dimarts, 16 de juny del 2009

Eso de la corrupción.

La crisis es culpable de muchas cosas. Entre otras, de las gansadas de los políticos porque pesa mucho sobre las facultades mentales de estos. Dijo ayer el señor Rajoy en solemne declaración con los medios de comunicación para allí citados, dijo: "Defendemos a los militantes del PP, inocentes hasta que se pruebe lo contrario. Si se demuestra que alguien ha hecho cosas no aceptables, actuaremos en consecuencia". ¿Hace falta decir eso? ¿Existe la posibilidad de que no actúen "en consecuencia" si alguien hace algo "no aceptable"? De verdad...

(La imagen es una foto de Contando estrelas, bajo licencia de Creative commons

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Patrullas fascistas en Italia.

Hay una correspondencia entre las ideologías políticas y determinadas formas de ser. En el caso de los fascismos es especialmente evidente. Los fascistas suelen ser gentes autoritarias, paternalistas, machistas, patrióticas, con cierta proclividad al empleo de la violencia (incluso a su culto) a la que gustan recurrir para abortar cualquier tipo de debate porque consideran que la democracia es un régimen corrupto, en manos de demagogos, ladrones y "pervertidos" concepto frecuente en su discurso aunque no necesariamente claro. Les atraen las formas de organización militaristas y tienen una especie de fascinación infantil por los símbolos, cuanto más estrafalarios y tremebundos, mejor. El ejemplo típico son las calaveras de las SS alemanas. En buena medida estos rasgos dibujan también a las gentes de ideología comunista, con alguna variante que no hace ahora al caso porque de lo que se trata es del autoritarismo fascista y no es nada seguro que quienes se llaman a sí mismos "comunistas" hoy tengan muchos elementos en común con el comunismo de la Tercera Internacional y el reinado omnímodo del estalinismo.

Hay que ver con qué rapidez han saltado los fachas italianos a ofrecerse voluntarios para la formación de las nuevas brigadas ciudadanas para ayudar a la policía ordinaria a guardar el orden en los tres ámbitos en que parece necesitar ayuda: la inmigración, la mafia y la llamada "seguridad urbana" que es un concepto 'omnibus' que puede significar cualquier cosa: desde quitar de la calle a los gitanos hasta suprimir las macofiestas de los chavales. Cada cual entiende lo que quiere, lo que permite emplear a las "rondas" de ciudadanos en lo que les guste a estos o a quienes les den órdenes. Por ejemplo, en hostigar a los inmigrantes para que se vayan o intentar echarlos directamente. Lo primero que han hecho estos voluntarios fascistas ha sido embutirse en cómicos uniformes/demostracion, con camisas caquis, mucho correaje, que recuerda a los fasci di combatimento, gorras de plato que parecen del mariscal Rommel y todo llenos de pegatinas, como cuando eran críos y llevaban la chatarra del gótico. Pero una pinta de fascistas que te mueres. La Guardia Nacional Italiana, claro, un flash-back hacia los llamados misinos, esto es, los del Movimento Soziale Italiano cuyo jefe, Giancarlo Fini, es hoy un burgués respetable que está en el gobierno del Cavaliere.

Aquí la cuestión es que el ministro del Interior y el juez que conoce del caso sostienen que la tal Guardia, por muy Nacional e Italiana que sea, es una organización de partido que contradice las disposiciones prohibitivas de voluntariado a los partidos políticos, centrales sindicales y equipos de futbol; Berlusco tiene uno. Pues es posible; pero ¿qué pasará si vuelven a organizarse pero no dicen nada ni se ponen un nombre pero actúan coordinadamente con un órgano "técnico"? Probablemente lo legalizarían como fue legal Batasuna algún tiempo. La cuestión es que el problema está en la propia ley que es inconstitucional porque priva al Estado del monopolio legítimo de la violencia, al compartirlo con individuos y/o grupos privados. Aunque no lleven armas. Van uniformados, están amparados por la ley, tienen una jurisdicción, poseen fuerza coactiva estatal, aunque desarmados. Esas asociaciones pueden decidir vigilar y hacer cumplir la ley en los barrios de los ricos, desdotando a las fuerzas de seguridad del Estado ("no hay dinero"; "no ha habido ingresos" porque alguien ha bajado los impuestos) y dejando que el crimen se enseñoree de los barrios pobres. Así se demuestra que la pobreza y la crminalidad están correlacionados y se da la razón a los victorianos y muchos eclécticos científicos contemporáneos que sostienen que la ciencia confirma los datos racistas de mayor o menor inteligencia, capacidad moral, etc, según etnias, razas o cualquier otra invención.

El Estado debe dejar de privatizarse. El mercado es necesario para la vida en sociedad, pero no es la vida en sociedad. Hay ámbitos desmercantilizados. Y el Estado debe conservarlos, protegerlos y ampliarlos dentro de un proyecto de sostenibilidad que ya cabría ir iniciando. Entre otras cosas porque, como se ve, la absoluta mercantilización y privatización, hasta de los servicios y bienes públicos más elementales, como la salud, la educación y la seguridad, también rompe los principios del mercado y genera privilegios aunque siempre en favor de los ricos y en contra de los pobres.

Estos pisaverdes a los que sólo falta el penacho de los bersagliere son producto italiano. Como lo son quienes se les opongan, que los habrá. Y, al final, la seguridad urbana en Italia y en otras partes, puede acabar convertida en el famoso campo de Agramante de todos contra todos y que gane el más fuerte. Sin embargo, de estos conflictos, que son el resultado del enfrentamiento de ideologías, tienen que salir las ideas que encarrilen de nuevo el mundo. Pero que lo encarrilen no con recurso al recetario neoliberal, que es el responsable mismo de la crisis sino con el recetario moderado socialdemócrata de ampliar el Estado del bienestar y acudir a las políticas keynesianas convenientemente adaptadas a la nueva situación.

(La imagen es una foto de bandanas vignette, bajo licencia de Creative Commons). La traducción del texto, más o menos: "¿De verdad tenemos que renunciar al saludo fascista?" "Si, mientras financiemos las rondas con fondos públicos es una orden taxativa. ¡Sieg Heil!".

dilluns, 15 de juny del 2009

Hasta las cejas.

Paraísos fiscales a lo largo y ancho de Europa. Blanqueo de capitales. Adjudicaciones ilícitas. Cohecho. Fraude fiscal. Malversación de caudales públicos. Prevaricaciones de todo tipo. Engaños. Estafa. Soborno. Falsificación de documento público. Compra de voluntades. Setenta militantes y cargos públicos del PP investigados, imputados o acusados en un trama gigantesca para saquear los dineros públicos. Tesoreros bajo sospecha. Presidentes de Comunidad Autónoma investigados. Presidentes de Diputación acusados. Todo esto presuntamente, por supuesto, dibuja un panorama desesperado para el principal partido de la oposición en el que no parece librarse nadie.

Como respuesta, ataques a la administración de justicia, intimidación a jueces y fiscales que, al parecer, no tienen otra cosa que hacer que pisar un juanete al señor Álvarez Cascos, insultos a los adversarios políticos, amenazas, chantajes, desprecios a los medios, agresividad verbal, matonismo mitinero, mentiras, acusaciones falsas.

El señor Rajoy lo tiene crudísimo. Ha apoyado públicamente a algunos de los principales encartados en la trama Gürtel y, quiera o no, ha vinculado su destino político al de ellos. Si estos acaban dimitiendo porque los procesan y/o condenan, en buena lógica el señor Rajoy debiera vacar la plaza por si acaso aún se estuviera a tiempo de salvar algo de negra honrilla del partido de los presuntos que casi parecería una asociación de malhechores. ¡Ah! Y eso desde los tiempos del señor Aznar.

(La imagen es una foto de Contando estrelas, bajo licencia de Creative Commons).

Juego de espejos.

Este libro (Emma León, editora, Los rostros del Otro. Reconocimiento, invención y borramiento de la alteridad, Barcelona, Anthropos, 2009, 175 págs.) reúne cinco ensayos escritos por otras tantas investigadoras mexicanas y viene a ser como una especie de aplicación de las concepciones filosóficas de Emmanuel Levinas y, en general, de la fenomenología de la alteridad. Levinas y Max Scheler son los autores que las participantes más citan en unos ensayos que, aunque pretenden dar cuenta de realidades sociológicas y especulaciones filosóficas, están concebidos sobre todo literariamente.

Gilda Waldman (El rostro en la frontera) es una reflexión sobre el valor dual de la frontera que divide y delimita, incluye y excluye al mismo tiempo. Vivimos a los dos lados de la frontera y todos somos el Otro. La frontera, el desierto (pensando sobre todo en el del Norte de México) son lugares de constitución del Otro en una época de incertidumbre (p. 11). La autora recurre a las obras literarias de Hernán Rivera (sobre el desierto de Atacama en Chile) y Antonio Parra (sobre el del Norte de México). Lo que caracteriza a la reflexión contemporánea es el hecho de ir en busca de otras voces y otras memorias (p. 16). Imposible no recordar aquí el primer libro de Truman Capote con el que éste ya consiguió la fama literaria, Other voices, other rooms. El Otro es siempre una metáfora del extranjero y todos podemos ser extranjeros (p. 21).

Olga Sabido (El extraño) parte de la idea de que el Otro es siempre algo extraño, que viene de fuera. Va a buscar ejemplos en la Peste Negra en Europa, lo que no es muy convincente y en los diarios de Cristóbal Colón, que ya lo es algo más. El extraño condensa la lógica de la inclusión y la exclusión, esto es, "todas las manifestaciones de los desequilibrios de poder, de los prejuicios, el desprecio, los miedos y el odio entre personas, naciones y poblaciones civiles." (p. 27). Extraño es todo lo que no pertenece al ámbito familiar y encuentra una prolongación en la concepción de Marx del trabajo como "extrañamiento" (p. 29), la Verfremdung, si no recuerdo mal. Ahora bien, no existen los extraños "en sí mismos" sino que todo lo extraño lo es para alguien. Recurre aquí la autora a quien con más profundidad ha tratado este asunto del extraño como forma social, una forma del "ser con otros", esto es, Georg Simmel (p. 34). Precisa asimismo que la relación con lo extraño no tiene por qué ser simétrica y trae a colación las aportaciones de Erving Goffman, singularmente su célebre "cortés desatención" como forma de precaverse frente a lo extraño en las interacciones sociales. Termina su ensayo Sabido analizando las relaciones entre lo extraño (como percepción del Otro) y los sentidos, vista, olfato, gusto, oído, tacto. En su forma más radical llega a decir que lo ajeno o extraño se siente en las entrañas (p. 56). Tal vez por eso suele decirse en España cuando algo nos es muy cercano, que es "entrañable".

Emma León (El monstruo) es un muy interesante trabajo sobre la teratología o estudio de los monstruos (p. 61) que constituyen la forma extrema del Otro, que suscita temores y violencia que se actualizan bajo las formas de racismo, xenofobia, etc. El monstruo es la "alteridad radical" de Levinas. Sigue la orientación de Max Scheler cuya idea del ordo amoris ayuda a establecer el orden de las cosas que pueden ser amadas y las que no pueden serlo (p. 65). La forma más alta del amor irrenunciable es el antropino o quintaesencia de lo que hace humanos a los hombres. Hay un juego entre lo antropino y lo teratino que la autora ejemplifica en la sonrisa, privativa de la especie humana (p. 69), lo que no está mal siempre que no olvidemos que, en realidad, el antropino condensa una multiplicidad de peculiaridades (además de sonreir, el ser humano miente, sabe que es mortal, tiene pesadillas, etc) y ninguna tiene por qué ser más decisiva que otra. La visión común quiere que sea difícil distinguir los antropinos de los gitanos, los africanos, los turcos o los suramericanos en la Unión Europea y, por supuesto, el caso extremo, el de los negros en el África (p. 76). Son los seres a los que se atribuye lo monstruoso, lo infernal, demoníaco, por ejemplo, la antropofagia (p. 77). De igual modo los isomorfismos que transforman hasta los nombres de aquellos cuya desemejanza es crítica con el "nosotros", así los apaches o los indios caribes, a propósito confundidos con los caníbales (p. 81). Téngase en cuenta que, como dice Foucault, el canibalismo es uno de los dos grandes consumos prohibidos en todo el mundo; el otro es el incesto (p. 82). No hay época ni orden social que no haya hecho del otro una alteridad deformante y monstruosa (p. 84). En definitiva, monstruo es aquello que se muestra y, subraya la autora, "como te veo eres" (p. 87). La Otredad es como el monstruo, una fuente para la fabulación humana (p. 93). El ensayo se cierra con unas curiosas observaciones sobre la monstriparidad o capacidad para parir monstruos que es atributo femenino, lo que dio mucho juego en la Edad Media (p. 95).

Reyna Carretero (El indigente trashumante) aproxima el enfoque del Otro a la realidad de las poblaciones desplazadas por la diversidad de motivos que hoy impera (exilio político, guerras, motivos económicos, etc) y que son el fenómeno característico de nuestra época. Algo que recuerda a la autora la leyenda del judío errante (p. 100), a la que cabe añadir la del holandés errante. Se trata de seres sin lugar y a los que ya no cabe considerar como el "ser ahí" heideggeriano que define la condición humana porque, dice la autora, esa condición que nos llena de sentido, "se pierde en la indigencia trashumante al tener la expulsión como norma" (p. 103). Muy bien visto. El "ser ahí" es ahora un ser sin lugar (p. 105), con todo lo que eso significa en cuanto a memorias, vivencias, etc. Mi única objeción es al empleo del término "trashumante" que implica reiteración. Quizá fuera más adecuado "nómada". En todo caso, la autora elabora lo que llama una "poligeografía errante"que consta de diversos momentos (separación, latencia, perplejidad, agregación), a medida que el trashumante hace su itinerario que relaciona, no sé si con mucha propiedad, con el Aleph borgeano (p. 121).

Por último María Concepción Delgado (El fuera de sí) , escribe un ensayo que no estoy seguro de haber entendido bien porque, sobre no estar muy afortunadamente escrito, ser reiterativo y estar literalmente plagado de citas que no sólo no ilustran sino que confunden, mezcla los conceptos filosóficos habituales en esta obra (el Otro especialmente) con reflexiones políticas acerca de la violencia en distintas formas (totalitaria, legítima, soterrada) que no contribuyen a aclarar las cosas. En definitiva, no obstante, da la impresión de tratarse de la aplicación del concepto de Otro a la radical experiencia de la indecibilidad de Auschwitz (como resultado de la perversión de la comunidad totalitaria) en una especie de reelaboración del pesimismo adorniano.

diumenge, 14 de juny del 2009

El rififí de ETA.

¿Se puede detener a tres presos que están cumpliendo condena? Por lo que se ve, sí. La Guardia Civil lo ha hecho con tres etarras reclusos en la prisión de Huelva, a los que acusa de estar planeando un quebrantamiento de condena utilizando un helicóptero. También ha detenido a otras cuatro personas, presuntamente relacionadas con el cinematográfico proyecto. Éste, a su vez, consta en unos papeles que la policía encontró en poder de uno de los capos etarras detenido ¡en 2008! Según se dice, la pintoresca escapatoria estaba prevista para 2007 pero fue preciso aplazarla por las detenciones de responsables de la banda. Ahora parece que ésta tendrá que renunciar a una hazaña que le daría mucho renombre pero que no ha pasado del estado de ilusión.

En principio la noticia resulta extraña y obliga a preguntarse por qué se ha esperado tanto tiempo para frustrar los planes si es que en verdad estaban en marcha. No es fácil de entender salvo que recordemos que uno de los hipotéticos rescatados de la prisión había de ser el que cumple condena por haber trazado un plan para asesinar al Rey con un fusil de mira telescópica. No recuerdo el nombre del menda pero está claro que es uno de esos forofos de la tecnología que ha visto demasiadas películas de Hollywood de atentados contra presidentes. Hace más de veinte años que no hay una sola fuga de etarras pero a nadie se le puede prohibir que viva de ilusiones, sobre todo si tiene condenas de cientos de años de cárcel. Y la Guardia Civil hace muy bien desmantelando sus planes o sus sueños. Es bueno que los etarras sepan que envejecerán entre rejas en justo castigo por sus asesinatos. Es bueno que sepan que no hay esperanza.

A propósito de esto, Público recoge hoy una noticia según la cual la mayoría de Batasuna pide el fin de la violencia. Sería estupendo. Ya no me creo nada de esta gavilla de embusteros que dice lo que cree que le conviene en cada momento, pero estaría bien que la luz de la razón se abriera paso en sus obtusos cerebros. A estas alturas, sin embargo, después de tres negociaciones de paz reventadas por los terroristas, fin de la violencia quiere decir que ETA depone las armas sin condiciones en un acto claro, público, fiscalizable e irreversible. Sólo así podrán sus correveidiles y sus ideólogos civiles hacer política en una sociedad democrática como la española.

Irán: Alá es grande.

A poco de conocerse el resultado de las elecciones en el Irán con ese casi 63 por ciento del voto a favor de Mahmud Ahmadineyad y un magro 34 por ciento para el candidato reformista Mir Hosein Musaví, Hugo Chávez llamaba por teléfono al vencedor, lo felicitaba y decía que el resultado electoral iraní es un impulso para todos quienes aspiran a un mundo mejor. El presidente venezolano escenificaba así el acercamiento de los dos países en lo que considera una estrategia común de enfrentamiento con los Estados Unidos.

Pero los Estados Unidos de Obama no son los de Bush hijo y ese dato puede haber pesado en el comportamiento de los votantes iraníes que ha dejado descolocado a más de uno porque, aunque en el Irán no están permitidos los sondeos, había una opinión muy generalizada respecto a que Musaví podía ser un auténtico peligro para la reelección de Ahmadineyad. Todavía ayer El País publicaba un artículo de Ramin Jahanbegloo titulado Hacia un nuevo futuro en Irán en el que pronosticaba que ninguno de los cuatro candidatos alcanzaría el 50 por ciento del voto en la primera vuelta por lo que sería necesario pasar a una segunda. Nequaquam. Ahmadineyad ha pulverizado a sus contrincantes y se ha alzado con la victoria en primera vuelta. De inmediato Musaví se ha puesto a gritar "tongo" y miles de jóvenes seguidores suyos han salido a la calle a protestar por lo que consideran un escandaloso fraude electoral y a que la policía les abra la cabeza a porrazos. El jefe supremo de la Revolución, el ayatolá Jameini, verdadero poder no electo y vitalicio en la república islámica intervino en favor de Ahmadineyad, pidiendo a los candidatos derrotados que reconozcan la situación y cierren filas tras el vencedor. No sé si lo harán o no. Musaví no se esperaba una derrota tan contundente y, de momento, sigue hablando de pucherazo y de no aceptar el resultado de las elecciones; es decir está actuando, mutatis mutandi como el señor López Obrador en las últimas presidenciales de México, lo que no es un buen ejemplo que seguir sobre todo porque delegitima al sistema sin dar buen resultado.

La campaña se estilizó como una especie de duelo entre el candidato oficial, integrista moderado, conservador, antisemita y partidario de seguir con el programa nuclear del Irán y el reformista Musaví cuyo sentido innovador lo llevó a aparecer en público en alguna ocasión cogido de la mano con su señora, casi como si fuera un político gringo, lo que quizá sea un gesto excesivamente audaz en un país muy tradicionalista en el que rige la Sharia. Es posible que ese gesto le haya restado votos y, en todo caso haya habido pucherazo o no, en los próximos días se verá si la oposición reformista puede imponerse al Gobierno. No es descabellado: la revolución de los clérigos integristas triunfó en las calles; pero no parece probable.

Reacción opuesta a la de Chávez ha sido la del Gobierno israelí quien considera que el Irán ha votado por seguir con la política de Ahmadineyad de confrontación con el Occidente y que, en consecuencia, no cabe negociar con el país. Si la felicitación de Chávez suena algo ingenua, la prevención del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, suena ominosa. Acorralado por las exigencias del señor Obama de que cesen los asentamientos israelíes en los territorios ocupados y de que el gobierno israelí se comprometa a reconocer un Estado palestino independiente, y sometido a las feroces presiones de los ultraortodoxos judíos que lo empujan a una política de hechos consumados, Israel podría caer en la tentación de realizar una acción unilateral preventiva contra el Irán bombardeando sus instalaciones nucleares, lo que haría que la situación en la zona fuera más peligrosa de lo que es.

(La imagen es una foto de TheEfrit, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 13 de juny del 2009

Les viene de casta.

Con su fabulosa impudicia, la señora Aguirre suele recurrir a lo que los psicólogos llaman proyección para acusar de franquista a la oposición socialista y a Comisiones Obreras en la Comunidad de Madrid. Sostiene igualmente que en el PP no hay franquistas, de donde se sigue que todos esos cargos públicos que se niegan a retirar los símbolos, nombres, placas y menciones de la oprobiosa que aún salpican los callejeros y edificios de España deben de ser del Partido Comunista.

Diga lo que diga esta señora, el PP está literalmente trufado de franquistas, empezando por su creador y presidente de honor, ex-ministro de Franco y siguiendo por ella misma que, de tener algunos años más, podría haber sido una de los famosos "cuarenta de Ayete". Y a las pruebas me remito. Igual que Franco llenaba la plaza de Oriente de incondicionales traídos a la capital en autobús y provistos de un buen bocata, los organizadores del PP en la Comunidad valenciana parecen llenar el aforo de los mítines del señor Rajoy a base de engañar a los inmigrantes, prometiéndoles un empleo si aplauden a su líder. Esto es más inmoral que lo de Franco, si cabe, pero también más económico ya que el PP se ahorra el bocata.

Y que hacen estas cosas y quizá otras peores los del PP es bastante verosímil. Basta recordar cómo, con motivo del atentado del 11-M en Madrid y la movilización de los inmigrantes, el señor Jiménez Losantos los avisaba desde la radio acerca de qué organizaciones estaban amparadas (o sea, manipuladas) por la Comunidad de Madrid y cuáles eran independientes y, por lo tanto, peligrosas.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

Los que pagarán la crisis.

De manual. Cinco días después de las elecciones el Gobierno sube los impuestos. Los indirectos, claro, que son los que gravan a ricos y pobres, con encomiable sentido socialista de la igualdad. Ya lo tenía decidido antes del domingo pasado pero no dijo nada para no perder votos que, cuando se habla de subir impuestos, huyen como alma que lleva el diablo. Se acabaron las dádivas, los regalitos, 400 euros por aquí, 2.500 euros por niño por acá...Ahora toca pagar por los dispendios de antaño y las medidas sociales de hogaño. Suben el tabaco y las gasolinas y, dentro de nada, subirán el alcohol, los juegos, etc. La crisis van a pagarla los fumadores, los bebedores y los conductores. Es decir, todos.

No digo que no deba ser así, pero convendría que el Gobierno explicitase algo más su orientación política porque, aunque los reaccionarios y los curas digan que es un gobierno de "radicales", lo cierto es que, hasta la fecha, sus políticas han beneficiado más a los ricos que a los pobres. Por eso, ¿qué tal si, además de subir la fiscalidad de bienes esenciales como las gasolinas, el Gobierno crea y las Cortes aprueban un impuesto extraordinario sobre las rentas del capital? ¿Qué tal si se refuerza la progresividad del impuesto en los tramos más elevados? ¿Qué tal si se crea un impuesto extraordinario y transitorio sobre los sueldos de los cargos electos en nuestro país? Así, entre otras cosas, comenzaría a recuperar parte del dinero que ha puesto a disposición de los bancos, es decir, de los causantes de la crisis.

(La imagen es una foto de Ted Abbott, bajo licencia de Creative Commons).

Felipe, presidente.

Es una pena que Felipe González no acepte nombramiento alguno porque a los asquerosos felipistas, lacayos del capitalismo y amigos de Mr. X nos encantaría verlo de presidente de la Unión Europea. De ese modo también se marcarían más las distancias con el señor Aznar a quien nadie quiere de presidente ni de la comunidad de vecinos. Por desgracia el de Sevilla le dijo anoche a Gabilondo en Cuatro que no se postula para nada. No soy quién para enmendar la plana al ilustre periodista, pero no hubiera dejado escapar la ocasión de poner a mi entrevistado contra las cuerdas. Le permitió explayarse sobre la lamentable situación actual de la Unión, la fragmentación, la falta de unidad, etc, sin recordarle que fue él uno de los principales responsables de que las cosas se hayan puesto así cuando presionó para la rápida ampliación de la Unión con los doce nuevos Estados que finalmente ingresaron en 2004 y 2007. Esa ampliación se había debatido mucho en los años noventa y ya entonces estaba claro que quienes querían la ampliación a toda costa, los viejos enemigos de la Unión, como Inglaterra, trataban de aguar la comunidad, haciéndola ingobernable mientras que quienes se oponían a la ampliación y propugnaban que, antes, la Unión se consolidara, eran los europeístas más consecuentes. En aquella ocasión Felipe se pronunció sin ambages por la ampliación. La cosa consistiría en decirle ahora que está moralmente obligado a aceptar la presidencia europea para remediar la metedura de gamba que tuvo entonces, en lugar de elaborar bonitas teorías sobre el impacto de la crisis en la unificación europea.

Pero no hay nada que hacer y eso que hasta lo pide el marido de doña Carla Bruni.

(La imagen es una foto de Petezin, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 12 de juny del 2009

Vuelve Trillo.

Vuelve Trillo, el de las vacunas contra la meningitis para sus hijos; Trillo, el de Perejil; Trillo, el de "manda huevos"; Trillo, el del Yak 42; Trillo, el que dice que los electores lo han exonerado de responsabilidades políticas y penales; Trillo, el que no dimite jamás; el del doble rasero para exigir esas responsabilidades políticas y/o penales, según se trate de gente del PP o de otros partidos.

Y ¿a qué vuelve el señor Trillo? A montar la habitual escandalera en contra de la administración de justicia, a arremeter contra la Fiscalía General del Estado a la que apoyó cuando ésta se opuso a dar traslado de las diligencias del juez Garzón contra el aforado del PP, Luis Bárcenas, presunto corrupto que, según el jefe de la mafia, Correa, se embolsó más de 1.000 millones de las antiguas pesetas en cohechos.

Vuelve Trillo a tratar de intimidar a los jueces, acusar a los periodistas, amenazar con todo tipo de acciones legales.

Vuelve Trillo a apuntalar la disparatada reacción del partido popular de sostener que todo son campañas y conspiraciones en contra de él.

La Fiscalía, que ha hecho un trabajo intachable, ve ahora indicios racionales de que el señor Bárcenas puede haber cometido, entre otros, un delito fiscal e insta al Tribunal Superior de Justicia de Madrid a que dé traslado de las actuaciones cuanto antes al Supremo para evitar la prescripción de los hechos que, al parecer, era la piedra angular de la defensa del PP en este asunto.

Una vez más la corrupción política en España es tan acusada que los partidos -en este caso el PP- no orientan su acción a esclarecer los hechos caiga quien caiga y demostrar la inocencia de los acusados cuando son de los suyos, sino que confían en que la justicia se paralice por prescripción de los hechos, como sucedió con el llamado "caso Naseiro", otro tesorero. Es decir, confían en que no se haga justicia. Ya sólo esta actitud es vituperable pero si, encima, viene avalada por el señor Trillo, un hombre que se ha negado sistemáticamente a asumir las responsabilidades que le correspondiesen tras un proceso penal en el que ha dejado a los pies de los caballos a sus más directos colaboradores y que debiera estar fuera de la vida política por su comportamiento indigno, además de vituperable produce bastante repugnancia.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

La vacuidad del poderoso.

La biografía de Juan Luis Cebrián está unida a la fundación y consolidación de esa empresa mediática única en España que es El País; unida, por lo tanto al más exitoso empeño regenerador de la información, la comunicación y, por ende, la vida pública española del último medio siglo. El País ha sido desde sus orígenes símbolo del buen hacer informativo, de la prensa de calidad, independiente y objetiva en la medida de lo posible, verdadero adalid de la europeización de España, de la lucha contra los vicios ancestrales de la vida pública española, el caciquismo, el personalismo, el enchufismo, etc. Y, en la medida en que la biografía de Cebrián se confunde con la del periódico, también él aparece adornado por estos rasgos. Esa foto de cubierta que se sobreimpone a la histórica primera del periódico el día en que éste salió informando de la intentona de Tejero en 1981 es una referencia a lo que probablemente el autor considere que fue el momento decisivo de la historia de ambos, director y diario, en la que los dos comparten el título de luchadores por la modernización, democratización y europeización de España. ¿Es así?

El país es el que es. Cebrián es un hombre poderoso ya que, tras ser director de El País, pasó a ser consejero-delegado de la empresa, quizá la más importante de medios de comunicación en España y, como tal hombre poderoso, está acostumbrado a que su voluntad sea ley y su capricho, norma; acostumbrado a que todos cuantos tiene en torno suyo le bailen el agua y le digan lo que quiere oír. Y lo que Cebrián quiere oír es que, además de exdirector de El País y poderoso hombre de empresa, es un ilustre académico, fino escritor, gran novelista y profundo pensador. Es decir, quiere el reconocimiento de sus contemporáneos en campos en los que no muestra especial merecimiento por un efecto añadido de su condición de poderoso. Y como, efectivamente, el país es el que es, quienes lo rodean le dicen lo que quiere oír y el hombre, probablemente, acaba creyéndoselo.

Un ejemplo patente de lo anterior lo tenemos en el prólogo que Sami Naïr escribe para este conjunto de ensayos de nuestro autor (El pianista en el burdel, Barcelona, Círculo de lectores, 2009, 202 págs), ditirámbicamente titulado Del piano a la sinfonía. Naïr es, entre otras cosas, director de la colección en que aparece el libro de Cebrián pero también articulista de El País, es decir, hombre sometido al poder del autor cuyo libro prologa. Por ello rebautiza lo que Cebrián llama "una colección de ensayos" para transformarla en "todo un libro, fundado en una visión del mundo coherente y consciente de sí misma" (p. 8). Y como esto debe de parecerle poco añade que se trata de "una reflexión de primera magnitud sobre las relaciones entre la libertad de expresión, la búsqueda de la libertad y el derecho a la misma que deben presidir el trabajo del periodista..." (p. 10) . Todo lo cual es hipérbole para hablar de eso, de un conjunto de ensayos del autor sobre cuestiones de su oficio sin gran conexión entre sí, bastante variados, de calidad desigual y en el que se conjugan indistintamente reflexiones sociológicas, de actualidad, sobre medios de comunicación con recuerdos personales y trozos autobiográficos generalmente destinados a realzar la figura del autor.

Desde luego, uno de los rasgos más llamativos de la obra en contra de lo que asegura el prologuista, es la falta de coherencia entre el talante del autor y lo que afirma de su profesión. En un primer ensayo que no está mal sobre la fascinación que el caso de Watergate ejerció sobre algunos periodistas españoles, sigularmente Pedro J. Ramírez, a quien Cebrián no cita expresamente pero es quien más se ajusta al perfil, Cebrián afirma que "no pretendo impartir lección alguna sino que trato de ser útil, desde la experiencia, a las nuevas generaciones que hoy se aventuran en una profesión que es frecuente pasto de correcaminos y vanidosos, cuando su fibra la constituyen la humildad y la reflexión" y, más abajo: "la historia del Watergate, la de sus protagonistas, puede servirnos para apreciar la difícil modestia con la que es preciso ejercer nuestra tarea" (p. 31). El lector puede hacer un sondeo de urgencia entre las gentes que conozca, a ver cuántas creen que el señor Cebrián se caracterice por su humildad y su modestia.

Esta incongruencia, esta disonancia, es llamativa y radical aunque el autor, cegado por su hybris ni siquiera la detecte y hasta se jacte de ella. Pongo un ejemplo clamoroso: en un capítulo bastante interesante titulado De la transición al potro de tortura, con recuerdos y relatos de cosas vividas en el que el señor Cebrián reconoce que el éxito de El País durante la transición es culpable "del espíritu arrogante y autosuficiente de muchos de quienes contribuimos a hacerlo" (p. 75), hace un relato del primer Gobierno del señor Aznar y su política de dádivas y favoritismos a los amigos (p. 82), de agresión contra el grupo Prisa y Sogecable (pp. 83/84) y de ataque contra la libertad de mercado (p. 86). Como parte de este relato revela aquí por vez primera, es decir, trece años después, un hecho que es extraordinariamente significativo para entender el sentido de la política de la derecha española: al poco de llegar Aznar al poder, Polanco y el propio Cebrián recibieron una petición directamente de La Moncloa para que Eduardo Haro Tecglen dejara de escribir en El País e Iñaki Gabilondo abandonara la SER (p. 87). Ciertamente, esta indicación retrata al personaje aznaril y lo creo a pies juntilla dado que lo mismo hizo conmigo en Onda Cero, sólo que yo no tuve un valedor tan eficaz como Cebrián. Naïr percibe con olfato la carga de esta revelación y la subraya en su prólogo. Sin embargo, la pregunta inmediata que aquí se plantea es: ¿por qué ha tardado Cebrián trece años en dar una noticia de tal calibre? O, dicho en términos más periodísticos: ¿por qué la ha ocultado durante trece años? Supongo que tendrá sus razones que sería interesante escuchar, pero no hay duda de que su comportamiento es frontalmente contrario a las doctrinas que profesa y que siembra por doquier a lo largo de su libro como cuando, por ejemplo, dice que "...nadie debe publicar una noticia falsa a sabiendas de que lo es, ni debe callar otra de interés público si ha comprobado su veracidad, aunque afecte al interés de alguien, sea al gobierno, un grupo de presión, el propietario del medio o los profesionales que trabajan en el mismo" (p. 112). Muy valiente, muy íntregro, idílico... pero falso de toda falsedad en su caso.

Algunos otros ensayos tienen también contenido autobiográfico y escaso valor teórico, aunque sirven para ilustrar sobre la trayectoria personal del autor. Encuentro interesante que trabajara unos años, precisamente los de su formación como periodista, en el diario Pueblo, a las órdenes de aquel personaje populista y peculiar que fue Emilio Romero. Es significativo.

No obstante son los ensayos de reflexión teórica los que me interesa resaltar aquí. Cebrián lleva años cavilando sobre los medios de comunicación, la era digital y el español en el mundo y esta colección de ensayos ofrece la oportunidad de calibrar en qué momento se encuentran sus reflexiones. Hay un ensayo sobre los orígenes remotos de la prensa en el que se vierte un juicio sobre la "corrección política" con el que no puedo estar más en desacuerdo. Dice Cebrián: "La corrección política equivale en demasiadas ocasiones al sometimiento al poder y ésta es una paradoja de la que no hemos podido prescindir en los últimos doscientos años: los periódicos, que presumen de sus habilidades críticas contra el que manda, nadan demasiadas veces en las babas de la adulación" (p. 38). Es posible, incluso probable; pero esto no tiene nada que ver con la "corrección política" como hoy la entendemos y que es el afán por no reproducir los estereotipos del poder en el lenguaje y que raras veces tiene relaciones con ese mismo poder. La prueba es cuánto la atacan los siervos de aquel.

Estoy de acuerdo con las reflexiones del autor sobre la información como un derecho de los ciudadanos que los medios de comunicación administran, razón por la cual es impropio definirlos como "servicios públicos" (p. 100). Igualmente encuentro muy ilustrativas sus conclusiones acreca de los requisitos de credibilidad e independencia de los medios (p. 106) sobre los que lleva tiempo reflexionando. También considero interesante su capítulo titulado Asesinos y que constituye una indagación de provecho sobre el terrorismo contemporáneo en clara crítica a la simpleza aznarina de que "todos los terrorismos son iguales". Cebrián sostiene que no es así y desarrolla una interesante tipología del fenómeno, distinguiendo: 1) terrorismo de fanatismo religioso; ideológico; 3) reivindicaciones nacionales o nacionalistas; 4) terrorismo de Estado; y 5) terrorismo individual (pp. 124-128).

En La paradoja global reproduce las conclusiones a que llegó hace unos años en un informe para el Club de Roma acerca de la sociedad digital y sostiene que ésta es: global, convergente, interactiva, caótica, cuna de nueva realidad virtual, rauda y paradójica (p. 141) que no está mal pero tampoco era original ni deslumbrante cuando se formuló. Excuso decir ahora, años después cuando lo digital sigue avanzando imparablemente en todos los terrenos, incluido el muy libre de la creación artística.

El campo en que más me interesa reseñar la obra de Cebrián es uno que también le es especialmente querido y en el que él mismo debe de considerarse un denodado luchador en su condición de académico y de periodista "global" en español, esto es, el de la lengua española. Adelanto que esta reflexión (aquí contenida en el capítulo Don de lenguas) es confusa, algo pretenciosa y bastante jingoísta. En definitiva, si toda la defensa del español en la época del ciberespacio es ésta, poco bueno cabe augurar a la lengua y, por ende, a la cultura española.

Comienza Cebrián diciendo que "antes del jacobinismo del siglo XIX, las lenguas definían las naciones o las patrias" (p. 162), cosa que no sé de donde sale, cuenta habida de que el concepto de nación (antes del tal jacobinismo) responde a su etimologia latina estricta y no tiene mucho que ver con las lenguas. Además señala como "suprema paradoja" que se convierta en "bandera o bandería lo que nació como elemento de comunicación, de acercamiento al otro" (ibíd.), conclusión también peregrina, producto de una visión teleológica de la lengua que no se tiene de pie porque, como es obvio, lo que nace para comunicar y acercar a unos lo hace para incomunicar y alejar a otros. Todo eso (valor de comunicación, proximidad, incomunicación, alejamiento) está implícito en la anécdota histórica del término shibolet. Sostiene asimismo Cebrián que el español "está de moda" y es el aspecto más jingoísta de su razonamiento, rebelándose contra la costumbre de llamarlo "castellano", sin parar mientes en que "castellano" se llama al español en la Argentina y que diccionarios históricos como el Covarrubias, entiendan que la lengua es indistintamente española o castellana. Se trata de un asunto irrelevante que no hay que convertir en tema de fricción.

Posee Cebrián una visión cuasiimperial del español o castellano en el mundo, subrayando su fuerza en función de criterios numéricos, con cientos de millones de hablantes o de países que la tienen como lengua oficial sin perder de vista que lleva camino de ser cooficial en el Brasil y aumenta su presencia en los Estados Unidos. Con todo ello, Cebrián pretende asentar el principio de la fuerza y el dinamismo de la cultura española, acarreada por su lengua, sin pararse a calibrar la importancia objetiva, real, de esos países en el mundo artístico, científico, cultural. La verdad es que uno piensa que está en un tris de elaborar una nueva teoría de la Hispanidad (p. 165) movido, sin duda, por su celo patriótico y su dedicación a un negocio cuya base es la difusión de la palabra hablada o escrita.

Sin duda lo cuantitativo es importante en la prosperidad de las lenguas pero no menos lo es lo cualitativo, la vida propia de las lenguas, su fuerza para generar formas nuevas, nombrar lo inédito, designar y comprender las formas de vida. Y en esto el castellano o español deja mucho, muchísimo, que desear. El propio Cebrián tiene que hacerse cargo de ello al mencionar el fenómeno de la infición del castellano por el inglés, tema sobre el que se puede hablar hasta el fin de los tiempos. Le guste o no al autor, la nuestra es una lengua básicamente traducida, que apenas aporta nada a la común tarea humana de inventar términos para designar las nuevas realidades que va creando la humanidad en el curso de la existencia, sino que se limita a apropiarse los que crean los demás y "adaptarlos" a nuestra gramática, lo cual es una triste consolación para lo que no es otra cosa que una colonización lingüística. No veo, por tanto, la base de ese optimismo de Cebrián, del que suele hacer gala en otros foros, acerca de las perspectivas del español en el ciberespacio. Y no sólo no la veo yo sino que no está. Según los datos de Technorati, el sesenta por ciento de la blogosfera está escrito en inglés, el treinta por ciento en japonés y los españoles (con un tres por ciento) nos repartimos el diez restante con franceses, alemanes, italianos, rusos, suecos, etc., etc.

Sirva como ejemplo el penúltimo trabajo del libro, La vida en un blog, especie de retruécano con el título de una vieja película española, La vida en un bloc en el que hace un apunte a vuelapluma sobre la realidad que subyace a este mismo escrito: los blogs. Cebrián tiene algunos datos cuantitativos, probablemente (no cita fuentes) también sacados de Technorati acerca de la marea universal de los blogs, comprueba el (relativo) fracaso de la versión española de "bitácora" (lógicamente, la expresión correcta habría de ser "cuaderno de bitácora"), pero no da la impresión de tener mayor familiaridad con el fenómeno que es, sin embargo, la columna vertebral del nuevo panorama mundial de la comunicación. No tiene clara ni la etimología del término, que es un apócope de los dos ingleses web log.

El último capítulo, Escritores de periódicos, un territorio que Cebrián domina mucho más, tiene gran interés porque demuestra que la literatura contemporánea se hace en los periódicos y la hacen periodistas, ya desde los tiempos de Dickens.

En resumen, la obra en comentario es prueba de lo que venimos diciendo: Cebrián ha tenido una interesante trayectoria personal y sus méritos como director del periódico más importante del país y consejero delegado de la empresa son grandes y lo han convertido en una referencia en el panorama mediático español y en un hombre poderoso. Tal poder se afianzó con justicia cuando supo oponerse a las sucias maniobras del señor Aznar y su gobierno para meterlo en la cárcel junto a Polanco y acabar con su empresa, lo cual lo hace acreedor al agradecimiento de los ciudadanos demócratas de nuestro país. Pero eso no quiere decir que tenga igual valor en otras provincias de la existencia y él mismo tendrá que darse cuenta de que su condición de académico (en hábil operación urdida de consuno con Luis María Anson, entonces director del Abc que supo valerse del clientelismo de las relaciones de los académicos con los dos periódicos) no lo convierte en lingüista ni en escritor y mucho menos en profundo pensador, por más que el coro de pelotas de su empresa y los aledaños de beneficiados se lo repitan. En términos más cultos: si desde Francis Bacon entendemos que "saber es poder", lo contrario, "poder es saber" no tiene por qué ser cierto.

dijous, 11 de juny del 2009

Dimes y diretes de la corrupción.

El dime principal, la comidilla de estas elecciones pasadas, el pasmo generalizado, la maravilla de la Corte es que la corrupción sospechada y en distintos momentos procesales, no parezca afectar negativamente al respaldo electoral del PP. Seguramente no, aunque tampoco se me hace tan grave. No creo recordar que en la corrupción galopante que caracterizó la última etapa del "felipismo" los electores castigaran al PSOE que finalmente perdió por trescientos mil votos; una fruslería.

No obstante, no se ve ya cómo podrá el PP seguir minimizando los asuntos de dineros sucios al avistarse de nuevo el nombre del Tesorero del partido, señor Bárcenas.Y lo más gordo es que, al parecer, hay una cuenta corriente en un banco de Ginebra con cargo a la cual se hacían pagos que las autoridades están investigando. Ginebra es aquí la palabra. En cuanto emerge el nombre de la ciudad calvinista por excelencia, los españoles, con su tradición tridentina a cuestas, empiezan a pensar en la corrupción. Recuérdese que lo que catapultó el asunto de Amedo y Michel Domínguez de un rollo de cuartelo a un tema de órdago a la grande fueron los subresueldos que se les tramitaban en Suiza, en Ginebra, la Roma del mundo protestante, para remunerar su silencio. Ginebra es el encanto y el ensalmo y aquí aparece como lago nutricio de la corruptela con una cuenta corriente desde la que se hacían pagos, supuestamente, a varios diputados del PP. Según avanza la corrupción va llegando más arriba y ahora reaparece el tesorero del PP, señor Bárcenas, con su aspecto de señor Mississippi, y con el asunto camino del Supremo, según pide la fiscalía anticorrupción.

A la oposición le pierde su histrionismo. Hay que ver cómo se puso en el debate parlamentario del otro día con el asuntillo del ex-presidente de la Junta de Andalucía y los fondos públicos asignados a una empresa en la que trabajaba su hija. El asunto es absurdo porque en algún sitio tendrán que trabajar las hijas y si el hecho de que sean hijas incapacita a las empresas para recibir subvenciones resultará que ninguna empresa querrá contratar a hija alguna. Y si la hija movió el teatro que movió ayer, será digno de ver lo que mueva el Tesorero que tanto parece haber atesorado para sí. Y la retahíla de tesorerillos que, según se supone, ha estado beneficiándose de los pingües negocios del recluso Correa. Que, por cierto, menudos deben de ser para justificar fianzas de millón y medio de euros y pagos gangsteriles en Ginebra. Me temo un escandalazo de los de uno al siglo, y presupongo una crisis grave del PP. Si, como parece, el caso Gürtel afecta en serio a todos los sospechosos, imputados y procesados, por algunos de los cuales ha salido garante el prsidente del partido, el asunto va a ser terrorífico.

(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).

El sueño europeo.

Leo en El País que Felipe González dice de Europa que lleva veinte años distraída. Sí, desde que se puso en marcha la dicotomía "profundización/ampliación" en la que unos sostenían que, antes de admitir miembros nuevos en la Unión, era preciso profundizar en ella y reforzarla mientras que otros, entre los que estaba él mismo, propugnaban que se hiciera la ampliación a toda costa y luego ya veríamos cómo se consolidaba. La situación al día de hoy y tras la absorción de diez nuevos miembros en 2004 y otros dos (Rumania y Bulgaria) en 2007, es la que es, con una Unión Europea sumida en una crisis de identidad, con un (segundo) proyecto de Constitución rechazado y una revisión de los tratados a través del Tratado de Lisboa también en similar situación de callejón sin salida. Aparentemente en una situación agónica. Si bien es cierto que tampoco debe la Unión proyectar una imagen tan macilenta cuando Islandia (o lo que queda de ella después del latrocinio neo-liberal) solicita abrir negociaciones de adhesión. Será estupendo hacer negocios con gente que se llame Ostogtebittir o cosas así.

Entre tanto, el señor Sarkozy propone al señor González como presidente de Europa, idea que aplaudo calurosamente aunque no sea más que por ver qué careto se le pone al señor Aznar, el prodigio de los siete mares. No estará mal, además, que el señor González remediara algo del desastre producido por aquella ampliación desde un puesto de responsabilidad. En este caso poner rostro a ese ente magmático que llamamos Unión Europea. Buena idea que ese rostro sea el de Felipe y no el de Aznar con sus muecas.

Y de Europa ¿qué? Elaboro aquí algo más mi teoría de la chapuza europea. La Unión saldrá adelante de esta crisis porque la alternativa no-Europa no es pensable. Discutiremos más o menos; los irlandeses tendrán que reconsiderar su "no" al tratado de Lisboa o estudiar la posibilidad de go on their own way porque la Comunidad tiene que funcionar con arreglo al principio de la mayoría y no al de la unanimidad, que es parálisis garantizada.

Los europeos tenemos que salir de la crisis reforzados como tales europeos. Debemos tener un presidente, cuyo estado civil no es muy canónico (con lo que mostramos que, en efecto, somos europeos) y también un pasaporte europeo. El sueño europeo se hará realidad a medida que toquemos los símbolos que son los reclamos de la lealtad. La unión debiera abrir embajadas en todos los países del mundo y los miembros de la Unión debiéramos suprimir nuestro respectivo servicio exterior para integrarlo en el de la Unión en su conjunto. Eso unificaría mucho la visión que los ciudadanos tenemos del invento. Basta con imaginar una situación en que un ciudadano español en Pekín, por ejemplo, requiera los servicios de la embajada europea y le atienda un embajador británico, por ejemplo. Visualizarnos como europeos implica aceptarnos como somos en nuestra complejidad y variedad.

dimecres, 10 de juny del 2009

Hablando de Berlusconi de Roma...

...por la puerta asoma, aquí lo tenemos, en vera efigie, el prohombre contemporáneo, el héroe de Carlyle, el superhombre de Nietzsche, el mando a cuyo imperio se abate la orgullosa majestad de la ley, el que somete con mano firme el ensangrentado caballo alado, la vigorosa lucha final con las fuerzas del mal.

Su comparecencia es siempre heraldo de algún portento mayor, de una decisión insólita que hace crujir las cuadernas del navío. Personifica la solidez y soledad del poder. El guía que toma las decisiones en nombre de todos pero sin ayuda de nadie. Aquel que responde ante Dios y la historia. El encargado de la entrada y el guardian de la puerta de la salida. El depositario del carisma por procedimiento escrupulosamente democrático.

Una figura así encaja mal en el esquema del Estado de derecho. Pero tiene que encajar porque a día de hoy es la única fuente de legitimidad. Que use ésta para socavar la del propio Estado de derecho, para situarse por encima de la ley y romper con el principio mismo del imperio de aquella es parte de la perversión de este tipo de despotismo legal y plebiscitario que ha puesto en marcha Silvio Berlusconi en su país. Una nueva forma de ataque a la democracia para la que (una vez más) ésta no estaba prevenida: el ataque desde dentro, como el gusano de la manzana.

(La imagen es una foto de rogimmi, bajo licencia de Creative Commons).

El veneno.

Cada vez que en los últimos tiempos los tribunales ilegalizaban a alguna de esas formaciones políticas que los etarras y sus amigos ponían en pie por ver si conseguían estar presentes en las instituciones, salía alguien muy preocupado por las garantías procesales de los ilegalizables y pidiendo la derogación de todas las execrables medidas represivas. En medio del debate no era raro que algún otro denunciara los expeditivos conceptos procedimentales garzonianos, sosteniendo que la tesis de "todo es ETA" o del "entorno de ETA" eran contrarias a las prácticas legales de las leyes de procedimiento. Ahora Garzón se enfrenta a varias querellas criminales. Algunas son las que pone la extrema derecha por animar a la investigación de la memoria histórica, restablecer los derechos de las víctimas del franquismo. Las otras, las que interponen los representantes de los acusados del famoso "entorno de ETA".

Está claro quiénes se oponen a la acción de juez de la Audiencia Nacional: los ultraderechistas de Manos Limpias y los propios etarras, según puede verse en los rocambolescos propósitos recogidos en el registro de las pertenencias del detenido Jurdan Martitegi que incluían envenenar al magistrado. Bueno, y unos izquierdistas españoles empeñados en seguir demostrando que su crítica no es de este mundo y que no entienden que si no "todo es ETA", sí una parte. Y nunca saben cuál.

(La imagen es una foto de carolonline, con licencia de Creative Commons)