¡Quién iba a decirlo! Hace unos días Zapatero anunció que haría campaña en estas elecciones y la centraría en denunciar la oposición de tierra quemada del PP. Y está cumpliéndolo. Va para tres años de un discurso dominante intensamente antigubernativo en la oposición y en su batería de medios con una respuesta de la parte del Gobierno tan tímida y deshilachada que parecía como si éste no tuviera defensa posible con todos los gurús mediáticos insistiendo en sus carencias comunicativas. Además se le vino encima una crisis de proporciones tan descomunales que no fue capaz de calibrar su importancia ni de cambiar a tiempo de protocolo, pensado para otro tipo de crisis, adaptándolo a los nuevos. Nadie daba entonces un euro por Zapatero ni siquiera por España, una vez que estalló la crisis griega.
Casi en las últimas el Gobierno del PSOE adoptó un durísimo programa de ajuste de esencia neoliberal que lo enemistó con una parte sustancial de su electorado. Y ahí se gestó esa diferencia de 12 a 15 puntos porcentuales en intención de voto a favor del PP, que pusieron a éste a cantar victoria antes de conseguirla y a perseverar en su política de centrar la culpabilidad de todos los males en Zapatero sin hacer niguna propuesta constructiva pues pensaba que España entraría en barrena en cualquier caso.
Sin embargo, las políticas de ajuste, restricciones, recortes de sueldos, gastos, subvenciones, proyectos que tan impopular han hecho a Zapatero, han dado buen resultado. Después de Grecia vinieron Irlanda y Portugal, todos en estado comatoso. Pero España resiste, está desvinculada de los PIGs por reconocimiento del Fondo Monetario Internacional y su situación crediticia es incluso algo mejor que la italiana y mejor que la belga. De momento el país se ha salvado y es razonable pensar que así seguirá, aunque Aznar vaya por todos los mentideros europeos y gringos ladrando su rencor y diciendo lo contrario, a ver si puede hundirlo.
La salvación de España (no su rescate) se ha hecho con cierto retroceso del Estado del bienestar pero no con el destrozo que hubiera supuesto un gobierno genuinamente neoliberal. Son ahora los votantes socialistas los que deben decidir sobre el mandato de Zapatero, si les ha fallado o, por el contrario, ha sabido preservar la política socialdemócrata tomando al mismo tiempo medidas tan radicales que han tenido el aplauso de la patronal y de la banca. Añádase que la lucha antiterrorista está en el mejor momento de su historia. La desvinculación de la violencia del independentismo radical vasco y su consiguiente integración en las instituciones, conjuntamente con los últimos sobresaltos de ETA, dan la impresión de ser como los dolores de un alumbramiento: la pacificación del País Vasco. Y eso aunque el PP se obstine en impedirlo azuzando casos como el Faisán, acusando al Gobierno de perpetua y subrepticia negociación con ETA, montándole manifestaciones en las que se pide la cárcel para el ministro del Interior y, en el colmo del dislate, igualando a éste con el etarra Troitiño. Tamaño desafuero procede de la inimitable María Dolores de Cospedal a quien, como buena manchega, las novelas de espías parecen haberle sorbido el escaso seso.
Con esos dos triunfos, la crisis y el fin de ETA, Zapatero renuncia al tercer mandato y deja al PP sin muñeco del pim pam pum. No solamente eso sino que él, aquel Bambi primerizo de quien ya nadie se acuerda, queda en una posición envidiable: tiene estabilidad parlamentaria y paz social (salvo que se le complique la insurrección de los jóvenes), aparece como pacificador del País Vasco y su destino personal ya no depende de las urnas. Eso quiere decir que puede pasar al ataque en dos vías ya anunciadas, explicando las políticas de su gobierno y criticando la oposición del PP.
Lo segundo ha empezado a hacerlo con claridad y contundencia. Dice a Aznar que no hable mal de España fuera, que no ponga zancadillas y eso es algo que entiende todo el mundo, incluso los del PP. Le recuerda, además, que la operación de Libia tiene el aval de la ONU y del Parlamento español, a diferencia de la del Irak; otra observación que se le alcanza a cualquiera. Igualmente pide a Rajoy que no trate de aprovecharse de las cuestiones de Estado en referencia a ETA y la lucha antiterrorista, cosa que también entiende todo el mundo: que no se puede hacer más caso a ETA que al Gobierno con el fin bastardo de derribar a éste a cuenta de aquella.
Hasta ahí muy bien. Contraatacar es sencillo porque la derecha ha expuesto demasiado cuerpo, ha ido muy al extremo, ha dicho muchas barbaridades. Dado que, además, va cargada con el cadáver de la Gürtel, tiene poco margen de maniobra. Pero con esto no será suficiente para que el PSOE gane las elecciones. Tiene, además, que cumplir el primer propósito, esto es, explicar la acción del Gobierno para recuperar el voto de los desengañados. Aquí hay mayor dificultad. Siempre es más fácil ir en contra que ir a favor de lo que sea. Defenderse dialécticamente a sí mismo tampoco es sencillo porque el auditorio da por supuesto que la defensa en realidad es una excusa o una engañifa. Así que aquí es donde Zapatero tiene su verdadero reto, en donde siempre se dice que lo ha tenido, en la comunicación. Veremos si, además de a las encuestas, es capaz de vencer a los gurús.
Pero lo que está claro es que Bambi ha pasado al contraataque.
(La imagen es una foto de Policy Network, bajo licencia de Creative Commons).