¿Cuánto puede costar un ático de doscientos veinte metros cuadrados en el centro de Madrid a los precios de hoy? Entre dos y tres millones de euros. ¿Y de alquiler? Pues de seis a nueve mil euros mensuales. Ya me parece mal que los ministros ocupen viviendas tan lujosas a costa del erario público en un país donde un porcentaje muy elevado de la población vive ahogado por las hipotecas de su casa y muchos de los que no tienen hipotecas es porque aún no han conseguido emanciparse y siguen en casa de sus padres. Me parece muy mal y peor en un Gobierno de izquierda, socialdemócrata. Porque si a los seis o siete mil euros de sueldo que cobrará un ministro al mes se añaden los nueve mil del alquiler, nos encontramos con un sueldo real de quince mil euros mensuales, sin contar otras bicocas. Una afrenta para los mileuristas y los que no llegan ni a mileuristas.
Si a lo anterior sumamos unas reformas por valor de 250.000 euros, esto es, el precio de un miserable pisito de setenta metros cuadrados en el extrarradio de Madrid, por el que muchas familias están entrampadas hasta las cejas, el asunto ya no sólo me parece mal, sino de juzgado de guardia.
No digo que los gobernantes de izquierda hayan de vivir con una austeridad herreriana (aunque no estaría mal que lo hicieran, para dar ejemplo), que hayan de ser todos sobrios y estrictos como Robespierres. Pero de ahí a regodearse en el boato y el dispendio de los caudales públicos cual si esto fuera la corte de Felipe IV, media un abismo. Estos comportamientos, propios de sátrapas, revelan falta de sensibilidad hacia las condiciones ordinarias de la población.
Quiero creer que en este caso se ha puesto en marcha un protocolo administrativo automático del que el señor Fernández Bermejo no sabía nada; quiero creer que nadie consultó con el señor Fernández Bermejo ese presupuesto de 250.000 euros, lo cual permitirá destituir de inmediato a quien haya tomado la decisión; quiero creer que el señor Fernández Bermejo saldrá hoy a dar cumplidas explicaciones de este asunto. De no ser así, corregiré mi juicio sobre el señor Ministro. Lo tenía por un hombre de izquierda, alegre e ingenioso. Pero va a resultar que es una repetición de aquellos majaderos que rodearon un tiempo a Felipe González, conocidos como la "gente guapa".
Porque no hace falta ser muy retorcido para preguntarse cómo quedan las raquíticas ayudas de doscientos, trescientos, quinientos euros que el Gobierno va dando por ahí a los jóvenes, las madres, las gentes con dificultades a la vista de las astronómicas cifras que estos generosos gobernantes se asignan a sí mismos para sus gastos y caprichos.
Que no es de recibo criticar los despilfarros de la derecha en el gobierno para hacerlos después iguales o peores.
(La imagen es una foto de Juan Pellicer bajo una licencia de Creative Commons).