Los sondeos son los vaticinios de la postmodernidad, interpretados por los augures, como antaño, pero con más base científica si bien no con exactitud. Y tienen los efectos que tenían aquellos, agravados precisamente porque su crédito es mayor. Este análisis ominoso de Público deja al PSOE tiritando. Y no solo él. Otros sondeos apuntan la misma tendencia: el PSOE no remonta. El PP ha perdido unos veinte puntos y aun así, es el primero en intención de voto. Lo cual es inexplicable. En estas condiciones, ir de segundo es ya ir el porras o por lo menos, camino del tercer lugar, por detrás del lindo don Diego y de pareja pobre con Podemos.
El ascenso de C's merece consideración aparte. No se despacha con bromas, chistes o burlas. Rivera tiene mucho de Primo de Rivera, desde luego. Pero no solo eso. Es un primorriverismo actualizado en contenidos y, sobre todo, en manejo de los medios. Y es más cosas, algunas de consecuencias impensables en el comportamiento del voto, por ejemplo, el hecho de ser catalán, de ser un buen catalán, o sea, un catalán español. Eso puede arrasar en España y, aunque los independentistas catalanes digan que en Cataluña ya lo conocen, la verdad es que allí tiene veinticinco diputados y veremos cuántos consigue el 20 de diciembre con votos catalanes. En otro post posterior volveremos sobre C's.
El estancamiento y empantanamiento del PSOE tiene que ver con la imagen del partido y su líder. Sánchez se quedó prácticamente solo en un acto cultural del que, al parecer, desertó todo el clan de la ceja, los que estaban a partir un piñón con Rodríguez Zapatero. Supongo que los artistas se habrán ido con Podemos que tiene un aire más creativo que esta especie de ejecutivo de Manhattan con ínfulas clintonianas, aunque algunos se irán con C's por afán de mayor novedad. El PSOE no levanta cabeza porque está siempre superado por el mayor dinamismo de los dos emergentes, con mucho mayor dominio mediático y del ciberespacio. Al lado de estos hábiles maestros de la propaganda, el PSOE parece un paquidermo burocrático que solo se manifiesta a través de golpes de autoridad de Sánchez a cada cual más desafortunado y que suelen suscitar mucho descontento entre su misma militancia. Esa cohorte de ferrácratas en torno al líder tiene ya mentalidad de asedio. Se han envuelto en la bandera y formado unión sagrada con el PP al grito de ¡Más España! y han mandado al bueno de Iceta del bracete con Arrimadas y el cíclope Albiol. Y se extrañan de que, entre Iceta y Albiol, la gente prefiera a este, que llena más la pantalla, al estilo de Schwarzenegger.
La cuestión es que, para desconsuelo de la izquierda, lo que el PSOE pierde o, por lo menos, no gana, tampoco se lo lleva Podemos que aparece en cuarto lugar al mando de una cantidad modesta de diputados con la cual no solo no es posible asaltar los cielos sino que puede ser difícil hasta que lo escuchen a uno. IU o Ahora en común, lucha por mantener la cabeza sobre el nivel del agua y parece inclinarse por un discurso radicalizado un poco al estilo de Robin Hood: que el 1% de la población, los más ricos, pague la salida de la crisis. Con todo, son pocas las posibilidades de Garzón porque, aunque hubiera dado con la piedra filosofal de la justicia social, casi nadie se enteraría porque está bastante invisibilizado. Carece de la intensa proyección mediática de Rivera e Iglesias quien puede acabar dando las previsiones del tiempo en la tele.
Como están hoy las cosas, el predominio de la derecha unida es aplastante. Parecía imposible que se viera mayor incompetencia que la del gobierno del PP... hasta que apareció en escena la nave de los locos de la izquierda.