Tomo prestado el título a la espléndida y terrible novela de Primo Levi con intención bien diferente como verá quien lea lo que sigue:
El que prometió dar la cara lleva dos años escondido.
El que dijo que llamaría al pan, pan y al vino, vino, no pronuncia el nombre Bárcenas.
Quien aseguró mantendría su espíritu de diálogo no habla con nadie, no responde las preguntas de los periodistas, no contesta las interpelaciones parlamentarias y da orden a su partido de mantener un silencio cerrado de omertà.
Quien se preciaba de hablar claramente lleva dos años mintiendo e incluso lo reconoce públicamente al admitir que no ha cumplido su palabra.
Quien aseguró que diría siempre la verdad se niega a decir cuánto dinero público se ha embolsado en los últimos veinte años, tanto el legal como el presuntamente ilegal.
El que dijo que obligaría a dimitir a los cargos imputados no solo no lo hace sino que no piensa ni en dimitir él si llegan a imputarlo.
Quien aseguró que daría al Parlamento la importancia que tiene, no se digna pisarlo y lo ha reducido a una cámara de bloqueo de la oposición.
Quien dijo que velaría por la imparcialidad de los medios públicos de comunicación los ha puesto en manos de un grupo de esbirros ideológicos que los han convertido en un aparato de propaganda.
El que afirmó que no tocaría el Estado del bienestar lo ha desmantelado.
El que prometió que no abarataría el despido lo ha hecho libre y gratuito.
Quien dijo que, cuando gobernase, descendería el paro, lo ha incrementado y sigue haciéndolo.
Quien aseguró que bajaría los impuestos los ha subido. Y los ha subido injustamente, para que paguen más quienes tienen menos.
Quien afirmó que no daría dinero público para rescatar bancos les ha entregado 120.000 millones de euros prácticamente a fondo perdido.
El que dijo que metería la tijera a todo excepto la sanidad, la educación y las pensiones, ha vendido la sanidad pública a empresas privadas, bastantes de ellas regidas por granujas; ha liquidado la educación pública y gratuita a favor de la privada de los curas; y ha liquidado el sistema público de pensiones.
Y todo esto no lo ha hecho con el paso del tiempo, a lo largo de los años; no. Lo ha hecho de inmediato, apenas tomada posesión porque ya lo tenía todo preparado de antemano. Hizo una plataforma repleta de mentiras para ganar las elecciones y aplicar su verdadero programa, que es el que consta más arriba.
Cuando un gobernante comete tantas iniquidades pierde la escasa legitimidad que pueda haber tenido. Deja de ser un gobernante legítimo. Se convierte en un déspota. Deja de ser un hombre. Es un granuja.