dilluns, 29 de febrer del 2016

Seducir al seductor

Cuando los de Podemos, perplejos por lo mal que les iban las cosas en Cataluña, buscaban explicaciones y proponían remedios, solían repetir que lo más inteligente no era ir allí imponiendo nada sino seduciendo, de forma que los catalanes no quisieran irse. No hubo mayores especificaciones y nos quedamos sin saber en qué consistiría dicha seducción. Una pena porque, no siendo fácil averiguar cómo podían seducir a los catalanes independentistas unos españoles progres, el asunto tenía cierta intriga.

Ahora es Pedro Sánchez quien pretende, al parece, seducir a los de Podemos para que se incorporen al acuerdo que ha firmado con Rivera, y su partido le ha aprobado. Pasará la petición por el Comité Federal y espera que este órgano bendiga sus intenciones: cuando menos, conseguir que los del partido morado se abstengan en la segunda vuelta ya que contar con sus votos favorables parece quimérico. Pero el cálculo tampoco es tan sencillo. Sánchez cuenta con 131 votos y el PP, que votará en contra, con 123. Ahora bien, los independentistas catalanes suman 17 escaños y no está nada claro que vayan a abstenerse. Dado que el pacto PSOE-Rivera excluye expressis verbis todo referéndum de autodeterminación en España, es bastante esperable que ERC y DiL voten en contra. De esta forma, aunque los 6 del PNV votaran a favor del Pacto (cosa que está por ver), este tendría 137 votos frente a los 140 del PP y los indpendentistas y Sánchez se quedaría sin la investidura. No basta con la abstención de Podemos; también se precisa la de los independentistas catalanes. 

Pero hay más: ¿por qué habría de abstenerse Podemos en lugar de votar en contra? Los argumentos de los pactistas son parcos y endebles: a) porque es un pacto de izquierdas; b) porque Podemos no puede aparecer votando con el PP; c) porque, si no gobierna Sánchez, gobernará de nuevo Rajoy, el señor de los sobresueldos. Pero nada de eso es convincente: a) el pacto no es de izquierda sino más bien de centro derecha en conjunto. Sería de izquierda si incorporara reivindicaciones de Podemos pero justamente eso es lo que se ha querido evitar; b) el voto de Podemos puede tranquilamente coincidir con el voto del PP sin que de aquí haya que extraer consecuencias no admisibles; c) si no gobierna Sánchez, tampoco gobernará Rajoy. Rajoy es ya un zombi al que no quieren ni en su tierra. Y luego, están las formas. No es elegante pedir a otro que firme un acuerdo en el que no ha acordado nada.

Por lo demás, como se ha comentado ya abundantemente, tras el presumible fracaso de Sánchez en la segunda vuelta, se abre un nuevo periodo de dos meses para encontrar una fórmula de gobierno que no sea preciso aceptar por ukase y sin rechistar. En esos dos meses se movilizará todo el mundo y será sencillo llegar a algún acuerdo si media la necesaria buena fe. Hasta el PP se apresta a hacer concesiones, en altanera expresión de la insoportable Dolores Cospedal para tratar de conseguir la gran coalición, esto es, un gobierno conjunto del PP y el PSOE (con o sin C's) que, lógicamente, no podría derogar ninguna de las medidas injustas, represivas y antipopulares que tomó el PP en sus 4 años de gobierno. Lo más probable es que Cospedal tenga que guardarse sus "concesiones" en la caja B o en el cajón de diferidos.

Es de esperar que no haya gran coalición y que el PSOE y Podemos acaben pactando un gobierno de cambio que el país necesita como agua de mayo. Para ello, Palinuro reitera su recomendación de que ambos partidos de la izquierda lleguen a un amplio acuerdo aplicando sin más los dos principios de respeto y lealtad.

El PSOE ha de respetar que Podemos siga propugnando un referéndum de autodeterminación en Cataluña y Podemos debe respetar que la dirección del PSOE antes se deje abrir en canal que permitir el referéndum. Respetar quiere decir no obligar a la otra parte a abjurar de sus convicciones y comprometerse ambas a buscar una solución intermedia. El referéndum quedará aplazado, hibernado, si se quiere, pero no excluido. Lealtad quiere decir juego limpio en una colaboración de gobierno evitando los conflictos y enfrentamientos de la izquierda tradicional. Con respeto mutuo y lealtad el gobierno de la izquierda puede salir adelante y será lógico que sus adhirientes pidan la abstención de Ciudadanos para facilitar las cosas, lo cual no quiere decir que vaya a producirse pues el señor Rivera es voluble y aficionado a la casuística.

Fotos del superviviente

Hace siete años, el Museo Reina Sofía dedicó una retrospectiva a Alberto García-Alix titulada De donde no se vuelve, con temática acorde al título y que Palinuro comentó en su día: El viaje sin retorno de García-Alix. Ahora, la Tabacalera de Madrid, esa original construcción en mitad de Lavapiés, en Madrid, acoge otra con la última producción del fotógrafo desde 2009 a hoy. Si, como él mismo dice, "la fotografía es iconografía de muerte", estas obras son las de un superviviente. Por cierto, la Tabacalera, destartalada, descuidada, abandonada, me parece un entorno bastante mejor para exponer la obra de este continuador de la vieja y olvidada movida madrileña, que el medio más lujoso del Reina Sofía.

En esta ocasión, este veedor descarnado de los andurriales de la vida expone ochenta y tantas imágenes (y un vídeo que las recopila y narra en su propia voz) salidas vaya uno a saber de dónde; de sus andanzas, de sus sueños, sus pesadillas, sus amistades, sus fantasías y temores.

No existe hilo conductor o tema unificador y, sin embargo, sí los hay. Cada foto está acabada en sí misma, produce un  impacto propio y todas están recorridas por una fuerza interna, una impronta que nos hace reconocerlas como partes sin partes de un modo personal de echarse la realidad a la cara. Hay imágenes inquietantes, desconcertantes y algunas francamente duras. Se expresan de golpe, en una relación directa con el espectador, o se retuercen en volutas simbólicas, como esas sombras de motos interpretadas por este motero impenitente.

Las alusiones, las perspectivas sorprendentes, los escorzos inverosímiles añaden malicia, sarcasmo, cinismo a una fotografía en despiadado blanco y negro sin concesión a ningún tipo de sentimentalismo. Eso sin contar las veces en que el título de la imagen  funciona como una reflexión condensada que nos enseña a ver lo que no estábamos viendo.

Los retratos, los muchos retratos aquí recogidos, todos tienen algo extraño, un elemento que sin duda les pertenece pero parece proyectado sobre ellos por el ojo del artista a través de la cámara. Uno piensa que así podrían ser las fotos que Francis Bacon encargaba para trabajar después sobre ellas, creando sus propias interpretaciones. Hay un retrato, un primer plano de Agustín García Calvo, seguramente uno de los últimos que se le hayan hecho en el que está resumida toda un vida. Y, por supuesto, los autorretatos, el que ilustra la presentación de la exposición, otro de un niño demediado, espeluznante, el que se incluye aquí, humanización terrible del grafitti, como si fuera una especie de broma de Basquiat. Es difícil mantener la ecuanimidad y la tranquilidad frente a estas verdadeeras agresiones visuales.

Y así es toda la exposición, el conjunto de la obra de este artista que lleva todo el cuerpo tatuado, como personificación del hombre ilustrado, de Ray Bradbury, condensación icónica del saber de la humanidad.

Vayan a ver a García-Alix; es el impacto de la verdad, aunque la exposición se titule "un horizonte falso".

diumenge, 28 de febrer del 2016

Una semana en Luna Park

El programa de mano está repartido y los intérpretes tienen sus partes bien aprendidas, así como el público. Si nada se tuerce, el próximo martes, 2 de marzo, habrá una primera votación sobre la investidura de Pedro Sánchez con resultado negativo. Desde ese momento a la segunda votación, el jueves, 4 del mismo mes, trnscurrirán 48 horas de frenéticas negociaciones: llamadas de teléfonos, whatsaps, mails, todo echando humo para conseguir la abstención de alguno de los otros dos grupos de peso en la cámara, el del PP (122 escaños) y el de Podemos (65 escaños). Solo con una de esas abstenciones y la correspondiente de ERC-DiL (17 escaños), Sánchez podría salir investido presidente de un gobierno minoritario con 130 escaños de apoyo. El argumento que más se utilizará para intentar convencer a Podemos será el de la pinza con PP, al que Palinuro ha dedicado un par de posts sosteniendo que no tiene validez. Es legítimo que Podemos vote "no" porque, a diferencia de las intenciones del PP, la suya no es solo impedir que el PSOE gobierne con el apoyo de C's, sino forzarlo a una negociación mejor planteada y más pausada para una coalición de las izquierdas en condiciones de consenso y mutuo acuerdo, sin imposiciones ni trágalas.

El argumento de que, si no gobierna Sánchez, gobernará Rajoy es falso y trae efluvios de esa misma disyuntiva, a la que es muy aficionado el Sobresueldos, cuando dice que se debe escoger entre él y el caos. En este caso viene a ser algo parecido: o Sánchez o Rajoy y recuérdese que hay razones suficientes para sospechar que la gestión de este es peor que el caos. No es cierto que, si no gobierna Sánchez, gobernará el de los sobresueldos. Rajoy está amortizado y solo para asuntos de trámite.

Pasado el tiovivo de las dos votaciones y recuperado el tempo de estas actividades, sin atosigamientos, comenzará una interesante etapa de política parlamentaria a la que los españoles están poco acostumbrados. Lo primero -lo señalamos en su momento- es adquirir conciencia de que, siendo una situación nueva, insólita, la de un Parlamento sin gobierno, hay que adoptar actitudes nuevas y no regirse por criterios pensados para otras situaciones. No hay gobierno, pero sí hay Parlamento constituido con arreglo a derecho y en pleno uso de sus competencias. Debe, pues, ejercerlas y no abrir un compás de espera hasta ver si hay gobierno o elecciones y cuál sea el resultado de estas que, según se dice (aunque lo dudo) será similar al actual. Ejercerlas quiere decir empezar a legislar ya. 

Sería oportuno que, al margen de las negociaciones para la formación del gobierno, los grupos de izquierdas comenzaran a presentar sus iniciativas. Una moción de derogación inmediata de la Ley Mordaza, derogación igualmente inmediata de la LOMCE o Ley Wert, las dos normas más representativas de la involución  antidemocrática de los cuatro años de la derecha. Denuncia de los Acuerdos de 1979 con la Santa Sede, supresión de los aforamientos, prohibición de amnistías físcales, abolición de las tasas judiciales, etc. 

España es un sistema parlamentario. El Parlamento es el órgano supremo de poder del Estado y, en puridad de los términos, el gobierno no es otra cosa que una comisión suya. Él es quien, en teoría, debe tomar las decisiones. Pero la deformación presidencialista contemporánea en todos los países ha consolidado la falsa creencia de que el órgano más importante es el gobierno. Y no es así. Es el Parlamento. Pero es preciso que la gente se dé cuenta de ello y que los políticos actúen en consecuencia. Espero que los diputados de la izquierda pongan ya en marcha las iniciativas mencionadas.

En cuanto al vodevil de ls negociaciones para formar gobierno, la situación esperable es que el PP siga sin conseguirlo, si bien es posible que, dada su mentalidad marrullera, Rajoy el de los Sobresueldos, vuelva a presentar su candidatura. Solo para marear la perdiz. Rajoy, desde luego, tendría perfecto derecho a presentarse al frente de una alianza PP-C's, que contaría con 163 diputados y, aun así, es casi seguro que cosecharía calabazas. Es maravillosa la unanimidad de la clase política española a la hora de considerar a Rajoy como un desastre sin paliativos. A esta dirección en todo caso apunta C's, cuyo líder natural, el barbilampiño Rivera, ha avisado de que si el PSOE se da una castaña, él considera a C's desligado del acuerdo del cambio y el progreso.

Por supuesto, las izquierdas podrán sentarse a negociar y hablar en serio. Por fin llega el giro lingüístico a la lamentable política española y los líderes se enteran de que ya no pueden decir lo primero que se les pase por la cabeza sino que tienen que pensarlo muy mucho. Unas negociaciones que estén presididas por dos principios esenciales, el mutuo respeto y la lealtad a los acuerdos, llevarán a la formación de un gobierno de la izquierda.  Ya veríamos con qué composición, con permiso de los furrieles de Podemos. 

No sería desmesura pedir la abstención de C's para un gobierno de izquierda, al menos a tenor de lo reiteradamente expuesto por Rivera de propiciar la estabilidad y la gobernación del Reino de España bien unida. En la misma medida sí podría serlo pedir la de ERC y DiL ya que, si se cuenta con la abstención de C's es porque  el referéndum está prohibido. ERC y DiL quizá se abstuvieran si el gobierno de la izquierda se comprometiera a realizar el referéndum. Pero, en tal caso, perdería el apoyo C's.

La política parlamentaria es siempre muy complicada. 

De aquí no se va nadie

Aquí mi artículo de hoy en elMón.cat titulado Un pacto contra Cataluña Supongo que no tardarán en oírse airadas voces diciendo que no hay derecho a identificar a Cataluña con los separatistas y que hay muchos catalanes, millones de catalanes, para los cuales el pacto no solo no es "contra Cataluña" sino, al contrario, a favor de Cataluña, Cataluña la buena, la que no quiere romper con quinientos años de historia en común. Pasa siempre en el debate político: mi patriota es tu terrorista y mi terrorista es tu patriota y como esta dualidad fundamental de opiniones en materias esencialmente opinables no se resolverá jamás, más vale dejarla estar sin mayores miramientos. Palinuro no obligará nunca a otro a emplear los términos con sentidos que no desee y sostiene su derecho a hacer lo mismo. Empleo las palabras dentro de los cuadros de significados que comparto con otras personas. Por supuesto, coincido con Wittgenstein cuando decía que usamos las palabras como queremos y luego quizá no sorprendamos de los efectos que producen en otros. Así es y, en consecuencia, después, que cada cual proceda como le parezca bien.

Al día siguiente de firmarse el acuerdo entre PSOE y C's, Rivera tuiteaba que Podemos no quiere el pacto porque impide cualquier referéndum secesionista así como prohíbe que se suban lo impuestos. Imposible resumir mejor en 140 caracteres el fondo del pacto en sus dos puntos esenciales: contra la independencia de Cataluña y contra una política fiscal redistributiva. No lo digo yo; lo dicen los firmantes: es un pacto contra Cataluña.

Aquí la version castellana:

Un pacto contra Cataluña.

Es típico de orates y seguidores de magias y cultos vudú negar la realidad a base de conjurarla con hechizos. Los problemas desaparecen echándoles vade retros, fórmulas y encantamientos esquinados que solo ellos conocen.

En los 66 densos folios de propósitos celestiales que llaman Acuerdo para un gobierno reformista y de progreso, esto es, el pacto de legislatura que han suscrito el PSOE y Ciudadanos, no hay una sola mención explícita a Cataluña, pero sí una implícita, muy concreta y rotunda, una prohibición y jaculatoria general dirigida contra los réprobos y rebeldes independentistas catalanes y es cuando, sin venir a cuento, al final del voluminoso acuerdo, se lee que ambas fuerzas se juramentan, como si fueran los horacios y los curiacios, a oponerse a todo intento de convocar un referéndum con el objetivo de impulsar la autodeterminación de cualquier territorio de España.

No hace falta ser buen entendedor para saber de quién se habla aquí. No hace falta ser ni entendedor siquiera porque ese párrafo es una bofetada, un mazazo. Por si hubiera alguna duda y porque Rivera cree que los lectores tienen su mismo coeficiente intelectual, lo aclara en un tuit: A Podemos no le gusta el acuerdo de gobierno, porque no habrá referéndum separatista y no se suben impuestos a la clase media trabajadora. La esencia misma del pacto definida en los gracianescos 140 caracteres: el pacto va contra Cataluña y contra una política fiscal redistributiva. 

Las dos partes firmantes sostienen que, dado el tamaño del ratón que sus montes han parido, todos los demás partidos deben sumarse al pacto por amor a España. A su juicio, el PP ha de hacerlo porque, en el fondo, están diciendo lo mismo y Podemos debe también hacerlo para no coincidir con el PP si este, desoyendo su espíritu patrio, vota en contra. O sea, si Podemos coincide con el PP votando en contra hace mal; pero si coincidiera votando a favor, haría bien. Es lo que se llama el teorema de Sánchez-Rivera.

Resulta sorprendente que unos partidos serios, dinásticos, firmes pilares del orden constitucional actúen con tal nivel de primitivismo, como movidos por fantasías de omnipotencia infantil. Hay algo neurótico, por no decir psicopático, en esa obstinación por negar de cuajo derechos democráticos a una minoría nacional de siete millones de habitantes, por ignorar que el Estado tiene un problema serio de escisión de un territorio que supone el 15 % de su población y un 20% del PIB total, el único problema que amenaza realmente el statu quo del sistema de 1978. 

En el caso de Rivera ese problema se entiende con relativa facilidad, es una relación de odio edípico hacia su patria, que lo lleva a querer destruirla cercenando el uso de su lengua y su cultura para asimilarse a la impuesta. Es la catalanofobia del catalán converso, la misma que en el fondo animaba a Pla y Deniel y otros catalanes que viven su condición nacional como un estigma; y, como todos los conversos, es más papista que el Papa y más español que Millán Astray.

En el caso de Rajoy también se entiende: digno representante del ocaso de una oligarquía incompetente que ha conducido España al hundimiento y el descrédito en que se halla, cree que la política consiste en escalar puestos en una jerarquía orgánica como la de su partido, hecha de servidumbres personales y en marrullear con artimañas de leguleyo para conservar un régimen estrafalario y anacrónico, hecho de una podrida alianza del trono y el altar con una pátina europeísta. 

Pero ¿qué decir de Pedro Sánchez, teórico representante de una idea más abierta, socialdemócrata, progresista de España, y capaz de entender la riqueza de su intrínseca variedad, para cuyo florecimiento tiene preparadas unas recetas federales? Está aun más claro: así como Rivera ostenta el comportamiento del cipayo agradecido por las atenciones de la metrópoli, Sánchez es el portaestandarte del Imperio, claro varón de Castilla, para quien en España solo hay una nación, un pueblo, un líder (él) y una bandera, la borbónica, impuesta por los vencedores en un golpe de Estado con consecuencia de guerra civil. 

Han pasado seis años (a partir de la inepta sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 negando a los catalanes su condición nacional) de crescendo independentista en Cataluña, que ha llevado a esta al borde de una declaración unilateral de independencia en una actitud de consistente enfrentamiento y conflicto con el Estado. Para el actual presidente del gobierno en funciones cuyas dificultades de comprensión de la realidad circundante son de todos conocidas, esta ebullición independentista es una algarabía. Obviamente, lo que no sea la ley y el orden contenidos en el marco de la Ley Mordaza es una algarabía. Lo alarmante es que toda la oferta para un gobierno de cambio y progreso que proponen los partidos que los hacen suyos, sea una seca y tajante negativa a aceptar que los catalanes puedan ejercitar un  derecho democrático que ejercitan otros pueblos de nuestro entorno sin mayores dificultades. Porque eso quiere decir que los partidos dinásticos, pilares de la tercera restauración, carecen de recursos para impedir el definitivo fraccionamiento del país que no sea la mera aplicación de la fuerza bruta.

En el caso de Ciudadanos, un partido creado exprofeso para cortocircuitar la independencia catalana desde Cataluña, el asunto no plantea dificultades. Lo extraño parece ser el comportamiento del PSOE. Que su sucursal catalana está ya al borde de la extinción forma parte del saber convencional. Lo que quizá no esté tan claro es que, al someterse al nacionalismo español más cerril de Sánchez, identificado en esto con su mentor Rubalcaba, el PSOE también va camino de su destrucción.

La dirección socialista actual no es capaz de ver que el país, España, ha cambiado, que la población no responde ya al primitivismo de cuarto de banderas que los nacionalespañoles le atribuyen. Los gestos de rotunda afirmación nacional de Sánchez, además de ridículamente bombásticos, chirrían en cualquier oído democrático: su lema electoral hace unas fechas de ¡Más España!, su flamígero ondear de la roja y gualda en cualquier ocasión, su inicuo “homenaje” a Lázaro Cárdenas en México con una ofrenda con esa misma bandera contra la que Cárdenas luchó toda su vida, atestiguan un nacionalismo español tan obtuso como el de la derecha tradicional. Y su última lamentable manipulación de apropiarse de la imagen de Pablo Iglesias Posse para recabar el voto de la militancia para este lamentable acuerdo, muestran que, al nacionalismo español, une una absoluta falta de escrúpulos respecto a la coherencia ideológica de la tradición socialista, convertida en puro marketing.

Una vez más se prueba que aquellos a quienes los dioses quieren perder, primero los vuelven ciegos. 

dissabte, 27 de febrer del 2016

Sin empujar

El rasgo común a todas las formas de timo y estafa es la prisa, la urgencia. El que cambia moneda en el mercado negro, como el que vende farlopa en una esquina, el que quiere colocar un género falso o un pepla, todos tienen prisa; todos quieren que la otra parte espabile, tome rápido la decisión, que no pueda mirar la denominación de la moneda o los dientes al caballo. Todos quieren terminar la operación cuanto antes y desaparecer.

Hay algo sospechoso en las urgencias del PSOE porque Podemos y sus secuelas firmen el acuerdo con C's, lo suscriban o, cuando menos, no voten en contra. Prisas por conseguir la investidura de Sánchez en primera vuelta por mayoría absoluta, pues es posible, y, desde luego, en segunda por mayoría simple. Para conseguirlo, los socialistas despliegan una batería de argumentos sobre las bondades del acuerdo. Y es cierto que son numerosas y suenan bien. Pero son promesas hechas por quien disfruta de un crédito moderado y sin muchas garantías, pues se pide el voto favorable sin condiciones. Otros sectores del PSOE, quizá más duros, denuncian la pinza entre PP y Podemos. Es una denuncia curiosa: se considera lamentable la coincidencia de voto entre Podemos y PP, pero solo si el voto es negativo; si el voto de ambos fuera positivo, la coincidencia sería hasta celebrada. Obviamente, los contenidos del acuerdo son motivo de interpretación. Para Rajoy significa derogar toda su obra de gobierno. Para Rivera no contiene nada que el PP no pueda suscribir y, desde el punto de vista de Podemos es una concesión, una entrega a la derecha y al IBEX35.

De ahí la prisa, la urgencia. El contenido, siendo mejorable, es bueno, y votar en contra significa dejar paso a Rajoy. Como se aleccionaba en la era victoriana a las jóvenes doncellas antes del himeneo: "cierra los ojos y piensa en Inglaterra". Aquí igual, "cierra los ojos y piensa en España". Sánchez lo ha dicho literalmente: el pacto es por el bien de España. El bien de España requiere negarse en redondo a cualquier referéndum de autodeterminación de cualquier lugar del país. Pues eso: cerrad lo ojos y pensad en la Patria. Y la Patria es como decimos nosotros que es. Este punto es el más duro; es brutal; es sellar un pacto anticatalán. Y eso no es de recibo.

Se añaden las otras cuestiones, todas ellas opinables. La reforma laboral se deroga de facto. Si se deroga de facto, ¿por qué no de iure? La respuesta a esta pregunta, supongo, es la que se da también a la de por qué no se deroga de inmediato la Ley Mordaza, esto es, que no se quiere caer en un limbo jurídico. Sorprendente. ¿Estábamos en un limbo jurídico cuando estos psicópatas pusieron en vigor esa norma represiva, autoritaria y franquista? ¿Por qué no restablecer la ley anterior? Lo mismo con la LOMCE o Ley Wert de la que se dice que "se paralizará". ¿Y eso no crea limbo juridico? ¿Por qué no derogarla sin más y volver a la anterior? El resto de las cuestiones de contenido son de este jaez o aun más problemático.

¿Por qué las prisas, los arrechuchos, los empujones? Porque si Pedro Sánchez no es investido, gobernará Rajoy.

Pero eso es falso. Si Sánchez no es investido, se abre un plazo de dos meses antes de la convocatoria automática de elecciones y en esos dos meses puede pasar cualquier cosa. Incluso que vuelva a ser designado y hasta investido Pedro Sánchez. ¿Por qué no si cambian sus apoyos como dice Rajoy?Habrá que ir definiendo el modus operandi sobre la marcha. No sé si el Rey ha de tener alguna función en la fiesta o si corresponde más bien al presidente del Parlamento y al Parlamento mismo. ¿El qué? Sencillo: componer un gobierno que cuente con la mayoría, absoluta o simple, pero con el expreso y justificado acuerdo de las partes. Venir con un papel ya redactado y conminar a una tercera parte a firmar algo que no ha elaborado y sin cambiar nada, es un trágala. Y los trágalas funcionan cuando quien los hace puede; si no puede quizá se los trague él.

Tranquilos; no pasa nada. Hay dos meses para buscar una solución con acuerdo expreso de las partes. Fórmulas, muchas. Una gran coalición a dos (PP y PSOE), una gran coalición a tres (PP, PSOE, Cis), un gobierno de izquierdas (PSOE, Podemos y adheridos con abstención de C's), todo depende de cómo se negocie. Son dos meses para hacerlo y hacerlo bien. ¿Qué inconveniente hay para negociar una aceptación de Podemos, tan poco interesado en un gobierno de Rajoy o nuevas elecciones como todos los demás? Ninguno, es de suponer. A lo mejor hasta se podía encontrar una fórmula grata a todos, incluidos los independentistas. ¡Quién sabe! En todo caso, festina lente, sin precipitaciones, sin sofocos, vamos a ver qué estamos haciendo y qué queremos hacer.

¡No hay tiempo! aducen los cuadros favorables a Sánchez que, habiendo escenificado una consulta a la membresía con una peregrina pregunta, se encuentra con un partido poco animado, más bien desmoralizado, en parte en pie de guerra a causa de las diputaciones y que continúa desangrándose por las cohortes más jóvenes. ¿Por qué no hay tiempo? ¡Porque gobierna Rajoy!

Tampoco es cierto. Rajoy está en funciones, en pocas funciones, pues se encuentra pendiente de relevo. En cambio, el Parlamento está a pleno rendimiento, es el que ha relevado al anterior legislativo y puede ir tomando sus medidas. Dicho en otros términos, si Rajoy, el de los sobresueldos, gobernaba no ya con proyectos de ley sino con decretos, este nuevo legislativo puede hacerlo con proposiciones de ley que el gobierno en minoría parlamentaria tendrá que tramitar, pues para eso está en funciones. O sea, no gobierna Rajoy; lo hace el Parlamento. Pues que lo haga.

¿Ventajas de esta situación en la que el Parlamento funciona mientras el ejecutivo está en dique seco? Notablemente, dos: la primera es que el sistema político se va a democratizar de verdad porque las decisiones solo podrán tomarse mediante deliberación en la cámara y no por los decretos del gobierno de turno; la segunda (y más importante), esas decisiones servirán de banco de prueba para que los partidos que estén negociando una coalición vayan poniéndose de acuerdo, coordinando sus políticas y sentando las bases para la colaboración posterior de gobierno.

Así que, lo dicho: sin empujar.

La hierocracia hispana

Los clérigos piden que el Estado castigue el hecho de “meterse con las convicciones religiosas”. Ignoro el alcance jurídico de la fórmula meterse con, pero intuyo que será sumamente vago. Por ejemplo, decir en público que uno no cree que si te matan bien muerto puedas resucitar a los tres días, te llames Jesucristo o Perico el de lo Palotes, ¿es meterse con las convicciones religiosas de alguien? Supongo que sí y, según lo que los obispos pretenden, por tanto, negar la resurrección de Cristo puede llevarte a la cárcel. En cierto modo, y vistas las cosas con desapasionamiento, tampoco está tan mal: hace 300 años te llevaba seguro al patíbulo, con todos los huesos rotos y medio despellejado. Pero los tiempos son blandengues, bien se ve. Ahora puedes ir por ahí escuchando blasfemias (¡blasfemias!) sin que la justicia de los hombres cumpla con su deber para con Dios. Por eso quieren los curas volver a los viejos buenos tiempos. 

Magnánimos, pluralistas, postmodernos, los obispos prtenden castigar las ofensas a todas las convicciones religiosas y no solo a las católicas. En una muestra de inclusividad democrática se refieren también a aquellas a cuyos fieles estos mismos obispos torturaban, descoyuntaban y cocían vivos no hace tanto. Lentamente, pero van progresando.

Hay quien dice que salir por la televisión diciendo que ese mismo Cristo nació de una doncella virgen por partenogénesis implica meterse con las convicciones racionales de la gente o que sostener que un mortal es infalible cuando habla excathedra es ofensivo para el sentido común. Pero es obvio que la racionalidad y el sentido común no tienen el empaque de las convicciones religiosas. La racionalidad es una quimera y el sentido común una futesa que nada tienen que ver con la dignidad del hombre. Esta enraiza en las convicciones religiosas. 

Jurisprudenciales, precisan los obispos que meterse con las convicciones religiosas es meterse con un derecho fundamental. Querrán decir con la libertad de conciencia y la libertad de culto. Ciertamente no se ve en qué puede ofender a estas libertades el hecho de considerar aquellas creencias patrañas y estupideces. Por supuesto, parca libertad de creencia sería la que no admitiera la libertad de creer en majaderías. Considerar las convicciones religiosas como alucinaciones y creencias en bobadas y supersticiones no solo no quebranta ningún derecho fundamental sino que vigoriza el de la libertad de expresión.

Ese sí es un derecho fundamental que aparece amenazado si alguien con autoridad aceptara que se debe castigar el "meterse con" las convicciones religiosas del prójimo. Yo, por ejemplo, no creo en el Dios que los obispos dicen adorar y manifiesto públicamente que es una invención del clero para esclavizar a la especie humana. Si esto parece a los obispos que es meterme con sus convicciones religiosas tendrán que aguantarse, me temo, porque forma parte de mi libertad de expresión, que no estoy dispuesto a someter a ningún límite basado en las supersticiones ajenas.

Por último, cuando los obispos piden castigar a quienes "se meten" con las convicciones religiosas, claro está, se refieren a castigar a través de los tribunales y las leyes positivas de este mundo, algo imposible, salvo si se admite que el Estado es en el fondo una hierocracia, esto es un un gobierno de curas. ¿Y por qué no confían los obispos en que ya su Dios se ocupará de castigar como merecen en la otra vida a los osados que "se metan" con las convicciones de sus creyentes? Muy sencillo porque los primeros que no creen en la otra vida son esos mismos obispos.

divendres, 26 de febrer del 2016

¿Otra vez la pinza?

En los años 90 del siglo pasado, en opinión de Palinuro, se dio una alianza estratégica implícita entre el PP e IU, entre Aznar y Julio Anguita, para ir en contra del PSOE. Aquella "pinza", como entonces se la llamó, estaba apadrinada por Pedro J. Ramírez, desde El mundo y se apoyaba en una recua de periodistas y publicistas de derechas (de derechas de toda la vida y de derechas de esos rebotados del PSOE, conversos a la "luz de Trento") a los que se llamó "el sindicato del crimen". Varios de ellos siguen en activo y muy bien pagados más o menos bajo cuerda por la derecha franquista y algunos poderes fácticos, como empresas y bancos. Que la pinza entre Aznar y Anguitra fue una realidad lo documentó en su día la periodista Ester Esteban en un libro sobre Pedro J. y lo reconocía recientemente en un vídeo Cristina Almeida, por entonces miembro de IU y buena conocedora de los hechos. Y, gracias a esa pinza, llegó la derecha de Aznar al gobierno.

¿Está reproduciéndose el esquema hoy día entre el PP y Podemos? No sería muy de extrañar dado que estos de Podemos son en gran medida veteranos de IU y muchos, entre ellos sus jefes, consideran que Julio Anguita es su referente intelectual (sic). En todo caso, los dirigentes del PSOE ya hablan claramente de pinza y, ayer mismo, Antonio Hernando, portavoz del grupo parlamentario socialista, en tonos ciceronianos, sostenía que Pablo Iglesias es "la última esperanza de Mariano Rajoy". Un trémolo parecido al contundente juicio de Felipe González hace ya veinticinco años dirigido a Anguita: "usted" -decía González- es la izquierda que quiere la derecha". La respuesta, probablemente, habrá de ser: sí, Podemos votará contra el pacto entre PSOE y C's en primera y segunda vuelta, igual que lo hará el PP.

Pero, si se mira el asunto con más detalle no está nada claro. Es más, está bastante oscuro. Llama la atención que las recriminaciones por votar con el PP vayan contra Podemos, pero nadie subraye que también habría de estar mal que el PP vote con Podemos. Eso es normal. La otra votación es condenable y esta no, se ignora por qué.

Igual que C's pide hablar con el PP en la ilusa pretensión de que cambie de opinión respecto a la investidura de Sánchez, el PSOE subraya una y otra vez que Podemos votará con el PP en contra de un gobierno del PSOE. Pero ¿qué ha hecho él para impedirlo? Nada, absolutamente nada. El PSOE negociaba con Podemos (y sus cuates) al tiempo que lo hacía por otro lado con C's. Después, al llegar a un acuerdo con Rivera, empezó a pedir su apoyo a los de Podemos sin haber consultado nada con ellos, ni antes ni después. Es decir, Podemos debería votar a favor de un pacto en el que no ha tenido arte ni parte solo porque, en opinión de su fautor, Pedro Sánchez, reúne todos los requisitos para ser votado por la izquierda, luego de haberlo vista aprobado por esa derecha postmoderna de Rivera.

En realidad, Sánchez está recurriendo a la misma prepotencia, arrogancia y falta de sensibilidad con Podemos que estos en su día con Sánchez. Lo lógico es que tenga la condigna respuesta: Podemos votará en contra de Sánchez en primera y segunda vuelta. Y hará bien y esto no será pinza alguna, sino la respuesta que merece la ridícula pretensión del PSOE de que  Podemos haga sin rechistar lo que él quiere. Esta votación en contra se la ha ganado Sánchez por el fondo y por la forma de su gestión.

Y, en definitiva, el asunto tampoco es tan malo. Como sañalaba Palinuro ayer, el pacto PSOE y C's en sí mismo carece de interés. Aunque hubieran pactado sobre un cuaderno en blanco, el acuerdo cumpliría la función para la que se ha establecido: poner en marcha los plazos legales para llegar a la investidura de un presidente del gobierno o ir a unas nuevas elecciones en junio. De no haberse producido este hecho, el país seguiría pendiente de la marrullería del Sobresueldos, de ahora me presento, ahora no, ahora tengo apoyos, ahora no los tengo y hay que esperar.

Esa amenaza se acabó y que se acabara debemos agradecérselo todos a Sánchez y Rivera. Pero que se lo agradezcamos no quiere decir que hayamos de votar a favor de sus cambalaches. Después del primer "no" del martes, día 2, llegará el segundo "no" del jueves, día 4 y, a partir de ahí, se abrirá un periodo de dos meses de verdadera política, en la que los partidos tendrán que buscar una opción ganadora y deberán hacerlo por su cuenta ya que, en ese periodo el Rey no pinta nada. En realidad no pinta nada nunca pero ahora pinta menos que nada. La tarea es del Parlamento, de su presidente, Patxi López, de los partidos políticos (que, es de esperar, se dejen la arrogancia, la chulería y la prepotencia en casa) y de la opinión pública en general.

Adelantándose a los acontecimientos, Palinuro aboga, como siempre, por un gobierno de coalición entre PSOE, Podemos (y sus confluencias) con el apoyo exterior (sería lo más adecuado, pero no es imprescindible) de C's. 

Es perfectamente posible y demostraría que la izquierda puede gobernar sin ponerse zancadillas ni hacerse pinzas. De hacerse así, ya solo quedaría que ese gobierno de izquierdas abordara la cuestión catalana con la sensibilidad democrática que se le supone y hasta la fecha, en el caso del PSOE en relación  con Cataluña, no se ha demostrado.

Hacerse visible es peligroso

Judith Butler (2015) Notes Toward a Performative Theory of Assembly Londres: Harvard University Press. (248 págs.)
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Un libro nuevo de Judith Butler se agradece siempre porque siempre trae juicios interesantes, puntos de vista originales, visiones personales que se integran en la tradición del mejor pensamiento crítico. De señalar es que no solo se integran en ella, sino que en buena medida, la cuestionan, la subvierten y, por tanto, la fortalecen. Porque ese es un privilegio del pensamiento avanzado, progresista, no conservador: que vive negándose. Butler se inserta en la línea del feminismo, pero no es feminista en un sentido habitual. Al contrario, expresamente lo niega porque cuestiona algunos de los postulados feministas clásicos. Y también se inserta en la tradición del pensamiento radical, revolucionario, aunque al mismo tiempo lo contraría por su casi total ausencia de dogmatismo y referencias conceptuales de escuelas, de esas que lo esquilman todo, como plagas de langostas.

Este libro es una recopilación de trabajos con un tema común: las nuevas formas de manifestación y movilización, las asambleas espontáneas y las ocupaciones de los espacios públicos en los casos de ls movimientos de los indignados, por ejemplo y sus consecuencias. Sigue habiendo en sus consideraciones puntos de vista de su feminismo postfeminista (por decirlo así), que se había desarrollado en algunas de sus obras anteriores, especialmente la esencial distinción entre "sexo" y "género" (en El género en disputa) y las consideraciones sobre el sentido actual de la condición humana y las situaciones de precariedad y vulnerabilidad de los espacios acotados por la biopolítica de los señores de la guerra actuales (en Marcos de guerra) . Ahora da un paso más: la vida de precariedad que llevamos no se debe a nuestra frágil condición sino a los fallos y desigualdades de las instituciones socioeconómicas y políticas, puesto que las cuestiones económicas vienen siempre acompañadas de otras éticas (p. 23).

En "Política de género y el derecho de aparecer" (o sea de ser visible y de manifestarme), se parte de la idea de que la precariedad es hoy una condición casi universal, pero adquiere un carácter más agudo en relación con el género porque, quienes no viven su género de forma socialmente aceptada, están sujetos a persecución. (p. 34). Obsérvese que ya no se trata de la sola visión femenina tradicional, sino que se apunta también a todos los fenómenos "trans", incluso, a los casos asexuados. En Marcos de guerra sostenía que, aunque ella no fuera a la guerra ni muriera en ella, el hecho de que los otros lo hagan viene a ser algo parecido porque algo de su vida se destruye cuando se destruyen las de los demás (p. 43). Este tema, al que podríamos llamar ética trascendental en un sentido inmediato, no kantiano, reaparece en los otros trabajos de este libro y su importancia para la orientación moral del pensamiento crítico contemporáneo es difícil de exagerar.  Crítica la división que hace Hannah Arendt entre la esfera privada y la pública y exige que estemos en situación de optar todos por la esfera pública, y hablando de los desposeídos recuerda de nuevo a Arendt en "The Decline of the Nation-State and the End of the Rights of Man", reclamando el derecho de los apátridas a tener derechos (pp. 48-49) El derecho a aparecer en el espacio público debe afectar también y sobre todo a los transexuales y, aquí, Butler rinde tributo al avance que mostró en su día el gobierno español de Rodríguez Zapatero en el reconocimiento de estos derechos (p. 54) y que contrasta agudamente, añadimos nosotros, con el siniestro secuestro del ámbito público organizado por la derecha franquista gobernante desde 2011, así como las actividades de apropiación cuasifascista de los espacios públicos por la policía a las órdenes de la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, por entonces delegada del gobierno, es decir, en lo esencial, la encargada de reprimir el ejercicio público las libertades. Hacer que la cuestión del género y su manifestación sea cosa de la policía es algo criminal en sí mismo en lo que el criminal es la propia policía. (p. 56) y, por supuesto, el derecho a la sexualidad como cada cual quiera es performativo (p. 57)

En "Cuerpos en alianza y la política de la calle", parte del supuesto, reelaborado a partir de la obra de Gilles Deleuze, de que cada uno de nosotros es una alianza, un conjunto, un "ensamblaje" y queremos acceso al espacio público como ámbito de manifestación que está muy disputado (p. 71). El estudio se refiere ahora no ya a los manifestantes en la vía pública sino a otro fenómeno que está conmoviendo los cimientos de nuestra satisfecha autoconciencia europea y occidental, esto es, los refugiados. La condición de estos pareciera ajustarse a la definición que Agamben destila de biopolítica de Foucault, es decir, los refugiados aparecen reducidos a la "nuda vida". Las ocupaciones de los espacios públicos por estos vienen a ser manifestaciones contra el capitalismo y el neoliberalismo, con ayuda de los medios, que ya no son informantes, sino parte de la noticia misma que reflejan (p. 91).  Es obvio y, aunque Butler no lo mencione en su obra, basta con pensar en los asesinatos de periodistas en muchas partes del mundo, de forma que la profesión de los medios es hoy una de riesgo dentro de un conflicto entre la democracia y la opresión, que toma nuevas formas. Y en donde los periodistas no son asesinados, son perseguidos, multados y apaleados, como en España por una policía empleada como la guardia pretoriana de la oligarquía reaccionaria gobernante.

En "Vida precaria y la ética de la cohabitación", Butler desarrolla de forma muy convincente la idea que señalábamos más arriba de nuestra preocupación de carácter trascendental. Partiendo de la afirmación de Hannah Arendt (a la que, por otro lado critica reiteradamente por su muy insatisfactoria distinción entre la esfera privada y la pública, reservando esta a los hombres) de que estamos condenados a cohabitar, o sea, convivir con quienes no hemos escogido, tira de Lévinas y su concepción del "otro", a partir de la cual se afirma mi obligación moral no solamente frente a quienes forman mi comunidad, sino también a quienes se encuentran fuera de ella. No hace falta señalar que la relación entre esta elaboración y la realidad cotidiana de Israel es fuente de contradicción latente y manifiesta. Para Lévinas nuestro deber de preservar la vida de los demás es dominante. De Arendt destila Butler la misma convicción, aunque en un sentido, por así decirlo, más público y cosmopolita en la medida en que, como dice la filósofa estadounidense, todo lo que pasa "allí", pasa "aquí" (p. 122).

En "Vulnerabilidad del cuerpo y la política de coaliciones", la autora supera los Marcos de guerra. Reconocemos la vulnerabilidad de los cuerpos que, ciertamente, ya no se limita a los de las mujeres sino a los de todas las personas. Queremos un espacio público libre de amenazas y reconocemos la cuestión de la vulnerabilidad, que caracterizó el primer feminismo. Ahora pretendemos establecer coaliciones como búsqueda de seguridad, para que no nos maten (p. 151)
 
En "'Nosotros el Pueblo'- Ideas sobre la libertad de reunión", Butler actúa más en los cánones de la teoría y la filosofía política clásicas con uno de los temas eternos: el alcance de la libertad de reunión. Butler lo deja claro desde el principio: esta libertad no depende de que sea protegida por los gobiernos, sino de que lo esté frente a ellos, que son la verdadera amenaza al derecho de reunión, asamblea y, en último término, la libertad de expresión. Volviendo a título de ejemplo a la política de represión de las libertades aplicada por la delegada del gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, la finalidad de las privatizaciones por un lado y los asaltos de todo tipo de la policía a la libertad de reunión es arrebatarnos el ámbito público. Un recuerdo a la forma en que la señora Cifuentes utilizaba a la policía como matones y agresores para hostigar a la gente en uso de su derecho de manifestación y para negar ese derecho, revela claramente el talante fascista de la derecha franquista y de la neoliberal que en esto vienen a ser lo mismo. El mercado y la prisión colaboran para reducir y eliminar el ámbito público (p. 174). Todo esto viene a propósito de uno de esos análisis y estudios más complicados. Somos "nosotros", somos el pueblo quienes tenemos derecho a ocupar el ámbito público porque es nuestro, el de la soberanía popular. ¿Queda alguna duda de que, quienes coartan la libertad popular en la vía pública son derechistas más furiosos que Orlando? ¿Quién es el pueblo? Tema tratado por Derrida, Bonnie Honig, Balibar, Laclau y Jacques Rancière: todos aceptan que cualquier designación del "pueblo" tiene un límite en términos de inclusión y exclusión (p. 164) que es una forma innecesariamente oscura, en mi opinión de referirse a lo que la teoría política define con ejemplar claridad: antes de que el pueblo decida, hay que decidir quién sea el pueblo. Sin duda, pero eso es mucho menos difícil de lo que pueda parecer a primera vista.  El conjunto de cuerpos en opinión de Butler, cuando se manifiesta y como se manifieste, es un acto performativo: la soberanía popular es un acto performativo. Y, por supuesto, siempre que la gente quiere ir al ámbito público corre el peligro de que la hostiguen y repriman (p. 185), como hizo sistemáticamente la señora Cifuentes en Madrid en manifestación de su patente franquismo. En todo caso es de recordar que el ámbito público es un derecho colectivo (no individual) y debe defenderse mediante la resistencia no violenta que también es performativa.
 
Termina el libro de Butler con una pregunta muy característica: ¿Puede un@ llevar un buena vida en medio de la mala vida? La respuesta es un decidido sí. Demasiado decidido para el gusto de este crítico. Recurre la autora de nuevo a Arendt en busca de apoyo y le parece haberlo encontrado cuando la autora alemana sostiene que, para Arendt, la supervivencia no puede ser un fin en sí mismo ya que la vida no es un bien intrínseco (p. 203). Tengo la idea de que esto es fácil de decir, pero contiene poco de verdad. Por eso, quizá inconscientemente Butler, relaciona esta idea con la amarga meditación de Primo Levi y su muy revelador suicidio. Supongo que es una buena forma de poner un punto y seguido, no un punto final, en espera de una reflexión posterior.
 
Una última observación respeto al estilo de Butler. Es sencillamente detestable. Hay párrafos enteros con tales anacolutos y destrozos de la sintaxis que se queda uno pensando si habrá entendido bien lo que a duras penas ha leído. Ignoro cómo habrán resuelto los traductores las otras obras de Butler porque solo la he leído en el original, como el libro en comentario. Pero tengo el firme propósito de que la versión española, que publicaremos en la colección de pensamiento político que dirijo en Tirant Lo Blanch, esté en un castellano legible. 

dijous, 25 de febrer del 2016

La pequeña gran coalición

Cumpliendo con su deber de minucioso analista, Palinuro se tragó ayer los 66 folios del acaramelado pacto entre el PSOE y C's. Con un sentimiento creciente de futilidad porque esas ristras de palabras vacías y expresiones convencionales, mil veces leídas en programas y folletos, no solamente no quieren decir nada sino que no sirven para nada. Pacto para un gobierno de cambio y progreso creo que lo llama Pedro Sánchez, que cada vez se parece más a Roberto Alcázar y Rivera se parece a Pedrín, los dos héroes de los cómics fachas de la postguerra. Como lo podía llamar Reprimudio porque no tiene la menor posibilidad de servir de base a gobierno alguno. Y como no sirve para nada y tiene exactamente hasta el próximo 6 de marzo de vida, los autores no se han esforzado mucho. Ni mucho ni poco: nada. Es sorprendente por desmesurada la reacción que ha provocado cuando es un texto tan plano y vacío como las cabezas de sus autores en donde lo más importante no es lo que se dice (que no se dice nada) sino lo que no se dice. Porque lo que queda claro tras leerlo es que adiós a la abolición de las reformas laborales; adiós a la abolición de la LOMCE; adiós a la de la Ley Mordaza. Es lo de siempre con estos seudoliberales y seudoprogresistas españoles: la derecha comete un abuso, una demasía, una canallada a lo bestia, de un solo golpe, y luego llegan los progres y le liman las uñas porque no se atreven a abolirla. Forma parte de la histórica desgracia de este pobre país.

Este pacto es una bobada hecha con palabrería de vendedor de parcelas urbanizables porque los autores saben que en primera y segunda votación de investidura, PP, Podemos, los catalanistas y el resto de fuerzas políticas (más de 200 escaños) votarán que "no" (y harán muy bien) y ahí se habrá acabado la corta vida del pacto. Por supuesto, en estos días se oirán muchas voces dispuestas a defender lo que haga su partido, aunque sea el hara-kiri. Muchos hablarán de la pinza PP-Podemos que votarán juntos. Y así será. Y pinza será. De hecho, Anguita, el inventor de la primera, estaba ayer resplandeciente detrás de Garzón, como padre putativo de la criatura. Solo que, esta vez, el voto conjunto en contra del PP y Podemos no es pinza sino respuesta adecuada al intento de estos dos meritorios de hacerse notar como sea, incluso a base de engañar a la gente.

En realidad la única finalidad de este intercambio de cromos es poner en marcha el reloj de las elecciones, hasta la fecha parado por la curiosa laguna legal encontrada en el procedimiento del art. 99 CE respecto a los plazos. Cuando Sánchez haya recibido el primer "no" el dos de marzo y el segundo "no" 48 horas después, el 6 de marzo comenzarán en serio las negociaciones, para las que los diputados tienen dos meses, antes de que, si tampoco hay nombramiento, el dos de mayo quedarán disueltas las Cortes y convocadas nuevas elecciones automáticamente, que se celebrarán en junio.

Es decir, ya estamos como los catalanes después de las elecciones del 27 de septiembre. Hablando de los catalanes debe observarse que en lo único en que este remedo de pacto es taxativo, rotundo y sin fisuras es en negar toda posibilidad de referéndum catalán. Casi parece un pacto anticatalán. Y algo de eso tiene porque es resultado de dos fervorosos nacionalistas españoles: Rivera, hijo espiritual de José Antonio Primo de Rivera, y Sánchez, hijo espiritual de Alfredo Pérez Rubalcaba.

En esos dos meses puede pasar de todo. Entre otras cosas, que el Parlamento recupere algo de su perdida dignidad y tome sobre sí la tarea de buscar un candidato que reúna los apoyos necesarios y que esa tarea recaiga sobre el presidente de la Cámara, López, que tendrá que trabajarse el sueldo. El PP puede seguir proponiendo a Rajoy o a lo mejor prefiere cambiar, pudiendo elegir no solo entre sus diputados sino entre personas que no lo sean. Y lo mismo los demás, incluido el PSOE. Pudiera ser que este deseo de ser útil a la mecánica de la investidura, acabe costándole el cargo a Sánchez si sus propios compañeros lo consideran caballo perdedor, como lo es el Sobresueldos.

Incluso podría encontrarse un candidato de consenso para un gobierno de izquierda con PSOE, Podemos, IU, Compromís, como Palinuro lleva meses proponiendo. En todo caso, abriría un periodo nuevo en que el debate podría salir a la calle y no quedar reducido a los cenáculos en donde los políticos profesionales hacen sus chanchullos.

Ese gobierno de izquierda requeriría un replanteamiento realista de la cuestión catalana. Es absurdo que el PSOE se cierre en una posición autoritaria de carácter reaccionario (PP) o neofalangista (C's), en lugar de abrirse a nuevas formas de enfocar el sempiterno problema de España. Porque no debe caber duda a nadie: el problema de España es Cataluña y Cataluña es quien viene condicionando la política española de los últimos tiempos como, en realidad, es la que explica en buena parte ese pacto efímero entre PSOE y C's. En ese nuevo enfoque habrían de estar los independentistas catalanes. Para Palinuro, lo razonable sería convocar ese referéndum que países democráticos y civilizados como el Canadá y Gran Bretaña han convocado, en lugar de oponerse a él por pura imposición autoritaria con claras reminiscencias fascistas.

También se abre la posibilidad de una gobierno de gran coalición, sobre todo si no es presidido por Rajoy. Posibilidades aritméticas hay más que del gobierno de izquierdas, aunque ideológicas debieran ser menos. No hay que ponerse nerviosos. Las grandes coaliciones no son infrecuentes en Centroeuropa. Ahora mismo hay una en Alemania y no parece que sean desastrosas. En el caso de España, sin embargo, resultan más problemáticas porque la derecha española no es democrática como si lo son las derechas europeas, incluida, por supuesto, la alemana. La razón es muy simple: las derechas europeas se ganaron los laureles democráticos luchando contra el fascismo en los campos de batalla. La derecha española es la heredera del fascismo triunfante y sigue siendo franquista. Solo por eso es de higiene democrática no pactar con esa derecha nacionalcatólica, cavernícola, autoritaria, antipopular y corrupta.

Dos meses dan para mucho y las combinaciones posibles son muy diversas. A lo mejor en dos meses las izquierdas españolas superan su incompetencia y consiguen gestionar la victoria que obtuvieron el 20 de diciembre y alumbran un gobierno que sea de verdad de cambio y progreso y no ese placebo que firmaron ayer los dos políticos del quiero y no puedo.


dimecres, 24 de febrer del 2016

El reinado del hampa

Este país esta gobernado por una banda de ladrones. Por una asociación de presuntos malhechores llamada PP. Una organización dedicada al saqueo de los dineros públicos en la que los jefes, empezando por el actual presidente en funciones y sus jerifaltes más conocidos, cobraban sobresueldos de procedencia dudosa o claramente ilegal. Un partido "incompatible con la corrupción", según Aznar, a la boda de cuya hija acudió media hampa española. Un partido corrompido de arriba abajo y al que la gente se afilia para enriquecerse, para robar, para pillar. Un partido que se ha financiado ilegalmente con dinero de mordidas y comisiones (que se sepa). Sus triunfos electorales están trucados y son nulos igualmente por tramposos. Han robado todos los dineros públicos que han podido. Han privatizado las empresas que no podían robar para regalárselas a los amigos o a ellos mismos. Se han apropiado indebidamente de todos los fondos presupuestarios imaginables. Han cobrado comisiones por todo. Han estafado, expoliado y extorsionado a la gente. Han falsificado adjudicaciones y contratas. Han saqueado fundaciones y organizaciones benéficas. Han amañado concursos, trucado oposiciones. Han aplicado sobrecostes en las obras, inflado presupuestos y hecho negocios lucrativos con acontecimientos concretos, como la visita del Papa en 2006 o los homenajes a las víctimas del terrorismo.  Se han enriquecido con obras públicas monumentales e innecesarias. Han enchufado a amigos, deudos y parientes en todos los niveles y órdenes de la Administración pública. Han sido incompetentes, malversadores, despilfarradores y manirrotos. Se han apropiado de todas las subvenciones aun sin tener derecho a ellas. Han robado colegios, hospitales.  Han falsificado todas las estadísticas del Reino. Han comprado periodistas, comentaristas y sicarios de los propios medios para emplearlos como aparato de agitprop y linchadores sin escrúpulos de los legisladores honrados y los políticos cumplidores. Han mentido en el Parlamento y fuera del Parlamento, gobernado por decretos arbitrarios e interferido la acción de la justicia. Han robado la hucha de la seguridad social. Han insultado y despreciado a la gente y se han reído de la Memoria histórica. Han censurado y reprimido el pueblo llano y le han robado sus recursos. Han esclavizado a los trabajadores al aplicar una reforma inicua y han dejado desamparados a los desfavorecidos. Amnistían a los evasores y corruptos y encarcelan a la gente necesitada. Todo ello presuntamente, claro.

Son ustedes pura escoria.

El gobierno de izquierdas es posible si...

... los dos principales interlocutores, PSOE y Podemos, juegan limpio el uno con el otro en lugar de hacerse trampas e ir de farol.

Un pacto de gobierno de toda la izquierda deberá asentarse sobre dos palabras: respeto y lealtad.

Nos explicamos de inmediato, pero, antes algunas consideraciones para ponernos en situación:

El cacareado "pacto" de PSOE y C's no es nada. Reducir la cantidad de figurones del Consejo General del Poder Judicial; revisar (o sea, nada) los aforamientos; reducir a dos los mandatos presidenciales (otra bobada innecesaria); "blindar" los derechos sociales mediante reforma del art. 135 (cosa que no pueden hacer por falta de votos). Una futesa anunciada a bombo y platillo para impresionar a otros posibles interlocutores a ver si se avienen a razones. C's necesita demostrar al PP que tiene autonomía. Sánchez, demostrar al PSOE que puede conseguir un gobierno antes de la noche de los cuchillos largos que están preparándole los shogunes de baratillo, y demostrar asimismo a Podemos que puede ir adelante sin ellos pues, para impedirlo, tendrán que votar con el PP y reeditar la pinza anguitiana.

Muy interesante, pero inútil porque lo que verdaderamente urge, es imperativo e inexcusable, es echar al PP con el Sobresueldos a la cabeza. Y para eso tiene que haber un gobierno con apoyo suficiente y margen de acción. O bien ir directamente a unas nuevas elecciones.

Para lo primero, los dos partidos, PSOE y Podemos, deben renunciar a las condiciones y requisitos intangibles y pactar un gobierno presidido por los dos rasgos antes enunciados: respeto y lealtad.

Respeto: no es imprescindible que Podemos renuncie al referéndum catalán ni que el PSOE tenga que admitirlo. Carece de sentido que Podemos se empeñe en imponer una condición que, en caso de que se la aceptaran, tampoco se cumpliría porque no tiene los apoyos necesarios. Y carece de sentido que el PSOE obligue a los morados a renunciar expresamente a lo que no pueden imponer. Por eso, lo sensato es aplazar de momento la cuestión. Construir sobre lo que pueden acordar y dejar en suspenso el terreno de la discrepancia, respetando cada uno el derecho del otro a seguir defendiendo lo que cada uno cree: PSOE que no debe haber referéndum y Podemos que debe haberlo. En todo caso, reconocer que España tiene, como es frecuente, un problema de organización territorial y que ambos partidos deberán trabajar por resolverlo, manteniendo su legítimo derecho a defender sus posiciones sobre el referéndum que, de todas formas, guste o no al PSOE, acabará imponiendo la UE. Respeto.

Lealtad: Podemos debería abandonar ya de una vez esa prepotencia, esa soberbia y chulería tan impropias como desagradables y comprender que, pues es el socio menor de una coalición, su función no es imponer nada, sino negociarlo todo con el mayor interés en defender su posición pero, sobre todo, el resultado final. Y aquí es básico que el PSOE y la opinión pública en general confíen en la lealtad de Podemos, cosa que hasta ahora no está muy clara, dada la presumible tendencia leninista de los morados a instrumentalizar el gobierno democrático para alzar luego bandería supuestamente revolucionaria. Lealtad al acuerdo y por ambas partes. Esa es la mejor forma de estabilidad. Lealtad.

Para que la lealtad sea evidente desde el primer momento, ambos partidos deben dejar de insultarse, sobre todo Podemos, que es el que más lo hace. Empiezo a pensar que, además de inexperiencia y cierta mala idea, Iglesias padece una incontinencia verbal bastante cursi y no especialmente brillante que da mucho que pensar respecto a sus verdaderas intenciones.

Quizá sean estas impedir los pactos a toda costa y provocar elecciones en la esperanza de salir bien parado de ellas. También es legítimo, pero, en el fondo, será asimismo el reconocimiento de un fracaso: que la izquierda es tan estúpida que no sabe gestionar una victoria.

dimarts, 23 de febrer del 2016

La garrapata

Parece mentira, ¿no? Le parten la cara en cuanto pone un pie en la calle, lo declaran persona non grata en su propia ciudad, la mitad de los militantes no lo quiere de presidente, dos tercios de los votantes, tampoco; su popularidad sigue siendo la más baja de toda la historia de la democracia, pero el presidente de los sobresueldos reúne al Comité Ejecutivo de ese partido que los jueces consideran una presunta banda de delincuentes para anunciarle, muy ufano, que, si hay elecciones nuevas, él quiere ser el candidato. Y nadie rechista.

Es alucinante y, al mismo tiempo, una clara muestra de qué tipo de indeseables está a cargo del cortijo que ellos llaman "gran nación". Qué especie de burla, qué episodio chusco de la Commedia dell'arte en que Pantalone Soprasoldi no se larga ni a palos y tendrá que venir il dottore con una jeringa hipodérmica a ponérsela en salva sea la parte, a ver si se va ya de una vez.

No solo no se va, agarrado como está al sillón, sino que urge a los suyos a que "no se pongan histéricos con el asunto de la corrupción". Justo el día en que la policía detiene a Alfonso Grau, la mano derecha de Rita Barberá, implicado en todas las tramas de corrupción imaginables, mientras aquella sigue oculta y sin hacer acto de presencia en el Senado del que, sin embargo, cobra buenos euros públicos.

De verdad que es alucinante. O tenemos pronto un gobierno normal o esta manga de ladrones y sinvergüenzas no va a dejar ni los grifos al tiempo que sigue diciendo auténticas burradas del estilo de las que suelta Fernández Díaz, ese fanático que hace un extraño vudú con unas estatuas de palo a las que condecora pero se permite comentarios insultantes y quizá amenazadores hacia los jueces.

Esto no es un país europeo. Esto es una coña.

La intemperancia se paga

Me consta que a los de Podemos les irrita que les acusen de ser unos bisoños que andan vendiendo pieles de osos antes de matarlos. Sin embargo, es obvio. En realidad, desde que se propusieron asaltar los cielos no han hecho otra cosa. Después de las elecciones del 20D se atribuyeron 69 diputados cuando tenían 42 y cinco millones de votos cuando tenían tres. Con el comienzo de las negociaciones para formar gobierno, la petulancia de los jefes llegó al paroxismo: Iglesias se permitió decir a Pedro Sánchez con quién tenía que hablar y con quién no, a quién debía nombrar vicepresidente del gobierno (a él mismo, por supuesto), que carteras ministeriales debería darle, qué otras crear y cuándo debería pedirle una entrevista. Parecía borracho de un poder imaginario.

Ni una. Sánchez habla con C's y Podemos tiene que aguantarse (igual que C's tiene que tolerar las conversaciones entre el PSOE y Podemos), como tiene que aguantar que Sánchez no pida entrevista alguna ni tome en consideración las exigencias del partido morado. Es más, otro día de conversaciones e Iglesias se olvida del referéndum. El gobierno bien vale un no-referéndum. Y ya veremos cómo hace tragar la renuncia a En Comú Podem o este vota en contra de Podemos. 

Es el problema de llegar el último con ínfulas de matador. No basta con convencer a unos seguidores acríticos y bastante fanatizados con que uno puede cambiar el mundo porque está uno animado de una fe portentosa en sí mismo y sus cualidades taumatúrgicas. Hay que saber el terreno que se pisa, como recordó Hernando hace unos días a los morados.

Los que aspiraban a ocupar la "centralidad política" se sientan ahora en un pasillo y la centralidad la ocupa el PSOE, cuya libertad de movimientos no pueden los otros coartar. Los que venían a ocupar el gobierno pueden encontrarse teniendo que votar en contra de uno del PSOE y C's en común con el PP, actividad que, como ejercicio de nueva política deja algo que desear.

Todos consideran que hay dos opciones rechazables: a) elecciones nuevas; b) permitir que Rajoy gobierne de nuevo. Quien aparezca a los ojos de la opinión pública como responsable de Rajoy vuelva a gobernar seguirá el camino de este a la absoluta derrota electoral

Salta a la vista

Paseas tranquilamente un luminoso domingo de invierno por la mañana en Madrid y entras a ver una exposición de fotos de Paz Errázuriz en la Fundación Mapfre, sala Bárbara de Braganza. Sabes algo de lo que te vas a encontrar. Estás prevenid@. O eso crees. ¿Errázuriz? Sí, hombre, una fotógrafa chilena bastante fuerte. Es muy reconocida. Tiene series. Publica libros y hace un año o así le dieron un premio Photoespaña. Es una tipa con valor. No respeta convenciones. Sus fotos son duras de ver.  Hacen daño.

Y tanto. La Fundación ha reunido 170 fotografías de algunas de sus series más conocidas, "Protestas", "Personas", "Vejez", "El infarto del alma", "La manzana de Adán", "Nómadas del mar". Puro blanco y negro. Primeros planos y planos americanos. Pura gente. Pura miseria, injusticia, delirio, decadencia, orgullo y miseria. Pura vida en uno de los países más castigados del planeta por el desorden político y social de las clases dominantes, con mayores índices de desgracia humana. Justo el país que Paz Errázuriz lleva más de cincuenta años fotografiando. Casi por casualidad porque ella, hija de familia acomodada, que le sufragó la educación en Cambridge, se encontró de pronto con la dictadura de Pinochet y una cámara en la mano que apenas sabía manejar porque es fotógrafa autodidacta.

Con su cámara en ristre Errázuriz ha mostrado al mundo el rostro más inhumano, más bestial y descarnado de la injusticia humana. Sin palabras, sin retoques, con la presencia muda de unos seres nacidos para la miseria, que luchan por sobrevivir y fracasan, marginados, prostituidos, vendidos, hundidos, encerrados en asilos de ancianos y psiquiátricos. Hasta la tumba misma los sigue y allí, al fotografiar las fotografías que los familiares depositan como recuerdo sobre las tumbas viene a resultar que quizá sea el único momento en que los muertos compusieron buena imagen. El resto, existencias destrozadas, pero no por desgracias o calamidades naturales, sino por la brutalidad de las relaciones humanas.

Hay algo goyesco en la obra de esta mujer, algo cuya fría y minuciosa crueldad te obliga a desviar la mirada. Y hay mucha mirada que desviar porque el relato abarca desde la infancia truncada de los niños entre la basura hasta el reposo en el cementerio. Cuando los niños crecen, a veces sobreviven empleándose para el espectáculo de la lucha libre, disfrazándose, matándose a mamporros, como prostitutas y prostitutos de berdeles baratos, borrachos en los barrios marginales. Errázuriz mete la cámara en los asilos de ancianos, los psiquiátricos miserables, fotografía a los viejos desnudos, a los que la indiferencia de vidas rotas ha arrebatado cualquier resto de pudor, como a las putas de la cochambre.

Junto a ello, el compromiso político, el testimonio de la represión de la dictadura y la lucha de las mujeres. Lo dicen las leyendas de la exposición : ya hacía falta valor para echarse a la calle a fotografiar la resistencia y la oposición en tiempos de Pinochet y más siendo mujer. Desde luego.

Cuenta Errázuriz que algunas series le han costado años. Singularmente la de "Nómadas del mar", hecha entre 1994 y 1996. En ella consiguió retratar con grandes trabajos y mucha paciencia a los últimos representantes de una etnia perdida en el sur más alejado de la Tierra de Fuego, los Kawésqar, llamados "pueblo de canoas" por los antropólogos, gente marina a quienes sus enemigos llamaban "comedores de mariscos", que jamás cultivaron la tierra, no se dejaban fotografiar y hablaban una lengua propia que ya habrá desaparecido porque la etnia estaba en extinción hace veinte años. Gente libre, orgullosa; gente hermosa como atestigua esa fotografía de una indígena, Ester Edén Wellington. Esa es la parábola: el ser humano libre, erguido, orgulloso, no quebrado ni hundido en la inmundicia y la miseria producida por las relaciones sociales, está en extinción.

dilluns, 22 de febrer del 2016

No quieren unidad. Quieren elecciones

Estos se reían de los catalanes porque, a los tres meses de las elecciones, no habían conseguido formar gobierno y solo en el último momento consiguieron pactar y evitar unas elecciones que ninguna de las formaciones independentistas quería. Ahora están ellos en la misma situación. Las izquierdas no consiguen ponerse de acuerdo para la formación de un gobierno de progreso.

Todos los que llevamos meses pidiendo la unidad de la izquierda y, especialmente la coalición de PSOE y Podemos, habíamos advertido de buena fe contra los elementos que dificultarían este proyecto de unidad. Habíamos advertido frente al narcisismo de los líderes, su falta de consistencia, su actitud insolidaria y revanchista, su incapacidad para negociar, su precipitación, su demagogia. Pero no habíamos tomado en cuenta su indecisión, su ambivalencia, su incapacidad para mantener una línea de acción, su afición a la ambigüedad.

Porque ¿qué es exactamente lo que impide que las izquierdas se entiendan? Parece bastante claro: que, al menos por parte del PSOE y de Podemos no hay voluntad de entendimiento. Ambos ponen dificultades y obstáculos para impedir el acuerdo pero sin decirlo claramente. De un lado, el PSOE juega con la posibilidad de la cuadratura del círculo, sosteniendo que puede haber algún tipo de coalición que lo incluya a él, a C's y al resto de la izquierda, cosa que este resto no da por posible. A su vez, Podemos insiste en mantener sus exigencias, sabiendo que el PSOE no las considera asumibles.  Y los dos se dispensan un trato mutuo bastante inaceptable.

En el fondo, los dos partidos, PSOE y Podemos, que andan buscándose las cosquillas recíprocamente, no están interesados en que se llegue a un acuerdo de gobierno del tipo que sea. Al contrario, están más interesados en la convocatoria de nuevas elecciones, pero sin que parezca que las han provocado ellos porque temen, con cierta razón, que el electorado castigará al partido que se vea como responsable. En realidad, los dos partidos están enfrentados en una pugna interna por la hegemonía de la izquierda, cosa que, es de esperar, podía dilucidarse en otras nuevas elecciones. Por eso es bastante probable que las haya, sobre todo habida cuenta de que el PP parece dispuesto a suicidarse presentando como candidato al hombre más desprestigiado del Reino, el Sobresueldos.

El PSOE se presentará como partido responsable, con sentido de Estado, centrado, que es capaz de forjar acuerdos con el centro derecha y de tender la mano a la izquierda. Así pretende  utilizar la famosa centralidad política que Podemos quiso arrebatarle sin conseguirlo. A su vez esta formación calcula llegar a las elecciones sosteniendo que estas han sido inevitables porque el PSOE tiene más puntos en común con la derecha que con la izquierda.

Como suele suceder siempre que hay una posibilidad de entendimiento entre PSOE y Podemos, se oye la voz de Anguita (el referente intelectual de Podemos según confesión del propio Iglesias) con ánimo de aniquilarla. El único PSOE bueno para Anguita es el PSOE muerto y a esta tarea de aniquilar a la fementida socialdemocracia española ha dedicado el veterano líder comunista su muy poco fructífera existencia. Ahora dice con toda claridad que Pablo Iglesias ha conseguido lo que yo quería: crecer a costa del PSOE y, con ello, obviamente, aspira a ahondar el abismo entre el PSOE y Podemos, de forma que no haya unidad de la izquierda. En eso, Podemos lo seguirá como un monaguillo pues está dispuesto a sacrificar sus urgencias por remediar la calamitosa situación de España a cambio de conseguir lo que siempre ha pretendido: destruir al PSOE para ponerse en su lugar.

Es muy probable que, no siendo catalanes los españoles, y no teniendo capacidad, temple y experiencia suficientes para ello, no pueda constituirse gobierno de la izquierda y sea preciso ir a nuevas elecciones. Entre tanto, a la gente, que le vayan dando.

Volveremos a hablar de ello llegado el caso.

El arte contra el tiempo

En su sala del madrileño Paseo de Recoletos, la fundación Mapfre ofrece una exposición de pintura italiana entre los dos siglos XIX y XX con ese título, que es el de un proceso o cambio, Del divisionismo al futurismo, de muchísimo interés. Los comisarios, Beatrice Avanzi y Fernando Mazzocca, han pretendido documentar esta transición con 80 cuadros muy oportunamente escogidos. El neoimpresionismo francés desembocaría en el puntillismo de Seurat que supone un tratamiento pictórico de la luz de acuerdo con las últimas teorías acerca de esta y en el estilo que el propio Seurat llamaría cromoluminarismo que, en último término, consistiría a atrapar la mayor cantidad posible de luz en un cuadro y tratarla según criterios armónicos deducidos de aquellas teorías.

Muy influidos por la pintura francesa de la época, un grupo de audaces pintores italianos (entre ellos Emilio Longoni, Angelo Morbelli, Gaetano Previati o Giovanni Segantini) del norte del país, recogió el envite y, aprovechando los estudios sobre luz y colores del milanés Vittore Grubicy de Dragon, inició la vanguardia llamada Divisionismo. La primera exposición de la tendencia se celebró en la Academia de Bellas Artes de Milán en 1891 y la exposición ofrece abundante muestra de estos primeros pasos del divisionismo que, como buen hijo del impresionismo, predicaba la necesidad de pintar al aire libre, captar luces, matices y colores, cosa que logran estos pintores con sorprendente, absoluta maestría, aplicada a una insólita variedad de temas, no solo paisajes o retratos, sino también temática filosófica y trascendental. Es injusto que Severini o Previati sean menos conocidos que Signac o Seurat y solo explicable por el hecho de la mayor potencia publicitaria de Francia en relación con Italia.

El puntillismo italiano tampoco tiene nada que envidiar al de los maestros franceses. Hay un cuadro del también compositor Luigi Russolo, (periferia-trabajo) que lo muestra claramente y, de paso, apunta a otra característica de esta vanguardia italiana, su rotundo compromiso social. Son los años posteriores a la unificación del país y los del comienzo de la revolución industrial y el norte es precisamente en donde se dan las luchas de clases más agudas y características. Algunos divisionistas, como Giuseppe Pellizza da Volpedo (cuyo cuadro Novecento se hizo famoso por la película de Bertolucci) dedicaron especial atención a estos temas sociales, pero no solo él. El visitante encontrará en la exposición el célebre cuadro-denuncia del hambre de Emilio Longoni, reflexiones de un hombriento, de 1894, ciertamente impresionante.

Además del neoimpresionismo, la exposición documenta igualmente el impacto del simbolismo, con alguna obra muy significativa de Previati. Y, por supuesto, todo ello acabaría desembocando en la más típica vanguardia italiana del futurismo, inspirado por Filippo Tommaso Marinetti, cuyo manifiesto, publicado primeramente en italiano y luego en francés en Le Figaro, en 1909 figura en la exposición en el texto original y, parcialmente, un curioso montaje lateral. Al futurismo se adhirieron muchos divisionistas y gentes provenientes del cubismo, Umberto Boccioni, Carlo Carrà, Giacomo Balla, Gino Severini, Luigi Russolo, etc, un movimiento que tuvo resonancia en otro lugares, como España, Inglaterra y sobre todo Rusia, en donde llegó a desarrollar su propia tendencia. 

La estética plástica futurista es fascinante por lo extraordinariamente experimental. Es un estilo ambicioso que quiere captar el espíritu (construido) de una época de maquinismo, velocidad, progreso, innovación, sonido en una especie de obsesión por la sinestesia que hace que cada cuadro venga siendo siempre algo más que él mismo como cuadro y que su contemplación suela ser materia de reflexión y trabajo. Influido por el cubismo, el futurismo rompe moldes continuamente y exige siempre mirada clara, limpia y libre de lo que los vanguardistas españoles de la época, imbuidos de futurismo, Dalí y García Lorca, llamaban el espíritu de los "putrefactos"

La estética discursiva, sin embargo, resulta mucho menos interesante, por no decir  claramente repulsiva. La ideología del vivere pericolosamente, con sus ecos nietzscheanos, así como la admiración por el maquinismo, la reticencia hacia el pasado y el culto a la juventud, la audacia y la innovación y la permanente referencia a lo venidero, resultan muy sugestivas. La celebérrima comparación de Marinetti entre un  coche de carreras a toda velocidad y la Victoria de Samotracia, tiene chispa y, aunque uno no acaba nunca de darle la razón porque el espíritu clásico pesa mucho, no hay inconveniente en reconocerle la frescura de lo irreverente.

Pero hay en el futurismo igualmente un regusto supremacista, elitista, autoritario, antidemocrático y, sobre todo, misógino ("el desprecio a la mujer") que lo hacen particularmente desagradable y, por la lógica de las relaciones de significado, próximo al fascismo. De hecho, el futurismo italiano acabaría siendo fascista como el ruso sería comunista. Casi se ve como inevitable, en el contexto de aquellos años, que Marinetti fuera fascista y que lo fueran otros futuristas, no todos. 

Esta cuestión de la dimensión política del arte y el pensamiento filosófico es de las más escabrosas que puedan darse. El arte, la filosofía, la poesía, en cuanto productos sublimes del espíritu, no tienen por qué tener vinculaciones políticas. Pero el hecho es que las tienen. La cuestión es saber si es posible separar el juicio estético del político. En qué medida, afecta su militancia fascista a la poesía de Gabriele D'Annunzio, o la suya a Ezra Pound. O la militancia comunista a la poesía de Pablo Neruda o Rafael Alberti. No deja de ser algo desconcertante que uno de los más importantes filósofos europeos del siglo XX, si no el más importante, Martin Heidegger, fuera nazi.

En fin, en algún momento el tiempo, ese guasón rabelesiano, acabaría encajando el futurismo entre los recuerdos del pasado. Los propios futuristas intuían esta paradoja. Por eso, a partir de cierto momento, Giacomo Balla empezó a hablar del "arte pasadista" o arte del pasado y se firmaba "Futur Balla", tratando de mantenerse por encima de la guadaña del tiempo.