dissabte, 3 de gener del 2009

Es genocidio.

(Dedicado al cooperante español Alberto Arce y sus compañeros del movimiento Free Gaza que han decidido quedarse en Gaza en espera de la invasión israelí con el fin de ser testigos de los crímenes contra la población palestina. Es un acto heroico que algo compensa de la ignominia en que estamos todos inmersos).


Por menos de la décima parte de lo que Israel está haciendo y lleva hecho en Palestina desde 1967 hay gente respondiendo ante el Tribunal Penal Internacional acusada de crímenes de guerra y genocidio.

Si lo que Israel está haciendo en Palestina y hoy mismo en Gaza puede calificarse de genocidio o no se aclara repasando la definición de este delito del artículo II de la Convención de las Naciones Unidas para la prevención y la sanción del delito de genocidio de 1946, según el cual es genocidio "cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpretados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal:

a) matanza de miembros del grupo;

b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;

c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;

d) medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;

e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo."

Un sucinto repaso a los elementos de la definición hace ver que Israel cumple casi todos los requisitos en al caso de Gaza; lleva años cumpliéndolos en toda Palestina y fuera de Palestina, en los campos de Sabra y Chatila, en Cisjordania, en todos los territorios ocupados, desde luego en Gaza. Y lo hace contando con la indiferencia de la llamada Comunidad Internacional y la ayuda activa de alguno de sus miembros, especialmente los Estados Unidos.

Lo cual nos convierte a los occidentales en cómplices de este brutal, permanente, sistemático crimen contra la humanidad.

Las razones que esgrimen los israelíes y quienes los apoyan en Occidente, en la izquierda y en la derecha, políticos, magnates, empresarios, financieros, periodistas, intelectuales, clérigos, artistas científicos, etc no resisten un examen crítico. Hamás ganó limpiamente las elecciones parlamentarias de enero de 2006 pero Israel y los EEUU se negaron a reconocer el resultado y los primeros procedieron al bloqueo de Gaza contra toda razón, llegando incluso a retener los fondos de la correspondiente agencia de la ONU que canalizaban y por lo tanto no eran suyos. Tras la guerra civil de 2007 Gaza se separó de la Autoridad Nacional Palestina y quedó bajo dominio de Hamás, que está en la lista de "organizaciones terroristas" de los Estados Unidos, la Unión Europea y otros países. Se justificaba así un endurecimiento del bloqueo de la zona en que vive un millón y medio de personas en condiciones similares a las de un campo de concentración. La reacción de Hamás a esa situación desesperada de estrangulamiento, esto es, el lanzamiento de cohetes caseros sobre el sur de Israel ha dado pie al Estado judío para desencadenar la ofensiva actual, la enésima, contra Gaza, otra más en la tarea final de exterminar a los palestinos, aniquilarlos, expulsarlos de sus tierras.

Pero este debate es insulso e inútil. Aunque los israelíes tuvieran razones para proceder como lo hacen las pierden a la vista de la desproporción del castigo que infligen sobre la población civil inerme. Porque cuando un Estado pertrechado con las armas más mortales y destructivas machaca por vía aérea y se apresta a invadir con carros de combate un territorio habitado por gentes que no pueden responder más que con armamento ligero y piedras, que no pueden defenderse de los ataques aéreos y que ni siquiera pueden curar a sus heridos, se ha quedado sin una sola razón válida para semejante crimen, aunque las tuviera todas, que no es el caso.

¿Y los demás? ¿Cómo toleramos este genocidio a pleno sol? Porque tenemos miedo a que nos acusen de antisemitas si señalamos que los judíos están comportándose con los palestinos como los nazis hicieron con ellos, si decimos que los dirigentes israelíes son fascistas o que los militares judíos están haciendo en Gaza lo mismo que hizo el general nazi Jürgen Stroop con el ghetto de Varsovia. Tenemos miedo a que nos acusen de defender a terroristas, siendo así que los verdaderos terroristas aquí son quienes acusan de terrorismo a los demás. Tenemos miedo a que nos digan que defendemos las autocracias árabes frente a la democracia israelí; a que nos digan que negamos el derecho del pueblo a israelí a defenderse.

Todo eso son patrañas. Ni democracia ni derecho a defenderse ni nada: Israel es un Estado criminal que, en permanente violación de una serie de resoluciones de la Asamblea General de la ONU y de las convenciones de Ginebra, pretende exterminar a un grupo étnico y eso nos obliga moralmente a los occidentales a intervenir e impedir por la fuerza que este genocidio se consume. El no hacerlo es una muestra de cobardía y nos convierte en cómplices de esta barbarie.

Esta última agresión de exterminio en Gaza, fríamente calculada, tiene una faceta política doble. De un lado los principales dirigentes israelíes que se presentan a las próximas elecciones legislativas el 10 de febrero (Benjamin Netanyahu, del Likud, Tzipi Livni de Kadima y Ehud Barack, del Partido Laborista) rivalizan en agresividad en busca de un voto tinto en sangre palestina; cuanta más sangre, mejor. De otro lado todos ellos están de acuerdo en aprovechar los últimos días de su cómplice Mr. Bush en la Casa Blanca y el consiguiente vacío de poder en los EEUU para enfrentar al señor Obama con un hecho consumado, en la más pura tradición nazi, de forma que cuando el presidente electo tome posesión, la barbarie esté ya cometida. Pocas esperanzas permite albergar el hecho de que Mr. Obama aún no haya encontrado tiempo para pronunciarse sobre la masacre de Gaza. Es la habilidad israelí para convertirnos a todos en cómplices.

Y no solamente cómplices. Israel es un cáncer que está destruyendo los fundamentos mismos de la legitimidad moral occidental. ¿Cómo podemos presumir de derechos humanos, de respeto a la dignidad de la persona, a la vida, cuando hacemos la vista gorda ante lo que está pasando en Gaza? ¿Cómo podemos tolerar que se hable de "daños colaterales" cuando se bombardea día y noche un territorio indefenso con una densidad de más de cuatro mil personas por kilómetro cuadrado? ¿Cómo presumimos de campeones de la libertad cuando en nuestro nombre hay millón y medio de personas viviendo en práctico cautiverio y condiciones de inhumanas de abandono, humillación y miseria desde hace cincuenta años?

Gaza, el genocidio de Gaza, es la vergüenza del mundo occidental y la prueba de qué monstruosos crímenes se cometen en nombre de nuestros ideales. Y el territorio y sus castigadas gentes no pueden esperar nada de entidad oficial alguna, sea gobierno occidental o musulmán, organización internacional, asociación de partidos etc. La única esperanza de los palestinos reside en que los pueblos del mundo nos movilicemos al máximo para exigir a nuestras autoridades en primer lugar que se detenga la masacre de Gaza y en segundo que se obligue por la fuerza al Estado terrorista israelí a respetar las Convenciones de Ginebra, las resoluciones de la ONU, a retornar a las fronteras de 1967 y a abandonar sus planes de exterminio, de limpieza étnica, de genocidio en Palestina.

Hoy hay una manifa convocada contra la matanza en Gaza a las 11: 00 de la mañana ante el Ministerio español de Asuntos Exteriores en Madrid. Para ver la convocatoria en otras ciudades españolas y otros días, pínchese aquí.

Firman la convocatoria:

Asociación de la comunidad Hispano-Palestina "Jerusalén", CCOO, UGT, IU, Red Solidaria contra la ocupación de Palestina, Red de Jóvenes Palestinos, PCE, ASGCG, Izquierda Anticapitalista, Vía Democrática, PCPE, SodePaz, Asociación Haydée Santamaría, Paz con Dignidad, REMCODE, Corriente Roja, USO, Comité de Solidaridad Causa Árabe, Foro Social de Madrid, Iniciativa Comunista, Asociación Paz Ahora, Asociación de periodistas y escritores árabes en España, Fundación Araguaney.

No veo al PSOE.

(La imagen es una foto de jesuscm, bajo licencia de Creative Commons).

Caminar sin rumbo (XXXII).

La tormenta.

(Viene de una entrada anterior de Caminar sin rumbo (XXXI), titulada La elasticidad del tiempo.

Según Eugenio se sentaba y se acomodaba a mi lado pude comprobar por la ventana que el tiempo, ya desapacible cuando llegué al Comercial, empeoraba perceptiblemente. Ya daba por casi cierto que para cuando hubiera terminado mi conversación con el hijo de Daniel, estaría lloviendo, lo que no me permitiría ir disfrutando del paisaje durante el trayecto. Como si adivinara mis pensamientos, Eugenio dijo:

- He oído que viene una tormenta fenomenal.

- ¿Cómo te va?

- Bien.

- ¿Bien, bien?

- Fenomenal.

Todo era fenomenal.

- Tu padre dice que quieres abandonar la carrera.

- Jo, el viejo. Da mucho la brasa con eso pero no es verdad.

Tenía a Eugenio por un chaval excelente y lo quería casi tanto como a mis hijos con los que, sin embargo, él no congeniaba porque los encontraba muy mayores o ellos muy pequeño a él. Lo conocía desde niño y siempre me llamó la atención una madurez suya superior a su edad. Además me parecía muy guapo y muy inteligente. Seguramente por eso nos llevábamos tan bien.

- ¿No es verdad?

- No. A ver: estoy en tercero, tengo veinte años, que no está mal y llevo estudiando desde ni me acuerdo. Le he dicho que quiero parar un poco, esperar, largarme, pensar. Corto por una temporada, quizá un año, quizá menos, luego vuelvo. Voy a terminar, no soy gilipollas. Quiero ver un poco el mundo, no pasar.

- Pero corres el peligro de no reengancharte, de abandonar; luego, cuesta mucho volver...

- Sí, eso es lo que dice el viejo. Pero bueno, ¿y qué? Es mi vida, ¿no? Que no, hombre, que eso no va a pasar.

- Además, si andas tonteando, aflojando, te bajará el expediente académico.

- ¿Y para qué quiero tener un buen expediente? Los McDonalds están llenos de expedientes geniales.

- Y ¿por qué crees que vas a terminar en un McDonalds? Puedes hacer oposiciones a juez.

- Paso como de la mierda.

La cosa estaba peor de lo que suponía. Eugenio no era ya un chaval. Tenía las ideas claras. Probablemente equivocadas pero claras. Pensé que no iba a ser tan fácil como creía en un primer instante. El tiempo corría y el día se oscurecía por momentos. En la calle se había levantado viento. Tendría que aplazar la conversación con Eugenio. Se lo dije. Le dije que tenía algo de prisa, pues salía de viaje.

- A dónde vas?

- No sé. A Melilla en un principio.

- ¿Cómo?

- En coche.

- ¿Asuntos de negocios?

- No. Estoy de excedencia. Me voy de visita. Quizá siga luego por Marruecos.

- Pues si quieres que sigamos hablando, puedo ir contigo.

- ¿Hasta Melilla?

- O me vuelvo antes; no sé. No tengo nada que hacer y me apetece dar un rulo.

- ¿Y qué van a decir tus viejos?

- Nada, supongo. Ya los aviso ahora- y sacó el móvil- si estás de acuerdo.

"¿Por qué no?", me dije para sentirme fiel a mí mismo. Una novedad. Y era cierto: podríamos hablar por el camino. Además sería entretenido. Nos pusimos de acuerdo, pagué y salimos. El viento arreciaba. El cielo estaba oscuro, la luz era gris plomo. Venía tormenta. La gente apresuraba el paso. Mientras Eugenio hablaba por su móvil yo llamé a Caridad pero no la encontré. En cambio di con Olga y le dije que llamaba para despedirme pues me iba de viaje.

- Pero si llevas diez o veinte días de viaje, tío.

Era cierto. Entonces recordé que ya me había despedido de ellos. Simplemente se me olvidó y, al advertirme Daniel de que avisara a los míos no se me vino a la memoria que ya lo había hecho. Es lo que pasa con las admoniciones de la vida ordinaria: se imponen revestidas de cierta dimensión moral que te empequeñece y te hace sentir culpable, sin capacidad de respuesta.

- Bueno es que ahora estaba de paso y vuelvo a marcharme. Ya os cuento más si consigo conectarme esta noche.

- Vale, ciao.

- Tú ¿qué tal estás?

Pero Olga ya había colgado. Era una muchacha expeditiva. Me di cuenta de que Eugenio me alargaba su móvil.

- Es mi viejo. Quiere hablar contigo.

- ¿Qué coño vais a hacer? -bramaba Daniel.

- Ya ves. Quiere venirse conmigo. ¿Tienes algo en contra?

- No pero mándalo pronto para casa. ¿Habéis hablado algo?

- Sí pero está muy duro. Creo que vas a tener que dejarlo de momento.

- Bueno, bueno, tú sigue; no quiero perder las esperanzas.

Salimos de Madrid por la carretera de Andalucía y, viendo que llevábamos la tormenta pegada a los talones, traté de pisar el acelerador, pero Eugenio no me dejó, diciéndome que respetara los límites de velocidad. Era algo que me llamaba la atención en la gente de su edad que combinaba un radicalismo ideológico y social grande con una actitud de respeto por bastantes normas de convivencia civilizada, cosas que en mi concepción bastante estereotipada de la juventud no solían ir de consuno. Así que me atuve a las normas, siempre con la tormenta detrás. Cruzamos una Mancha con un cielo bajo y oscuro que metía miedo pero el clima entre nosotros había ido distendiéndose y charlamos alegremente saltando de un tema a otro. Creo que los dos estábamos contentos de la decisión. Él rompía una rutina y yo me había buscado un compañero de viaje con el que congeniaba. Me habló de la música techno y de los escritores de ahora. No tenía aficiones literarias. Simplemente estaba bien informado. Le tiraba más la acción colectiva, el voluntariado. Daba vueltas a pasar unos meses en algún punto de la costa del Sur en contacto con inmigrantes, sinpapeles y cosas así. Yo le hablé de la vida de mayor y de lo que él llamaba el glamour del triunfo, protestando de que me tuviera por un triunfador cuando no paso de ser un pringao. Hablamos también de política en la que él se inclinaba por los partidos verdes a los que criticaba que no fueran capaces de unir fuerzas; la política nos llevó a preguntarnos por la idea de justicia y de la justicia saltamos al Derecho. Quise volver por mi compromiso de plantearle algún tema profesional pero se zafó diciéndome que el Derecho era siempre el mismo rollo, según de qué lado te situaras en la polémica entre la idea de Protágoras de que el Derecho es la ley del más fuerte y la de Licofrón de que es la ley del más débil y así, en ese vaivén se resume toda la preocupación jurídica. Ese era el segmento en el que estamos todos insertos. Del Derecho volvimos a la música a través de la idea de armonía y de aquí, por una sencilla asociación de ideas, al matrimonio que formaban sus padres. Eugenio estaba convencido de que en la pelea que mantenía con su viejo, la madre estaba de su lado. Yo tenía mis dudas aunque sus razonamientos, adornados de experiencias concretas y recuerdos eran convincentes.

La tormenta nos alcanzó tomando café en el alto de Despeñaperros. Empezó a caer agua y salimos disparados de nuevo porque se me ocurrió pensar que, si nos retrasábamos y dejábamos que la tormenta fuera por delante y llegara a Almería antes que nosotros, era posible que cancelaran el servicio de ferry a Melilla. Pasado Bailén, en donde Eugenio se empeñó en que lo dejara conducir, tomamos la carretera de Sierra Nevada y, a la altura de Albolote, giramos a la izquierda, buscando Almería a donde llegamos siempre con la tormenta detrás. La mar estaba picándose cuando alcanzamos al muelle. Allí mismo Eugenio, al que hacía ilusión embarcarse en aquellas circunstancias, decidió seguir conmigo hasta el otro lado. Tuvimos suerte porque nos admitieron en un ferry a punto de salir y del que luego supimos que era el último con lo que, cuando llegamos a Melilla, con una travesía muy movida, la plaza se había quedado aislada de la península en lo que ya era un temporal. Estaban decretadas alertas de varios colores y, según las noticias, los servicios de emergencia no daban abasto en Andalucía oriental. Llegamos de noche cerrada. La subida al parador, atravesando un barrio moruno por cuyas calles pinas bajaba el agua a raudales tuvo algo de aventura. Sólo entonces se le ocurrió a Eugenio preguntarme si conocía Melilla.

- Sí, claro, mucho.

- Y ¿tú crees que esto es España?

- Esa es algo que aquí levanta pasiones. No se te ocurra cuestionarlo.

- Pero tú ¿lo crees o no?

- Mira, yo no creo nada. Sólo te digo que la ciudad me gusta mucho. Una vez escribí un cuento por entregas en un periódico ambientado aquí. Se llamaba Intriga en Melilla.

- Vaya.

Era una historia de crímenes, como de detectives. Ya no recuerdo bien. Es que, aunque parezca mentira, uno puede olvidar incluso lo que uno se haya inventado.

- Ya te digo. Eso lo que más.

Pedimos una habitación doble para ahorrar y pasamos un rato en un balcón, respirando al viento y a la lluvia ante lo que, según mis cálculos, había de ser el Monte Gurugú que ahora no se veía por estar oculto tras la tromba de agua.

- ¿Y la verja? ¿Se ve la verja?

No, no se veía y yo empecé a pensar que quizá no hubiera sido tan buena idea que Eugenio se sumara al viaje. Pero ahora ya no tenía remedio. Por la mañana le propuse que saliéramos a a desayunar algo a la ciudad y a comprar algo de ropa para él. Camino de la calle más comercial, mientras el agua seguía cayendo a raudales, le dije:

- No sé si esto es o no España pero te puedo decir que Melilla es una de las ciudades más españolas que conozco.

- Eso sí que mola- respondió.

- De las más españolas- insistí. Y muy catalana.

- Remola.

(Continuará).

(La imagen es una viñeta de Aubrey Beardsley (1894).

divendres, 2 de gener del 2009

Tendencia de izquierda.

El sondeo que trae hoy el diario Público da mucho en qué pensar. Aunque la crisis económica esté resultando más grave de lo que los expertos y zahoríes vaticinaron y aunque la reacción del Gobierno no haya sido especialmente rápida, oportuna o brillante, el PSOE aventaja netamente al PP en 2,1 puntos y 6,2 si tenemos en cuenta la intención declarada de voto. Esta ventaja invierte la situación que se daba en septiembre cuando el PP sacaba al PSOE ocho escasas pero significativas décimas. La explicación de esta inversión de tendencia podría encontrarse mirando el gráfico. Se ve cómo el PSOE se precipita entre agosto (43,6% de intención de voto) y septiembre (38,3%), perdiendo cinco puntos porcentuales y cómo, a partir de septiembre comienza a remontar hasta el mes de noviembre, manteniéndose en diciembre en ese 4,3%. En mi opinión, el descalabro de agosto-septiembre se debió a la irritante actitud del Gobierno de negar lo evidente, la crisis; y la recuperación se ha dado cuando el señor Rodríguez Zapatero recobró la cordura, llamó a las cosas por su nombre y probó estar trabajando con ahínco en resolver una situación que agobia a todo el mundo en vez de ejercitarse en logomaquias que parecían tomaduras de pelo. Los sondeos subsiguientes nos ilustrarán sobre cómo va juzgando la gente el resultado de las medidas adoptadas.

El PP muestra una línea de paulatino e inexorable descenso que cada cual interpretará a su gusto. La ultraderecha (los llamados "liberales") dirá que la culpa es de la falta de liderazgo del señor Rajoy y el señor Rajoy culpará a la labor diversionista y de zapa de la ultraderecha. En mi opinión los magros resultados del PP se deben a su modo bronco y crispado de hacer política que no gusta en España. Los medios conservadores, en especial la COPE y El Mundo pueden pensar que esa actitud es la adecuada y quizá lo sea para sus audiencias (aunque se pueda sospechar, visto el último Estudio General de Medios, que tampoco) pero las elecciones no las ganan los menos de dos millones de oyentes de la radio episcopal sino los ocho o nueve millones más de personas que hay que añadir para alcanzar la mayoría en el Congreso. En esos nueve millones hay mucha gente a la que repele la agresividad dialéctica de la derecha mediática. En los treinta años de democracia, el PP sólo ha ganado dos elecciones y no es insensato pensar que fue debido a la profunda postración en que se encontraba el PSOE, literalmente destartalado por los desastres del último Gobierno del señor González. No ganó el PP sino que perdió el PSOE. Y el PP no ganará mientras siga sin centrarse en serio (no cosméticamente) y continúe con un lenguaje crispado y agresivo. Es un error garrafal creer que la política de trinchera paga.

Los datos de los demás partidos, a distancia considerable de los dos mayoritarios, sólo ofrecen como nota relevante la recuperación de IU tras su asamblea federal hasta el tercer puesto y la moderación (con descenso) del espectacular crecimiento de Unión, Progreso y Democracia (UPyD) en los meses de septiembre y octubre hasta el cuarto lugar. Pero en ambos casos trátase de 4,5% y 3,5% de intención del voto, magnitudes escasamente relevantes y que apenas si darán para uno o dos diputados. Es cierto que UPyD sigue triplicando sus resultados con respecto a 2008, pero siguen siendo insuficientes para que aumente en representación, salvo que esa intención triple de voto se concentre en alguna circunscripción, por ejemplo Madrid.

Lo sorprendente es la valoración de los distintos dirigentes políticos. La más alta (4,9 puntos) es para el señor Rodríguez Zapatero. Le sigue el señor Rajoy a cinco décimas de distancia. Pero la señora Rosa Díez consigue equipararse con el presidente del Gobierno. De haber alguna relación entre esta puntuación y la del partido, UPyD habría de sacar más de ciento cincuenta diputados en las próximas elecciones, lo que sería realmente extraordinario para una fuerza que cuenta con uno solo. Esa alta valoración de la señora Díez es la del político maverick o el tributo que el personal gusta pagar a la zona de esperpento de la política, un resultado que probablemente satisfaga el ego bastante abultado y las ambiciones personales, que no lo son menos, de la antigua militante socialista, en quien la gente cree ver a una especie de Pepito Grillo del Gobierno, pero que aún está lejos de afectar a la relación real de fuerzas políticas parlamentarias. Queda mucho tiempo hasta las elecciones y sólo si la señora Díez tiene la fuerza del corredor de fondo podrá hacer mella en el alto índice de concentración de los dos grandes partidos que es casi del 84 por ciento en el voto y, con sus 322 diputados en conjunto, del 92 por ciento en la representación parlamentaria. Pero, de conseguirlo (y está por ver a costa de cual de los dos partidos), podría funcionar como el menor de una hipotética coalición parlamentaria con uno de aquellos, quizá como un partido bisagra. Y dado que la señora Díez y su partido son más que nada una creación de los medios, especialmente de Telemadrid y del señor Buruaga (que estuvo meses llevándola a su programa como "representante del PSOE") será un buen momento para ver qué resultados obtienen los llamados partidos mediáticos.

(Las imágenes son gráficos de Público, bajo licencia de Creative Commons).

La Unión Europea y otros asuntos.

El número 142 de la Revista de Estudios Políticos (Madrid, octubre-diciembre de 2008, 279 págs) aborda una extensa gama de asuntos, desde los más teórico-filosóficos hasta los más empíricos y en varios órdenes de intereses, con algún hincapié en la Unión Europea (UE).

Fernando Criado Alonso (La política de democratización de la Unión Europea y el caso de Cuba) toma como modelo para su ensayo el de Levitsky y Way para la democratización en general en relación con la Comunidad Internacional que atiende a dos variables: la influencia y la vinculación a Occidente. Estas políticas no han dado mucho resultado. La UE tiene abundancia de recursos para fomentar la democratización de terceros países, pero sus políticas tienen limitaciones que hacen que sean más de consolidación que de transición. Con respecto a Cuba la UE adoptó una posición común en 1996 tras la entrada en vigor de la Ley Helms-Burton en los EEUU. Esta posición común coexiste con una "política no común". Hay cuatro tipos de países en la UE en relación a Cuba: a) los "abogados de los derechos humanos" (nórdicos, etc); b) los "comprometidos" (España, Italia, etc); c) los "atlantistas" (como Alemania o Reino Unido); y d) los "duros" (antiguos comunistas). El autor concluye que la combinación de la unanimidad requerida por la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y la falta de voluntad compartida frenan la política de la EU para la democratización de la isla y que se requiere una posición común más realista (p. 38). Lo que no veo es que España, que es la más interesada en sacarla adelante pueda conseguirlo con la misma facilidad con que el señor Aznar consiguió hacerlo con la actual.

Rodolphe Gouin y Jean-Baptiste Harguindéguy (¿Qué pueden aportar las ciencias cognitivas al análisis de las políticas públicas?: un análisis comparado) sostienen que los análisis de políticas públicas se hacen en dos correintes tradicionales: las secuencialistas tradicionales que arrancan de Lasswell y las basadas en factores cognitivos. Quienes utilizan los enfoques cognitivos pueden hacerlo bien sea metafóricamente o bien aplicar realmente los postulados de las ciencias cognitivas a sus investigaciones. Los autores consideran tres tipos de integración: la terminológica, la metodológica y la teórica, que entienden plena (p. 47). Analizan a continuación cuatro teorías en cuanto al uso de las ciencias cognitivas: el "modelo de equilibrio puntual" de Baumgartner y Jones, el de los "paradigmas de políticas públicas" de Hall, el "modelo de coaliciones de expertos" de Sabatier y Jenkins-Smith, y la "teoría de la percepción sesgada", de Jervis para llegar a la conclusión de que Hall ignora las ciencias cognitivas mientras que las demás las integran en mayor o menor medida. La gran aportación de estas ciencias a las políticas públicas radica en "el modelo alternativo de racionalidad que proponen al considerar que los modelos más recientes de la elección racional no han esclarecido en nada este concepto desde que lo expresara Aristóteles" consistente en entender el comportamiento como una suma de creencias más deseos (p. 64). Lo que está por ver es que estos modelos alternativos alcancen el éxito que ha tenido la teoría de la elección racional.

Sebastián Lavezzolo y Lluís Orriols (El liderazgo de Blair y Aznar hacia el centro político) parten del modelo tradicional de Downs según el cual los partidos que quieren maximizar su voto han de moverse hacia el votante mediano, lo cual deja de lado un fenómeno muy importante en la competición política que es el liderazgo, es decir, no reconoce que las preferencias de los votantes puedan ser endógenas al proceso político. Ponen pues a prueba el modelo espacial de las preferencias exógenas con dos hipótesis: 1ª) las preferencias individuales no son del todo exógenas al proceso político sino que los partidos tienen capacidad de liderazgo e influencia sobre las preferencias de los votantes; 2ª) la capacidad de liderazgo de un partido sobre los votantes depende de la identificación de estos con el partido. La comprobación empírica se hace en los casos de liderazgo de Blair y Aznar en la reorientación de sus respectivos partidos hacia el centro y los resultados se basan en sendas regresiones variables con datos de encuestas de tipo panel para Gran Bretaña así como para España si bien en el caso español de mucho menor alcance (encuesta CIS del año 2000). En ambos casos confirman las dos hipótesis y ponen en cuestión el supuesto de preferencias fijas de los votantes tan extendido en Ciencia Política y Economía. Una interesante conclusión que, al ser la explicación "postdictiva" antes que predictiva, si se generaliza, vuelve a dejar en el aire la cuestión de qué mueva la preferencia de los votantes.

María Luz Martínez Alarcón (La Ley Orgánica para la igualdad efectiva de mujeres y hombres y la Sentencia del Tribunal Constitucional 12/2008 de 29 de enero) es un artículo en el que se reflexiona sobre la citada Ley Orgánica (tanto en el Congreso como en el Senado) en el marco de los problemas de la discriminación positiva y se discrepa de la dicha sentencia que reconoce la constitucionalidad de la cuota introducida en la Ley Orgánica fallando una cuestión de inconstitucionalidad promovida por un juzgado de lo contencioso-administrativo de Sta. Cruz de Tenerife y un recurso de inconstitucionalidad interpuesto por más de cincuenta Diuputados del Grupo Parlamentario del PP. Especifica la autora que habría dos posibles objeciones: una, la colisión de la cuota electoral con otros bienes constitucionales, ya suscitada en un informe previo del Consejo de Estado al creer que pudiera ser incompatible con el derecho de sufragio (pasivo) del art. 23, 1 de la Constitución Española. Queda desechada la colisión por cuanto la condición de elector pasivo se adquiere sólo tras haber sido candidato. La otra objeción (en la que la autora discrepa del TC) se suscita en la medida en que la cuota afecta al derecho de partidos (p. 127). Una medida así obliga a los partidos políticos -asociaciones privadas- a organizarse de forma que puede ser incongruente con sus posibles programas. Basta con pensar en partidos feministas o de ideología machista. La objeción puede parecer sin embargo algo mecanicista desde el momento en que: a) la obligación de la cuota (incluso en las listas de cremallera) puede entenderse como parte del mandato constitucional de funcionamiento democrático de estos del art. 6 CE y b) la defensa de ideologías feministas o machistas (incluso extremas) no tiene por qué estar mecánicamente acompasada con la adscripción a géneros porque entonces dejarían de ser ideologías. Esto es, igual que hay hombres feministas, hay mujeres machistas. Otra cosa es que se niegue la plena posesión de derechos políticos por razón de sexo. Pero ese es un supuesto inconstitucional.

Ruth Ferrero y Gemma Pinyol (¿Cómo gestionar la inmigración irregular? Los procesos de regularización en la construcción de una política europea de inmigración). Según la OCDE (2004) hay veinte millones de inmigrantes en situación irregular en todo el mundo. Diez de ellos en los EEUU. En Europa, las cifras no son bien conocidas. Se han dado distintas formas de regularización de estos inmigrantes por motivos laborales o de residencia, permanentes o de duración determinada, individuales o colectivas, de fait accompli o de protección. Entre 1986 y 2007 ha habido bastantes regularizaciones en Europa. A este respecto la UE se divide en tres grandes grupos: a) la Europa erscandinava, en donde ha habido pocas regularizaciones y se es reacio a ellas; b) la Europa central en donde ha habido regularizaciones puntuales en los años 70 y 80; y c) la Europa meridional que ha tenido varias y masivas. Estudian las autoras los casos país por país y especifican que en España ha habido seis regularizaciones entre 1986 y 2005. Sería deseable que hubiera un modelo único pero es difícil de conseguir. Un paso adelante viene a ser la propuesta de Franco Frattini de establecer un mecanismo de información mutua que se aplique no sólo a las regularizaciones sino a cualquier mecanismo que afecte a la legislación sobre inmigración y asilo. Con el más ambicioso Pacto Europeo de Inmigraciones va avanzándose poco a poco. Pero entiendo que el asunto llevará bastante tiempo en atención a las muy distintas relaciones que varios de los países de la UE (especialmente Reino Unido, Francia, Países Bajos, España e Italia) tienen con sus antiguas zonas de influencia, centros de emigración a Europa.

Francisco Arenas-Dolz (El modelo retórico deliberativo aristotélico) estudia la teoría aristotélica de la deliberiación (bouleusis) en la Retórica recuperando el valor de la retórica para la teoría de la acción. Según Aristóteles se delibera sobre cinco asuntos: la adquisición de recursos, la guerra y la paz, la defensa del territorio, las importaciones y las exportaciones y la legislación (p. 176). El fin de la deliberación es el logro de la felicidad (eudaimonía) (p. 177). Hay cuatro formas de entender la felicidad en la Retórica: 1) el éxito acompañado de virtud; 2) la independencia económica; 3) la vida placentera y segura; 4) la pujanza de bienes materiales y del suerpo con la facultad de conservarlos y usar de ellos (p. 178). El objeto de la deliberación son los medios que conducen a la felicidad, en los que la justicia (en sus varias formas) ocupa un lugar destacado. En lo esencial, la justicia es virtud (p. 187). La amistad (philia) es otra de las estructuras básicas de la vida humana (p. 190). La verdadera retórica no es el arte del engaño sino el modo propiamente racional de argumentación (p. 191). La felicidad sólo puede darse en la ciudad; de ahí que la Retórica señale la importancia del estudio de la política. Sigue una interesante reflexión sobre la variante aristotélica de las formas de gobierno en relación con el modelo de la Política y se concluye que el objeto de la retórica deliberativa aristotélica es el discurso "acerca de lo bueno y lo malo, lo útil y lo inútil, lo justo y lo injusto" (p. 198).

dijous, 1 de gener del 2009

Los que no descansan.

En el día de ayer, día de jolgorio universal en el que hasta quienes marchan con calendarios distintos, como los chinos o los musulmanes, estaban celebrando el tránsito del año, dos organizaciones terroristas estuvieron presentes en su ordinario quehacer, como señalando que para ellas no contaba la festividad y que era día laborable como otro cualquiera. ETA por un lado y el Estado sionista por otro. Debieron de pensar que, pues lo suyo es el fuego, era cosa de sumarse a los de artificio y festejo del momento.

ETA atentó contra el edificio de la televisión vasca con una bomba previamente avisada. Los israelíes siguieron bombardeando Gaza en preparación del ataque que lanzarán previsiblemente en las próximas horas. En ambos casos estos actos de barbarie tienen interpretaciones que no pueden dejar de hacerse.

Los etarras comunican a la sociedad que, como el buey, vuelven al surco, que si no matan es porque no quieren. Lo de menos es el sitio del atentado: la televisión. Subrayarlo sólo sirve para acrecer la autoconciencia de los medios sobre su propia importancia. Pero ETA atenta y atentará contra cualquier valor simbólico, incluidos los asilos de la tercera edad, excepto los eclesiásticos, según muy atinado comentario de Max en esta entrada. Lo que los etarras pretenden con su estólida insistencia es que se cuente con ellos y con sus pretensiones. Como éstas consisten en liberar al pueblo vasco de la oprobiosa tiranía española, son justas por definición y por el intrínseco valor de la raza, sólo desistirán si hay una negociación. En su primitivo concepto del ser negociar significa salirse con la suya tous azimuts. El sentido de la historia está con ellos. Es un discurso que no deja lugar a dudas, y las cosas seguirán así hasta el fin de los tiempos. No hay nada que hacer sino aceptar un porvenir hecho de policía, jueces, cárceles, más bombas, más policías, más jueces, etc.

En el caso de los sionistas, atrapados en su política genocida, tampoco pueden hacer algo distinto. Desde que empezaron las ocupaciones, esta situación estaba preescrita. La estrategia la marcan los ultras. Los llamados moderados, los israelíes comprensivos, los demócratas, sirven de hoja de parra para que los genocidas que quieren limpiar Palestina de lo que no sean ellos se salgan con la suya. Son como ETA pero a diferencia de ésta, llevan las de ganar. Entre tanta gente como hay en Palestina siempre habrá grupos dispuestos a morir matando antes que vivir humillados, de rodillas, permanentemente maltratados, esquilmados, preteridos. Igual que hay terroristas suicidas individuales hay decisiones colectivas suicidas. Obligar a Israel a exteriorizar y acelerar sus planes de exterminio puede ser una decisión táctica de los palestinos o de la parte radical de ellos. Quizá su único recurso: forzar a los demás países musulmanes y los occidentales a reconocer y tragarnos que estamos siendo cómplices de un genocidio que dura ya sesenta años. Ignoro cuál será su rendimiento. Pero es cierto que no tienen opciones.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Año Nuevo.

La fraternidad universal. Los recuerdos. Los propósitos. Las enmiendas. Examen de intenciones. Formulación de deseos. ¿Por qué pasa el tiempo? ¿Para qué? El bien y el mal avanzan a la par. Todas las visiones. Abrumado por la responsabilidad. La conciencia de ser. El gemido del cautivo. Sensaciones. Palabras. Saludos. El camino sin retorno. El valor de la amistad. Curarse de amores. La persecución. La novedad. El sentido de la belleza. La espera sin esperanza. La especie humana. Los dioses. Un castillo de mentiras. El valor del guerrero. La indiferencia. Un segundo de plenitud. De la gloria hacia arriba. Los encuentros fortuitos. Los cambios. La conciencia de los cambios. Saber. Conocer. Engañarse. De lo más bajo a lo más alto. Coincidencias. El vano empeño de enderezar la existencia. Los seres queridos. La sinceridad. Ocultarse a uno mismo. Sísifo, nuestro númen tú siempre serás. Que los demás te vean. La serenidad del justo. El dolor de la ausencia. Aunque parezca mentira, todos contamos. Compartir la vida. Entender al prójimo, no sé si quererlo. La búsqueda de la felicidad. El contrato del trato humano. Las ilusiones. Las desilusiones. Vernos, oírnos, sentirnos en los demás. Lo mucho que hay por aprender. Encajar el desorden de la existencia. Sobrellevarnos. No hay respeto a los símbolos. El anhelo del pasado. Desentendernos de los sueños. Esbozar un gesto. ¿Fue tan decisivo aquel momento? Las flores de los afectos. Pedir perdón por el daño causado. La vista no descansa. El color de los recuerdos. Nadie sabe hasta dónde puede llegar. Torciendo el destino. Los puntos de referencia. La extraña conciencia del ser. Tras el paroxismo, el llanto. Caminar sin descanso. Estaríamos mejor dormidos. Contar mentiras. ¡Dejadnos a nosotros! Las raíces, nuestras raíces. El día en que supieron. No te dejes matar. Las temibles convicciones. Nada hay peor que infligir injusticia. Inspirar confianza. La mirada que te cautivó. Muestras de entereza. Por fortuna no hay fondo. Nada que valga tiene precio. La sonrisa del lactante. Los amores de antaño. De cómo se camina erguido. Los que dan órdenes. Los que las acatan. El mundo es de los decididos. Y las decididas. La nada que nos espera. El silencio ahí fuera, muy fuera. El grito del agonizante. Los sentidos sublevados. Volver es muy sencillo pero no al lugar de partida. ¿Quién dijo que fuera fácil? Resuena el eco del entusiasmo. La memoria de la reencarnación. De cómo la justicia se apaga con un soplo de venganza. Ocupar el sitio que nos corresponde. Ejercer. Sucumbir al misterio. Sacar de donde no hay. La benevolencia del espíritu. Exteriorizar los sentimientos. Nunca los tuvimos en cuenta. Lo que te costará conseguir lo que quieres. Dar vueltas sobre uno mismo. Pensar en los padres. En los hijos. El mundo se mira en sí mismo. La cárcel del yo. Intercambios sin prisas. Estirar lo inevitable. Vivir.Vivir.

(La imagen es una foto de Soul Sense (Oscar Ordenes), bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 31 de desembre del 2008

El estilo de la derecha.

La democracia es muchas cosas para muchas gentes pero una es para todas: las decisiones se adoptan por mayoría. Esa es una condición necesaria para que haya democracia; puede que no sea suficiente pero, desde luego, es necesaria. Si no hay decisión por mayoría no hay democracia, aunque se den otros factores muy encomiables.

A su vez las decisiones, sean mayoritarias o no, requieren una deliberación previa y en toda deliberación se puede intervenir de buena o mala fe. Si la deliberación es de mala fe la decisión mayoritaria seguirá siendo legítima por ser mayoritaria pero dejará que desear en otros aspectos. Es mi criterio que la derecha española participa de mala fe en las deliberaciones. Mala fe es: 1º) decir que algo está mal; 2º) hacerlo, 3º) negar que se haya hecho; 4º) acusar al adversario de hacerlo. Pongo algunos ejemplos que están a la vista de todos.

Cuando los socialistas tenían mayoría absoluta en el Parlamento, la derecha (y otros, pero eso aquí es irrelevante) los acusaba de recurrir al rodillo y negar el consenso, siempre tan encomiado, sobre todo cuando se está en minoría. La señora Aguirre acaba de hacer aprobar una reforma de la vigente ley de Cajas para llevar adelante sus designios en Cajamadrid valiéndose de su mayoría en la Comunidad de Madrid y de la triquiñuela ya expresamente prohibida en el orden legislativo nacional de una ley de acompañamiento a los Presupuestos. Y no solamente es rodillo para la oposición sino para su propio partido en el Ayuntamiento cuya presencia en los órganos de la entidad financiera queda muy debilitada.

A su vez en el caso de decisiones que requieran una mayoría superior a la absoluta, por ejemplo, en el de los nombramientos de miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPD) o del Tribunal Constitucional (TC), la minoría puede serlo de bloqueo. Si la derecha está en esa situación puede darse por seguro que bloqueará las decisiones que no le reconozcan una presencia en dichos órganos superior a la que proporcionalmente le corresponde. Por eso bloqueó el CGPJ durante la legislatura pasada y sigue bloqueando la renovación del TC.

La derecha suele criticar con mucha contundencia la tendencia de la izquierda a utilizar los medios de comunicación de titularidad pública (radio y tv) en beneficio propio y es posible que tenga algo de razón, aunque será necesario reconocer que quien ha mejorado notablemente la independencia de la radiotelevisión española ha sido el Gobierno del PSOE. Si eso se compara con la situación de Telemadrid que es literalmente la voz de su ama la conclusión está clara. Aquí el argumento de la proyección agresiva es total: 1º) se dice que manipular los medios públicos es malo; 2º) se hace; 3º) se niega que se haga; y 4º) se acusa al adversario de hacerlo. Que yo sepa sólo el señor Aznar se atrevió a nombrar director general de RTVE a un diputado, un militante de su partido, el señor López Amor; y sólo sobre Telemadrid ha recaído una sentencia condenatoria de los tribunales con obligación de rectificar en una información manipulada sobre el sindicato C.C.O.O.

En cuanto a los medios privados la derecha sostiene que la izquierda está apoyada por un poderoso holding, el grupo Prisa, al que a veces se refiere como "monopolio", ahora "duopolio" ya que ha de añadirse el diario Público (pinchen en el link que no tiene desperdicio). Sin embargo ningún medio de Prisa ni Público tiene un grado de identificación con la táctica y estrategia de la izquierda lejanamente comparable al que tienen los medios de la derecha que, además, son muchos más: COPE, El Mundo, Abc, La Razón, aunque no tengan tanto éxito. No sólo la abrumadora mayoría de comentaristas y columnistas de estos medios sino su propia línea editorial colabora con la táctica y la estrategia de la derecha criticando ciertos aspectos, proponiendo otros y tratando de mejorar sus expectativas electorales y de reducir o eliminar las de la izquierda. Son medios militantes, de partido.

La derecha predica hasta desgañitarse que hay que reducir la deuda pública y eliminar el déficit presupuestario. Ayer mismo el señor Montoro rechazaba el plan de financiación de las Comunidades Autónomas presentado por el Gobierno porque aumentará la deuda y el déficit, ambos perniciosísimos. Pero resulta que el señor Ruiz Gallardón tiene el Ayuntamiento más endeudado de España. En este último caso se rompe el eslabón tercero del "razonamiento" de la proyección perversa, esto es, la negación de estar haciendo lo que se está haciendo. Pero se suple con un recurso análogo a la negación: consultado el gabinete de comunicación del Ayuntamiento de Madrid, un portavoz informó de que no podían hacer comentarios sobre la cuestión porque el personal estaba de vacaciones.

En principio la democracia es un régimen tan sano que puede hasta con la mala fe. Pero es claro que ésta pervierte cualquier debate y que tal perversión no se oculta a la gente, a la opinión pública, predisponiéndola en contra. Si esto no se corrige es probable que la derecha pierda las próximas elecciones y entonces comenzará una fuerte polémica en su seno. Los de la mala fe sostendrán que el descalabro se debe al intento de Rajoy de restablecer la buena fe en el debate, actitud que consideran entreguista. A su vez los que van de buena fe acusarán de la pérdida a los de la mala fe y en mi modesta opinión acertarán. En tanto la derecha no respete el juego limpio de la deliberación democrática sólo podrá ganar elecciones cuando la izquierda lo haya hecho tan mal que la gente vote a la derecha; no tanto por votarla como por votar en contra de la izquierda.

La imagen es una foto de Andres Rueda, bajo licencia de Creative Commons).

Cuentos someros.

El rostro del Emperador.

El Emperador dio por terminada la audiencia con un chasquido de los dedos. El súbdito se retiró caminando hacia atrás, la cerviz inclinada, mirando las lujosas baldosas del salón imperial, porque nadie puede poner sus ojos en el rostro del Emperador, hijo del sol. Las había puesto su padre, el más afamado solador del Imperio. Después de ponerlas, el padre del súbdito recibió una tanda de azotes por haber osado mirar el rostro imperial explicándosele que, de no haber sido por su obra de pavimento, hubiera muerto en el sitio. Al recuperarse el padre del súbdito imprimió y difundió por todo el Imperio un manifiesto en contra del Emperador al que acusaba de tirano, y a favor de una República benefactora. Fue detenido y recluido en una oscura mazmorra sin que se supiera más de él. Al cabo de cierto tiempo su hijo presentó una respetuosa solicitud de audiencia al Emperador con el propósito de invocar el derecho de habeas corpus e inquirir por el paradero de su padre. Entre tanto, el movimiento republicano fue cobrando creciente fuerza, sumándose a él la mayor parte de los sectores sociales, los sindicatos, los empresarios, las asociaciones profesionales, las deportivas y finalmente el ejército. El Emperador abdicó y huyó al extranjero rodeado de su familia y sus incondicionales, estableciendo su corte en la capital de un pequeño Reino contiguo que vivía de explotar una red de casinos. Las fuerzas armadas acabaron por liberar al padre del súbdito de la lóbrega mazmorra con ánimo de proclamarlo presidente de la República benefactora. Camino del palacio presidencial el solador más afamado del Imperio convenció al general que mandaba la tropa de que lo suyo no era establecer la República sino restaurar la Corona imperial. El solador quedó proclamado Emperador y lo primero que hizo fue proseguir con la agenda de trabajo de su predecesor en el trono. La actividad prevista aquel día y hora era la audiencia de un súbdito que venía a invocar el derecho de habeas corpus y a preguntar por el paradero de su padre. El súbdito entró con la vista puesta en las baldosas, el Emperador escuchó su petición, le aseguró que ordenaría se hicieran las pesquisas pertinentes y dio por terminada la audiencia con un chasquido de los dedos.

(La imagen es un anónimo chino que representa al Emperador Cheng Tsu, de la dinastía Ming).

Feliz Año Nuevo.

Fröhliches Neujahr.

Feliç any nou.

Bonne Année.

Bon Ano Novo.

Happy New Year.

Buon Anno.

Urte Berri On.

dimarts, 30 de desembre del 2008

La plaga de la violencia de género.

Parece que el año va a acabar con tantas mujeres asesinadas a manos de sus parejas masculinas como el anterior. Es razonable por lo tanto preguntarse por la eficacia de la legislación integral en contra de la violencia de género aprobada ahora hace cuatro años (Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género) que no parece ser capaz de contener esta matanza. Es más, según voces autorizadas como la de la magistrada María Sanahuja (Las denuncias falsas) los efectos podrían estar siendo contraproducentes.

Sin duda hay que abordar el problema con espíritu crítico, abierto, sin prejuicios y sin actitudes demagógicas. Como siempre que se evalúan los efectos de la legislación sobre un fenómeno social tan complejo, difundido y, sobre todo, enraizado en nuestra sociedad, lo primero que llama la atención son los efectos no queridos y hasta perversos de la norma que denuncia el citado artículo de la señora Sanahuja. Cuestión tanto más difícil cuanto que no es posible comparar estas disfunciones reales con la hipotética situación de que la ley no estuviera en vigor, dado que es una típica cuestión contrafáctica. ¿Cómo estaríamos si la ley no se hubiera promulgado? Probablemente peor pero no puede demostrarse. La norma se promulgó para responder a una amplia demanda social y fue muy bien recibida por los sectores directamente implicados en el problema. Lo más razonable es revisarla a la luz de los resultados en este cuatrienio y reformarla para impedir su utilización fraudulenta y mejorar su eficacia. Tarea en la que tiene su importancia también determinar la adecuada relación entre la finalidad perseguida por la ley y los medios a disposición de quienes han de aplicarla.

En todo ello es insensato olvidar que la Ley mencionada es un intento de atajar un fenómeno producto de una forma tradicional, secular, de organización social que consagra como algo natural (cuando no de mandato divino) la supeditación de la mujer al varón; algo que no solamente procede de un pasado atávico sino que sigue contando con amplísimo apoyo en los usos y costumbres contemporáneos. Toda institución que ampare discriminaciones por razón de sexo está aportando aliento a la violencia de género. Esto que resulta tan evidente en abstracto se complica cuando se abordan sus manifestaciones concretas. Por ejemplo: ¿coadyuva o no a la violencia de género el hecho de que las mujeres no puedan ser sacerdotisas en la Iglesia católica, la confesión más extendida en España?

Me parece que sí. Y me parece también que ello apunta a otra complicación todavía más endemoniada como es que muchas posibles víctimas de esta violencia la vean como algo inevitable y, en el colmo de la abyección moral, como un derecho de los varones, cosa que se evidencia al contemplar a veces comportamientos asombrosos en muchas mujeres que, de una forma u otra, protegen o defienden a sus potenciales asesinos. Está claro: la violencia de género se da en el terreno opaco de las relaciones sentimentales en donde puede quebrar gran parte de la lógica social de coste/beneficio que preside la intención legal de proteger un bien jurídico. Si una persona se entrega a otra por entero hasta reconocerle el derecho a hacerle daño, incluso a matarla, la ley se ve obligada a moverse en ese incómodo espacio tan difícil (pero no imposible) de justificar consistente en proteger a alguien en contra de sí mismo. No, no es fácil.

Cuatro años de vigencia de una norma que pretende cambiar costumbres ancestrales, sobre las que se yergue la estructura patriarcal de nuestra sociedad, consagrada en sus creencias, en su lengua, en sus artes (los celebrados temas de la "doma de la bravía" son buen ejemplo de ello), en su organización laboral, religiosa, etc, es un tiempo infinitesimal. Por supuesto que hay que hacer balance de los resultados y mejorar lo que se pueda. Pero no hay que olvidar que las sociedades no se cambian sólo por decreto sino que es preciso inducir cambios de mentalidad y esos, que implican la educación tanto de niños como de adultos, son muy lentos.

Tampoco es disparatado pensar que la violencia de género que no remite viene movida en parte por los avances en el proceso general de emancipación de la mujeres. Muchos hombres que pierden su preeminencia reaccionan violentamente. En parte esa violencia es un peaje que las mujeres tienen que pagar por su liberación. Un peaje que hay que eliminar radicalmente, por supuesto.

Esta vergüenza tiene que acabar. No lo hará de la noche a la mañana y no hay que equivocarse en el diagnóstico. La ley es una buena ley y nos lleva en la dirección correcta. Habrá que revisarla para corregir sus defectos, hacerla más eficaz y evitar los fraudes. Pero vamos por el buen camino, las mentalidades están cambiando, las connivencias y complicidades institucionales, morales, consuetudinarias (piénsese, por ejemplo, en la detestable costumbre de los chistes machistas, tan frecuentes en las sobremesas en España incluso en presencia de mujeres) se van reduciendo. Encuentro que una prueba de ello es la cantidad de criminales que, una vez asesinada su pareja, convencidos de su ignominia, vuelven el arma contra ellos mismos.

Hace bien pocos años el llamado "crimen pasional" no sólo no era visto como un acto vergonzoso sino que se tenía por timbre de gloria y orgullo. Hoy eso es impensable

(La imagen es una foto de Tomás R Vigo, bajo licencia de Creative Commons).

Signo de los tiempos.

A partir del 1º de enero de 2009, pasado mañana, dejará de editarse en papel el Boletín Oficial del Estado. Una publicación con casi 350 años de historia pierde el soporte de papel y pasa al mundo digital sin merma de su eficacia jurídica. Ya hacía tiempo que cabía consultar las dos versiones simultáneamente y en esa pacífica competencia de ambos formatos pudo comprobarse que el digital aventaja al de papel en todos los terrenos: cualquiera que disponga de un ordenador y conexion a la red puede consultarlo gratuitamente a cualquier hora del día desde el momento en que la Dirección General responsable de su edición lo cuelgue en la red. No hay limitación de horarios, festivos ni cierre por vacaciones. Y tampoco por lugar de residencia; la consulta podrá hacerse desde Madrid o desde Melbourne. Además, la página web en que se publica tiene un completo servicio de búsqueda histórica en la que se pueden consultar los BOE anteriores y hasta la histórica Gazeta del siglo XVIII y la búsqueda lleva segundos. No hace falta decir que, como sólo se imprimirán los ejemplares necesarios para cumplir el requisito del depósito, el ahorro en papel será considerable y, con el papel, tinta, maquinaria, locales, almacenes, vehículos de reparto, etc.

La virtualización del BOE es un progreso en el camino del convencionalmente llamado gobierno electrónico cuyo objetivo es garantizar las relaciones entre las administraciones y los administrados a través de la red. Los únicos que se sentirán molestos con esta decisión serán aquellos que se niegan a adquirir las (escasas) competencias necesarias para navegar por la red, una actitud que, al tratarse de gente de nivel cultural entre medio y alto, sólo puede entenderse como muestra de incuria. El otro aparente argumento de la equidad (¿qué pasa con quienes no disponen de ordenador y/o acceso a la red?) carece de valor desde el momento en que en nuestra sociedad abundan los puntos de acceso a internet públicos tanto gratuitos como de pago.

dilluns, 29 de desembre del 2008

La futilidad eucarística.

Con toda la pompa y el boato que revistió el acto eucarístico de ayer en la Plaza de Colón quedó flotando en el ambiente una sensación de futilidad, confusión e incertidumbre. En un país de cuarenta y seis millones de habitantes cada vez más diversos y multiculturales, los cien o doscientos mil que ayer se reunieron suponen una proporción minúscula. Que esa minúscula proporción se reúna en un día señalado para celebrar la vigencia de sus creencias religiosas no hace a éstas más necesarias ni les otorga un derecho superior sobre otras creencias o falta de creencias que convivan con ellas en la sociedad, con independencia de la cantidad de gente que las respalde. El valor de las creencias no depende del número ya que éstas florecen como resultado del ejercicio de un derecho inherente a la persona: el de libertad de credo y de religión.

Parte de la jerarquía católica española salió ayer a defender su fe en el valor inmarcesible de su visión de la institución social básica de reproducción que es la familia. Digo que parte porque otra se quedó en sus diócesis, temerosa de que el acto se convirtiera en un estridente mitín político en contra del Gobierno, como el año pasado; lo cual ha influido probablemente para que el de este año tuviera un carácter más religioso y los pronunciamientos políticos fueran indirectos, implícitos, sobreentendidos. Y esto mismo es lo que le presta ese carácter fútil, innecesario, ambiguo.

Que la familia sea la unidad social básica de reproducción no lo duda nadie y nadie, que yo sepa, ataca en nuestra sociedad la vigencia de la institución. Por eso resulta confuso que la Iglesia católica defienda algo que nadie ataca. Pero es que la Iglesia no defiende la institución de la familia en sí misma sino su especial idea de dicha institución. Y no sólo defiende su idea de la familia, que es algo a lo que tiene perfecto derecho, sino también el que dicha idea de la familia sea la única que se permita, dejando a las demás formas de entender y organizar la familia fuera de la legalidad, como en los tiempos más duros del nacionalcatolicismo. Como esto no se puede decir, la Iglesia recurre a la ambigüedad de utilizar como sinónimos "familia" y "familia cristiana" para prohibir las familias no cristianas pero no tener que justificar dicha prohibición.

No está mal pero no cuela porque nadie aquí y ahora ataca a la familia ni a la forma cristiana de ésta. Es obvio que quien quiera contraer matrimonio católico en España y formar una familia de acuerdo con sus creencias puede hacerlo sin traba alguna. Carece pues de sentido el propósito de Monseñor Rouco de defender una forma de familia distinta a la que está de moda. No hay forma alguna de familia más de moda que la que defiende Monseñor Rouco, más o menos fielmente atenida a su estricta condición. Como también carece de sentido (antes bien, es un grosero atentado a la verdad) decir que esa forma "dispone de tantos medios y oportunidades mediáticas, educativas y culturales para su difusión" cuando bien a la vista está que la forma defendida por el Cardenal tiene una aplastante presencia social y las otras todavía luchan por ver reconocido su derecho a existir en condiciones de igualdad con la predominante.

Guste o no a la Iglesia y a Monseñor Rouco ya no se pueden imponer unas creencias particulares al conjunto de la sociedad. Gracias a los avances de la ciencia la institución básica de reproducción social admite variantes de acuerdo con las preferencias de sus componentes individuales sin merma de la eficacia de su función reproductiva. Por eso la Iglesia se opone a tales avances científicos, como siempre, porque amplian las posibilidades de los individuos para organizar a su libre albedrío la forma básica de la convivencia social. Y por eso también sus afirmaciones resultan tan delirantes. Dice Monseñor Rouco que la familia es "la donación esponsal del varón a la mujer y de la mujer al varón y, por ello, esencialmente abierta al don de la vida: a los hijos". ¿Por qué? ¿Porque lo diga él? Como delirante es la afirmación del Papa que escucharon ayer sus seguidores de impedir que "el amor, la apertura a la vida y los lazos incomparables que unen vuestro hogar se desvirtúen". ¿En qué desvirtúa a dichos lazos el que otras gentes tengan derecho a organizar otras formas de familia? Por supuesto en nada. Y como esto tampoco puede decirse hoy día, el acto siguió subiendo de ambigüedad.

Y así será mientras continúe manteniéndose otra confusión que ayer fue patente en la plaza de Colón y hoy repiquetean todos los comentaristas de la derecha, esto es, que el acto eucarístico era la defensa de unos valores residenciados en la familia, cristiana, no se olvide. Aquí reside la confusión cuando no el engaño deliberado. Por mucho valor que quiera atribuirse a la familia, cristiana o no cristiana, ésta no deja de ser un medio, un instrumento del auténtico depositario y titular de todos los valores, el único que ayer estuvo ausente en las prédicas eclesiales, jaculatorias litúrgicas y doctrinas pontificales: el individuo, el ser humano individual, titular de todos los valores y todos los derechos. Porque la familia se hizo para el individuo y no el individuo para la familia. En esto la ambigüedad y la contradicción del clero católico adquiere tonalidades ridículas. Es un derecho del individuo formar una familia cristiana o una familia no cristiana; como lo es no formar familia alguna. Que es exactamente lo que hace el propio Monseñor Rouco Varela, inmerso clamorosamente en esa pública contradicción de predicar una cosa y hacer otra. A este respecto el clero protestante procede con mayor coherencia porque el católico no tiene remedio y por eso delira.

Este intento de anteponer los valores de un medio, de un instrumento, de un ser colectivo, a los del ser humano individual que es fin en sí mismo pero sin poder decirlo es lo que hace que actos como el de ayer resulten confusos, fútiles, patéticos y trasnochados. La familia no está amenazada; al contrario, cada vez tiene mayor auge y está más viva porque ve reconocida su multiplicidad de formas en contra de la sañuda oposición de los Roucos Varelas. Los valores de la familia no están en cuestión. Como tampoco lo están los de su último titular y depositario, que es el individuo. Al contrario, jamás ha tenido el individuo mayor libertad para organizar su vida de acuerdo con las creencias y valores que le parezcan medulares y que pueden coincidir o no con los del clero católico que ensalza la familia pero no la practica.

Uno de esos derechos del individuo es el de la interrupción voluntaria del embarazo, el aborto, contra el que también cargó ayer Monseñor Rouco hablando fuera del tiesto de una "cultura de la muerte", como si el aborto, en lugar de un derecho de los seres humanos individuales, especialmente las mujeres, fuera una obligación. Como tampoco aquí se puede decir tamaña barbaridad porque es obvio que el derecho al aborto presupone el igual derecho a no abortar, el acto resultó confuso y ambiguo.

Hubieran querido pedir que se prohiban por ley las familias que no se ajusten al modelo católico y que por ley se prohiba la interrupción voluntaria del embarazo pero como probablemente el Vaticano ha impuesto moderación en el ultramontano clero español y éste sabe además que no están las cosas para plantear más conflictos de los que ya hay, su posición se desdibuja, pierde fuerza. Resulta triste comprobarlo una vez más, pero la Iglesia sólo interpreta satisfactoriamente su papel cuando combate, ataca e impone a la fuerza sus principios y convicciones. Cuando no puede hacerlo, su mensaje se torna arbitrario, caprichoso e incomprensible. Tiene graves problemas para adaptarse a una sociedad democrática en la que conviven creencias o falta de creencias distintas y esos problemas la afectan en su propio cuerpo de creyentes (excusado decir los que no lo somos) muchos, muchísimos de los cuales, a fuerza de demócratas no quieren vivir en una sociedad que imponga sus valores como los únicos legales y aceptables. Eso es algo que la jerarquía católica no acaba de entender y va a costarle muy caro porque, si no lo acepta, acabará identificada con las opciones políticas de la extrema derecha, cosa que en esta ocasión ha conseguido evitar a costa de la claridad de su mensaje.

Al final, cabe preguntarse razonablemente: ¿para qué se reunieron ayer cien o doscientas mil personas en la plaza de Colón? Y la respuesta es bien enteca: para escuchar misa. Santas y buenas.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Crónica espeluznante.

Este año de 2008 ha sido el primero de vigencia de la Ley de la memoria histórica, razón por la cual considero un acierto la reedición de este clásico de la memoria del franquismo (Crónica de la posguerra, 1939-1955, Barcelona, Ediciones B, 2008, 561 págs) cuya primera edición fue de 1978 y hoy, estando descatalogado, era inencontrable.

El libro de Abella es, en efecto, una crónica minuciosa, detallada, verídica, documentada (con una gran aportación de datos de la prensa escrita de la época) de la posguerra española y su lectura, altamente recomendable. Para quienes nacimos en los años cuarenta pero conservamos memorias , aunque sean fragmentarias, de infancia de aquellos años y para los que hayan nacido después y todo lo que sepan sea de leídas y oídas la obra constituye una aportación inestimable por lo bien documentada que está, la proximidad y naturalidad del relato, el sentido del humor que el autor no pierde incluso cuando narra asuntos angustiosos y, lo que quizá sea en el fondo su característica más acusada: su optimismo y su fe en la capacidad del pueblo español para afrontar el infortunio, recuperarse gracias a su trabajo y tesón y salir al final adelante. Porque en un primer momento, cuando uno va leyendo esta terrible narración, siente uno que lo invade la tristeza, la indignación, el desánimo y sólo en reflexión posterior comprende uno que no debe dejarse llevar por la desesperación.

La crónica de la posguerra española es la crónica de un calvario que millones de personas hubieron de soportar durante años. Abella explica con detalle y abundancia de pruebas y datos cómo, al final de la guerra, España era un gran campo de concentración, cómo los vencedores trataron a los vencidos como enemigos para los que no hubo piedad, cómo se detenía arbitrariamente a la gente (a veces por denuncias falsas de los vecinos que querían quedarse con los bienes de los denunciados), se la torturaba y se la sometía a farsas judiciales militares en las que se la condenaba a muerte o a largas penas de cárcel. Las ejecuciones extrajudiciales, los "paseos" de los falangistas, los asesinatos estuvieron a la orden del día en los primeros años de la posguerra. Calcula Abellá que fueron 700.000 mil las causas que se abrieron ante el tribunal de responsabilidades políticas.

A los muertos, fusilados, ejecutados sin proceso, torturados, encarcelados y exiliados hubo que añadir los cientos de miles que murieron de enfermedades parasitarias, contagiosas o simplemente de hambre. Porque la vida en España en los años cuarenta, con los alimentos básicos racionados, sin combustible, sin luz eléctrica (hubo un año en que llegó a restringirse el fluido electrico a dos días por semana, p. 398), sin medicinas, sin viviendas, fue un infierno, un infierno de escaseces, frío, hambre, miseria pulgas, piojos y sarna. La delincuencia juvenil estaba en auge (p. 165) como lo estaba la mendicidad y la prostitución (p. 173). La desnutrición era generalizada, lo que provocaba todo tipo de epidemias (p. 188) .

Esta España del estricto racionamiento y el mercado negro (p. 128), de los escándalos de corrupción (p. 157), era la España de los timadores, los estafadores y ladrones de todo tipo (p.212) y también el lugar en el que se hicieron rapidísimas fortunas a base de engañar y estafar y al amparo del poder. Los ferrocarriles (p. 382), las carreteras (p. 384) estaban en estado calamitoso, no era infrecuente que se hundieran las viviendas (p. 388) y las que no se hundían estaban fuera del alcance de la mayoría de la población que cobraba salarios de miseria sin protección social y sindical alguna y tenía que pluriemplearse para poder sobrevivir.

Paralelamente a este desastre general, el régimen, que era una dictadura totalitaria apoyada en la Iglesia católica, alentaba una vida social en la que la propaganda hacía que, como dice el autor lo insólito fuera visto como un hecho cotidiano: tan pronto aparecía el cuerpo incorrupto de San Isidro labrador (p. 259), como se daban apariciones de la Virgen (p. 260), casos de gatos voladores (p. 263) o experimentos de charlatanes para sintetizar oro(p. 270).

La censura era estricta en todas las manifestaciones periodísticas o espectáculos que, además, tenían una calidad ínfima. Para afianzar su dominación, el franquismo estableció lo que llama Abella la "futbolización del país" (p. 412).

El régimen político del general Franco nació como una dictadura totalitaria y así prosiguió hasta su muerte. Entre tanto Franco nombró heredero "a título de Rey" al que lo es ahora de España con la única finalidad de dejar restaurada la monarquía pero diferida hasta su muerte su definitiva proclamación. El franquismo fue un desaforado culto a la personalidad y él, que aplicaba el viejo adagio gallego de "Pelo de lobo, paso de buey y hacerse el bobo", dejó que le erigieran estatuas, lo nombraran hijo predilecto de muchas localidades, padre de otras, lo equipararan al Cid y una caterva de intelectuales al servicio del Régimen vertiera sobre él los más exagerados y ridículos ditirambos, empezando por la doctrina del Caudillaje, elaborada por Francisco Javier Conde. Todo conato de resistencia quedó aplastado.

En el ámbito exterior, nadie tomó en serio las protestas neutralistas de Franco, que había sido claro partidario del Eje y había mandado a la División Azul al frente del Este. La ONU condenó el régimen de Franco como régimen fascista en 1945 y en 1948 pidió a los países miembros que retirasen a los embajadores por lo que España quedó aislada y sometida a bloqueo, lo que acarreó todavía mayores penalidades para el pueblo sin debilitar al régimen. Posteriormente, comenzó poco a poo la recuperación. En 1952 se suprimen las cartillas de racionamiento. En 1953 se firma el Concordato con la Santa Sede y el tratado con los estadounidenses y, partir de entonces, comenzó una etapa de lento pero continuo desarrollo que se financió esencialmente a través de las remesas de los emigrantes y la entradas por el turismo.

Éste último, el turismo, fue el elemento más importante del cambio de mentalidad en el país y un poderoso factor de modernización, por supuesto, con la furibunda oposición de la Iglesia católica, acostumbrada hasta entonces al nacionalcatolicismo.

El libro de Abella no es solamente una gran aportación a la historiografía de la época, sino un testimonio presencial de indudable valor a cuyo lado todos los intentos que hoy se hacen de embellecer el régimen de Franco como si no hubiera sido una dictadura canalla, criminal, corrupta, sórdida, miserable, carcunda, lacayuna, inepta y estúpida demuestran ser su digna continuación.

diumenge, 28 de desembre del 2008

Hasta la kippá de estos genocidas.

Igual que sucede con los atentados de ETA, faltan ya las palabras para condenar la fría, sistemática, premeditada, permanente, masacre del pueblo palestino a manos de los israelíes. A unos nos faltan porque ya las hemos gastado todas y ahora resultan pobres, vacías, ridículas ante la magnitud de la civilizada barbarie sionista. A otros les faltan porque no quieren condenar. Y no quieren condenar porque en el fondo están de acuerdo con los crímenes cometidos, como en el caso de Batasuna, ANV y el presidente Bush, quien tampoco condena el nuevo y enésimo crimen israelí en Gaza. Lo curioso es que, así como Batasuna, ANV etc caen por ello en la ilegalidad, la confiscación y la persecución, el presidente Bush pose de ejemplar defensor de la civilización occidental.

Faltan las palabras por innecesarias. Lo que está haciendo Israel, lo que lleva sesenta años haciendo Israel con los palestinos es un genocidio en todo igual al que los nazis quisieron perpetrar con los judíos. Con las dos importantes diferencias, causalmente relacionadas, de que los sionistas disponen de mucho más tiempo para segurarse del carácter sistemático, completo, total de su política de exterminio y de que pueden hacerlo porque gozan del auxilio incondicional de los Estados Unidos, que han respaldado el genocidio desde los orígenes, lo han amparado y justificado.

Porque un genocidio es que un Estado armado hasta los dientes, pertrechado con todo tipo de instrumentos mortíferos de alta tecnología, incluida la bomba atómica, proceda militarmente a lo bestia contra la población civil apiñada en Gaza, agobiada por la necesidad y la miseria, y protegida/chantajeada por unas ridículas milicias de Hamas armadas con cohetes hechos con botes de coca-cola y que a saber si no están financiadas y alentadas por los propios servicios israelíes. Dicen los amigos de los sionistas -que son muchos en el mundo, preferentemente en la derecha pero también en la izquierda- que Israel "tiene derecho a defenderse". Lo cual es obvio. Pero lo pierde cuando la defensa rompe toda proporción con el ataque. Y ello es así, no hay que ser ingenuos, porque sus represalias no son defensivas sino que son a su vez ataques largamente planeados y premeditados para conseguir su último objetivo que es el exterminio de los palestinos y la aniquilación de Palestina. Un genocidio en pleno siglo XXI y bendecido directa o indirectamente por la llamada "comunidad internacional", ramillete de cómplices o simples cobardes.

Toda la verborrea, todos los garabatos, planes, contraplanes, hojas de ruta, proyectos, condiciones, tratados y demás basura no son más que los jalones con los que los israelíes han ido ganando tiempo durante sesenta años para culminar su objetivo genocida que jamás se ha tomado en serio el supuesto plan de un Estado palestino por la misma razón por la que jamás se ha acatado y mucho menos cumplido una sola de las numerosas resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas en relación con el conflicto.

Cada vez que alguien dice lo que han podido Vds. leer líneas más arriba se le acusa de antisemita. Dejando de lado el hecho, ya de por sí inadmisible, de que, siendo los árabes tan semitas como los judíos, éstos pretendan apropiarse el término étnico, despojando de él a los árabes, la única respuesta frente a esta acusación es que se vayan a freír puñetas. Considero que el Estado de Israel viene aplicando una política deliberada de exterminio genocida de los palestinos desde su fundación y eso no me hace más antisemita que obispo. También se dice que, al fin y al cabo, Israel es una democracia y los Estados árabes o los palestinos, no. Es posible. Pero por encima de la democracia están los derechos humanos y una democracia que no los respeta y cuya política es genocida no es una democracia, aunque elija a sus representantes.

Conozco Israel; conozco Palestina; he estado allí, he estado en Gaza, Cisjordania, Jericó y sé de lo que hablo cuando digo que los judíos jamás se irán voluntariamente de los territorios ocupados y jamás permitirán que los palestinos tengan su Estado propio porque su finalidad -que arranca de la promesa de su Dios en la Biblia- es exterminar a los filisteos, los philistins, los pelistim, los palestinos. Eso sólo sucederá si se los expulsa y si se los expulsa militarmente, cosa que no está al alcance de los Estados árabes y mucho menos de los palestinos.

En consonancia con ello todas las declamaciones de la comunidad internacional, los gestos compungidos de nuestras autoridades, los melindres de la Unión Europea y los mohínes de la diplomacia internacional son pura hipocresía cómplice. La tímida advertencia a Israel de que si sigue con su política genocida, sus asentamientos, sus bloqueos, sus muros, sus provocaciones, sus expropiaciones, sus asesinatos y su barbarie perderá su autoridad moral y el respeto internacional es la más acabada muestra de cobardía, miseria moral y colaboración con el genocidio.

Porque es un genocidio.

Una última consideración. Está claro que este nuevo ataque a Gaza responde a la deliberada intención de explotar el vacío de poder en la Casa Blanca, aprovechar las últimas horas de un presidente que tiene mucho de criminal de guerra y situar al señor Obama ante un hecho consumado, exactamente como hacían los nazis. Es en este terreno en donde se podrá calibrar la categoría de Mr. Obama llegado el momento.

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).

Huntington.

Con motivo del fallecimiento de Samuel P. Huntington la prensa ha aireado su muy conocida teoría del choque de civilizaciones que en España encontró la contrapropuesta del señor Rodríguez Zapatero de la alianza de civilizaciones como si fuera un tipo ideal de contraposición entre el realismo político del académico gringo y el utopismo del presidente español, dado que el primero se mueve en el terreno de los hechos mejor o peor interpretados, y el segundo en el de las normas morales más o menos factibles. De momento el choque va ganando a la alianza por varios cuerpos de ventaja; pero no puede (ni debe) descartarse la idea de que alguna vez se establezca la tal concordia.

De todos modos para entender mejor la obra de Huntington que no se agota en éste su célebre penúltimo ensayo es preciso situarlo en la perspectiva del conjunto de su carrera. Destacaré cuatro de sus publicaciones, las que me parecen jalones de su pensamiento y de su modo de entender la realidad del momento porque el pensamiento de Huntington ha estado siempre muy vinculado a la realidad internacional. El primero, publicado en el significativo año de 1968, es un estudio comparado entre los EEUU y la Unión Soviética, titulado Political Order in Changing Societies , escrito al alimón con Zbignew Brzezinski y en el que se analizan en perspectiva comparativa los dos sistemas políticos y parece darse pábulo, aunque dubitativo, a una teoría muy en boga por aquellos años, la llamada teoría de la convergencia según la cual las sociedades industriales avanzadas tenían unas necesidades específicas de organización que coincidían y acabarían consiguiendo una convergencia de los respectivos sistemas políticos (comunismo y democracia liberal) en una especie de amalgama de carácter tecnocrático. La previsión se vino abajo con el hundimiento y silenciosa implosión del comunismo.

La siguiente publicación de importancia mundial fue un informe para la Trilateral, firmado por nuestro autor, el francés Michel Crozier y el japonés Joji Watanuki titulado The Crisis of Democracy: On the Governability of Democracies y publicado en 1976, como colofón a los agitados, turbulentos y revolucionarios años sesenta y en el que se avisaba de que las democracias podrían perecer por un exceso de demanda y por ser incapaces para gestionarla adecuadamente. Esto es se trataba de una especie de aviso de las consecuencias letales que podría tener la llamada "revolución de las expectativas crecientes" característica de las sociedades capitalistas desarrolladas. En el fondo una de las primeras formulaciones políticas del ataque generalizado contra el Estado del bienestar que se inició a raíz de la crisis mundial de 1973. Las democracias eran intrínsecamente inestables e inseguras a diferencia de los regímenes autoritarios. Lo que ha sucedido sin embargo es que las democracias han resultado muy resistentes (y también los Estados del bienestar) mientras que los sistemas autoritarios han ido quebrando uno tras otro.

Quizá para compensar en parte por este fiasco, Huntington publicó en 1991, meses antes del hundimiento de la Unión Soviética, The Third Wave: Democratization in the Late Twentieth Century en el que daba cuenta de la tercera ola de democratizaciones (las otras dos fueron de 1828 a 1926 y de 1943 a 1962) a partir de 1974 a raíz de la pérdida de prestigio de los sistemas autoritarios, el palpable fracaso del comunismo y el fin de la guerra fría, una tercera ola que afectó a los países del sur de Europa (Portugal, España y Grecia) y a otros de América Latina fundamentalmente. En el fondo, el libro trata de corregir el yerro de Crisis of Democracy... y se inscribe en la bibliografía que saluda el nuevo orden mundial a raíz de la globalización, el fin de la guerra fría y del comunismo. De momento sus previsiones se mantienen aunque ello tampoco es tan misterioso dado que en la obra Huntignton avisa de que tambiérn podría producirse una "tercera contraola", pues la democracia es un régimen político que avanza de modo leninista, dos pasos adelante y uno atrás. Así, desde luego, es muy difícil equivocarse.

El libro The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order, de 1996, el único que los medios parecen recordar, parte del principio de que el mundo está dividido en ocho civilizaciones (occidental, latinoamericana, ortodoxa, africana, hindú, sínica, japonesa e islámica) así como algunas otras incipientes o abortadas e híbridas. Parte de una identificación genérica entre "civilización" y religión y sostiene que el choque de éstas sustituirá al de las ideologías. Puede ser. Pero lo que más llama la atención es justamente la tipología que establece y cómo puede justificar la existencia de una "civilización latinoamericana" distinta de la occidental. No es que tenga mucha importancia pero la verdad es que algo así sólo podía ocurrírsele a un gringo. Por lo demás, nos pongamos como nos pongamos, las únicas civilizaciones/religiones que muestran una contundente tendencia a la agresividad y la guerra son la Occidental/cristiana/mosaica (el hecho de que, a pesar de la identidad civilización-religión, el judaísmo no aparezca como civilización propia ya lo dice todo) y la islámica, esto es, las civilizaciones/religiones que llamamos "del Libro". Algunas otras (por ejemplo, la japonesa) han tenido a veces destellos de agresividad militar pero en estas occidental/cristiana/judaica e islámica la agresividad parece formar parte de su esencia misma, peculiaridad sobre la que no se encuentran muchas aclaraciones en la obra de Huntington.

Hace unos años (2004) el autor publicó su último trabajo, llamado Who Are We? The Challenges to America's National Identity en el que se suma a la alarma generalizada frente al peligro de dilución de la prístina personalidad nacional gringa, que es un macizo de anglosajón, protestante y blanco con raíces en los colonos. El elemento que amenasa esta pureza cultural es el mundo latino, especialmente el mexicano. Ahora se entiende mejor su idea de que latinoamérica sea una civilización distinta de la occidental. La identidad nacional gringa tiene que preservarse en el monopolio de la lengua y la institucionalización de la religión y la ética protestantes frente al catolicismo latino. El multiculturalismo, el cosmopolitismo y el bilingüismo son amenazas a la cohesión nacional gringa. Es decir no es un libro racista a la antigua usanza pero le falta poco.

Ciertamente Samuel P. Huntington fue uno de los politólogos más influyentes del siglo XX y lo que llevamos del XXI y su lectura es imprescindible para entender nuestro tiempo. Fue un hombre muy conservador cuyas previsiones se revelaron erróneas con harta frecuencia. Ojalá también lo sean las relativas al choque de las civilizaciones y la identidad nacional estadounidense.

Que la tierra le sea leve.