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dilluns, 24 de novembre del 2008

El famoso auto del juez Garzón.

Por fin encontré tiempo para leer atentamente el último auto del juez Garzón por el que responde al escrito de impugnación del fiscal señor Zaragoza y se inhibe en el conocimiento de la causa por los crímenes del franquismo en favor de los órganos jurisdiccionales territoriales competentes. De entrada debe decirse que si el primer auto por el que ordenaba diligencias previas al pronunciamiento sobre su competencia era magnífico, éste lo supera con creces. Es una pieza extraordinaria tanto en lo jurídico como en lo político y lo histórico. Espero que todos los publicistas y opinantes que ensalzaron el escrito de impugnación del fiscal Zaragoza en su día diciendo que había destruido las argumentaciones del juez Garzón salgan ahora en su auxilio porque va a necesitarlos y mucho.

Por fortuna no es el caso de Palinuro porque de las diversas entradas que ha dedicado a este apasionante asunto de los crímenes contra la humanidad cometidos por los franquistas que gobernaron el país cuarenta años la del 21 de octubre pasado titulada La Ley y la Justicia y la del 24 del mismo mes titulada Blogorismo de la pelea (II): Garzón contra el fiscal sostenían que el escrito del fiscal era muy inferior al del señor Garzón, contradictorio e irrelevante y que no hacía otra cosa que repetir los argumentos de aquel con el signo cambiado y demostrar que algunos ni los había entendido. El nuevo auto del señor Garzón que puede consultarse íntegro en Público, hace añicos el escrito del fiscal demostrando que, además de incongruente, inconsistente y contradictorio, rompe el principio de unidad del Ministerio Público puesto que adopta actitudes contrarias a las defendidas por ese mismo Ministerio en otros procedimientos de idéntico contenido. Repito: aquellos que se quedaron embobados con la sapiencia jurídica del fiscal Zaragoza, ¿tienen algo que decir de la refutación del señor Garzón?

Se recordará que también hubo ilustres publicistas que salieron a decir que el señor Garzón desbarraba, a lo que Palinuro contestó con otra entrada de siete de noviembre titulada No, Garzón no desbarra. Todo eso parece ahora muy lejano. De la lectura del auto del juez Garzón se sigue que en los cuatro puntos esenciales contenciosos del asunto, los que verdaderamente nos interesan desde el punto de vista moral y político, él tenía razón: a) los delitos de los franquistas entre 1936 y 1951 son crímenes contra la humanidad; b) no han prescrito; c) no ha cuestión al principio de irretroactividad de las normas penales; d) la Ley de Amnistía de 1977 no es de aplicación. Y lo prueba con una contundencia más allá de toda duda.

Al propio tiempo, al declarar extinguida por fallecimiento la responsabilidad penal de Francisco Franco y sus cómplices, el juez Garzón se inhibe en favor de la jurisdicción ordinaria. Supongo que tiene razón y lamento mucho que lo haya hecho. Me pregunto si la dicha extinción es causa suficiente para la inhibición o si, manteniéndose que los delitos se cometieron, que fueron contra la humanidad y que en el proceso penal debe prevalecer siempre el derecho de las víctimas a la reparación, no debiera haber defendido su competencia. Sobre todo porque, como es de imaginar, al fragmentar la causa territorialmente habrá juzgados que cumplan y otros que no lo hagan.

De todas formas eso es también ya cosa de segundo orden porque el auto en cuestión plantea por fin a las claras un asunto, hasta ahora oculto, de una importancia decisiva, una verdadera bomba política que está llamada a alterar todo el planteamiento de esta cuestión: los niños secuestrados, robados por los franquistas y recluidos en centros oficiales o entregados a familias adeptas al régimen, los miles de niños a quienes robaron sus señas de identidad. Un asunto que nadie se había atrevido a plantear en sede judicial hasta la fecha y que tendrá consecuencias.

Es en conexión con este terrible asunto de los niños robados donde el auto del juez Garzón presenta testimonios espeluznantes como las citas textuales del Dr. Vallejo-Nágera, psiquiatra oficial del régimen que, con autorización de éste, hizo experimentos entre los reclusos en los campos de concentración para demostrar su idea "de las íntimas relaciones entre marxismo e inferioridad mental (...) pues si militan en el marxismo de preferencia psicópatas antisociales, como es nuestra idea, la segregación total de estos sujetos desde la infancia podría liberar a la sociedad ded plaga tan terrible" (pág. 14 del auto). Este canalla estaba convencido de que tenía que haber relaciones "entre las cualidades biopsíquicas del sujeto y el fanatismo político democrático-comunista" (pág. 19 del auto).

Por fortuna para la causa de la justicia, el proceso que ha puesto en marcha el juez Garzón ya no se podrá detener. El Gobierno tendrá que activar la aplicación de la llamada Ley de la Memoria Histórica. Pero asimismo es magnífico que el señor Garzón lo haya abierto. Su juzgado ha declarado extinguida por razón de fallecimiento la responsabilidad criminal de Francisco Franco y unos cuantos secuaces más. Eso es lo que se ajusta a derecho. Pero ajustado a derecho ha quedado claro ya en sede judicial que Francisco Franco y sus secuaces fueron un grupo de delincuentes autores de crímenes contra la humanidad. Presuntamente, claro. Que quienes hablan en público y se refieran al "anterior Jefe del Estado" sepan de quién están hablando.

Ahora, además, el procedimiento ha entrado de lleno en el terreno político, en donde la discusión se hace apasionada. He leído una furibunda diatriba antigarzoniana en el blog de Joaquín Leguina, en una entrada titulada Muertos y sepultura en la que, además de arremeter contra el juez Garzón con argumentos ad hominem inadmisibles, estructura su posición atacando en cuatro apartados que él llama "mensajes" y que dice refutar. Son los siguientes:

Mensaje 1º: niega encendidamente que la Ley de Amnistía y la transición en su conjunto fueran obra del miedo, la cesión y la claudicación. Pero, por más que lo niegue, es la verdad. ¿O es que el golpe que al final acabó dándose el 23 de febrero de 1981 no planeaba desde 1975? ¿En dónde se redactó el artículo 2 de la Constitución? Que las cosas fueran así no resta mérito a quienes las protagonizaron. Todos estamos muy contentos de cómo salió el asunto. Pero han pasado treinta años y nuestra visión puede hacerse más realista. El miedo a la amenaza estuvo presente en toda la transición, como lo estuvo después, muchos años después. Ese miedo que en muchas partes de España dura hasta hoy (quiera o no verlo el señor Leguina) es precisamente el que nos exige apoyar la actitud del señor Garzón.

Mensaje 2º: No es aceptable la idea de que "los asesinados en la retaguardia republicana ya fueron “honrados” y sus asesinos perseguidos por el franquismo. Los únicos que ahora deben ser “honrados” -y sus asesinos juzgados- son los represaliados por el franquismo." ¿Por qué no va a ser aceptable si es verdad? Dos matices, además, por si acaso. Matiz uno: por no aceptar del franquismo yo no aceptaría ni siquiera sus "honras" a los suyos; pero eso que lo arreglen ellos. Matiz dos: aquí no se trata sólo de los asesinados en el curso de la guerra sino, sobre todo, de los asesinados en la postguerra, cuando el régimen aplicó una política de exterminio sistemática durante veinte años contra los discrepantes. Esa es la importancia del proceso de Garzón que el señor Leguina pasa por alto al tiempo que llama "interesados" (ignoro por qué) a quienes lo defienden. No es solamente la guerra, es el genocidio cometido en la postguerra contra una población aterrorizada e inerme, niños incluidos, de lo que hay que tratar y no volver a ocultarlo esta vez no ya sólo por miedo (que es más o menos comprensible) sino por algún otro sentimiento que no quiero calificar y no es difícil de barruntar.

Mensaje nº 3: no todos los muertos del bando republicano son igualmente honorables. Por supuesto que no, ¿y qué? ¿Es que faltan en la izquierda agallas para decir que García Atadell era un asesino, como asesinos fueron los chequistas, los de Paracuellos y otros criminales? No lo creo. Pero ¿no es obvio que si se acepta ese motivo para no remover (y nunca mejor dicho) el asunto pagarán decenas de miles de inocentes por unos cuantos cientos de criminales?

Mensaje nº 4: rechaza el señor Leguina la propuesta de que: "La derecha española es heredera y añorante del franquismo". Respecto a los votantes, no lo sé; hay de todo: muchísimos franquistas (los que llenaban la Plaza de Oriente estarán en algún sitio ¿no?) y muchísimos que no lo serán. Respecto a sus políticos más representativos, ¿qué duda tiene el señor Leguina? ¿Qué cree que piensan el señor Fraga, el señor Aznar, el señor Mayor Oreja, etc?

Una última consideración que tiene la importancia que tiene: de los 112 comentarios que he visto a la entrada del blog del señor Leguina, hay cinco más o menos de izquierda, uno que no viene a cuento y dos contestaciones del propio señor Leguina. Los otros 104 son de la derecha más o menos cerrada. Y todos lo felicitan. A mí eso me haría pensar. Y quien crea que tengo algo de sectario, que lea la entrada siguiente.

Por cierto, García Atadell y su brigada se presentaron en casa de mi abuelo, Armando Cotarelo, en dos ocasiones para darle el paseo sin conseguirlo gracias a la enérgica intervención de mi abuela que era más de armas tomar que el propio Atadell. Don Armando murió de muerte natural bastantes años después y en la dedicatoria a su madre con que encabezó un libro sobre el seminario de nobles de Vegadeo decía que en 1938 Madrid vivía bajo el "terror rojo". Sabía de lo que hablaba.

(La imagen es una foto de sagabardon, bajo licencia de Creative Commons)

divendres, 21 de novembre del 2008

¿Olvidar? Nunca.

Como todo el mundo, el señor Rodríguez Zapatero tiene días buenos y días malos. No tanto por lo que el día le hace a él como por lo que él hace al día que, caso de que sea uno malo, nos lo amarga a todos. Ayer se descolgó con unas declaraciones negándose a ampliar la a todas luces insuficiente Ley de la Memoria Histórica cosa que ya está mal de por sí (volveré sobre ello algo más abajo) y metiéndose en un pantano metafísico que El País titulaba así: Zapatero elogia el olvido en pleno debate sobre la memoria histórica. Sostiene el presidente del Gobierno, siempre según este diario, que "todo lo que sea que eso esté en el olvido, en el olvido más profundo de la memoria colectiva de la sociedad española, será un buen dato. Los residuos irán desapareciendo, aunque hay gente que tiene más disponibilidad a olvidar, y otros tienen algo menos". La cuestión es bastante absurda. Da la impresión de que el señor Rodríguez Zapatero cree que el olvido es un acto voluntario del espíritu humano, como si la mayor o menor predisposición a olvidar fuera cosa de querer o no querer hacerlo. Eso debe de ocurrirle probablemente porque confunde olvido con perdón, como le pasa a bastante gente. Pues no señor, no son lo mismo: el perdón es voluntario; el olvido, no. ¡Qué más quisiéramos muchos que poder olvidar las amarguras, fracasos, dolores, frustraciones o actos vergonzosos por los que hayamos pasado en la vida! Pero olvidar no es un acto voluntario. Por eso muchos buscan ayuda en el alcohol. Perdonar es otra cosa. En efecto hay quien perdona con más facilidad que otros. Los católicos tienen en el perdón una de sus máximas obligaciones y está claro que raramente la cumplen. Basta con repasar la historia de la Iglesia y ver el comportamiento de los curas.

Además, ¿quién le dice al señor Rodríguez Zapatero que olvidar sea bueno? En el caso concreto que nos ocupa, la dictadura del delincuente Francisco Franco y sus cómplices, los años de asesinatos, terror y dictadura no deben olvidarse nunca. Al contrario, hay que mantener vivo el recuerdo y trasmitir de generación en generación el mensaje de que esa vergüenza, esa atrocidad, esa canallada no debe repetirse. Por la misma razón por la que ningún alemán medianamente demócrata dirá jamás que haya que olvidar los años del nazismo. Eso sólo lo dicen los nazis en Alemania y, en España, los franquistas. O sea que el señor Rodríguez Zapatero ha metido la pata bien metida. Y lo ha hecho por una motivación vergonzosa: que le dejen en paz, que no le mareen, que tiene cosas más importantes en que pensar, que él ya hizo una Ley de la Memoria Histórica que, como suele pasar en España, se acata pero no se cumple, cosa que a él ya no le atañe. Una lástima porque quien había empezado muy bien haciendo que se aprobara aquella ley, que era un paso en la dirección adecuada corre ahora el peligro de que no se le reconozca este mérito y de que, al contrario, se le tilde de obstrucionista... cuando menos.

La Ley de la Memoria Histórica es muy pacata; ya lo dijo Palinuro en su día. Pero es, lo que tiene su importancia. Porque ahora se podrá conseguir o no que se amplíe en sede legislativa pero lo que está claro es que las autoridades administrativas no podrán escurrir el bulto y seguir como hasta ahora, sin hacer nada, ante las crecientes demandas de que se localicen las fosas, que se exhume a los asesinados, que se les dé sepultura y también que se busque a los niños que los franquistas (esos grandes defensores de la familia, directos antecesores de la señora Aguirre, diga ella lo que diga) arrebataron a sus padres antes o después de asesinarlos, para entregárselos a sus secuaces.

Porque eso es lo que aquí se está poniendo en marcha, un movimiento de recuperación de la memoria histórica que, como dice Marcos Ana, "ya no hay quien lo pare". Es una pena que el señor Rodríguez Zapatero que lo puso en marcha acabe arrollado por él. Pero eso pasa mucho en las revoluciones: los que las inician son los primeros en sucumbir a ellas. Es un movimiento general basado en que la España que vivió cuarenta años aterrorizada se ha sacudido el miedo y ahora habrá que sacarlo todo: los asesinatos, las torturas, las violaciones, los secuestros de niños, todo, para que el país por fin se psicoanalice.

Los fuerzas que se oponen a esta oleada son muchas: todos los beneficiarios y descendientes de beneficiarios de aquella barbarie que duró años, todos los reaccionarios, los curas, la mayor parte de los jueces, la audiencia de la COPE y, vaya por Dios, el señor Rodríguez Zapatero. Pero será inútil porque decenas, cientos de miles de víctimas y allegados a las víctimas hacen suya ya la frase que hoy recoge Público en una crónica sobre unos descendientes de fusilados en Zaragoza: llegaremos hasta donde haya que llegar y lo mismo que se dijo ayer en el Círculo de Bellas Artes en la presentación del manifiesto de apoyo al juez Garzón: que no haya ley de punto final en España y que si hay que recurrir a la jurisdicción internacional o extranjera se hará. Porque, en efecto, tendrá gracia que haya que reiniciar la causa de Garzón a iniciativa de algún juez foráneo. Cosa tanto más sencilla cuanto que sin duda instarán a ello las personas interesadas en España-. Porque, aunque no se lo crean los jueces españoles y todos los que en este país tratan de evitar que se haga justicia a las víctimas, la jurisdicción penal universal es ya un hecho y a ver cómo paran las diligencias judiciales que se inicien en otro país para esclarecer los crímenes contra la humanidad cometidos por los franquistas, esos que según la señora Aguirre no tienen nada que ver con su partido que fue fundado por un ministro de Franco que aún está en activo y sentado en un escaño en un Senado que él contribuyó a mantener cerrado durante cuarenta años.

Todavía no he leído el último auto del juez Garzón. Lo haré en el finde. Pero me reafirmo en lo ya dicho: con independencia de cuál sea el destino judicial de esta aventura, la vía política está abierta y por ella vamos a ir en tromba a hacer justicia a todos los represaliados de la guerra civil y la dictadura. A devolver a nuestro país la dignidad que todavía tiene secuestrada en cientos de fosas comunes en su territorio. Es una pena que el señor Rodríguez Zapatero, que tuvo la valentía de poner el proceso en marcha, en lugar de continuar dirigiéndolo pretenda ahora frenarlo.

(La imagen es una foto de Raúl A., bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 19 de novembre del 2008

Blogorismos de desánimo.

Desánimo 1º: la Universidad.

Se nos cae la cara de vergüenza (o debiera) con esa noticia de que la Universidad española es la última de una lista de diecisiete países desarrollados. Como más bajo no se puede caer (que, no crean, es un consuelo) a lo mejor se aprovecha la situación para hacer algo, para rebotar, para ponerse en pie.

Ahora habrá dos líneas de planteamientos, como si los viera con las dos almas de la Universidad. Según una, la individualista, la Universidad española no existe, sino que hay equis universidades españolas (por cierto, públicas y privadas) y lo que se ha de hacer es evaluarlas por separado (cosa que ya se hace, tengo entendido) y así podrán tirarse los trastos a la cabeza, que en eso de discusiones estériles tiene la raza celtíbera la gloria de la palma. En la otra línea, la colectivista, habrá plena coincidencia, plena sociedad o colectivo en decir que falta dinero, mucho dinero y que sin financiación aquí no se hace nada.

En principio ambas reacciones son correctas: falta dinero (las universidades españolas carecen de medios en todos los sentidos o los tienen muy escasos) y conviene que se las evalúe por separado. Pero esas dos conclusiones no eximen a la comunidad universitaria de darse por enterada de la lamentable situación y de tomar medidas al respecto, de reaccionar. Por ejemplo, podían convocarse unas jornadas sobre regeneración de la universidad que estuvieran abiertas al público, con un debate lo más amplio y positivo que pueda darse en la red. De ese modo la Universidad se volcaría más a la sociedad y utilizaría más los medios que todo el mundo utiliza, en lugar de encerrarse en la torre de marfil que, de todas formas, tampoco es de marfil si no de duro hueso.

(La imagen es un fresco de Ambrogio Lorenzetti, la Alegoría del Buen Gobierno, de mediados del siglo XIV, que se encuentra en el Palazzo Communale de Siena.


Desánimo 2º: los "hijos de puta."

"Hijos de puta" llama el señor Bono a los de su partido en presencia de tres diputados del PP, y dice que está de broma. Tres de los más duros y agresivos diputados del PP (por ejemplo, el señor López-Amor, que fue Director General de TVE ¡con Aznar!), y dice que va de broma y que nada más lejos de él que el ánimo de injuriar.

Claro que no. Se cuenta de Churchill que en cierta ocasión en que estaba mostrando la Cámara de los Comunes a un joven e inexperto diputado, le dijo señalando las bancadas: "Ya ve, joven, aquí nos sentamos nosotros y ahí se sientan ellos". "Entendido Sir Winston: nosotros aquí y ahí el enemigo". "Se equivoca joven: el enemigo lo tiene Vd. aquí". Viene a ser la misma anécdota, una vez protagonizada por un caballero y otra por uno que no lo es.

Porque lo que más molesta es que se siga utilizando el término "hijo de puta" como un insulto o una injuria que trata de aniquilar al hijo en la honra de la madre y toma además a las putas en un sentido nefando mucho más injusto que si se dijera, pongamos por caso, "hijo de Bono". Sobre la caridad cristiana de la expresión ya no digo nada, salvo que el señor presidente del Congreso de los Diputados se lleve el retrato de la madre Maravillas a su casa, que falta le hace.

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).


Desánimo 3º: las fosas.

No he leído aún el auto de inhibición del señor Garzón y no es probable que lo haga. Tiene como ciento cincuenta páginas en PDF. Este Garzón escribe más que el Tostado y a velocidades sorprendentes que mi trabajo no me permite seguir. Doy pues por supuesto que acierta jurídicamente al inhibirse y lo lamento porque pienso que la causa de la justicia en este caso gana más con él que sin él, empezando por el hecho de que si está en el mundo es gracias a él. Lo lamento porque al dar traslado de la parte alícuota correspondiente de la causa a cada órgano judicial territorial competente la cosa se pondrá como siempre en España, que unos se empeñarán en su responsabilidad hasta las pestañas y otros se llamarán andana. Y queda viva la cuestión de la calificación del delito. Como no he leído el auto ignoro si la inhibición en los órganos jurisdiccionales territoriales competentes implica una calificación distinta del delito que ya no sería crímenes contra la humanidad.

Pase lo que pase, la piedra está lanzada a la charca, las aguas se agitan, las ranas croan. Y además se politiza a pasos agigantados con la nieta de Negrín impugnando la decisión de la Audiencia Nacional de paralizar las exhumaciones y acusando directamente a algunos magistrados, y las asociaciones de la memoria histórica en pie de protesta. Corresponde al Parlamento tomar una decisión política (por ejemplo explicando cómo se aplica la correspondiente Ley de la memoria histórica) en un caso que es un caso de justicia política; un tipo de justicia que se ha hecho en todas las guerras ideológicas modernas (civiles o no) excepto en España.

¿Es o no diferente?

(La imagen es una foto de sagabardon, bajo licencia de Creative Commons)


Desánimo 4º: el perro mundo.

Menos mal que los tres genios de las Azores tomaron una medida heroica, una decisión que cambió el curso de la historia en la senda preclara de ¡Guerra al terrorismo! que predicó en su día el señor Bush, hoy "Pato Cojo" (pueden ver que he puesto un cuenta atrás para que se vaya Bush en la columna de la derecha; los invito a ponerlo en sus blogs y güebpeichs) con el fin de hacer el mundo más seguro. Sí menos mal. De no haber sido así a saber cuánta gente moriría en Bagdad día sí día no, cuantos soldados estadounidenses (American lives dice siempre Mr. Lameduck demostrando que las Un-American lives le importan un comino), cuántos de otros países "aliados", aunque fuera mejor llamarlos "liados".

Sí, sí, gracias a esa clarividente decisión y al empeño puesto por los tres belicosos adalides en mentir a la ciudadanía del mundo (por su bien, claro es), hoy éste es un lugar más seguro. Basta con mirar a Tijuana, fronteriza con San Diego (EEUU) en la que en un año han muerto 650 personas en balaceras; o sea, 2/3 de los muertos causados por ETA en cuarenta años. Cambien Vds. el foco, llévenlo al África, Eritrea, Somalia, Sudán o al Congo. ¿Acaso no se trata de situaciones en que o no hay imperio de la ley ni Estado de derecho ni Estado a secas ni falta que hace?Lo que hace falta son mercados y allí los hay muy buenos de armas cortas y ligeras y minas antitodo, en garantía de la seguridad, no hay duda.

Gracias a la previsión de aquellos inolvidables dirigentes la falta de imperio de la ley en partes amplísimas del planeta se adorna con el renacimiento de la piratería en alta mar, algo que se creía más eliminado que el paludismo y que si sobrevivía era en pequeñas aventuras en navegación de cabotaje; ahora y siempre gracias a los tres timoneles, te puedes encontrar un navío corsario en aguas internacionales capaz de secuestrar un petrolero, al que considera obviamente res nullius lo que anima mucho los negocios y va a dar un impulsito al precio del carburante. Piratas en el Océano Índico. El mundo es cada vez más seguro, ciertamente.

(La imagen es una foto de dioboss, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 8 de novembre del 2008

Esas fosas que vuelven a cerrarse.

La sala de lo penal de la Audiencia Nacional ha paralizado la exhumación de las fosas donde yacen los asesinados por los franquistas en tanto dilucida si el juez Baltasar Garzón es o no competente para seguir con la instrucción del caso. Corresponde, pues, aguardar hasta que recaiga decisión que Palinuro espera sea favorable al reconocimiento de competencia.

Entre tanto no puedo menos de asombrarme de la inquina que numerosos sectores de nuestra sociedad están mostrando a la iniciativa del juez Garzón. Y no son los descendientes, allegados, cómplices, familiares o simpatizantes de los criminales que cometieron aquellas canalladas. Son, en muchos casos, gente que por razones ideológicas y/o vitales me consta que reprueban y condenan tales actos. ¿Qué puede estar pasando? Imagino que no habrá una única explicación sino que, en cada caso, se esgrimirá un motivo específico. Ayer hablábamos de un artículo del señor Savater. Hoy de unas declaraciones del señor Alfonso Guerra según el cual la iniciativa del juez "se sabe fallida" y sólo servirá para satisfacer el ego de algunas personas. Es un pensamiento indecente, propio de quien lo expone y lo expone mirándose en el espejo; porque para ego desmesurado ya está el suyo. Una opinión tan falta de nobleza y generosidad sólo podía provenir de quien sabe que habiendo tenido nueve años para realizar una tarea necesaria de restitución y justicia no hizo nada, dejando que los asesinados del franquismo siguieran padeciendo el oprobio de las fosas comunes y sus familiares el dolor de una injusticia permanente.

(La imagen es una foto mía de un paraje de un monte en cualquier parte en cualquier país).

divendres, 7 de novembre del 2008

No, Garzón no desbarra.

El otro día leí un artículo del señor Savater en El País, titulado ¿El final de la cordura? en el que con alguna chirigota que siempre viene bien para quitar aspereza a las cosas decía contundente que en general el señor Garzón le caía bien pero que "en este caso, en mi opinión desbarra por completo". Añadía que "ignoro si la razón jurídica está de su lado o la tiene el fiscal Zaragoza" pero luego resultaba que no lo ignoraba sino que venía a decir que la tal razón jurídica acompañaba al fiscal Zaragoza: "(¿qué responsabilidades penales van a pedirse, y a quién, si el franquismo es declarado culpable? ¿guillotinaremos al Rey, establecido en el trono por el dictador?)". Sostenía que "en el plano simbólico es donde resulta más clara la majadería. No tiene pies ni cabeza tratar de zanjar un debate histórico con sentencias judiciales ni combatir a los historiadores falsarios desde un tribunal". Añadía que: "Nos dicen que la derecha no reconoce sus vínculos genealógicos con el franquismo; bueno, ¿y la izquierda? ¿Aireamos de nuevo la lista de líderes políticos, catedráticos, periodistas, etcétera, con un pasado azul que tú bordaste en rojo ayer? Todos ellos fueron franquistas (o combatieron el franquismo "desde dentro", es decir, con cargos franquistas) en la época más dura del régimen: se fueron curando luego, qué cosas".

El señor Elorza publicaba ayer una breve carta en El País rechazando la posición del señor Savater y diciendo que le producía tristeza. Coincido con el señor Elorza si bien el artículo del señor Savater no me produce tristeza alguna sino, antes bien, alegría porque así se ve claramente en dónde está cada uno. Como no voy a escribir en El País porque no me publican, respondo a las anteriores aseveraciones del artículo del filósofo:

Respecto a la "razón jurídica", el proceso penal tiene, entre otros, dos aspectos esenciales: a) proteger, compensar, amparar, etc a la víctima y b) encontrar y, si es posible, castigar al culpable. Lo primero es lo esencial y es lo que queda por hacer aquí. Hay más de cien mil víctimas que esperan que se les haga justicia y esa justicia es independiente de que se pueda castigar penalmente o no a los culpables. No piden revancha, eso es absurdo. Piden justicia, lo cual no es una majadería. Majadería es decir que eso es una majadería.

Sí tiene pies y muchas cabezas zanjar un debate histórico con sentencias judiciales (lo de los historiadores falsarios es irrelevante y va de adorno) es más: es la única forma de zanjarlo.

"¿Aireamos de nuevo...", etc? Bueno, hagámoslo. No tengo el menor inconveniente aunque el argumento del "y tú más" me parezca de pena. Por lo demás, el asunto también es irrelevante: la derecha nunca reconocerá sus vínculos con el franquismo; pero es que el proceso penal no tiene nada que ver con eso.

Así que en mi opinion el señor Garzón no desbarra. Desbarra el señor Savater. Es cierto que lo hace con gracia. Pero desbarra.

(La imagen es una foto de sagabardon, bajo licencia de Creative Commons)


divendres, 24 d’octubre del 2008

Blogorismo de la pelea (II): Garzón contra el fiscal.

La pelea entre el juez Garzón y el fiscal Zaragoza se dirime en dos planos: uno formal o de procedimiento y otro material o de substancia. No siendo jurista ya dije que el primero, lleno de argucias, triquiñuelas y trampas, no me interesa y confío en que la instancia competente lo decida. Pero el segundo, el de la cuestón de fondo, sí me interesa y mucho. Al respecto no salgo de mi asombro cuando oigo o leo que el recurso del señor Zaragoza destruye la argumentación del juez Garzón, que es mucho mejor, más sólido, etc. Quienes tal dicen no deben de haber leído el auto del juez que es mil veces mejor que el recurso por tres razones: 1ª) porque el recurso es inconsistente y hasta contradictorio, como ya expuse en el post del 21 de octubre, titulado La ley y la Justicia; 2ª) porque no hay un solo argumento en el recurso que no lo hubiera planteado y resuelto antes Garzón en su auto; el recurso no hace otra cosa que repetir el auto pero en negativa; 3ª) porque el texto que es verdaderamente innovador, con energía, con categoría intelectual, que abre perspectivas a una interpretación avanzada del derecho es el auto del juez; el recurso del fiscal es un refrito que consagra una visión estrecha, negativa y, en el fondo injusta, del derecho.

(La imagen es una foto de sagabardon, bajo licencia de Creative Commons)

dimecres, 22 d’octubre del 2008

Blogorismo carcelario.

La empresa adjudicataria de la demolición de la cárcel de Carabanchel ha comenzado ya el derribo, haciendo caso omiso de la petición del juez Garzón, de las movilizaciones de los vecinos de la zona y de una opinión muy extendida en la sociedad de que ese lugar se preserve como centro cívico de la memoria de la represión franquista y no se derruya para construir viviendas (que, de todas formas, nadie podrá comprar) y centros comerciales. Como ex-preso político del franquismo que pasó algún tiempo en esa prisión provincial he contemplado indignado cómo los policías, ayudados por vigilantes jurados que a duras penas retenían a unos amenazadores rotweilers, impedían que la gente pudiera entrar en el recinto carcelario, abandonado hace muchos años. Al poder político, nunca se le acaba de entender: los de antes no nos dejaban salir de Carabanchel y estos no nos dejan entrar. El caso es fastidiar.

(La imagen es una foto de k-naia, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 21 d’octubre del 2008

La ley y la Justicia.

Según opinantes de uno u otro trajín el propósito del juez Garzón de procesar a la Dictadura por un crimen de lesa Humanidad tiene muy pocas esperanzas de prosperar, sobre todo a la vista del recurso durísimo de la fiscalía interpuesto ante la sala de lo penal de la Audiencia Nacional contra el auto por el que se declara la competencia del juez. Puede que sí, puede que no, según lo que decida dicha instancia. Leído el recurso con la misma atención con que leí el auto del juez hay que reconocer que es, en efecto, tajante. Está por ver que prospere aunque es de suponer que sí dado que el tipo de argumentación que emplea, más formal que material, probablemente conecta mejor con el espíritu de quienes han de pronunciarse sobre él que el apasionado texto del instructor.

El fiscal ha montado muy bien su argumentación y ha hecho estupendamente oponiéndose de plano a la intención del juez. Eso es imprescindible para que sea cual sea la decisión final, se haga justicia con las debidas garantías para todos, incluidos los muertos. Su razonamiento tiene dos partes: en una justifica la vía de recurso que ha empleado y en la otra (la más extensa) desmonta las argumentaciones del juez instructor en su auto. No siendo jurista omitiré todo comentario sobre la primera cuestión que, además, no me interesa gran cosa. Ya decidirá la sala de lo penal lo que corresponda. Pero siendo ciudadano interesado y muy interesado por los asuntos de la justicia, no me privaré de dar mi honrado parecer de lego racional sobre la segunda en el bien entendido de que asimismo acataré lo que al respecto decida el órgano judicial competente, me guste o no. Además haré un comentario final que espero sea pertinente con independencia de la decisión de la Audiencia.

El fiscal desmonta punto por punto el auto recurrido concentrándose en los siguientes aspectos: a) niega que el juez Garzón sea competente por razón del delito investigado ya que éste, dice, no es uno de lesa Humanidad sino una serie de delitos comunes para los que serían competentes los juzgados ordinarios del lugar de comisión; b) afirma que el juez Garzón pretende instruir una especie de "causa general" contraria a derecho; c) afirma que el auto viola el principio de irretroactividad de las normas penales no favorables; d) sostiene que también rompe el principio de prescripción de los delitos (que no se hayan declarado imprescriptibles con anterioridad); y e) piensa que el juez de instrucción se permite ignorar la Ley de Amnistía de 1977, cuya eficacia fue plena cuando menos hasta la aprobación de la Constitución de 1978.

En realidad estas objeciones ya se exponían y refutaban en el auto recurrido. Como se ve toda la argumentación del fiscal (y la del juez Garzón) descansa, como es lógico, sobre la tipificación del delito cometido. Si, como sostiene el juez, se trata de uno de lesa Humanidad, todas las objeciones planteadas se vienen abajo ya que, en tal caso, el juez será competente, el delito es imprescriptible y no puede acogerse a la amnistía de la Ley de Amnistía de 1977. Con respecto a las objeciones de que se pretende abrir una especie de "causa general", el juez Garzón ya lo había tipificado (bien o mal) como un único delito al afirmar que: "no fueron cometidos como delitos aislados, sino como una parte de un plan de ataque generalizado y sistemático contra una parte de la población civil" (p. 39 del auto) y al tratar sobre la prescripción sostiene que el delito sigue vivo por ser permanente pues "ya eran conductas delictivas en el momento del comienzo de su ejecución, poco antes de la guerra civil y siguen cometiéndose en la actualidad, dada su naturaleza de delitos permanentes" (p. 40 id.). Este es el punto más débil de la argumentación del fiscal que incluso incurre en contradicción porque niega que se trate de un delito permanente ya que éste se extingue "bien con la puesta en libertad del sujeto, bien por el notorio fallecimiento del mismo como sucede en todos estos casos"(p. 29 del recurso. Negrita mía), pero luego se ve obligado a reconocer que la prescripción se da con "la declaración de fallecimiento de muchos de los represaliados de la Guerra y postguerra civil"(p. 31 id. Negrita mía.) "Muchos" obviamente no son "todos" y, a tenor de su propia argumentación, el fiscal tendrá que reconocer que allí donde los secuestrados no fueron puestos en libertad ni su fallecimiento declarado, se mantiene un delito permanente.

Con respecto a la Ley de Amnistía, el juez Garzón ya había dicho que: "cualquier ley de amnistía que buscara eliminar un delito contra la humanidad que no puede catalogarse como crimen o delito político, sería nula de pleno derecho y por ende no se aplicaría al supuesto" (p. 47 del auto). Será correcto o no pero es también punto que depende de la tipificación del delito como de lesa Humanidad.

La parte más contenciosa es, por supuesto, la de la prescripción o no prescripción. También depende de que se admita o no que se trata de un delito de lesa Humanidad. Ambos, juez y fiscal, citan en su apoyo la sentencia del Tribunal Supremo del 1º de octubre de 2007 en el recurso de casación de la de la Audiencia Nacional de 18 de abril de 2005 que condenaba a Adolfo Scilingo por crímenes de lesa Humanidad cometidos en la Agentina en 1976 y la citan en sentidos diametralmente opuestos.

Doctores tiene la curia y a ellos corresponderá decidir.

Mi último comentario: sea cual sea esa decisión, hay algo que el auto del juez Garzón ya ha conseguido, si no en el terreno jurídico, sí en el político y moral. Ha conseguido presentar a los ojos del país al General Francisco Franco y sus colaboradores como una asociación de delincuentes, de asesinos y rebeldes contra el Gobierno legítimo. Eso no lo cuestiona ya ni la fiscalía cuando, con intención de argumentar la prescripción, reconoce que: "en consecuencia nos encontramos manifiestamente ante delitos de asesinato, circunstancia que puso fin a la situación ilícita de privación de libertad (requisito que contempla el art. 132 para el inicio del cómputo de la prescripción)" (p. 2 recurso. Negrita mía); o cuando a la hora de negar la competencia al juez Garzón argumenta: "Ahora bien, asumamos como hipótesis jurídicamente defendible la calificación de los hechos consistentes en la sublevación militar del año 1936 y su actuación en la postguerra como un delito contra la forma de Gobierno a los efectos de determinar las normas de competencia aplicables" (p. 38 id. Negrita mía). O sea que, a los ojos de la conciencia moral colectiva, a los ojos de la Justicia, Franco y sus secuaces fueron unos asesinos, secuestradores, reos de un delito contra la forma de Gobierno.

Dicho en román paladino y en sede judicial (tenga ello efectos jurídicos posteriores o no) el "anterior Jefe del Estado" fue un asesino. Esto es también lo que en su día consiguió Garzón cuando pretendió procesar al asesino Pinochet. No lo consiguió porque ardides de diversa calaña moral se lo impidieron pero, a partir de ese momento, el exdictador chileno no volvió a levantar cabeza y hoy su memoria es la de un asesino, torturador y ladrón.

Iba a decir que me conformaba con esto pero, pensando en las víctimas, no es así. Esas víctimas en las que también piensa el fiscal cuando dice "Con las disposiciones previstas por esta ley (de la Memoria Histórica), van a poder iniciar, proseguir y terminar todo el trabajo de localización, identificación, exhumación y entrega de los restos mortales de asesinados y ajusticiados en ese período negro de nuestra reciente historia, y en esa tarea contarán siempre con la incondicional colaboración del Ministerio Fiscal" (p. 7 recurso). Ojalá. Y ojalá que el asunto no se quede ahí pues con eso se habrá hecho justicia, pero no justicia completa porque, con independencia de esta o aquella ley, donde hay una víctima, hay un victimario y donde hay más de cien mil, hay un criminal de lesa Humanidad. O más.

(La imagen es una foto de sagabardon, bajo licencia de Creative Commons)

diumenge, 19 d’octubre del 2008

Visceralidad.

Que si esperpento, que si astracanada, que si disparate jurídico; que si el señor Garzón es un histrión, un sinvergüenza, un juez estrella, un ignoramus; que si pretende hacer una juicio a la derecha, abrir el camino a la revancha de la izquierda, hacer una nueva causa general; que por qué no pide el certificado de defunción de Napoleón... Entre los políticos y los columnistas de la derecha ayer no dejaron un hueso sano al juez Garzón. Estaban fuera de sí mostrando de tal modo tanto su nulo respeto por las decisiones judiciales como el miedo que tienen a que, por fin, el país ajuste cuentas con la Dictadura de verdad y salgan a la luz los asesinatos, torturas, violaciones, persecuciones, robos que se cometieron a cientos de miles entre 1936 y 1952 y sobre los cuales se edificó luego el "orden jurídico" de aquel régimen de delincuentes y criminales.

Es miedo lo que delata tanta visceralidad. Rabia y miedo. Miedo a la verdad. ¿No habíamos quedado en olvidarnos todos de todo?, dicen indignados. En nuestra generosidad, a pesar de haber ganado la guerra, aceptamos la democracia en el entendimiento de que nadie hurgaría en el pasado y héte aquí que llega un juezucho de tres al cuarto y rompe el gran pacto de la transición. El pacto del silencio.

No obstante aquí no se trata de otra cosa que de encontrar los cuerpos de las personas asesinadas por los franquistas durante aquellos dieciséis años porque eso es de justicia y es un derecho de los familiares y de la sociedad en su conjunto. Nadie quiere vengarse de nadie pero sí que se sepan los nombres de los asesinos, los torturadores, los pistoleros y esbirros que cometieron aquellas canalladas. Los fallecidos serán exonerados, los vivos, si se tercia, procesados con todas las garantías de la ley. No por venganza sino porque en una sociedad civilizada los delitos no deben quedar impunes. Y frente a eso ninguna ley de amnistía ni de punto final puede prevalecer.

Por eso está la derecha tan rabiosa, porque tiene miedo. Miedo por los intereses creados, claro está. Miedo de mirar a la verdad cara a cara, de que se sepa que erigieron su "paz" sobre fosas comunes de un pueblo masacrado y que, en muchos casos, su prosperidad se debió al saqueo y el pillaje; al botín de guerra. Tipos que siguen llamando al General felón "el anterior Jefe del Estado" es evidente que se sentirán personalmente agredidos por la decisión del juez Garzón. Muchos de ellos son ya viejos pero es bueno aprender, aunque sea de viejo, que el tiempo hace justicia

Dice el señor Rodríguez Zapatero que el franquismo ya ha sido juzgado por la historia. Por supuesto, por supuesto. Ya lo había sido desde el mismo dieciocho de julio de 1936 cuando un grupo de generales y mandos militares traidores y delincuentes, se alzó en armas contra el gobierno legítimo de la República. Pero ese juicio negativo no parece haberse escuchado bien. Sigue habiendo mucha huella de aquel régimen criminal: el Valle de los Caídos, por ejemplo; el arco de la Victoria (¿?) en La Moncloa; una fundación "Francisco Franco". ¿Alguien ha creado una fundación "Benito Mussolini" en Italia o una "Adolf Hitler" en Alemania? ¿Qué fines de interés colectivo y avance social puede perseguir una fundación "Francisco Franco"?

La visceralidad de la derecha muestra su miedo también en otro terreno en el que todavía nadie ha aquilatado las consecuencias de las actuaciones judiciales del señor Garzón: si el golpe de Estado de los militares fascistas españoles fue delictivo, todos sus actos son nulos de pleno derecho, empezando por sus famosos "Principios del Movimiento Nacional" que juró el Rey don Juan Carlos para convertirse luego en sucesor "a título de Rey" de aquel asesino. En el momento en que esto sucedió, el Rey pronunció un discurso en el que dijo lo siguiente:

"Una figura excepcional entra en la Historia. El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado. Su recuerdo constituirá para mí una exigencia de comportamiento y de lealtad para con las funciones que asumo al servicio de la Patria. Es de pueblos grandes y nobles el saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien, como soldado y estadista, ha consagrado toda la existencia a su servicio."

Si quería ser Rey no hay duda de que no podía decir otra cosa. Pero nadie lo obligaba a ser Rey. Pudo negarse y si lo fue se debió a su estricta voluntad. Ahora, con el auto del juez Garzón en la mano, S.M. Juan Carlos I resulta profesar respeto y gratitud a un asesino, un criminal de lesa Humanidad. Si Dios escribe recto con reglones torcidos, esta Monarquía parlamentaria española fundamenta su carácter democrático y de respeto de los derechos humanos en el legado de un delincuente a quien España, en efecto, "nunca podrá olvidar" pero no por soldado y estadista sino por asesino.

No quiero ponerme tremebundo pero, a todos los efectos políticos, morales y jurídicos poner en cuestión la Dictadura es poner en cuestión la Monarquía que fue su heredera. Una monarquía que es una democracia y un Estado de derecho, sin duda, pero que tiene un vicio de origen que ahora se ve con claridad.

(La imagen es una foto de sagabardon, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 17 d’octubre del 2008

El juez Garzón.

Bien, muy bien por el juez don Baltasar Garzón que mediante auto dictado ayer y que se puede leer íntegro en El País se declara competente para la tramitación de la causa "por los presuntos delitos permanentes de detención ilegal, sin dar razón del paradero, en el contexto de crímenes contra la Humanidad" en contra de Francisco Franco Bahamonde y otros treinta y cuatro criminales y delincuentes entre otros (pues también recaba la identificación de los pistoleros jefes de La Falange por entonces) que detentaron el poder político en España entre el 18 de julio de 1936 y el 31 de diciembre de 1951. Competente para investigar el paradero de 114.266 personas desaparecidas, presuntamente detenidas, torturadas, asesinadas y enterradas en lugares desconocidos por orden de los criminales más arriba citados. Es decir, se declara competente para hacer justicia, una justicia que ha tardado más de setenta y dos años en materializarse pero que al fin se hace.

Hoy es un día grande para España, el día en que comienza la cuenta atrás para la recuperación de su dignidad como nación. El día que cientos de miles, millones de compatriotas no han podido ver pero que otros muchos celebraremos honrando su memoria.

Y todo ello gracias a la audacia, el tesón y la tenacidad de este juez singular que no se ha plegado a nada ni a nadie y que, en la medida en que cada juez encarna personalmente la totalidad del poder judicial, él lo hace de modo irreprochable.

Merece la pena leer ese auto. Merece la pena leer que por fin un juez, un modesto juez de instrucción, da voz a la causa de la Justicia para calificar de este modo a los asesinos que gobernaron este país durante cuarenta años gozando de todos los honores, con la complacencia de la Iglesia, la banca y el Monarca hoy reinante quien tras jurar fidelidad a los principios "constitucionales" de aquellos canallas, tuvo palabras de afecto y reconocimiento al más sanguinario de todos ellos:

"Desde luego, debe quedar claro, en esta fase inicial del procedimiento, y a los efectos de concretar cual fue la acción desplegada (“alzamiento nacional” o insurrección armada el 18 de Julio de 1936) que, con ésta, los rebeldes pretendieron alzarse contra el Gobierno legítimo y exterminar a los opositores, en forma sistemática.

Quienes se alzaron o rebelaron contra el Gobierno legítimo y cometieron, por tanto, un delito contra la Constitución entonces vigente y contra los Altos Organismos de la Nación, indujeron y ordenaron las previas, simultáneas y posteriores matanzas, torturas y detenciones ilegales sistemáticas y generalizadas de los opositores políticos, y provocaron el exilio forzoso de miles de personas. A fecha de hoy se desconoce el paradero de miles de estos detenidos y, esa acción es precisamente la que determina que ahora se esté planteando la exigencia de responsabilidades en esta instancia.

El carácter de crimen contra la humanidad que se fija para la acción militar ilegal desplegada a partir del 18 de Julio de 1936 para quienes lo propiciaron, participaron, desarrollaron y ejecutaron en las diversas formas establecidas por el Código Penal (artículos 28 y 29) no debería ofrecer duda, a tenor de lo dicho y de lo establecido en el artículo 607 bis."

¿Queda claro? Delincuentes, asesinos y criminales, reos de crímenes contra la humanidad.

El auto no solamente tiene esta calificación jurídica de los actos sino que, además, responde una por una a las seis objeciones que se han venido levantando en contra de la instrucción de la causa con argumentos que Palinuro encuentra irreprochables y contundentes y con los que está plenamente de acuerdo como verá quien consulte los posts de los pasados días dos y tres de septiembre y titulados Tres hurras por el Juez Garzón y Nueve hurras por el juez Garzónrespectivamente. Por supuesto con este acuerdo no se pretende en absoluto decir que los argumentos en pro de instruir la causa y no archivarla sean irrebatibles. Quiere simplemente decir que quienes creemos que esa causa debe abrirse y debe hacerse justicia a las víctimas los encontramos convincentes. Pero como, a diferencia de los asesinos cuyos crímenes se pretende ahora enjuiciar, confiamos en la justicia, estamos dispuestos a escuchar las razones de la(s) parte(s) contraria(s) por si estuvieran mejor fundadas que éstas. Corresponde ahora al fiscal oponerse a la instrucción de la causa si lo estima pertinente y hacerlo fundamentando debidamente su posición. Ese es un derecho que los criminales más arriba citados jamás reconocieron a sus víctimas, que fueron miles.

Los impedimentos que el juez Garzón enumera y desmonta de modo lógico y convincente son:

1. El de la irretroactividad de la ley penal.- 2. La cuestión de la permanencia o no permanencia delictiva de los hechos, esencialmente de detenciones ilegales (desaparición forzada de personas) en las cuales aún no se ha dado razón cierta del paradero de las víctimas y su incidencia sobre la prescripción.- 3. El de la posible aplicación de la amnistía a los hechos denunciados.- 4. La competencia del Juzgado y de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, en función del concurso de delitos que puede darse.- 5. La identificación de las personas posibles responsables de los mismos delitos a los que se refieren las denuncias presentadas.- 6. La protección de las víctimas de estos hechos.

Debe añadirse a ello que el juez Garzón explícitamente rechaza la acusación que se le ha venido haciendo de querer abrir una causa general desde "el otro lado", acusación que no solamente demuestra mala fe sino también una ignorancia supina.

De modo similar en algún lugar he leído que alguien que se las da de gracioso y no es más que otro ignorante, se ríe de que el citado juez pida que se aporte la prueba dcocumental del fallecimiento de Francisco Franco cuando es obvio que ésta debe constar en autos a los efectos sobre todo de exonerarle por fallecimiento de la responsabilidad por los crímenes que cometió.

Otros dos argumentos que en el fondo son el mismo andan circulando con la vana intención de minar la fortaleza de la argumentación del instructor: el que dice que éste quiere investigar los crímenes franquistas pero no el de Paracuellos de Jarama y el que dice que la materia investigable no empieza en julio de 1936 sino en octubre de 1934. En ambos casos, si embargo (y en el de Paracuellos el propio juez Garzón lo hace explícito), los vencedores en la guerra ya instruyeron las pertinentes diligencias judiciales en su día, mientras que los de estas víctimas ni se tocaron.

Por último no quiero dejar de mencionar un aspecto del auto con el que por razones personales estoy especialmente de acuerdo. Aparte de la decisión del juez de ordenar que se abra la fosa en la que se supone que yacen los restos de García Lorca que la prensa señala hoy cuenta, y mucho, la de paralizar las acciones de demolición de la antigua cárcel de Carabanchel. Como expreso político creo que ese lugar tan simbólico de la resistencia antifranquista debe tener un destino distinto al de convertirse en bloques de viviendas con un centro comercial y un McDonald's.

Ya sé que me repito cuando digo que hay que leer íntegro el auto y espero que se me disculpe por la emotividad del momento que es el que tantos cientos de miles de personas llevamos años esperando; los que, como nuestros padres, defendieron al Gobierno legítimo de la República y sufrieron después persecución, cárcel y exilio por ello y quienes, nacidos tras la guerra civil, nos opusimos activamente a la Dictadura y asimismo sufrimos persecución por igual motivo. Muchos de nosotros no hemos pedido jamás compensación ni resarcimiento; sólo hemos pedido justicia y gracias al juez Garzón y si las cosas no se tuercen, por fin la tendremos.

(La imagen es una foto de Carolonline, bajo licencia de Creative Commons)

dissabte, 27 de setembre del 2008

Nuestro deber: encontrar a las víctimas.

El juez Baltasar Garzón ha dictado nuevas providencias reclamando bien información más precisa a los organismos a los que ya se la había solicitado y le habían contestado, bien recordando el deber de colaborar con la justicia a aquellos otros que, como la Conferencia Episcopal Española, se llamaron andana, lavándose las manos como Pilatos y sosteniendo que el asunto no era de su incumbencia. Es intolerable que los curas que han beatificado a cientos de sus caídos en la contienda se nieguen a colaborar para encontrar a los asesinados por los suyos, enterrados en lugares ignotos. En verdad es gente sin piedad y sin compasión y si por algo deseo que exista ese cielo e infierno en cuyo nombre cometen sus tropelías es por verlos llorando y crujiendo los dientes por toda la eternidad por crueles y desalmados.

Ruego a quien piense que exagero que medite sobre este párrafo extraído de El País de ayer:

"Se solicita también información sobre el fondo documental del Auxilio Social -el patronato encargado de rescatar para la dictadura a miles de hijos de republicanos que fueron dados en adopción a familias adeptas al régimen- para conocer más sobre los progenitores fallecidos o desaparecidos de esos menores.

Se le revuelven a uno las entrañas. Los franquistas cometieron con miles de niños la misma canallada que la dictadura argentina de los Galtieri, Videla y demás basura humana. Los franquistas, el auxilio social, los curas, los católicos, los que se pasan el día hablando de la caridad, el perdón, los valores de la familia, el amor filial, la paternidad. Aquella pandilla de delincuentes condenó a miles de niños a vivir unas existencias falsas con padres que no eran los suyos, a ignorar todo de los verdaderos, empezando por el hecho de que habían sido asesinados. El baldón que cae sobre la Iglesia católica española es inconmensurable y no hay que permitir a sus ladinos monseñores escurrir una vez más el bulto. Tienen que colaborar con la justicia para sacar a la luz los restos de quienes, además de morir asesinados, perdieron la posibilidad de que sus descendientes los buscaran.

No se trata de que aquellos granujas o sus herederos espirituales pidan perdón, cosa en la que son especialistas con la boca chica. Se trata de que cumplan con su deber y presten toda su colaboración a la justicia hoy representada muy dignamente en la persona del juez Garzón.

Porque es claro que no hay artimañas ni argucias que sirvan en esta situación, que no puede haber excusas por razón alguna, sea de tiempo, oportunidad o principio, para atender a la obligación que tenemos como colectividad, como sociedad, de dar halladas a las víctimas de los asesinatos (el señor Garzón insta también el conocimiento de las del lado republicano y hace muy bien) para devolvérselas a sus familiares incluso aunque haya que encontrarlos entre quienes han vivido toda su vida engañados e ignoraban que eran hijos de personas asesinadas.

Por eso mismo es incomprensible que haya quien en la izquierda se oponga al cumplimiento de este elemental deber de humanidad que tenemos los españoles. Al parecer el señor Leguina, a quien tengo en gran estima por otros conceptos, ha publicado un artículo acusando al señor Garzón de ignorar la ley por pretender encontrar a las personas asesinadas por los franquistas y enterradas de cualquier modo en fosas comunes. No me parece que el señor Garzón ignore ley alguna sino que al contrario tiene la valentía de aplicar las que hay como debe hacerlo. Sí me parece en cambio que el señor Leguina ignora un deber de humanidad elemental, cosa que sólo puedo atribuir a un estado de irritación o enajenación pasajeros.

En ese espíritu del deber de encontrar a los represaliados, torturados, asesinados y hechos desaparecer que se está convirtiendo en una exigencia colectiva española imparable se dan momentos bellos, con manifestaciones de gran humanidad y sentimiento con las que todos, si las escuchamos, mejoraremos mucho. La última el conmovedor artículo que publicaba ayer en El País el escritor Julio Llamazares, titulado La perserverancia de los desaparecidos.

Hasta hace un par de años, hasta su fallecimiento, mantuve correspondencia y trato frecuente con una anciana hija de un alcalde socialista de un pueblito de Toledo a quien los fascistas fusilaron un amanecer cuando tomaron el lugar, tras torturarlo durante toda la noche anterior, enterrándolo en algún lugar desconocido. Antes de matarlo le dejaron escribir dos cartas, una a su madre y otra a su esposa. Mi anciana amiga conservaba una de ellas, ya no recuerdo cual, la había enmarcado y la tenía en su casa, bien visible en una pared. Aquella mujer vivió toda su vida con la ilusión de encontrar algún día los restos de su padre cuya carta se sabía de memoria.

¿Cómo es posible invocar "razones" de oportunidad o conveniencia para no cumplir con nuestro deber de encontrar a todos los desaparecidos?¿Cómo es posible no estar dispuesto a remover la tierra de España entera para encontrar los restos del padre de mi anciana amiga para que sus familiares los depositen junto a los suyos?

(La imagen es una foto de Wessex Archeology, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 25 de setembre del 2008

El lugar de Dios.

Dice el señor Stephen Hawkings que no ve que la ciencia deje espacio a Dios, lo cual es congruente con su suposición de que se puede explicar el origen del universo sin necesidad de contar con la existencia de la divinidad, que adelantaba en su best seller La historia del tiempo. Sí y no. La ciencia ilumina al universo como la aurora de rosados dedos lo hace con la tierra, disipando cada día las sombras de la noche; pero no desaloja a Dios como si fuera una de éstas ya que Dios no está ni ha estado nunca ahí fuera, ocupando algún lugar, desde un sitio concreto en lo alto de un monte hasta confundirse con toda la naturaleza al modo espinoziano. Dios no existe ni ha existido nunca (y, digamos, ha dejado de hacerlo en algún momento) sino que está en la cabeza y en el corazón de los seres humanos que son quienes lo han creado más o menos a imagen de lo que piensan sea su semejanza. Y como quiera que los seres humanos sí ocupamos espacio en el universo, cada uno de nosotros al menos durante una temporada, así lo hace también nuestra divina criatura. Por eso digo que sí y no a la afirmación de Mr. Hawking.

Dios, los dioses en general, son un producto del espíritu humano puesto a buscar explicaciones a las preguntas últimas del qué somos, de dónde venimos y a dónde vamos y como sea que ese espíritu es muy variado, también lo son sus criaturas. Hay panteones con un solo Dios, panteones con muchos dioses, panteones sin ninguno, con dioses de paso y hasta ausentes. Hay dioses buenos, malos y regulares, vigilantes, celosos, desentendidos, olvidadizos, caprichosos, justicieros, injustos, inmortales y hasta mortales. Pero están todos en nuestra cabeza igual que, como decía Paul Éluard, "hay otro mundo, pero está en éste".

La cuestión es que a fuerza de imaginarlas hemos acabado por creer en la realidad de esas nuestras imaginaciones a las que hemos dotado de tal verosimilitud que en muchos casos (según quién y cuándo) estamos dispuestos a matar a aquellos que nieguen su existencia o sucumban a la extravagante tentación de creer en otras. Si no está la cosa tan paroxismal, simplemente nos limitamos a establecer una distinción básica entre los seres humanos: de un lado aquellos que, como nosotros, creen en el Dios verdadero y del otro todos los demás, los que creen en otros dioses, en otros milagros o portentos a los que miramos por encima del hombro ya que se entregan a lamentables prácticas idolátricas y supersticiosas.

Esto es definitivo: nuestro Dios hace milagros cuando le place; y no sólo él, sino sus familiares (por ejemplo, su hijo) y muchos de sus servidores más fieles a los que llamamos santos. Los demás creen en diversas supersticiones a las que llaman milagros. Esta pintoresca parcialidad está más extendida de lo que parece. El otro día, ante mi afirmación de que el Opus es una secta, un lector anónimo escribía: "El Opus Dei no es una secta, es una Prelatura Personal de la Iglesia Católica; es decir, tiene cuerpo jurídico reconocido por el Derecho Canónico". Y a continuación me exigía que hablase "con propiedad", cuando era lo que estaba haciendo. Según el DRAE, una secta es (en primera acepción) un "conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica". O sea el Opus, por ejemplo. Claro que mejor es aun la tercera acepción que seguro encaja con lo que piensa mi corrector: "conjunto de creyentes en una doctrina particular o de fieles a una religión que el hablante considera falsa." Considero falsas todas las religiones por tanto todas son sectas. Mi corrector seguramente sólo considera falsas las religiones que no sean la suya, así que únicamente aquellas serán sectas. Por lo demás de acuerdo con el DRAE que es el que determina la propiedad en el hablar, que el Opus sea una prelatura personal etc, etc no lo hace menos secta.

Con lo dicho hasta aquí está claro que por mucho que avance la ciencia siempre habrá lugar para Dios en el universo mientras los seres humanos sobrevivan. Hay muchos colegas del señor Hawking, tan científicos como él que son firmes creyentes. En su famosa conferencia ¿Juega Dios a los dados?, el profesor de física teórica ya recordaba cómo Laplace había respondido a Napoleón que no precisaba de la hipótesis de la existencia de Dios para explicar el universo pero eso no quería decir que la negara. Es más uno de los rasgos típicos de nuestro tiempo en que ha llegado a aventurarse la hipótesis de que el conocimiento científico esté agotando la materia por conocer es lo muy presente que está Dios en las relaciones sociales.

Que se lo digan si no al cardenal Rouco Varela que acaba de hacer unas declaraciones dejando bien claro que no solamente su Dios está bien presente en España, cuando menos, sino que sus mandatos en lo relativo al aborto, por ejemplo, están por encima de mayorías y minorías, por encima de la opinión pública de forma que el hecho de que la vigente ley del aborto esté apoyada por una amplia mayoría ciudadana y de que también pueda estarlo la que se avecina no significa nada y sigue siendo un asesinato. Si monseñor Rouco pudiera, el Parlamento español se comería la legislación sobre el aborto con patatas y lo mismo tendría que hacer con la asignatura de Educación para la ciudadanía y la así llamada Ley de la memoria histórica.

La innegable presencia de Dios en el ánimo de Monseñor Rouco es lo que le permite hablar sin gran respeto por la lógica ni por la memoria ni siquiera por alguna de las virtudes que su Iglesia propugna, como la caridad. El arzobispo de Madrid falta a la lógica cuando dice en relación con la Educación para la ciudadanía que la "ley se va a cumplir" pero, al mismo tiempo, anima a los creyentes a recurrir a la objeción de conciencia cuyo busilis es, precisamente, incumplir la ley. La falta de memoria de Monseñor es también chocante. Afirma que en un Estado de derecho se puede hacer uso de los de manifestación, la libertad de expresión y el derecho a reunión, para expresarse y se olvida de mencionar que tales derechos son resultado de una conquista social en dura lucha contra la dictadura que los negaba apoyándose precisamente en la Iglesia del nacionalcatolicismo que es el terreno en el que florecen los Roucos.

Por último, la llamativa falta de caridad del Cardenal que bien se aprecia en su afirmación de que la Ley de la Memoria Histórica es "innecesaria"; si lo es, será porque a sus ojos esos ciento cuarenta y tres mil y pico asesinados por los fascistas en España y enterrados en fosas comunes de cualquier manera, deben seguir ahí para, dice este prelado de corazón de piedra "no trasladar problemas superados a las nuevas generaciones". ¿Quién lo autoriza a afirmar que los problemas están "superados"? ¿Qué quiere decir con "superados"? ¿Que quienes piden recuperar los restos de sus familiares para sepultarlos en muchos casos supongo que cristianamente deben renunciar a hacerlo porque sólo quieren molestar? ¿Qué clase de clérigo es éste? ¿Se puede ser más cruel?

Como puede verse, Dios sigue muy presente, incluso en las palabras de gente que no parece creer en él.

(La imagen es una foto de isc jorge garcía, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 22 de setembre del 2008

143.353.

Son los nombres de las personas torturadas, fusiladas y hechas desaparecer por los franquistas durante la guerra civil y la larga posguerra cuya relación entregarán hoy al juez Garzón los representantes de unas doscientas asociaciones para la recuperación de la memoria histórica. Ciento cuarenta y tres mil trescientos cincuenta y tres seres humanos, en su inmensa mayoría hombres jóvenes y no tan jóvenes, campesinos, trabajadores, dependientes, empleados, pero también muchos viejos, mujeres, algunas embarazadas y niños. De todo. Aquellos criminales que acababan de ganar una guerra y todavía tenían el miedo metido en el cuerpo de lo que hubiera podido pasar de triunfar la República o alguna de las revoluciones que incubaba, no dieron cuartel a los vencidos, no tuvieron piedad con ellos. A lo largo y a lo ancho del país se persiguió a los republicanos, combatientes, militantes de organizaciones izquierdistas, simpatizantes, gentes consideradas tibias. Las denuncias anónimas, un simple chivatazo solía bastar para que una escuadra de asesinos falangistas se llevara a un vecino incómodo, a veces alguien a quien el denunciante debía dinero, le daba "el paseo" y amanecía en una cuneta apaleado, desfigurado, con un tiro en la nuca. Los demás vecinos lo enterraban en donde podían.

Todo el territorio nacional se llenó de campos de concentración, de cárceles improvisadas desde donde se despachaba a la gente con escasos trámites identificativos a otras cárceles o directamente al paredón. En todas partes se torturaba, en las comisarías de policía, en los cuartelillos de la Guardia Civil, en las dependencias de la Falange. Se persiguió a la gente troje por troje, huerto por huerto, casa por casa; se "peinó" el país durante meses, años. Nadie estaba seguro; todos podían ser reconocidos en algún momento, delatados, arrestados y asesinados sin juicio ni proceso alguno a veces sólo para que sus ejecutores se quedaran con sus propiedades pues, además de asesinos, fueron ladrones. Y así hasta 143.353... documentados. Faltan los que hasta la fecha no ha sido posible documentar porque, entre otras cosas, a la muerte del genocida supremo, los jerarcas de su régimen mandaron quemar archivos y registros básicos, esenciales, de la Falange y de otras entidades para ocultar sus crímenes y que ¿cuántos serán? Es imposible saberlo. Pero 143.353 son ya una cantidad que permite hablar de genocidio o, cuando menos, crimen de lesa humanidad.

Pues fue una matanza sistemática, metódica, perpetrada con procedimientos racionales, fría, calculada. Con ella se perseguían tres objetivos: castigar del modo más atroz a todos los que directa o indirectamente hubieran ayudado al "enemigo", esto es, el Gobierno legítimo de la República; aniquilar toda sombra de resistencia al Estado Nuevo que los delincuentes facciosos erigieron, justificado por las teorías de unos seudintelectuales paniaguados cuyos nombres es mejor olvidar; y sembrar el terror en la población, inculcarle el miedo, paralizarla.

Y voto a tal que consiguieron los tres objetivos: si los muertos desaparecidos documentados son 143.353 cálculese cuántos serán los muertos también documentados pero ejecutados por procedimientos "normales" más los simplemente torturados, apaleados y encarcelados, a veces durante veinte años. Sin duda, un castigo atroz, colectivo, "ejemplar". Al tiempo que se aniquilaba la guerrilla en los campos se exterminaba toda resistencia en las ciudades. Hasta 1951 (huelga de tranvías de Barcelona en febrero) no se dio movimiento alguno de protesta digno de tal nombre y, después de él, hubo que esperar hasta 1962 para que se produjeran los primeros movimientos de protesta de importancia, las primeras huelgas de masas, las de las cuencas mineras de Asturias en 1962.

Pero en donde la represión generalizada y metódica, la masacre ejemplarizante, consiguió más plenamente su objetivo fue en la tarea de sembrar el terror e inculcar el miedo a la gente. La sensación dominante durante lo que el poeta llamo a longa noite da pedra de la dictadura fue el miedo; miedo en las miradas cuando alguien mencionaba algo comprometedor, miedo al paso de la pareja de la guardia civil, miedo a las provocaciones de los chulos falangistas, miedo a los curas que eran unos miserables al servicio del fascismo, miedo al vecino, miedo al pariente... Todavía hoy conozco gente que tiene miedo o, lo que es peor, lo ha heredado.

La derecha no está dispuesta a asumir esa pesada herencia de crimen de lesa humanidad; pero tampoco a renunciar a ella. Por eso dice un falangista como el señor Aznar que es la derecha "sin complejos". Cuando dicen eso de "sin complejos" se refieren a ese pasado que, como los políticos astutos, no "afirman ni desmienten". Al fin y al cabo, bien claro está que en repetidas ocasiones, en 1993, 1996, 2004, han jugado con ese miedo cerval que aquellos asesinos correligionarios suyos inculcaron en una población civil inerme. Miedo.

Miedo del que por fin podrán librarse muchos , cuando recuperen oficialmente los restos de sus familiares o allegados sin que suceda nada y cuando vean que, al contrario, la siguiente batalla que habrá que dar, una vez que conocemos los nombres y apellidos de las 130.137 víctimas, será conocer los de los victimarios con todas las circunstancias pertinentes, incluidas las reparaciones y devoluciones de todo lo robado.

No queremos venganza. Queremos justicia.

(La primera imagen es una foto de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 7 de setembre del 2008

Barrabasadas e hipocresías.

El señor Fraga Iribarne, quien debe de pensar que aún es ministro de Información y Turismo o sea de Propaganda, del dictador y presunto genocida Francisco Franco, hablando de los asesinatos perpetrados por los fascistas durante la guerra civil e inmediatamente después, dice que "del otro lado" se hicieron muchas más barrabasadas como es absolutamente obvio. Tan obvio como el porcentaje de votos a favor de Franco que este correoso fascista cocinó en el referéndum de 1966. ¿Qué entenderá por obvio este buen hombre? Supongo que lo contrario de lo que entienden los demás. Porque a los asesinatos cometidos por los facciosos durante la guerra vinieron a sumarse los que llevaron a cabo los vencedores después de la contienda, uno de ellos precisamente siendo él ministro en la persona de Julián Grimau. ¿Le parece poca "barrabasada" al señor Fraga torturar a un hombre hasta dejarlo inútil, tirarlo por una ventana y fusilarlo luego de una farsa judicial sentado en una silla porque no se tenía de pie? Porque a esa barrabasada dio su visto bueno el señor Fraga.

Sin embargo, lo más indignante de las declaraciones del ex-ministro franquista no es lo de las "barrabasadas" sino lo del "otro lado". Desde 1939 a 1975, fecha de los últimos asesinatos del franquismo, en España sólo hubo un lado, el de los vencedores y su régimen de terror, de forma que no pudo haber ni una sola barrabasada del "otro lado". Dos lados hubo de 1936 a 1939 pero, ¿por qué? ¿por qué hubo dos lados entonces? Porque los fascistas, los militares y los curas se alzaron en armas contra el Gobierno de la República de forma que son ellos los responsables jurídicos de las barrabasadas del lado fascista y morales de las del otro lado.

Por último éste que habla ¿no es el responsable de la matanza de Vitoria en 1976 siendo ministro del Interior de la Monarquía con la misma saña con que lo fue de Propaganda de la Dictadura? Barrabasadas, sí pero (casi) siempre en el mismo bando y hasta hace bien poco tiempo.


HIPOCRESÍAS

Dice el señor Rodríguez Zapatero que la derecha es hipócrita cuando se opone a que se busquen los restos de los miles y miles de víctimas de la vesania fascista en España durante la guerra y la posguerra para que sus parientes y allegados puedan tributarles sus exequias como estimen oportuno. El presidente del Gobierno se ha quedado corto: es más que hipocresía, es un comportamiento inhumano y delictivo que observan siempre que se trata de muertos ajenos porque eso es exactamente lo que hicieron con los del accidente del Yakovlev 62 cuando gobernaban ellos: impedir que los familiares y allegados recuperaran a sus muertos.

Como es hipocresía la oposición a una regulación del aborto encabezada por los mismos que enviaban a sus hijas a abortar a Londres cuando gobernaban en España y el aborto, como tantas otras cosas, como el voto, como casi todo, estaba prohibido.

(La imagen es una foto de Catorze 14, bajo licencia de Creative Commons)

dimecres, 3 de setembre del 2008

Nueve hurras por el juez Garzón.

Basta con ver cómo se pusieron ayer todas las derechas del país para comprender que el juez Garzón ha dado en el blanco que es también donde más les duele. Voto a tal qué griterío organizaron, cómo se pusieron, qué cantidad de denuestos, descalificaciones, falacias e insultos pudieron oírse a propósito de la providencia del señor Garzón para recabar información antes de decidir qué hará en un asunto para el que ha sido requerido en debido tiempo y forma, esto es, si abre o no diligencias para averiguar si hubo delito en la sanguinaria, bestial, inhumana represión que organizaron los fascistas en España durante la guerra civil y los primeros años de la posguerra y, habiendo habido delito, a qué tipo responde y qué cabe hacer al respecto. Para muchos de los que ayer participaron en la diatriba contra Garzón éste sólo tenía que haber escuchado al fiscal que pedía el archivo del caso. Eso es lo que se llama respeto por la autonomía del juez de instrucción.

En el ámbito político el señor Rajoy dijo eso tan original de que no hay que reabrir viejas heridas sin plantearse siquiera si se habían cerrado alguna vez. El señor Mayor Oreja, un franquista confeso, calificó la decisión garzoniana de "disparate" porque volvía a poner a las dos Españas frente a frente. Habría mucho que hablar sobre esto y se hará en su momento ahora que el señor Garzón con una decisión encomiable ha planteado el asunto de fondo que envenena la política española: la represión franquista, ¿fue un delito de genocidio?

En este territorio político el que cargó con mayor contundencia contra el magistrado con insultos incluidos fue El Mundo que en esto de vilipendiar es consumado maestro. Calificó la decisión del señor Garzón de una truculenta garzonada y provocó que los otros jueces en la Audiencia Nacional pidieran la defensa de su compañero frente a la hostilidad y virulencia de los ataques. En lo que no eran insultos, el editorial de El Mundo utilizaba tres razones para oponerse a la decisión del juez Garzón alguna de los cuales era compartida por otras instancias, a saber: 1º) la decisión del señor Garzón es algo parecido a la "causa general" durante el franquism0 (argumento que comparte el diario con las asociaciones de la magistratura) o con el agravante de que dicha "causa general" no fue sino un asunto meramente propagandístico; 2º) los posibles delitos han prescrito a causa de la Ley de Amnistía de 1977; 3º) de hacerse caso al señor Garzón, ello obligaría a disponer de recursos que la Justicia española no posee.

De los insultos de este periódico especialista en la materia que se defienda el señor Garzón; de las falacias puede hablarse aquí: 1º) la "Causa General" fue una orden del poder político al Ministerio Fiscal para que realizara una acumulación de información mientras que ahora es al revés, una solicitud de información de la justicia a los poderes políticos. Además lo de meramente propagandístico no es cierto ya que muchos procedimientos penales se sustanciaron con pruebas de la "causa general"; 2º) en cuanto a la prescripción en virtud de una ley (de autoamnistía), aparte de que el genocidio no prescribe por decisión de los tratados internacionales, una ley posterior derogaría tranquilamente una ley anterior; 3º) lo de los recursos es una bobada por si cuela.

Pero la parte más divertida del guirigay antigarzoniano vino precisamente de los colegas jueces del señor Garzón en sus tres asociaciones de la magistratura, la de la derecha, la de la extrema derecha y la de la extremísima derecha pues la judicatura que, como decíamos ayer, apenas ha cambiado desde los tiempos de Franco, desconoce el centro y la izquierda y bien claro ha quedado. Su evidente coincidencia con El Mundo procede probablemente del espíritu corporativo porque, como nadie ignora, muchos jueces (o lo que pasaba por tales) fueron un puntal de la estrategia represiva de la dictadura. Si los criminales que componían la Brigada Político Social de Franco eran unos delincuentes, ¿qué fueron los jueces que condenaron a decenas, cientos de personas en el siniestro Tribunal de Orden Público, antecesor de la actual Audiencia Nacional? Los jueces de las asociaciones que pasan por ser la derecha y el "centro derecha" repiten los argumentos de la prensa reaccionaria sobre la nueva "causa general", la no competencia del juez Garzón, la inexistencia del delito y, en todo caso, su prescripción.

Los más refinados son los de la asociación"progresista" de jueces que parecen acusar al señor Garzón de activismo judicial y no ven justificación a una posible acción penal en lugar o substitución de la política que es la que corresponde. En el colmo de la incongruencia el portavoz de esta asociación "progresista" reconoció que asiste a las víctimas el derecho a saber donde se encuentran sus muertos pero no parece ocurrírsele que la garantía de que eso se cumpla sean precisamente los jueces y no ya solamente frente a la posible desidia de los poderes públicos sino contra su expresa oposición.

No se me alcanza cómo puedan decir unos jueces que no sea competencia de un juez de instrucción indagar para descubrir al autor de un delito al que, antes de acusar formalmente, es preciso definir con exactitud y sin titubeos. Tampoco entiendo cómo pueda un juez negarse a indagar un delito porque suponga que haya prescrito. Los jueces están obligados a investigar la presunta comisión de delitos, luego ya se verá si hay o no prescripción. Dicho con otras palabras: Franco es responsable de un delito de genocidio y es un genocida. Si el delito ha prescrito, no habrá condena, cuestión tanto más irrelevante cuanto que el autor lleva ya más de treinta años muerto. Y si no ha prescrito pero se debe tener en cuenta el principio de irretroactividad de las normas penales, como se han apresurado a señalar los magistrados "progresistas" (más muertos de miedo que de vergüenza, me parece), queda la cuestión del ejemplo moral de nuestras acciones. En función de éste y en virtud del sentido de la justicia que siempre estará por encima de los subterfugios de los leguleyos, es importante que un tribunal de justicia declare que Francisco Franco fue un genocida. Y que quede claro que quienes honran su memoria honran la memoria de un genocida.

(La imagen es una foto de Carolonline, bajo licencia de Creative Commons).