El Papa Ratzinger la tiene tomada con el nihilismo que, según él, invade de modo creciente el mundo juvenil. Piensa su SS con gran audacia que la juventud está descarriada, sólo quiere pasarlo bien, consumir drogas, conducir a lo loco y follar al margen de la sacrosanta familia que sólo es tal si está fundada en el matrimonio como a él le place. Muy original esto del nihilismo de los jóvenes. Ya preocupaba mucho a la gente mayor cuando yo era crío y sigue haciéndolo. Esta juventud frívola hace que no gane uno para disgustos. Que yo sepa lo del nihilismo juvenil aparece por primera vez en la novela de Ivan Turgeniev Padres e hijos, a mediados del XIX. Nuevo el fenómeno, precisamente, no parece ser. Y desde siempre va acompañada de esta carga de reconvención paternal que en el caso del Papa está justificadísima por ser el Santo Padre de todo quisque. Lo que sucede es que es un Santo Padre bastante inconsistente y arbitrario, como todos los padres, claro está, porque, ¿en qué queda ese discurso del nihilismo y la "banalización" de las cosas importantes de la vida cuando reúne a cientos de miles, medio millón de jóvenes en esas jamborees que organiza de vez en cuando con motivo de algún año internacional de la juventud o efeméride parecida? La última, si no recuerdo mal, en Australia; la próxima si los dioses no lo remedian, en España, de la mano de Monseñor Rouco Varela, un verdadero icono juvenil por la frescura y la audacia de sus ideas. ¿Qué sucede entonces? ¿Los jóvenes no son nihilistas o los que acuden mansamente a sus convocatorias para jóvenes no son jóvenes?
(La imagen es una foto de Sam Herd, bajo licencia de Creative Commons).