dimarts, 19 de febrer del 2013

La marca España.

No es mala idea. En loor de la marca España, unas buenas olimpiadas de la corrupción. Habría competiciones de trinque, afane, cobro en B, C y hasta Z, malversación, cohecho, extorsión, plurisueldos, sobres voladores, navegación a vela, recalificación de terrenos, comisiones, estafa al anciano, triple salto hipotecario, lanzamiento de trabajadores, tiro al desempleado, reducción de becas y sisa de pensionistas. Materia hay. Quizá no voluntad política aunque, si se contacta con una organización benéfica, sin ánimo de lucro, dedicada a promover el deporte, y mediando unos míseros cientos de miles de euros, podrían inaugurarse con pompa y circunstancia los Primeros JJ.OO. CC. o Juegos Olímpicos Corruptos de la historia.

Desde luego, la prueba estelar debiera ser la peineta. Es un gesto natural, desenfadado, eso que llaman comunicación no verbal, de lo más contundente. Es, además, grosero, zafio, suele acompañar a un rostro airado, iracundo, desencajado y habla más sobre la educación y el espíritu de quien lo hace que siete confesiones al psicoanalista. Un jurado benévolo probablemente daría la medalla de oro en peineta a Bárcenas. Oro. Oro puro. Oro del bueno. Dinero llama dinero. Pero hay un problema. Antes de Bárcenas entró en la competición el el expresidente Aznar con una peineta tan lograda que, en justicia le corresponde el oro barcénigo. Merece la pena echar una ojeada a la peineta y sus variantes, todas ellas magníficas. Bárcenas habrá de conformarse con la plata.

Ese gatuperio organizado en el PP por los papeles de Bárcenas es también olímpico. Pero no de los juegos, sino de las trastadas y faenas que se hacían los dioses unos a otros, los chivatazos, las zancadillas, las mentiras, los robos de Mercurio, las borracheras de Baco, las cornamentas generalizadas. Cospedal ha presentado sendas demandas civiles en defensa de su honor contra Bárcenas y El País y otros dirigentes del PP cavilan si hacer lo mismo. Si entre ellos no se encuentra Mariano Rajoy, aquel cuyo honor aparece más claramente comprometido, su posición se hará insostenible y eso por culpa de sus compañeros, que no saben quedarse quietos, como él. Insostenible en un terreno de dignidad, decoro y elegancia. Términos, me temo, incomprensibles para el presidente del gobierno. Pero es un hecho: Rajoy aclara de una vez por todas la cuestión de su presunto cobro en sobres irregulares (para lo cual no basta con repetir que es falso) o se verá sometido al ludibrio público, será escarnio y mofa nacional e internacional. Porque eso es exactamente lo debe preguntarle la oposición en el debate sobre el estado de la Nación: cuánto cobra, cuánto ha venido cobrando en los últimos años, de qué procedencia y bajo qué concepto.

Un gobierno desacreditado hace pareja perfecta con una Monarquía desprestigiada. Al margen de lo que se sustancie en el proceso de Urdangarin y su socio, la Corona aparece bajo una luz grotesca. El Rey, la hija, el yerno, la amiga, el secretario semejan los personajes de una sátira de la Ilustración, al estilo de Beaumarchais. El Rey, como se ve, está obligado a desmentir noticias cada vez más alarmantes y escabrosas. Con la clara conciencia, compartida por todos los españoles, de que en política, los desmentidos confirman. La hija se ha refugiado en el papel "Ana Mato", un papel perfectamente analizado por Lucía Etxebarría en un artículo censurado de título La Infanta es tonta y analfabeta.

El yerno, ¡ay el yerno! El yerno solito va a cargarse la monarquía y algo más. Según pasan los días se amplía el círculo de políticos a los que Urdangarin, al parecer, se trabajaba con gran éxito. Ya no son solo los de las Comunidades Autónomas que, con todos los respetos a estas imprescindibles instituciones, están gobernadas por gentes de horizontes limitados y vuelo bajo. El tipo de clientes para el hipotético estafador mundano de guante blanco, que deja caer al desgaire el nombre de Su Majestad en el momento de pillar la pastuqui a título de subvenciones, donativos, subsidios, corretajes, comisiones o simples mordidas. También anduvo, según parece, en tratos con encumbradas autoridades de la Corte, gentes más viajadas y cosmopolitas. Así vendió supuestamente unos servicios de lobby a favor de la niña de los ojos de Ruiz Gallardón, por entonces alcalde de Madrid, empeñado en traer a la capital los juegos olímpicos, los de verdad, y dispuesto tocar todas las teclas. Esta de Urdangarin costó al erario público 120.000 euros, librados por el Ayuntamiento gallardonesco a título de donativo. Al fin y al cabo, era una organización sin ánimo de lucro, como las hermanitas de los pobres.

A Ortega deben zumbarle los oídos de lo mucho que se cita su famoso Delenda est Monarchia. Pero no se haga el personal ilusiones armado con la autoridad del filósofo. Esta Monarquía es más difícil de destruir porque ya nació muerta; es, en realidad, una Monarquía zombie. Basta con ver al Rey, sombra de lo que fue, pero aferrado a su trono con más fuerza que a sus muletas.

dilluns, 18 de febrer del 2013

El espectáculo y la política.

La noche de los Goyas fue la apoteosis de la conciencia crítica. Primero Eva Hache no dejó títere con cabeza en fuego graneado y rápido de ingenio, sarcasmo y burla, en la mejor tradición juglaresca. Después, Candela Peña atacó los recortes de los servicios públicos invocando la experiencia directa. Por último, Maribel Verdú se elevó a consideración teórica para criticar a fondo un sistema obsoleto e injusto que permite robar a los pobres para dar a los ricos. Entre tanto, el ministro del gremio aguantando el chaparrón con gesto de circunstancias. Tres bravas mujeres que prestan voz a la opinión pública al denunciar una situación insostenible en el país. En definitiva, que hacen política. Y muy bien hecha, por cierto. Frente a la agobiante mentira del gobierno y su aparato mediático es bueno, es imprescindible, que se oigan las verdades. La aclamación en las redes ha sido casi unánime. La gente del cine es el frente cultural de la insurrección cívica en marcha.

La gente del cine. También conocida como los titiriteros por la derecha gubernativa, incluso los Bardem por su parte más feroz. El discurso político se ha dado como espectáculo, con el brillo y el boato (eso que llaman glamour) propios de los festivales. Y a nadie le ha parecido mal. Todos hemos aplaudido mucho. Actores y actrices metidas a políticas. Es el signo del tiempo, la política y el espectáculo.

Justo un par de días antes, Beatriz Talegón había protagonizado una relación inversa: una política que hace espectáculo. En una convención socialista en un hotel de cinco estrellas en Cascaes, Portugal, largó un discurso crítico con el aburguesamiento del socialismo que saltó de inmediato a los medios y las redes y se difundió como la pólvora. Pero la reacción fue diametralmente opuesta. En lugar de aplausos, Talegón ha cosechado críticas, burlas, vituperios y bastantes insultos. En especial de parte de aquellos que coinciden con el contenido del discurso pero se quejan de que es falso por ser un espectáculo. Claro. Evidentemente es un espectáculo. Pero ¿por qué aquí el espectáculo condena el mensaje político y en los goyas, al contrario, lo ensalza?

Me temo que no haya una respuesta fácil. Poco después Talegón, junto con un exministro socialista, fue objeto de animadversión pública, al extremo de expulsarla de una manifa en contra de los desahucios. Un episodio vergonzoso del que mejor sería no hablar de no ser porque los energúmenos que la agredieron cuando menos de palabra encuentran justificación en gente que no tiene inconveniente en culpar a la víctima. Se lo tenía merecido. Se lo había buscado. Suena ¿verdad? Algo muy viejo. Y muy siniestro.

Por lo demás, el espectáculo y la política están mezclados por todas partes. De modo directo o indirecto. La concejala de Los Yébenes, Olvido Hormigos, convertida en espectáculo, al parecer involuntario, ha decidido pasarse a él voluntariamente, fichando por Tele 5 para uno de esos programas de los que todo el mundo echa pestes. La comparecencia, por llamarla de algún modo, de Rajoy hace unos días ante los periodistas a través de una pantalla de plasma ¿qué es sino puro espectáculo? Rajoy político convertido en actor interpreta su propio papel ante una cámara de circuito interno. Podía haber sido su doble. Estamos seguros de que no fue así porque llevaba su alocución escrita en las consabidas cuartillas y, aunque con trabajo, consiguió leer su letra. Espectáculo también, pero con otra categoría, fue la intervención de Ada Colau en la comisión parlamentaria sobre los desahucios.

¿Qué hay contra los espectáculos? Nada de nada. Solo interesa saber si son convincentes o no, sinceros o no, honrados o no.

Espectáculo y muy noble es el de la ciudadanía en las mareas que inundan las calles de las ciudades españolas. Y espectáculo grandioso será el de la confluencia de todas ellas el 23 de febrero. De todas las mareas, la gran marea. La que dejará en claro que la legitimidad de este gobierno para seguir desmantelando la Constitución material del país es cero. No existe. Para el día siguiente debe estar preparada la moción de censura.

(La primera imagen es una captura del vídeo de Huffington Post. La segunda, una captura del vídeo de bajo licencia Vital Aza en You Tube).

diumenge, 17 de febrer del 2013

El jefe es el Rey.

Diego Torres, exsocio de Iñaki Urdangarin, ha afirmado, al parecer, ante el juez que el jefe es el Rey. Digo "al parecer" porque, según veo, este Torres tiende a decir y a desdecirse. La afirmación puede obedecer también a una estrategia de defensa procesal. Si cobija sus presuntas fechorías a la sombra del monarca, que no es penalmente responsable, algo sacará en limpio. Por lo demás, no se trata de un hecho, sino de una deducción. De un correo de Urdangarin en que este le pide tiempo para "consultarlo con el jefe", infiere que el jefe solo puede ser Juan Carlos I. Algunos han empezado ya, incluso, a especular que el Duque (o ex-Duque, pues no lo tengo claro) quizá solo sea un testaferro. Se supone que de su suegro.

La Monarquía española está en horas bajas. Es obvio el acuerdo general de los medios para informar con sordina de las peripecias de la Corona, no comentarlas y restarles importancia. Nada complace más a los serviles que ser útiles a su señor. Pese a todo, los continuos escándalos y broncas en que se ve mezclado el Rey plantean la cuestión de la viabilidad de la institución. Se quiera o no. Las cacerías de elefantes, los supuestos devaneos amorosos del soberano convertidos en asuntos de Estado, la naturaleza de sus verdaderas relaciones con Urdangarin, su deteriorada condición física, el hecho de lo abucheen de vez en cuando son datos apuntando en la misma dirección: puede ser un buen momento para preguntar a los españoles por el mantenimiento de esta institución.

Como siempre, la solicitud de celebración de un referéndum que debió convocarse treinta y cinco años atrás, tropezará con la negativa cerrada de los dos partidos dinásticos. En el caso del PP es comprensible, pues se trata de mantener una institución cuya instauración se debe al franquismo. En el caso del PSOE, en cambio, lo encuentro incomprensible y tiendo a verlo más como una imposición de las convicciones personales del secretario general que como el espíritu del partido. No sé si el monarquismo se ha aprobado en algún congreso del PSOE. Sospecho que no. A lo mejor es cosa de hablarlo a las claras en el siguiente en lugar de jugar a la ambigüedad. ¿Es el PSOE un partido republicano o monárquico?

El descrédito de la monarquía es galopante. Los sondeos le son negativos. Por eso no se hacen. Por lo demás ese descrédito lo comparte la corona con el del resto de las instituciones del Estado. El gobierno carece de autoridad, enfangado como está en un asunto de corrupción que afecta a la honradez de su mismo presidente. El Parlamento es irrelevante por sometido al gobierno. Los medios son mayoritariamente progubernamentales. Solo resisten como fortalezas sitiadas el poder judicial y la web.

España se ha dividido en dos, como siempre: la España oficial y la España real. La oficial, ya se ha visto, está invadida por la corrupción, por el enchufismo y el caiciquismo y por las prácticas de un gobierno autoritario. Es la España oficial de toda la vida, el objeto de la crítica regeneracionista primero y de la izquierda después.

La España real, en cambio, está en la calle. Ayer se manifestó el país entero por el derecho a la vivienda, por la dación en pago, movido por la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH). Hoy habrá más manifas. Vuelve la Marea blanca. Frente a este estado de insurrección social permanente, la España oficial solo puede oponer una autoridades deslegitimadas por esta bajo fuerte sospecha de corrupción. De ahí que los dos partidos mayoritarios hayan dado marcha atrás en sus intenciones, contradicho sus medidas anteriores y se apresten a legislar sumisamente y por vía de urgencia las reivindicaciones de la PAH.

Los movimientos sociales están cumpliendo las funciones que debiera cumplir la oposición parlamentaria. Es obligado que esta establezca cauces de comunicación e intercambio con aquellos. La sociedad cambia a ojos vistas. Los ciudadanos tienen una capacidad de autoorganización y alcanzan una eficacia de acción que amenaza con hacer obsoletos los partidos políticos tradicionales. Ocurre con ellos lo que con los medios en relación a internet. Esta no pone en peligro los medios sino los medios de papel. Internet tampoco pone en peligro la acción política sino solo la de papel, es decir, la de los partidos.

(La imagen es una foto de א (Aleph), bajo licencia Wikimedia Commons).

dissabte, 16 de febrer del 2013

La política y la corrupción.

Incluyo aquí un artículo que publico hoy en el magnífico blog Publicoscopia, cuya lectura recomiendo. Del blog, claro es, no necesariamente de mi artículo.



En su sátira contra Cleón, Los caballeros, de Aristófanes, unos criados tratan de convencer a un choricero que pasa por allí de que llegará a ser el gobernante del Estado. Este es el diálogo: 

Primer servidor.- ¿Cómo es eso? ¿De qué te crees indigno? Albergarás todavía algún buen sentimiento. ¿Pertenecerás acaso a una clase honrada?
El choricero.- No, por los dioses; pertenezco a la canalla.
Primer servidor.- Entonces, oh mortal afortunado, estás ricamente dotado para la política.
Choricero.- Pero, buen amigo, yo no he recibido la menor instrucción; sólo sé leer, y eso mal.
Primer Servidor- Precisamente lo único que te perjudica es saber leer, aunque sea mal. Para gobernar al pueblo no hacen falta hombres provistos de buena cultura y de buena educación. Se necesitan ignorantes que, además, sean unos granujas. No desprecies lo que los dioses te prometen en sus predicciones."

Este desprestigio de la política y los políticos en Atenas, venía ya de antiguo. S. N. Kramer comenta que el primer caso de soborno se registra en Sumer, unos 3.000 años antes de Cristo. De forma que, al abordar el problema conviene no olvidarse de que no es novedad ni algo privativo de nuestro tiempo. Pero este hecho tampoco debe inducirnos al fatalismo, al relativismo y a la resignación. Que haya políticos corruptos; que los haya habido siempre; que incluso impongan el tono de la gobernación en todos los tiempos, no dice nada sobre la política en sí misma, sino sobre los políticos que se corrompen.

Al contrario, cuanto más lejos nos encontremos de aquella política que Francis Bacon llamaba alta, más ejemplos se darán de la perversión de esta noble arte y más se extenderá la desafección entre la ciudadanía sobre la verdadera naturaleza de esa vocación. Ello es especialmente llamativo en el caso de la democracia que, por definición, consiste en la identidad entre gobernantes y gobernados.
Los enemigos de la democracia suelen argumentar que esta forma de gobierno es especialmente proclive a la corrupción y señalan en su apoyo la proliferación de casos que en ella se dan de prácticas ilegales y criminales. De este modo no solo justifican sino que incluso fomentan el despego de la gente hacia el sistema democrático en la esperanza de sustituirlo por alguna forma de tiranía, más acorde con sus intereses.
Sin embargo, la democracia no solamente no es la forma de gobierno más corrupta sino, al contrario, quizá sea la menos corrupta. Los escándalos, cierto, sacuden la vida cotidiana pero, en buena medida, porque nuestra sociedad es mediática y, aunque no lo parezca, mucho más transparente que todas las anteriores. De haber libertad de información y expresión en las dictaduras, en las monarquías absolutas, podría verse que la corrupción es en ellas mucho más grave que entre nosotros.

La garantía de la democracia frente a la corrupción no está en el intento de erradicarla (aunque no esté nunca de más intentarlo) sino en el hecho de la publicidad. Es imprescindible que todos los actos de la esfera política reduzcan o eliminen el silencio, el secreto, las zonas de penumbra –en donde el poder hace sus chanchullos- o de opacidad. La corrupción, la venalidad, la falta de lealtad, de honradez no se eliminarán nunca porque son tan inherentes a la naturaleza humana como sus contrarios. Lo que sucede es que, por una especie de actuación de una ley de Gresham moral, son más visibles que estos. 

Lo que la democracia precisa no es amontonar códigos éticos que nadie cumple y solo sirven para hacer demagogia, sino disponer de medios prácticos y eficaces para prevenir la corrupción y, desde luego, obligar a los gobernantes a atenerse a ellos, a dar explicaciones de sus actos y a sufrir las penas correspondientes. Esa es precisamente la razón del agudo deterioro actual de la democracia española. No es solamente la sospecha de que los gobernantes actuales, desde Rajoy hasta los cargos de las Comunidades autónomas, sean unos corruptos y un puñado de granujas dedicado al saqueo de las arcas públicas. Antes bien, es la comprobación de que, dado el funcionamiento constitucional del sistema, la ciudadanía carece de medios para obligar a estos gobernantes indignos, presuntos prevaricadores y ladrones, a dar cuenta de sus actos, dimitir y sufrir los castigos pertinentes.
En nuestro tiempo, la expansión de internet, la política 2.0 y el “periodismo ciudadano”, han facilitado el acceso de las multitudes al control crítico del gobierno. Sin embargo, el bloqueo institucional de este mediante medidas autoritarias y reformas reaccionarias de la legislación represiva, producen el efecto de que, de todas las democracias del mundo, la única que está dirigida por un partido que más parece una asociación de delincuentes, con un presidente presuntamente dedicado al enriquecimiento personal ilícito sea la española. 

Justamente una razón más para que la ciudadanía mantenga e incremente la presión extraparlamentaria, en la calle, a los efectos de que los gobernantes corruptos, empezando por el presidente del gobierno, dimitan y se pongan a disposición de los tribunales de justicia. 

La política, sobre todo la política democrática es corrupta o no; los ciudadanos pueden profesar desafección hacia la política o no, dependiendo de lo que ellos mismos hagan. La política la hacemos los ciudadanos; no los gobernantes. La corrupción de estos se aprovecha de nuestro desinterés. En gran medida cabe decir que la corrupción se da porque los ciudadanos la toleran.

Frenos y contrapesos.

Es una verdad de la ciencia política que solo el poder frena el poder. Un poder que carece de otro enfrente tiende a extralimitarse, a avasallar, a convertirse en tiránico. Por eso, el constitucionalismo moderno se aferra a la teoría estadounidense de los frenos y contrapesos, los checks and balances que los admiradores de todo lo yanqui creen tan universales y eternos como las stars and stripes. ¿Qué entes, qué instituciones pueden ejercer un poder que frene y contrarreste el poder político, en este caso el gobierno? En principio, los otros poderes del Estado, el legislativo y el judicial y, además, el cuarto poder, reforzado por lo que algunos llaman ya el quinto poder, la web. Siendo España régimen parlamentario, el parlamento es inexistente, víctima de la mayoría absoluta del gobierno. El sistema mediático está abrumadoramente al servicio del gobierno que lo utiliza sin ningún reparo: todos los medios audiovisuales públicos son oficinas de agitprop gubernamental y una parte importantísima de los medios impresos.

De freno y contrapeso están actuando el poder judicial y la web. Pero no es mucho. El gobierno desoye las decisiones de los tribunales. Así, el ministerio de educación sigue privilegiando los centros que discriminan por sexo frente a decisiones firmes del Supremo que lo prohíben. Eso cuando el de Justicia no decide conceder el indulto a delincuentes condenados por la justicia, con razones por lo menos especiosas. La vigilancia de la web es universal, generalizada, llega a todos los rincones del ejercicio del poder. La web es un Argos siempre al acecho. Pero se estrella ante la indiferencia de los gobernantes, quienes ignoran el estado de ánimo de las redes o las llenan de apologetas suyos actuando como trolls.

Es decir, el gobierno del PP no tiene contrapesos. Tampoco oposición parlamentaria. Esos 110 diputados socialistas poco más pueden hacer que aplaudir a su lider cuando pide la dimisión de Rajoy. Y aun eso, con moderación y prudencia. Ya ha salido el venerable González a decir a los jóvenes lobos de su partido que no estén pidiendo continuamente la dimisión del presidente. No sea que este se enfade. Esas dos carencias se notan mucho. El gobierno tiene una tendencia autoritaria evidente. El presidente apenas comparece en Parlamento, gobierna por decreto-ley, rompe acuerdos y pactos escritos y no escritos en su intención de desmantelar el Estado del bienestar, privatiza servicios públicos a mansalva y, los que no puede privatizar, los reduce y descapitaliza. Algun@s gobernantes  autonómic@s pretenden privatizar el dominio público, los valles y montes de España, una especie de reamortización.

Y todo esto lo ponen en práctica unas autoridades electas pero sobre las que pesan fuertes sospechas de corrupción y que no solamente se niegan a dimitir sino incluso a dar explicaciones de sus actos, con los medios a su servicio. Muchas de las medidas del gobierno exceden de sus competencias y entran de lleno en el ámbito de la reforma de la constitución material del país, mediante un vaciamiento de sentido de la constitución formal. No hay derecho a la vivienda digna, ni a la sanidad y educación públicas, ni a la tutela efectiva de los tribunales, aunque el texto de la Constitución vigente siga proclamándolos.

La oposición está obligada a plantear esta crítica como fundamento a su moción de censura y con propuesta de un candidato alternativo a la presidencia del gobierno. El gobierno no está legitimado para hacer lo que hace. Ni subjetiva ni objetivamente. Y  mucho menos lo contrario de lo que prometió en el programa electoral. Las personas que lo están haciendo no son las más adecuadas y lo que están haciendo no es lo más conveniente para el país. La moción de censura es inexcusable. El gobierno debe explicarse ante la opinión pública si no de grado, por fuerza.

(La imagen es una captura del vídeo de La Moncloa en el dominio público).

El arte por el arte.

El arte desafía la lógica. Se manifiesta de repente, porque quiere, sin preaviso y, cuando reflexiona sobre sí mismo y se da un nombre, por ejemplo impresionismo, es para introducir mayor incertidumbre. Ganas de fastidiar. La exposición de la Fundación Mapfre, Impresionistas y postimpresionistas trae setenta y ocho obras del Quai d'Orsay que ilustran muy bien un momento de la agitada historia del impresionismo. El nombre procede de una tela de Monet, Impression soleil levant, de 1872. Por entonces, los impresionistas, rechazados por la Academia, estaban en pie de guerra contra esta y organizaban su Salon des réfusés. El término "impresión" tiene vocación de manifiesto, es la traducción pictórica de la teoría del arte por el arte, que había abanderado Théophile Gautier. El arte no es mensajero ni portador de significados morales, religiosos, políticos; no está al servicio de ninguna causa. La elección del término "impresión" evoca lo momentáneo, pasajero, fugaz, como aquello con verdadero valor artístico frente a la huera trascendencia del academicismo, siempre ejemplificando con héroes muertos y grandezas del pasado. El arte está ahí fuera, ahora, en los paisajes urbanos o naturales. Hay que salir y captarlos en un momento determinado, con una luz concreta. Dar una impresión de ellos. La impresión es evanescente, frente a la perennidad de lo clásico. Pero, al quedar fija, esa impresión se incorpora al mundo contra el que lucha, el mundo de las reglas y las normas. Para combatir esa consolidación de la impresión, por así decirlo, los artistas pintan repetidas veces los mismos temas con iluminaciones distintas. El caso extremo, Monet y sus cuadros de la fachada de la catedral de Rouen a varias horas del día (de los que hay dos en la exposición), como también hizo con los acantilados de Entreat o sus estanques de nenúfares. En la exposición, el de la armonía verde, de 1899

Los impresionistas -quizá por su común condición de refusés- tenían conciencia de grupo. Eso pasa mucho y especialmente en pintura, quizá por la tradición de los talleres del gremio de San Lucas. El XIX y el XX están llenos de "fraternidades" y "comunidades". Los prerrafaelitas eran una "fraternidad", como la de los nazarenos alemanes, el grupo Secession o el de Die Brücke. En realidad, cuando el impresionismo entra en crisis (por utilizar la terminología de la exposición, que no es muy acertada porque, hablar de "crisis" tratándose de arte, no tiene mucho sentido), da lugar a su propia comunidad, la de los nabis, abundantemente representados en la exposición de Mapfre (Valloton, Sérusier, Denis, Roussel, Vuillard).

Es que, en concreto, el nudo de la exposición es el postimpresionismo, desde 1885 en adelante, cuando el Salon des refusés se ha convertido en el Salon des independents, más ecléctico y menos combatido por el agresivo "buen gusto" del academicismo que ya estaba de retirada. Basta con echar una ojeada a la producción del almibarado Walter Bouguereau para darse cuenta de ello. Los postimpresionistas, o los impresionistas más longevos, ya no son los temibles revolucionarios de los refusés, algunos de los cuales habían tenido relaciones con la Comuna de 1871. Ahora son los reconocidos maestros, incluso cuando se recrean en los desnudos femeninos al estilo de Rubens (Las bañistas, de Renoir) o "descienden" a los bajos fondos de la sociedad, como hace Toulouse-Lautrec (La payasa Cha-U-kao). Los nabis, esto es, los profetas, quizá por esa costumbre de las vanguardias de ir a buscar su razón de ser a la antigüedad del pueblo elegido, son más planos, en todos los sentidos. Esa condición plana se acentúa con su empleo del cloisonné, en algunos casos, que abriría el camino al modernismo, pero no es suficiente para ponerlos a la altura de Cézanne o de Gauguin, a quien reconocen como maestro. De Cézanne un ejemplo de sus celebérrimas manzanas y de Gauguin un bodegón con un abanico de japaniserie, testigo de la pasión del artista por lo exótico.

Es una magnífica exposición y está siendo muy visitada. Seguro que se complementa muy bien con la que hay en el Thyssen también sobre el impesionismo como pintura de exterior. Habrá que verla.

divendres, 15 de febrer del 2013

La paga de Rajoy.

Desde el punto de vista político el meollo del rosario de escándalos que afecta al PP es la cuestión siempre abierta de cuánto cobra el presidente del gobierno. Este es el verdadero escándalo que Rajoy trata de ocultar como sea. Sin duda los otros tienen muchas vertientes, afectan a muy diversas personas, se refieren a comportamientos tipificados en numerosos artículos del Código Penal. El caso Gürtel con sus ramificaciones y el caso Bárcenas con las suyas dan para monopolizar las primeras de todos los diarios. Más si, como era de esperar, resultan estar entreverados, abriéndose así nuevas e insospechadas perspectivas. Se añaden escándalos colaterales, también relacionados, como el de Matas y el de Urdangarin. Puede decirse que el de este último es pieza aparte por tratarse de quien se trata y porque iba por libre. Iría por libre, pero siempre acababa haciendo negocios con cargos del PP: Matas, Camps, Barberá. También Ruiz Gallardón, siendo alcalde de la capital, sucumbió a las habilidades urdangarinescas y se dejó al parecer desplumar 120.000 euros que no eran suyos.

El panorama es, desde luego, abigarrado y pródigo en anécdotas chuscas. Basta con escuchar a Carlos Floriano -Cospedal está notoriamente ausente- "explicando" las peculiares relaciones laborales en el PP que además cambian radicalmente de carácter en una semana. Pero lo esencial aquí, lo que tiene importancia política, lo que explica los acontecimientos de los últimos dos meses, es la implicación de Mariano Rajoy en lo más turbio de la historia con la acusación de que puede haber recibido dinero ilegal, según los apuntes de Bárcenas. Este es el fondo de la cuestión, al que el presidente todavía no ha dado una respuesta satisfactoria y, al contrario, ha dado varias insatisfactorias. La gravedad de la sospecha resucita, para agravarla, la sorprendente incógnita del sistema político español, esto es, el sueldo de Rajoy cuando lider de la oposición y cuando presidente del gobierno. Porque, hasta la fecha, no lo ha declarado formalmente nunca. Al contrario, se negó a revelarlo cuando se le preguntó directamente en la televisión hace unos años y, en una segunda ocasión dio una cifra falsa. Aseguró ganar unos 8.000 euros al mes cuando por aquella época eran 14.000. España debe de ser la única democracia del mundo en la que no hay clara constancia de cuánto cobra el presidente del gobierno.

Muy preocupado con esta circunstancia que lo afecta a él personalmente, a su crédito, a su moralidad, quizá a la legalidad de su actuación y, desde luego, a su legitimidad, Rajoy ha recurrido a varios procedimientos y ha acabado empeorando las cosas. En un primer momento sostiene que todo es falso, que los papeles de Bárcenas son falsos y (es de suponer) todo cuanto publica la prensa sobre la situación laboral y retributiva del extesorero también es falso. Viendo que esto no es suficiente, tiene un gesto de transparencia y decide publicar sus declaraciones de la renta desde 2003. El gesto suscita todavía más dudas y sospechas. La declaración de la renta no coincide con la presentada al Congreso y solo se publica a partir de 2003, con lo cual no prueba nada, pues las anotaciones incriminatorias de Bárcenas llegan hasta 2003, consignando cuantiosos pagos a Rajoy.

En una actitud muy típica de la derecha, de responder y defenderse atacando, Rajoy reta a Rubalcaba a hacer lo mismo que él, desvelar sus declaraciones a Hacienda. Es un gesto ruin porque olvida que el de Rajoy fue obligado a causa de las sospechas sobre él, mientras que Rubalcaba no está obligado pues sobre él no pesan sospechas. Pero, además de ruin, el reto es estúpido porque ha faltado tiempo a Rubalcaba y, de paso, a Cayo Lara para hacer públicos sus ingresos, poniendo negro sobre blanco una diferencia abismal entre ellos dos y Rajoy, quien tiene unos ingresos fabulosos y de procedencia harto discutible. Rubalcaba gana 55.000 euros al año más las dietas, en total, unos 66.000 euros. A su vez, Cayo Lara cobra 63.000 euros al año y, por supuesto, ninguno de ellos recibe un céntimo de su partido. Al contrario, Lara entrega 16.800 euros a su organización. Frente a ellos, Rajoy viene cobrando unos 220.000 € anuales, según sus propios papeles. ¿Cómo se puede decir que todos los políticos son iguales?

Entre la maraña de los ingresos de Rajoy destaca la duplicación de pagas del presidente, práctica que comparte con María Dolores de Cospedal. Ambos compatibilizan o compatibilizaban un sueldo del partido con otro por el cargo institucional, lo cual es, cuando menos, contrario al espíritu de la vigente Ley de Incompatibilidades de 1984. Puede que no sea ilegal, al alegarse que, siendo los partidos asociaciones privadas, sus sueldos no son públicos. Es opinable ya que los partidos se nutren esencialmente de fondos publicos pero, aunque no sea claramente ilegal, es inmoral. Es inmoral acumular sueldos en el ámbito público cuando el país tiene casi seis millones de parados y a los funcionarios se les bajan las retribuciones.

A este punto reprochable se añade la sospecha de que, en la paga de Rajoy hayan figurado otras aportaciones presuntamente ilegales, de dudosa procedencia, según las anotaciones de Bárcenas. Frente a esta sospecha, el presidente ha decretado el silencio. Todo es falso. Y no se dan más explicaciones ni se responde a pregunta alguna. Pero el silencio no es una respuesta aceptable en democracia, en donde los políticos están obligados a rendir cuentas públicas de sus actos. En estas circunstancias, la única posibilidad de conseguir que se haga la luz sobre los oscuros ingresos de Rajoy, de obligar a este a comparecer en sede parlamentaria a responder a las críticas  y dar sus explicaciones es presentar una moción de censura. No hay otra pues el PP empleará su mayoría absoluta para impedir un pleno extraordinario sobre la paga del presidente. En cambio, a una moción de censura no puede oponerse.

Es claro que la moción no saldrá adelante. La necesaria mayoría absoluta es del PP. Pero tendrá que escuchar, a la par con el país entero, las razones por las cuales el presidente está deslegitimado para gobernar por haber tenido un comportamiento presuntamente indigno y quizá ilegal. La moción se perderá pero políticamente se habrá ganado aunque es muy poco probable que Rajoy dimita siguiendo los usos y costumbres de las democracias de nuestro entorno.

La moción de censura no es óbice para que la oposición lleve el asunto asimismo a los tribunales. Todo el escándalo Bárcenas ha de verse en los tribunales de justicia. Y que sean los jueces quienes aclaren la paga de Mariano Rajoy.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 14 de febrer del 2013

El silencio de Rajoy.

Ya hace días que Rajoy tiene a los suyos, gobierno y partido, a estricta dieta de silencio sobre el caso Bárcenas. Todo lo que se hable, amigos, podrá utilizarse en contra nuestra. Silencio, pues. Él se la aplica, como se sabe, hasta desfallecer. Sus labios no pronuncian la palabra Bárcenas ni bajo tortura. En realidad, no pronuncian palabra alguna en cuanto haya cerca un periodista, raza apestosa a la que hay que hablar desde el hiperespacio. Insiste en su declaración de principio, juramento de Santa Gadea: todo es falso. Y ahora, ya, sin matices. Un todo totalitario, al estilo de Franco. Nada de salvo alguna cosa que han publicado los medios. En realidad, él nunca pronunció esa frase. Fue una interpolación tecnológica malvada del Gran Wyoming. Todo es falso. Los papeles de Bárcenas son falsos. Bárcenas es falso. Él mismo es falso. Grave error de furibundo idealista que se ha tomado a lo pedestre el esse est percipi. La realidad es aunque tú no la percibas, máxime si, además, la percibes. Negarse a nombrarla no la hace menos real.

Bárcenas es el principio de la realidad, está ahí, sus papeles son reales y de sus papeles se desprenden unas conclusiones que hacen moralmente insostenible la continuidad de Rajoy como presidente del gobierno. No debemos despistarnos preguntándonos qué sabrá Bárcenas para que Rajoy lo haya mantenido en su puesto y cobrando opíparamente tras haber dimitido de todos sus cargos y causado baja en el partido. Eso se sabrá en su momento. Es la realidad presente, esta en la que nos movemos la que condena al presidente a una dimisión inevitable. Un presidente del gobierno -presidente además del partido- no puede tolerar una situación como la de Bárcenas, a sueldo (y, al parecer, irregular) del partido en el que ha causado baja.

El resto de las peripecias de Rajoy va en el mismo sentido de deslegitimación del personaje. Sigue sin estar claro si cobró o no los famosos sobresueldos de Bárcenas, como tampoco parece estarlo si cobra algún devengo por el registro de la propiedad de Santa Pola. Todo ello se refleja después en sus caóticas declaraciones de la renta y al congreso, en las que no coinciden las cantidades. Por eso resulta tan chusco oírle ahora retar al líder de la oposición a que haga lo mismo que él, olvidando maliciosamente que él lo ha hecho por obligación y nada obliga, por ahora, a la otra parte, sobre la que no pesa la vergonzosa sospecha que pesa sobre él de haber apandado con lo que no le corresponde.

Lo más grave hasta la fecha es el régimen laboral y retributivo de Bárcenas desde que causó baja como tesorero, senador y miembro del partido, pero mantuvo todas sus retribuciones (y hasta cabe suponer, quizá competencias, pues compartía una cuenta corriente viva del PP con Cospedal) con pleno conocimiento del presidente del partido y de su secretaria general. Esta negó rotundamente toda relación del partido con Bárcenas, faltando clamorosamente a la verdad. Mintiendo, vamos, en román paladino. Su dimisión es obligada, por embustera. Aquel, ya lo hemos visto, ha enmudecido. De Bárcenas no habla, ni siquiera bien, como hacía alegremente un par de años antes. Pero saber, sabía. Bárcenas no es un Jaguar. Y si sabía, debe dimitir.

Mariano el Taciturno, habitante de La Quinta del Tuerto, no puede seguir gobernando el país. Carece de autoridad. Su gobierno hace aguas. La ministra Mato, objetivo predilecto de los medios, la oposición, la calle, no puede obviamente ejercer su ministerio, si es que alguna vez lo hizo. Gallardón parece ir siguiendo sus pasos. La sombra de su gestión como alcalde lo persigue y esa mordida de 120.000€ que parece haber pagado al omnipresente Urdangarin lo pone al nivel de Rita Barberá. La dimisión de Montoro es también muy necesaria aunque solo sea por ver si consigue aclararse sobre lo que hace. Que la ministra Báñez debiera igualmente dimitir lo piensa hasta la Virgen del Rocío.

Y, si no es Rajoy, ¿quién? Eso ya se verá. De momento lo urgente es que aquel presente su dimisión al Rey y entre en funcionamiento el mecanismo constitucional. El Rey llama a consultas a los líderes de los partidos parlamentarios, empezando por Rajoy. El resultado de las consultas puede ser muy variado. Hasta es pensable (pero poco probable) un gobierno Rajoy II. También puede no haber resultado y, agotados los plazos ser precisas elecciones. No sucede nada. Unas elecciones aclararían las cosas y darían al gobierno el apoyo, poco o mucho, que ahora no tiene. El país no puede estar gobernado por un presidente deslegitimado ante la opinión, cuestionado en su propio partido y visto con absoluta reticencia en el extranjero. Sencillamente, no es posible.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Contra las mujeres.



Raquel Osborne (ed.) (2012) Mujeres bajo sospecha. Memoria y sexualidad, 1930-1980. Madrid: Fundamentos. 419 págs.

He aquí un libro bien interesante, original, innovador, pues, si bien versa sobre una época, el franquismo, abundantemente tratada y se centra en un aspecto, el de la represión, también muy estudiado, lo hace con un objetivo nuevo. Estudia en concreto la represión franquista sobre las mujeres. Ciertamente, esta represión también ha sido materia de la investigación histórica del franquismo. Pero, en lo que yo sé, lo ha sido siempre como parte del cuadro de la represión general de la dictadura sobre los vencidos, subdivididos por categorías: obreros, profesiones liberales, militares, catalanes, vascos, mujeres, curas, funcionarios. No conozco estudios monográficamente dedicados a la represión femenina, pero puede haberlos.  Sin embargo, aunque los hubiera, este libro seguiría siendo original porque no versa sobre la represión de las mujeres en cuanto pertenecientes al bando de los vencidos en la contienda o relacionadas con él (si bien no ignora este aspecto) sino sobre la represión de las mujeres en cuanto mujeres. La represión de todas las mujeres, vencidas y vencedoras. Y, dentro de este campo, el símbolo, la metáfora que ese estudio persigue es el de la represión del lesbianismo y de la sexualidad femenina en concreto, a la que la sociología ortodoxa del siglo pasado llamaba desviada.

Es un terreno sin cartografiar. La invocación a la memoria que hay en el título tiene un carácter ritual. La memoria se apoya en hechos, en realidades pasadas, quizá olvidadas, pero preexistentes y que pueden rescatarse, reconsiderarse, resituarse. Nada de esto es posible cuando no hay hechos ni realidades o, mejor dicho, los hay pero están ocultos. La memoria aquí es un ejercicio de voluntad que se lanza al pasado en busca de unos testimonios que las protagonistas no han querido o no han podido dejar. La memoria es un acto de construcción de una realidad pasada. Por eso dice la editora, profesora Osborne, en su introducción que han contribuido a crear un espacio temático nuevo (p. 29), el estudio del lesbianismo durante la dictadura de Franco. Un empeño de titánidas porque, al fin y al cabo, el Patriarcado en todas sus dimensiones (el Estado, la Iglesia, la educación, la izquierda, la ilustración, la familia y hasta una parte del feminismo) ha decretado la invisibilidad del lesbianismo. Hasta tal punto es así que, incluso al perseguirlo, tenía que asimilarlo a otras formas delictivas, como la homosexualidad masculina o, más frecuentemente, el escándalo público. Era invisible porque era inconcebible. Ni siquiera tenía nombre. De tal suerte que, exagerando un poco, cabe equiparar la búsqueda del lesbianismo durante los años nacionalcatólicos a la del Santo Grial o el unicornio.

Sin embargo, lo hubo. Hubo sexualidad femenina transgresora. Oculta, clandestina, pero la hubo. Quedan supervivientes, algunas piezas, fotos antiguas, cartas, escritos, pecios que es preciso rescatar antes de que se pierdan del todo. El libro recopilado por Osborne recoge bastantes resultados de investigación de un proyecto sobre el tema y de trabajos encargados también a especialistas sobre aspectos concretos que a veces aportan datos e información sobre asuntos poco conocidos, como ese estudio de Cecile Stephanie Stehrenberger sobre Los coros y danzas de la Sección Femenina en Guinea Ecuatorial. Un caso de estudio entre política de género y colonialismo. La Falange femenina en Guinea Ecuatorial que entonces era la Guinea Española, compuesta de Fernando Poo y Rio Muni. Eso sí que tuvo que ser un "choque civilizatorio".

Son veintiún trabajos referidos a la sexualidad transgresora en el franquismo desde diversos ángulos que la editora ha agrupado en seis grandes temas, con las inevitables oscilaciones, imponiéndoles una extensión similar, lo cual es de agradecer. El tratamiento es generalmente el de la investigación académica, aunque hay alguna escapada al terreno de la ficción creadora, como el de Raquel (Lucas) Platero, "Su gran placer es usar calzoncillos  y calcetines": la represión de la masculinidad femenina bajo la dictadura. La perspectiva literaria es obligada por cuanto se trata de la lectura hoy de un expediente policial y penal de una transexual, allá por los años cincuenta, a quien aplicaron la Ley de Vagos y Maleantes de 1954 (que, por cierto, la población reclusa conocía como La Gandula), y de quien no se sabe nada. De esta forma, Platero hace una creación literaria empática, poniéndose en el lugar de la protagonista, tratando de ver el mundo como lo veía ella. Esto apunta, por supuesto, a que toda la metodología de la investigación es cualitativa, desde los análisis de textos, los iconográficos, a los grupos de discusión, las entrevistas en profundidad o las historias de vida. Puro Verstehen y, además, urgente, pues las escasas testigos van falleciendo.  Y con unos marcos teóricos escuetos porque apenas si la sociología o la ciencia política se han ocupado de este fenómeno específico. La teoría está por hacer. Las escasas referencias apuntan a Bourdieu y, algo más a la bio-política de Foucault.

En algunos casos, los estudios son muy prometedores porque versan sobre hechos susceptibles de mayor indagación y ampliación hasta convertirse en historias por sí mismas, como el capítulo de Raquel Osborne sobre la peripecia de Carlota O'Neill y el de Matilde Albarracín sobre Identidad(es) lésbica(s)  en el primer franquismo, toda una interesantísima aventura de clandestinidad sexual, con la generación de unas pautas y códigos culturales. Y, desde luego, el de David Berná, Un golpe de Estado y dos billetes de autobús. Mujeres gitanas, sexo y amor en la dictadura franquista, un hallazgo literario, basado en un hecho real, la historia de dos muchachas gitanas (una de ellas madre de tres hijos, con diecinueve años) que rompen con su pueblo, se fugan y viven toda su vida como pareja entre payos en el franquismo.

Una gran parte del libro se dedica a la propaganda nacionalcatólica y su práctica a través de las instituciones, la iglesia (hay un par de capítulos sobre monjas) y, destacadamente la Sección Femenina de la Falange. Todo el aparato nacionalcatólico iba orientado a la imposición de un ideal femenino de esposa sumisa y madre amantísima, basado en las doctrinas de Marañón, profundamente erróneas en lo atingente a las mujeres y, ya en un escalón más bajo, más disparatado y hasta criminal, las doctrinas de la Iglesia y las de eminencias como Vallejo Nágera o López Ibor. Auténticas barbaridades.

Diversos trabajos abordan la Sección Femenina, encargada de elaborar el modelo ideológico de la mujer. Es de gran interés el trabajo de María Rosón Villena, Contramodelo a la feminidad burguesa: construcciones visuales del poder en la Sección Femenina de la Falange, un buen estudio iconográfico en el que, además, se sugiere que las falangistas, al constituir una "comunidad sin hombres, compuesta de mujeres independientes, solteras y sin hijos" (p. 307), en cierto modo, profesaban una especie de lesbianismo sublimado. Algo en la línea de la leyenda de las amazonas de no ser porque el espíritu de esta sorority se condensaba en el nombre de su revista, Y, de la Reina Isabel de Castilla.

Por último, proclamo mi admiración por el ensayo de Begoña Pernas, Voces del lesbianismo en Vindicación Feminista. Es una pieza brevísima sobre el modo en que la citada revista, fundada por Lidia Falcón, y que se publicó entre 1976 y 1979, trató el lesbianismo. Es un análisis inteligente, matizado, muy sutil, de un texto, un subtexto y un metatexto.

Merece la pena el libraco. Enhorabuena al equipo investigador y a la profesora Osborne.

dimecres, 13 de febrer del 2013

Una victoria en toda regla.



Vídeo de Bg Vázquez,colgado enYou Tube).


Notable jornada la de ayer en el Congreso. En una sola sesión ejerció de héroe y villano, según cada observador. Fue majestuoso templo donde los patricios reciben magnánimos la humilde solicitud de los plebeyos de que reconozca interés cultural a un espectáculo más bien sangriento. Y fue bastión de las libertades asediado por las enfurecidas masas (unmillóncuatrocientasmil firmas) que llegaron a colarse por las gradas profiriendo gritos e insultos. Un visionado del breve vídeo de Bg Vázquez da una idea de cómo está la política española. L@s de las PAH, con Ana Colau entre ell@s, armando alboroto y vociferando a voz en cuello, sabedores de que la voz de 1.400.000 personas tiene que hacerse oír. Y oír con la mala conciencia que muestran sus señorías, tod@s acurrucad@s en sus asientos sin atreverse a rechistar. Solo los diputados de IU se levantaron para aplaudir el comportamiento de los revoltosos, frente a los cuales, al parecer, el presidente Posadas exigió a los ujieres ¡échenlos, coño!, no muy lejano de aquel otro célebre de "¡se sienten, coño!". Estos autoritarios tienen siempre el coño en la boca cuando están de malas. Cuando están de buenas te dicen mireusté. Los diputados del PP, habitualmente amigos de la chocarrería, estaban mohínos por haber tenido que retractarse antes de haber hablado. Ya se sabe que la pelea simplemente se ha postpuesto y empezarán las bofetadas cuando haya que convertir en Ley las peticiones de las PAH, en resumen, la dación en pago, que la banca presenta como el Apocalipsis. En cuanto a l@s diputad@s socialistas, de comparsas silentes, el espectáctáculo pareciera no ir con ell@s. Sin embargo son ell@s quienes no van con el espectáculo, acerca de cuyo contenido ya no tienen mucha idea.

El evento de ayer, una victoria rotunda de un movimiento social horizontal, apartidista, extraparlamentario, tiene un enorme significado. La gente, la multitud, ha ascendido en protagonismo político, ha tomado la acción en sus propias manos, se ha valido de los cauces institucionales y ha llevado el problema a la sede parlamentaria misma en un tiempo brevísimo pero con un inmenso apoyo social. Lo ha llevado a la sede de la soberanía y ha puesto a sus señorías en el dilema de votar dación en pago, como manda la justicia más elemental o el mantenimiento de una situación que causa la ruina y el sufrimiento de muchos y hasta la muerte por suicidio. Así lo plantea Ada Colau; así es. Los recursos dilatorios de los acuerdos, las negociaciones, los pactos quedan arrumbados en la política de la marrullería.Y los diputados no saben qué hacer. Se verán presionados por ese denso movimiento social cuya fuerza radica en su número y su organización en red. Es una prueba evidente de que esta tiene capacidad para catalizar y coordinar un movimiento virtual con un impacto real.

Muchos se remitirán a la historia parlamentaria europea, a la necesidad de resguardar el legislativo del chantaje de las masas callejeras, por más que ahora no se dejen etiquetar de tales y se consideren a sí mismas "multitudes inteligentes" (smart mobs). Nada de admitir presiones del populacho. Son los mismos que admiten de buena gana las presiones de los bancos y hasta llegan a actuar como delegados de ellos. Como ese diputado del PP que ha votado en contra de admitir la ILP de dación en pago y que tiene un plan de pensiones o algo así con el BBVA. No seré yo quien dude de que ese diputado ha votado en conciencia. Pero no hay ninguna razón para preferir las presiones de los bancos a las de la ciudadanía. Por supuesto, los repertorios son distintos, unos mas refinados y solemnes y otros más tumultuosos pero no menos solemnes.

Los socialistas están obligados por las cirscunstancias a replantearse su actitud. Van a remolque de los hechos, no atinan con un discurso votan a regañadientes y tras pedir disculpas por su indiferencia de siete años en un asunto tan explosivo como la dación en pago. Y no solo en la dacíón en pago. En la lamentable decisión sobre los toros se abstuvieron. La abstención es la opción más estéril en política. El PSOE está out. Los toros tienen menos defensores que los desahuciados, aunque hubo algunos animalistas protestando fuera de la cámara. Y la ILP reunía 500.000 firmas, aproximadamente un tercio de la dación en pago. Pero con los cornúpetas la cantidad no importa porque es un asunto de principios. Uno de UPyD, que ha votado a favor de considerar de interés cultural las corridas, niega los derechos de los animales porque, dice, estos no tienen deberes. Como los niños. Luego los niños no tienen derechos. A torearlos. No merece la pena seguir para explicar a este representante popular que somos nosotros quienes tenemos deberes hacia los animales. La abstención del PSOE pasa de ser irrelevante a directamente vergonzosa. No reconocer interés cultural a la españolísima fiesta no es prohibirla. Es, simplemente, ser fiel a una idea distinta de cultura y, además, estar en contra de que esas actividades se beneficien de un denso y opaco sistema de subvenciones públicas negociadas entre copas de Magnum y Cohíbas de Vuelta Abajo.

El PSOE tiene un problema de indefinición, lo cual es problemático en momentos de polarización social. Esa indefinición, esa ambigüedad es particularmente evidente en el modo de enfocar el recrudecimiento del nacionalismo catalán que ahora se soliviantará más por entender, con razón, que la mamarrachada de los toros es un enésimo trágala que se les hace luego de que ellos los desterraran de Catauña. El cerrado centralismo del PSOE, con la negativa a toda propuesta autodeterminista empuja al PSC a un callejón sin salida y, al mismo tiempo, es suicida para el propio PSOE porque, si no gana las elecciones en Cataluña, difícilmente las ganará en España. También aquí puede decirse que se trata de una cuestión de principios. Puede. Pero, así como en el caso de los derechos de los animales el asunto es bastante claro a favor de estos, no lo es en el de los principios nacionales y por qué haya de ser mejor para España no reconocer el derecho de autodeterminación que reconocerlo.

¿Y no van a dimitir?

Hoy las redes estarán saturadas de vídeos recientes con las comparecencias públicas de Maria Dolores de Cospedal como secretaria general del PP, afirmando rotundamente que el señor Bárcenas no tenía nada que ver con el partido desde 2009 o 2010, no recuerdo bien. Quien dijera lo contrario, acabaría en los juzgados. ¿Bárcenas? ¿Bárcenas? Un señor dedicado a sus asuntos y desconocido en casa. Cuando le decían que tenía despacho en Génova, aseguraba no habérselo tropezado nunca por las escaleras. Sin embargo, compartía firma con él en una cuenta de banco del PP. Otra fruslería. ¿Quién no comparte firma en cuentas bancarias con media docena de desconocidos? Ahora resulta que este solito ignoto cobraba unos emolumentos del PP hasta diciembre de 2012, es decir, prácticamente hasta ayer.

Con razón no ha mencionado nunca Rajoy el nombre de Bárcenas. Era como la crisis de Zapatero, lo innombrable. Ladino como es el amigo, prefiere no mentar la soga en casa del ahorcado, no vayan a pillarlo mintiendo desaforadamente como Cospedal. Pero eso no pasa de ser una superstición de primitivo según la cual lo que no se nombra, no existe. Bárcenas existe. Tiene una existencia aplastante, es un plomo pesado en las alas de Rajoy ya de por sí entecas. Alguien amargará la vida al presidente recordándole cómo, no hace mucho, afirmaba con esa facundia que Dios le ha dado, que Nadie podrá demostrar que Bárcenas y Galeote no son inocentes. Bárcenas es un plomo pagado a precio de oro por el partido del que Rajoy es presidente y durante el tiempo en que, además del partido, preside el gobierno de España. En resumen: el presidente del gobierno y del partido tenía en nómina de este y proveía de despacho a un imputado en un procedimiento penal por corrupción que se había visto obligado a dimitir de sus cargos de tesorero del partido y senador del Reino.

¿Es esto admisible? Si lo es, me callo. Si no lo es, ¿qué cabe hacer?

Por cuanto se va viendo, la dimisión de Rajoy y Cospedal quedan descartadas. Tampoco dimite Mato, ni Gallardón. Aquí no dimite nadie. La moción de censura es inexcusable, pero no suficiente. El presidente concluirá que, pues la ha ganado, queda legitimado para el resto de la legislatura. Durante la cual puede suceder cualquier cosa, según pinta el oscuro asunto Bárcenas de cuyos papeles faltan por ver la luz pública los de los año 1993 a 1997. Nada menos.

dimarts, 12 de febrer del 2013

Ocho nuevas mentiras de Rajoy.

El ocupante de la Quinta del Tuerto (La Moncloa), famoso por su irrefrenable tendencia al embuste y la mentira más descarados, ha participado en el Foro de The Economist y ha contestado a las preguntas de un periodista, porque es extranjero. Ya se sabe que Rajoy no contesta a los periodistas españoles salvo que le pregunten en Bruselas o Berlín y si no le queda más remedio porque los socios europeos están delante. De todas formas, su contestación ha sido una exhibición de su más puro estilo de embustes: a ocho preguntas, ocho mentiras. Son estas:

  • Para atajar la corrupción en el PP no hace falta investigación externa pues ya he ordenado una interna. Mentira: ha ordenado un maquillaje interno a una militante fiel y subordinada a la que le sale todo legal. Hasta los robos.
  • El PP de hoy es como la UCD en los setenta. Mentira: el PP de hoy es igual o peor que la Alianza Popular de los setenta: un partido de jabalíes.
  • España no tiene partidos estrafalarios. Mentira: el PP lo es.
  • España es un país serio. Las instituciones funcionan. Mentira: el Senado no funciona, ni el Congreso, ni el Tribunal de Cuentas, ni el Constitucional, ni el Defensor del Pueblo, ni muchas Comunidades Autónomas, ni la ley electoral.
  • No he cumplido con mis promesas pero sí he cumplido con mi deber. Mentira: su deber era cumplir sus promesas.
  • La inmensa mayoría de los catalanes quiere que sigamos como actualmente. Mentira: atrévase a hacer una consulta.
  • Yo estaré siempre abierto al diálogo. Mentira: en sus ruedas de prensa -cuando las da- no hay preguntas.
  • Yo no puedo incumplir la ley. Mentira: siempre que se trata de cobrar sobresueldos, incumple la ley.
  •  

Basta ya.

Francamente. Francamente. Uno no sabe ya qué decir. La realidad supera siempre la ficción a extremos alucinantes. Por segunda vez este hombre dice no entender su letra. Nadie le ha dicho a raíz de la primera que eso puede sucederle a cualquiera y lo que corresponde, en tal caso, no es decirlo sino mirar el papel, guardárselo en el bolsillo e improvisar un discurso. ¿O no sabe uno improvisar, a pesar de llevar un año gobernando de improvisación en improvisación? ¿Solo sabe uno leer lo que lleva apuntado en la chuleta?

Si el presidente no sabe leer su propia letra, tampoco se entera de dónde consigna las cantidades en la declaración de la renta y en concepto de qué. El "aumento de sueldo" del 27% en época de vacas flacas detectado por la canallesca, siempre con una calculadora al acecho, no era tal sino pluses electorales, en figura recién acuñada por Cospedal y que se abrirá sin duda camino en la llamada "contabilidad creativa". Tienen los tales pluses, además, una función de estímulo psicológico pues se conceden al agraciado a raíz de perder una elecciones, las segundas. ¿Cómo se cobran esos pluses? ¿Quiénes los cobran? ¿Con qué criterios? Fruslerías en un país en donde quién más, quién menos, el personal se lo lleva crudo. Bueno, el personal a partir de cierto nivel.

Rajoy ha desmentido de nuevo sus palabras con sus hechos. Sí ha venido a la política por dinero. Por una real pasta, de esas de directivo de caja de ahorros camino del desastre. Una pastuqui. Pero, claro, como todo el mundo. Ahora resulta que el andoba Urdangarin aligeró al Ayuntamiento de Madrid del peso de 120.000 euros a cambio de nada, lo que tiene su mérito. ¿Quién dijo que la nada es estéril? Los filósofos, siempre en Babia; Urdangarin le saca a la nada 120.000 eurazos. Encima, el entonces alcalde, hoy ministro de Justicia del Reino, ordenó tipificarlos como "donaciones" para que el pobre yerno del Rey no se viera obligado a tributar por ellos. Los Reyes no pechan, caramba; sus familiares, tampoco. Eso lo sabe muy bien el villano Gallardón y le pone remedio con el dinero de los demás. Ignoro si el gobierno considera esta largueza del antiguo baranda madrileño motivo de dimisión. Bueno, no lo ignoro: sé que no. ¿Por qué va a dimitir el ministro de Justicia cuando la de Sanidad sigue en su puesto? Y, claro, no van a dimitir los ministros a pares. Eso es mucho para Rajoy.

Además, todo esto son bagatelas ante la aparición de otro empresario de fuste camino de la crónica de tribunales. Este Arturo Fernández, con su rostro sanguíneo, sirve todos los días cincuenta mil comidas en Madrid. Es el Pantagruel de la Corte. Atiende a la restauración del Parlamento, de la Asamblea de Madrid, de la UGT, también de CCOO (aunque no lo tengo confirmado), es el rey de la concesión, la licencia, la contrata y la subvención. Sus señorías yantan sabrosos menús por un precio menor al que pagan los niños en los colegios por calentar las fiambreras. Este Pantagruel vivaz, al parecer, paga a sus numerosos empleados en B con el fin de ahorrarse unos dinerillos. Como tal empresario sabe llevarse bien con todos pero él de quien es fiel es de su compañera de pupitre, Esperanza Aguirre y seguramente apoyará y, si es necesario, financiará su campaña de Regeneración democrática. También profesa gran amistad por el Rey. Circula por la red una foto en la que se ve a este de caza en compañía de Díaz Ferrán, Jaume Matas y el mentado Fernández, cada uno a su rollo particular que los ha llevado a donde están.

El del Rey no es menudo. El trono se le está convirtiendo en un infierno. Provisto de sus ya inseparables muletas se presenta en Bilbao a aguantar el chaparrón. Trata de que el apache que Dios le dio por yerno no lo arrastre en sus inacababless enjuagues vía la discreta Corinna. Quiere mejorar su imagen en la sociedad y, cuando está en ello, el fiscal pide se imputen varios delitos a tres parientes del Rey (primas lejanas, aclara, nervioso, el País), al parecer relacionadas con la supuesta mafia china de Gao Ping, aunque en el subsector de la llamada trama hebrea.

Los hebreos, los chinos, Pantagruel, el yerno, la Gürtel, Bárcenas, los catalanes, el estado casi insurreccional de la población, la prensa a la contra, los vituperios del exterior, los sobres, la mangancia, el expolio general. El presidente solo cuenta ya con su partido, la policía y la Iglesia.

Y él no entiende su letra.

dilluns, 11 de febrer del 2013

Esta también me representa.



Se llama Beatriz Talegón, es alcarreña y secretaria general de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas. Habla a un auditorio de ¿socialistas? en un hotel de cinco estrellas, probablemente uno de esos en los que el personal laboral cobra en negro, cuando cobra.

Enhorabuena, Beatriz.


Actualización el 12/02/2013


Con la misma buena fe con que subí el vídeo de Beatriz sosteniendo que sí me representa, traigo aquí un enlace al blog de Julián (Mutmaxel - Valencia Connection) que la interpela en un asunto de fondo y que también me representa. Julián Jiménez es un joven valenciano de veintinueve años con una experiencia muy distinta, y hasta opuesta, a la de Beatriz. Al margen de las cuestiones personales -también muy dignas de consideración, pues la política la hacen personas y no máquinas- esta situación tiene un enorme interés para la izquierda en general y el PSOE en particular y no solo porque esté planteada por jóvenes, sino porque apunta a la motivación de la acción política de aquella.  Una carta así es inconcebible en otras corrientes o partidos políticos. Solo en la izquierda. 

La carta expone una contradicción presente en toda organización de fines: seguir las directrices o la propia conciencia. Porque pensar que hay alguna organización, comunidad, colectividad, grupo, partido o movimiento en que no se dé alguna vez esa contradicción tiene un punto de ingenuidad. Cada cual la resuelve como cree conveniente y solo el tiempo y los hechos ilustran después sobre el valor moral de la solución. ¿Qué es mejor, abandonar o pelear desde dentro? No hay fórmulas ni recetas y el único criterio que valdrá a la vista de los resultados es el de la sinceridad y la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace.

Rubalcaba y la lucha contra la corrupción.

Vale. Esto ya es otra cosa. Medidas concretas en lugar de nebulosos pactos, sobre todo ese último disparate de un "pacto contra la corrupción"... con el PP. Ahora descendemos a la tierra y hablamos de cosas prácticas, factibles y razonables. Rubalcaba propone cuatro medidas de lucha contra la corrupción sin demérito, entiendo, de otras que puedan sugerirse. A Palinuro también se le ocurren algunas. Por falta de medidas no va a quedar. Las de Rubalcaba, comentadas, son las siguientes:

Primera. Prohibir las donaciones de las empresas a los partidos. Muy correcto. Solo pueden donar las personas físicas con nombre y apellidos. Yo suprimiría todas las donaciones. Que los partidos se sufraguen con las cuotas de los militantes y los fondos públicos a que sean acreedores según criterios objetivos de representatividad. Los partidos deben competir con la fuerza de las ideas; no del dinero.

Segunda. Creación de una Oficina Anticorrupción. También Ok., cómo no. Pero suena un poco a querencia patria: creamos un cuerpo nuevo y lo dotamos de medios fetén. Eso de los inpectores del máximo nivel y de los hombres de negro viene a ser como los hombres de Harrelson o los incorruptibles. Por lo demás, ya tenemos la Fiscalía Anticorrupción. ¿Qué tal si en vez de duplicar el órgano dotamos de mayores medios e independencia el que ya tenemos en funcionamiento? Y aquí está el punto débil de todos estos entes: dependen de la voluntad política del gobierno de turno, que puede facilitar u obstaculizar su labor. Una de las primeras medidas del gobierno Rajoy fue destituir a los inspectores que habían investigado la Gürtel en Baleares. En lugar de crear más órganos, yo obligaría a todas las administraciones públicas a volcar sus cuentas en la red. La ejecución de los presupuestos, compromisos, licitaciones, etc, en abierto al alcance de todos los ciudadanos. Asimismo, habilitaría a la Fiscalía anticorrupción para recibir las denuncias de los administrados.

Tercera. Unificación del conocimiento de las causas de corrupción en la Audiencia Nacional. Algo habrá que hacer, sí, para evitar la presión caciquil sobre las jurisdicciones locales y el caos procesal que suele seguirse de los aforamientos. Pero no es nada seguro que la solución sea la Audiencia Nacional. Antes al contrario, quizá habría que pensar en suprimirla porque, aparte de su poco recomendable antecedente, rompe la unidad de jurisdicción. A lo mejor también fuera conveniente reflexionar sobre la figura misma del aforamiento. Surgió como mecanismo de defensa de los representantes populares frente a las intromisiones del poder político tiránico pero, en la práctica, solo se usa como mecanismo de estrategia procesal. Incluso como medio para inmunizarse frente a la acción de los tribunales, caso Ruiz Mateos en España o Berlusconi en Italia. En lugar de la Audiencia Nacional yo ampliaría las competencias de los juicios por jurado e invertiría lo que fuera preciso para concienciar a la ciudadanía de que es ella quien debe juzgar los delitos que se cometen contra ella. Por eso era tan necesaria la Educación para la ciudadanía y por eso se la ha cargado la derecha.

Cuarta. Castigos a las empresas que corrompen. Imposibilidad de contratar con la administración pública para las empresas cuyos directivos hayan delinquido y por el tiempo de su condena. Perfecto.

Son propuestas sensatas. Pueden debatirse, matizarse; son constructivas. Pero falta al menos una que meta en el cuadro de la corrupción no solo las administraciones públicas y las empresas sino un tercer actor, un go between indispensable en la casi totalidad de las corruptelas del tamaño que sean: los partidos políticos. Estos deben ser objeto de particular escrutinio por razones obvias. A ver si somos capaces de levantarles la losa del desprestigio. Además del carácter democrático de su organización y funcionamiento que la Constitución vigente les impone con absoluta candidez, los partidos, como las administraciones, deben volcar en la red en abierto todos sus movimientos de cuentas hasta el último denario. Así como las declaraciones de rentas y patrimonios de tod@s quienes trabajen para el partido, política o laboralmente. Pero, además, los partidos deben someterse a auditorias periódicas externas acerca de la optimización de los recursos para evitar la tendencia al enchufismo y la oligarquía que se da en todas las estructuras partidistas.
La corrupción no es solamente regar veintidós millones de euros en Suiza. También lo es enchufar a un pariente. Y la lucha contra la corrupción, como la caridad bien entendida, empieza por uno mismo.

A propuesta de una lectora añadiría una ampliación del plazo de prescripción de delitos de corrupción a veinte años. Ella los querría imprescriptibles. Quizá. Irrita ver cómo los compañeros de partido del(a) corrupt@ pregonan su inocencia al haberse archivado el caso ocultando que, al haberlo sido por prescripción, no se trata de un(a) inocente, sino de un(a) delincuente a quien no se ha pillado a tiempo. 

(La imagen es una foto de Rubalcaba 38, bajo licencia Creative Commons).