El miércoles pasado, un pasquín titulado El triangle publicaba una pieza anónima, sin fuentes ni datos, o sea, una basura difamatoria, preguntando ¿Cuánto cobra Ramón Cotarelo por sus intervenciones en "Tot es mou", de TV3?". Afirmaba que, al no aparecer mis retribuciones en el "portal de transparencia" de TV3, yo debía intervenir gratis (cosa que el autor no creía) o eran tan elevadas que no se atrevían a declararlas. Y no aportaba prueba documental alguna.
Respondí en un post titulado La basura periodística española, denunciando la pieza como una falsedad y una difamación y dejando claro que no he cobrado jamás nada de ningún medio audiovisual catalán público o privado.
Sin embargo, ayer, El Confidencial, periódico que tenía por serio, insiste en las acusaciones de El Triangle con una pieza que ya miente en el titular, al hablar del "sueldo" de Cotarelo, sueldo que se ha inventado. Aporta, por fin, la documentación fehaciente que el Triangle omitía de las mentiras cotarelianas, pues demostraría que, en efecto, yo había cobrado esos 8.300 euros que dice el primer pasquín. Y las presenta nada menos que como las facturas de Cotarelo con TV3. (Sic).
Ignora este segundo difamador, de nombre, al parecer, JR, que lo que muestra no son facturas, sino unos "gastos estimados", esto es, una previsión de gasto, como claramente se especifica al final del escrito. ¿Lo ignora o no lo ignora? Si lo ignora es que no sabe leer y no me extrañaría. Esta claro que en España los periódicos los escriben analfabetos.
Si no lo ignora es peor porque ya entra en el terreno de la difamación contumaz. ¿Qué hubiera debido hacer el plumilla con esa estimación de gasto si fuera una persona honrada? Una de las tres siguientes cosas:
a) comprobar si la estimación del gasto se había ejecutado en el presupuesto, esto es, si el gasto estimado se había hecho y yo lo había cobrado y cuánto. No lo hizo.
b) llamar a TV3 y preguntar si aquel gasto previsto se había efectuado; si se me había pagado y cuánto había cobrado. Tampoco lo hizo.
c) llamarme y preguntarme directamente si yo había cobrado algo de TV3 y cuánto. Tampoco lo hizo.
En los tres casos hubiera sabido que es falso que yo haya cobrado jamás ni un euro por mis intervenciones en TV3. Pero, claro, eso le dejaría sin la pieza difamatoria y de lo que se trata es de mentir y difamar, que para eso se está a sueldo de un pasquín. En cualquier país del mundo, estos dos (sin solo son dos) individuos estarían en la calle. Aquí, seguramente los harán directores. Pero es así: ni un euro; nada; cero. Cómanse sus mentiras.
Las empresas pueden hacer las previsiones de gastos que quieran en sus presupuestos. Lo decisivo no es la previsión del gasto, sino el gasto real, debidamente efectuado y cobrado y demostrado fehacientemente. De eso sin embargo, no hay nada. Es mentira.
Pero, ya saben, calumnia que algo queda. Enhorabuena a quienes hacen El Confidencial. Han alcanzado la cumbre de la inmoralidad. A algunos de ellos los conozco y sé que dicen ser católicos. Doble enhorabuena por periodistas y católicos.
Para mentir y difamarme han mirado con lupa todas y cada una de mis intervenciones en TV3 que, por cierto, bien pocas son. Correcto. No me quejaría si estos sabuesos, comprobando que están mintiendo, lo reconocieran. Pero no tengo esperanza alguna. Estos individuos son los mismos que jamás preguntaron por las ingentes cantidades de dinero público que estuvieron años cobrando de TeleMadrid o Canal Nou los Hermann Tertsch, Sánchez Dragó, Isabel San Sebastián, Alfonso Rojo y resto de la peña cavernaria por hacer propaganda reaccionaria (a x euros la mentira), decir tonterías y cargar contra la gente decente. Y eso en el supuesto de que los tales sabuesos no fueran a su vez beneficiarios de la máxima corrupción del aparato comunicativo público de la que ellos acusan a los demás.