diumenge, 15 de setembre del 2013

Análisis de la carta.

Rajoy ha tardado cincuenta días en contestar la carta de Mas. No se ha precipitado. Es razonable, por tanto, pensar que la suya estará muy meditada, sopesada y medida. Nada será casual. No lo son los cincuenta días. Es un modo de indicar a Mas su posición subalterna. Que espere. ¿Desde cuándo los superiores contestan a los inferiores cuando estos quieren?

Más sutil es el error en la dirección: Pina de Sant Jaume, una dirección inexistente. No es un error, sino una tergiversación adrede. Más subalternidad. Los señores suelen equivocar los nombres, los apellidos, las direcciones de los subordinados. "Oiga, Alfonso, digo Arturo..." Una forma de salir del brete de verse obligado a escribir "Plaça Sant Jaume". Y menos mal que no la dirigió a "Pira de Sant Jaume". Eso hubiera sido más de Rouco Varela.

El contenido es típico del estilo del presidente. Ofrece diálogo sin fecha de caducidad (seguramente aportación de Arias Cañete a la misiva) y abierto. Mas debe sentirse muy honrado pues el presidente le ofrece generosamente lo que niega a los periodistas (cuyas preguntas no admite), a los diputados (cuyas interpelaciones bloquea), a los cargos y militantes de su propio partido (a quienes ha impuesto un silencio de omertà) y hasta al cuello de su camisa. Un presidente mudo, oculto, desaparecido, se muestra abierto a charlar de lo que sea con Mas. Aquilátese el valor de la oferta teniendo en cuenta que ganó las elecciones prometiendo dar la cara y llamar al pan, pan y al vino, vino.

Sostiene Rajoy que el mejor servicio a la legitimidad democrática que usted invoca es precisamente respetar ese marco jurídico en el que los gobiernos hallan su fundamento y legitimidad. Aparte del estilo cantinflesco, se trata de una formulación típica del más obtuso positivismo jurídico conservador, según el cual la legitimidad procede del marco jurídico, o sea, del derecho positivo, y no al revés. Es obvio: la justicia emana de la ley, sin duda, pero mucho más emana la ley de la justicia. No perdamos, sin embargo, el tiempo, con disquisiciones teóricas y vayamos a lo práctico. ¿Así que la legitimidad emana del respeto al marco jurídico, a la ley? Vale. ¿Qué fue lo primero que hizo Rajoy al tomar posesión? Reformar la Ley de TVE para poder nombrar con los votos de sus solos diputados a un comisario político como director. ¿Qué ha hecho con el marco jurídico laboral? Literalmente, cargárselo. ¿Qué con la ley de educación? Derogarla con una trapacería indigna. Si por respetar el marco jurídico se entiende cambiarlo cuando nos incomoda para ponerlo al servicio de nuestros intereses, ideologías o caprichos, ¿cuál es el valor de la admonición a Mas? ¿Respete usted el marco jurídico que a mí se me antoje?

Dice asimismo Rajoy que hay fuertes vínculos que nos mantienen unidos que y no se pueden desatar sin enormes costes afectivos, económicos, políticos y sociales. Hay un eco como de amenaza y, para mitigarlo, añade el presidente que es preciso fortalecer esos lazos y huir de los enfrentamientos. Y eso lo dice quien quiso promover un referéndum contra el Estatut, apadrinó campañas de boicot a los productos catalanes; quien tiene un ministro que quiere "españolizar" a los niños catalanes y quien ha impuesto un presidente del Tribunal Constitucional para quien en Cataluña se educa en el desprecio a la cultura española. Formas sutiles de estrechar lazos.

Lealtad recíproca pide quien no ha sido leal ni a su propia palabra.

Terminemos. La carta de respuesta podía haber ido en blanco. Total, tampoco responde claramente a la petición de Mas. No llama al pan, pan; ni al vino, vino. No dice que no. Dice que deben seguir trabajando para resolver los problemas reales de los ciudadanos. Sabida es la tendencia de los catalanes a resolver los irreales.

En realidad, Rajoy había escrito otra carta y, como no le dejaron enviársela a Mas, se la encomendó a Palinuro, que la publicó hace un rato.