dijous, 13 de novembre del 2008

Good, Manny!

Conozco al autor de este libro, Manuel Fernández-Montesinos (Lo que en nosotros vive. Memorias. Tusquets, Madrid, 2008, 482 págs.) hace casi cuarenta años. Nos encontramos en Frankfurt, cuando ambos estábamos más hacia el comienzo que hacia el final de la vida, y nos tratamos con cierta asiduidad. No demasiada que sospecho a ambos nos repele; digo lo demasiado. Se interrumpió el contacto y hemos venido a reecontrarnos recientemente, hace un par de años, cuando ambos también estamos más cerca del final que del comienzo de la vida. Así que creo conocerlo bien. Bueno, creía, hasta leer su libro de memorias que me ha mostrado un Manolo Montesinos distinto al que yo traté. Mejor, si cabe. Y mira que lo tenía por hombre de bien, cabal, inteligente y bella persona. Pues del libro sale más con creces. O sea que si ya antes lo apreciaba, he acabado queriéndolo. Queriéndolo en el buen sentido, no en el de ese Bernard, compañero suyo de habitación en Obersberg (p. 242) (por cierto, yo también estuve allí años después, en 1969) que se enamora de él full blast, siendo evidente a estas alturas de la vida que ese es tirón que ninguno de los dos hemos sentido. Pero queriéndolo, sí, sí. De forma que el que aquí aguarde crítica áspera que se dé a otra lectura.

Dice Manolo que el libro le ha llevado dos años. Dos años de escritura y muchos más de maduración porque lo que revelan estas páginas que él dice que va "enjaretando", como don Pío, son muchas horas de cavilación, mucha reflexión, muy intensa concentración en el ensimismamiento, tanta que hasta él mismo se preocupa y, en cierta ocasión, se pone en manos de un psicoanalista, algo que sólo hacen los muy introvertidos. Porque Manolo escribe muy bien, con mucha soltura, sencillez y elegancia pero además lo hace sobre algo, su vida, sobre lo que tiene mucho meditado. Como es hombre meticuloso se ha documentado a conciencia y, además de los papeles que él conserva, ha recabado documentos y testimonios en torno suyo, consiguiendo una buena respuesta pues todos sus amigos le han facilitado lo que tenían, Paco Bustelo, Santiago Rodríguez, etc. En el caso de Santiago (hola, Santi) estoy seguro de que se desvivió por aportarle lo que tuviera y por investigar en dónde podría estar lo que no tuviera. Por ese lado vaya el lector seguro de que nuestro memorizante, si da un dato, lo tiene contrastado y lo puede probar.

Pero no es a ese bien escribir al que me refiero, sino al literario. He leído muchas memorias, recuerdos, autobiografías y como todo el mundo tengo mis preferidas. He leído también -gajes de la edad- muchas escritas por coetáneos míos y muchas en las que aparezco; en éstas, también. Siempre me digo que algún día escribiré yo las mías. Pero será difícil que lo haga si tengo que llegar hasta el listón en donde lo ha puesto Montesinos. Insisto, no por la parte documental que es irreprochable sino por la sentimental. Prueben a leer la primera parte del libro, la segunda en longitud tras la dedicada a Frankfurt o Francoforte del Meno, y díganme si esa narración de la niñez y la adolescencia así como primerísima juventud de un chaval español de Granada trasplantado a Nueva York no parece que la hubiera escrito él mismo; no él mismo sesenta años más tarde sino él mismo, allí mismo en tiempo real. Eso es un prodigio que raya en lo genial. Casi me troncho de la risa leyendo el juicio que le merece a Manny Montesinos el adusto Juan Ramón cuando lo conoce, al extremo de que se pregunta cómo pudo escribir algo así sobre el animalillo.

Ese es el dato mejor del libro a mi entender: el entrelazamiento entre los aspectos públicos y los privados e íntimos del personaje. Porque cuando eres hijo de un alcalde socialista de Granada (Manuel Fernández-Montesinos Lustau) fusilado por los fascistas nada más empezar la guerra y sobrino de Federico García Lorca y te crías bajo la tutela moral de Fernando de los Ríos y José Fernández-Montesinos, cuando por tu casa de niño pasan celebridades de todo tipo es claro que tu existencia tiene una poderosa faceta pública. Sin embargo el autor la relata entreverada con su propia narrativa, su vida, su desarrollo, sus experiencias. Es que en verdad este hombre entrega su ser, lo abre, se lo explica y lo explica. Y eso con un estilo llano como recomienda don Quijote, a quien tanto gusta él citar, al muchacho que ayuda en el retablo de Maese Pedro: "llaneza, muchacho que toda afectación es mala".

Pues lo dicho: tengo leídas muchas memorias; las suficientes para saber que la piedra de toque es siempre si son verídicas o no, si el autor cuenta la verdad o, lo que es mucho más habitual, la adorna, la embellece o la sustituye por otra. No es el caso de Manolo que dice siempre la verdad en lo que a él se le alcanza cuando se trata de los demás y siempre sobre sí mismo, que es mucho más difícil. Eso de hablar de uno mismo sin justificaciones y también sin ensañamientos sino de un modo sencillo y claro no lo hace casi nadie. Y que Manolo lo hace me consta porque coincidí con él en la parte de su vida a la que da mayor importancia porque es la más extensa, la de Frankfurt. Me apresuro a decir que ello no es óbice para que la parte más importante de su vida sea precisamente la que no narra en sus memorias, su familia, su mujer y sus dos hijas, a las que protege de los focos reservándoselas para sí a no ser por dos o tres comentarios ex abundantia cordis.

Estos recuerdos son una pieza peculiar. Están concebidos desde la filosofía del flamenco. No digo que tengan una estructura tonal flamenca, que sean seguiriyas, bulerías o tarantos; digo que están concebidas según la filosofía flamenca. Esto es, no son un medio para un fin, sino que son un fin en sí mismo; no las quiere el autor para ajustar cuentas con nada ni con nadie; no habla mal de nada ni de nadie. Las quiere para contar su visión del mundo y para contársela a los demás. Ve clarísimo que el franquismo fue una indignidad y una vergüenza y algo contra lo que había que luchar, aunque fuera con tan inmensa desproporción de fuerzas, ya que esa lucha era una cuestión de dignidad, pero no maldice ni suelta soflamas ideológicas, entre otras cosas porque no tiene que justificarse. Ha dedicado su vida a luchar contra el franquismo por la democracia y el restablecimiento del Partido Socialista casi como cumpliendo lo que se hubiera podido imaginar que era una última voluntad paterna. Y hechos felices realidades tan altos ideales, Manolo, que no es un político, se retira de la vida política.

Vale ¿y qué es Manolo Montesinos? De lo que se saca en claro de las memorias muchas cosas encontradas, hasta contradictorias, porque a muchas se ha dedicado con pasión y de lleno, algunas con carácter intermitente además de las cinco aficiones que ha practicado con diverso grado de dedicación, por lo activo o por lo contemplativo, la guitarra, el baseball, el flamenco, los toros y la navegación a vela; profesionalmente ha sido (por períodos más o menos largos), abogado, funcionario sindical y publicista en Alemania, agricultor y empresario teatral en España, ejecutivo cazatalentos otra vez en Alemania y vocal y gestor de la Fundación García Lorca, amen de estudiante y conspirador, si es que estas dos condiciones pueden reputarse como dedicaciones que en el caso de Manolo, al menos la primera, la ha seguido con ahínco pues después de muchos años de licenciado en derecho cursó la carrera de filología. Ello sin contar con que en la época en la que él frecuentaba la Universidad estudiante y conspirador eran casi términos sinónimos. Su tío Pepe, verdadera imago patris, da parcialmente en el clavo cuando califica todas las ocupaciones de Montesinos como odd jobs; digo parcialmente porque lo que probablemente el hombre no calibraba es que Montesinos se dedicaba a cada odd job como si fuera una cosa de Berufung, de vocación. Sólo quien siente en el alma la vela o la huerta o la política habla como él de esas actividades, utilizando su particular lenguaje. O sea ¿qué es Manolo Montesinos? Pues un hombre mosaico, un hombre con atributos en el sentido de Musil.

He disfrutado mucho el trozo del libro que narra su vida en Frankfurt porque fue también la mía.Dejo la prueba a la derecha, una foto que él no ha sacado, correspondiente a la etapa en que hacíamos de periodistas, confeccionando el Express español. Ahí estamos los dos entrevistando a José Feliciano para hacer un reportaje que, suponíamos, haría las delicias de la comunidad española. Yo voy ataviado como Rudi Dutschke y él más como Bel Ami pero en honrado y en decente. Detrás de mí está Carlos Pazos, a quien no se ve. No sé si Manolo se acordará del repertorio de Feliciano en aquella memorable jornada, pero llevaba un versión muy apañada del famoso corrido El jinete aunque a mí siga gustándome más la de Miguel Aceves Mejía.

Lo dicho, la mejor parte para mí porque habla de lo que yo también he vivido; pero lo que más me ha atraído es que la visión que él tiene de Alemania es la que tengo yo, que coincido con él en lo que le sorprende, lo que le gusta menos (muy poco) lo que le gusta más (casi todo) y lo que encuentra digno de explicación. Yo también me quedé estupefacto la primera vez que vi un pater noster en el IG Metall y ya no digo nada que casi me pongo a llorar al leer de la Bockenheimer Landstrasse, la Hauptwache, Eschenheim, Sachsenhausen, Böhmerstrasse o la Hauptbanhof, nombres que despiertan resonancias dormidas y, aunque parezca mentira, dulces, suaves, como los rubios cabellos de aquellas Utes o Elfriedes. En el Audi del que aquí se habla he montado yo mucho. Porque Manolo era el único de nosotros en la colonia española, en la que había más muerto de hambre que otra cosa, que tenía coche. Un cochazo.

Tengo que volver al primer capítulo, el de la estancia en los EEUU, básicamente Nueva York y Nueva Inglaterra y tengo que hacerlo porque de nuevo encuentro una identidad de miradas completa. He tardado mucho en descubrir los EEUU, a donde no llegué de niño, sino de mayor, especialmente Nueva York pero cuando lo he hecho me los he trabajado a fondo. Aparte de conocer los cinco burgos bastante bien siempre que puedo me voy diez o quince días, alquilo un coche y hago miles de kilómetros atravesando seis, ocho, diez estados de motel en motel que por cierto son baratísimos. Todavía el año pasado estaban a 50$ la noche habitación doble o sea unos 35 euros; la comida es muy barata, la gasolina también, todo es cosa de apañarse un vuelo de bajo coste. Coincido a ojos ciegas con Manolo en el amor a los perritos calientes, las "longanizas". No así en la afición al baseball (y tampoco a los toros en España) pero en cambio estoy seguro de que él tampoco comparte mi entrega a todos los locales de fast food imaginables, no sólo McDonald's o Burger, sino Wendy, Popeye, Dunkin Donuts, Subway, Colonel Sander's, Taco Bell, Pizza Hut, etc. En todo caso tengo que reconocer en la descripción que hace de todo lo yankee un toque de fina penetración, de conocimiento de insider, de haber tratado de niño con el jefe de la mafia irlandesa y el de la colombiana en el cole. Eso me produce gran admiración y envidia. Ahí, Manolo, en esa tu visión de los States, en tu forma de desdoblarte como niño granaíno criado en Nueva York o de joven neoyorquino trasplantado a España (¡y luego a Alemania!) es donde te ganas a la gente en tus memorias porque es una visión desde dentro, distinta de la de tu tío, que es muy bella, pero desde fuera. Él llegó allí ya hecho. A ti te hizo el Riverside Drive o Middlebury.

Me doy cuenta de que sólo he hablado de su etapa en los States y en Alemania porque eso es lo que hace él ya que entre las dos suman más de trescientas paginas, esto es, dos tercios del libro. Las otras etapas, primera estancia en Madrid con cárcel y segunda estancia en España con más cárcel tiene otro empaque, como diría él mismo. La descripción de la cárcel de Carabanchel mola un pegotón, Manny. "¡Ese Fernández Montesinos!". No se olvida nunca. Un tiempo me pregunté por qué decían "ese"; nadie supo darme razón satisfactoria y acabé pensando que era un modo sencillo de sustituir al toque de atención. Si se comenzaba a gritar un nombre sin más en mitad del follón de una galería era probable que muchos no lo entendieran y hubiera que repetirlo. En cambio, al oír el "¡ese...!" ya todo el mundo prestaba atención.

Siniestra España aquella de los años cincuenta; algo menos pero también muy siniestra en los sesenta y primeros setenta. Con todo el país ha cambiado mucho, Manny; aunque quizá no tanto como nosotros.

dimecres, 12 de novembre del 2008

Caso De Juana: no es justicia; es venganza.

Ya tenemos al señor De Juana otra vez en portada de todos los periódicos, a punto de convertirse de nuevo en un mártir de la causa del pueblo vasco. La Audiencia Nacional lo ha puesto en busca y captura por no haber obedecido a una citación para que se presentara a declarar por un asunto que, se mire como se mire, no se tiene de pie. La historia de este hombre es muy ilustrativa del modo en que entienden la justicia ciertos sectores de la derecha en España, más como persecución y venganza, como linchamiento moral (y si es posible físico) en la plaza pública que como protección de bienes jurídicos, reparación a las víctimas y castigo a los culpables. Y lo malo es que, en esta forma vengativa e intolerante de retorcer la normal administración de justicia no están solos sino que a veces cuentan con la valiosísima ayuda de la izquierda gobernante.

Como es bien sabido, el señor De Juana fue condenado en 1987 a tres mil años de cárcel por un atentado en Madrid en el que murieron veinticinco personas. En aplicación del código penal de 1973, en vigor al cometerse el delito, el etarra hubiera tenido que salir en libertad en 2004. Sólo dicha posibilidad provocó un escándalo sin precedentes y mucha demagogia (de esa que dice que matar sale muy barato pues resulta a menos de un año por muerto) a todo lo cual cedió el asustadizo Gobierno socialista moviendo a que la Fiscalía lo acusara de nuevos delitos de amenazas y enaltecimiento del terrorismo por dos artículos publicados en el diario Gara mientras estaba en prisión. Se trataba de una triquiñuela y una causa inventada, como reconoció el mismo ministro de Justicia de la época, para impedir que el recluso saliera en libertad, para prorrogar su prisión con una pátina de legalidad. A resultas de ello, de un proceso que jamás debió abrirse y que tuvo un iter lleno de momentos sorprendentes, a veces hasta chuscos, De Juana fue condenado de nuevo y no pudo abandonar la prisión hasta el año de 2008. Para entonces había protagonizado una prolongada huelga de hambre que lo tuvo en el centro de la atención informativa y al borde del muerte y lo convirtió en un héroe a ojos de los independentistas vascos más violentos, así como una prueba viviente (y convincente) de que el Estado español aplicaba el derecho del vencendor cuando de nacionalistas vascos se trataba. Todo ello, por supuesto, hizo mucho más daño a la causa de la justicia y del Estado de derecho en España que al movimiento vasco por la independencia.

Ahora parece que hay voluntad de cometer los mismos errores, y con resultados igual de desastrosos o más. Las asociaciones de víctimas que persiguen claros fines vengativos antes que justicieros, acusan al expresidiario de un delito de enaltecimiento del terrorismo (otra vez) por haber escrito una carta que se leyó en público en una concentración que se hizo no recuerdo si en Bilbo o Donostia para homenajearlo. De lo que se trata es de perseguirlo con la excusa que sea y ver si se consigue encarcelarlo de nuevo

Según parece el original de la dicha carta no existe, sólo se dispone del texto publicado en Gara, la policía dice que no se puede probar la autoría de De Juana y el propio De Juana niega contundemente haber escrito la misiva. A pesar de ello el juez ha dictado orden internacional de busca y captura en lugar de dar carpetazo a las actuaciones con lo cual coadyuva a eso que la derecha siempre ataca con gran denuedo, esto es, a la internacionalización del conflicto vasco. A estas alturas con la Interpol lanzada a la busca de De Juana, éste vuelve a ser ejemplo de luchador perseguido por los aparatos represivos de un Estado que se atiene más a la venganza que a la justicia. Un héroe para los independentistas vascos y un bochorno para el Estado de derecho español.

Las víctimas, todas las víctimas por cierto, son merecedoras de nuestra solidaridad y nuestro apoyo pero es evidente que no pueden ser quienes decidan cómo se administra la justicia porque en tal caso ésta deja de ser tal y se convierte en venganza.


(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Palinuro en Público.

Los del diario Público han decidido incluirme en un Consejo Editorial que acaban de constituir y está compuesto por dieciséis o diecisiete personas, todas ellas de mucho renombre y peso, excepto un servidor, claro es. De momento iremos publicando nuestras cogitaciones con la periodicidad que el número de miembros (cada 16 o 17 días, depende) determine y se supone que también ejerceremos como consejeros en las materias de nuestras competencias. Siempre que oigo eso de un consejo y unos consejeros me acuerdo de la anécdota que contaba don José María Pemán cuando Franco lo destituyó del Consejo Nacional del Movimiento por sus escarceos monárquicos. Como quería vengarse del Dctador, el poeta hizo que lo entrevistaran en ABC y que un periodista le preguntara que qué era el tal Consejo Nacional a lo que contestó Pemán: "un lugar en el que los consejeros nos reunimos a escuchar al aconsejado". Supongo que aquí las cosas serán distintas porque además Público es un periódico de izquierda, el más de izquierda creo de la prensa de papel, un producto tanto más necesario cuanto que esta prensa en España es abrumadoramente de derecha, desde el liberalismo de El País hasta la derecha más cerril de El Mundo. Seguiré informando.

El arte feo y la poesía.

La sala Minerva del Círculo de Bellas Artes exhibe las quince litografías con que Jean Dubuffet ilustró el poemario de Guillevic, Les murs y algo más de obra litográfica del inventor del art brut. Dubuffet es uno de los principales artistas franceses contemporáneos aunque, por el carácter extremo y provocativo de su producción, no tenga universal aclamación. Ni él mismo vio claro hasta muy avanzada su vida si quería ser pintor o comerciante de vinos, como su padre. Se decidió finalmente por la pintura en la que obtuvo grandes éxitos. Criado, que no educado, pues en pintura fue sobre todo autodidacta, en el clima del surrealismo, muchos dicen que lo abandona para desarrollar su estilo personal y otros, entre quienes me cuento, que lo lleva a sus últimas consecuencias creando una manifestación artística allende el campo racional y coleccionando obras de pacientes de psiquiátricos y de niños con las que luego fundó el Museo de l'art brut que se encuentra en Lausanne. Su propia obra en su conjunto es una especie de canto a lo irracional con elementos estéticos típicamente infantiles.

En esta exposición llaman mucho la atención algunas litografías que reproducen un tema caro al artista, el del pisseur, esto es, el hombre orinando, como los de la derecha. Orinar es una de las numerosas cosas que pueden hacerse con las paredes (les murs) y más características de las actividades masculinas desde el comienzo de los tiempos. La insistencia en el tema pone a Dubuffet en una línea de creatividad que tiene antecedentes muy ilustres. Se recordará que las figuras de hombrecillos meando contra paredes de establos o casas son un signo distintivo de la pintura de Tenniers, casi una firma suya y que la Biblia Vulgata define a los hombres en repetidas ocasiones como mingentes ad parietem, los que mean contra la pared.

En cuanto al poeta bretón Guillevic (no le gustaba que se lo llamara por su nombre de pila) es hombre también tan peculiar y extraño como Dubuffet, así que en el poemario de Les murs se juntan tal para cual. Lo que sucede es que los poemas no son muy allá y no hacen justicia al tortuoso y fascinante espíritu de Guillevic. Es mucho mejor este poema de 1985, procedente del Arte poética, de 1985:

Si je fais couler du sable/De ma main gauche à ma paume droite,

C’est bien sûr pour le plaisir/De toucher la pierre devenue poudre,

Mais c’est aussi et davantage/Pour donner du corps au temps,

Pour ainsi sentir le temps/Couler, s’écouler

Et aussi le faire/Revenir en arrière, se renier.

En faisant glisser du sable,/J’écris un poème contre le temps.



Si hago que la arena se deslice/de la mano izquierda a la palma derecha.

Es por darme el placer/de tocar la piedra hecha polvo.

Pero sobre todo también es/Para dar cuerpo al tiempo

Para sentir así que el tiempo/corre, se desliza.

Y también para hacerlo/Retornar, renegar de sí mismo

Al hacer que se deslice la arena/Escribo un poema contra el tiempo

dimarts, 11 de novembre del 2008

La insoportable ministra de la Vivienda.

La señora Beatriz Corredor, ministra de la Vivienda, sigue haciendo el trabajo sucio a la mafia del ladrillo, a cuyo obvio servicio está y en contra de los intereses de los ciudadanos a los que pretende confundir de modo sistemático. Ya desde que tomó posesión viene haciendo activa propaganda, animando a la gente a comprar vivienda aun sabiendo que los precios están inflados en torno a un cuarenta por ciento y que la gente se entrampa en condiciones muy difíciles. Ayer volvió a hacerlo y sirviéndose también de una invención, una fábula: asegura que los precios han bajado un quince por ciento y que, por tanto es un buen momento para comprar cuando su propio Ministerio sostiene que los precios han subido un 3,6 por ciento. ¿No es esto suficiente para pedir la comparecencia parlamentaria de esta señora para que explique qué intereses está defendiendo en su labor como ministra? No se le pide a la ministra ya que diga la verdad; pero, por lo menos, que no trate de confundir a los ciudadanos en beneficio de las inmobiliarias.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Un gran momento.

Esta imagen que saco de Público es emocionante. El tatarabuelo de la señora de rojo fue esclavo, propiedad de algún blanco que también pudo ser un antepasado de sus anfitriones hoy. El padre del señor a nuestra derecha fue un oriundo de Kenya que llegó a los Estados Unidos en busca de una vida mejor, como suelen hacer los emigrantes. Sí, ver a un negro a las puertas de la Casa Blanca es algo emocionante prueba de la capacidad de la especie humana para progresar moralmente. Desde luego que la situación puede analizarse desde puntos de vista políticos y económicos que la matizarán y a no dudarlo así sucederá no dentro de mucho. Pero de momento véamosla con los ojos de la comunidad negra de los Estados Unidos, con los ojos de los niños negros que ahora saben en las escuelas que ellos también pueden llegar a presidentes de su país. Veámosla con nuestros ojos de izquierdistas, de "progres" que siempre hemos luchado contra el racismo, contra toda discriminación por la razón que sea y felicitémosnos de que nuestras ideas se abran camino, se impongan (como acabarán imponiéndose las que tenemos sobre las mujeres, los homosexuales o las víctimas de genocidios) y hagan del mundo un lugar más grato y más moral.

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).

Caminar sin rumbo (XI).

Volver. Una diatriba al estilo unamuniano.

- Pero, ¿cómo?, ¿apenas ha comenzado Vd. su viaje y ya está pensando en volver?

- Bueno..., sí. Pensando solo, ¿eh? No haciéndolo. Además, casi todos los que emprenden un viaje tienen en la cabeza cómo y cuándo volverán.

- Vd. lo ha dicho, joven: "casi todos". Pero Vd. no quiere ser "casi todos", si no me engaño. Tiene Vd. un concepto muy alto de sí mismo; quiere ser único. Y por eso emprende un viaje a ninguna parte. Y si es a ninguna parte, no tiene vuelta.

- No veo por qué no. Precisamente porque es a ninguna parte y está claro que "ninguna parte" no se halla en lugar alguno, en el momento menos pensado, uno decide volver, volver a donde inició el viaje.

- ¿Y quien le dice a Vd. que el lugar donde inició el viaje existe o que lo vaya a encontrar? A lo mejor resulta que Vd. partió de ninguna parte y, claro, ahora no la va a encontrar, con lo cual...

- Con lo cual está claro que no puede hablarse de "volver" en sentido estricto.

- Exacto.

- Bueno, o sí. Digamos que hay voluntad de volver. Luego se vuelve o no, eso ya depende de otros factores. Fíjese maestro en las leyendas del retorno de Agamemnon por un lado y Ulises u Odiseo por el otro. El primero no tardó nada en regresar a casa y a aciago destino; el segundo tarda diez años, aunque a un final feliz. Y, en cierto modo, todavía puede estar de camino. Todavía veinte siglos más tarde alguien actualiza su viaje en el Dublín del siglo XX.

-Un Homero contemporáneo, sin duda. Pero vayamos a lo nuestro: de un viaje a ninguna parte no se puede volver.

- No, en sentido estricto, no.

- Es que hace falta no estar en los cabales de uno para emprender un viaje a ninguna parte, perdóneme que le diga, joven.

- Perdonado, maestro. Por eso estaba Vd. como una regadera.

- ¿Qué dice Vd., botarate?

- Como una regadera, maestro, perdóneme Vd. a mí. Esa búsqueda insaciable de Dios no le admite ni la sombra de una sospecha y sospechas tenía Vd. muchas, que corroían su fe. Así que Vd. sabía muy bien que estaba en un viaje y en un viaje, sospechaba Vd., a ninguna parte.

- Sabe Vd. mejor que yo la procesión que iba por dentro.

- Ni mejor ni peor: lo sé igual que Vd.

- Lo que Vd. quiera, joven, pero no hay vuelta.

- Bueno, maestro, tampoco vamos a pegarnos por eso.

- Naturalmente que no, joven. Aviados estaríamos si empleáramos el trecho del camino que hagamos juntos en pelearnos por contar los pelos del rabo de esfinge, expresión que me salió redonda, estará Vd. de acuerdo.

- Claro que sí, maestro, son nimiedades. Cuando uno contempla la vastedad del horizonte que tiene en torno suyo y comprende que jamás podrá abarcarlo todo, verlo todo, conocerlo todo viene uno y se concentra en lo más inmediato, encuentra uno la belleza y la fascinación de lo que puede ver en cada momento.

- Con lo cual empezamos a hablar de las cosas sencillas, a lo mejor, de las flores...

- Que, por cierto, no son nada sencillas. También podemos hablar de las ciudades, según nos acerquemos a ellas.-

- Ya lo creo. Ahora son muy distintas a las que yo conocí.

- Ciertamente. Ahora todas se parecen mucho; son estilo estadounidense: anchas autopistas y verdaderas ciudades comerciales, donde para ir de un comercio a otro hay que hacerlo en coche y los anuncios en caracteres enormes, a ser posibles luminosos y en postes muy elevados para que puedan verse en muchos kilómetros en ambas direcciones.

- Sí. No hace falta que diga que este culto estadounidense al dinero y a lo material no es nada atractivo. Se ha perdido el sentido quijotesco de la existencia, el vivir por ideales. Ahora sólo se vive por el confort, por las facilidades y comodidades materiales. Ya no hay vida del espíritu.

- ¡Ay maestro! Que está Vd. anticuado. Claro que hay vida del espíritu, más que nunca antes y expandida por todo el planeta

Aquí se me planteó cómo podríamos explicarle internet a don Miguel de Unamuno, que no vio la televisión. Tampoco me pareció tan difícil. Seguro que entendía el funcionamiento de la red y se adaptaba a él de inmediato. Había sido agradable aquel trecho con don Miguel. Su conversación fue estimulante y el diálogo muy feliz. Hasta se me había olvidado cómo se originó.

Se había originado en respuesta a la repentina idea que tuve de poner fin al viaje, de retornar, de volver al punto de partida. Pero ya está claro que no hay vuelta. ¿Pues no se dice que no hay "vuelta de hoja"? Por cierto no sé de dónde viene; tengo que mirar en el Iribarren. Así en lo que hay en la vida es algo que se hace en ciertas etapas, cuando se está comenzando la andadura es cómodo disponer de la casa de los padres, del hogar familiar a los que poder volver si las cosas se ponen feas. Eso es muy importante. Hay siempre un volver: al refugio. El retorno al domicilio familiar es lo que tienen planeado simpre casi todos los millones de personas que en el verano se ponen en marcha de un país a otro, incluso de un continente a otro. Ida cuanto más lejos mejor y vuelta segurita. Siendo niño las vueltas de las vacaciones se me hacían muy patentes. Cuando regresaba del pueblo de mis abuelos, de haber estado en la era, recogiendo fresas, yendo a bañarnos al río o ya en septiembre cogiendo moras pero siempre al aire libre me parecía inmensa y apabullante la puerta de mi casa que tenía una mirilla de hierro forjado y dorado del tamaño de un plato, que se corría y descorría con unas como palas de hélice.

Pero esa vuelta se queda muy atrás en la vida a partir de cierto momento, los padres fallecen y ya sí que no hay vuelta posible a hogar alguno.

No hay vuelta posible entre otras cosas porque todo lo que hubiéramos procurado con ella lo tendremos por igual siguiendo adelante en nuestro camino. Al fin y al cabo todo es un ir y venir nuestro, en nuestro tiempo, que es nuestro espacio vital; por eso dice Heidegger que el hombre es un ser en el tiempo. Y por tal no hay que entender a un ser en el tiempo al modo en que una galleta se baña en chocolate, sino en un ser que se está haciendo en este momento, que está siendo, que es la forma que toma el tiempo al ir cambiando. Y el viaje a ninguna parte por eso mismo no puede ser de ida ni de vuelta.

Salvo que esa vuelta sea algo menos trascendental y se refiera al hecho de "estar de vuelta". Hay gente que está "de vuelta" de muchas cosas, ideales que ha abrazado, causas por las que ha luchado y que lo han ido decepcionando. Da la impresión de que se trata de una circunstancia muy generalizada. Aunque siempre habrá quien continúe estando de ida sin parar y absorbido ¿quién sabe? por una fe ciega o cualquier cosa así y no esté de vuelta nunca. La mayoría de la gente, a pocos años que tengamos, estamos de vuelta de tantas cosas que parecemos los restos de un ejército en derrota, como el VI alemán en Estalingrado. Pero las muchas vueltas de que estemos en la vida como las muchas vueltas que la vida dé no son suficientes para forzar una vuelta en esa misma vida.

Por supuesto, el único que da la vuelta de verdad y retorna allí de dónde vino de modo radical y absoluto es el suicida. Esa es la única vuelta que no admite vuelta, no tiene vuelta de hoja, no da más vueltas ni nos permite siquiera estar de vuelta. Es la volteidad misma. Pero tiene un inconveniente aparte, naturalmente, del valor que hay que tener para ello, que es el de que luego no se puede contar. Los suicidios siempre los cuentan otros. Lo suficientemente disuasorio para que uno se pronuncie por decisiones más livianas del volver.

Que, claro, resulta que no existen porque si todo lo sólido se desvanece en el aire, excusado decir lo que no es sólido.

(La imagen es un óleo de Monet, Llegada de un tren (1877), Fogg Art Museum, Harvard University Art Museums. Cambridge. Massachusetts).

dilluns, 10 de novembre del 2008

Literatura y canibalismo.

Ya está en la calle el número cuatro de Vacaciones en Polonia (una publicación en cuarto mayor de 167 páginas) dedicada más que a lo que reza su título, a la cuestión del canibalismo antropófago en términos fundamentalmente (pero no sólo) literarios. Como siempre trae un diseño, impresión, maquetado, montaje, ilustración muy cuidados y provocativos y obliga a una lectura cuidadosa para no perderse en una ordenación de los textos más dictada por razones estéticas que de comodidad del lector.

El tema escogido es tan provocativo como el formato de la publicación y está tratado normalmente sin convencionalismo alguno, con tal acumulación de material, riqueza gráfica, multiplicidad de planos, noticias de todo tipo que resulta apabullante y uno sale de la lectura como si estuviera uno digiriendo al vecino o planeando comerse al cobrador del gas. En lo esencial, el número tiene tres tipos de trabajos (tiene más y, en el fondo, es inclasificable, pero si no se hace así, no hay modo de hablar de él): unos en forma de ensayos o dossieres monográficos (como la cuestión del canibalismo en la conquista de América, el movimiento antropófago en el modernismo en Brasil y la primera parte de un interesante trabajo sobre el misterioso escritor B. Traven), otros trabajos literarios originales de diversos autores actuales con el canibalismo como tema central y otros por fin textos clásicos, selecciones y/o antologías de autores célebres.

De los dossieres, el del canibalismo en la conquista de América, de Davamesk de Zakopane, es una investigación apoyada básicamente en textos muy críticos del comportamiento de los españoles en las Indias de Rafael Sánchez Ferlosio, Alberto Cardín, Roger Bartra, etc que sostienen que la acusación de canibalismo hecha por los españoles, Colón, Cortés, Díaz del Castillo, Pizarro, era una forma de legitimar sus actos de depredación, saqueo y crimen. Creo haber entendido que no se niega que los aztecas hicieran sacrificios humanos pero sí que fueran caníbales en tanto que hay testimonios suficientes de los propios conquistadores (Alvar Núñez Cabeza de Vaca, por ejemplo) acerca de cómo los españoles sí practicaban el canibalismo en condiciones de necesidad. Paralelamente a este trabajo hay otro también sobre América aunque con relatos posteriores que da la impresión de ser del mismo autor (a veces es difícil identificar la autoría de los trabajos), dando cuenta de dos relatos de viajes al Brasil, en las tierras de los indios Tupinambá, en concreto los de los viajes del alemán Hans Staden y del francés Jean de Léry en el sglo XVI en los que ambos autores testifican de la existencia del canibalismo entre los citados indios, si bien en el caso del alemán éste salva el pellejo porque, a diferencia de un valeroso prelado portugués que vio devorar él muestra tales signos de miedo que los indios deciden no comérselo para no acobardarse a su vez. El autor enlaza estos relatos con el testimonio de Léry sobre la noche de San Bartolomé, que le permite dar a entender que esas prácticas caníbales también se dieron en las guerras de religión en Francia y con la reflexión de Montaigne en su ensayo De los caníbales en el que muestra un relativismo similar. Inserto en este trabajo general se encuentra también una interesante reseña bibliográfica de la obra de Roberto Fernández Retamar que recoge la tradición de la etimología de caníbal, derivado del nombre "caribe" que los indios se daban a sí mismos al llegar allí Colón y su interesante derivación en el Caliban de la Tempestad de Shakespeare.

El dossier sobre el movimiento antropófago en el modernismo brasileño es obra de Juan María Sánchez Arteaga y se organiza fundamentalmente en torno a una noticia biográfica del soprendente escritor, hacendado, aristócrata y agitador político Oswald de Andrade que, inspirado en un cuadro (célebre por lo demás si no por su calidad estética sí por su simbología) de una de sus mujeres Tarsila do Amaral, lanza una Revista de Antropofagia a seguidas de un Manifiesto antropófago (hacia 1928) en el que se conjugan varias influencias, el psicoanálisis, el marxismo, el Manifeste Canibale de Francis Picabia en 1920 y el conjunto del surrealismo. La antropofagia sería el descubrimiento del alma filosófica del Brasil que atiende a las raíces aborígenes al tiempo que devora todas las influencias venidas de Europa, del exterior en general. Es interesante que este modernista antropófago de Andrade siguiera luego los pasos de muchos otros surrealistas europeos, se integrara en el Partido Comunista y pusiera su talento al servicio de la agitación revolucionaria. Acompañan al estudio una serie de textos de gran interés, como la declaración Tupí or not Tupí o la explicitación que del llamado "relatorio de Juliano Paixaroli" hicieron Tarsila do Amaral y Oswald de Andrade. Este Paixaroli era un camarero negro que en 1919 asesinó y en parte devoró a la bailariana rusa Kristina Seligman-Vogdanovskaia suicidándose después de un disparo en la cabeza en la misma habitación donde estaba el cadáver semidevorado y en la que la policía encontró los dos cuerpos entre excrementos y vómitos, así como una especie de confesión en diez sucintos puntos que luego ampliaron y explicitaron nuestros revolucionarios modernistas Tarsila y Oswald. También se reproduce el muy original Manifiesto antropófago de De Andrade (pp. 92/93).

El tercer ensayo monográfico es una minuciosa y documentada investigación sobre el escritor B. Traven que me ha interesado especialmente dado que siempre he sido lector de su obra, El tesoro de Sierra Madre, El barco de la muerte, Gobierno, etc y, como a todo el mundo, siempre también me ha intrigado que se tratara de un hombre tan misterioso, al extremo de que seguimos sin saber prácticamente nada sobre él, ni siquiera en qué idioma escribía, si en inglés o en alemán, aunque es casi seguro que era en alemán. Sabemos que se refugió en México probablemente a comienzos los años veinte y tengo idea de que gozaba de protección oficial porque, si no recuerdo mal, su primera traductora al español fue Esperanza López Mateos, la esposa del que fue presidente de la República. Había llegado allí tras vagar por diferentes latitudes y tener numerosas aventuras escapando de la represión después del fin de la República consejista bávara en 1919, en la que tuvo un participación destacada como Ret Marut que parece ser uno de sus numerosos seudónimos. El autor del trabajo, Raj Kuter, da por buena la identidad de Marut, siguiendo un criterio que tiende a extenderse, y relata sus andanzas en un verdadero "barco de la muerte", al tiempo que expone las convicciones anarquistas del autor y en otros trabajos complementarios, como añadidos al principal, traza un cuadro de los principales personajes y hechos de la revolución alemana de 1918/1919, Georg Grosz, Otto Gross, Franz Jung, el dadaísmo, etc que permiten hacerse una idea del contexto histórico y literario en que se gestaron las primeras obras de ¿Bruno? ¿Bernhard? Traven.

Entre los trabajos más livianos y de creación directa destaco El día que Robinson se comió a Viernes, de Guillermo el Viejo, una ingeniosa idea bien escrita que no requiere comentario. Caca y metamorfosis, de Jan Zapiekanka es una especie de agria crítica de la contemporaneidad con toques apocalípticos que arranca del hundimiento del comunismo y el triunfo del "capitalismo caníbal" (caca), con el domino del Fondo Mafioso Internacional (FMI), los abusos de las ONGs, las privatización de todo, incluida la tortura y, en definitiva, la generalización de la ubuesca mierdra: "El mundo entero tiene ahora sabor y olor a mierdra" (p. 30), a lo que se añadirá la prevalencia del sida, las fechorías del lobby nuclear, los treinta millones de estadounidenses que, víctimas de la neurosis de la seguridad, viven en ciudades privadas. Termina con una especie de metáfora parabólica: Gregorio Samsa trasmutado en Gregario Samsa, un "borrego que se cree lobo" (p. 34), que vive descerebrado y manipulado entre Google y Yahoo, cuyo epítome artístico es la negación del arte por su infame mercadeo en la obra de Andy Warhol y que se constituye en una especie de lamentable individualismo gregario. Uuuuufff. Siempre que leo estas cosas tan extremas me pregunto qué piensan de sí mismos sus autores. Francisco Socas escribe una noticia condensada sobre canibalismo en la mitología griega y la tradición clásica que titula con una expresión de Agamemnon del Tiestes de Séneca y arranca de la misma Teogonía, cuando Cronos devoraba a sus hijos, pasando por la leyenda de Procne y Filomela hasta la maldición de los tantálidas y en especial de las relaciones entre Tiestes y Atreo, que tendrán su repercusión, andando el tiempo en el nostoi de la guerra de Troya.

Por último, el número cuatro de VP trae una gran cantidad de referencias textuales, citas, noticias concretas, antologías y textos de numerosos autores, desde la famosísima y macabra recomendación del clérigo Jonathan Swift de comerse a los niños pobres de Irlanda para aliviar el problema de la miseria y reducir la cantidad de papistas en el país hasta la obra de Jardiel Poncela en 1947 Como mejor están las rubias es con patatas, pasando por el Marqués de Sade, Herman Melville, H. P. Lovecraft, Alfred Jarry (dios lar de la revista), Giovanni Papini y Witold Gombrowicz sin olvidar un interesante e incisivo trabajo sobre Georges Perec de R. Vetusto titulado Crêpe de Perec que es en realidad una especie de minucioso análisis, casi una autopsia de la obra completa del autor de La vida instrucciones de uso con referencia a la larga lista de autores por él canibalizados y a la escuela del Oulipo (el Taller de Literatura Potencial) en cuyo espíritu Perec llenó el panorama de pangramas, heterogramas, crucigramas, palíndromos y lipogramas.

Por supuesto, el número tiene más aportaciones puesto que debe de ser el ensayo más completo de que se disponga por ahora de las relaciones entre la literatura y la antropofagia, pero no puedo reseñarlas todas no porque sean de menor valor sino por no prolongar demasiado la entrada. Quien quiera completarla hará bien en procurarse la revista. Haciendo honor a su espíritu no integrado en los circuitos mercantiles, ésta es difícil de encontrar. Me consta no obstante (porque me lo dijeron los autores) que está en la librería El bandido doblemente armado que regenta mi amigo Diego Pita en la madrileña calle de Apodaca, 3 que, además, tiene güebpeich: El bandido doblemente armado. Por quince urillos merece la pena. De nada.

diumenge, 9 de novembre del 2008

Obapatero y Zapabama.

Vale, Presidente, un tantazo se mire como se mire. Está el personal que echa las muelas. La derecha hubiera preferido que te dieras una castaña. ¿Cómo preferido? Hubiera dado dos dientes (no los colmillos, claro) a cambio de que fracasaras para poder largar sus discursitos. Explicaría que la España de Bambi (¿a que ya nadie se acuerda de este calificativo que te dedicaron al principio los genios y estrategas de la oposición y del que no queda ni rastro?) ya no pinta nada en el concierto internacional desde que los tres piratas pusieron sus pezuñas sobre la mesa de las Azores mientras el señor Durao Barroso les hacia la foto.

Ha sido un triunfo diplomático español que refleja lo mucho que nuestro país cuenta en el escenario internacional y que ninguno de tus detractores te agradecerá porque prefieren que España se hunda a que tu Gobierno pueda apuntarse una victoria. La jodida envidia que mira que es mala. Habría que haberlos oído, en cambio, en el caso de que la iniciativa española hubiera fracasado. Y habrá que oírlos en todo caso si Mr. Matorral-pato-cojo se atreve a hacer alguno de sus desaires porque para los tiralevitas es más importante lo que haga Bush que lo que haga nuestro presidente. Como Palinuro no tiene deuda con nadie, con la oposición ni con el Gobierno, se felicita por el éxito de España, conseguido sin un tantico así de ayuda del señor Aznar, incapaz de mover el meñique con su íntimo de las Azores. Qué cosas, ¿verdad?

Ahora a lo tuyo, a llevar a Washington propuestas razonables para salir de esta crisis en buena parte provocada por la ineptitud del anfitrión de la cumbre. Y a ver si coronas este partido con una entrevista con Obama. Sería para flipar en colores. ¡Aúpa Obapatero y Zapabama!

(Las imágenes son sendas fotos de radiospike photography y guillaumepaumier, ambas bajo licencia de Creative Commons).

Abajo la felicidad, viva el sufrimiento.

Hace unos días un amable lector me recomendaba ir a ver la peli de Javier Fesser, Camino. Decía que era tremenda. Tenía razón: es tremenda. Vaya por delante que está muy bien hecha, con una dirección enérgica quizá a veces demasiado y con algunas secuencias exageradas; por ejemplo, las dos apariciones del ángel de la guarda no me resultaron convincentes y hay un excesivo regodeo en la casquería quirúrgica. Pero son cuestiones menores. Reitero que la dirección es enérgica, con brío y mucho ritmo que no decae a pesar de que la historia, al basarse en un hecho real y haberse comentado tanto en la prensa, es conocida y su final no puede deparar sorpresa alguna.

Las interpretaciones también son de altura y en gran medida han de atribuirse asimismo al director ya que la protagonista y otros actores y actrices son niños, siempre tan difíciles de dirigir. La de los adultos, especialmente la de la madre, un papel francamnte desagradable, es de muchísima altura. Y la ambientación, logradísima: magnífico el colegio de monjas, el piso de la familia devota, el clima de la clínica del Opus en Pamplona.

Pero lo esencial es el cacho historia que aquí se cuenta, una historia que retrata el aspecto más sórdido, cruel, inhumano del catolicismo en general y de la secta del Opus Dei en particular. No me extraña que la dicha secta haya protestado de la peli: la retrata sin sombra de duda. Esa familia de fanáticos del Opus, esos dos curas también del Opus, auténticos asesinos, canallas inmisericordes, duros, fríos, insensibles; esa madre monstruosa que destroza la vida de todos y cada uno de los miembros de su familia incluida por supuesto la suya; ese padre inútil, cero a la izquierda, que hace dejación de su obligación de proteger a sus hijos frente al evidente desvarío de su esposa, manipulada por los curas; todo ello es una crítica y, al tiempo, un reportaje justísimo de a dónde lleva ordinariamente el fanatismo religioso de estos enemigos de la humanidad que son los curas católicos, especialmente los del Opus.

La acertadísima contraposición que hace el director entre el mundo ingenuo, alegre, hermoso de la infancia y la adolescencia y la estúpida e inútil crueldad de los fanáticos devotos que todo lo sacrifican (especialmente la dicha ajena) a sus estúpidas supersticiones es demoledora. Todas las pautas de comportamiento de la secta y de su alma mater, la iglesia católica, quedan retratadas: la persecución de la espontaneidad, la alegría, el amor, la ilusión; la preferencia por el sufrimiento, la renuncia, lo forzado y falso; el espionaje, la censura, la represión permanente, la mentira, el martirio bajo el cuento de la vida en el más allá, todo el conjunto de embustes e imposiciones que convierten a las personas en seres lo suficientemente monstruosos para proclamarlos "santos". Por cierto el equívoco que anida en el nudo de la trama (por ejemplo, el significado del término "obra") está muy logrado e introduce algo de humor en mitad de tan grande espanto.

Espero que con esta peli hayamos adelantado algo en la tarea que considero imprescindible de incluir al Opus Dei entre las sectas más dañinas de nuestra sociedad. En todo caso Camino merece amplísima difusión. Que se sepa de qué son capaces estos sectarios sin entrañas.

Caminar sin rumbo (X).

Compañeros de viaje

A veces es grato encontrar alguien con quien hacer parte del camino. A veces. Otras maldita la gracia que tiene. Cuando un pelma a quien uno no conoce de nada se empeña en dar conversación; en un ascensor, por ejemplo. ¿De qué diablos puede hablarse en el trayecto de un ascensor, por largo que sea? Del tiempo, desde luego; del tiempo. ¿Y en un taxi? ¡Las conversaciones de los taxistas! De ahí han salido novelas y de todo, probablemente hasta asesinatos. Porque ya es insoportable la conversación de alguien que, además de imponértela, te mira a través del retrovisor a ver qué efecto causan en ti sus palabras con lo que no te queda más remedio que simular (cuando menos) que estás escuchándolas. O bien en la sala de espera de algún medio de transporte o de alguna profesión liberal (notario, dentista, etc). ¿De qué se habla en la antesala del sacamuelas? Son también conversaciones de camino porque son los momentos preparatorios para algún viaje, algún cambio en la vida. Siempre he pensado, aunque he de confesar que nunca he osado poner en práctica el pensamiento, que lo oportuno para las conversaciones impuestas por los pelmas no es enfurruñarse, meter las narices en el periódico, contestar con monosílabos como ladridos o silvar Coronel Bogley, del Puente sobre el río Kwai, sino pasar al contraataque, llevar la iniciativa y, así, ignorando cuál haya sido el enunciado del desconocido, decirle a bocajarro:

- Yo a Vd. lo conozco.

A lo que el otro, probablemente, responderá que a él no le parece que...

- Sí, sí, claro que lo conozco. ¿No ha salido Vd. por la televisión?

A estas alturas del siglo, quien no haya salido por la televisión se avergonzará de reconocerlo en público por lo que es de esperar un gesto como de satisfacción y alguna balbuceante respuesta del tipo de:

- Bueno, sí, pero...

El pero se refiere a que salió una vez en un noticiario hace diez años porque que el azar lo pilló cerca de un choque de coches y los de la tele pasaron por allí pidiendo testimonio; pero eso bastará.

- Si ya lo decía yo: Vd. es (pongamos por caso) Marifé de Triana.

Pero también vendría al pelo García Márquez o Monseñor García Gasco. Es casi seguro que el pelma se habrá percatado ya de que no hay manera de pegar hebra con el viajero y lo dejará en paz. Si se malicia uno que no ha de ser así, sin dejarlo respirar se le añade:

- Precisamente quería hablar con Vd. a propósito de un asunto delicado. Como sabe, yo soy (pongamos de nuevo por caso) el hombre del tiempo y quiero saber en dónde me van a poner en la parrilla.

Bueno, son imaginaciones. También a veces encuentra el viajero compañía grata, alguien con quien compartir un trozo de camino. No todo, por favor, que eso es muy duro. La fórmula del matrimonio, por ejemplo, al menos la que recuerda uno de las pelis: "hasta que la muerte os separe" es espantosa. Pensar que sólo la muerte pueda separarte de alguien a quien a lo mejor acabas detestando es el mejor argumento a favor del divorcio. Porque ya se sabe que el camino y la vida etc, etc. Así que alguien que viene de no se sabe dónde y se encamina a vaya Vd. a saber qué parte; alguien que camina junto a uno, a veces incluso sin hablar palabra. ¿No es grato muchas veces ir junto a alguien sin necesidad de hablar? Cada uno va a su bola y quién sabe si no es la misma bola en los dos. En todo caso lo peor para averiguarlo es eso de preguntar: "¿En qué piensas?" que es muy frecuente y para mí equivale a un casus belli porque no se me ocurre intromisión más intolerable en el libre predio de la intimidad que pretender saber qué se piensa. Es más, creo que siempre que me lo han preguntado he mentido; unas veces para agradar, otras para desagradar. Sí, ya sé que no se debe mentir; pero es claro que ese mandato no opera en situación de violencia y la preguntita de ¿en qué piensas? es violencia muy violenta. Tiendo a pensar también que eso le pasará a mucha más gente. Quizá a todo el mundo. Pero no lo sé porque no soy todo el mundo ni conozco medio alguno para saber lo que todo el mundo piensa sobre nada.

Caminar junto a otro en silencio es muy grato. Y también puede serlo hablando. Hablar con otro es entrar en un ámbito mágico en el que todo se mezcla porque todo es posible al mismo tiempo, la tierra se agiganta y las hormigas tienen el volumen de caballos, los colores se rompen en fragmentos, el cristal está lleno de voces, en un recodo del camino surge entera y verdadera la Edad Media con sus siervos, sus feudos y las Siete partidas in extenso, las palabras se subliman, se convierten en lenguas de fuego, dunas itinerantes o el galopar de la brigada ligera. Porque no es una sola palabra sino dos que surgen, se entrelazan, se encuentran y desencuentran, se aproximan, se distancian, se acarician, pelean, hacen las paces, se buscan, se pierden, se aguardan, se acoplan, juegan a desconocerse, entrechocan, se dispersan, construyen juntas y, de un tiempo a esta parte, deconstruyen juntas o por separado y se desparraman a veces en una cascada de sonidos alegres.

El juego de las palabras habladas en el diálogo es otra de las manifestaciones de la esencial condición dual del ser humano: uno mismo y el otro, con el cual el uno interactúa en una interacción que no sólo es evidencia empírica del intercambio sino elemento constitutivo del ser mismo del hombre, de la idea del yo que sólo es posible porque hay un otro del que he de suponer que también dice "yo" pero no se refiere al mismo yo que yo. La palabra es eco y únicamente como eco hace posible al hombre. Sólo porque hay otro existo a mis ojos. La idea del ser humano aislado es absurda; el hombre es un ser social y Robinson sólo puede existir primero porque empezó no siéndolo y segundo porque deja de serlo así que encuentra a Viernes. Robinson y Viernes. Tendemos a pensar en cómo cambia la vida de Robinson la aparición de Viernes y, en una prueba de eurocentrismo atroz, no nos hemos preocupado por averiguar cómo cambia la de Viernes la aparición de Robinson. Esto daría motivo para un tema literario, algo en la línea de (pero distinto) Man Friday, de Jack Gold. En todo caso esos intercambios son conflictos según como se mire porque hasta el amor es conflicto. Un conflicto incruento o no antagónico, una mutua emulación y algo que transita de la palabra a la mirada y de la mirada a la palabra.

Dialogar es una de las más maravillosas experiencias porque al hacer eso que llamamos "entendernos con otro", nos expande, nos multiplica por dos, nos deja asomarnos a otro yo que se nos ofrece con la misma curiosidad y afable entrega con que lo hacemos nosotros mismos. ¡Hablar con un semejante! ¡Y entenderse con él! Maravilloso, desde luego y dificilísimo, momento único y reñampagueante en el viajar por la vida que dura un tiempo y se destruye luego casi sin sentirlo. Y ello porque no es difícil que el otro pretenda algo que no queremos darle o nos niegue algo que nosotros deseamos. Con lo que ya está armada. Las palabras se hacen espinos y el diálogo se agría, previo a la ruptura. Por eso muchos viajeros, desconfiando de la posibilidad de encontrar alguien con quien hablar y no sintiendo especial afición, al menos de momento, por el soliloquio, se llevan algún libro. Los libros son compañeros de viaje muy cómodos porque son escogidos, no como los que nos depara el destino, no se imponen en momento alguno y están siempre dispuestos a contarnos su historia. Pero no responden salvo que el que los escribió hubiera previsto la pregunta, que hay mucho casos. El sistema FAQ no es un invento de la informática aunque ésta lo haya convertido en signo ubicuo del entendimiento universal.

¡Qué grato puede ser caminar y discurrir al tiempo! Hay cadencia entre el paso y el pensamiento. Y los objetos que nos salen al camino van también marcando el discurrir. Si uno transita por una pista forestal que atraviesa un bosque cerrado de robles no es lo mismo que cuando se cruza otro de encinas que, por sus copas, no pueden estar tan prietas como aquellos. Y en modo alguno suscitan las mismas ideas. Las encinas son árboles sagrados en muchas mitologías, simbolizan la fuerza y la justicia y eran uno de los árboles sagrados de los druidas; se siente uno protegido, espacioso, tranquilo. Los robles, en cambio, no menos sagrados, simbolizan el valor, asocia uno sus hojas lobuladas al coraje en la batalla, según la tradición germánica y se arma uno de ánimos. Y no, no es lo mismo.

Por eso, cuando se vuelve a despedir al compañero circunstancial, se hace con ánimos muy distintos. Hay gentes a las que uno pierde de vista con agrado y otras de las que es doloroso y amargo despedirse. Y eso que siendo un viaje a ninguna parte, ni siquiera está claro por qué haya que despedirse de nadie.

(La imagen es un cuadro de Giovanni Boldini, un retrato de Mrs. Colin Campbel (1894). El retrato le costó al pintor un disgusto con Mr. Colin Campbell, cosa nada difícil de imaginar pensando en el posible diálogo que pudiera haberse entablado entre el artista y la modelo).

dissabte, 8 de novembre del 2008

Esas fosas que vuelven a cerrarse.

La sala de lo penal de la Audiencia Nacional ha paralizado la exhumación de las fosas donde yacen los asesinados por los franquistas en tanto dilucida si el juez Baltasar Garzón es o no competente para seguir con la instrucción del caso. Corresponde, pues, aguardar hasta que recaiga decisión que Palinuro espera sea favorable al reconocimiento de competencia.

Entre tanto no puedo menos de asombrarme de la inquina que numerosos sectores de nuestra sociedad están mostrando a la iniciativa del juez Garzón. Y no son los descendientes, allegados, cómplices, familiares o simpatizantes de los criminales que cometieron aquellas canalladas. Son, en muchos casos, gente que por razones ideológicas y/o vitales me consta que reprueban y condenan tales actos. ¿Qué puede estar pasando? Imagino que no habrá una única explicación sino que, en cada caso, se esgrimirá un motivo específico. Ayer hablábamos de un artículo del señor Savater. Hoy de unas declaraciones del señor Alfonso Guerra según el cual la iniciativa del juez "se sabe fallida" y sólo servirá para satisfacer el ego de algunas personas. Es un pensamiento indecente, propio de quien lo expone y lo expone mirándose en el espejo; porque para ego desmesurado ya está el suyo. Una opinión tan falta de nobleza y generosidad sólo podía provenir de quien sabe que habiendo tenido nueve años para realizar una tarea necesaria de restitución y justicia no hizo nada, dejando que los asesinados del franquismo siguieran padeciendo el oprobio de las fosas comunes y sus familiares el dolor de una injusticia permanente.

(La imagen es una foto mía de un paraje de un monte en cualquier parte en cualquier país).

El milagro de la ingravidez.

No podíamos perdernos el paso por Madrid de la compañía japonesa Sankai Juku, que actúa los días 6 a 9 de noviembre en el teatro Albéniz, pegando a la Puerta del Sol. La compañía está dirigida por uno de sus fundadores en 1975, el coreógrafo Ushio Amagatsu, un maestro en el desarrollo de la danza butoh. La obra que representan (y son en total seis hombres; ninguna mujer) se llama Hibiki que, al parecer, quiere decir Ecos del más allá; pero eso es igual, podían ser del más acá o de ninguna parte porque en todo caso es un espectáculo de una belleza impresionante.

Imagínese un escenario desnudo y todo en negro en cuyo proscenio hay dos grande jofainas de cristal llenas de agua sobre las que caen lentas gotas, y cinco bailarines (ocasionalmente seis; a veces uno solo, el propio Amagatsu) con el cráneo rapado, desnudos de cintura para arriba y todos de blanco impoluto cubiertos de polvo de arroz, que ejecutan diferentes movimientos de una danza perfectamente sincronizada pero individual, regida por una música minimalista en la que se alternan percusión, metales y acordes de piano, y bañada en diferentes efectos lumínicos, normalmente una luz blanca cruda en la que refulgen los cuerpos ondulantes de los bailarines cuyos movimientos son líquidos. Todo ello genera una experiencia única de silencio y sonido al mismo tiempo, una situación de tensión contenida, de liviana profundidad que trae continuamente a la memoria las experiencias del zen. Los rostros de los bailarines que no se permiten un rictus y pasan la mayor parte de la representación con los ojos cerrados son casi máscaras y sólo en un par de ocasiones abren las bocas en una especie de grito silencioso lo que produce un extraño efecto teatral.

El conjunto tiene una armonía sorprendente y como disociada. Cada cuerpo lleva su propio ritmo (dando además la sensación de una estatua en movimiento) y, a veces, se coordina con los otros, forjando figuras de gran belleza que tan pronto se trenzan en el suelo como parecen ascender ingrávidos y bajar luego como las gotas de agua. Los números solos a cargo del maestro Amagatsu son un extraordinario despliegue de sabiduría corporal. Confieso que nunca había visto a nadie moverse como si fuera a evaporarse o salir volando estando casi inmóvil. El milagro lo logra tanto él como los miembros de su compañía alternando el movimiento del conjunto del cuerpo con estados de quietud casi total en los que concentran la acción, a lo mejor, en una sola mano, incluso en un dedo. Que si la música es minimalista, también lo es la danza.

Esa pureza de líneas, de movimientos, de sonidos, esa elegante sobriedad surgiendo como por ensalmo en un contexto de rigurosa negrura fascina de tal modo que uno cree estar soñando con los ojos bien abiertos.

(La imagen es una foto de Sankai Juku, reproducida del folleto de la actuación).


Caminar sin rumbo (IX).

Vueltas del camino.

Las vueltas del camino son como las del alma, que nunca sabes a dónde llevan pero siempre te devuelven no al camino sino a tu camino. Tomas una, comienzas a andarla en un estado de ánimo pero el trayecto te trae a la memoria un recuerdo. O un propósito, que no siempre el espíritu se va al pasado; al contrario, muchas veces se va hacia el futuro. Al menos es lo que se dice de los jóvenes, que como tienen más futuro que pasado, tienden hacia él por él atraídos como los incautos marineros por los cantos de las sirenas. Claro que lo mismo pasa con los viejos, que como tienen más pasado que futuro, tienden hacia él igualmente atraídos por los mismos cantos de las mismas sirenas porque si fueran más viejas sus cantos no sonarían igual, qué duda cabe y he aquí por qué los viejos pierden su capacidad de encandilar pero no de encandilarse. Hay quien dice que lo mejor es ser viejo y tener futuro, supuesto que lo mejor coincida con la idea tan general de que hay que tener más, tener más, más de lo que sea, en este caso futuro o pasado o ambas cosas a la vez. Porque puede uno pensar no sin cierto motivo que sea mejor tener menos o, incluso, no tener nada. Hay un montón de religiones y filosofías ensalzando el no tener como la condición de la plenitud y hasta de la felicidad. Y esto no solamente se presenta como cierto por el acendrado amor del hombre a lo paradójico, sino por la profunda convicción de que esa propuesta es verdadera y es buena. ¿Y por qué habría de ser así? ¿Puede haber algo indudablemente verdadero, algo indudablemente bueno? También podría decirse lo contrario pues en estos asuntos de la voluntad humana no puede haber fórmula única, excusado es ya decir del gusto que hasta tiene refrán: "en cuestión de gustos...", etc. Por supuesto que habrá quien diga que de ningún modo y que lo mejor, la felicidad, la plenitud, el contento y hasta la gloria esté en poseer, en tener, en acumular, en poder bañarse uno en las cosas o lo que sea que haya acumulado, dineros, tierras, joyas, títulos de la deuda...; y quizá no sólo cosas sino también intangibles, como penas, recuerdos, propósitos y voluntades. Por ejemplo, puede haber acumulado fama, fama de santo, de santo por haber renunciado a todo, así como Simón el estilita que se pasó más de cuarenta años sobre una columna que empezó siendo de cuatro metros de alto y terminó siendo de diecisiete; que ya son metros. Y todo para no hablar con nadie, no tener nada, carecer de todo. Claro que ahí es precisamente en donde los partidarios de la plenitud gracias a la nada anudan señalando que, en efecto, es talmente como lo ponen de ejemplo los otros: San Simón no necesita nada porque lo tiene todo, que es Dios, para adorar al cual vive cada segundo de su existencia. A mí el ejemplito me repugna un poco no por lo que supone sino por la figura en que se materializa. Desprenderse de todo para quedarse sólo con Dios me parece cosa poco apetecible porque no creo en su existencia; pero no me cuesta nada decidir que Dios significa algo distinto para cada ser humano, que Dios es el nombre que damos a todos los dioses o lo que cada cual reputa como tal: el saber, la perfección, el dominio, la piedad; formas distintas de la entrega de cada cual a las que por convención podemos considerar los dioses particulares. Y todos los dioses se funden en un único Dios en donde ancla la cuestión de los universales que no tiene salida, razón por la cual tampoco la tiene la cuestión que al planterse dio origen a esta vuelta del camino de si es mejor la juventud que la vejez. Porque hay que ver qué irritante es esa sabiduría convencional de que "todo tiene partes buenas y partes malas". Irritante supongo que por verdadera, como la del "cristal con que se mira" que también es muy cierta y ahí también se distinguen jóvenes de viejos por cuanto los primeros no llevan cristal pero dicen que lo llevan (y es como si lo llevaran) y los viejos llevan cristal pero dicen que no lo llevan (pero no es como si no lo llevaran) que tanto da lo uno como lo otro. Y si tanto da es tambien igual que a la primera vuelta del camino te salga un recuerdo o un propósito, el pasado o el futuro, todo te absorbe por igual o mejor dependiendo de cómo seas. Hasta para distraerse hacer falta tener propósito. Si te empeñas en apartar los reclamos, los cantos de sirena, si haces oídos sordos y ojos ciegos a los estímulos y te obstinas en concentrarte en cuándo se verá la salida de la vuelta, quizá lo consigas y veas la salida de la vuelta cuando los dioses sean servidos. Pero si te dejas llevar, nada tiene de extraño que pierdas de vista el camino. El pasado tiene la fuerza magnética, la capacidad de absorción que posee el Maelstrom en el relato de Poe, pertenece a la región de las sombras, de lo obscuro, del pasado, del olvido y la memoria que son en esto la pareja de guerreros que siempre da sentido al quehacer humano, ya que la vida humana, me parece, es una permanente batalla entre dos elementos, los seres humanos sólo nos entendemos como entidades binarias, bueno/malo, dentro de la cual late un combate; día/noche, un conflicto permanente; alegría/tristeza, una mutua negación; vida/muerte, la exclusión de la una por la otra; guerra/paz, la oposición de ambos; cautiverio/libertad, a imposinilidad de conciliarse; y hoy día cero/uno, la negación recíproca de la que sin embargo mana toda la información actual y venidera. La pelea a muerte es que allí donde el olvido quiere borrar el recuerdo la memoria pretende resaltarlo, fijarlo, darle luz. La memoria es un rayo de luz y el olvido la oscuridad. La pelea es desigual porque la oscuridad no esta determinada sino que mora en su reino infinito en el que el rayo de luz de la memoria se proyecta. Sólo aquí funciona éste como un San Jorge atacando al dragón. En el reino de la luz, el rayo no se ve. El rayo de luz tiene vida, es finito, mientras que la oscuridad es eterna y se sabe vencedora a largo plazo. Pero eso a la memoria no le importa y lo mismo sucede con el futuro que también tiene una vis atractiva muy fuerte, el alma tiende a lo alto porque lo intuye infinito, a diferencia de la tierra que la llevamos pegada a los pies y por eso se elevaron las catedrales góticas y esas otras catedrales del siglo XX que son los rascacielos, el impulso hacia arriba que absorbió a Elías en un carro de fuego y allí es el reino de la luz y en él penetra el propósito formulado en cualesquiera de los afanes del ser humano: la sabiduría, la felicidad, el amor, la riqueza, la venganza, la amistad, todo lo que la persona pretende alcanzar como parte de su anhelo vital. Empero el reino de la luz es tan absoluto en su elemento como el de la sombra en el suyo y en él queda uno cegado, deslumbrado, sin alcanzar a divisar aquello que anhela ni como forma ni como idea. La vuelta al fin se termina y uno comprende que sigue en el camino que había emprendido en el viaje a ninguna parte que, por su propia naturaleza, está lleno de desviaciones, atajos a los que se da vueltas, como dice el poeta, altos y bajos. Y momentos de descanso porque bien se echa de ver que el desplazamiento, el viaje, tiene su esfuerzo físico y psíquico. Pensar puede cansar, según y cómo, por eso la mayoría de nosotros nos tomamos eso del pensar como el viaje a ninguna parte. Pensamos; no sabemos por qué pensamos y tampoco para qué. Eso es un viaje a ninguna parte. Pensamos en el ahora mismo, en este trozo concreto del camino, con un recuerdo de reciente pasado, lo suficiente para no preguntarse de dónde ha salido la última notificación de correos y una previsión de un futuro inmediato, mejor o peor organizado en una agenda, lo suficiente para saber qué atuendo nos pondremos al salir a la calle. Y esto es lo que nos permite reconocer el camino cuando la vuelta termina y te ha dejado en donde esperabas que te dejara sin necesidad de cuestionarlo. Y cuando reconoces el camino, te reconoces a ti mismo y te reencuentras con tu alma que tiene vueltas, giros a veces sorprendentes, recovecos inesperados pero acaba siempre (o quizá no siempre; no sé bien cómo lo tienen los locos) por revelarse como tuya; y no sólo como tuya, sino como tú mismo, te identificas como yo, el yo que no está quieto, no para de caminar, pero no va a ninguna parte porque no hay parte alguna a la que ir ya que todas las posibles las lleva uno dentro.

(La imagen es una litografía de 1878 de título Gran globo cautivo).

divendres, 7 de novembre del 2008

No, Garzón no desbarra.

El otro día leí un artículo del señor Savater en El País, titulado ¿El final de la cordura? en el que con alguna chirigota que siempre viene bien para quitar aspereza a las cosas decía contundente que en general el señor Garzón le caía bien pero que "en este caso, en mi opinión desbarra por completo". Añadía que "ignoro si la razón jurídica está de su lado o la tiene el fiscal Zaragoza" pero luego resultaba que no lo ignoraba sino que venía a decir que la tal razón jurídica acompañaba al fiscal Zaragoza: "(¿qué responsabilidades penales van a pedirse, y a quién, si el franquismo es declarado culpable? ¿guillotinaremos al Rey, establecido en el trono por el dictador?)". Sostenía que "en el plano simbólico es donde resulta más clara la majadería. No tiene pies ni cabeza tratar de zanjar un debate histórico con sentencias judiciales ni combatir a los historiadores falsarios desde un tribunal". Añadía que: "Nos dicen que la derecha no reconoce sus vínculos genealógicos con el franquismo; bueno, ¿y la izquierda? ¿Aireamos de nuevo la lista de líderes políticos, catedráticos, periodistas, etcétera, con un pasado azul que tú bordaste en rojo ayer? Todos ellos fueron franquistas (o combatieron el franquismo "desde dentro", es decir, con cargos franquistas) en la época más dura del régimen: se fueron curando luego, qué cosas".

El señor Elorza publicaba ayer una breve carta en El País rechazando la posición del señor Savater y diciendo que le producía tristeza. Coincido con el señor Elorza si bien el artículo del señor Savater no me produce tristeza alguna sino, antes bien, alegría porque así se ve claramente en dónde está cada uno. Como no voy a escribir en El País porque no me publican, respondo a las anteriores aseveraciones del artículo del filósofo:

Respecto a la "razón jurídica", el proceso penal tiene, entre otros, dos aspectos esenciales: a) proteger, compensar, amparar, etc a la víctima y b) encontrar y, si es posible, castigar al culpable. Lo primero es lo esencial y es lo que queda por hacer aquí. Hay más de cien mil víctimas que esperan que se les haga justicia y esa justicia es independiente de que se pueda castigar penalmente o no a los culpables. No piden revancha, eso es absurdo. Piden justicia, lo cual no es una majadería. Majadería es decir que eso es una majadería.

Sí tiene pies y muchas cabezas zanjar un debate histórico con sentencias judiciales (lo de los historiadores falsarios es irrelevante y va de adorno) es más: es la única forma de zanjarlo.

"¿Aireamos de nuevo...", etc? Bueno, hagámoslo. No tengo el menor inconveniente aunque el argumento del "y tú más" me parezca de pena. Por lo demás, el asunto también es irrelevante: la derecha nunca reconocerá sus vínculos con el franquismo; pero es que el proceso penal no tiene nada que ver con eso.

Así que en mi opinion el señor Garzón no desbarra. Desbarra el señor Savater. Es cierto que lo hace con gracia. Pero desbarra.

(La imagen es una foto de sagabardon, bajo licencia de Creative Commons)


Obama y la izquierda española.

Ayer seguí leyendo y escuchando opiniones de la izquierda española sobre Mr. Obama; ya saben, de la verdadera izquierda, la que pierde sistemáticamente las elecciones o ni siquiera se presenta a ellas porque está esperando que las masas sigan ciegamente su preclaro verbo. Y lo que decían era más de lo mismo: que si Obama no es un izquierdista "verdadero", que tanto da Obama como McCain, que es policía bueno/policía malo, que es el mal menor, que si el sistema no le dejará actuar, que ya veremos cómo todo es humo porque el capitalismo lo torcerá, que es un negro con el alma blanca, que no cumplirá sus promesas, que si...

Hasta leí a alguno que se las da de listo diciendo que la financiación de la campaña de Obama lo tiene agarrado por los cataplines y que no podrá hacer nada. El hombre ignora (o finge ignorar) que Obama ha sido el primer candidato a presidente en los EEUU que ha renunciado a los fondos federales y al dinero de los lobbies y los llamados Comités de Acción Política (que es por donde viene la pasta gansa del capital) y, a pesar de ello, ha sido el que ha recaudado más también en la historia. Lo ha hecho creando una red de apoyo y donantes en internet, juntando más de cuatro millones de donantes y recaudadores para él. Ha sido una campaña financiada enteramente por las bases, como se puede ver en la prensa: Obama's bottom-up strategy y, además, la más trasparente, la que ha dado cuenta hasta del último centavo: Summary Data for Barack Obama. El día en que Izquierda Unida o el PSOE renuncien a los dineros de los contribuyentes (la "financiación pública") y de los peces gordos para pagarse sus campañas y las hagan con aportaciones voluntarias de los electores volveremos a hablar, compañeros.

Pero no importa, la verdad no importa, hay que sacudir. Cada vez es más evidente que a estos izquierdistas les ha sentado como un tiro la victoria del señor Obama y, al igual que los reaccionarios, hubieran preferido a McCain para poder seguir diciendo eso tan interesante de que el capitalismo no tiene arreglo, que no se puede hacer nada, que no es posible reformar nada ni arreglar nada y que hay que sentarse en casa a esperar que venga la revolución o ir de comité en asamblea debatiendo pijadas.

Como no tengo tiempo para traducir algunos de los artículos de izquierda de los Estados Unidos en estos últimos tres días, me limitaré a una selección espléndida de trabajos de gente de esa cuerda que sabe de lo que habla, traduciré sólo algún párrafo que me ha parecido especialmente relevante y dejaré el enlace para el artículo completo:

Un artículo editorial de The Onion War for the White House: "Con una mayoría del voto popular Obama obtuvo muy buenos resultados entre las mujeres y los jóvenes que, según los sondeos, mostraban especial preocupación por lo jodidas que estaban las cosas. Otra contribución a la victoria de Obama, dicen los expertos políticos, puede estar en la creciente cantidad de estadounidenses que, ante el colapso completo de su país por fin fueron capaces de abandonar su prejuicios y votar por un afroamericano progresista." (Nation Finally Shitty Enough To Make Social Progress).

El artículo del día cinco de Michael Moore en su blog: "En una Nación fundada sobre el genocidio y construida sobre las espaldas de esclavos, fue un momento inesperado y sorprendente en su simplicidad: Barack Obama, un buen hombre, un negro, dijo que cambiará Washington y a la mayoría del país la idea le gustó. Los racistas hicieron campaña y fueron a votar. Pero ya no son la mayoría y llegaremos a ver cómo se extingue su llama de odio". (...) ¡Hemos elegido presidente de los EEUU a un afroamericano! ¡Cualquier cosa es posible! Podemos sacar nuestra economía de las manos de unos ricos sin escrúpulos y devolvérsela a la gente. ¡Cualquier cosa es posible! Se puede garantizar atención sanitaria a todos. ¡Cualquier cosa es posible! Podemos dejar de fundir los hielos polares. ¡Cualquier cosa es posible! Quienes cometieron crímenes de guerra comparecerán ante la justicia. ¡Cualquier cosa es posible!" (Michael Moore.com).

El artículo de Naomi Klein ayer en OpenEdnews.com en el que queda claro el asunto desde la izquierda: Obama ha ganado las elecciones pero no debemos pensar que él sólo pueda hacer lo que tiene que hacer; el movimiento tiene que seguir porque, en el fondo, depende de los electores: "La única esperanza del nuevo presidente de resistir esta campaña en contra suya de las élites depende de que este movimiento de base que lo llevó a la victoria se mantenga enérgico, conectado, movilizado y, sobre todo, en actitud crítica. Ahora que se ha ganado la elección la nueva misión del movimiento debe ser clara: pedir que Obama cumpla sus promesas de campaña y hacer saber a los Demócratas que una traición tendrá consecuencias." (Real Change Depends on Stopping the Bailout Profiteers)que es justamente lo que había dicho el propio Obama en uno de sus discursos: "No estoy pidiéndoos que me votéis porque creáis en mí sino porque creeis en vosotros." Más claro, agua.

Por último, quien quiera conocer un debate realmente interesante en una red de anarquistas estadounidenses sobre el señor Obama que vaya a How ought anarchists to regard Obama's victory in the U.S. presidential election?, en donde encontrará cosas tan sinceras como ésta (dichas por anarquistas): "Creo que merece la pena leer las memorias de Obama. Es un gran escritor sin duda. También es un activista de base y lo ha sido desde que tenía veinte años. Pasó cinco años de su juventud en Indonesia inmediatamente después del golpe y sabe lo que es el despotismo y la pobreza a nivel de la calle y no desde las alturas del poder. También ha tenido que soportar cierto grado de persecución estructural que yo jamás sabré lo que es y ha pasado la mayor parte de su vida tratando de entenderla." ¡Qué diferencia con la pedantería española!

Por último, un lector de esa izquierda me deseaba ayer en tono paternalista que no me diera un "ataque de ira" porque él fuera de los que creen que Obama es un "bluff" o algo así. Le contestaré con otra cita del artículo de Michael Moore mencionado más arriba: "No tratéis a los Republicanos jamás como ellos os han tratado los últimos ocho años. Respondedles con la elegancia y la bondad que mostró Obama durante la campaña. Aunque lo llamaron de todo, se negó a rebajarse hasta el lodo y a devolverlo."

Go Obama!

Go we'll!

(La imagen es una foto de bobster1985, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 6 de novembre del 2008

¿A quién molesta Obama?

Ayer el mundo era una fiesta. Hubo un estallido universal de júbilo ante la elección del señor Obama, de alegría general del público en todas partes y en todas las andaduras de la vida al ver que llegaba un negro a la presidencia de los Estados Unidos, de contento que se desbordó al abrirse expectativas por doquier respecto a que por fin haya un cambio en Gringolandia y, con él, en todo el mundo. Ayer la buena gente del planeta entero pensó que tal hecho tenía que tener significado a largo plazo y que sólo por haberse producido el mundo ya era un lugar un poquito mejor para vivir en él. Que lo sea y un mucho mejor dependerá de lo que suceda en los próximos cuatro, quizá ocho años y en que, entre otras cosas, el señor Obama llegue vivo al final de su extraordinaria aventura. Pero lo que ya nadie podrá borrar es, repito, el hecho radical de que un negro haya alcanzado la presidencia de los Estados Unidos. Un negro.

Pero, claro, nunca llueve a gusto de todos y, por debajo del jolgorio, de la sana alegría general podían escucharse tonos ominosos, reticentes, amenazadores incluso, procedentes de muy diversos cuarteles; muy diversos pero que todos tienen algo en común; en realidad tienen mucho más en común pero este rasgo es hoy por hoy el más decisivo: odian lo que la inmensa mayoría del planeta celebra, odian que un gringo negro sea presidente de los Estados Unidos. Lo disimulan más, lo disimulan menos, pero todos ellos hubieran preferido en el fondo de sus corazones que ganara McCain.

Y no me refiero a los seguidores del propio señor McCain o, cuando menos, no a todos ellos ya que en su inmensa mayoría, imagino, secundaron con orgullo a su dirigente cuando éste reconoció con nobleza y elegancia que Mr. Obama le había ganado limpia y claramente las elecciones y se alegró por él. Porque fue una victoria limpia, clara, contundente. Nada parecido a la victoria semitramposa del señor Bush en el año 2000. No, no son los seguidores de McCain que ahora aspiran a ganar las próximas elecciones de 2012. Son otras gentes. ¿Quienes? He indentificado los grupos siguientes:

* Los neocons. Esa manga de ultrarreaccionarios agresivos e intolerantes que darían con gusto la vuelta al reloj de la historia y lo pondrían donde, en el fondo, querría haberlo puesto su mentor espiritual, Leo Strauss, antes de la Revolución Francesa, en la Edad Media. Esa gente incapaz de entender el pluralismo democrático y de respetar a quienes no coinciden con sus extremísimos puntos de vista generalmente a favor del egoísmo, la falta de solidaridad, la justificación de las desigualdades y la ausencia de libertades. Esa gente que, si pudiera, aboliría el sufragio universal y, por supuesto, prohibiría que los negros votaran con que ya no digo nada qué harían si pudieran con los que no solo tienen la osadía de votar sino de presentarse a las elecciones a que los voten.

* Los racistas y supremacistas. Primos hermanos de los anteriores, nazis indisimulados, delincuentes que piensan que los negros son inferiores y si pudieran, los asesinarían y no solamente a los negros, sino a todos los que consideran, como su referente político y moral, Adolf Hitler, Untermenschen, "seres humanos inferiores"; bestias con una o dos ideas simplícisimas en sus escasas neuronas referentes al valor de la "raza" y, si acaso, los atributos de la masculinidad que solo manifiestan cuando van en pandilla.

* Los izquierdistas de pacotilla y salón que saben de sobra que, en el fondo, Mr. Obama y Mr. McCain son el mismo perro con distintos collares y que gracias a su profundo conocimiento de la leyes de la historia, también saben que, en el mejor de los casos, el pobre señor Obama sólo es un títere en manos de poderosos y ocultos intereses; esos izquierdistas que peroran y peroran sin parar pero jamás han hecho nada entre otras cosas porque no tienen a nadie que los siga, aunque ellos digan que hablan en nombre de las masas; esos izquierdistas de los que se puede decir lo que Adorno de Luckacs, que "son esclavos que confunden el ruido de sus cadenas con el sonido de la marcha de la historia".

* Los fundamentalistas religiosos. Los de toda laya y confesión, los cristianos o los musulmanes, esos enemigos del ser humano que piensan que el orden "natural" de las cosas (cuanto más injustas, mejor) es el querido por sus respectivos dioses y, en consecuencia, condenan que alguien pretenda cambiarlo y reaccionan ante todo intento de reforma como reza el lema que había en las armas de Roldán según don Quijote: "Nadie las mueva que estar no pueda con Roldán a prueba", pues están dispuestos a castigar como demasía todo intento de reformar ese orden "natural" de las cosas, castigar matando o, incluso, lo que es más incomprensible, haciéndose matar porque en su lamentable obnubilación, creen que tan estúpido acto tendrá un premio en el más allá.

* Los sionistas. Esos fanáticos y sectarios dispuestos a ponerlo todo, absolutamente todo, la vida humana (sobre todo la ajena), la moral, la felicidad de los pueblos, la paz y la concordia, todo, al servicio del proyecto exterminador del pueblo elegido contenido en la Biblia. Un conjunto de personas dispuestas a eliminar por la vía que sea preciso a todo aquello o todo aquel que consideran que se interpone en ese camino del pueblo elegido hacia su posesión única, exclusiva, de su tierra prometida, Palestina. Dispuestos a acabar con todo aquel que cuestione el sedicente derecho de Israel a exterminar a los otros pueblos que habitan en esa tierra prometida.

Decía al principio que todos estos tenían algo más en común que el odio a Obama (por descontado, muchos de ellos dicen que no lo odian, sino que hasta lo aprecian) y así es. No merece la pena perder ahora el tiempo relatando todas los elementos que tienen en común, pero si puede mencionarse uno que es bien evidente: todos ellos, en su fanatismo, tienen una incapacidad absoluta para reconocer en los acontecimientos su auténtica dimensión; ninguno de ellos es capaz de entender el significado profundo de los hechos cuando los tienen delante de las narices y casi todos ellos, sin embargo, predicen el futuro. Algunos dan asco, otros producen pánico pero todos dan pena cuando se creen superiores por el hecho de no entender nada de nada.


(La imagen es una foto de Laughing Squid, bajo licencia de Creative Commons).