Un fin de semana apoteósico. Esa oportuna convención nacional del PP ha sido un buen golpe de efecto con el que se ha colado en casi todos los hogares españoles a la hora del telediario en un clima de euforia y segura victoria destinado a reafirmar el ánimo de los fieles y ganarse a los indecisos y titubeantes. Hay que apostar por el caballo ganador. Nada en esta escenificación de la alternativa se hizo al azar: el término "nacional" trae ya declaración de principios sin complejos, lo que permite llamarlos "los nacionales" y el emplazamiento en Sevilla quiere preanunciar la segura victoria en Andalucía, un hecho que, de producirse, será calificado de "histórico"
Ha sido un acontecimiento de impacto mediático muy bien preparado por el gabinete de comunicación. Pero la convención tenía que convenir exactamente ¿qué? Porque es en el terreno de las propuestas en donde la sonada reunión ha resultado no enteca sino literalmente vacía. Si las encuestas dan ganadora a la derecha y la derecha se ve ganadora ¿para qué va a complicar las cosas con propuestas concretas que quizá hagan vacilar el ánimo popular? Así que los españoles deben confiar en el proyecto secreto del PP, liderado por ese hombre que, según Camps, "pasará a la historia" y que ayer concluyó la tamborada con un España tiene sed de urnas. Sed de urnas, qué expresión. Tiene un toque evangélico ya que es una de las bienaventuranzas: los que tienen hambre y sed de justicia. Pues nada, igual que los bienaventurados, los de las urnas también serán saciados.
Lo han llamado convención porque no era cosa de llamarlo congreso y, de todas formas, había que celebrar un evento, algo que tuviera presencia mediática. La convención ha sido una especie de gran consagración de Rajoy; todos unidos detrás de las legiones del césar invicto, como en los desfiles triunfales en la antigua Roma. Hemos vencido al enemigo. Hemos ganado las elecciones. Sólo un prodigio en el arte de la manipulación política podría transformar a un comprobado perdedor en un vencedor futuro. Pero falta un pequeño detalle que puede dar al traste con los esfuerzos del mayor mago de la comunicación: queda más de un año para las elecciones y ¿no suena todo esto a un vender la piel del oso antes de haberlo cazado?
Admitido, las encuestas marcan la tendencia. Pero las tendencias cambian en la era digital en cuestión de días, de horas. Hacer una convención nacional para pedir elecciones anticipadas no está mal pero es escasamente novedoso dado que eso es lo que vienen pidiendo el PP y Mariano Rajoy desde que perdieron las elecciones en 2008. ¿Qué añade a esta salmodia de elecciones anticipadas la convención? Mayor audiencia. Pero conseguir mayor audiencia para repetir lo mismo puede ser contraproducente.
Además, cuando rompen a hablar se delatan como "nacionales" en el sentido propio del término en España. Ahí es donde se enmarcan las advertencias catastrofistas de "España se rompe, España fracasa", el Estado autonómico es inviable; el del bienestar, también. Los socialistas practican la "cultura de la muerte", según Mayor Oreja que siempre habla por boca de la nueva Roma porque los nacionales son, no se olvide, "nacionalcatólicos" . Estos propósitos dan miedo en un electorado que es mayoritariamente de centro, centro izquierda con ribetes nacionalistas algunos de los cuales, a su vez, también se consideran "nacionales" de sus respectivas naciones. España, nación de naciones mal avenidas.
El mucho ruido mediático es beneficioso o perjudicial según para qué se haga. Si es para aturdir y que no se cuestione el seguro triunfo será beneficioso; pero si es para clarificar y que se pregunte en qué consiste el proyecto para el que se pide el voto, será perjuidicial.
Por lo demás, al PP le espera una larga campaña negativa con la Gürtel que es como un torbellino maelstrom en su ruta hacia La Moncloa.