divendres, 12 de juny del 2009

Vuelve Trillo.

Vuelve Trillo, el de las vacunas contra la meningitis para sus hijos; Trillo, el de Perejil; Trillo, el de "manda huevos"; Trillo, el del Yak 42; Trillo, el que dice que los electores lo han exonerado de responsabilidades políticas y penales; Trillo, el que no dimite jamás; el del doble rasero para exigir esas responsabilidades políticas y/o penales, según se trate de gente del PP o de otros partidos.

Y ¿a qué vuelve el señor Trillo? A montar la habitual escandalera en contra de la administración de justicia, a arremeter contra la Fiscalía General del Estado a la que apoyó cuando ésta se opuso a dar traslado de las diligencias del juez Garzón contra el aforado del PP, Luis Bárcenas, presunto corrupto que, según el jefe de la mafia, Correa, se embolsó más de 1.000 millones de las antiguas pesetas en cohechos.

Vuelve Trillo a tratar de intimidar a los jueces, acusar a los periodistas, amenazar con todo tipo de acciones legales.

Vuelve Trillo a apuntalar la disparatada reacción del partido popular de sostener que todo son campañas y conspiraciones en contra de él.

La Fiscalía, que ha hecho un trabajo intachable, ve ahora indicios racionales de que el señor Bárcenas puede haber cometido, entre otros, un delito fiscal e insta al Tribunal Superior de Justicia de Madrid a que dé traslado de las actuaciones cuanto antes al Supremo para evitar la prescripción de los hechos que, al parecer, era la piedra angular de la defensa del PP en este asunto.

Una vez más la corrupción política en España es tan acusada que los partidos -en este caso el PP- no orientan su acción a esclarecer los hechos caiga quien caiga y demostrar la inocencia de los acusados cuando son de los suyos, sino que confían en que la justicia se paralice por prescripción de los hechos, como sucedió con el llamado "caso Naseiro", otro tesorero. Es decir, confían en que no se haga justicia. Ya sólo esta actitud es vituperable pero si, encima, viene avalada por el señor Trillo, un hombre que se ha negado sistemáticamente a asumir las responsabilidades que le correspondiesen tras un proceso penal en el que ha dejado a los pies de los caballos a sus más directos colaboradores y que debiera estar fuera de la vida política por su comportamiento indigno, además de vituperable produce bastante repugnancia.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).