Hoy hay convocadas a través de las redes sociales manifas frente a todas las sedes del PP en España. La razón es de sobra conocida pero no sé si bien calibrada. Los últimos datos de opinión muestran una actitud de generalizado rechazo a los políticos en general y a los gobernantes muy en particular. Su desprestigio es completo: gente sin palabra, sin programa, sin prudencia, sin conocimientos, sin tolerancia, sin la menor comprensión ni simpatía por los millones de personas a quienes gobiernan. Gentes que parecen ir únicamente a lo suyo.
Y, en efecto, así es, como está quedando clarísimo en los últimos tiempos. A lo suyo, a mangonear lo público y quedárselo de forma más o menos legal, fraudulenta o incluso delictiva: dobles sueldos, sueldos desmesurados, gastos suntuarios, dietas indebidas, privatizaciones interesadas, negocios privados con los bienes públicos previamente privatizados, enchufes en todos los niveles de la administración que paga incluso a los espías del partido, amnistías a los grandes evasores, comisiones ilegales, malversaciones, cohecho, sustracción de decenas de millones en paraísos fiscales.
Sobre ese fondo de inmoralidad y latrocinio se dictan normas, generalmente decretos, que privan a los ciudadanos de sus derechos, de todos: derechos laborales, sociales, a la educación, a la sanidad, a la jubilación, a subvención por desempleo, a la libertad de manifestación, reunión y expresión y, por supuesto, derecho a la información monopolizada por unos medios que parecen gabinetes de propaganda del PP. Con el agravante de que, tan pronto se dictan los decretos, los anulan, rechazan o suspenden los tribunales por ilegales o inconstitucionales.
Todo ello ha producido un estado de indignación general en la cual quizá el detonante haya sido la infame farsa perpetrada por la vicepresidenta del gobierno haciendo pucheros ante las cámaras. Algo vergonzoso. Y esa indignación tomará la forma de la desobediencia civil. Una actitud pacífica, masiva, no violenta, de protesta contra una situación intolerable, ilegítima y tiránica. Las redes, el medio en que está fraguando esta desobediencia civil, no son organizaciones revolucionarias, ni obreras, ni de clase, ni de partido. Son agregados de ciudadanos de toda condición que pueden constituirse en sujeto socialmente actuante con carácter multitudinario en un momento dado.
Esa actitud ciudadana de protesta y desobediencia pacífica afecta a todos los estamentos sociales, incluso las fuerzas de seguridad, compuestas por ciudadanos antes que por guardias. Es deber de la policía hacer acto de presencia en las manifas de hoy para garantizar la paz, el orden público y la seguridad de los manifestantes. No lo es hostigarlos, intimidarlos, someterlos a identificaciones masivas y arbitrarias. Aunque sean sus órdenes; esas órdenes son injustas. Como también lo serían si fueran de cargar o emplear la violencia a la menor excusa.
La población está harta de que la roben por decreto a través del Estado y mediante delincuentes fuera de él que, sin embargo, tienen relaciones privilegiadas con él. Y, sobre todo, está harta de que el Estado lleve su compadreo con la delincuencia al extremo de indultar delincuentes sin otra motivación, al parecer, que la cercanía al partido o el enchufe con el ministro de turno. Ese ataque a la justicia es una carga de profundidad contra el Estado de derecho de una enorme gravedad. Y los primeros en saberlo son los policías.
La situación de España no es, como solía, de tragicomedia sino de tragitragedia. Cuanto antaño fue comedia: los pícaros, los ladrones, los corruptos, los enchufados, los estafadores, es hoy tragedia al darse en el contexto de una crisis tremenda que amenaza con devorar el país en manos de unos irresponsables en connivencia con unos sinvergüenzas.
El imperativo del día es desobediencia civil amparada y protegida por la fuerza pública, a la que aún no han podido privatizar para que defienda sus intereses de clan. Pues son eso, un clan constituido en partido político.
(La imagen es una foto de Audiovisuales 15M Zaragoza, bajo licencia Creative Commons).