Abochornados andamos todos un poco estos días con la escasa caballerosidad que han mostrado las muchachadas universitarias con las tres mujeres, María San Gil, Dolors Nadal y Rosa Díez, que fueron a dar unas conferencias en sendas universidades, una gallega, otra barcelonesa y otra madrileña. Las Universidades deben ser recintos donde se respete la libertad de expresión, especialmente de los discrepantes. Bien es cierto que dos de las tres señoras agraviadas estaban no hace mucho haciendo el energúmeno y agrediendo verbalmente a lo bestia al entonces presidente del PNV, Josu Jon Imaz, como se ve en la foto que saco del blog Sare Antifaxista. Las acompañaba, gozosa, como se ve, otra energúmena, la señora Gotzone Mora, con el rostro tan descompuesto por el odio y la ira como los de las otras dos. No obstante, la grandeza de la democracia consiste en garantizar trato respetuoso incluso a consumadas agresoras como estas tres señoras. Pero conviene no olvidarlo, sobre todo para que se vea en quién pensaba el señor Rajoy cuando advertía que "quien echa leña al fuego..."; está claro: en los suyos y hasta en él mismo, como se verá más abajo.
No haya duda de que este bloguero condena sin paliativos las broncas y agresiones a estas tres ilustres señoras. Pero, a continuación, pide que se condenen otras agresiones, v.gr., las que realizan las mismas señoras, y no sólo cuando vociferan como arrabaleras al paso de una digna persona como el señor Imaz, sino cada vez que hablan agrediendo a sus adversarios políticos. Porque las declaraciones de la señora San Gil culpando al PSOE y al Gobierno de lo que le pasó en a ella en Galicia son una agresión, además de una mentira como un piano. Y agresiones son las que perpetra la señora Díez cada vez que abre la boca para acusar al Gobierno poco menos que de besarse con los asesinos etarras. Y agresiones que se emiten por cadenas de televisión, como Telemadrid, el órgano de agitprop del PP en donde la vociferante señora Díez tiene tiene casi un lugar en propiedad para largar contra el Gobierno del que fue su partido.
La agresión permanente, constante, sin tregua ni tasa, es el estilo de la derecha española. Cada vez que sus dirigentes hablan atacan al Gobierno, a los artistas, a los votantes del PSOE y a cuantos cuestionan sus planteamientos. Y no solo atacan sino que, típico retruécano, acusan a los agredidos de agresores, igual que los etarras y sus compinches acusan a las víctimas de imaginarios crímenes. Cada vez que el señor Rajoy, cuya retórica es tan variada como la de un batán, dice que el Gobierno acusa de todo por sistema al PP, está volviendo el calcetín del revés. Véase si no: según el señor Rajoy el Gobierno es culpable de la negociación con ETA y de que ETA haya roto la negociación, de la inmigración ilegal, de la crispación de la vida política producida por las broncas parlamentarias de sus acémilas señorías, de la crisis económica, la nacional y la mundial, de que los estatutos se reformen, de que no se reformen, de que los curas salgan a la calle a meterse con el Gobierno, de que lo haga el infumable señor Alcaraz, del cambio climático y de la peste negra en la Edad Media.
Alguien ha dicho al señor Rajoy que la mejor defensa es un buen ataque y ataca, venga o no a cuento, sea o no verosímil la acusación. Ya llegará luego el señor Ramírez a vestir el muñeco.
Por cierto, digresión: tengo entendido que El Mundo guarda un par de sensacionales revelaciones, de esas que se inventa y que piensa usar como torpedos en la línea de flotación del PSOE cuando falte un par de días para el nueve de marzo. Conviene que los sociatas estén preparados para responder a lo que, sin duda, será una de las consabidas insidias del órgano del amarillismo nacional.
El caso es que los socialistas, gente más moderada y mucho menos agresiva, no solamente no responden sino que gastan su tiempo en defenderse de tan absurdas acusaciones y no ponen la otra mejilla de milagro. Y así no van a parte alguna porque son los del PP, con su actitud abroncadora, quienes determinan el terreno de juego. Por eso es tan de felicitarse que el PSOE empiece ya a responder a los energúmenos como merecen y sin perder su actitud de tolerancia y respeto. Así, si el señor Astarloa pide la dimisión del ministro del Interior a cuenta de la negociación con ETA, el PSOE hace muy bien en responder pidiendo la dimisión de los tres genios incapaces de impedir que unos terroristas musulmanes asesinaran a casi doscientas personas e hirieran a dos mil y, a continuación, trataron de colocar a cuarenta millones de españoles la patraña de que había sido ETA. Son esos tres embusteros, vergüenza de nuestro país, quienes tendrían que abandonar la vida política. Si eso sucediera la agresividad ambiente descendería mucho.