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diumenge, 29 de novembre del 2015

Línea de salida.

Empate en la línea de salida parecería una buena señal. Con Podemos de cierta remontada, acercándose a la línea mágica del veinte por ciento, condiciones de fair play: igualdad en el punto de partida. Queda el caso de IU, sempiternamente sumergida en su testimonial cinco por ciento del voto más o menos. Pero eso ya parece más cosa de psiquiatría antes que de análisis político.

Lo malo es que, al tratarse de intención de voto, no es línea de salida, sino de llegada. Todos los partidos alcanzan unos resultados igualados, ninguno puede gobernar en solitario y es preciso entrenarse en una actividad de negociación, compromiso y coalición que no es frecuente en España y que a los españoles, generalmente machos, les parece cosa de damiselas.

La lógica coalición de las derechas, PP y C's quizá tuviera mayoría parlamentaria absoluta pero no contiene especial beneficio para C's, que liga su suerte a un partido en previsible situación de crisis y reduce sus propias expectativas a base de parecer cavernícola. Más esperanzas tendría una gran coalición clásica, PP - PSOE. Muestra su solera. Pero no en España. Téngase en cuenta, además, que la esperanza del PSOE es derogar lo legislado por el PP, cosa que hará más cómodamente sin el PP. Por eso, el PSOE buscará entre los de C's y la gran coalición que pudiera darse no sería del todo disparatada. Al fin y al cabo, los de Podemos también dicen que pueden pactar con C's si este abandona su belicismo y su neoliberalismo. Temo, sin embargo, que no consigan desembarazarse de estas cuestiones por cuanto, en realidad son estructurales en el sentido althusseriano, decisivas para la existencia. Por tanto es poco probable el pacto C's - Podemos.

Así, aunque su comportamiento induce a pensar que C's puede aliarse indistintamente con PP y PSOE en las Comunidades Autónomas, la cosa cambia en el voto a las generales, en donde entran en juego otros factores, como la imagen de partido nuevo frente a los viejunos, en la creencia de que el PSOE tendrá más capacidad de adaptación. Pero eso está por ver.

La posible alianza PSOE - Podemos no tendría la mayoría absoluta en el Parlamento y lo más probable es que tampoco la alcanzara con la ayuda de IU que quizá debiera ir pensando en disolverse. Esto es, el electorado excluirá en su comportamiento el posible pacto de la izquierda a la portuguesa, algo que los progresistas alaban pero no practican. Por lo demás, si las izquierdas se presentan divididas a las elecciones, lo mismo, por primera vez sucede con las derechas. ¿Por qué la división de las izquierdas ha de resultar peor para estas que el de las derechas? En las izquierdas, como en las derechas, cada cual vote su opción y apóyese luego la coalición que se piense más conveniente.

Lo mejor de este empate es que, de seguir así las cosas, el único cuadro que no se dará será la repetición de un mandato de Rajoy. Descartada la mayoría absoluta, única posibilidad de continuar, cualesquiera otras combinaciones no reservan plaza para Rajoy en ningún supuesto. No es imaginable situación alguna en la que los dirigentes de los partidos le dieran su apoyo. Ni el mismo Rajoy lo haría si tuviera uso de razón, que no es el caso. No está clara la combinación que pueda salir, pero algo parece ya seguro: cualquiera en la que no esté Rajoy. Su bajísima valoración popular a lo largo de toda la legislatura y el rechazo que, con harta razón, inspira, muestran que el país está harto de soportar a este pájaro bobo y cazurro que lo que tiene de aprovechado, lo tiene de caradura.  

dilluns, 23 de novembre del 2015

La derecha se ve ganadora.


Sigue la lluvia de encuestas y sondeos en una situación de expectativas inquietas, muy volcada al predominio de los audiovisuales. La precampaña está haciéndose prácticamente en la televisión con la consecuencia inevitable de la trivialización de sus contenidos a extremos estomagantes.

La web de sondeos elelectoral.com trae una media de las últimas encuestas que sigue contumaz mostrando el mismo panorama para el 20 de diciembre: mayoría del PP, victoria de la derecha y derrota de la izquierda. A un mes de los comicios. Grosso modo coincidente también con otro sondeo de El periódico de Andalucía, que da 25,02% al PP, 21,67% al PSOE, 20,16 a C's, 16,81 a Podemos y 4,95 a IU. La imagen fija sigue sin modificarse. Y, sin embargo, los datos son sorprendentes. La única explicación que encuentro es que los encuestados, a fuerza de ver televisión, ya moldean su comportamiento a sus dictados más o menos explicitos. La Videodemocracia de Sartori en todo su esplendor.

Sorprendente es que en cabeza aparezca un partido considerado por los jueces como una asociación de malhechores y presidido por un tipo acusado de haber cobrado sobresueldos, de haberse pagado los trajes con cargo a una trama corrupta y de haber incumplido la ley de incompatibilidades; un hombre sin el menor talante democrático,  que miente al Parlamento, se niega a dar cuenta de sus actos, utiliza las instituciones al servicio de sus intereses y se aprovecha de los fondos públicos en su favor y el de sus parientes, mientras los niega a los demás. Un partido corrupto de arriba abajo, muchos de cuyos dirigentes están mezclados en procesos penales, que ha arruinado el país, lo ha esquilmado, lo ha partido y lo ha convertido en el paraíso de fondos de especulación y de los curas. Resulta soprendente que pueda repetir un presidente desprestigiado, sin crédito alguno, con la valoración popular más baja de la historia y que es el hazmerreír de la comunidad internacional. Se trata del voto del franquismo sociológico aún resistente porque el PP no solamente es un partido fundado por un exministro de Franco sino que está plagado de franquistas y neofranquistas y es correspondientemente, reaccionario y nacionalcatólico. Un partido responsable de la mayor involución democrática de la segunda Restauración y el que, gracias a su catalanofobia, más he hecho por la independencia de Cataluña.

Sorprendentemente también, a pesar de la derecha, el PSOE no levanta cabeza. Ha recuperado algo del terreno perdido bajo mandato del reaccionario Rubalcaba, pero no lo bastante para dejar de ser segundón. No ha sido oposición en la legislatura recién acabada. Carece de iniciativa y empuje. Ni a presentar una moción de censura se atrevió su secretario general, cuya falta de energía, de chispa, de interés no se compensa con un febril activismo, un perpetuo peregrinar por las tierras de España, que solo consigue hacer más patente sus clamorosas carencias. Arrastrado por el carro de guerra de la derecha neofranquista frente al llamado reto independentista catalán, ofrece la imagen clásica de un progresismo tradicionalmente claudicante frente al nacionalismo español más anquilosado y prepotente. Su programa es desvaído y falto de crédito. El federalismo que propone no tiene seguidores ni en su seno y sus únicas propuestas claras se formulan en negativo pues consisten en prometer la derogación de las medidas más injustas e impopulares del PP, pero sin gran fuerza de convicción porque en bastantes casos también tendrá que derogar otras que él mismo puso en marcha.

Asombrados tiene a los analistas el fulgurante ascenso de C's. No lo menos por el hecho de tratarse de un partido catalán. Pero catalán/español que aspira a convertirse en español/catalán, contando con dos puntos de ventaja sobre el otro gran partido de la derecha dinástica: no está hundido en la corrupción y promete impedir la escisión catalana con la misma contundencia que el PP o mayor si cabe. Las dos observaciones críticas que se le hacen, esto es, que su financiación no está clara y que sus propuestas son oportunistas, en muchos aspectos retrógradas, inconexas y en buena medida absurdas, no traspasan el escudo de popularidad mediática del líder, cuya capacidad de comunicación está fuera de duda. Es el único político que aprueba y holgadamente en la valoración popular según los barómetros del CIS. Rivera trasmite una imagen de novedad y cambio en mucha mayor medida que Sánchez y lo hace con una promesa de estabilidad y orden que los de Podemos no consiguen igualar. Por eso va en cabeza y mejora sus expectivas día a día. Con C's, el bloque de la derecha prevé alcanzar una mayoría notable y la absoluta en el Parlamento.

También cierta perplejidad producen las intenciones de voto de Podemos. El partido que iba a asaltar los cielos y que, como el hombre que  corrompió a Hadleyburg iba a poner de manifiesto las miserias del satisfecho régimen de la segunda Restauración, se ha quedado estancado en un raquítico cuarto puesto. Por delante va el advenedizo Rivera y a más de diez puntos el odiado adversario del PSOE, al que Podemos venía a jubilar. Su expectativa -alimentada por el éxito de las elecciones europeas de 2014- era muy superior y, por tanto, ese mediocre resultado se ve como un fracaso. Que, además, puede agravarse por cuatro razones: a) la defensa de la autodeterminación de los catalanes tiene mala prensa en el electorado español; b) la superioridad de imagen mediática del líder de C's; c) los conflictos orgánicos internos producidos por sus dos almas, la jerárquica/leninista y la asamblearia/trotskista; d) el oportunismo de un programa que parece hecho con arenas movedizas. Como estrambote añádase que por su voz habla muchas veces el espectro insepulto de IU, como cuando se escucha a Pablo Iglesias igualar en sus diatribas al PP y al PSOE siendo así que, si aún tiene alguna expectativa de acercarse al gobierno solo puede ser en alianza con el PSOE.

No es sorpresa, en cambio, que IU apenas consiga mantener la cabeza por encima de la línea de supervivencia. La sorpresa es que la coalición tapadera del partido comunista decida seguir presentándose en lugar de disolverse como quizá debiera hacer a la vista de su absoluta irrelevancia política.

El panorama a fecha de hoy sigue dibujando un triunfo de las derechas. Solo cuatro posibilidades, no muy disparatadas, podrían alterar este pronóstico: a) se demuestra fehacientemente que Rajoy está de lleno en la Gürtel, con delitos y todo; b) Sánchez deja de revolotear por las agrupaciones y comienza a decir algo que merezca la pena escuchar; c) Rivera mete la pata en alguna declaración de esas que improvisa o se le descubre algo muy dañino; d) los de Podemos, con el líder perdido por los platós y las bases soliviantadas por la falta de democracia asamblearia, se quedan en un porcentaje muy bajo y eso si llegan a las elecciones en estado de revista. En cuanto a IU da igual haga lo que haga: su función seguirá siendo testimonial. Si acaso.

dilluns, 16 de novembre del 2015

Los desestimientos.


Antaño, los cambios en las afinidades electivas de los políticos solían hacerse discretamente, una vez los acuerdos y contrapartidas eran suficientemente sólidos. Todavía se recuerda en los mentideros de la villa y corte el sigilo con que Bono y Pérez Mariño negociaron el aterrizaje del juez Garzón de número dos en la lista del PSOE por Madrid en 1993. Es verdad que, unos años después, rebotado el juez y vuelto a sus puñetas, la florentina jugada estuvo a punto de costarle la cárcel a Felipe González. Pero no hay duda de que la gestación y primera lactancia fueron impecables.

Actualmente, la llamada nueva política desdeña -dice- los reservados de los restaurantes, los contactos discretos, los pactos bajo cuerda y todo quiere hacerlo a la luz del día. Vale decir, marcando protagonismo en los medios. Los medios amplifican el efecto de los grandes y simbólicos fichajes, dan lustre a los partidos que los consiguen y perfil heroico al fichado. Pero la era mediática es tornadiza y voluble y, al igual que la captación de una gloria del foro o de la cátedra resuena en los confines del imperio, si la gloria, por las pequeñeces de la vida cotidiana, desiste del empeño, el efecto desmovilizador impacta todavía más.

Pérez Royo y Gómez Benítez desisten de ir en las listas de Podemos. Su captación se vio como un éxito que, además de prestigiar a la organización, animaría a otros. A la inversa, su baja es un fracaso y el ejemplo tiende al derrotismo con mayor intensidad. Añádase que el partido de los círculos morados tropieza con crisis, enfrentamientos, discrepancias en varias zonas del país y no de las menos importantes: Galicia, País Vasco, Cataluña, Valencia y Andalucía. Prácticamente media España disconforme con el estilo que la dirección imprime al partido. Todavía va a ser cierto que Podemos no llega a las elecciones del 20 de diciembre (supuesto que se celebren) o, si lo hace, será en condiciones bastante endebles.

La montaña mágica de las elecciones europeas de mayo de 2014 parió un ratón.

En IU de Andalucía, otro desestimiento, Lidia Falcón, histórica y aguerrida militante de la izquierda y feminista (presidenta del Partido Feminista de España) da un portazo a la lista al congreso por Sevilla, acusando a IU de "sectarismo". No es algo novedoso. IU arrastra merecida fama de sectaria desde antes de ser ella misma, cuando solo era un proyecto alumbrado en el muy sectario Partido Comunista de España. Pero también es cierto que el historial de Falcón, caracterizado por un personalismo y un narcisismo desmesurados, no era lo más apropiado para encajar en esta organización de la izquierda.

La salida hace unos días de Alberto Sotillos de la candidatura de Ahora en Común, acaudillada por Garzón el joven y el apartamiento de Bea Talegón de esta misma organización, prueban que, en los últimos momentos antes del cierre definitivo de las candidaturas electorales, los movimientos son y serán cada vez más convulsos. Y los desestimientos, por su naturaleza conflictiva, serán siempre más visibles que los consentimientos.

Una razón más para temer un verdadero batacazo electoral de la izquierda.

diumenge, 15 de novembre del 2015

Las siglas y los siglos.

Comparece Anguita tocando a difunto por la unidad de la izquierda con su prosopopeya habitual: ¡malditas las siglas! declama, haciéndolas responsables de la desunión. Más parece al revés: hay siglas porque no hay unidad y no a la inversa. Como sea, el llamado califa anuncia su silencio hasta el día 21 de diciembre en que comparecerá de nuevo, probablemente a leer el catón a los perdedores. No juzga imprescindible su presencia ya que no parece haber riesgo de que nadie pretenda buscar unidad con la bicha del PSOE.

No ha habido unidad de esta izquierda que a sí misma se considera "verdadera" o "transformadora" para distinguirse de los acomodaticios socialdemócratas porque la presencia del comunismo en el núcleo de IU la hace imposible. Es cierto que hubo intentos de forjar una unión entre IU y Podemos en un principio, pero se desvanecieron prontamente. En Podemos había una clara conciencia de que la ventaja que le daba su relativa novedad, su frescura, su impronta de 15M se disiparía si la gente lo veía asociarse con el viejo comunismo. Lo cual es cierto. El comunismo no es buen cartel electoral y los propios comunistas lo saben. La prueba es que hace años que concurren a las elecciones camuflados bajo otras siglas. Pero todo el mundo sabe que el alma de IU es el Partido Comunista y eso es una losa pesada sobre sus expectativas electorales. El único a quien no parece alcanzarse algo tan evidente es Alberto Garzón, a causa sin duda de su mucha juventud y escasa experiencia.

Algunos dirigentes de Podemos, en cambio, lo han visto con claridad y lo han encajado en su discurso de la necesidad de superar la cultura de la derrota, la de salir a ganar, para lo cual es altamente recomendable evitar toda asociación con los sempiternos cenizos perdedores, los comunistas. Garzón tenía un sitio en Podemos como individuo físico, pero no lo que representaba.

Librarse del abrazo del zombi comunista era una necesidad de supervivencia de Podemos. Queda por ver si esta precaución es suficiente para garantizar su éxito electoral, cuyas previsiones hace un año eran altísimas y ahora están en claro retroceso. Y no lo parece por tres razones:

a) su confusión programática. Entre el radicalismo de los primeros planteamientos y las propuestas que van desgranándose en el programa hay una considerable rebaja por vía de la moderación. Una visión menos tajante, más conciliadora, negociadora, pactista, de lo que se intuía en un comienzo. La política fiscal se hace más conservadora, igual que la política exterior; de la República no se habla; del aborto, tampoco; el proceso constituyente se ha reducido a una propuesta de reforma constitucional con cinco puntos. El ejemplo más palmario de esta recogida de velas en todos los sentidos es el de cómo se aplica el propósito de renovación generacional. Los nombres de Carmena, Rodríguez, Pérez Royo, el del ex-presidente de las Cortes de Castilla y León y el del juez Castro quien, finalmente, no fue en la lista porque le alargaron la vida laboral, suman 350 primaveras. Es sensato echar mano de gentes experimentadas y darle valor simbólico a bombo y platillo mediáticos, pero de renovación generacional aquí hay poco.

b) su relación con los medios. Podemos es, en realidad, un partido surgido por y para los medios. A partir de su postulado nuclear originario, según el cual es preciso conquistar la hegemonía a través de los medios de comunicación, el partido ha alcanzado un grado alto de interpenetración con ellos  de forma que, para informarse de sus posiciones, suele ser más práctico mirar las parrillas de las televisiones que los puntos del programa. La plana mayor del partido está en permanente exposición mediática, ganando extraordinaria relevancia pública, y su dirigente principal es una figura ubicua en el universo audiovisual. La cuestión es si ese predominio mediático se traduce automáticamente en aumento de votos. Por ahora, los datos lo niegan. Es posible que, de aquí a las elecciones, cambien las tornas y la sobreexposición a los medios dé buen resultado. Pero también es posible que no.

c) su funcionamiento, estructura interna, procesos de adopción de decisiones. El espontaneísmo y asamblearismo de los primeros momentos ha dejado paso a una estructura jerárquica y disciplinada de partido, casi en aplicación del principio bolchevique del centralismo democrático.  Tal cosa está haciéndose patente en la confección de las listas para las elecciones, en la que se dan las prácticas y problemas habituales en estos casos en los partidos institucionales tradicionales. Pero eso provoca contradicciones internas en la organización, crisis y conflictos que debilitan sus perspectivas electorales.

Por último, el asunto crucial de la unidad de la izquierda sigue siendo este empeño de la llamada izquierda "transformadora" de no admitir ninguna relación con el PSOE que no sea el quimérico sorpasso. Más que un empeño, una obsesión. El dictamen de "el PSOE no es de izquierda", con el cual no están de acuerdo, obviamente, ni los socialistas ni sus votantes, impide todo acercamiento a una fuerza política cuyo suelo es un veinte por cien del voto y sin el cual es imposible pensar si quiera en un gobierno de izquierda. Es absurdo. El intento, algo más ladino, de distinguir entre la dirección socialista y los militantes y votantes, en los que se presume una verdadera alma socialista frente al aburguesamiento de aquella viene de los tiempos de la IIIª Internacional y es tan insultante e inverosímil hoy como entonces.

Esta incompatibilidad absoluta entre el PSOE y la izquierda "transformadora", o sea, los comunistas y neocomunistas, según parece, es puramente española. En Portugal, en donde ya está en ciernes un gobierno de unidad de la izquierda, esa incompatibilidad no se da. 

Por qué en España sí es un misterio. En el pasado del PSOE hay luces y sombras. Por qué son determinantes las sombras es un enigma.  Y así llevamos casi un siglo.

dissabte, 7 de novembre del 2015

Sin exagerar.


La foto de Público pretende trasmitir la idea de división, de fraccionamiento, de guirigay de la izquierda. Pero no es enteramente justa. Los seis rostros alineados vienen a probar el narcisismo de que suele acusarse a los dirigentes. Y eso que falta algún otro, como el de Llamazares quien, probablemente, interpretará su ausencia como un complot para dejar fuera de todo a Izquierda Abierta. Narcisismo, desde luego, hay en abundancia. Hasta egolatría. En tiempos de dominio absoluto de los medios y la imagen, ningún líder renuncia a estar cuanto pueda en pantalla, haciendo lo que sea. Los medios, al distribuir las apariciones, se regodean en su función de Kings' makers. El mensaje de la foto se recibe de inmediato: con tanto general y tan escasa tropa, las formaciones de la izquierda todas mal avenidas entre sí, resultan algo ridículas.

No obstante, la foto induce a error. Los seis rostros representan muy diferente fuerza y apoyo social. Algunos están de adorno. Otros, tienen algún respaldo popular, pero no son de ámbito estatal. Esa mezcla denota la función predicadora y moralizante de la imagen antes que un valor informativo. En realidad, de los seis personajes, solo dos tienen posibilidades reales de conseguir sentarse en el Parlamento, Podemos e IU, bajo su nombre actual de Unidad Popular-Ahora en común, un intento de apropiarse fórmulas felices con cierto espíritu ecléctico. Solo dos, Iglesias y Garzón pueden aspirar a contar algo por sí solos. Los demás no cuentan o solo si se funden con alguno de los dos en cabeza.

Suele decirse que la izquierda debiera aprender de la derecha, siempre unida como una piña. Pero eso tampoco es cierto y menos, ahora. En la derecha, como en la izquierda, hay dos fuerzas con opciones de representación y poder, el PP y C's. Pero también hay otras formaciones en competencia: Vox, el Foro Asturias, la Unión del Pueblo Navarro. Se trata de organizaciones que comparecen en alianza con el PP o no tienen esperanzas de obtener representación. Exactamente lo mismo que le sucede a la izquierda. El panorama es muy similar en ambos casos en los que varias fuerzas solo tienen presencia nominal. La izquierda no está sensiblemente más dividida que la derecha.

¿O sí? A lo largo de la reflexión anterior se revela una ausencia: la del PSOE. También falta en la foto. No está el rostro de Sánchez, detrás de quien puede haber un 20 por ciento del voto. ¿Por qué falta el PSOE? Porque desde el punto de vista de los otros retratados, no es de izquierda. Y lo mismo, probablemente piensa el autor de la imagen: el PSOE no es un "verdadero" partido de izquierda, por tanto, fuera del cuadro. Qué signifique "ser de izquierdas" para seis personas que no consiguen ponerse de acuerdo en nada es un enigma. Solo parecen coincidir en lo que no es ser de izquierda, en lo negativo. Y se lo cuelgan a los socialistas por decreto de la jefatura ya que no por deducción porque, si no se sabe qué es una cosa, tampoco se sabrá qué no es. Sin embargo, si se pregunta a los militantes y votantes del PSOE, el partido es de izquierda. No tan radical como los líderes de la foto, pero de izquierda. Eso mismo piensa la gente en general que le otorga habitualmente un 4 o 4,5 en las escalas de medición de ideologías. Centro-izquierda, izquierda.

Esa diferencia de juicio tan notable por la que los partidos de izquierda niegan la condición de tal al que los votantes y la gente en general sí considera de izquierda es lo que explica la calamitosa condición de esta ideología, incapaz de entenderse a sí misma. Negar toda posibilidad de alianza o acuerdo con un partido izquierda con el argumento de que no es la "verdadera" izquierda que, a su vez, se subdivide en fracciones enfrentadas entre sí, es absurdo. Y más aun cuando se recuerda que el PSOE cuenta con una base de votos considerable, sin cuya aportación, lo más probable es que no haya gobierno de izquierda alguno.

dijous, 5 de novembre del 2015

Los malos augurios.

Los sondeos son los vaticinios de la postmodernidad, interpretados por los augures, como antaño, pero con más base científica si bien no con exactitud. Y tienen los efectos que tenían aquellos, agravados precisamente porque su crédito es mayor. Este análisis ominoso de Público deja al PSOE tiritando. Y no solo él. Otros sondeos apuntan la misma tendencia: el PSOE no remonta. El PP ha perdido unos veinte puntos y aun así, es el primero en intención de voto. Lo cual es inexplicable. En estas condiciones, ir de segundo es ya ir el porras o por lo menos, camino del tercer lugar, por detrás del lindo don Diego y de pareja pobre con Podemos.

El ascenso de C's merece consideración aparte. No se despacha con bromas, chistes o burlas. Rivera tiene mucho de Primo de Rivera, desde luego. Pero no solo eso. Es un primorriverismo actualizado en contenidos y, sobre todo, en manejo de los medios. Y es más cosas, algunas de consecuencias impensables en el comportamiento del voto, por ejemplo, el hecho de ser catalán, de ser un buen catalán, o sea, un catalán español. Eso puede arrasar en España y, aunque los independentistas catalanes digan que en Cataluña ya lo conocen, la verdad es que allí tiene veinticinco diputados y veremos cuántos consigue el 20 de diciembre con votos catalanes. En otro post posterior volveremos sobre C's.

El estancamiento y empantanamiento del PSOE tiene que ver con la imagen del partido y su líder. Sánchez se quedó prácticamente solo en un acto cultural del que, al parecer, desertó todo el clan de la ceja, los que estaban a partir un piñón con Rodríguez Zapatero. Supongo que los artistas se habrán ido con Podemos que tiene un aire más creativo que esta especie de ejecutivo de Manhattan con ínfulas clintonianas, aunque algunos se irán con C's por afán de mayor novedad. El PSOE no levanta cabeza porque está siempre superado por el mayor dinamismo de los dos emergentes, con mucho mayor dominio mediático y del ciberespacio. Al lado de estos hábiles maestros de la propaganda, el PSOE parece un paquidermo burocrático que solo se manifiesta a través de golpes de autoridad de Sánchez a cada cual más desafortunado y que suelen suscitar mucho descontento entre su misma militancia. Esa cohorte de ferrácratas en torno al líder tiene ya mentalidad de asedio. Se han envuelto en la bandera y formado unión sagrada con el PP al grito de ¡Más España! y han mandado al bueno de Iceta del bracete con Arrimadas y el cíclope Albiol. Y se extrañan de que, entre Iceta y Albiol, la gente prefiera a este, que llena más la pantalla, al estilo de Schwarzenegger. 

La cuestión es que, para desconsuelo de la izquierda, lo que el PSOE pierde o, por lo menos, no gana, tampoco se lo lleva Podemos que aparece en cuarto lugar al mando de una cantidad modesta de diputados con la cual no solo no es posible asaltar los cielos sino que puede ser difícil hasta que lo escuchen a uno. IU o Ahora en común, lucha por mantener la cabeza sobre el nivel del agua y parece inclinarse por un discurso radicalizado un poco al estilo de Robin Hood: que el 1% de la población, los más ricos, pague la salida de la crisis. Con todo, son pocas las posibilidades de Garzón porque, aunque hubiera dado con la piedra filosofal de la justicia social, casi nadie se enteraría porque está bastante invisibilizado. Carece de la intensa proyección mediática de Rivera e Iglesias quien puede acabar dando las previsiones del tiempo en la tele.

Como están hoy las cosas, el predominio de la derecha unida es aplastante. Parecía imposible que se viera mayor incompetencia que la del gobierno del PP... hasta que apareció en escena la nave de los locos de la izquierda.

dilluns, 2 de novembre del 2015

Ritirata y fuga del PSOE.


Hay una percepción general de que, en la zarabanda electoral a punto de empezar, el PSOE se encuentra estancado, si no en franco retroceso. No me refiero solo a los resultados de los sondeos. Son estos bastante consistentes al apuntar a un voto estable del partido en torno al 20 por ciento. En la situación actual con eso no se va a parte alguna. Muchas veces, sin embargo, el chorreo de datos no solo no aclara sino que confunde. A fuerza de compararlos unos con otros nos olvidamos de leerlos en su contexto. Un 20% puede ser un triunfo o un desastre, según esté el patio. Cuando se ha sido partido de gobierno, se es el principal partido de la oposición parlamentaria, se es partido de gobierno en varias Comunidades Autónomas; cuando asimismo, se enfrenta uno a un gobierno con la ejecutoria más catastrófica de la historia del Reino de España restaurado, y a un partido desprestigiado y comido por la corrupción y, sin embargo, puntúa por debajo en intención de voto a dos meses de las elecciones; cuando sucede todo eso, un 20% es un desastre y un desastre mantenido en el tiempo es una catástrofe. Vamos, que el PSOE está luchando por su supervivencia. Hay una posibilidad de que quede el tercero y hasta el cuarto en las próximas elecciones del 20 de diciembre. De ser así, no será exagerado augurarle el comienzo del fin.

Una breve relación de errores más o menos garrafales cometidos por el PSOE a juicio de Palinuro: la secretaría general de Rubalcaba fue un error de arriba abajo: su moderación frente a la desmesura del PP, su obsesión con los acuerdos "de Estado", su silencio sobre las relaciones Iglesia-Estado y su clara sumisión a la Corona implicaron un golpe de timón hacia la derecha sin explicar. El nuevo secretario general, Sánchez, hechura de Rubalcaba, lo ha acentuado, aunque cambiando a un estilo camp de aires kennedianos y clintonianos con toques de Podemos. Su españolismo rancio y vociferante, al grito de ¡Más España!, arropado en una banderaza rojigualda de proporciones aznarinas, igual que la estúpida afrenta de ir a homenajear a Lázaro Cárdenas en México con esa bandera, contra la que el homenajeado había combatido, no le van a ganar un solo voto más porque los que podría ganar por este lado están ya todos en el PP y, en cambio, le harán perder apoyos de los republicanos. Igualmente desastrosa su indecisión programática. A estas horas pocos saben de cierto qué quiere hacer el PSOE con la reforma laboral, por ejemplo. O qué hará en verdad con la cuestión de la Iglesia, Estado dentro del Estado. La aceptación en el seno del partido de la señora Lozano ha acabado de configurar una dirección arbitraria que, al parecer, se rige por criterios de estricto oportunismo electoral, que es como decir por ninguno.

Claro que todos estos errores desde el punto de vista de Palinuro pueden verse como aciertos sin parangón, como plenos en la tómbola de la carrera hacia el gobierno, como giros tácticos y estratégicos acertadísimos. La política es siempre conflicto de visiones. Por eso conviene siempre que cada cual exponga la suya.

El PSOE, dice El País, ve a Rivera como un rival y tratará de "empujarlo" a la derecha. Es una metáfora. Quiere decir "empujar" su imagen porque el partido en sí ya lo está suficientemente y, además, el PSOE no es quién para mover otros partidos. Se entiende: hacer aparecer a C's como lo que es para reservarse él el codiciado centro. El problema es si ese "centro", fácil de localizar cuando hay tres partidos y dos están muy polarizados (el llamado bipartidismo), puede discernirse cuando son cinco los partidos en liza, pues preciso es recordar que IU existe y se presenta aunque como Ahora en común. El "centro" empieza a configurarse como una utopía en el sentido etimológico del término, como el "no lugar". No tengo nada claro que, habiendo planteado la batalla con C's en el terreno de la imagen, el PSOE vaya a ganar. Más parece ir perdiendo y por mucho, con fugas cuantiosas de votos. En donde está Sánchez, está Rivera. Pero en donde está Rivera no siempre está Sánchez.

El baluarte PSOE sufre otro ataque por el flanco de la izquierda desde las baterías de Podemos. Y un ataque muy destructivo por dos razones: primera, porque él mismo se ha echado mucho a la derecha y se ha enajenado la afición republicana. Segunda, porque el ataque viene de una fuerza de la izquierda nueva, con un crédito mucho mayor que el de la izquierda del tradicionalismo comunista, estilo IU. Es lo que explica el cierre de Podemos a la confluencia con los antiguos conmilitones, cosa que estos no entienden o dicen no entender. Este mayor crédito de Podemos se muestra de un modo bastante convincente al comprobar que es el partido que moviliza a más jóvenes. Quizá, incluso, el único que los moviliza, porque la edad media de los demás partidos es respetable.

Añádasele la cuestión catalana. Ninguno de los partidos comprende del todo la situación, pero Podemos yerra menos: ha rectificado su posición, pidiendo por fin un referéndum catalán vinculante a las claras sin supeditarlo a nada. Sin embargo niega al Parlament competencia para proclamar una república catalana. Es decir, mantiene parte de su ambigüedad y seguirá sin arrancar del todo por ello tanto en Cataluña como en España. Pero la mayor obcecación se encuentra en el PSOE, y la más grávida de consecuencias desagradables. La cerrada oposición a un referéndum vinculante en Cataluña no puede sostenerse en argumento razonable alguno más que en la negativa respaldada por la fuerza y esto no es argumento. Ya veremos cuántos diputados socialistas envía Cataluña al Parlamento el 20 de diciembre.

Ya veremos cuántos diputados socialistas llegan al Congreso.



dijous, 29 d’octubre del 2015

Claroscuro catalán.


El proyecto de declaración de independencia ha caído como una bomba en la villa y corte. Bandadas enteras de antiguos y nuevos combatientes piden encarcelar sin más a los separatistas. El PP, el PSOE y C's han iniciado una unión sagrada en defensa, dicen, de la Constitución y la democracia. El PP añade un truquillo de filibusterismo y torpedea la tramitación del grito independentista al no haber constituido aún su grupo parlamentario. Esto de paralizar lo que no quiere que funcione se le da de cine. Lo hizo durante meses o años con el Tribunal Constitucional.

En el bloque constitucionalista, el PSOE pierde el escaso tinte que le quedaba de oposición y se perfila como sidecar de la derecha en su visión de España. Aun así tampoco se libra de toda sospecha unionista desde el momento en que el PSC se niega a unirse a la santa alianza en Cataluña.

Podemos ha reaparecido con fuerza y, habiendo digerido el fracaso catalán, proponen un referéndum de autodeterminación vinculante en Cataluña porque están seguros de ganarlo con el "no" a la independencia. Solo esta razonable propuesta es suficiente para que el bloque españolista les niegue el saludo por considerarlos "ambiguos" con respecto a la unidad de España. No dan ni una. "Ambiguos" eran antes, en la campaña del 27 de septiembre con unas propuestas inverosímiles. Ahora son claros, nítidos: deciden los catalanes en referéndum vinculante. Ya era hora. Eso inclina de nuevo el voto de Palinuro en su dirección porque el PSOE carece de discurso catalán propio distinto del nacionalcatólico del PP que es, justo, el que nos ha traído aquí. Y sobre todo porque eso es lo que él lleva proponiendo hace años.

Es bueno clarificar una propuesta que antes estaba oscura. Pero esa claridad puede suscitar otra oscuridad. La nueva propuesta, ¿cuándo se materializará? Realmente, no se puede pedir a los independentistas que aplacen una vez mas sus propósitos, se esté o no de acuerdo con ellos, porque no queda margen de maniobra. La "desconexión" significa que ya no esperan acuerdo pactado alguno con España. Ese proceso seguirá adelante porque es el programa con el que JxS y la CUP se presentaron a las elecciones y es lo que verdaderamente está cambiando España.

Dice Iglesias que en España ha cambiado la política y toca ahora cambio de gobierno y se adjudica el mérito de ese cambio. Algo de cierto hay, desde luego, pero es obvio que lo que verdaderamente ha cambiado la política en España y hasta España entera es el independentismo catalán. Aquí es donde está la ruptura y la revolución. Donde está el verdadero conflicto. Lo curioso es que Iglesias vende la ventaja de su audaz propuesta en que es la mejor garantía para mantener la unidad de España. Un tipo de razonamiento que los demás unionistas no aceptarán jamás y que puede levantar suspicacias, quizá más que suspicacias, en el campo independentista.

Aunque la idea del referéndum vinculante es grata a los ojos de Palinuro, que la ha defendido largos años, también comprenderá si le dicen que sí, que es muy grata, pero ya anacrónica porque ahora la independencia es un hecho in itinere y se va a la constitución de la República catalana. Eso, la verdad, sí que parece claro.

diumenge, 25 d’octubre del 2015

Hablar claro es bueno, II.

En el post de ayer anunciaba mi intención de matizar algunas de las nuevas propuestas reformistas de Podemos. Lo hago ahora con ánimo constructivo y de modo sucinto:

Reforma del sistema electoral. Si de verdad se busca la máxima proporcionalidad, no hay que ir muy lejos. Basta con copiar el sistema alemán que mezcla el criterio proporcional y el mayoritario y en todas las clasificaciones del mundo aparece en el primer o segundo puesto de proporcionalidad, mientras que el sistema español actual es el último, con menos proporcionalidad que muchos sistemas mayoritarios, lo que es francamente ridículo.

Independencia de la justicia. Dejar la composición del órgano disciplinario de la magistratura en manos de los propios jueces. La composición actual viene del temor que suscitaba el predominio de jueces franquistas. Ha pasado el tiempo y, aunque los jueces siguen siendo un estamento conservador, ya son mayoría los de generaciones posteriores. Supresión de la Audiencia Nacional. Supresión del Tribunal Constitucional y atribución de la jurisdicción constitucional con formulación nueva al Tribunal Supremo en una sala cuya composición quizá pueda fiscalizar el Parlamento.

Blindaje de derechos de la ciudadanía. Reforzar la protección de los derechos económicos y sociales. Especial atención a los medioambientales. Recuperación, desarrollo y protección del derecho del trabajo, desmantelado por la derecha. En este campo de derechos, singular atención a la perspectiva de género que debe hacerse siempre eficaz dejando expedito el recurso a los tribunales de justicia para su aplicación.

Lucha contra la corrupción. Aplicación de la legislación penal a los corruptos. Obligación de declaración de bienes al iniciar todos los cargos públicos, rendición pública de cuentas y auditorías en los relevos. Aumento substancial del plazo de prescripción. Obligación de todas las administraciones de publicar en la red todas sus transacciones económicas. Revisión de la financiación pública de los partidos.

Cataluña. Referéndum vinculante de autodeterminación. Es posible, como decíamos ayer, que esta propuesta llegue tarde, pero debe formularse. Es posible también que, si la situación catalana se enquista en una espiral de acción independentista/reacción unionista, sean los otros Estados quienes obliguen al español a celebrar ese referéndum que debió de haberse convocado hace muchos años.

A estas cinco propuestas reformistas, Palinuro añade dos sustantivas más y una de procedimiento que considera imprescindibles:

Separación real de la Iglesia y el Estado y supresión de la financiación pública de aquella. Se entiende que ello implica supresión de las transferencias directas así como del lucro cesante de sus privilegios de todo tipo.

Celebración de un referéndum para decidir la forma del Estado. Si república o monarquía.

La cuestión de procedimiento: convocatoria de una convención general extraordinaria por si todavía existe alguna posibilidad de acordar una organización territorial española de consenso.

dissabte, 24 d’octubre del 2015

Hablar claro es bueno.


Hay vida fuera de las pantallas de televisión. Gente real, no audiencias. Gente que mira, escucha, lee, piensa, razona y toma decisiones, además de ir por otra lata de cerveza en el frigo. Y gente que habla sin estar pendiente del foco, el ángulo o los tuits de los espectadores. Es necesario abandonar, aunque sea un momento, el mundo de impostación de los platós y salir a la calle a hablar en vivo y directo, con gente de carne y hueso. Lo saben los pintores: una cosa es pintar en el estudio y otra hacerlo al aire libre. En el estudio todo es muy bonito, pero falso. Fuera, salen defectos, pero se es más auténtico.

Por un momento, Iglesias ha salido de los platós, de hacer el ganso con presentadoras impresentables y colegas de faena política mucho peores que él, pero más avezados en el juego sucio. Y lo ha hecho con un discurso claro, conciso y muy pertinente. Espero que la experiencia sirva en el futuro. Los medios, en especial la televisión, multiplican, difunden, viralizan todo: la mentira, el engaño, la confusión, el ridículo. La popularidad mediática tiene un precio: te conoce todo el mundo... y te valoran como a Rajoy, lo cual es tremendamente injusto para alguien que está en sus antípodas. En cambio, si sales a la calle y hablas al paso y respondes a lo que te pregunta cualquiera y hablas claro, descubres que eso es bueno, que puedes llegar mucho más que si sigues mareando la perdiz por los platós dando a entender lo que no eres, siendo ambiguo, epiceno, oportunista, con miedo a asustar a unos o inquietar a otros.

Hablar claro, en un lenguaje sencillo que entiende todo el mundo, sin equívocos, te aleja de esos cálculos oportunistas y miserables del engaño, el embuste y la ocultación en donde el PP y sobre todo C's siempre ganarán a la competencia porque lo suyo es de necesidad: mienten o perecen. Que quien puede permitirse la verdad acuda a la falsedad es un cobarde y nunca hará nada. Si eres de izquierda, di que eres de izquierda, entre otras cosas porque es imposible ocultarlo y no trates de engañar a nadie y mucho menos insultando. Solo los de derechas niegan ser de derechas. Con razón. Los de izquierda que niegan ser de izquierda no saben ni en dónde están.

Hay que confiar más en la gente. Abandonar el paternalismo insoportable de quien dice profesar creencias que la mayoría no entiende. La gente, todos, entendemos muy bien de qué va esto y sabemos quién engaña y quién no. Parece mentira que tengan que venir otra vez los portugueses a demostrar a los izquierdistas españoles que se puede ser de izquierda y ganar elecciones y, además, ponerse de acuerdo entre las distintas ramas, no insultarse entre sí,  respetarse y concertar sus esfuerzos. Otra cosa es que la derecha portuguesa sepa perder sin hacer trampas porque eso es típico de todas las derechas. La española es buen ejemplo: pura trampa, pura mentira y engaño.

Existe un vacío tremendo en la izquierda española. Los votantes están desconcertados ante una proliferación absurda de opciones en un guirigay incomprensible de propuestas e insultos hechas por una caterva de vanidosos cuyo interés es inversamente proporcional al tamaño de su ego.  Hacer propuestas concretas, claras, viables y de izquierdas y esas sí, explicarlas, razonarlas, defenderlas es algo elemental. Cinco de estas ha presentado Iglesias al Consejo Ciudadano de Podemos pero, sobre todo, a la ciudadanía en su conjunto. De esta forma quizá se vuelva a dar a mucha gente, harta del esperpento de narcisismos televisivos, una razón para volver a votar a Podemos y este remonte en las encuestas.

Ese es el camino. Es verdad que Iglesias sigue teniendo reflejos de político marrullero, que le hacen reconocer que han cometido errores pero no decir cuáles y resabios cursis de figurín de plató, como cuando dice que salen a ganar, una tontería obvia, pues nadie sale a perder y que, además, el propio Podemos ya está desmintiendo por cuanto las propuestas desgranadas en el Consejo Ciudadano ya se presentan como acuerdos que habrán de ser negociados con otras fuerzas parlamentarias.  Las cinco propuestas son claras, decisivas, viables: 1ª) reformar el sistema electoral para hacerlo proporcional de verdad.- 2ª) Garantizar la independencia de la justicia.- 3ª) Blindar en la constitución los derechos de la ciudadanía, especialmente los de la tercera generación.- 4ª) Acabar con la corrupción de una vez.- 5ª) Realizar un referéndum vinculante en Cataluña en ejercicio del derecho a decidir de los catalanes.

Es un programa socialdemócrata, de reforma de la Constitución. Nada de proceso constituyente. Palinuro, quien prefiere votar en Cataluña, pero ha de hacerlo en España, lo votaría con algunos matices que habrán de quedarse para otro post. Pero es de esperar que la experiencia, la amarga experiencia, nos libre de seguir escuchando baladronadas del estilo de asaltar los cielos, romper el candado del 78, acabar con la casta y otras necedades de ese calibre.

dijous, 22 d’octubre del 2015

Saudade portuguesa.

Hay una leyenda ibérica, según la cual todo cuanto sucede en Portugal, tarde o temprano sucede en España. La primera República portuguesa de 1910 anuncia la española de 1931; la dictadura militar de 1926 y el Estado Novo de Salazar en 1933 se adelantan al golpe de Estado de Franco en 1936-39 y su posterior dictadura; la revolución de los claveles en 1974 preludia la transición española de 1978.

Tonterías. Antes de la República portuguesa de 1910 vino la española de 1873; antes que la dictadura de los militares lusos en 1926 se dio el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923. Portugal y España siempre han vivido de espaldas una a la otra y, aunque se observan por el rabillo del ojo, apenas se tienen en cuenta. Si esto no es cierto, he aquí un buen momento para desmentirlo.

La izquierda portuguesa está dispuesta a gobernar porque ha forjado una alianza entre sus tres fuerzas que, simplificando para entendernos, como en España, comprenden una facción más de izquierda, otra menos de izquierda y otra menos de izquierda. Y se han unido. Como es lógico. La unidad les da la mayoría. Sería estúpido perderla porque, de no conseguirla, gobernaría la minoría de derecha que, sin duda, es la opción que ocupa el último lugar en el orden de preferencias de los tres grupos de izquierdas. Es de suponer.

Cualquier estudioso de teoría de negociaciones nos dirá que los costes son, en principio, de dos tipos: a) costes de llegar a un acuerdo; b) costes de ejecutar el acuerdo. Para calcular los segundos hay que haber satisfecho los primeros. Llegados aquí, comienzan los costes del acuerdo y si son asumibles. Portugal, como cualquier otro país, puede prever una subdivisión entre costes "internos", de si el equilibrio social aguanta el programa y "externos", de si los mercados y organismos internacionales aceptan las medidas y sus resultados.

Es un gran experimento el de ver si una coalición de izquierda puede mantenerse en Europa, allí donde Syriza parece haber fracasado y generado bastante frustración de paso.

Detrás viene España. Parece claro que a diciembre llegarán los dos partidos de la derecha, el PP y C's y, cuando menos, tres de la izquierda, el PSOE, Ahora en Común (nueva patria de IU), Podemos y quizá una cuarta opción tan unitaria como las otras pero aún pendiente de concretar. La nube de expertos y asesores de las tres fuerzas y pico, ha renunciado ya a toda esperanza unitaria. Quedan unas cuantas trifulcas por resolver en las distintas diócesis de Podemos, pero es asunto suyo y que, por cierto, debilita mucho sus opciones.

La dispersión es la que hay y no tiene sentido lamentarla más. La cuestión es qué harán los tres mosqueteros izquierdistas si las urnas les dan mayoría absoluta en conjunto, como en Portugal. Hipótesis improbable, según los sondeos, pero no imposible. ¿Qué harán? ¿Seguirán sin unirse y permitirán que gobierne la derecha en minoría con el rollo de la "lista más votada". Si por la derecha fuera, está claro: gobernaría hasta con un solo diputado. Y sin ninguno. A Franco no le hacían falta.

La izquierda española, ¿está en posición de pagar el coste de ponerse de acuerdo o no? Si es que no, ¿por qué no? Según todos los indicios las tres izquierdas portuguesas operan cada una de ellas con un programa máximo y un programa mínimo y sacrifican partes del uno o del otro en pro de la unidad que ha de traer beneficios a todos y, es de suponer, a sus votantes. ¿Por qué no pueden hacer lo mismo las españolas? Sospecho que porque ni siquiera tienen claro el máximo ni el mínimo de sus programas. Ni los programas mismos.

En Cataluña, el PSC, el PP, C's y CSQEP forman frente en contra de la candidatura de Forcadell a la presidencia del Parlament. Si esa alianza se proyectara a España daría un congreso de abrumadora mayoría española frente a un grupo de oposición catalana, quizá apoyado por otros grupos nacionalistas. Es una imagen que parece absurda y que demuestra hasta qué punto Cataluña distorsiona la política española. Tanto que no es enteramente desechable una coalición del PSOE con uno u otro de los partidos de la derecha. Incluso con los dos. Hay voces pidiéndola. Utilizarla como prueba de que el PSOE no es de izquierda tropieza con el problema de que los de Podemos también ven puntos de coincidencia con C's y no solo en los platós.

En Portugal, sí; en España, de momento, no. 

dissabte, 17 d’octubre del 2015

Los medios son los fines.

Hace unos años el empresario Jaume Roures, propietario del diario de papel Público, una publicación de izquierda, lo cerraba de golpe por motivos económicos y ponía en la calle a la plantilla a través de un ERE con el que los trabajadores quedaron muy descontentos. Algún tiempo después, el mismo Roures volvió a comprar la cabecera que salió a subasta o algo así, para hacer una publicación exclusivamente digital. Se trata del diario Público.es, prácticamente un órgano de prensa de Podemos. Roures es además el dueño de Mediapro, la empresa matriz (o algo así) de la Sexta, cadena de mucha audiencia igualmente al servicio de Podemos, cuyos miembros más significados se pasan el día en ella.

Ahora, Roures, el jefe, está de cumpleaños e invita a sus amigos, colaboradores y empleados. Entre ellos, a los de Podemos que acuden pero ruegan que no se les hagan fotos. Una gente que está permanentemente en la pantalla de televisión no quiere fotos. ¿Por qué no? Porque se trata de un asunto privado, sostienen. También los mítines en Vista Alegre son privados. Todo lo que no se hace mediante instituciones públicas, es privado. Las fotos pueden estar permitidas o no. Pero la privacidad de las personas públicas, sobre todo de los políticos, es cosa controvertida. Y la gente puede estar interesada en saber qué hacen sus políticos, esto es, quienes le dicen lo que tienen que hacer, cuando se relacionan en privado con quienes financian sus apariciones públicas y su política de imagen. Las fotos se hicieron con móviles y circulan por la red. Es inevitable.

La teoría central de Podemos es que hay que servirse de los medios para sobrevivir y prosperar. Su batalla es mediática. Disponen de un diario digital, Público, una cadena de TV, la Sexta, que no está mal. Su acción se desarrolla ensencialmente en los medios. En buena medida encaja en el modelo de media party. Cabe decir que ha convertido los medios en fines en sí mismos. Ya no se trata de que la revolución sea televisada; la revolución vive en la televisión.

Pero los medios son empresas y responden a la lógica empresarial del beneficio. Tienen una estructura jerárquica y manda el que paga, en este caso, Roures. Cuando Roures convoca, sus empleados acuden. Y no quieren fotos. Si no quieren fotos, lo mejor es no ir, como han hecho con la convocatoria del Rey el 12 de octubre. Las fotos dificultan la tarea de explicar que se está con los de abajo, pero los canapés se los toma uno con los de arriba.

Tampoco debe exagerarse el purismo. Además, la teoría de Podemos de convertir los medios en fines viene acompañada por una instrumental: hay que democratizar los medios-fines. Democratizar es término denso. De significar algo en el contexto de los medios será el hecho de permitir que a ellos accedan todas las opiniones y no solo unas cuantas o solo unas. Es una teoría fácil de comprobar en la realidad. Basta con tener ojos y oídos para ver cómo la Sexta sí parece admitir la discrepancia, incluso mucha, pero en los medios audiovisuales de Público, administrados por los de Podemos, eso no sucede. No dan acceso a voz crítica alguna. Sea la que sea. Igual que hacen las cadenas de televisión públicas y privadas que censuran. Como no vamos a pensar que lo hagan por espíritu censor habrá de reconocerse que lo hacen por falta de agallas.

dimecres, 14 d’octubre del 2015

Queremos no es podemos.


No. Querer no es poder, salvo para Dios, según los teólogos, pues le basta con desear algo para que en un solo acto ese algo sea real. Los mortales sabemos por amarga experiencia que entre el querer y el poder media siempre un tiempo que puede llegar a la eternidad. Palinuro, por ejemplo, siempre ha querido ser guapo, sabio y rico y hételo aquí feo, ignaro y pobre como las ratas. No; querer no es poder y por más que crees una asociación, club o grupo llamados "Podemos", no estarás más cerca de tu objetivo que si este fuera el horizonte.

Hace unos días, pasadas las elecciones generales, Pablo Iglesias repetía su muletilla preferida, a modo de macro de Word: "nosotros salimos a ganar". O sea, que quiere ganar. Dicho con desparpajo, como si lo diera por seguro. Ayer, sin embargo, Carolina Bescansa, quien parece menos enemistada con la realidad, decía que, en estos momentos, Podemos no está para imponerse en las elecciones. Sin embargo, aseguraba que trabajarán intensamente para ganarlas en diciembre. Claro, no va a ser la Casandra de la jefatura ni a dejar en ridículo a su líder. Fundamenta su juicio transitoriamente negativo en una encuesta propia, encargada por Podemos, que refuta de plano la de Metroscopia del domingo para El País y dibuja un resultado distinto a esta: da ganador al PP con un 27% del voto y hace empatar a C's, el PSOE y Podemos en un confuso pelotón entre el 19 y el 21%. Obviamente, uno de los dos sondeos tiene que ser falso, aunque también pueden serlo los dos. Imposible es que ambos sean ciertos. Así que el lector elegirá y lo hará, sin duda, por preferencias subjetivas. Las mismas que usan los de Podemos cuando vierten dudas sobre los sondeos ajenos  pensando que no afectarán a los suyos.

La expresión de salimos a ganar, en su aparente contundencia, no pasa de ser una tontería. ¿O es que alguien entra en  una competición, la que sea, a perder? Solo los que hacen tongo, pero esos no cuentan. Claro que tampoco es una tontería mayor que las proferidas por el mismo Iglesias en la reciente campaña catalana, en la que no ha parado de decir disparates. Con el resultado de que la responsable de Podemos, Ubasart, ha presentado la dimisión siendo la que menos de estos ha dicho porque no le han dejado abrir la boca.

¿Enseñanzas del castañazo sin paliativos de las elecciones catalanas? Ni una. Ayer, este líder inasequible al dislate soltaba otro mayúsculo al pedir por carta un debate a cuatro en TV con Rajoy, Sánchez, Rivera y él mismo, para darse pote. Muestra así otra vez ese fondo autoritario, de mala fe, despreciativo, arrogante y hasta cruel que parece ser su verdadero carácter. En su línea de maltratar al pobre Garzón, más infeliz que un  niño de Dickens, lo ignoró sin contemplaciones (aunque los dos declaren compartir fraternalmente la misma trinchera), como hizo con el candidato de UPyD. Al fin y al cabo, él juega en primera división, según el sondeo de su amiga Carolina Bescansa. Y, ya embalado, potenció el dislate, ignorando también a los nacionalistas, muchos de los cuales pueden enseñarle el catón de la democracia y el respeto al adversario.

Y como, en política, tus meteduras de pata son puntos que se anotan los demás, hasta Sánchez -quien tampoco es precisamente un Churchill- le dio una lección declarándose dispuesto a debatir con quien quisiera y sobre lo que quisiera. Eso es elegancia, habilidad, quedar bien y no como un parvenu provinciano, envidioso de los grandes, como los Verdurin del genial Proust. 

dijous, 8 d’octubre del 2015

El yo dividido.


¡Ah, la izquierda verdadera, la izquierda transformadora, la auténtica izquierda, que todos estos nombres se da a sí misma la izquierda que se quiere a la izquierda del PSOE! ¿Qué idéntica a sí misma es! Tanto que, según se reconoce como izquierda, se escinde y así vive, de la energía que libera la fisión del núcleo del átomo. Que a eso aboca el yo dividido descubierto hace mucho por la antipsiquiatría. La izquierda tiene el yo dividido, es desunión esencial y enfrentamiento. Por eso es izquierda.

Y por eso también el principio de unidad aparece como mandato último de su libro santo, el Manifiesto Comunista. "¡Proletarios del mundo, uníos!" Es el grito de guerra más sostenido y fracasado de la historia. El proletariado no se ha unido jamás y las fuerzas políticas que lo han representado tampoco, salvo escasos y brevísimos episodios aquí o allí. Cada vez que la izquierda ha postulado la unidad lo ha hecho para justificar una nueva escisión. La izquierda debe de ser el único ámbito en el que alguien se separa al grito de "unidad".

En España, según costumbre, IU nació en 1986 con esa visión unitaria. El PCE aglutinaba a todas las fuerzas políticas de la izquierda que habían estado en contra de la OTAN y daba forma a un ente algo amorfo pero dirigido desde el núcleo comunista que llamó así IU, unida. La manía de la unión. Esa IU aspiraba a superar al PSOE como la fuerza hegemónica de la izquierda y no lo consiguió jamás ni por asomo.  Así cristalizó una opción política de origen comunista con una escasísima representación parlamentaria, casi irrelevante, que vegetaba sin hacer realidad su histórico deseo de sorpasso.

De pronto iluminó el horizonte de la resignación la llamarada de Podemos. Esta organización neocomunista reverdecía la promesa del sorpasso, aunque con una condición lógica: la de no parecerse a los tristes de IU, que llevaban años fracasando. Por eso Iglesias, que tiene un verbo sentimental e intuitivo, decía que su partido no sería tabla de salvación de nadie y llamaba a los de IU pitufos, siendo especialmente cruel con el bueno de Garzón. No lo llamaba momia y senil porque el de IU es más joven que él. Pero se le veía en el gesto. Curiosamente no calificaba así a Anguita, a quien bien pudiera, porque, por razones complicadas, el cordobés seguía teniendo peso e influencia él personalmente en la gente de Podemos. Y este fue el origen de la dislocación de esta organización, de la fisión nuclear: romper con IU, arrastrarla por el lodo, pero considerar un referente a Anguita, un comunista de catón que vive en los tiempos de la IIIª Internacional.

Podemos fue el producto contingente y transitorio de una conjunción casual: las elecciones europeas de 2014, la crisis económica, la crisis de liderazgo del PSOE y la atonía de IU. Su esencia era la del huracán: transformar el sistema de la Restauración de raíz en un movimiento social universal e imparable. Mientras esa opción fue posible, el élan vital de Podemos era arrebatador. En unas elecciones en enero de 2015, hubiera arrasado con el 30 por ciento del voto o más. No hubo elecciones generales, pero sí andaluzas, municipales y catalanas y, a la vuelta de ellas, Podemos descubrió que su puesto viene siendo un triste cuarto lugar en la jerarquía de partidos, un acomodo a una realidad continuista y una renuncia a sus anhelos, los flamígeros y hasta los templados.

La cura de amarga realidad de las tres consultas, sobre todo de la catalana, en la que Podemos no solo no ha sumado votos a los resultados de EU sino que los ha restado, ha hecho que IU haya retomado aliento y plantado cara a las exigencias hegemónicas del socio putativo. El yo sigue tan dividido como al comienzo. Cuando Garzón e IU acusan a Podemos de ruptura unilateral, en el fondo, le están haciendo un favor porque eso es precisamente lo que estos quieren: proyectar la imagen de que están dispuestos a lo que sea, hasta a medidas unilaterales y arbitrarias con tal de que no se les confunda con IU y con el comunismo, porque ellos lo que quieren es ganar las elecciones. Justo esa es la base de la acusación de Garzón. A su juicio, Podemos se ha convertido en una máquina para ganar las elecciones. El hombre es casi tan simple como Rajoy. No parece si no que él prefiera una máquina para perderlas.

Estos dos personajes, incapaces de mirarse a la cara y de resolver la esquizofrenia de su yo dividido, se enfrentan al PSOE por arriba y son hostigados, acosados, por abajo por una miríada de organizaciones personalistas, animadas por dioses menores que también quieren brillar en la fragmentada constelación de la izquierda. A esta le sucede lo que suele pasar con el ejército español: que tiene más generales que soldados. Y así no hay modo de ganar una guerra. Ni unas elecciones.

Comprendo que irrita mucho, a mí en primer lugar, pero pido que cada cual se ponga la mano sobre el corazón y se pregunte qué se puede votar aquí para echar a la derecha neofranquista.


diumenge, 4 d’octubre del 2015

Peor, imposible.

La izquierda es un gallinero lleno de gallos. Una pelea de saloon en una película del Oeste. Una reyerta de beodos a la luz de la luna. ¿Nadie se para a pensar en el glorioso ridículo que están haciendo las distintas opciones? ¿Creen sus estrategas que la gente no tiene otra cosa que hacer sino seguirlos en sus enfrentamientos, acuerdos, disensiones, peleas y cambios de denominaciones? Ultimas noticias de este hervidero en el que los insultos tienen más peso que las ideas.

Gaspar Llamazares, de Izquierda Abierta, causa irritada baja en Ahora en Común, plataforma de IU y Alberto Garzón, pretextando algún agravio. Acto seguido se reúne con media docena de relevantes personalidades de la izquierda entre las que se da una carga elevada de narcisismo. El ex-juez Garzón los ha convocado con la intención de constituir una nueva plataforma de confluencia de la izquierda, mirabile dictu, libre de "personalismos". Éramos pocos... y todos cabezas de ratones; de ratones mediáticos. Si los hados no lo impiden, de esta corrala sale una nueva oferta electoral de izquierda que solo servirá para restar votos a las otras.

A su vez, esas otras parecen presas de un frenesí autodestructivo. Garzón el joven se enfrenta en singular combate con Pablo Iglesias. Y, por si Ahora en Común no le funciona, ha inscrito en el registro como partido una Unidad Popular en Común. Unidad. Popular. En Común. Términos de moda, probados, con connotaciones positivas al estilo moderno. Pero lo que hay detrás de esa expresión es la vieja IU y, dentro de IU el más viejo rockero del PCE de los Gulag Boys. Ese fondo es el que lleva a Garzón a decir que el enemigo es el PSOE, lenguaje y propósito de los tiempos de Dimitrov y la IIIª Internacional. Nombres nuevos para corazones viejos.

Los de Podemos, ya que no los cielos, asaltan los medios que, para muchos, son los verdaderos cielos. Iglesias y Errejón explican su fracaso catalán con una carta abierta a los militantes, puesto que va dirigida a l@s querid@s compañer@s. Está bien esto de rendir cuentas vía epistolar. Tiene algo de caudillista y no es convincente. Los autores dicen haber sabido desde el principio que Cataluña era algo distinto pero que los elementos no les dejaron obtener el buen fruto que su atinada posición merecía. No es cierto. Fueron a Cataluña cargados de dogmas y prejuicios sobre la nación y la patria, y sin tener ni idea en dónde se metían. El resultado es el que se merecen. El resto de la carta, por el estilo: arrogancia injustificada y pedantería a raudales. La conclusión: que la marca Podemos prevalece y es el lábaro indudable de la victoria al que todos los demás están cordialmente invitados a sumarse. Sin más.

Esta trifulca deja al otro partido de la izquierda dinástica, el PSOE, en una envidiable posición de "centralidad del tablero". Con tres opciones y media para elegir, nunca ha estado tan claro el voto útil. Como se presenta la derecha, en dos bloques que, en realidad, viene a ser uno por tratarse de opciones muy similares, la fragmentación del voto de la izquierda es suicida pues lleva camino de dar las elecciones ganadas al contrincante. Si la derecha gana las elecciones por la desunión de la izquierda, esta debiera cometer hara-kiri. El único que puede vencer al PP es el PSOE (por eso lo considera el verdadero rival) y, en las circunstancias actuales, quizá ello solo sirva para que se dé una coalición PSOE-PP o PSOE-C's y encima hayamos de estar agradecidos.

¿Lo más irritante de esta patológica incapacidad de la izquierda para unirse? La sospecha de que, en el fondo, tampoco quiere hacerlo puesto que las elecciones se pierden pero los puestos, no. Muchos cargos públicos siguen siéndolo y su situación vital apenas cambia. A diferencia de la gente, cuya vida cotidiana se verá muy negativamente afectada por otros cuatro años de gobierno de esta derecha neofranquista.

divendres, 2 d’octubre del 2015

El oscuro Rivera y la luz de la verdad.


El rival es el PSOE. ¿De qué suena eso? Hace unos días, en la fiesta del PCE, Alberto Garzón, postulado candidato a la presidencia del gobierno en España por, en orden creciente, el PCE, IU, Ahora en Común y la posible confluencia con Podemos, decía que el enemigo es la oligarquía que incluye al PP, a la monarquía y al PSOE. A su lado, Anguita  rebosaba satisfacción de que las jóvenes generaciones hayan recibido íntegro el mensaje revolucionario: primero, destruir al PSOE, que es el enemigo.

El PSOE es el enemigo del PP y del PCE/IU y (supongo) ahora en común. No lo dice Palinuro. Lo dicen los interesados. El juicio en la izquierda no es muy interesante. Salvo información nueva se trata de la sempiterna consigna comunista, un viejo odio enquistado en unas relaciones cainitas de casi un siglo. Su resurgimiento aquí y ahora es premonición de que la izquierda perderá las próximas elecciones, convocadas ya formalmente para el 20 de diciembre. Parece mentira, con una derecha prácticamente destrozada en la opinión pública (por eso ha tenido que sacar a la palestra una especie de marca blanca), la izquierda es patológicamente incapaz de unirse. El último grito unitario dado por un puñado de personalidades con un alto grado de narcisismo a favor de una lista única de la izquierda sin "personalismos", esto es, sin aquello que ellas rezuman, tiene tanta viabilidad como la ínsula Barataria. Añádase que el PSOE parece tener el 25% del voto. Que el 25% del electorado que consideras tuyo vote por tu enemigo debe de ser una experiencia amarga.

Lo interesante, sin embargo, está en el juicio de la derecha. El rival es el PP. Las almas simples dicen siempre la verdad. En realidad no la dicen, sino que la ocultan, pues los simples suelen ser malvados. La ocultan, pero se les escapa en su simpleza. Rajoy avisa por si nadie lo hubiera visto de que Ciudadanos no es rival del PP. Y no lo es porque el voto de C's es volátil. Dicho por quien preside un partido que comenzó su mandato con un 44% del voto y está ahora en un 24% eso de volátil no significa nada o, si significa algo, debe concluirse que el PP tampoco es rival de nadie.

De todos los partidos, Ciudadanos es el más escurridizo. Los catalanes, que lo han visto actuar durante nueve años, dicen conocerlo y señalan el hecho de que su acción parlamentaria marca el paso con la del PP, para estar o para marcharse de las sesiones cuando se abordan temas escabrosos como el franquismo. Pero eso no es suficiente. Ciudadanos no tiene un programa claro, ni unos usos internos trasparentes. Su organización, funcionamiento y financiación, tampoco. Al haber alzado recientemente una especie de banderín de enganche para constituirse como partido serio en toda España, suele estar en la prensa con casos de altas e ingresos de gentes con pasados poco edificantes. El consabido aluvión en un partido con expectativas razonables de participar en el poder. Rivera es una construcción mediática mucho más lograda que la de Iglesias. Las valoraciones populares cantan. De hecho, Rivera por un lado, con su superioridad icónica y David Fernández por otro, con su eticidad radical, han triturado la imagen de Iglesias. Pero el rostro, la imagen de Rivera, tiene un punto oscuro: nadie sabe qué hay detrás de ella. Es posible que no haya nada, como en la esfinge sin secreto. Lo que está por ver es si el gobierno de la nada es peor que el de la incompetencia.

El rival es el PSOE. En su simpleza, Rajoy señala el camino del voto útil. IU y Podemos, juntos o por separado, no son rivales. Su negra honrilla no les deja aceptar esta condición de don nadies. ¿Cómo no es rival de la derecha la izquierda transformadora ni la de Podemos, que iba a asaltar los cielos? Al contrario, ellos son los verdaderos rivales de la derecha y, cuando esta señala al PSOE, en realidad está recurriendo a una estratagema de señalar un adversario falso para atacar al verdadero. Quien no se consuela es porque no quiere.

La verdad verdadera de esta segunda restauración, también llamada críticamente régimen del 78 o régimen borbónico es que, en efecto, el PSOE es el rival del PP porque es quien puede sustituirlo en el poder. Ya lo ha hecho en otras ocasiones y está en situación de repetir. También suele considerarse esta situación como bipartidismo. El bipartidismo es la realidad, la verdad. Como están hoy las cosas, las elecciones las gana el PSOE solo por cuanto el resto de la izquierda está literalmente atomizado y, para variar, bastante a la gresca interna. O bien -parece verosímil- lo hace la derecha bajo alguna forma de colaboración entre el PP y C's, según hayan sido sus respectivos resultados electorales.

Y así habrá cuatro años más de luz de la oscuridad.

dijous, 1 d’octubre del 2015

Última etapa: elecciones generales en diciembre.


Terminadas las elecciones catalanas, volvamos al solar patrio, las recias solanas de enteca hidalguía, la cuna de los españoles, bravos, indómitos, individualistas. A tres meses de las elecciones generales, que han de coronar este año de terremotos políticos, la izquierda parece un mercado persa o un bazar tunecino. Está tan fragmentada y enfrentada que ni siquiera se pone de acuerdo en el significado de su propio nombre. Para muchos izquierdistas de IU, Podemos u otras formaciones, el PSOE no es de izquierda, sino la cara amable de la derecha. A su vez, en el fondo, en el PSOE no se considera de izquierda a estos izquierdistas y si no se los tilda abiertamente de totalitarios y similares a los fascistas es por no parecerse mucho a Raymond Aron.

La acción práctica y los discursos del mal avenido conjunto de la izquierda requirirían un GPS para no perderse en el laberinto de nombres, organizaciones y composición de estas organizaciones.

El PSOE, convencido de ser la nave capitana de cualquier flota de la izquierda que se arme, mantiene una actitud de grandioso hieratismo para dar sensación de seguridad, estabilidad, firmeza y claridad de ideas. Por ello, al parecer, los expertos que rodean a Sánchez sacan un documento sobre reforma de la Constitución que no reconoce a Cataluña la condición de nación y, por ende, a España la de Estado plurinacional. O nación de naciones, que es expresión de la que todos huyen, no sé por qué. Describe bastante bien el sentimiento de muchos españoles y no hace daño a nadie. Todavía no he visto el documento. Supongo que se limitará a soslayar la cuestión y no dará en la flor de negar explícita (e innecesariamente) la condición nacional a Cataluña. Aunque, tratándose de Sánchez, patriota español de la españolidad que es españolía, no me extrañaría. El hombre capaz de homenajear a Lázaro Cárdenas con una corona de flores y la bandera borbónica tiene una idea de España única y obligatoria. El Partido Socialista Obrero es, ante todo, Español. Eso, sí: federal, de foedus, liga, pacto, acuerdo, todo ello relacionado con la fe, la fides. El federalismo del PSOE es cosa de fe. Buena o mala. Depende.

Podemos anda lamiéndose las heridas de la desastrosa campaña de Cataluña, de donde ha regresado con el ánimo de la Grande armée a su vuelta de Rusia. Su marca está perdiendo lustre como las herrumbrosas lanzas. El éclat mediático de los inicios se ha convertido en el fastidio de escuchar a los maestros dando lecciones sobre fracasos. Encima, sus hermanos ideológicos, los de IU y sus organizaciones estilo ahora en común, aquellos a quienes se podía dictar condiciones humillantes, crecidos por los resultados catalanes, quieren imponerlas ellos. Garzón reta ahora a Iglesias a unas primarias por la cabecera de la lista de la organización que salga de la confluencia y con el nombre que tenga. Igualmente rechaza encabezar la lista de Málaga (creo) por entender que lo tradicional es que el cabeza principal vaya por Madrid. Escuchar a un comunista emplear la tradición en su favor es una señal del inexorable paso del tiempo.

Habiendo recuperado ánimo en Cataluña, IU retorna a sus más puras esencias. En la reciente fiesta del PCE en Madrid, el mismo Garzón, flanqueado por Anguita y Centella, anunció que el enemigo era una tenebrosa triada compuesta por la monarquía, la oligarquía del PP y el PSOE. Esta es la realidad profunda, el sentido último de la esquizofrenia de la izquierda: los de Podemos, ahora que vienen diezmados, no solamente deben reintegrarse en las filas de la verdadera izquierda transformadora sino hacerlo alzando la bandera de los auténticos creyentes: el PSOE es el enemigo. Ese PSOE con el que han pactado, pactan y seguirán pactando.

Las izquierdas restantes se arracimaron ayer en un local de Madrid en una plataforma de confluencia, cómo no, en la que el uso del GPS se hace obligado. El acto congregó físicamente a media docena de personalidades de la izquierda (y tres o cuatro más a distancia, no sé si en videoconferencia) cada una con su aureola, su pasado, su séquito, generalmente escuálido; casi todos ellos ex de algo y sin cabida en alguna de las plataformas más pobladas. El contenido se resume en la petición de Baltasar Garzón de una lista única de la izquierda frente a los "personalismos". Bien se sabe que el poder obnubila; pero la falta de poder obnubila todavía más.

En estas condiciones y si los dioses no lo remedian a las elecciones de diciembre se presentarán tres opciones y media de izquierda. La situación ideal para perderlas a manos de una derecha que ha rizado el rizo de la astucia electoral. Presenta dos opciones que, en verdad, no son dos sino una sola con dos caras, la antigua y la moderna. De esta forma la derecha convierte en programa electoral su fórmula de legitimación de mayor éxito: la libertad es libertad de elección.

divendres, 18 de setembre del 2015

El desastre de la izquierda española.


En 1939 la izquierda española sufrió una derrota histórica por dos motivos principales: la superioridad militar de su enemigo y su propia y suicida desunión. La derecha fascista, en cambio, tuvo un triunfo igualmente histórico que consolidó mediante una dictadura de genocidio y terror, administrada por delincuentes, que duró cuarenta años.

En 1945, la derecha fascista europea sufrió una derrota histórica mientras que la derecha democrática y la izquierda conseguían una victoria también histórica que asentarían en un régimen de libertades y prosperidad en toda la Europa occidental de la postguerra menos en Portugal y España, en donde gobernaba la derecha fascista con regímenes de opresión y miseria. La derecha europea se había ganado sus credenciales democráticas enfrentándose al fascismo en los campos de batalla, cosa que no hizo la española, que siguió siendo fascista e impregnó con su cultura política los 40 años del franquismo.

En 1975, con la muerte del genocida, la derecha fascista española, en un contexto internacional hostil, creyó conveniente adaptarse a los tiempos y disfrazarse de demócrata. Tal cosa posibilitó la transición, un pacto entre franquistas que no podían seguir gobernando como hasta entonces y una izquierda atemorizada, debilitada, incapaz de imponer la ruptura porque, además, estaba tan dividida como en 1939. Así echó a andar el sistema político de la segunda restauración, pronto bajo gobierno de una socialdemocracia que, por miedo, conformismo, excesiva buena fe o las tres cosas a la vez, fingió que este régimen era una democracia homologable a las europeas, a pesar de que no se hizo nada por depurar las responsabilidades de la dictadura ni se impartió justicia a las más de 140.000 víctimas asesinadas por la vesania franquista, que la rácana Ley de la Memoria Histórica no se aprobó hasta 2007 y nunca, en realidad, ha sido eficaz, estando hoy prácticamente en desuso por obra del PP

Visto que la izquierda cumplía su compromiso de no exigir responsabilidades ni hacer depuraciones, la derecha incumplió el suyo de reconducirse a un espíritu democrático, se quitó la careta y reapareció como lo que siempre ha sido, una derecha fascista, sin complejos, como la animaban los comunicadores de su cuerda y su ánimo le pedía. El país siguió lleno de calles dedicadas a los franquistas, de bustos de Franco, con el Valle de los Caídos como monumento a la victoria del fascismo y la Fundación Francisco Franco dedicada a honrar la memoria del delincuente dictador, mientras los ayuntamientos estaban plagados de fascistas afiliados al PP, muchos de los cuales presumen de ello en las redes sociales.

Con las elecciones de noviembre de 2011, ganadas merced al engaño, el fraude y la financiación ilegal, el país volvió a ser regido por franquistas como una dictadura de hecho. Había y hay una Constitución vacía de contenido y una estructura formalmente democrática, pero, en realidad: 1) se gobierna mediante decreto-ley; 2) el parlamento no pinta nada; 3) los tribunales de justicia, salvo excepciones, obedecen al ejecutivo; 4) los medios de comunicación son un monopolio al servicio de la agit-prop del gobierno y su partido; 5) se vuelve a la legislación represiva como la Ley Mordaza y se vulneran derechos y libertades; 6) la iglesia católica sigue siendo un Estado dentro del Estado coronado de privilegios y con control del sistema educativo; 7) la tasa de explotación de los trabajadores es de las más altas de europa, igual que la de expolio y saqueo de los recursos públicos mediante privatizaciones o simple robo; 8) se retorna al centralismo territorial; 9) domina la oligarquía y el caciquismo tradicionales en una estructura de corrupción; 10) se ahoga y descapitaliza la cultura pero se subvencionan los espéctaculos sangrientos y de alienación colectiva, como las corridas de toros. Y todo esto lo gestiona una asociación de presuntos malhechores repleta de nacionalcatólicos, embusteros y matones.
 
Frente a ello, la izquierda, como siempre, está atomizada, enfrentada, hundida. El PSOE, con una larga gestión de gobierno con luces y sombras, ha sucumbido al colaboracionismo con una derecha nacionalcatólica, disfrazada de neoliberal, está aburguesado y carece de programa convincente que no sea la conservación del trono, el altar, los caciquismos locales y las poltronas de sus dirigentes y no osa presentar una moción de censura a un gobierno de franquistas. IU es ya un grupo marginal  aferrado como siempre a su política de antisocialismo visceral que la convierte en aliada objetiva de la derecha fascista y actualmente está en proceso de desaparición fagocitada por Podemos. Podemos, una fuerza emergente, no consigue superar, aunque se lo proponga, las viejas limitaciones del antisocialismo y es víctima de una mezcla de oportunismo, jerarquización, ambigüedad, pedantería y culto a la personalidad que la descalifican como verdadera renovación de la izquierda. Por último, los confusos intentos de articulación de una cuarta opción que levanta bandera propia y aparte bajo el absurdo grito de la confluencia y la unidad, al estilo de Ahora en Común, no parece ser otra cosa que una colección de divos y divas en procura de algún lugar en el escenario político sin más base real que sus ganas de figurar porque el grado de narcisismo en sus filas es muy elevado.
 
En todos estos grupos disparatados, enfrentados y divididos tengo amigos y no quisiera enfadarme con ninguno. Pero, para refutar lo que aquí se dice serán precisas pruebas y no mohínes. En todo ellos, igualmente, hay intelectuales que, probablemente, vean cómo la unidad de la izquierda, de toda la izquierda, es la única posibilidad real de ganar las elecciones. Pero, siendo orgánicos o enchufados de unas u otras tendencias, prefieren mantener sus privilegios antes que caer en desgracia de las jefaturas políticas y económicas que los otorgan, entrando en controversias que pongan de relieve las maniobras de las camarillas para conservar sus cargos y evitar una unidad real.
 
En esta situación de bloqueo, con una derecha franquista en pleno control del poder y sus inmensos recursos, legales e ilegales y una izquierda a la gresca interminable, el resultado más probable de las elecciones generales del próximo diciembre será un nuevo triunfo del PP que noquee a la izquierda para una larga temporada o haga algo quizá peor: cooptar a lo que quede del PSOE en un gobierno de gran coalición con la excusa de preservar la integridad territorial del país. A pesar de que su ruptura ha venido propiciada en muy gran medida por la política provocadora, intolerante, nacionalista y catalanófoba de la derecha franquista.
 
Sabido es, antes de esas generales hay unas plebiscitarias catalanas en las que el resultado, a su vez también probable, será un triunfo holgado del bloque independentista. Esta previsión pone a las izquierdas del Estado español antes sendas nítidas alternativas. En efecto: ¿qué hará un izquierdista catalán coherente? Está claro: votar por la independencia. ¿Y un izquierdista español coherente? Exactamente lo mismo: votar por la independencia.
 
La independencia de Cataluña es lo único que puede sacudir este país, España, en estado catatónico desde hace más de trescientos años. Un país que, gracias a los abusos de una derecha franquista que no es democrática ni nunca lo fue, y una izquierda fragmentada y enfrentada en estúpidos odios narcisistas se apresta a continuar por la senda del hundimiento secular.
 
Estas izquierdas fracasadas, incapaces de atender al primer y más urgente mandato del sentido común, que es unirse, andan desgranando promesas a los catalanes de reformas constitucionales, procesos constituyentes o referéndums que no estarán jamás en condiciones de cumplir. Y no lo estarán porque no tienen garantizado el acceso al poder y, por lo tanto, tales promesas no son meros deseos ingenuos, sino verdaderos intentos de engaño y fraude.
 
Por eso, la opción a corto plazo no puede ser otra que el voto por el bloque independentista, el triunfo de este y si, en las generales, el resultado real y tangible permite a la fragmentada izquierda española hacer alguna promesa creíble, escucharla con educación y cierto escepticismo.
 
Entre tanto, amig@s, el peix al cove.