dissabte, 13 de setembre del 2008

¿Qué pasa si usas sombrero?

Pues que poco menos que tienes que ir partiéndote la cara por la calle porque siempre hay alguien que se cree con derecho a hacerte algún comentario al pasar. Y hay que responder con una impertinencia. En cierta ocasión luciendo un sombrero estilo John Wayne, un transeúnte me preguntó que en dónde había dejado el caballo y le dije que en la habitación de su hermana. Y como te descuides, llegas a las manos.

La privilegiada inteligencia de ese subprimate al que se llama "hombre" se enfurece cuando ve un objeto o prenda distintos de los que ve todos los días porque no los entiende. El únicamente entiende la indumentaria al modo del uniforme, entre límites fijos y lo que se salga de ellos lo lleva al paroxismo. Al fin y al cabo, él sólo conoce el cabezal, la cincha y el ronzal y con esos adminículos no se junta hoy una cabeza pensante. Pero algo saldrá.

El estudio de las modas es una de las vías más importantes del juego sociológico. Algún padre fundador de la Sociología, como G. Simmel, se dedicó a la moda. La moda es un dictamen de aceptación social de unos criterios de apariencia externa que relumbran más que otros en su momento. Forma un canon que quiere ser de obligado cumplimiento. De la gente se espera que siga la moda. La presión social de la conformidad empieza por la apariencia. Por ejemplo, hubo un tiempo en que la moda era que todos los hombres llevaran sombrero. Véase la famosa foto de Paul Strand titulada Wall Street. Todos van tocados. El que quería destacar y llamar la atención se presentaba sin sombrero lo que dudo que despertara iguales sentimiento asesinos como un simple bombín despierta hoy en la "generación más preparada de la historia de España". Siempre he pensado que los aficionados a los sombreros (en general, quienes no nois conformamos a la norma sin causar por ello perjuicio a nadie) somos más repetuosos con los derechos fundamentales que en gran medida dependen de un sombrero o de la decisión de quitarse o ponerse esta o aquella prenda de moda.

Creerse con derecho a interpelar a los demás porque se toquen de una forma o se interpreten de otra es prueba de un autoritarismo insoportable. Nadie tiene que pedir permiso a nadie para vestir unos u otros atuendos. Los sambenitos medievales y tardomedievales, formas del estigma, han caído en desuso. La inmensa mayoría de los hombres de este país, el noventa y nueve por ciento con el que me cruzo omite toda referencia al sombrero; lo ven, pero como si no lo vieran , se reprimen y deciden matar al animal que llevan dentro porque eso es lo civilizado. Pero que la omitan no quiere decir que no piensen alguna barbaridad. Yo no me fío de mi sombra y mucho menos de la de mi sombrero. El uno por ciento restante es el que no puede reprimir el rebuzno.

(La imagen es una foto de Th3 Prophetman, bajo licencia de Creative Commons).

¿Qué decir?

Saben los lectores que el señor Chávez no es santo ni demonio de devoción de Palinuro que lo encuentra demagógico, populista y pelín insoportable. Pero a veces tiene gracia. Desde luego, no es un político convencional. Esa fulminante solidaridad con Bolivia expulsando al embajador gringo en setenta y dos horas en medio de improperios es divertida y tiene su chispa.. No estoy seguro de que sirva de mucho porque los estadounidenses son dominantes en el continente americano y los distintos países latinos, en una u otra medida, en uno u otro terreno, su backyard, su zona de influencia pase lo que pase. Cuba sólo puede haber una.

Pero al mismo tiempo, el señor Chávez se permite el lujo de decir por la tele lo que muchos, muchísimos otros mandatarios y no mandatarios piensan para sus adentros: ¡Váyanse al carajo!. No añado el resto pero también lo piensa mucha gente en el mundo. De acuerdo, los Estados Unidos son el país más libre del planeta; pero tiene esclavizados a muchos otros y trata de tenerlos a todos. Lo cual no es de recibo. Van por la vida con una altanería bastante difícil de soportar y se preguntan llenos de perplejidad por qué los odian en el extranjero. Está clarísimo; por chulos. La señora Sarah Palin dice sin encomendarse a Dios ni al diablo que declarará la guerra a Rusia si esta vuelve a invadir Georgia. La guerra, tómese nota. Luego se corrige, dice que se trata de una consecuencia del tratado de la OTAN, según el cual, si un miembro es atacado, se entra en la guerra sin más...y la caga definitivamente porque Georgia no está en la OTAN ni lo estará en un tiempito. Pero, vamos, que la cosa de la señora es que está dispuesta a declarar la guerra a Rusia. y en en general los yankees están perpetuamente en guerra declarada o no declarada. Desde el fin de la Segunda Mundial no sé si han llegado a pasar dos años seguidos en los que los EEUU no hayan estado involucrados en actividades armadas en algún lugar del planeta.. Son una nación extremadamente belicosa y su interés exterior, esto es, la estrategia de seguridad nacional en un mundo globalizado que hierve en terroristas es básicamente la misma en demócrata que en republicano: la guerra.

Ningún colono sea a título de lo que sea deja de humillar el sentido nacional de los nativos. a los que coloniza. Eso es lo que sucede con los gringos a América Latina. Nadie ignora que en muchos países de América Latina la embajada de los EEUU es el centro político más importante del momento y que en todas las embajadas yankees se conspira, se ha conspirado o se conspirará para derrocar el sistema existente si el sistema existente no complace a la Casa Blanca, cual es el caso de Bolivia y Venezuela. En el caso de Bolivia, el señor Evo Morales dice que el embajador gringo, Mr. Phillip Goldberg se inmiscuye en los asuntos internos de Bolivia, cosa que no me extraña nada pues los EEUU se inmiscuyen en los asuntos internos de todo Cristo. Que yo sepa, todavía no han dado explicaciones convenientes de los infaustos vuelos de rendition (o sea, "entrega de secuestrado") de la CIA en el espacio aéreo de los aliados y con los medios de los aliados.

¿Que la cosa no es para expulsar a los embajadores? La expulsión es un gesto más inamistoso que la llamada a consultas del propio embajador y algo menos que la declaración de guerra. Tiene una justificación casi diríamos, antipirética, sirve para que el personal se desahogue. El personal se desahoga y todo se hace más llevadero. Todo incluye al embajador estadounidense de los Estados Unidos, contracentro de poder en todos los Estados de América Latina en que gobierne la izquierda.

(La imagen es una foto de rogimmi, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 12 de setembre del 2008

Juguete roto.

El Tribunal Constitucional ha declarado inconstitucional por unanimidad la Ley del Parlamento Vasco por la que éste aprobaba una "consulta popular" fijada para el próximo veinticinco de octubre en la que se plantearían dos preguntas al electorado vasco, a saber:

"a) ¿Está Usted de acuerdo en apoyar un proceso de final dialogado de la violencia, si previamente ETA manifiesta de forma inequívoca su voluntad de poner fin a la misma de una vez y para siempre? b) ¿Está Usted de acuerdo en que los partidos vascos, sin exclusiones, inicien un proceso de negociación para alcanzar un Acuerdo Democrático sobre el ejercicio del derecho a decidir del Pueblo Vasco, y que dicho Acuerdo sea sometido a referéndum antes de que finalice el año 2010?". El TC ha dado la razón a la abogacía del Estado que planteaba su recurso de inconstitucionalidad argumentando en tres vías: la competencia, la sustantiva y la procedimental

El asunto estaba bien claro desde el principio. Resulta incomprensible que no haya habido nadie medianamente sensato en el País Vasco que no haya previsto que la insólita chapuza del señor Ibarretxe no tenía posibilidad alguna de prosperar. O quiza sí lo había y los rastacueros que han empujado al Gobierno vasco a darse esta castaña en el Constitucional estuvieran buscando precisamente esta situación para enarbolar la bandera del victimismo y del perpetuo agravio mesetario al pequeño pero indómito pueblo vascón. El propio señor Ibarretxe podría estar entre ellos. Lleva ya unos días agitando las aguas en previsión de un fallo negativo del TC, avisando de que piensa recurrir ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estrasburgo como particular al que el Estado español ha vulnerado en sus derechos y animando a otros ciudadanos vascos para que hagan lo mismo, arropándose todos en los heroicos jirones de la Ikurriña. No es probable pero sería de desear que se hiciera la luz en las torpes entendederas de este hombre a ver si comprende que, tras hacer el ridículo en el TC todavía puede hacerlo más Estrasburgo si va a impugnar como particular una decisión jurisdiccional que anula por inconstitucional una ley que ha hecho aprobar él mismo como gobernante.

Las razones esgrimidas por la abogacía del Estado son casi de Pero Grullo, con lo que uno puede hacerse una idea de la complejidad real de las pretensiones del Lehendakari y del prácticamente nulo esfuerzo que ha tenido que hacer el TC para refutarlas. Dejo de lado la cuestión procedimental, esto es, la ley del Parlamento Vasco aprobada por un procedimiento de única lectura que también es inconstitucional pero podría ser constitucional sin que ello hiciera constitucionales los otros dos aspectos.

En cuanto al aspecto competencial el señor Ibarretxe pretendía soslayar la expresa prohibición constitucional de que las Comunidades Autónomas convoquen referéndums sin la previa y preceptiva autorización del Estado por arte de birlibirloque sosteniendo que su referéndum no era un referéndum sino una consulta popular. Hétenos aquí en mitad de la polémica medieval de los universales entre dominicos nominalistas y franciscanos realistas, como si por el hecho de cambiarle el nombre a la cosa ésta dejara de ser ella misma. Toda consulta popular que reúna ciertos requisitos es un referéndum dice el TC, y da igual cómo lo llame el lehendakari, que carece de competencia para convocarlo ni va a adquirirla porque lo llame de otro modo.

El segundo punto, sustantivo, muy bien refutado por el abogado del Estado y el TC tampoco era difícil puesto que se desprendía del propio texto de la ley, que en su preámbulo declaraba buscar un "Acuerdo de normalización política en el que se establezcan las bases de una nueva relación entre la Comunidad Autónoma del País Vasco y el Estado español”. No puede haber una "nueva relación entre la Comunidad Autónoma del País Vasco y el Estado español" por la sencilla razón de que tampoco la hay vieja. Entre el País Vasco y el Estado español sólo puede haber la misma relación que entre la parte y el todo. Pero no una de igual a igual como pretende el señor Ibarretxe. Esto no quiere decir que no pueda haberla pero, para que la haya, es el pueblo español en su conjunto quien tiene que admitir que hay una "pueblo vasco" con "capacidad para decidir". En tanto esto no suceda, querer que suceda sólo puede ser un intento de imposición (que es lo que es esta ley) condenado de antemano al fracaso de una forma bastante ridícula. ¿Por que? Porque si el lehendakari quiere convocar consultas populares dignas de tal nombre tiene que convocar verdaderos referéndums, para lo que, como hemos visto, carece de competencia y, para convocar consultas, por así decirlo de "menor alcance", ya están las elecciones periódicas. Si el señor Ibarretxe quiere saber cuánta gente en el País Vasco apoya una idea u otra acerca de negociar esto o lo otro con estos o aquellos lo único que tiene que hacer es ponerlo en el programa electoral de las próximas elecciones que, después del batacazo de ayer ante el TC esperemos que sean cuanto antes.

Se comprende que luego de este segundo revés del señor Ibarrexte esté éste algo escocido pero, caramba, si pretende salirse con la suya en el marco de la legalidad vigente, ¿por qué no trata de ser un poco más sutil en lugar de querer hacerlo a toda costa como los niños y con una mezcla de fraude e imposición?

Es posible que, aprovechando lo del Pisuerga, ETA pretenda cometer algún atentado para dar por muerta la vía del lehendakari al tiempo que avisa de que el único método es el suyo, el del terror. O sea que, al final, el juguete roto del señor Ibarretxe puede acabar sirviendo para algo: para dar alas a ETA.

(La imagen es una foto de s,B - Michael Brenton-King of The Wachoo Wachoo, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 11 de setembre del 2008

La rebelión de las provincias.

Da la impresión de que el curso político comienza con una nueva y vigorosa pasada por la muy hispánica tradición de los reinos de Taifas. Al mantenido pulso que el Partit dels Socialistes de Catalunya, que es PSOE pero no es PSOE porque está federado con él pero es partido independiente aunque hermano que igual vota los presupuestos del hermano mayor o no los vota y pide grupo parlamentario propio para escenificar lo bien avenida que está España con todos sus hombres y tierras, como decía el Caudillo, ha venido ahora a sumarse la rebelión del partido UPN que, como se sabe bien es al PP y España lo que el PSC al PSOE y la misma (u otra distinta, qué más da) España. Dice don Miguel Sanz, que gobierna en Navarra con el apoyo sociata, que quizá apruebe los Presupuestos Generales del Estado (PG), dependiendo de cómo se porte el PSOE, claro está. E inmediatamente se ha armado una gresca entre los populares en la que los epítetos han ido subiendo de tono. Pero Palinuro no se detendrá en estas menudencias de si dijiste o no dijiste o no dijiste que dijiste y va a ir al fondo del asunto.

Veamos: ha bastado el anuncio del señor Sanz de que los diputados de UPN en el Congreso quizá voten losPGE para que en el PP se rasguen las vestiduras, el señor Arenas pise un juanete al señor Sanz y el señor Rajoy acuda a Pamplona a achicar agua del navío antes de que zozobre... Pero ¿alguno de ellos sabe de cierto si losPGE pueden ser votables o no? No, claro. El sentido español de la demcoracia dice que, si estás en la oposición, te opones a todo lo que haga el Gobierno; a todo y lo haga como lo haga, aunque lo haga bien. ¿De qué otro modo cabe entender la negativa del PP a que UPN vote losPGE antes de haberlos estudiado sino es porque el voto PP será "no" digan lo que digan los presupuestos?

A la rebelión autonómica se suman ahora los alcaldes en un frente municipal patriótico encabezado por los más manirrotos de todos, el señor Belloch en Zaragoza y el señor Ruiz Gallardón en Madrid. Los alcaldes quieren poner el cazo, pero no ante las autoridadades autonómicas de las CCAA que son las que se han quedado con la pasta, sino ante las centrales, que ya pueden apretarse más el cinturón, aunque nos les quede numerario. ¿Por qué? Porque saben de sobra que es más fácil sacar dinero al Gobierno central que a los autonómicos, para los que la descentralización empieza y acaba en las autonomías mientras que los gobiernos locales son entes de carácter folklórico. Puras taifas. Rebelarse además en contra del Gobierno central tiene postín mientras que hacerlo en contra de los gobiernos autonómicos se presta a que te llamen "neocentralista", feo término casi tan mal sonante como "neocon".

Y en esas que aparece ahora el manifiesto de los 1.000 munícipes catalanes pidiendo el derecho de autodetermninación. Éramos pocos y parió la alcaldesa. Y es de suponer que ese derecho de autodeterminación que los municipales exigen es para materializarlo en cada autonomía, que son nacionalistas pero no tontos. Los dineros se los piden los alcaldes al Gobierno central no a los autonómicos; pero el derecho de autodeterminación quieren ejercerlo en el orden autonómico, no en el central. Son listos los alcaldesd, desde luego aunque seguro que algunos acaban a tortas por el derecho de autodeterminación de su villorrio. Insisto, ¿de qué me suena esto? Taifas, Taifas...

(La imagen es una foto de Sagabardón, bajo licencia de Creative Commons).

Pequeñeces.

Y no las del Padre Coloma. El premio Alfaguara de este año (Antonio Orlando Rodríguez, Chiquita, Alfaguara, Madrid, 2008, 518 págs) es una de esas novelas de un único personaje, siendo los demás meras comparsas. Tampoco tiene un argumento o trama dignos de tal nombre ya que esa tarea queda confiada al discurrir de los acontecimientos histórico-biográficos que se narran. Está bien escrita, con agilidad y soltura, sin grandes alharacas estilisticas ni abundancia de recursos lingüísticos; antes al contrario, en un estilo coloquial directo, resultado del supuesto literario de base sobre el que está construida. El anciano cubano Cándido Olazábal, a punto de recluirse en el asilo Santovenia, narra al autor, el también cubano Orlando Rodríguez, la vida pintoresca de la no menos cubana Espiridiona Cenda (Chiquita), una liliputiense de sesenta centímetros de altura que triunfó en los escenarios estadounidenses a fines del siglo XIX y primeros del XX. Durante los años de la depresión Olazábal estuvo empleado como mecanógrafo de Chiquita en la casa en que ésta se había recluido con el fin de redactar sus memorias, ya retirada de los escenarios. Ese supuesto texto tiene lagunas, producto del paso de un ciclón por la isla de Cuba, que el viejo Olazábal suple de viva voz en unos capítulos que lógicamente están llenos de cubanismos que prestan al conjunto de la obra, ya de por sí muy rápida, mayor celeridad narrativa.

Se ha dicho: el corazón de la novela es la reconstrucción ingeniosa de un personaje histórico que el autor ha rastreado concienzudamente y sobre el cual luego ha vertido torrentes de una imaginación desbocada de forma que viene a ser imposible averiguar qué sea histórico y qué no, cosa que tampoco importa mucho. Por ejemplo y para hacernos una idea: en la descripción que hace del París de la Expo universal en 1900 se refiere a las relaciones de Chiquita con el aristócrata y poeta conde Robert de Montesquieu y su secretario y amante, el hermoso joven peruano Gabriel de Yturri, acerca de cuyos (de ambos) medios de subsistencia reinaba gran confusión hasta que nuestro autor, por medio de Chiquita, descubre que estos consisten en que De Montesquieu posee una gallina que pone huevos de oro y no una gallina metafórica sino una real de carne y plumas, con sus huevos de oro macizo. No sé si Marcel Proust quien tuvo mucho trato con Yturri y moldeó su magnífico Baron de Charlus sobre el Conde de Montesquieu hubiera visto con buenos ojos que se haga depender a un personaje tan logrado como Charlus de los huevos de un gallina por muy de oro que fueran.

La novela tiene una parte de recreación histórica de la Cuba colonial en los tiempos de las guerras de independencia, primera y segunda, de los mambises y el gobierno del general Valeriano Weyler, el de las "reconcentraciones" de campesinos, una sociedad muy bien descrita en la que conviven los esclavos negros con los criollos blancos y en cuyo seno, en el de un familia acomodada de Matanzas, nace Espiridiona Cenda.

Junto a esta parte de descripción histórica hay otra puramente fantasiosa y bastante traída por los pelos (al estilo de los desdichados huevos de oro) que emerge ocasionalmente a lo largo de la narración en torno a la existencia de una organización secreta de liliputienses llamada la Orden de los Pequeños Artífices de la Nueva Arcadia a la que pertenece Chiquita incluso en contra de su voluntad y, conexa con ella, una truculenta historia de asesinatos y otras maldades que también van y vienen por el libro con más pena que gloria y que, por fortuna, a pesar de su pedantería, no consiguen apagar la frescura de la verdadera narración. Sólo una referencia a esta absurda historia dentro de la historas: Chiquita porta al cuello una especie de amuleto cuya funcionalidad no queda clara en toda la obra, en el que hay una inscripción en una "idioma secreto de los diminutos" que, sobre carecer de interés porque nada más se dice de él sospecho que esté mal en el enunciado en que aparece en alemán como Geheimnissprache der kleinen Leute que probablemente debiera ser Geheimssprache der kleinen Leute.

Entre estos dos bloques, el de la reconstrucción histórica y el de la fabulación disparatada y sin interés, hay unos relatos en los que aparecen inteligentemente mezclados hechos históricos con fantasias del autor y que son los que dan su atractivo y la verdadera categoría a la novela. Es esencial que Orlando sitúe a Chiquita en contacto con los principales contecimientos históricos de aquellos años y con los personajes que fueron su nervio porque eso presta altura y originalidad al relato: la tortuosa independencia de Cuba, cuando vemos a Chiquita hablando con quien será el primer Presidente de la isla, Tomás Estrada Palma, así como los acontecimientos posteriores. Encuentro magnífico el relato sobre cómo se toman la enmienda Platt los distintos círculos sociales que se entrelazan en la novela. En este contexto se enmarca la única referencia directa que he detectado al régimen actual en La Habana y que no me resisto a reproducir íntegro. Está hablando Cándido de Olazábal en referencia a otro gran acontecimiento histórico (la Expo de París) en el que estuvo presente Chiquita al extremo de que el escultor Moreau-Vauthier modeló sobre su figura (a la escala ordinaria, claro es) la de la diosa que personificaría la exposición) y dice:"Cuba, que ganó un montón de medallas de oro, plata y bronce en París en 1900.¿Quién iba a pensar que 90 años después todo ese empuje se perdería y que retrocederíamos hasta la prehistoria?"(p. 381).

Chiquita presenciará o será agente decisivo en todos los demás acontecimientos importantes de la época, desde el asesinato deMcKinley, quien invitó a la cubanita a cenar en la Casa Blanca, hasta el terremoto de San Francisco en 1905. A veces Orlando se pasa un poco y, en su interés por incluir todo el devenir del mundo en la biografía de la liliputiense, menciona episodios colaterales que ha ido espigando aquí y allí y que no quiere desperdiciar, por ejemplo, una referencia sin mayor consecuencia a la hazaña de Annie Edson Taylor por aquellos años en que esta joven maestra, para llamar la atención, se dejó caer por las cataratas del Niagara en una cuba de madera que se llamó La reina de la niebla y no tiene especial conexión con la historia de Espiridiona.

La novela presenta asimismo una curiosa galería de contemporáneos mejor o peor tratados: las anarquistas Lucy Parsons y Emma Goldman, la Bella Otero y su archienemiga Liane de Pougy,Toulouse-Lautrec y sus amores con la Goulue, el citado Conde de Montesquieu, la gran Sarah Bernhardt, los españoles Emilia Pardo Bazón y Tomás Bretón y hasta el indio apache Gerónimo.

El autor describe con elegancia y primor el mundo de los fenómenos de feria, de los liliputienses ganándose la vida en los teatros de vaudeville de los Estados Unidos e incluye en él la genial peli de Ted Browning, en la que Chiquita tenía asignado un papel que luego se evapora.

La última parte de la obra es una especie de juego o eco de Sunset Boulevard y termina en una sucesión de finales como anexos que no consiguen eliminar la sensación de que la obra hubiera merecido una más rotunda terminación.

dimecres, 10 de setembre del 2008

Aznar el encizañador.

Lo único que cabe agradecer del montón de insensateces y maledicencias que el señor Aznar ha estado soltando en Segovia con motivo de no sé qué premios de paños o paños de premios es que lo haya barbotado en casa y no se haya ido al extranjero a largar mala baba contra su país como tiene por costumbre en una muestra habitual de su recio patriotismo de pacotilla. Según el periódico Público para el expresidente del Gobierno "La crisis de hoy es la cosecha de los últimos cuatro años. Es la cosecha de los últimos cuatro años de gasto público excesivo, de subida de los impuestos y de ausencia de reformas económicas. Cuando se siembra todo eso, se cosecha una crisis. Ya lo vivimos a principios de los noventa, y lo volvemos a vivir ahora".

El señor Aznar no puede desconocer que España se encuentra entre los países europeos con el gasto público más bajo en proporción del Producto Interior Bruto. Habla de "gasto público excesivo" porque le da igual la veracidad de sus palabras. Igual que lo de la subida de los impuestos. No puede ignorar que los impuestos no han subido en los últimos cuatro años. Pero, a semejanza de lo que sucede con el gasto público, no le importa que lo que diga sea verdad o no. Él sólo quiere caldear los ánimos contra el Gobierno del PSOE, atacar al Gobierno de España, venga o no a cuento, sea o no cierto lo que dice, sembrar cizaña.

En alguna ocasión Felipe González afirmó que los expresidentes son como los jarrones chinos, que todo el mundo los admira pero nadie sabe qué hecer con ellos. No sé si alguien puede admirar a un hombre tan vengativo, ruin y rencoroso y que no para de hablar y de hacer declaraciones a cada cual más agresiva y mal pensada para dañar la convivencia, pero está claro que nadie sabría qué hacer con él si tuviera la mala suerte de quedarse en su compañía.

Nunca entendí cómo un hombre con tan escasas prendas intelectuales y morales pudo llegar a presidente del Gobierno español y cada vez lo entiendo menos. Así está él ahora tan crecido que no hay quien lo aguante, sobre todo si tiene un micrófono cerca para predicar que el señor Rodriguez Zapatero es Zapatero "el dilapidador". Zapatero "el dilapidador", según el señor Aznar,"el encizañador".

(La imagen es una foto de Brocco Lee, bajo licencia de Creative Commons.

Los chaqueteros.

¿Qué lleva a una persona a cambiar sus convicciones políticas o, cuando menos, a decir que las ha cambiado? ¿Qué lleva a alguien a "cambiar de chaqueta", a ser un "chaquetero"? Hace tiempo que pienso en dedicar un post a este fenómeno relativamente frecuente. Hasta donde me alcanza la vista de los casos que conozco, los cambios de chaqueta, las mudanzas de opinión, de creencias, de personalidad política son muy frecuentes o lo han venido siendo desde el comienzo de la transición hasta nuestros días y seguramente lo hayan sido siempre al menos desde que se da la divisoria política fundamental (esa que mucha gente dice que carece de importancia en nuestros días siendo así que continúa estando presente en todos los sistemas políticos del mundo, por esotéricos que puedan ser) entre la izquierda y la derecha. Cualquiera de nosotros puede señalar cuando menos media docena de casos de personalidades de la vida pública que han trocado unas convicciones políticas por otras. Esos casos aumentan si también se nos permite señalar casos de personas privadas en nuestro entorno más o menos cercano.

En el funcionamiento ordinario de las instituciones, el chaqueteo se conoce como transfuguismo, detestable práctica de chalaneo con el carácter de la representación política que, según dicen ellos mismos, indigna a los partidos políticos quienes, sin embargo, parecen incapaces de atajarla, sobre todo cuando los beneficia. Pero el transfuguismo no agota la complejidad del chaqueteo ya que no presupone necesariamente un cambio en las convicciones ideológicas. Un tránsfuga es una persona que pasa de votar con unos a votar con otros, generalmente por dinero u otros beneficios materiales, sin que se vea obligada a decir que ha cambiado de forma de pensar, aunque suela aducirlo por lo que se llama "vergüenza torera", expresión también merecedora de comentario aparte, aunque no ahora..

El chaqueteo implica, pues, una mudanza ideológica. Como quiera que, sin haber una gama infinita, ideologías hay varias en el orden de la acción pública, política, social, su mudanza o cambio no tendría por qué ser fenómeno reseñable: uno cambia de ideologia como puede cambiar de gustos culinarios, costumbres deportivas o aficiones artísticas. Sin embargo, no cabe despachar el asunto con tanta sencillez por cuanto prácticameente en un cien por cien de los casos, el chaqueteo presupone un cambio de una ideología de izquierda a una derecha. Prácticamente no hay ejemplos de gentes que hayan trocado una ideología de derecha por una de izquierda y de hecho, sólo conozco un caso mientras que son legión los ejemplos que se me vienen a la mente de cambio de izquierda en derecha. No hace falta citar nombres: todos conocemos bastantes casos (en España y fuera de ella) de antiguos izquierdistas pasados al campo de la derecha, incluso de la extrema derecha: diputados, concejales, ministros, periodistas, comunicadores en general, intelectuales, artistas, pensadores, etc, etc.

Siempre que alguien nos dice:"¿te acuerdas de fulano/a, tan radical e izquierdista?Pues se ha hecho de derechas y vota a tal o cual partido de la derecha" tenemos -almenos, yo la tengo-la sensación de que "fulano/a" ha cambiado algo parecido a una fe religiosa, ya que las convicciones políticas (que por lo general implican ideas antropológicas y convicciones o falta de convicciones sobre lo metafísico y hasta trascendental) tienen algo de religioso. Y solemos mostrar cierta incredulidad. Sólo el paso del tiempo nos convencerá de que fulano/a ya no profesa determinadas ideas sobre la igualdad o la libertad o los derechos humanos o la autodeterminación o los derechos sociales o la solidaridad o la naturaleza humana, el sentido de la vida, etc, sino que ahora profesa otras.

Es difícil de asimilar, pero es. Y, que yo sepa, no es un fenómeno que se haya estudiado en profundidad probablemente porque junto a su dimensión política y sociológica, tiene otra psicológica muy ardua de abordar. Exactamente ¿cómo se explica que nel mezzo della sua vita (si tal es el caso) una persona mude de convicciones a veces aparentemente muy arraigadas con la facilidad con la que las serpientes mudan de piel? ¿Cómo se adapta la nueva concepción del mundo a una circunstancia, incluso unas "creencias" orteguianas?

Hay una primera explicación (o intento de explicación) de carácter biográfico que presupone que, por una serie de razones que no hacen ahora al caso, las convicciones izquierdistas son propias de la juventud pero que, al avanzar en la vida e ir haciendo frente a las responsabilidades de la supervivencia y las amarguras y desengaños del mundo, la gente se hace conservadora en virtud del viejo adagio de que "el hombre nace incendiario y muere bombero". Es posible, hasta es muy posible, pero esto no es una explicación, sino una mera descripción de un fenómeno que sigue sin explicarse.

Ante esta situación suele echarse mano de una concepción sociológica de clase según la cual los jóvenes se sublevan contra los valores tradicionales de su clase que reciben a través de la familia pero a la larga, la vis atractiva de la clase, de la burguesía, acaba siendo más fuerte que sus convicciones y sucumben a ella.Vuelven al redil, en definitiva, tras una especie de años de aprendizaje del joven Werther. También es muy posible, pero sigue sin ser una explicación en sentido pleno del témino.

Tengo para mí que el elemento que falta en los intentos de explicación mencionados y que acaba por completar el cuadro es el de la conveniencia o interés personal, muy importante en este terreno, como saben los autores de la teoría de la decisión racional. De incluir este factor también se explica, creo, el hecho de que los chaqueteos, las mudanzas, sean masivamente de la izquierda a la derecha y no al revés. Por regla general, la convicción de izquierda (especialmente la de izquierda radical que es la que más muda) se hace con ignorancia de los intereses y conveniencias personales, por una especie de sentido kantiano del deber, una idea de que uno debe ante todo pensar en la colectividad e ignorar el propio beneficio. A la inversa, la convicción de la derecha por lo general (no siempre, claro está) parte del supuesto de la conveniencia personal del que la profesa que no se ve así obligado un buen día apasar por la experiencia por la que tarde o temprano pasan los izquierdistas: ¿qué ganas tú en concreto pensando y actuando como piensas y actúas? En el momento en que muchos responden "nada; al contrario, estoy perdiendo oportunidades de avance personal y/o profesional" es el momento en que puede empezar un proceso de revisión interno que hace que la persona en cuestión entre en una especie de letargo como en una crisálida en la que las paredes estén hechas de reflexiones acerca de ese interés propio y de la que ya sólo sale el individuo transformado.

Al individuo transformado y con una memoria curiosamente amputada ésta le sirve para recordar que en el pasado profesaba uno o varios errores de los que ahora se ve libre, pero no le funciona lo suficiente para hacerle ver que, si admite haber estado equivocado en algún momento de su vida, nada le garantiza que no pueda volver a estarlo, ahora que predica su ideología recién adquirida y muchas veces con la fe del converso, una fe inquisitorial.

dimarts, 9 de setembre del 2008

El Consejo General del Poder Judicial.

Luego de dos años de bloqueo los dos grandes partidos se han puesto de acuerdo para renovar el órgano de gobierno de los jueces, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Prácticamente todos lo medios han interpretado la noticia señalando en ella dos aspectos perniciosos: a) el PSOE y el PP se han repartido desvergonzadamente el CGPJ según criterios partidistas y el órgano de gobierno de la magistratura es una especie de cónclave politizado y partidista y no independiente como debiera; b) los dos partidos tienen igual responsabilidad en este desaguisado porque los dos instrumentalizan las instituciones democráticas en su beneficio. No pongo referencias porque son inútiles. Salvo alguna excepción (que yo no vi pero consigno para salvar mi responsabilidad) todos los medios compartían este doble punto de vista y se rasgaban las vestiduras lamentando la manifiesta falta de independencia del órgano superior de la magistratura.

Se trata de un ejemplo de una forma superficial y sesgada de informar en la que la ignorancia y la desidia se confabulan para interpretar erróneamente un hecho y hacerlo además en detrimento de una concepción democrática de la sociedad. Cuando se produce una noticia como ésta lo fácil es sentar plaza de puro, arremeter contra la cortedad de visión de los partidos y lamentar la politización de la justicia. De tal forma, además de ocultar la falta de competencia profesional a la hora de informar y de analizar los fenómenos con mayor discernimiento (que siempre es fatigoso) se incurre en el fácil hábito autoritario de desprestigiar a las instituciones democráticas al hacer ver que son víctimas de los innobles intereses partitocráticos. Como Palinuro trata siempre de ir un poco más allá de la visión superficial que nunca es inocente y suele beneficiar a unos intereses específicos, por lo general antidemocráticos, se analizará la cuestión descomponiéndola en sus dos elementos citados: primero, el "partidismo" del CGPJ y segundo la igual responsabilidad de los dos partidos

Primero: el "partidismo" del CGPJ. Es este un problema que afecta a todos los países democráticos ninguno de los cuales ha encontrado hasta la fecha una solución enteramente satisfactoria. El problema de cómo constituir los órganos superiores de la magistratura, judiciales o no judiciales, puesto que toca tanto a órganos disciplinarios como el CGPJ como a los más altos tribunales por ejemplo el Tribunal Supremo de los Estados Unidos que es al mismo tiempo Tribunal Constitucional y que se compone de nueve magistrados vitalicios nombrados por el Presidente de la República cada vez que se produce una vacante, con intervención de la correspondiente comisión del Senado. Por supuesto el Presidente de los EEUU al que corresponde nombrar magistrados del Tribunal Supremo se rige por criterios de fidelidad partidista y a nadie se le ocurre decir que el TS estadounidense sea un órgano no independiente y partitocrático.

Hasta la fecha sólo hay dos formas de proceder a estos nombramientos de órganos superiores de la administración de justicia: o los hacen los órganos políticos democráticos (en última instancia los partidos políticos) o se confían a un sistema de cooptación de los propios jueces. Por supuesto, también hay formas mixtas que incorporan elementos de ambos procedimientos. A juicio de casi todo el mundo la vía de nombramiento por los órganos políticos democráticos es preferible a la otra porque se trata de órganos que gozan de legitimidad al ser de elección popular y responsables ante el electorado, mientras que los jueces carecen de legitimidad electoral y no son responsables ante nadie (de hecho, esta es la base de su independencia) por lo que confiarles el nombramiento de sus propios órganos superiores, disciplinarios, judiciales, etc, equivale a dar rienda suelta al espíritu corporativo que siempre anida en la judicatura. En otros términos, la administración y el gobierno de la justicia es algo demasiado importante para confiárselos a los propios jueces. Así que menos rasgarse las vestiduras y lamentarse de falta de independencia de la administración de justicia en España porque ésta es una situación generalizada.

Ciertamente el problema que plantea la solución del nombramiento político es que abre la vía a los abusos de la partitocracia y, por reacción, a las tendencias autoritarias y antidemocráticas que pretenden entregar a los propios jueces la competencia de estas decisiones y, de esta forma, sustraerlas al control democrático del electorado. No se olvide que, siendo estos asuntos del gobierno de los jueces y la administración de justicia normalmente bastante complicados, es fácil jugar a la mistificación y la confusión, atacando el funcionamiento de la democracia so pretexto de velar por su recto entendimiento. A ello contribuye mucho el citado modo superficial de informar sobre estos asuntos que recurre en cuanto puede al fácil expediente de la "politización" de la justicia. Máxime cuando, como es el caso, la única defensa eficaz frente al peligro de instrumentalización partidista es la existencia de una sólida cultura democrática en los partidos. Por ello es tan importante el segundo elemento del análisis.

Segundo: la igual responsabilidad de los partidos en la instrumentalización de la justicia. Es este un fácil y muy socorrido expediente indiscriminado que conecta bien con un fondo popular autoritario, antipartidista y, en última instancia, antidemocrático que, so pretexto de atacar el partidismo de las instituciones, ataca a las instituciones democráticas mismas y, por lo general, coincide con las tendencias implícitas de la derecha y de cierta izquierda no democrática y revolucionaria. En ambos casos se trata de una evidente falta de cultura política democrática que tanto la derecha como esa izquierda radical y revolucionaria tienden a considerar como mero formalismo vacío que debe dejar el paso bien al gobierno de la élite, según las ideas de la derecha, bien al de la "verdadera" democracia, según la izquierda revolucionaria.

Un estudio más pormenorizado de cómo se han producido los hechos en cuestión en España nos ilustrará acerca de lo que aquí estamos hablando: en primer lugar, el bloqueo de dos años en la renovación del CGPJ no es atribuible por igual al PSOE y al PP sino que se debe exclusivamente al empeño del PP en mantener la mayoría de que gozaba en dicho órgano, reflejo de su mayoría parlamentaria de las elecciones del año 2000, pero que ya no se compadecía con la nueva situación generada tras las de 2004. Cuando hubo que proceder a la renovación en 2006 lo lógico hubiera sido que el CGPJ reflejara la nueva correlación de fuerzas y por eso el PP se negó a ello (recuérdese que ese bloqueo puede producirse porque la renovación precisa de una mayoría cualificada) con los más diversos pretextos que el señor Zaplana, entonces portavoz parlamentario de su partido, tampoco se molestó mucho en hacer presentables. Este bloqueo se mantuvo incluso frente a propuestas del PSOE para desatascarlo que incluso aceptaban renunciar a su mayoría, en beneficio de alguno de los grupos políticos minoritarios en la cámara (como ha hecho ahora) y en pro de la funcionalidad de la renovación.

En segundo término, el PP mantuvo el bloqueo del CGPJ hasta las elecciones de 2008 en la esperanza de que, si las ganaba, pudiera proceder a la renovación pero manteniendo su superioridad numérica. Por eso estuvo dando largas hasta el final en una ceremonia de la confusión que alimentaba el señor Zaplana con unas razones rocambolescas que ni siquiera guardaban las formas. Si al final ha habido acuerdo ha sido porque, al perder de nuevo las elecciones, el bloqueo de la renovación ya no se podía mantener.

En tercer lugar la renovación ha sido posible porque el PSOE ha aceptado igualdad numérica con el PP (nueve consejeros cada uno), sacrificando así en aras de la funcionalidad de la institución su mayoría parlamentaria y en beneficio de los grupos minoritarios en la cámara. En este momento, a pesar de que el PSOE forma Gobierno y tiene una clara mayoría parlamentaria, dispone exactamente de la misma cantidad de vocales que el PP lo cual es algo que el PP jamás hubiera hecho.

En cuarto lugar de los nueve consejeros del PP ninguno es independiente, todos pertenecen a la Asociación Profesional de la Magistratura y varios de ellos han tenido una actitud claramente militante a favor del partido en asuntos propios de su actividad judicial mientras que, de los nueve vocales del PSOE cuando menos uno no es de la asociación progresista Jueces para la Democracia, sino que pertenece a la tercera asociación, centrista, de magistrados, la de Francisco de Vitoria, lo que quiere decir que el "cupo" del PSOE es más abierto y plural que el del PP y ello sin contar con que sus vocales son más despegados respecto al partido incluso alguno, como la magistrada Margarita Robles, aun habiendo sido secretaria de Estado en el ministerio de Juan Antonio Belloch adoptó posiciones muy críticas con el Partido Socialista en momentos cruciales para éste.

En resumen por lo tanto ni por aproximación cabe decir que los dos partidos hayan tenido similar actitud de instrumentalización del CGPJ. Quien sostenga tal interpretación sólo puede hacerlo por ignorancia o mala fe o ambas cosas a la vez, faltando a la verdad y con la finalidad última de desprestigiar a las instituciones democráticas.

Así que eso de que el CGPJ es un órgano politizado y los dos partidos tienen igual responsabilidad en el asunto, un argumento muy típico de una derecha que quiere presentarse como aparentemente crítica, es mentira.

(Las imágenes son una foto de germeister y otra de Juan G. Hurtado, ambas bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 8 de setembre del 2008

El pueblo al rescate del capital.

La historia de las dos gigantescas corporaciones hipotecarias estadounidenses Fannie Mae y Freddie Mac que el Estado intervino este fin de semana constituye un ejemplo de manual del carácter depredador del capitalismo, consistente en privatizar los beneficios y socializar las pérdidas o, lo que es lo mismo, predicar en contra de la intervención del Estado en el mercado y a favor de la libertad irrestricta de éste hasta que empiezan a venir mal dadas, en cuyo caso el Estado interviene en favor de los accionistas con el dinero de los contribuyentes quienes, cuando las empresas hoy intervenidas daban beneficios en forma de dividendos, no vieron ni un centavo.

La Federal National Mortgage Association (Fannie Mae) nació en 1938, en tiempos del New Deal socialdemócrata del presidente Roosevelt para ayudar a las empresas inmobiliarias y a quienes firmasen hipotecas a acceder a éstas, respaldando y complementando los préstamos de los bancos, bastante rácanos. Su fórmula era muy segura ya que, a diferencia de los bancos hipotecarios privados, contaba con el respaldo del Estado para hacer frente a las situaciones de crisis. Pronto, Fannie Mae se convirtió en un gigante del mercado hipotecario. Fue entonces (finales de los años sesenta) cuando el presidente Johnson dio en la idea de privatizarla, convirtiéndola en una sociedad anónima, con lo que todo el mundo pareció hacer un buen negocio: el presidente conseguía fondos para financiar la guerra del Vietnam, los prestatarios de hipotecas accedían a éstas con seguridad, los accionistas cobraban jugosos beneficios y todos estaban muy tranquilos porque Fannie Mae era privada en cuanto a la cuenta de resultados pero seguía teniendo el respaldo público. Una fórmula ingeniosa de lo que se llamó "capitalismo de Estado".

Fannie Mae prosperó y amenazó con convertirse en un monopolio, razón por la cual, en los años setenta se fundó otra corporación de similares características (semipública, semiprivada), la Federal Home Loan Mortgage Corporation (Freddie Mac) con la intención de que ambas compitieran (sigo en esto los datos del Frankfurter Allgemeine Zeitung en un reportaje sobre los dos gigantes hipotecarios), pero lo que sucedió, como cabía imaginar, fue que se repartieron el mercado, hasta alcanzar el 50% del hipotecario estadounidense que totaliza al día de hoy los cinco billones de dólares.

El gráfico de la ilustración muestra a las claras el proceso de auge descomunal de los dos gigantes durante los años de la burbuja inmobiliaria y su catastrófica caída apartir del año pasado hasta la quiebra actual. Aquel auge se hizo, obviamente, por el mismo sistema de hipotecas basura o hipotecas sin garantías con alto riesgo que ha acabado por provocar la crisis crediticia (credit crunch) actual. Prácticas alegales de alto riesgo movidas por el afán de lucro de los operadores privados.

La teoría clásica que el neoliberalismo dice que debe aplicarse en este caso es dejar que los dos gigantes, que han jugado mal se hundan. Pero eso supone el hundimiento del mercado hipotecario estadounidense y una profundización de la crisis crediticia mundial con consecuencias imprevisibles para el conjunto del sistema capitalista. En otras palabras, las dos corporaciones son too big to fail, esto es, "demasiado grandes para hundirse", razón por la cual el Estado acude en su ayuda con el dinero de los contribuyentes. La cotización de los dos gigantes, que ha perdido casi un 90 por ciento, no puede seguir cayendo, así que las rebajas de impuestos (sobre todo a los ricos) con las que el señor Bush adornó su mandato, se truecan ahora en una imperiosa exacción de cien a doscientos mil millones de dólares que habrán de pagar todos los ciudadanos, ricos y pobres.

Probablemente no sea la crisis general del capitalismo que los comunistas llevan esperando ochenta años, pero sí parece la crisis financiera del capitalismo. Y las cosas no han hecho más que empezar. Cuando terminen todo habrá cambiado y nada será igual.

(La imagen es una foto de qthrul, bajo licencia de Creative Commons).

La fórmula del éxito.

Quien quiera que eche una ojeada a los anaqueles de los libros más vendidos en las librerías, grandes superficies, aeropuertos y otros lugares en que se expenden novedades editoriales cual si fueran rosquillas verá cómo abundan las novelas históricas. No es algo insólito por cuanto el género cuyo santo patrón es Sir Walter Scott, ha gozado siempre de una salud exultante. Narraciones medievales más o menos inspiradas en El nombre de la rosa compiten con relatos de los tiempos alejandrinos al estilo de los de Mary Renault; novelas ambientadas en la China imperial se codean con episodios de la revolución francesa. La curiosidad por saber cómo vivían, trabajaban, amaban, luchaban y morían los antiguos pueblos germánicos coexiste con el deseo de seguir a los caballeros cristianos a las Cruzadas y tener una versión novelística de ellas.

Realmente hay mucho en donde elegir, el género histórico está en permanente auge, no parece cansar y suele dar frecuentes éxitos ventas, tanto de novela nacional como extranjera. Tenía curiosidad por saber cómo se imponen estas publicaciones y creo haberme hecho una idea: a base fórmulas.

Elegí un título relativamente reciente (no de ahora mismo) que ya estuviera consagrado como un éxito de ventas tanto en España, con más de un millón de ejemplares vendidos en el año de la primera edición, 2006, como en el extranjero, en donde se ha traducido a quince idiomas. La obra es La catedral del mar (Grijalbo, Barcelona, 2006, 669 págs.) título primerizo de un abogado barcelonés, Ildefonso Falcones, que ha empleado cuatro años en escribirlo a su debido ritmo...

Se trata de una novela ambientada en la Barcelona del siglo XIV, que presenta una fórmula compleja de mucha aceptación. Tiene una sólida base histórica en el tiempo de la construcción de la iglesia de Santa María del Mar, un episodio cargado de simbología religiosa por cuanto es una edificación erigida por el pueblo, consagrada a Santa María y con la construcción a cargo de la cofradía de los estibadores del puerto de Barcelona, los bastaixos, los descendientes de las antiguos esclavos descargadores que forman una comunidad idealizada, generosa, de gente sencilla y devota de la Virgen.

A partir de este planteamiento la obra tiene una fórmula de composición que se reduce a un elemento esencial: plantear unos dilemas simples en un relato sencillo, lineal, sin experimentaciones de cronologías narrativas, que suscite la identificación de los lectores con dilemas morales claros; una historia de buenos y malos pero en términos exagerados en la que los buenos son muy buenos y los malos muy malos y todos de una sola pieza, como si se tratara de héroes de cómic. No hay lugar para las sutilezas psicológicas.

Tampoco hay en la obra experimentación literaria alguna: un estilo neutro, en tercera persona de narrador omnisciente en la que el autor desaparece detrás de la obra. No hay trama propiamente dicha puesto que la novela es un relato cronológico/biográfico lineal que cuenta la peripecia personal de su protagonista, Arnau Estanyol. No es tampoco lo que se conoce como una "novela río" ya que no abarca a varias generaciones sino solamente la del protagonista y brevemente la de su padre en la medida en que sirve para establecer la suya. El interés de la historia, que se mantiene muy alto, se administra no como resultado de la intriga sino por los trucos narrativos del autor que va tejiendo una historia de coincidencias y casualidades muchas veces inverosímiles y que recuerdan los artificios narrativos de las novelas por entregas del siglo XIX, a las que ésta se parece mucho, lo que también explica en parte su éxito ya que la fórmula de la madre separada del hijo al nacer éste (por mencionar uno de los elementos) y que vuelven a encontrarse por causalidad al cabo de veintitantos años suele dar buen y lacrimógeno resultado.

La narración tiene un elemento moderno de competencia técnica que quiere dar solidez al relato. Dada la formación jurídica del autor aquella se lee a veces como una especie de manual de historia del derecho civil catalán. Tiene un tono pedagógico que recuerda las novelas de Julio Verne o incluso relatos del tipo de El robinsón suizo. Así no enteramos de lo que es la enfiteusis, la diferencia con el alodio, de distintos aspectos de los usatges, de las constituciones de paz y tregua, de la normativa sobre la usura, la prisión por deudas, de las características de los procesos inquisitoriales, el consulado el mar etc. El asunto llega al paroxismo en el momento en que el autor enumera uno a uno los malos usos de los señores feudales sobre los payeses, la exorquia, el ius maletractandi, la arsia, la firma de spoli forzada justo en uno de los varios momentos melodramáticos al estilo que podríamos llamar de "Espartaco" o "Guillermo Tell", de lucha heroica del hombre humilde contra la arrogancia e injusticia del poderoso, otra fórmula que no falla.

Conjuntamente con estos elementos jurídicos, hay otros de carácter histórico (los reinos catalanes, las relaciones de Cataluña/Aragón con el reino mallorquín, el Rosellón y la Cerdaña) así como elementos de fuerte contenido técnico y práctico (labores del campo, matanza del cerdo, oficio de alfarero, comercio marítimo, asentadores de comandas, etc) destinados a dar mayor verosimilitud a la historia específicamente literaria.

Ésta tiene los elementos melodramáticos y sentimentales ya citados: héroe de origen siervo, de gran corazón, que trueca su posición en la vida de hijo de payés y bataixo en rico asentador que escala los más altos honores ciudadanos de Barcelona por su heroísmo y entrega sin que el poder y la fortuna lo corrompan. Todo ello adobado con una historia de amor romántico de puros corazones que suscita siempre simpatía, así como otra de relaciones fraternas a lo Caín y Abel que también es de un resultado garantizado.

La novela tiene fortísimos elementos de nacionalismo y planteamientos morales que coinciden con una visión acrítica y populista de la historia también de éxito fijo: en la pugna entre judíos, moros y cristianos el autor toma partido por los dos primeros contra los terceros. La vieja nobleza feudal es cruel, inhumana e injusta mientras que los siervos, los comerciantes y los judíos son buenos y justos.

En definitiva, la fórmula para conseguir la identificación de los lectores con el héroe y sus peripecias, pero la narración resulta artificiosa, tópica, inverosímil y de escaso valor literario.

diumenge, 7 de setembre del 2008

Barrabasadas e hipocresías.

El señor Fraga Iribarne, quien debe de pensar que aún es ministro de Información y Turismo o sea de Propaganda, del dictador y presunto genocida Francisco Franco, hablando de los asesinatos perpetrados por los fascistas durante la guerra civil e inmediatamente después, dice que "del otro lado" se hicieron muchas más barrabasadas como es absolutamente obvio. Tan obvio como el porcentaje de votos a favor de Franco que este correoso fascista cocinó en el referéndum de 1966. ¿Qué entenderá por obvio este buen hombre? Supongo que lo contrario de lo que entienden los demás. Porque a los asesinatos cometidos por los facciosos durante la guerra vinieron a sumarse los que llevaron a cabo los vencedores después de la contienda, uno de ellos precisamente siendo él ministro en la persona de Julián Grimau. ¿Le parece poca "barrabasada" al señor Fraga torturar a un hombre hasta dejarlo inútil, tirarlo por una ventana y fusilarlo luego de una farsa judicial sentado en una silla porque no se tenía de pie? Porque a esa barrabasada dio su visto bueno el señor Fraga.

Sin embargo, lo más indignante de las declaraciones del ex-ministro franquista no es lo de las "barrabasadas" sino lo del "otro lado". Desde 1939 a 1975, fecha de los últimos asesinatos del franquismo, en España sólo hubo un lado, el de los vencedores y su régimen de terror, de forma que no pudo haber ni una sola barrabasada del "otro lado". Dos lados hubo de 1936 a 1939 pero, ¿por qué? ¿por qué hubo dos lados entonces? Porque los fascistas, los militares y los curas se alzaron en armas contra el Gobierno de la República de forma que son ellos los responsables jurídicos de las barrabasadas del lado fascista y morales de las del otro lado.

Por último éste que habla ¿no es el responsable de la matanza de Vitoria en 1976 siendo ministro del Interior de la Monarquía con la misma saña con que lo fue de Propaganda de la Dictadura? Barrabasadas, sí pero (casi) siempre en el mismo bando y hasta hace bien poco tiempo.


HIPOCRESÍAS

Dice el señor Rodríguez Zapatero que la derecha es hipócrita cuando se opone a que se busquen los restos de los miles y miles de víctimas de la vesania fascista en España durante la guerra y la posguerra para que sus parientes y allegados puedan tributarles sus exequias como estimen oportuno. El presidente del Gobierno se ha quedado corto: es más que hipocresía, es un comportamiento inhumano y delictivo que observan siempre que se trata de muertos ajenos porque eso es exactamente lo que hicieron con los del accidente del Yakovlev 62 cuando gobernaban ellos: impedir que los familiares y allegados recuperaran a sus muertos.

Como es hipocresía la oposición a una regulación del aborto encabezada por los mismos que enviaban a sus hijas a abortar a Londres cuando gobernaban en España y el aborto, como tantas otras cosas, como el voto, como casi todo, estaba prohibido.

(La imagen es una foto de Catorze 14, bajo licencia de Creative Commons)

Latinoamérica y el ruido.

México es una ciudad inmensa, tumultuosa, abigarrada, llena de contrastes y por muchas razones fascinante. Pero es tremendamente ruidosa. Ayer anduvimos dando un paseo por el centro en torno a la Avenida Madero en el cruce con Lázaro Cárdenas, en torno al Palacio de Bellas Artes y la famosa Torre "Latino". En la foto el bloguero en el mirador de la torre; abajo puede verse el Zócalo con la banderaza que inspiró al señor Aznar para hacer algo parecido en la madrileña plaza de Colón; la señorita de la derecha es circunstancial. Después merodeamos por la incomparable plaza Garibaldi a la observación del mariachi. Y, en efecto, el estrépito y más que estrépito, el fragor es insoportable. Los autos, los pitidos de los guardias, los claxons y esa maldita costumbre de toda Latinoamérica de tener música altísima en todas partes a todas horas del día que no escucha nadie pero que todos tienen que oír quieran que no convierten un simple paseo en un suplicio inimaginable.

Los lectores que conocen la inquina que Palinuro profesa al ruido, valorarán el sacrificio que le supone deambular por estos lugares tan absurdamente estruendosos. Parece ser que Madrid es la segunda ciudad del mundo en ruido después de Tokio. Ignoro cómo se hacen estas mediciones pero afirmo que, al lado de México, Madrid es un convento trapense. Es más, creo que el ruido es la maldición de toda América Latina. Imagino que este factor no cuenta a la hora de medir el subdesarrollo pero debiera; estoy seguro de que tiene notable incidencia en él. Es imposible concentrarse en nada o ser medianamente productivo con ese estrépito permanente en todas partes, esas musicangas que los dioses confundan en los coches, los bares, los chiringuitos, las casas de vecinos.

El segundo rasgo que suele mencionarse de México, y más recientemente, es su inseguridad. Este es asunto muy subjetivo y no me atrevo a pronunciarme porque supongo que habrá datos incontrovertibles pero tengo la impresión de que también hay mucha exageración. No me parece que México sea especialmente insegura. Supongo que habrá zonas y barrios peligrosos; pero ¿en dónde no? Téngase asimismo en cuenta que parte del negocio de la industria turística consiste en asustar a la clientela para que no se desplace por la ciudad haciendo uso del metro, los taxis, etc y tenga que contratar sus carísimos servicios especiales.

A cambio debo insistir en el atractivo de una ciudad tan gigantesca, en su extrordinaria variedad por barrios, su abundantísima vegetación tropical, su disparatado y sorprendente diseño urbano. Luego del Zócalo anduvimos por la colonia Roma, sobre la calle Durango, a la búsqueda de una librería de lance a la que soy muy aficionado en la calle Mazatlán, una zona de calles amplias con bulevares, rebosantes de palmeras, ceibas, buganvillas, jacarandas y plagada de estatuística clásica, con Apolos, Dianas cazadoras, Venus... Lo que se ve en la segunda foto, además de Celia y Ramoncete, es una réplica exacta de la madrileña Cibeles, en la plaza de su mismo nombre, que produce un efecto bien curioso.

dissabte, 6 de setembre del 2008

El valor de las palabras y la sinceridad del discurso.

A los blogs les ocurre lo que a los periódicos de papel: a veces lo más interesante que hay en ellos son los comentarios de los lectores. Con el añadido a favor de los blogs (como siempre) de que no tiene por qué respetarse límite de espacio alguno. Si antes de ayer un comentario de ximo movió el post del día siguiente, el de hoy trae cuenta de otro muy ponderado y oportuno de un comentarista anónimo.

Tenía éste dos puntos. En el primero decía que no entendía mi empeño en que el Gobierno reconozca que estamos en una crisis y sugería que esta palabra "crisis" es multívoca y que, por lo tanto, da igual que se emplee o no porque hay términos más exactos, respaldados por indicadores numéricos que son los que valen. Es decir, o nos expresamos con la propiedad de las magnitudes, de lo cuantificable, o el empeño en tratar de entenderse en terrenos opinables es baldío. En el segundo hablaba de la economía de mercado. Yo haré lo mismo.

Sucede que las palabras también tienen usos exactos en términos lingüísticos y emplearlas o no con rigor es una decisión política. Como lo es el decir que no existe rigor lingüístico posible y que tanto da hablar de un modo o de otro. No, no da igual. Uno puede emplear bien o mal las palabras como puede emplear bien o mal los indicadores y puede hacerlo por descuido o a propósito e, incluso, a propósito simulando que es por descuido. Se trata de la sinceridad del discurso, de la que hablaré al final.

La palabra "crisis" no es ambigua ni opinable ni multívoca, salvo que uno vaya de mala fe y juegue a que así sea. Pero si uno va de mala fe también son multívocos los indicadores. "Crisis" viene del griego krinein (decidir, juzgar) y se refiere al momento decisivo de un proceso en el que hay que tomar una medida porque, como saben bien los médicos que son quienes la emplean con más propiedad, es la situación en que se decide si un enfermo se salva o muere; es el momento decisivo porque depende de nuestra decisión. Eso es la "crisis", la situación crítica, aquella en la que hay que hacer (o dejar de hacer) algo, demostrar que uno tiene recursos, que vale para algo, que puede ser útil, que los ciudadanos no lo han puesto en donde está por ser un enchufado, amigo del jefe (de esos conozco yo algunos, incluso en este Gobierno), por error de cálculo, ignorancia o dejadez. Por eso no quieren los gobernantes emplear la palabra, porque ello los obliga a tomar decisiones de las que depende el curso de los acontecimientos posteriores. El asunto no es inocente ni baladí, sino que se refiere a la entraña misma de la Política entendida al noble modo aristotélico como aquel quehacer que afecta al conjunto de la polis. Por eso los gobernantes, en este caso estos, los nuestros, prefieren evitar el término y con él el compromiso y acudir a expedientes más cómodos, atribuirse los éxitos y rehuir la responsabilidad por los fracasos del pasado y pintar el futuro de color de rosa, siempre basándose en los indicadores, claro está. El caso es no hablar del presente crítico.

Cuando se trata de procesos, de la realidad en el tiempo, los gobernantes, como todos los seres humanos, sólo pueden hablar de tres cosas: del pasado, del presente y del futuro. El pasado está ahí, a la vista de todos y lo único que cabe hacer con él -y es lo que se hace- es pintarlo de colores, de rosa, de negro, de blanco...se trata de los debates de los historiadores que no son enteramente subjetivos, pero tampoco pueden tener la objetividad con que cuentan los procesos naturales.

El futuro no existe, lo vamos creando en uso de nuestra libertad y una de las más comunes formas de hacerlo es predecirlo como nos dé la gana o nos interese porque, tratándose del de los seres humanos, es incierto. No hay modo de predecir con exactitud el futuro de los hombres. Quienes acuden a indicadores sólo pueden predecir "tendencias" y ello si somos muy caritativos o sea, en el fondo, nada ya que, llegado el momento, esos indicadores son tan de fiar para la tarea predictiva como el vuelo de las aves o las entrañas de los corderos. Y ¿para qué nos empeñamos en esta tarea, esta sí huera, de predecir el futuro? Es obvio, para llevarnos el gato al agua en el presente. Por eso, cuanto más científicos parezcamos, más indicadores pongamos sobre el tapete, más conseguiremos convencer en principio a nuestros coetáneos de que tenemos razón en el presente.

El presente, ese instante que según innumerables filósofos y poetas, no existe porque o bien no ha llegado todavía o ya es pasado, el presente, el momento en que vivimos ahora, el que no existe, el que nos incumbe a todos, el territorio de la política, el del conflicto. Por eso es fundamental no ocultar las cosas, no teñir de rosa el pasado ni el futuro y hacer en el presente lo que hay que hacer y si el presente es crítico, es decir, requiere decisiones, hay que decirlo y no ocultarlo. Por eso es importante que Gobierno de izquierda que, en mi opinión no puede ni debe mentir, diga lo que hay y muestre estar a la altura de lo que dice que hay.

Ya está bien de teorías y vamos al caso práctico que nos ocupa, la cuestión de la economía capitalista ¿Miente o no miente el Gobierno? Estoy de acuerdo con "anónimo" en que vivimos en una economía capitalista y, diré más, me parece muy bien y confío en ella siempre que haya los necesarios mecanismos correctores de carácter intervencionista; no creo en la economía de planificación centralizada como tampoco en la ideal de libre mercado. El rasgo esencial de la economía capitalista es que ésta es bastante autónoma y no cabe responsabilizar a los gobiernos de lo que sucede en ella.

En tal caso, ¿por qué el Gobierno atribuye los éxitos a su política económica y los fracasos a la coyuntura internacional? Qué ingenuidad ¿verdad? Porque eso es lo que hacen todos los gobiernos. Pero éste no es "todos los gobiernos", sino que es un Gobierno de izquierda a quien no estoy dispuesto a admitir que recurra a la demagogia, la trampa y el engaño, como los gobiernos de la derecha; al que no voy a pasar que mienta porque para eso ya está la derecha, al que voy a exigir un comportamiento distinto una voluntad de abordar los problemas con un discurso sincero, no engañoso. Porque, de no ser así ¿cuál es ladiferencia entre la derecha y la izquierda? ¿Que los de izquierda somos más críticos y exigimos más a nuestros gobiernos que los de derechas a los suyos? Por supuesto. Así son las cosas. Los gobiernos de derecha mienten y sus partidarios lo toleran; los de izquierda no pueden mentir, ni siquiera dejar de decir la verdad.

En una situación como la actual, no sólo hay una crisis económica general sino que es especialmente grave en España a causa del abultado déficit por cuenta corriente con perentorias necesidades de financiación hoy agravadas por las restricciones impuestas al crédito. Como quiera que los países del euro no tenemos política propia de tipos de cambio, está claro que el Gobierno tendrá que encontrar una solución ingeniosa a una situación que en principio no la tiene. Y eso es lo que tiene que explicar.

En una situación de crisis hay que decir qué medidas se proponen de solución o, si se es un gobierno de izquierda, reconocer que no se tienen porque el problema lo sobrepasa. Esto es, elaborar un discurso sincero. No hacer como si la situación no fuera crítica, sosteniendo que se trata de una mera alteración en los ritmos habituales para la que basta con medidas ordinarias, dentro de lo previsto. Ese es un discurso embustero, falso y que, además, no conseguirá nada porque la crisis exige decisiones nuevas y contundentes Téngase en cuenta que todavía no hace seis meses no solamente no se reconocía la necesidad de afrontar la situación crítica sino que se estaba prometiendo el pleno empleo para esta legislatura. Y eso no lo hacía un cargo medio o bajo de la cadena de mando sino el mismo presidente del Gobierno, responsable de su política económica. ¿Cómo mantener un discurso sincero racional mínimo cuando, ya en caída libre en una crisis que no quiere aceptarse, se siguen haciendo promesas dentro del esquema embustero, propagandístico y demagógico de que en una economía de mercado los éxitos son producto de nuestras decisiones acertadas y los fracasos resultado de la desgraciada coyuntura internacional?

(Las imágenes son dibujos de John Leech publicados en la revista británica Punch, en los que satirizaba el fracaso de la "gran manifestación cartista" en 1848, un momento crítico en la historia del movimiento obrero cuando, temiendo violencia callejera, las autoridades, con el octogenaria Duque de Wellington a la cabeza, tomaron las medidas pertinentes que evitaron la violencia y desactivaron el movimiento cartista; se encuentran en John Leech Sketch archives).

Países anegados.

Los de Avaaz han puesto en marcha una campaña de recogida de firmas para apoyar la petición que los representantes de los pequeños Estados insulares harán al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para que se tomen medidas con urgencia a fin de frenar el cambio climático, principal responsable de que esté subiendo el nivel del mar. Este ascenso de las aguas acabará sumergiendo a muchos de estos países en un plazo más corto que largo, lo que obligará a evacuar a las poblaciones y encontrarles acomodo en algún otro lugar, cosa nada fácil. Quieren que firmemos el texto siguiente. Yo lo he hecho. Creo que todo ayuda:


A la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU:

Nosotros, como ciudadanos de todo el mundo, compartimos la preocupación de las pequeñas naciones insulares con relación a la amenaza que el cambio climático representa para la paz y la seguridad internacional. Necesitamos actuar ya, y las discusiones sobre el clima global deben acelerarse para poder llegar a un sólido acuerdo a tiempo para prevenir una catástrofe, así como para proteger a aquellos que son obligados a desplazarse como consecuencia del calentamiento global. Nuestro futuro en común requiere que las Naciones Unidas traten la crisis climática internacional como mínimo con la misma urgencia con que se tratan temas relacionados con la guerra y la paz.

(La imagen es una foto que representa viviendas inundadas en Funafuti, Tuvalu y procede de lapágina de Avaaz).

divendres, 5 de setembre del 2008

Zapatero ya ha fallado.

Y no solamente ha fallado sino que nos ha engañado miserablemente, lo que es mucho peor. Más claro: este Gobierno ganó las elecciones de marzo pasado mintiendo a la gente. Mintiendo consiguió el voto de la izquierda, mintiendo se mantuvo y, según se ve, piensa seguir en la mentira hasta el final de la legislatura que ójala llegue pronto porque se vea obligado a convocar elecciones anticipadas al no disponer de mayoría absoluta.

Quede claro que este deseo no es la habitual trampa de los analistas de derecha que critican a la izquierda por no serlo suficientemente pero con la sola intención de que gane la derecha. No es el punto de vista de este blog ni de este post. Al contrario: aquí se propugna la disolución de las cámaras y las elecciones anticipadas en la esperanza de que el PSOE haga un esfuerzo y presente como cabeza de lista a una persona de izquierda y no a este sucedáneo que ya ha mostrado de qué es capaz: mentir como un bellaco para conservar el poder.

Ayer ximo, un amable lector, hizo un comentario que me dio que pensar. Decía ximo: "¿estoy muy equivocado si digo que en las anteriores elecciones se presumía de poder ir hacia el pleno empleo?. No quiero disculpar a nadie y que cada palo aguante su vela pero, me cuesta mucho ( no quiero, mas bien) crer que en aquella campaña nos estuvieran engañando de manera tan miserable y estrepitosa.Pardillo?". Yo tampoco quiero creer tal cosa, pero a las pruebas me remito: a la altura de julio de 2007, en el debate sobre el Estado de la Nación, el señor Rodríguez Zapatero dijo que España alcanzará el "pleno empleo" en la próxima legislatura. Ésta es la próxima legislatura y si entonces el paro era del ocho por ciento aproximadamente, hoy es del once por ciento

Se dirá que se trata de hace más de un año de entonces, en un ambiente de euforia en que nadie podía prever lo que ha sucedido. Sin embargo, al borde del fin de año, en diciembre de 2007, cuando ya se oteaban los negros nubarrones en el horizonte, el señor Rubalcaba anunciaba que: Podemos llegar al pleno empleo y ser líderes en derechos sociales. ¿Hace falta recordar ahora las sonadas declaraciones del mismo señor Rubalcaba en 2004: "Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta"? Estoy de acuerdo con el ministro del Interior, así que espero verlo dimitir por mentiroso y anunciar su pase a la vida de civil.

Aun así habrá quien diga que se trata de diciembre de 2007, cuando todavía ataban los perros con longanizas en la calle Ferraz. De acuerdo pero es que en marzo de 2008, a una semana de las elecciones, cuando la crisis era ya un hecho aunque el Gobierno se obstinara (como sigue obstinándose) en no reconocerla el señor Rodríguez Zapatero seguía diciendo en el debate televisado con el señor Rajoy que se comprometía a lograr el pleno empleo en 2012. Por supuesto hablaba del final de la legislatura y los incondicionales dirán que esperemos hasta entonces, que las cosas sin duda mejorarán. Es posible pero lo que dicen hoy en el Gobierno es que se avecinan tiempos malos y que de pleno empleo, nada.

O sea no hay exageración: han mentido y siguen mintiendo. Esto molesta mucho porque se trata de gente de izquierda pero es la realidad. ¿Y qué decir entonces de las políticas de igualdad, de las cuestiones del aborto, la eutanasia, el avance en los derechos sociales? Por supuesto Palinuro aplaude estas cuestiones pero lamentablemente da la impresión de que han recurrido a ellos para desviar la atención de sus políticas derechistas en otros territorios no menos importantes. Es decir, siguen mintiendo.

Tengo dos argumentos para demostrarlo. El primero hace referencia a la cuestión de la laicidad del Estado. Aquí no va a moverse nada. Nadie va a tocar los infames Acuerdos con la Santa Sede. Habrá políticas sociales moderadamente progresistas en algunas cuestiones pero no en otras cruciales, las decisivas para laIglesia.

El segundo argumento para probar que el Gobierno socialista miente y que no tiene nada de socialista sino que está engañando a la gente, en concreto a sus electores, entre ellos a Palinuro, utilizando su voto para hacer lo contrario de lo que sus votantes quieren es la inmigración. Durante el mandato de este Gobierno en su segunda etapa y el del ministro Celestino Corbacho en concreto, los eurodiputados socialistas españoles han votado a favor de la "directiva de la vergüenza" europea con las honrosas excepciones de los señores Borrell y Obiols. El ministro señor Corbacho también ha impedido que los inmigrantes puedan reunirse con sus familias y antes de ayer, en un movimiento indignante que ya debería haberle costado la destitución fulminante, anuncia que para luchar contra la crisis que él ni sus compañeros de Gobierno reconocen, cerrará el cupo de inmigración anual.

No se trata sólo de que esa decisión sea políticamente inadmisible sino de que es una inmoralidad. El mismo señor Corbacho ha llegado a ministro de España porque sus padres, extremeños, emigraron a Cataluña cuando él era niño. Es pues un emigrante. Si Cataluña hubiera hecho con él lo que él quiere hacer con los africanos que vienen a España espoleados por el hambre, estaría a estas horas destripando terrones en la dehesa lo que quizá hubiera sido una suerte para la causa de la justicia y de la izquierda.

O sea que mentirosos e inmorales. Compañeros: nos hemos lucido.

(La imagen es un famoso cuadro de Ford Madox Brown que simboliza la dureza de la emigración, se llama The Last of England y se encuentra en Birmingham Museums and Art Gallery).

La fuerza del odio.

Aprovechando la hora de comer y un vacío en los exámenes ayer dimos un salto hasta Coyoacán, a recorrer la zona, una de las más pintorescas del Distrito Federal y visitar las casas de Frida Kahlo y León Trotsky. La primera se ha puesto imposible desde que se hizo la película con Salma Hayek pues se ha llenado de turistas. La de Trotsky en cambio sigue en el bendito semiabandono en que ha estado siempre. Semiabandono porque, aunque esté bien atendida, no es un negocio como lo es la de Frida Kahlo y los pocos visitantes que hasta ella se acercan (estuve observándolos un buen rato) son como peregrinos, como iluminados por una luz interior. La casa está más o menos según la dejó Trotsky al morir a manos de Ramón Mercader. En el pequeño pero frondoso jardín luce la estela que labró Juan O'Gorman en memoria de Lev Davidovich Bronstein, que descansa en la parte de atrás, junto a su esposa Natalia Sedova.

El caso Trotsky invita a una reflexión sobre el alcance del odio, la envidia, el miedo, la inseguridad y otros rasgos de la naturaleza humana. ¿Por qué persiguió Stalin con tanta saña a Trotsky y a su familia, después de derrotarlo en las intrigas internas del Partido Comunista? Hacia más de quince años que Lev Davidovich ya no tenía poder político real en la Rusia soviética, quince años en que anduvo perseguido y hostigado por el totalitarismo estalinista hasta que éste consiguió acabar con él. La pregunta es siempre la misma: ¿por qué? Y la respuesta también ha de serla misma: por el ejemplo moral de Trotsky. Stalin no podía permitir que un solo hombre, un hombre exiliado, perseguido, acorralado, se enfrentara al aparato estatal de la Unión Soviética y ordenó asesinarlo al tiempo que lo vilipendiaba, estigmatizaba su persona y trataba de eliminar toda memoria de su paso por la historia.

Es curioso: poco antes del hundimiento del comunismo, el Partido Comunista de la Unión Soviética rehabilitó a todos los perseguidos del estalinismo, a los Zinoviev, Kamenev, Bujarin, etc... pero no a Trotsky. Cuando pregunté a los comunistas soviéticos el porqué de esta anomalía, me contestaron que porque Trotsky nunca fue procesado y condenado. Trotsky fue un caso de venganza personal de Stalin; la venganza del soberbio, del todopoderoso frente al débil y, sin embargo, ahí está, erguido en su derrota. Que si el odio tiene fuerza, más fuerza tiene la moral.


ACTUALIZACIÓN DÍA 5 DE SEPTIEMBRE

Este post ha merecido el honor de ser reproducido en el número de hoy del estupendo periódico digital de izquierda

InSurGente con el que Palinuro mantiene excelentes y fraternales relaciones sazonadas con una actitud mutua de vigilante crítica, necesaria siempre para el logro que ambos reconocemos común: la emancipación del ser humano.

dijous, 4 de setembre del 2008

La crisis está desbocada.

Casi parece una broma de un dios maligno. Cuanto más se obstina el Gobierno en que los ministros no pronuncien la palabra "crisis" mayor es la profundidad, extensión y complejidad de ésta. No recuerdo una situación tan absurda en muchos años. El señor Rodríguez Zapatero y los suyos utilizan circunloquios como si, víctimas de una creencia supersticiosa en los poderes mágicos de las palabras, esperaran que éstas sustituyeran a los hechos.

Mes tras mes los indicadores económicos dan unas situación catastrófica: el paro está ya en el 11%; la inflación no se detiene; las ventas de coches caen en picado; las de inmuebles igual; la tasa de confianza está por los suelos; el euríbor por las nubes; el IPC también; las empresas quiebran; la bolsa se hunde; el índice de morosidad se dispara; la banca tiene problemas de liquidez; el PIB no se mueve o va para abajo.

Pero según el Gobierno esto no es una crisis sino un frenazo.

Las declaraciones de los ministros quedan desmentidas por los hechos apenas se han formulado; las comparecencias en sede parlamentaria no sirven para nada; apenas ha declarado un ministro cuando la oposición parlamentaria pide otra y al ministro ha de sucederle el presidente del Gobierno "a petición propia" cuando una semana antes se había negado a hacerlo.

Pero según el Gobierno esto no es una crisis sino un frenazo.

Ante las malas perspectivas y la política de ahorro, las demás instituciones se sublevan contra el Gobierno, incluso las gobernadas por el partido del Gobierno. Ayuntamientos y Comunidades Autónomas parecen hacer causa común para mejorar su situación y aumentar sus disponibilidades presupuestarias.

Pero según el Gobierno esto no es una crisis sino un frenazo.

¿Quién es el imbécil al frente de la política de comunicación del Gobierno?

(La imagen es una foto de Hryckowian, bajo licencia de Creative Commons).