dilluns, 1 de febrer del 2016

Un acierto y un error

Se abre una semana interesante con la nueva ronda de consultas que nadie sabe cómo irá porque la posición de perro del hortelano adoptada por Rajoy, abre todas las incertidumbres. Ya dijo en memorable ocasión el de los sobresueldos que no tomar una decisión era una decisión. Esa actitud tan marrullera deja en mal lugar al Rey, sobre todo porque evidencia que, en realidad, no sirve para nada. Por primera vez se cuestiona -y ya era hora- su intervención en el nombramiento del gobierno. Se trata de un formalismo tipo reliquia, de cuando los gobiernos debían contar con la doble confianza. Hoy, que basta con la del Parlamento, la intervención del monarca es inútil, como bien se ve. Siendo el Parlamento un órgano autónomo y sede de la soberanía, esta tarea habría de corresponderle en exclusiva a través de su presidente, que para eso está.

Rajoy ha conseguido cubrirse de ridículo una vez más. A él no le importa, ya se sabe; pero los suyos van a acabar sublevándosele y ya es raro que los neonacionales se subleven. Si, llamado a consultas, Rajoy acepta encargarse, le darán un buen revolcón en el Congreso y los plazos para investidura/nuevas elecciones empezarán a contar. Si no lo acepta quedará ya definitivamente fuera de juego y dispondrá de más tiempo para preparar su defensa procesal, que le hará falta y leer el Marca, única actividad intelectual que se le conoce.

Aquí entra Sánchez. La ocasión la pintan calva y esta es la del secretario general del PSOE que ha tenido el acierto, a mi juicio, de declararse dispuesto a intentarlo y de hacerlo con un programa detallado para conseguir una base amplia de apoyo parlamentario. Los requeridos aliados, según parece, serán C's, Podemos, IU, PNV, CC. El orden no es inocente. Sumar a una alianza a C's y Podemos parece una quimera y quizá lo sea, pero es una buena jugada para cortar las alas a Podemos por cuanto, si los morados ponen dificultades en una situación que ellos mismos consideran de urgencia y no se forma gobierno, aparecerán como responsables de las nuevas elecciones, lo que no es un acierto. La oferta del PSOE, el de la centralidad política, mete a Podemos en el totum revolutum de un pacto a varias bandas en el que el único protagonismo es el de Sánchez en lamentable detrimento del narcisismo de Iglesias.

Si, en una iluminación repentina de todos los intervinientes, fuera posible un gobierno de PSOE, C's, Podemos, IU, cuando menos, sería un exitazo de solidez porque pasaría de 200 diputados y podría hacer lo que quisiera. Pero esa combinación es muy poco probable. No lo es tanto, sin embargo, un gobierno de PSOE, Podemos e IU con apoyo del PNV y la abstención de C's. Si esa abstención se diera, aunque los partidos independentistas votaran en contra, no podrían hacer nada y, sabedores de que no iban a conseguir nada, seguramente no votarían en contra para evitar la imagen muy destructiva de aparecer del brazo con el PP.

La abstención de C's tendrá un precio y, si Podemos quiere estar en el gobierno -no, según sueña,  como quien emite el Diktat, sino más bien como socio menor- tendrá que transigir. Y tampoco le será fácil. Tanto el PSOE como C's son dos partidos unionistas a machamartillo, refractarios de plano a toda idea de referéndum. Pero si Podemos se sienta en un consejo de ministros alérgico al referéndum, es muy posible que pierda los diputados catalanes y quizá los gallegos y su posición sea más problemática. El gobierno seguirá estando seguro, pero algo más débil y pendiente de esa abstención de C's que inspira tanta confianza como un proyecto de paz perpetua firmado por un cocodrilo.

Así, pues, la disposición de Sánchez de formar gobierno de amplia base, dejando fuera al partido de la corrupción es un acierto. Arriesgado, peligroso, pero un acierto. Si, al final no le sale, podrá ir a las elecciones nuevas argumentando que no ha sido él quien las ha provocado.

¿Y el error?

El error, a juicio de Palinuro, consiste en empecinarse en ese cerrado nacionalismo español que lleva a Sánchez a rechazar hasta la idea de un diálogo con los independentistas catalanes. Desde el punto de vista táctico, a corto plazo, efectivamente, es lo mejor para salir de La Zarzuela con el encargo de formar gobierno. Pero a medio y largo plazo, en sentido estratégico, esa decisión es un error. El independentismo catalán no va a desaparecer por el hecho de que los nacionalistas españoles, empezando por este Borbón, que ya está metiendo la pata, lo ignoren y no quieran reconocerlo. Cuanto antes se restablezcan los puentes y se reabra el diálogo, mejor para todos.

Los socialistas están aterrorizados con la idea de que el PP enarbole en solitario la bandera de la unidad de España y los deje en la oscura luz de un partido vendepatrias. Tengo para mí que es una actitud obcecada, poco inteligente y que ignora el grado de tolerancia real de la opinión española hacia el referéndum. Los de Podemos lo incorporaron -verdad que a regañadientes, pero lo hicieron- a su programa y no les fue tan mal en las elecciones del 20D. Tampoco tan bien como ellos fabulan con sus trolas sobre los 69 diputados y los cinco millones de votos, a las que siguen aferrados, pero esto no se debe al referéndum en sí sino a la petulancia de los dirigentes.

Si el PSOE apunta su disposición a explorar fórmulas que abran el camino a la consulta catalana quizá se lleve una sorpresa en cuanto al grado de apoyo que tendría en España. Al fin y al cabo, su obligación como partido progresista es explorar fórmulas nuevas.

Por otro lado, si analiza la cuestión con desapasionamiento y no con el espíritu de la cabra de la legión, verá que, tarde o temprano, ese referéndum se realizará porque lo impondrá la UE.

También en Vasconia

Tendría gracia que la nueva forma del café para todos del siglo XXI fuera que se generalizara la reclamación del derecho a decidir. Si los catalanes deciden, y los vascos y quizá los gallegos, hay pocas dudas de que, detrás, vendrán los andaluces, los canarios, etc. Y si frenarlo en un caso es endemoniadamente difícil, a ver cómo lo consiguen los de la "una, grande, libre" con media docena más.

Dentro de una semana Palinuro participa en una mesa redonda en Bilbao, convocada por el servicio Diplocat de la Generalitat catalana y la Universidad del País Vasco, sobre legalidad, legitimidad: el derecho a decidir. Lo hace en compañía de muy ilustres colegas: Jule Goikoetxea, María de Alba Nogueira y Josep Maria Vilajosana, todos presentados por Mario Zubiaga y Albert Royo. Creo que será muy interesante y la asistencia, libre.

diumenge, 31 de gener del 2016

No quito ni pongo rey, pero...

...ayudo a mi señor."

La complejidad alcanzada por el sistema de partidos tras las elecciones de 20D va a dar para mucha cábala. Mucho fino análisis. Mucha sardina arrimada a la propia ascua. Mucho sondeo interpretado con cándida intencionalidad. En fin, algún contertulio saldrá del programa en una camisa de fuerza.

Como en los graves momentos de la historia patria, El País interviene con un editorial producto de su profunda identificación con la estabilidad de esta monarquía parlamentaria, y con formulaciones verdaderamente audaces: El PSOE no es la CUP. La idea del diario parece ser advertir de ello a Pedro Sánchez que, si lo ignora, debe de ser el único en todo el país. La advertencia se estructura en una cadena de razonamientos, sentados como verdades incuestionables pero que son altamente cuestionables. Se parte del supuesto de que el propósito de Sánchez de someter a consulta a las bases del partido la posible coalición es un disparate producto de sus lamentables errores que el diario refuta minuciosamente.

El primero es tratar de imitar a Podemos. Un error, no porque consultar esté mal, sino porque, según el editorialista, Podemos lo dice, pero no lo hace, sino que recurre a unos rituales controlados por la dirección leninista. Esto no es un error; es un juicio de intenciones del editorialista.

El segundo es que se trata de un golpe de efecto y un intento de vencer a los barones. Que sea un golpe de efecto o no, no quiere decir nada respecto a la justificación de la medida considerada errónea, y que Sánchez quiera ganar por la mano a los barones es lógico. O ¿ha de entenderse que,  como son los barones, él debe dejarse gobernar y adaptar su criterio a lo que se le imponga?

Error es también por cuanto el recurso a las bases, populista por definición, revela problemas de liderazgo dentro de la categoría de "políticos mediocres". Ni se le ocurre al editorialista que quizá los problemas de liderazgo sean mejores para el interés general que el liderazgo sin problemas. Un ejemplo bien a mano, el sólido liderazgo de los cuatro inenarrables años de Rajoy. Y en cuanto a la categoría de "políticos mediocres" pues, en fin, el mismo caso viene al pelo.

Igualmente erróneo es ocultar estos planes a los barones y saltarse, dice el editorial, "a la torera" las reglas del juego democrático del partido. Suponiendo que la idea no se le haya ocurrido en el último momento (sin que ello vaya en detrimento de su calidad), lo que haría irrelevante la intervención de los barones, lo de saltarse "a la torera" las reglas de juego es afirmación cuyo contenido de verdad descansa exclusivamente en el empleo del sintagma "a la torera". Las tales reglas del juego vienen en los estatutos y estos son susceptibles de tantas interpretaciones como personas ocupen los cargos.

Sánchez reincide en el error por ignorar un hecho que el editorialista enuncia como incontrovertible, esto es, que el PSOE es más un partido de electores que de militantes. Por supuesto, la distinción no quiere decir nada a nuestros efectos. Desde el momento en que los partidos se mantienen gracias a la financiación pública cuya cuantía se mide por la cantidad de votos y no de afiliados, lo que los partidos quieren son electores, no militantes. Pero mientras los electores no puedan identificarse como electores de un partido, las decisiones sobre este las tomarán los militantes, lógicamente. Consultarlos no es una demasía.

Lo errores se trasladan del orden teórico al práctico. Sánchez, según parece, no se ha enterado de que las elecciones del 20D no han dado una mayoría clara de izquierdas ni de derechas. Como con los errores, si no se ha enterado, debe de ser el único del país y es de suponer que alguien le habrá informado. Un tertuliano, por ejemplo, siempre en la pomada.

Error es igualmente pasarse de simpático en la vida. A El País le parece irresponsable ese propósito de ir tendiendo la mano "a derecha y a izquierda". En fin, supongo que para eso tiene dos. El diario, sin embargo, insiste en que es un error porque Iglesias y Rivera no se tragan. Cada vez las reflexiones son más profundas. Yo no sé si alguien habrá encontrado alguna vez en la naturaleza un animal con unas tragaderas más grandes que las de los políticos.

Pero el error definitivo, el que llevará al suicidio a Sánchez si lo comete, es no seguir los sabios consejos de Felipe González, dios menor tutelar del diario que le dio hace poco cancha en una entrevista para exponer su pensamiento. Un juicio salomónico: que ninguno de los partidos dinásticos sea un obstáculo para que el otro gobierne. Así, sin más, tercera vía de concordia.

Ignoro qué entenderá González por "gobernar". Apuesto algo a que el resto de los mortales entendemos "aplicar un programa". Corresponde a los socialistas demostrar a su antiguo secretario chino y actual jarrón general por qué deben gobernar ellos y aplicar su programa. No es mi tarea.

Mi tarea es preguntar González, como ha hecho, Iñaki Gabilondo si él cree que se debe dejar gobernar otros cuatro años al Rajoy de los sobresueldos y el partido imputado en un proceso penal. Y preguntar, algo más allá, si cree que el gobierno del PP es un gobierno y el PP un partido. O son otra cosa, procesalmente hablando. Y, aun más allá: si conoce cómo las está pasando la gente, si tiene idea de los indicadores de desigualdad, pobreza, miseria, emigración, etc.

Propiciar que este gobierno arbitrario, injusto, abusivo, autoritario, corrupto, expoliador siga campando por sus respetos otros cuatro años sí que es un error. No hace falta un editorial para verlo. Basta con abrir los ojos.

El Tribunal Constitucional a las órdenes del gobierno

Aquí, mi artículo de hoy en elMón acerca de una cuestión que dará mucho que hablar en próximas fechas y en torno a la que se ventilará muy probablemente el enésimo contencioso en el enfrentamiento de Cataluña con el gobierno del Estado.

Habitualmente es difícil contener la risa en las comparecencias de los gobernantes del PP, una banda de presuntos malhechores, mezcla de personajes de la picaresca quevediana y la comicidad berlanguiana, con unas gotas de fanfarronería al estilo del Capitán Fracasse. Debiéramos pagar entrada por ver balbucear mentiras al presidente de los sobresueldos; escuchar la desfachatez de Cospedal, la chulería de Hernando o los delirios de Casado. Pero, en no pocas veces, el pináculo de la desvergüenza lo alcanza ella sola la vicepresidenta del gobierno. En su comparecencia del viernes, 29 de enero pasado, anunció con gesto serio y trascendental que el gobierno instaría al Tribunal Constitucional a anular las decisiones que pudiera tomar la Generalitat consecuentes con la previa declaración de independencia del Parlament catalán. Lo términos eran graves y sonaban respetables: tribunal, Justicia, derecho, ley, procedimiento... Cualquiera diría que estaba hablando de algo serio: de someter a la prueba del Estado de derecho las posibles decisiones de un órgano de una Comunidad Autónoma.

Solo que ese Tribunal Constitucional tras cuya pretendida autoridad quiere ampararse el gobierno en su lucha contra la Generalitat no es un tribunal en serio ni merece más respeto que el que merezca cualquier órgano del PP. Está presidido por un exmilitante de ese partido y puesto ahí por el rodillo de la mayoría absoluta parlamentaria del partido del gobiern y, durante un tiempo, entre sus magistrados figuró otro servil ayudante de ese partido, Enrique López -también puesto con calzador- que hubo de dimitir cuando lo pillaron conduciendo beodo como una cuba y a quien sus propios colegas han apartado dos veces de causas penales contra el PP por su evidente partidismo.

En esas condiciones, llamar a esto "tribunal" es una hipérbole. Precisamente el problema de estos órganos constitucionales no judiciales pero a los que se quiere asimilar a órganos judiciales es una fina cuestión de legitimidad que es la primera que se rompe cuando, como es el caso con este, se puede probar que se utiliza como un ariete para justificar las arbitrariedades políticas del gobierno de turno. En fin, de eso va el artículo cuya versión española es la siguiente:



El Tribunal Constitucional, ministerio del gobierno español

El gobierno español presume de enfrentarse al independentismo catalán solo con las armas de la ley y el Estado de derecho. Dentro de ese espíritu, su vicepresidenta, en rueda de prensa del viernes, tras el consejo del ministros, anunció que el gobierno instaba al Tribunal Constitucional a anular todos los actos que la Generalitat realizara emanantes de una declaración de independencia. Sostenía que ello era lógico pues si tal declaración fue anulada en su día por ese mismo tribunal, sus consecuencias han de ser nulas.

En efecto, es muy de agradecer que el gobierno español no emplee en principio el ejército, la guardia civil, la represión y la violencia, como ha hecho tradicionalmente para contrarrestar el soberanismo catalán. Que recurra a la justicia e inste a los jueces a actuar en el marco de la legalidad en vez de proceder reventarla a cañonazos según inveterado proceder imperial.

Solo que esas declaraciones y ese espíritu son falsos y un engaño.

Alguien podría decir que el engaño, el fraude, consiste en “judicializar” un problema que no es jurídico sino político, esto es, en instrumentalizar a los jueces para que resuelvan un problema que los políticos no pueden solucionar. Fue una queja muy frecuente entre especialistas y estudiosos en los comienzos del rodaje del Estado de las Autonomías en los años 80, cuando se planteaban continuos recursos competenciales al Tribunal Constitucional y hasta los magistrados se quejaban de que el gobierno y los partidos los usaran como parapeto para ocultar su incapacidad de resolver los problemas por vía de negociaciones políticas.

Pero esto también era, no ya totalmente falso y embustero como las intenciones del gobierno actual, sino erróneo.

Y era erróneo entonces y es falso hoy porque el Tribunal Constitucional no es un órgano judicial ni forma parte del Poder Judicial. Llevar los problemas políticos ante él no es “judicializarlos”. Eso es falso, una estratagema. El Tribunal Constitucional es un órgano político compuesto por juristas nombrados políticamente y con una finalidad política. Su actual presidente está ahí porque fue militante del PP, del partido del gobierno, por cuanto sabemos, subjetivamente sigue siéndolo y su función es resolver los asuntos en sentido favorable a una parte, al PP que es quien lo puso en donde está.

O sea, usar el Tribunal Constitucional para zanjar un contencioso político no es “judicializarlo”; es “politizarlo”. El hecho de que la Constitución residencie la jurisdicción constitucional (esto es, la competencia para resolver problemas constitucionales) en un órgano ad hoc llamado Tribunal Constitucional, al que se acompaña de la parafernalia léxica de la justicia (autos, sentencias, providencias, etc) no quiere decir nada. El invento es una triquiñuela autorreferencial que no otorga a sus decisiones legitimidad alguna sino solo una legalidad de parte y, por tanto, inútil. El ejemplo más obvio: por sentencia de 2010, ese Tribunal Constitucional decidió que los catalanes no podían considerarse a sí mismos una “nación”. Como decidir este disparate carece de todo sentido jurídico hubo que hacerlo de tan alambicado modo que la decisión no es justa ni injusta sino, simplemente, ridícula porque el de “nación” no es un concepto sino un sentimiento y ningún tribunal del mundo podrá jamás imponer o arrebatar a nadie un ápice de sentimiento nacional.
Por tanto, la decisión del gobierno, anunciada a bombo y platillo, de no ir por la vía de la pura represión y de acudir a los tribunales es un engaño más consistente en emplear la represión disfrazada de acción judicial, utilizar los mismos elementos de violencia camuflándolos como magistraturas que, en realidad, obedecen las consignas del gobierno como podrían hacer los militares o la guardia civil.

Y eso es lo que hay que destapar como lo que es, como una superchería. Y hacerlo con atención porque puede resultar difícil explicarlo en el extranjero, en donde, en principio, la patraña de “judicializar” falsamente los problemas políticos puede encontrar crédito en función del prestigio que entre gentes civilizadas tienen palabras como “tribunal”, “jueces”, “magistrado” o “justicia”.

Quede claro que no hay tal. Se trata de referir a un órgano político una decisión política en el sentido favorable a los intereses del gobierno de turno. ¿Valor de este procedimiento a los ojos de la justicia, del Estado de derecho? Cero. ¿Valor para justificar luego un posible recurso a la violencia si el soberanismo persiste? Todo. Ahí reside el peligro y eso es lo que hay que denunciar.

dissabte, 30 de gener del 2016

Cada cual en su sitio

La frenéticas negociaciones para constituir gobierno en España y no ser menos que los catalanes, quienes lo hicieron en tres meses, están consiguiendo casi un milagro. Lo que la naturaleza no parece haber dado a los habitantes de la península, según generalizada opinión, esto es, capacidad de pactar, lo aprenderán en seis semanas. Es como si estuvieran acudiendo a un crash course de "pactología".

El PSOE, con sus raquíticos 90 diputados, ocupa la centralidad política, como si tuviera entrada numerada y con la misma seguridad con que Podemos ejerce un insólito "derecho de pernada", al decir del ex-ministro socialista Corcuera, ánimo en perpetua y clamante ira que ha vuelto del reino del olvido. El joven jeque Sánchez es el primero que parece dispuesto a liberarse de la apolillada tutela del viejo gurú González a quien todos respetan en público y maldicen en privado.

Los socialistas parecen haber pillado a los de Podemos alquilando una escalera para asaltar los cielos, menester al que se dedican los fines de semana igual que los demás  van a setas o visitan a su anciana madre. Porque, de no ser así, jamás permitirían ellos que alguien les arrebatase ese lugar de centralidad política al que están abonados como las peñas futbolísticas de los barrios periféricos y que, al parecer, dominan por mor de su brillante oratoria y sus probadas capacidad metafórica y esterilidad conceptual.

Ciudadanos, cuyo jefe se había acostumbrado ya a que, fuera de Cataluña, alguien prestara atención a las sinsorgadas que dice con la misma vacua solemnidad e idéntica sonrisa con que Primo de Rivera decía las suyas, está insólitamente callado. Tanto que alguno ha apuntado la posibilidad de que el flamante líder del neofalangismo haya sufrido un shock traumático como el que Naomi Klein sostiene que los psicópatas capitalistas aplican a las sufridas masas de consumidores occidentales cuando ya no queda nada por consumir.

Los partidos independentistas catalanes, ERC y el mutante Democràcia i Llibertat (DiL), cada vez parecen más una especie de embajadores hirsutos de los confines del Imperio que invaden los espacios capitalinos con sus guturales voces. Desconocedores del protocolo servil de la corte, agravian casi sin querer al monarca, al que tratan con el desprecio propio de los pueblos libres para los cuales nadie es más que nadie y, según las oscuras fórmulas de los juramentos en sus apartadas selvas, cada uno vale tanto como vos y, todos juntos, más que vos.

El PP, viejo casino fané y descangallado, refugio inmemorial de bandidos de la sierra, asaltacaminos, bandas de gangsters, jugadores de ventaja, busconas en decadencia y vendedores ambulantes de crecepelos, espera a que se restablezca el orden tras el paso del huracán del 20D para evaluar daños. Algunos de sus más afamados cuadrilleros han buscado santuario en el grupo mixto, mientras los seguidores de las germanías valencianas desfilan camino de las galeras del Rey. Su jefe, nostálgico de los tiempos de gloria en que le bastaba guiñar el ojo izquierdo para que las cohortes aplastaran toda resistencia, trata de sobrevivir en el parque jurásico de su residencia a la sublevación de sus jefes de mesnadas, dispuestos a ocupar su sillón y entregarlo a él en manos de los inmisericordes jueces.

Estos, los jueces, crecidos en su independencia al ver que los partidarios del príncipe están obligados a abandonar sus antiguas posesiones y no mandan ni entre los forajidos más fieles, comienzan a recobrar el resuello y a actuar con el sentido de la rectitud y la justicia que siempre se les atribuyó, incluso cuando no los demostraban. Mantener a la Infanta Cristina en el banquillo de los acusados, como el resto de los supuestos ladrones de guante blanco y sangre azul es un acto de rebeldía. Librarse de los dos jenízaros procesales encargados de la impunidad de los exactores del imperio una prueba de la alborada inicial de la justicia en el páramo castellano.

El Comité Federal quiere, dice, marcar los límites de actuación del cónsul Sánchez, ciñéndole los poderes a pactar a medias con los representantes de la plebe de coletas y negar el saludo a los independentistas más allá del limes, de los que no podrá solicitar ayuda activa ni pasiva. Según mandato de estos conmilitones, el compañero secretario general no podrá beneficiarse de los votos independentistas y tampoco de su abstención ni ausencia. Es algo absurdo porque eso significa que Sánchez tendrá que emplazarlos y exigirles que voten en contra suya, aunque no quieran, lo cual parece más difícil y maravilloso que ver licuarse la sangre de San Pantaleón.

Pero, sin duda, la más fantástico de la situación es que la estabilidad de un hipotético gobierno de la izquierda española dependa de  los independentistas catalanes cuyo interés lógico (quizá no muy español en el sentido de don Pelayo, pero bastante razonable) es que no haya gobierno estable alguno en España que pueda mover a la represión de su programa de independencia. Sobre todo ahora que, careciendo el imperio de legiones, pretende sofocar los movimientos emancipadores a base de magistrados o comisarios del Príncipe disfrazados de jueces.

Las jóvenes esperanzas plebeyas con su promesa de sangre renovada, pueblan las gradas más altas y lejanas del anfiteatro en la alegre barahúnda de mocosos y núcleos irradiadores mientras envían ultimata al centro de mando de Imperio, exigiendo posada y pernocta para los suyos en los aposentos del Señor en condiciones de igualdad con su servidumbre. Pero la guardia del pretor prefiere llegar a un acuerdo con Ciudadanos, valorando en estos dos virtudes sobre otras: son más modestos y realistas, menos bocazas y presuntuosos que los de Podemos y más de fiar que ellos porque no albergan en su seno los cestos de manzanas de la distintas discordias troyanas.

Al final, la combinación más posible que permita a los patricios llegar a los Idus de marzo dejándose por el camino el alma en pena del Sobresueldos del castillo, es un gobierno del PSOE con un Podemos al que los dioses hagan comprender que ni están solos en el mundo ni este les pertenece, con un compromiso firme de los neofalangistas de ciudadanos de abstenerse siempre que una confluencia de votos negativos amenace la continuidad del gobierno.

Solo esta combinación eliminaría, de un lado, que el independentismo catalán destruya los gobiernos centrales uno tras otro como las cargas de la caballería númida destruía las formaciones romanas y, de otro, que los espectrales pobladores del castillo gótico de la derecha, con el maléfico y balbuceante Sobresueldos vuelva a sumergir España en otros cuatro años de estupidez y opresión.

Eso o elecciones nuevas que no interesan a nadie salvo a los independentistas catalanes para seguir adelante con su hoja de ruta hacia la independencia  y a la derecha troglodita y cleptómana para que no se hable de su corrupción crónica.

divendres, 29 de gener del 2016

Palabras mayores

¡Qué vergonzoso senado el de esos antiguos socialistas apoltronados en sus privilegios, sus miedos y sus miserias! Menos mal que Susana Díaz ha tenido la rapidez de reflejos de distanciarse de este tanatorio ideológico, de este puñado de pretenciosos cobardes. No hace falta seguir con los calificativos. Basta con los nombres y apellidos: González, Guerra, Leguina, Rubalcaba, Corcuera, Barrionuevo, Solana, Bono, Almunia, Chacón, etc.

Hace decenios que no pisan la calle, ni tratan con la gente del común; que deambulan por los consejos de administración, los cargos sin cargas bien pagados, con sus suculentas pensiones. Hace decenios que no saben cómo las está pasando la inmensa mayoría de la gente, sin trabajo o con trabajo precario, sin futuro, sin vivienda, teniendo que marchar al extranjero o exprimir sus magras pensiones para sacar adelante a hijos y nietos.

Por eso presionan desde sus mullidos sillones para que el PSOE permita un gobierno del PP de una forma u otra. La derecha, claro, aplaude a rabiar su "sentido de Estado" y ellos, ansiosos por conservar sus ganancias y beneficios, se prestan a engañar a la buena gente, valiéndose de los restos de un prestigio que algunos -no todos, ni por asomo- tuvieron hace mucho tiempo y han perdido ya, sacrificado en el altar de Mamón.

Engañar a la gente para que permita la continuidad de este gobierno de sinvergüenzas y corruptos, apoyado en un partido de ladrones y mandado por un embustero y presunto mangante sin escrúpulos. Su ejecutoria es que, en cuatro años, España es el país más corrupto de Europa, el penúltimo en igualdad en la OECD (en el que el 1% de la población acumula más riqueza que el 99%), con los salarios más bajos y los impuestos más altos, cuya tasa de paro (¡y sin prestaciones!) dobla la media europea, cuya fuerza de trabajo tiene que emigrar, con una deuda pública que es el 100% del PIB, cuyos funcionarios tienen los sueldos congelados desde hace seis años y a los pensionistas les han subido un 0'25 (¡lineal!) la pensión, amén de haberles robado el 60% de la caja de reserva. Un país, roto, desmoralizado, con las cunetas aún llenas de asesinados de la pasada dictadura cuyos herederos, hoy en el gobierno, impiden que se los desentierren pero entregan miles de millones a la banca y la Iglesia. Un país con decenas de miles de niños en la pobreza, que no tienen para comer y en el que hay gente que pasa hambre y ha de buscar la comida en la basura, debido a que los gobernantes llevan años expoliando el erario.

Parece mentira que haya que recordar esto a gentes que dicen militar en un partido socialista. Si el PSOE escucha a estos tipos, cavará su tumba. Y merecida. Porque una cosa es patente hoy día en España para quien tenga un mínimo de dignidad y vergüenza: bajo ningún concepto puede el país estar ni un minuto más en manos de esta mezcla de ladrones, franquistas, chulos y meapilas. 

Si aquí quedara un ápice de vergüenza habría una alianza de todos los partidos, incluido C's, para echar a la banda de malhechores del PP de todas las instituciones, premisa indispensable para que pueda regenerarse el país. Pero no es el caso porque los corruptos han cooptado con tarjetas black o block, enchufes y canonjías, a muchos que se dicen demócratas y progresistas pero están interesados en el mantenimiento de esta situación. Piden estos pájaros un gobierno del PP y C's con la abstención del PSOE. A la gente, que le den. Ellos a lo suyo que, curiosamente, es lo de todos, pero nos lo han quitado.

Palinuro lo dijo ayer y lo repite hoy. Si tan interesados están en que haya un gobierno estable en España, ¿por qué no uno del PSOE con Podemos y la abstención de C's para lo cual bastará con que  el Ibex 35 se lo ordene? Porque eso no interesa a estos cómplices de la derecha.

Pero es lo único que todavía puede garantizar la supervivencia del PSOE. Eso o nuevas elecciones.

Y aquí entramos en otro asunto de las relaciones entre la izquierda en el que también conviene hablar sin tapujos. Nadie sabe de cierto lo que busca Podemos, si un verdadero gobierno de izquierda para el cambio o el sorpasso anguitiano del PSOE. Ambas cosas son legítimas, quede claro, y si al PSOE le pica que quieran desplazarlo por la izquierda y pasokizarlo, que espabile, que hubiera espabilado antes, que no se hubiera dejado mangonear por esa gente con sentido de Estado.

Repito, ambos proyectos -formar gobierno de coalición o machacar al PSOE- son legítimos. Pero no compatibles. Hace falta ser literalmente un imbécil pagado de sí mismo para pretender que otro vaya contigo mientras lo acosas, lo atosigas, lo insultas y lo ridiculizas. Y hace aun más falta ser un petulante engreído para pensar que la gente no se percata de que tienes un grupo cogido con alfileres que se te va a fragmentar si sigues con exigencias absurdas.

Tambièn parece mentira que sea necesario recordar cómo el enemigo de Podemos no es el PSOE, sino el PP, igual que el del PSOE tampoco es Podemos, a pesar de todo y diga lo que diga, sino igualmente el PP. El enemigo de la izquierda (que no tiene fuerza suficiente si no se une) es la derecha, la cual nunca se ofusca ni se equivoca. Cuando Aznar dice que Podemos son diablos bolcheviques, como cuando el tabernario Hernando los llama "golpistas", solo atienden al que consideran el enemigo principal. Si Podemos desapareciera volverían a decir que el PSOE es una banda de radicales. 

Del mismo modo, cuando González llama "leninistas" o algo así a los de Podemos, está haciendo más el juego al PP, si cabe. Aunque lo sean. 

En resumen, en esta situación de emergencia, el PSOE y Podemos tienen el deber moral de aparcar sus diferencias por una larga temporada  y gobernar en interés de la gente del común, sin zancadillas, sin juego sucio, sin líneas rojas, verdes o negras, sin reservas y con la plena responsabilidad que estas circunstancias dramáticas del país exigen.

Y, si eso no es posible, el PSOE debe jugar su gran baza: no al PP en todo caso y nuevas elecciones porque, en contra de lo que los pusilánimes, titubeantes y entreguistas presumen, saldrá fortalecido.

Johann Deckenbrunner simula una exposición de Fontcuberta

Hace un mes y algo, el famoso cosmotaxidermista y entomófago Johann Deckenbrunner llegó a Madrid y, haciéndose pasar por el no menos famoso fotógrafo y artísta catalán Joan Fontcuberta, convenció a las autoridades de que le dejaran montar una exposición con sus más recientes superchererías.

Dicho y hecho. Picó la Comunidad de Madrid y los museos de antropología y ciencias naturales; picó la prensa, los críticos y hasta los expertos. Todos acudieron en masa a contemplar el ingenio del profesor catalán, premio Nacional de Ensayo,  y salieron convencidos de haberlo visto. Lo que vieron, en realidad fue un remedo de sus obras, eso sí, tan perfectamente elaborado que era imposible percatarse de la patraña. Incluso en un par de ocasiones Deckenbrunner dio unas ruedas de prensa en un impecable castellano con acento catalán de Sant Cugat del Vallés. 

Admito que los dos párrafos anteriores son sendos spoilers, pero a Palinuro siempre le ha gustado ir con la verdad científica por delante, incluso en asuntos de arte y poesía. Así que, una vez aclarado cómo el taimado Deckenbrunner no lo engañó, no tiene ya inconveniente en seguirle la corriente y dar noticia de la exposición como si de verdad fuera de Fontcuberta quien, y ello me consta, está en este momento en una expedición en la Atlántida, en donde se ha descubierto un sepulcro que, según parece, contiene el verdadero y único original del Necromicón. 

La Fundación Canal de Madrid tiene una exposición completísima de la obra de Fontcuberta que es preciso ver so pena de quedarse sin comprender el mundo contemporáneo y, lo que es peor, sin comprendernos a nosotros mismos. Y, la verdad, para una vez que se nos ofrece esa posibilidad, no tiene perdón de los dioses no aprovecharla. Lástima que esté en sus últimos días. Ojalá la prolonguen, porque está teniendo mucho éxito.

Fontcuberta es un extraordinario fotógrafo. Pero no solo eso; también es un literato, un ensayista, un profesor universitario, un artista de performance y un escultor. Todas las plantas que forman la base de la asombrosa colección Herbarium, especie de réplica de las fotos de Karl Blossfeldt, gran representante de la Neue Sachlichkeit (la nueva objetividad alemana), son pequeñas esculturas fabricadas por él mismo con materiales de desecho y fotografiadas después en perfecta imitación de las flores y plantas reales que Blossfeldt reprodujo en primeros planos de meridiana nitidez en el libro Urformen der Kunst (1928), uno de cuyos ejemplares figura en la exposición. E igual que el alemán quiso mostrar que la naturaleza daba las pautas del arte, en su caso el modernismo o Jugendstil, Fontcuberta, que bautiza sus especímenes con imaginativos nombres latinos, los empareja con la New Topographics, al estilo de Edward Weston o Imogen  Cunningham y hasta, por qué no, Georgia O'Keefe.

La exposición alberga los trabajos más conocidos del autor, algunos de los cuales llevan muchos años rodando por el mundo, exhibidos en los más conocidos museos, como el MoMA. El conjunto de su obra responde a un espíritu postmodernista que Rorty llamaría ironista y, así lo hace también Josep Ramoneda que, en el prólogo al catálogo, habla de la ironía de Fontcuberta. Tal viene siendo una especie de deconstrucción general casi diríamos como método. Pero deconstrucción no solo discursiva. Sin duda esta es importante y creo que el vídeo en el que un perfecto philosophe, típico representante de la teoría francesa, hila un disparatado discurso con toda la jerigonza postmodernista, postestructuralista, lacaniana, deconstructivista, es un hilarante hallazgo. Es una sana burla de estilo tradicional, en el que resuenan las farsas rabelaisianas y los discursos de Fray Gerundio de Campazas pero con la refitolería de lo que algunos burlones han llamado la línea DerriDADA.

La deconstrucción de Fontcuberta se testimonia en series de fotos magníficas, en las que capta no solo la imagen que corresponde a la realidadd sino su misma esencia más formal, para lo cual las imágenes fotográficas se dividen entre las directamente producidas por él y las que podríamos llamar de "ambientación" o de Umfunktionierung, al estilo de lo que en los cincuenta y sesenta pusieron de moda los situacionistas. La finalidad, obviamente, es dar realismo a la burla y, con ello, difuminar la frontera entre realidad y ficción para crear absolutas fantasías. A las imágenes acompañan parafernalias de objetos, documentos, muestras, u otras fotografías manipuladas. Se da así cuenta de un acontecimiento no-acontecimiento (un segundo Sputnik ruso, luego del real de Gagarin) que, habiendo fracasado, fue ocultado por las autoridades soviéticas, pero nuestro hombre ha sacado a la luz en la tradición de las grandes investigaciones del fotoperiodismo... solo que falso.
Deconstrucción es también la magnífica burla de ese convento misterioso de Valhamönde, en lo más profundo de la Carelia, entre Rusia y Finlandia y el que los monjes tienen un master para enseñar a hacer milagros, siendo el mismo Fontcuberta quien personifica algunos de los más señalados con fotos inolvidables, como las lágrimas de sangre, el milagro de la ubicuidad o el de la androginia. O la que lleva a cabo con la figura de Osama bin  Laden, quien resulta ser un  conocido actor de televisión que incluso filmó anuncios de Mecca Cola.

En alguno de sus eruditos ensayos sobre fotografía, Fontcuberta recuerda que esta, en cuanto acción de imagen, tiene autonomía y no precisa (pero, en el fondo, sí precisa) explicación narrativa. Algunas de las muestras de la exposición sorprenden directamente al espectador haciéndole visualizar exclusivamente a base de imágenes mundos discursivos complejos, por ejemplo, la llamada Securitas que relaciona de forma plástica y abrumadora los perfiles de las llaves y los dientes de las sierras de las cordilleras o la llamada Pin-zhuang (al parecer, "montaje/dessmontaje" en chino) en la que se figura que la República Popular China, habiéndose hecho por accidente con un último modelo de avión de reconocimiento estadounidense, finalmente se lo devuelven a las autoridades yanquies desparramado pieza por pieza hasta el último tornillo. Las proyecciones, croquis y fotos del aparato desmontado son geniales. La última deconstrucción, Trepat, en honor de la primera fábrica de maquinaria agrícola de Cataluña, J. Trepat, cuyo museo se encuentra hoy en Tárrega, es una estupenda captación de la historia de una gran saga industrial, muy al estilo de la novelística europea (Buddenbrooks) y americana de primeros de siglo, con un deje catalán de la época, en la saga de los Rius y Mariona Rebull y estética constructivista.

El experimento (porque un experimento es) más conseguido, seguramente el que más fama le ha dado y el más trabajado, polífacético, el más incisivo desde el punto de vista del cuestionamiento de las convenciones epistemológicas que organizan los criterios de verdad, objetividad del mundo real a lo largo de líneas foucaultianas de genealogía del poder, es Fauna secreta. La imposición autoritaria de la verdad científica como discurso del poder institucionalizado es aquí patente. Fauna Secreta ha de verse habiendo visitado previamente el museo de antropología en Madrid, en donde hay una parte y el de ciencias naturales, también en Madrid, en el que hay otra, concretamente en el gabinete real del pìso bajo y en el que se exponen las partes materiales, las muestras de animales y otros testimonios de esta historia y de las que no podemos hablar más precisamente para no destriparla. La parte del museo de Antropología muestra el increíble hallazgo de unos precusores acuáticos del hombres, cuyos restos fosilizados y datados en el mioceno aparecen al borde del río Tormes y son estudiados por unos jesuitas franceses paleontologos que no dudan en clasificarlos entre los sirénidos. Allí están, para quien quiera verlos: cabezas de mamíferos, extremidades superiores como brazos con manos y sin extremidades inferiores sustituidas por una gran aleta caudal.

La parte que arranca en el museo de ciencias naturales y prosigue en la exposición es una historia magnífica, que no solamente capta un territorio ambiguo entre la verdad empírica y positiva de la ciencia y la superchería (igualmente alimentada por científicos), sino también el territorio de lo monstruoso y milagroso. Y todo ello con permanentes pinceladas y referencias cultas con una impronta cronológica que a alguien como Palinuro, cercano a la generación de Fontcuberta, le resultan bien divertidas. El relato tiene como protagonista a un extraño científico, Peter Ameisenhaufen, y su ayudante Hans von Kubert (en realidad el propio Joan Fontcuberta y su coautor, Pere Formiguera), con claras reminiscencias de otras parejas famosas. Ya el nombrecito del profesor (víctima del convencionalismo académico de la Universidad de Munich), esto es, Pedro Hormiguero da una pista del desenfado iconoclasta con que está concebido todo el relato (con sus pruebas tangibles) en el que hay serpientes con patas, ostras con brazos, un ratón con cola de cobra y un genial chupacabras, objeto de una tesis doctoral n la UNAM, redactado por su gran estudioso, Miguel Perillán. Habiéndose convertido luego en lider estudiantil de los sesenta y participado en la acción de la plaza de las Tres Culturas, Perillán se ve obligado a exiliarse en Rumania en donde hace frecuentes visitas a Transilvania. Atrás, en su México natal, queda el pueblo en el que era posible estudiar al extraño chupacabras, Parangaricutirimícuaro, sepultado bajo la lava del volcán Pericutín que, sin duda, también sepultó a aquel indio que merodeaba por el campamento vendiendo peyote y se llamaba don Juan. 

Vayan a ver Imago, ergo Sum. Es una experiencia.

dijous, 28 de gener del 2016

El garrapata

La primera línea del famoso libro de Jean François Revel, El conocimiento inútil, publicado en 1988 reza: La mentira es la primera fuerza que dirige el mundo. Una verdad como un castillo que, en el caso del Sobresueldos se convierte en una montaña. La mentira rige la vida de Rajoy las veinticuatro horas del día. Vive mintiendo. Vive para mentir. No hace otra cosa que mentir. Ganó las elecciones de 2011 mintiendo como un bellaco y mintiendo ha seguido hasta el día de hoy. Es tan obvio y evidente y hasta tal punto del conocimiento general que nadie da crédito jamás a lo que dice y por eso su calificación es la más baja de todos los presidentes democráticos.

Un mentiroso compulsivo que miente incluso cuando no sería necesario, que es bien pocas veces, quizá cuando le pregunten por el tiempo. De este modo, las entrevistas que se le hacen -y en las que ahora se prodiga, tras haber pasado cuatro años sin darlas, sin contestar a las preguntas de los periodistas e, incluso, sin dejar que las hicieran- no son otra cosa que retahílas de mentiras, de mentiras desvergonzadas, mentiras patentes. Miente. La gente sabe que miente. El sabe que la gente sabe que miente. Pero le da igual. Lo suyo es mentir y mentir a ver si consigue continuar al frente del gobierno para seguir destruyendo y esquilmando el país al frente de un partido que no es otra cosa que una banda de ladrones. Para seguir empobreciendo a la gente, desahuciándola, dejándola sin trabajo, sin ingresos, sin pensiones, en beneficio del 1% de la población, en pro del que gobierna.

La entrevista de la TV de ayer, una pura antología de la mentira: el PP no está imputado (dice), cuando sí lo está; todas las empresas borran los discos duros de los ordenadores (dice), cuando es mentira y muy probable que ni siquiera sepa qué quiera decir "disco duro"; Barberá y Camps están "limpios" (dice) cuando están de lodo de corrupción hasta las cejas; no sabe nada de Rato (dice) y era su amigo del alma y lo puso él en Caja Madrid.

Podríamos seguir. No merece la pena. Un tipo indigno y despreciable que, viéndose ya en la puerta de la calle, se arrastra implorando una investidura que ni el país puede permitirse ni los españoles tolerar. Después de cuatro años de autoritarismo, chulería, trágala e imposición de leyes retrógradas como la Ley Mordaza, la reforma laboral o la LOMCE que hace una semana no estaba dispuesto tocar, ahora ofrece modificarlas en lo que sea a cambio de pacto. Está dispuesto a ofrecer un riñón para seguir desgobernando España y no ser el único presidente que no ha repetido mandato.

Y está también dispuesto a instrumentalizar las instituciones al servicio de sus indignos fines, bloqueando el sistema democrático, como ha hecho siempre que le ha convenido, como tuvo bloqueado el Tribunal Constitucional durante años, como retrasó la aprobación del presupuesto de 2012 para no perder las elecciones de Andalucía. Un caradura que de todo se aprovecha para mantenerse en el poder como las garrapatas se aferran a los perros.

Hay que decir que le ayuda mucho una parte de los socialistas. Imbuidos estos de un falso sentido de Estado, sostienen que, debiendo haber un gobierno en España, el PSOE ha de posibilitar a la banda de mangantes seguir con sus latrocinios. Ese grupo de viejos dirigentes, todos correosos reaccionarios, solo miran por sus intereses personales e ignoran -o simulan ignorar- que este gobierno que quieren perpetuar ha sido un ataque sistemático a los derechos y el bienestar de la gente, una agresión franquista y nacionalcatólica a las libertades públicas, un indignante atropello de la dignidad de las personas, un insulto constante a los catalanes y un saqueo universal del erario, en provecho de auténticos truhanes militantes y dirigentes del partido del gobierno, empezando por su presidente.

Ignoran que este, el mentiroso compulsivo presidente de los sobresueldos suscita no ya rechazo general sino auténtico odio.

Pero ellos no lo ven porque no saben cómo lo está pasando la gente en la calle. Si no están en las puertas giratorias, cobran saneados emolumentos por cargos públicos y desconocen la situación real del país. Solo cuenta su egoísmo. Y por eso pueden hacerse propuestas moralmente tan repugnantes como la de que el PSOE (que, de todas formas, no ha sido capaz de oponerse a los atropellos de los últimos años) permita con su abstención un gobierno del PP, el partido de la corrupción, en alianza con C's, el partido del programa últraliberal para terminar de arrebatar a los trabajadores sus últimos derechos.

Si tanto preocupa a estos padres de la patria, empezando por Felipe González, la gobernación de España, les propongo otra fórmula: un gobierno de PSOE y Podemos con la abstención de C's. Para garantizar esta basta con que los magnates que pagan a los Gonzáleces llamen a Rivera y le den la orden. Fácil, ¿verdad?

No querrán, claro, porque, en el fondo, prefieren a los franquistas. Pero, por si acaso se impusiera esta opción, un último ruego a Podemos: estaría bien una cura de humildad, después de llevar meses haciendo el ridículo, el pedante y el prepotente. Si quieren sobrevivir, tienen que aliarse con el PSOE, bajar sus estúpidos humos y garantizar un gobierno serio y responsable a la par que radical en las medidas en favor de la regeneración democrática y la recuperación de los derechos arrebatas por esta derecha a las gentes del común.

Y si no lo hacen y siguen tratando de destruir al PSOE con tácticas de catón de tercera, nuevas elecciones, en las que desaparecerán porque no podrán reproducir sus franquicias ni siquiera en Andalucía. No darse cuenta de esto ahora que están a tiempo y esperar a hacerlo tardíamente será dar la razón al Revel con el que empezaba este post cuando, en el libro citado, señalaba que comprender las cosas tarde equivale a no comprenderlas.

Mañana en Vic

No nos callarán.

Mañana nos vemos en Vic, en el auditori de la Fundació Antiga Caixa Manlleu, rambla Hospital, 11, a las 20:00, entrada lliure, a parlar del procès soberanista català en perspectiva des de Madrid

Bueno, esto es una forma de exponerlo porque la perspectiva desde Madrid se acaba a la altura de Alcalá de Henares. El resto es terra ignota. La clase política e intelectual española es la única del mundo que conozco que se enorgullece de su ignorancia.Vean, si no, sus medios de comunicación: siempre están l@s mism@s, hablando de lo mismo y diciendo lo mismo. Franco los dejó tan marcad@s, a fuego, a ell@s y sus retoños y sucesivas generaciones que tienen una imposibilidad esencial de comprender el pluralismo y la diversidad. Una persona bilingüe, capaz de hablar dos lenguas con igual competencia, les parece la mujer barbuda, algo digno de asombro y espanto. Y, si es un grupo, una colectividad, una nación, lo consideran un agravio, un insulto a la esencia de la raza monolingüe, monológica, monomaníaca y mononecia

Y, como ya no pueden  silenciarnos, están que bufan y van a hacer rogativas desde sus púlpitos y sus televisiones (que pagan con nuestro dinero) a fin de que, para Pentecostés, vuelva el Espíritu Santo, pero no para traer el don de lenguas, sino para quitárselo a los catalanes, y que solo puedan hablar la lengua de este imperio andrajoso.

La propuesta de Felipe González

Entiendo perfectamente la propuesta de González de que gobierne el PP con C's y la abstención del PSOE. Es una sugerencia de estadista, de hombre que se preocupa por el destino de su país y no por intereses de partido. Es un ejemplo de mesura y prudencia. Al fin y al cabo, el PP es el partido más votado y C's, una organización nueva (no tanto en Cataluña) de carácter regeneracionista. Sin duda actuará de contrapeso a la propensión del PP al robo, el fraude y la corrupción. Además, para mayor seguridad, Rivera pedirá la retirada de Rajoy, principal responsable de este gatuperio. Sin duda la propuesta tiene el aval de Rubalcaba, Bono y Zapatero, tres políticos de fuste. Y el apoyo de Susana Díaz y Carme Chacón, dos socialistas de empuje y brío y, par dessus le marché,  mujeres, lo que da a la idea un aire transversal en cuestión de género. Muchos de los barones la verán también con agrado, García Page o los de Extremadura, el que fue, Ibarra, y el que es, Fernández Vara. Definitivamente, un acierto en punto a contener la locura secesionista catalana y mantener la unidad de España. Y no solo eso, también está llena de razón y enjundia para dar una lección a estos advenedizos pretenciosos de Podemos que se han creído que todo el monte es orégano y han faltado al respeto a las venerandas barbas del abuelo Iglesias Posse; que no se conforman con los trasportines que les han asignado en el Congreso y pretenden primera línea de proscenio, bajo los focos, porque les pierde la vanidad y la petulancia. Es igualmente una propuesta sensata, que tranquilizará a los mercados internacionales y a la Gorgona germánica, Merkel, así como la arpía del FMI, Lagarde, y mirará por la prosperidad de España. Y no solo eso: también es una propuesta moderada y templada, que pretende reconciliar a los españoles de una vez, ahora que andan los bolcheviques cambiando los nombres de la calles y, sobre todo, dar una segunda oportunidad a la derecha del PP, en donde todavía quedan militantes que no han robado lo que podían robar y a otros no les ha dado tiempo de destruir las pruebas de sus latrocinios. Sí, definitivamente, es una propuesta sensata que trata de evitar el caos que se desataría en España con un gobierno de coletas, bebés, núcleos irradiadores, ogros catalanes, y socialistas díscolos de los que todavía quedan algunos en las periferias de las ciudades e instituciones. Una propuesta que Sánchez debiera hacer suya por el bien de la "gran nación" y esperar a tiempos mejores.

Desde luego, merece todo el apoyo de los analistas y comentaristas independientes de esos que sueltan estopa en televisiones de la Iglesia, radios de la Iglesia, medios de los magnates y canales públicos repletos de esbirros a suculentos sueldos. Sin duda.

Pero ¿sabe usted qué, don Felipe? Métasela en donde le quepa. Usted y todos sus amigos de derechas, los meapilas y cómplices con esta degradación a que ha llegado este desgraciado país. Sigan ustedes rezongando su envidia y su odio a la nueva izquierda y al independentismo catalán, que son las únicas puertas que se han abierto en esta situación de agobio, abuso y corrupción a que la incompetencia de la vieja oligarquía nacionalcatólica, con su ayuda, ha condenado a este país. Y la única -y última posibilidad- de que el PSOE se levante de ese cenagal en que lo han arrojado todos ustedes y pueda recuperar algo de su dignidad perdida.

Siga haciendo propuestas. Llegará usted a ser más inmundo que el Sobresueldos.

dimecres, 27 de gener del 2016

Un país gobernado por delincuentes

Imagino que mucha gente recordará a  Aznar diciendo en 2010 o 2011 con su habitual facundia que el PP es incompatible con la corrupción. El contenido de veracidad de tal aserto era más o menos el mismo que cuando aseguraba que en el Irak había armas de destrucción masiva. Dos mentiras como pianos dichas por quien sabía muy bien lo que decía. En el PP no hay sino corrupción y la banda de ladrones y forajidos que lo componen ha arruinado el país a base de robar. En el Irak no había armas de destrucción masiva, pero la intervención de este personaje sin principios ni moral fue la causa política indirecta de cientos de miles de muertos. Hoy el tal Aznar es un hombre próspero, que ha acumulado una considerable fortuna, producto de sus desvelos y sacrificios por la Patria, de la que no deja de hablar.

Veintitrés de los treinta y cuatro ministros del mismo individuo están salpicados en diversos grados por esa corrupción que era incompatible con el PP. Y quien quiera ver alguno de los rostros más conocidos de ese gatuperio de sinvergüenzas que es la Gürtel solo tiene que visualizar el vídeo de la inenarrable boda de la hija del mismo Aznar en El Escorial. Un Aznar, antaño irrefrenable parlanchín, que lleva meses en un silencio de cartujo.

El tiempo está encargándose de poner a cada cual en su sitio que, en el caso de los ladrones del PP, según se ve, es el trullo, en el que ya entran por docenas. Seguirán haciéndolo en los próximos tiempos y ya veremos en donde paran por último el señor Aznar y su sucesor, el señor Rajoy, reconocido cobrador de sobresueldos de procedencia dudosa y beneficiario de dádivas de los ladrones de la Gürtel parecidos a los que recibía su amigo Francisco Camps, otro presunto ladrón de la cruz a la calva.

Por supuesto, todos estos ladrones y sinvergüenzas son gente de orden, bien trajeada y defensora del orden constituido. Todos ellos predican los valores de la civilización cristiana, van a misa y son muy amigos de los curas, esa otra agrupación sistemáticamente dedicada a vivir a cuenta de los demás mientras les predican patrañas sobre la otra vida. Van a procesiones, condecoran trozos de palo a los que llaman vírgenes y se preocupan porque los niños sean adoctrinados en sus supersticiones. Y todos, también, defienden el credo de la libre iniciativa sin regular en el mercado y la necesidad de expoliar todo lo público y privatizarlo para beneficio de sus parientes, amigos y enchufados. Lo llaman liberalismo y contratan esbirros en los medios de comunicación (también pagados con dinero de todos) para que lo prediquen a berridos mientras difaman las alternativas. Por eso se han puesto de nombre Partido Popular, como un banco.

Imagino que mucha gente recordará también cómo, cuando comenzaron a aflorar los casos de corrupción, en 2009, ¡hace ya siete años!, Rajoy reunió a la plana mayor de esta asociación de malhechores para proclamar que no se trataba de una trama del PP, sino de una trama contra el PP. Véase la foto de la derecha: parece un who's who in robolandia. Por que sí era una trama del PP, un partido cuajado de chorizos. Después de esta foto, vinieron los SMS a Bárcenas-Luis-sé-fuerte, la sistemática obstrucciòn a la justicia hasta culminar con la destrucción de los discos duros de Bárcenas, prueba procesal imprescindible y por la cual está imputado hoy todo el PP como persona jurídica.

¿Alguien cree que hay un solo país en el mundo en el que el partido del gobierno esté imputado en un proceso penal y pueda seguir gobernando? ¿Un partido con todos sus tesoreros también imputados, un montón de dirigentes y cargos en la cárcel por ladrones, administrando los recursos públicos? ¿Un partido cuyo presidente, y presidente del gobierno, que lleva cuatro años mintiendo y está acusado de cobros irregulares, presentándose a las elecciones como si no pasara nada?

¿Nadie ve que esto es un disparate inimaginable, solo posible en un lugar en que las normas más alementales de la moral no existen? Pues, sí, según parece, nadie. Y menos que nadie una oposición que en estos años de latrocinio generalizado ha seguido haciendo el juego a la banda de malhechores como si fueran un partido de verdad y un gobierno y un parlamento y no lo que son. 

En cualquier otro lugar civilizado del planeta esta gente estaría toda procesada, empezando por el presidente, el partido ilegalizado y disuelto y convocadas nuevas elecciones para que la gente pudiera elegir políticos menos sinvergüenzas.

¡Ah, pero esto es España! Una "gran nación", según el Sobresueldos.

dimarts, 26 de gener del 2016

Sin referéndum no hay salida

Por enésima vez: no hay una "cuestión catalana"; hay una "cuestión española".

Como sabíamos desde el inicio de 2015, un año con cuatro consultas electorales, lo decisivo en todas ellas sería Cataluña. Así ha sido y sigue siendo. Y agravado. Sin resolver el problema en Cataluña, España no es gobernable. Y ahora, para mayor claridad, desde las elecciones del 20D, el gobierno del país depende de los partidos independentistas catalanes, ERC y DiL. Hace cuatro o seis años, esta situación no hubiera sido un problema grave porque los nacionalistas  no eran entonces tan claramente soberanistas. Los últimos cuatro años del infame desgobierno de una partido corrupto, dirigido por una persona a todas luces indigna de ocupar el cargo, han convertido a los nacionalistas en independentistas y aumentado la cantidad de estos en Cataluña hasta la mitad del electorado. Antes los catalanistas solían achantarse. Ahora, no; ahora no se achantan; ni se callan. Piden un referéndum de autodeterminación. Y van a hacerlo.

Sin en ese referéndum, España es ingobernable.

¿Cómo hemos llegado aquí? Por la fabulosa incompetencia de una clase política que, una vez más, está a la bajura de la tradición histórica de la oligarquía española, cuya estupidez, egoísmo y ceguera son proverbiales. Todo este vodevil de los pactos y las coaliciones; todas las triquiñuelas de registrador de Rajoy, las ansias de niñato de Iglesias, los titubeos de burócrata de Sánchez, sirven para que los periodistas se las den de enterados sin que sepan de la misa la media, como los mismos protagonistas ya que, si los 17 diputados de Junts pel Si, votan en contra, en España no puede haber gobierno de izquierda alguno, pues no da la aritmética y solo unos gobiernos de derecha que llevarían al sistema al colapso.

Con el voto en contra del independentismo catalán solo hay cuatro fórmulas posibles y todas de derechas: un gobierno de gran coalición (PP y PSOE), uno de "concentración nacional" (PP, PSOE y C's) y dos minoritarios de la derecha (uno del PP y otro del PP y C's) y estos dos últimos, solo contando con la abstención del PSOE. Los cuatro simbolizarían el colapso de la segunda restauración por la desnaturalización de la política parlamentaraia, la falta de perspectivas y la incapacidad de evitar el choque con Cataluña que España no puede reprimir porque la UE no la dejará.

Mientras PP, PSOE y C's sigan aferrados al "no" al referéndum catalán, la única alternativa al escenario anterior serían nuevas elecciones. Según los gurús al uso estas serían desaconsejables porque su resultado no diferiría de la situación actual. No sé de dónde sacan esa conclusión. El resultado puede ser mucho peor que el actual. El partido de Iglesias puede estallar. Los andaluces no quieren ser menos que los catalanes de En Comú Podem y también piden "voz propia" en el grupo parlamentario de Podemos. O estos entran pronto en el gobierno (de ahí sus prisas frenéticas por pillar ministerios) o, al final, a Iglesias le va a quedar un grupo de cuatro incondicionales.

La pregunta obligada es: ¿por qué se empecina el PSOE en negar el referéndum catalán que, sin embargo, es compatible con sus antiguos documentos programáticos de la época anterior a Suresnes? A estas alturas del debate, vistos todos los argumentos doctrinales, políticos, jurídicos, históricos, etc, está claro que la única razón por la que el PP, C's y el PSOE se oponen al dicho referéndum es la razón de la fuerza. No porque no.

Debiera darles vergüenza, al menos a los socialistas. ¿No creen estos que España es una nación y, probablemente, muchos  ellos coincidan con el de los sobresueldos en que es una "gran nación"? Pruébenlo. Una gran nación, como el Canadá o la Gran Bretaña, no tiene miedo a reconocer el derecho de autodeterminación de sus naciones integrantes. Y estas, pudiendo decidir, no se separan. ¿Por qué no puede ser igual en España? Porque los nacionalistas españoles, en el fondo, desconfían de la nación que predican, no creen en ella y se malician que perderían el referéndum. Son falsos e hipócritas. Por ello prefieren mentir y obligar a las naciones del Estado español a permanecer en él en contra de su voluntad antes que correr el riesgo de que se descubra su superchería, que dura siglos.

Esa desconfianza, ese miedo cerval a quedarse sin un país heredado, tradicionalmente maltratado y administrado como un cortijo, los lleva a creer que, si se presentan a las elecciones en España con el referéndum catalán en el programa, las perderán. Tienen miedo. No se atreven. 

Las naciones no se han hecho nunca con cobardes. Confíen en el electorado español que es mayor de edad, demócrata e ilustrado. Incluyan el referéndum catalán en sus programas. Pruebe Podemos y haga pedagogía de la necesidad del referéndum. Ojalá el PSOE se liberara del peso muerto de sus dirigentes más reaccionarios y tuviera el valor de incluirlo igualmente, con la misma pedagogía. De ser eso así, esas elecciones serían tan plebiscitarias como fueron las del 27 de septiembre de 2015 en Cataluña; serían ese referéndum a nivel de toda España sobre la autodeterminación de Cataluña que los nacionalistas españoles (esos que dicen no ser nacionalistas) usan siempre para boicotear una salida civilizada y democrática a la cuestión catalana  que, repito, es la cuestión española. 

De esta forma también se desbloquearía la situación y se abriría la posibilidad de un referéndum vinculante catalán con una pregunta negociada con el Estado. Dicho sea, de paso, en memoria del recientemente fallecido jurista Francisco Rubio Llorente, quien aconsejaba asimismo la celebración de ese referéndum.

Y esto no sería una "segunda transición", esa tontería que repiten los políticos españoles incapaces de ver un palmo más allá de sus intereses personales. Sería algo mucho más profundo y duradero. El comienzo de la solución del viejo contencioso territorial que tiene al país postrado hace 300 años.

Europa y el ascenso de Alemania

Matthias von Hellfeld (2015) Das lange 19. Jahrhundert. Zwischen Revolution und Krieg 1776 bis 1914Bonn: J. H. W. Dietz Nachf. (285 págs).
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De vez en cuando conviene dar un repaso a la historia para mejorar nuestro conocimiento del presente. Así se sigue de la inteligente observación de Karl Marx sobre el presente histórico. Somos el resultado de la acumulación de aciertos y errores de nuestros antepasados y nuestra época, al igual que las demás, hunde sus raíces en los siglos anteriores. Asimismo conviene refrescar nuestras ideas al respecto pues la historiografía es una ciencia y, como todas las ciencias, no se está quieta, sino que avanza, cambia de perspectivas, acumula nuevos hallazgos y nos obliga a rehacer nuestras convicciones. La obra en comentario de Matthias von Hellfeld, obra de un competente historiador con vision periodística, cumple estos requisitos y nos aporta una visión renovada del siglo XIX europeo, concebido como una unidad.

Una unidad... europea. El mundo, apenas cuenta más que como comparsa u objeto de colonialismo y explotación. Y, dentro de Europa... Alemania. El resto del continente aparece, sí, algo más, pero tampoco mucho y siempre en sus relaciones con Alemania. En realidad, la obra, muy interesante, desde luego, es una historia de Alemania en el siglo XIX. Pero como Alemania en el siglo XIX no existía como Estado unitario sino que estaba troceada entre las dos grandes unidades de Prusia y Austria y un par de centenares de pequeños entes políticos de todo tipo, las abigarradas relaciones de ese mundo germánico, verdadero corazón de Europa, con sus vecinos más característicos, Francia, Inglaterra, Rusia, Italia y, algo más lejos, Turquía, opera como una historia del continente con una clara delimitación de los términos a quo  (la revolución francesa) y ad quem  (la primera guerra mundial) y una conclusión territorial dolorosa para los españoles: en todo ese tiempo, España está ausente de Europa, no existe, nadie la tiene en cuenta sino es como un territorio con el que las potencias juegan en sus relaciones.

Von Hellfeld entiende el siglo XIX como época de sentido, caracterizada por la aparición de los derechos fundamentales universales, la separación de la iglesia y el Estado, el gobierno constitucional, y la primacía del individuo frente al Estado. Sus dos elementos esenciales fueron la industrializacion y la formación de Estados nacionales. Y el siglo fue un siglo liberal (p. 13). Coincido con el juicio, que es una buena síntesis..

El rasgo esencial, el detonante de esta evolución fue la Revolución francesa. Como buen europeo, Hellfeld reconoce que esta vino importada de los EEUU, pero se olvida pronto de este pecadillo de juventud. Le interesan sus efectos en toda Europa.  El terror. El Imperio. El fin del Sacro Imperio Romano Germánico de la nación alemana. De la revolución vienen las reformas de Prusia con Federico Guillermo III a iniciativa de los ilustrados Heinrich von Stein y August von Hardenberg: ejército popular permanente (frente a soldados pagos); supresión del Estado estamental y la servidumbre; administración estatal; reforma de la justicia; emancipación de los judíos, libre comercio y gobierno de gabinete (p. 43). Derrotada por Francia, la influencia francesa, unida a la Leistungsfähigkeit germánica, haría de Prusia una potencia. En la lucha contra Napoleón surgieron los nacionalismos europeos. Johann Gottlieb Fichte, en su Discurso a la nación alemana (p. 47), es ejemplo señero de ello.

El Congreso de Viena y la restauración de 1815 echan el péndulo hacia la derecha. Inglaterra, Francia, Rusia, Austria, Prusia son el quinteto encargado de restaurar el viejo orden de alianza del trono y el altar. Es significativo que Francia, derrotada definitivamente en Waterloo, se siente en la mesa de los vencedores con Talleyrand (p. 54), mientras que España, una de las vencedoras, no está en Viena, aunque sí padecerá luego sus  consecuencias, con los 100.000 hijos de San Luis. Hellfeld considera con tino que, después de la paz de Westfalia (1648), Viena fue la segunda conferencia de seguridad en Europa (p. 57). Insisto, con España fuera. Allí se creó la Federación Alemana (Der deutsche Bund) junto a Prusia y Austria, para poner algún concierto en el abigarrado mundo de la Deutschtum. El orden en Europa no lo decidirían los Estados ni las naciones, sino los tronos y las coronas (p. 59). De Viena sale como punta de lanza de la reacción la Santa Alianza (Rusia, Prusia, Austria, Francia), de la que la liberal Inglaterra se mantiene avisadamente al margen (p. 64). Primeros vagidos del nacionalismo alemán (que luego tendrá tan mala fama): la  reunión de Burschenschaften (esto es, asociaciones de estudiantes) en 1817 en Karlsbad en recuerdo de 300 aniversario de Martin Luther, padre de la patria alemana, y la consolidación de los colores nacionales:  negro-rojo-oro (p. 68).

La época de la restauración es el reinado del orden conservador: la esfera pública alemana reprimida y retirada a la intimidad que caracteriza el famoso estilo artístico Biedermeier  (p. 73). El centro de la vida es ahora la familia. Una de sus más felices consecuencias será la fundación del primer Kindergarten en 1841 (p. 78). En paralelo al Biedermeier, el romanticismo que Hellfeld, con escasa originalidad, pero correctamente, simboliza en la búsqueda de la "flor azul"  en el Heinrich von Ofterdingen del gran Novalis (p. 80).

En el orden material, pobreza e industrialización en típica relación causal de la época de la acumulación de capital. La mayor parte del siglo ve una epidemia de pobreza y emigración. La vida en las ciudades se compone de slums, miseria, trabajo femenino e infantil, jornadas interminables y salarios de hambre. Es la pauta de la industrialización europea. Su elemento simbólico, los ferrocarriles. Inglaterra : 1840 (1.348 km de trazado) y 1880 (29.000 kms). Alemania : 1840 (549 kms), 1880 (34.000 kms) (p. 97). Un desarrollo explosivo en todas ramas de la industria, empezando por la textil.  En 1834 se funda la  Zollverein alemana (p. 100) que, en el fondo, es el primer intento de unificación nacional. Conjuntamente con el desarrollo industrial y comercial y la acumulación de capital, como su antítesis, la organización del movimiento obrero en el que son decisivas dos figuras alemanas,  Marx y Engels.

En el ámbito ideológico, el siglo XIX es el del nacionalismo y el liberalismo. Resulta interesante que en la citada fiesta de Karlsbad (Wartburg) (1817), los estudiantes quemaran varias docenas de libros "reaccionarios", entre ellos, el Code Napolèon (esto de quemar libros no es solo cosa de la Inquisición y los nazis) y redactaran un programa nacionalista, considerado el "primer programa de partido alemán" (Huber, 1991) (p. 109). Este tiempo fue el de surgimiento del sentimiento nacional alemán. Hellfeld profundiza con delectación teutónica en el desarrollo de ese espíritu germánico: Friedrich Carl von Moser redactó en 1765 un estudio según el cual los alemanes tenían "conciencia nacional" sin ser una nación (p. 112).  Como siempre, el nacionalismo se estimula con el enfrentamiento: a raíz del conflicto con Francia, cuando Thiers quiso anexionarse la orilla izquierda del Rin,  Max Schneckerburger escribe el famoso poema Die Wacht am Rhein, (1840) y Heinrich Hoffmann von Fallersleben, en visita a Helgoland (1841), la Lied der Deutschen, cuya 3ª estrofa (Deutschland, Deutschland über alles) es hoy parte del himno nacional (p. 120). Desde la revolución francesa de 1830 hasta la de 1848/49, en Alemania hay una agitación nacionalista permanente. Se suceden la fundación de La joven Alemania, el movimiento democrático, decenas de constituciones en los pequeños estados de la Federación alemana, hasta desembocar en el espíritu del Vormärz (p. 129). 

La revolución europea de 1848/49 pone fin al período de la restauración. Luego de la revolución de Viena de 1848, se convoca la Asamblea Nacional alemana de Frankfurt el 18 de mayo de 1848 (p. 138). Por primera vez se promulga una declaración de derechos fundamentales y se plantea la "cuestión alemana" (gran-pequeña Alemania) que atenazará al país hasta la guerra austro-prusiana de 1866. Por fin, el 3 de abril de 1849, más de 30 parlamentarios de Frankfurt viajaron a Berlín, a ofrecer la corona constitucional a Federico Guillermo IV (147). Este no la reconoció y la revolución acabó por represión, con muchos alemanes prisioneros o exiliados sobre todo en los EEUU (p. 152). Un desarrollo parecido al de España en 1814-1820-1823.

Llega el tiempo de la Nation-building, en Europa, del que, como siempre, España está ausente. Es la época de Otto von Bismarck. La guerra de Crimea rompe el equilibrio de Viena. La "nueva era" con la fundación de la Deutsche Nationalverein y el trabajo conjunto de Bismarck y Guillermo I (p. 160). El Deutsches Reich nacerá en tres sobresaltos: 1º) la cuestión del ducado de Schleswig-Holstein (30 octubre 1864) en que Prusia y Austria fueron juntas contra toda previsión y se quedaron con la posesión en administración común. 2º) Guerra austro-prusiana, terminada con la batalla de Königgratz, 3 de julio de 1866. Por primera vez se usó el ferrocarril para traslado de grandes cantidades de tropas (p. 164). De esa guerra salió la Liga de Alemania del Norte y el comienzo de la emancipación de Italia. El conde Camillo Cavour fundó el periódico Il Risorgimento, que dio nombre al movimiento, con el cual avanzó mucho la unidad de Italia gracias a la ayuda de Napoleón III (p. 168). Es imposible dejar de lamentar que en España no hubiera estadista alguno con la misma conciencia nacional que Cavour en Italia. 3º) Guerra franco-prusiana de 1870 a raíz del "telegrama de Ems". De nuevo aparece España en las relaciones entre las potencias europeas como una mera presa, un territorio sin voluntad propia con el que los Estados europeos juegan en sus juegos de poder. La guerra acaba con la victoria de Sedan en la que tiene enorme importancia el uso militar de la telegrafía y los ferrocarriles y la fundación del Imperio alemán en Versalles. La contrapartida para la historia será la Comuna de París de 1871 (p. 172), considerada por Marx como el primer gobierno obrero de la historia.

La política del siglo con sus partidos, movimientos y asociaciones es muy complicada. El mundo bismarckiano está muy bien expuesto. El ascenso de los católicos provoca la Kulturkampf, que lleva a la separación Iglesia-Estado, auspiciada por Bismarck. El resultado, el Zentrum, fue contraproducente a corto plazo, pues los diputados católicos en el Reichstag aumentaron, como sucedería luego con los socialistas, si bien el asunto no quitaba el sueño al Canciller de Hierro, dado que la cámara apenas tenía competencias. Pero es muy significativa y esencial en el proceso de construcción del Estado alemán la lucha de Bismarck y Pio Nono (el del Syllabus) (p. 183). El conservadurismo estilo Junckertum de Bismarck lo lleva a promulgar la ley contra los socialistas del 21 de octubre de 1878 (p. 186). Lo pintoresco es que de ahí vino asimismo la primera formulación del Estado povidencial en su forma de Obrigkeitstaat, pionero del Estado del bienestar, con la legislación social prusiana de 1883-1889, la más avanzada del mundo: invalidez, pensiones, enfermedad, pagadas por igual por empresarios y trabajadores (p. 188). En esta época se generaliza también en Alemania (en paralelo con la Inglaterra victoriana), el movimiento feminista: (la primera mujer doctora, Ricarda Huch, se graduó en 1896) (p. 193), el movimiento juvenil, la nueva pedagogía de la mano del pedagogo checo Johann Amos Comenius (p. 198) y, a primeros de siglo, con la recepción de la  influencia de Maria Montessori (p. 200). Al final de la era bismarckiana, Alemania es un Estado autoritario pero tan avanzado como Francia o Inglaterra. La comparación con España es deprimente.

Convertida en potencia europa, Alemania ejerce. Es la época del imperialismo y el reparto del África se decide en los dos congresos de Berlín (1º, 1778, 2º, 1884), así como el trabajoso tejer y destejer de las alianzas europeas (p. 208). Después  de 1888, el "año de los tres emperadores (Guillermo I, Federico III y Guillermo II), se produce el despido de Bismarck (p. 212) quien ve cómo el joven emperador revierte toda su delicada política exterior. Avanza la industrialización y el nacionalismo agresivo alemán. Alemania no solo quiere "un lugar al sol" como en tiempos del Canciller de Hierro, sino mucho más: quiere dominar Europa; quizá el mundo. La "Asociación Pangermánica", surge con el fin de crear el III Reich. Significativo del tiempo y lo que vendría después, este espíritu es el programa de los medios de comunicación. Uno de los fundadores de la Asociación Pangermánica, Alfred Hugenberg, un magnate de los medios al estilo de William R. Hearst en los EEUU, fue el vocero del expansionismo europeo y africano de Alemania (p. 219). La conciencia de la verspätete Nation se acuñaba en un espíritu imperialista y antisemita.

El milagro alemán llevaría al país a la rivalidad industrial y marítima con Inglaterra y, en definitiva, a la guerra. Todo el sistema de alianzas en Europa, la triple entente y las potencias centrales, apuntaban a la inevitabilidad del conflicto. Los antecedentes fueron la guerra de Crimea, ("primera guerra total") (237) y los conflictos de los balkanes. El Imperio alemán se basaba en un nacionalismo agresivo que había "germanizado" sus orígenes en una lucha nietzscheana entre la Kultur y la Zivilisation (p. 246). El resto, camino del desastre, fueron puras contengencias: el atentado de Sarajevo y la crisis de julio de 1914.

Un gran resumen de la historia europea del siglo XIX desde una perspectiva germánica. escrito con una distanciada empatía hacia el surgimiento de la Alemania contemporánea.

dilluns, 25 de gener del 2016

IIª transición: el carcunda, el petulante y la cínica

La transición, la famosa transición, como todos los empeños humanos, no fue modélica, pero acabará reconociéndosele tal condición si siguen los desaforados ataques que sufre y se continúa propugnando su superación no a base de enterrarla bajo el manto de la crítica y el olvido sino, paradójicamente de propugnar una reedición en forma de IIª transición. No sé si quienes la postulan tienen base lógica para criticar la primera cuando quieren repetirla.

He oído invocar la necesidad de la IIª transición a tres personas muy significativas: Aznar, Pablo Iglesias y María Dolores Cospedal.

Aznar, desde su espíritu de carcunda, falangista independiente y franquista por convicción y destino, estuvo siempre en contra de la primera transición. El Estado autonómico le parecía una charlotada y, para mostrar su apego al franquismo se afilió a Alianza Popular, luego PP, un partido fundado por el ministro de propaganda de Franco, Fraga Iribarne. Para acabar con la democracia de la Iª transición se inventó una IIª que solo existía en su cabeza y en la de su aliado en los años noventa, Anguita, con quien fraguó una pinza que trataba ante todo de destruir a Felipe González y al PSOE, al que ambos odiaban. Como sé que quedan algunas gentes aún convencidas de que no hubo aquella más que evidente pinza, les aconsejo escuchar la entrevista de 2012 de Periodista Digital a Cristina Almeida, por aquel entonces afiliada al PCE y a IU que lo explica con toda claridad en el minuto 28:20.

Dispuesto a tomar el relevo de Anguita (no en la pinza pero sí en el deseo de aniquilar al PSOE por sorpasso), Iglesias habla de otra IIª transición. Es imposible saber si es la de Aznar porque ninguna es real sino un mero flatus vocis demagógico, pero sí apunta a su objetivo: la Iª transición, que ahora es el régimen turnista. Las propuestas del líder de Podemos rebosan petulancia, pedantería, bisoñez y afán por desplazar al PSOE. Algunos dirigentes de este se han sentido molestos y hablan de "humillación" y "chantaje". Son vagidos de impotencia. En la política no hay sensiblería (salvo si da votos) y los de Podemos hacen bien en apretar. Es su derecho. Y el PSOE, en lugar de quejarse, debe responder ganando a su adversario, cosa que se consigue con relativa facilidad. Basta con decirle que respete los tiempos antes de aplicar su receta de un descarnado "quítate tú para que me ponga yo".

Recientemente, Cospedal ha enarbolado la misma bandera de Aznar e Iglesias de la IIª transición. Por supuesto, es un ejercicio de cinismo que supera el que la señora se ha gastado en estos atroces cuatro años que ha infligido a los castellano-manchegos. IIª transición, en realidad como recuperación de la primera, con su espíritu de diálogo, consenso y acuerdo. Es imposible imaginar cara más dura cuando se recuerda cómo ha tratado a patadas a todo el mundo en la región, ha menospreciado a la oposición, dejado sin servicios sociales a los más necesitados, amparado todo tipo de chanchullos y presuntas corrupciones, protegido una pandilla de auténticos facinerosos que pasaban por periodistas, regiamente pagados con el dinero de todo pero a su exclusivo servicio.

Ninguna de las tres peticiones de una IIª transición pasa de ser una consigna para fieles pero las dos últimas, la del petulante y la cínica tienen un elemento en común: las dos tratan de forzar la mano al PSOE que, guste o no al heredero de Anguita y la heredera de Aznar, es el partido de la centralidad política y el que, a pesar de su desastroso resultado electoral del 20D es imprescindible en cualquier fórmula de gobierno. Y ninguno de los dos atina ni de lejos con el tono que debería utilizar para convencer a quien necesita de que se avenga a ir a su lado: el petulante menosprecia, insulta y provoca y la otra, adula, miente y amenaza. Los dos dicen querer gobernar con el PSOE, pero lo que en el fondo quieren los dos es destruirlo.

Ignoro si el PSOE "estará a la altura" (que no es la que Iglesias le señala con aviesa intención) porque en él proliferan los barones y gerifaltes de antaño, todos con más conchas que los galápagos, empeñados en batallas internas, sin proyecto, sin ideas, sin respuestas y que pueden hacer mucho daño. Sobre todo a una estructura de dirección que ha improvisado bastantes soluciones pero arrastra un complejo agudo por su falta de audacia en los cuatro años pasados en una oposición subalterna y que se hacen notar hoy en su carencia de originalidad e iniciativa.

No habrá IIª transición pero sí es posible que haya nuevas elecciones para resolver una disfunción temporal de la Iª.