Andalucía puede pasar de ser el bastión del socialismo español a ser su tumba. La nueva corruptela de los EREs fraudulentos con esa pinta de compadreo entre amigos y clientes levanta sospechas de cómo se hayan gestionado otros fondos públicos, ayudas o subvenciones en otras actividades de la administración. El funcionamiento de una maquinaria de partido que lleva treinta años de gobierno ininterrumpido en la Comunidad ha generado una red de relaciones clientelares que impregna una estructura laboral con una tasa de paro sempiternamente alta. Es casi imposible que, cuando se ejerce el poder treinta años seguidos, éste, el poder, no desarrolle aquí y allá su misma esencia, que es la de corromper. Durante años el PSOE ha ido moldeándose en simbiosis con la administración autonómica como un sistema de partido dominante, cuando no hegemónico, al estilo del PRI en México.
Por eso, la clave de la democracia es la alternancia en el poder político, aunque sea la alternancia entre dos partidos que, como se queja la izquierda con frecuencia, comparten la aceptación del sistema político excepto en los detalles. La alternancia no es sólo la consecuencia de un derecho de libertad de elección, sino que es una virtud democrática. El que llega no quiere, en principio, subvertir las instituciones pero quiere dañar al que se va y para ello empieza por levantar las alfombras que en treinta años estarán a rebosar.
Detrás de los EREs viene ese sospechoso robo del despacho del hijo de Chaves, en el que revolotean papeles que, al parecer, prueban que aquel fucionaba como trujimán del negocio andaluz, pivotando sobre su relación filial con el baranda, el jefe del cotarro. Hay quien compara esto con la relación entre Gadafi y su famoso hijo y hay quien se indigna y clama al cielo por una comparación insultante e injusta. Puede que lo sea y hasta tenga un tufo racista pero al recuerdo viene también el ejemplo de Juan Guerra como gran conseguidor del reino andalusí por su relación fraternal con el Vice de entonces. Las formas se han modernizado. Juan Guerra tenía un despachito en algún complejo de la Junta; el hijo de Chaves tiene su propia empresa. No es el ujier habilidoso sino que es un autónomo. Pero la esencia del negocio es la misma: la mediación lucrativa supuestamente ilícita.
Es injusto asimismo que los escándalos de corrupción dañen más al PSOE que al PP. Como es injusto que la justicia sea tan rápida y expedita cuando se trata de la izquierda (caso Garzón, caso Ángel Luna en Valencia, esta jueza que está investigando la acción de gobierno de la Junta) y sea en cambio tan parsimoniosa cuando se trata de la derecha que en no pocas ocasiones pone fin a su actuación mediante reconocimiento de prescripción.
Es injusto pero es una realidad. El PSOE trae una tradición de regeneracionismo con un discurso moral que salta por los aires con los casos de clientelismo, enchufismo, malversación y corruptelas varias. Y deja de paso a sus militantes y votantes con una amarga sensación de estafa que abona el terreno en el que florece la abstención. Eso no sucede con la derecha que, diga lo que diga su propaganda, da la corrupción por amortizada incluso en sus propias filas. Ni los electores actúan por igual; los conservadores no parecen reprochar la corrupción a sus candidatos de forma que lo son hasta los imputados en procesos penales. Así que el PSOE paga un precio más alto por la corrupción que el PP. Injusto pero real porque es de suponer que ningún socialista de conviccion recabará para su partido un grado de franquicia frente a la corrupción similar al que disfruta la derecha.
Andalucía es la santa bárbara del navío del socialismo español. Si el socialismo andaluz naufraga, naufraga el español en su conjunto. Y ello puede producir un cambio notable en el sistema de partidos. En las próximas consultas electorales quizá suba notablemente el voto a Izquierda Unida, tanto que no sería exagerado esperar un cambio importante en el sistema de partidos, en concreto en las relaciones proporcionales entre la izquierda de no ser porque IU, corroída por sus enfrentamientos internos, hace todo lo posible para no aprovechar la ventaja circunstancial del desmoronamiento socialista.
Es mucho lo que la democracia española se juega en Andalucía. Pero es más lo que se juega el conjunto del socialismo español.
(La imagen es una foto de psoe extremadura, bajo licencia de Creative Commons).