El programa de mano está repartido y los intérpretes tienen sus partes bien aprendidas, así como el público. Si nada se tuerce, el próximo martes, 2 de marzo, habrá una primera votación sobre la investidura de Pedro Sánchez con resultado negativo. Desde ese momento a la segunda votación, el jueves, 4 del mismo mes, trnscurrirán 48 horas de frenéticas negociaciones: llamadas de teléfonos, whatsaps, mails, todo echando humo para conseguir la abstención de alguno de los otros dos grupos de peso en la cámara, el del PP (122 escaños) y el de Podemos (65 escaños). Solo con una de esas abstenciones y la correspondiente de ERC-DiL (17 escaños), Sánchez podría salir investido presidente de un gobierno minoritario con 130 escaños de apoyo. El argumento que más se utilizará para intentar convencer a Podemos será el de la pinza con PP, al que Palinuro ha dedicado un par de posts sosteniendo que no tiene validez. Es legítimo que Podemos vote "no" porque, a diferencia de las intenciones del PP, la suya no es solo impedir que el PSOE gobierne con el apoyo de C's, sino forzarlo a una negociación mejor planteada y más pausada para una coalición de las izquierdas en condiciones de consenso y mutuo acuerdo, sin imposiciones ni trágalas.
El argumento de que, si no gobierna Sánchez, gobernará Rajoy es falso y trae efluvios de esa misma disyuntiva, a la que es muy aficionado el Sobresueldos, cuando dice que se debe escoger entre él y el caos. En este caso viene a ser algo parecido: o Sánchez o Rajoy y recuérdese que hay razones suficientes para sospechar que la gestión de este es peor que el caos. No es cierto que, si no gobierna Sánchez, gobernará el de los sobresueldos. Rajoy está amortizado y solo para asuntos de trámite.
Pasado el tiovivo de las dos votaciones y recuperado el tempo de estas actividades, sin atosigamientos, comenzará una interesante etapa de política parlamentaria a la que los españoles están poco acostumbrados. Lo primero -lo señalamos en su momento- es adquirir conciencia de que, siendo una situación nueva, insólita, la de un Parlamento sin gobierno, hay que adoptar actitudes nuevas y no regirse por criterios pensados para otras situaciones. No hay gobierno, pero sí hay Parlamento constituido con arreglo a derecho y en pleno uso de sus competencias. Debe, pues, ejercerlas y no abrir un compás de espera hasta ver si hay gobierno o elecciones y cuál sea el resultado de estas que, según se dice (aunque lo dudo) será similar al actual. Ejercerlas quiere decir empezar a legislar ya.
Sería oportuno que, al margen de las negociaciones para la formación del gobierno, los grupos de izquierdas comenzaran a presentar sus iniciativas. Una moción de derogación inmediata de la Ley Mordaza, derogación igualmente inmediata de la LOMCE o Ley Wert, las dos normas más representativas de la involución antidemocrática de los cuatro años de la derecha. Denuncia de los Acuerdos de 1979 con la Santa Sede, supresión de los aforamientos, prohibición de amnistías físcales, abolición de las tasas judiciales, etc.
España es un sistema parlamentario. El Parlamento es el órgano supremo de poder del Estado y, en puridad de los términos, el gobierno no es otra cosa que una comisión suya. Él es quien, en teoría, debe tomar las decisiones. Pero la deformación presidencialista contemporánea en todos los países ha consolidado la falsa creencia de que el órgano más importante es el gobierno. Y no es así. Es el Parlamento. Pero es preciso que la gente se dé cuenta de ello y que los políticos actúen en consecuencia. Espero que los diputados de la izquierda pongan ya en marcha las iniciativas mencionadas.
En cuanto al vodevil de ls negociaciones para formar gobierno, la situación esperable es que el PP siga sin conseguirlo, si bien es posible que, dada su mentalidad marrullera, Rajoy el de los Sobresueldos, vuelva a presentar su candidatura. Solo para marear la perdiz. Rajoy, desde luego, tendría perfecto derecho a presentarse al frente de una alianza PP-C's, que contaría con 163 diputados y, aun así, es casi seguro que cosecharía calabazas. Es maravillosa la unanimidad de la clase política española a la hora de considerar a Rajoy como un desastre sin paliativos. A esta dirección en todo caso apunta C's, cuyo líder natural, el barbilampiño Rivera, ha avisado de que si el PSOE se da una castaña, él considera a C's desligado del acuerdo del cambio y el progreso.
Por supuesto, las izquierdas podrán sentarse a negociar y hablar en serio. Por fin llega el giro lingüístico a la lamentable política española y los líderes se enteran de que ya no pueden decir lo primero que se les pase por la cabeza sino que tienen que pensarlo muy mucho. Unas negociaciones que estén presididas por dos principios esenciales, el mutuo respeto y la lealtad a los acuerdos, llevarán a la formación de un gobierno de la izquierda. Ya veríamos con qué composición, con permiso de los furrieles de Podemos.
No sería desmesura pedir la abstención de C's para un gobierno de izquierda, al menos a tenor de lo reiteradamente expuesto por Rivera de propiciar la estabilidad y la gobernación del Reino de España bien unida. En la misma medida sí podría serlo pedir la de ERC y DiL ya que, si se cuenta con la abstención de C's es porque el referéndum está prohibido. ERC y DiL quizá se abstuvieran si el gobierno de la izquierda se comprometiera a realizar el referéndum. Pero, en tal caso, perdería el apoyo C's.
La política parlamentaria es siempre muy complicada.