(Alan Ryan, (2019) De la política. I De Herodoto a Maquiavelo Traducción: Ramón Cotarelo. Valencia: Tirant Lo Blanch. 440 págs.).
Ya está en la calle el primer volumen de la imponente historia de la filosofía política, de Alan Ryan, en traducción de Palinuro. Al momento de escribir esto pensé hacer una observación producto, sin duda, de la petulancia, relativa a lo ímprobo del trabajo de traducir una obra de esta profundidad en mitad del tumulto de nuestro tiempo. Ahí es nada transitar por la majestad de las especulaciones filosóficas mientras el foro práctico está rebosante de insultos, agresiones, mentiras, demagogia, escándalos, injusticias, etc.
Pero la verdad es que no tiene mérito. La traducción de esta obra que, por su magnitud, está llamada a sustituir al venerable George H. Sabine, se ha convertido en mi torre de marfil, a donde me retiro a trabajar en distancia y silencio. En imitación del aislamiento de San Jerónimo, patrono del gremio de traductores, aunque con un resultado mucho más modesto. Pero modesto o no modesto, el refugio es privilegiado porque permite contemplar la vertiginosa actividad política, como quería Spinoza, sub specie aeternitatis.
Y visto con esta perspectiva, el conflicto entre España y Catalunya encaja perfectamente en el prototipo clásico del conflicto político: la lucha por el poder. Así, a secas. Luego llegarán los teóricos a complicarlo todo a base de definir el poder, analizarlo, tipificarlo, clasificarlo, glorificarlo, anatematizarlo, etc. Y así siguen. No hace mucho que Joseph Nye, un politólogo estadounidense, alcanzaba la celebridad descubriendo el Mediterráneo de que los Estados Unidos tienen un poder "duro" (hard) y otro "blando" (soft). De haberlo tratado, Ryan hubiera señalado que algo así existía ya en tiempos del Imperio romano, cuando lo que no conseguía la poesía de Virgilio, el softpower, lo lograban las legiones de Augusto, el hardpower.
Lucha por el poder que se verbaliza con harta imaginación por los verdes campos del edén ideológico: la nación, las nacionalidades, la democracia, el Estado de derecho, la autodeterminación, la autonomía, la independencia, el federalismo, la constitución, el patriotismo, la ley, el derecho, la solidaridad, la convivencia, etc. Pero lucha por el poder. España quiere ejercer el poder español en Catalunya. No como poder catalán sino como poder español que autoriza un margen de subpoder a Catalunya, bajo diversas formas. El independentismo no rechaza el poder español en España, pero sí en Catalunya, en donde quiere un poder exclusivamente catalán, un poder soberano, independiente.
Es una lucha por el poder que se libra según la fórmula de Carl Schmitt, luminosa en su simplicidad, amigo/enemigo. Unionistas e independentistas están de acuerdo en que ambos quieren el poder en Catalunya igual que Carlos V y Francisco I lo estaban en querer ambos Milán.
Lo que está en juego es el poder en Catalunya y el poder excluyente. Las terceras vías solo perpetúan el actual conflicto por su inoperancia. ¿Qué es la idea de la soberanía compartida sino una situación imposible? O es soberanía plena y ya se verá si compartida o no, o es compartida y ya se verá lo que tenga de soberanía.
Es la lucha por el poder excluyente. Mañana se da un paso más en la dirección del mandato del 1-O. Mandando al Europarlamento a los tres primeros de la candidatura de JxC y llenando Catalunya de ayuntamientos independentistas se preparan las fuerzas para el momento definitivo de la ruptura en que uno de los dos contendientes perderá y el otro ganará el poder en Catalunya y se lo quedará todo. Como se dice en la famosa canción de ABBA: The winner takes it all/The loser has to fall/It's simple and it's plain/Why should I complain? (El ganador se lo lleva todo/el perdedor, perece/Es simple y es sencillo/¿De qué me quejo?).