa.

Duérmete, ojos bellos,
si hay gatitos muertos por entre las ruinas
jugarás con ellos.

Duérmete, rubí,
y a ver si la muerte cuando venga a verte
se me lleva a mí.

(La imagen es una acuarela de Charles Vernant, Mère et enfant).

Gracias, Carlos.

De Santa Bárbara cuando truena.

Ya tenemos aquí la temible secuela de toda crisis de subconsumo: el desempleo en masa. Más de tres millones de parados en España y subiendo. Más de diez en los Estados Unidos (un 6,7 % de la población activa) y subiendo. Las últimas previsiones anuncian veinte millones en Europa al finalizar 2009 y me parece un cálculo por lo bajo.

El paro es el problema económico más importante precisamente porque no es sólo económico sino político, social y psicológico; especialmente psicológico y, si no lo creen, salgan a la calle y pregúntenle a un hombre de cincuenta y cinco años que se ha quedado sin curro cómo ve la vida.

La estúpida balumba neoliberal de los últimos veinticinco años con las doctrinas desreguladoras, liberalizadoras y otros camelos repetidos hasta la náusea en los medios, las fundaciones, los sedicentes think tanks, las cátedras universitarias por gentes que se llamaban a sí mismas "ortodoxas", como si los demás fuéramos monofisitas, acabó consiguiendo que perdiéramos de vista el hecho elemental y básico de que la economía se hizo para el hombre-mujer y no al revés.

Cualquiera que escuche hoy a los principales mandatarios occidentales, los señores Obama, Brown, Sarkozy, Rodríguez Zapatero etc cómo hablan todos de bajar los tipos de interés, nacionalizar bancos, intervenir entidades financieras, rescatar empresas con dinero público, regular el crédito, multiplicar el gasto, bombear recursos al mercado de trabajo, recurrir al déficit, etc pensará que se han hecho todos de repente furibundos keynesianos. Bueno, si lo han hecho han hecho bien. Parece haberse olvidado que la famosa Teoría General keynesiana era una Teoría General del empleo, el interés y el dinero porque el economista de Bloomsbury sabía muy bien que sólo una economía en pleno empleo o cercana a él está a salvo de las crisis. De ahí que su teoría general lo sea del empleo ante todo, algo que para la escuela clásica no es un problema económico ya que, en términos ideales, su eliminación se producirá cuando se llegue al punto de equilibrio entre oferta y demanda; por ejemplo, con la gente trabajando a cambio del almuerzo y gracias.

¿Y cómo se va hacia el pleno empleo? Actuando sobre la demanda, que es lo que hacen todos los dirigentes políticos occidentales que saben en dónde están, utilizando la intervención del Estado y la inversión pública para generar puestos de trabajo. El señor Obama anda ya echando las bases de lo que en Gringolandia empieza a llamarse el New New Deal, que es lo que tendrán que hacer los dirigentes europeos sin quieren salir de la recesión y evitar la depresión. El viejo y denostado keynesianismo está de vuelta para sacar de nuevo las castañas del fuego a una economía en crisis.

Por cierto, no es superfluo recordar que esta idea de recurrir a los fondos públicos para dar trabajo a la gente tampoco era tan nueva en tiempos de Keynes. Ya se le había ocurrido a Louis Blanc durante la Revolución de 1848 con los "talleres nacionales", en los que se emplearía a los trabajadores a cargo del Estado hasta que estuviesen en situación de establecerse por su cuenta. El dinero para la operación pensaba sacarlo Blanc de la explotación de los ferrocarriles. El asunto terminó como el rosario de la aurora. Era demasiado pronto para algo tan maduro que sólo cuajó con brillantez y eficacia cien años después, en el Estado del bienestar, salido del desastre de la crisis de 1929.

Y menos mal que tenemos Estado del bienestar. Si los genios neoliberales, los reaganistas, thatcheristas y sus similares y asimilados se hubieran salido con la suya por entero de desmantelarlo acusándolo de ruinoso, incompetente, burocrático y contraprodecente para el crecimiento económico, ahora tendríamos un problema real, como el que hubo en 1929: decenas de millones de parados sin subsidios de desempleo ni redes de seguridad social. Gente abocada a reventar en la calle, recurrir a la beneficencia... o apuntarse a un partido revolucionario fascista o comunista para armarla, desde luego.

La crisis puede poner a prueba la capacidad de respuesta de los sistemas políticos democráticos pero, en todo caso, estos sistemas encajan hoy mejor las situaciones difíciles gracias al Estado de bienestar que sin duda seguirá porque se articula sobre los derechos de las personas, que es un argumento de validez universal.

Los neoliberales, que son como los bajos de los cuadros de Rubens, poblados de monstruos, salvajes y espantosas quimeras, siempre vencidos pero siempre ahí, amenazando con auténticos disparates, objetan al neokeynesianismo que el alegre recurso al déficit es algo que tendrán que pagar las generaciones futuras.

Eso es evidente y vale para todos los seres humanos en todos los tiempos. Las generaciones futuras siempre tienen que pechar con lo que les dejan las anteriores, unas veces mejor y otras peor. Lo que es absurdo es impedir que se arranque en el presente por temor al futuro que es, curiosamente, la actividad primera y más representativa del capitalismo. Quien no proceda así, con riesgo, no tendrá futuro con lo que las generaciones futuras tampoco tendrán presente. Cosas nada fáciles pero ¿quién dijo que la política fuera fácil? No lo será aquella que, como dice Foucault, es la "continuación de la guerra por otros medios".

(La imagen es un retrato de John Maynard Keynes en un número atrasado de la revista Time, de 1963.

Belcebús.

Teófobos y teófilos van a sacar su debate a la calle como si publicitaran desodorante. No me parece mal; al contrario: estoy encantado de vivir en una sociedad que solventa sus querellas teológicas pacíficamente, a la luz pública, in itinere y pagando anuncios. Pero ese dinero, ¿no estaría mejor empleado enviándolo a Gaza para paliar los indecibles sufrimientos de la población civil, masacrada por los del dios de los ejércitos?

En fin, cuando los autobuses circulen me pregunto si los creyentes subirán a los agnósticos o lo considerarán pecado y los boicotearán.

En cuanto a los no creyentes que piensan que Dios probablemente no existe es porque obviamente admiten que probablemente exista, aunque sea con menor probabilidad y, si es así, ¿no harían mejor apuntándose a la apuesta pascaliana?

dijous, 8 de gener del 2009

Las imágenes del genocidio.

Mientras la diplomacia se mueve entre terciopelo y raso, la ONU muestra su inoperancia, los dirigentes occidentales callan valerosamente, excepto el señor Chávez que ha expulsado a media embajada israelí en Caracas y el señor Rodríguez Zapatero que, sin llegar a tanto, ha criticado a Israel y hoy recibe al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, los israelíes siguen bombardeando Gaza a mansalva en la operación más salvaje, despiadada y genocida que se haya visto hasta la fecha.

El caso es que, cuando se habla de genocidio, masacre, matanza indiscriminada, bombardeo de civiles, se mueve uno en el terreno abstracto de las palabras. Pero esas palabras denotan hechos, realidades, cadáveres de niños, personas mutiladas, caos, destrucción... Quien quiera ver las imágenes del furor genocida de Israel sobre Gaza que pinche sobre la imagen o vaya a Islamboutique. Pero ojo porque son muy fuertes.

Gracias, Josetxu.


A la vista de las imágenes puede calibrarse el valor del artículo del filósofo francés André Glucksman que publicaba el martes El País llamado ¿Qué significa desproporcionada? una pregunta perfectamente retórica porque el autor sabe de antemano la respuesta: no lo que haga Israel.

Por cierto, el relator de la ONU para la situación en los territorios palestinos ocupados, el señor Richard Falk, acusa a Israel de crímenes contra la humanidad en Gaza. Hombre probo este Falk. Es lo que menos que cabe hacer. La ONU no se moverá pero los crímenes contra la humanidad, el genocidio, están ampliamente documentados en las imágenes de más arriba.

Mr. Cizaña vaticina.

La fórmula de Mr. Cizaña para concitar unánime atención de los medios parece infalible: primero se insulta un poco a alguien y luego se dice una barbaridad contraria al sentido común y todos los datos empíricos porque, ¿para qué hacen estos falta cuando se tienen principios?

Lo del exotismo histórico cubre con creces el capítulo del insulto.

¿Y el previsible desastre económico? ¿No es para fliparlo en colores? ¿A qué llamará "desastre económico" quien califica de "gran estadista" a uno que deja un déficit de un billón doscientos mil millones de dólares (1.200.000.000 $), el 8,6 por ciento del Producto Interior Bruto, el más alto desde la Segunda Guerra Mundial? De la crisis financiera, la recesión, las quiebras en cadena de bancos, el aumento vertiginoso del paro no hace falta hablar. ¿Más desastre que eso? No sé yo...

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Literatura Zek

Vasili Grossman está conociendo un año de retorno en España. En 2007 se editaba su obra magna, Vida y destino (reseñada por Palinuro en la entrada Guerra y literatura) y ahora se publica su novela póstuma (Todo fluye, Círculo de lectores, Barcelona, 2008, 288 págs.) que en lo esencial es una especie de coda de la obra sobre la guerra y el sitio de Stalingrado. Tiene, con todo, elementos que la diferencian de la anterior. Es más condensada ya que, así como el fresco tolstoiano de Vida y destino retrata decenas de personajes en muy variadas situaciones y tiempos, esta otra se reduce a media docena de personajes con uno principal y una sola peripecia. Es la historia de Iván Grigórievich, un científico que ha pasado veintinueve años en campos de trabajos forzados de Stalin y, liberado a la muerte de éste, regresa a Moscú, en donde comprueba que las cosas siguen igual que cuando lo detuvieron. Otros han compartido su destino, muchos han desaparecido para siempre, quienes lo delataron han hecho carrera y el resto es una enorme masa acobardada e indiferente que lucha por sobrevivir en condiciones muy adversas.

Aunque Vida y destino contenía algunas interrupciones de carácter ensayístico, en esta otra hay mucha mayor mezcla de ensayo y novela. La novela tiene el mérito de relatar las abominables condiciones de los campos de trabajos forzados. Se reiteran algunos temas de Vida y destino, como la distinta clasificación política de los presos y se añaden algunos otros especialmente angustiosos, como el capítulo dedicado a las condiciones en los campos de mujeres.

En lo que se refiere a los campos los libros de Grossman no alcanzan el grado de exhaustividad del Archipiélago Gulag de Solchenitsin, no están tan abrumadoramente documentados pero, en lo esencial, coinciden con él, con lo cual cabe decir que se refuerzan mutuamente. Los dos autores conocen muy bien el mundo de los Zek (abreviatura de Zakliuchonni, penitenciario), si bien Soltschenitsin lo experimentó en propia carne. La historia es el retrato de un mundo podrido, corrupto, inhumano, de arbitrariedad, esclavitud y abyección: lo que fue el estalinismo y los tiempos posteriores a Stalin. En definitiva, el comunismo soviético.

Ese es el tema de la parte ensayística: Stalin fue el continuador de la obra de Lenin o, si se quiere, en Lenin estaba ya Stalin. De esta forma, la obra niega la interpretación a que recurrieron los comunistas poststalinistas que tuvieron que recomponer su ideología después del demoledor informe secreto de Kruschef al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética sobre los crímenes de Stalin y con el que dio comienzo lo que se llamó la "desestalinización de los partidos comunistas". Dicho recurso consistía en sostener que Stalin había traicionado el espíritu y la obra de Lenin, que en éste alentaba la llama prístina de la revolución bolchevique, la idea soviética, pero que el perverso georgiano se las ingenió para: primero, eliminar a la vieja guardia; segundo: imponer su régimen tiránico y de terror; y tercero: traicionar el leninismo, substituido por su dictadura personal sobre una estructura burocrática. Toda esta interpretación se viene abajo con la obra de Grossman. Decirlo ahora que ya sabemos mucho más sobre Lenin tiene escasa novedad; decirlo en 1958, cuando el libro empezó a escribirse era revolucionario.

La obra contiene asimismo un largo capítulo dedicado a narrar con la fuerza de una crónica periodística y literaria la gran hambruna de 1932, a consecuencia de la colectivización de la tierra en 1928 y la política de "deskulakización". Vale la pena citarlo en extenso: "La dirección regional trazaba el plan con el número de kulaks que debían eliminar en cada distrito, los distritos dividían esa cifra entre los diversos sóviets rurales, y los sóviets rurales confeccionaban las listas. Y conforme a esas listas los arrestaban. Pero ¿quién las preparaba? Una troika. Tres personas de dudosa reputación decidían quién debía vivir y quién morir. Muchas cosas entraban en juego, naturalmente: sobornos, historias de mujeres, viejas rencillas. Los pobres siempre acababan siendo acusados de kulaks mientras que los ricos compraban su libertad" (pp. 165/166). La descripción de la hambruna es estremecedora y recuerda algo el mundo de Las almas muertas, de Gogol. Hay incluso alguna referencia al autor de Tarass Bulba.

En definitiva, Todo fluye es una especie de Vida y destino en dosis concentrada.

dimecres, 7 de gener del 2009

Los asesinos de niños y sus cómplices.

Nada, nada, absolutamente nada, justifica el asesinato de niños. En la guerra o en la paz. En este mundo o en el otro. En estado de locura o en estado de cordura. Ayer, hoy o mañana. En la vida y en la muerte. Nada, absolutamente nada, ninguna razón o sinrazón, ninguna causa, verdadera, falsa, inventada o soñada. Nada, nunca, jamás. Nunca se podrá perdonar a quien asesina niños. Aunque se hunda el mundo, se abra la tierra, nos traguen los mares, estalle el sol o se pudra Jehová.

A esos individuos incalificables que ayer justificaban el asesinato de niños en Gaza en las radios y periódicos de la derecha sólo se me ocurre desearles algo: que nunca les maten a sus hijos y que por lo tanto sigan ganándose la vida tranquilos sin que, al parecer, los torture la conciencia.

Decían que desde la escuela en que los israelíes han asesinado a los últimos niños se disparaba contra las tropas invasoras. Decían que los milicianos de Hamás usaban a los niños como "escudos humanos". Mentira. La escuela estaba bajo protección de la ONU que había facilitado las coordenadas al ejército israelí para proteger a los refugiados que había en ella, no para que los masacraran.

Pero aunque fuese verdad ¿qué? Si te disparan desde un lugar en que hay niños, si los niños corren peligro, tendrás que ingeniártelas, hacer algo, buscarte la vida, cambiar tus planes. Cualquier cosa menos asesinar niños. Eso lo entienden todos los seres vivos excepto, al parecer, algunos supuestamente racionales.

(La imagen es una foto de khawaja, bajo licencia de Creative Commons).