El dime principal, la comidilla de estas elecciones pasadas, el pasmo generalizado, la maravilla de la Corte es que la corrupción sospechada y en distintos momentos procesales, no parezca afectar negativamente al respaldo electoral del PP. Seguramente no, aunque tampoco se me hace tan grave. No creo recordar que en la corrupción galopante que caracterizó la última etapa del "felipismo" los electores castigaran al PSOE que finalmente perdió por trescientos mil votos; una fruslería.
No obstante, no se ve ya cómo podrá el PP seguir minimizando los asuntos de dineros sucios al avistarse de nuevo el nombre del Tesorero del partido, señor Bárcenas.Y lo más gordo es que, al parecer, hay una cuenta corriente en un banco de Ginebra con cargo a la cual se hacían pagos que las autoridades están investigando. Ginebra es aquí la palabra. En cuanto emerge el nombre de la ciudad calvinista por excelencia, los españoles, con su tradición tridentina a cuestas, empiezan a pensar en la corrupción. Recuérdese que lo que catapultó el asunto de Amedo y Michel Domínguez de un rollo de cuartelo a un tema de órdago a la grande fueron los subresueldos que se les tramitaban en Suiza, en Ginebra, la Roma del mundo protestante, para remunerar su silencio. Ginebra es el encanto y el ensalmo y aquí aparece como lago nutricio de la corruptela con una cuenta corriente desde la que se hacían pagos, supuestamente, a varios diputados del PP. Según avanza la corrupción va llegando más arriba y ahora reaparece el tesorero del PP, señor Bárcenas, con su aspecto de señor Mississippi, y con el asunto camino del Supremo, según pide la fiscalía anticorrupción.
A la oposición le pierde su histrionismo. Hay que ver cómo se puso en el debate parlamentario del otro día con el asuntillo del ex-presidente de la Junta de Andalucía y los fondos públicos asignados a una empresa en la que trabajaba su hija. El asunto es absurdo porque en algún sitio tendrán que trabajar las hijas y si el hecho de que sean hijas incapacita a las empresas para recibir subvenciones resultará que ninguna empresa querrá contratar a hija alguna. Y si la hija movió el teatro que movió ayer, será digno de ver lo que mueva el Tesorero que tanto parece haber atesorado para sí. Y la retahíla de tesorerillos que, según se supone, ha estado beneficiándose de los pingües negocios del recluso Correa. Que, por cierto, menudos deben de ser para justificar fianzas de millón y medio de euros y pagos gangsteriles en Ginebra. Me temo un escandalazo de los de uno al siglo, y presupongo una crisis grave del PP. Si, como parece, el caso Gürtel afecta en serio a todos los sospechosos, imputados y procesados, por algunos de los cuales ha salido garante el prsidente del partido, el asunto va a ser terrorífico.
(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).