dimecres, 18 de setembre del 2013

Entrevista a Mariano Rajoy.


Palinuro, el reportero más duro, consiguió colarse hoy por la mañana en La Moncloa gracias a un primo que tiene, empleado de asesor de Rajoy. Una vez en el complejo, se atuvo a sus consejos: hacer como si nada, coger unos papeles y andar de un sitio para otro recorriendo los pasillos como si fuera a algún sitio o viniera de algún otro. El truco consistía en hacerse el encontradizo con el presidente y, una vez contactado este, no darle tiempo a reaccionar y recordarle aquellos inolvidables tiempos cuando ambos -Palinuro y él- se conocieron siendo él presidente de la diputación de Pontevedra y Palinuro algo que, de momento, no revelará, pero es históricamente cierto. Pasaron antaño unos gratos momentos y, fiado en este recuerdo, esperar que accediera a retirarse a un diván en un rincón y mantener esta charla que damos hoy a los lectores en rigurosa exclusiva mundial.




Pregunta: Usted dijo que no cumplía su palabra pero sí con su deber. Pero, ¿no es el primer deber de un hombre cumplir la palabra?

Respuesta: Mireusté, déjese de frivolidades. España es una gran nación y hay que sacrificarle todo. Hasta la hombría. Yo estoy dispuesto.
 
P.: Es opinión universal que no hace usted más que mentir.
 
R.: Mentira, verdad, ¿cómo distinguirlas en política? La verdad es una quimera y la mentira ya tal.

P.: Casi todos sus ministros son ignaros en la materia que les ha encomendado. ¿Cree que es bueno para España?

R.: Excelente. Si supieran algo de lo que gestionan podrían tener ideas y eso es peligrosísimo. Las aplicarían, en lugar de obedecer órdenes como hago yo. El gobierno es cosa de jerarquías.

P.: ¿Cree que los medios públicos de comunicación en España con usted son imparciales?

R.: ¿Tiene alguna duda? La cobertura respeta rigurosamente los apoyos electorales. A más votos, más razón se le da a un partido. No solo tiempo sino razón. No querrá que sea al revés. Sería reírse del pueblo. ¿Me entiende?

P.: Por supuesto. ¿Cree que la democracia es compatible con el gobierno por decreto y el ninguneo del Parlamento?

R.: Lo dice usted como si fuera gobernar por ukase. Y no. El Parlamento tiene luego que convalidar el decreto. Así que nada de ninguneo. El Parlamento tiene la esencialísima tarea de convalidar los decretos del gobierno.

P.: Y aplaudir.

R.: Solo si me lo merezco. No obligo a nadie. Pero el Parlamento es fundamental en España.

P.: Fundamentalísimo, desde luego. Presume usted de haber conjurado la amenaza de la crisis sobre España y de que estamos al inicio de la recuperación. Pero los datos no dicen eso. ¿A quién deben creer los ciudadanos, a los datos o a usted?

R.: ¿Ve por qué no admito preguntas en las ruedas de prensa?

P.: Claro. Las preguntas las carga el diablo.

R.: ¡Qué va! Las carga Carlos Marx. Mireusté, entre los datos y yo, lo tengo claro: yo. Además, los datos los fabrico yo, que tengo sentido común y soy muy previsible. Los ciudadanos, que crean lo que quieran. España es un país libre. Al final se hará lo que yo diga y seguro que coincide con los datos.

P.: ¿Y si no hay recuperación?

R.: Se parece usted a Guindos, que es un agonías. Claro que la habrá. ¿No ve que ya hemos arruinado el país y empobrecido a sus habitantes al extremo de que España entera es pieza codiciada de los fondos internacionales? En nada de tiempo volverán los inversores con una lluvia de miles de millones.

P.: O sea, otra burbuja.

R.: Claro, solo que yo no la llamo así sino recuperación económica. Es como cuando Aznar. Cogió España en la ruina y la dejó con superávit. No seré yo menos que Aznar, que no era un lince.

P.: ¿Por qué han de pagar la crisis los más desfavorecidos, lo que la convierte en una estafa?

R.: Es obvio. La pagan porque son los currelas, los que nacieron para pagar. Si tiene alguna duda, léase los artículos que escribí en El berrido de Pontedeume en mi juventud, en donde demuestro que lo natural es la desigualdad de la gente, que la igualdad es una manía de psicópatas y envidiosos, como demostraba Fernández de la Mora, mi guía espiritual. Unos, como yo, hemos nacido para mandar y ser ricos; otros, para obedecer y ser pobres. Es el orden natural de las cosas. ¿En dónde está la estafa?

P.: Con la excusa de la crisis su gobierno está realizando una involución de 100 años y, mientras Francia impone la laicidad en las escuelas, ustedes les imponen la religión. ¿Cree usted que Francia sea un país más atrasado que España?

R.: Desde luego. Todos masones y antiespañoles.

P.: ¿Por qué no condena el PP el franquismo?

R.: Ya lo hicimos.

P.: Pero de mentirijillas. Luego no lo condenaron en el Parlamento Europeo. Su partido está lleno de franquistas, ustedes han derogado de hecho la Ley de la Memoria Histórica y se niegan a investigar los crímenes del franquismo.

R.: No queremos reabrir viejas heridas. Es un error. Además, no me importa reconocerlo, en el fondo, fondo, somos todos tan franquistas como el Rey. Pero todos, ¿eh? Todos. Ustedes, los rojos, también.

P.: ¿Qué quiere decir?

R.: ¿No se da cuenta? Franco marcó todas las generaciones. Nosotros somos los continuadores del régimen y, en cierto modo, ustedes también lo son del antirrégimen. Si se acabara el franquismo, ¿de qué iban ustedes a hablar?

P.: Tenemos muchos temas.

R.: No es eso lo que me dice Arriola. Su único tema, además del franquismo, es la transición: que si fue buena, que si mala, que si se hizo bien, mal o regular. Viven ustedes en el pasado y ni sobre eso consiguen ustedes entenderse. Son ustedes de una vaciedad mental asombrosa.

P.: Volvamos al presente. ¿Cuándo va usted a dar explicaciones reales sobre el caso Bárcenas? ¿Está esperando a hacerlo ante el juez?

R.: ¡Qué murga, oiga! Precisamente hoy ha tenido Sorayita que responder a sus insidias en el Parlamento. He dado ya todas las explicaciones. No hay más. Se acabó. Reconocí haberme equivocado, como el Rey con el elefante y ya solo los enemigos de España, la canalla marxista y los periodistas, que viene a ser lo mismo, pueden pretender que siga dando explicaciones porque lo que quieren es ver si me pillan en un renuncio.

P.: Insisto: tendrá que dárselas al juez.

R.: No sea panoli, hombre. Los jueces hacen lo que nosotros decimos. Los militares, los curas, los jueces, los periodistas. Todos. El Caudillo lo dejó todo atado y bien atado y así sigue. Escuche a Marhuenda, que lo explica de cine.

P.: Imposible no hacerlo. Está en todas partes.

R.: Sí me es más fiel que mi caniche. Claro que Lara se porta y le astilla una pastuqui. Aunque yo sé que lo haría por las lentejas.

P.: Pero el escándalo Bárcenas no remite. Cada día se descubren casos nuevos de corrupción de su partido, sus cargos públicos, de usted mismo…

R.: Es un fastidio, ¿verdad? Pero ya escampará. Mientras tanto, nosotros a no dejarnos distraer, a lo nuestro. Empeñé mi palabra y nadie me apartará de ello.

P.: ¿Cuál palabra? Porque tiene usted muchas.

R.: La que me dé la gana. Once millones de ciudadanos confían en que sabré mantener el rumbo. Así que seguiremos a lo nuestro.

P.: ¿Qué es lo suyo? Hay gente que dice que lo suyo es robar.

R.: Hay gente pa tó, ¿no? Como decía Belmonte. No niego que algunos de los nuestros trincarán (aunque nunca tanto como los sociatas; fíjese en los EREs), como hizo ese señor mayor de pelo entrecano que está en Soto del Real y diz que fue tesorero del PP. Nada. Nosotros a lo nuestro, a sacar a España del abismo sociata.

P.: Con el fracaso de Buenos Aires se ha quedado usted sin cortina de humo.

R.: Desde luego. Vaya chasco. Entre nosotros, en off, por favor, le diré que Botella es casi tan tonta como su marido. Un charlatán le ha estafado dos millones de dólares con la coña esa de las olimpiadas. Igual que a Aznar le birlaron otros dos millones prometiéndole una medalla que no le dieron. Pero es verdad, con los juegos a la porra tendremos que concentrarnos en otros asuntos para distraer la atención de la chusma. Gibraltar siempre estará ahí y de los polacos ya ni le cuento.

P.: ¿Piensa Vd. bombardear Barcelona, como ha dicho hace poco un tertuliano facha de los suyos?

R.: No quisiera, desde luego. Soy muy aficionado a pasear por las Ramblas, pero si no queda otro remedio para preservar la unidad de la Patria…

P.: La fundación Francisco Franco propugna un golpe de Estado en contra de Cataluña.

R.: ¡Ah! Esa fundación en la que está el suegro del ministro de Justicia. Sí, ya imagino. También los militares están que bufan. Bueno, sabe usted que soy partidario del diálogo. Hasta contesté la carta que tuvo la desfachatez de mandarme Mas. Pero si hay que pasar a la acción, no le quepa duda de que no me temblará el pulso.

P.: Como con las pensiones…

R.: Exacto.

P.: La sanidad pública.

R.: Desde luego.

P.: La educación.

R.: Por supuesto. Si hay que bombardear, se bombardea, pero Cataluña es España y lo demás, una patraña.

P.: Si va a bombardear, ponga a Trillo al frente de la operación.

R.: ¡Toque madera, hombre! Ese confunde Cataluña con Honduras y los aviones se le caen.

P.: No se enoje. ¿Ha cobrado usted sobresueldos?

R.: Por supuesto. Como todo el mundo. El PP es una empresa y el que más rinde, más cobra.

P.: ¿Se le ha pasado por la cabeza dimitir?

R.: Claro que no. Al contrario, estoy pensando continuar varios mandatos más y sin necesidad de que haya elecciones. Son muy caras y, total, ya sabemos que la gente me elegirá sin vacilación.

Carta abierta a Rubalcaba.


Dada su gran experiencia política, su perspicacia, su reconocido buen juicio y su prudencia no tengo duda de que calibra usted perfectamente la gravedad de la situación. El gobierno del PP no solamente va a aniquilar todo el reformismo de los gobiernos socialistas, desde el primero de González, sino incluso los escasos adelantos (pero adelantos al fin y al cabo) que se consiguieron en el último franquismo y durante la transición. Una involución en toda regla, una aniquilación del programa socialdemócrata, un retroceso de un siglo. Suficientes muestras ha dado ya habiéndose cargado el último pilar del Estado del bienestar, el sistema público de pensiones. Todavía le quedan dos años, si el asunto Bárcenas no lo impide. De ahí que las próximas elecciones de 2015 sean cruciales. Si el PP las pierde cabe deshacer por vía legislativa gran parte del destrozo ocasionado. Pero, si las gana, lo consolidará, la sociedad se retrotraerá al capitalismo más salvaje y la izquierda será barrida por una larga temporada.

Sigo pensando que el único partido de la izquierda que puede frenar y revertir esta catástrofe es el PSOE. Pero el problema, que ya debiera estar resuelto, es bajo la dirección de quién. Hace casi dos años perdió usted unas elecciones estrepitosamente. Cabía argumentar que, en realidad, las había perdido su antecesor, Zapatero. Y, supongo, por eso, lo eligieron a usted secretario general: para darle la oportunidad de recomponer las perspectivas electorales de su partido. Dos años después, estas no han remontado, sino que se han hundido más y su grado de aceptación, confianza y popularidad es ínfimo. Curiosamente en estos años también se ha dado un hundimiento del PP sin que el PSOE se haya beneficiado de él. Recién parece que se acerca a aquel en su momento más bajo, con un magro 30% de intención de voto.

En efecto, si la gestión del PP ha sido -y sigue siendo- muy impopular por injusta, arbitraria, autoritaria y ruinosa, la del PSOE ha sido errática e insatisfactoria. No ha conseguido articular una oposición aceptable. Empezó ofreciendo pactos de Estado a un partido que no entiende nada de eso pues su función se limita a aplicar el programa de la patronal y la iglesia y cuidar de sus intereses materiales como partido e individualmente, según los sobresueldos que se reciban. Pasado el lamentable sarampión pactista disfrazado de "oposición responsable" comenzó a articularse una oposición con algo más de nervio, pero deshilachada y nada convincente. Un ejemplo lo deja claro: por fin, el PSOE abandonó el compromiso de pactar con el PP la ley de transparencia, esa broma que el gobierno ha aprobado con ayuda de CiU, PNV y CC. Menos mal. Pero, ¿puede alguien explicar de quién fue la brillante idea de aceptar un pacto sobre transparencia con el PP?

La endeblez, la irrelevancia de la oposición se ve a las claras en el hecho de que el PSOE no haya vuelto a hablar de la moción de censura y prefiera jugar al ratón y al gato en sede parlamentaria, teniendo que valerse de subterfugios reglamentarios para plantear debates que debieran ser obligados y con obligada comparecencia de Rajoy. Y el principal responsable de esta inoperancia del PSOE es usted. No se ve cómo, con los datos actuales en la mano y su trayectoria desde 2011, alguien pueda vaticinar un triunfo del PSOE en 2015. Lo que se discute es por cuánto perderá y cuál será la distancia con IU, en pleno ascenso. Así que, nos guste o no nos guste, es muy legítimo plantear el problema de la candidatura del PSOE.

Usted ha dicho en alguna ocasión, como sacrificándose, que si su partido le pide ser el candidato, querrá serlo. Muy bien. Pero no puede ignorar dos aspectos: 1º) es bastante probable que su partido le pida lo que usted quiera que le pida porque, como todos los partidos, tiene una estructura oligárquica y clientelar; quizá menos que otros, pero la tiene. 2º) No es su partido quien lo llevará, en su caso, a a La Moncloa sino el electorado y este, obviamente, a juzgar por los barómetros más fiables, no lo quiere a usted. 

Es comprensible que pretenda coronar su larga carrera política con la presidencia. Es humano. Pero debe pensar en qué está usted jugándose en el empecinamiento. No solo el fin de aquella (al menos en primer plano; siempre podrá ir de senador o de eurodiputado), sino la definitiva destrucción de un modelo de sociedad, muy insatisfactoria, desde luego, pero infinitamente más justa, libre, solidaria y humana que la que la derecha trae en las alforjas.

Pausa. La política es un terreno de decisiones dramáticas y las consideraciones tácticas son secundarias. Si se queda usted lo más probable es que pierda las elecciones porque ofrece un blanco muy fácil para los ataques del PP y, al tiempo, su capacidad de respuesta es muy débil sobre todo por carente de crédito. Pero si se va usted, tampoco está garantizado el éxito ni mucho menos. Un nuevo liderazgo, nuevas propuestas, un perfil claro de oposición, incardinación en los nuevos movimientos sociales que articulan el malestar social, diálogo con las demás fuerzas de la izquierda y, a ser posible, presentación de un programa mínimo con el máximo apoyo popular posible: derogación de toda la obra legislativa de la derecha, restablecimiento de los derechos de los distintos sectores ciudadanos y su blindaje constitucional. 

Pues bien, aun así, se puede perder. Todo dependerá del tiempo que haya para articular la nueva forma de acción. A menos tiempo, menos posibilidades. Y esa es una decisión que, al parecer, ha de tomar usted. Y sin referencia a cuestiones tácticas, de esas de elecciones europeas o locales. Tome la decisión, pues las cuestiones tácticas se arreglarán por sí solas. Lo esencial es dar tiempo suficiente a quien haya de liderar su partido en unas elecciones que determinarán nuestras vidas para muchos años por venir.

Piénselo. Escuche a todo el mundo. No solo a los de su partido. 

(La imagen es una foto de rubalcaba38, bajo licencia Creative Commons).

dimarts, 17 de setembre del 2013

Pensiones: la derecha contra los derechos.


El PP, la derecha, la expresión política de la clase dominante, son alérgicas a la idea misma de derechos en cuanto titularidad subjetiva a determinadas acciones y posesiones amparada por los tribunales. Para sí misma quiere todos los privilegios y para la inmensa mayoría de la población, si llega, la caridad y la beneficencia. Pero nada de derechos. Nada que permita a la gente tener una base de dignidad independiente de los caprichos de los señores y sobre la cual proyectar una existencia de ser humano libre.
 
La derecha quiere esclavos, siervos. Quiere que la gente, despojada de toda seguridad jurídica, se someta a la incertidumbre de las relaciones personales y fie su bienestar, su vida misma, al capricho de los amos.

El ejemplo más evidente y último (por ahora) es esa reforma de las pensiones perpetrada por el gobierno con el auxilio de unos expertos sin escrúpulos ni moral, directamente a sueldo de las entidades financieras que se beneficiarán con el desmantelamiento del sistema público de pensiones y su substitución por sus esquemas privados. Al desvincular las pensiones del IPC -como hasta ahora estaban por ley- dejan la actualización de aquellas al libre albedrío de los gobiernos, convertidas en un acto graciable de estos, eliminado su carácter de derecho de los pensionistas. La inenarrable ministra del ramo, Báñez, afirma que, con su subida garantizada del 0,25% anual las pensiones subirán siempre. Y, claro, no menciona que, si el IPC aumenta por encima del 0,25%, como suele suceder y al gobierno no le da la gana de compensar la diferencia, las pensiones perderán poder adquisitivo de modo sistemático hasta desaparecer. Esta señora piensa que el auditorio tiene un nivel de estulticia muy superior al suyo, que ya es gigantesco. La reforma de las pensiones del PP es, simplemente, un expolio sistemático y en diferido a los pensionistas.

No vamos a recordar las veces que el embustero Rajoy afirmó que jamás tocaría las pensiones. Nadie espera ya del presidente otra cosa que mentiras e indignidades. Vamos a situar este último atropello en un contexto más amplio.

Han hecho con las pensiones como con la sanidad, la educación y, en general, todas las prestaciones del Estado del bienestar: suprimirlas sobre la base de decir que no podíamos permitirnos estos lujos gratuitos. Ahí empieza su mentira: nada de eso es gratuito. Todo, absolutamente todo, lo hemos pagado de antemano a través de los impuestos y las cotizaciones. Lo hemos pagado, además, quienes pagamos impuestos y no los que los evaden, es decir, en su inmensa mayoría gente del PP (como quienes no declaraban lo sobresueldos) o sus amigos y votantes, evasores fiscales a quienes sus obedientes políticos amnistían después. De gratis, nada.

Pero hay más: el expolio, el hurto, residen además en recortar o suprimir esos servicios, hacerlos de repago si acaso al tiempo que se siguen subiendo los impuestos ciertamente a los de siempre. Y ¿para qué quieren recaudar más cuando gastan menos en servicios o, simplemente, como hace Cospedal, los suprimen? Sencillo, con tres objetivos:

1º) Seguir robando y metiéndose directamente el dinero en el bolsillo (Bárcenas, Gürtel, etc).
2º) Despilfarrarlo en proyectos faraónicos inútiles, mamandurrias de cientos de enchufados o comitivas de chupones a Buenos Aires o donde sea.
3º) Dárselo a las empresas privadas que los financian a su vez ilegalmente con las correspondientes mordidas, estilo López Viejo y otros.

¿Cómo va la derecha a respetar los derechos si lo suyo es expoliar a la gente, someterla por la inseguridad y el miedo y reprimirla a palos o como sea si se solivianta?

(La imagen es un montaje de El Jueves, en GAtos Sindicales).

Si esto es un hombre.

Tomo prestado el título a la espléndida y terrible novela de Primo Levi con intención bien diferente como verá quien lea lo que sigue:

El que prometió dar la cara lleva dos años escondido.

El que dijo que llamaría al pan, pan y al vino, vino, no pronuncia el nombre Bárcenas.

Quien aseguró mantendría su espíritu de diálogo no habla con nadie, no responde las preguntas de los periodistas, no contesta las interpelaciones parlamentarias y da orden a su partido de mantener un silencio cerrado de omertà.

Quien se preciaba de hablar claramente lleva dos años mintiendo e incluso lo reconoce públicamente al admitir que no ha cumplido su palabra.

Quien aseguró que diría siempre la verdad se niega a decir cuánto dinero público se ha embolsado en los últimos veinte años, tanto el legal como el presuntamente ilegal.

El que dijo que obligaría a dimitir a los cargos imputados no solo no lo hace sino que no piensa ni en dimitir él si llegan a imputarlo.

Quien aseguró que daría al Parlamento la importancia que tiene, no se digna pisarlo y lo ha reducido a una cámara de bloqueo de la oposición.

Quien dijo que velaría por la imparcialidad de los medios públicos de comunicación los ha puesto en manos de un grupo de esbirros ideológicos que los han convertido en un aparato de propaganda.

El que afirmó que no tocaría el Estado del bienestar lo ha desmantelado.

El que prometió que no abarataría el despido lo ha hecho libre y gratuito.

Quien dijo que, cuando gobernase, descendería el paro, lo ha incrementado y sigue haciéndolo.

Quien aseguró que bajaría los impuestos los ha subido. Y los ha subido injustamente, para que paguen más quienes tienen menos.

Quien afirmó que no daría dinero público para rescatar bancos les ha entregado 120.000 millones de euros prácticamente a fondo perdido.

El que dijo que metería la tijera a todo excepto la sanidad, la educación y las pensiones, ha vendido la sanidad pública a empresas privadas, bastantes de ellas regidas por granujas; ha liquidado la educación pública y gratuita a favor de la privada de los curas; y ha liquidado el sistema público de pensiones.

Y todo esto no lo ha hecho con el paso del tiempo, a lo largo de los años; no. Lo ha hecho de inmediato, apenas tomada posesión porque ya lo tenía todo preparado de antemano. Hizo una plataforma repleta de mentiras para ganar las elecciones y aplicar su verdadero programa, que es el que consta más arriba.

Cuando un gobernante comete tantas iniquidades pierde la escasa legitimidad que pueda haber tenido. Deja de ser un gobernante legítimo. Se convierte en un déspota. Deja de ser un hombre. Es un granuja.

dilluns, 16 de setembre del 2013

Sobre comunicación política


Reproduzco aquí la entrevista que, con motivo del Congreso Internacional sobre Comunicación Política, celebrado en Granada hace unos días, me hizo Jaime Martín para Granada Digital. Tengo que decir que creo que es el mejor entrevistador que me he encontrado en la vida. Conciso, escueto, al grano. Sí señor:


Él es un clásico del análisis y la opinión política en España. Con más de 145 artículos en revistas especializadas y un currículo editorial tan nutrido como comprometido, sentarse a charlar con Ramón Cotarelo es hacer un repaso muy crítico a la actual situación en el país.

Pregunta: ‘Gobernando Mentes: Las Fortunas de la Publicidad Política’ es la conferencia que en unos minutos ofrecerá como colofón final al congreso. Con ese título la pregunta es obligada ¿Hasta qué punto tiene el ciudadano capacidad de elección?

Respuesta: Tengo que puntualizar que lo de publicidad política lo he puesto para no poner los otros dos temas que son de los que en realidad voy a hablar: propaganda y comunicación política. Ahora, hablar de los ciudadanos no te lleva a ningún sitio. Hay de todo: hay ciudadanos que no se enteran de nada y además no les interesa y ciudadanos sumamente críticos. Generalmente suponemos que los ciudadanos son una manada de incompetentes que no tienen criterio propio y se pueden manipular.

P: ¿A quién se refiere por nosotros?

R: A todos, cuando hacemos este tipo de razonamiento. Es como cuando te dicen que la prensa manipula. Yo puedo creer que la prensa intenta manipular pero de ahí a que lo consiga, hay un abismo. ¿A ti te manipula? No. Entonces ¿por qué crees que a los demás sí? Pues ahí llegamos, porque crees que los demás son tontos, que es el problema que hay aquí. ¿Qué se consigue con esto de la comunicación política? Movilizar a los interesados.

P: Como buen analista político, no le asusta la arena del debate y de hecho, mantiene diferentes frentes abiertos, sobre todo en Internet. ¿Le parece que hagamos un breve repaso a alguno de los tuits que ha publicado en las últimas semanas?

R: Sí, por supuesto.

P: Aquí va el primero: “Aunque pueda parecer un absurdo, los catalanes son la esperanza de España”

R: Creo que el 99% de la gente que se opone a cualquier autodeterminación de Cataluña parte del principio de que Cataluña es España y eso no se discute… Si eso no se discute y una parte de España es participe de una rebelión cívica a mí eso me parece estupendo. Yo también sostengo que Cataluña es parte de España, lo que sucede es que me parece que los que componemos la nación España debemos hacerlo voluntariamente, con el derecho a marcharnos cuando nos dé la gana. A mí me gustaría que los catalanes decidieran mayoritariamente quedarse en España y, en ese sentido, es en el que digo que me parece ejemplar lo que están haciendo: en términos de una manifiesta voluntad cívica, democrática, tolerante… una sociedad fuerte y rica que nosotros no tenemos.

P: ¿Qué hacemos entonces con lo que algunos han llamado ‘mayoría silenciosa’?

R: Eso es la habitual tontería de la derecha. Si tú echas cuentas resulta que el PP está gobernando en contra de la mayoría silenciosa de los españoles. Además, esa mayoría no es silenciosa ya que está venga a pedirle explicaciones de lo que han estado robando. ¿Cómo se atreven a hablar de mayorías silenciosas?

P: “Mrs. Bottle: How about a relaxing getting the hell outa here and keeping an underground profile for the next two hundred fucking years?” (La traducción elegante sería algo así como: “qué tal un relajante vete a paseo y quédate por ahí los siguientes 200 años)

R: Los políticos son el principal problema del país. Tenemos una clase política –básicamente la derecha pero la izquierda se ha infectado- profesional. Todos dicen que no lo son pero lo son. Todos dicen que tienen una profesión pero no han ejercido nunca.

P: En ese sentido podemos hablar tanto de Ana Botella como de Susana Díaz. ¿Qué le ha parecido su llegada a la presidencia de la Junta?

R: Su llegada me ha parecido muy bien porque los partidos tienen que renovarse y, aunque no conozco mucho la biografía de Díaz, me parece que ha empezado patinando. Si no recuerdo mal, su primera afirmación ha sido ofrecerle un pacto a Rajoy sobre corrupción. Esta señora no sabe dónde está o de lo que habla. ¿Cómo le va a ofrecer un pacto contra la corrupción al mayor corrupto del país? Eso no hay por dónde cogerlo.

P: “Infanta Pilar a una periodista: “Ay mona, rica, parecéis tontos… eso no se pregunta. ¿Hasta cuándo vamos a aguantar?”

La monarquía no debería jugar ningún rol en España, debería estar fuera. Justifica un estado de cosas que no hay por dónde cogerlo. El rey no deja de hablar de que la monarquía es democrática, ¿pero cómo va a ser democrática una monarquía? Los Borbones, haciendo honor a su tradicional falta de todo sentido común, están dando un espectáculo lamentable.

P: “Mongolia tiene un duro competidor en “La Razón” marhuendeña”

La Razón es mucho más de risa que Mongolia. No es un periódico, es un pasquín. Es un medio que si tuviera la portada y el resto de las páginas en blanco no pasaría nada porque no lo lee nadie. Sólo sirve para enseñarlo en la tele y para que Paco Marhuenda vaya diciendo por ahí lo que dice.

P: ¿Qué tal si cerramos en positivo? ¿Hay motivos para la esperanza?

Claro. Vayamos todos a las redes y consigamos que el gobierno nos dé respuestas a las preguntas que le planteamos. Traslademos el foro político y la discusión a las redes, que es donde está la capacidad crítica del país.

P: Me obliga a hacerle otra pregunta. ¿No es ese uno de los problemas que se han venido denunciando desde diferentes asociaciones? ¿Que salimos poco a la calle y nos quejamos sólo en Internet?

Es que la red y la calle ya no se puede distinguir, la gente va por la calle con la red. Es una distinción que ya no se puede mantener.

No es la política. Es la pastuqui.


Cada vez que se plantea algún problema de envergadura al país muchos comentaristas, cada vez más, se preguntan escandalizados por qué no comparece Mariano Rajoy, por qué no da la cara, por qué se esconde, por qué no contesta las preguntas de los periodistas y obliga a los segundones a responder por él. Su capacidad para escurrir el bulto, hacer la vista gorda, no darse por enterado es fabulosa y deja pasmados a los observadores. Como lo hace siempre, muchos creen que se trata de un rasgos caracteriológico, de la naturaleza escurridiza, ambigua, poco clara de este político que se quita siempre del medio cuando vienen mal dadas. Pero otros se indignan, piensan que no es de recibo actuar así y que si uno es presidente del gobierno está obligado a portarse como tal, a hacer frente a los problemas y aportarles soluciones y no a dar la callada por respuesta.

Al día siguiente a la Diada, en un comentario en su vídeobglog, titulado ¡Bah, no son tantos! Iñaki Gabilondo se preocupaba perplejo cómo es posible que, ante los acontecimientos de Cataluña, Rajoy no dijera nada, no comentara nada, no mostrara tener opinión alguna y, como siempre, diera la impresión de estar agazapado a ver si por casualidad escampaba. Eso es lo que Palinuro lleva ya meses diciendo: que el gobierno en general y Rajoy en concreto, no saben qué sucede e Cataluña, no calibran la importancia real de los hechos y carecen de toda propuesta para ofrecer e una hipotética mesa de negociación a la que también se niega.

Esta irresponsabilidad, esta dejación, esta manifiesta incapacidad para gobernar de Rajoy no se detecta ahora por primera vez con motivo del independentismo catalán. Es, efectivamente, un rasgo suyo: nadie supo bien cuál era su criterio con motivo del desastre del Prestige, que caía bajo su jurisdicción; nadie tampoco sabe ahora qué piensa hacer en el asunto de Siria y mucho menos en el caso de Gibraltar,  desaparecido misteriosamente de las portadas de los pasquines que pasan por ser periódicos de la derecha; nadie cómo actuará en el caso Bárcenas, que lo tiene acorralado y, por supuesto, nadie tampoco qué pretende hacer en el caso de Cataluña.

Uno pensaría que, si no quiere adoptar decisiones en asuntos políticos complicados, si no quiere arriesgarse, si tiene miedo a los pronunciamientos y declaraciones, lo mejor que podría hacer sería dejar la política. Y uno cometería con ello un error garrafal porque demostraría no entender cuál es la razón verdadera y profunda del comportamiento de Rajoy.

Es evidente que el hombre no entiende nada de política, que no se le ocurre nada y que su acción se limita a aplicar las órdenes que recibe de la patronal, la banca y la iglesia. Pero no está dispuesto a abandonarla en modo alguno porque , aunque no sepa nada de política y no le importe, sí sabe que es una actividad en la que, con poco trabajo, puede uno forrarse.

Y ese es el elemento esencial del comportamiento de Rajoy: el dinero.

Basta con escucharle reiterar su habitual falsedad de que no está en política por la pasta y que el tiene una profesión para calibrar su mentira. Tiene una profesión, sí, pero no la ha ejercido nunca porque, desde el primer momento, eligió vivir -y vivir opíparamente- de la política. Y, desde entonces ha estado cobrando sobresueldos en su partido más de un millón de euros entre 2006 y 2011, junto con su amigo, el ayer tesorero y hoy presunto delincuente, Luis Bárcenas. A estos sobresueldos -sobre cuya legalidad tendrán que pronuciarse los jueces- añadía Rajoy regalos valiosísimos de todo tipo de la Gürtel y, por último, según exhaustiva investigación de Infolibre parece que ha estado cobrando igualmente de forma poco clara diversos emolumentos de su plaza de registrador da la propiedad, cuya situación administrativa ha sido siempre opaca y semisecreta para ocultar situaciones presuntamente ilegales del interesado.

Es decir, este hombre indeciso, que escurre el bulto, se oculta, no tiene opinión, pasa el cazo todos los meses y se lleva una pasta (presuntamente ilegal en alguna medida) que es lo único que le importa. La política le trae sin cuidado pues no ve en ella más tarea de hacer lo que le dicen sus jefes de reprimir a la población si protesta. Lo suyo es forrarse, como muchos otros de su partido; casi legión. Pero él con mayor ahínco y éxito, desde luego.

Con razón se ha negado siempre a dar información alguna sobre sus ingresos, los ha mantenido ocultos y así siguen. La primera vez que Palinuro vio a Rajoy escurrir el bulto en TV, negándose a responder cuánto ganaba, comprendió que este de la pastuqui era el verdadero móvil del político conservador. El verdadero y el único. La política lo trae al frsco. Harán el ridículo quienes quieran debatir con él sobre asuntos objetivos políticos, sociales, económicos. Repito, lo único que le importa es forrarse y que no se sepa cómo.

Por eso también Palinuro lleva meses insistiendo a los dirigentes de la oposición a que pregunten a Rajoy en el Parlamento cuánto dinero gana y en concepto de qué. Pero no lo ha conseguido, lo cual, evidentemente, no es un timbre de gloria para ella. Esta es la hora en que el país ya sabe que su presidente cobró sobresueldos con dineros presuntamente ilegales, pero no cuánto, no en qué cuantía y durante cuánto tiempo entre otras cosas porque él se limita a mantenerlos secretos.

Rajoy no entiende de política y sus mareantes complejidades. Entiende de forrarse a sobresueldos, mordidas y comisiones. Por eso lleva años animando a los corruptos como él, los Fabra, Baltar, Camps, Matas y queriendo ser como ellos. Ni quiere que nadie de los suyos dimita por corrupta (por ejemplo, Mato) porque eso lo pondría en un aprieto, teniendo que dimitir acto seguido.

Y dimitir es lo que más claramente dejará de hacer. "Se hundirá el mundo" -parece opinar Rajoy- "antes de que yo dimita".

diumenge, 15 de setembre del 2013

Análisis de la carta.

Rajoy ha tardado cincuenta días en contestar la carta de Mas. No se ha precipitado. Es razonable, por tanto, pensar que la suya estará muy meditada, sopesada y medida. Nada será casual. No lo son los cincuenta días. Es un modo de indicar a Mas su posición subalterna. Que espere. ¿Desde cuándo los superiores contestan a los inferiores cuando estos quieren?

Más sutil es el error en la dirección: Pina de Sant Jaume, una dirección inexistente. No es un error, sino una tergiversación adrede. Más subalternidad. Los señores suelen equivocar los nombres, los apellidos, las direcciones de los subordinados. "Oiga, Alfonso, digo Arturo..." Una forma de salir del brete de verse obligado a escribir "Plaça Sant Jaume". Y menos mal que no la dirigió a "Pira de Sant Jaume". Eso hubiera sido más de Rouco Varela.

El contenido es típico del estilo del presidente. Ofrece diálogo sin fecha de caducidad (seguramente aportación de Arias Cañete a la misiva) y abierto. Mas debe sentirse muy honrado pues el presidente le ofrece generosamente lo que niega a los periodistas (cuyas preguntas no admite), a los diputados (cuyas interpelaciones bloquea), a los cargos y militantes de su propio partido (a quienes ha impuesto un silencio de omertà) y hasta al cuello de su camisa. Un presidente mudo, oculto, desaparecido, se muestra abierto a charlar de lo que sea con Mas. Aquilátese el valor de la oferta teniendo en cuenta que ganó las elecciones prometiendo dar la cara y llamar al pan, pan y al vino, vino.

Sostiene Rajoy que el mejor servicio a la legitimidad democrática que usted invoca es precisamente respetar ese marco jurídico en el que los gobiernos hallan su fundamento y legitimidad. Aparte del estilo cantinflesco, se trata de una formulación típica del más obtuso positivismo jurídico conservador, según el cual la legitimidad procede del marco jurídico, o sea, del derecho positivo, y no al revés. Es obvio: la justicia emana de la ley, sin duda, pero mucho más emana la ley de la justicia. No perdamos, sin embargo, el tiempo, con disquisiciones teóricas y vayamos a lo práctico. ¿Así que la legitimidad emana del respeto al marco jurídico, a la ley? Vale. ¿Qué fue lo primero que hizo Rajoy al tomar posesión? Reformar la Ley de TVE para poder nombrar con los votos de sus solos diputados a un comisario político como director. ¿Qué ha hecho con el marco jurídico laboral? Literalmente, cargárselo. ¿Qué con la ley de educación? Derogarla con una trapacería indigna. Si por respetar el marco jurídico se entiende cambiarlo cuando nos incomoda para ponerlo al servicio de nuestros intereses, ideologías o caprichos, ¿cuál es el valor de la admonición a Mas? ¿Respete usted el marco jurídico que a mí se me antoje?

Dice asimismo Rajoy que hay fuertes vínculos que nos mantienen unidos que y no se pueden desatar sin enormes costes afectivos, económicos, políticos y sociales. Hay un eco como de amenaza y, para mitigarlo, añade el presidente que es preciso fortalecer esos lazos y huir de los enfrentamientos. Y eso lo dice quien quiso promover un referéndum contra el Estatut, apadrinó campañas de boicot a los productos catalanes; quien tiene un ministro que quiere "españolizar" a los niños catalanes y quien ha impuesto un presidente del Tribunal Constitucional para quien en Cataluña se educa en el desprecio a la cultura española. Formas sutiles de estrechar lazos.

Lealtad recíproca pide quien no ha sido leal ni a su propia palabra.

Terminemos. La carta de respuesta podía haber ido en blanco. Total, tampoco responde claramente a la petición de Mas. No llama al pan, pan; ni al vino, vino. No dice que no. Dice que deben seguir trabajando para resolver los problemas reales de los ciudadanos. Sabida es la tendencia de los catalanes a resolver los irreales.

En realidad, Rajoy había escrito otra carta y, como no le dejaron enviársela a Mas, se la encomendó a Palinuro, que la publicó hace un rato.

La verdadera carta de Rajoy a Mas.


Mireusté, Arturo, no sé ni cómo se atreve usté a escribirme una carta, con lo caro que va el papel y lo tacaños que son ustedes los polacos catalanes. Más les valdría ahorrar un poco que buena falta les hace, a ver si pagan a los proveedores y no usan las partidas presupuestarias para sus marranadas estilo Gürtel Palau.

En cuanto al contenido, le digo sinceramente que no he entendido nada. Es como si su carta estuviera escrita con mi letra. No sé qué dice de una consulta. ¿Quiere usté abrir una consulta? ¿De qué? ¿De negocios, de asuntos matrimoniales, de marketing? Tenga sentido común, hombre. Un poco más de sexy, de seny, de ese que tanto le alaba el ABC, el único periódico que puede leerse y yo le recomiendo por su bien, aunque no sea tan bueno como La Razón, que ese sí que es un periódico de verdá, dirigido por mi bravo Parranda, un perro de aguas muy lindo que compré en Pontevedra y da el pego perfeutamente, como si fuera un homiño. Déjese de algarabías, Arturo, tenga sentido común y sea previsible, como yo. Porque, a ver ¿qué quiere usté consultar? ¿Sobre la independencia de Cañañuña? ¿No ve, amigo mío, que eso no conduce a nada salvo a que algún primo de Morenés le parta la boca después de salir del gimnasio? Y ¿a quién quiere preguntar? ¿A los catalufos catalanes que de las piedras sacan panes? No sea demagogo, Mas; no sea más demagogo, Mas; sea Menos, llámese Arturo Menos y nos entenderemos. Aquí en La Moncloa, uno de mis seiscientos asesores, el único que sabe leer y escribir y es un antiguo rojo, lo llama usted Arturo Ui. No sé qué quiere decir ni me importa. Parece que es un nombre de un personaje de no sé qué autor de libros y, por si no lo sabe usté, yo, de libros, solo el de cheques para los sobresueldos.

Mireusté, sabeusté que la consulta esa no cabe en la Constitución y yo, desde luego, a nivel de presidente del gobierno le digo con toda sinceridad que en lo atingente a todo lo que es la gobernación del Estao que cae bajo mi responsabilidad, mientras sea presidente del gobierno y el gobierno que presido tenga la mayoría para cumplir y hacer cumplir la Constitución que protege al Estao estaré siempre vigilante como no podía ser de otra manera para evitar enfrentamientos inútiles que no conducen a nada y desprestigian la marca España porque en vez de sumar, como hacemos en el PP a base de sobresueldos, restan como hacen los sociatas y otros corruptos con lo que los chuches se venderán a su precio, se lo garantizo y todos a una Fuenteovejuna y a ocuparse de las cosas verdaderamente importantes y no de las algarabías que montan ustedes los botiflers, catalanes, solo por ganas de fastidiar.

Porque, mireusté, sabeusté, oigausté, Arturo, usté no es Cañañuña, mientras yo sí soy Ejpaña. Hay muchos polacos, catalanes que no le siguen, que se sienten osbornemente ejpañoles antes que cañañañes, dispuestos a marchar al Principao a dar un castigo a los separatistas. De momento los he frenao a la altura de Blanquerna pero mañana pueden estar en el Ebro y, claro, cuando los hijos de la Raza llegan a los límites del Imperio, puede pasar algo.

A ver, Arturo, daré su carta por no recibida -es una gracia que le hago por haber votado a favor de nuestra Ley de Opacidad-, pero redacte usté otra, más aceptable que pueda llevar al Parlamento. Por más aceptable entiendo más llana, más sumisa, menos arrogante. Cañañuña no tiene derechos que exigir sino solo gracias que darnos por nuestra magnanimidad ya que no hemos entrado todavía en Barcelona rompiendo cabezas ni la hemos bombardeado y han pasado ya más de cincuenta años desde que lo hiciera por última vez el Invicto.

Ande, Arturo, sea razonable. Escriba otra carta, pidiendo algunos dinerillos más para organizar un concurso de sardanas. Le aseguro que, aunque Montoro se niegue, yo se los conseguiré y, si preciso es, me quito de uno o dos sobres para pasárselos disimuladamente.

Venga, Arturo, sea fuerte.  Hacemos lo que podemos. ¡San Jorge y cierra Ejpaña!

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dissabte, 14 de setembre del 2013

Han destruido España.


El grado de corrupción de España lo mide la última noticia sobre Ana Mato. Al parecer, asistió a la final de no sé qué importantísimo torneo de tenis en Nueva York en el que jugaba Rafa Nadal cargando el precio de la entrada (unos 940€) al presupuesto de su ministerio; es decir, al bolsillo de todos los españoles, raza sufrida que, entre otras ignominias, tiene que pagar los caros asuetos de unos gobernantes incalificables. La noticia muestra el grado de corrupción y, lo más grave, de tolerancia y aceptación social de la corrupción.

(Actualización de la mañana del sábado: según parece lo que Mato ha cargado al erario público ha sido todo: la entrada al Open, el viaje y el hotel en Nueva  York. Les importa un comino. Ellos han ganado las elecciones para robar y es lo que están haciendo a mansalva. 328 chupones llevaron a Buenos Aires a hacer el ridículo, a beber, comer y divertirse a costa de los españoles a los que se les recortan los salarios, las medicinas y las pensiones. Esto no es un gobierno sino una panda de sinvergüenzas y parásitos.)

Exactamente, ¿qué cree esta señora que significa ser ministra? Es verdad que Mato desmiente la noticia, pero no aporta prueba alguna de haber pagado la entrada y, vista la afición de la dama a que los contribuyentes le paguemos hasta los cumpleaños de sus hijos, el asunto es alarmante. Lo grave de la situación, lo que indica la desmoralizacion de nuestra sociedad, la destrucción de los valores democráticos más elementales, no es ya que Mato no haya dimitido, ni siquiera que Rajoy no la haya destituido; lo grave es no haya masivas peticiones de dimisión. En ningún país democrático se toleraría una ministra como Ana Mato, cobradora de sueldos barcénigos, beneficiada reiteradamente por la trama Gürtel y gorrona del erario público. En ninguno. Lo sabemos todos.

Lo sabe el mismo Rajoy. Claro que en ningún país democrático del mundo se toleraría un Mariano Rajoy de presidente del gobierno. En ninguno. Y ya no se hable del clima general de corrupción que el PP ha instalado en el país y del cual nos hacemos una idea hilando nombres que tienen que ver con ella directa o indirectamente, además del de Mato: su marido, Sepúlveda, el albondiguilla, El bigotes, El curita, Bárcenas, Correa, Matas, González, Cospedal, Arenas, Cascos, Rajoy, Aznar, Fabra, Baltar, Castedo, Urdangarin, veinte años de financiación ilegal. Han destruido la fibra moral de la sociedad. Si la alcaldesa Botella ha gastado dos millones de euros públicos en comprar la mediación de un conseguidor para que le dieran a Madrid unos juegos que Madrid no merecía o si el gobierno se apresta a cambiar la ley antitabaco para propiciar la radicación de algo como Eurovegas, eso quiere decir que la soberanía del parlamento, la supremacía de la ley, la base moral de la democracia, les importan un rábano. Que han destruido la moral pública de la sociedad.

Este gobierno se ha cargado, a fuerza de despreciarlas, las convenciones normales del Estado democrático de derecho en cuanto a responsabilidad y rendición de cuentas de lo gobernantes. Rajoy no cree que deba dar cuenta de sus actos, ni explicar su decisiones (ni niquiera informar sobre ellas), ni disipar las sospechas y acusaciones en sede judicial de ser un presunto corrupto. Su política consiste en bloquear la oposición parlamentaria, censurar la información y manipular los medios públicos de comunicación a su servicio, obstruir la acción de la justicia, cuando no presionarla, y sofocar la protesta ciudadana con intimidaciones y una intensa represión policial. Es decir, ha destruido las formas y procedimientos democráticos que quedaban en el país. Formalmente, España es una democracia; materialmente, vuelve a ser una dictadura.

Quedaba al gobierno pendiente el capítulo de la agresión al sistema de pensiones y lo perpetró ayer al aprobar la medida que las desvincula del IPC, con lo que condena a lo pensionistas al empobrecimiento progresivo. Era el último clavo en el ataúd del Estado social, que también han destruido: el régimen jurídico laboral, la sanidad, la educación, las prestaciones sociales no son ni sombra de lo que eran.

Ahora ya tienen las manos libres para provocar similar destrozo en el Estado desde le punto de vista territorial. La política  de Rajoy en relación a Cataluña ha sido la que ha acelerado el movimiento soberanista/independentista. Precisamente quienes acusaban a Zapatero de romper España son los que, por atender a sus propios intereses ideológicos y materiales (y los de aquellos en favor de quienes gobiernan) han llevado a España a esta situación de ruptura.

((Breve digresión sobre ideología e intereses. Pueden ir unidos o no, según conveniencia. Por ejemplo, CiU, teóricamente enfrentada al gobierno y el PP en el sacrosanto asunto del dret a decidir, vota con aquel en favor de una Ley de transparencia que solo cabe considerar como un sarcasmo. ¡Una ley de transparencia de un gobierno cuyo presidente es sospechoso de corrupción! Ahí hay un interés común del PP y CiU.))

Frente a la efervescencia independentista, que ha dado pruebas suficientes de fuerza, arraigo social, carácter abierto, democrático, pacífico, que cuenta con grandes simpatías en todo el mundo (incluida España), la respuesta del nacionalismo español, analizada ayer por Palinuro (La respuesta) ha sido un NO cerrado, aunque con distintas músicas: Rajoy, como siempre, refugiado en el silencio; García-Margallo diciendo cosas sin sentido; Sáenz de Santamaría añadiendo vaciedades; y los matones más o menos a sueldo repartiendo estopa al grito de "¡Cataluña es España!", con el cual, sin duda, habrán convencido a muchos catalanes. Y esto no es más que la punta de lanza de la campaña de feroz anticatalanismo que se avecina, incluidas las amenazas procedentes de los cuartos de banderas

Resumiendo: han destruido la moral pública, la democracia, el Estado social y la convivencia territorial de los Españoles. Se han cargado España y les quedan dos años de legislatura. Cuentan con una oposición que no es tal, en parte porque no puede y en parte porque no sabe o no se atreve. Ello les añade un sentimiento de impunidad que puede ser peligroso porque son muy agresivos. Después de haberlo desspreciado durante mes y medio, Rajoy va a contestar la carta de Mas diciéndole, claro, que NO, pero que, si quiere unas perras más, pueden entenderse. Mientras tanto, las bandas fascistas se crecerán y la situación se deteriorará mucho.

Está claro que las elecciones de 2015 serán decisivas. Si las gana la izquierda, como es posible, dado el rechazo provocado por el PP, tendrá que deshacer todo el destrozo causado por la derecha. Tendrá que devolver los derechos a todos los ciudadanos. Una perspectiva que horripila a las clases dominantes, empresarios, banqueros, curas, enchufados y vividores de la política. Tanto que ya hay quien barrunta que no habrá elecciones en 2015 ni en los años siguientes. Palinuro no comparte esta opinión pues tiene confianza en que Europa no permitirá una deriva dictatorial (más dictatorial, ya claramente dictatorial) de la derecha en España. Pero lo fía a Europa porque a la derecha, sin duda, ganas no le faltan.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

divendres, 13 de setembre del 2013

La respuesta.


Estuvieron esperando en silencio, a ver si la cadena humana por la independencia fracasaba para montar luego una campaña de desprestigio del nacionalismo catalán. Los medios públicos de comunicación ocultaron los preparativos y censuraron todas las noticias que pudieran dar cuenta de la manifestación de la Diada. Como si no existieran. El presidente del gobierno no contestó a la carta de Mas pidiendo negociar la consulta. Los demás gobernantes no encontraron tiempo para pronunciarse sobre la jornada reivindicativa y hasta los portavoces del partido, habitualmente arrogantes y largos de lengua, desaparecieron misteriosamente. Se trataba de ningunear la Diada, por si se podía escamotear la cuestión catalana y no afrontar la necesidad de acometer un replanteamiento de la planta territorial del Estado.

Pero la cadena fue un éxito. No conozco cifras oficiales u oficiosas que, como siempre, variarán mucho. Pero la cadena cumplió su objetivo de cruzar Cataluña de norte a sur. Cuatrocientos kilómetros, metro a metro, medidos por miles, cientos de miles de ciudadanos cogidos de la mano. Una manifestación de voluntad cívica, democrática y pacífica. Un acto de apoyo social masivo a una decisión política de autodeterminación que el gobierno catalán y la mayoría parlamentaria que lo sustenta tendrán ahora que plantear abiertamente al conjunto del Estado.

Y frente a eso el gobierno del Estado no tiene nada, ni una propuesta, ni una respuesta que no sea un "no" sin paliativos, nada preparado. No plan B en caso de inoperancia del A, esto es, que la Diada fuera un fiasco. Nada pensado; nada preparado. Y no es solamente porque el caso Bárcenas lo tenga en vilo sino porque, de siempre, la derecha española carece de propuesta integradora frente a los nacionalismos que no sea el recurso a la fuerza. La poquedad es un rasgo del nacionalismo español de siempre pues tampoco la oposición ha tenido una actitud brillante. El PSOE se ha sacado de la manga una confusa propuesta de reforma de la constitución que solo denota la falta de interés que ha puesto en el asunto.

Donde no hay nada preparado se produce lo espontáneo. Y espontáneas fueron las respuestas cuando ya era evidente que el acto cívico multitudinario había sido un éxito. Los primeros en echarse al monte fueron los de la dialéctica de los puños y las pistolas en la librería Blanquerna. En estos momentos parece ya hay doce detenidos. Faltan tres. Conocemos los nombres de varios de ellos, alguno con antecedentes policiales por hurto. Nada extraño. Otros, militantes de organizaciones derechistas. Habrá que investigarlos a todos, ver si tenían conexiones con las Nuevas Generaciones y cosas así. De momento estos quieren seguir actuando. Preparan una manifa españolista el 12 de octubre próximo en Barcelona, a ver si hay tomate, que no será así porque habrá más policías que manifestantes. En todo caso, es preciso instar la ilegalización de todas estas organizaciones terroristas.

Algo más ducho en el uso de la palabra, aunque tampoco gran cosa, un contrito García Margallo hacía unas declaraciones que mostraban el impacto de la Diada en lo más coriáceo de la derecha española. Este Margallo era el mismo que el día anterior, en el estilo más bravucón, que le es inherente, sostenía que la Constitución solo tiene dos artículos (el 1º, 2 y el 2º ) y el resto es literatura. Una expresión que lo define como un auténtico zopenco, primero por despreciar la literatura y segundo por ignorar que la Constitución tiene muchas cosas, mejores o peores, pero nada desdeñables. En este caso, además, la bravuconada se le ha helado en el gesto y, al reconocer que la Diada ha sido un éxito, acaba reconociendo que el gobierno tiene que escuchar la voz de la calle. O sea, la literatura. Lo justifica con razones cuya incoherencia solo es inferior a su insubstancialidad. Dice sentirse español y le duele, asegura, que haya catalanes que no compartan ese sentimiento pero pretende resolver la cuestión dejando de lado los sentimientos. En fin, da igual. No sabe lo que dice. Y, por cierto, quizá debiera pensar un poco antes de abrir la boca acerca de si el ministro de Asuntos Exteriores es la persona más adecuada para comentar asuntos catalanes, salvo que ya esté reconociendo que se trata de asuntos de otro Estado.

Forzada por lass circunstancias y ante el habitual silencio de Rajoy, la vicepresidenta se ha creído obligada a decir algo. Y ha acumulado otra bobada. Contestando al parecer a Margallo, ha asegurado que el gobierno escucha a todo el mundo, incluida la mayoría silenciosa. Es difícil escuchar a los silenciosos, sean o no mayoría y, además, tampoco este gobierno goza de buen oído. Si no escucha a la mayoría de españoles que reclaman con poderosa voz explicaciones pertinentes sobre sus asuntos de corrupción, no se ve cómo lo hará con los que no hablan.

La reacción más esperada y esperable, la de Rajoy, ha sido la habitual: ni palabra. Como si la cadena humana, el referéndum, la secesión reclamada de Cataluña no fueran con él. Él está a lo suyo, que tampoco se sabe qué es pues lo mantiene en secreto. No se sabe qué es lo que ha hablado con Mas; tampoco se sabe a qué se ha comprometido con los EEUU a propósito de Siria. No se sabe nada de él ni él cree que sea deber suyo informar a la ciudadanía. Algunos conocedores oficiosos, personas vagamente relacionadas con él, amigos de amigos o videntes del PP dicen que su plan es el de siempre: esperar la esscampada, el anticlímax, como dicen los refinados. Es muy cómodo dejar que las cosas se sepan de esta forma indirecta porque así pueden desmentirse tranquilamente.

En definitiva, parece que el propósito del presidente es seguir conversando a las escondidas con Mas, en la confianza de que este cederá y todo se arreglará mediando algún tipo de acuerdo económico. Se pretende reducir el momento de renacimiento del espíritu nacional catalán a una cuestión de pasta. Ignoro si esta pretensión encajará en la forma y en el fondo con los nacionalistas catalanes. Desde luego, a él lo retrata.

dijous, 12 de setembre del 2013

El fascismo ya está aquí.


La sesión de control del gobierno en el Parlamento fue vergonzosa. Rajoy sigue sin asumir responsabilidades, sin dar explicaciones de sus actos, sin informar a la opinión pública. Al contrario, sostiene que se mantiene en lo dicho el 1º de agosto, siendo así que no dijo nada y lo poco que dijo quedó de inmediato desmentido por los hechos. Es decir, se mantiene en seguir mintiendo. Un desprecio evidente a la representación popular, de la que pasa sin más, y tratando a la oposición con una altivez y una chulería más propias de una taberna que de un órgano legislativo.

Creí ver en la inadmisible intervención de Rajoy una muestra de ese proceso por el cual, la involución que el gobierno del PP está llevando a cabo en los órdenes laboral, sanitario, educativo, asistencial, cultural, científico, etc tiene un claro correlato en el orden político: un proceso de fascistización. Un cambio gradual y paulatino de las instituciones más o menos democráticas, subvertidas desde el interior por el partido del gobierno con el propósito de convertir el sistema político en una dictadura de hecho. Para argumentar en mi favor, rescaté una entrada del pasado mes de abril que precisamente se titulaba El proceso de fascistización, y que, leída ahora, me exime de mayores explicaciones acerca de qué se entienda por tal proceso.

Justo cuando me disponía a escribir esta entrada, desarrollando la de abril, se produjo el asalto fascista a la librería Blanquerna que todo el mundo pudo ver en directo en un vídeo. Mi primera reacción fue pensar que el asalto tenía que haberse producido con el consentimiento del gobierno, si no con su activa colaboración. Y, después de escuchar al ministro del Interior lamentando (pero no condenando) la barbarie nazi, me reafirmo en ella, como está expuesta en una entrada de ayer titulada: Los fascistas del gobierno al ataque.

A veces encuentro gente que me dice que exagero en mis apreciaciones. Son los mismos que luego las repiten tres o cuatro días más tarde como si fueran suyas. Una vez más queda claro que, de exagerar, nada. Ni en abril ni ahora. Llevamos dos años incubando el huevo de la serpiente fascista y este ha empezado a eclosionar. Tres factores, a mi juicio, han contribuido a traernos a esta situación que amenaza desastre a corto y medio plazo:

Primero. La recrudescencia del fascismo latente en las juventudes del PP, las Nuevas Generaciones, que se han pasado el verano aquí y allí, brazo en alto y exhibiendo banderas franquistas. La reacción del partido al que pertenecen estos zangolotinos ha sido restar importancia a los hechos, calificarlos de "chiquilladas", en atención a la corta edad de los participantes. Lo de la corta edad no valía para los casos, tampoco infrecuentes, en que cargos municipales del PP, incluso alcaldes, ensalzaban la figura de Franco, negaban sus crímenes, se reconocían franquistas. Aquí suele decirse que son idiosincrasias de este o aquel militante y asimismo se les resta importancia. Es la llamada banalización del mal, con ribetes de hispánica simpatía. En todo caso, el significado de estas reacciones del partido y el gobierno es el de la impunidad de las manifestaciones fascistas. De aquí a empezar a agredir a los ciudadanos y organizar pandillas para sembrar el terror no hay más que un paso que este verano se ha dado varias veces, con fascistas agrediendo a militantes de IU, por ejemplo, en Alcalá de Henares. No hay detenidos, que yo sepa, ni procesados por estos hechos.

Segundo. El gobierno de Rajoy ha vaciado de sentido las instituciones democráticas y procede como una dictadura de hecho. La mayoría absoluta en el Parlamento le permite bloquear toda iniciativa de la oposición y reducir el Congreso a una función decorativa. El empecinamiento en mantener de presidente del Tribunal Constitucional a un militante del partido del gobierno, prueba el propósito de someter los tribunales a su designio, como también lo hace con los que forman parte del Poder Judicial propiamente dicho. De hecho, cabe argumentar que su propósito es emplear la judicatura (ya lo hace con la fiscalía) al servicio de sus intereses, como antes hacía la derecha con los militares. El control sobre los medios públicos de comunicación es absolutoy estos solo sirven como máquina de propaganda y censura al servicio del gobierno.

Por supuesto, sigue habiendo Parlamento, tribunales de justicia, medios de comunicación. Pero el gobierno los controla o trata de controlarlos todos: ningunea el parlamento, obstaculiza la acción de la justicia e impone un discurso de propaganda a los medios. De derecho, es una democracia. De hecho, es una dictadura. Y, como es así, el gobierno no se molesta en ocultarlo, lo cual explica esa displicencia, impaciencia, arrogancia con que Rajoy sigue contestando con mentiras las interpelaciones de la oposición. Si esta no quiere morir arrollada, tendrá que ser más efectiva. La moción de censura ya tarda. Y, después de la moción de censura, retirada al Aventino. La oposición no puede ser testigo mudo, impotente y hasta cómplice de este proceso de consolidación del fascismo en España. Entre otras cosas porque, según muestra la experiencia, será la primera en caer si las cosas van a peor, lo cual trae sin cuidado a este gobierno.

Tercero. El enemigo exterior ha llegado en forma de separatismo catalán. Prueba evidente de que las vísperas catalanas han tenido una enorme repercusión. Los dos hechos de ayer, la cadena humana por la independencia de Cataluña y el asalto fascista a Blanquerna en Madrid son una metáfora nítida de la situación, de cómo están las cosas ahora y cómo pueden estar a corto plazo. De un lado, la reivindicación catalana: masiva, pacífica, pública, democrática, un ejemplo de civismo. Un movimiento reivindicativo político sostenido por la población civil. Del otro, un puñado de matones reventando un acto cívico, un grupo violento puesto a ladrar y rebuznar consignas elementales mientras agredía a la gente y se largaba lanzando gas lacrimógeno, probablemente del que use la policía. Ni un argumento y, el que lo ha dado, el ministro del Interior, ha recurrido a un necio esquema mental predilecto de Rajoy: la mayoría silenciosa de los catalanes no se ha manifestado. No se ocurre a estos lumbreras que la mayoría del pueblo español (silenciosa o vociferante) no ha votado al PP. O sí se les ocurre pero les da igual. Saben que gozan de impunidad. La misma que garantizan de hecho a las bandas de fascistas que amparan.

No exagero, buena gente. Mirad Blanquerna. Hay que pararlos.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimecres, 11 de setembre del 2013

Los fascistas del gobierno al ataque.


En el vídeo sobre el ataque nazi a la librería Blanquerna se ve perfectamente a varios de estos matones. ¿Por qué no están detenidos ya?

Porque son de los suyos. De los del gobierno. Si es que no fueron enviados directamente por el ministerio del Interior, uno de cuyos principales mandatarios, Cosidó, experto en provocaciones, comparte con estos animales muchos planteamientos.

¿A que la policía de Cifuentes no hace nada? ¿Cómo va a hacerlo si "son compañeros, coño"?

Blanquerna está situada en la acera de enfrente del Círculo de Bellas Artes, literalmente rodeada de policías y guardías civiles de servicio en unas u otras dependencias. Pero por allí no apareció ni uno. ¿Cómo iban as ir si quizá estuvieran de acuerdo, al contrario, para facilitar la agresión?

A ver si vamos despertando ya. Este gobierno es un gobierno fascista cada vez más escasamente disimulado. El presunto delincuente que lo preside actúa de forma dictatorial y su partido mantiene fluidas relaciones con los círculos de asesinos derechistas que pueblan el país, financiados con dineros de la patronal y organizados en las Nuevas Generaciones o esos alcaldes franquistas, añorantes de una dictadura genocida de la que sin duda se beneficiaron y que quieren ver repetirse.

La evolución de los hechos es un ejemplo de manual de cómo una endeble democracia evoluciona hasta convertirse en una dictadura fascista gracias a la política de un partido de derechas fundamentalmente antidemocrático como el PP que la vacía desde dentro, dinamita las instituciones, reprime las fuerzas sociales progresistas y protege y ampara a los criminales nazis que, repito, son los suyos.

Se veía venir desde que llegaron al gobierno y pusieron a los más fachas entre ellos -Cifuentes, Cosidó- al mando de las fuerzas de represión. Y se ha acelerado durante el verano: todos esos nazis  de las Nuevas Generaciones brazo en alto con las banderas franquistas eran los prolegómenos. Las excusas, las justificaciones, los disimulos de decir que no tenían importancia, que eran chiquilladas, apenas escondían lo que el PP lleva dos años gestionando: la vuelta de la dictadura.

Bien claro está.

Vísperas catalanas


Ya está aquí el día D. La Diada. La historia se hace presente. Trescientos años después de una derrota, los descendientes de los vencidos se niegan a admitir el hecho histórico como un destino. Y tienen planteada una jornada simbólica en cuyo efecto fían mucho para lograr su objetivo de una Cataluña independiente. Sus esperanzas son altas, alimentadas en el orgullo de haber sembrado y luego recogido un generalizado espíritu de renacimiento nacional, de nueva y decisiva Renaixença, de Risorgimento que parece haberse extendido por toda la sociedad catalana.

Ese orgullo nace no solamente de una afirmación de identidad nacional sino también, en muy buena medida, de haberla impuesto por medios pacíficos, tolerantes, dialogantes, democráticos, a diferencia de lo que durante incontables años intentó hacer el independentismo vasco. Siempre se ha dicho, con razón, que el recurso a la violencia etarra era el principal aliado del nacionalismo español más centralista y retrógrado. A la vista está una vez más. Silenciadas las armas, el nacionalismo se hace político y demuestra tener un vigor, un apoyo social y un discurso moral que no cabe ignorar. Muchos nacionalistas españoles detectan en el deseo catalanista de escisión motivaciones egoístas e insolidarias. Es posible pero, al margen de que tampoco sea evidente que el nacionalismo español esté animado por acrisolado altruismo, debe reconocerse que en un movimiento tan amplio como el actual secesionismo, habrá todo tipo de motivaciones. El problema no son las intenciones más o menos ocultas o no; el problema es la reclamación de independencia en sí. La realidad es esa; no la otra. 

Justamente el gobierno español es especialista en la materia; en ignorar la realidad. Incluso algo peor: negarla, reprimirla. Y una vez más, esta actitud irresponsable, negligente, casi delictiva, basada en la seguridad de la fuerza, tendrá unos malos resultados para el fin que se persigue: acallar, neutralizar, eliminar la cuestión catalana. Frente a una reivindicación más o menos justa, mejor o peor argumentada, pero muy difundida y defendida por amplios sectores catalanes, tanto personas como instituciones, muy exhibida y popularizada en el extranjero y, desde luego, muy trabajada, el nacionalismo español no tiene literalmente nada que contraponer, salvo un rotundo "no" sin matices del gobierno central. 

La mentalidad autoritaria de la derecha considera suficiente tener clara y decidida la posición: No. Los socialistas, algo más enterados de la complejidad de los problemas, medio ofrecen un nebuloso federalismo. Ni ellos mismos parecen muy entusiasmados con la idea ni, en todo caso, están en situación de ponerla en práctica, pues no gobiernan.

El "No" como inicio de una negociación tiene la ventaja de su claridad y la desventaja de que, cualquier cosa que se acuerde en tal negociación será siempre una concesión. Como posición de partida del jugador es poco inteligente porque desde ya está claro que el gobierno cederá y lo que se discute no es si debe o no ceder, sino cuánto y en qué cederá. 

El independentismo catalán tiene la iniciativa porque se la ha ganado jugando limpio. El nacionalismo español está a la defensiva, en una posición incómoda y, además, carece del apoyo social unitario que, justamente, envidia en los catalanes. Al margen de las barbaridades que se leen en las redes sobre los putos catalanes (a veces en tuits de políticos), el nacionalismo español carece de todo proyecto nacional incluyente capaz de ofrecer una vía de entendimiento con el catalán.  Como, al final, tendrá que encontrarlo porque no están los tiempos para bombardear Barcelona, habrá de contentarse con lo que buenamente consiga -si consigue algo- en una situación de falta de autoridad moral, de crédito y de habilidad para proponer soluciones. 

Sea cual sea el resultado de la jornada de hoy, algo debe quedar claro: cualesquiera negociaciones se entablen habrán de hacerse a plena luz, con debate público en los órganos colectivos, tanto institucionales como espontáneos. No pueden plantearse como un pacto secreto producto de unas intrigas a las escondidas entre Rajoy y Mas, como si fueran los hacedores de milagros. 

El país está en una encrucijada y es inadmisible confiar decisiones que pueden tener consecuencias incalculables a alguien como Rajoy, más procupado por sus problemas de corrupción que por otra cosa y un hombre de quien jamás se sabe qué se propone hacer porque no suele saberlo ni él.

El hijo del notario.


Formé parte de ese casi millón de personas que, de abril a septiembre de este año, fuimos a ver la magnífica exposición sobre Dalí que organizaron el Museo Reina Sofía y el Centre Pompidou de París, en colaboracion con la Fundació Sala-Salvador Dalí de Figueres y el Museo Salvador Dalí de Saint Petersburg (Florida). Pero, como odio hacer colas cuando puedo evitarlo, retrasé la visita hasta dar con un momento de menos apreturas. Porque, si hacer colas es odioso, pasear por un museo atestado de gente aun lo es más. Dado el éxito de la expo, hube de esperar casi al último momento. Finalmente pude ir y me quedé tan impresionado que he tardado un par de semanas en reaccionar. De tal modo que, cuando me decidí a escribir algo sobre ella, la exposición se había clausurado. Será, pues, la primera vez que escriba sobre un evento ya pasado. Es un poco daliniano, por utilizar un término frecuente en las manifestaciones públicas del pintor. Nunca la había entendido y la atribuía a alguna de sus frecuentes excentricidades. Veo ahora, después de visitar una exposición tan completa (más sistemática, aunque no tan abundante como la que hubo en 1983) que se trata de una expresión cargada de sentido. Le servía al pintor para dar a entender que se consideraba por encima de las distintas escuelas o corrientes artísticas, incluso de aquella cuya autoría y jefatura solía atribuirse: el surrealismo. El dalinismo es un estilo propio, que recoge muchas tradiciones pero rompe todos los moldes. Algo muy acorde con la peculiar visión que Dalí tenía de sí mismo, al considerarse como un revolucionario (mucho más que sus compadres surrealistas, al estilo de Breton o Aragon) amante al mismo tiempo de la tradición, la jerarquía, la aristocracia y el catolicismo.

La exposición contenía algunas de sus obras más famosas, junto a muchos otros óleos, dibujos, bocetos, fotografías, escritos, libros, revistas, objetos surrealistas, vídeos y documentales. Se subtitulaba todas las sugerencias poéticas y todas las posibilidades plásticas. Y sí señor, así es. La obra de Dalí es tan original, tan creadora, que cada cuadro es un universo cerrado en sí mismo y muchos juntos forman una constelación tan abigarrada y extensa que que no permite imaginar haya algo fuera de ella. Y tal es la aportación, casi la revelación de esta extraordinaria muestra: que permite comprobar cómo las distintas manifestaciones que el pintor fue sembrando a lo largo de su vida en sus múltiples escritos, algunas de sus expresiones más características y aparentemente inconexas, formaban parte de un proyecto unitario que, al final, tenía un sentido... daliniano. Las expresiones se encuentran por toda la exposición: el estilo paranoico-crítico, la miel es más dulce que la sangre; y también sus manifestaciones que pueden leerse en sus extraños y dispersos escritos: el artículo sobre San Sebastián, dedicado a Lorca, el Manifiesto amarillo o manifiesto antiartístico catalán, con Lluís Montanyà y Sebastià Gasch, contra "los putrefactos", el Manifiesto místico, La vida secreta de Salvador Dalí, el Diario de un genio,  la interpretación paranoico-crítica de una imagen obsesiva: "el Ángelus" de Millet, o el increible Manifiesto sobre el  derecho del hombre a su propia locura, etc. Dalí debe de ser el pintor más volcado en otras artes, la literatura, la poesía, el teatro, el cine, el ballet, la música. Y en todas partes impone su huella daliniana, como se aprecia en sus más famosos cuadros, complejas historias, compuestas por elementos de varias dimensiones (y no solo de la tercera, que tanto le ocupó) espacio-temporales, auténticos mosaicos simbólicos cuya contemplación agita al espectador, lo sacude de mil modos, lo incita, se le escabulle, lo provoca, lo sacude y no le deja descanso. Por estar está hasta ese Enigma de Hitler (1939) del que el propio autor decía que no lo entendía.

Es imposible dar razón en una crónica de ese denso mundo que la exposición muchas veces se limita apuntar. Solo cabe hacer algunas reflexiones sobre los aspectos que suelen llamar más la atención. Por supuesto, el cine en muy primer lugar, El perro andaluz y La edad de oro, capaces de sobrevivir en las inolvidables escenas oníricas de la peli Recuerda, de Alfred Hitchcock. Los otros surrealistas hablaban del subconsciente en la línea psicoanalítica. Dalí, que estaba muy orgulloso de haber conocido a Freud en Londres, en 1938, lo recrea. Tiene gracia ver a Gregory Peck e Ingrid Bergman, dos doctores muy serios, hablar de las paranoias de Dali, pensando que son propias.

No es extraño que Breton acabara por expulsar al bueno de Salvador del grupo surrealista. Me parece que se buscó una excusa típica, dando a entender que Dalí se hubiera comercializado y seguramente de ahí viene ese perverso anagrama que le dedicó de Avida dollars. Me parece injusto. A Dalí el dinero le parecía muy importante, como a todo el mundo. Pero, a diferencia de todo el mundo, siempre supo que tendría el que le hiciera falta y se dedicaba a despilfarrarlo. Breton perdió la oportunidad de dar una interpretación psicoanalítica de la expulsión: achacarla al destino del artista. Dalí es el eterno expulsado, el que no encaja en ningún sitio: lo expulsaron del colegio, de la Academia de Bellas Artes y hasta de su familia. Breton, en realidad, cumplía un designio.

Hay varias manifestaciones delÁngelus, de Millet que, como se sabe, fue influencia permanente a lo largo de la obra de un genio que siempre supo que lo era y, por tanto, jamás fue parco en reconocimiento a aquellos de quienes hubiera aprendido algo. Un hombre leal, caramba. ¿Qué mejor reconocimiento de influencia que el Autorretrato al estilo rafaelesco? Rafael, Miró, Picasso, mucho Picasso aparecen aquí y allá y también las influencias literarias y musicales que siempre reconoció, en el Busto de Voltaire que desaparece o la portentosa síntesis de la copa/cáliz de Tristán e Isolda.

En fin, quien se canse de contemplar Las tentaciones de San Antonio o La metamorfosis de Narciso, entre otras muchas, que levante la mano. Que la levante quien no vaya buscando relojes blandos, cuerpos cajoneras, hormigas o panes. Y por supuesto, los españoles se quedan petrificados, literalmente petrificados delante de la premonición de la guerra civil viendo que, en efecto, es de 1935 y, por lo tanto, una verdadera premonición. Una en la que se ve a Goya.

La relación de Dalí con Gala -abrumadoramente presente en su obra- era, por lo menos extraña. Su sexualidad, de la que habla mucho, no menos.  Tiene uno la impresión de que Gala fuese la substituta de la madre, tempranamente perdida y de la que él era muy dependiente. Mírese El gran masturbador. Una especie de pansexualidad anima muchas de sus obras que se abren al espectador pero lo envuelven, lo atraen, lo absorben, lo penetran, lo hacen suyo, se proyectan en él. Luego, cuando lo dejan partir de nuevo al encuentro con la realidad, encontrarse un teléfono cuyo auricular es una langosta dorada es lo más normal del mundo.

La comunicación es la base de la política.


Mañana y pasado se celebra en Granada un congreso internacional de Comunicación Política y me han elegido para pronunciar la lección de clausura. El congreso se desarrollará en inglés y mi intervención, también, con lo cual me siento un poco como Ana Botella, aunque espero no monopolizar Youtube.

Mi conferencia se titula Mastering Minds: The Fortunes of Political Advertising y constituye un intento de explicar la evolución de la comunicación política, desde sus orígenes en la propaganda política hasta el día de hoy. Se pretende asimismo trazar una línea entre propaganda y comunicación y, por último, se trata de plantear los problemas que surgen cuando se analizan las cuestiones de la comunicación política desde una perspectiva moral que afecta al comportamiento individual.

Tod@s l@s amig@s están cordialmente invitad@s.

dimarts, 10 de setembre del 2013

Contra Bárcenas no hay Alaya que valga.


Es patente la alegría con que la vicepresidenta del gobierno ha saltado sobre la noticia del estrambótico auto de la jueza Alaya imputando sin imputar a Chaves y Griñán. Tanta que se ha olvidado de que lleva meses diciendo que ella no habla de asuntos judiciales (si se trata de Bárcenas) y, en dos minutos ha valorado el asunto judicial del PSOE en Andalucia. Cualquier otro ser humano hubiera tratado de disimular tanta desvergüenza. Pero no es el caso con esta aparente mosquita muerta que, como su jefe, miente siempre que habla. Es el enésimo intento de recurrir a la técnica del ventilador, para tapar la mierda propia con la ajena. La corrupción ha existido y existirá siempre, asegura, filosófica, Sáez de Santamaría, antes de invitar hipócritamente al PSOE a reconocer que los dos partidos están en lo mismo, en la corrupción. Falso. El caso Bárcenas no afecta a unos políticos de una comunidad autónoma, y en la gestión de un aspecto específico del presupuesto, sino a toda la cúpula del partido del gobierno, incluido su presidente actual y el anterior, Aznar, y durante veinte años en que ese partido ha estado ganando elecciones amañadas con trampas. Ni color. Tampoco depende de un auto más o menos estrafalario y quién sabe si prevaricador, sino que es un denso procedimiento penal con cientos de actuaciones y sólidas pruebas; no alambicados subterfugios que dejan ver a las claras los entresijos de una justicia partidista.

Porque de esto se trata, ni más ni menos. De cómo la derecha trata de utilizar hoy la judicatura como antes hacía con los militares: en su propio beneficio y en contra del interés público. Como hace con todas las instituciones del Estado: si no puede ponerlas a sus órdenes, las destruye. Así ha sido con el Tribunal Constitucional, al que ha puesto bajo la dirección de un militante cuyo respeto por la legalidad vigente desaparece cuando se trata de sus intereses personales y los de su partido y cuya demagogia y odio a Cataluña debieran ya haberlo apartado del cargo que tan impropiamente ostenta.

Las dos cortinas de humo preparadas para ocultar la corrupción del PP, el gobierno y su presidente Rajoy en el caso Bárcenas, Gibraltar y los juegos olímpicos, han fracasado estrepitosamente en medio del más penoso ridículo.  La majadería ilimitada de Ana Botella, exhibiendo a ojos del mundo en un inglés macarrónico su vulgaridad de vendedora de feria, obligaba a sacarse de la manga algún otro espectáculo que distrajera la atención del verdadero problema que es el de un país gobernando por un presunto mangante, a quien en cualquier momento un juez puede llamar a declarar en un procedimiento penal y no mediante sofismas e interpretaciones traídas por los pelos, bordeando la interpretación delictiva de la ley, sino en aplicación de criterios jurídicos transparentes y de puro sentido común.

Aquí están las diferencias que nos llevan a concluir que, en efecto, el PP trata de valerse de los jueces (de los jueces que se dejan, claro) para torcer la justicia y salir beneficiado en sus tropelías. Veámoslas:

1ª) Sin base alguna, sin competencia para hacerlo, como ella misma reconoce, la jueza Alaya imputa de hecho (que no de derecho) a Chaves y Griñán y, por si hubiera alguna duda de qué es lo que espera de su sospechosamente poco equitativo acto, habla del impacto "mediático" de la medida. Así es: lo que busca es el ruido mediático -con grave riesgo para el prestigio de la justicia-para acallar el cachondeo con el ridículo de Ana Botella y el presunto latrocinio del PP en el caso Bárcenas.

2ª) Con toda la base y la competencia del mundo, el juez Ruz todavía no ha citado a declarar a Rajoy ni siquiera como testigo, siendo así que sí lo ha hecho con los otros secretarios generales del PP por ser secretarios generales del PP. Rajoy también lo fue pero, misteriosa e inexplicablemente, aún no se le ha citado sin que medie explicación alguna de por qué este tratamiento favorable.

3ª) En los años ochenta del siglo pasado, el juez Barbero, instructor del caso Filesa, de financiación ilegal del PSOE, ordenó un registro de la sede de este partido que hicieron funcionarios judiciales sin previo aviso, por sorpresa y con carácter exhaustivo, llevándose con ello mucho material incriminatorio.

4ª) A meses vista de que se conocieran los presuntos delitos del extesorero del PP, Bárcenas, delitos supuestamente cometidos, entre otros lugares, en la sede del partido en la calle Génova, el juez no había ordenado registro alguno y, cuando, por fin, se decidió a reclamar una prueba concreta, los ordenadores del imputado, dio cinco días a quienes estaban en posesión de ellos, por si todavía no habían terminado de inutilizarlos por entero a efectos probatorios.

¿Queda alguna duda sobre el carácter partidista y a favor del PP de la justicia española?

Y, sin embargo, esta vez no les saldrá bien. Con el caso Bárcenas -y la presunta complicidad de Rajoy- la derecha se ha pasado veinte pueblos y el asunto no tiene arreglo, por muchos incondicionales que movilicen en la judicatura, llámense como se llamen.

La pintoresca imputación/no imputación (solo para efectos mediáticos) de Chaves y Griñán pasará sin pena y gloria (y es posible que le cueste un disgusto a la jueza Alaya) y el fantasma de Bárcenas volverá a ensombrecer el horizonte del PP.

¿Por qué? Porque Bárcenas es Rajoy.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).