Ya han aparecido las consabidas cortinas de humo, recurso sempiterno de la derecha para no dar explicaciones (ni adoptar decisiones) sobre los numerosos procesos judiciales por presunta corrupción, en los que están implicados decenas de cargos públicos del PP, desde los más elevados (un tesorero o un presidente de Comunidad Autónoma) hasta los más modestos (concejales y alcaldes en numerosos municipios), pasando por los medios (un presidente de Diputación y varios consejeros o diputados autonómicos), prácticamente una especie de metástasis. Por lo que se va sabiendo, alguno de estos supuestos casos de corrupción, el de Gürtel, es tan intrincado que parece novelesco.
La última noticia es que, según un informe policial incorporado al sumario, la Gürtel pagaba las vacaciones del alcalde de Pozuelo, quien viajaba al extranjero acompañado de su familia y hasta de la empleada del hogar , prueba clara de la preocupación de la derecha por el bienestar de los trabajadores. La señora Ana Mato, esposa del alcalde citado, desmiente el asunto tajantemente en la web del PP, en lo que hace al pago del viaje de su persona; nada dice de sus familiares ni de la empleada del hogar. Pues bien, esta noticia, considerada "filtración" por el PP (aunque, si no recuerdo mal, el sumario ya no está bajo secreto, es público), es calificada por el señor González Pons como una cortina de humo para tapar el éxito de la convención de Sevilla. Que la convención de Sevilla haya sido un éxito está por ver. Lo que no está por ver sino ya visto es que el PP está inmerso en una maraña de acusaciones en relación con una trama cuyas presuntas actividades delictivas no se limitaban al ámbito administrativo-político de las contratas, los cohechos, la financiación ilegal, los fraudes a la administración, etc, sino que pueden alcanzar proporciones impredecibles si en verdad se substancian las presunciones de blanqueo de capitales o tráfico de mercancías digamos problemáticas, como las esmeraldas.
En estas circunstancias, ocuparse de cualquier cosa que no sea dilucidar los casos de corrupción que atosigan al PP es, en realidad, esa sí, una cortina de humo. Porque este magma de corrupción no se reduce al asunto estelar de la Gürtel sino que presenta otros casos también en vía judicial, paralelos o indirectamente vinculados a aquella, como son los del expresidente Matas, del presidente de la diputación de Castellón, Fabra o el insólito y jamás aclarado caso Fundescam. Es decir, es el PP en su conjunto, como partido de gobierno, el que aparece sistemáticamente ligado a los casos de supuesta corrupción.
El hecho de que, a pesar de lo anterior, la intención de voto del PP esté doce o catorce puntos por encima de la del PSOE suscita perplejidad. Hay quien sostiene que al electorado del PP no le importa la corrupción siempre que se dé en su partido; en los demás no la tolera. Pero eso no es una explicación sino una descripción. Quizá lo sea más la idea de que para la derecha la política es hacer negocios y los negocios son los negocios. Por ello es tan partidaria de privatizar y, sobre todo, desregular, eliminar filtros, normas, controles, "pesada burocracia". Lo que ya no entiendo tanto es la insistencia en recortar el gasto público cuando es la fuente nutricia de un surtido juego de negocios estilo Gürtel que afecta a un buen puñado de políticos del PP.
Lo decisivo es la intención de voto y, con esa intención de voto, resulta sensato lanzar cortina de humo tras cortina de humo para que no se hable de la Gürtel. La resurrección del caso del bar faisán va a dar mucho juego. Y, a falta de faisanes el asunto consiste en tildar a su vez de cortina de humo todo lo que sea señalar los vínculos entre el PP y la corrupción. Pero la Gürtel ahí sigue, como una némesis silenciosa. Y tanto si hay vista oral antes de las elecciones de 2012 como si no, continuará sobresaltando la vida política.
(La primera imagen es una foto de 20 Minutos, la segunda de Unión Centro Benalmádena, ambas bajo licencia de Creative Commons