divendres, 13 de juliol del 2012

Algo más que un error de cálculo.

Con esta entrada me voy a ganar más enemigos de los que ya tengo. Pero abrigo la esperanza de que los lectores posean espíritu crítico, sentido de la independencia intelectual e integridad moral para valorar una actitud no dictada por conveniencias ni intereses personales. No tengo deuda ni compromiso con partido o grupo algunos y hablo desde la más escrupulosa libertad. Me interesan mi país y sus gentes y también Europa y muchas otras cosas y no especialmente si tal o cual partido, grupo o corriente triunfa, gobierna, manda. Habrá quien lo sepa y lo crea y habrá quien no. Libres son.
Vamos allá. A estas alturas está ya bien claro que el gobierno es un grupo de franquistas, nacionalcatólicos de extrema derecha con resabios de fascismo, dirigido por alguien que, además de todo eso es un peón de la familia Aznar, un incompetente y un cantamañanas del que todo el mundo se ríe en Europa. Pero ya ha hecho un daño incalculable al país en su conjunto y a los sectores más débiles y desamparados en concreto, tanto en lo material como en lo espiritual. Lo ha puesto todo al servicio de los curas y ha entrado a saco en la enseñanza prácticamente impidiendo que accedan a ella las clases subalternas y la que se dé, que sea integrista, reaccionaria, ultramontana. Ha subido lo impuestos, recortado los sueldos de los funcionarios, las pensiones, el seguro de desempleo. Ha dejado sin derechos a los trabajadores, sin becas a los estudiantes, sin ayudas a los dependientes, sin medicamentos a los pobres, sin asistencia sanitaria a los jóvenes y parados. Mientras que no ha tocado los privilegios de la iglesia o las grandes fortunas o las grandes empresas. Ha copado los medios públicos de comunicación, echando a los periodistas independientes y nombrado sicarios, comisarios políticos a sueldo. Apesebrados. Para ello ha derogado la Ley socialista que obligaba a consensuar el nombre del presidente de RTVE, a fin de garantizarse que lo fuera un esbirro suficientemente fiel.
Ha sido una agresión del capital contra los obreros y las clases subalternas como no se ha producido otra en nuestro país. El triunfo del capitalismo más descarnado, el aumento de la explotación, la miseria de los de abajo que condena a una, quizá dos generaciones, a vivir peor que sus padres. La implantación de la censura y la propaganda en los medios, del nacionalcatolicismo en la enseñanza con los chavales en manos de los curas, cosa que Palinuro aconseja evitar para mitigar el peligro de la pederastia.
Siendo esto así, qué pensar hoy de aquella consigna de PSOE y PP la misma mierda es. Hoy es ya patente que es falsa. Sin duda Zapatero fue un desastre y su gobierno, especialmente en su segunda legislatura, otro peor; se echó en brazos del neoliberalismo y tiró por la borda los principios socialdemócratas, abrazando los neoliberales. Y Rubalcaba lo ha hecho bueno. Es un desastre aun peor que Zapatero y tan rendido al neoliberalismo como él.
Así y todo, no son ni serán jamás lo mismo. Las personas cuentan, y las ideas y las tradiciones. Rubalcaba será lo que queramos pero es mil veces mejor, más listo y más demócrata, más sincero y más honrado que Rajoy. Solo un imbécil redomado -o un granuja, que viene a ser lo mismo- puede sostener que Fran Llorente es lo mismo que González Echenique o que Juan Ramón Lucas es lo mismo que el fascista de El Gato al agua. Como no es lo mismo Gabilondo que Wert, Caamaño que Gallardón, incluso Montoro que Salgado. Ni muchísimo menos. Como no era lo mismo la España de Zapatero, con todas sus traiciones e injusticias que este lugar repugnante en donde la policía te forra a hostias como no le guste tu pinta.
¿Lo mismo? ¡Ni locos! Entonces, ¿por qué se dijo, se repitió, se reiteró, se machacó (con el silencio cómplice del PP, que veía bien cómo así se minaba el voto socialdemócrata) sin descanso? Sin duda habrá habido mucha gente con escasas luces a quienes esta simplificación, como todas las simplificaciones, habrá cautivado. Pero muchos de quienes lo sostenían (y siguen sosteniéndolo) sabían que era falso. ¿Por qué lo decían entonces? Por dos razones en lo esencial: en primer lugar porque les salía personalmente (casi) gratis. Exceptuada alguna que otra medida, el conjunto del ataque del capital al trabajo no lo pagarían ellos sino eso, los trabajadores a los que estos pícaros engañaban.
En segundo lugar porque esperaban (y esperan) obtener una rentabilidad política superior a base de conseguir que se hunda el PSOE para ponerse ellos en su lugar. El viejo sueño del sorpasso anguitiano que llevó al primer triunfo del PP en tiempos de Aznar y que ha vuelto a llevar al triunfo de una derecha que, si tuviera que enfrentarse con una izquierda hábil, inteligente, abierta y unida jamás ganaría las elecciones. Esta actitud es obviamente una inmoralidad, igual que la de Montoro cuando dijo que cayera España, que ya la levantaría el PP. El mismo cálculo canalla que pretender que se hunda el PSOE para ocupar su lugar, aun sabiendo que eso no sucederá probablemente nunca y menos de un mes para otro, mientras las gentes normales las pasan canutas, los jóvenes no tienen futuro y están explotados. Los niños no tienen guarderías, se persigue a los inmigrantes, se niegan los derechos de los trabajadores, las mujeres, las embarazadas, los homosexuales. ¿Lo mismo? Ya está bien de demagogia.
Esa es la tremenda responsabilidad de IU, cuyo mejor ejemplo puede verse en Extremadura en donde la izquierda transformadora está transformando de nuevo la región en un cortijo de señoritos. Es obvio que ese cálculo absurdo de Izquierda Unida es responsable de la mitad de esta catástrofe de que un país mayoritariamente de izquierda esté gobernado por una derecha cavernícola. Pero la otra mitad corresponde al PSOE. Gobernar es elegir y el PSOE ha elegido demasiadas veces pactar con la derecha en lugar de con la izquierda y, todavía hoy, Rubalcaba jamás se dirige a IU sino que todo su afán es tratar de que los neofranquistas firmen un "pacto de Estado" con él porque, obviamente, se siente más cercano a Rajoy que a Cayo Lara.
Con este desastre mutuo, con este abandono de los dirigentes de su obligación principal que no es quedar por encima sino proteger a la mayoría de la gente de la agresión del capital y la derecha neofranquista, no es de extrañar que el país se encuentre en la situación de postración en que está, sometido a una dictadura de la derecha cada vez más clara, más provocadora, más injusta.
Los dos, PSOE e IU han conocido momentos distintos que demuestran que, si fueran capaces de entenderse sin apuñalarse, tendrían el país en sus manos: el tripartito catalán y el gobierno andaluz de coalición. Por razones que me parecen evidentes prefiero el gobierno andaluz al tripartito catalán, espero que resista y triunfe, sirva de ejemplo a escala nacional y permita devolver a España un gobierno de izquierda que ponga remedio a las lacerantes injusticias y la barbarie de este gobierno de servidores del capital y la Gürtel.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).