dimecres, 13 de febrer del 2013

Una victoria en toda regla.



Vídeo de Bg Vázquez,colgado enYou Tube).


Notable jornada la de ayer en el Congreso. En una sola sesión ejerció de héroe y villano, según cada observador. Fue majestuoso templo donde los patricios reciben magnánimos la humilde solicitud de los plebeyos de que reconozca interés cultural a un espectáculo más bien sangriento. Y fue bastión de las libertades asediado por las enfurecidas masas (unmillóncuatrocientasmil firmas) que llegaron a colarse por las gradas profiriendo gritos e insultos. Un visionado del breve vídeo de Bg Vázquez da una idea de cómo está la política española. L@s de las PAH, con Ana Colau entre ell@s, armando alboroto y vociferando a voz en cuello, sabedores de que la voz de 1.400.000 personas tiene que hacerse oír. Y oír con la mala conciencia que muestran sus señorías, tod@s acurrucad@s en sus asientos sin atreverse a rechistar. Solo los diputados de IU se levantaron para aplaudir el comportamiento de los revoltosos, frente a los cuales, al parecer, el presidente Posadas exigió a los ujieres ¡échenlos, coño!, no muy lejano de aquel otro célebre de "¡se sienten, coño!". Estos autoritarios tienen siempre el coño en la boca cuando están de malas. Cuando están de buenas te dicen mireusté. Los diputados del PP, habitualmente amigos de la chocarrería, estaban mohínos por haber tenido que retractarse antes de haber hablado. Ya se sabe que la pelea simplemente se ha postpuesto y empezarán las bofetadas cuando haya que convertir en Ley las peticiones de las PAH, en resumen, la dación en pago, que la banca presenta como el Apocalipsis. En cuanto a l@s diputad@s socialistas, de comparsas silentes, el espectáctáculo pareciera no ir con ell@s. Sin embargo son ell@s quienes no van con el espectáculo, acerca de cuyo contenido ya no tienen mucha idea.

El evento de ayer, una victoria rotunda de un movimiento social horizontal, apartidista, extraparlamentario, tiene un enorme significado. La gente, la multitud, ha ascendido en protagonismo político, ha tomado la acción en sus propias manos, se ha valido de los cauces institucionales y ha llevado el problema a la sede parlamentaria misma en un tiempo brevísimo pero con un inmenso apoyo social. Lo ha llevado a la sede de la soberanía y ha puesto a sus señorías en el dilema de votar dación en pago, como manda la justicia más elemental o el mantenimiento de una situación que causa la ruina y el sufrimiento de muchos y hasta la muerte por suicidio. Así lo plantea Ada Colau; así es. Los recursos dilatorios de los acuerdos, las negociaciones, los pactos quedan arrumbados en la política de la marrullería.Y los diputados no saben qué hacer. Se verán presionados por ese denso movimiento social cuya fuerza radica en su número y su organización en red. Es una prueba evidente de que esta tiene capacidad para catalizar y coordinar un movimiento virtual con un impacto real.

Muchos se remitirán a la historia parlamentaria europea, a la necesidad de resguardar el legislativo del chantaje de las masas callejeras, por más que ahora no se dejen etiquetar de tales y se consideren a sí mismas "multitudes inteligentes" (smart mobs). Nada de admitir presiones del populacho. Son los mismos que admiten de buena gana las presiones de los bancos y hasta llegan a actuar como delegados de ellos. Como ese diputado del PP que ha votado en contra de admitir la ILP de dación en pago y que tiene un plan de pensiones o algo así con el BBVA. No seré yo quien dude de que ese diputado ha votado en conciencia. Pero no hay ninguna razón para preferir las presiones de los bancos a las de la ciudadanía. Por supuesto, los repertorios son distintos, unos mas refinados y solemnes y otros más tumultuosos pero no menos solemnes.

Los socialistas están obligados por las cirscunstancias a replantearse su actitud. Van a remolque de los hechos, no atinan con un discurso votan a regañadientes y tras pedir disculpas por su indiferencia de siete años en un asunto tan explosivo como la dación en pago. Y no solo en la dacíón en pago. En la lamentable decisión sobre los toros se abstuvieron. La abstención es la opción más estéril en política. El PSOE está out. Los toros tienen menos defensores que los desahuciados, aunque hubo algunos animalistas protestando fuera de la cámara. Y la ILP reunía 500.000 firmas, aproximadamente un tercio de la dación en pago. Pero con los cornúpetas la cantidad no importa porque es un asunto de principios. Uno de UPyD, que ha votado a favor de considerar de interés cultural las corridas, niega los derechos de los animales porque, dice, estos no tienen deberes. Como los niños. Luego los niños no tienen derechos. A torearlos. No merece la pena seguir para explicar a este representante popular que somos nosotros quienes tenemos deberes hacia los animales. La abstención del PSOE pasa de ser irrelevante a directamente vergonzosa. No reconocer interés cultural a la españolísima fiesta no es prohibirla. Es, simplemente, ser fiel a una idea distinta de cultura y, además, estar en contra de que esas actividades se beneficien de un denso y opaco sistema de subvenciones públicas negociadas entre copas de Magnum y Cohíbas de Vuelta Abajo.

El PSOE tiene un problema de indefinición, lo cual es problemático en momentos de polarización social. Esa indefinición, esa ambigüedad es particularmente evidente en el modo de enfocar el recrudecimiento del nacionalismo catalán que ahora se soliviantará más por entender, con razón, que la mamarrachada de los toros es un enésimo trágala que se les hace luego de que ellos los desterraran de Catauña. El cerrado centralismo del PSOE, con la negativa a toda propuesta autodeterminista empuja al PSC a un callejón sin salida y, al mismo tiempo, es suicida para el propio PSOE porque, si no gana las elecciones en Cataluña, difícilmente las ganará en España. También aquí puede decirse que se trata de una cuestión de principios. Puede. Pero, así como en el caso de los derechos de los animales el asunto es bastante claro a favor de estos, no lo es en el de los principios nacionales y por qué haya de ser mejor para España no reconocer el derecho de autodeterminación que reconocerlo.