La sala de lo penal de la Audiencia Nacional ha paralizado la exhumación de las fosas donde yacen los asesinados por los franquistas en tanto dilucida si el juez Baltasar Garzón es o no competente para seguir con la instrucción del caso. Corresponde, pues, aguardar hasta que recaiga decisión que Palinuro espera sea favorable al reconocimiento de competencia.
Entre tanto no puedo menos de asombrarme de la inquina que numerosos sectores de nuestra sociedad están mostrando a la iniciativa del juez Garzón. Y no son los descendientes, allegados, cómplices, familiares o simpatizantes de los criminales que cometieron aquellas canalladas. Son, en muchos casos, gente que por razones ideológicas y/o vitales me consta que reprueban y condenan tales actos. ¿Qué puede estar pasando? Imagino que no habrá una única explicación sino que, en cada caso, se esgrimirá un motivo específico. Ayer hablábamos de un artículo del señor Savater. Hoy de unas declaraciones del señor Alfonso Guerra según el cual la iniciativa del juez "se sabe fallida" y sólo servirá para satisfacer el ego de algunas personas. Es un pensamiento indecente, propio de quien lo expone y lo expone mirándose en el espejo; porque para ego desmesurado ya está el suyo. Una opinión tan falta de nobleza y generosidad sólo podía provenir de quien sabe que habiendo tenido nueve años para realizar una tarea necesaria de restitución y justicia no hizo nada, dejando que los asesinados del franquismo siguieran padeciendo el oprobio de las fosas comunes y sus familiares el dolor de una injusticia permanente.
(La imagen es una foto mía de un paraje de un monte en cualquier parte en cualquier país).