dissabte, 7 de novembre del 2015

Sin exagerar.


La foto de Público pretende trasmitir la idea de división, de fraccionamiento, de guirigay de la izquierda. Pero no es enteramente justa. Los seis rostros alineados vienen a probar el narcisismo de que suele acusarse a los dirigentes. Y eso que falta algún otro, como el de Llamazares quien, probablemente, interpretará su ausencia como un complot para dejar fuera de todo a Izquierda Abierta. Narcisismo, desde luego, hay en abundancia. Hasta egolatría. En tiempos de dominio absoluto de los medios y la imagen, ningún líder renuncia a estar cuanto pueda en pantalla, haciendo lo que sea. Los medios, al distribuir las apariciones, se regodean en su función de Kings' makers. El mensaje de la foto se recibe de inmediato: con tanto general y tan escasa tropa, las formaciones de la izquierda todas mal avenidas entre sí, resultan algo ridículas.

No obstante, la foto induce a error. Los seis rostros representan muy diferente fuerza y apoyo social. Algunos están de adorno. Otros, tienen algún respaldo popular, pero no son de ámbito estatal. Esa mezcla denota la función predicadora y moralizante de la imagen antes que un valor informativo. En realidad, de los seis personajes, solo dos tienen posibilidades reales de conseguir sentarse en el Parlamento, Podemos e IU, bajo su nombre actual de Unidad Popular-Ahora en común, un intento de apropiarse fórmulas felices con cierto espíritu ecléctico. Solo dos, Iglesias y Garzón pueden aspirar a contar algo por sí solos. Los demás no cuentan o solo si se funden con alguno de los dos en cabeza.

Suele decirse que la izquierda debiera aprender de la derecha, siempre unida como una piña. Pero eso tampoco es cierto y menos, ahora. En la derecha, como en la izquierda, hay dos fuerzas con opciones de representación y poder, el PP y C's. Pero también hay otras formaciones en competencia: Vox, el Foro Asturias, la Unión del Pueblo Navarro. Se trata de organizaciones que comparecen en alianza con el PP o no tienen esperanzas de obtener representación. Exactamente lo mismo que le sucede a la izquierda. El panorama es muy similar en ambos casos en los que varias fuerzas solo tienen presencia nominal. La izquierda no está sensiblemente más dividida que la derecha.

¿O sí? A lo largo de la reflexión anterior se revela una ausencia: la del PSOE. También falta en la foto. No está el rostro de Sánchez, detrás de quien puede haber un 20 por ciento del voto. ¿Por qué falta el PSOE? Porque desde el punto de vista de los otros retratados, no es de izquierda. Y lo mismo, probablemente piensa el autor de la imagen: el PSOE no es un "verdadero" partido de izquierda, por tanto, fuera del cuadro. Qué signifique "ser de izquierdas" para seis personas que no consiguen ponerse de acuerdo en nada es un enigma. Solo parecen coincidir en lo que no es ser de izquierda, en lo negativo. Y se lo cuelgan a los socialistas por decreto de la jefatura ya que no por deducción porque, si no se sabe qué es una cosa, tampoco se sabrá qué no es. Sin embargo, si se pregunta a los militantes y votantes del PSOE, el partido es de izquierda. No tan radical como los líderes de la foto, pero de izquierda. Eso mismo piensa la gente en general que le otorga habitualmente un 4 o 4,5 en las escalas de medición de ideologías. Centro-izquierda, izquierda.

Esa diferencia de juicio tan notable por la que los partidos de izquierda niegan la condición de tal al que los votantes y la gente en general sí considera de izquierda es lo que explica la calamitosa condición de esta ideología, incapaz de entenderse a sí misma. Negar toda posibilidad de alianza o acuerdo con un partido izquierda con el argumento de que no es la "verdadera" izquierda que, a su vez, se subdivide en fracciones enfrentadas entre sí, es absurdo. Y más aun cuando se recuerda que el PSOE cuenta con una base de votos considerable, sin cuya aportación, lo más probable es que no haya gobierno de izquierda alguno.