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dimecres, 8 de juny del 2011

¿Y aquí no hay disputa de los historiadores?

En los años ochenta del siglo XX en Alemania se dio una disputa o controversia de los historiadores (Historikerstreit) en la que participaron muy ilustres historiadores, como Ernst Nolte o intelectuales de la talla de Jürgen Habermas. En esencia el punto en debate era la naturaleza del nazismo, si podía o no considerarse algo propio de Alemania y su tradición o era producto de influencias exteriores, ajeno al "espíritu germánico" y, en definitiva, si cabía dar por cerrado ese episodio de la historia que pesaba (y pesa) como una losa sobre la conciencia alemana o si había que seguir manteniendo el recuerdo para que aquella monstruosidad no se repitiera. Por supuesto el asunto se debatió con la seriedad y la Gründlichkeit o meticulosidad que caracteriza a los alemanes y también con la sinceridad y la honradez que a su vez distinguen los debates intelectuales en Europa. No hubo una solución definitiva, ni siquiera salomónica, porque esas cosas son imposibles en las ciencias sociales, históricas, del espíritu o idiográficas (como las llamaba Rickert), pero sí se consiguió que las gentes interesadas pudieran forjarse un juicio fundado acerca de un fenómeno que afectaba a su pasado y, en buena medida, condicionaba su futuro por cuanto determinaría la memoria que transmitirían a sus hijos.

Al margen del punto concreto en cuestión (que, por lo demás nos es cercano a los españoles dados los amores primeros de Franco hacia Hitler) es obvio que este episodio apunta a una necesidad que experimenta toda colectividad, toda comunidad (Gemeinschaft, en el sentido de Tönnies), en cuanto sujeto colectivo: la de encontrar un terreno común de entendimiento en el juicio que les merece el pasado, especialmente si es conflictivo, la posibilidad de constituir un imaginario colectivo en la tradición lacaniana.

Sirva esto como introducción para enfrentarnos al último golpe de mano por el que un sector de la historiografía española, probablemente minoritario, amparado en una posición institucional de poder a la que llegó mediante las prácticas de la dictadura, ha intentado imponer con engaños y a la fuerza, en forma de trágala, un juicio de parte sobre nuestro pasado reciente, en concreto la dictadura de Franco, pretendiendo que los españoles aceptemos como cierto un dictamen exculpatorio de aquel criminal, sino claramente ditirámbico. Algo parecido a lo que, por medios más nobles, desde luego, intentaron los historiadores conservadores alemanes con el nazismo.

Se trata de un atentado, uno más, de los herederos y admiradores del fascismo español a la memoria democrática del conjunto de la comunidad (Gemeinschaft) nacional, como los franquistas hicieron siempre durante cuarenta años y, muy especialmente, una afrenta a aquellos historiadores españoles y extranjeros que no solamente no comparten esta visión parcial y militante, sino que están enfrentados a ella.

El choque tiene una importancia difícil de exagerar para la conciencia colectiva y es una llamada de atención al sentido de la responsabilidad de los historiadores que no comulgan con la visión fascista de la historia que la Real Academia pretende imponer en lo relativo a la guerra civil y el franquismo así como en algunos otros puntos controvertidos de nuestro pasado. Es cierto que algunos de estos historiadores, los más prestigiosos y/o combativos en defensa de la verdad, han escrito artículos manifestando su oposición a esta visión falsaria de la historia. Pero han sido voces aisladas, independientes, que honran a quienes las han alzado mas hacen poca mella en el conjunto del conflicto.

Y lo cierto es que éste no puede quedar así. El ataque proviene de un baluarte institucional, financiado con el dinero de todos, un lugar amurallado en el que juegan influencias, prebendas, privilegios y desde el que se ha perpetrado un secuestro organizado de la verdad, en beneficio de la minoría de siempre y que requiere una respuesta condigna en el mismo terreno.

Es hora de que los historiadortes demócratas y liberales, sorprendidos en su buena fe por esta agresión desde la caverna ideológica, se organicen, se coordinen y pongan en marcha una respuesta institucional al nivel del ataque. La respuesta no puede descansar exclusivamente sobre los hombros de una ciudadanía crítica pero lega en historiografía. Palinuro está encantado de dar la cara como ciudadano demócrata, pero los profesionales de la historia no pueden seguir ausentes de algo que los concierne como personas y como especialistas. Además solamente así podrán servir de garantía para que otros colegas quizá más jóvenes, con menos influencia, pero con igual amor por la verdad se sumen al empeño sin miedo a las represalias que este manojo de curas, semicuras y fascistas revenidos puedan ejercer y que, a no dudar, ejercerán porque está en su torcido espíritu.

Es hora de que se responda al reto que este franquismo redivivo ha lanzado con su habitual petulancia cuartelaria y de que se abra en España -quizá también en Europa- una Historikerstreit sobre las consecuencias de la única dictadura fascista que las potencias democráticas toleraron inmoralmente para desgracia del pueblo español. Nos la deben.

dimarts, 7 de juny del 2011

Petición al Congreso de los Diputados.


PETICIÓN AL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

En ejercicio del derecho de petición, reconocido en el artículo 29 de la vigente Constitución española, desarrollado por Ley Orgánica 4/2001, de 12 de noviembre, reguladora del Derecho de Petición, un grupo de ciudadanos eleva esta petición al Congreso de los Diputados a través de sus grupos parlamentarios excepto el del PP en nombre de la página de Facebook Retirad el libelo franquista de la Academia/Withdraw the Francoist libel from the Academy, que cuenta con 1.152 adherentes por el momento:

Petición al Congreso de los Diputados en nombre de la página de Facebook Retirad el libelo
franquista de la Academia/Withdraw the Francoist libel from the Academy.


Excmo. Sr.:

Como bien se sabe, en un golpe de mano perpetrado en la oscuridad y la manipulación de las covachas, la Real Academia de la Historia (RAH) ha publicado un sedicente Diccionario Biográfico nacional (DBN) que es un ataque a las convicciones morales hoy imperantes en la Humanidad. Constituye asimismo una agresión a la memoria democrática de nuestro pueblo que tuvo que soportar casi cuarenta años de tiranía impuesta por un militar perjuro y felón convertido luego en dictador sanguinario y genocida. Por supuesto, las consideraciones que siguen se refieren a las entradas profranquistas del DBN y no afectan a las que han escrito otros muchos historiadores honrados y colaboradores intachables que han padecido el descrédito provocado por un puñado de propagandistas sin escrúpulos.

El escándalo producido por semejante tropelía ha puesto de manifiesto que esa decisión se tomó con conocimiento de causa en un intento deliberado de falsear la historia de España al estilo orwelliano que hace bueno el famoso apotegma de que la historia la escriben los asesinos. Sólo así se explica que la biografía del criminal Francisco Franco se encargara a un rendido admirador de éste quien ha declarado que siente un profundo desprecio hacia la democracia, que la ha plagado de falsedades y que en otros casos se han seguido iguales criterios de manipulación propagandística que desprestigia un empeño colectivo.

Ante la indignación de la opinión pública, el escándalo de los profesionales de la historiografía y de reputados intelectuales españoles y extranjeros, los académicos, en una vergonzosa Junta Extraordinaria, han aceptado a regañadientes enmendar estas demasías pero con medias tintas, haciéndolo sólo en la edición digital pero no en la de papel. Con ello añaden a la falsedad el ridículo al permitir que una obra historiográfica diga cosas distintas acerca del mismo objeto según el soporte en que se haga.

Los mismos académicos han negado a la opinión pública la necesaria explicación sobre sus mentiras al respecto ya que, cuando el Director de la Academia afirma que fue Luis Suárez quien pidió hacer la biografía de Franco y el mismo Luis Suárez asegura que fue la Academia quien se la encargó, prima facie uno de los dos miente, quizá los dos. ¿Merece nuestro país una Academia cuyos académicos mienten en público? ¿No debiera dimitir uno de ellos, quizá los dos?

Es evidente que la citada indignación pública ha obligado a estos admiradores de la dictadura a reconocer parcialmente su fechoría. Pero sólo parcialmente porque la indignidad de los servidores del despotismo es coriácea. Es, pues, necesario dar un paso más y obligarlos a retirar ese atentado contra la objetividad histórica y las convicciones morales de la mayoría de la gente.

El Congreso de los Diputados que, con el Senado, es el depositario de la soberanía popular no puede permanecer indiferente ante este desafuero y debe, a nuestro juicio, implicarse en la lucha por el restablecimiento de la verdad falseada por los secuaces y herederos de quienes hace setenta años anegaron España en sangre y le impusieron un régimen de terror totalitario que duró cuarenta.

Por esta razón, la página de Facebook Retirad el libelo franquista de la Academia/Withdraw the Francoist libel from the Academy que, en este momento cuenta con 1.153 adherentes solicita de los representantes populares que apoyen la iniciativa de Izquierda Unida de forzar una retirada del DBN mediante una moción parlamentaria no de ley que inste al Gobierno a pedir a la Real Academia de la Historia que recoja la edición en curso y rehaga las entradas franquistas, antidemocráticas o simplemente falsas, al tiempo que solicita la dimisión del señor Gonzalo Anes quien, obviamente, no está a la altura de su misión.

Dado que, según la Constitución de 1978, corresponde al Rey el alto patronazgo de las Reales Academias, la citada página de Facebook, como paso siguiente, escribirá al Monarca pidiéndole respetuosa pero firmemente que haga frente a este atentado a la justicia y a la verdad histórica como un día lo hizo contra las pretensiones golpistas de un sector de las Fuerzas Armadas. Al fin y al cabo, la sedición de estos académicos es el equivalente ideológico de un nuevo golpe de Estado que pretende imponer una versión de la dictadura a imagen y hechura del dictador.

Madrid, 7 de junio de 2011

Ramón Cotarelo.

Quien quiera adherirse puede hacerlo en:

Retirad el libelo franquista de la Academia/Withdraw the Francoist libel from the Academy

dilluns, 6 de juny del 2011

Cautivo y desarmado...

Hace unos años, mi amigo José Manuel Roca publicó un interesante libro titulado La derecha furiosa. Se quedó corto. Tratándose de la española, tendría que haberlo titulado La derecha rabiosa que es como está ésta después de encontrarse ocho años en la oposición y alejada del poder que considera suyo por derecho divino, de sangre, hereditario mientras que todos los que lo ocupen sin ser ella son unos usurpadores a los que hay que exterminar. Rabiosa como se demuestra por el clima de odio, insultos, agresiones, calumnias que ha creado en España desde entonces a base de emplear a sus perros mediáticos y sus políticos más coriáceos, como María Dolores de Cospedal. Ahora por fin esta derecha frenética cree ver las luces de un nuevo amanecer y, confiada, muestra la estameña cuartelaria que la caracteriza.

¿Acaso es casualidad que unos días después de su triunfo en las urnas, el director de la Real Academia de la Historia, el neofranquista Gonzalo Anes, presente a bombo y platillo un Diccionario Biográfico Nacional que está abarrotado de ditirambos hacia la dictadura de Franco y que trata a este criminal y genocida de hombre cristiano, inteligente y moderado? No no lo es sino que se trata del preludio por el que el la derecha calcula escenificar su retorno al poder (o eso cree ella) al más puro estilo franquista. En fin, como antídoto contra el franquismo rampante que invade el país, con el genocida del Pardo ganado batallas contra la conciencia democrática después de muerto, me permito recomendar mi libro recién publicado y en el que se da cuenta de cómo el verdadero lastre de la democracia española es el franquismo incrustado en las instituciones y en el alma misma de tanta gente. Algo sorprendente porque este fenómeno de la servidumbre voluntaria o de los "esclavos felices" que explicaba la permanencia de la tiranía en vida del dictador resulta que vale también para cuando el tirano ha desaparecido. Por eso se cita al comienzo del libro el famoso poema de Heinrich Heine, El déspota muere sonriendo....

Tampoco es casual que María Dolores de Cospedal haya dado orden de entrar a saco en el traspaso de poderes en Castilla-la Mancha, amenazando con no pagar las nóminas, con poner a la gente en la calle, al más puro estilo con que los falangistas entraban en los pueblos conquistados durante la guerra civil, amenazando y... cumpliendo sus amenazas.

Entre tanto, semifurtiva y clandestina, la justicia sigue su curso y destapa ahora el caso Brugal, el enésimo ejemplo de corrupción con lo que se demuestra que, en efecto, el PP es el digno sucesor del caudillo que había erigido aquel sistema que un embajador calificaba con ironía como una dictadura temperada por la corrupción. Fiel sucesor del ejemplo del adelantado de la cristiandad, el PP no es otra cosa que una organización de presuntos corruptos y chorizos... a los que, incomprensiblemente, la gente vota... hasta ahora. Resta la esperanza de que, cuando termine de ver lo que trae preparado el fascio victorioso, cambie el voto y Rajoy vuelva a perder las elecciones.

(La imagen es una foto de PP Madrid, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 4 de juny del 2011

Faltaba la iglesia.

Los españoles sabemos por amarga experiencia de siglos que siempre que hay un conflicto social del tipo que sea, económico, político, ideológico, familiar, acaba apareciendo la iglesia católica y siempre, indefectiblemente, para defender la opción más injusta, la más favorable a los poderosos, los ricos, los dictadores, la opresión y el crimen. La controversia actual sobre el golpe de mano de los franquistas de la Real Academia de la Historia (RAH) en contra de la memoria democrática de los españoles y a favor del fascismo no podía ser una excepción.

La defensa de la tiranía ha corrido a cargo esta vez del cardenal Cañizares, un ultrarreaccionario, académico de la RAH, al que le parece de perlas que el antro al que pertenece no califique a su adorado caudillo de dictador (excusado es decir de delincuente, asesino y genocida que son términos que se le ajustan como un guante a la mano) ni a su acción de golpe de Estado. En una reciente conferencia en Madrid, ante un auditorio entregado repleto de curas y semicuras como algunos miembros del PP, por ejemplo, el señor Federico Trillo de cuya profunda religiosidad dan fe los militares españoles muertos en el accidente del Yak 42, el cardenal ha dicho que la hagiografía de Franco escrita por el rendido franquista Luis Suárez es muy objetiva, que expone datos y que los datos son lo que son. Los datos. Los datos objetivos.

Cualquier diría que estamos hablando de un empiricista íntegro, de un seguidor de Locke, incluso de un racionalista mezclado de sensualismo (si tal cosa fuera posible) y no de un hombre que pertenece a una organización que cree en los milagros y que acaba de canonizar a un Papa polaco porque, entre otras maravillas que, obviamente, nada tienen que ver con dato alguno, ha hecho algún milagro que otro. O sea, monseñor Cañizares cree a pies juntilla en los milagros o en los duros datos de la realidad, según le convenga y piensa que cabe alternar los dos discursos porque su auditorio sólo puede estar compuesto por dos tipos de personas: sus cómplices intelectuales (curas y franquistas del PP estilo Trillo) o idiotas a los que suele llamar fieles.

(La imagen es una foto de FDV via Wikimedia Commons)

divendres, 3 de juny del 2011

No basta con corregir.

Ante la avalancha de críticas que ha caído sobre ese engendro perpetrado por los franquistas de la Real Academia de la Historia, ésta ha anunciado que en la Junta extraodinaria de hoy corregirá algunos errores en la edición digital, que se publicará cuando Dios sea servido y en posteriores ediciones de papel, no en la presente. Es decir que ignora olímpicamente las protestas de multitud de especialistas, de infinidad de historiadores, de múltiples intelectuales, de organizaciones y colectividades de todo tipo; que no presta atención a las manifestaciones a su misma puerta y la anunciada interposición de varias querellas así como otros tipos de acciones públicas en las redes sociales (entre ellas la de Palinuro que pide retirar la edición y que dimitan los responsables). Pero esta gente ¿qué se ha creído?

Sin duda aceptar que hay errores y disponerse a "corregirlos" es un paso adelante en comparación con la soberbia y el desprecio con que Gonzalo Anes se enfrentó a las primeras críticas, dando a entender que estaban movidas por la ignorancia, el revanchismo o algo peor. Sin duda un adelanto; pero para él, que a lo mejor así va aprendiendo algo de lo que debe ser el espíritu crítico, la honradez intelectual y la modestia de los investigadores. Pero no es ni de lejos suficiente para todos los demás, que sabemos de qué van estas cosas. Hay que tener en cuenta, además, que el propósito anunciado todavía empeora más la situación: a) porque postpone ad calendas graecas la enmienda de los errores; b) porque, caso de proceder a enmendarlos, lo haría con el mismo espíritu falsario con que los ha perpetrado; c) porque una vez "corregidos" se produciría la chusca situación de dos ediciones de la misma obra que dirían cosas distintas. Ciertamente que este último supuesto no se daría porque Anes sabe de sobra que esa segunda edición jamás vería la luz, con lo que vuelve a mostrar que toma a la gente por idiota, como viene haciendo.

Porque, señor mío, eso no son errores. Eso es un intento deliberado de reescribir la historia en clave franquista y fascista, de falsear los hechos, de embellecer una dictadura criminal, de justificar a un tirano genocida. Un intento deliberado, deliberadamente encargado al mayor hagiógrafo de Franco con que cuenta esa institución que usted por desgracia dirige, con la intención de imponer una visión falsa de la historia y perpetuar el espíritu de la guerra civil, probablemente en cumplimiento del mandato que le hicieron a usted los neofranquistas Aguirre y Aznar cuando le dieron el dinero de los fondos públicos para cometer ese atropello. Y no se diga que se utilizan palabras mayores porque menores son para referirse a unos sujetos que tienen el descaro de escribir que el criminal Francisco Franco fue un hombre católico, inteligente y moderado. ¿Es que creen ustedes que están en los tiempos de su admirado caudillo, cuando se decían estas cosas porque el que decía las contrarias acababa indefectiblemente en la cárcel o en el paredón?

Ya no hay corrección que valga. Han deshonrado ustedes la Academia, han prostituido la noble labor de la historiografía, han estafado a cientos de honrados profesionales con cuyo buen nombre han pretendido encubrir sus fechorías, han defraudado la confianza que la sociedad ha depositado en ustedes. No son ustedes dignos de seguir en una función que no son capaces de realizar y lo único que les queda por hacer es dimitir, como les recomienda Palinuro en la entrada siguiente.

Carta abierta al señor Gonzalo Anes.

Muy señor mío: el pueblo español sufrió durante cuarenta años una de las más ignominiosas dictaduras que hayan visto los tiempos. Suprimidos los partidos políticos, eliminada la libertad de prensa, de expresión, de culto, reunión y manifestación, perseguidos cuando no torturados, encarcelados o fusilados los disidentes, una de las más antiguas naciones de la tierra hubo de ver cómo se ensalzaba hasta la divinización a un militar asesino y genocida con la bendición de la Iglesia católica, mientras los fascistas y sus paniaguados ocupaban todos los espacios y suprimían el debate intelectual.

Al día de hoy viene a resultar que los herederos y beneficiarios de aquel fascismo (el único en Europa que, por conveniencias de la guerra fría no fue eliminado por las armas), pretenden embellecerlo y justificarlo a través del Diccionario Biográfico Nacional que la Real Academia de la Historia bajo su dirección está editando. Si las mentiras, falsedades e infamias que estos franquistas han vertido en las páginas del citado Diccionario las escribieran en sus publicaciones, no habría gran cosa que objetar. Pero el caso es que lo han hecho en una obra oficial de España como país democrático y Estado de derecho, lo han costeado con dineros públicos y el último responsable de esta tropelía es usted.

Escribo esta carta como administrador de la página de Facebook Retirad el libelo franquista de la Academia/Withdraw the Francoist libel from the Academy que en tres días cuenta ya con 581 adherentes y nos asiste el derecho a que no se empleen los dineros de nuestros impuestos en justificar la vergüenza de una dictadura que mantuvo a España aislada del concierto de las naciones civilizadas durante casi medio siglo.

Confrontado con esta dura realidad ha tratado usted de recurrir a logomaquias y sofismas inadmisibles para justificar lo que carece de justificación, esto es, que una democracia glorifique a un dictador, un golpista y un genocida. En cualquier país de Europa, especialmente los que han padecido dictaduras similares a la española, ambas cosas, publicar el libelo y pretender justificarlo después, serían motivo de dimisión inmediata. Francamente, no veo por qué no lo hace usted.

Ramón Cotarelo.

(La imagen es una foto de FDV via Wikimedia Commons).

dijous, 2 de juny del 2011

Retirad ya esa basura y dimitid.

Se cumple lo que decía Palinuro en una entrada anterior (La desvergüenza de los franquistas), esto es, que no se trata solamente de que el franquista Luis Suárez haya puesto su huevo podrido en un cesto por lo demás impoluto. Se trata de que todo el cesto es una gusanera de fascistas y meapilas. Es cierto que el tal Luis Suárez es un propagandista de la Dictadura en todos los foros que controla, al que su cobardía impide llamar por su nombre aquello que defiende cuando ha de hacerlo fuera de su covacha. Pero no es únicamente eso. Según va profundizándose, se ve que las demás entradas son igual de falsas, torpes y/o irrisorias. Público muestra cómo estos propagandistas sostienen que la guerra civil fue una cruzada y otras descarnadas mentiras de este jaez. O sea, no es que en una obra de historiografía y biografía por lo demás digna se haya colado un par de disparates, no. Es que todo lo que tiene que ver con la guerra civil y el franquismo está escrito por los defensores y herederos de uno de los bandos en desprestigio y detrimento del otro. Se trata de que, en este terreno, el Diccionario Biográfico es una reedición de los repugnantes manuales de Formación del Espíritu Nacional, unos textos llenos de embustes, insultos, provocaciones y estupideces que son los que más hen hecho por debilitar y aniquilar el espíritu nacional de los españoles al identificarlo con la causa de los golpistas y los asesinos.

Y esto no tiene remedio. El mal está causado y, mientras crece la indignación en todos los sectores, lo único sensato que cabe hacer es retirar y destruir la edición en todo aquello que ofende la verdad y el espíritu crítico y poner de patas en la calle a los responsables de esta vergüenza, empezando por el director del lugar, Gonzalo Anes, si carece de la dignidad de dimitir. Palinuro no cree de recibo que con el dinero de sus impuestos se defienda el genocidio franquista, aunque sea vergonzantemente y con la boca chica, como hacen estos fascistas revenidos a los que ya no queda ni el coraje de sus opiniones.

Parece lógico que los Reyes hayan apadrinado la presentación de este atentado a la verdad y la honestidad intelectual. Al fin y el cabo, deben mucho al dictador. Se lo deben todo y ya se sabe lo de ser agradecidos. ¿No dijo Juan Carlos en cierta ocasión que en su presencia nadie se atreviera a hablar mal de Franco? Ahora bien, aquí no se trata de hablar mal sino de hacer su panegírico. Se trata del derecho de las víctimas, sus allegados y descendientes, así como de todas las personas amantes de la democracia y de la verdad, a decir que Franco fue un golpista, un asesino y un genocida. Le guste o no a Juan Carlos y a su esposa a quienes este golpista benefició pues sin él hoy no serían nada.

Se ha señalado que esta Academia es un antro de reaccionarios y nostálgicos de la dictadura que se reproduce a base de enchufes y carece de prestigio entre los verdaderos historiadores. No obstante, algún académico o académica que ha llegado hasta aquí valiéndose de sus influencias, en sus años mozos fue antifranquista, que era lo único decente que se podía ser entonces. ¿Qué ha pasado con él/ella? ¿Está arrepentido/a de su actitud de entonces? ¿Ha renegado de su juventud? ¿Se ha vendido? Al fin y al cabo, la derecha tiene mucho dinero, posiciones, relaciones, ventajas y es lucrativo bailarle el agua y comer en su mano. Pero, al mismo tiempo, es muy exigente y nada ingenua y quienes se le venden han de apear todo decoro y dignidad, como los criados. Tiene gracia que, en su desmedida ambición y su materialismo garbancero, algún/a antiguo/a izquierdista crea haber hecho un negocio cambiando su trenka de progre por una librea de lacayo/a sólo para descubrir al cabo de los años que el espíritu cuenta y la conciencia también.

(La imagen es una foto de Photospain, bajo licencia de Creative Commons).

Valor y ejemplo de l@s acampad@s.

Saber cuándo llega la revolución a tu vida no es fácil. Requiere apertura de espíritu, curiosidad intelectual, inquietud, sinceridad y capacidad de autocrítica. Es imposible verla llegar y por lo tanto adoptar una actitud razonable ante ella cuando se vive presa del dogmatismo, especialmente el dogmatismo revolucionario. Aquellos rígidos comunistas primero estalinistas y luego antiestalinistas (pero siempre los mismos) que no vieron llegar la revolución de mayo del 68 todavía siguen sin entenderla. Y lo mismo pasa hoy con la de los indignados/acampados. En cuanto las cosas no se ajustan a los esquemas que las almas simples se han hecho a modo de andadores por la vida, ya no entienden nada. Y lo peor no es que no entiendan, sino que es fácil que se pongan en contra: el progreso es la perversión; las máquinas destruyen el trabajo y la riqueza; el arte abstracto es un cuento de inútiles; los Beatles no saben cantar; mayo del 68 es la revuelta de los niñatos; acampasol es un rollo de okupas. La estupidez no conoce límites.

Hasta los más necios se han dado cuenta ya de que la crisis general del capitalismo, en conjunción con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (tics), el hundimiento del comunismo y la vivencia de las nuevas generaciones, ha puesto en marcha un proceso de cambio social y de protagonismo revolucionario de la multitud encabezada por los jóvenes que carece de parangón en la historia y que, cuando alguien quiso poner fin a ésta, la han dejado abierta a todos los vientos del cambio y la incertidumbre.

Como todo lo nuevo, lo original y nunca visto, la revolución de los indignados desconcertó al poder, suscitó (y suscita) fuertes enemistades sobre todo entre la derecha más reaccionaria (al estilo de la clericoliberal Aguirre y el liberofascista Aznar) y descarados intentos de instrumentalizarla entre la izquierda más o menos acomodada con el sistema. Los primeros brotes en los países árabes fueron saludados con universal alegría porque permitían sentar plaza de progre a cientos, miles de kilómetros del lugar de uno y reducirlos a una especie de curiosidad étnica cuando no meramente tribal. Pero casi nadie cayó en la cuenta de qué pasaría si aquellas simpáticas y heroicas revueltas de jóvenes y mujeres cruzaban la línea de la "alianza de las civilizaciones". Ya lo han hecho. Los indignados de la Puerta del Sol, que se extienden por todo el continente europeo, son el resultado del panfleto de Hessel y la revuelta tunecina.

Y el efecto de esta revolución está siendo evidente. El poder está viéndose obligado a contemporizar. Por dos veces (una en Madrid y otra en Barcelona) ha pretendido desalojar y las dos veces ha tenido que retroceder, asustado ante lo que podía suceder, dado el inmenso apoyo social que suscita un movimiento pacífico, espontáneo, asambleario y muy maduro. Un movimiento que está demostrando que hay espacios exentos en la sociedad y que no es obligatorio que el Estado tenga el monopolio de la violencia para que se respete el Estado de derecho y la seguridad jurídica. Es decir, está demostrando que es posible alcanzar la utopía.

La consecuencia más notable e inmediata del movimiento es que la gente, toda la gente, está perdiendo el miedo a protestar, a manifestarse, a hablar y debatir; que los poderosos, cualquiera sea su ámbito, no son indiscutibles ni intangibles y que la sociedad gana y se enriquece con esta revuelta permanente.

La Asociación de Víctimas del franquismo va a concentrarse ante la sede de la Real Academia de la Historia para protestar por el golpe de mano que los fascistas en su interior pretenden dar en contra de la memoria histórica. Un golpe de mano que es paralelo al que los tribunales dieron contra dicha memoria a través de la ignominiosa persecución al juez Garzón. Es el espíritu de acampadasol, una forma nueva de entender la democracia y el derecho de los ciudadanos a decidir en lo que es de su incumbencia. La grandeza de los jóvenes de acampasol es que no solamente se han sacudido la tutela de las generaciones rancias sino que han enseñado a éstas el camino de su propia emancipación.

Palinuro se encuentra en Caracas, pero su ánimo está en la Puerta del Sol y, en ejercicio del poder de bilocación de la tradición pitagórica, también ante la sede de los carcamales de la Academia de la Historia. Con un ruego a los allí acampados: haced como en la Puerta del Sol y no os vayais en tanto los franquistas que han perpetrado el atentado contra la memoria democrática del pueblo no reparen su infamia.

(La imagen es una foto de gloop!, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 1 de juny del 2011

Diez preguntas sobre la Real Academia de la Historia y una sobre los españoles.

  • 1ª: ¿Por qué se redacta un diccionario biográfico nacional? Porque, llegado el PP al poder, al orwelliano grito de quieren reescribir la historia de España, la entonces ministra de Cultura, Esperanza Aguirre, de acuerdo con el otro culto del Gobierno, Aznar, decidieron reescribir orwellianamente la historia de España, según la ideología seudoliberal y carcunda que los caracteriza y para ello contaban con la inestimable colaboración de un núcleo de franquistas sufragado con dineros públicos.

  • 2ª: ¿Por qué se nombra a Luis Suárez, miembro del Opus Dei, director de la Hermandad de la S. C. del Valle de los Caídos, consejero editorial de Razón Española, furibundo franquista claramente totalitario, y medievalista para redactar la entrada de Franco, como si éste fuera Fruela? Porque la tarea no es historiográfica sino de propaganda ideológica.

  • 3ª: ¿Por qué acepta el franquista Luis Suárez escribir la entrada de Franco? Para legitimar la dictadura porque es partidario de ella y, en consecuencia, enemigo -eso sí, sin tener el valor de decirlo- de la democracia y el Estado de derecho.

  • 4ª: ¿Por qué el director de la Academia, Gonzalo Anes, afirma que fue el el propio Suárez quien pidió redactar la entrada pero Suárez dice "que se la encargó la Academia?" Porque la verdad les da igual y lo que les importa es salir airosos de esta indigna trapacería.

  • 5ª: ¿Por qué pueden mentir en público los académicos de la Real Academia de la Historia, ya que es obvio que uno de los dos miente? Porque no actúan como académicos ni como historiadores sino como apañadores (por no usar otro término) de un encargo ideológico.

  • 6ª: ¿Por qué Suárez dice que un historiador no puede emplear el término dictador porque es un juicio de valor pero, dos sillones más allá, Seco Serrano dice que el gobierno de Negrín fue prácticamente dictatorial? Porque estos "historiadores" no hacen historia sino Formación del Espíritu Nacional, que es lo suyo, esto es, justificar el golpe fascista y denigrar el legítimo gobierno republicano para el cual no hay una sola palabra justa en toda la obra; es decir porque, aunque no se atreven porque les falta lo que hay que tener, coinciden con la historia franquista, al estilo de Joaquín Arrarás.

  • 7ª: ¿Por qué Suárez distingue entre autoritario y totalitario para decir que Franco no era lo segundo (aunque él decía que sí lo era) pero Anes sostiene que, en el fondo son lo mismo? Porque los que en el fondo son lo mismo son Franco, Suárez y Anes.

  • 8ª: ¿Por qué no es público ya el modo en que se han distribuido los 5,8 millones de euros que ha costado al erario público la obra con la que estos ideólogos partidarios de los golpistas de 1936 pretenden fijar para siempre su visión de la historia de España dejando en las cunetas la de los que están en las cunetas?

  • 9ª: ¿Por qué se siguen conservando usos y costumbres de la época del totalitarismo fascista que sus partidarios niegan hoy cobardemente cuando son los primeros beneficiarios de la violenta reorganización manu militari que los facciosos triunfantes hicieron de la institución en 1939? Porque su misión es mantener vivo el legado franquista que han recibido.

  • 10ª: ¿Por qué se trata con respeto, como si fueran académicos, a un grupo de ideólogos de facción al servicio de una causa que todo el mundo civilizado repudia? Porque sigue vivo el miedo que el terror de la Dictadura inculcó en el alma de los españoles, que no se atreven a poner en su sitio a sus herederos y beneficiarios, desde los curas a los últimos aprovechados de la monarquía.

  • 11ª: ¿Por qué permite el pueblo español que los delincuentes que se alzaron en armas contra la legalidad republicana y sus herederos ideológicos, partidarios y paniaguados sigan dictando el canon de la memoria cuando decenas de miles de asesinados por la vesania de los facciosos aún yacen sin nombre ni sepultura en los muladares y caminos de España? Porque para eso sirvió el terror de la Dictadura.

    (La imagen es una foto de alejandro blanco, bajo licencia de Creative Commons).


Considerad la posibilidad de sumaros a la causa qued he abierto en Facebook:

Retirad el libelo franquista de la Academia/Withdraw the Francoist libel from the Academy.

dimarts, 31 de maig del 2011

La desvergüenza de los franquistas.

No, no basta con revisar ese engendro que ha parido la vetusta caterva franquista atrincherada en la Real Academia de la Historia (RAH). Y no basta porque si, como es de suponer, se lo dan a revisar a los tipos directamente responsables de la propaganda, harán lo mismo cambiando algún que otro término. Porque estos ultraderechistas nostálgicos de la dictadura están ya más allá de toda recuperación. Tómese el caso del más rematado de ellos, el tal Luis Suárez, quien decía ayer que "un historiador no puede emplear el término dictador porque sería un juicio de valor". Es decir, además de un ultrarreaccionario (cosa que se prueba con sus publicaciones en Razón Española), este hombre es un soberbio convencido bien de que sus compatriotas somos tontos a los que se puede engañar (más o menos lo mismo que parece pensar el director de la RAH) o que sigue viviendo en los tiempos de su admirado caudillo autoritario en los que él y quienes son como él, podían hablar y los demás tenían que callar. Porque el mismo autor califica a Franco en esa entrada de católico, inteligente y moderado. Es posible que un asesino como Franco sea católico; los católicos sabrán. Su inteligencia sin duda parecerá grande a los ojos de la de Suárez; todo es relativo en esta vida. Y en cuanto a que fuera moderado, ¿no es moderado un juicio de valor? Tratando de salvarse de la quema, este franquista empedernido, como la pescadilla, se muerde la cola.

No, no basta con pedir la revisión de la obra. A la vista de lo que ya se sabe, me juego el cuello a que toda ella rezuma la visión reaccionaria, liberticida, meapilas, agresiva, xenófoba e imbécil de la carcunda nacional que los españoles llevamos trescientos años soportando y cuya más perfecta manifestación es el franquismo. Será de ver lo que diga el diccionario biográfico de Miguel de Molinos, de Rafael del Riego, del Empecinado, de Larra, de Olavide, etc, etc. Así cabe presumir a la vista de lo que ya se conoce de Aznar y Aguirre, los dos neofranquistas que encargaron el trabajo sabiendo muy bien lo que hacían: entregar el dinero público a un grupo de reaccionarios adocenados a fin de dejar escrita para la posteridad una historia de España que pudiera celebrar Torquemada. El caso más infame, el de Aguirre que, con la falta de integridad que la caracteriza, sufragó la obra con el dinero ajeno a mayor gloria de Franco pero se permite el lujo de hacer demagogia, asegurando en otro lugar que Franco era socialista.

No, no basta con pedir la revisión de la obra. Hay que pedir su retirada y examen por una comisión de historiadores de verdad. Y hay que pedir también las responsabilidades pertinentes. Porque este atentado a la honradez intelectual y la historiografía profesional, perpetrado por un grupo de retrógrados está lejos de ser un hecho fortuito, casual, insólito. No. Fue algo planeado como se demuestra por cuanto se dio entrada a Stanley Payne, un historiador gringo de extrema de derecha, para maltratar la figura de Pasionaria, mientras que se dejaba fuera a Paul Preston, uno británico especialista en la guerra civil; por cuanto se confió la biografía de Azaña a un hombre contrario en todo a él, mientras que se orillaba al historiador especialista en el biografiado, Santos Juliá. Más claramente: reconocía ayer Gonzalo Anes que el propio Luis Suárez había pedido encargarse de la biografía de Franco. Pero Suárez es un medievalista y su relación con Franco no es la de un historiador sino la de un fiel seguidor. Y eso lo sabía Anes desde el principio. Si después dice no haber leído el texto que sobre Franco pudo haber escrito un desaforado franquista, no merece desempeñar el puesto que desempeña.

Pero hay más. Anes trató de defenderse ayer con argumentos infumables y sofismas (véase la correspondiente entrada de Palinuro, titulada Historiadores y falsarios) que quizá pudieran explicarse por la sorpresa de ver lo que se le venía encima. Pero es que, horas más tarde, ya más calmo, ha continuado recurriendo a "argumentos" inadmisibles para defender la propaganda franquista del texto que sólo permiten ya deducir que el Director es, en efecto, perfectamente consciente de lo que ha sucedido y responsable de ello. Dice ahora Anes, deslizándose ya por la pendiente de la mixtificación, que no importa tanto que el tal Suárez llame autoritario pero no totalitario a Franco porque, en realidad vienen a significar lo mismo, lo cual es mentira, como él sabe muy bien y, si no lo supiera, ya se encarga de mostrárselo el propio Suárez que los diferencia claramente. Añade el director en la misma información que casi es mejor que se use el término autoritario antes que dictador porque, dice, los jóvenes de hoy no saben bien qué sea una dictadura. Esta es una argucia intelectual tan pobre que da vergüenza escucharla. No, no basta con pedir la revisión. Visto el desbarajuste que los franquistas le han montado y, si quiere demostrar que no es el principal causante de ello, sólo le queda la vía de la dimisión.

(La imagen es una foto de FDV via Wikimedia Commons).

dilluns, 30 de maig del 2011

Historiadores y falsarios.

Francisco Franco Bahamonde se alzó en armas en 1936 contra el gobierno legítimo de la República que había jurado defender, junto a otros delincuentes militares. Tres días después, el ministerio de la Guerra, por decreto, lo separaba del ejército así como a sus cómplices. Al continuar en su rebeldía, los facciosos, con su jefe Franco a la cabeza, sumieron su país en una terrible guerra civil que duró tres años. La única guerra que el ejército español ha ganado en tres siglos: la guerra contra su propio pueblo. Tanto durante la contienda como después de ella, los malhechores sublevados pusieron en práctica un plan sistemático de exterminio de los adversarios políticos, defensores de la legalidad republicana, mediante la tortura, el asesinato, el secuestro de personas, especialmente niños, las ejecuciones extrajudiciales y el terror. Según diversas fuentes solventes se calcula que entre 1936 y los años 50, los delincuentes franquistas asesinaron a unas 150.000 personas.

En el curso de su dominio usurpado pusieron en marcha una dictadura totalitaria que excluía toda posibilidad de discrepancia de forma que nadie que dijera que el gobierno del criminal Francisco Franco era ilegal se libraba cuando menos de la cárcel. Dado que ahogaron toda expresión que no fuera suya es obvio que ellos y sus seguidores son los únicos responsables de aquel régimen execrable en el que unos facinerosos que regían el país en provecho propio y de sus compinches, hacían como que éste era un Estado al uso ordinario.

Hoy, 36 años después de la muerte del dictador y del restablecimiento de un régimen de libertades, resulta que la Real Academia de la Historia publica un diccionario biográfico en no sé cuántos volúmenes en uno de los cuales se dice que el fascista sanguinario Franco fue un gobernante católico, inteligente y moderado. ¡Moderado! La entrada la firma el historiador Luis Suárez, director de la Santa Hermandad del Valle de los Caídos y hombre relacionado, al parecer, con la Fundación Francisco Franco, ambas asociaciones de extrema derecha dedicadas a embellecer la la obra siniestra de la dictadura. Y lo hace en un texto oficial, pagado con el dinero de todos, incluidos los descendientes de los asesinados por el faccioso sublevado. Algo hemos ganado los españoles: ya no tenemos que escuchar obligatoriamente los encendidos elogios a la clarividencia del Caudillo, salvador de la Patria y centinela de Occidente que le prodigaban los Luis Suárez de turno durante los cuarenta años de la dictadura. Ahora se dice vergonzantemente que fue un gobernante autoritario pero no totalitario.

Al margen de si esa controversia totalitarismo-autoritarismo, enunciada originariamente por Hannah Arendt y luego por Raymond Aron, recogida por Juan J. Linz para caracterizar el franquismo y resucitada por Tusell, sirve para algo más que para embellecer la dictadura y justificar los asesinatos de un régimen ilegal e ilegítimo al que sus 40 años detentando el poder no hicieron más legal ni más legítimo, se da la paradójica circunstancia de que el hagiógrafo de la dictadura, Luis Suárez, más papista que el Papa, oculta que el propio Franco proclamaba a los cuatro vientos que lo suyo era un un Estado totalitario. Asimismo, José Antonio Primo De Rivera, en su famoso discurso fundacional del Teatro de la Comedia del 29 de octubre de 1933, decía que "venimos a luchar por que un Estado totalitario alcance con sus bienes lo mismo a los poderosos que a los humildes". Y Ramiro Ledesma Ramos, fundador de las JONS declaraba en Los problemas de la Revolución Nacional-Sindicalista que una de las realidades más sugestivas y profundas sobre la que se apoya nuestro movimiento es su inflexible destino totalitario.

Podría decirse que, si bien estas intenciones totalitarias estaban en el origen del régimen faccioso, posteriormente la realidad de los hechos le obligó a ceder y abandonar el totalitarismo. Pero esto también es falso. El punto 6 del programa de la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas, FET y de las JONS, el partido único, decía: "Nuestro Estado será un instrumento totalitario al servicio de la integridad patria. Todos los españoles participarán en él a través de su función familiar, municipal y sindical. Nadie participará a través de los partidos políticos. Se abolirá implacablemente el sistema inorgánico, representación por bandos en lucha y Parlamento del tipo conocido." Franco fue el Jefe Nacional de ese partido de siempre, su régimen mantuvo la estructura seudorrepresentativa de la familia, el municipio y el sindicato, los partidos políticos estuvieron prohibidos hasta su muerte y la Cortes no fueron otra cosa que un circo de payasos y mercenarios que aplaudían sus ocurrencias. Es decir, el régimen fue totalitario del principio al final de acuerdo con sus propios postulados y el Luis Suárez que firma ese escrito, un franquista que reescribe la historia adaptándola a sus peculiares convicciones. Un ideólogo y un propagandista de una causa innoble.

En ningún momento de la entrada se dice que Franco fuera un dictador. Sin embargo, la doctrina de su régimen lo ensalzaba como un caudillo por la gracia de Dios. Si un caudillo por la gracia de Dios no es un dictador, ¿qué es? En el colmo no se sabe ya si del dislate o la mala fe, el director del organismo, Gonzalo Anes, en entrevista a El País sostiene que Franco fue un dictador, no creo que haya nadie que no lo reconozca hoy en día, de donde se sigue que Luis Suárez no es nadie o Gonzalo Anes no sabe lo que dice. El resto de la entrada es igual de falso, manipulador y embustero. Otorga al franquismo una Constitución, lo que es llevar el afán de disfrazar el fascismo a extremos que ni los fascistas originarios, que despreciaban las constituciones, alcanzaron y relata las patrañas propias de la hagiografía franquista.

Por lo demás, el mismo director de una Real Academia de la Historia que ha quedado a la altura de los órganos orwellianos en 1984 dice que él no leyó la entrada dedicada a Franco. Sin embargo, sí tenía que saber que Luis Suárez, además del cargo citado, forma parte del consejo de redacción de la revista de ultraderecha Razón Española, fundada por Gonzalo Fernández de la Mora, ministro que fue de Franco, dedicada a enaltecer la memoria del dictador y propagar sus virtudes y en donde se dan cita todos los franquistas de cierto relieve del país. Es decir, cree que la gente no se entera y que se la puede despreciar. Lo único decente que puede hacer el dicho director es retirar de la circulación el libelo que su organismo ha perpetrado con el dinero de todos los españoles, en lugar de hacerse el ofendido y de protestar porque, con toda justicia, se lo critiquen cuando es lo menos que se puede hacer con semejante ignominia.

Añádase a ello que, como muchos de quienes vivieron la dictadura, tiene tal cobardía intelectual que hace suyos como lógicos los abusos de la tiranía. Véase la justificación que da de porqué a su juicio el tal Luis Suárez es objetivo: Es un hombre liberal, que en la época de Franco consiguió que hiciesen catedrático de Historia Medieval a Julio Valdeón, que estaba afiliado al Partido Comunista. Es independiente y un magnífico investigador. Esto es, debemos agradecer como muestra de generoso liberalismo que Suárez hiciera lo que tenía que hacer y por lo que le pagaban que es votar por un hombre para catedrático en función de su competencia y no de su afiliación política. Ese es el triunfo moral del franquismo: meter tal miedo en el cuerpo a la gente que, en el colmo de la abyección intelectual, ésta acaba aceptando como favor y agradeciendo como muestra de generosidad lo que no es sino el derecho a que los demás cumplan con su deber. En verdad, Anes coronaría su obra dimitiendo de un puesto que no ha sabio desempeñar.

dimarts, 24 de maig del 2011

Invitación.

Como la vida sigue después de estas catastróficas elecciones, hoy se presenta mi libro Memoria del franquismo con el dramatis personae, en el lugar y hora que se indican en el tarjetón adjunto (click en la imagen para agrandar). Estáis cordialmente invitados.

El franquismo ha sido el fenómeno más importante de la historia de España en el siglo XX no sólo porque duró casi cuarenta años sino porque transformó radicalmente el país en casi todos sus aspectos (no en el religioso, por ejemplo) y socializó numerosas generaciones de españoles en un espíritu, una mentalidad y unos valores peculiares que todavía hoy se hacen notar y mucho. Porque cambió el imaginario colectivo y generó dos ideas del país antagónicas y que aún lo son si bien no en el campo de batalla sino en el ámbito simbólico. Es significativo que en las manifestaciones de la izquierda no se vean banderas rojigualdas y sí en cambio republicanas, mientras que en las de la derecha sucede al revés. Un país con dos banderas, dos culturas, memorias y referentes distintos, en realidad, es dos países.

Se dice que la transición enterró esa división de las dos Españas unificándolas bajo la sombra protectora de la Constitución de 1978, primera -se afirma- de consenso, que no ha impuesto una parte a otra. Cierto, con la salvedad de que muchas imposiciones están fuera de la Constitucion, son anteriores a ella; por ejemplo, la Monarquía o la religión católica. En realidad, dentro o fuera de la Constitución, la ansiada reconciliación de los españoles se realizó bajo la imposición de todos los símbolos y valores de los vencedores y ninguno de los vencidos, salvo el Estado de derecho y la democracia a los que no había modo de oponerse so pena de perder el apoyo de las potencias extranjeras.

El franquismo ha sido también un hecho decisivo en la vida de muchos españoles entre los cuales me cuento. Pero veo que en la actualidad, para la mayoría de la población, no es siquiera un recuerdo sino un episodio impreciso que se aprende en los manuales de historia o en las series de televisión. Así que me ha parecido oportuno aportar al conocimiento de las nuevas generaciones mi visión, mi vivencia y mi juicio sobre el franquismo, de forma razonada y tranquila para que pueda contrastarse con otras en uso y ayudar así a la gente venidera a formarse una opinión. Voy recibiendo testimonios de quees lo que sucede, lo cual me llena de alegría.

dijous, 21 d’abril del 2011

Garzón contra las mafias.

Siguen las coincidencias aleccionadoras. Ayer, final de la copa del generalísimo, digo, del rey, se estrenó el documental de Isabel Coixet con el juez Garzón de protagonista y el novelista Manuel Rivas de contraparte.

¡Qué pieza, voto a tal! Ochenta y seis minutos de primeros planos en blanco y negro del juez que no para de hablar exponiendo su punto de vista (muy altamente cualificado en lo judicial, como es de suponer) sobre los procesos en los que está acusado y haciéndolo con una mesura, un dominio de sí mismo y una claridad que no solamente asombran sino que impresionan. Además no se limita a hablar de su circunstancia, de su proceso judicial y del mediático, sino que trata de muchas otras cosas, de la mafia, del crimen organizado, de la jurisdicción universal, de la corrupción en España y en las democracias en general, de la función de los jueces, de la relación entre justicia y democracia, del terrorismo, etc. Cualquier observador medianamente imparcial de la actualidad exterior e interior y conocedor de los avatares procesales del juez considerará esta peli como un tesoro de información expuesta con rigor y captada con veracidad.

Y no solo con veracidad sino con verdadera arte. Rivas es empático en todo momento (de hecho el film entero es un grito a favor de Garzón) pero adopta sabiamente una línea minimalista. Se ha trabajado muy bien las preguntas y ha cubierto por entero el campo, pero su función es dejar hablar al juez, entregárselo a Coixet (que dirige pero también está a las cámaras) para que escudriñe su rostro, sus gestos, sus miradas, el movimiento de las manos. Según parece rodaron seis horas sin parar. La hora y media escasa de proyección, lógicamente, está editada y los fundidos se acompasan con los títulos de los temas que se abordan. Y el efecto es rotundo. La cámara acompaña el discurso del juez, lo sostiene, lo subraya a veces con zooms repentinos o lo deja sonar por sí solo haciendo tomas desenfocadas, casi logrando un off. En fin, es admirable lo que puede hacerse con un par de cámaras, una habitación, una mesa y alguien que tiene algo que decir así como alguien que quiere difundirlo, informar.

Porque en definitiva, de información va el asunto. Los jueces están acostumbrados a prevalecer en función de su independencia, su seriedad y su competencia técnica. Tanto que muchas veces no se sienten obligados a justificar sus decisiones en términos moralmente comprensibles para la colectividad en cuyo nombre e interés trabajan. Y esta colectividad tiene muy difícil hacerse una idea de lo que está en juego por falta de medios para informarse. Esa es la importancia capital de esta peli, que los jueces sepan que la colectividad está informada y, por tanto, en situación de exigir una decisión justa respecto a un juez que tiene un historial de servicios a la comunidad probablemente sin parangón. Y eso escuece.

Acertadísimo empezar el diálogo hablando de la mafia siciliana y de la influencia que los magistrados Falcone y Borsellino, ambos asesinados en 1992, han ejercido sobre el juez. Es el sutil modo del novelista de interpretar la carrera de Garzón: un juez contra las mafias y contra el crimen organizado en general. ¿Qué tienen en común el narcotráfico gallego, el terrorismo de ETA, el de los GAL, los crímenes de las dictaduras pinochetista y franquista y el caso Gürtel, esto es, los casos en los que el juez Garzón se ha ganado el respeto y la admiración de mucha gente y la envidia y el odio de mucha otra? Que todos, unos por unos motivos otros por otros, son casos de crimen organizado. Esencial la experiencia palermitana del juez. Porque España no es Sicilia, ciertamente, pues tiene sus peculiaridades. Pero a veces se le parece. El narcotráfico gallego es lo que más se aproxima a la cosa nostra y en verdad que las reflexiones de Garzón al respecto son atinadas: el miedo de la gente, la impunidad de los capi mafiosi.

Eso de la impunidad es decisivo para entender lo que el juez llama su compromiso y lo explica de un modo que nadie que lo oiga podrá olvidar, especialmente si es juez. Dice Garzón que ningún juez puede llamarse andana si en su jurisdicción se descubre el cadáver de una persona muerta por muerte violenta. Con un tiro en la nuca, dice; con las manos atadas a la espalda, dice; sin cabeza, dice. Obviamente, ningún juez puede inhibirse. En realidad, ningún ser humano. Así que aquellos jueces que se inhiban o los que impidan que se abran las fosas en las que yacen los asesinados no solamente no son jueces sino que son cómplices y encubridores de los asesinos. Porque la justicia no conoce términos medios: todo lo que no sea hacer justicia es hacer injusticia.

Repasando la entrada de ayer también sobre Garzón, Jueces y estrellas, estoy contento de lo que decía antes de ver la peli. Sospechaba que la celeridad del caso de las escuchas y las dilaciones del de los crímenes del franquismo pudiera ser estrategia procesal y es exactamente lo que da a entender Garzón que "no comprende" la diferencia de ritmos en ambos casos. Es también lo que decía Palinuro: en estos procesos kafkianos nada se comprende pero todo tiene una causa.

Una sola crítica tengo y se refiere al episodio de la actividad política de Garzón. El juez pasa por ella como por las consabidas ascuas, murmurando algo acerca de la la "libertad de opción" o cosa parecida, y eso es todo. Sin embargo hubo en aquel episodio la suficiente agitación, demagogia, linchamiento mediático y relaciones del juez con medios de la ralea de El Mundo (que ahora tratan de hundirlo) para que se eche de menos alguna reflexión suya acerca de aquellos años y qué respuesta da a las acusaciones de parcialidad por despecho.

Pero en las circunstancias actuales eso es asunto menor de lo que ya habrá tiempo de hablar. Ahora lo importante es decir con quién se está y Palinuro no tiene duda alguna: con el juez Garzón, al que sigue recomendando como ayer que no se meta en política de partidos.

dimecres, 20 d’abril del 2011

Jueces y estrellas.

El mismo día en que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) decidía que su deber es suspender a Garzón por segunda vez, Isabel Coixet anunciaba para hoy el estreno de su película Escuchando al juez Garzón, que espero poder ver de inmediato. La coincidencia de ambos hechos, con ser curiosa y aleccionadora, no priva a cada uno de ellos de su carácter esencial. La decisión del CGPJ es un acto de necesidad, dado el precedente que él mismo sentó al suspender cautelarmente al Juez con la causa de la investigación por los crímenes del franquismo. No puede no suspender, con lo que da una lamentable imagen como de ensañamiento. Suspender a alguien dos veces es como matarlo por partida doble, una porque corresponde y otra por si resucita.

El pobre juez sabe muy bien en dónde lo han metido, en una maraña jurídica como la de El proceso de Kafka, en la que todo es incomprensible pero nada sucede por casualidad. Por ejemplo, el orden de los procesos puede no ser inocente. De haber empezado por el del franquismo, con lo sensibilizado que está todo el mundo, tanto aquí como en el extranjero, con los crímenes impunes de la Dictadura, hubiera tenido muy mala prensa. Parece más astuto procesarlo antes por algo que despierta menos pasiones, especialmente en el extranjero como son las escuchas de la Gürtel. Si resultara condenado por prevaricación, luego sería más fácil hacer lo mismo en el proceso por los crímenes del franquismo. ¿Por qué no? La maquinaria de la venganza judicial se ha puesto en marcha y Baltasar G. puede ya hacer muy poco.

En el terreno procesal. Pero puede hacer y mucho en el terreno social y en el mediático. He aquí que las frecuentes acusaciones que se hacían al juez Garzón, con su pelusilla de envidia, de que era un juez estrella resultaron ser la típica profecía que se autocumple. El juez Garzón es una estrella de cine de la mano de Isabel Coixet y expone directamente su situación en público en una sala de proyecciones y, en unos días, a través de la red. Estoy seguro de que será uno de los productos más bajados.

Precisamente presentaba Garzón en Madrid un libro que recoge una amplia conversación con el escritor Manuel Rivas y se titula La fuerza de la razón (editorial Debate, Madrid), el mismo título que el explosivo de Oriana Fallacci. Y viene con DVD. Esa Fuerza de la razón es la que se exhibe en el documental de Coixet que a su vez está realizado no como un acto de necesidad, al estilo del del CGPJ, sino como un acto de libertad y de creación. Manuel Rivas pudo escribir o no escribir el libro, al igual que Coixet pudo rodar o no rodar la película. Si lo hicieron fue, probablemente, por un sentimiento moral en pro del juez. En todo caso está claro que Garzón tiene apoyos sociales que se hacen oír en su defensa. A pocos acusados les es dado exponer sus circunstancias y razonamientos de forma tan extensa. Y es eso, la sociedad que quiere escucharlo.

Por supuesto el ruido mediático, la difusión del discurso de Garzón no lo va a hacer más simpático a los ojos de los colegas que han de juzgarlo y para quienes lo ideal sería que el acusado se limitara a contestar a las preguntas de la sala y el resto del tiempo estuviera en silencio cartujo hasta conocer su destino. Pero eso es imposible. Nuestra sociedad es abierta, hay libertad de información y de expresión y, salvo orden judicial (que habría que ver cómo se justificaba) Garzón se encuentra en pleno uso de sus derechos, muy especialmente el de expresión, que es su mejor baza y es de suponer que nadie entienda el ejercicio de ese derecho como un intento de presionar a los jueces que, de todas formas, están en una posición imposible.

El proceso por investigar los crímenes del franquismo quizá sea intachable desde el punto de vista jurídico, que no lo parece, pero desde luego es inaceptable desde el punto de vista político y moral. Que en lugar de investigar aquellos crímenes, castigar a los culpables, resarcir a las víctimas sea el juez que instruyó la causa el que acabe enjuiciado a instancias de una organización fascista no es algo que pueda explicarse fácilmente. Tampoco sale mejor parado el proceso por ordenar escuchas telefónicas en el caso Gürtel. No es sencillo hacer entender a la gente que un juez pueda acabar en el banquillo bajo la acusación presentada por los imputados en la causa que estaba instruyendo. Si además resulta que la fiscalía no ve delito, la dificultad se convierte en imposibilidad.

Garzón entiende tan bien las reglas de la sociedad del espectáculo como las del foro y en ambos territorios se maneja con habilidad y destreza. Es posible que en el orden judicial lo hayan atrapado (y ya se verá el rigor jurídico de la causa en contra de él) pero en el mediático, en el comunicacional, ya ha ganado. Garzón tiene rostro; sus acusadores y juzgadores, no. Garzón es persona; sus acusadores y juzgadores son nombres, cargos, engranajes en el impersonal funcionamiento de la ley. Garzón esgrime razones; sus acusadores, códigos. Garzón lucha contra el delito; sus acusadores luchan contra Garzón; Garzón suscita simpatías y solidaridad generalizadas; sus acusadores sólo cosechan desconfianza, antipatía y desprecio.

Si el juez fuera condenado tendría que dedicarse a otra cosa, quizá a la abogacía, como hizo otro juez, Gómez de Liaño, condenado por prevaricación. Pero también podría dedicarse a la publicística, a luchar porque no suceda a nadie lo que le ha sucedido a él. Tiene el suficiente prestigio moral para hacerlo y cuenta con tanto respaldo social que no le será difícil poner en marcha una empresa en pro de la justicia, la trasparencia, la moralidad en la vida pública y, en último término, la democracia. Lo que no le recomendaría es que se metiera en política, como hizo el fiscal italiano Antonio di Pietro.

(La imagen es una toma de un vídeo de Público, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 6 d’abril del 2011

Sin concesiones.

Esta película, Pa negre, acaparó no sé cuántos goyas en la última gala. Con toda justicia a mi entender pues me parece una película extraordinaria. E inclasificable. He devorado una docena de críticas sobre ella y he visto que la sitúan entre las de la postguerra española, las de niños en un mundo de adultos, las de ambiente rural de la Cataluña profunda, las de crítica social por las luchas de clases, etc. Hay de todo eso sin duda y hay algo distinto, mucho más importante: es una visión de la naturaleza humana tan lúcida, dura y descarnada que todas las clasificaciones anteriores revelan no ser otra cosa que intentos bienintencionados de aferrarse a lo accidental y contingente, para no referirse a su oscuro fondo.

Para verla así conviene recordar un dato siempre presente y siempre acallado: durante los largos años de la postguerra la vida del ser humano en España, sobre todo la de los rojos, no valía nada. Con los vencidos podía hacerse -y se hizo- lo que se quisiera: asesinarlos, apalearlos, violarlos, robarles sus pertenencias, sus hijos, su buen nombre. Literalmente cualquier cosa. Toda España fue un campo de concentración para los vencidos. Conviene recordarlo porque cuesta imaginarlo y, sin embargo, está clara y sucintamente expuesto en el dictado que hace el maestro sobre vencedores y vencidos con su lucidez de beodo en ciernes.

El relato a veces se hace algo enrevesado por lo que me parecen flaquezas del guión. Éstas pueden nacer de la novela en que la cinta está basada y que debe de ser (pues no la conozco) de estructura narrativa complicada. Pero como el interés del relato es tan absorbente, uno acaba entendiendo hasta lo que cree no haber entendido en punto a quién es quién en esta trama tan intensa como cambiante. La historia, vista por los ojos del niño, consiste en un encadenamiento de tres asesinatos, brutales lo tres, en el que dos de los asesinados son, a su vez, asesinos o complices de asesinato. Los dos antiguos rojos a quienes la miseria y la bestialidad de la represión ha puesto al servicio de los vencedores en lo más siniestro y criminal de su proceder.

Uno de estos rojos trata de inculcar en su hijo la fibra moral para conseguir lo que él no pudo: vivir de acuerdo con sus ideales. El resultado que obtiene al final y que no llega a ver es lo contrario de lo que se propuso. El niño se adhiere al código moral de los depredadores. Habría que estar en el pellejo del padre, de cuyas motivaciones hablan los demás, no él, para poder enjuiciar su conducta. Al no ser posible, es prudente suspender el juicio moral. Desde luego el comportamiento de los vencedores es criminal e inhumano, pero los vencidos no están hechos de mejor pasta. Sólo esto rompe el cliché más habitual de las pelis de la guerra y la posguerra españolas: no hay buenos y malos en un sentido metafísico, sino que la bondad y la maldad depende de cada cual y de la situación en que se encuentre.

Es obvio que la peli no tendrá admiradores entre el público de la derecha porque deja claro que suya fue la responsabilidad por el muladar moral en que quedó convertida España durante largos años. Pero tampoco creo tenga muchos amigos en la izquierda dado que la visión de los vencidos no deja atisbo alguno al que arrimar algún intento de propaganda. Lo dice el maestro: Vae victis! Os arrebatarán hasta la dignidad y la condición humana.

Por descontado, la peli es una maravilla de ambientación, con un retrato social de época que acogota el espíritu por su sordidez, su crueldad, un mojón más en la vena artística española de las historias de drama rural que cuenta con una nutrida tradición. Hasta los contrastes entre la miseria aldeana y la opulencia de la burguesía catalana, meras pinceladas, como el ambiente del colegio de escolapios (en donde se consuma los que no es sino un robo más de niño) revientan los tópicos.

El director ha dejado un documento sobre la opresión, el miedo, la angustia de una vida cotidiana en perpetuo peligro que salta a la vista, atrapa y se impone. Hay momentos en esa casa de pueblo repleta de mujeres que recuerdan a Bernarda Alba, salvando todas las distancias, que son abismales. Y no me privo de señalar mis preferencias. En un mundo más negro que el pan que comen los pobres hay dos luminarias, dos figuras de esperanza, dos seres humanos íntegros, dos mujeres, la madre y la abuela del niño.

diumenge, 30 de gener del 2011

La guerra civil y el cine.

A propósito de los países árabes:

La historia, esa que se había acabado, acelera. Sobre la revolución de la multitud (árabe/islámica) Alá juega al dominó. Sobre la revolución de la multitud (europea/cristiana): protestas estudiantiles en Gran Bretaña. Otra hipótesis: las multitudes son de jóvenes, a los que no es posible domesticar; y sus movimientos corren como regueros de pólvora.


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En TeleK que es una TDT que emite para Vallekas hay un programa-tertulia política llamada La tuerka, muy de izquierda y en la que participo con cierta frecuencia. Es un lugar austero, porque la izquierda tiende al rigorismo pietista (sobre todo si su presupuesto está equilibrado en torno al cero), si bien no falto de gusto lógicamente minimalista. Aunque va echando pechuga. En la primera sesión a la que fui no había ni mesa; luego apareció una mesa que es como una especie de cartapacio colectivo y en la última han crecido unas tazas chulísimas con el logo del programa.

Además de lo agradable del ambiente y el buen hacer de los técnicos que rozan la maravilla al estilo Lars von Trier, lo que allí se habla suele tener interés y se adorna con unos vídeos perversamente divertidos. En el último se trató de la peli de Alex de la Iglesia, Balada triste de trompeta, que interesaba mucho al presentador y autor del programa, Pablo Iglesias, un joven y competente profesor de la Complutense perfectamente adaptado a los tiempos mediáticos que corren. Tanto le interesaba que había publicado un artículo en kaosenlared.net: Balada triste de trompeta de Alex de la Iglesia. España, el Franquismo y las tetas de Carolina Bang, que casi parece el título de un tema de Ray Charles. Una perspicaz crítica de la peli que tiene más de crítica a las críticas.

Para mí, Balada es una buena película, muy movida, tremendamente ágil, variadísima a la que sólo sobra la casquería. Sé que hay muchos a quienes gusta. A mí, no. El resto está muy bien. Es una película hecha de películas, un copón de intertextualidad cinematográfica. Todas las secuencias recuerdan otras con mayor o menor intensidad. La balacera del comienzo en la iglesia suena a Grupo salvaje y las escenas en la cruz del Valle de los Caídos casi una remake de las finales de Con la muerte en los talones y, entre medias, hay de todo: mucho Fellini, Berlanga, Saura, todo el cine de Landa, Woody Allen y hasta algo de Anthony Hopkins y Batman; incluso, al entrar en el cine Luchana, se atisba tras el payaso triste el fabuloso cartel de publicidad de Hondo, una peli de John Farrow, de 1953, interpretada por el Duque, John Wayne. Quien quiera ver este icono de mi adolescencia, que pinche aquí. Por cierto, puestos a buscar anacronismos, como parece que le reprochan a De la Iglesia...

No creo que Balada sea una película sobre la guerra civil sino que es una película-río que empieza en 1937 y termina, más o menos, en 1973. El recurso a la cascada de imágenes documentales es un modo como otro cualquiera de resolver el problema del paso del tiempo en un relato de treinta y seis años. Tiene la ventaja de que resalta los elementos que considera significativos y determinantes: el No-Do, Franco, los planes de desarrollo, el biscúter, el seiscientos, Massiel, el Lute, la guardia civil, Lola Flores, ETA, Burgos, Marisol, en fin, el país en sus rancias esencias en un relato burlesco. Es decir, es una peli que usa la guerra civil, la postguerra y el franquismo como el contexto, el telón de fondo, de su relato y, aunque los acontecimientos sean las causa de las peripecia de ese relato, la peli no es una peli sobre la guerra civil o el franquismo. Otra cosa es el mayor o menor interés del relato en sí, una rivalidad entre dos payasos de un circo por los amores de una trapecista.

Entiendo la preocupación por ver cómo contribuye el cine a la formación de una memoria colectiva de la guerra civil y el franquismo que durante cuarenta años estuvo dominada por pautas simbólicas ultrarreaccionarias. Sólo se me ocurren dos salvedades. Primera: no creo sea posible construir memoria colectiva alguna a base de superponer un relato a otro relato, ignorando aquel monopolio interpretativo que ha dejado huella. Segunda: esa memoria colectiva no puede alimentarse con un solo tipo de películas que refleje un juicio valorativo y, por tanto ideológico que se da por bueno. Llama la atención la hostilidad que refleja la izquierda al hecho de que Alex de la Iglesia presente una visión "de las dos Españas", como si fuera algo fatídico, el destino de la raza y hasta sea sospechoso de equidistancia, una posición que no suele despertar entusiasmo entre los convencidos de cualquier credo. Sin embargo, es obvio que hay dos Españas, que sigue habiéndolas y que el sistema democrático simplemente palía algo la dureza del enfrentamiento. En España sigue habiendo las dos naciones que veía Disraeli en Inglaterra sólo que no están separadas por razones económico-sociales sino sobre todo ideológicas y religiosas.Y si alguno no quiere tomar partido por ninguna de las dos, al estilo de Salvador de Madariaga, no por ello es un maldito ni su cine malo.

Además de industria (cosa que es siempre) el cine es arte (cosa que no es siempre) y, cuando es arte, es libre y no sigue consignas políticas. Por cierto, si alguien quiere ver los vídeos de la tertulia sobre la guerra civil y el cine los tiene en el banner de la Tuerca, en la columna de la derecha.

dijous, 23 de desembre del 2010

¡Viva la Argentina!

La justicia argentina condenó ayer a cadena perpetua al dictador genocida Jorge Rafael Videla y otros dieciséis asesinos implicados en las matanzas de la dictadura entre 1976 y 1981, esto es, unos treinta años después de los hechos. Aunque la condena se refiere al asesinato de 31 presos en la cárcel de Córdoba, moralmente cubre su responsabilidad por las más de 30.000 muertes de aquella dictadura.

En España, 35 años después de la muerte del presunto genocida Francisco Franco, ni él ni ninguno de sus secuaces y cómplices han sido condenados a nada a pesar de que nadie duda de su responsabilidad y autoría en el asesinato de cientos de miles de sus compatriotas, cuyos huesos afloran hoy de las fosas comunes en que los asesinos quisieron hacerlos desaparecer.

En la Argentina el genocida Jorge Rafael Videla aun deberá comparecer en otros procesos en los que se le acusa del secuestro y robo de niños para entregarlos a familias adictas a su régimen y en los que se piden penas igualmente duras para él.

En España aún no se ha iniciado siquiera un proceso a pesar de que la dictadura del presunto genocida Francisco Franco pudo haber robado y/o secuestrado unos 30.000 niños, hijos de "rojas" y "rojos" (encarcelados, fusilados, desaparecidos) para entregarlos asimismo a familias adeptas al régimen y no sólo como hijos en adopción, sino como criados o esclavos.

En la Argentina se dictó una Ley de Punto Final en 1986 que, junto a la amnistía dictada por el presidente Saul Menem en 1990, exoneraba de responsabilidad a los asesinos y genocidas de la Junta Militar, empezando por Videla, que ya había sido condenado a otras cadenas perpetuas en 1985. Toda esa llamada legislación de impunidad fue anulada por inconstitucional por el Tribunal Supremo de la Argentina.

En España, una Ley de Amnistía de 15 de octubre de 1977, so pretexto de amnistiar los "delitos" cometidos por los opositores al régimen del presunto genocida Franco, significó de hecho la impunidad para todos los asesinos, secuestradores y torturadores de su régimen, empezando por él mismo. Hasta la fecha ningún tribunal de justicia ha osado cuestionar esta ley y mucho menos declararla inconstitucional. Al contrario, en virtud de una interpretación moralmente repugnante de su contenido, todavía hoy sirve para impedir que se haga justicia con los crímenes de la dictadura de Franco.

En la Argentina, a día de hoy, prácticamente nadie sale en defensa del genocida Videla y sus esbirros salvo, naturalmente, sus familiares y allegados más directos.

En España, el supuesto genocida Francisco Franco y sus compinches, siguen teniendo numerosos y vociferantes partidarios, dando nombre a muchas calles y plazas, recibiendo honras religiosas de curas simpatizantes con el genocidio, ocupando lugares de respeto que no les corresponden y siendo objeto de culto por alguna Fundación en su memoria que recibe dineros públicos.

En la Argentina ningún partido sale en defensa de los genocidas de la Junta militar.

En España, el partido heredero del franquismo, fundado por un ex-ministro del presunto genocida, ampara la memoria de éste y no condena su régimen, al que algunos de los más necios califican de tiempo de "extraordinaria placidez", una placidez fundada en la tortura, el asesinato, el robo de niños, etc..

En la Argentina no se persigue a los jueces que investigan los crímenes de la Dictadura y pretenden procesar a los responsables.

En España son los propios jueces los que persiguen a los jueces que pretenden hacer justicia respecto a los crímenes de la Dictadura, tanto los de genocidio como los secuestros y robos de niños. Y lo hacen a instancias de los herederos espirituales, beneficiarios y secuaces de la Dictadura.

En la Argentina se hace justicia.

En España se hace injusticia y el crimen queda impune.

(La primera imagen es una foto de 20 Minutos; la segunda, de Pablo Flores, ambas bajo licencia de Creative Commons y Wikimedia Commons).