En los años 90 del siglo pasado, en opinión de Palinuro, se dio una alianza estratégica implícita entre el PP e IU, entre Aznar y Julio Anguita, para ir en contra del PSOE. Aquella "pinza", como entonces se la llamó, estaba apadrinada por Pedro J. Ramírez, desde El mundo y se apoyaba en una recua de periodistas y publicistas de derechas (de derechas de toda la vida y de derechas de esos rebotados del PSOE, conversos a la "luz de Trento") a los que se llamó "el sindicato del crimen". Varios de ellos siguen en activo y muy bien pagados más o menos bajo cuerda por la derecha franquista y algunos poderes fácticos, como empresas y bancos. Que la pinza entre Aznar y Anguitra fue una realidad lo documentó en su día la periodista Ester Esteban en un libro sobre Pedro J. y lo reconocía recientemente en un vídeo Cristina Almeida, por entonces miembro de IU y buena conocedora de los hechos. Y, gracias a esa pinza, llegó la derecha de Aznar al gobierno.
¿Está reproduciéndose el esquema hoy día entre el PP y Podemos? No sería muy de extrañar dado que estos de Podemos son en gran medida veteranos de IU y muchos, entre ellos sus jefes, consideran que Julio Anguita es su referente intelectual (sic). En todo caso, los dirigentes del PSOE ya hablan claramente de pinza y, ayer mismo, Antonio Hernando, portavoz del grupo parlamentario socialista, en tonos ciceronianos, sostenía que Pablo Iglesias es "la última esperanza de Mariano Rajoy". Un trémolo parecido al contundente juicio de Felipe González hace ya veinticinco años dirigido a Anguita: "usted" -decía González- es la izquierda que quiere la derecha". La respuesta, probablemente, habrá de ser: sí, Podemos votará contra el pacto entre PSOE y C's en primera y segunda vuelta, igual que lo hará el PP.
Pero, si se mira el asunto con más detalle no está nada claro. Es más, está bastante oscuro. Llama la atención que las recriminaciones por votar con el PP vayan contra Podemos, pero nadie subraye que también habría de estar mal que el PP vote con Podemos. Eso es normal. La otra votación es condenable y esta no, se ignora por qué.
Igual que C's pide hablar con el PP en la ilusa pretensión de que cambie de opinión respecto a la investidura de Sánchez, el PSOE subraya una y otra vez que Podemos votará con el PP en contra de un gobierno del PSOE. Pero ¿qué ha hecho él para impedirlo? Nada, absolutamente nada. El PSOE negociaba con Podemos (y sus cuates) al tiempo que lo hacía por otro lado con C's. Después, al llegar a un acuerdo con Rivera, empezó a pedir su apoyo a los de Podemos sin haber consultado nada con ellos, ni antes ni después. Es decir, Podemos debería votar a favor de un pacto en el que no ha tenido arte ni parte solo porque, en opinión de su fautor, Pedro Sánchez, reúne todos los requisitos para ser votado por la izquierda, luego de haberlo vista aprobado por esa derecha postmoderna de Rivera.
En realidad, Sánchez está recurriendo a la misma prepotencia, arrogancia y falta de sensibilidad con Podemos que estos en su día con Sánchez. Lo lógico es que tenga la condigna respuesta: Podemos votará en contra de Sánchez en primera y segunda vuelta. Y hará bien y esto no será pinza alguna, sino la respuesta que merece la ridícula pretensión del PSOE de que Podemos haga sin rechistar lo que él quiere. Esta votación en contra se la ha ganado Sánchez por el fondo y por la forma de su gestión.
Y, en definitiva, el asunto tampoco es tan malo. Como sañalaba Palinuro ayer, el pacto PSOE y C's en sí mismo carece de interés. Aunque hubieran pactado sobre un cuaderno en blanco, el acuerdo cumpliría la función para la que se ha establecido: poner en marcha los plazos legales para llegar a la investidura de un presidente del gobierno o ir a unas nuevas elecciones en junio. De no haberse producido este hecho, el país seguiría pendiente de la marrullería del Sobresueldos, de ahora me presento, ahora no, ahora tengo apoyos, ahora no los tengo y hay que esperar.
Esa amenaza se acabó y que se acabara debemos agradecérselo todos a Sánchez y Rivera. Pero que se lo agradezcamos no quiere decir que hayamos de votar a favor de sus cambalaches. Después del primer "no" del martes, día 2, llegará el segundo "no" del jueves, día 4 y, a partir de ahí, se abrirá un periodo de dos meses de verdadera política, en la que los partidos tendrán que buscar una opción ganadora y deberán hacerlo por su cuenta ya que, en ese periodo el Rey no pinta nada. En realidad no pinta nada nunca pero ahora pinta menos que nada. La tarea es del Parlamento, de su presidente, Patxi López, de los partidos políticos (que, es de esperar, se dejen la arrogancia, la chulería y la prepotencia en casa) y de la opinión pública en general.
Adelantándose a los acontecimientos, Palinuro aboga, como siempre, por un gobierno de coalición entre PSOE, Podemos (y sus confluencias) con el apoyo exterior (sería lo más adecuado, pero no es imprescindible) de C's.
Es perfectamente posible y demostraría que la izquierda puede gobernar sin ponerse zancadillas ni hacerse pinzas. De hacerse así, ya solo quedaría que ese gobierno de izquierdas abordara la cuestión catalana con la sensibilidad democrática que se le supone y hasta la fecha, en el caso del PSOE en relación con Cataluña, no se ha demostrado.