dimecres, 18 de juliol del 2012

Estado de movilización social permanente.

Me gusta mucho la expresión movilización social permanente que se debe a Attac; suena bien, tiene un significado dinámico y un punto de romanticismo revolucionario en ese "permanente" que recuerda la revolución permanente de Trotsky.
De movilización social permanente (msp) se puede hablar solo con leer el titular de Público. Mineros, policías, funcionarios y parados volvían ayer a las calles de Madrid a protestar por los recortes del gobierno. Son manifestaciones espontáneas, pacíficas, muy en el estilo de las del 15-M pero tienen pinta de acabar imposibilitando el normal desarrollo de la vida urbana, sobre todo si, además saltan a otras ciudades.
Por ideología y modo de ser los conservadores tienden a ver estas cuestiones como problemas de orden público, aunque no son solamente problemas de orden público sino que tienen un trasfondo político que no se puede ignorar. Pero se ignora. El orden constitucional está claro: gobierna la mayoría y, si es absoluta, lo hace absolutamente, sin considerar en nada la oposición parlamentaria y mucho menos la extraparlamentaria, los perroflautas, vamos, el Lumpen moderno o postmoderno.
La tendencia autoritaria de la derecha se manifiesta a las claras en la perentoriedad, la contundencia de sus medidas, casi de corte cuartelario, justificadas por una improrrogable necesidad de cuya naturaleza no se dan jamás explicaciones claras. Ni falta que hace tratándose de la clase de tropa. Esta actitud ya suscita cierta animadversión pero si se añade algún factor concomitante como el providencial "¡que se jodan!", de Andrea Fabra, la animadversión puede trocarse en ira o furia y producir insubordinaciones, desobediencias, resistencias, en definitiva.
Y ya tenemos una población indignada a lo ancho y largo del país porque, después de cinco años de crisis, estamos peor que al comienzo, cuando decían ver brotes verdes, y sin perspectiva de mejora; lo cual ha de apuntarse en el haber de nuestros políticos cuya inutilidad para resolver los problemas colectivos es antológica. Nada nuevo tampoco en un país que debe de tener el record europeo de gobernantes ineptos. En el siglo XIX los hay a puñados y en el XX a la inepcia alguno añadió varias décadas de crueldad y maldad.
La indignación general tomará las calles mañana en toda España, cuyos habitantes están llamados a manifestarse en contra de la política económica del gobierno, en contra del rescate. Si, como es de suponer, mañana una marea humana lo inunda todo, el gobierno tendrá que pensarse qué hace. Tratar de problema de orden público una cuestión que incumbe a cientos de miles de ciudadanos no es viable.
En su desprecio por el Estado y la función pública en general los neoliberales olvidan que, para llevar a cabo sus políticas, necesitan funcionarios y si los antagonizan a todos, corren el peligro de que les paralicen el Estado. La última agresión a los servidores públicos ha puesto a estos en pie de guerra y el gobierno no ha calibrado que quienes han de combatir esa guerra en su nombre también son funcionarios y que, por lo tanto, su lealtad será problemática.
Si al final el Estado no consigue movilizar sus aparatos represivos que pueden hacer causa común con los rebeldes ni los ideológicos le sirven ya para nada quizá no pueda parar una iniciativa como la que se propone desde los aledaños de DRY o el 15-M, que nunca ando cierto, de ir a unas elecciones anticipadas. Si estas han de ser a Cortes costituyentes, como quieren los del 15-M o a cortes ordinarias como querrán los partidos dinásticos será cosa que, al final, podrán decidir los electores quienes podrán elegir entre continuidad con los conservadores, continuidad con los socialistas o renovación total con el 15-M, en el entendimiento de que esa renovación tendrá unos costes que se presumen superiores a los de la continuidad.
Ahí será en donde se decida nuestro futuro. Si podemos llegar hasta ahí.

dimarts, 17 de juliol del 2012

Derecho de resistencia contra la tiranía.

Parece que la idea de Palinuro de ejercer el derecho de resistencia a la tiranía va siendo recogida por otras gentes. Por ello es bueno traer aquí la entrada del pasado día 15 de julio en la que se demostraba que el gobierno de Rajoy es un tiranía, titulada La radical ilegitimidad del gobierno de Rajoy, en la que se demostraba que el gobierno actual del PP constituye una tiranía de origen y de ejercicio al mismo tiempo, como requiere la doctrina clásica del derecho de resistencia y, por tanto, nos asiste a los ciudadanos ese derecho, ya que no tenemos otra vía de defendernos de los ataques ilegales e inconstitucionales del poder político.
Entre sus muchos defectos, la Constitución española de 1978 tiene el de no recoger expresamente el derecho de resistencia. No importa mucho porque, siendo este un derecho fundamental, inseparable de la idea liberal del gobierno por consentimiento, base del orden constitucional, asiste al pueblo español, diga la Constitución lo que diga, y le asistiría incluso aunque la Constitución dijera lo contrario.
No obstante, como siempre hay almas cándidas que quieren ver algún ejemplo tangible de lo que se mueve en el terreno de las ideas, traemos a colación la vigente Constitución alemana de 1949, a la que la española de 1978 quizo imitar sin conseguirlo ni por el forro, cuyo artículo 20,4 dice: "Contra quien pretenda subvertir dicho orden (el constitucional) asiste a todos los alemanes el derecho a la resistencia cuando no exista otra vía". Es obvio que el legislador alemán considera que entre los "quienes" que puedan destruir el orden constitucional cabe contar el gobierno federal; es más, esa fue precisamente su experiencia con el nazismo: el régimen hitleriano destruyó las Constitución de Weimar desde dentro. Igual que pretende hacer el gobierno de Rajoy con la española.
El legislador alemán exige además dos requisitos expresos para el ejercicio del derecho de resistencia: a) que alguien trate de destruir el orden constitucional; b) que no haya ninguna otra posibilidad de impedirlo. Corresponde ahora ver si estos requisitos se cumplen en el caso español.
Y se cumplen. El primero: casi todas las medidas adoptadas por el gobierno del PP son más o menos claramente contrarias a numerosos preceptos constitucionales que fundamentan el Estado de del bienestar, desde los derechos sociales y económicos hasta la progresividad de la tributación, la prohibición de la arbitrariedad, el carácter público de la sanidad y la educación, pasando por el principio mismo de igualdad ante la ley, como se ve de la última rectificación, apresuradamente anunciada por los gobernantes, asustados ante el empuje de la movilización social permanente de que los sueldos más bajos de la función pública sí tengan paga de Navidad, flagrante ruptura de dicho principio, aparentemente fundamentada en un falso principio de progresividad que el gobierno niega en donde debiera imponerlo e impone en donde pudiera ignorarlo.
El segundo: el gobierno, apoyado en una amplia mayoría absoluta en el Parlamento, no permite oposición parlamentaria alguna. Controla además ilegalmente los medios públicos de comunicación, para que no puedan manifestarse opiniones discrepantes y cuenta con casi todos los medios privados. Criminaliza y persigue también ilegalmente toda crítica y oposición extraparlamentaria en la calle mediante la represión policial y la imposición de arbitrarias sanciones gubernativas y administrativas que tratan de meter el miedo en el cuerpo a la ciudadanía. Es decir, esta no tiene otra vía que el derecho a la resistencia.
Tal derecho está ejerciéndose ya en forma de lo que Palinuro llamó en otra entrada anterior La revolución pacífica, pero que los de Attac han bautizado con mucho mayor tino como movilización social permanente, razón por la cual adoptamos también esta designación que, además recuerda la idea trotskista de la revolución permanente. Lo que hay que hacer es que siga, que se amplie, que se extienda, que acabe poniendo al gobierno tiránico contra las cuerdas y lo obligue a dimitir.
Y así está sucediendo. En el día de hoy continúan las manifestaciones de diversos colectivos en distintos puntos de España. Destaca una de policías nacionales sumados a la protesta y, por supuesto, el hecho de que los militares, tras el comunicado de hace dos días y su buena recepción, anuncien acciones concretas de protesta. Es vital para el triunfo de la resistencia que la tiranía no pueda contar con sus aparatos represivos. Con los ideológicos (esto es, la legión de periodistas y comunicadores a sueldo) seguirá contando mientras pueda seguir repartiendo suculentas prebendas que previamente ha robado del erario público. Pero ya nadie se impresiona con los rebuznos de estos. Desde que existe internet y el recurso a la información libre y en abierto, nadie escucha a los esbirros de Villa, turiferario de Cospedal en la TV de Castilla La Mancha, una ruina de audiencia. Por no hablar de la cuadra de Telemadrid o del triste destino de RTVE.
En los próximos días hay un calendario de actividades en las que coincidiremos todos los agraviados por la actitud chulesca, prepotente, radicalmente injusta e ilegítima del gobierno y ahí es donde se verá que somos el 99% y que lo tenemos ganado. Si queremos, el gobierno cae. Y la rapiña de la Unión Europea tendrá que avenirse a las condiciones que se renegocien porque será eso o... nada.
En el ínterin a los tiranos no les llega la camisa al cuerpo. Empiezan a comprender que se han pasado varios pueblos no solo en la injusticia de los ajustes, sino en la prepotencia con que se han inferido y en la burla que han pretendido hacer ante las protestas. A trancas y a barrancas tratan de enmendar sus desaguisados: los Borbones se bajan el sueldo un 7% ahora, cuando ya no pueden hacer otra cosa, pero eso no tiene ya impacto, anulado como está por la mofa de que Telefónica vaya a contratar por 1,4 millones de euros al amigo Urdangarin, nadie sabe por qué capacidades profesionales y técnicas que hasta ahora no ha demostrado. La presidencia del Congreso fuerza a la bocazas de la diputada Fabra a disculparse por carta, cosa que esta hace de modo rastrero, como es ella en el fondo, pero sin dejar de mentir, al asegurar en su misiva que insultaba a los sociatas y no a los parados. Y no, es falso: insultaba a los parados.
En las próximas 48 horas veremos más concesiones y Rajoy nos obsequiará con alguno de sus ininteligibles balbuceos; pero todo eso es producto del miedo. Tienen la conciencia sucia, saben que han abusado, que han intentado coronar la obra de expolio y saqueo del país a la que llevan entregados más de diez años y tratan de hacerlo olvidar. Por eso no debemos cejar ni un minuto y hay que conseguir que los actos del próximo 19 sea la manifestación mayor y más combativa de rechazo a las triquiñuelas y los desmanes de un gobierno tiránico ilegítimo de origen y de ejercicio.
(La imagen es una foto de Partido Popular de Melilla, bajo licencia Creative Commons).

El susto en el cuerpo.

Si he entendido bien la teoría de Naomi Klein, éxito de ventas universalmente aclamado, La doctrina del shock, el truco de las clases dominantes consiste en tenernos como normalmente se dice con el susto en el cuerpo. Para ello basta con echar una ojeada a los titulares de prensa: en recesión también en 2013, por quinto o sexto año consecutivo. En otro lugar he leído que España no recuperará su nivel de vida de 2008 hasta 2025. Preparan a la gente para lo peor en la idea de así aceptará lo malo. Todas las noticias son negativas e invitan al pesimismo. En esa situación, las medidas restrictivas del gobierno, todas ellas orientadas a sacrificar las clases medias y bajas sin una sola referencia a las altas, sin un solo gesto de obligar o, cuando menos perseguir a los defraudadores, son vistas como una agresión que esta vez se ha cebado en los funcionarios y mañana lo hará en los jubilados.
La movilización social creciente desde la llegada de los mineros a Madrid se ha acelerado debido sin duda a diversas anédoctas que dan en revelar a ojos de la opinión que quienes toman tales medidas en contra de los sectores más vulnerables de la sociedad son los mismos que, bien por corrupción, bien por incompetencia, han causado el desastre en que nos encontramos. La comprobación de que el rescate impone sacrificios a una población a la que los responsables bancarios llevan años estafando de modo descarado (como se prueba con el increíble asunto de Bankia) aumenta la indignación; como lo hace que los millones que ven desaparecer su  paga extraordinaria se desayunen con la noticia de que Telefónica (antaño empresa pública) renueve su contrato con Urdangarin por 1,4 millones de euros; y como lo hace asimismo que quienes, a consecuencia de estas componendas, se ven en el paro, sean insultados públicamente por una descerebrada diputada del PP, descendiente de familia de caciques de toda la vida con un "¡Que se jodan!". La gente lleva mal que le sisen, rebajen o destruyan sus medios de vida, pero lo lleva peor cuando, además, percibe que, quienes lo hacen, se ríen de ella. 
Pero en ese ataque indiscriminado, ese atraco a las rentas más modestas, a los ahorros familares, el gobierno puede acabar soliviantando al conjunto de la población en su contra. De hecho es lo que viene fraguándose desde el famoso consejo de ministros del último viernes. Y hay un calendario de actividades que va a hacer mucho para que el movimiento popular contra el rescate se consolide y, quizá, se convierta en colaborador o socio del 15.M. La cuestión es si de ahí puede arrancar un movimiento que imponga la celebración de un referéndum sobre el rescate o, en su defecto, una crisis de gobierno.
Las movilizaciones que vienen dándose en Madrid responden a este clima de zozobra e incertidumbre y es de desear que se conviertan en focos de acción ciudadana integradas en redes más amplias a través de las cuales coordinar su acción. A falta de un referéndum sobre el rescate, que es poco probable, una huelga general convocada por los sindicatos para septiembre puede ser un momento decisivo para que la movilización haga sentir su fuerza.

dilluns, 16 de juliol del 2012

Madrid resiste.

Es posible que haya sido el "¡Que se jodan!" de la imbécil de Fabra o la noticia de que Telefónica renueva contrato con el presunto Urdangarin por 1,5 millones de euros o la de que los Aznar acaban de enchufar a su enémiso pariente en una de esas empresas públicas que parasitan y de las que hablan tan mal. Cualquiera de estas noticias o cualquier otra de este jaez puede haber sido la gota que haya colmado el vaso de la paciencia popular.
Hace ya mucho tiempo que, confiados en la hegemonía ideológica de la derecha, los privilegiados, los caciques, los enchufados, los mercenarios, los especuladores, los intermediarios, los banqueros ladrones y demás gentuza, han perdido el decoro elemental y pasean sus lujos, fastos, privilegios desmesurados a la vista del todo el mundo, mientras el conjunto de la sociedad pasa estrecheces y miseria. Y nada hay más lacerante que el sentimiento de estar siendo víctima de una injusticia y, encima, con recochineo.
O puede que el detonante haya sido el brutal ataque perpetrado el pasado viernes al Estado del bienestar por un gobierno carente de toda legitimidad y encabezado por un embustero compulsivo, un cobarde y, en espera que se aclare lo de sus ingresos en el registro de la propiedad de Santa Pola, quizá un corrupto. En todo caso, parece que la gente se ha plantado y la protesta se está generalizando en Madrid y en todo el país. En Madrid discurren varias manifestaciones que interrumpen de nuevo la circulación en varios puntos, pero las protestas se dan también en otros lugares, en Asturias, en Valencia, en Barcelona.
El gobierno no ha dicho nada aún, salvo una vergonzosa rueda de prensa de Cospedal en la que esta ha pedido el apoyo de todos para que España no sea intervenida y, como es una mujer tan mala y tan venenosa, ha añadido que algún partido (el PSOE, claro) quiere que haya intervención de España, siendo así que el único que quiso e hizo todo lo posible porque esa intervención se produjera en tiempos del PSOE fue el PP quien, por boca del hoy ministro Montoro, soltó la canallada de "que se hunda España, que ya la levantará el PP." Este canalla es hoy ministro de Hacienda.
En cuanto a la izquierda y los sindicatos, el asunto pinta muy raro. Los sindicatos no se dan por enterados de que tienen un revuelta, quizá una revolución, ante sus narices y siguen haciendo planes para septiembre. El PSOE todavía no ha reaccionado y, por lo que parece, no lo hará, confiado en que el movimiento se apague y muera por sí solo. Un grave error que le costará muy caro. Todavía está a tiempo de romper esa imagen tan dañina e injusta del PPPSOE o las dos patas del régimen bipartidista de la transición, de desligarse del atropello neoliberal y retornar a su posición socialdemócrata de izquierda, hoy más necesaria que nunca. Pero la actual dirección no se hace cargo de la gravedad del momento, encerrada como está en la política de exclusivo horizonte parlamentario.
La otra izquierda, IU y otros grupos sí están con el movimiento, identificados con él y apoyándolo. Si, como es de desear, el movimiento se consolida y triunfa, si consigue la convocatoria de un referéndum sobre los recortes o la caída del gobierno de Rajoy, esta izquierda sabrá sacar partido de su actitud con toda lógica y motivo.

La insurrección cobra cuerpo.

Siempre se ha dicho despectivamente que Madrid es una ciudad de funcionarios. Pues los funcionarios tomaron ayer y toman hoy las calles de modo permanente y pacífico y la habitualmente caótica circulación madrileña está convirtiéndose en un infierno. Por cierto, cada vez se les suman más personas y la protesta, que carece de organización, de jefatura, de respaldo y de objetivos reconocidos, no ceja. Ya dijimos ayer que los funcionarios pueden ser la manifestación más clara de las llamadas multitudes inteligentes y que, además, comiencen a servir de guía para otras protestas. Por cierto he aqui el manifiesto de la policia municipal de Madrid sumándose a las movilizaciones. 
Es claro que estamos viviendo los prolegómenos de un movimiento en línea con las manifas organizadas en el ciberespacio y no sabemos cómo va a desarrollarse. Los mineros encendieron la chispa que hoy arde en las calles madrileñas. Los funcionarios aplican el saber acumulado en las experiencias del 15-M, DRY y diversas acampadas. Muchos de los manifestantes de ayer y hoy son veteranos de estas luchas
¿Y la izquierda? Al PSOE lo ha pillado con el paso totalmente cambiado. Ni una declaración, ni un gesto, ni un símbolo. No se da por enterado. Como están haciendo los medios. Como hacen las televisiones. No tenían prevista la movilización de los funcionarios (que también tiene desconcertada a la autoridad), por lo tanto, la movilización de funcionarios no existe. La ignoran y la ocultan. Que lo hagan lo medios (excepto maspublico.com que ha estado informando cumplidamente) tiene un pasar por su tendencia a la manipulación. Que lo haga el PSOE es más difícil de entender.
Pero sí existe, está en las calles de Madrid, igual que la de los mineros se ha recrudecido en Gijón. Y esta tarde se extenderá a otras ciudades. Porque existe en la red, que es en donde se coordina. Los medios comerciales, igual que el PSOE, están en la inopia. Y el movimiento, en el que se han visto banderas rojigualdas, puede tener una deriva populista, al estilo argentino del "¡Que se vayan tod@s!" que aquí podía formularse como un "¡Que se jodan tod@s!", según notable inspiración de la musa fabril, hija de ese Fabra, ciudadano ejemplar del PP y presunto chorizo de las cuentas públicas. La imagen habitual. Pero en ese "¡que se jodan todos!" el PSOE puede verse barrido si sigue mostrando la misma falta se sensibilidad, de flexibilidad y de audacia que hasta ahora.
¿Y el resto de la izquierda? IU y más allá en las zonas del anticapitalismo, la actitud es una mezcla de apoyo y recelo. La izquierda desconfía de los funcionarios, de su corporativismo y les reprocha su anterior falta de solidaridad con otras movilizaciones. No es el momento de ajustar cuentas. Es el de sumarse a los funcionarios, fusionarlos con el movimiento más amplio de forma que este adquiera esa masa crítica, esa presencia ciudadana, ese volumen social que, como hemos visto en los países árabes, sea capaz de dar la vuelta a la situación.
Para eso es imprescindible que el poder pierda la lealtad de su aparato represivo. La del ejército, muy probablemente, ya no la tiene. Y eso es decisivo. Queda por ver si se rompe la sumisión de los antidisturbios a este gobierno neofranquista. Será difícil, pero también será el punto decisivo. Ayer circularon rumores en la red de que se respetaba la paga de Navidad de los antidisturbios. Si esto fuera cierto (y es fuerza investigarlo), el gobierno debería caer ipso facto.
(La imagen es una foto de maspublico.com, bajo licencia Creative Commons).

La respuesta está en marcha.

El día de ayer fue extraordinario. Palinuro colgó una entrada titulada Estado de insurrección latente en la que se daba cuenta del ánimo que prevalecía en las redes, de indignación, compartida por mucha gente. Los funcionarios, el sector más castigado no ya por la crisis sino por las medidas de los sucesivos gobiernos para luchar contra ella, se estaban movilizando de modo espontáneo, horizontal, viral, al estilo de las redes. Si hay un grupo que encaje en la definición de la multitud inteligente, es el de los funcionarios. Un porcentaje muy elevado de ellos está en las redes, comparten información con otros colectivos y pueden organizarse reticularmente. A ellos se fueron uniendo de un modo u otro a lo largo del día los bomberos y algunos policías y la cosa se puso muy prometedora cuando se difundió un comunicado de una Asociación de militares solidarizándose con las protestas contra la agresión del gobierno.
La acción de protesta, no organizada por nadie, sin permiso de la Delegación del Gobierno, se mantuvo todo el día en diferentes puntos y aguantó hasta bien entrada la noche en la plaza de Neptuno pues la policía había cortado el paso al Congreso a la entrada de la Carrera de San Jerónimo. La imagen era simbólica: el Congreso de representantes de un país en un bunker, protegido por la policía contra sus representados. Algo está cambiando en España a toda velocidad, desde el anuncio del paquete de medidas del gobierno, todas ellas de sacrificio a las clases medias y bajas y ninguna para las clases altas o el clero. Actualización del antiguo régimen: gobierno de la aristocracia y el clero contra el estado llano o del 1% contra el 99%.
Ayudó mucho a encender la mecha de la indignación popular el "¡Que se jodan!" de la diputada Andrea Fabra. Esta majadera, hija, nieta y biznieta de caciques casi le monta una revolución al gobierno. Y más con sus "explicaciones", al decir que, en realidad, insultaba a los socialistas, como si eso que, además es falso, fuera aceptable. El gobierno no supo obligarla a dimitir y ahora tiene ya la canción del verano bajo la forma de un videoclip de Diego Escusol,


que, a día de hoy, había tenido 152.337 visitas en 48 horas.
Esos 152.337 no son los millones que ven la tele pero, aparte de que llegarán a serlo, hoy son los que tiran de los demás. Con esto se está diciendo, incluso en las sociedades mediáticas, el control absoluto de los medios no garantiza la eficaz manipulación de la opinión pública porque internet lo impide. Ya hace tiempo que la ciberpolítica está imponiendo sus reglas en las redes e incluso cuando hay actividad material, real, callejera, está en relación con las redes.
La multitud inteligente se ha manifestado ya y procede, como era de esperar, aplicando las enseñanzas de la experiencia, esto es, la del 15-M que, por cierto, está muy presente en todas estas movilizaciones y sobre todo la principal: las concentraciones pacíficas en lugares públicos. Si esas concentraciones acaban arrastrando a otros sectores de funcionarios, los médicos, los profesores, los jueces (ya le hicieron estos una huelga a Zapatero) y hasta los policías, el gobierno tendrá que dar marcha atrás.
Lo que suceda a continuación no se puede prever. Dependerá de quién recupere la iniciativa y cómo la ejerza.
(La imagen es una foto de Popicinio_01, bajo
licencia Creative Commons).

Comienza la revolución pacífica

En este momento, pasada la medianoche del 15 al 16 de julio, en Madrid está pasando algo muy importante. Ha habido manifas de funcionarios todo el día por el centro. Se les han unido -como anunciaba ayer Palinuro- policías municipales, bomberos y policías nacionales de paisano. No hay violencia. Los antidisturbios se reprimen. Probablemente tienen orden de no provocar y no crear una situación irreversible. Las autoridades están asustadas.
Esta noche va a ser decisiva. Si la protesta aguanta, mañana se le unirá todo el mundo: profesores, médicos, estudiantes, etc. Los militares ya han dicho que se solidarizan. Puede ser el comienzo del fin. Puede ser una nueva revolución de los claveles. Puede ser el plante que se necesita para acabar con este suplicio interminable de la deuda y la tiranía del PP. Y también el fin del PSOE si sigue por la senda de Rubalcaba y no sabe encontrar su sitio en esta situación claramente prerrevolucionaria.
Ahora me voy a ver cómo están las cosas. Mañana, más en Palinuro.

diumenge, 15 de juliol del 2012

La radical ilegitimidad del gobierno de Rajoy.

¿Qué es una dictadura? Es una forma de gobierno que reúne los siguientes caracteres:
  • Está por encima de la ley.
  • Se rige por la arbitrariedad del gobernante.
  • El gobernante no responde ante nadie, sino ante sí mismo.
  • Se reprime toda disidencia y discrepancia.
  • La informacíón se censura y manipula para silenciar críticos y analtecer el poder.
  • En España, el gobierno se cree por encima de la ley pues, cuando esta lo incomoda, la cambia, como sucedió con la ley que regulaba la forma de elección del presidente de RTVE. El gobierno cambió la ley y eligió a uno de sus secuaces para controlar los medios.
  • España se gobierna por las arbitrariedades, las mentiras, los embustes sistemáticos de Rajoy. Ganó las elecciones con un programa en el que prometía lo contrario de lo que ha hecho. En cualquier país civilizado del mundo, incluida Uganda, quien haga lo anterior, dimitirá ipso facto. Aquí, no; aquí se sigue mintiendo hasta el día de hoy al decir, por ejemplo, que el rescate europeo no es un rescate igual que se dijo en su día que el atentado islámico del 11-M fue obra de ETA.
  • El gobierno español no es responsable de nada. Su presidente no da cuenta de sus actos ante nadie. No comparece en sede parlamentaria. No explica nada ni responde a las preguntas de los periodistas. Oculta información a su país pero se la brinda a los extranjeros y, para huir de su propio pueblo, entra y sale de los congresos de su partido, como los delincuentes, por la puerta falsa.
  • No es posible manifestar discrepancia alguna con las imposiciones y los juicios del gobierno. Toda discrepancia, toda disidencia, es brutalmente reprimida por la policía en cargas desmedidas, con uso de violencia exagerada y utlizando técnicas ilegales y extensas de represión, como multar indiscriminadamente a quienes se encuentren en los puntos de conflictos, participen o no en ellos con el fin de sembrar el miedo entre la población.
  • El gobierno controla todos los medios de comunicación públicos (y más del 75% de los privados) de modo férreo y, habiendo reemplazado a los profesionales independientes de categoría por esbirros, comisarios políticos y sicarios al servicio del poder, toda la información está censurada, manipulada a mayor gloria del tirano.
España es formalmente una democracia pero, en realidad, es una dictadura que no permite más oposición que la extraparlamentaria y en la que debemos estar todos los demócratas a quienes un redomado embustero que ha ganado las elecciones mintiendo, según su propia confesión, ha devuelto de golpe a los tiempos de la dictadura de Franco.
Es decir, el gobierno del PP está incurso en los dos tipos de ilegitimidad que la doctrina clásica exige para calificar un régimen de tiranía y justificar la resistencia en su contra: a) de origen y b) de ejercicio. El gobierno de Rajoy es ilegítimo de origen porque ganó las elecciones mintiendo, diciendo que haría lo contrario de lo que ha hecho. b) Es ilegítimo de ejercicio porque no es responsable ante nadie, ni da cuenta de sus actos, ni tolera discrepancia y manipula y censura la información. Es innecesario decir que parte de esta dictadura del gobierno del PP consiste en contar con intelectuales mercenarios, dispuestos a hablar bien del tirano. Y hay un buen puñado de estos, muchos de ellos procedentes de la izquierda a la que abandonaron porque la izquierda tiene muchas menos prebendas que repartir. 
 (La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Estado de insurrección latente.

En España cunde hoy la indignación. Por doquiera. En todo momento. En privado y en público. Hay un ambiente casi eléctrico. Viene este de una experiencia inmediata que ha superado todos los límites de la paciencia.
Son hasta la fecha siete meses de un gobierno de una incompetencia mayúscula: ha hecho lo contrario de lo que prometió en las elecciones. No ha dado explicaciones. Ha ignorado el parlamento y ha gobernado por decreto-ley. Ha tomado medidas de neto corte ideológico también por decreto. No ha dejado de mentir desde el primer momento. Se ha postrado ante los poderes exteriores y ha seguido mintiendo en España al asegurar que el rescate no es un rescate sino una línea de crédito muy ventajosa que no tenía condiciones macroeconómicas cuando las tiene.
Con esa ejecutoria a la espalda, Rajoy anuncia en el Parlamento y el consejo de ministros perpetra de inmediato el mayor asalto al sistema de derechos del Estado del bienestar, incluso al mismo Estado de derecho. Ante los recortes más extremos sufridos por las clases populares en la democracia hubo primero cierta sensación de estupor pero luego estalló la indignación. Las redes, Facebook y Twitter, las que sigue Palinuro, así como Menéame, crepitaban con fuego graneado. El "¡que se jodan!" fue trending topic y por ahí andará, cosechando triunfos.
Así está el ambiente caldeado y bastará una chispa del tipo que sea (otro "¡que se jodan!" por ejemplo) para que se arme un lío. Y chispas está habiendo muchas. La marcha minera lo fue evidentemente y prendió un pequeño incendio por las calles de Madrid al día siguiente. El 15-M se hizo presente, los funcionarios se pusieron en marcha de modo espontáneo y parece que ahora pretenden acampar delante del Congreso. Junto a los mineros han aparecido también los bomberos, solidarizándose como corporación. Ha habido algunos choques violentos y en todos es demostrable, gracias a las redes, que la actuación de los antidisturbios ha sido desmesurada y brutal.
A pesar de todo, a medida que van sabiéndose las características concretas de los recortes, el movimiento espontáneo de resistencia a este expolio del gobierno va cobrando mayor legitimidad. La red está llena de noticias acerca de cómo diversos cuerpos de seguridad simpatizan con el proceso y el modo pacífico en que se lleva a cabo. Pueden ser rumores sin fundamento pero también con fundamento. Creo haber leído una declaración de la policía municipal de Madrid simpatizando con el movimiento. En algún momento, con los manifestantes había policías de paisano también protestando frente a sus compañeros los antidisturbios. Y, por último, lo que me quedaba por ver, una Asociación Unificada de Militares Españoles, AUME emite un comunicado en el que hace causa común con los funcionarios y comparte la indignación general por el trato recibido del gobierno.
Si lo miramos desde el punto de vista del marxismo estructural, resulta que el Estado ya no puede confiar ciegamente en sus aparatos represivos. Por este motivo, tiene que echar mano de los ideológicos. Pero estos están hechos unos zorros: la hegemonía del pensamiento neoliberal ha causado la mayor crisis del capitalismo desde la del 29 y, exceptuados los neolibs más recalcitrantes, todo el mundo coincide en establecer una relación de causalidad entre el neoliberalismo y la crisis
De ahí que la acción del Gobierno y su partido haya sido fulminante en dirección a los medios de comunicación. No han perdido ni un minuto en poner los públicos a su servicio cambiando para ello la ley y haciendo unos nombramientos perfectamente sectarios. Según mis noticias -pues no veo la tele- Somoano ha conseguido convertir ya la TV1 en un remedo de Telemadrid.
La cuestión es si en la época de internet el control absoluto y sin contemplaciones de los medios tradicionales tiene la misma eficacia que antes. La televisión censurará muchas imágenes y la radio muchas expresiones habladas, pero los particulares las colgarán en las redes, estarán en You Tube y todo el mundo podrá verlas y oírlas. Internet es el arma de la ciudadanía frente a un poder que quiere ser totalitario. Es la ciberpolítica.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dissabte, 14 de juliol del 2012

Los dinamiteros



Que España está intervenida y, en lo que nos dejan, gobernada por un necio incompetente, embustero, presuntuoso y cobarde es la evidencia misma a estas alturas, no lo ignora nadie y menos que nadie quienes lo pusieron en donde está para que les haga el trabajo y mientras se lo haga. De momento no ven razones para quitarlo pues, aunque todas sus decisiones son monumentos a la estupidez, en líneas generales va cumpliendo el programa que le dictan los empresarios y los banqueros a cuyo servicio está: desmantelar el Estado del bienestar a toda velocidad. En cuanto al resto, ya se verá. Su última ocurrencia de estratega de pacotilla es endosarle al Borbón la autoría de la mayor agresión de la historia a la justicia social, llevándolo a presidir el consejo de ministros, cosa a la que el rey se ha prestado bien porque ya no sale en las fotos si no hay elefantes, bien porque -y es lo más probable- no calibra las consecuencias de sus actos. La humillación del monarca es patente en la foto. Que dos botarates que han arruinado un país tengan esperando al rey, muestra la situación a las claras. Pero allá el rey si, como su abuelo, quiere ligar el trono a la suerte de unos políticos corruptos y antipopulares. Es extraño que no lo haya visto el siempre servil ABC salvo que, como quiere el rumor que se extendió ayer por la capital, esté preparándose un golpe de Estado militar que acabaría por hundir España.
Al margen de hispánicas neurosis y tremendismos, en efecto, los recortes del gobierno suponen la destrucción del Estado del bienestar y la involución de España a los años de la pobreza, la injusticia y la emigración.El nombramiento del que da fe la foto de la derecha de Carlos Espinosa de los Monteros como administrador exterior de la marca España abona lo que se viene diciendo y, por cierto, prueba la consideración en que estos aprovechategis tienen al rey, del que dicen que es el primer embajador de España pero ignoran cuando les conviene. El tal Espinosa de los Monteros es un franquista prototípico (fue uno de los últimos nombramientos de Franco), que jamás ha hecho nada productivo en la vida, salvo ocupar cargos de nombramiento político con la tarea de destruir lo público, desprestigiarlo y abogar por lo privado. El pavo es un modelo de la casta de políticos neoliberales, todos ellos funcionarios públicos (como Fraga, como Rajoy, como los Aznar, etc) con la misión de arruinar y dinamitar el Estado desde dentro, al servicio del capital y la gran empresa que posteriormente sabe recompensar sus servicios con puestos rentabilísimos en las grandes compañías que se beneficiaron de sus actividades privatizadoras, expoliadoras y antipopulares cuando eran políticos. 
Es la doctrina neoliberal en estado puro: primero se montan fundaciones con dinero público (estilo FAES; los ladrones jamás arriesgan su peculio) con el fin de desacreditar lo colectivo, criticar el bienestar social como despilfarro y montar seudoteorías económicas más falsas que un maravedí de chocolate como que, si aumentan las rentas de los ricos también aumentan las de los pobres por el efecto trickle down y otras memeces para mentecatos. Con estas teorías montan programas electorales en los que piden rebajar impuestos, suprimir lo público, privatizar, reducir, adelgazar, el Estado, en definitiva, descapitalizarlo y arruinarlo. Ganan elecciones -normalmente haciendo todo tipo de chapuzas y engaños- y destinan a los gobiernos a sus políticos de élite, funcionarios públicos (abogados del Estado, economistas al servicio de Hacienda, inspectores de trabajo, etc) cuya misión es destruir el Estado del bienestar. Cuando, como es inevitable, sobreviene una crisis como la actual, sostienen que el Estado está en quiebra (son ellos los que lo han llevado ahí) y, por lo tanto, hay que expoliar a la población para resolver la deuda que acogota el crecimiento. Por supuesto, la iglesia católica, la grandes empresas y las mayores fortunas no forman parte de "la población". Los paganos son los trabajadores, los parados, los funcionarios (sobre quienes han vertido toneladas de descrédito, ellos, que lo son también), los dependientes, los inmigrantes, los jubilados.
En España la situación es explosiva y, francamente, debiera explotar.
(La segunda imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Rompeolas de las Españas.





En su respuesta a la reciente intervención parlamentaria de Rajoy, Cayo Lara lo acusó de "echar gasolina a las calles", mientras Rubalcaba le ofrecía un pacto de Estado. En la metáfora el de IU se quedó corto: Rajoy echó gasolina y le prendió fuego. Mientras sus señorías debatían, en la calle los mineros se manifestaban entre la simpatía y el apoyo de la población y la policía cargaba con violencia contra los manifestantes ante el ministerio de Industria.
Los mineros llegaron y se fueron, pero dejaron tras de sí un reguero de descontento, de indignación que afecta al conjunto de la sociedad, no ya una clase o un sector sino a todos. Los médicos, los funcionarios, los bomberos, los mismos policías, los profesores, los parados, los mineros, el 15-M, DRY, los jubilados, los autónomos, todo el mundo. Parece haberse encendido la chispa de la multitud, que es el sujeto peculiar de la ciberpolítica, compuesta por ciudadanos que se relacionan a través de las redes sociales, no de los partidos, sindicatos u otras asociaciones. Ciudadanos perfectamente informados de lo que está pasando tanto en su ciudad como en el resto de España. Para esa información ya no dependen de los medios de comunicación. Estos son muy sesgados y escasamente de fiar en cuanto a la exactitud de lo que informan. No tienen nada que hacer frente a Twitter o WhatsApp, que son velocísimas. Están actuando las multitudes que han aprendido mucho (son "multitudes inteligentes", smart mobs) que tienen muy en cuenta las experiencias anteriores. Ya saben qué sucedió con el 15-M y la primavera árabe; saben que la táctica es la perserverancia en la ocupación de la calle, un día tras otro, pacíficamente, resistiendo y denunciando la brutalidad policial. Esta tiene que disimularse cuando menos porque el ojo de Europa no descansa.
Ayer Madrid estuvo tomado por varias manifestaciones, concentraciones de protesta, cargas policiales y mucho sobresalto. El vídeo del encabezamiento muestra un caso de brutalidad policial injustificada en la concentración de la calle Ferraz, cerca de la sede del PSOE. Luego de los hechos, los manifestantes se los cuentan en las redes y toman decisiones. Habrá que ver si hoy, sábado, decaen las manifestaciones o, por el contrario, aumentan. Si aumentan será solo gracias a las redes pues los medios de comunicación no sirven como convocantes y será señal de que en España puede darse un movimiento social al estilo de los de la primavera árabe.
Que una de las manifas fuera ante la sede del PSOE  nos lleva a considerar la desafortunada actitud del partido de la oposición en todo este conflicto. No parece estar entendiéndolo. La intervención de Rubalcaba en el Congreso carecía de sentido y la línea clara de oposición ha pasado a Izquierda Unida, la única que plantea exigencias al gobierno. La que aparece solidarizándose con los mineros y se mezcla luego en las manifestaciones en contra del último atraco a la sociedad. Del PSOE, en cambio, no se sabe nada. En una situación tan complicada, tan crítica como la actual, carece de discurso y no sirve de orientación a nadie. 
Empeñarse en hacer solo política parlamentaria con un gobierno que desprecia el Parlamento, que cancela el debate sobre el estado de la Nación y cuyo presidente no suele comparecer, carece de sentido. Junto a la parlamentaria, hay que hacer la extraparlamentaria, la que la gente siente como más propia y en la que le va la vida cotidiana. No ser visible en estos momentos de turbulencia y conflicto es muy grave. El secretario general del PSOE fue ministro del Interior, tiene experiencia en estas cosas. Está obligado a manifestar su opinión sobre la actuación de la policía y sobre la forma en que las autoridades de orden público están encarando el asunto.
La jornada de ayer trajo también dos episodios aislados pero muy deprimentes del clima de deterioro en la esfera pública y de la convivencia civica. De un lado, la diputada del PP, Andrea Fabra, hija de Carlos Fabra, el del aeropuerto de Castellón, espetó un "¡que se jodan!" a los parados. Luego, cuando alguien le hizo ver la inmoralidad de la cosa, se explicó arreglándolo y diciendo que se refería a la bancada socialista, no a los parados por quienes ella siente "el máximo respeto". Estaba además muy indignada porque el PSOE hubiera manipulado sus palabras. Pero el PSOE no manipuló nada. La diputada dijo "¡que se jodan!" y se refería a los parados. Si fuera a los sociatas tendría que haber dicho "¡jodeos!" o, más probablemente, "¡joderos!". Pero dijo "¡que se jodan!", esto es, además de mal hablada, mentirosa.
El otro lamentable episodio afectó a Cristina Cifuentes, a quien reconoció por la calle un grupo de matones que la tomó con ella, la increpó y escupió. Y eso, obviamente, no se hace. Es un comportamiento delictivo e intolerable.

divendres, 13 de juliol del 2012

Algo más que un error de cálculo.

Con esta entrada me voy a ganar más enemigos de los que ya tengo. Pero abrigo la esperanza de que los lectores posean espíritu crítico, sentido de la independencia intelectual e integridad moral para valorar una actitud no dictada por conveniencias ni intereses personales. No tengo deuda ni compromiso con partido o grupo algunos y hablo desde la más escrupulosa libertad. Me interesan mi país y sus gentes y también Europa y muchas otras cosas y no especialmente si tal o cual partido, grupo o corriente triunfa, gobierna, manda. Habrá quien lo sepa y lo crea y habrá quien no. Libres son.
Vamos allá. A estas alturas está ya bien claro que el gobierno es un grupo de franquistas, nacionalcatólicos de extrema derecha con resabios de fascismo, dirigido por alguien que, además de todo eso es un peón de la familia Aznar, un incompetente y un cantamañanas del que todo el mundo se ríe en Europa. Pero ya ha hecho un daño incalculable al país en su conjunto y a los sectores más débiles y desamparados en concreto, tanto en lo material como en lo espiritual. Lo ha puesto todo al servicio de los curas y ha entrado a saco en la enseñanza prácticamente impidiendo que accedan a ella las clases subalternas y la que se dé, que sea integrista, reaccionaria, ultramontana. Ha subido lo impuestos, recortado los sueldos de los funcionarios, las pensiones, el seguro de desempleo. Ha dejado sin derechos a los trabajadores, sin becas a los estudiantes, sin ayudas a los dependientes, sin medicamentos a los pobres, sin asistencia sanitaria a los jóvenes y parados. Mientras que no ha tocado los privilegios de la iglesia o las grandes fortunas o las grandes empresas. Ha copado los medios públicos de comunicación, echando a los periodistas independientes y nombrado sicarios, comisarios políticos a sueldo. Apesebrados. Para ello ha derogado la Ley socialista que obligaba a consensuar el nombre del presidente de RTVE, a fin de garantizarse que lo fuera un esbirro suficientemente fiel.
Ha sido una agresión del capital contra los obreros y las clases subalternas como no se ha producido otra en nuestro país. El triunfo del capitalismo más descarnado, el aumento de la explotación, la miseria de los de abajo que condena a una, quizá dos generaciones, a vivir peor que sus padres. La implantación de la censura y la propaganda en los medios, del nacionalcatolicismo en la enseñanza con los chavales en manos de los curas, cosa que Palinuro aconseja evitar para mitigar el peligro de la pederastia.
Siendo esto así, qué pensar hoy de aquella consigna de PSOE y PP la misma mierda es. Hoy es ya patente que es falsa. Sin duda Zapatero fue un desastre y su gobierno, especialmente en su segunda legislatura, otro peor; se echó en brazos del neoliberalismo y tiró por la borda los principios socialdemócratas, abrazando los neoliberales. Y Rubalcaba lo ha hecho bueno. Es un desastre aun peor que Zapatero y tan rendido al neoliberalismo como él.
Así y todo, no son ni serán jamás lo mismo. Las personas cuentan, y las ideas y las tradiciones. Rubalcaba será lo que queramos pero es mil veces mejor, más listo y más demócrata, más sincero y más honrado que Rajoy. Solo un imbécil redomado -o un granuja, que viene a ser lo mismo- puede sostener que Fran Llorente es lo mismo que González Echenique o que Juan Ramón Lucas es lo mismo que el fascista de El Gato al agua. Como no es lo mismo Gabilondo que Wert, Caamaño que Gallardón, incluso Montoro que Salgado. Ni muchísimo menos. Como no era lo mismo la España de Zapatero, con todas sus traiciones e injusticias que este lugar repugnante en donde la policía te forra a hostias como no le guste tu pinta.
¿Lo mismo? ¡Ni locos! Entonces, ¿por qué se dijo, se repitió, se reiteró, se machacó (con el silencio cómplice del PP, que veía bien cómo así se minaba el voto socialdemócrata) sin descanso? Sin duda habrá habido mucha gente con escasas luces a quienes esta simplificación, como todas las simplificaciones, habrá cautivado. Pero muchos de quienes lo sostenían (y siguen sosteniéndolo) sabían que era falso. ¿Por qué lo decían entonces? Por dos razones en lo esencial: en primer lugar porque les salía personalmente (casi) gratis. Exceptuada alguna que otra medida, el conjunto del ataque del capital al trabajo no lo pagarían ellos sino eso, los trabajadores a los que estos pícaros engañaban.
En segundo lugar porque esperaban (y esperan) obtener una rentabilidad política superior a base de conseguir que se hunda el PSOE para ponerse ellos en su lugar. El viejo sueño del sorpasso anguitiano que llevó al primer triunfo del PP en tiempos de Aznar y que ha vuelto a llevar al triunfo de una derecha que, si tuviera que enfrentarse con una izquierda hábil, inteligente, abierta y unida jamás ganaría las elecciones. Esta actitud es obviamente una inmoralidad, igual que la de Montoro cuando dijo que cayera España, que ya la levantaría el PP. El mismo cálculo canalla que pretender que se hunda el PSOE para ocupar su lugar, aun sabiendo que eso no sucederá probablemente nunca y menos de un mes para otro, mientras las gentes normales las pasan canutas, los jóvenes no tienen futuro y están explotados. Los niños no tienen guarderías, se persigue a los inmigrantes, se niegan los derechos de los trabajadores, las mujeres, las embarazadas, los homosexuales. ¿Lo mismo? Ya está bien de demagogia.
Esa es la tremenda responsabilidad de IU, cuyo mejor ejemplo puede verse en Extremadura en donde la izquierda transformadora está transformando de nuevo la región en un cortijo de señoritos. Es obvio que ese cálculo absurdo de Izquierda Unida es responsable de la mitad de esta catástrofe de que un país mayoritariamente de izquierda esté gobernado por una derecha cavernícola. Pero la otra mitad corresponde al PSOE. Gobernar es elegir y el PSOE ha elegido demasiadas veces pactar con la derecha en lugar de con la izquierda y, todavía hoy, Rubalcaba jamás se dirige a IU sino que todo su afán es tratar de que los neofranquistas firmen un "pacto de Estado" con él porque, obviamente, se siente más cercano a Rajoy que a Cayo Lara.
Con este desastre mutuo, con este abandono de los dirigentes de su obligación principal que no es quedar por encima sino proteger a la mayoría de la gente de la agresión del capital y la derecha neofranquista, no es de extrañar que el país se encuentre en la situación de postración en que está, sometido a una dictadura de la derecha cada vez más clara, más provocadora, más injusta.
Los dos, PSOE e IU han conocido momentos distintos que demuestran que, si fueran capaces de entenderse sin apuñalarse, tendrían el país en sus manos: el tripartito catalán y el gobierno andaluz de coalición. Por razones que me parecen evidentes prefiero el gobierno andaluz al tripartito catalán, espero que resista y triunfe, sirva de ejemplo a escala nacional y permita devolver a España un gobierno de izquierda que ponga remedio a las lacerantes injusticias y la barbarie de este gobierno de servidores del capital y la Gürtel.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Tiempos nuevos.

Vivimos en la sociedad de la información, que ha sustituido a la del ocio que, a su vez, sustituyó a la de la abundancia, que había sustituido a la sociedad post-industrial, heredera de la sociedad industrial de la cual también derivaron otras dos formas de corto recorrido, la sociedad tecnológica y la sociedad tecnetrónica, algo casi impronunciable. Hemos atravesado tantos "post" que fatigan la memoria: hemos sido postcomunistas, postcapitalistas, postmaterialistas, postsocialistas, postindustriales (ya visto) y llevamos una temporada siendo postmodernos. Todo cambia en torno nuestro a gran velocidad y nos hemos acostumbrado a la novedad como forma de vida. Lo resumimos en esa expresión tan absurda de tiempo(s) nuevo(s); absurda dado que el tiempo solo puede ser nuevo, incluido el viejo, puesto que somos tiempo y nada más que tiempo.
Hasta en momentos de zozobra general como los actuales, en los que reina el miedo, la inseguridad, la incertidumbre, tendemos a pensar que quizá sean precisamente el castigo a esa especie de frenesí de la novedad. Pero el frenesí sigue. Estamos siempre irrumpiendo en lo nuevo solo que a veces para bien y a veces, para mal. Pero no importa: de lo nuevo se sale con más nuevo, como de las curvas se sale acelerando.
Además, hemos alcanzado niveles civilizatorios muy altos, vivimos en sociedades racionales, abiertas, democráticas y que tratan de ser justas. Somos democracias basadas en el sufragio universal y la alternancia política, los gobiernos dicen ser todos transparentes y responsables ante la ciudadanía, representada en el Parlamento. Tenemos defensores del pueblo, protectores de menores, institutos de la mujer, para defender a la gente en su conjunto y a sectores especialmente vulnerables por separado, frente a los abusos. Protegemos igualmente los derechos de los trabajadores frente a la codicia de los patronos. Tenemos prensa libre y los ciudadanos están amparados por un ordenamiento jurídico justo en el marco del Estado de derecho que les permite ejercer los suyos.
¿Es esto así? En teoría, sí; en la práctica las imágenes que vemos son como la de la ilustración: las fuerzas de seguridad siembran la inseguridad por las calles. Se puede decir: "bueno, ¿y qué? Un grano no hace granero y una foto no es una galería." Pero no es solo "una foto". Es una entre cientos que captan los ciudadanos con sus móviles o tablets y cuelgan de inmediato en las redes por medio de Instagram o de WhatsApp haciendo que se difundan viralmente, de forma que en instantes las estan viendo y reproduciendo a su vez, miles de destinatarios. Y el testimonio es unánime: todas muestran escenas de brutalidad policial contra todo tipo de ciudadan@s, muchas veces crueles y por lo general indiscriminadas. Ya no existe el secreto. El refugio de la represión lo dan hoy las declaraciones de los políticos que normalmente niegan la evidencia. Y, por si acaso, han provisto a los agentes de cámaras de fotos y vídeos pero luego no los cuelgan en las redes. Normal. ¿Qué van a grabar los policías? ¿Una manifa? ¿La gente corriendo, asustada? ¿El personal recibendo porrazos? En realidad quieren grabar los rostros para identificar luego a los manifestantes y multarlos. Nueva, muy nueva, forma de reprimir: por el bolsillo. Coincide además con las necesidades de las autoridades, cuyas cajas están vacías de lo mucho que han robado.
Ya no se protege especialmente a los trabajadores frente a los desmanes de los patronos. Con índices altísimos de paro, aquellos no tienen ninguna defensa en el mercado libre que es a donde los lleva un gobierno que tiende a verlos igual que los empresarios, esto es, como mercancías. Un gobierno para el cual el trabajo, la vivienda, la salud y la educación no son derechos de los ciudadanos sino, todo lo más, costes de oportunidad en la rentabilidad del mercado. ¿Salud? Quien pueda pagársela. ¿Educación? Quien pueda costeársela. ¿Vivienda? La que cada cual pueda permitirse. ¿Trabajo? Depende de por cuánto se esté dispuesto a trabajar. 
Con unos ajustes y recortes tan duros, tan injustos, desiguales y arbitrarios, está aumentando mucho la conflictividad social. La indignación se ha extendido de los indignados a capas muy amplias de la población, colectivos profesionales, sectores de servicios. Cunden las interpretaciones de clases: estamos en una lucha de clases. Solo que la clase trabajadora o subalterna está muy fragmentada mientras que la de los poseedores está muy unida, tiene el poder político y está dispuesta a valerse de él para aniquilar a los adversarios a los que considera enemigos. 
Lo que la avalancha de imágenes colgadas en las redes muestra es una sociedad en la que se da una suerte de guerrilla urbana de baja intensidad (a la que los ideólogos adversos ya están llamado kale borroka) contrapuesta a una acción represiva de la policía normalmente desmesurada que muy probablemente alimenta la respuesta violenta porque la provoca. Frente a la supuesta guerrilla permanente, el estado de excepción permanente. Que sea peligroso andar por la calle. ¿Qué tiene esto de nuevo?
La situación es muy tensa. La derecha suele responder a las críticas recordando que obtuvo mayoría absoluta y que su gobierno es absolutamente legítimo. Pero hay aquí una falacia: el PP obtuvo esa mayoría con un programa contrario al que ha aplicado. No distinto, no: contrario, opuesto. Ese partido ha hecho y está haciendo lo contrario de lo que dijo que haría y por lo cual lo votaron. Ha defraudado a los electores. Lo lógico y lo democrático es dimitir y convocar nuevas elecciones porque, para que esas medidas sean de verdad legítimas han de estar respaldadas por la mayoría. Ahora no lo están. ¿Qué tiene esto de nuevo en España?
(La imagen es una captura del twitter de Carlos Bardem (@carlosbardem) y representa una situación muy frecuente en Madrid en estos días: la agresión indiscriminada de la policía a tod@s l@s ciudadan@s que no sean el hombre del traje gris.

dijous, 12 de juliol del 2012

El verdadero discurso de Rubalcaba


Eso que ayer pudo verse por televisión, anunciado como discurso de Rubalcaba en el Parlamento, no fue tal, sino una falsificación. La tele emitió el discurso de un sosias de secretario general. El mismo que habló, sin duda, en el hemiciclo pero que no era él sino, eso, un doble, programado por el PP para hacer declaraciones conciliatorias y colaboradoras a tal extremo que el propio Rajoy agradeció públicamente la buena disposición de su otrora adversario. Y aquí es ya donde algunos empezaron a maliciarse que hubiera gato encerrado. Aquel no podía ser el verdadero Rubalcaba.
Y, en efecto, no lo era. El verdadero y genuino Rubalcaba estaba secuestrado en un remoto despacho del Parlamento. El hombre tenía su discurso, muy distinto del que recitó su menecmo ante sus complacidas señorías. No sé cómo, Palinuro se hizo con él, supongo que con la complicidad del autor, y helo aquí íntegro, como me lo entregó. Es el buen Rubalcaba, con una pieza anafórica de primer orden, parecida a la que llevó a Hollande al triunfo. Dice así:
  • Usted, señor Rajoy, dijo en la televisión ante millones de ciudadanos y yo mismo que no subiría los impuestos. Y los ha subido. Pero no de forma equitativa ni justa.
  • Usted, señor Rajoy, afirmó públicamente y varias veces que no tocaría las pensiones. Y las está reduciendo a la nada.
  • Usted, señor Rajoy, me aseguró también en público que no abarataría el despido. Y no lo ha abaratado; lo ha hecho casi gratis total.
  • Usted, señor Rajoy, dijo categóricamente que no bajaría el sueldo de los funcionarios como había hecho Zapatero. Y le ha dado un hachazo del 7%
  • Usted, señor Rajoy, prometió que no reduciría las prestaciones por desempleo. Y acaba de sisarles el 10% en el 7º mes. Y eso, dice usted, para que intensifiquen la búsqueda de trabajo. Si es así, elimine la prestación de cuajo.
  • Usted, señor Rajoy, dejó claro que recortaría de todas partes menos de sanidad y tiene usted un sistema nacional de salud en práctico estado de descomposición por los recortes.
  • Usted, señor Rajoy, declaró que recortaría de todas partes (como ha hecho) menos de educación (como no ha hecho). Y tiene usted el sistema educativo entero hecho unos zorros.
  • Usted, señor Rajoy, juró que no subiría el IVA e incluso se sumó a la desobediencia civil movida por Esperanza Aguirre en contra de la subida del IVA. Pero usted lo ha subido.
  • ¿Cómo quiere usted, señor Rajoy, inspirar confianza dentro o fuera de nuestras fronteras? Sin duda se la inspira al 1% de la población, la iglesia católica y las grandes fortunas a las que no toca un pelo. Al contrario, algo les caerá de la reducción de las cotizaciones sociales de las empresas
  • Pero mantenerse democráticamente en el poder solo con la confianza del 1% de la población debe de ser harto difícil.
(La imagen es una foto de Rubalcaba38, bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 11 de juliol del 2012

El mayordomo transmite las órdenes.

Después de haber mentido a mansalva para ganar las elecciones, diciendo que haría lo contrario de lo que ya entonces pensaba hacer y después de haber seguido mintiendo sobre las negociaciones con la UE, al extremo de sostener día tras día lo contrario de lo que decían los organismos europeos, hoy le ha tocado coronar el edificio de su monumental embuste, de su estafa a la gente que lo votó porque dijo que:
  • No subiría los impuestos.
  • No tocaría las pensiones.
  • No abarataría el despido.
  • No bajaría el sueldo de los funcionarios.
  • No reduciría las prestaciones por desempleo.
  • No recortaría la sanidad.
  • No recortaría la educación.
  • No subiría el IVA.
El bochorno, la vergüenza que se supone debiera pasar le dan igual porque, como ha demostrado suficientemente, el hombre carece de dignidad. Quería ser presidente a toda costa, aun mintiendo y engañando, para cumplir las órdenes de sus jefes, tanto los alemanes como los españoles. Y eso es lo que está haciendo. Lo demás: el pueblo, la representación, el mandato, los derechos, la democracia, todo eso son palabras con las que juega la derecha sin darles mayor importancia. De lo que se trata es de estar en el poder para que los ricos se enriquezcan y los pobres sepan de qué va la cosa. Y, si es necesario, se adorna la burla con una mentira más. Sin sonrojarse, Rajoy ha dicho a los funcionarios saqueados que recuperarán lo que hoy les roba en forma de no sé qué fondos de no sé qué allá por 2015. Probablemente lo habrá contado como chiste de sobremesa con Rouco y Rosell, sus dos fuentes de inspiración.
Hay quien pide un referéndum sobre el rescate que, por supuesto, enésima mentira, no es un rescate sino una especie de botín que hemos conquistado en Europa, pero no me parece suficiente. Cuando un gobierno hace lo contrario de lo que dijo que iba hacer debe dimitir y dar paso a otro o disolver las cámaras y convocar elecciones anticipadas. Frente a esta máquina de mentir, defraudar, engañar y expoliar a la gente, Rubalcaba ha demostrado una vez más que carece de recursos y de fuerza. El PSOE resuelve ese problema cuanto antes o tendrá un futuro al estilo PASOK: camino de la irrelevancia. Rubalcaba no vale, está demasiado distanciado de la calle y enviciado por veinte años de política parlamentaria. Hoy, la dignidad de la democracia y la justicia social ha estado representada por Cayo Lara en la tribuna del Congreso, a quien no escuchaba ninguno de los cantamañanas que componen el grupo parlamentario del gobierno y los mineros en la calle, a quienes en cambio escucha atentamente todo Madrid y toda España. Nunca ha estado más clara la contraposición entre la vacua política parlamentaria de engaños y burlas y la política auténtica y real de la calle. Ahora solo es preciso que esta sea eficaz frente a las gazmoñerías de la política institucional. Y una última consideración ¿cómo lo llevará Aguirre con el recuerdo de su insurrección civil contra la subida del IVA? Es obvio que esta mujer tiene tanta conciencia y dignidad como Rajoy pero algo quizá le haga entender el desprecio que la gente cabal le profesa. (La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Madrid fue una mina

Nadie se esperaba, aunque se venía barruntando hace dos o tres días, que Madrid se echara a la calle a confraternizar con los mineros. #nocheminera fue TT y sigue siéndolo. Ninguna televisión cubrió la jornada, pero las imágenes inundaron las redes sociales. En FB y en Twitter hay fotos impresionantes. El recibimiento se ha vivido en directo y en tiempo real en las redes. Es el tiempo de la ciberpolítica ¿Cuántos acompañaron y vitorearon a los mineros? Cientos de miles, sin duda. Con los bomberos por delante y los del 15-M, y los de DRY y los distintos partidos de izquierda y los sindicatos. Un acto de protesta del pueblo llano que, de pronto, se ha mirado y ha cobrado repentina conciencia de su fuerza. Esto no se puede parar con prohibiciones arbitrarias, como la de Cristina Cifuentes, oponiéndose al paso por La Moncloa ni con antidisturbios. Leí una buena reflexión en Twitter: si los antidisturbios cargan, que piensen que no tendrán paga de Navidad.
Se están creando condiciones subjetivas para que haya un movimiento que el gobierno no pueda ignorar. Las objetivas son patentes. Nadie se extraña y, en el fondo, todo el mundo suponía que algo así podía pasar, aunque no supiera en qué momento pues, cuando se hostiga sin cesar a la gente, al final esta se revuelve. Se invoca aquí un principio y un derecho sacrosanto: la legítima defensa frente a quien quiere aniquilarte a ti y a tu familia, tu región entera. La derecha carece de argumentos frente a esta insurrección masiva. Lo único que he leído en las redes es una pregunta retórica que pretende señalar un sinsentido pero consigue lo contrario. Uno decía: "Mineros en paro en Madrid, ¿por qué no periodistas en paro en Ponferrada?" Pues sí, ¿por qué no? Y otra ilustre periodista con antena alta en Telemadrid se preguntaba ¿qué pasaría si todos los subvencionados a quienes se retira las subvenciones hicieran como los mineros? Pues la mejor manera de averiguarlo es que lo hagan, efectivamente. A ver qué pasa. Teniendo en cuenta que no corremos riesgo de que haya toros por las calles porque las subvenciones a las corridas se mantienen.
Fue una noche emocionante que se instalará en la memoria colectiva como prueba de que la conciencia de clase no está muerta.
(La imagen es una foto de enriqeregueroalvarez@elmarquesdeleon, bajo licencia Creative Commons) que reta a los medios comerciales a publicar estas fotos.

Buscando la salida

Uno de los rasgos de las épocas convulsas o turbulentas es la proliferación de escritos de agitación, de polémica y debate directo, panfletos, opúsculos, manifiestos, muchos redactados a vuelapluma, al calor de los acontecimientos, otros más reposados, defendiendo puntos de vista muchas veces antagónicos. Son el reflejo escrito de las polémicas, las controversias, quizá los sobresaltos y las revoluciones que están teniendo lugar en las calles y a los cuales, algunos de ellos, también contribuyen por constituirse en proclamas, orientaciones para la acción; un anhelo que esta literatura comparte pero rara vez consigue. Casos como el escrito del Abate Siéyès, ¿Qué es el Tercer Estado? son excepcionales. Según parece, en los veinte años de la revolución inglesa del siglo XVII, que van desde la disolución real del "Parlamento corto" en 1640 hasta la restauración monárquica de 1660, se editaron más de veinte mil títulos de panfletos y manifiestos dando vueltas a los temas del momento: el derecho divino de los reyes, la supremacía del Parlamento, la iglesia de Inglaterra, los derechos individuales, las prerrogativas regias, la hacienda pública, el ejército permanente, el deber de obediencia/desobediencia, etc, etc. Algo parecido está pasando en España aunque en mucha menor medida pero no porque las aportaciones sean más escasas sino porque hay muchos medios para articularlas y el libro, el panfleto, el manifiesto solo es uno de ellos cuando antaño era el único. Es un poco tardía pues la avalancha ha llegado a raíz del ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel, pero es como si el término hubiera resultado un conjuro. Hay ahora bastantes libros sobre los indignados y la indignación. Este mismo de Alberto Garzón ((2012) Esto tiene arreglo. Un economista indignado en el Congreso. Barcelona: Destino, 107 pp.) lo incorpora en el subtítulo.
Es el segundo texto que leo de Garzón pues antes había leído el libro sobre la crisis que publicó conjuntamente con Juan Torres López, su maestro, y Vicenç Navarro. También lo sigo bastante en Twitter, en donde tiene una presencia permanente. Aunque no lo conozco personalmente ya me suena muy familiar, casi como de casa. El libro está hecho, según él mismo avisa, a base de entradas de su blog Pijus Economicus porque, además de tuitero, el autor es un animoso bloguero, un ejemplo de ciberpolítico porque es diputado en el Congreso por Málaga. Este origen presta a la obra dos caracteres típicos de la blogosfera: es muy rápida, muy directa, muy clara, pero escasamente estructurada. El autor trata de darle una cohesión interna que no tiene, porque la única que podría darse es la que no se formula, aunque se mantiene latente en toda la obra: la visión marxista clásica y la propuesta de la socialización completa de los medios de producción. Sin duda se hace referencia a que existe una teoría económica marxista (de hecho es una de las tres corrientes que señala, la clásica, la keynesiana y la marxista), pero en ningún momento se afirma que sea la correcta o más acertada. 
Igualmente, al abordar la cuestión de cómo conseguiremos llegar a donde queremos ir, distingue tres posibilidades en la relación del Estado y el mercado que es la médula misma de la economía política y la política económica: el socialismo estatal, la socialdemocracria estatal y la economía social (pp. 84-86). Reconoce que la segunda cuenta con mayoría pero, si no he leído del todo mal, en cuanto a la primera, el socialismo estatal insinúa que, merced sobre todo a las nuevas tecnologías quizá podría ensayarse de nuevo. No me lo parece en absoluto; pero esta es quizá la nota más peculiar del libro, que está escrito desde una perspectiva no explícita. Hay dos modelos fracasados, el neoliberal (que provoca la crisis) y el socialdemócrata (que no puede contrarrestarla), pero no se formula claramente la tercera y solo se juega con ella como una hipótesis utópica.
El resto de la obra tiene momentos muy acertados y resulta premonitorio en otros. A veces es un poco prolija en lo pedagógico, como cuando se lanza a explicar la crisis de la deuda; pero eso probablemente sea de agradecer para un público lector más amplio. Coincido especialmente con esa idea de que lo que buscan las "soluciones" neoliberales de la crisis es la chinarización de España (p. 75). Efectivamente es como si la Unión Europea estuviera dibujando una nueva división internacional del trabajo, de forma que España debe ser país de servicios y de exportaciones baratas competitivas con las chinas.
El propósito final del autor de superar el capitalismo suena bien, hasta razonable, pero no se atisba cómo, ni el libro, a pesar de su título, propone algo específico. Se evidencia al final un intento de recomposición de un sujeto, una base social que, me da la impresión, el autor localiza en la clase, aunque admite que haya  quienes la residencien en la multitud o en la muchedumbre. En todo caso aquí no sobra nadie, hay que hacer una amalgama de todos los recursos, los sindicatos, los partidos, el 15-M. Sobre la compatibilidad entre los partidos y el 15-M queda algo por debatir pero no es el momento ahora. El hecho es que Garzón termina su alegato reconociendo la importancia de los factores de formación y comunicación (la hegemonía está ahí) y singularizando especialmente la función decisiva de la red. Así es. La revolución será digital o no será.

dimarts, 10 de juliol del 2012

El becario y su sombra.

La pregunta, que hacía Palinuro días atrás, sigue siendo pertinente: ¿quién gobierna aquí? ¿Rajoy? ¿Aznar? ¿Los dos? ¿Ninguno de los dos? Claro va quedando ya que es la cuarta opción: ninguno de los dos. Aznar lleva una temporada en silencio. Se agradece no verse obligado a aguantar sus agrias monsergas y su mala uva. Pero no parece haber aflojado el control que tanto él, como su señora, la alcaldesa de las peras y las manzanas, ejercen sobre su pupilo, este hombre huidizo, de confusa dicción, escaso apego a la verdad de las cosas y el valor de la propia palabra. Es decir, ninguno de los dos gobierna España pero los Aznar gobiernan a Rajoy.
Tras la reunión del Ecofin ya está claro como la luz del día que el rescate bancario trae todo tipo de condiciones gravosas y que, por lo tanto, Rajoy ha vuelto a quedar como un mentiroso, pero eso es tan habitual que ya no parece sorprender a nadie, ni, desde luego, atribular al interesado que, después de reducir el naufragio más contaminante de la historia de España a unos hilillos no se alterará por nada.
La UE, es decir, la troika, es decir, Alemania, vigilará de cerca que España cumpla las condiciones impuestas. Para ello ha desplazado a ese pintoresco convidado de Piedra de Guindos, transfiriendo sus competencias al Banco de España y ha puesto al Banco de España bajo tutela europea. Es decir, a estas alturas, con estos bravos patriotas perejileros en el puente de mando de la Gran nación rajoyana, España es tan independiente como San Pedro y Miguelón. Es más, si de verdad quiere el gobierno -o lo que de él quede- ahorrar y adelgazar la administración, lo que tiene que hacer es suprimir todos los ministerios y dejar únicamente el de Interior y el de Defensa, que son los imprescindibles: el de Interior para sofocar y reprimir las protestas que van adquiriendo más y más importancia y el de defensa para meter el ejército -vieja afición de la derecha- si el de Interior no da abasto.
Uno de los deportes preferidos del viejo humor negro español consiste en elaborar las listas de todas las mentiras de Rajoy. Sería más breve hacer las de las verdades. Tan breve que no habría juego porque no consta ya ninguna. Tras haber hecho todo lo que dijo que no haría y dejado de hacer lo que aseguró que haría, solo quedaba subir el IVA de los chuches y a la vuelta del viernes está en otra de esas peripecias estilo Rajoy que, como todo lo suyo, desembocará en algún tipo de lamentable ridículo pues pretende cargar sobre las espaldas del Rey el incremento del IVA en una jugada que debe de parecerle muy refinada y no es más que una de esas maniobras de juego sucio estilo Fátima Báñez.
Hay quien pide elecciones anticipadas a la vista no ya del fracaso del gobierno de Rajoy sino de su carácter fraudulento. No me parece un acierto porque no hay a quien elegir ya que la única opción abierta de momento es entre el fracaso de estos irresponsables o el fracaso del gobierno anterior, probablemente debido a un exceso de responsabilidad. Lo sensato es que la oposición se reconstituya como tal, que aproveche este tiempo para redactar un programa socialdemócrata de salida de la crisis y recomposición del Estado del bienestar, sacando partido del hecho de que la crisis/estafa que padecemos ha radicalizado a mucha gente. Si es capaz. Si no, también habrá relevo en el seno de la izquierda.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

En Flandes se ha puesto el sol.

Todas las noticias de la guerra de Flandes son desastrosas. Cuando las tropas protestantes no toman una de nuestras ciudades, proceden a demoler un baluarte u hostigan nuestras líneas de comercio o nos dejan un Tercio perniquebrado. Día a día la resignada población se desayuna con noticias más amenazadoras. ¿Cómo que no habrá condiciones al préstamo, según sigue diciendo, impertérrito, Rajoy? Claro que las habrá. No han sido aún y ya se han endurecido.
Para hacer frente a tanta desgracia, el Reino acude a crecientes exacciones de los más débiles, los más desamparados, los jubilados, los parados, los que van a serlo, los funcionarios, a los que se alarga su jornada laboral, los inmigrantes que ya son casi una comunidad invisible, los dependientes. Todo antes que tocar las grandes fortunas, las grandes empresas o modificar su régimen fiscal. De forma que, al igual que en tiempos del ancien régime, aquí el único que paga impuestos es el estado llano ya que el clero está exento (y, además, financiado) mientras que la nobleza se escaquea legal o ilegalmente en la seguridad de que, si lo hace ilegalmente, se la amnistía .
 Por último, aparece el temido IVA, ese que jamás se subiría porque hacerlo era un sablazo a los ciudadanos. Y uno se queda pensando cuánto puede resistir una población a la que se merman los exiguos ingresos, se obliga a nuevos gastos y se fríe a impuestos. Y todo esto con un gobierno que dice una cosa pero hace otra; la que le mandan.
(La imagen es una foto de (no consta), bajo licencia GNU Free Documentation).

Bajo la lupa.

Los siete años y medio de gobierno de Rodríguez Zapatero, sus dos legislaturas, han sido trepidantes, repletas de acontecimientos, de crisis, de confrontaciones, crispaciones y sobresaltos. La primera legislatura enfrentó a un gobierno a la ofensiva reformista con una calle literalmente tomada por la derecha de la derecha de la derecha. La segunda, un gobierno ahora a la defensiva pero también reformista con una calle tomada por la izquierda de la izquierda de la izquierda. ¿Qué había pasado? Que los tiempos habían cambiado radicalmente y, llegado el momento de la decisión suprema, teniendo que optar entre perserverar en las políticas de izquierda, de expansión tímidamente keynesiana o girar 180º y abrazar las de la derecha, Zapatero eligió lo segundo. ¿Por qué?
Según pasen los años habrá más y más estudios sobre este periodo porque la respuesta a esa pregunta quizá encierre la clave del retroceso de la izquierda. En realidad, es lo que dice el autor de este libro (Ignacio Sánchez-Cuenca (2012) Años de cambios, años de crisis. Ocho años de gobiernos socialistas, 2004-2011. Madrid: La Catarata/Fundación Altenativas. 108 pp.) en un artículo de El País de 8 de abril de 2012, titulado Un problema de impotencia, cuya tesis viene a ser que el problema de la socialdemocracia es que, cuando tiene el poder, no acierta a poner en práctica sus ideas. Es posible. Conviene empezar por saber cuáles sean esas ideas y quizá quepa concluir que, siendo las ideas practicables, a lo mejor el problema es que se está en el poder pero no se tiene el poder, que es también una explicación frecuente del fenómeno aunque no necesariamente cierta. También cabe pensar que los dirigentes de la izquierda suelen ser de izquierda hasta cierto punto tanto cronológico como intelectual. Una experiencia frecuente en la vida cotidiana a la vista de la cantidad de gente que pasa de la izquierda a la derecha.
En todo caso interesa leer análisis sobre el periodo, sobre todo si son de autores que hablan con autoridad, como es el caso de Sánchez-Cuenca. Esta virtud le viene de su larga dedicación al asunto. Tiene otro libro colectivo compilado con Anna Bosco y publicado simultáneamente en Italia y aquí, titulado La España de Zapatero. Años de cambios, 2004-2008 (Fundación Pablo Iglesias), alguno de sus libros anteriores, aun siendo más teóricos, apuntan en la misma dirección del desarrollo de una teoría política socialdemócrata. Por último colabora con la Fundación Alternativas y en la redacción de su informe anual sobre la calidad de la democracia en España. Así que si alguien puede hablar con autoridad sobre los gobiernos de Zapatero, es Sánchez-Cuenca.
Y quizá lo haga con demasiada. Hay una excesiva cercanía entre el autor y su objeto de estudio, una implicación personal que todo estudioso de ciencias sociales sabe que está llena de peligros. Quizá no sea yo el más adecuado para señalarlo pues coincido en bastantes puntos con el análisis de Sánchez-Cuenca. Pero no en todos. Y en esas discoincidencias es en donde puede estar el interés de una confrontación de opiniones.
Sin duda el libro de S-C está lleno de datos y hechos verificables, a veces con profusión. Hay cuadros que llegan a hacerse pesados a fuerza de meticulosos. Pero son méritos, desde luego. Que quedarían realzados si el autor abordara un terreno más explicativo que descriptivo. Por ejemplo, en el primer capítulo, que relata el proyecto de ZP en términos teóricos a cuenta de su republicanismo, superador de la "Terceraª Vía" a través de la casi homófona "Nueva Vía", no hay mención al momento en que nuestro héroe hace una manifestación de un profundo calado teórico que provoca un terremoto. Preguntado por el problema nacional catalán, responde Zapatero que la nación "es un concepto discutido y discutible", como ha pensado siempre cierto sector de la izquierda que se piensa cosmopolita. Y aquí salta la derecha, hacen erupción los fuegos del averno y se acusa a Zapatero de traicionar a la Patria. El concepto de nación (española) es indiscutible. Es el comienzo del fin de la izquierda que no se atreve a defender su opinión sobre la relatividad de la nación porque, si lo hiciera, se escindiría y quedaría aniquilada en unas elecciones. Aceptado esto, se explican bastantes cosas de lo sucedido después.
El capítulo sobre los gobiernos de Zapatero es apabullante: ministr@ por ministr@ y ministerio por ministerio. Viene a concluir que la política de organización ministerial del PSOE fue algo caótica, sobre todo en cuestiones de educación, cultura, materias sociales, etc. Dudo de que eso sea peculiar de los gobiernos de Zapatero o de todos. No sé si hay más de uno o dos ministros de Educación en los últimos 50 años que no haya reformado por ley el conjunto de la enseñanza. El de ahora está en ello. Lo que más me gustó fue la creación del ministerio de la Igualdad que puso a los machistas del Reino a cien por hora y lo que más me entristeció fue que lo degradaran y lo "desaparecieran" en la segunda legislatura fruto, en mi opinión, del choque de Zapatero con el principio de la realidad, personalizada en la iglesia. Ahí S-C entra a saco. Luego de analizar con todo detalle el grado de cumplimiento de los dos programas de 2004 y 2008, levanta acta de los incumplimientos más clamorosos pero no me parece que indague con interés en las razones. No es lo mismo dejar sin regular el consejo de EFE que meter en un cajón el plan de separación de la iglesia y el Estado y la ley de laicidad.
La segunda legislatura fue un caos. La primera parte, de lucha contra una crisis declarada inexistente con unos instrumentos que después se juzgarían totalmente equivocados y la segunda, con un giro de 180º en la Noche de Walpurgis en que Zapatero regresó de Bruselas convertido en otro y, habiendo decidido sacrificarse para salvar a la Patria, como un nuevo Marco Murcio, ("me cueste lo que me cueste" se lo oyó decir en hora trágica), se lanzó a la sima del neoliberalismo. Pero a diferencia de lo sucedido con Marco Murcio, la sima no se cerró y aquí seguimos nosotros, asomados a ella, reforma tras reforma, recorte tras recorte.
En fin, está muy bien el libro de S-C; se lee con provecho y agrado y sin poder evitar un sentimiento de nostalgia cuando el autor concluye diciendo que si la izquierda socialdemócrata aspira a algo tiene que resolver "la cuestión de cómo las instituciones políticas pueden cambiar las relaciones de poder económico existentes. Este parece un reto inexcusable para el futuro." Sí, el reto de la revolución.