diumenge, 27 de gener del 2013

El coleccionista de obsesiones

El museo Lázaro Galdiano acaba de inaugurar una exposición de Bernardí Roig así titulada, El coleccionista de obsesiones. Parece afirmarse esta nueva costumbre de emplear museos tradicionales como salas de exposiciones temporales entreveradas con las piezas en exhibición permanente. Lo que ha hecho también el museo Cerralbo con una exposición de modas.

Elegir el Lázaro Galdiano para este caso es un acierto por la naturaleza del propio museo, una especie de monumento al coleccionismo más desaforado, pues abarca una gran variedad de objetos: pintura, escultura, documentos, libros, mapas, porcelanas, armas, armaduras, muebles, monedas, joyas, fósiles, antigüedades. Es difícil no encontrar algo en el palacio del Parque Florido, en sí mismo un edificio curiosísimo con un jardín poblado de cedros justo en la calle Serrano de Madrid. Probablemente el mejor museo de origen privado de la capital.

José Lázaro Galdiano, un magnate del mundo de la publicación, había comenzado muy joven fundando la revista y editorial La España moderna a fines del XIX. El museo exhibe algunos de los ejemplares de la revista y de los libros primeros. La biblioteca los tiene todos. Ediciones elegantes, cuidadísimas, con abundancia de grabados, de los autores españoles y extranjeros más importantes del tiempo. Una editorial con un proyecto, declarado en el título, de modernizar España. El éxito de su empresa y un matrimonio con una acaudalada dama argentina, cuyo apellido da nombre al parque, le permitió dedicarse plenamente a su pasión por el coleccionismo artístico, numismático y de todo tipo. Su esposa compartía la afición y a eso se debe, probablemente, la atención al retrato femenino en el museo en donde hay una sala dedicada a él. Solo el famosísimo de Gertrudis de Avellaneda, de Federico Madrazo y el de una joven dama, atribuido a Sofonisba Anguissola, justificarían la visita.

Pero el espíritu del museo es el marcado por Lázaro, empezando por su afición a Goya, de quien hay algunas piezas muy interesantes, en especial El aquelarre y Las brujas. Además de otras obras de pintores goyescos, como Vicente López, Lázaro encargó los frescos de varios de los techos de las habitaciones nobles a Eugenio Lucas Villamil, otro que había heredado el espíritu goyesco de su padre, Lucas Velázquez, también muy presente en el museo. Efectivamente, Goya es la España moderna, horrorizada de sí misma. Probablemente por eso, cuando estalló la guerra civil, los Lázaro Florido se instalaron en París y en Nueva York y no regresaron hasta 1945.

El palacio es un lugar fascinante, una sucesión de cámaras de tesoros en salas que fueron vivienda pero de la que únicamente conservan el nombre (sala de música, de tertulia, comedor de ocasiones, de diario, etc) pues todo lo demás se ha sacrficado a la "colección de colecciones". Ya solo la imponente espada, regalo de Inocencio VIII a Íñigo López de Mendoza en 1486 que recibe al visitante en la sala 1, en donde se expone la vida del fundador, es el heraldo de un mundo fantástico, una especie de Locus solus del coleccionista.

Por eso, muy bien traída la obra de Bernardí Roig. Un acierto. Viene precedida de un escrito de José Jiménez, comisario de la exposición de muy grata lectura por la elegancia y sencillez del texto, la claridad y la profundidad de las ideas y el conocimiento de la obra comisariada. Con comisarios así, da gusto ir a las exposiciones. En este caso se trata de dieciséis piezas de Roig de distinto tipo, grabados, esculturas, un collage y un vídeo, distribuidas por diversas salas, el sótano del museo y el parque Florido. Abundan, claro, esas peculiares esculturas de resina de poliéster que se encuentra uno por las escaleras o a la vuelta de una sala. Muchas de ellas en angustiosa relación con fuentes de luz cegadora, fluorescente que, reflejada en el bruñido poliéster, trasmiten impresión de desgarro y obsesión. Algunos de los cuerpos se hacen difíciles de encontrar porque se concibieron precisamente para eso, para ser escondidos, como el intento de ocultación del cadáver que es preciso buscar en el jardín.

El vídeo es un sinfín pues pasa sin interrupción. Muestra al artista portando sobre sus hombros un artilugio fluorescente que va iluminando las piezas del museo a oscuras, según pasea la figura. El hombre lleva los ojos tapados con cinta aislante negra. Es una curiosa experiencia: ver el museo conocido bajo la guía de un artista ciego.
Los rostros de las esculturas de Roig siempre me han recordado los del extraño escultor alemán del XVIII, Franz Xaver Messerschmidt, al que pertenece esa cabeza de la imagen a la derecha, llamada el picudo, un alabastro hacia 1770. Y con razón. El propio Roig lo muestra en la última pieza de la exhibición en la que entre cientos de imágenes de lo más variado, desde fotos de paisajes al rostro de de Guindos, pasando por algún montaje del Papa, aparecen dos bustos de Messerschmidt. El entretenimiento consiste en buscarlos. Es como si el espíritu del germanoaustriaco hubiera reencarnado, en parte, en Roig y se hubiera propuesto terminar la ambiciosa serie de tipos humanos que su desgraciada vida no le permitió hacer.

Interesantísima exposición. Pienso volver a verla.

dissabte, 26 de gener del 2013

Cinco cerditos.

Cinco cerditos, uno de los títulos famosos de A. Christie, una novela estilo Rashomon en la que distintos personajes describen la misma realidad, que no es la misma, claro está, pero acaba siendo una. Lo de "cerditos" no lleva animadversión. Viene de una canción infantil inglesa, Five Little Pigs. Los cerditos, además, tienen buena prensa; se los asocia con huchas, ahorros, mirar por uno mismo. Tener un cerdito en casa es señal de respetabilidad social y estabilidad emocional. Con el cerdito se aprende a vivir en este pícaro mundo, en donde, si no miras por ti, te despluman. Pero no todos los cerditos aseguran igual fortuna. Aquí también se aplica el principio del esfuerzo, los méritos, la habilidad.

Detecto cinco tipos de cerditos en uso por los más renombrados personajes de la actualidad.
  • El cerdito de Bárcenas. Es cosmopolita, viajado, tan pronto esquiando en Bulgaria como pateando la Pampa. Es un galán de media edad, con ademanes de caballero. Muy relacionado en la corte, en donde cuenta con una estructura administrativa bien provista en la sede del partido gobernante, por lo que su dinero luce más. Es un cerdito seguro de sí mismo. Se sabe miembro de una piara poderosa.
  • El cerdito de Ignacio González es inquieto, algo burocrático, con ribetes de vendedor de grandes almacenes. Muy dado a la familia, se ha ido constituyendo un capitalito inmobiliario para el día de mañana. Dinero en forma de bienes inmuebles. Está interesado por las actividades del vecindario y dicen las malas lenguas que ha creado un servicio de información así como castizo.
  • El cerdito de Urdangarin es de papel couché, se codea con la más rancia nobleza y se da un aire de estar anunciando alguna marca de playeras. Tiene pasión por el cotorreo por e-mail y sufre complejo de plebeyo advenedizo que lo lleva a querer atesorar dinero innecesario.
  • El cerdito de Díaz Ferrán languidece tras los duros barrotes de la mazmorra, como el  corredor de la muerte, casi la antesala del matadero. Desde ahí rememora su pasado. Quiso ser cerdito volador, elevarse a las áureas alturas y cayó como Ícaro, por querer acercarse demasiado al sol, al sol que más calienta, el dinero. El cerdito se mira ahora y se ve chivo expiatorio.
  • El cerdito de Carlos Mulas es un cerdito progresista. Racional, flexible, moderno. Gran currículum académico. Ducho en lides ideológicas. Pero de carácter científico, sin subjetividades morales. Es un cerdito teórico que abre su banca al mejor postor. El dinero no huele. Así, piensa, siempre gana. Hasta que pierde. Y ahora no se ve como cerdito, sino como matanza.
(La imagen es una foto de woodleywonderworks, bajo licencia Creative Commons).

No, gracias,


La compañía de Paloma Mejía Martí lleva tres meses representando el Cyrano de Bergerac, de Rostand, en el teatro Victoria de Madrid. La he pillado por los pelos, pues son las últimas actuaciones. Paloma Mejía hace una adaptación muy fiel al texto de Rostand y dirige con maravillosa soltura una obra muy movida, con muchos personajes para un espacio reducido, casi minimalista. La escasez de medios ha obligado a suprimir todas las escenas de gran aparato, como la pelea en el puente de Nesle o los episodios de la batalla contra los españoles en el sitio de Arras (guerra de los Teinta Años), en donde muere el bello Christian y, en la realidad histórica, Cyrano recibió una de las dos graves heridas que le obligarían a dejar el servicio militar. Se substituyen por unas danzas y pantomimas, así como otros efectos coreográficos que, sin estar mal en sí mismos, no encajan del todo con el espíritu cyranesco y tampoco con el rostandiano. La calidad de las interpretaciones es alta y Nelson Javier borda a Cyrano.

Pero temo no ser imparcial. Podría representar la obra una compañía de marcianos y me daría por contento con tal de escuchar a Cyrano. Si Palinuro no fuera Palinuro, querría ser Cyrano. Para mostrar que no es pasión reciente, remito a la traducción que hice de la obra principal del genial poeta y filósofo, El otro mundo. Los estados e imperios de la Luna. Los estados e imperios del Sol con un estudio introductorio. Pero, claro, ese es el verdadero Cyrano, el histórico. El idealizado en la obra de Rostand -el que se representa en teatros y se ha llevado dos o tres veces al cine- no coincide con el personaje real en el plano histórico. Es una creación libre, un Cyrano visto con ojos románticos. Ni una mención a Descartes, Gassendi, la filosofía del siglo XVII, las utopías cyranescas, la polémica sobre el heliocentrismo, el combate contra la censura, la lucha contra la Iglesia.

Sí recoge Rostand los datos biográficos más conocidos y vistosos como la expulsión del actor Montfleury (también presente en la versión de Paloma Mejía), la lucha contra cien enemigos, el sitio de Arras, etc pero es para utilizarlos como contexto del ideal caballeresco del romanticismo, de carácter purificador, en el fondo, casi místico. Cierto, Cyrano es el héroe desgraciado, poeta y espadachín. No está mal, pero es empobrecedor. Cyrano fue, sí, poeta y espadachín; y filósofo, novelista, dramaturgo, bebedor, duelista, jugador, putañero, libelista y casi seguro amante carnal de alguno de sus amigos, luego tornados enemigos. En resumen, un ejemplo acabado de filósofo libertino en todos los sentidos del término. Una premonición del marqués de Sade, pero mejor persona, a mi parecer.

Hay, pues, dos Cyranos. El real y el héroe de Rostand. El personaje de ficción se ha comido al real y, de paso, al autor Rostand que, si hoy es conocido, es, precisamente por su Cyrano. E, insisto, no tiene nada que ver con el otro. Sin embargo, Rostand ha captado su espíritu, en un monólogo, uno de los más conocidos del teatro mundial, de esos que conmueven. El monólogo No, gracias. Quien quiera leerlo en la versión castellana del doblaje de la película de Depardieu, lo tiene en este estupendo blog. En él puede encontrar también el recitado de Depardieu en doblaje español. Quien quiera y pueda leer los versos en francés de Rostand bastante más largos y ardientes, los tiene aquí. Y quien quiera escucharlo en la voz del propio Depardieu, aquí. Ese monólogo refleja a la perfección el espíritu de Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac, nacido en 1619 y muerto en 1655, a los treinta y seis años, probablemente asesinado por los jesuitas.

¿Cambiar de camisa para obtener posición? ¿Dedicar si viene al caso versos a los banqueros? ¿Adular el talento de los canelos? ¿Sentir temor a los anatemas? 
 
NO, GRACIAS.

Señoras, señores: Cyrano de Bergerac, que fue todo y no fue nada.

divendres, 25 de gener del 2013

¿Un escándalo tapa otro?

Palinuro confiesa contrito parecerse a Rajoy, pues no cumple sus promesas. Prometió ayer hablar de Cataluña y no lo hará. Hay cosas más urgentes y lo de Cataluña va para largo me lo fiais.

Lo de más pegada, el paro. Quien dijo que, cuando él gobernara bajaría el paro y lo firmó con su rostro, preside sobre la tasa más alta de paro de la historia de España, esa gran nación incapaz de encontrar empleo al 26% de sus hijos. Y hay muchos más: el millón de personas que ha emigrado, aquí, estaría en el paro. Entre las dos fotos median tres años (2010 a 2013), unas elecciones generales, una mayoría absoluta aplastante, un año y pico de gobierno casi absoluto y 700.000 parados más. Esto es un drama nacional. Que el ministro de Agricultura aproveche para decir por la radio que la reforma laboral está dando sus frutos solo es una muestra de la pavorosa veciedad mental de los gobernantes. O sea, el drama tiene algo de esperpento. Pero el desempleo (y suma y sigue) en España empieza ya a ser seria preocupación de los europeos. Y Rajoy no tiene nada que decir, como de costumbre, salvo esperar las palabras de la canciller de hierro, Merkel, a cuya presencia no se atreve a comparecer. Prefiere los aires del altiplano andino en donde, cuando menos, entiende lo que le dicen. Porque a Merkel es menester traducirla y la traducción suena: hay que seguir con las reformas estructurales.

Pero si Rajoy no pinta nada fuera, menos lo hace dentro. La tremenda corrupción del país lo tiene literalmente noqueado. A lo mejor por eso se ha pirado al Perú para tronar contra el nacionalismo catalán, avisándolo de que fuera de la Constitución no hay nada. Advertido queda y dejémoslo ahí pues yo por las buenas soy muy bueno pero, por las malas, me subo al Perú. ¡Ah, y nada de preguntas de los periodistas, seres carroñeros solo interesados en desestabilizar el gobierno! Pero es inútil, la corrupción lo tiene atrapado, incluso la que no es directamente suya, como ese cristo montado por Urdangarin y su socio. Una corrupción moderna, digital, ciberdelictiva, en la que las pruebas vienen en forma de e-mails, algunos chocarreros. Eso es muy de aristócratas. El Marqués de l'Hospital, embajador que fue de Luis XVI, siempre gastaba bromas al caballerito d'Eon por sus problemas con la terza gamba. Desde entonces, debe reconocerse, la nobleza ha perdido finura.

Tanta es la corrupción que, según algunos, los escándalos sirven para tapar escándalos anteriores. Eso solo será si queremos. Si no, ahí estarán, vivos, levantando iras populares a fuer de ignominiosos. Los dineros de Bárcenas. Rajoy ha salido prometiendo una auditoría interna, como si eso sirviera para algo y olvidando que ya lo había prometido el PP con carácter anual en 2009. La auditoria interna no sirve para nada. La externa no pueden dársela a los técnicos de Hacienda porque no se atreven, con la cual, tampoco servirá para nada. Y el gobierno continuará llevando una existencia arrastrada, pendiente de si Bárcenas empieza a largar nombres.

En los nombres está el peligro. Ni dos ni diez Bárcenas pueden tapar el escándalo de la Comunidad de Madrid, tan variado como castizo y pintoresco. Un antiguo consejero, al parecer, era un barcenillas y se llevó a Suiza un millón y pico de euros, abriendo ahora la cuestión de si también ha aprovechado la amnistía del cofrade Montoro para "regularizarse". Estos neoliberales están siempre hablando de "desregulaciones" excepto cuando les interesa "regularizar". Al presidente de la Comunidad le investigan un patrimonio inmobiliario poco habitual y anda en bocas de declarantes en procesos judiciales como presunto jefe de la Gestapillo madrileña, servicio personal de espionaje ya veremos de quién. Otrosí, parece haberse encontrado el eslabón perdido entre el gobierno autonómico y la empresa privada Gürtel, a la que supuestamente "externalizaba" recursos públicos para gestionar, entre otras cosas, las campañas electorales del PP. Y la FUNDESCAM aparecerá en escena cuando menos se espere. Madrid está embadurnado de corrupción de arriba abajo. Y no es extraño. Lo extraño sería lo contrario tras dieciocho años de gobierno ininterrumpido sin una oposición digna de tal nombre.

El escándalo de la Fundación Ideas no va a tapar a Bárcenas ni a Madrid; ni quedará tapado por ellos. Esa historia tiene un elemento mediático fortísimo. El relato de Amy Martin/Irene Zoe Alameda va a ser pasto de programas de TV a tutiplén a nada que la señora decida pasearse por los platós. Así compensará por el lucro cesante de sus regiamente remuneradas columnas y, además, publicitará su próximo libro, a punto de salir. La fábula de un escritor que inventa un personaje que, a su vez, quiere ser escritor, pero otro escritor, tiene su intríngulis. La descripción que hace Zoe Alameda recuerda bastante la historia de B. Traven, aquel escritor de quien nadie sabe absolutamente nada. El libro se venderá, seguramente, como rosquillas. Zoe Alameda se hará famosa y del pobre Mulas no va a quedar ni su radiante imagen. Si yo fuera mi abuelo diría: cherchez la femme.

Pero estos son asuntos atingentes a la pareja Mulas-Alameda. Lo gordo del escándalo está en el amigo Mulas. Y no solamente en el presunto hecho de haber cobrado dineros más o menos indebidos (lo cual tampoco es cosa menuda en un lugar en el que se ha hecho un ERE), sino por algo mucho más grave o, al menos, más grave desde el punto de vista de la izquierda, cuya idea suele estar sostenida en un criterio moral. La derecha invoca la moral, pero no la practica. La izquierda, en cambio, la practica, aunque no la invoque. Un problema, ciertamente. Porque el primer mandato moral es predicar con el ejemplo, hacer lo que se dice. Y, según parece, Mulas formaba parte del grupo de expertos del FMI que recomendó al gobierno de Portugal reducir el gasto público despidiendo 120.000 funcionarios. El mismo Mulas, en España, predica lo contrario. Seguramente podrá demostrarse que no hay contradicción (como tampoco la hay entre prometer reducir el paro y aumentarlo) pues la sofistería de los expertos es infinita como las estrellas del cielo, pero a los oídos del pueblo llano suena como una granujada. Esa es una corrupción tan insoportable para la izquierda como los millones de Bárcenas para la derecha.

dijous, 24 de gener del 2013

Amy Martin y la política del enchufe permanente


El caso de la Fundación Ideas toma rasgos carpetovetónicos clásicos. En la entrada anterior, Ideas de casquero, Palinuro decía: Pero queda algo por explicar y es lo verdaderamente importante. ¿Cómo podían pagarse 3.000 euros por columna? Ni que fueran las de Hércules. ¿Nadie objetó jamás a esa retribución tan manifiestamente exagerada? ¿O no se conocía? ¿Cuál es el criterio de retribuciones en un ente u organismo que se apresta a hacer un ERE?.

Entretanto, resulta que Amy Martin es el seudónimo usado por la mujer (o ex-mujer, que esto tampoco está muy claro) del director de la Fundación Ideas para colocar los articulitos por esos 3.000 €, según confesión lacrimógena y algo cursi de ella misma, en la que lamenta profundamente el trato que está recibiendo su marido, un hombre "honesto, trabajador y admirable" víctima, asegura ella, de un juego literario. Correcto, hasta aquí correcto. Un juego literario de 3.000€ por columna sin valor alguno en una fundación que tiene que despedir gente por ERE.

¿Quién decide en Ideas cuánto se paga por columna? ¿Con qué criterios? ¿Por qué se publica gratis en Público lo que se cobra a 3.000€ en otra parte? ¿Cuántas empresas o revistas pagarían 3.000€ por columna de Amy Martin? Puede ser que Mulas ignorase la identidad de Amy Martin. Pero ¿tampoco leía los artículos de la revista, ni se enteraba de cuánto se pagaba por ellos? ¿No se le ocurrió preguntar qué méritos la adornaban para cobrar medio millón de pesetas por columna? La Fundación que dirigía presume de altos niveles de calidad, exquisitez, excelencia. Palinuro tiene una cazurra desconfianza frente a esos embelecos pues cree que siempre que se invocan, ocultan enchufismo, incompetencia y caciquismo. Mientras no se pruebe lo contrario, este es un caso de manual.

La tal Amy Martin, según su página en Wikipedia, también es directora del Instituto Cervantes en Estocolmo.  Aquí se abre otro interesante episodio celtibérico: ¿cuándo fue nombrada y con qué criterios? ¿Quién nombra a los directores del Instituto Cervantes y qué procedimientos y baremos sigue?  ¿Nos apostamos algo a que es lo de siempre? El asunto tiene todos los componentes del enjuage enchufista hispano. No son solamente los peperos quienes enchufan a sus parientes, amigos y cofrades. Al parecer también se hace en el PSOE y eso es lo que está causando verdadero daño a la izquierda y a la democracia.

(La imagen es una foto de FICG.mx, bajo licencia Creative Commons).


El drama o la convención nacionales.

En medio de la peste a corrupción del patio hispánico, el conflicto territorial sigue ganando ímpetu, la bola de nieve que baja por la ladera cada vez es más grande. Ayer el Parlamento catalán aprobó una declaración política de soberanía por una mayoría de dos a uno. No aplastante, pero considerable. La declaración está redactada en unos términos grandilocuentes, que reflejan la conciencia de sus señorías de estar siendo protagonistas de un momento trascendental en la historia de su país, su conversión de nación en Estado, su surgimiento como un "sujeto político y jurídico nuevo" en el concierto europeo, de igual a igual. Catalunya, nou Estat d'Europa, reza la leyenda de la imagen. Quiere ser una declaración de independencia, pero sin mencionar la palabra.

Del lado español, se ignora el carácter fundamental(ista) del reto catalán y se aborda con un business as usual, atendiendo a los hechos concretos a cortísimo plazo. Margallo subraya que la declaración carece de efectos jurídicos y, por lo tanto, no le preocupa. Ya tiene gracia ver precisamente al ministro de Asuntos Exteriores opinando sobre el secesionismo catalán. Pero el interesado no parece haberse percatado de ella. Tiene poco sentido del humor. Ignoro por qué el ministro hace de menos los efectos "políticos" cuando la declaración anuncia la intención de realizar un acto jurídicamente vinculante, bajo la forma de una consulta. La intención ya surte efectos jurídicos, como es sabido.

En todo caso, es preciso vigilar esa visión a corto plazo para no desbarrar. Palinuro confiesa que prefiere abordar la cuestión desde la perspectiva a largo plazo, más general, más en el debate de las ideas, de los proyectos. A ello promete dedicar la entrada de mañana. Ahora, sin embargo,  es preciso decir algo sobre el modo este regate corto de abordar la cuestión del gobierno español.

Rajoy hace saber que analizará la declaración de soberanía y no descarta tomar "medidas". Una declaración típica por lo desconcertante. La experiencia, no obstante, viene en nuestro auxilio y nos muestra cómo las "medidas" de Rajoy se moverán en el campo de la advertencia, la amenaza, la prohibición, la represión, la negación. En esta actitud de rechazo y cierta prepotencia, el gobierno cuenta con el apoyo del PSOE, que se niega a oír hablar del derecho a decidir de los catalanes. Ahí hay un punto de ruptura del socialismo hispano muy grave porque, si el PSOE pierde el apoyo del PSC, puede despedirse del gobierno de España. Pero ese es un asunto que concierne a los socialistas.

Seguramente, la actitud de rechazo encenderá más los ánimos catalanistas y enconará el conflicto. Para evitar la escalada ¿no cabría hacer un esfuerzo para que las "medidas" del gobierno central incluyeran alguna de carácter positivo, constructivo? Negociar a palos no es negociar. Conviene tener alguna oferta que pueda interesar a la otra parte. Por ejemplo: si el Parlamento catalán pide un referéndum de autodeterminación, ¿no podría el Estado proponer un referéndum en toda España sobre la convocatoria de una Convención constitucional para debatir y acordar una nueva organización territorial de España? La secesión unilateral tiene mucho de traumático y hace caso omiso de una historia centenaria común que quizá merezca una última oportunidad. La de todos los pueblos de España reunidos en una convención constitucional para acordar libremente si quieren seguir unidos, cómo o si cada uno quiere ir por su cuenta. Es una propuesta, a ver si conseguimos evitarnos el drama nacional perpetuo a cambio de una Convención.

Cuando las cosas se ven en el corto plazo de si Duran se enfrenta con Mas o unos diputados rompen la disciplina de voto, lo anterior puede resultar algo extraño. Por eso promete Palinuro tratar la cuestión catalana mañana desde su perspectiva, el largo, muy largo plazo. Al fin y al cabo, una nación no se hace en un día. Ni se deshace en un día.

(La imagen es una foto de procsilas, bajo licencia Creative Commons).

Ideas de casquero.

Hace unos días, cuando salieron las primeras informaciones de El Mundo sobre unos 600.000 euros que la Fundación Ideas para el progreso, del PSOE, pudiera haber mangoneado a base de enchufes, amiguismo, nepotismo, etc., Palinuro, en una entrada titulada ¿Qué hacer? decía: "... si lo de El Mundo es cierto, en esa Fundación procede zafarrancho de limpieza, dimisión colectiva y nombramiento de una gestora para encarrilar el asunto. En el ínterin, la propia Fundación publicaba un comunicado en su cuenta de Twitter en la que respondía a la información del diario.

Ignoro si la respuesta aclara la cuestión, pues un bloguero no es detective contable. Además, ello es ya irrelevante al llegar la segunda andanada de El Mundo, revelando la supuesta corruptela de Carlos Mulas, director de la Fundación, con su seudónimo Amy Martin. La Fundación ha reaccionado con celeridad; tanta que el propio director de El Mundo la tilda de ejemplar. No tengo la menor duda sobre la honorabilidad de Jesús Caldera, vicepresidente de Ideas y sé que es hombre íntegro, dedicado al servicio público. Su reacción contundente singulariza el escándalo, lo centra en el comportamiento reprobable de una persona y clarifica la situación. Llevar al autor, el dueto Mulas/Martin, a los tribunales será lo suyo. Pero queda algo por explicar y es lo verdaderamente importante. ¿Cómo podían pagarse 3.000 euros por columna? Ni que fueran las de Hércules. ¿Nadie objetó jamás a esa retribución tan manifiestamente exagerada? ¿O no se conocía? ¿Cuál es el criterio de retribuciones en un ente u organismo que se apresta a hacer un ERE?

Desde luego, vaya el amigo Mulas -a quien parece haber perdido la codicia, como suele pasar- a explicarse ante el juez. Pero sigue tocando zafarrancho de limpieza. Lo lógico es replantear el funcionamiento de esta fundación. Quizá de todas, especialmente si se nutren de fondos públicos, pero ese es otro asunto. En este caso, la fundación debe rendir cuentas de cómo funciona, con qué criterios contrata su personal y encarga los trabajos, cómo se toman las decisiones. Que no paguen justos por pecadores.

dimecres, 23 de gener del 2013

Acabar con la corrupción.

La corrupción es el problema nacional número uno. Y con los caracteres de una plaga de Egipto, ante la cual los líderes se ponen apocalípticos. Mas habla de sacar "todo el pus", como si se tratara de una peste. La esfera pública se crispa, se cruzan los insultos, las amenazas, los chantajes y el aire se vuelve irrespirable. Las medidas políticas no tienen ya efecto alguno. Llegados a este punto, es preciso ponerlo todo en manos de los jueces. Que intervenga la justicia del modo más rápido y contundente posible.

Por eso, está muy bien que Aznar, siempre dispuesto a una buena pelea, se haya querellado contra El País por afirmar que puso en marcha el sistema de sobres en el PP. Ese es el camino: si en tu opinión alguien te calumnia, querella al canto. Pero la decisión de Aznar deja en mal lugar a Rajoy y Cospedal, los otros dos nombres mencionados en la noticia de El País sobre sobres. O estos dos se querellan o dan por buena la afirmación, cosa muy grave. Aunque, como bien dijo la segunda, que "cada palo aguante su vela" o su cirio en la procesión.

Porque hasta la fecha, Rajoy no ha dado respuesta clara e inequívoca a la pregunta de sí él conocía la existencia de los sobres o, incluso, si llegó a cobrarlos. A Cospedal, a su vez, los malditos sobres "no le constan". Pero eso no quiere decir mucho pues, acto seguido, reconoce haber puesto fin a una práctica que "no le consta". La política sigue siendo el arte de la paradoja. Ambos han comparecido provistos de unos designios alambicados acerca de auditorías internas y externas a las cuales, obviamente, nadie concede crédito alguno. Para acabar de fastidiarla, los técnicos de Hacienda se han ofrecido a realizar ellos la auditoría externa. Doble contra sencillo a que esa auditoría externa no se realiza.

Si de verdad se quiere acabar con la corrupción en España hay un protocolo muy sencillo en tres momentos, parecido al imperativo del toreo, tan grato en la finca: parar, templar y mandar. El primer momento, el de parar, puede hacerse ahora fácilmente. Basta con reincorporar al juez Garzón a su puesto en la Audiencia Nacional, como piden miles de ciudadanos, para que siga con el caso Gürtel en el cual iba tan bien encaminado. ¿Que es dificil porque hay una sentencia del Tribunal Supremo? Que lo indulte el ministro de Justicia como indulta casos impresentables aunque, en este, lo haría con suficiente fudamento moral pues Garzón fue injustamente apartado de la judicatura como bien sabe el propio ministro.

Ya con Garzón en su sitio, todas las administraciones y todos los partidos se ponen al servicio de la justicia y facilitan cuanto pueden su tarea, en lugar de obstaculizarla como suelen. Es impresentable que la abogada del Estado Cospedal esgrima en defensa del PP el hecho de que este esté personado como acusación en el Gürtel pero sin mencionar que es para entorpecer y pedir el archivo.  Todos los casos de corrupción han de verse en sede judicial: Gürtel, caso Bárcenas, etc.

Aquí viene un segundo momento de templar: hay que definir qué es corrupción. Junto a los casos mencionados hay otros indudables: Valencia, Matas, Urdangarin, la Gestapillo madrileña, etc. Pero ¿acaba ahí la corrupción? No. Hay otras prácticas de la clase política hasta ahora admitidas como regulares y que, sin embargo, si se miran con detenimiento, no lo son o no debieran serlo. La más obvia esa según la cual hay diputad@s que, teniendo vivienda en Madrid pero habiendo sido elegid@s en provincias, cobran dietas. Varios otros privilegios de l@s representantes tampoco son moralmente sostenibles. Igualmente los dobles sueldos que se embolsan Rajoy y Cospedal entre otros que cobran su asignación como cargo institucional y la de su puesto en la organización de su partido. Puede que sea legal, pero es inmoral. Es más, estos dobles sueldos son, en el fondo, tan sobresueldos como los de los sobres solo que legales.

Entre tanto, el Parlamento debiera nombrar una comisión de expertos externos con el encargo de presentar un libro negro de la corrupción, en el que se estudien las causas y origen de esta lacra y se propongan medidas prácticas para su erradicación. Esa ya es la parte del mandar que quedará para cuando se conozcan las sentencias de los tribunales. Mientras llega ese momento, el país está en cuarentena. En una situación como esta, un gobierno sometido a una especie de extorsión de un presunto delincuente, bien podría verse obligado a dimitir. Por eso, tampoco es cosa de correr en esa intención de lanzar una campaña de imagen para mejorar la de los políticos, o sea, del gobierno. Esto no es cosa de imagen. Es cosa de limpiar los establos del rey Augías.

(La imagen es una foto de Ana _Rey, bajo licencia Creative Commons).

dimarts, 22 de gener del 2013

La crueldad del gobierno.

Un respiro en esta enrarecida atmósfera de corrupción.

Cuenta la leyenda que, en cierta ocasión, viajando por un reino vecino, Confucio y sus discípulos encontraron a una anciana llorando amargamente al pie de una lápida. El maestro envió a su joven seguidor Tse-lu a inquirir la causa de su desconsuelo. La mujer contó cómo unos tigres habían devorado a su suegro, a su marido y a su hijo. Cuando se le preguntó por qué no habían abandonado antes aquellos parajes, respondió: "Al menos aquí no padecemos un gobierno cruel". "¿Lo veis?" -dijo Confucio a sus discípulos-. "Un gobierno cruel es peor que un tigre."(*)

Hoy día no estamos acostumbrados a hablar así de los gobiernos. Los consideramos conservadores o progresistas, legales o ilegales, justos o injustos, tiránicos, democráticos, belicosos, pacíficos, represores, permisivos, etc. Pero ¿crueles? Eso era antes, en tiempos de los absolutismos, previos al Estado de derecho, cuando la relación de los reyes con sus súbditos eran personalizadas y aquellos podían ser, en efecto, crueles, piadosos, magnánimos, codiciosos, avarientos, caprichosos, etc. Hoy esa relación personal, dícese, ha desaparecido. El ejercicio del poder se ha despersonalizado. El Estado de derecho no distingue entre los ciudadanos a quienes considera iguales ante la ley. Es ciego a las cualidades intrínsecas a las personas. Es más, no hay personas concretas sino ciudadanos, sujetos de derecho, todos iguales ante la ley. Esa igualdad, sin embargo, oculta la profunda desigualdad de la gente. Lo formula magistralmente Anatole France cuando dice que la majestad de la Ley ampara por igual el derecho del pobre y del rico a dormir debajo de un puente.

En verdad, lo que hay al otro extremo de la acción general, universal, abstracta del gobierno son personas, individuos concretos en determinadas circunstancias vitales. Son estos quienes reciben el impacto de las medidas impersonales en sus vidas privadas. El gobierno habla de racionalizar el gasto, cumplir la ley, enjugar el déficit, optimizar recursos, evitar duplicidades, reducir despilfarros, crear oportunidades, fomentar sinergias, reducir el gasto. Es el discurso de la biopolítica contemporánea. Todo muy objetivo, neutral, mesurable, racional. Pero lo que la gente escucha, ve y experimenta directamente al otro lado de la terminal mediática es la familia vecina, desahuciada de su vivienda; es la inmigrante a quien no se puede tratar de un cáncer agresivo porque no tiene tarjeta sanitaria; la chica y el novio que no pueden emanciparse porque no tienen trabajo ni esperanzas de conseguirlo y siguen viviendo en casa de los padres; la joven o el viejo hurgando en el contenedor de la basura; el parado que se ahorca antes de la llegada de los ejecutores del embargo; el viejo con una pensión ridícula que no puede pagarse los medicamentos de una afección crónica; el campesino con un infarto, que se muere de camino a un centro de urgencias a treinta kilómetros porque el suyo ha cerrado.

Son los casos reales, concretos, imposibles de ocultar en una sociedad permeada por los medios. Son los resultados de aquellas asépticas medidas del gobierno en términos de angustia, sufrimientos, dolor; es decir, los resultados de la crueldad del poder. Ciertamente, peor que un tigre. Pero disimulado. Los ideólogos de esta forma despiadada e inhumana de gobernar la justifican señalando que se trata de resultados lamentables y no deseados, al fin y al cabo inevitables si se quieren alcanzar objetivos de bonanza y general bienestar. Eso cuando, ya ebrios de la vacua retórica de la eficacia, no hablan de bajas colaterales o fuego amigo y llaman al sentido del deber y del sacrificio, señalando cómo vamos todos en el mismo barco y estamos todos interesados en su feliz periplo y todos hemos de contribuir en la medida de nuestras fuerzas.

Es mentira. Rajoy presume reiteradamente de que su gobierno ha repartido equitativamente los costes de la crisis entre todos los sectores sociales. Pero a la vista está, a la suya la primera, la falsedad de esta afirmación. Los bancos, los banqueros, los financieros, están haciendo negocio con la crisis. También los grandes empresarios que reducen costes salariales por todas partes e incrementan sus beneficios. Nadie ha tocado un cepillo de la Iglesia, cuyos onerosos privilegios, si acaso, han aumentado al incidir de nuevo decisivamente en la educación. Los ricos en general no han sufrido merma alguna en sus ingresos y la presión fiscal sobre estos, si acaso, ha descendido en términos comparativos. 

Esta falta de justicia, de equidad tan patente deslegitima la acción de un gobierno que ya venía muy tocado al ponerse a gobernar incumpliendo todos y cada uno de los puntos de su programa electoral. Si el resultado es este dolor y este sufrimiento de la población, la causa, bien obvia, es la crueldad del gobierno. 

Ahora díganme cómo se vería que, además de cruel, ese gobierno fuera corrupto. Desde luego, peor que un tigre.

(La imagen es una foto de Abode of Chaos, bajo licencia Creative Commons).

(*)Según se recoge en la Historia de la cultura humana. Vol. II, El lejano Oriente y el ascenso de Grecia, de Will Durant.

dilluns, 21 de gener del 2013

Comunicación política y nuevas tecnologías.


Comenzando el año.

José Antonio Rodríguez Salas, el alcalde de Jun, viene a presentarnos un libro sobre Comunicación Política y Nuevas Tecnologías. O sea, viene a hablar de un libro en el que se habla de él porque, como se sabe, es un adelantado de la política 2.0 y la gestión municipal en red y famoso por todo ello. Será un debate interesante el de un hombre con su personaje. Estará asimismo el incisivo colega Félix Ortega, un gran estudioso de los cambios vertiginosos en el mundo de la comunicación. Haremos la presentación en la libreria Juan Rulfo, en La Moncloa, el famoso lugar del Fondo de Cultura Económica.

Invitado todo el mundo que sienta interés por estas quisicosas. Y quien no lo sienta, también. A lo mejor se le despierta.

¿Qué hacer?

Menudo gatuperio el del PP. Aquí cobraba en negro hasta el apuntador. Bueno, ese, en azabache bruñido. Y todos negando como un solo hombre la existencia de los sobres evanescentes, como los jaguares en los garajes de los neoliberales amigos de lo ajeno. Todos, tampoco. Solo Sáez de Santamaría. A Cospedal no le constan los sobrecitos. Pero como tampoco le constaban los 7.000 euros que olvidó consignar en su última declaración, a lo mejor no le constan pero son. Y Rajoy ha respondido crípticamente ¡Sí, hombre!, lo cual no es decir nada. ¿Ha recibido en algún momento el presidente del gobierno sobres barcenescos? ¿Sí o no? Una pregunta muy pertinente habida cuenta de la larga relación existente entre Rajoy y el primero gerente y luego tesorero de su partido. Y algo habrá, piensan no ya los malpensados sino hasta las almas de cántaro, cuando, tras forzar la dimisión de Bárcenas como tesorero y senador, Rajoy le ha mantenido todos sus privilegios en la sede del PP: coche, chófer, despacho, secretaria. Todo a cargo del erario público.

Suena a chantaje, como bien apunta El Mundo. Pero ¿puede un país tener un gobierno sometido a extorsión por un presunto delincuente? ¡Y qué presunto! ¿Saben lo más indignante de la hacienda en la Argentina, si es cierta? Alguien capaz de llevarse el dinero a raudales ilegalmente e invertir en el extranjero, creando allí miles de puestos de trabajo que faltan aquí desesperadamente. Estos delitos de evasión, ocultación, fraude, blanqueo, tienen unas víctimas evidentes y numerosas.

Junto al bombazo del PP, que trae en su seno una crisis de gobierno, si no de algo mayor, la rapiña de calderilla del PSOE en la fundación Ideas. Escandalizarse por 600.000 euros cuando el Ayuntamiento de Madrid paga 50.000 al año a un menda sin calificación alguna como asesor pero con funciones 007, más propias de un agente en el exterior o de espía, es bastante hipócrita. Pero, bueno, se trata de la izquierda, que parece ser de menos mangar, aunque igualmente sensible a los encantos del enchufe. No obstante, si lo de El Mundo es cierto, en esa Fundación procede zafarrancho de limpieza, dimisión colectiva y nombramiento de una gestora para encarrilar el asunto.

Hay un clima general de corrupción en el país. Cada vez que veo esas fotos de Pekín oscuro a mediodía como en una toma de Blade runner, pienso que la atmósfera política en España es igual. O peor. La casta política es bastante corrupta, aunque no toda; cuanto más a la izquierda, menos corrupción. Las instituciones están viciadas o vacías de contenido. La vida social rebosa de casos de delincuencia de personajes públicos, privados y en la zona umbría de lo público y lo privado, en donde se mueven esos partidos políticos cuyo prestigio no puede caer más bajo.

En esta situación, es muy de apoyar la iniciativa de Antonio Avendaño en su columna de Público, titulada Una cosa que se puede hacer ya mismo, consistente en volcar toda la contabilidad de los partidos en sus páginas web a consulta abierta de los ciudadanos en régimen 2.0 Es muy buena idea. Modestamente, la proponía Palinuro en un libro de 2010 pero para todas las administraciones públicas: todos los presupuestos y sus detalladas ejecuciones de las administraciones abiertas a consulta de los ciudadanos en sus páginas web.

Los analistas, los expertos, los propios políticos interesados hablan y hablan sobre la necesidad de refundar el capitalismo, reformar el sistema, proceder a un proceso constituyente. Estas propuestas (quizá la última no tanto) parten de la necesidad de reformas políticas e institucionales para regenerar la democracia española. Posiblemente. Pero se quedan muy cortas. Lo necesario ahora es una reforma moral. Porque si reformamos las instituciones pero no el espíritu de quienes las gestionan, no habremos hecho nada.

Tómese el ejemplo de la cultura de la dimisión. Un país en el que el ministro de Justicia indulta a un homicida condenado por los tribunales sin otra razón aparente que el hecho de haber sido defendido por el despacho en donde trabaja su hijo y no dimite, no es un Estado de derecho. Cuando no se dimite ante consecuencias mortales de la propia ineptitud, como en el Ayuntamiento de Madrid o por imputaciones en causas penales, realmente hay un problema de principios morales.

El umbral de tolerancia de la corrupción de la sociedad española es muy alto. Ha de salir ese vergonzoso asunto de los sobresueldos para que empecemos a cuestionar la forma como los políticos se autoasignan sus fabulosas retribuciones. ¿Qué diferencia hay entre cobrar sobresueldos (o sueldos en sobres) o dobles sueldos, como hacen Rajoy y Cospedal, entre otros? Ninguna salvo que los primeros son dineros opacos, negros y los segundos vienen de una triquiñuela legal pero moralmente indefendible: el partido paga un sobresueldo a Rajoy y Aguirre por encima de su retribución en el cargo porque sí, con luz y taquígrafos, universalmente admitida, pero no defendible moralmente hablando y menos cuando Cospedal despoja de su salario a los representantes en la Asamblea. Dicho con total claridad: es inmoral acumular dos sueldos cuando se priva a otros del suyo único.

Este alto umbral de tolerancia a la corrupción viene de los tiempos de las vacas gordas de la burbuja inmobiliaria. Entonces se veía normal que un alcalde de un pueblo ganara tanto como el presidente del gobierno. Hoy eso se ve como un disparate. Pero se sigue haciendo. Hoy también se ven como disparates esas retribuciones estratosféricas que se autoasignaban los consejeros y barandas de las cajas a cuya ruina habían contribuido denodadamente. Se ven incluso como delitos y comienzan a perseguirse. Pero ya veremos. Todo esto es una prueba del espíritu reinante, del clima moral e intelectual que es preciso cambiar. Es una reforma moral para la cual, me temo, estamos muy poco preparados porque nuestra visión de la sociedad es parecida a la del tiburón. Una visión neoliberal.

diumenge, 20 de gener del 2013

Palinuro calla.

Ayer falleció mi amigo Manuel Fernández Montesinos a quien mucho quise y cuya memoria habita en mis recuerdos más emocionados. Fue hijo de Manuel Fernández Montesinos Lustau y sobrino de Federico García Lorca, ambos asesinados con días de diferencia por los franquistas, un hecho que determinó su existencia y, sin duda, contribuyó a hacer de él aquel inmenso ser humano de quien tantísimo aprendí.

No tengo ánimos para escribir mi entrada diaria.

Un solo dato más. Manolo publicó sus memorias, Lo que en nosotros vive, en 2008. Palinuro le hizo una reseña titulada Good, Manny! La he releído. No necesito quitar ni poner nada.

Adiós, Manny. Hasta siempre.

dissabte, 19 de gener del 2013

Gobierno de ladrones bajo chantaje.
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En 2009, con esa facundia que caracteriza al personaje cuando miente, o sea, siempre, Rajoy decía que “Nadie podrá probar que Bárcenas y Galeote no son inocentes”. Tres años después asegura que no le temblará la mano si se demuestra que ha habido algún comportamiento impropio en el PP. Quiere decir, algún delito y quiere decir también que se demuestre más de lo que ya está demostrado. En el ínterin, Bárcenas, el de los sobres, ha seguido manejando sus negocios desde su despacho en la calle Génova, sede del PP, a donde ha estado yendo con más asiduidad que Cospedal quien, sin embargo, asegura que jamás lo ha visto, sin duda por la misma misteriosa razón por la que la ministra Mato tampoco veía en el garage de su casa el Jaguar con el que, al parecer, los mangantes de la Gürtel habían retribuido los servicios de su marido. Marido, por cierto, enchufado por Rajoy luego de perder su puesto al ser imputado. Hay cierta solidaridad entre estos pájaros para taparse mutuamente sus fechorías.

Esa solidaridad es la que Bárcenas cree que se ha roto, desde el momento en que el PP no ha conseguido evitar que se le procese. Desde luego, ha hecho todo lo posible, incluso condenar en firme al juez que instruyó el propio caso delictivo. Pero no ha sido suficiente. Así que, si Bárcenas no quiere comerse solo el marrón, tiene que seguir tirando de la manta. Nueva revelación: Aznar y también Rajoy recibían sobres. Jurídicamente hablando, esto no significa mucho pues los posibles delitos han prescrito. Pero políticamente es una bomba. Si son ciertos los cobros, Rajoy debe dimitir ipso facto y Aznar desaparecer del escenario eo ipso.

Es literalmente incompresible que el presunto delincuente Bárcenas tenga despacho en Génova a no ser que haya un claro factor de extorsión. El cántabro sabe tantas cosas de Rajoy, Aznar y resto de compinches que no se puede enfadarlo porque muchos irían camino del trullo. ¿Qué se siente cuando se sospecha que el gobierno es una asociación de delincuentes sometida al chantaje de un mafioso que lo tiene agarrado por los cataplines? Nada bueno, desde luego.

Con todo, este pringoso asunto de los dineros negros que presuntamente vienen cobrando lo peperos desde hace años debe encajarse en la debida perspectiva. Porque tener un gobierno de delincuentes es grave, sí; pero no puede hacernos olvidar que solo es la punta del iceberg:
  • los sobres de Bárcenas se suman a la pastuqui robada por decenas de peperos en la Gürtel.
  • La corrupción es generalizada y sistemática en el PP en Valencia.
  • Y en Baleares.
  • Y en el aeropuerto de Fabra, el del gordo de la lotería permanente.
  • Y en todo el levante urdangarinesco.
  • Y en la satrapía ourensana de Baltar, el de los mil enchufes.
  • Y la corrupción de la Comunidad Autónoma de Madrid, que se revela con el Tamayazo, sigue por la gestapillo, FUNDESCAM, las privatizaciones y el ático de Ignacio Glez; porque se trata de otro gobierno presidido por otro supuesto delincuente, muy vulnerable a los ataques y chantajes de sus cómplices, al cual hay que exigir bien alto y claro una AUDITORÍA independiente de su gestión.
(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia Creative Commons).

El caso Bárcenas, al juez.

Hasta el ABC, fiel escudero, pide al PP la aclaración del caso Bárcenas. Y Esperanza Aguirre, trasterrada en regiones hiperbóreas, habla de una crisis institucional muy grave que debe aclararse caiga quien caiga. Es fácil imaginar cuya caída quiere doña Esperanza, pero eso es una prueba más del argumento de Palinuro: en España, diga lo que diga el ABC, Aguirre o Nostradamus, los delitos los aclaran, juzgan y sentencian los jueces. No los partidos políticos que, como su nombre indica, son partes.

El fiscal general del Estado no ve razones para investigar de oficio el caso Bárcenas, pero sí para pedir el reingreso en prisión de Alfon. La vista del fiscal general no coincide con la de Palinuro, quien investigaría de oficio lo de Bárcenas y dejaría en paz a Alfon. Pero eso es asunto del fiscal general. Hay pruebas suficientes para mover la acción de su ministerio  a instancia de parte directamente perjudicada. Los dineros movidos de modo presuntamente ilegal proceden del erario público, de todos nosotros como contribuyentes. Base suficiente para iniciar la acción. E incluir en ella a Rajoy. En tanto no se demuestre lo contrario, Rajoy sabía pues, según parece, ordenó en 2009 a Cospedal poner fin a la delictiva práctica. Y, si lo sabía, ¿cómo no lo denunció, cual era su deber moral y jurídico?  Ahí es a donde hay que llevar este asunto. Al juez.

Sin perjuicio de las responsabilidades políticas y el debate en sede parlamentaria, ambas asimismo obligadas. Sáez de Santamaría no dice sí ni no. Solo es contundente en lo referente a sí misma: ella, los sobres, ni olerlos. Cospedal, gárrula e incongruente, como siempre, dice que no le consta sobre alguno en su tiempo de secretaria general y, además, el portador no es miembro del partido. Por tanto, los sobres son cosa suya, como sus gemelos o su champú. Arenas jamás vio un solo sobre en su época de secretariado. Nadie ha visto sobre alguno, excepto Verstrynge, pero ese ya se sabe que tiene reconcome. Esos sobres cada vez parecen más los freaks del Bosco, los monstruos de la razón o las tentaciones de San Antonio: producto de mentes enfermizas con intenciones aviesas de mancillar la impoluta imagen del PP, rebosante de gente de acrisolada conducta.

Rajoy, como de costumbre, retraído en ignota madriguera, debe de considerar los sobres una siniestra presencia de la Santa Compaña, la que se aparecía a su compatriota don Juan Manuel de Montenegro en las Comedias bárbaras. ¡Ay, señor, qué romance de lobos! O de lobas, quizá, pues hay quien relata en lo profundo de Lantañón que la pérfida Aguirre anda tramando el hundimiento del mayorazgo. En fin, ¿Rajoy decir algo? Altamente improbable, aunque hoy tiene previsto hablar en Almería. Doble contra sencillo a que dice una cosa y la contraria; o no. Y todo entre perogrulladas. Allá va: Claro que defendí la inocencia del señor Bárcenas. Pero como defenderé siempre la de cualquier español, esté en donde esté. Porque soy español y somos una gran nación, aunque Mas no quiera aceptarlo. ¿Unos sobres? ¿Unos sobres? Hombre, no pretenderá usted que me ponga a seguir todo el papeleo administrativo de la presidencia, sobres, archivos, dossiers. Por eso estamos potenciando el e-Governement, que no sé si saben ustedes... ¿Dinero negro? ¿Negro? No nos consta. Se lo he preguntado a la secretaria general y no nos consta. Mire, la gente habla y habla, muchas veces sin saber. ¡Qué sabrá gente de qué color es el dinero del señor..., del señor..., del señor ¿qué? ¿Bárcenas? Pero eso, ¿no es un pueblo de Cantabria?

Bien, hasta aquí, la parte hispánica del esperpento de los sobres voladores como los pájaros de Hitchkock. Viene ahora la otra. ¿No iba Rajoy a restaurar la confianza de los mercados en España? Pues no sé. Los mercados tienen una tendencia calvinista y suelen ver con malos ojos prestar dinero a una gente que, o lo reparte en sobres o se lo lleva crudo a Suiza. A un gobierno cuyo ministro de Hacienda amnistía a los grandes defraudadores, en especial a los de su partido. A unas autoridades que piden dinero para enjugar el déficit pero le perdonan 1.200 millones de euros a un gringo que va a traer un casino, menuda contribución al tejido industrial del país. Mañana, según parece, saca el New York Times un reportaje sobre la corrupción en España. Confianza a raudales. Sin duda. 

¿Y qué me dicen del personaje en sí mismo? Es como el hombre invisible de Wells. Nadie lo ha visto. Nadie lo ve. Solo se ven sus cosas, su coche, su mesa, su sombrero, sus cajas. Pero a él, no. Al parecer, Cospedal compartía o comparte con él la titularidad de una cuenta corriente del PP, no queda claro si de disposición individual o forzosamente conjunta. De ser lo segundo habrá sido curioso ver la pluma Mont Blanc firmando sola los cheques. Pero, además, el hombre invisible tiene una secretaria y una documentación en la sede genovesa cuyo contenido será interesante revisar. A lo mejor aparecen las cuentas por sobres u otros conceptos. La contabilidad debiera enseñarse en la Facultad de Bellas Artes. 

Nada, hombre, toda la tropa a explicarse ante el juez. Y, ya de paso, que tanto la devota dama castellano-manchega como Rajoy expliquen por qué motivo cobran dos sueldos, uno por cargo institucional y otro por cargo de dirección del partido gracias al cual son cargo institucional.

Por cierto, a acabo de leer que el hijo de Baltar se ha cargado la posibilidad de investigar el comportamiento presuntamente corrupto de su padre. ¿Algo que objetar, pringaos?

Homenaje de Palinuro a un querido amigo lector.

Por razones no largas de explicar pero no me corresponde a mí exponer pues ya lo hará él, si quiere, un viejo amigo de la red, recién vuelto de un viaje a sí mismo, escribe pidiendo mayor contraste en Palinuro. Bueno, en realidad, en todo cuanto lee en la web. En eso no mando yo ni los dioses lo permitan; pero en Palinuro, sí y por ello sale hoy con mayor contraste. No sé si he acertado. No he conseguido fondo blanco por más que lo he intentado. Blogger tiene sus servidumbres que el vulgo debemos acatar a causa de nuestra ignorancia, única culpable de nuestro estado de inmadurez, como bien se sabe.

Bienvenido back, querido Jenaro. Estamos en plena danza de los malditos.

Tschüss.


divendres, 18 de gener del 2013

Desobediencia civil.

Hoy hay convocadas a través de las redes sociales manifas frente a todas las sedes del PP en España. La razón es de sobra conocida pero no sé si bien calibrada. Los últimos datos de opinión muestran una actitud de generalizado rechazo a los políticos en general y a los gobernantes muy en particular. Su desprestigio es completo: gente sin palabra, sin programa, sin prudencia, sin conocimientos, sin tolerancia, sin la menor comprensión ni simpatía por los millones de personas a quienes gobiernan. Gentes que parecen ir únicamente a lo suyo.

Y, en efecto, así es, como está quedando clarísimo en los últimos tiempos. A lo suyo, a mangonear lo público y quedárselo de forma más o menos legal, fraudulenta o incluso delictiva: dobles sueldos, sueldos desmesurados, gastos suntuarios, dietas indebidas, privatizaciones interesadas, negocios privados con los bienes públicos previamente privatizados, enchufes en todos los niveles de la administración que paga incluso a los espías del partido, amnistías a los grandes evasores, comisiones ilegales, malversaciones, cohecho, sustracción de decenas de millones en paraísos fiscales.

Sobre ese fondo de inmoralidad y latrocinio se dictan normas, generalmente decretos, que privan a los ciudadanos de sus derechos, de todos: derechos laborales, sociales, a la educación, a la sanidad, a la jubilación, a subvención por desempleo, a la libertad de manifestación, reunión y expresión y, por supuesto, derecho a la información monopolizada por unos medios que parecen gabinetes de propaganda del PP. Con el agravante de que, tan pronto se dictan los decretos, los anulan, rechazan o suspenden los tribunales por ilegales o inconstitucionales.

Todo ello ha producido un estado de indignación general en la cual quizá el detonante haya sido la infame farsa perpetrada por la vicepresidenta del gobierno haciendo pucheros ante las cámaras. Algo vergonzoso. Y esa indignación tomará la forma de la desobediencia civil. Una actitud pacífica, masiva, no violenta, de protesta contra una situación intolerable, ilegítima y tiránica. Las redes, el medio en que está fraguando esta desobediencia civil, no son organizaciones revolucionarias, ni obreras, ni de clase, ni de partido. Son agregados de ciudadanos de toda condición que pueden constituirse en sujeto socialmente actuante con carácter multitudinario en un momento dado.

Esa actitud ciudadana de protesta y desobediencia pacífica afecta a todos los estamentos sociales, incluso las fuerzas de seguridad, compuestas por ciudadanos antes que por guardias. Es deber de la policía hacer acto de presencia en las manifas de hoy para garantizar la paz, el orden público y la seguridad de los manifestantes. No lo es hostigarlos, intimidarlos, someterlos a identificaciones masivas y arbitrarias. Aunque sean sus órdenes; esas órdenes son injustas. Como también lo serían si fueran de cargar o emplear la violencia a la menor excusa.

La población está harta de que la roben por decreto a través del Estado y mediante delincuentes fuera de él que, sin embargo, tienen relaciones privilegiadas con él. Y, sobre todo, está harta de que el Estado lleve su compadreo con la delincuencia al extremo de indultar delincuentes sin otra motivación, al parecer, que la cercanía al partido o el enchufe con el ministro de turno. Ese ataque a la justicia es una carga de profundidad contra el Estado de derecho de una enorme gravedad. Y los primeros en saberlo son los policías.

La situación de España no es, como solía, de tragicomedia sino de tragitragedia. Cuanto antaño fue comedia: los pícaros, los ladrones, los corruptos, los enchufados, los estafadores, es hoy tragedia al darse en el contexto de una crisis tremenda que amenaza con devorar el país en manos de unos irresponsables en connivencia con unos sinvergüenzas.  

El imperativo del día es desobediencia civil amparada y protegida por la fuerza pública, a la que aún no han podido privatizar para que defienda sus intereses de clan. Pues son eso, un clan constituido en partido político.

(La imagen es una foto de Audiovisuales 15M Zaragoza, bajo licencia Creative Commons).

dijous, 17 de gener del 2013

22 millones.

Antaño, los ciegos cantaban los números del cupón llamándolos por nombres de cosas, animales, conceptos. El 22 era los dos patitos o las dos monjas arrodilladas. En algunos lugares del Tarot lo llaman el loco, para la Cábala parece ser el símbolo de la suprema sabiduría. En fin, no sé.

ABC y La Razón no consideran digna de atención en portada las noticias de los 22 millones. Si lo hacen en el interior no lo sé pues no pienso adentrarme en sus procelosas páginas. En cuanto a El Mundo, ni la portada conozco. Pero no me extrañaría nada que hubiera descubierto cómo los 22 de millones, en realidad, son de Pujol y el ático, un picadero de Mas.

¡Sapristi! ¡22 millones! Aproximadamente el monto total de subvenciones del Estado al PP y al PSOE en el primer semestre de 2012. Mira tú, a lo mejor era un fondo de reserva, salvado de la quema del fondo de reserva de las pensiones. El PP ha decidido no comentar la cuestión probablemente porque juzga que es asunto personal, íntimo, del señor Bárcenas quien, además, ya no milita en el PP, no es nadie. ¿Quién es el señor Qué? El señor Qué parece haber estado acumulando un capitalito desde 2001, cuando su sosias ejercía de tesorero y gerente del PP. Un talento, vaya.

En fin no sé si exagero de modo melancólico pero me parece muy difícil tomarse en serio un país así. Marca o no marca. 

¡Ah, pero hay que atender al macizo de la Raza! ¿Qué me dicen de ese ático evanescente, que aparece y desaparece entre las brumas del Océano, como una Thule lejana? Sin embargo, lo tienen medido (esta policía, qué plasta es), inventariado, conocen su contenido, su constancia en los registros en que está, en los que no está, en los que estuvo pero ya no está y en los que estará cuando deje de estar en los que está. Hacer aparecer y desaparecer una mole de 500 metros cuadrados pide arte. Y ha costado un pellizco, pues la burbuja, ya se sabe. El 80% lo ha abonado, según parece, la esposa, en régimen de gananciales, pero dice no saber nada de cosas de dinero pues estas las lleva su marido. Un toque humano. Una familia como Dios manda, en donde las riendas las lleva el esposo, Ignacio I, el "privatizador", a quien unos agentes acusan en sede judicial, como gusta decir Gallardón, de dedicarse a espiar al personal con cargo al contribuyente. Peregrina ocupación bautizada con gracejo berlanguiano como gestapillo. De eso no debía de saber nada la jefa de González, Aguirre. Sin embargo, decidió causar baja de modo abrupto e inexplicado hace unos meses y poner tierra por medio. ¿Cuánta? Toda. Ha fichado por una empresa catalana cuyo jefe, según se dice, es partidario de la independencia de Cataluña, sin duda en la secreta esperanza de que la alcance y que, en el peor de los casos, España haya de pedir su extradición.

El siglo está podrido. Pero, no se desespere, avanza la reevangelización de España.  Esa noble, cristiana, batallona diócesis de Alcalá de Henares, con el inefable obispo Reig Pla a la cabeza, abre un curso de sexualidad como Dios manda (sic). Cómo este curso se anuncia en la web oficial de la Universidad de Alcalá, cuando se imparte en el obispado, es un misterio para mí. Pero, ya se sabe, la Iglesia está hecha de misterios para probar nuestra fe. Y fe es precisa a chorros para ir a escuchar a los curas hablando de sexualidad, de la cual no tienen ni repajolera idea y, cuando la tienen, es porque han pecado y la su idea es aun más retorcida e inhumana. Aunque, visto el programa, tampoco parece que los muchachones vayan a aprender gran cosa: 45 minutos de charla con preguntas y 45 minutos de rezos una vez al mes. Da una idea del alcance de la sexualidad mandada por Dios.

¿A que ahora es más fácil tomarse en serio el país? No todo han de ser millones, hombre, también cuenta el alma.

dimecres, 16 de gener del 2013

El episodio de Wert.



Cuando Palinuro estaba en la Universidad, en tiempos del franquismo, ocurría algo muy curioso. Cada vez que los estudiantes de izquierda, los demócratas, organizábamos una asamblea, normalmente en situación insegura, precaria, con la policía fuera, rodeando el edificio, a punto de entrar a palos, nunca faltaba el provocador que pedía la palabra para hablar a favor de la dictadura, del orden, en contra de la asamblea o de lo que esta estuviera debatiendo, solo para fastidiar, etc. Podía ser un policía disfrazado, como los de ahora, o un estudiante de derechas con intención de reventar el acto. Cuando la gente se cabreaba y lo mandaba callar a gritos, solía argumentar que, si éramos demócratas, estábamos obligados a dejarlo hablar. Y siempre encontraba algún despistado que le daba razón.

Y, no, no estábamos obligados a dejarlo hablar. Igual que ayer los estudiantes de Sevilla no estaban obligados a dejar hablar a Wert. Los demócratas estamos obligados a dejar hablar a quien deja hablar y respeta a los demás. No a quien no lo hace. Los franquistas, durante la dictadura, no dejaban hablar a nadie y al que lo hacía, lo perseguían con una policía compuesta de torturadores, lo condenaban mediante unos procesos-farsas, escenificados por jueces lacayos y lo encerraban en la cárcel. Los demócratas que se jugaban la libertad no estaban moralmente obligados a escuchar a quienes defendían a aquellos criminales.

Los franquistas de hoy, en el gobierno, se valen de unos medios ligeramente distintos, pero sus fines son los mismos: hablar ellos solos, no dejar hablar a los demás y reprimirlos si lo hacen. Veámoslo:

Tienen todos los periódicos por entero a su servicio, como El Mundo, ABC o La Razón o solo parcialmente, como El País. Igual sucede con las radios, con excepción de la SER. Las televisiones son suyas, tanto las privadas como las públicas. En el caso de estas últimas, RTVE, TeleMadrid o Canal Nou (de Valencia) no tienen nada que envidiar al aparato de propaganda de Franco.

El Parlamento no existe pues el gobierno dispone de una mayoría absoluta que le permite legislar por decreto e ignorar completamente las cámaras de representantes en las que, por supuesto, tampoco sirve de nada hablar porque es intrascendente.

La Justicia está sometida a enormes presiones, manipulada por el poder político que encarece arbitrariamente el acceso, dejando fuera de ella a los sectores mayoritarios más desfavorecidos que tampoco pueden hacerse oír por los tribunales. Asimismo, la última reforma preparada por el franquista Gallardón pretende volver a la censura para que nadie pueda informar sobre lo que sucede en los tribunales, igual que en los tiempos de Franco.

El ministerio del Interior trata de suprimir la libertad de información y expresión, impidiendo que se grabe a los agentes de policía reprimiendo las cada vez más numerosas manifestaciones, como suelen, a palos y disparos, sin contemplación alguna con la integridad física de las personas y tratando de intimidarlas y amedrentarlas. Intimidación y amedrentamiento es también la finalidad perseguida por la gobernadora de Madrid quien se vale de la policía como bandas de hostigadores de los ciudadanos a quienes someten a identificaciones masivas e ilegales con fines represivos y multas posteriores por intentar ejercer sus derechos ciudadanos.

Es una forma de gobierno autoritaria, represiva, tiránica, dictatorial que pretende que la gente se calle, no hable y asista muda a una política de saqueo de los bienes públicos en beneficio personal de los políticos de la derecha o de sus enchufados y de negación de todos los derechos, los de reunión, manifestación, información y expresión, por no mencionar otros igualmente pisoteados.

No, el franquista Wert no tenía más derecho a hablar en Sevilla que el que tenían los agentes de la dictadura en las asambleas de los estudiantes demócratas durante el franquismo. Para contar sus embustes y sus ataques a la enseñanza libre, universal y gratuita, en beneficio de los curas y el capital ya tiene innumerables periódicos, radios, televisiones en donde, además, no le hara falta llevar una claque de pelotas y tiralivetas como los de la primera fila del vídeo, ni recurrir a los métodos de represión propios de la dictadura de su gobierno.

Los estudiantes tienen la resistencia, lo único que queda frente a la tiranía. Y con el apoyo de cualquier demócrata amante del Estado de derecho. Lo de Sevilla debiera repetirse en cualquier otro lugar a donde vayan estos enemigos de los derechos y las libertades a provocar.

dimarts, 15 de gener del 2013

El plan.

El gobierno se ha asustado con los datos de la encuesta de Metroscopia para El País. No es para menos. Un porcentaje altísimo de la población profesa poca o ninguna confianza en Rajoy y, además suspende en bloque a su gobierno al que tiene en muy bajo concepto. Las razones, de todos conocidas: ha mentido desde el principio y sigue haciéndolo, es altanero, incompetente, autoritario, gobierna por decreto, con desprecio del Parlamento, es caciquil, enchufista, no resuelve los problemas, pero azuza otros, como el catalán.

Por ello, ha decidido encargar una campaña de imagen para lavar la cara a los políticos. Entiéndase bien la intención: no para resolver los problemas o cambiar de actitud, sino para convencernos a los ciudadanos de que cambiemos nosotros de juicio. Una campaña de imagen. Y pagada, claro es, no con sus salarios de ministros o presidentes, sino con dinero público, de todos nosotros. Lo cual apunta a otra de las razones del bajo concepto ciudadano: la corrupción.

Porque el problema no es solo el gobierno sino el conjunto de los políticos y de las instituciones que aparecen literalmente encenagados en los más condenables casos de corrupción. Siempre según Metroscopia, el 95% de la población cree que la corrupción es muy alta y que los políticos y las autoridades son cómplices. Y eso ya no es cosa de "lavar la cara". No hay detergente en el mundo que pueda lavar la cara de la Gürtel, de Baltar, de Fabra, Urdangarin y la retahíla de mangantes. Pero, sobre todo, lo más espinoso del asunto es que son las políticas del PP (privatizaciones, externalizaciones, desregulaciones, "liberalizaciones", etc) las que dan pábulo a la corrupción, las que la alientan por su juego público-privado, de forma que no es excesivo hablar de "políticas corruptas".

Y tampoco es solamente un asunto de mera corrupción a la usanza de la derecha, de pillar el dinero y correr. Las prácticas de las autoridades son moralmente repugnantes -y en muchos casos delictivas- en otros terrenos. Según se desprende del proceso de la llamada Gestapillo madrileña, el gobierno de Madrid era un un nido de espías en el que unos políticos acechaban a otros con intenciones probablemente aviesas. Y también, claro es, con dinero público. El responsable último de esta trapisonda parece ser Ignacio González, el actual presidente, el hombre de la privatización de la sanidad pública y la venta de las competencias propias al dueño de Eurovegas. No hay campaña capaz de lavar su imagen ni creo que le importe.

Probablemente animado de la mejor intención del mundo y muy preocupado por la prevalencia actual de esta lacra, Rubalcaba propone un pacto de los partidos contra la corrupción. No creo que el socialista esté de acuerdo con el gobierno. Esta idea no debe de ser parte de la campaña de lavar imagen. Es, sin duda, una ocurrencia de Rubalcaba, arrastrado por su pasión por los pactos con quien sea; pactos de Estado, institucionales, de partido; oposición responsable. Pero debiera pensar un poco más antes de lanzarse en mitad de la bronca sin medir cómo están las fuerzas. Resulta de una ingenuidad casi ofensiva proponer un pacto contra la corrupción a los partidos políticos que son, normalmente, agentes, partícipes y/o beneficiarios de esa misma corrupción.

Y hay más, bastante más. Cualquiera que esté informado sabe que, aunque la corrupción afecta a todos los partidos, no a todos por igual. El más corrupto en los niveles bajos y medios de la política es el PP y, en los altos, el único corrupto. Al proponer asépticamente un pacto entre todos los partidos, como el que se pone de acuerdo en la hora para celebrar una carrera, Rubalcaba viene a aceptar que el PSOE y el PP están afectados por igual por la corrupción. Y eso no es cierto. Ni es justo. No hay ni color. Y ya no hablemos de otros partidos más a la izquierda. Alguno de ellos podría decir a Rubalcaba, que hable por sí mismo y por su partido. Claro, ha faltado tiempo al PP para mostrarse literalmente encantado con la propuesta de Rubalcaba, con la cual, probablemente, hará lo mismo que con sus códigos de buenas prácticas, sus deontologías y sus proyectos de ley de transparencia. Por cierto el último de estos parece salir de uno de esos pactos PP-PSOE y, según se dice, dajará fuera de su ámbito transparente la Corona.

Francamente. No nos merecemos este gobierno. Pero tampoco esta oposición.

dilluns, 14 de gener del 2013

Una cuestión de legitimidad.

Después de Platón y Aristóteles, el hombre que sentó las bases de la filosofía política moderna y formuló una teoría de la legitimidad del poder, hasta ahora irrefutada, fue el médico y filósofo John Locke. Su pensamiento alienta en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y la Universal de Derechos del Hombre y del Ciudadano. Es legítimo el gobierno por consentimiento. Por consentimiento de los gobernados. Todas las demás teorías son glosas de esta.

Según la encuesta de Metroscopia para El País, el apoyo popular a Rajoy está bajo mínimos. El 84% de la población confía poco o nada en él y el 74% desaprueba su labor de gobierno. Aquí hay poco consentimiento lockeano. Hasta los suyos lo rechazan. Cerca de la mitad de votantes del PP tiene una impresión negativa del gobierno. Y el 68% de la población opina que improvisa sobre la marcha. Es imposible confiar en alguien que improvisa y que, por cierto, se pasó meses acusando a su adversario de improvisar.

¡Alto ahí! Ruge fiero Rajoy. Eso son sondeos. El consentimiento del pueblo se mide aquí cada cuatro años en unas elecciones libres en las que la gente vota un programa para eso, para cuatro años. Lo demás es filfa.

Efectivamente, así es, responde Palinuro en nombre de Locke, pero es que usted ganó las elecciones con otro programa. Usted pidió el consentimiento para hacer una cosa y está haciendo la contraria. Engañó usted a la gente. Incluidos, como bien se ve, los suyos. Esas elecciones, caballero, fueron una estafa. Usted mismo lo reconoció al admitir que estaba haciendo lo contrario de lo prometido, pero que seguiría haciéndolo si creía que era lo mejor para España. Pero no es usted quien tiene que decidir eso, sino los votantes. Salvo que usted entienda la democracia como un lugar en el cual la gente vota cada cuatro años a un lider carismático con carta blanca para hacer lo que quiera, incluso romper sus promesas. ¿Por qué no entonces abolir las eleciones?

Las instituciones, hasta las más flexibles, son rígidas y tienden a ignorar la voz de la calle. Obviamente Rajoy puede seguir gobernando pues cuenta con holgada mayoría parlamentaria. Pero es un poder fáctico, no moral. Así se comporta, de hecho. Incluso menosprecia al Parlamento y gobierna por Decreto-ley. ¿Para qué perder el tiempo? El creciente descontento en la calle, las manifestaciones continuas (por cierto, tres hurras por la Marea blanca por la lucha del personal sanitario, digno descendiente de su antecesor Locke), los millones de horas perdidas en huelgas, el desbarajuste en todos los sectores, el conflicto territorial de nuevo arreciando, a todo eso puede hacerse frente, piensa el gobierno, con la fuerza pública.

Es legal; pero ¿es legítimo? ¿No sería lo legítimo convocar nuevas elecciones o, cuando menos, como piden los sindicatos, un referéndum sobre el nuevo programa?

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).