diumenge, 11 d’agost del 2013

Déjese de gibraltareces, devuelva lo presuntamente trincado y desfile, hombre


La banda de presuntos ladrones que detenta el poder ha ideado la estratagema de Gibraltar por ver si desvía la atención pública de las latrocinios, estafas, malversaciones, enchufes, mamandurrias, ilegalidades que ha venido acumulando en los últimos veinte años.

Tarea inútil por dos razones: 1ª) Gibraltar no interesa a nadie al norte de La Línea. Cualquiera sabe que España no puede conseguir nada del Reino Unido, salvo hacer el ridículo una vez más y todo el mundo se toma a chirigota los intentos de estos mangantes de tapar su corrupción con oriflamas ridículas. 2ª)  El grado de corrupción que ha acumulado esa organización a la que cabría denunciar como asociación ilícita es tan desmesurado, tan insólito, tan escandaloso que nada ni nadie podrá taparlo:

Según se desprende de los papeles de Bárcenas, el PP lleva veinte años financiándose ilegalmente, ganando elecciones con trampas y llenando los bolsillos de sus dirigentes con dineros que, cuando no son ilegales, son profundamente inmorales. Esta es la lista completa de lo dirigentes que han cobrado sobresueldos y las cantidades en que lo han hecho, que se sepa de momento:


Una rapiña de 10.221.785 euros de todos (1.703 millones y medio de las antiguas pesetas) con nombres y apellidos.


A ella hay que añadir los infinitos pagos en especie, bicocas, trajes, viajes gratis total, regalos, cumpleaños, confetti, bolsos, bodas, hoteles de lujo y comilonas en que han dilapidado verdaderas fortunas obtenidas por vías torticeras y clarísimo quebranto del interés público, gracias a la red Gürtel en la que colaboraban todos: delincuentes y miembros del PP. Y, por supuesto, los millones que muchos se han apropiado con actividades claramente delictivas, Gürtel, Bárcenas, Comunidad Valenciana, caso Matas, Baltar, Fabra, etc: una apretada piña, núcleo de una verdadera sociedad del expolio y demás y variadísimas formas de apropiación indebida de lo ajeno. La Dueña dolorida, la dura dirigente que aplicó un programa de sacrificios y recortes sin piedad en Castilla La Mancha, tendrá que comparecer ante el juez del caso Bárcenas para explicar sus sobresueldos. De paso también podría aclarar el asunto de los 200.000 euros de mordida del PP esfumados de su contabilidad, de dónde han salido los dos millones y medio de euros que ha costado el casoplón de Toledo (pagado a tocateja) y por qué su marido cobra 7.000 euros al mes de no sé qué banco por no hacer nada.
 

Y en el centro de esta banda de sinvergüenzas, controlándolo todo, defendiendo al principial encausado hasta después de que se conociera su implicación delictiva, animando al resto de delincuentes o presuntos delincuentes en Baleares, Comunidad Valencia o por doquier, protegiendo a los ministros de su gobierno más claramente sospechosos de corrupción, como Ana Mato, está Mariano Rajoy, responsable único de este tinglado de apandadores, responsable político clarísimo de esta red de corrupción generalizada y, presuntamente,  beneficiado por ella. Casi 1.600.000 euros de sobresueldo a lo largo de los años es una fortuna. Y ya veremos también si responsable penal.
 
Hasta la fecha , Rajoy se ha negado a hablar, a explicar nada y, parapetado en su mayoría absoluta,rehusa dimitir, como debiera hacer si tuviera un mínimo decoro. Por el contrario trata de distraer la atención de la gente con maniobras diversionistas, como puede verse con este remake gibraltareño de pura estirpe franquista. Espera que el escándalo amaine y el asunto se olvide.
 
Ni lo uno ni lo otro. Gibraltar no le importa nada a nadie y, en un país en que los inquilinos se suicidan, la gente busca comida en los contenedores de basura, los enfermos mueren faltos de atención médica y los niños padecen desnutrición, la opinión está indignada con esta asociación de presuntos ladrones que, al parecer, creen tener derecho a seguir ostentando un poder para el que no están legitimidos.
 
Especialmente su presidente, un hombre que, sobre haber estado presuntamente cobrando dineros ilegales, ha mentido al parlamento en la única comparecencia que ha tenido, obligado y arrastrado por la oposición.
 
Un presidente que cobra sobresueldos y miente al parlamento es indigno de estar en el gobierno .
 
Por lo demás, si después de dimitir, que es lo único honrado que puede hacer, quiere ir a hacer compañía a los monos de Gibraltar, váyase en buena hora con tal de que ningún juez considere que deba procesarlo.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dissabte, 10 d’agost del 2013

El baile de los millones


Au plein soleil, a pleno sol se cometen los crímenes más espeluznantes. En el sol cegador de agosto siguen lloviendo los papeles de Bárcenas, guión de una obra grotesca en la que una caterva de individuos, según parece, se repartían pasta a lo grande, de procedencia supuestamente ilícita y se daban unos vidorros increíbles con esos o parejos fondos. No son crímenes espeluznantes, qué vamos a hacerle; el genio no da para más. Es el habitual patio de Monipodio hispano: políticos trincones, caciques depredadores, empresarios delincuentes, curas arrambladores, funcionarios venales, plumillas serviles, logreros de todo tipo y nobles estafadores. Hasta aquí nada nuevo desde los tiempos de los Tercios de Flandes. Sí hay dos innovaciones frente al uso tradicional: a) faltan los espadones; b) ahora el patio se ha industrializado y la presunta corrupción (millones ilegalmente recibidos, ilegalmente invertidos e ilegalmente compensados con adjudicaciones ilegales) se ha hecho con criterios racionales, empresariales, que han durado veinte años. Eso es lo grave y lo importante de los papeles, los meticulosos papeles de Bárcenas: que ponen de relieve la estructura de una empresa dedicada a obtener dineros ilícitamente para fines ilícitos. Lo gordo es  que esa empresa se llama PP.
 
  Aquí está lo importante. Rajoy puede envolverse en la bandera y salir en público con un casco y una canana, hacia la reconquista del Peñón, pero no distraerá del esperpento de la política nacional. Hablaremos luego de Gibraltar, pues es agosto y llegan las perseidas. Pero lo esencial es no tomarse el señuelo del Peñón en serio.

Lo serio aquí, lo grave, lo escandaloso a extremos insólitos son los papeles de Bárcenas. Los últimos caen de lleno sobre Cascos, el famoso "General Secretario" de hosco ademán. Pues bien, se lo llevaba crudo, presuntamente, por lo legal, lo alegal y lo ilegal. Y la pastizara se repartía por decisión de unas fatídicas siglas "J.M." que, obvio es, apuntan a Aznar. Otros empiezan a desfilar ante el juez: Cascos, Cospedal y Arenas y hay una petición de que lo haga Rajoy. Todos están callados como muertos y sin duda animando a la reconquista del Peñón. Que lo reconquisten ellos, a pecho descubierto, como sueña Trillo en sus noches encendidas quizá llevando en andas un Cristo de la Penitencia. Que lo hagan a la carga de la brigada pesada. Pesada por la cantidad de dinero que se han metido en el bolsillo. Rajoy puede seguir creyendo que alguien se lo toma en serio; es bueno para los nervios; pero no es cierto. Un hombre que daba lecciones de austeridad, rectitud, prudente proceder, que pedía sacrificios a los demás y, llegado el momento, no dudó en sacrificarlos, no puede haber estado cobrando esa pasta increíble en sobresueldos inmorales, a la chita callando. Bueno, puede y quizá lo haya hecho. Pero es absurdo pedir luego que alguien lo tome en serio.. Y este es un párrafo que empieza afirmando que el caso Bárcenas es serio y termina diciendo que el presidente no lo es.
 
Hagan un ejercicio barcénigo (en punto a contabilidad, Bárcenas es buen modelo): saquen un excel y anoten cuidadosamente en una columna (llamándola como quieran : Haber o Botín) todos los dineros que los grupos dominantes se han llevado limpiamente. Y en otra (que pueden llamar Debe o Expolio o como quieran) todos los que la gente normal, los trabajadores y la clase media ha perdido. Hay que cuantificar algunos casos difíciles pero la comparación es abrumadora. En la columna del Botín habrán de figurar las cantidades que se lleva la Iglesia católica; lo que pillan los corruptos de toda laya en el partido, las administraciones públicas, los cargos; la pasta que se regala a los bancos; la que se regala a empresas privadas con problemas y que pueden destapar más casos de corrupción; el coste de los dispendios faraónicos de una clase política autonómica que parece sacada de una novela de Galdós; lo que trincan los gobernantes con el aumento de todo tipo de impuestos, gravámenes y gabelas y con la imposición de nuevas y caprichosas exacciones. Es una lluvia de decenas, centenas, miles de millones de euros entregados a una casta parasitaria que no sirve ni para garantizar trabajo a aquellos a los que explota sin descanso.
 
En la otra columna pongan, que también puede cuantificarse, lo que la gente ha perdido por el aumento del paro, las reducciones de salarios, el aumento de absolutamente todos los impuestos, los recortes (incluso las simples supresiones) de todas las prestaciones sociales públicas en todos los ámbitos, el médico, el asistencial, el educativo, el cultural, los de las pensiones, el de la habilitación de los sectores más desfavorecidos. Añádanle el lucro cesante de esas decenas de miles de jóvenes forzados a emigrar en busca de una oportunidad, una sangría en forma de fuga de cerebros. Como si nos sobraran. Por cierto, que no es así lo demuestran las explicaciones que los gobernantes dan de esta vergüenza de la emigración forzosa por razones económicas afirmando que los jóvenes se van porque quieren ver el mundo o algo similarmente estúpido.  
 
Ahora comparen las columnas y digan si no es razonable sostener que, además de la crisis más o menos general, en España tenemos otra nuestra, peculiar, originada en la corrupción, esa corrupción que el PP parece haber convertido en estructural; con sus tres colores: la corrupción blanca (la financiación pública de la Iglesia); la corrupción gris (las dietas indebidas, los sobresueldos en A); la corrupción negra (los sobresueldos en B). Y los tres colores están en la paleta de Rajoy. En verdad, lo han embadurnado. Ya puede partir él solo a la reconquista del Peñón. Le acompañarán los sobresueldos y los fantasmas de sus mesnadas: quienes también los cobraban.
 
Cameron, a quien Rajoy dice haber puesto firmes, ha mandado la flota al Peñón y él asegura con grn firmeza, que mantendrá sus medidas mientras el británico no negocie. Cuando una parte cifra su éxito en que la otra se avenga a negociar está perdida de antemano. En realidad, España carece de argumentos de fondo y de la fuerza militar para imponer su solución. Solo puede incordiar y eso a costa de un desprestigio mayúsculo y entrando en conflicto con su propia población.
 
Y lo más irritante es que todo el asunto es una falacia. El sacrosanto argumento británico del referéndum de los llanitos por el que casi el 100 por ciento decidió seguir siendo británico tiene para Gran Bretaña el peso que tienen sus armas. Cuando fue caso de devolver la colonia de Hong Kong a la China, la cuestión del referéndum. la autodeterminación y el respeto al derecho de los pueblos ni se mencionaron. Y había muchos ciudadanos (millones, de hecho) que querían seguir siendo británicos. Pero la China es la China y España es España.
 
Ahora, sigan ustedes haciendo el ridículo. No les basta con las payasadas nacionales del plasma, el nuevo ¡Viva Honduras! en Palma de Mallorca, las peinetas de Cospedal, las declaraciones hilarantes de sus portavoces, las alcaldadas de sus alcaldes. Quieren exponerse a la rechifla internacional. Ser portada de los periódicos extranjeros a través del mensaje la guerra fría de Rajoy. Y todo para tapar (inútilmente) el mangoneo reiterado, durante veinte años, de esta tropa de perillanes.
 
No les extrañe nada que cualquier día de estos tengamos un problema serio con Ceuta y Melilla. El que se avecina con la cuestión catalana no es una posibilidad sino una casi certidumbre. Con un gobierno que no puede gobernar porque está dedicado a buscarse coartadas..

divendres, 9 d’agost del 2013

Consideraciones de un mono de Gibraltar.


Resulta difícil de creer pero estos españoles vuelven a tomarla con nosotros por sus follones internos. Lo que me contaba mi abuelo de los franquistas, que le organizaban manifestaciones al embajador de Londres en España.

¡Calla, que el embajador de España en Londres es Federico Trillo, el de Perejil! Federico Trillo y el ministro Margallo, el dueto del amanecer. Resuenan los clarines al asalto del Peñón, nuestro hábitat natural. Los llanitos, unos humanos bastante civilizados que hablán inglés con acento de Triana, están indignados y hablan de franquismo. Tengo un primo en el zoo de Madrid, esclavizado en las mazmorras españolas, y me ha contado que Rajoy dice haberle "cantado las cuarenta a Cameron". No sé si en Downing Street juegan al tute. Aquí en la Roca, sí y ya sabemos que de cantar, nada, y menos las cuarenta. Al contrario, el español se ha achantado y, según tuitea Cameron, dulcificará los controles en la frontera. Para garantizarlo manda la Navy. Eso no lo dice, pero lo pensamos todos.

¡Qué habilidad la de los españoles para ponerse en ridículo! Trillo corta la figura perfecta del viejo y despectivo Dago británico, el engolado fantoche que habla con voz impostada y torvo mirar y no dice más que sandeces. Quien lo dude, que busque la foto del besamanos a la Reina con motivo de la entrega de credenciales. Nunca he visto un embajador tan parecido a un pingüino. A nosotros nos da igual. Ahora, con los chicos de la Navy aquí un par de días en pleno verano, vendrán en tropeles a mirarnos y a que los miremos. Pues no son presumidos estos ingleses ni nada. Pero los prefiero a esos estirados españoles que van por ahí dando bufidos mientras roban las cucharillas de los saraos.

Por cierto, he visto una curiosa encuesta en The Telegraph que dice mucho sobre la situación. No es que sea mi periódico. Los monos somos bulliciosos y preferimos prensa tabloide, como The Sun o así, pero esta noticia tiene su miga. El periódico hizo una encuesta entre los lectores sobre a qué país pertenecemos los gibraltareños (si a Inglaterra o a España), incluidos nosotros, los monos, a quienes, por cierto, nadie pregunta en los referéndums y eso que tenemos nuestro corazón. Bueno, la última vez que la consulté los resultados eran apabullantes: de 399.595 respuestas, 368.847 (o sea, el 92,37%) sostienen que ¡a España! Me dice mi primo el cautivo que la noticia corrió como la pólvora por las redes sociales. Estos británicos, ¡qué raros son! El que menos, la llamaba "flipante". En realidad, lo único que demuestra la encuesta es que votaron los españoles en masa a través de internet. De hecho, el periódico llama al resultado una digital Armada. Es con lo que cuenta -y sin saberlo, porque no entiende nada de redes- ese otro Dago estúpido y fanfarrón al frente de la diplomacia española, Margallo, el Gallo de la Línea, un majadero que no sabe hacer ni una lista de indultos.

Mi primo me dice que la cortina de humo de Gibraltar es un fracaso y que aparecen más datos de los papeles de ese tal Bárcenas cada vez más escandalosos. Esas siglas "J.M." que dice Bárcenas no recordar si son José María o Jaime Mayor, vaticinan la llegada de Armageddon y el fin de los tiempos. En nuestro vecino del norte se pagaron sobresueldos a todo quisque en el partido, prebendas, sobres con pastuquis alucinantes por diversos tipos de servicios. Y todo por orden de los jefes, un puñado de mafiosos al frente de una banda de ladrones. Con lo que se cumple el viejo proverbio de Samuel Johnson, autor a quien los monos tenemos en gran estima, de que "el patriotismo es el último refugio de un canalla". En este caso, de unos mangantes. Y también aparecen unos apuntes según los cuales el PP, el partido ahora en el gobierno en ese país, pagaba a Severo Moto, el líder de la oposición a Teodoro Obiang en un remoto lugar del continente, Guinea Ecuatorial. La verdad es que los británicos nos interesamos ya poco por el África, pero eso de ayudar a Moto frente a Obiang, que hace lo que hacía el caudillo Franco, no se entiende muy bien. Salvo que la banda de pillastres quiera jugar a dos barajas en Guinea, como hace la iglesia católica, mucho más maniquea que la nuestra, la anglicana.

He preguntado por ahí qué posibilidades hay de que los españoles se pongan farrucos y me han dicho que ninguna. Pues si Rajoy pretende distraer la atención de sus compatriotas para que no hablen de Bárcenas (o sea, de él) va a tener que bombardear el Peñón. No lo veo. Le faltan medios. Antes lo veo amenzando con bombardear Barcelona. 

(La imagen es una foto de Wikipedia Commons, bajo licencia Creative Commons).

Los males de la Patria.


Javier Benegas y Juan M. Blanco (2013)Catarsis. Se vislumbra el final del régimen. Prólogo de Jesús Cacho. Madrid: Akal. 344 págs.


Este interesante libro, fruto de la colaboración de un politólogo, Benegas, que trabaja como asesor de comunicación, y un economista, Blanco, que lo hace como profesor en la Universidad, tiene una larga tradición a la que acogerse, la de la llamada "literatura del desastre", que empieza ya en el siglo XVII y sigue en crecimiento hasta nuestros días. Cabría hablar de un género por derecho propio, un género ensayístico, especulativo, contrafáctico y hasta literario al que se incorporan muy ilustres arbitristas y brillantes plumas de la tradición española. Al día de hoy en que el género sigue funcionando. El amplio eco que suelen encontrar estas obras prueba que tratan una cuestión que preocupa mucho a los españoles: el origen de su decadencia, los males que aquejan a la nación, sus causas, sus remedios, el complejo frente a Europa, la excepcionalidad negativa española y, por supuesto, la leyenda negra.

Los dos autores se enganchan en este relato pesimista, catastrofista y lo hacen con harta originalidad. Han troceado el libro en once partes y un total de 65 capítulos, necesariamente breves y muy ágiles. Todo es tan trepidante como un periódico y se anima al lector a leerlo como un periódico, esto es, empezando por donde quiera y siguiendo por donde le dé la gana porque cada uno de esos 65 capítulos es una breve historia cerrada en sí misma. Mayor agilidad no cabe. El inconveniente de esta especie de "salpicado" del razonamiento en vez de valerse de un árbol porfiriano es que algunos conceptos y sus explicaciones se reiteran. Además, basta que un autor haga una recomendación de lectura para que el lector avisado no la siga. Y, en efecto, al final, el libro tiene un orden y un desarrollo racionales que va de lo más general a lo más concreto, de lo más antiguo a lo más moderno y hasta especula sobre el futuro.

Lo obvio es cómo se engancha en la citada tradición. Desde el principio se dictamina con carácter general algo sobre lo que pocos discreparán, que "resulta difícil encontrar otro país europeo que haya tenido tan pésimos gobernantes" (p. 33). Pues sí. Y, por si hubiera alguna duda, se hace un paralelismo entre la primera y la segunda restauración borbónicas (p. 41).

Hay, sin embargo, una ruptura con esa tradición cuando los autores subrayan y repiten una idea medular: que las desgracias de España no tienen nada que ver con la supuesta psicología del pueblo, la idiosincrasia de los españoles, nada que nos venga dado por naturaleza (pp. 38, 108, 310). La causa del desastre actual reside en unas instituciones políticas pensadas con los pies. Suena bien, a actual, racionalista y hasta científico. Son las instituciones. Claro. Pero, ¿de dónde vienen las instituciones? En un sentido contingente, inmediato, vienen de la Constitución de 1978 que los autores diputan de absoluto fracaso, especialmente en lo relativo a la cuestión territorial (pp. 63, 172). Una Constitución que vino a consagrar una chapuza, llamada Transición, cosa que se echa de ver en la profunda crisis de legitimidad (p. 170) que afecta al régimen, especialmente visible en la tambaleante situación de la Monarquía (pp. 275, 292).

Pero eso es lo contingente. Luego, cuando los autores desmenuzan las cuestiones, denuncian unos males sempiternos, no exclusivos de la Constitución de 1978, sino anteriores a ella. La partidocracia de hoy reproduce la de la primera Restauración, con especial hincapié en el intento de los partidos de coloniazar la administración (pp. 77, 98, 106) o ideal de la España de los cesantes. De la Restauración es también su denuncia de la prensa comprada (pp. 42, 131, 134), la vergonzante autocensura y la traición de los intelectuales (p. 121). ¿No habrá por ahí un Max Estrella? Pero el enganche con la tradición es incluso anterior a la feliz época del bipartidismo decimonónico. La insistencia de la autores en que España no es un sistema de libre acceso (pp. 58, 187, 209), sino de acceso cerrado, sembrado de caciquismos, favoritismos, e hiperlegalismo para justificar el dispendio de las CCAA (mito, dogma y tabú) (p. 293), reinos legislativos de Taifas (p. 269), enraiza en la crítica a la España de los Austrias en la que todos querían vivir del Estado. Tanta fidelidad al desastre por encima de los siglos quizá se haya hecho costumbre y un poquito de idiosincrasia. Son los hombres quienes hacen las instituciones. No al revés.

El análisis de los problemas actuales es brillante y, a veces, original. La explicación de la corrupción es muy cierta (pp. 221, 225) y la comparación con el caso del ministro alemán de Hacienda, Schäuble, oportuna (p. 227). Pero lo más interesante es la discrepancia con esa teoría general de que la corrupción en España se debe a que la población también lo es. Una teoría justificativa e inaceptable, señalan los autores con razón (p. 233). Esta corrupción deriva del funcionamiento de las "elites extractivas", un concepto de la teoría de la decisión racional que es uno de los sustentos teóricos del libro (p. 183). La función de esas elites extractivas es la que ha conseguido llamar crisis a lo que no es sino una estafa de la banca (p. 201). Palinuro no puede disentir de tan atinados juicios. Si acaso, desconfía algo de lo que el libro llama la "enorme estafa ideológica" (pp. 145, 161, 199) que parecería ser la defensa de una visión keynesiana o neokeynesiana del Estado del bienestar , frente a lo cual se propone, si no he entendido mal, un retorno a los principios neoclásicos de retirada del Estado (pp. 145, 161, 199). No es convincente que la solución de la crisis sea reincidir en una de sus causas. El capitalismo desregulado no es viable.

El libro es muy actual y concluye con análisis muy actualizados y bien argumentados de la crisis y su especificidad española (p. 302) y del movimiento del 15-M (p. 31).

Sí, podía leerse de cualquier forma. Pero tenía un orden interno y, además, bastante sistemático. Para la próxima edición sugiero una duodécima parte sobre la iglesia católica, de la que no se habla cuando España sigue siendo un país nacional-católico por encima de la Constitución de 1978.

dijous, 8 d’agost del 2013

Claves de Palinuro.


Son ya much@s l@s lector@s que se ponen en contacto con Palinuro por asuntos de opinión, sobre todo, doctrina. Suelen querer saber la ideología del autor o “de qué pie cojea”, según dice un amable lector. Mientras la cosa se mantenga en niveles de cortesía y respeto mutuo seguiré contestando con mucho gusto. Pero hay preguntas y cuestiones que se repiten y, a falta de abrir una sección de CFP (o “cuestiones frecuentemente preguntadas”) a lo mejor es prudente repetir los datos que, por lo demás, se encuentran en gran medida en las secciones correspondientes del blog. De forma que, para salir de dudas,



Palinuro es:

En filosofía, materialista con un añadido de marxismo y existencialismo escépticos.

En ética: kantiano.

En religión: agnóstico y anticlerical.

En arte: omnívoro.

En literatura : igual.

En política: feminista y de izquierda. Y, como esta es la cuestión más preguntada y cuestionada, un par de precisiones. No milita en partido alguno. Su izquierdismo es bastante pronunciado y, de encontrarse próximo a algo, sería al anarquismo. Pero vota al PSOE, porque es el único que puede parar a la derecha. Le gustaría que los socialistas fueran algo más radicales. Después del feminismo y el anarquismo, la ideología que mayor respeto le merece es el socialismo democrático. No tiene simpatía alguna por el comunismo, el vociferante antiguo o el nuevo vergonzante. Sí, en parte, por los intentos de poner en pie algo intermedio entre él y el socialismo democrático, si bien los reputa inútiles por estar acaudillados por innumerables cabezas de ratón, todas pegadas entre sí y todas convencidas de ser lenines redivivas.

Su independencia es rotunda y a machamartillo. Su juicio, absolutamente personal. No pertenece a ninguna bandería ni cofradía de opinadores mediáticos en donde abundan más los enchufes, caciquismos y corruptelas que en la política. No tiene deudas (salvo la inevitable hipoteca) ni servidumbre de ninguna especie. Jamás ha desempeñado cargo público al margen de los estrictamente académicos y nunca ha recibido instrucciones ni sobres de nadie. Siempre que ha defendido o criticado algo lo ha hecho sin interés personal. Nunca se ha beneficiado de sus pronunciamientos orales o escritos pero sí ha sufrido  bastantes veces silenciamiento o persecución por ello. Apoya diversas causas humanitarias, ecológicas y de libertad en la red, aunque eso ya es ámbito privado.

Es nacionalista español, pero apoya y defiende el derecho de autodeterminación de las naciones no españolas dentro del Estado. 

Los recambios.


El poder es droga dura. Quienes lo ejercen o han ejercido se vuelven adictos. Y se comportan como tales: ignoran la realidad; se inventan otra; se engañan a sí mismos y engañan a los demás; o creen que lo hacen; en lo tocante a su adicción, no tienen límites morales; están convencidos de ser capaces de hacer lo que no son capaces de hacer; encuentran siempre razones extraordinariamente plausibles y verosímiles y siempre falsas.

Los dos principales dirigentes políticos españoles, Rajoy y Rubalcaba -ambos con valoraciones ciudadanas inferiores a las que pudiera obtener un serial killer- ya no forman un duumvirato pues el socialista ha comprobado que su voluntad pactista constructiva era lo de las margaritas a los puercos, dicho sea con todo respeto. Pero los dos son adictos al poder y ambos se encuentran más o menos al final de sus ciclos respectivos. Se obstinan en negarlo por su adicción, pero no pueden evitar que la realidad los arrincone y los arrolle. No son bien valorados ni por sus propios votantes que tienen otras preferencias. Inverosímiles en el caso del PP y muy verosímiles en el del PSOE.

Preferir a Aguirre o Aznar frente a Rajoy tiene su chiste. Sobre todo para Rajoy. Pero la preocupación de este no tiene mucho que ver con la situación en su partido, inmerso en un colosal asunto de corrupción ante los tribunales y a punto, quizá, de que lo denuncien por asociación ilícita. Tiene que ver con su propia posición personal como presidente del gobierno tan absolutamente desacreditado que nadie se explica por qué no ha dimitido ya. Su comparecencia parlamentaria fue bochornosa y únicamente ha servido para ponerle las cosas más difíciles desde el punto de vista procesal. Se pide su presencia como testigo en el caso Bárcenas. Pero, en realidad, de haber mentido, ya lo ha hecho en el Parlamento y viene a ser lo mismo. A lo mejor lo que procede es solicitar un careo. Si, a fuer de adicto, Rajoy se obstina en negar la realidad, la realidad acabará negando a Rajoy.

Fabricar una realidad paralela es inútil. El encontronazo de Gibraltar no servirá de nada. No llega ni a episodio Malvinas. No siendo posible dirimir el asunto a cañonazos, es forzosa la negociación en donde siempre se hace patente la extraordinaria debilidad de la posición española. Cualquier acuerdo, por insatisfactorio que sea, que lo será, pero pueda venderse a la opinión pública se presentará casi como la recuperación de la soberanía española sobre el Peñón. Pero el estatus quo no habrá cambiado. Y la imagen de Rajoy se habrá deteriorado más. De hecho, cuando los llanitos hablan del franquismo del gobierno español dan en la diana. Un alcalde del PP acaba de decir en público que los asesinados por Franco se lo merecían y su partido no lo expulsa de inmediato. Tienen razón los llanitos.

Rajoy dice haberle cantado las cuarenta a Cameron, cosa que este niega mientras tuitea que el Reino Unido piensa defender el Peñón en todos sus frentes. Como siempre con Rajoy, lo más probable es que mienta y que no le haya cantado a Cameron ni la una. Ya hizo algo parecido al comienzo de su mandato cuando vino de Bruselas diciendo que nadie le había presionado y que era él quien había presionado a los demás. Es típica fanfarronería española. Pero, en todo caso y definitivamente, Gibraltar es una serpiente de verano, igual que Carromero; aunque este cobra todo el año.

En el PSOE los recambios resultan más verosímiles. Van muy por delante de Rubalcaba en preferencias. Es verdad que, hoy por hoy, Rubalcaba tiene una tarea concreta que es forzar la dimisión del gobierno, de Rajoy en concreto por no ser digno de ostentar la presidencia ni estar en condiciones de ejercerla con eficacia. Pero, una vez pasado este lamentable episodio, se debiera abordar la sucesión en la secretaría general y la candidatura a la presidencia del gobierno. Con tiempo suficiente. Los votantes parecen inclinarse por tres nombres: Chacón, Madina Y López. Los tres parecen competentes; López y Chacón más bregados y más fajados, con mejor preparación para lo que se avecina. Entre los dos, mi inclinación personal es por Chacón. Tiene personalidad, voluntad y no se achanta ante situaciones incómodas. Es, además, mujer y catalana, dos activos muy importantes aunque por diversas razones. Lo de mujer no se puede soslayar con el paternalismo de que esas cosas ya deben darse por supuestas. Todo el mundo admite hoy que las mujeres puedan ser presidentas del gobierno. Efectivamente; ahora solo falta que lo sean.

El activo catalán es también muy importante. Una de las más inteligentes formas que tiene el nacionalismo español de avenirse con el catalán es promoviendo a un(a) catalán(a) a la presidencia del gobierno. Alguien podría decir que no basta con que el presidente sea catalán, sino que ha de ser nacionalista catalán. De hecho hubo un intento parecido allá en los comienzos de la transición con una llamada Operación Roca, de un Partido Reformista Democrático que presentaba como candidato a la presidencia a Miquel Roca i Junyent, a quien se suponía teledirigido por Jordi Pujol. Por lo demás, que haya nacionalistas no españoles en el gobierno de España tampoco suena tan raro. ¿No hubo ministros anarquistas en el gobierno de la República durante la guerra civil? En este caso no es cosa de posibilidad sino de probabilidad; la probabilidad del respaldo electoral que tenga. Entre tanto, que haya una catalana en la presidencia tiene alto valor simbólico.
 
Los dos partidos dinásticos deben tomarse en serio la cuestión del recambio si quieren que a su vez la gente se tome en serio su propuesta programática en las próximas elecciones.

dimecres, 7 d’agost del 2013

El hombre de partido.


España es una partidocracia ya que el poder político lo ostentan los partidos. Que sean dos o sean más; que lo sean en todo el territorio o unas partes u otras son asuntos importantes pero secundarios. El anatema al bipartidismo no cuestiona la base del poder de partidos sino el hecho de que solo dos partan el bacalao. Quieren ser más. Más partidos. Quizá se esgrima aquí la teoría del mercado de que, siendo más partidos, habrá menos monopolios. Pero el monopolio de la representación y acción políticas seguirá siendo de los partidos.

Esta posición dominante les havenido otorgada a partir de la segunda guerra mundial en especial en Europa. La experiencia de las dictaduras anteriores -todas con partido único- que suprimieron la libertad de partidos, hizo coincidir estos con la idea misma de democracia y por ello se los reconoció en las Constituciones, se les atribuyeron funciones importantes en la marcha de las instituciones, se garantizó su financiación pública. En definitiva, se consagró un régimen partidocrático. Nada extraño pues las otras democracias liberales, anglosajonas, que no padecieron dictaduras, ya lo tenían de antes. Y encima regímenes con tendencia al bipartidismo.

En su acción de gobierno, los partidos se convierten en lo que se conoce como "asociaciones de buscadores de rentas". Ganadas unas elecciones, proceden a ocupar los aparatos del Estado y la administración pública, quitan a los que pueden y los substituyen por los suyos. El famoso spoils system gringo solo es famoso por ser los gringos quienes lo bautizaron, pues practicarlo, se practica por doquier. Y, si no se hace más es porque la Administración ha impuesto un sistema de provisión de plazas por funcionarios inamovibles precisamente para evitar que cada partido colonice la administración a su antojo cada cuatro años, consiguiendo que no funcione nada en medio de la corrupción más generalizada.

Los partidos son Estados dentro del Estado y tienden a coparlo, controlando todos sus poderes. Se organizan como gobiernos o como gobiernos en la sombra, pero no pierden nunca de vista el ejercicio del poder, del que se consideran prácticamente propietarios. El primer acto del poder es el reparto de prebendas, algo por lo que se ha luchado antes, para obtener rentas. Además, gracias al sistema de financiación pública y su acceso a fuentes ilegales de financiación privada (aunque esto no pueda darse por seguro por razones evidentes) los partidos están en situación de sobrevivir en una relativa abundancia en los periodos en que están fuera del poder.

Los partidos son los lugares en donde se hacen las carreras políticas. Actúan como mecanismos de selección de elites gobernantes entre sus militantes y dirigentes y, como es lógico, priman la antigüedad de forma que están poblados por gentes que acumulan trienios de pertenencia y militancia, saltando de unos cargos a otros, de unos puestos a otros: en la primera fila, senadores, ministros, embajadores, diputados; en la segunda fila, secretarios de Estado, directores generales, delegados del gobierno y así hasta la fila "n", asesores de libre designación y mamandurrias diversas. Ingresar en un partido en una buena posición es iniciar una carrera para toda la vida.

La doctrina al uso no gusta de los políticos profesionales porque son un desdoro para la democracia. Pero lo que hay en las democracias liberales es precisamente políticos profesionales. Son los hombres de los partidos. Lo que sucede es que no son lo mismo en todos los partidos.

El PP es un partido de políticos profesionales. Y cobran por ello. Teniéndose todos en alta estima, cobran en consonancia por lo que, a los sueldos oficiales que la administración prevé y las retribuciones que por razón del cargo otorguen los partidos, añaden unos pagos graciosos en forma de sobresueldos que, según los papeles de Bárcenas, son ilegales por su procedencia. En todo caso, son biografías muy similares: gentes con toda su vida militando en el partido o defendiendo sus posiciones ámbitos distintos (los medios) de la sociedad civil pero generalmente también a sueldo del partido. Es un partido concebido como una empresa dedicada a la recaudación de fondos para articular política y jurídicamente los intereses de los empresarios, que son quienes pagan. Los políticos cumplen el mandato de los empresarios, no del electorado, y obtienen así unas rentas notables que se coronan con la seguridad de un puesto bien remunerado en algún consejo de administración. Ser dirigente del PP, militante, es un chollo. Así se explica esa unidad pétrea del partido en donde nadie discrepa, salvo casos excepcionales y con consecuencias limitadas al foro del propio partido, cuya acción unitaria nadie discute. El hombre de partido en el PP no tiene opinión ni discurso propios. Por eso se les reparten todos los días unos argumentarios en los que la organización dice lo que hay que decir en cada caso. Nada de discrepancias ni contradicciones. El hombre de partido sabe que le va la paga en ello.

El PSOE también ha evolucionado en el inevitable sentido oligárquico. Está literalmente repleto de políticos profesionales, gentes con muchos trienios también en la mochila de servicios al partido. La tasa es menor que en el PP. Pero es. La inmensa mayoría de los delegados en los congresos son cargos públicos. Suelen decir los socialistas que el suyo es "un partido de gobierno". No hay duda. Se nota en estas cosas. Rodríguez Zapatero quien, a su vez, era un oscuro pero contumaz diputado por León que había hecho la carrera en el partido, impuso un cambio demasiado brusco en el reparto de rentas e hizo de lado a un sector de históricos que se sintieron agraviados. Y tenían cierta razón, aunque no la que ellos pensaban porque, en realidad, los nuevos zapaterianos o zapateristas no eran mejores que los veteranos. También en el PSOE hay oportunidades de retiro dorado para los gobernantes y ministros que hayan favorecido de algún modo los intereses empresariales. De nuevo menos que en el PP. El hecho de ser también en parte una asociación de reparto de rentas hace que las carreras individuales configuren hombres de partido bastante disciplinados. Dos factores van en contra de esa disciplina aunque, de momento, son de importancia menor: uno es que las oportunidades son menos al haberse privatizado prácticamente todo el sector público que es donde los políticos profesionales socialdemócratas orientaban su carrera, lo que va en detrimento de la lealtad y obliga a buscarse la vida por otros pagos. El segundo es que los retazos de la antigua ideología a veces se manifiestan y surge alguna cuestión doctrinal, pero suelen ser de escasa monta. Hay una izquierda socialista dentro del mismo PSOE, reconocida, con un valor testimonial. El último retazo ideológico es el nacionalista y ese sí parece tener algo más de mordiente en la consideración del partido como máquina útil de reparto de rentas.
 
En el caso de IU, al ser una federación de partidos y personas, la figura del hombre de partido presenta caracteres distintos. Añádase que la funcionalidad de la organización para el reparto de rentas es muy limitada pues no se trata de un partido de gobierno, salvo a escala municipal y no muy relevante y de coalición en algún gobierno autonómico. No hay más rentas de las que puedan derivarse de la financiación pública. (Por eso es tan injusto que el gobierno del PP reduzca las asignaciones a los partidos, sabiendo que los otros no disponen de sus fuentes de financiación, incluidas las presuntamente ilegales). Nada de nombramientos de embajador, magistrado de esto y aquello y hasta simple asesor,cargo que en el PP está al alcance de un Carromero. En IU las carreras suelen iniciarse por motivos ideológicos y no por intereses. Pero justamente la ideología es muy quisquillosa, especialmente manejada por intelectuales que abundan más en IU que en la academia platónica. Si añadimos su fuerte narcisismo vamos dando con la razón de ser de esa miriada de frentes, foros, movimientos, todos animados por una idea que sus dirigentes han formulado. Aquí el hombre de partido es más hombre de idea. Profesa su lealtad a un concepto que es incapaz de definir: el de izquierda. Por supuesto, también hay en IU hombres de partido a la vieja usanza, de los de carrera política al servicio de la organización. Pero estos tienden a ser los de la vieja escuela del PCE, allí donde ser hombre de partido era considerado timbre de gloria.

(La imagen es un cuadro de Ferdinand Bol (1616-1680) "Gobernadores del gremio de comerciantes en vinos").

dimarts, 6 d’agost del 2013

Gibraltar es poco. Hay que reconquistar Cuba.


En realidad eso parece que intentaba Carromero, reconquistar Cuba o, cuando menos, luchar por la libertad de la isla, según parece asegura El Mundo. Sí, en realidad uno sospecha que las grandes luchas de liberación de los pueblos se han hecho siempre a golpe de talonario o de dineros contantes y sonantes. Ya desde las treinta monedas de plata hasta el oro de Moscú, detrás de muchos hitos de la humanidad está la pastuqui. Carromero-a quien los cubanos llaman Carromato- se echó a la faltriquera unos miles de euros que en Cuba deben de ser millones, y se reunió con el líder de la oposición, Osvaldo Payá, con ánimo de encender la mecha que insurreccionaría la isla. No hay que perder mucho el tiempo con estas payasadas. Son pura serpiente de verano.

¡Ah, fementidos ingleses, pérfida Albión, innobles llanitos! ¡Nuestra paciencia tiene un límite!¡El Peñón es irrenunciable! Nos comparan con Franco y hasta con aquel merluzo argentino de Galtieri que se metió en el lío de las Malvinas para ocultar el desmadre que tenía en el país. Pero este gobierno no cederá en los derechos de España y..., vale, vale, otra serpiente de verano.

Las serpientes de verano fabricadas por los gabinetes de comunicación son renacuajos en la charca de la corrupción. Aquí el dragón de verdad, el terrible Fafner que custodiaba el oro del Rin, robado a los nibelungos y antes a las ninfas, es Bárcenas. Y es lo único que interesa porque esos papeles son como el contrapunto a las solemnes declaraciones de Rajoy cuando dice de sí mismo que es una persona recta y honrada. Y es ya el único en decirlo pues hasta la fiel Dueña dolorida ha dejado de poner la mano en el fuego por él ni por nadie que no sea su familia, una decisión quizá precipitada, visto el andoba que se ha echado de marido. Los papeles trasmiten una imagen del gobierno y su partido que Bonifacio Cañibano ha relacionado con la banda de ladrones de la República platónica,, lo que, de modo más púdico, se conoce como "asociación ilícita" o "asociación de malhechores". Véase, si no, cómo chapotean los más encumbrados dirigentes en el cieno de los sobresueldos de la caja B. De los sobresueldos y las gratificaciones en especie, los viajes, los hoteles de lujo, las comilonas. Y eso mientras, según recordaba Quiroga hace unos días, en el País Vasco no tenían ni para pagar los entierros de los asesinados por ETA.

Es que, en verdad, es muy fuerte. Dijo Rajoy en el Parlamento que en el PP no había caja B; solo A y todo legal. Pero había B, B de Bárcenas que sigue soltando lastre. El juez Ruz parece tener pruebas de la caja B que afectan a Rajoy, Rato, Arenas y Cascos. Vale. En el PSOE anuncian que pedirán un careo de Bárcenas con algunos de los mencionados e, igualmente, que declare Rajoy como testigo. Si el país pasa por ese trance, las consecuencias pueden ser inimaginables. Y eso que la petición es "constructiva". Con las mismas razones con que piden el careo con Rato o Arenas, pueden pedirlo con Rajoy.

No entiendo cómo este señor no dimite viendo que está causando un daño irreparable a su país. Da la impresión de que su cálculo es del tipo de ciudad asediada o "política de Negrín", esto es, aguantar como se pueda en espera de que algún acontecimiento exterior de gravedad haga imprescindible la acción inmediata del gobierno y, por lo tanto, la de su presidente. Un conflicto con Inglaterra o la declaración unilateral de independencia en Cataluña serían bienvenidos.

Todo antes que verse obligado a dimitir en ignominia, como Nixon, por haber mentido al Parlamento y, por tanto, al país.



Una nota final sobre ese alcalde gallego del PP que afirma que los fusilados por Franco quizá se lo merecían. Estos son los que van acusando de nazis a los demás; los que se fotografían con banderas nazis y dicen esas burradas fascistas. Por cierto cercanas a la del algo habrá hecho de una ciudadanía vasca completamente encanallada por ETA en el pasado. Entre las llamadas Trece rosas fusiladas otro cinco de agosto en 1939 había varias menores de edad. Hace falta ser muy fascista y muy mal bicho para decir que las menores pudieran "haberlo merecido". No basta con que retire sus palabras. Debe retirarse él.

dilluns, 5 d’agost del 2013

Esperando la tormenta.


Se van de vacaciones con el país sumido en una crisis múltiple de muy feos frentes, económico, territorial, de gobierno e internacional. Es una prueba más de la irresponsabilidad de este gobierno cuya valoración ciudadana, según los barómetros del CIS debe de ser la más baja (en conjunto y uno a uno los ministros) de la historia de España o, al menos, desde que se hacen esas mediciones de la opinión pública. Si tuvieran un mínimo de sentido común -de ese del que Rajoy presumía hasta el hartazgo- estarían en sus despachos, preparándose para la que se viene encima en todos esos frentes.

La opinión general, tanto dentro como fuera del país, es que el asunto más acuciante, la supuesta corrupción del gobierno y del partido, en especial del presidente de ambos, lejos de haberse zanjado, está más viva que nunca. Que ha quedado todo abierto, según editorializaba ayer El País. Incluso peor que abierto. La lamentable comparecencia de Rajoy en el Congreso no ha servido para nada a los efectos de recuperar imagen en la opinión. Un 72 por ciento de los ciudadanos no le cree. Y hace bien. No es creíble. Ha acumulado tantas mentiras en su vida de político profesional, habiéndolo reconocido él expresamente cuando declaró no haber cumplido su palabra "pero sí con su deber", que resulta absurdo pedir ahora confianza.

La comparecencia sí sirvió, en cambio, para empeorar las cosas desde el punto de vista del gobierno y su partido porque Rajoy reconoció expresamente que tanto él como muchos otros dirigentes del PP cobraron sobresueldos durante años, en algunos casos, más de veinte. Los llama de otros modos y sostiene que son legales. Eso está por ver. Y, en todo caso, el reconocimiento público, ya innegable, da un giro a toda la historia del caso Bárcenas puesto que ahora es el caso Rajoy y el caso financiación ilegal del PP.

Para mayor zozobra, incluso el caso Bárcenas está lejos de haberse acabado. Raúl del Pozo anuncia que el extesorero tiene "mucha munición" en esta guerra y que el bombazo está en las grabaciones de Bárcenas. O sea, esperen que arrecia la tormenta. Para cuando el PSOE presente su moción de censura, Rajoy puede estar de nuevo emplazado a explicar en el Parlamento cosas quizá peores que los famosos SMSs de confortación espiritual a Bárcenas.
 
Pero, aunque la tormenta no arreciara por ese lado, el reconocimiento oficial de los sobresueldos tiene carga suficiente para dinamitar el gobierno. Porque Rajoy reconoció haber cobrado y autorizado el cobro a los demás de esas ingentes cantidades de dinero pero no dijo nada de haber indagado sobre su procedencia. Resulta, sin embargo, que esta, a tenor de los papeles de Bárcenas, es presuntamente ilegal. Y eso no tiene remedio, con independencia de que haya o no un delito específico, que, de haberlo, haya o no prescrito, etc. Eso de repartirse los fondos procedentes de supuestos cobros ilegales no es de recibo, se declaren o no a la Hacienda Pública.
 
Hay dos cuestiones particularmente indignantes en esta presunta práctica de la financiación ilegal del PP hace ya veinte años. De un lado, queda en evidencia la mentira, la falacia repetida por Rajoy y algún otro de que ellos "no están en política por el dinero", pues tienen una profesión en la que, añaden con una pizca de desprecio, ganarían más. Es posible, pero lo que la realidad muestra es que, tanto en el caso de Rajoy como en el de otros muchos perceptores de sobresueldos, tendrán una profesión pero no parecen haberla ejercido nunca ya que llevan más de veinte años en política, toda su vida activa y, por lo tanto, son políticos profesionales. Y no estarán por la pasta, pero se han llevado sobresueldos de cine y han vivido a cuerpo de rey sumando a sus sueldos públicos por una u otra razón (a veces diputados, a veces senadores, ministros, etc) los cuantiosos sobresueldos barcénigos con una interpretación laxa de la Ley de Incompatibilidades.
 
Ser militante del PP, especialmente en las alturas, es un chollo, una carrera en sí misma. Es vivir de la política, en concreto del partido y de los ciudadanos -que son los últimos paganos de esta feria de gorrones- y vivir opíparamente, a todo pagado, incluidos viajes, cumpleaños, estancias en hoteles de lujo y comilonas. Significa asimismo mangonear en las administraciones públicas y enchufar a parientes, deudos, amigos y simpatizantes a veces en cantidades industriales, como se demuestra en los casos de las Diputaciones de Castellón y Ourense. Sin dejar de lado la posibilidad de intervenir en alguno de esos negocios de construcciones faraónicas e inútiles, en los que se pilla pastuqui a lo grande en aeropuertos sin aviones, autopistas sin coches, AVEs sin viajeros, que han convertido nuestro país en una variante universal del efecto Potemkim.
 
La segunda cuestión es la de la financiación ilegal de las campañas. Al margen de la consideración jurídica del hecho, está claro que esa costumbre -parte de la trama corrupta- es contraria al espíritu mismo de la democracia, que requiere juego limpio en la confrontación electoral. Ganar las elecciones con trampas invalida sus resultados y destruye las bases mismas del sistema democrático. La posición de ventaja indebida sobre los demás partidos es indignante. Y tanto más cuanto Rajoy insiste una y otra vez en que su mayor compromiso es con el mandato por cuatro años que le dio una mayoría de españoles. Mandato obtenido con trampas y que, además, se traicionó al minuto siguiente de haber ganado las elecciones.
 
Llevar al país a un conflicto diplomático, o más que diplomático, con el Reino Unido por Gibraltar es lo peor que pueden hacer estos gobernantes; lo que les faltaba para que ya los reputen de neofranquistas quienes hasta ahora se resistían a hacerlo. 

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

diumenge, 4 d’agost del 2013

Hay que irse, Presidente.


El vídeo del PSOE en Youtube, poniendo en paralelo, en muertes paralelas, a Nixon y Rajoy es demoledor. Similar situación, parecidas reacciones de impostada seguridad, las mismas afirmaciones de honradez y todo ello respaldado solamente por sus muy devaluadas palabras.

A estas alturas ignoro si queda alguien en la creencia de que la intervención parlamentaria de Rajoy haya resuelto alguno de los problemas del compareciente y del país que se empeña en gobernar contra toda razón y lógica. Nadie salvo el PP y sus dos hojas parroquiales creen que lo ocurrido cierre el asunto. Al contrario, sigue vivo y, en todo caso, más que antes a juzgar por las declaraciones de Rajoy en sede parlamentaria en las que vino a reconocer la práctica de que lo acusan los papeles de Bárcenas a él en persona y a su partido del que es presidente: los famosos sobresueldos. Ya no es preciso escribir presuntos sobresueldos pues estos han sido confesados, bien que con curiosos nombres que no hacen bueno el contenido. Y dado su carácter supuestamente ilícito, constituye la mejor prueba que cabe aducir para pedir una investigación judicial por presunta asociación ilícita

Nadie ha creído a Rajoy. Menudo estratega el presidente. El 72% de los españoles piensa que Rajoy no dijo la verdad al Parlamento cantidad que, siendo alta, no alcanza el porcentaje de quienes dicen tener poca o ninguna confianza en Rajoy, según el último barómetro del CIS; un barómetro que confirma la tendencia de los últimos dos años: desprestigio de los políticos, bajísima confianza en los dos dirigentes del gobierno y la oposición mayoritaria, descenso en picado de la intención de voto del PP y mantenimiento del PSOE en el fondo del hoyo en que se precipitó el 20-N 2011 y ascenso de IU y UPyD. Según interpretación muy al uso, fin del bipartidismo. Como dicen los anglosajones: todas las opciones están abiertas.

A la par con la opinión pública y los medios solventes, tampoco lo ha creído la oposición. Esta pide una comisión de investigación y los socialistas van adelante con la moción de censura que la comparecencia de Rajoy trataba de desactivar ya que la consideraba una "amenaza". Y es lógico. Lo que en la comparecencia quedó claro es que el presidente parece haber estado sometido al chantaje de Bárcenas, como todo el mundo pensaba. Es lo única explicación al hecho de que se mantuviera despacho, secretaria, coche y sueldo al ex-tesorero, habiendo causado baja en el partido. La única explicación a esos bochornosos SMS de aliento y apoyo y presunta complicidad, enviados después de saberse de las cuentas suizas de Bárcenas y no antes, como mendazmente dijo en sede parlamentaria Rajoy. Después y no antes. Ya solo por esos SMS Rajoy debiera dimitir, según Rubalcaba. Ciertamente. Y por otras dos razones no menos graves y dignas de invocarse:

La primera, el reconocimiento del cobro generalizado y continuado en el tiempo (20 años) de los sobresueldos y la financiación ilegal del partido. Más que suficiente para hacer las maletas.

La segunda, el manifiesto desgobierno del país. Obviamente Rajoy está concentrado en las peripecias procesales de Bárcenas, que son las suyas. No puede atender a la gobernación y lo tiene todo empantanado con el agravante de que, al parecer, se va de vacaciones un mes dejando irresponsablemente atrás los problemas abiertos en progresivo agravamiento.

Lo más llamativo de todo, la actitud del gobierno respecto a la carta de Mas, que es mucho más importante de lo que parece. Despacharla con una declaración lateral de la vicepresidenta hablando de que, llegado el caso, recurrirán al Tribunal Constitucional -el mismo al que ya amenazan docenas de recusaciones- es no tener ni idea de la gravedad de la cuestión. Los nacionalistas catalanes interpretarán el silencio de Rajoy, su falta de respuesta a la carta de Mas, como el enésimo insulto de España a  Cataluña y prepararán la cadena humana por la independencia convocada para la Diada con mayor ahínco. Nadie en el gobierno parece prever el impacto mediático del hecho, frente a lo cual no hay nada preparado en ningún terreno.

Pero es que no lo hay en ningún otro. El gobierno parece descoordinado y cada ministro lleva los asuntos según le place, provocando todo tipo de protestas. Los ejemplos más típicos son Ruiz-Gallardón, Montoro y Soria. Pero no se quedan atrás Báñez, Mato o Wert. Su impacto en la opinión pública se puede ver cómodamente consultando las bajísimas calificaciones que les otorga la ciudadanía. En una democracia es difícil gobernar y que te aprueben; pero casi lo parece más que te suspendan tan rotunda y reiteradamente.

La última ocurrencia viene del ministro Margallo, un español de pro, chapado a la antigua, que la tiene tomada con el Peñón. Ya amagó alguna confrontación con Inglaterra a comienzos del mandato pero, por entonces, Rajoy aún gobernaba algo y se consiguió frenar la ofensiva neoimperial berlanguiana. Ahora puede ser distinto ya que Rajoy está dedicado a otros menesteres y, si nadie controla este asunto, nos podemos encontrar con un conflicto diplomático serio en unas condiciones de particular debilidad, tanto en lo interior como en lo exterior.

Si a alguien se le ha ocurrido que un conflicto con Inglaterra por Gibraltar puede desviar la atención del escándalo Bárcenas/Rajoy no sabe en dónde está. Lo que le faltaba al presidente es que lo humillen -que humillen a España, diría él- en la escena internacional como sucedió con el generalato argentino cuando las Malvinas.

Pero puede que no sea una maniobra de cortina de humo sino una vuelta de la raza por sus pagos. No se olvide que nuestro embajador en Londres es Federico Trillo, un recio guerrero dispuesto a defender la integridad territorial de la Patria con las armas en la mano. Y algo de eso debe de haber porque, convocado al Foreign Office para expresarle la protesta británica, no acudió sino que envió a su segundo en la embajada. Del mismo modo a lo mejor Margallo aspira a dejar su huella en las complejas relaciones de España, el Reino Unido y Gibraltar.
 
Definitivamente, esto no puede seguir así. El país necesita un presidente que pueda dedicarle las veinticuatro horas. 

dissabte, 3 d’agost del 2013

¿Comisión de investigación? Bien. Y denuncia por asociación ilícita.


Sumamente descontenta la oposición, especialmente la de izquierda, con la pintoresca comparecencia de Rajoy, vuelve al ataque. El PSOE mantiene la posibilidad de la moción de censura. Pues le ha llegado el momento de materializarla. Tiene que presentarla y forzar otro debate en sede parlamentaria en el que vuelva a tratarse este asunto de la presunta contabilidad B del PP porque es de extrema gravedad. También se pide una comisión parlamentaria de investigación. Nadie duda de que no prosperará a causa de la negativa de la mayoría absoluta del PP. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría ya ha dicho que no ha lugar por estar en marcha una investigación de naturaleza judicial.

La cuestión es el objeto de esa investigación judicial, orientado a los presuntos delitos de Bárcenas. Sin embargo, de los papeles del precito se desprende razonablemente que puede haber otra materia de investigación: la que pudiera darse con una denuncia por asociación ilícita. Que hay indicios razonables que apuntan a este tipo delictivo en el PP lo confirmó, curiosamente, la propia intervención del presidente del gobierno en el debate sobre Bárcenas. Y lo confirmó con toda solemnidad pues lo leyó en un papel, como hace siempre que habla en público. Dijo Rajoy de modo completamente ingenuo, sin darle importancia, como lo más normal del mundo, refiriéndose a la acusación de sobresueldos regulares, reiterados, periódicos en el PP: ¿Se han pagado sueldos? Sí. ¿Se han pagado remuneraciones complementarias por razón del cargo? Sí. ¿Se han pagado anticipos o suplidos a justificar por gastos inherentes al desempeño del cargo? También, como en todas partes. Es de justicia. Se ha pagado por un trabajo, se ha pagado en blanco y se ha incluido el pago en la contabilidad. No me parece se haya reparado en la enorme importancia incriminatoria que tiene esta declaración, reveladora de una mentalidad de quien se cree por encima de la ley.

Es la máxima autoridad del gobierno y del partido la que reconoce en sede parlamentaria unos cobros como prácticas regulares, dando a entender que son lo más normal del mundo y que lo hacen todos. Lo segundo es no solamente falso, sino insultante para los demás partidos españoles, especialmente aquellos en los que los dirigentes, lejos de cobrar sobresueldos, ceden al partido parte de su remuneración. Y también es falso que sea "normal". ¿"Remuneraciones complementarias por razón del cargo" o por "el desempeño del cargo"? Normal, ¿en dónde? ¿En las empresas? Pero un partido político no es una empresa. Queda, además, por averiguar en qué medida son esas retribuciones de tan divertidos nombres (sobresueldos, en definitiva) compatibles con la Ley de Incompatibilidades, que no lo son. Por supuesto, el debate es sobre la naturaleza de los partidos. Pero algo está claro: se financian (en teoría) con fondos públicos. Deben, pues, responder de ellos.

O sea, que ni normal ni en todas partes. Y si es o ha sido delito es cosa que no puede ni debe zanjar el señor Rajoy. Su idea de que los cobros son legales porque se han declarado a Hacienda (aun admitiendo que alguno pueda no haberlo hecho, pues la carne es débil) es sencillamente estrambótica. Hacienda recauda por lo que se declara y los ingresos declarados tienen una presunción de legalidad. Pero no le compete realizar otras averiguaciones salvo casar lo ingresado con lo declarado. Sobre la legalidad o no de los ingresos (los sobresueldos) decidirán los jueces. Como debe ser.

Porque, además, la cuestión presuntamente delictiva en la que el bueno de Rajoy no cayó al hacer tan peligrosa confesión de parte no solo está en la percepción de retribuciones atípicas, por decirlo suavemente, sino en el origen de esas retribuciones. Según los papeles de Bárcenas, los fondos con que se pagaban los sobresueldos o "compensaciones" que todos cobraban tan convencidos de hacer lo que todo hijo de vecino, provenían de donaciones ilegales de empresarios que, a su vez, se manipulaban contablemente para burlar la ley y hacerlas desaparecer, entre otros destinos, en los bolsillos de los dirigentes del PP bajo los nombres de compensaciones. O para el Domund. Y hay más. En algún sitio he leído que existen sospechas de la comisión de delitos de blanqueo de dinero en relación con la compra de la sede del PP en Bilbao.

En fin que hay razones suficientes para proceder en vía judicial con una denuncia por asociación ilícita. Desde el punto de vista político, el asunto de cómo pueda resultar que un partido político sea, en realidad, una asociación ílícita, lo trató ayer Palinuro en su su entrada Ahora ya está todo claro. Desde el punto de vista jurídico, doctores tiene el Derecho que lo argumentarán y refutarán por los matices del concepto de "asociación". Pero, se vea como se quiera, la verdad es que una asociación presuntamente dedicada a recaudar fondos ilegales que destina después a actividades también ilegales al financiar las elecciones vulnerando la ley y al reparto de sueldos atípicos, que compensa aquellos mediante una práctica generalizada de actividades administrativas (contratas, concesiones, adjudicaciones) también fraudulentas, todo presuntamente, claro y que, además, realiza estas prácticas de modo sistemático y contumaz durante más de veinte años; una asociación así tiene toda la pinta de ser una asociación ilícita. Aunque su objetivo público fuera traer el cielo a la tierra.

En un Estado de derecho nadie está por encima de la ley. Ni los partidos políticos. Ni sus dirigentes, aunque sean el gobierno.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

divendres, 2 d’agost del 2013

Ahora ya está todo claro.


Comparecencia de ayer. Rajoy admite haber cobrado sobresueldos, aunque los llame de formas imaginativas y sostenga que son "legales" porque están declarados a Hacienda. Admite asimismo que los cobraban muchos otros y trata de disimularlo, como siempre, echando la propia basura sobre los demás, sosteniendo que lo hacen otros partidos. Falso, como él sabe. Si acaso, en otros partidos se hace al revés: los dirigentes dan parte de su sueldo al partido. Esto provoca la hilaridad de los dirigentes del PP, mucho más avispados que los demás políticos a la hora de trincar la pasta.

Admite Rajoy también implícitamente, pues no lo negó, que el PP lleva veinte años financiando ilegalmente sus elecciones. Haciendo trampas.

Ahora está ya todo muy claro.

Suele decirse que la izquierda es más crítica, más inquisitiva y más protestona y por eso está siempre dividida mientras que la derecha, misteriosamente, aparece unida como una piña.  ¿Por qué? Simplemente porque en la izquierda la gente suele estar por ideales o ideología ya que el dinero no suele habitar los espacios zurdos mientras que en la derecha, al revés, están por el dinero y los ideales y la ideología no cuentan. Incidentalmente eso es lo que explica que el 99,99 % de los tránsfugas sean de la izquierda a la derecha y de la derecha a la izquierda solo haya pasado Verstringe. En la izquierda no hay dinero. En la derecha sobra y los tránsfugas van por él.

Ahora ha quedado claro ya que el PP no es un partido como los demás sino una especie de lobby del capital, la banca y la iglesia, una asociación de individuos a sueldo de la patronal, dispuestos a hacer lo que esta diga a cambio de pastuqui, de abundante pastuqui. Los capitalistas que, de tontos no tienen nada, han visto que su mejor instrumento para controlar el poder político, dictar las leyes en su beneficio y hacer fabulosos negocios a base de contactos priviligiados y corrupción es crear una organización a su servicio que parezca un partido político. De este modo, también se benefician de las subvenciones públicas del Estado a los partidos, lo cual les permite reducir drásticamente las subvenciones a los demás (de las que estos dependen) porque ellos tienen el suyo nadando en dinero de la corrupción.

Visto lo visto y, aunque el PP fabrica fabulosa doctrina y habla mucho de cosas excelsas, a tenor de los papeles de Bárcenas y de lo que Rajoy aceptó ayer en el Parlamento, el PP no es si no una asociación de mangantes que están viviendo a todo lujo con el dinero que fluye a millones de donaciones ilegales de la patronal. Esta organización mafiosa que lleva funcionando veinte años ha pervertido el funcionamiento de la democracia, ha destruido el prestigio de las instituciones y ha destrozado el sentido de las elecciones, todas ellas ganadas con trampas y, por lo tanto, nulas. Ciertamente, esto les importa un rábano porque a los beneficiarios de esta estafa, todos ellos franquistas y/o descendientes de franquistas, la democracia y el Estado de derecho les importa un rábano pues saben que, si desaparecieran, si en España volviera  a haber una dictadura, ellos seguirían en el gobierno porque de demócratas no tienen ni han tenido nunca nada.

Sobre esta asociación ilícita de hecho llamada PP, han llovido los millones de euros a cientos de las donaciones ilegales de la patronal. Esos millones de dinero sucio tenían, según se desprende de los papeles barcénigos, tres destinos:

Primero. Pagar los gastos corrientes del partido, cosa que se hacía con una generosidad sin límites porque los fondos eran también ilimitados. Por supuesto, los patronos donantes recibían condigna contraprestación cien por uno a base de contratos ilegales, adjudicaciones fraudulentas y todo tipo de favores, enchufes y mamandurrias en detrimento de la Hacienda Pública, vale decir, del contribuyente, vale decir, de los trabajadores (pues, como se sabe, en España solo pagan impuestos los trabajadores) o sea, que la lucha de clases está más viva que nunca. La patronal española -un atajo de inútiles incapaces de emprender nada de provecho y que solo sabe ordeñar ilegalmente al Estado mediante enchufes y tratos de favor- vive, como siempre, de explotar a los trabajadores. Con ayuda de la Iglesia católica, que también pone el cazo y se lleva su mordida aunque no tenga que hacer donaciones ilegales, pues ya hay media docena de ministros monaguillos dispuestos a legislar lo que ella quiere, siempre en contra de la libertad, el progreso, la ciencia y las mujeres.

Segundo. Pagar fabulosos sobresueldos a los principales dirigentes de esta asociación de presuntos malhechores. Aparte de la vergüenza de tener que proclamar su "honradez" en público y en la que nadie cree, Rajoy -y algunos otros de semejante nivel de prepotencia- suele decir que él no está en política por dinero,  pues tiene una profesión. Otra falsedad: tiene una profesión, pero no la ha ejercido nunca, lleva toda su vida activa en cargos públicos, cobrando sueldos públicos y, los últimos veinte años por dos o tres conceptos y presuntamente ilegales. Y como él, muchos otros: Áznar, Álvarez Cascos, Cospedal, Trillo, Arenas, etc., etc., todos políticos profesionales, que no han hecho otra cosa en su vida salvo servir a la patronal en donde les dicen, cobrar fabulosos sobresueldos y darse una vida de cine a costa del contribuyente al que se expolia, se engaña, se insulta y se explota. En contra de lo que dicen ellos y repite la batería de periodistas y medios que también están regiamente pagados por este seudopartido, ser del PP es un chollo: te garantizan sobresueldo, enchufe, bicocas, trajes, viajes y, con un poco de suerte, cuando dejes la política, tendrás un magnífico puesto en una empresa privada o "privatizada", el estilo de Zaplana, que está forrado. ¿Se entiende por qué el PP tiene 800.000 afiliados? Muchos esperan pillar algo y miles y miles lo consiguen. A los citados se añaden los Camps, Fabras, Sepúlvedas, "Albondiguillas", Baltares, Barberás, etc., etc. Y esos son a los que han pillado llevándoselo crudo. Calculen los que se han ido de rositas o intentan hacerlo (por ejemplo, el propio Rajoy) y verán cómo la causa de la ruina de España es esta organización cuya finalidad es esquilmar los dineros públicos al servicio de la patronal y el de sus propios bolsillos.

Tercero. Financiar las campañas electorales. Este asunto es de una gravedad inimaginable. Si el dopaje ha servido para que Armstrong haya perdido no sé cuántos títulos, en puridad de los hechos, la financión ilegal de las elecciones del PP debieran servir para anular los resultados. Es indignante, repugna a un elemental sentido de la justicia, que unos mendas hayan competido en juego sucio con otros ocultando que disponían de diez, cien, mil veces más dineros que sus contrincantes, que podían pagar lo que quisieran: los autobuses, los bocatas de los asistentes a los mítines, que podían contratar interventores, pagar trolls en las redes para hacer daño al adversario y, si se terciaba, comprar votos o lo que fuera necesario. Es una historia tan sucia que da asco. Pero hay que sacarla  si alguien quiere que la corrupta democracia española, tenga alguna posibilidad de supervivencia antes de hundirse en la ciénaga de la inmoralidad, el cinismo y la ilegalidad de una gente que ha montado un partido político, a lo que parece, para forrarse y estafar a sus conciudadanos. Tanto que es razonable pedir la ilegalización del PP en vía judicial como  asociación ilícita.

Hay que averiguar hasta el final. ¿Faltó algo ayer en la comparecencia de Rajoy?

Sí, faltaron dos preguntas que la oposición, digna y fuerte, pero corta, no supo o no quiso plantear. Son estas:

1ª) ¿Puede usted , señor Rajoy, decir en sede parlamentaria cuánto cobra y cuánto ha cobrado al mes en los últimos años y por qué conceptos? Solo para que la gente pueda saber lo que cobra el presidente del gobierno, que lleva años ocultándolo y que por fin, la buena señora que tuvo los arrestos de pregúntárselo en TV hace años, tenga su respuesta.

2ª) Las cuentas de Bárcenas en Suiza, ¿son solo de Bárcenas o son del PP? Si mañana Bárcenas dice que son del PP -pues es muy extraño que un simple tesorero sustraiga esas cantidades_ ¿qué va a hacer usted, señor Rajoy? ¿Seguirá diciendo que es usted muy íntegro y honrado -como si eso sirviera para algo- y se negará a dimitir para terminar de hundir el país?

En efecto, está todo clarísimo. Repito, la lucha de clases más viva que nunca. A un lado la gente, los ciudadanos, los trabajadores y al otro esta especie de agencia Pinkerton, compuesta por unas gentes a sueldo de la patronal, dispuestas a hacer lo que sea por seguir cobrando sus sobresueldos.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 1 d’agost del 2013

Tras la comparecencia la dimisión es obligada.


Ha comparecido a la fuerza, arrastrado, a regañadientes, porque no ha podido evitarlo. Se lo han dicho todos los intervinientes, lo sabe la opinión pública y la prensa extrajera. Sin embargo, sigue diciendo que viene por voluntad propia. Es la quintaesencia de su personalidad: mentir, mentir siempre, mentir incluso frente a la evidencia contraria, mentir y hacer como que la verdad no existe. Debe de ser el político más desvergonzado y embustero de la historia de España, un sujeto sin categoría alguna, forjado en el disimulo, la mendacidad, la ocultación y la cobardía.

Palinuro ya avisaba de que su táctica de desviar la atención de la corrupción del PP -que lo afecta a él personalmente- con otras historias no iba a funcionar. Y no ha funcionado. Nadie le ha hecho caso y todos se han centrado en el asunto Bárcenas. Incluido él mismo, cuya réplica giró exclusivamente sobre la corrupción. Para estos efectos ya tenía preparada otra mentira: no había dado antes explicaciones sobre Bárcenas porque nadie se las había pedido. Lo dice con su habitual desfachatez.

Habiendo fracasado en su enésima maniobra de ocultación, Rajoy ha querido defenderse atacando y... la ha fastidiado porque, aun afirmando que no piensa hacerlo, cuando repare en lo que ha dicho, se dará cuenta de que ha dado un paso decisivo hacia la dimisión. Me explico.

La primera parte de la comparecencia ha dejado claro hasta dónde llega el sentido de la democracia de un franquista sobre todo si, además, es un corrupto. Empezó identificándose a sí mismo con España, como Franco. Quien lo ataca a él, ataca a España. Y va más allá: sostiene que la moción de censura propuesta por Rubalcaba (y que ahora ya es imperativo presentar) es una "amenaza" a su persona. Sólo un franquista redomado que carece de todo respeto a la democracia y el parlamento se atreve a calificar de "amenaza" el ejercicio de un derecho de los diputados de la oposición. En su estúpida megalomanía, identíficándose también con el Rey, birló a este la fórmula que él utilizó para escurrir el bulto: Me equivoqué, dice. Al margen de si eso es verdad (que tampoco lo es), ha tardado siete meses en reconocerlo y eso mientras mandaba SMS de apoyo al presunto delincuente con el que él se equivocó.

Advirtió Rajoy que las cámaras no son los tribunales de justicia ni pueden sustituirlos. Obvio, No se trataba de eso, tampoco. De hecho es una nueva mentira del acorralado presidente puesto que no lo pretenden y no hace falta que se lo recuerden. Pero quédense con esta observación para entender la segunda intervención de Rajoy pues hay que conectar las dos intervenciones. Se ve entonces el fracaso de esta nueva táctica de ocultación y por qué Rajoy está mucho más cerca de la dimisión que ayer.

Lo esencial, lo más grave, lo definitivo de la primera parte de la intervención, lo que sella el destino del orador y lo pone a las puertas de la dimisión más oprobiosa tarde o temprano es que, por fin, ha reconocido haber cobrado sobresueldos. Que los ha cobrado él y lo han hecho los dirigentes de su partido. Es la primera vez que lo hace. Ha intentado camuflarlo llamándolos de formas diversas, diciendo que pasa en todas partes. Otra mentira más: esa práctica de pagar enormes sobresueldos a los dirigentes del partido con cargo a vaya usted a saber qué ingresos es exclusiva del PP y del amigo Rajoy que lleva veinte años percibiéndolos. Digan lo que digan los del PP sobre las razones por las que están en política, la realidad es que están por una inmensa pastuqui. Vamos que el PP es un chollo con el que los dirigentes viven a cuerpo de rey y a costa de los españoles. Dice Rajoy, creyendo salvarse con ello (una prueba más de que si los dioses le han dado una cara muy dura, también lo han dado una inteligencia muy corta), que están todos declarados a Hacienda. Estaría bueno. La declaración a Hacienda muestra que se tributa por lo que se ingresa, pero no dice nada sobre el origen de los ingresos ni sobre su licitud o no. 

Por eso es tan importante la admisión del cobro de sobresueldos en sede parlamentaria que hasta ahora era cuestión que Rajoy había rehuido cuidadosamente. Ya está claro -pue lo admite- que ha recibido sobresueldos. Es un hecho. Ahora falta que en su tardo cerebro entre la idea de que lo ilícito está en el hecho mismo de cobrarlos, se declaren o no Hacienda. Rajoy debe dimitir ipso facto por estar lucrándose con dineros ilícitos en tanto reduce los ingresos de los ciudadanos y más si, encima, se sube el suyo mientras baja los de los demás. Y eso ocultándolo, a la chita callando. Es algo sencillamente repugnante.

Es una pena que la oposición -que estuvo bien, en general, aunque falta de garra- no aprovechara la ocasión para hacer la pregunta que Palinuro hace meses que pide se formule en sede parlamentaria: aprovechando que ya admite usted haber cobrado sobresueldos, ¿quiere usted decir cuántos, cuánto, cuándo y por qué conceptos? Parece mentira pero, con lo que ha sucedido, España debe de ser el único país de Europa que no sabe cuánto cobra al mes el presidente del gobierno.

La segunda parte de la comparecencia ya cerró el círculo de su forzosa dimisión debido a su incapacidad para defenderse con acierto. Tardará más o menos, pero la suya es una dimisióbn obligada. Gran parte de la segunda intervención fue repetición monocorde del "y tú más" que solo demuestra que se dan por buenas las acusaciones.

Pero hay más. Rajoy creyó zanjar valientemente la cuestión con un No voy a dimitir porque no soy culpable. Recuérdese ahora lo que dijo en la primera parte sobre confundir parlamento y tribunales. ¿Quién los confunde si no él mismo? Nadie, que yo sepa, le pidió la dimisión por considerarlo culpable, sino por considerarlo responsable de los hechos, que, aunque no lo crea, no es lo mismo. Si es o no culpable lo decidirán los jueces. Solo a un personaje tan falto de luces como sobrado de mendacidad se le ocurre que pueda tener algún valor ante nadie que alguien acusado de un delito diga que no es culpable. Solo a alguien tan necio como para creer sus propias mentiras se le ocurre pensar que el responsable político de un cargo público que resulta ser un presunto delincuente contumaz no es responsable político de lo que haga el presunto.

Se lo dijeron ayer en sede pàrlamentaria; se lo dice la calle; se lo dice la prensa internacional: por el bien de España, váyase, deje de mentir, de engañar, de hacer cisco a su país. ¿No ve usted que no lo creen ni los suyos, ni los que esta mañana le aplaudían?

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?


La comparecencia de hoy es un punto de inflexión en el gobierno de Rajoy. Más o menos a mitad de la legislatura, se produce con un motivo de extraordinaria gravedad, que afecta a la legitimidad de las instituciones. Y encuentra al gobierno enfrentado a la oposición (y buena parte de la opinión pública) no solo en lo político, sino también en lo moral y hasta en lo cognitivo. Para el gobierno y su partido, Bárcenas es un delincuente (le han quitado el preceptivo "presunto") que actuaba solo, del que nadie tenía noticia, al que nadie conocía (Rajoy, en concreto, ni de nombre) y que, por supuesto, no tiene nada que ver con el partido y el gobierno cuya honradez es acrisolada, la contabilidad transparente y sus dirigentes, dechados de virtudes y amor a la Patria, por la que han renunciado generosamente a los emolumentos que en la vida civil les hubieran correspondido, dados sus muchos méritos.

La oposición, por otro lado, cree que los papeles de Bárcenas son la válvula por donde ha salido toda la podredumbre que hay en el PP, literalmente minado por la corrupción casi desde sus orígenes. No es un asunto individual sino colectivo. Es más, de ser ciertos los papeles de Bárcenas (apuntalados por la contabilidad B filtrada en la red por Anonymous), más que de un partido puede hablarse de una asociación ilícita, con claro ánimo (y práctica continuada en el tiempo) de vulnerar la ley. La imagen no es la de unos dirigentes íntegros, honrados, que se entregan a la patria, sino la de una pandilla de pillos redomados que llevan veinte años cobrando sobresueldos de fondos ilegales y dándose un vidorro de cine a costa del contribuyente.

Es duro plantear así las cosas. Pero es lo que hay. Y no todo. Todavía enciende más la sangre que, además de haber estado financiando ilegalmente las elecciones (cuyo resultados son nulos) y haberse repartido la pastuqui al modo mafioso, según parece, sean estos los mismos que imparten lecciones de honradez, sinceridad, democracia, patriotismo, sentido del Estado y no sé cuántas grandezas más. Los que llevan años llevándoselo crudo. Había que soportar a Aznar diciendo en 2010 que el PP tenía que seguir siendo incompatible con la corrupción. De respetarse esa incompatibilidad (que no se ha hecho puesto que hasta Aznar presuntamente cobraba sobresueldos) sería la única que hubieran respetado en el PP.

La situación es bochornosa. El presidente lleva siete meses ocultándose pero enviando SMS a las escondidas a aquel cuyo nombre omitía en público y que fingía no conocer. Enésimo ejemplo de una actitud costumbre en el presidente de mentir sistemáticamente sin que parezca afectarle el hecho de que todo el mundo conozca la verdad. La verdad es que se trata de un presidente sometido al chantaje de un antiguo presunto socio de golferías. Y en esa situación se ve literalmente arrastrado por la oposición al Parlamento, a dar cuenta de acusaciones gravísimas que pesan sobre él personalmente y lo hacen aparecer como el jefe de esa asociación ilícita, que ha organizado, administrado y de la que presuntamente se ha beneficiado. Pues viene diciendo que lo hace a petición propia.

De verdad, da vergüenza. 

Y más lo que va sabiéndose de lo que Rajoy pretende en la comparecencia; lo de siempre: no decir nada, no responder y despacharse con perogrulladas ajenas a la cuestión. La primera señal vino con la fecha, 1º de agosto, buscada para minimizar la audiencia. La segunda con el propósito de convertir la comparecencia monográfica sobre Bárcenas en un pleno escoba para hablar de todo y de nada. 

Como siempre, el plan augura catástrofe y los resultados contrarios a los previstos y queridos. Rajoy puede hablar de lo que quiera y lo hará. Pero la comparecencia es sobre Bárcenas y no habrá nadie en el hemiciclo y fuera del hemiciclo dispuesto a prestar atención a lo que no sea Bárcenas. El resto, como si quiere rezar el rosario. Además, la oposición, a la cual es forzoso dejar hablar, no le seguirá en su maniobra de distracción y se centrará en el asunto de Bárcenas, pidiendo su dimisión (la de Rajoy) por la razón evidente de que un hombre que ha llegado a estos niveles de descrédito y desprestigio, que recurre a estas triquiñuelas para rehuir el bulto y que pasa la mayor parte de su tiempo ideando tácticas para librarse de los avatares de un proceso judicial, no está capacitado para presidir el gobierno de España.

Supongamos que mañana decide el juez que, para aclarar las contradicciones entre Bárcenas y Rajoy, debe ordenar un careo entre ambos. ¿No será mejor que Rajoy dimita antes de que algo así, o similar, pueda darse?

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).