En España cunde hoy la indignación. Por doquiera. En todo momento. En privado y en público. Hay un ambiente casi eléctrico. Viene este de una experiencia inmediata que ha superado todos los límites de la paciencia.
Son hasta la fecha siete meses de un gobierno de una incompetencia mayúscula: ha hecho lo contrario de lo que prometió en las elecciones. No ha dado explicaciones. Ha ignorado el parlamento y ha gobernado por decreto-ley. Ha tomado medidas de neto corte ideológico también por decreto. No ha dejado de mentir desde el primer momento. Se ha postrado ante los poderes exteriores y ha seguido mintiendo en España al asegurar que el rescate no es un rescate sino una línea de crédito muy ventajosa que no tenía condiciones macroeconómicas cuando las tiene.
Con esa ejecutoria a la espalda, Rajoy anuncia en el Parlamento y el consejo de ministros perpetra de inmediato el mayor asalto al sistema de derechos del Estado del bienestar, incluso al mismo Estado de derecho. Ante los recortes más extremos sufridos por las clases populares en la democracia hubo primero cierta sensación de estupor pero luego estalló la indignación. Las redes, Facebook y Twitter, las que sigue Palinuro, así como Menéame, crepitaban con fuego graneado. El "¡que se jodan!" fue trending topic y por ahí andará, cosechando triunfos.
Así está el ambiente caldeado y bastará una chispa del tipo que sea (otro "¡que se jodan!" por ejemplo) para que se arme un lío. Y chispas está habiendo muchas. La marcha minera lo fue evidentemente y prendió un pequeño incendio por las calles de Madrid al día siguiente. El 15-M se hizo presente, los funcionarios se pusieron en marcha de modo espontáneo y parece que ahora pretenden acampar delante del Congreso. Junto a los mineros han aparecido también los bomberos, solidarizándose como corporación. Ha habido algunos choques violentos y en todos es demostrable, gracias a las redes, que la actuación de los antidisturbios ha sido desmesurada y brutal.
A pesar de todo, a medida que van sabiéndose las características concretas de los recortes, el movimiento espontáneo de resistencia a este expolio del gobierno va cobrando mayor legitimidad. La red está llena de noticias acerca de cómo diversos cuerpos de seguridad simpatizan con el proceso y el modo pacífico en que se lleva a cabo. Pueden ser rumores sin fundamento pero también con fundamento. Creo haber leído una declaración de la policía municipal de Madrid simpatizando con el movimiento. En algún momento, con los manifestantes había policías de paisano también protestando frente a sus compañeros los antidisturbios. Y, por último, lo que me quedaba por ver, una Asociación Unificada de Militares Españoles, AUME emite un comunicado en el que hace causa común con los funcionarios y comparte la indignación general por el trato recibido del gobierno.
Si lo miramos desde el punto de vista del marxismo estructural, resulta que el Estado ya no puede confiar ciegamente en sus aparatos represivos. Por este motivo, tiene que echar mano de los ideológicos. Pero estos están hechos unos zorros: la hegemonía del pensamiento neoliberal ha causado la mayor crisis del capitalismo desde la del 29 y, exceptuados los neolibs más recalcitrantes, todo el mundo coincide en establecer una relación de causalidad entre el neoliberalismo y la crisis
De ahí que la acción del Gobierno y su partido haya sido fulminante en dirección a los medios de comunicación. No han perdido ni un minuto en poner los públicos a su servicio cambiando para ello la ley y haciendo unos nombramientos perfectamente sectarios. Según mis noticias -pues no veo la tele- Somoano ha conseguido convertir ya la TV1 en un remedo de Telemadrid.
La cuestión es si en la época de internet el control absoluto y sin contemplaciones de los medios tradicionales tiene la misma eficacia que antes. La televisión censurará muchas imágenes y la radio muchas expresiones habladas, pero los particulares las colgarán en las redes, estarán en You Tube y todo el mundo podrá verlas y oírlas. Internet es el arma de la ciudadanía frente a un poder que quiere ser totalitario. Es la ciberpolítica.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).