dimecres, 4 d’abril del 2012

Robar muertos, robar vivos.

Entre las atrocidades a que se consagraron los franquistas durante la guerra civil y después de ella, por largos años, ocupan lugar destacado los asesinatos sistemáticos de civiles y sus parientes y el robo de los hijos de los rojos. Tanto es así que sus repercusiones se hacen sentir aún hoy, como si fueran réplicas de aquel terremoto, trasmitidas de generación en generación. Ambas prácticas son piezas claves de una tragedia que ensombrece el imaginario colectivo de los españoles. La negativa de la derecha a encarar estos hechos como requiere una ética elemental (y, desde luego, la cristiana), su defensa del olvido con la metáfora errónea del peligro de reabrir heridas, su intento de equiparar contra toda razón las atrocidades de los unos y los otros, solo demuestra su mala conciencia, incapaz de reconocer que aquellas atrocidades se cometieron en nombre de su dios y de sus creencias e intereses. Comprendo que fastidie reconocer que los discursos patrióticos, los pomposos ideales, los sueños imperiales, la dogmática de la nación católica rezumen sangre de inocentes. Pero mientras esto no se reconozca, mientras los curas no relaten lo que hicieron en la guerra y en la posguerra y no pidan todos perdón por tanta crueldad, las heridas no estarán cerradas.

No hace falta ser de izquierda para darse cuenta de que, con más de 100.000 asesinados, ejecutados extrajudicialmente, paseados, fusilados en sacas de las prisiones y enterrados en fosas comunes, anónimas, España no es otra cosa que un cementerio de víctimas de la barbarie y el odio. Y que los españoles caminamos literalmente sobre los huesos de las víctimas de un genocidio. Ahora mismo están unos geólogos excavando una fosa común en el jardín de una vivienda privada. Y ahora también, merced al descubrimiento de una peineta en una calavera queda probado lo que todo el mundo sabía: que, además de asesinar a los rojos, los franquistas asesinaban también a sus mujeres. Iban por ellas como iban por los hijos, los hermanos, los padres o los abuelos. El terror sembrado fue infinito y dura hasta hoy. Es un crimen de lesa Patria, cometido por quienes se pasan el día hablando de ella.

La otra atrocidad fue el robo de hijos de republicanos. Ahora ya sabemos mucho de esa práctica inhumana. Sabemos que esperaban a que las condenadas dieran a luz para fusilarlas y quedarse con los críos; sabemos que se llevaban los hijos de las presas y ya no se los devolvían; sabemos que secuestraban a los hijos de los exiliados mediante el servicio exterior de la Falange; sabemos que el robo de niños estaba amparado en las doctrinas inenarrables de un psiquiatra, Vallejo-Nájera, con calle en Madrid, que, en su demencia, consideraba, por ejemplo, que el marxismo era una enfermedad y que no tenía mucho que envidiar a los racistas alemanes.

Con el paso del tiempo seguramente empezaron a escasear los hijos de rojos que pudieran robarse y fue necesario buscar suministro en otra parte porque, muy probablemente, ese delito del robo de niños se había convertido en un negocio. Así, por lo que vamos sabiendo de esta siniestra trama en la que, cómo no, está mezclada la iglesia católica a través de sus curas y monjas, la actividad duró hasta fines de los años setenta y primeros de los ochenta. Que haya monjas metidas en este crimen demuestra hasta qué punto l@s religios@s católic@s hacen lo contrario de lo que predican. Se oponen a la contracepción y, con uñas y dientes, al aborto en nombre del supremo valor de la vida humana en abstracto, pero su respeto por la vida humana en concreto termina en el momento en que esta sale del seno materno.

La imagen de esa madre reunida con su hija de 29 años, que le fue robada nada más nacer, podría titularse rostros que irradian felicidad y la hacen contagiosa. Una felicidad mayor que los 29 años de sufrimientos impuestos por una gente desprovista no solo de corazón sino también de entendimiento. Fanátic@s y/o canallas.

(La primera imagen es una foto de Foro Cultural Provincia de El Bierzo, bajo licencia de GNU Documentación libre.). La segunda es la portada de El País de hoy.

Mingote.

Mingote era un hombre muy de derechas. En determinadas cosas francamente reaccionario. Pero tenía sentido del humor (le dedicó su vida) y una especie de honradez natural que le hacía interesarse por los puntos de vista de los demás. Retrató el franquismo y lo hizo con tanto realismo que sus dibujos adquieren el doble valor de ser testigos de una época y documento de ella. Y no solo el franquismo, también la transición y la democracia subsiguiente. Sus dibujos son una crónica de cincuenta años de la vida del país.

Mi madre, que era lectora del ABC no porque fuera monárquica sino porque decía que era el diario menos fascista de todos, era muy aficionada a Mingote y celebró mucho uno de ellos en los tiempos del impacto del Concilio Vaticano II, del que se hablaba sin parar en España porque parecía ir contra el nacionalcatolicismo. En el dibujo se veían dos señoras bien, endomingadas, a la entrada o a la salida de misa y una de ellas decía: "Sí, pero al cielo, lo que se dice al cielo, iremos los de siempre." Le servía, a mi madre, digo, para demostrar la contumacia de la derecha española y estuvo años valiéndose de él.

Siempre he tenido a orgullo que Mingote me dedicara un chiste que reproduzco a la derecha. Corría el año 1993 y así queda probado que algunos llevamos luchando contra ese vicio nacional del ruido hace mucho tiempo. Poco a poco se va admitiendo que la contaminación acústica es un vicio o, incluso, un delito. Al principio, a los que protestábamos por el ruido nos miraban como a excéntricos, algo chalados y maniáticos, cuando no directamente como a antiespañoles. El patriotismo español es extraordinariamente vocinglero. Me dedicó otro chiste, aunque no expresamente, como este, poco después a propósito de un episodio chusco que me ocurrió en el Congreso de los Diputados con una novia que tenía por entonces. Era un chiste muy divertido pero, por desgracia, no lo tengo.

dimarts, 3 d’abril del 2012

España, ese protectorado.

Nunca es tan evidente la distancia entre lo que dice y lo que hace la derecha como cuando enarbola la bandera dizque nacional y entona melopeas patrióticas, hablando de España, unidad de destino en lo universal, madre de naciones, fundadora de imperios, orgullosa de su independencia, celosa de su soberanía nacional. Es la retórica del nacionalismo español. La práctica no solo es distinta; es lo contrario. La derecha está siempre dispuesta a sacrificar los intereses nacionales si no coinciden con los suyos de clase, casta o grupo. Franco, por no irnos más atrás, a Alfonso XII, educado en el extranjero, en París, Ginebra, Viena y Sandhurst en Inglaterra, discurseaba sobre la grandeza de la Patria y la gloria de su ejército, que él capitaneaba como invicto caudillo. Había añadido al escudo nacional la leyenda Una. Grande. Libre. Era un militar patriota. Basta leer su novela Raza, pasada al cine por José Luis Sáez de Heredia, primo de José Antonio Primo de Rivera, para darse cuenta de ello. La Patria, identificada continuamente con la madre, es el único horizonte al que el bravo militar consagra su vida.

No es solamente que la gloria del ejército español deba residir en el hecho peculiar de no haber ganado una sola guerra en los últimos 300 años, es que el propio general firmó un tratado de asistencia mutua con los EEUU en 1953 por el que cedía zonas del territorio nacional a los estadounidenses para usos militares, es decir, renunciaba a la soberanía nacional en las famosas bases, donde el Estado no tenía jurisdicción de ningún tipo. Tal situación produjo algún hecho chusco, como de película de Berlanga, cuando en un accidente entre dos aviones gringos cuatro bombas termonucleares cayeron sobre Palomares, en Almería, lo que daba a España el privilegio de ser el segundo país del mundo en ser bombardeado por los EEUU con bombas atómicas, si bien es cierto que por accidente. Ello obligó al recientemente fallecido Fraga a darse un baño en la zona para demostrar la inocuidad de las aguas.

La cuestión de la soberanía nacional es especialmente amarga en España que reivindica como propio el Peñón de Gibraltar bajo soberanía británica desde que en 1713 cediera a Gran Bretaña el territorio a perpetuidad. Es una espina de la política exterior de todos los gobiernos españoles, sean del color que sean. Pero así como las izquierdas entienden la complejidad del problema y buscan soluciones pacíficas, la derecha suele encenderse en ardor patriótico y hace el ridículo pues España no está en situación de reñir a Inglaterra la soberanía del Peñón mediante la ultima ratio.

Algo parecido a Franco, aunque en clave menor, le pasaba a Aznar. Agregio patriota, ordenó izar en la madrileña Plaza de Colón una banderaza borbónica de tamaño descomunal. La idea le había venido de la que hay en El Zócalo, frente al palacio presidencial de México. Eso no obstante, no tuvo el menor inconveniente en ponerse al servicio de los Estados Unidos en todo, hasta el extremo de causar una división en la Unión Europea y arrastrar su patria a un guerra que no solamente era ilegal y criminal sino, a los efectos españoles, de todo punto utópica ya que el país carece de capacidad estrictamente militar para mantener un frente de batalla a diez mil kilómetros de distancia. Es decir, el apoyo de Aznar a la guerra del Irak era político y no militar. Le sirvió a él para poner los pies en una mesa del rancho de Bush y a España para hacer el ridículo una vez más.

Llega ahora la crisis. Gobierna el país la derecha. Rajoy se ha hartado de decir que España es "una gran nación" y que a él nadie le diría lo que tenía que hacer y el resultado ha sido que España será una gran nación pero, según su propio diagnóstico, está en la UVI y él ha hecho lo que le han dicho, incluso tratando de hacer otra cosa. La Kanzlerin, que más parece una Kaiserin, le envió el domingo un procónsul para tomarle la lección que el aventajado pupilo aprobó, no sin que se le recordara que tendrá que seguir metiendo la tijera.

Así que, al día siguiente, el atristado presidente cantó la palinodia ante el Comité Ejecutivo Nacional de su partido con el semblante que pinta la foto. Lo hizo por dos vías que domina a la perfección: echó las culpas a la herencia zapateril y cargó sobre los hombros de los sufridos ciudadanos de las clases medias y bajas la responsabilidad de sacar el país de la crisis a base de sacrificios. Las clases medias y bajas, no las pudientes a las que, al contrario, regala una amnistía fiscal infumable moralmente hablando; no a la iglesia católica, cuyos privilegios, canonjías, subvenciones, exenciones, prestaciones y donaciones no se cuestionan. Son los intereses de clase, de casta, de culto y clero los que prevalecen. No los nacionales.

(La imagen es una foto de La Moncloa, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 2 d’abril del 2012

La trama valenciana.

El PP ha presentado una querella contra los presuntos responsables de la trama Gürtel, Francisco Correa y Álvaro Pérez, el bigotes, así como contra los cómplices, encubridores e inductores. Entre estos bien pudieran estar Francisco Camps, el curita y otros altos cargos del PP y de la Generalitat valenciana, ya que la vertiente gurteliana en Valencia, además de las menudencias de petimetre de los trajes, afecta a cuestiones más substanciosas, en las que se movió una pastuqui muy considerable. El Tribunal Superior de Justicia de Valencia, ante quien se ha interpuesto la querella, investiga la posible financiación ilegal del PP de la comunidad a base de supuestas estafas, malversaciones y prevaricaciones que llevaron, por ejemplo, al gobierno de Camps a pagar cinco millones de euros a la empresa Gürtel en Valencia, Orange Market, para que organizara en cinco años seguidos el pabellón de la comunidad en la FITUR. Por otro lado anda investigándose la desaparición de unos millones de euros en las cuentas de la visita del Papa a Valencia en 2006, de la que algunos sacarían beneficios espirituales y otros ganancias materiales ilícitas. Igualmente se indagan unos chanchullos también millonarios con la televisión valenciana, caja de resonancia y agitprop del gobierno del PP. Valencia es un verdadero jardín de corrupción.

Lo extraño es la presentación de la querella, que ya ha provocado malestar en el partido de la derecha. La dirección la justifica por su interés en velar por el buen nombre del partido. En realidad, la acción obedece a un requisito impuesto por el presidente del tribunal: si el PP quiere personarse en el proceso, como ya lo está en el que se sustancia en Madrid, tiene que interponer una querella y, claro, esta no va a fundamentarse en el deseo del partido de obstruir la acción de la justicia y de que los suyos se vayan de rositas. De ahí que se invoque el buen nombre del partido. Ahora bien, tanto la fiscalía como las otras partes se quejan de que, en el proceso en Madrid, el PP no hace más que obstaculizarlo, poner inconvenientes, recurrir sistemáticamente. Y esa será probablemente su actitud en Valencia. Siendo Cospedal, especialista en decir una cosa y hacer otra, quien ha dado la orden de querellarse, hay poca duda de que así será y con eso hay que contar. Parafraseando a Hegel, todo lo que es legal, es racional.

De todos los delitos que pueden cometerse en nombre de los partidos el más feo es el de financiación ilegal. El PSOE lo cometió en los años ochenta en el caso Filesa, Malesa y Time Export. ((Por cierto, qué sorprendente manía la de los delincuentes de bautizar sus "empresas" en inglés. Probablemente piensan que, en esa lengua, resultan los nombres menos absurdos, incluso surrealistas. Porque es difícil tomarse en serio una empresa que se llame "Exportación de tiempo" o "Mercado naranja".)) Y es el más feo porque, al margen de que suponga el enriquecimiento ilícito de alguno o no, rompe el principio elemental del juego limpio, de la igualdad de oportunidades de los contendientes. La financiación ilegal es en la pugna partidista el equivalente al dopaje en el deporte. El atleta que se dopa tiene una ventaja injusta sobre los demás y no es merecedor del triunfo. En el caso de los partidos, en puridad de criterio, la financiación ilegal probada debiera ser causa de anulación de las elecciones. Recuérdese cómo el curita sostenía que sus mayorías absolutas venían a exonerarlo de sus posibles responsabilidades penales. Si, a su vez, esas mayoría se obtuvieron ilícitamente, sus reponsabilidades penales serán aun mayores.

(La imagen reproduce el esquema que se encuentra en El País de hoy.

diumenge, 1 d’abril del 2012

La Tuerka: vida y crítica contra el adocenamiento..



El 29-M, el día de la huelga, después de una jornada reivindicativa agotadora nos reunimos a charlar sobre la HG en el cuartel general de La Tuerka, el programa de TeleK que no tiene parangón en la oferta televisiva del país. Cinco contertuli@s (seis contando con el moderador, Pablo Iglesias, con el que hay que contar siempre) sin inhibiciones ni cortapisas. Algo sin par frente a esos programas relamidos de las televisiones comerciales que oscilan entre los arrumacos seudoacadémicos y la vocinglería de jayanes tabernarios, pasando por la catequesis cuartelaria de Telemadrid. La verdad es que lo paso bien. Hay una diferencia notoria de edad y planteamientos entre el resto y un servidor, pero nos entendemos y el programa da mucho juego pues los puntos de vista son, por lo general, libres, espontáneos y radicales.- Por cierto, el personal de TeleK hace prodigios de profesionalidad con medios escasísimos y merece un aplauso. - Me considero privilegiado por participar en un programa así y, en lugar de gimotear por su escasa audiencia, lo miro desde el punto de vista de la minoría selecta que accede a productos no al alcance del consumo del rebaño.

El analista político.



Primero de mes, cambio de imagen. Hay un enlace sobre ella en la columna de la derecha.




Hay que ver cuántos analistas políticos hay en nuestro país. Prácticamente todo el que se asoma a los medios para hablar de política dice ser analista de la quisicosa. Y es tal la variedad de analistas que resulta difícil agruparlos en algún tipo de clasificación racional. Por no hablar de la discrepancia de sus juicios, a veces tan enfrentados que casi llegan a las manos y, desde luego, a los juzgados. Reflejan en su tumultuoso proceder la naturaleza misma cambiante, imprevisible, del objeto del que se ocupan, la política, cuya complejidad es legendaria.

Sin embargo, al titularse "analistas" estas gentes parecen aspirar a que se les reconozca algún grado de competencia basada en la ecuanimidad, el distanciamiento, el juicio sosegado y hasta la neutralidad. Evidentemente el análisis está reñido con la pasión y los analistas quieren enfrentarse a su objeto, la política, los políticos, con el mismo distanciamiento anímico con que lo hacen los veterinarios a los cerdos. Pero en el caso de los analistas eso es muy difícil porque, a diferencia de las relaciones entre el veterinario y los cerdos, los analistas políticos son, en el fondo e innumerables veces en la forma, políticos y están tan divididos y son tan sesgados como los propios políticos. En principio esto no está mal y, ademas, es inevitable aunque no sea si no en función de la famosa línea de Terencio de que, siendo humanos, nada humano les es ajeno.

Aunque sea inevitable, sin embargo, no lo es también que los analistas trasladen al terreno del discurso, del análisis, la agresividad, la mala fe y las peores formas de que suelen hacer gala los políticos. Es como si el veterinario imitara a los cerdos en los gruñidos. Los insultos, las descalificaciones, las injurias, no son análisis sino mera falta de educación y quienes a ellas recurren tienen más de matones que de otra cosa.

Los demás analistas, los más civilizados, no necesitan fingir una neutralidad que no sienten. La política es una actividad fascinante para muchos porque versa sobre aquello que todos los seres humanos, salvas rarísimas excepciones, anhelan: el poder. La neutralidad frente al poder, la indiferencia de Diógenes, es casi imposible. Y no es necesaria. Basta con que los analistas hagan explícitas desde el principio sus simpatías y antipatías. De esa forma los lectores o auditorios no se llamarán a engaño y sabrán cómo interpretar el análisis. Porque todo análisis es siempre una interpretación que, a su vez, puede (y debe) interpretarse. Y de esa forma, es de esperar, no se le atribuirá un partidismo ciego que anule el valor del análisis.

Eso suele pasarle a Palinuro cuando sale de analista político, que le acusan de ser una especie de abanderado del PSOE, cuando no constitutivamente socialista. De nada sirve que el pobre explique en su justificación como blog que no tiene partido ni referencia partidista alguna, sino solamente una genérica adscripción a la izquierda y un acendrado republicanismo. Es verdad que dedica mucha atención al partido socialista, pues es con el que simpatiza en líneas generales. Pero simpatizar no quiere decir defender a toda costa lo que proponga, incluso en contra de las propias convicciones.

Palinuro está interesado en el avance de las ideas socialistas, no en las peripecias de las personas que dicen encarnarlas en sus luchas por el poder. Pero las personas tienen tendencia a monopolizar las ideas, esto es, a imponer su interpretación de ellas, lo que hace que el interés por las ideas lleve al enfrentamiento con las personas. Como dicen las feministas, lo personal es siempre político. Como analista, Palinuro goza de la envidiable situación de que los cuadros y mandos de los dos partidos mayoritarios y del tercero más pequeño pero también nacional/estatal, no le profesen especial simpatía. Eso le da aplomo.

(La imagen es un cuadro de Carl Spitzweg (1808-1885), llamado El ratón de biblioteca (1850). Spitzweg es un romántico representativo del estilo biedermeier).

dissabte, 31 de març del 2012

Mentir para gobernar y gobernar para mentir.

El 29 de marzo pasado la gente se manifestó contra el gobierno. El 30 de marzo el gobierno se manifestó contra la gente. Aquella lo hizo a través de una huelga general que todo el mundo (incluida la prensa extranjera) consideró un éxito, excepto los medios de la derecha que la calificaron de fracaso. El gobierno lo hizo a través de unos presupuestos aprobados en un consejo de ministros que todo el mundo considera injustos excepto los dichos medios de la derecha que los reputan justos y acertados.

Lo que más irritación ha causado y más ha llamado la atención de los presupuestos ha sido la amnistía fiscal a los defraudadores. No solamente porque es impresentable desde un punto de vista ético pues demuestra la complacencia del gobierno con los ricos hasta cuando delinquen, sino porque contradice lo que Rajoy había dicho unos meses atrás, esto es, que una amnistía fiscal era algo inadmisible. Es la comprobación de una mentira. Una mentira que se dijo con el objetivo de llegar al gobierno. Y no es la única. Lo primero que hizo el gobierno de la derecha al ganar las elecciones fue subir los impuestos, cosa que también dijo Rajoy que no se haría unos meses antes. Y esas son las más gruesas. Toda la acción de gobierno del PP hasta la fecha está trufada de mentiras que se dijeron antes de las elecciones para acceder al poder.

Lo interesante aquí no es saber qué explicación dará la derecha de sus mentiras puesto que no dará ninguna. La derecha asume de principio que su acción pública esté basada en la mentira. Su única preocupación es demostrar que tal es el caso de los demás, especialmente la izquierda, el PSOE. Hacer política es mentir, ya se sabe. En la izquierda, sin embargo, tal cosa no se acepta y eso es lo que exaspera a Esperanza Aguirre y por lo que está empeñada en esa curiosa cruzada de demostrar la falsedad de la idea de la superioridad moral del la izquierda. Tarea inútil. No lo conseguirá en tanto ella admita (y lo practique; basta con recordar el tamayazo) que la acción política está basada en la mentira. No es el caso de la izquierda que, efectivamente, tiene una superioridad moral, la que va de la verdad a la mentira.

Lo interesante es, supongo, escuchar qué razones aducen los "analistas", los tertulianos de la derecha para demostrar qué justo y benéfico es amnistiar a los defraudadores cuatro meses después de haber sostenido que amnistiar defraudadores es algo que sólo puede concebir el más lerdo, corrupto y radical de los socialismos. De toda formas es tarea ociosa. La derecha parte de la idea de que le corresponde el gobierno de la España católica y reaccionaria eterna por derecho divino y para acceder a él, se puede y hasta se debe mentir, pues el fin justifica los medios. En cuanto a los tertulianos dirán lo que haya que decir para cobrar. Ya puede el personal escandalizarse. A los mentirosos les da igual pues han conseguido lo que querían: el poder.

Con el poder las mentiras se convierten en verdades. ¿Para qué se mentía? Para llegar al gobierno. ¿Para qué se quería llegar al gobierno? Para seguir mintiendo. En cuanto se instaló en La Moncloa, Rajoy explicó que sus reformas y recortes eran para detener la sangría de la pérdida de empleo en un primer momento y revertir la tendencia posteriormente. Lo que se ha producido y eso era evidente desde el principio ha sido una aceleración del desempleo. Esta indiferencia de la derecha frente a la mentira le es inherente. Todos recuerdan cómo Rajoy afeaba a Zapatero haber roto el pacto antiterrorista. Pocos que, cuando Zapatero lo propuso (pues la idea fue suya), el mismo Rajoy, ministro entonces del interior, dijo que era un "conejo que se sacaba Zapatero de la chistera"; unos días antes de copiarle la idea. Lo mismo con la amnistía fiscal, una "ocurrencia" de Zapatero hasta que él se la ha plagiado.

El uso del gobierno para mentir a la ciudadanía es lo habitual en la derecha. El ejemplo paradigmático son los tres días posteriores al 11-M cuando el gobierno del PP se empeñó en engañar al mundo entero atribuyendo el atentado a ETA. Nada de extraño, pues, que se haya empleado a fondo en la calificación de la huelga general del 29 de marzo. Tanto el gobierno como sus muchos medios hablan de derrota de los sindicatos siendo así que todos han visto que la jornada de huelga general fue un éxito. Ahora la pregunta es: si el gobierno miente al dar cuenta de algo que es público y notorio y han contemplado los ciudadanos, ¿que no hará cuando la atención pública no se concentre en él?

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público.).

divendres, 30 de març del 2012

¿Y ahora, qué?

La huelga general de ayer fue un exitazo, kilowatio arriba, kilowatio abajo. Menos del 30 por ciento de trabajadores con puesto fijo, vaticinaba una semana antes El País, secundaría la huelga. Ya había desbarrado el diario majestuosamente otorgando a Javier Arenas una semana antes una rotunda victoria en Andalucía, en donde llegaría al 47 por ciento del voto y se alzaría con una holgadísima mayoría absoluta de 59 escaños. Por entonces Palinuro vaticinó que si El País atinaba en su pronóstico sobre la huelga como lo había hecho en Andalucía, aquella sería un éxito. Y lo ha sido, sin que pueda evitarlo la habitual prestidigitación de titulares de la prensa reaccionaria hablando de "fracaso sindical", como suelen hacer, con ese TBO a la cabeza que es El Mundo. También hablan de la supuesta violencia de los piquetes y otros relatos no menos fantásticos. Pero ninguno puede ocultar que la jornada de protesta, huelga con manifestación, tuvo un seguimiento abrumador. Hasta el gobierno, con la moral comida, habla de 800.000 manifestantes por la tarde. Si el cálculo lo hubiera hecho Aguirre serían 8.000, contando los policías.

Pero, éxito o no éxito, el poder político no piensa ceder a la presión social y/o sindical. Lo ha dicho por boca de esa inefable ministra de Trabajo cuyo rasgo principal es que jamás ha tenido relación laboral alguna salvo con su propio partido y con el Estado, pero no como funcionaria, sino como cargo público. Una ministra de Trabajo que carece de experiencia alguna teórica ni práctica de aquello sobre lo que habla y, además, puede decir cualquier cosa. Sostiene Báñez, por ejemplo, que no va a ceder en nada sustancial a la presión de la calle porque la drástica reforma laboral presentada tiene la aprobación del Congreso de los Diputados, en donde reside la soberanía nacional. De inmediato le han recordado que esa soberanía reside en el pueblo. Tampoco es tan grave. Seguramente Báñez quería decir que el Congreso es depositario de esa soberanía de origen popular. El caso es que la usa para no ceder en el obvio entendimiento de que una mayoría parlamentaria, algo transitorio y contingente, lo justifica prácticamente todo. Es la llamada tiranía de la mayoría, un peligro bien real y verosímil. Con un ejemplo se ve fácilmente: si mañana un Congreso con mayoría absoluta de izquierda decidiera confiscar la propiedad de los medios de producción, por ejemplo, ¿consideraría Báñez que sería algo justo por ser decisión del órgano depositario de la soberanía nacional? Seguramente, no. Entonces ¿por qué sí la medida que despoja a los trabajadores de sus derechos?

Terminada la huelga general, lo esencial es qué sucederá a partir de ahora. En la rueda de prensa del mediodía se darán a conocer las líneas de los presupestos de este año, ocultos hasta la fecha para no asustar al electorado andaluz. Parece que serán durísimos, que subirán impuestos, recortarán o congelarán salarios directos, reducirán multitud de salarios indirectos, suprimirán servicios públicos y, en general, echarán más gente del lado de la protesta de los sindicatos. Estos dan un plazo hasta el próximo 1º de mayo para negociar la reforma laboral, un ultimátum que el gobierno no aceptará y los sindicatos tendrán que intensificar su oposición. Pero ¿cómo?

En primer lugar es necesario que impugnen la reforma laboral en la vía judicial y en la constitucional, y que recurran a organismos internacionales, como la OIT, para tratar de detenerla o anularla. En cuanto a la acción directa los sindicatos seguramente mantendrán las movilizaciones, aunque con carácter sectorial, convocando huelgas allí donde la acción y el expolio del capitalismo neoliberal intensifique sus ataques.

Al mismo tempo Palinuro insiste en que la crisis actual es un fenómeno internacional, especialmente europeo y en que la acción para resolverla también debe ser europa. Lo piensa con respecto a la política de los partidos y también a la economía de los sindicatos. Los trabajadores europeos, a través de sus sindicatos, deben arbitrar una actitud de conjunto en la Unión Europea. Igual que la izquierda tiene que elaborar un programa común de la izquierda para Europa.

dijous, 29 de març del 2012

La huelga y lo que viene después.

A estas alturas del día 29 ya nadie niega que la huelga general ha sido un exitazo. Solo el gobierno y con la boca chica de una ministra de Trabajo que jamás ha trabajado en su vida y, por tanto, es una huelguista congénita. Tanto ella como sus pares no han hecho otra cosa que mentir. Mintieron para llegar al poder; mintieron para mantenerse en él y mienten a la hora de dar cuenta de la huelga. Mienten tanto que ya no se prestan crédito ni entre ellos mismos. Tanto y con tanta ruidad. A quien se le haya ocurrido la idea de mantener encendido el alumbrado público de día en las mayores ciudades con objeto de falsear los datos de consumo eléctrico deberían despedirlo y aplicarle las normas de la reciente reforma laboral. Es imposible ser más estúpido porque, con eso, solo consigue que todos den por hecho un descenso del consumo eléctrico superior al que realmente ha habido.
Hasta Esperanza Aguirre, a cuyo cargo corre por lo general la provocación chulesca de la aristócrata consorte, está callada como una maceta. Probablemente no se ha repuesto del susto de ver silenciada la máquina de agitación y propaganda que tiene en Telemadrid con el dinero de los contribuyentes. Los espectadores se libran por un día de la pesadilla de Isabel San Sebastián encizañando y sembrando odio desde el minarete público que monopoliza. Solo por esto ya merecía la pena hacer la huelga general.
Los meritorios de los medios de la derecha, los plumillas, los mercenarios están que echan las muelas porque la jornada es un éxito, la industria está parada, el comercio semicerrado por ausencia de compradores (la huelga de consumo ha sido éxito también), los servicios mínimos se cumplen y no hay incidentes. Es más, los únicos que se dan son los de los fachas agrediendo a los trabajadores de los piquetes o los empresarios apuñalando a las trabajadoras seguramente para fomentar el diálogo.
Porque también ha quedado clara la dinámica de la huelga en las relaciones privadas: sin duda, algunos piquetes se han excedido y ha habido ocasionales interferencias en el ejercicio del derecho al trabajo; pero nada comparado con la violencia estructural gallardoniana de los empresarios sobre los trabajadores a los que amenazan con el despido, de los ladradores mediáticos de la derecha, de las extralimitaciones policiales contra los huelguistas. De las coacciones, amenazas, embustes, provocaciones de todo tipo. Hablando de Gallardón: se ha lucido el centroderechista en el Congreso practicando el filibusterismo para alargar la sesión plenaria y tratar así de boicotear la huelga siguiendo las órdenes que le ha dado su jefe, probablemente el mismo que ha ordenado mantener encendido el alumbrado público.
Y hablando del Congreso, también se han lucido los diputados del PSOE haciendo de esquiroles. Su mala conciencia es patente y las pendejadas que dicen así lo prueba. En el colmo, además, de la anemia moral, resulta que el Congreso registraba hoy el mismo grado de inasistencia (¡al plenario!) que otros días. No solo no hacen la huelga sino que no hacen la no-huelga. O sea, no sirven para nada.
La huelga ha sido, está siendo y será (en la manifa de esta tarde) un éxito porque, por fin, ha cundido la indignación contra estos pájaros que gobiernan en nombre de los empresarios, quienes pretenden aprovechar la crisis para aniquilar todos los derechos de los trabajadores. Esa conciencia es hoy clarísima y la tiene todo el mundo y será el mecanismo que mueva a otras acciones posteriores. La unanimidad de la protesta es un factor extraordinario que no se ha valorado suficientemente. Por primera vez en muchos años la calle ha impuesto la unidad de acción de la izquierda, desde los sindicatos mayoritarios hasta los grupos más marginales. La adhesión del movimiento 15-M (bajo cuya denominación englobo sectores muy diversos todos ellos extraparlamentarios) da a la huelga una dimensión y una proyección muy eperanzadoras. Dado que el gobierno no tiene oposición en el Congreso, la tendrá en la calle. Y es, además, una oposición de alcance insospechado porque traspasará nuestras fronteras. Ya lo ha hecho, enlazando con el movimiento insurreccional magmático, espontáneo, anónimo que está cristalizando en todo el mundo occidental. Al final no será solo que Rajoy haya convocado esta huelga general, sino que ha puesto en marcha, gracias a su pavorosa ineptitud, una protesta más amplia.


Actualización a las 17:00 del día 29. La caída en el consumo real de electricidad para usos productivos es del 87'8% según los muy bien argumentados cálculos de Economistas frente a la crisis. Ya puede el gobierno seguir mintiendo con el microondas encendido todo el día en La Moncloa.


Y ahora nos vamos todos a las manifas, teniendo buen cuidado de apagar las luces antes de salir.
(La imagen es una foto de FuturePresent, bajo licencia de Creative Commons).

La huelga es un éxito.

Parece otro acierto del sondeo de Metroscopia de El País hace unos días, que vaticinaba un enteco seguimiento de la huelga general de un 30%. Ya el patinazo de las elecciones andaluzas incitaba a pensar que traducía un estado de ánimo distinto al registrado en las encuestas y que podría actuar como catalizador de otro más general, español.

Y puede que sea eso lo que ha pasado. Los medios han seguido la huelga (¡y cómo!) pero la información no se ha interrumpido porque iba y venía por las redes, especialmente twitter, en donde las cosas se saben antes de que hayan terminado de suceder. La huelga ha creado un clima de huelga. La primera señal llegó con la pantalla fija de Telemadrid. Los madrileños hemos entendido que el mundo sigue sin estar escuchando a todas horas las desagradables admoniciones de Aguirre y sin tener que compartir necesariamente sus volubles estados de ánimo.

Después vino un torrente de noticias: las fábricas de automóviles todas paradas; los servicios de basuras de 75 ciudades, parados; Mercamadrid, Mercasevilla, etc, cerrados. Por supuesto los medios de la derecha dirán que la vida corre como de costumbre. Pero los ciudadanos ven que no es así. TV1 y TV2 en servicios mínimos, el metro de Madrid en servicios mínimos. Eso no es normal. Cae el consumo eléctrico y tampoco es normal.

Hay piquetes en todas partes. Ha habido estallidos aislados de violencia. Curiosamente, los primeros han sido agresiones a los piquetes, no de los piquetes; agresiones a los huelguistas, algún policía de Extremadura que ha disparado una pelota de goma al aire porque se le había escapao o un empresario de Cantabria que, al parecer, ha apuñalado a una mujer de un piquete que, en fin, tampoco es algo que suceda todos los días.

A la derecha cabe admirar la portada de ayer de La Razón, a la que muchos llaman La Ración, que es un diario claramente de partido. Algo así como El socialista o La conquista del Estado. Es una pintoresca portada incendiaria que trata de echar a la patria encima de los huelguistas, con lo que estos ya sientan plaza de "antiespañoles", concepto muy socorrido de la derecha española desde los tiempos del Caudillo, español de pro. Por si fuera poco ser "antiespañol", los sindicatos son una especie de sabandijas que se nutren del fondo de reptiles. Este tremendismo injurioso es compatible con algo tan ridículo como estrafalario, esto es, pedir que se trabaje por España a un país con cinco millones de parados. Cuando el adversario se pone tan nervioso, la huelga es un éxito.

El gobierno ya ha dicho que no cambiará un ápice de la reforma laboral. Da por descontada la huelga y entiende que mantiene intacta su legitimidad, cosa irrelevante por entero porque nadie la cuestiona, lo que se cuestiona no es la legitimidad del gobierno sino su decisión de agredir por vía normativa a los sectores más débiles de la sociedad y a los trabajadores y de despojarlos de sus escasos derechos.

Por cierto, y para terminar, ¿pueden explicar los diputados del PSOE por qué no están en huelga? Quizá tengan sus razones, pero deberían exponerlas a un país que ha visto una huelga de jueces. Como imagino que no lo hacen por los haberes cesantes, supongo que aducen la razón de que los poderes del Estado no pueden ir a la huelga. No se ve por qué no, máxime si se recuerda que pueden dejar unos servicios mínimos, por ejemplo, la Diputación Permanente del Congreso o lo que quieran. Pero no se entiende que los diputados socialistas estén calentando los escaños cuando los dos sindicatos mayoritarios del país han llamado a huelga general. Y general quiere decir general.

(La imagen es una foto de gaelx, bajo licencia de Creative Commons)

Telemadrid en huelga.



Esta huelga va a ser un exitazo y se lo debemos... a los andaluces.


dimecres, 28 de març del 2012

Citius, altius, fortius.

El lema olímpico se ajusta como un guante a la situación española. O, mejor, como un dogal que nos hubieran puesto al cuello, apretándolo progresivamente. Recortes más rápidos, más altos (o más bajos, según como se mire), más fuertes (o más graves, según también cómo se mire); más, más. Va a ser cosa de someter a referéndum las salidas de Rajoy al extranjero porque, cada vez que sale, nos aprietan más el dogal y nos echan más carga sobre los hombros.


Incidentalmente, vaya foto la de la portada de El País. ¿Qué le estará diciendo Rajoy a Obama con el dedo levantado, como un maestro? ¿Algo así como: "Ojo, Obama, que la próxima vez entenderé todo lo que dices"? Por cierto, ¿soy el único que tiene la inquietante impresión de que nuestros políticos, todos, suelen estar out of tune cuando andan por el exterior? Les falta naturalidad, están envarados (lo que casa con el prejuicio general de que los españoles somos pomposos y estirados como borgoñones) y sus limitaciones lingüísticas no contribuyen a hacerlos populares.


El caso es que España se ve sometida a una especie de acoso muy mal recibido en el interior. ¿La prueba? Esa huelga general convocada para mañana que estoy convencido haría hasta el propio Rajoy si la gente pudiera hacer lo que cree justo. El obispo de Ciudad Real critica con dureza la reforma laboral que defiende a capa y capelo su jefe, Rouco Varela. Vamos que hasta iría a la huelga. No se lo piense dos veces, monseñor: es justa. Todo el mundo sabe que la reforma es un ataque sin precedentes a los derechos de los trabajadores y los retrotrae a las condiciones de principios de siglo y, si alguien lo duda, que eche una ojeada al anuncio de una academia a la derecha en la que, por 690 euros, reputados expertos en derecho del trabajo y materias afines, muestran a los empresarios cómo sacar el máximo partido (fortius) a la reforma laboral, cómo rebajar el coste del despido, cómo despedir más rapidamente (citius), como bajar los salarios desde ya y, claro, como elevar (altius) los beneficios. Da un poco de grima, pero es la realidad del mercado.

La huelga está superjustificada y es de esperar no se haga violencia a la voluntad de los trabajadores que quieren seguirla como un derecho que es. Los empresarios, ya se sabe, quieren restringirlo para el futuro pero, al decirlo, admiten que hoy por hoy es un derecho y los derechos no se limitan arbitrariamente.

De hecho, lo que se está haciendo es practicar la doctrina del shock, o sea acogotar al personal con el apocalipsis. Montoro dice que, con su presupuesto (que ha retenido hasta la fecha a ver si ganaban en Andalucía) España se juega el ser o no ser. Vale. ¿Qué opinión merece un ministro de Hacienda que aplaza una cuestión de vida o muerte hasta después de unas elecciones autonómicas? En verdad, es pasmoso.

Para respaldar el gori-gori tremebundo se aportan números fulminantes: en los dos primeros meses del año el déficit se ha ido al 1,9%. Hacienda, la Hacienda del ministro hamletiano, dice que los dos primeros meses no son significativos. Claro, ¿qué va a decir? ¿Sálvese el que pueda? Algún consuelo hay entre tanto negro augurio: al menos no se podrá acusar a los españoles de que falsean las cuentas, como se ha venido acusando a los griegos. Pero no sé si es un consuelo.

Erewhon: las máquinas contra los hombres.

Ya está en librerías la obra de Samuel Butler, Erewhon, que ha traducido mi hijo Andrés y trae un estudio introductorio de un servidor, en la colección de utopías que dirijo en la editorial Akal. Tanto la imagen de esta entrada como la que hay en la barra de la derecha, llevan al libro.

Samuel Butler (1835-1902), hijo de un clérigo anglicano que iba a su vez para clérigo, pero decidió orientarse en otra dirección, fue un hombre extraño. Sometido a malos tratos continuados desde la infancia, creció en el odio a la familia, institución básica de la sociedad victoriana y, por extensión a esa sociedad. Pero en sí mismo era un victoriano porque aceptaba casi todas las demás convenciones. Es decir un "victoriano antivictoriano" que, en el fondo, he empezado a pensar fue lo que le pasó a mucha gente de aquella época. Por ejemplo, aunque no haya pruebas incontrovertibles, es bastante probable que Butler fuera homosexual. No se casó jamás, aunque alimentó ciertas ilusiones matrimoniales durante largo tiempo en una amiga que falleció sin ver consumados sus deseos; convivivió toda su vida solo con hombres, especialmente con dos, uno de joven, Charles Paine Pauli quien, en cierto modo, lo explotaba y, ya en la edad madura, Henry Festing Jones, que fue su albacea literario; sus obras rebosan observaciones sobre los físicos masculinos, mientras que su tratamiento de los femeninos es bastante incoloro; es el autor de la idea de que los Sonetos de Shakepeare, en realidad, hablan de un amor homosexual. Pero él, Butler, vivió esa supuesta homosexualidad como algo vergonzoso o delictivo, lo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que fue contemporáneo de Oscar Wilde y pudo contemplar lo que sucedía en estos casos.

Erewhon ("Nowhere" más o menos al revés) es una utopía que oculta celosamente su emplazamiento si bien es bastante conocido pues se encuentra en Nueva Zelanda, a donde el joven licenciado en lenguas clásicas por Cambridge emigró en sus años mozos para hacer fortuna con el ganado lanar, cosa que consiguió. Y de Nueva Zelanda se trajo Butler a su amigo Pauli, mucho dinero, una extraña relación de amor/odio con Darwin y unos artículos y ensayos que, luego, algunos años después (hacia 1871), se convirtieron en esta curiosa utopía de una sociedad muy desarrollada pero en la que no se emplea la tecnología ni las máquinas que fueron destruidas en el pasado por ser una amenaza para los erewhonianos. La idea gustaría más tarde a algun filósofo francés que, como Deleuze, hablará de ciertas nociones "erewhons". De hecho, tres de los capítulos de Erewhon tienen existencia propia bajo el título de El libro de las máquinas y en él se da vida a su fantasía de unas máquinas capaces de evolucionar según la teoría de Darwin y ser una amenaza para sus creadores.

Butler dejó una copiosa obra en otros campos pero quizá lo más característico sea su novela autobiográfica, The Way of All Flesh (más o menos traducible como El destino de todo ser humano), con una denuncia tan descarnada y directa de la sociedad victoriana que, siendo hombre pacífico, no quiso que se publicara en vida suya y es obra póstuma. También muy crítica con la hipocresía victoriana es Erewhon, pero no debió de parecerle tan agresiva al ser utópica.

Es curioso, sin embargo, que Butler volviera sobre el tema y escribiera una segunda parte de Erewhon veinte años más tarde, un Retorno a Erewhon. En lo que se me alcanza es la única utopía que recurre a este procedimiento de los "veinte años después", como Los tres mosqueteros. Y, por cierto, igual que aquella está escrita en primera persona, también lo está la segunda pero, ahora, el protagonista, el viajero que vuelve a Erewhon, ya no es él, sino el hijo que nunca tuvo. Y solo gracias a este hijo inexistente nos enteramos en la segunda parte del nombre del protagonista de la primera, que olvidó dejárnoslo por escrito: Higgs.

dimarts, 27 de març del 2012

Los pactos.

A la hora de resolver un problema la primera condición es plantearlo bien. En el caso del gobierno de Andalucía el planteamiento es: ¿cómo se constituye un gobierno de una comunidad autónoma en la que hay una mayoría electoral de izquierda dividida entre dos formaciones distintas y que en muchas ocasiones han estado enfrentadas? La respuesta es sencilla: pactando. Las dos fuerzas políticas deben hablar, negociar, encontrar un terreno de entendimiento, redactar un programa de gobierno respaldado por una mayoría parlamentaria y gobernar. Así, seguramente, se resolverá también el problema de Asturias, en donde los dos partidos de la derecha que suman mayoría, tendrán que entenderse y pactar. Así también debería resolverse el problema de Extremadura que, al haberse abordado mal en las pasadas elecciones autonómicas del 22 de mayo, se resolvió también mal de forma que el gobierno lo forma la minoría y la mayoría social está en la oposición.

La primera condición para pactar es tener voluntad de hacerlo. Si se abrigan reservas, si se prefiere otra fórmula, si se dice "sí" pero se piensa "no", no habrá pacto. Y la voluntad de pacto debe ser expresa. El PSOE no puede dejarse amilanar por la agresividad de la derecha que, con el fin de estigmatizar el pacto por radical, ya está hablando del Frente Popular en Andalucía. El discurso de la derecha española, bien se ve, es de escaso recorrido. En cuanto sufre un contratiempo, saca el recuerdo de la guerra civil. Es su modo de amenazar. Pero el PSOE no debe arredrarse ante las amenazas. Andalucía necesita un gobierno de unidad de la izquierda y eso no es un frente popular. Entre otras cosas porque los frentes populares europeos fueron formaciones para combatir el fascismo y el nazismo en los años treinta. Y lo que ahora hay en la derecha no es el facismo ni el nazismo. ¿O sí?

A su vez, IU tampoco debe dejarse llevar por el discurso de su sector más extremista, el que dice que no hay que pactar con el PSOE en modo alguno. En Andalucía, cuyos intereses están por encima de los de sus partidos, hace falta un gobierno con respaldo parlamentario suficiente y estable. Como lo tiene la derecha en España. Un gobierno andaluz débil, sin mayoría parlamentaria segura, obligado a acordar medida por medida sin estar seguro de conseguirlo, no podrá defender los intereses de Andalucía frente a un gobierno nacional con mayoría absoluta.

Los intransigentes de IU, por darles algún nombre, suelen emplear un argumento que reputan muy democrático y ganador cuando dicen que las bases de IU rechazan todo pacto con el PSOE y que la dirección debe consultar con esas bases antes de hacer pacto alguno. Es el mismo argumento que se empleó para justificar el desaguisado de Extremadura. Pero es una falacia. Descansa sobre el supuesto de que acerca de la decisión pactista pueden pronunciarse dos sujetos, la dirección o las bases. Y no es cierto pues los sujetos son tres: la dirección, las bases y los electores. Que decida solo la dirección podría parecer autocrático; que decidan las bases será oligárquico. Lo democrático es que decidan los electores, porque son estos los que han hecho posible que haya diputados de IU y no las bases. Como esto no puede hacerse, lo sensato es que decidan las direcciones, que son representativas.

La fórmula intermedia que algunos acarician, esto es, una especie de pacto de legislatura, al estilo catalán, o sea con apoyo parlamentario pero sin entrar en el gobierno, no es tan desastrosa para los intereses de Andalucía como negarse a pactar en redondo, pero sigue siendo un error. Las sociedades se cambian desde los gobiernos parlamentarios. Si la izquierda transformadora quiere transformar algo habrá de ser desde el gobierno. Por otro lado, es altamente improbable que IU llegue alguna vez a formar gobierno ella sola. Por lo tanto tendrá que entrar en coaliciones. Tanto para imprimirles un curso más acorde con sus ideas como para revalidarse ella misma a título de gobierno y no de sempiterna oposición.

En mitad de esta crisis brutal, a punto de que el gobierno del PP, por fin, revele unos presupuestos que cargarán la mano sobre las comunidades autónomas, Andalucía necesita unidad y fuerza con un parlamento con una mayoría clara a favor de un programa común de la izquierda que los dos partidos están obligados a elaborar. Es más, Palinuro invitaría a las izquierdas extremeñas a sumarse a la tarea de ese programa común de la izquierda para Andalucía y Extremadura. En esta última habría que presentar previamente una moción de censura (art. 29 del Estatuto de Autonomía vigente), pero eso es algo perfectamente legítimo.

El Consejo Editorial de Püblico.

Se recordará que hace unos días tuvimos una reunión del Consejo Editorial de Público, a ver qués se podía hacer al haberse cerrado la edición de papel. Como siempre que se reúne gente de pluma, al final nos pusimos de acuerdo en redactar un editorial colectivo que es el que reproduzco más abajo. Decidimos enviarlo a la web de Público.es, para dejar constancia de nuestra preocupación y nuestro propósito. Pero, como no parece que en la web se decidan a sacarlo, lo hago yo en Palinuro:


SIN PÚBLICO.

El Consejo Editorial.

La indignación social, la depresión económica y el empobrecimiento de la democracia en España se encuentran en una situación especialmente necesitada del ojo informativo, analítico y crítico de Público, y en general, de publicaciones que no se plieguen al pensamiento único. En estas circunstancias, el Consejo Editorial del diario Público (CEP) se ha visto sorprendido por la interrupción de la versión en papel del periódico y ha decidido sumar su voz a la del resto de los lectores, suscriptores y simpatizantes del diario.

Nuestro proyecto sigue siendo el originario de Público. Aquel que dio cabida a los lectores de la izquierda, sin preguntarles de dónde vienen sino a dónde quieren ir. Un proyecto, desarrollado en tiempo de crisis, en el que los editorialistas han sido libres de expresar sus análisis como en ninguna otra prensa comercial. Público ha sido un medio de formación de la opinión pública con una concepción nueva y dinámica que ha conectado con los valores de generaciones distintas y de corrientes de pensamiento progresistas. En cuatro años, Público llegó a ser el referente diario de la izquierda democrática.

La crisis económica y factores concomitantes han hecho imposible la continuidad del proyecto empresarial en su conjunto. Pero esperamos que el capital humano, informativo y político-cultural acumulado por el diario durante estos años no se dilapide, y que se consiga mantener la edición digital, Público.es que, con sus cinco millones de visitas, constituye una excelente base para acomodar el proyecto inicial a la comunicación en la era tecnológica. Mientras tanto, el CEP interrumpe su actividad ordinaria hasta que se aclare cuál es el destino de la cabecera y la web.

El Consejo sabe de la dificultad material que entraña acometer este u otro proyecto de similar naturaleza comercial y compromiso cívico, pero se hace eco del interés y de la movilización de los lectores para no darse, aún, por vencido. Sin Público, los mencionados sectores sociales, más activos, abiertos e igualitarios se quedan sin un diario que refleje sus preocupaciones y sus ideas, en un momento crucial de la historia de España y Europa, cuando la reacción está empeñada en devolver la sociedad a épocas pasadas. Sin Público, ¿quién nos librará del pensamiento único?



Al mismo tiempo he de confesar que no soy el mejor ejemplo de abstencionismo, dado que hoy me han llamado del periódico pidiéndome un artículo y, al estar las elecciones andaluzas tan recientes, lo he enviado. Es una posición contradictoria; lo sé, pero lo único que se me ocurre es aferrarme a ella. Quizá nuestra condición sea de imposible cumplimiento dado que nadie sabe qué sucederá con la web de Público.es y nadie puede preverlo. Pero, mientras se dilucida, el tiempo pasa y, si no se alimenta, dejará de tener visitas y su valor decaerá. Es posible que, al final, el destino de la web no sea de nuestro agrado como gente de izquierda. Será entonces cuando cada cual decidirá si sigue escribiendo o no.

dilluns, 26 de març del 2012

A pesar de todo.

"Apesar de todo", Trotz alledem, el título del famoso poema de Ferdinand Freiligrath, que Karl Liebknecht citaba en su último artículo antes de que lo asesinaran, es lo que se le viene a uno a la memoria al contemplar el inesperado y feliz resultado de las elecciones asturianas y andaluzas de ayer. Especialmente de las andaluzas. A pesar de todo. A pesar de los treinta años de gobierno ininterrumpido del PSOE en Andalucía, del escandalazo de los EREs fraudulentos, de la abrumadora mayoría absoluta de la derecha en todo el país, de los vaticinios cerrados y superseguros de los sondeos, del coro monocorde de comentaristas y tertulianos, los votantes andaluces han cerrado el paso a la derecha. La Andalucía irredenta del PP sigue siendo irredenta y, gracias a ella, España no se ha teñido de azul por entero.

Los gestos cariacontecidos de los tres dirigentes conservadores encargados de comunicar la amarga píldora a sus atristados seguidores hablaban por sí solos. Arenas certificó una vez más su escasa talla política al interpretar el resultado como una "victoria histórica del PP" en Andalucía. Debe de ser la primera vez que alguien festeja una victoria a la funerala. No se lo esperaban y no tenían discurso de recambio.

Prácticamente no se lo esperaba nadie. Y menos que nadie, los avezados encuestadores. El patinazo de los sondeos sí que es histórico. He recogido veintidós de estos, de todas las empresas, y como media, daban al PP un 46,3 por ciento del voto (y mayoría absoluta de escaños), siendo el resultado real de 40,6%, casi 6 puntos de diferencia. En cuanto al PSOE, la media, que erraba por abajo, vaticinaba 34,7% del voto que se tornó en un 39,5%, esto es, casi cinco puntos de diferencia. El error en el caso de IU fue algo menor, de 2,6 puntos, pero error asimismo. Los sondeos fallaron por entero. Y de ellos, uno de los que más patinó fue el de Metroscopia para El País que daba el 47,3% para el PP (casi siete puntos de error) y 34,4% para el PSOE (5,1 puntos por debajo). La misma empresa hacía saber ayer que menos del 30% de los encuestados se declara dispuesto a participar en la huelga general del próximo día 29. Si atina como en las elecciones andaluzas, la huelga será un éxito.

Y en punto a previsiones acertadas, imagino que Griñán todavía estará felicitándose por haber separado las elecciones autonómicas de las generales, por no haberse secundado el desastroso ejemplo de Zapatero cuando este, en un momento de probable depresión o enajenación, cometió el disparate de adelantar los comicios como le exigían sus adversarios. Gracias a esa sabia decisión, el electorado andaluz ha tenido tiempo de pensárselo por segunda vez antes de echarse en brazos de esta derecha reaccionaria que quiere convertir de nuevo el país en un yermo.

Hay recomposición del panorama parlamentario andaluz, pero no incorporaciones. El Partido Andalucista, UPyD y Equo no han conseguido representación. Ha habido muy alta abstención (unos diez puntos más que en las elecciones de 2008), pero el voto emitido no ha sido muy volátil sino, al contrario, muy concentrado en los tres partidos mayoritarios. El fracaso de UPyD parece epecialmente clarificador. El de Equo debiera hacer recapacitar a sus dirigentes que, sin embargo, parecen inclinarse por el consuelo de ser unos incomprendidos. Mal negocio.

Una pequeña digresión respecto a la abstención. Andan los partidarios de esta (que lo son por muchos motivos) muy contentos con ese aumento de diez puntos del abstencionismo, atribuyéndoselo al hartazgo del electorado, su desengaño y otras reacciones elegantes, sin parar mientes en que lo decisivo aquí es que, por primera vez, las elecciones autonómicas andaluzas eran eso, autónómicas, y no coincidían con las generales, que siempre movilizan más. Una explicación simple pero solo válida para quienes no vean la realidad según les dicta su catecismo. No hay aumento real de la abstención; hay la abstención que suele darse en elecciones autonómicas. Fin de la digresión.

El paso siguiente es la constitución del gobierno. No es de esperar -no sería de recibo- mucha dilación. La fórmula lógica, después de todos los discursos y de la situación de crisis del país, es la coalición PSOE-IU. Si Andalucía ha de convertirse en un bastión contra la imposición general del neoliberalismo, solo podrá hacerlo con un gobierno con fuerte respaldo parlamentario. Es de esperar que IU no caiga en la tentación de hacer difícil la gobernación de la comunidad. Doy por descontado que menos lo hará en repetir el adefesio extremeño. Al contrario, es cosa de pensar si el resultado andaluz no debiera llevar a la izquierda de Extremadura a hacer lo mismo a través de una moción de censura al gobierno del PP, cosa que depende exclusivamente de IU.

La izquierda en Andalucía tiene que dar ejemplo de cómo se consigue que las políticas de ajuste no perjudiquen siempre a los mismos y, además, debe acometer una especie de regeneración de la administración y el gobierno de la Comunidad: apertura, transparencia, rendición de cuentas para hacer más democrática la relación entre representantes y representados, entre gobernantes y gobernados. Más de izquierda. Y que lo vea toda España.

diumenge, 25 de març del 2012

Salvados por los pelos

Finalmente pasó la amenaza del azul falangista anegando Andalucía también. El careto de Arenas Bocanegra anunciando su triunfo con 50 diputados (5 menos de la mayoría absoluta) reflejaba el de Montoro y Báñez por idénticos motivos. Probablemente lo más sensato que pueda hacer sea pedir destino en algún enchufe del PP, como si fuera cónyuge de alguna política de la derecha con mando. Poco después, Pedro J. daba también suelta a su bilis, amenazando en Twitter con la intervención de la economía española porque los andaluces no le han hecho caso, votando lo que él quiere. Otros agoreros también asocian la derrota del PP (pues derrota es) con la subida de la prima de riesgo de España. Que no se preocupen ambos, según el Financial Times, Frau Merkel va a subir el monto del cortafuegos para que no se extienda la crisis de la deuda. Así que España sobrevivirá.

Por cierto, los sondeos se han lucido. He recogido dieciocho de ellos y, como media, daban al PP una horquilla entre 55,7 y 57,3 escaños; una diferencia de cinco a siete escaños. Al PSOE otra entre 41,2 y 44,3 escños, a su vez una diferencia de tres a seis escaños. Y uno de los que más ha patinado ha sido el sondeo de Metroscopia de El País que vaticinaba a todo trapo una victoria clara del PP en Andalucía, con ¡59 escaños! Una diferencia de nueve. ¡Ojala Metroscopia acierte igual con su vaticinio de hoy de que solo el 30 por ciento apoya la huelga general! Querrá decir que lo hará el doble.

La situación en Asturias se presenta algo más complicada. Pero no me parece conveniente rechazar la posibilidad de una coalición PSOE-PP, justificada por la excepcional consideración de que un personaje tan disfuncional, estrafalario y obstinado como Cascos debiera abandonar ya la política para siempre pues es una muestra de lo más detestable de las tradiciones caciquiles españolas.

En Andalucía se abre un tiempo de gobierno de coalición PSOE-IU pues es de suponer que esta última no volverá a patinar moralmente como hizo en Extremadura. Debe ponerle las cosas difíciles al PSOE para que este abandone sus ambigüedades y se oriente a la izquierda; pero no tanto que haga imposible la alianza. Y, a propósito, ¿que tal si, aprovechando el resultado andaluz, la IU de Extremadura recupera el sentido común y pacta con el PSOE presentar una moción de censura para echar al gobierno de la derecha?

(La imagen es un cuadro de Jorge Apperley titulado "Flamenca" (1924).

Si Palinuro fuera andaluz...

Los españoles sostenemos ser muy nuestros y no gustar de que vengan de fuera a decirnos lo que debemos hacer. Y los más españoles de todos, los vascos, para los cuales nadie nacido fuera de Euskal Herria puede aspirar a comprender siquiera el misterioso ser de ese pueblo, consistente en mirarse a sí mismo hasta el fin de los tiempos. Con todo, cuenta habida de que, al menos de momento, Al Andalus, al igual que Euskadi, forman parte de esa problemática realidad que llamamos (y no todos) España, nos da a los españoles por hablar de las cosas de los otros españoles, tanto más Palinuro que es troyano. Pero no lo que la informática llama un troyano, pues esa ciencia será muy exacta, pero confunde los caballos de madera con las personas.

En fin, si Palinuro fuera andaluz, tendría un cabreo fenomenal con el PSOE de la Comunidad, que ha incurrido en prácticas detestables de clientelismo, favoritismo y enchufismo durante largo tiempo. Le afearía haberse limitado a administrar Andalucía, prácticamente sin innovar nada, sin aplicar políticas de izquierda, habiéndose plegado a una rutina en donde domina la mediocridad y acaba germinando la corrupción. Y le amenazaría con negarle el voto.

La irritación de Palinuro aumentaría al comprobar que el PSOE nacional no ha hecho nada por recuperar la confianza de los españoles con propuestas nuevas que corrijan el camino de lo que se hizo mal antes, que arranquen de la crítica clara de esos errores.Y tampoco ha hecho nada por aportar a Andalucía perspectivas y soluciones que sean eficaces para la Comunidad y sus relaciones con el gobierno central.

En esas condiciones, Palinuro pensaría en abstenerse o votar por alguna opción minoritaria de izquierda, IU o Equo. Y, a pesar de todo, votaría por el PSOE, no por los méritos intrínsecos de este, sino porque parte de la convicción de que, en las circunstancias actuales, todo voto que no sea para los socialistas es para la derecha. No hay otra opción. Y, francamente, aun estando convencido de la conveniencia de la alternancia en la democracia, Palinuro ve con verdadero temor la consolidación del dominio absoluto de la derecha en España: el gobierno central, las Comunidades Autónomas, los ayuntamientos, los poderes del Estado, los medios de comunicación, el mundo financiero y empresarial (siempre muy pendientes del Estado en España) y, por supuesto, la bendición apostólica. Un panorama tenebroso, una vuelta al pasado de manos de esta derecha que ya siente estar en situación de decir lo que le dé la gana pues nadie podrá rechistar. Léase en la primera de El País más arriba al rey pidiendo a los empresarios que "arrimen el hombro en la creación de empleo"; a los empresarios, que son los que están destruyéndolo.

Palinuro no querría el poder absoluto ni para los suyos, supuesto que existieran.

El ojo que todo lo vio.

En los salones de Azca, Mapfre tiene una extraordinaria exposición de fotografías del casi desconocido Emil Otto Hoppé (1878-1972) que contribuirá a popularizar de nuevo el nombre de este alemán, educado en Viena y París y radicado finalmente en Inglaterra en donde triunfó siendo considerado el fotógrafo más importante en la primera mitad del siglo XX, al extremo de que no había personalidad de la política, la cultura, la vida social que no quisiera un retrato, o más, de Hoppé. Y, sin embargo, un desconocido.

¿Cómo se pasa de la gloria a la oscuridad de golpe? Por una decisión errónea. Parece que a mediados de los cincuenta Hoppé, que tenía ya 76 años, vendió su enorme colección de fotos a una empresa comercial que las clasificó por temas, no por autor. Y así desapareció su nombre hasta que se recuperó trabajosamente su obra y empezó a exhibirse a partir de 2006, siendo esta la primera vez que llega a España una muestra. En efecto, un desconocido.

Pero un desconocido que ha dejado una obra portentosa en todos los campos de la fotografía y todos los estilos. Un adelantado del pictorialismo al nivel de los grandes gringos como Strand, Stieglitz o Evans quienes, bastante celosos, no le dieron bola cuando intentó instalarse en Nueva York y prácticamente lo echaron. Competencia peligrosa.

Hoppé se hizo famoso como retratista. No me paso de hiperbólico si digo que el pictorialismo vincula sus retratos con la retratística inglesa del XVIII, los Reynolds o Gainsboroughs. Se dan un aire. Pero es que además retrató el who's who del mundo en la primera mitad del siglo XX. El visitante encontrará en la exposición abundancia de retratos de gente que pesa o ha pesado en la vida de cada cual por distintos motivos: retratos de Paul Robeson, Albert Einstein, Ezra Pound, Benito Mussolini, Ruyard Kipling, Bernard-Shaw, Jorge V, la Reina Madre, Aldous Huxley, etc. La serie es interminable. Cada cual mira lo que le interesa: me encantó poner rostro a Vita Sackville-West, a la que no había visto nunca, la amiga y quizá amante de Virginia Wolff que esta retrató en Orlando. Igual que a Somerset Maugham. La figura de Ezra Pound es impresionante y la de Henry James extrañamente familiar. Mussolini, le hizo ir a retratarlo a Italia y lo recibió practicando inglés de esta guisa: "Hello, Mr. Hoppé. How are you? It's a long way to Tipperary". Al menos es lo que dice la nota explicativa y si non è vero è ben trovato. El retrato de Marinetti es todo un hallazgo porque es fotomontaje y composición y le sale algo perfectamente futurista.

Pero no solo retratos en el estudio; Hoppé lo fotografió todo, hizo series, por ejemplo, una de desnudos femeninos que publicó en forma de libro The Book of Fair Women, que está muy bien pues no se resienten del paso del tiempo, cosa que suele pasar en la fotografía de desnudos, ya que son cuerpos de una belleza clásica. Otra serie con tipos de la calle, los comercios, los oficios. Utilizó cámara oculta para obtener instantáneas espontáneas. Fotografió de todas las formas posibles la ciudad de Londres, paisajes. Viajó mucho al extranjero, a París, a Viena, al Asia, a las Américas, de donde trajo cientos de fotos de todo tipo y de todas las culturas. Su obra, de una sobriedad casi ascética, es una visión riquísima de la primera mitad del siglo XX. Es un mundo de jadis extraordinariamente cercano y nuevo.

Una visión que llega a los rincones más oscuros. Hay una foto en la exposición literalmente asombrosa que no puedo poner aquí porque tiene derechos protegidos y que merece la pena. Es un armario con varios esqueletos reales colgados, muy limpios, en una tienda que los vendía en Londres. Al parecer, se compraban en el extranjero (habría que saber cómo y en qué extranjero) y se importaban porque tenían buena venta con fines docentes y, supongo, ornamentales tipo gótico. Imagino que algo así será hoy imposible, dado que nuestra actitud acerca del valor y la dignidad de la persona seguramente no lo permitirán. Hoppé ha retratado algo tan difícil como un cambio en las concepciones morales del hombre frente a sí mismo.

dissabte, 24 de març del 2012

Hoy, día de reflexión.

Supongo que quienes inventaron esta gansada del "día de reflexión" son firmes seguidores de Rousseau y su idea de la bondad natural del ser humano, indebidamente corrompida luego por su propia obra, las sociedades que forma. Porque previeron una jornada de silencio, sosiego y reposo durante la cual, absteniéndose todos de discursos partidistas, los electores podrían sedimentar y "procesar" la información recibida (un verdadero diluvio que hace las delicias de los especialistas en comunicación) para formarse un juicio. Pero no tuvieron en cuenta la segunda parte, la corrupción de esa bondad natural por los más depravados designios. En resumen, no creo que muchos la respeten. En particular imagino que los medios de la derecha (o sea, casi todos) no respetarán la abstención reflexiva y seguirán pidiendo el voto para el PP bajo los más variados disfraces. Al fin y al cabo es hoy presidente del gobierno quien en la jornada de reflexión de las elecciones del 14 de marzo de 2004 afirmaba en El Mundo que tenía la convicción moral de que fue ETA la autora del 11-M, inaugurando así la leyenda de la conspiración de la mochilita. ¿Jornada de reflexión? Al final lo veremos.

Y hay para reflexionar. No mucho en Asturias en donde, estando la situación más complicada porque la derecha aparece tan dividida como la izquierda, el resultado no tiene tal carga simbólica como en Andalucía. Es aquí en donde los dos partidos se la juegan y la competencia es más agria y más reñida. El PSOE sale a la desesperada a defender casi lo indefendible: treinta años de gobierno ininterrumpido que, justa o injustamente, están ensombrecidos por un episodio de corrupción cuya gravedad no reside en él mismo, pues como él y peores que él hay otros en España, sino en su duración de 10 años sin que nadie lo atajara. Eso es seguramente lo que más pesa en el ánimo de los electores.

No menos a la desesperada sale el PP, cuyo dirigente, el alegre campeón Arenas ya ha perdido la cuenta de las veces que se ha estrellado en su propia tierra. Es ahora, cuando toda España ha sido ya "reconquistada", a reserva paradójicamente de Covadonga, o nunca. Andalucía es el irredentismo de la derecha y donde no puede fracasar.

El caso de IU-Los Verdes-Convocatoria por Andalucía es curioso. No aprovecha el desmoronamiento del PSOE y todas las encuestas le dan entre 7 y 9 escaños con lo que únicamente sube dos o tres mientras que el PP pega un salto de doce o trece. Es posible que alguno se vaya también para el Partido Andalucista y para UPyD. De Equo no tengo datos.

Con todos los sondeos negro azabache, Griñán ha terminado la campaña apelando a una especie de sentimiento andaluz de la izquierda, eco lejano del espartaquismo agrario que es algo así como invocar a las Valquirias. Y no digo que no lleguen.