dilluns, 23 de novembre del 2015

La derecha se ve ganadora.


Sigue la lluvia de encuestas y sondeos en una situación de expectativas inquietas, muy volcada al predominio de los audiovisuales. La precampaña está haciéndose prácticamente en la televisión con la consecuencia inevitable de la trivialización de sus contenidos a extremos estomagantes.

La web de sondeos elelectoral.com trae una media de las últimas encuestas que sigue contumaz mostrando el mismo panorama para el 20 de diciembre: mayoría del PP, victoria de la derecha y derrota de la izquierda. A un mes de los comicios. Grosso modo coincidente también con otro sondeo de El periódico de Andalucía, que da 25,02% al PP, 21,67% al PSOE, 20,16 a C's, 16,81 a Podemos y 4,95 a IU. La imagen fija sigue sin modificarse. Y, sin embargo, los datos son sorprendentes. La única explicación que encuentro es que los encuestados, a fuerza de ver televisión, ya moldean su comportamiento a sus dictados más o menos explicitos. La Videodemocracia de Sartori en todo su esplendor.

Sorprendente es que en cabeza aparezca un partido considerado por los jueces como una asociación de malhechores y presidido por un tipo acusado de haber cobrado sobresueldos, de haberse pagado los trajes con cargo a una trama corrupta y de haber incumplido la ley de incompatibilidades; un hombre sin el menor talante democrático,  que miente al Parlamento, se niega a dar cuenta de sus actos, utiliza las instituciones al servicio de sus intereses y se aprovecha de los fondos públicos en su favor y el de sus parientes, mientras los niega a los demás. Un partido corrupto de arriba abajo, muchos de cuyos dirigentes están mezclados en procesos penales, que ha arruinado el país, lo ha esquilmado, lo ha partido y lo ha convertido en el paraíso de fondos de especulación y de los curas. Resulta soprendente que pueda repetir un presidente desprestigiado, sin crédito alguno, con la valoración popular más baja de la historia y que es el hazmerreír de la comunidad internacional. Se trata del voto del franquismo sociológico aún resistente porque el PP no solamente es un partido fundado por un exministro de Franco sino que está plagado de franquistas y neofranquistas y es correspondientemente, reaccionario y nacionalcatólico. Un partido responsable de la mayor involución democrática de la segunda Restauración y el que, gracias a su catalanofobia, más he hecho por la independencia de Cataluña.

Sorprendentemente también, a pesar de la derecha, el PSOE no levanta cabeza. Ha recuperado algo del terreno perdido bajo mandato del reaccionario Rubalcaba, pero no lo bastante para dejar de ser segundón. No ha sido oposición en la legislatura recién acabada. Carece de iniciativa y empuje. Ni a presentar una moción de censura se atrevió su secretario general, cuya falta de energía, de chispa, de interés no se compensa con un febril activismo, un perpetuo peregrinar por las tierras de España, que solo consigue hacer más patente sus clamorosas carencias. Arrastrado por el carro de guerra de la derecha neofranquista frente al llamado reto independentista catalán, ofrece la imagen clásica de un progresismo tradicionalmente claudicante frente al nacionalismo español más anquilosado y prepotente. Su programa es desvaído y falto de crédito. El federalismo que propone no tiene seguidores ni en su seno y sus únicas propuestas claras se formulan en negativo pues consisten en prometer la derogación de las medidas más injustas e impopulares del PP, pero sin gran fuerza de convicción porque en bastantes casos también tendrá que derogar otras que él mismo puso en marcha.

Asombrados tiene a los analistas el fulgurante ascenso de C's. No lo menos por el hecho de tratarse de un partido catalán. Pero catalán/español que aspira a convertirse en español/catalán, contando con dos puntos de ventaja sobre el otro gran partido de la derecha dinástica: no está hundido en la corrupción y promete impedir la escisión catalana con la misma contundencia que el PP o mayor si cabe. Las dos observaciones críticas que se le hacen, esto es, que su financiación no está clara y que sus propuestas son oportunistas, en muchos aspectos retrógradas, inconexas y en buena medida absurdas, no traspasan el escudo de popularidad mediática del líder, cuya capacidad de comunicación está fuera de duda. Es el único político que aprueba y holgadamente en la valoración popular según los barómetros del CIS. Rivera trasmite una imagen de novedad y cambio en mucha mayor medida que Sánchez y lo hace con una promesa de estabilidad y orden que los de Podemos no consiguen igualar. Por eso va en cabeza y mejora sus expectivas día a día. Con C's, el bloque de la derecha prevé alcanzar una mayoría notable y la absoluta en el Parlamento.

También cierta perplejidad producen las intenciones de voto de Podemos. El partido que iba a asaltar los cielos y que, como el hombre que  corrompió a Hadleyburg iba a poner de manifiesto las miserias del satisfecho régimen de la segunda Restauración, se ha quedado estancado en un raquítico cuarto puesto. Por delante va el advenedizo Rivera y a más de diez puntos el odiado adversario del PSOE, al que Podemos venía a jubilar. Su expectativa -alimentada por el éxito de las elecciones europeas de 2014- era muy superior y, por tanto, ese mediocre resultado se ve como un fracaso. Que, además, puede agravarse por cuatro razones: a) la defensa de la autodeterminación de los catalanes tiene mala prensa en el electorado español; b) la superioridad de imagen mediática del líder de C's; c) los conflictos orgánicos internos producidos por sus dos almas, la jerárquica/leninista y la asamblearia/trotskista; d) el oportunismo de un programa que parece hecho con arenas movedizas. Como estrambote añádase que por su voz habla muchas veces el espectro insepulto de IU, como cuando se escucha a Pablo Iglesias igualar en sus diatribas al PP y al PSOE siendo así que, si aún tiene alguna expectativa de acercarse al gobierno solo puede ser en alianza con el PSOE.

No es sorpresa, en cambio, que IU apenas consiga mantener la cabeza por encima de la línea de supervivencia. La sorpresa es que la coalición tapadera del partido comunista decida seguir presentándose en lugar de disolverse como quizá debiera hacer a la vista de su absoluta irrelevancia política.

El panorama a fecha de hoy sigue dibujando un triunfo de las derechas. Solo cuatro posibilidades, no muy disparatadas, podrían alterar este pronóstico: a) se demuestra fehacientemente que Rajoy está de lleno en la Gürtel, con delitos y todo; b) Sánchez deja de revolotear por las agrupaciones y comienza a decir algo que merezca la pena escuchar; c) Rivera mete la pata en alguna declaración de esas que improvisa o se le descubre algo muy dañino; d) los de Podemos, con el líder perdido por los platós y las bases soliviantadas por la falta de democracia asamblearia, se quedan en un porcentaje muy bajo y eso si llegan a las elecciones en estado de revista. En cuanto a IU da igual haga lo que haga: su función seguirá siendo testimonial. Si acaso.