Ahorremos todo comentario sobre la importancia de la prensa en una sociedad democrática. Es evidente. Vayamos a otros aspectos menos comentados pero no menos importantes. El señor Camps es presidente de la Generalitat valenciana no porque el cargo le pertenezca como le pertenecen sus trajes, al menos los que se paga él, sino por el voto mayoritario de los ciudadanos de su Comunidad. Lo ideal es que el voto sea informado. Los electores (y no electores) tienen derecho a saber qué hace y cómo lo justifica el que los gobierna y aspira a gobernarlos de nuevo. Pero ¿cómo lo van a saber si Camps se niega sistemáticamente a contestar las preguntas de la prensa? Con ello no sólo impide que los medios cumplan con su función de control del poder sino que conculca el derecho de los ciudadanos a la información veraz. Veraz no por lo que él diga, sino porque pueda contrastarse con lo que digan otros, por ejemplo jueces y fiscales.
El PP está rompiendo todas las normas de transparencia que, sin embargo, exige a los demás a veces de malos modos. Sus políticos como Aguirre o Camps, bloquean iniciativas de la oposición en demanda de explicaciones, aclaraciones, en definitiva, rendición de cuentas, ocultan información y se niegan a comparecer apoyados en sus mayorías parlamentarias. Todo lo cual no impide que Aguirre, reina de la manipulación, el engaño y jefa de una máquina de propaganda que se llama Telemadrid, presente una ponencia en la actual convención de su partido sobre...¡la transparencia!
En la calle se mofan directamente de los medios con una actitud de prepotencia tan supina que debiera ser objeto de crítica en sus propias filas. El señor Camps no contesta a las preguntas que le hacen y tampoco explica por qué no contesta. Y cuando lo hace dice algo pasmoso: que sólo responde a cosas serias. Puede decirse que la pregunta del reportero ante el puesto de la FITUR lleva mucho retintín y que, además no es una pregunta sino un sopapo: ¿A qué el estand es tan bonito sin necesidad de pagar lo que le pagaban cuando se lo montaba el señor Bigotes?. Pero le respuesta de Camps de que sólo responde a cosas serias quiere decir que se arroga el derecho a decidir qué sea serio y qué no y no lo que crean los medios a pesar de que estos son la vía de formación de la opinión pública. Es decir, los medios están para transmitir lo que él quiera decir; no lo que interese al público.
Algo parecido es lo que hace Carlos Fabra quien, preguntado en el mismo lugar qué diferencia hay entre ser inocente y que el delito haya prescrito, responde al reportero: Usted trabaja para el PSOE, lo que no es cierto y, aunque lo fuera, ¿no trabaja él para el PP? ¿Por qué está bien trabajar para el PP y mal para el PSOE? Este modo de razonar prueba que este individuo, presunto delincuente prescrito, no tiene ni idea de cómo funciona una democracia sino que le gustaría suprimirla. Como a sus compañeros de partido, Aguirre, Camps, etc., que la aceptan porque no tienen otro remedio pero, cuando pueden, se comportan como lo que son, partidarios de la dictadura.
La democracia no es únicamente un conjunto de reglas. Es preciso que la gente las interiorice. Una democracia necesita demócratas. Gente que facilite información, no que la niegue; gente que responda de lo que hace y lo explique, no que lo oculte; gente que respete al adversario, no que quiera suprimirlo; gente que coopere con los medios, no que los boicotee o manipule. Claro que todo esto es muy difícil para la derecha que sólo admite prensa de inquebrantable lealtad y sumisión siendo la otra la "canallesca".