dilluns, 8 de setembre del 2008

La fórmula del éxito.

Quien quiera que eche una ojeada a los anaqueles de los libros más vendidos en las librerías, grandes superficies, aeropuertos y otros lugares en que se expenden novedades editoriales cual si fueran rosquillas verá cómo abundan las novelas históricas. No es algo insólito por cuanto el género cuyo santo patrón es Sir Walter Scott, ha gozado siempre de una salud exultante. Narraciones medievales más o menos inspiradas en El nombre de la rosa compiten con relatos de los tiempos alejandrinos al estilo de los de Mary Renault; novelas ambientadas en la China imperial se codean con episodios de la revolución francesa. La curiosidad por saber cómo vivían, trabajaban, amaban, luchaban y morían los antiguos pueblos germánicos coexiste con el deseo de seguir a los caballeros cristianos a las Cruzadas y tener una versión novelística de ellas.

Realmente hay mucho en donde elegir, el género histórico está en permanente auge, no parece cansar y suele dar frecuentes éxitos ventas, tanto de novela nacional como extranjera. Tenía curiosidad por saber cómo se imponen estas publicaciones y creo haberme hecho una idea: a base fórmulas.

Elegí un título relativamente reciente (no de ahora mismo) que ya estuviera consagrado como un éxito de ventas tanto en España, con más de un millón de ejemplares vendidos en el año de la primera edición, 2006, como en el extranjero, en donde se ha traducido a quince idiomas. La obra es La catedral del mar (Grijalbo, Barcelona, 2006, 669 págs.) título primerizo de un abogado barcelonés, Ildefonso Falcones, que ha empleado cuatro años en escribirlo a su debido ritmo...

Se trata de una novela ambientada en la Barcelona del siglo XIV, que presenta una fórmula compleja de mucha aceptación. Tiene una sólida base histórica en el tiempo de la construcción de la iglesia de Santa María del Mar, un episodio cargado de simbología religiosa por cuanto es una edificación erigida por el pueblo, consagrada a Santa María y con la construcción a cargo de la cofradía de los estibadores del puerto de Barcelona, los bastaixos, los descendientes de las antiguos esclavos descargadores que forman una comunidad idealizada, generosa, de gente sencilla y devota de la Virgen.

A partir de este planteamiento la obra tiene una fórmula de composición que se reduce a un elemento esencial: plantear unos dilemas simples en un relato sencillo, lineal, sin experimentaciones de cronologías narrativas, que suscite la identificación de los lectores con dilemas morales claros; una historia de buenos y malos pero en términos exagerados en la que los buenos son muy buenos y los malos muy malos y todos de una sola pieza, como si se tratara de héroes de cómic. No hay lugar para las sutilezas psicológicas.

Tampoco hay en la obra experimentación literaria alguna: un estilo neutro, en tercera persona de narrador omnisciente en la que el autor desaparece detrás de la obra. No hay trama propiamente dicha puesto que la novela es un relato cronológico/biográfico lineal que cuenta la peripecia personal de su protagonista, Arnau Estanyol. No es tampoco lo que se conoce como una "novela río" ya que no abarca a varias generaciones sino solamente la del protagonista y brevemente la de su padre en la medida en que sirve para establecer la suya. El interés de la historia, que se mantiene muy alto, se administra no como resultado de la intriga sino por los trucos narrativos del autor que va tejiendo una historia de coincidencias y casualidades muchas veces inverosímiles y que recuerdan los artificios narrativos de las novelas por entregas del siglo XIX, a las que ésta se parece mucho, lo que también explica en parte su éxito ya que la fórmula de la madre separada del hijo al nacer éste (por mencionar uno de los elementos) y que vuelven a encontrarse por causalidad al cabo de veintitantos años suele dar buen y lacrimógeno resultado.

La narración tiene un elemento moderno de competencia técnica que quiere dar solidez al relato. Dada la formación jurídica del autor aquella se lee a veces como una especie de manual de historia del derecho civil catalán. Tiene un tono pedagógico que recuerda las novelas de Julio Verne o incluso relatos del tipo de El robinsón suizo. Así no enteramos de lo que es la enfiteusis, la diferencia con el alodio, de distintos aspectos de los usatges, de las constituciones de paz y tregua, de la normativa sobre la usura, la prisión por deudas, de las características de los procesos inquisitoriales, el consulado el mar etc. El asunto llega al paroxismo en el momento en que el autor enumera uno a uno los malos usos de los señores feudales sobre los payeses, la exorquia, el ius maletractandi, la arsia, la firma de spoli forzada justo en uno de los varios momentos melodramáticos al estilo que podríamos llamar de "Espartaco" o "Guillermo Tell", de lucha heroica del hombre humilde contra la arrogancia e injusticia del poderoso, otra fórmula que no falla.

Conjuntamente con estos elementos jurídicos, hay otros de carácter histórico (los reinos catalanes, las relaciones de Cataluña/Aragón con el reino mallorquín, el Rosellón y la Cerdaña) así como elementos de fuerte contenido técnico y práctico (labores del campo, matanza del cerdo, oficio de alfarero, comercio marítimo, asentadores de comandas, etc) destinados a dar mayor verosimilitud a la historia específicamente literaria.

Ésta tiene los elementos melodramáticos y sentimentales ya citados: héroe de origen siervo, de gran corazón, que trueca su posición en la vida de hijo de payés y bataixo en rico asentador que escala los más altos honores ciudadanos de Barcelona por su heroísmo y entrega sin que el poder y la fortuna lo corrompan. Todo ello adobado con una historia de amor romántico de puros corazones que suscita siempre simpatía, así como otra de relaciones fraternas a lo Caín y Abel que también es de un resultado garantizado.

La novela tiene fortísimos elementos de nacionalismo y planteamientos morales que coinciden con una visión acrítica y populista de la historia también de éxito fijo: en la pugna entre judíos, moros y cristianos el autor toma partido por los dos primeros contra los terceros. La vieja nobleza feudal es cruel, inhumana e injusta mientras que los siervos, los comerciantes y los judíos son buenos y justos.

En definitiva, la fórmula para conseguir la identificación de los lectores con el héroe y sus peripecias, pero la narración resulta artificiosa, tópica, inverosímil y de escaso valor literario.