dilluns, 12 de gener del 2009

Este desconsiderado planeta.

Los fenómenos de globalización, mundialización, universalización deben de ser los puntos centrales de debate contemporáneo en las ciencias sociales, especialmente la ciencia, la filosofía y la teoría políticas. Cómo se gobierna el mundo, cómo debiera gobernarse, qué sucede con las viejas soberanías estatales, qué con las sociedades civiles nacionales, cómo se administran los flujos migratorios, el multiculturalismo, el mestizaje, qué perspectivas tienen el cosmopolitismo, el comunitarismo o el realismo político son preguntas que hacen correr los consabidos ríos de tinta y sonar las ristras de palabras. Sobre todo ello ha escrito su libro John Keane (La sociedad civil global y el gobierno del mundo, Hacer, Barcelona, 2008, 214 págs.) y en él propone tesis nuevas y estimulantes.

No es su última obra. En realidad se trata de una traducción de un texto de 2003 y tengo la impresión de que si el autor pudiera reescribirlo hoy, matizaría alguna de sus afirmaciones, en especial la relativa al triunfo en toda línea de la ideología neoliberal de mercado que está en la base de su concepción del turbocapitalismo. Es la desventaja de los escritos políticos, que tienen períodos de vigencia relativamente breves. Quizá hubiera sido conveniente traducir éste algunos años antes. Es cierto, sin embargo, que el autor no ha vuelto sobre el tema salvo en una obra de 2006 titulada Civil Society: Berlin Perspectives que, más que un tratamiento teórico de la cuestión, parece responder a esa secreta fascinación que algunos ingleses sienten por Berlín, al estilo de Christopher Iserwood, con lo cual puede hablarse sobre el libro con relativa tranquilidad. Lo que no se puede impedir es que algunas de las cuestiones controvertidas en él quizá resulten ya vistas.

La obra, por lo demás, tiene un empaque, una profundidad teórica y una riqueza de perspectivas poco frecuentes en la bibliografía teórico-política. El autor, además de reconocido especialista, es hombre culto que, cosa rara tratándose de un anglosajón, cita autores y obras de otras culturas. Junto a Ruskin y Oscar Wilde aparecen Tolstoi, Kleist y Juan Goytisolo. No estoy muy seguro de que Keane haya conseguido demostrar la existencia de esa sociedad civil global que postula ni por asomo pero sí deja claro que él es uno de sus distiguidos miembros.

Reconoce Keane que la sociedad civil global es un neologismo de los años noventa del siglo pasado y sostiene que el concepto es producto de la confluencia de siete factores: el resurgimiento de la sociedad civil sobre todo en Europa del Este luego del hundimiento del comunismo, el reconocimiento de los efectos revolucionarios de las nuevas tecnologías de la comunicación, la aparición de una nueva conciencia estimulada por los movimientos ecologista y pacifista de que formamos parte de un sistema mundial potencialmente autodestructor, el surgimiento de un orden político nuevo a raíz de la implosión del comunismo soviético, el crecimiento de la teoría económica neoliberal y de las economías de mercado capitalistas, la desilusión fruto de las promesas rotas de los Estados poscoloniales y la preocupación cada vez mayor por los peligrosos vacíos dejados por el hundimiento de los imperios y las guerras inciviles (p. 2). Este verdadero arrecife de factores da lugar a un concepto que Keane cree tiene claros perfiles empíricos cosa que justifica recordando que en el mundo había a fines de los años noventa unas 50.000 organizaciones no gubernamentales (ONGs) (esenciales para su teoría) que celebraban 5.000 congresos internacionales (p.5). Esta enternecedora manía de confundir lo empírico con lo estadístico es muy propia de los teóricos con complejo de "ciencia blanda", que tienen la moral indebidamente comida por los cuantitativistas. Pero aunque fuera empírica mente comprobable la realidad de la sociedad civil global es difícil de clasificar; no se trata de un ente fijo sino de un tipo ideal (p. 8) dotado de cinco rasgos: a) está compuesta por estructuras no gubernamentales; b) es una sociedad en el sentido clásico como conjunto complejo de formas de acción social estructurada; c) es una estructura de civilidad de distintas civilizaciones que tienden a excluir la violencia; d) en su seno hay un fuerte pluralismo con potencial de conflicto; e) es global, esto es, un macrosociedad que funciona como una gran biosfera dinámica (pp. 11-17). Así considerada, lo más cercano a una definición que ofrece el autor es lo siguiente: "un gran espacio no-gubernamental interconectado y con múltiples niveles que incluye varios cientos de miles de instituciones autogobernadas y de formas de vida con efectos globales" (p. 19) lo cual no la hace más convincente que otras posibles fórmulas. Keane se refugia al amparo de Emmerich der Vattel y Kant y sostiene que esa sociedad civil global tiene dos niveles interrelacionados, el estatal y el global (p. 23). La historia de esta sociedad es antigua y echa raíces en la europea, en la violencia de las colonizaciones y la descolonización que, como en el caso de los Estados Unidos se hizo en nombre de una sociedad civilizada (p. 34). Pero en todo caso la sociedad civil global no es un invento exclusivamente europeo (p. 37).

A la hora de buscar el origen de este fenómeno se remonta muy atrás. Afirma que hubo civilizaciones religiosas que dieron la vuelta al mundo. En concreto la islámica. Recuerda que según el Corán, no hay un pueblo elegido (P. 40), lo cual apuntaba a un primer universalismo del Islam que luego se frustró. En su lugar aparece la histoire globale de Ferdinand Braudel que arranca de 1500 lo que ya permite la aparición de la sociedad civil global que se desarrolla en plenitud en la segunda mitad del siglo XIX: el telégrafo, el teléfono, la radio, los ferrocarriles, todo ello supuso un avance gigantesco (p. 44) a lo que Keane añade y no deja de ser curioso, las actividades de los misioneros mundo adelante (p. 45). La guerra de 1914-1918 fue una interrupción de la sociedad civil global. Hubo cambios de gobiernos hacia formas autoritarias y se generalizó la práctica de la violencia contra civiles en el siglo XX (p. 54). Ya a fines de este siglo llega la globalización y la aparición de ONGs como la WWL, Amnistía Internacional, ATTAC y los movimientos antiglobalización (p. 59). Suele decirse que aparece aquí un "sector no económico", lo que le sirve para criticar el Empire de Hardt y Negri no solamente por el hecho de que vuelva a postular un sujeto impreciso de la historia, el gran pueblo, la multitud, etc (62) sino porque su reflexión es un eco de la de Gramsci que él reputa errónea por hablar de una sociedad civil entre el Estado y el mercado, siendo así que, para Keane, la sociedad civil engloba al mercado para dar lugar a ese fenómeno decisivo que llama "turbocapitalismo" (p. 63) y que ha venido a sustituir al capitalismo keynesiano (64) y a contradecir la ley de Wagner de expansión del gasto público (p. 65) lo cual, en último término lleva al Acuerdo Mundial de Inversiones (AMI) (p. 66). Hoy sabemos que esto no fue así y que, a raíz del escándalo que se organizó, el AMI duerme el sueño de los justos en los cajones de la Organización Mundial de Comercio. Pero, en todo caso, "la división entre el mercado y la sociedad civil es inexistente" (p. 73). Esta inclusión del mercado en la sociedad civil produce cierto asombro en el prologuista del libro, el español José A. Estévez Araújo, indebidamente a mi juicio ya que es imposible separar el mercado de la sociedad civil.

A su vez Keane trata de perfilar la sociedad civil global en el trasfondo del sistema político. En primer lugar el autor refuta las concepciones que considera erróneas: la escuela del realismo político que sigue viendo el reinado del "dios mortal", el Estado, de Hobbes (p.92) y la escuela del "gobierno global", que hace referencia a los Estados territoriales y otras instituciones en lo que llama "el gobierno sin gobierno" (p. 93). Sostiene que hace falta una teoría del sistema político mundial emergente al que llama cosmocracia, definido con no mayor precisión que la sociedad civil global como "un conglomerado de instituciones subestatales, estatales y supraestatales entrelazadas y solapadas y de procesos multidimensionales que interactúan, con efectos políticos y sociales, en la escala global." (p. 96) Los tres tipos de instituciones dan lugar a los tres niveles de macro, meso y microgobierno (p. 99). Se trata de un orden político dinámico con tendencia al establecimiento de la legalidad (p. 103). La cosmocracia tiene "inestabilidades" que son: 1ª) la entropía política debida a la escasez de fondos, la falta de personal, las disputas jurisdiccionales, etc así como la esclerosis burocrática (pp. 111/112); 2ª) los problemas de rendimiento de cuentas (p. 113); 3ª) la existencia de una potencia hegemónica (p. 115). Ajusta Keane cuentas aquí con el cosmopolitismo de Archibugi y Held a los que considera utópicos (p. 120). El cosmopolitismo es una recuperación de la idea kantiana que reaparece en la propuesta de Rawls de unos "representantes de pueblos liberales" (p. 121). La cosmocracia es mucho más compleja y autocontradictoria de lo que supone el cosmopolitismo revisado. En realidad es una versión moderna de ese orden político neomedieval sobre el que reflexionaba Altusio (p. 123). En la medida en que el concepto así expuesto es aprehensible, lo cierto es que recuerda mucho el de la poliarquía de Robert A. Dahl; aunque en el caso de este último el término -que tiene evidente raigambre medieval vía Hegel- designa órdenes democráticos nacionales no veo por qué no designaría tan ricamente la cosmocracia de Keane.

El fenómeno más interesante de la globalización es la universalización de la educación superior que, con tanto reto globalizador, ha pasado a reconocer y administrar la "supercomplejidad" (p. 136). La sociedad civil global es un "proyecto de proyectos" (Martin Walzer). No es universal pues quedan fuera de él vastas zonas del mundo (p. 137) y hay ideología, la más típica "la ideología del libre mercado vinculada al turbocapitalismo -el discurso de la desregulación, la liberalización de las cuentas de capitales, el dinero estable, las restricciones presupuestarias, los ajustes estructurales, la privatización del sector público, las oportunidades, la asunción de riesgos, la productividad, las opciones del consumidor..." (p. 140). Esta cosmocracia aparece afectada por el triángulo de la violencia: las armas nucleares, las guerras inciviles y el terrorismo (pp. 143-148). Su arma es la política de la civilidad (p. 150) y su estrategia las intervenciones pacificadoras no nucleares (p. 153), de donde se sigue que la acusación de utopismo no debe reducirse solamente al cosmopolitismo revisado sino que hay que estar preparado para que se la lancen a uno. Es muy difícil sustraerse a esa acusación cuando se habla de cuestiones internacionales.

El último capítulo de la obra, a mi juicio el más interesante y el que contiene la clave, versa sobre la posibilidad de encontrar un fundamento ético a la sociedad civil global. Antes hay un reconocimiento paladino que pone en cuestión el conjunto del libro: "la sociedad civil global es tan compleja que se presenta ante nuestros sentidos como una totalidad abierta cuyos horizontes no son del todo cognoscibles" (p. 173): No estoy seguro de que merezca la pena reflexionar sobre algo que no se puede conocer; dos mil años hablando de dios debieran dejar alguna experiencia. En la búsqueda del fundamento ético Keane critica a la escuela de los que llama "los cascarrabias", por ejemplo, Chantal Mouffe, con su ética del "antagonismo" y el "agonismo", sacada de Carl Schmitt (p. 178), si bien le reconoce tres méritos : la voluntad de no disimular la realidad, la posibilidad del conflicto y la idea de que hay que regular jurídica y políticamente la sociedad civil global (p. 179). Igualmente se opone a quienes piensan que la ética de la sociedad civil global no es más un "ideal europeo" (181) así como a quienes, como Rorty o Buzan dicen que la ética de la sociedad civil global son formas occidentales de facto (p. 182). Criticables son también los que llama "el club de los creyentes en los Primeros Principios", los iusnaturalistas en la escuela de Grocio (p. 184), los partidarios del "universalismo mínimo" no etnocéntrico de Bhiku Parekh (p. 186) así como los enfoques neokantianos de la Ley Moral que acatamos por deber de unos principios universalizables (p. 188). Desde Wittgenstein no hay sino reconocer que en este campo reina la confusión y el desacuerdo al estilo de la torre de Babel con una actitud que, según las modas, privilegia unos enfoques sobre otros: antes se trataba de la pragmática universal y las teorías liberales de la justicia y ahora del comunitarismo y la deconstrucción (p. 190). Hasta el teólogo Hans Küng sostiene que existe un acuerdo básico de todas las confesiones (p. 191). El autor postula una sociedad civil global sin fundamentos merced a una Ley de la Controversia sin Fin, según la cual son poco plausibles los intentos prácticos de producir un consenso ético mediante la comunicación (Habermas) o de armonizar opiniones éticas rivales (p. 192). La sociedad civil global garantiza el derecho de residencia permanente a moralidades de todo tipo. Esas reglas son el "capital social" (p. 194). La sociedad civil está libre de "ismos" (p. 195). La civilidad implica que la sociedad civil global está marcada siempre por la ambivalencia moral (lo que tiene un notable parecido con la Moral de la ambigüedad, de Simone de Beauvoir) (p. 197). Sostiene sin embargo que no cabe admitir que todas las morales que conviven sean igualmente válidas. "La coexistencia duradera de múltiples formas de vida morales requiere que todas ellas acepten incondicionalmente la necesidad de las instituciones de una sociedad civil (...) Es como si la sociedad civil exigiera a todos sus participantes o miembros potenciales la firma de un contrato: el reconocimiento y respeto del principio de la sociedad civil global como principio ético universal que garantiza el respeto de las diferencias morales." (p. 199). Es decir, al final sí era cognoscible la sociedad civil global que es un "ideal ético universal" (p. 200) todo lo cual, a mi modesto entender, constituye una manifiesta petición de principio ya que la angustiosa búsqueda de un fundamento ético universal aparece sustituido por el Deus ex machina de la propia sociedad civil global convertida en ese mismo principio ético que necesita para fundamentarse. Francamente, no se ve por qué esta finta, análoga a la hazaña del barón de Munchhausen de sacarse a sí mismo del pantano tirando de sus propios pelos, ha de mostrar menos contingencia y menos principios autorreferenciales que los de algunas posiciones éticas que Keane critica.

Aunque no creo que el autor consiga probar -y menos empíricamente- la existencia de esa sociedad civil global, la cosmocracia y muchísimo menos su fundamento ético, el libro es muy interesante, ameno, bien razonado, con muchas referencias cultas y mantiene una posición bastante verosímil y racional.

Una última palabra sobre la traducción: quizá para faltar a la costumbre es muy buena. El traductor: Joan Quesada.

diumenge, 11 de gener del 2009

Hoy, manifa.

Contra el genocidio sionista en Gaza y en Palestina en general. Contra la ocupación permanente de Palestina por los sionistas. Contra la usurpación de territorios palestinos por los sionistas. Contra los asentamientos sionistas en territorios palestinos. Por el derecho de los palestinos a regresar a sus hogares y a vivir en ellos sin ser hostigados por los sionistas. Por el derecho de los palestinos a vivir en un Estado independiente propio a salvo de las incursiones armadas de los sionistas. Por una actitud más clara y decidida de nuestras autoridades a favor de los palestinos y en contra de la permanente agresión israelí. Por una actitud más justa de la comunidad internacional en relación con este conflicto que ponga límites a la agresiva expansión de Israel y reconozca y ampare los derechos de los palestinos.

La nieve, el caos y la autoridad competente.

Nadie estaba preparado para la que se vino encima el viernes pasado: Barajas cerrado, decenas de miles de viajeros en tierra, atascos de horas en todas las vías de acceso a Madrid, accidentes, salidas de emergencia de los bomberos que no daban abasto. Nadie estaba preparado excepto los medios de comunicación que se echaron a la calle más veloces que los niños a los parques a hacer muñecos de nieve. Tal es el primer efecto que tienen estos fenómenos en la era de la aldea global: que todos accedemos a la información de modo directo e inmediato con lo cual ésta, además de agigantarse, parece hacerse más grave. No es lo mismo leer uno o dos días después en un periódico que el aeropuerto se cerró y se cancelaron tropecientos vuelos que verlo en directo y escuchar a la gente desorientada y desesperada que lleva horas esperando o le han cancelado los vuelos sin más información, allí tirada, con las maletas, los niños, en medio de la confusión. Parece como si nos compenetráramos más con la catástrofe que se ha abatido sobre ellas.

Como tampoco es lo mismo leer una crónica sobre cómo el temporal de nieve afectó al tráfico en las entradas de la capital que acompañar al reportero y al cámara a entrevistar a los conductores parados en mitad del monumental atasco en el que llevan horas resoplando de ira y de frío. No, no es lo mismo. Los medios amplifican estos desastres y nos los hacen patentes con toda crudeza, de forma que nos formamos una idea cabal del monumental lío en que está metida la gente que los padece. Y nos identificamos con ella porque quien más quien menos ha pasado por circunstancias similares y guarda memorias.

Conocida la magnitud del follón fue un espectáculo ver a las autoridades repartiéndose las culpas como en una competición de ver quién escupe más lejos. La conclusión que puede obtener cualquier observador imparcial es que todas estaban en la inopia, no se esperaban lo que se les vino encima, no reaccionaron a tiempo y, encima, no estaban coordinadas. En fin, que son todas culpables y quizá lo mejor que pueden hacer es pedir disculpas y procurar que no vuelva a suceder. Y digo que son culpables porque si bien no es muy justo acusarlas por falta de reacción ante un fenómeno que no esperaban lo es y mucho ponerlas a bajar de un burro por no estar coordinadas porque la coordinación debía estar establecida en todo caso, fuera o no previsible el fenómeno.

Algo más respecto a la ministra de Fomento, la señora Magdalena Álvarez. Por supuesto, escuchar al señor Rajoy, el de los "hilillos de plastilina" hablar de incompetencia, de desastre y pedir la dimisión de la ministra mueve algo a risa. Oír que la señora Monserrat Nebrera llama "cosa" a la misma ministra y se mofa de su acento andaluz no mueve tanto a risa y sí a irritación. Alguien debiera explicar a esta arrogante ignara que todo el mundo tiene acento hablando cualquier lengua y que del de los catalanes alguien con la misma falta de entendederas que ella podría decir algo muy similar.

Al margen de todo ello está claro que a la señora Álvarez le ha tocado la mota negra de los infortunios y sus combativas comparecencias empiezan a ser un poco estridentes. Sin duda no tiene la culpa de cuantas desgracias se han cebado con ella en su mandato pero las reglas no escritas de la democracia mandan que a veces uno piense en dimitir aunque no sea personalmente responsable de los desastres que se producen en su jurisdicción.

(La imagen es una foto de Alejandro Espinosa, bajo licencia de Creative Commons).

Caminar sin rumbo (XXXIV).

La evolución personal.

(Viene de una entrada anterior de Caminar sin rumbo (XXXIII), titulada La frontera cerrada.

No había duda de que Lobo tenía eso que se llama "capacidad de convocatoria". El salón de actos del Círculo Cultural estaba a rebosar. Lucía el local una impronta franquista en su aspecto, los ornamentos, unos vitrales. Claro que eso no es extraño. Tanto Melilla como Ceuta, las dos plazas de soberanía, hoy "ciudades autónomas" son los últimos enclaves africanos de España y Franco fue el último general "africanista" español. Lobo nos dijo que, con el follón de la frontera, tanto el presidente de la Ciudad Autónoma como el delegado del Gobierno no podían asistir y que ya veríamos si conseguían llegar para la hora de la cena. Añadió que ya que las autoridades excusaban su asistencia, quizá me apeteciera sentarme en la mesa presidencial pero le dije que no y, mientras él ocupaba su sitio junto al conferenciante, Eugenio y yo tomamos asiento en primera fila para no perder ripio.

Agustín del Valle hablaba bien. Se le notaban las tablas. Era alto, delgado, huesudo y tenía unas manos de finos dedos que movía mientras hablaba de una forma muy personal, subrayando lo que decía pero sin parecerlo. Lucía unos globos oculares protuberantes y cierta fiereza en la mirada con lo que su mera presencia imponía. Su discurso consistió en un encendido elogio de la nación española, milagroso ente colectivo autorreflexivo que estuvo a punto de situar en las cuevas de Altamira en el paleolítico pero que al final hizo arrancar de la guerra de la independencia contra el francés. Aquí hallan muchos el nacimiento de la nación española como autorreferente muy probablemente desde el momento en que la guerra de la independencia ayuda mucho a identificar un elemento esencial en su visión como es el extraño, el ajeno, el otro, el enemigo, en este caso el gabacho. La segunda parte de la charla estuvo destinada a atacar a los nacionalismos "periféricos" que se obstinaban en defender el erróneo punto de vista de que hay varias naciones en la Península Ibérica siendo así que está clarísimo que sólo hay dos, la portuguesa y la española que proceden de un mismo origen y tienen tantos elementos en común. Tuvo mucho éxito entre un público, compuesto por hombres maduros de cuarenta y cincuenta con sus esposas, empeñadas en quitarse por lo menos diez ante el espejo, todas peinadas de peloquería. No hubo preguntas del público, excepto una intervención de un hombre con pinta de brigada que quería saber algo concreto sobre la financiación de las comunidades autónomas de lo que Del Valle no parecía tener mucha idea con lo que no dijo más que vaguedades.

La cena tuvo lugar en un lujoso restaurante del centro de la ciudad, uno que se preciaba de servir langostino de la Mar Chica si bien no esa noche pues no había habido pesca a causa del temporal. Finalmente las autoridades no pudieron asistir. Se vivían momentos tensos y de problemas. En la mesa, además del conferenciante y Heriberto Lobo, estaba su señora, una mujerona que casi le sacaba la cabeza. con un gesto adusto e intemperante que trataba de suavizar inútilmente con mucho maquillage y otros dos matrimonios a quienes también tomé por militares sin saber muy bien por qué, un periodista, amigo de Heriberto y director de una radio local cuyo nombre no retuve y el director de una asociación cultural hispano-islámica, llamado Mahmud.

En la primera parte de la cena se trató el asunto de la frontera que, según el marido de uno de los dos matrimonios, estaba más fea que de costumbre.

- En todo caso parece que los dos muertos los han causado los marroquíes.

- No es que sea una buena noticia- dijo Heriberto- pero nos permite un descanso. Imagináos la que se nos viene encima si nos los cargan a nosotros.

Agustín del Valle mostró interés por informarse acerca de los problemas de la inmigración ilegal en la ciudad.

- Esto es un coladero -aseguró el otro militar que aún no había hablado.- Y no podemos hacer nada porque en la Península no quieren saber nada de nosotros.

- Tampoco es para tanto -terció Heriberto que era muy crítico con lo que llamaba el "victimismo" melillense.- En ese aspecto no podemos quejarnos; tenemos los recursos que necesitamos.

- Eso es siempre según se mire -insistió el otro.- En mi opinión, necesitamos hombres. Los que hay no son suficientes. Una bandera de la legión nos vendría de miedo.

Su mujer soltó una risita como dando a entender que aquel problema de logística militar no le era enteramente desconocido.

Intervino Mahmud diciendo que el problema verdadero no estaba a nuestro lado de la verja sino al otro, en donde se acumulaba mucha desesperación. Y no solamente marroquí, sino africana en general. Si los países europeos -y parecía deleitarse al pronunciar "europeos", como queriendo saborear las consecuencias del sonido- nos tomáramos en serio la situación y ayudáramos a la gente en sus países de origen, la mayoría no emprendería la aventura de escapar que es siempre muy incierta. Y no se refería sólo a Marruecos de donde al fin ya al cabo no sale mucha inmigración ilegal sino de los países más abajo, al sur del Sahara.

- Claro -dijo el militar- seguramente tienes razón, Mahmud, pero nosotros somos responsables aquí de esta frontera. Lo otro son los planes de los políticos que estarán muy bien seguramente pero no tienen mucho que ver con las necesidades reales, sobre el terreno. -Y, mirando a Heriberto, dando la impresión de que buscaba su aquiescencia, añadió: una bandera de la legión. Con una bandera de la legión me comprometo a sellar la frontera mientras los políticos arreglan la situación de África al sur del sahara.

- De eso no quiere saber nadie nada -terció el periodista que parecía un hombre taciturno.- Siempre pasa igual. Sólo se habla de nosotros cuando hay malas noticias. Del hecho de que seamos los guardianes de una puerta por la que quiere entrar un continente nadie dice nada.

Eugenio dio un respingo.

- Un continente por una puerta- me dijo por lo bajo.- No está mal la imagen.

- No es una imagen -contestó el otro que lo había oído-. Qué más quisiéramos nosotros. Es la realidad, el día a día. Estamos conteniendo un continente con una valla.

- Con una valla y con la ayuda de Marruecos -dijo Heriberto.- Cosa esencial.

- Al fin y al cabo -tercié yo que no tenía muchas ganas de escuchar una teórica sobre las necesidades de defensa fronteriza en Melilla- el ejército está para eso, para defender a la patria, a la nación española, sobre la que nos ha ilustrado Agustín.

Éste me miró con cierta sorpresa. Estaba seguro de que igual que yo a él, me conocía, aunque nunca hubiéramos coincidido. Supongo que decidió salir al paso de lo que podía suponer fuera irónico por mi parte.

- No te convence lo de la nación española, ¿verdad? En la izquierda tenéis un verdadero lío con eso.

- No, no creas. O quizá sí. No sabría decirte. -Los otros comensales me escuchaban con atención, como si estuvieran esperando que me aclarase. - Pero, en todo caso, no es la nación española lo que más me interesa, ahora que tengo la oportunidad de hablar contigo sino algo distinto que siempre me ha preocupado y que me gustaría plantearte si no te parece inconveniente.

- Por supuesto, por supuesto -dijo Del Valle, dejando los cubiertos sobre el plato en un gesto que parecía contradecir la disponibilidad que anunciaban sus palabras.

- No vayas tan seguro -intervino de pronto Eugenio que hasta entonces no había dado muestras de especial interés en la conversación.- Te va a preguntar por tus convicciones políticas.

Del Valle enarcó las cejas, como si no entendiera.

- Bueno, sí, verás- arranqué yo antes de que Eugenio acabara de fastidiarme la intención.- Tengo curiosidad por tu cambio de actitud. Tú eras un significado izquierdista, comunista incluso; recuerdo haber leído cosas tuyas en que se hacían planteamientos del partido. De pronto, cambias de opiniones y te haces propagandista de la derecha. ¿Por qué? ¿Qué te movió a eso?

Antes de que Del Valle pudiera hablar se adelantó Heriberto que debía de pensar que entraba en sus obligaciones acudir al quite de su invitado si alguien lo ponía en un compromiso.

- No tiene nada de extraño que la gente cambie. Se cambia con el tiempo. Además, ese tipo de cambio, que quizá sea más bien una evolución, ¿no? lo ha experimentado mucha gente.

- Ya te digo- exclamó con cierta sorna Eugenio.

Se había acercado un vendedor de fósiles que traía algunos ejemplares sobre una especie de gamuza y Eugenio se quedó mirando una especie de trilobites incrustado en una piedra mientras el otro se lo acercaba diciéndole que tenía doscientos cincuenta millones de años.

- Pero es que estos casos -dije yo- no me parecen muestra de una evolución, que lleva siempre tiempo y una transformación progresiva. Más me parecen mutaciones y repentinas.

- Bueno -dijo Del Valle, haciendo ondular sus bellas manos y señalándose el pecho- si es mutación o evolución, la procesión va siempre por dentro. Uno tiene sus dudas, se las calla, o las habla con los íntimos, vacilaciones, reconsideraciones, hasta que...

- Hasta que uno ve la luz -dijo Eugenio, que había devuelto el trilobites a la gamuza y no estaba interesado en escuchar las ofertas del vendedor- y actúa uno en consecuencia.

- Algo así, algo así -contestó Del Valle- pero eso es irrelevante. Aquí supongo que lo que te interesa -y se dirigió expresamente a mí- no es cómo se hace eso, sino por qué, por qué abandona uno la izquierda. Y aviso de que no digo por qué se pasa uno de la izquierda a la derecha porque no me reconozco en ese periplo. Sí, he dejado de ser de izquierda...

- Incluso abominas de ella -dije.

- Abomino, sí, por muy justificadas razones. Al principio, en tiempos de Franco, lo único sensato que se podía ser era de izquierda porque sólo la izquierda estaba contra la Dictadura. Lo que sucedía era que estaba contra la Dictadura pero no a favor de la democracia, sino a favor de una dictadura distinta.

- Mientras que tú sí estabas a favor de la democracia.

- De la democracia y de algo más que no hay que olvidar: de la libertad individual, de la unidad de la Nación española. Ese es un elemento esencial. Si por la izquierda fuera esto se habría ido ya al garete.

- No me parece tan claro.

- Clarísimo. Otra cosa es que quieras engañarte u ocultar algo. Todas aquellas tonterías de la izquierda con el derecho de autodeterminación eran eso: destruir la nación española. Como son las componendas con los nacionalismos periféricos, todos empeñados en destruir la nación española y con los terroristas. La izquierda no soporta la idea de España y apuesta siempre por la leyenda negra.

Veía en los otros comensales claros gestos de asentimiento y creo que no aplaudían por no singularizarse demasiado. Hasta Heriberto, habitualmente comedido seguía la alocución de Del Valle con la mirada brillante y un gesto de atención e interés notable.

- Bueno -prosiguió éste- ya inspirado. La izquierda tiene muchas propuestas específicas en muchos terrenos pero todo acaba llegando siempre a lo mismo: la negación de la nación española.

- La antiespaña -dije, tratando de que no se me notara mucho la burla, pero sin éxito.

- Puedes hacer las bromas que quieras pero es así. La izquierda sostiene muchos disparates. Lo veo ahora con claridad. Disparates sobre la sociedad, el Estado, el mercado, la propiedad, los impuestos... prácticamente todo lo que dice la izquierda desde sus puntos de vista son disparates. Pero en lo que respecta a nosotros, los españoles, esos disparates se orientan siempre a debilitar la idea de la nación española, dejarla inerme frente a quienes sepultarla en el olvido.

- ¿A qué esperas, que no respondes enarbolando tu sentido patriótico? -me preguntó Eugenio. Están llamándote vendepatrias.

- O algo peor -dije- Antiespañol.

Del Valle sonrió con el gesto de quien espera una respuesta que sabe inevitable y la obtiene y puso gesto de "¿qué había dicho yo?" y añadió:

- Conozco ese sedicente patriotismo de la izquierda. Es el de la tradición liberal republicana, las historias de la Institución Libre de Enseñanza y el krausismo, alimentada con algo de costismo y lucha contra los males que afligen a la patria. Lo que sucede es que el mayor mal que ha afligido siempre a la patria ha sido la izquierda. La tradición liberal, el llamado nacionalismo español liberal ha sido siempre pusilánime y, de hecho, en cuanto ha podido, se ha echado en manos de extranjeros. Eso es lo que es el krausismo, influencia extranjera, como el marxismo, todo doctrinas extranjeras que no se adaptan a nuestro ser nacional.

- Que está mucho mejor representado en Donoso Cortés.

- Pues sí, mira. Ya sé que lo dices con ironía. Pero fíjate, Donoso es un pensador español que se encuentra en la obra de importantes pensadores del siglo XX, como Carl Schmitt...

- Sí, estas cuestiones son muy claras y se refieren a las cuestiones digamos públicas, en donde se debaten las ideas. Y eso es lo que dice la derecha: Balmes, Donoso, el pensamiento reaccionario que reputan esencialmente español. Es el discurso público. Pero lo que me interesa es un asunto distinto, privado, mi pregunta es si ese cambio de perspectiva es o no sincero, esto es, si crees en lo que dices. Tendrás que admitir que la duda es razonable. Como ves, eso no se nos plantea a quienes nos hemos mantenido más o menos fielmente en nuestras convicciones. Se nos puede acusar de rígidos, de ir en contra de la esencia misma de la realidad que dice que todo cambia, todo fluye, nadie se baña dos veces en el mismo río; pero lo que no se puede poner en duda es la sinceridad de nuestras convicciones mientras que en el caso de quienes las habéis cambiado...

- Sí, sé lo que quieres decir: que se plantea un problema de sinceridad. Eso ha pasado siempre con los conversos. Y nosotros somos conversos. Hemos abandonado el sueño sectario de la izquierda y hemos abrazado...

- Otro sueño sectario -atajó Eugenio con una sonrisa.

- Nada de eso. La izquierda es sectaria. Abandonar el sectarismo te cura de espantos. Por eso no me gusta nada que me digan que he pasado de la izquierda a la derecha. Desde luego, he dejado la izquierda porque es ideológicamente insatisfactoria, pero eso no me hace de derechas.

Después de unos primeros instantes en lo que los otros comensales siguieron la conversación, la unidad discursiva se había roto. Las tres esposas de los militares, no muy interesadas en cuestiones políticas, se pusieron a hablar de sus cosas, interrumpiendo sus intercambios con abundantes risas. Los cinco hombres, a su vez fueron desenganchándose de la controversia izquierda-derecha y comenzaron a hablar entre sí y, por las frases que llegaban al lugar en el que nos encontrábamos, seguían tratando el problema de la frontera.

- Sin embargo -y a las pruebas me remito- se hable de lo que se hable siempre coincides con los puntos que defiende la derecha.

- Pura coincidencia.

- Ya. Pura pero total porque coincidís en todo.

- Porque sigues pensando que quienes hemos cambiado, los que hemos dejado la izquierda, convencidos de que es una forma de pensamiento profundamente errónea, tenemos un problema de sinceridad, de verosimilitud y por lo tanto de crédito.

- No tendría que extrañarte si tú mismo reconoces que estás en la actitud del converso. Pero no es por ahí por donde van mis tiros. Al fin y al cabo no es muy productivo enfrentarse a lo que dice alguien poniendo en cuestión que crea de verdad en ello o no.

- ¿Por dónde van tus tiros? -preguntó Eugenio, que le gustaba afear el uso de frases hechas.

- Déjame preguntarte algo -dije a lo que él asintió con la cabeza- si has abandonado las posiciones de la izquierda, ¿se debe a que crees ahora que estabas equivocado?

- Desde luego.

¿Y qué te hace pensar que no vayas a estarlo una segunda vez?

Del Valle soltó una carcajada que hizo que los demás comensales interrumpieran sus conversaciones y nos miraran.

- ¿Ves? Eso es lo que os preocupa en la izquierda: estar o no en lo cierto. No es mi caso ahora. Ahora no me equivoco porque no presumo de estar en lo cierto. Sostengo lo que me parece probable y nada más.

Pero aquello tampoco daba la impresión de ser muy cierto. En la conferencia en aquel salón tan hispánico y marcial, había hablado con fe de misionero. Antes de que pudiera responderle sonó el móvil de Heriberto que estuvo un par de minutos escuchando lo que parecía un informe con unos sí, si o no, no. Al interrumpir la comunicación se volvió a nuestro lado de la mesa para decir:

- Como estaba previsto. Mañana seguirá cerrada la frontera con Marruecos y se restablecerá el servicio de ferry con Almería.

(Continuará).

(La imagen es una viñeta de Aubrey Beardsley).

dissabte, 10 de gener del 2009

Mañana, manifa.

Reproduzco a continuación el texto de la convocatoria de la manifa para mañana a las 12:00 en Cibeles que firman los partidos y grupos de izquierda, los sindicatos y una serie de organizaciones que también se oponen al genocidio que está llevando a cabo Israel en Palestina.

NB: ni esta ni ninguna otra manifa harán la menor mella en el furor genocida israelí. No obstante, hay que ir a ellas y tratar de que sean lo más numerosas posible porque en quien sí harán mella es en el ánimo del señor Obama, el único que puede detener la mano asesina de Israel.


Ante la continuidad de la ofensiva militar de Israel, por tierra, mar y aire, contra Gaza –en el contexto de la ocupación que dura décadas y el bloqueo que sufre Palestina- que está causando miles de muertos y heridos entre su población, muchos de ellos niños; ante el hecho de que se realiza vulnerando el Derecho internacional y olvidando, por completo, la situación de emergencia humanitaria que vive su población; las organizaciones sociales y políticas abajo firmantes hacen la siguiente declaración:

1. Condenamos la injustificable e inhumana acción militar de Israel y exigimos su fin inmediato. El pretexto aducido por su Gobierno –los ataques con cohetes llevados a cabo por Hamas contra la población israelí- es inaceptable en relación con unas acciones de destrucción criminal, como castigo colectivo, que están causando miles de víctimas civiles.

2. Exigimos al Gobierno de España, a las instituciones políticas de la Unión Europea y a la ONU, su intervención decidida y urgente para imponer un alto el fuego permanente, organizar un plan de ayuda humanitaria que ponga fin a la situación de emergencia que vive la población de Gaza, y terminar con el bloqueo fronterizo. Criticamos profundamente la pasividad de la que han hecho gala, hasta el momento, las instituciones políticas internacionales, que está permitiendo la continuidad de la ocupación y la matanza de la población palestina. Todos los Estados miembros de la ONU tienen la obligación de proteger a la población civil contra las múltiples violaciones del Derecho Internacional Humanitario que se están produciendo.

3. Este nuevo y especialmente mortífero episodio del conflicto de la ocupación de Palestina por Israel pone de manifiesto, una vez más, la necesidad de resolver definitivamente el mismo con el cumplimiento de todas las resoluciones de las Naciones Unidas. A esta tarea tendrían que dedicarse sin demora, y en el marco de la ONU, sus principales actores, con la colaboración de los países de la Región y de las principales potencias mundiales. El derecho del pueblo palestino a crear un Estado soberano es la base necesaria de cualquier solución duradera que posibilite la convivencia pacífica de los pueblos palestino e israelí. Reclamamos a los gobiernos y las instituciones internacionales la adopción de las medidas de presión necesarias, condicionales al respeto de los derechos humanos en las relaciones con Israel, para que se alcancen estos objetivos y para que se resuelvan las causas del conflicto, que no es otro que la ocupación.

Por todo ello, llamamos a la ciudadanía a participar en todas las manifestaciones y actos públicos que se han convocado en numerosas ciudades de España, expresando su solidaridad con el pueblo palestino. En particular, llamamos al pueblo de Madrid a participar en la manifestación que se llevará a cabo, el Domingo, 11 de enero, a las 12 horas, desde Cibeles a Sol


¡POR EL FIN DE LA AGRESIÓN MILITAR DE ISRAEL A GAZA!
¡PAREMOS LA MASACRE DEL PUEBLO PALESTINO!
ALTO EL FUEGO, AYUDA HUMANITARIA Y FIN DEL BLOQUEO, YA!
¡NO A LA PASIVIDAD DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL!
¡CONTRA LA VIOLENCIA, POR LA PAZ JUSTA EN PALESTINA!
¡POR EL FIN DE LA OCUPACIÓN!
¡SOLIDARIDAD CON EL PUEBLO PALESTINO!

D3M

Una de las características principales de la llamada izquierda abertzale, si no la principal, es su contumacia en el error. Parece que hoy se presenta en Bilbao una plataforma llamada Demokrazia 3.000.000 (D3M) que pretende aglutinar a la dicha izquierda en las elecciones autonómicas del 1º de marzo próximo. Se trata de recoger el voto que no pueden llevarse Batasuna, PCTV, ANV, todas ellas sucesivamente ilegalizadas por los tribunales en aplicación de la Ley de Partidos. Para esta vez la Fiscalía está preparada y, según parece, se escudriñarán las listas de D3M cuando se presenten y lo más probable es que la nueva formación corra la suerte de las otras, sea ilegalizada y la izquierda independentista quede fuera del Parlamento vasco.

Es una táctica difícil de entender desde el punto de vista de la humilde racionalidad de costes beneficios. Sin duda debe de tener una fuerte faceta simbólica que colme las aspiraciones de quienes promueven estas candidaturas: mostrar que el "Estado español" ilegaliza las formaciones independentistas. Sin embargo este punto de vista es manifiestamente falso. Basta con ver que en el Parlamento catalán está representada ERC que no es menos independentista que la sopa de letras vasca. El Estado español no ilegaliza formaciones independentistas sino organizaciones violentas o que hacen apología de la violencia, que no es lo mismo. Y lo hace en virtud de una ley que será mejor o peor (a mí me gustaría verla derogada) pero, mientras esté en vigor, es la ley y hay que respetarla.

La contumacia de la izquierda abertzale tiene una explicación en tres órdenes distintos.

El primero, por si cuela, consiste en ir adelante en fraude de ley (esto es, no cumpliendo sus requisitos), suponiendo que las autoridades no reaccionarán cosa que, ya se ha visto, es imposible.

El segundo, somos víctimas, consiste en explotar esa situación de reprimidos en la vana esperanza de que alguien crea que la ilegalización es a causa de las ideas y no de los incumplimientos de la ley.

El tercero, a las órdenes jefe, es que la izquierda abertzale va a remolque de las decisiones de ETA porque ha permitido que se dé esa fatal inversión de que el brazo armado del movimiento prevalezca sobre el político, lo que es un disparate.

Si la izquierda independentista vasca quiere estar en el Parlamento autonómico lo tiene muy fácil: basta con que cumpla la ley, cuya derogación puede pedir luego con toda legitimidad. Empeñarse en no hacerlo así, en querer burlar la norma es ignorar algo elemental: que en democracia sólo se es eficaz desde las instituciones. La política callejera es testimonial y simbólica pero, existiendo la vía institucional, no conduce a nada.

Por eso es tan admirable la contumacia en el error de esta gente.

(La imagen es una foto de larbelaitz, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 9 de gener del 2009

Poeta en Gaza.

Nana de Gaza.
Por Carlos Piera.

Qué guapa en la cuna, mi niña adorada,
para que la muerte cuando venga a verte
te encuentre acostada.

Cierra los ojitos, vida de mi vida,
para que la muerte cuando venga a verte
te encuentre dormida.

Duérmete, mi rosa,
para que la muerte cuando venga a verte
sea cariñosa.

Duérmete, ojos bellos,
si hay gatitos muertos por entre las ruinas
jugarás con ellos.

Duérmete, rubí,
y a ver si la muerte cuando venga a verte
se me lleva a mí.

(La imagen es una acuarela de Charles Vernant, Mère et enfant).

Gracias, Carlos.

De Santa Bárbara cuando truena.

Ya tenemos aquí la temible secuela de toda crisis de subconsumo: el desempleo en masa. Más de tres millones de parados en España y subiendo. Más de diez en los Estados Unidos (un 6,7 % de la población activa) y subiendo. Las últimas previsiones anuncian veinte millones en Europa al finalizar 2009 y me parece un cálculo por lo bajo.

El paro es el problema económico más importante precisamente porque no es sólo económico sino político, social y psicológico; especialmente psicológico y, si no lo creen, salgan a la calle y pregúntenle a un hombre de cincuenta y cinco años que se ha quedado sin curro cómo ve la vida.

La estúpida balumba neoliberal de los últimos veinticinco años con las doctrinas desreguladoras, liberalizadoras y otros camelos repetidos hasta la náusea en los medios, las fundaciones, los sedicentes think tanks, las cátedras universitarias por gentes que se llamaban a sí mismas "ortodoxas", como si los demás fuéramos monofisitas, acabó consiguiendo que perdiéramos de vista el hecho elemental y básico de que la economía se hizo para el hombre-mujer y no al revés.

Cualquiera que escuche hoy a los principales mandatarios occidentales, los señores Obama, Brown, Sarkozy, Rodríguez Zapatero etc cómo hablan todos de bajar los tipos de interés, nacionalizar bancos, intervenir entidades financieras, rescatar empresas con dinero público, regular el crédito, multiplicar el gasto, bombear recursos al mercado de trabajo, recurrir al déficit, etc pensará que se han hecho todos de repente furibundos keynesianos. Bueno, si lo han hecho han hecho bien. Parece haberse olvidado que la famosa Teoría General keynesiana era una Teoría General del empleo, el interés y el dinero porque el economista de Bloomsbury sabía muy bien que sólo una economía en pleno empleo o cercana a él está a salvo de las crisis. De ahí que su teoría general lo sea del empleo ante todo, algo que para la escuela clásica no es un problema económico ya que, en términos ideales, su eliminación se producirá cuando se llegue al punto de equilibrio entre oferta y demanda; por ejemplo, con la gente trabajando a cambio del almuerzo y gracias.

¿Y cómo se va hacia el pleno empleo? Actuando sobre la demanda, que es lo que hacen todos los dirigentes políticos occidentales que saben en dónde están, utilizando la intervención del Estado y la inversión pública para generar puestos de trabajo. El señor Obama anda ya echando las bases de lo que en Gringolandia empieza a llamarse el New New Deal, que es lo que tendrán que hacer los dirigentes europeos sin quieren salir de la recesión y evitar la depresión. El viejo y denostado keynesianismo está de vuelta para sacar de nuevo las castañas del fuego a una economía en crisis.

Por cierto, no es superfluo recordar que esta idea de recurrir a los fondos públicos para dar trabajo a la gente tampoco era tan nueva en tiempos de Keynes. Ya se le había ocurrido a Louis Blanc durante la Revolución de 1848 con los "talleres nacionales", en los que se emplearía a los trabajadores a cargo del Estado hasta que estuviesen en situación de establecerse por su cuenta. El dinero para la operación pensaba sacarlo Blanc de la explotación de los ferrocarriles. El asunto terminó como el rosario de la aurora. Era demasiado pronto para algo tan maduro que sólo cuajó con brillantez y eficacia cien años después, en el Estado del bienestar, salido del desastre de la crisis de 1929.

Y menos mal que tenemos Estado del bienestar. Si los genios neoliberales, los reaganistas, thatcheristas y sus similares y asimilados se hubieran salido con la suya por entero de desmantelarlo acusándolo de ruinoso, incompetente, burocrático y contraprodecente para el crecimiento económico, ahora tendríamos un problema real, como el que hubo en 1929: decenas de millones de parados sin subsidios de desempleo ni redes de seguridad social. Gente abocada a reventar en la calle, recurrir a la beneficencia... o apuntarse a un partido revolucionario fascista o comunista para armarla, desde luego.

La crisis puede poner a prueba la capacidad de respuesta de los sistemas políticos democráticos pero, en todo caso, estos sistemas encajan hoy mejor las situaciones difíciles gracias al Estado de bienestar que sin duda seguirá porque se articula sobre los derechos de las personas, que es un argumento de validez universal.

Los neoliberales, que son como los bajos de los cuadros de Rubens, poblados de monstruos, salvajes y espantosas quimeras, siempre vencidos pero siempre ahí, amenazando con auténticos disparates, objetan al neokeynesianismo que el alegre recurso al déficit es algo que tendrán que pagar las generaciones futuras.

Eso es evidente y vale para todos los seres humanos en todos los tiempos. Las generaciones futuras siempre tienen que pechar con lo que les dejan las anteriores, unas veces mejor y otras peor. Lo que es absurdo es impedir que se arranque en el presente por temor al futuro que es, curiosamente, la actividad primera y más representativa del capitalismo. Quien no proceda así, con riesgo, no tendrá futuro con lo que las generaciones futuras tampoco tendrán presente. Cosas nada fáciles pero ¿quién dijo que la política fuera fácil? No lo será aquella que, como dice Foucault, es la "continuación de la guerra por otros medios".

(La imagen es un retrato de John Maynard Keynes en un número atrasado de la revista Time, de 1963.

Belcebús.

Teófobos y teófilos van a sacar su debate a la calle como si publicitaran desodorante. No me parece mal; al contrario: estoy encantado de vivir en una sociedad que solventa sus querellas teológicas pacíficamente, a la luz pública, in itinere y pagando anuncios. Pero ese dinero, ¿no estaría mejor empleado enviándolo a Gaza para paliar los indecibles sufrimientos de la población civil, masacrada por los del dios de los ejércitos?

En fin, cuando los autobuses circulen me pregunto si los creyentes subirán a los agnósticos o lo considerarán pecado y los boicotearán.

En cuanto a los no creyentes que piensan que Dios probablemente no existe es porque obviamente admiten que probablemente exista, aunque sea con menor probabilidad y, si es así, ¿no harían mejor apuntándose a la apuesta pascaliana?

dijous, 8 de gener del 2009

Las imágenes del genocidio.

Mientras la diplomacia se mueve entre terciopelo y raso, la ONU muestra su inoperancia, los dirigentes occidentales callan valerosamente, excepto el señor Chávez que ha expulsado a media embajada israelí en Caracas y el señor Rodríguez Zapatero que, sin llegar a tanto, ha criticado a Israel y hoy recibe al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, los israelíes siguen bombardeando Gaza a mansalva en la operación más salvaje, despiadada y genocida que se haya visto hasta la fecha.

El caso es que, cuando se habla de genocidio, masacre, matanza indiscriminada, bombardeo de civiles, se mueve uno en el terreno abstracto de las palabras. Pero esas palabras denotan hechos, realidades, cadáveres de niños, personas mutiladas, caos, destrucción... Quien quiera ver las imágenes del furor genocida de Israel sobre Gaza que pinche sobre la imagen o vaya a Islamboutique. Pero ojo porque son muy fuertes.

Gracias, Josetxu.


A la vista de las imágenes puede calibrarse el valor del artículo del filósofo francés André Glucksman que publicaba el martes El País llamado ¿Qué significa desproporcionada? una pregunta perfectamente retórica porque el autor sabe de antemano la respuesta: no lo que haga Israel.

Por cierto, el relator de la ONU para la situación en los territorios palestinos ocupados, el señor Richard Falk, acusa a Israel de crímenes contra la humanidad en Gaza. Hombre probo este Falk. Es lo que menos que cabe hacer. La ONU no se moverá pero los crímenes contra la humanidad, el genocidio, están ampliamente documentados en las imágenes de más arriba.

Mr. Cizaña vaticina.

La fórmula de Mr. Cizaña para concitar unánime atención de los medios parece infalible: primero se insulta un poco a alguien y luego se dice una barbaridad contraria al sentido común y todos los datos empíricos porque, ¿para qué hacen estos falta cuando se tienen principios?

Lo del exotismo histórico cubre con creces el capítulo del insulto.

¿Y el previsible desastre económico? ¿No es para fliparlo en colores? ¿A qué llamará "desastre económico" quien califica de "gran estadista" a uno que deja un déficit de un billón doscientos mil millones de dólares (1.200.000.000 $), el 8,6 por ciento del Producto Interior Bruto, el más alto desde la Segunda Guerra Mundial? De la crisis financiera, la recesión, las quiebras en cadena de bancos, el aumento vertiginoso del paro no hace falta hablar. ¿Más desastre que eso? No sé yo...

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Literatura Zek

Vasili Grossman está conociendo un año de retorno en España. En 2007 se editaba su obra magna, Vida y destino (reseñada por Palinuro en la entrada Guerra y literatura) y ahora se publica su novela póstuma (Todo fluye, Círculo de lectores, Barcelona, 2008, 288 págs.) que en lo esencial es una especie de coda de la obra sobre la guerra y el sitio de Stalingrado. Tiene, con todo, elementos que la diferencian de la anterior. Es más condensada ya que, así como el fresco tolstoiano de Vida y destino retrata decenas de personajes en muy variadas situaciones y tiempos, esta otra se reduce a media docena de personajes con uno principal y una sola peripecia. Es la historia de Iván Grigórievich, un científico que ha pasado veintinueve años en campos de trabajos forzados de Stalin y, liberado a la muerte de éste, regresa a Moscú, en donde comprueba que las cosas siguen igual que cuando lo detuvieron. Otros han compartido su destino, muchos han desaparecido para siempre, quienes lo delataron han hecho carrera y el resto es una enorme masa acobardada e indiferente que lucha por sobrevivir en condiciones muy adversas.

Aunque Vida y destino contenía algunas interrupciones de carácter ensayístico, en esta otra hay mucha mayor mezcla de ensayo y novela. La novela tiene el mérito de relatar las abominables condiciones de los campos de trabajos forzados. Se reiteran algunos temas de Vida y destino, como la distinta clasificación política de los presos y se añaden algunos otros especialmente angustiosos, como el capítulo dedicado a las condiciones en los campos de mujeres.

En lo que se refiere a los campos los libros de Grossman no alcanzan el grado de exhaustividad del Archipiélago Gulag de Solchenitsin, no están tan abrumadoramente documentados pero, en lo esencial, coinciden con él, con lo cual cabe decir que se refuerzan mutuamente. Los dos autores conocen muy bien el mundo de los Zek (abreviatura de Zakliuchonni, penitenciario), si bien Soltschenitsin lo experimentó en propia carne. La historia es el retrato de un mundo podrido, corrupto, inhumano, de arbitrariedad, esclavitud y abyección: lo que fue el estalinismo y los tiempos posteriores a Stalin. En definitiva, el comunismo soviético.

Ese es el tema de la parte ensayística: Stalin fue el continuador de la obra de Lenin o, si se quiere, en Lenin estaba ya Stalin. De esta forma, la obra niega la interpretación a que recurrieron los comunistas poststalinistas que tuvieron que recomponer su ideología después del demoledor informe secreto de Kruschef al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética sobre los crímenes de Stalin y con el que dio comienzo lo que se llamó la "desestalinización de los partidos comunistas". Dicho recurso consistía en sostener que Stalin había traicionado el espíritu y la obra de Lenin, que en éste alentaba la llama prístina de la revolución bolchevique, la idea soviética, pero que el perverso georgiano se las ingenió para: primero, eliminar a la vieja guardia; segundo: imponer su régimen tiránico y de terror; y tercero: traicionar el leninismo, substituido por su dictadura personal sobre una estructura burocrática. Toda esta interpretación se viene abajo con la obra de Grossman. Decirlo ahora que ya sabemos mucho más sobre Lenin tiene escasa novedad; decirlo en 1958, cuando el libro empezó a escribirse era revolucionario.

La obra contiene asimismo un largo capítulo dedicado a narrar con la fuerza de una crónica periodística y literaria la gran hambruna de 1932, a consecuencia de la colectivización de la tierra en 1928 y la política de "deskulakización". Vale la pena citarlo en extenso: "La dirección regional trazaba el plan con el número de kulaks que debían eliminar en cada distrito, los distritos dividían esa cifra entre los diversos sóviets rurales, y los sóviets rurales confeccionaban las listas. Y conforme a esas listas los arrestaban. Pero ¿quién las preparaba? Una troika. Tres personas de dudosa reputación decidían quién debía vivir y quién morir. Muchas cosas entraban en juego, naturalmente: sobornos, historias de mujeres, viejas rencillas. Los pobres siempre acababan siendo acusados de kulaks mientras que los ricos compraban su libertad" (pp. 165/166). La descripción de la hambruna es estremecedora y recuerda algo el mundo de Las almas muertas, de Gogol. Hay incluso alguna referencia al autor de Tarass Bulba.

En definitiva, Todo fluye es una especie de Vida y destino en dosis concentrada.

dimecres, 7 de gener del 2009

Los asesinos de niños y sus cómplices.

Nada, nada, absolutamente nada, justifica el asesinato de niños. En la guerra o en la paz. En este mundo o en el otro. En estado de locura o en estado de cordura. Ayer, hoy o mañana. En la vida y en la muerte. Nada, absolutamente nada, ninguna razón o sinrazón, ninguna causa, verdadera, falsa, inventada o soñada. Nada, nunca, jamás. Nunca se podrá perdonar a quien asesina niños. Aunque se hunda el mundo, se abra la tierra, nos traguen los mares, estalle el sol o se pudra Jehová.

A esos individuos incalificables que ayer justificaban el asesinato de niños en Gaza en las radios y periódicos de la derecha sólo se me ocurre desearles algo: que nunca les maten a sus hijos y que por lo tanto sigan ganándose la vida tranquilos sin que, al parecer, los torture la conciencia.

Decían que desde la escuela en que los israelíes han asesinado a los últimos niños se disparaba contra las tropas invasoras. Decían que los milicianos de Hamás usaban a los niños como "escudos humanos". Mentira. La escuela estaba bajo protección de la ONU que había facilitado las coordenadas al ejército israelí para proteger a los refugiados que había en ella, no para que los masacraran.

Pero aunque fuese verdad ¿qué? Si te disparan desde un lugar en que hay niños, si los niños corren peligro, tendrás que ingeniártelas, hacer algo, buscarte la vida, cambiar tus planes. Cualquier cosa menos asesinar niños. Eso lo entienden todos los seres vivos excepto, al parecer, algunos supuestamente racionales.

(La imagen es una foto de khawaja, bajo licencia de Creative Commons).

Echando una manita.

Aparte del deseo de poner la zancadilla al señor Rajoy para que se partiera los morros, por decirlo de un modo familiar ¿alguien entendió alguna vez cuál era la discrepancia concreta de los señores Mayor Oreja y San Gil frente a la dirección del partido? ¿En qué diferían? ¿Qué aspectos específicos de táctica y/o estrategia los enfrentaban? Nunca se supo. Se mencionaron difusamente unos "principios" y "valores" (recurso muy socorrido de quienes carecen de ellos o no saben en qué consisten) y se insinuó, contra toda evidencia, que el señor Rajoy pretendía contemporizar con el nacionalismo vasco. Es decir, nadie aclaró nunca las razones del enfrentamiento entre el dúo dinámico Mayor Oreja/San Gil y el señor Rajoy probablemente porque no las había, fuera del deseo del sector más raccionario del PPde seguir monopolizando el partido. Lo cual explica este resultado tan curioso del rifirrafe a cuenta de los principios: el señor Mayor Oreja confirmado en su importante puesto de mando europeo y la señora San Gil voluntariamente apartada de la política y libre para valorar la lealtad de su mentor.

Todos hemos interpretado el nombramiento del señor Mayor Oreja como una claudicación del señor Rajoy frente al conglomerado neocón de la FAES y la división azul. Ahora, el rescate de la señora San Gil de las tinieblas exteriores para colaborar con ese centro de luminarias de la derecha sans souci parece abonar la tesis de que lo más retrógrado del PP quiere seguir acosando al señor Rajoy a quien, y nunca mejor dicho, le crecen los enanos.

Está claro que el fichaje no tiene justificación alguna (la señora San Gil no es experta en nada, que se sepa, ni atesora conocimientos o méritos intelectuales que la hagan codiciable para una fundación de ideas) salvo la de seguir acosando al señor Rajoy. Segunda edición, pues, del plante del dúo dinámico en los pasados meses de abril y mayo.

A propósito, esto demuestra también qué ingenuos somos los analistas políticos españoles. Porque ¿quién nos ha dicho que el objetivo del señor Mayor Oreja al frente de la lista del PP en las próximas elecciones europeas sea ganarlas y no perderlas?

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 6 de gener del 2009

¿Es Israel una democracia?

Sí, sin duda. Hay elecciones periódicas y libres, con multiplicidad de partidos, y gobierna siempre una representación de la mayoría. Las decisiones de gobierno están pues respaldadas por la mayoría. ¿Se sigue de aquí que, por ser una democracia, Israel puede llevar la política exterior que le plazca, por ejemplo, una de agresión? Está claro que no. La democracia legitima la acción interior de Gobierno, pero no la exterior, ya que ésta afecta a terceras personas que no han elegido representantes en los órganos de decisión de Israel. Esa acción exterior habrá de legitimarse a través de las normas y usos del derecho internacional que rige entre naciones civilizadas.

No es difícil entender que en un Estado democrático pueda darse una mayoría a favor de una política exterior agresiva, de ocupación, de confiscación, incluso de exterminio. Basta con que la mayoría crea que esa política le es beneficiosa y no considere que haya razones morales para rechazarla. En el fondo es una versión del conocido problema de la tiranía de la mayoría que suele considerarse en sus aspectos internos pero no en los externos. En estos sólo cabe contrarrestar la tiranía de la mayoría mediante decisiones vinculantes de organismos internacionales que el Estado agresor se vea obligado a respetar. No es el caso de Israel que hasta la fecha ha ignorado todas las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que lo incomodaban y, gracias al apoyo incondicional de los Estados Unidos, ha bloqueado cualesquiera decisiones del Consejo de Seguridad que restringieran su política exterior.

A veces se escucha decir que , siendo Israel una democracia y muchos de los países musulmanes que se le oponen no, debemos apoyar al primero en contra de los segundos. Pero esto no es cierto necesariamente en política exterior. Estar a favor de la democracia no implica estar a favor de cualquier política exterior de la democracia. La política exterior ha de ser respetuosa con las normas y usos del derecho internacional civilizado y, desde luego, con los derechos humanos con independencia del tipo de régimen político que tengan los otros países. Podría argumentarse en favor de un derecho de injerencia en esos otros países en defensa precisamente de los derechos humanos de sus respectivas poblaciones, pero esa no puede ser nunca una decisión unilateral de un país sino una adoptada en un contexto multilateral y con acuerdo de algún organismo internacional legitimado para ello.

Hay quien dice que la política exterior israelí es de legítima defensa lo que justificaría que no se atuviera estrictamente a los criterios más arriba señalados aunque fuera deseable que lo hiciera. Pero eso tampoco es cierto ya que la política exterior de Israel ahora es inseparable de las consecuencias de una situación de guerra que ha prevalecido en los últimos cuarenta años en que, siendo Israel la potencia vencedora y ocupante, no puede esgrimir el argumento de legítima defensa que opera en cambio en el caso de sus víctimas.

Igualmente se dice que Israel tiene derecho a vivir en seguridad dentro de sus fronteras, pero eso tampoco es cierto sin más. En primer lugar Israel no está actualmente "dentro de sus fronteras" sino fuera de ellas y ocupando territorios. También puede decirse, por supuesto, que la ocupación de territorios está legitimada por el derecho de conquista en cuyo caso todo el debate sobra ya que se está en presencia del derecho del más fuerte en la guerra, lo cual es inaceptable. En segundo lugar, la actividad permanente de ocupación y asentamiento territoriales, de hostigamiento, de estrangulamiento y restricción arbitraria de las actividades económicas son actos de guerra que niegan la validez de aquel derecho a la seguridad. No se puede exigir derecho a la seguridad a quien se le niega esa misma seguridad.

También puede argumentarse que la política de Israel en los territorios ocupados y resto de Palestina no es estrictamente hablando "política exterior" ya que no afecta a otro Estado como sujeto de derecho internacional. Pero este argumento es aun peor porque si no es política exterior es política interior y, en tal caso, el comportamiento de Israel se ajusta todavía más al modelo de comportamiento delictivo tipificado por la Convención de las Naciones Unidas para la prevención y la sanción del delito de genocidio de 1946 como genocidio.

En resumen, Israel es una democracia cuya política exterior en relación con los palestinos es inaceptable por ser genocida.

(La imagen es una foto de seccad, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 5 de gener del 2009

El genocidio en Palestina. ¿Qué se puede hacer?

Desde luego manifestarse y seguir manifestándose hasta que nuestras autoridades encuentren el coraje perdido en algún oscuro lugar de su miedo cerval a desagradar a los Estados Unidos y a los grupos de presión sionistas y hagan alguna declaración medianamente digna. Porque parece mentira que no se les caiga la cara de vergüenza por las abyectas majaderías que protagonizan. ¿Qué pintaba ayer la señora vicepresidenta del Gobierno español en la India hablando muy seria de la "alianza de civilizaciones" mientras los sionistas israelíes masacran palestinos? ¿Es que está en Babia esta respetable señora o es que Palestina y los palestinos le importan tan poco que no los tiene en cuenta? ¿Piensa el señor Rodríguez Zapatero seguir hablando de la consabida "alianza" sin haber dicho aún esta boca es mía respecto al genocidio de Gaza?

Lo mismo sucede con esa ridícula delegación de la Unión Europea en El Cairo compuesta por la comisaria (in)competente y los ministros de Asuntos Exteriores de Francia, Suecia y la República Checa (esos que dicen que el ataque israelí en Gaza es "defensivo", que ya hace falta carecer de escrúpulos) a la que, al parecer se sumará hoy el aerodinámico señor Sarkozy que cada vez se parece más a supermicky mouse y viene a obtener parejos resultados. Según dicen van a mediar pero no tienen previsto entrevistarse con nadie de Hamás. Van a hacerlo con los criminales israelíes y sus serviles criados de Al Fatah, pero no con los bombardeados, los que mueren, los que se desangran en los hospitales sin medios porque esos, ya se sabe, pertenecen a una "organización terrorista". Cada vez me quedo más asombrado de cómo hemos podido llegar a este grado de encanallamiento moral que ni las más flagrantes injusticias nos conmueven.

De los Estados Unidos ya ni hablo. Esos son responsables directos del genocidio porque alientan, arman y empujan a los israelíes y, encima, culpan a los palestinos de la desgracia que se abate sobre ellos. Es lo que hace el presunto criminal de guerra, señor Bush, en una muestra perfecta no sólo de estupidez sino de inmoralidad.

Aparte de manifestarnos, cada cual puede intentar hacer algo en su respectivo campo. En la Universidad, por ejemplo, podemos iniciar una campaña para pedir el boicot de Israel en tanto siga practicando el genocidio de palestinos y la política del Apartheid. Ayer recibí un texto de una Asociación de Profesores Universitarios de Gaza pidiéndonos que decretemos ese boicot, cosa que me parece bien. He subido el documento a Google docs. Quien quiera verlo, que pinche aquí.

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).


Actualización a las 14:00 del lunes, 5 de enero de 2009.

Diez días después del comienzo de la masacre fríamente planificada y sistemáticamente realizada por Israel en Gaza, el señor Rodríguez Zapatero ha comparecido para decir que Desde la amistad con el gobierno de Israel, tengo que decir a sus responsables que éste no será el camino que lleve a la paz y a la seguridad de su pueblo, un lenguaje de trapo y bastante hipócrita que contrasta con las duras condenas sin paliativos que profiere cuando se trata de hablar de otros terrorismos y otros genocidios. Pero, en fin, menos da una piedra. Los otros dirigentes occidentales siguen callados, por ejemplo, el señor Obama, o si hablan es para jalear a Israel y acusar a los palestinos, como hace esa desgracia del género humano que se llama George W. Bush.

Creo útil señalar que, a estas alturas, los buenos propósitos formulados por el señor Rodríguez Zapatero de "lograr la paz mediante la existencia de dos estados con fronteras 'justas' y el respeto a Naciones Unidas" están ya lamentablemente desfasadosy demuestran que los asesores del presidente viven en la luna o son sionistas más o menos encubiertos. Después de la sistemática rapiña de territorios realizada por Israel, consagrada por los asentamientos judíos y protegida por ese infame muro, la reivindicación justa ya no es la de dos Estados independientes en Palestina sino la de un solo Estado en el que convivan israelíes y palestinos en democracia, libertad y mutuo respeto.

La autonomía del líder.

Acosado por los sectores más carcundas de su partido, hostigado desde la frontera radiofónica episcopal, baqueteado por lo más retrógrado del columnismo patrio, el señor Rajoy ha dado un puñetazo sobre la mesa y, mostrando su gran independencia de espíritu, ha confirmado al candidato de la reacción, señor Mayor Oreja, como cabeza de lista del PP para las próximas elecciones europeas. De paso ha dejado de nuevo en desairada situación a su fiel escudero, eterno aspirante a más altos designios, el señor Ruiz Gallardón, vara mayor del Reino.

Triste sino el de este dirigente dirigido, lider perpetuamente liderado, que comprobará una vez más en propias carnes el magro negocio que hacen siempre los pusilánimes. Porque si el PP sale airoso de tales elecciones, el mérito será del inefable candidato, y si aquel sucumbe ante el PSOE y queda segundo en la convocatoria, la responsabilidad y culpa exclusivas serán suyas y sólo suyas. Y que se prepare entonces, cuando las aguerridas huestes de ultraliberales de FET y de las JONS tratarán de echarlo por inútil.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Genealogía de los intelectuales.

Este libro de González Seara (La aventura del intelectual antiguo, CIS, Madrid, 2008, 383 págs.) es una original aportación al estudio de esa figura del intelectual que tanto interesa, en especial a los intelectuales. Habitualmente los estudios sobre este tipo humano arrancan del célebre J'accuse! de Zola y se mueven luego por los terrenos de las vanguardias y las relaciones entre los intelectuales y el compromiso político, los intelectuales como legitimadores del poder o críticos de éste, los intelectuales como conciencia moral de la colectividad, etc. O bien consumen páginas y páginas tratando de formular una definición y alguna clsificación de este fenómeno esencialmente proteico e inclasificable. Como si esta función fuera algo exclusivo de los siglos XIX y XX. González Seara rompe con esa costumbre y, en un estudio minucioso y muy bien documentado, un magnífico ejemplo de eso que se llama la "historia de la cultura", ha ido a buscar los orígenes de la figura del intelectual a la noche de los tiempos, pues lo situa en el paleolítico a través de sus testimonios en las pinturas rupestres de Altamira o Lascaux.

Los hombres de las cuevas son cazadores que se convierten en hombres y no hombres que se ponen a cazar. El lenguaje y la caza presiden el proceso de hominización y, echando mano de los trabajos de Herbert Read que sostiene que el arte es un elemento esencial en el desarrollo de la conciencia humana (p. 36), deduce que esas pinturas rupestres son una buena prueba del ingenio humano, la tercera forma del ingenio en la clasificación de Huarte de San Juan, esto es, el "ingenio superior acompañado de demencia" (pp. 30/31). Las cuevas prueban ya la existencia de los primeros profesionales, magos artistas que, junto al mago médico, quizá sean los hombres especializados originarios (p. 43). El arte del neolítico abre el camino a la escritura (p. 45). Los símbolos llevan ya a las formas superiores de religión y las conquistas de la ciencia (p. 46). Luego del cazador y el chamán llegan el forjador y el alfarero como las formas siguientes de especialistas (p. 57). Con la revolución urbana aparecen las clases, los caudillos, los reyes, las bases mismas del escritor, quien controla la palabra escrita (p. 61).

Avanzada algo más la civilización el escriba es el antecedente del intelectual (p. 71). El primer ejemplar de la clase ociosa es el sacerdote, una profesión distinta a la del profeta que es un tipo más ocasional y carismático (p. 74). Los sacerdotes y los escribas son los primeros intelectuales de lo que Marx llamará el "modo de producción asiático" y Seara hace buen uso de la clásica obra de Wittfogel sobre esta materia. En Egipto el faraón es dios; en Mesopotamia no, pero la institución procede del cielo y en Israel es el pueblo el primer responsable de la monarquía cuando pide un Rey y Samuel unge a Saúl (p. 90). En las culturas del Cercano Oriente aparece una clase de sacerdote y escriba que monopoliza la escritura y establece las bases del sistema dominante. Mientras en Mesopotamia no hubo profetas que cumplieran funciones críticas o revolucionarias y en Egipto sí aparecieron algunos sabios que cuestionaron el orden existente, la función profética fue esencial en Israel y también en el mundo griego, desde Delfos a Eleusis (p. 108). Sin embargo son los sacerdotes y los escribas los que tienen verdadera importancia porque son las figuras de una función duradera, permanente, fundamental en Israel, por ejemplo, en la interpretación de la Torah. La clase se divide en dos grandes sectores, el de los conservadores (saduceos) y el de los innovadores (fariseos) (pp. 123/125), quedando en un lugar más indeterminado el de los esenios, de los que habla Filón de Alejandría, quien constituye el enlace entre la filosofía griega y la doctrina revelada judía p. 133).

Me resulta de especial interés el capítulo dedicado al brahmán y el mandarín, las figuras más orientales de los intelectuales que el autor acierta a exponer en el abigarrado contexto cultural y filosófico de la India y la China. Ya en sus orígenes védicos en la India el Rey aparece siempre acompañado de un consejero, el Purohita, un sacerdote, especie de protointelectual. Las Leyes de Manú que imponen los más horribles castigos para quienes osen ofender en lo más mínimo al brahmán ordenan que cada Rey tenga su Purohita (p. 157). Recoge y expone el autor la idea de Karl Jaspers acerca del tiempo-eje, como ese feliz periodo en la historia de la humanidad (entre el 800 y el 200 a.d.C.) en el que florece el más importante plantel de grandes hombres y fundadores de religiones de la humanidad. La figura más importante en China es la de Confucio, padre de la concepción de la administración encomendada a los letrados (p. 161), seguido de su discípulo Mencio, cuya idea antropológica positiva contrasta con la negativa de Hun-tsé, llamado "el Hobbes chino" (p. 167). Otras escuelas se refieren al pacifismo conservador de Mo Tse o Mo Ti y el taoísmo de Lao Tsé (p. 172). En todo caso, la figura del intelectual chino, prevalezca quien prevalezca, queda simbolizada en la del mandarín (p. 175). En el caso de la India, la primitiva supremacía de los brahmines se consagra con las Brahmanas, comentarios sacerdotales a los Vedas que culminan en los Upanishads que constituyen la expresión de la crisis espiritual de los sacerdotes brahmínicos al combinar la magia con la mitología y las interpretaciones rituales con las enseñanzas sobre la unidad entre el alma individual y la realidad espiritual universal que constituye el descubrimiento fundamental del Vedanta anterior a Buda, cuya culminación se daría mucho después en la obra de Samkara, un filósofo del siglo IX d.d.C (p. 179). Por su lado Buda, un iluminado chatriya de formación védica, se opone a los principios brahmánicos, niega la existencia del brahmán, el atmán del Vedanta y la práctica de los sacrificios. Su doctrina es la de las cuatro nobles verdades mediante las que se alcanza el nirvana en el "camino medio" de las ocho vías (p. 184), doctrina de predicación a través de monjes, sea en la forma de pequeño vehículo (hinayana), gran vehículo (mahayana) o la del Zen en el Japón (p. 196). En Samkara cristaliza la restauración brahmánica que une la doctrina samkhya con la idea mística de la identidad con Brahma lo que permite absorber el budismo mahayana en la nueva religiosidad hindú, cosa que ya venía facilitada por la síntesis anterior del Baghavad Gita (p. 214).

Los dos últimos capítulos están dedicados a las formas de los intelectuales en la antigua Grecia que el autor analiza en una proyección de índole cronológica, aplicándole una especie de creencia en el progreso del espíritu humano, cosa que cristalizaría en la sucesiva preeminencia de los poetas, los sofistas, los filósofos y los científicos. En la figura de estos últimos, cuyo ejemplo inmortal es Aristóteles, culmina la genealogia del intelectual antiguo.

La democracia ateniense no llega sin lucha y es muy significativa la que mantienen las fuerzas burguesas ascendentes en la polis con los representantes del viejo espíritu aristocrático, cuyos exponentes más preclaros son poetas como Teognis y Píndaro, ambos cantores de la antigua areté aristocrática (p. 260). Hay una evolución y modulación de la poesía en su manifestación social más característica del mundo griego que es el teatro. El drama de Sófocles y la escultura de Fidias, son la expresión de las virtudes de la nueva polís, la de la "templanza" o sofrosine (p. 265). En el proceso de evolución progresiva que durante muchos años se consideró ajena al mundo conceptual griego, los nuevos intelectuales continuadores de los poetas son los sofistas, al menos la primera sofística (cuya alta valoración por Hegel suscribe el autor) frente a las exageraciones y amaneramientos de la segunda (p. 284). Ese progreso es el reflejo del de la creencia en el de la humanidad que se encuentra en Jenófanes, Demócrito o el Prometeo de Esquilo (p. 293).

Por último con Sócrates, símbolo de la nueva intelectualidad que los conservadores quieren ahogar, se cierra el primer periplo de la intelectualidad sofista para dar paso a la de la Academia y otras escuelas (p. 313). Sócrates, según la obra clásica de Nestlé, es a la vez la superación y la culminación de la sofística. Es el momento de proliferación de las escuelas filosóficas y los filósofos que, como harán siempre los intelectuales, oscilan entre quienes se ponen de moda como especies de bufones de las cortes, al estilo de Aristipo en la corte de Dionisio y quienes se apartan por entero de los ambientes cortesanos, como Antístenes y el cinismo (p. 335). Platón, un hombre para el que la política era el fundamento de la vida espiritual (aunque sus relaciones con ella fueran muy accidentadas), es el representante del nuevo espíritu filosófico, posterior a la sofística (p. 340). Seara aborda en la huella de Popper la idea platónica del Estado perfecto como aquel que excluye toda posibilidad de cambio en el culmen de la "sociedad cerrada" popperiana. Esa condena del cambio culmina en Las leyes en donde éste queda proscrito en aras de los intereses superiores del Estado. No obstante hay en Platón una gradación que viene impuesta por la amarga experiencia de las cosas. Después del mundo ideal de La República, aborda el problema de los gobiernos imperfectos en El político y en Las leyes, vista la naturaleza humana, acaba admitiendo que el Estado se asiente sobre el derecho, que fundamenta el dominio del hilo de oro de la ley (p. 353). Lo cual da paso a Aristóteles, con cuya consideración cierra el autor este gran periplo de la genealogía de los intelectuales. Analiza la contraposición entre Platón y Aristóteles a la luz del fresco rafaelista de las estancias vaticanas, La escuela de Atenas (357) y coincide con una opinión muy generalizada que ve en el estagirita la primera personificación del pensamiento científico como llegará hasta nosotros (p. 371).

La obra de González Seara es un vasto cuadro clarificador de la evolución y distintas manifestaciones históricas de ese fenómeno tan difícil de precisar pero tan importante de la presencia de los intelectuales en la historia humana. Y una lección magistral de historia del espíritu.

diumenge, 4 de gener del 2009

Sigue el genocidio.

Han entrado por la noche, como los ladrones. A sangre y fuego, como los bárbaros. Lo han hecho en sábado, en contra del mandato de su propio Dios que ordena no hacer nada el sábado, sin que la prohibición excluya el genocidio. Lo llaman guerra con la misma razón con que pueden llamarlo poesía porque, para que haya guerra, son precisos dos contendientes con alguna posibilidad de comparación en efectivos militares, aunque sea remota. Es una masacre sistemática, metódica, formidable contra una población civil inerme defendida por una organización de milicianos pertrechados con armas ligeras inútiles en la oscuridad de la noche que no es tal para el ejército invasor cuyos soldados llevan visión nocturna. Contra una población civil, pues, que ya sólo puede defenderse con palabras, con amenazas como las que estuvieron profiriendo ayer los portavoces de Hamás. Ya no son piedras contra tanques, como en la intifada, sino palabras contra tanques. Es una invasión armada de un territorio al que el invasor tenía cercado, aislado, asediado, hambriento, extenuado desde hace meses y sometido a bombardeo desde hace una semana.

Esta barbarie, esta obra de exterminio, este odioso abuso se hace con el apoyo económico y militar de los Estados Unidos cuyo presidente, un presunto criminal de guerra, culpa de la matanza a las víctimas. Se hace también con el beneplácito de los países democráticos, entre ellos el nuestro, ninguno de los cuales ha tenido el mínimo gesto de decencia de protestar cuando menos por la matanza. Al contrario, el país presidente de la Unión Europea, la República Checa, ha dicho en declaración oficial que la acción de Israel es defensiva justificando lo injustificable en nombre de unos pueblos cuya opinión pública se manifestaba ayer en las calles en contra de la matanza. Nadie más defiende a los palestinos, ni siquiera los países árabes que oscilan entre la indiferencia y la complicidad.

Las comparaciones que asimilaban el comportamiento israelí al de los nazis se han quedado obsoletas y cortas porque los nazis jamás entraron a sangre y fuego en ninguno de sus campos de concentración como hizo ayer Israel en Gaza. Los dirigentes judíos han abandonado ya todo disimulo, se han quitado el disfraz, la máscara con la que llevan más de cuarenta años torpedeando, boicoteando cualquier arreglo pacífico y justo que permita la supervivencia de Palestina. Esta invasión es el comienzo de la solución final sionista: el exterminio de los palestinos. Algo que los occidentales hemos amparado, alentado, propiciado y, últimamente, hemos justificado por boca de ese presidente checo de la UE que no sé a quién representa porque a mí, desde luego, no.

La única defensa de los palestinos somos los pueblos de los países occidentales y bien magra es dado que, aunque nos movilicemos en la calle, estamos muy lejos de conseguir que nuestros gobiernos hagan lo único que es eficaz frente a Israel: obligarlo por la violencia a detener la masacre. Porque la violencia está justificada aquí por la legítima defensa en nombre de un pueblo que no puede ni defenderse. Menos frente a la aplastante superioridad militar israelí y muchísimo menos frente a la estadounidense que es beligerante en el conflicto.

No creo que sea posible encontrar caso alguno en la historia que pueda semejarse a este acto inicuo de genocidio.


(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

La nación demediada.

La convocatoria de elecciones autonómicas vascas para el próximo 1º de marzo en coincidencia con las gallegas prueba el nulo respeto del PNV y el presidente Ibarretxe hacia los intereses de uno de los miembros de esa organización Galeuzca de la que tan orgullosos dicen sentirse. Y es prueba asimismo de que el nacionalismo vasco es el más oportunista, de regate corto, el más regionalista de todos los de la Península, a pesar de sus vociferantes protestas de soberanismo, derecho a decidir y peculiaridad vasca. Si cree que puede rebañar unos votos jugando en clave de política española con una artimaña de este jaez, lo hace sin dudarlo. El derecho a decidir del pueblo vasco se reduce al derecho a decidir del señor Ibarretxe, un pollo que ya intentó engañar a cuarenta millones de personas colando un referéndum independentista como si fuera una consultilla parroquial y que ahora recurre a un ardid de tercera regional a ver si lo beneficia.

No hay grandes dudas acerca de la motivación del gobierno vasco al buscar una coincidencia que tanto rebaja su simbología nacionalista y tan alto coste tiene en términos de imagen: cree que así debilitará a los partidos españolistas en Euskadi, singularmente al PSE/PSOE porque obligará a que los dirigentes nacionales se dividan entre las dos autonomías. Es un cálculo verdaderamente provinciano. Casi paleto, por utilizar un término que me parece detestable por la carga discriminatoria que tiene pero que el señor Ibarretxe se ha ganado por derecho propio. Porque sólo a un paleto se le ocurre pensar que el señor Zapatero o el señor Rajoy no puedan estar por la mañana en Puentedeume y por la tarde en Amorebieta y con más facilidad aun en las capitales de provincia.

Compárese este regate oportunista del señor Ibarretxe con el exquisito cuidado que el señor Pujol puso siempre en separar las elecciones autonómicas catalanas de cualquier otra consulta en España consciente como era de que el nacionalismo es, ante todo, una cuestión simbólica que es en el terreno de los símbolos en donde se gana o se pierde la partida. Se verá así la diferencia de categoría entre el nacionalismo catalán y el vasco. El catalán es un nacionalismo de la sociedad civil, burgués; el vasco, un nacionalismo de monaguillos y funcionarios.

Convocando las elecciones el 1º de marzo el señor Ibarretexe sale de perdedor. De hecho aquí ha empezado a perder las elecciones cuyo resultado puede depararnos el hito histórico de un triunfo socialista que demostraría dos cosas: 1ª) que es posible cohesionar territorialmente a España a pesar de las tendencias centrífugas del nacionalismo; 2ª) que el único que está en situación de hacer tal cosa es el PSOE. Es mucho lo que nos jugamos en esas elecciones y el intento del señor Ibarretxe de vender la singularidad nacional vasca por el plato de lentejas del manejo de los presupuestos así lo demuestra.

(La imagen es una foto de jkarteaga, bajo licencia de Creative Commons).