Los españoles sostenemos ser muy nuestros y no gustar de que vengan de fuera a decirnos lo que debemos hacer. Y los más españoles de todos, los vascos, para los cuales nadie nacido fuera de Euskal Herria puede aspirar a comprender siquiera el misterioso ser de ese pueblo, consistente en mirarse a sí mismo hasta el fin de los tiempos. Con todo, cuenta habida de que, al menos de momento, Al Andalus, al igual que Euskadi, forman parte de esa problemática realidad que llamamos (y no todos) España, nos da a los españoles por hablar de las cosas de los otros españoles, tanto más Palinuro que es troyano. Pero no lo que la informática llama un troyano, pues esa ciencia será muy exacta, pero confunde los caballos de madera con las personas.
En fin, si Palinuro fuera andaluz, tendría un cabreo fenomenal con el PSOE de la Comunidad, que ha incurrido en prácticas detestables de clientelismo, favoritismo y enchufismo durante largo tiempo. Le afearía haberse limitado a administrar Andalucía, prácticamente sin innovar nada, sin aplicar políticas de izquierda, habiéndose plegado a una rutina en donde domina la mediocridad y acaba germinando la corrupción. Y le amenazaría con negarle el voto.
La irritación de Palinuro aumentaría al comprobar que el PSOE nacional no ha hecho nada por recuperar la confianza de los españoles con propuestas nuevas que corrijan el camino de lo que se hizo mal antes, que arranquen de la crítica clara de esos errores.Y tampoco ha hecho nada por aportar a Andalucía perspectivas y soluciones que sean eficaces para la Comunidad y sus relaciones con el gobierno central.
En esas condiciones, Palinuro pensaría en abstenerse o votar por alguna opción minoritaria de izquierda, IU o Equo. Y, a pesar de todo, votaría por el PSOE, no por los méritos intrínsecos de este, sino porque parte de la convicción de que, en las circunstancias actuales, todo voto que no sea para los socialistas es para la derecha. No hay otra opción. Y, francamente, aun estando convencido de la conveniencia de la alternancia en la democracia, Palinuro ve con verdadero temor la consolidación del dominio absoluto de la derecha en España: el gobierno central, las Comunidades Autónomas, los ayuntamientos, los poderes del Estado, los medios de comunicación, el mundo financiero y empresarial (siempre muy pendientes del Estado en España) y, por supuesto, la bendición apostólica. Un panorama tenebroso, una vuelta al pasado de manos de esta derecha que ya siente estar en situación de decir lo que le dé la gana pues nadie podrá rechistar. Léase en la primera de El País más arriba al rey pidiendo a los empresarios que "arrimen el hombro en la creación de empleo"; a los empresarios, que son los que están destruyéndolo.
Palinuro no querría el poder absoluto ni para los suyos, supuesto que existieran.