divendres, 11 d’octubre del 2013

La herencia fantástica.


Curiosa exposición la de la Fundación Juan March buscando las raíces del surrealismo. Organizada en colaboración con el Germanisches Nationalmuseum de Nurenberg y comisariada por Yasmin Doosry, tiene una gran preponderancia de arte alemán. El lapso va desde el siglo XVI hasta el XX y reúne doscientas piezas, sobre todo grabados, dibujos, fotografías y reproducciones. Viene siendo la continuación de una mítica, organizada hace 75 años en el MoMA, titulada Arte fantástico, Dada y Surrealismo y que, al parecer, señalaba las influencias del Bosco, Piranesi, Arcimboldo, Goya, etc en el surrealismo. Pues aquí, más o menos, lo mismo. Faltan algunos de aquellos precedentes, como el Bosco, Arcimboldo o Hogarth pero, en cambio, se suman nuevas y muy atractivas sugerencias. La exposición está metódicamente organizada en once apartados temáticos, así que el visitante tiene en donde elegir para considerar las relaciones entre obras antiguas y el espíritu del surrealismo.

No será por falta de precedentes. Los propios surrealistas eran muy dados a resaltarlos, a buscarse influencias pasadas, como si quisieran establecer una especie de pedigrí subterráneo en la historia de las artes y las letras. En su primer Manifiesto del surrealismo, Breton señala los atavismos en  la Divina Comedia y en Shakespeare "en sus mejores momentos"; y luego repartía patentes surrealistas con generosidad a lo largo de la literatura, principalmente, pero no solo, francesa: Swift, Sade, Chateaubriand, Constant, Hugo, Poe, Baudelaire, Rimbaud, Jarry, Saint-John Perse, Roussel, etc, eran surrealistas cada uno a su modo. Y, cómo no, los omnipresentes Cantos de Maldoror. Lo que no está mal para un movimiento que declaraba enfáticamente por boca de Antonin Artaud en 1925, un año después del Manifiesto, que no tenemos nada que ver con la literatura. Más o menos lo que también decían Breton y sus amigos. Pero el caso es que acabaron expulsando al bueno de Artaud del movimiento. Por cierto, la declaración de este como director del Centro de Investigaciones Surrealistas está en la exposición y en ella se lee que el surrealismo es un medio de liberación total del espíritu y de todo lo que se le parezca y que los surrealistas están dispuestos a hacer una revolución. Surrealismo y revolución han estado siempre muy unidos, tempestuosamente unidos. Así que el motivo de la exclusión de Artaud fue otro.

Pero en la exposición hay poco de este surrealismo, exceptuada una sala que muestra las primeras de revistas, libros y anuncios de las exposiciones internacionales de surrealismo organizadas por Breton. Ahí se encuentra esta portada de uno de sus libros con una célebre imagen de Magritte. ¿Resulto muy surrealista si digo que, a la vista de ese rostro, los surrealistas también pueden reclamar como precedente la Mona Lisa?

Las otras secciones traen sobre todo esos precedentes. La primera, dedicada al "ojo interior", aparece dominada por los extraños ojos de Odilon Redon. En la segunda, consagrada a los "espacios mágicos" se encuentra el fabuloso mozo de cuadras embrujado, de Baldung, un escorzo extremo insólito que recuerda bastante una figura de un guerrero caído en el episodio de Niccolo da Tolentino en la Batalla de San Romano (h. 1425), de Paolo Uccello, tanto mas extraño cuanto que el cuadro no tiene perspectiva. También en estos espacios vemos una de esas ruinas de Piranesi que parecen auténticas pesadillas de las que no es posible despegar la mirada. Es como una especie de vértigo de locura y está muy bien traído el vínculo con el surrealismo.

Hay en la exposición un montón de gente conocida, Man Ray, Ernst, Ensor, Klinger, Goya, con algunos caprichos. Y también imitadores. Una especie de copista del Bosco reproduce cinco de sus pecados capitales, esas ruedas que están en el Museo del Prado, me parece. Se pueden ver las figuras con embudos en la cabeza y los extraños artilugios con que las gentes de la baja Edad Media convivían, como ready mades con quinientos años. Hay un Cornelis van Haarlem que reproduce las caídas míticas de Ícaro, Faetón, Tántalo e Ixión, de Goltzius. La conexión con la foto de Pierre Boucher está bien pero las imágenes de los otros son impresionantes. 

El sueño de la razón de Goya, las formas de volar y otros caprichos se encuentran muy en su elemento, como algunas obras de Picasso, Miró, bocetos de Dalí o unos dibujos de Lorca. Realmente, el surrealismo ha vivido de infinitas fuentes. Como todos los "ismos". 

dijous, 10 d’octubre del 2013

Femen y tabú.

Llama mucho la atención el lema pintado en el pecho de las activistas de Femen: El aborto es sagrado. Se irguieron cuando comenzó a hablar Gallardón, uno de los muy devotos ministros de este gobierno carcunda, empeñado en despojar a las mujeres del derecho al aborto. Y comenzó el espectáculo habitual: tetas al aire, gritos (¡el aborto es sagrado! ¡fuera de nuestras vaginas!, etc), forcejeos, contorsiones, empleo de una u otra forma de la fuerza pública, reducción y posterior detención de las alborotadoras. La cámara, perpleja, sin saber cómo reaccionar, mucha incomodidad y bochorno; algún tímido aplauso de IU. Luego vendrán las furibundas condenas con el ceño fruncido. Las mujeres del PP están como furias, profiriendo maldiciones. Tachan la protesta de repugnante, fanática y patética. ¡Voto al chápiro! Están tan furiosas que no saben lo que dicen. Y si se comparan estas fotos con las de Cospedal enarbolando peineta, pues no sé yo... En la izquierda reina el desconcierto, incluidos sectores feministas que ven en estas protestas frivolidad y hasta un juego intencionadamente ambiguo con el machismo dominante. Si protestamos por la cosificación de la mujer en la publicidad, no podemos recurrir a ella en la protesta. Luego volvemos sobre el asunto, más complejo de lo que parece.

Me interesa antes de nada el lema. Léase bien: El aborto es sagrado. Es fuerte, ¿verdad? La izquierda, los progres, no nos apoyamos en la noción de lo sagrado. Nuestra defensa del derecho al aborto es de moral racional, de respeto a los derechos del individuo, empezando por el de decidir libremente si quiere o no abortar, y pretende tener un fundamento científico. ¿A qué viene aquí lo sagrado? Eso es actuar como la derecha, los conservadores, los reaccionarios, los curas, las iglesias, las religiones, el orden constituido, el patriarcado. La cultura misma que, según Freud, se erige sobre el totem y el tabú. El tabú del incesto, el del canibalismo, el del aborto: una prohibición rígida, sacra, que castiga como pecado severamente toda infracción. Invocar el carácter sagrado del pecado es ir a dar la batalla de modo radical en el campo mismo del adversario. Aquí nace esa incomodidad de la izquierda y cierto feminismo ("cierto" porque Femen son feministas), en que tienen interiorizado el tabú en su terreno sagrado y pretenden combatirlo con las armas de la razón. Cosa inútil pues todo lo sagrado es inmune a lo racional y solo puede combatirse con otro sagrado. En el caso del aborto, ¿en qué descansa esa sacralidad? En que es una manifestación obvia de la autonomía del individuo y su derecho a disponer de sí mismo aquí y ahora. Algo mucho más sagrado que todas las divinidades celestiales o infernales.

Así que tocado quedó el ministro de Justicia, balbuceando lugares comunes sobre la falta de respeto a la sede de la soberanía popular, sede en la que domina absolutamente el partido del ministro, que no deja hablar a nadie pero convierte en leyes, es decir, en normas racionales, universales, generales y abstractas los tabúes de su iglesia.

Lo de Femen tiene su tela. El logo de más arriba, lo dice la leyenda, representa los colores de la bandera ucrania, pues el movimiento nace en Ucrania hace unos años, el palo es el de la letra cirílica de origen griego, phi, de feminismo, los círculos son tetas, "es divertido, reconocible, representa la oposición y el aguijón de la avispa". Se me ocurre que podía adaptarse en España, en donde la combinación amarillo/azul no dice nada cambiándola por los colores republicanos. Al fin y al cabo estamos en casa de Palinuro. El resto, lo mismo: tetas, phi, etc. Es solo una propuesta. Cuestión de pensarlo. Las componentes de Femen suelen ser estudiantes universitarias o licenciadas. Es decir, nivel cultural alto. Su feminismo es indudable: happenings al estilo de las pussy riot que también las han llevado a la cárcel. Acciones contra el machismo, contra el islamismo, el cristianismo, la subordinación de la mujer en cualquier campo, etc. Los contenidos están claros. Las peleas pueden llegar por las formas. Son muy provocativas, rompedoras, el concepto de escándalo público se refleja en todos los rostros sorprendidos de los espectadores. Suelen quedarse estupefactos hasta que interviene la policía o similar que, a su vez, tampoco está muy segura de cómo proceder. Son momentos de escándalo festivo y pacífico que juegan con el universal atractivo de los pechos femeninos. No creo conocer a casi nadie a quien desagraden las tetas a la vista. Claro que a lo mejor es porque conozco a poca gente.

Las acciones son modalidades evidentes de la vieja táctica anarquista de la acción directa con elementos de desobediencia civil. Las de Femen jamás se enfrentan a la fuerza pública y se dejan detener y procesar. Entienden que lo suyo es eso, propaganda por la acción, algo con lo que el orden público entendido al modo autoritario suele tener muchos problemas. Traten de imaginarse una acción de Femen en ese pueblo de la costa en el que la alcaldesa dicta a los vecinos la música que pueden escuchar, cómo deben ir vestidos y cómo han de comportarse, al más castizo estilo de España unidad de destino en lo universal. Imagínenlo y traten de contener la risa. 

Este tipo de acciones responde a la intencionalidad ya explícita en el logo, diseñado por Artemy Lebedev, el creador de Art. Lebedev Studio, una empresa privada de diseño rusa con sede también en Nueva York, dedicada al diseño avanzado de carácter industrial, gráfico, online y de interfaz, una gente muy simpática, con una política corporativa anticorporativa también muy rompedora que la lleva a colgar los premios que recibe en las paredes del retrete. Parte de un asunto de principio que Palinuro hace suyo sin dudarlo: no trabajamos con personas privadas, partidos políticos, organizaciones religiosas, pajilleros y todos quienes tienen puntos de vista contrarios a los nuestros. Tan entusiasmado está que, según me ha dicho, planea pedir a Lebedev una franquicia para España en donde hay una gran demanda de renovación de logos, símbolos y modos de acción.

Ir a pedir el logo a Lebedev ya revela intencionalidad programática feminista neta en Femen que, por cierto, se ha metido en todos los charcos, incluida la lucha en contra de la legalización de la prostitución. En definitiva,  es una de las formas típicas de protesta en una sociedad compleja, como un mosaico, con modos muy distintos de expresión (ecologistas, homo, bi, transexuales, M-15, mareas de mil colores, hackers, anonymous, etc.) todos ellos potenciados por el uso masivo de las redes. Lebedev es, básicamente, diseño online. En el caso de Femen se mantienen en el tiempo, son pocas y con escaso apoyo social y menos recursos económicos. Pasa siempre con las vanguardias.

¡Ajá! Pero el buey sigue arando y estos fogonazos tan superficiales apenas son arañazos. La realidad persiste. ¿Les parece poco atacar el tabú en su raíz y declarar sagrado el aborto?

(La imagen es una foto del logo de Femen, diseño de Art. Lebdeveb Studio, bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 9 d’octubre del 2013

La moción de censura de Femen.


El tiempo se ha acabado. Aquella moción de censura con la que, en un insólito momento de valor, Rubalcaba amenazó al gobierno hace meses, es ya la única arma a disposición del PSOE para conseguir que este gobierno de embusteros, autoritarios y presuntos corruptos, atrincherado en su mayoría absoluta, dé explicaciones a la ciudadanía, a la que trata como un rebaño de ovejas. Hasta la fecha PSOE e IU han intentado todo para que la derecha se avenga, cuando menos, a fingir algún talante democrático y cierta sensibilidad parlamentaria. Pero ha sido inútil. La necesidad de Rajoy de impedir que las acusaciones sobre los sobresueldos que pueda haber estado cobrando, sus mentiras en el Parlamento (y fuera del Parlamento) y el resto de sus prácticas poco menos que mafiosas se le formulen a la cara, y la del PP de evitar que se conozca públicamente el grado de corrupción que anida en su seno, llevan a ambos a colaborar para que el Congreso se convierta en un remedo de las cortes franquistas que, en el fondo, es el tipo de órgano legislativo que añora la derecha.

La mayoría absoluta derechista ha yugulado todas y cada una de las docenas de mociones de la oposición pidiendo la comparecencia del hombre que lleva dos años ocultándose después de haber mentido afirmando que él daría la cara. El Parlamento, falseado en su esencia por una guardia pretoriana, verdadera colección de paniaguados, tiralevitas y logreros del partido del gobierno, no sirve literalmente para nada. No actúa, no controla, no fiscaliza, no investiga y se limita a "legislar" bovinamente unos textos que el gobierno le remite como Franco, con un motorista. Es el parlamento de la vergüenza y la impotencia, poblado por unos diputados acobardados y sumisos que, por no tener, ni siquiera han tenido (salvo dos o tres modestas excepciones) las agallas necesarias para aplaudir y vitorear a esas tres mujeres de Femen que han dado una lección a un país cada vez más aborregado. Patidifusos se han quedado los representantes de la soberanía popular (que, en el fondo, solo representan a los barandas de sus partidos), boquiabiertos, incapaces ya ni de hacer algún comentario sobre los atributos con que estas bravas mujeres cuestionan y provocan este machismo emasculado de sacristía que rezuma el hemiciclo de mayoría nacionalcatólica. 

Únicamente Edurne Uriarte, haciendo gala de su oquedad cerebral y su ausencia de dignidad de género, se ha atrevido a balbucear cuatro necedades sobre ese magnífico gesto de quienes valen mil veces más que ella en todos los sentidos, tachándolas de... ¡espectáculo machista! desde alguno de los numerosos canales mediáticos de los que dispone gracias a la pasta de la derecha, que no a su inexistente ingenio. Digno comentario de quien llegó a ser nada menos que pareja del inenarrable Wert, el que inaugura eventos entrando por las puertas de servicio.

Son las mujeres de Femen quienes han presentado la moción de censura que el PSOE no se atreve a interponer, sacando a luz la viscosa hipocresía del ministro Gallardón, meapilas sofista al servicio de los curas en su intento de cargarse el derecho al aborto. Ellas y solo ellas. Los socialistas (¡y las socialistas!), callad@s como conej@s. Y, por supuesto, a horas del hecho, Rubalcaba -cada vez más parecido a Rajoy- silente y desaparecido.

Hasta un portavoz habitualmente cómico con los tirabuzones de sus seudoargumentos como el del PP, se permite el lujo de provocar a los socialistas afirmando que no tienen valor de presentar la moción de censura. Que no tienen valor, ni ideas, ni programa, ni líder.

Y va a ser verdad.

Esta oposición casi parece la sombra de un gobierno a la sombra de un presidente a la sombra de un delincuente. Innoble situación.

Ya que no son ustedes capaces de respetarse a sí mismos, respeten cuando menos a los votantes que les pagamos unos sueldos suculentos a cambio de los que no hacen ustedes nada y den la batalla por la democracia, la libertad y la dignidad de la gente. Hablen ustedes con Cayo Lara para que apoye la moción de censura (si no lo hace, que diga por qué y arrostre el merecido descrédito que le caerá) y presentenla de una maldita vez.

Queremos personas dignas en el parlamento, por lo menos tan dignas como las mujeres de Femen. No patos acobardados por el facherío reinante.

La mentira todo lo ilumina.


Al informarme sobre el debate de ayer acerca de las supuestas mentiras de Rajoy en sede parlamentaria, me vino a la memoria la obra de Thomas de Quincey,  Del asesinato considerado como una de las bellas artes. Fui a buscarlo en casa del Tío Google y me topé con un estupendo artículo de Juan Torres López en El País del mes de agosto titulado Rajoy y el arte de la mentira en el que echa mano de la obra de De Quincey para glosar con mucha ironía e inteligencia como una de las bellas artes la capacidad de mentir del presidente. Suscribo todo lo que en él se dice y lamento no haberlo leído antes pues sin duda hubiera enriquecido algunas de las observaciones veraniegas de Palinuro.

Ignoro si sus señorías habían leído el artículo de Torres que les hubiera mostrado en qué jardín se han metido. De todas formas, el presunto mentiroso estaba, como siempre, ausente y el intercambio fue entre los portavoces de los grupos parlamentarios, especializados en decirse lindezas. Los socialistas y los de IU, que apadrinaban las mociones, pusieron cual no digan dueñas al presidente en ausencia (o en rebeldía, según se mire). Los populares contraatacaron con los EREs y procedieron a formar la guardia pretoriana de defensa, rechazando por enésima vez un debate parlamentario en serio sobre las presuntas mentiras de Rajoy. El parlamento está para proteger al presidente del gobierno y ampararlo en su negativa a comparecer, rendir cuentas, dar explicaciones, incluso ante acusaciones tan graves como la de mentir en sede parlamentaria que, por cierto, es una felonía, un delito o falta que la Constitución estadounidense considera motivo de inhabilitación del presidente, vicepresidentes, etc., los famosos high crimes and misdemeanors. La mentira está bunkerizada.

En 1712, Jonathan Swift publicó un panfleto titulado El arte de la mentira política. Luego se supo que, en realidad, era de su amigo John Arbuthnot. El mismo Swift lo contaba en sus Cartas a Stella. Pero sigue publicándose como obra suya. En 1712, en plena guerra de la sucesión española con Francia, tanto Arbuthnot como Swift venían a ser lo que hoy llamaríamos el gabinete de comunicación del gobierno tory de la reina Ana, o sea, su aparato de propaganda. Para defender la causa de la paz con Francia, los dos escribieron un montón de mentiras y crearon símbolos propagandísticos. Arbutnoth, por ejemplo, creó la imagen de John Bull, icono de Gran Bretaña hasta el día de hoy. Esos son comunicadores, caramba. Entre sus producciones, este arte de la mentira política que debe de ser libro de cabecera de Rajoy y en el que se define la mentira política como el arte de convencer al pueblo de una falsedad saludable con algún buen fin. 

Pues tal cual. Puro Rajoy, que sigue al pie de la letra el tratadillo del mentiroso político. Solo comete un error. Convencido, quizá de esa atribución apócrifa a Goebbels de que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad, repite la suya sin parar. Grave error. Goebbels dice algo muy distinto: que debe repetirse la mentira pero no hasta hacerla inservible. Obvio. Lo decía también Arbuthnot: las mentiras deben ser variadas y no conviene insistir obstinadamente en una de ellas. Por ejemplo: no estamos acabando con el Estado del bienestar.

La guardia del pretorio parlamentario también es fiel discípula de Arbuthnot/Swift y sigue a pie juntillas su recomendación de que el mejor modo de contrarrestar una mentira no es con la verdad sino con otra mentira. Ejemplo: 

Mentira: Rompí con el señor Bárcenas cuando me enteré de que era un delincuente.

Opciones:

A.- Verdad: Siguió relacionándose con él después de saberlo a través de SMSs.

B.- Otra mentira: El presidente ya ha dado todas las explicaciones en el Parlamento.

Obviamente, es más provechosa la opción B. Esta puede adornarse, calificando a Rajoy, como hace uno de sus seguidores de hombre justo y honrado. Pero esto pertenece ya al reino de los invertebrados.

Queda solamente por preguntar al PSOE, sin ánimo de atosigar, cuándo interpondrá su moción de censura.

dimarts, 8 d’octubre del 2013

Rosa Díez defiende España.


En un artículo publicado ayer en El País se preguntaba Rosa Díez  ¿Quién defiende a España? y se respondía que ella y, con ella, el partido Unión, Progreso y Democracia, del que es portavoz  porque, asegura, es la defensa de la mayoría. Díez y UPyD están en su derecho de defender lo que quieran, por más que lo defendido no parezca tener otra entidad -según lo expuesto por la autora- que la suma de los ciudadanos españoles. Esta suma, la ciudadanía española bajo el techo de la Constitución de 1978, parece a Rosa Díez un bien en sí mismo por el que merece la pena luchar frente a otros ciudadanos, también españoles de momento, que han dado en la flor de no querer serlo y de buscarse la habichuelas por su cuenta. Las razones de estos ciudadanos -únicos a los que Díez llama "nacionalistas", adjetivo que no se aplica a sí misma y del que parece abominar según la cita de Camus en cabeza del artículo- le resultan detestables, étnicas y hasta tribales.

Para ella, Díez prefiere el término patriota, lo cual nos pone sobre la pista del trasfondo no explícito del artículo: una aplicación a España de la doctrina del patriotismo constitucional, elaborada por cierta iuspublicística alemana en los años cincuenta del siglo pasado y paradójica conversión del espíritu alemán de la sangre y el suelo al nacionalismo liberal de raigambre francesa. Al haber fracasado el intento de los liberales españoles (los de verdad; no este remedo de la carcunda nacionalcatólica hoy gobernante) de conseguir lo mismo en España, vino bien hace unos años recurrir al hallazgo germánico. Y hacerlo ignorando que el problema de este préstamo hispano era el mismo en ambos casos, pues ni Francia ni Alemania hubieron de lidiar con naciones y nacionalismos contendientes de alguna magnitud que cuestionaran esa asimilación de la nación al ideal ilustrado liberal y a su objetivación constitucional.

Se escandaliza Díez de que la nación española carezca de defensores (llega a decir que los dos partidos dinásticos han renunciado a defenderla), siendo así que hoy se basa en la existencia de una Constitución que garantiza la igualdad de todos, con independencia de su etnia y del territorio en el que habiten. Una ciudadanía sumatorio de todos los españoles en aquello que tienen en común, por encima de los particularismos, el ser sujetos de derechos como individuos, no como razas, territorios o tribus. A ese propósito orienta Díez la acción política de UPyD.

El patriotismo es constitucional porque es la Constitución la que otorga los derechos a la totalidad del pueblo español, conjunto de ciudadanos que son tales por ser individuos sujetos de esos derechos. Esto es un razonamiento circular o falta un elemento sobreentendido. En efecto, se trata de la nación española, la que aparece en el famoso artículo 2 y que fundamenta la Constitución. Y ¿que existencia tiene esa nación? La que da la atormentada historia de España y ese artículo 2. La Constitución no otorga derechos sino que reconoce unos pre-existentes, pudiendo, por tanto, reconocer unos y no otros, a tenor de la decisión de esa previa nación española. La Constitución no puede otorgar el derecho de los españoles a tener una constitución, por ejemplo.

El razonamiento de Díez resulta desfasado pues retrotrae la controversia al punto de origen sobre los sujetos de los derechos cuando hasta un ex-presidente del Consejo de Estado y ex-magistrado del Tribunal Constitucional, Francisco Rubio Llorente, ve posible y conveniente realizar la consulta del dret a decidir de los catalanes. Tampoco es tan estrambótico. Se trata de una opinión dada con autoridad, en el sendero de otras también de mucho peso como la famosa recomendación del Tribunal Supremo canadiense en relación con Quebec y la actitud civilizada y pragmática de Gran Bretaña en el caso de Escocia. Habría que reformar la Constitución, dice Rubio Llorente. Bueno, otros piden modificarla con distintos motivos cercanos o alejados de este. La Constitución es una norma reformable. Es la nación la que decide. Y ¿por qué habría la nación de negar a una comunidad parte de ella el derecho a ser asimismo una nación con todos sus atributos si así lo desea una mayoría cualificada democrática en ambos casos (como nación española y nación catalana)? ¿Por qué no pueden los catalanes constituirse en una nación animada por el mismo patriotismo constitucional? Las expresiones peyorativas de "tribu", "etnia", "territorio", ¿no son asimismo predicables de los españoles?

Y aquí es donde la exposición de Diez alcanza su interés. En realidad,  no merecería la pena reflexionar sobre esta pieza de pobre retórica electoral en busca de los votos de una mayoría que, en realidad, es la del nacionalismo español, de no ser porque, en la exposición, se escapan a la autora dos gazapos muy reveladores respecto al contenido de este enfrentamiento entre nacionalismos en España. Uno de ellos es la referencia a la transición modélica que, mira tú, se ha descuajaringado. El otro el lamento por la ruptura de los vínculos con los que se estaba constituyendo nuestra incipiente ciudadanía española.

Dejo a los transitólogos críticos la carnaza de ese modélica que los pondrá a cien. Lo interesante aquí es el alfa y el omega del drama que pone en pie de guerra a Díez y la UPyD: la transición (o sea, la Constitución de 1978) y la ruptura de los vínculos etc. Hay varias interpretaciones de este lapso. Me voy a la más benévola.

¿Cuál es la nación española pre-existente que fundamenta la Constitución? Obviamente la media nación (para entendernos) del franquismo que se puso de acuerdo con parte de la otra media (la otra parte estaba bajo las cunetas y ahí sigue) para dotarse de una Constitución y hacerse respetable. Para lo cual empezó por aprobar una Ley de punto final (pues eso es la Ley de Amnistía de 1977) anterior a la Constitución. Tan modélica, obviamente, no fue. Habló la media nación franquista, nacional-católica. Los demás acataron y negociaron un lugar al sol con la promesa de un régimen democrático. De ahí viene la incipiente ciudadanía española. Estaba haciéndose. La Constitución fue un contrato. Una parte pagó en el acto y la otra difirió su cumplimiento. Y no cumplió.

Así se entendió en la época y eso es lo que los españoles votaron mayoritariamente (con las habituales pejigueras vascas) en 1978. Fue un gesto de magnanimidad ingenua. Pero funcionó mientras el reto a la unidad española provino de la violencia etarra, del terrorismo, incluso en los momentos más difíciles cuando este estuvo a punto de destruir el menguado Estado de derecho, convirtiéndolo a su vez en terrorista con los GAL. La democracia resistió y las gentes siguieron esperando el avance de España hacia una forma de democracia desarrollada a partir del compromiso de mínimos de 1978.

Pero había de suceder al revés. Silenciadas las armas, creció en potencia el nacionalismo pacífico catalán y, en paralelo, creció el nacionalismo de la derecha española, el nacionalcatolicismo de siempre. A lo mejor Zapatero pecó de ingenuo -la ingenuidad de la transición- al hablar del Estatuto catalán. Pero quien lo tumbó fue la derecha.

La derecha sin complejos, intacta en sus tradiciones gracias a la modélica transición que lleva ahora dos años arremetiendo contra el nacionalismo catalán, negándose a todo tipo de conversación o negociación,  acicateando su deriva independentista.  Hay quien dice que lo hace por pura brutalidad y desconocimiento. Hay quien lo atribuye a intenciones más bastardas como su uso a título de cortina de humo del caso Bárcenas o como medio perverso de destripar el PSOE.

Sea como sea algo está claro: el nacionalismo español enfrentado al nacionalismo catalán es el nacionalcatolicismo de siempre revivido en este gobierno de la derecha radical que, además, está desacreditado por su presunta corrupción. Lo cual, dicho sea de paso, es un elemento decisivo en la legitimación del independentismo por más que las elites conservadoras catalanas sean tan corruptas como las españolas. El nacionalcatolicismo que, cual sarpullido veraniego, se ha extendido por diversos puntos de España brazo en alto y que proyecta montar un espectáculo en Barcelona el próximo 12 de octubre.

Bueno, pues tal es la razón por la cual España no tiene quién la defienda, al decir de Díez. Ciertamente, cabe un nacionalismo español que no descanse sobre los bates de baseball, pero será preciso encontrar las razones que no aparecen por lado alguno en el discurso de Díez. Este consiste en propugnar una moral republicana (en hopalanda monárquica), cívico, laico, basado en la igualdad de derechos pero que niega de raíz el derecho de algunas minorías territorialmente localizadas a decidir por su cuenta. Tampoco hace falta afinar mucho. El discurso nacionalista español tendrá siempre amplio respaldo electoral. El franquismo tuvo mucho apoyo social. A la vista está. Ahí hay votos, pero ¿para qué?

De seguir la dinámica como va, la negación del derecho de autodeterminación lleva en último término al empleo de la violencia institucional. Es de suponer que casi nadie abogue por soluciones militares (excepto algunos militares) pero, ¿acaso serán más viables y más sostenibles en el contexto europeo las soluciones civiles de la suspensión o la declaración del estado de excepción?


(La imagen es una foto de www_ukberri_net, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 7 d’octubre del 2013

Publicoscopia entrevista a Palinuro.


Les comparto, como se dice en las redes, una entrevista que me ha hecho el digital Publicoscopia. La inserto a continuación pero, quien quiera verla en la publicación original, un poco afeada por el careto del doble de Palinuro y una breve semblanza del precito, que pinche aquí.

publicoscopia.- Siendo usted catedrático de Ciencias Políticas, ¿nos podría explicar cómo ve usted la política española actual?

Ramón Cotarelo.- No puedo llamar “política” a una actividad desplegada por un gobierno presidido por un presunto corrupto, hecha de silencios, mentiras y trágalas.

publicoscopia.- ¿Qué puede hacer el ciudadano de a pie para quitarse de encima a esas personas que se hacen pasar por políticos y que aprovechan el poder para beneficiarse a sí mismos?

Ramón Cotarelo.- Tomar conciencia de la situación. Criticar los abusos. Llegado el caso y si la situación lo exige, desobedecer y, a la hora de votar, negarles el voto.

publicoscopia.- Usted ha dicho que como español quiere que España siga siendo lo que es pero voluntariamente, no por la fuerza ni por imposición. ¿Cómo cree que terminará el movimiento independentista catalán?

Ramón Cotarelo.- Si no hay cambio de rumbo en la política española con Cataluña independiente.

publicoscopia.- Una Catalunya independiente quedaría necesariamente fuera de la Unión Europea?

Ramón Cotarelo.- Claro que no. Esa amenaza es una vergüenza para todos los que la formulan.

publicoscopia.- ¿Cómo le afectaría al estado español la secesión de una parte del territorio?

Ramón Cotarelo.- Muy negativamente. Sería un terrible mazazo al autoaprecio nacional. Pero quizá por eso mismo pudiera iniciarse un movimiento de verdadera regeneración, aunque lo dudo.

publicoscopia.- ¿Qué le parecieron las palabras de Duran i Lleida con las que afirmó que con el sueldo de un profesor no tendría ni para comer?

Ramón Cotarelo.- Las únicas verdaderas que quizá haya dicho en su vida, sobre todo teniendo en cuenta lo que come y en dónde come.

publicoscopia.- ¿Cómo es posible que las altas esferas políticas estén llenas de gente que se mueve únicamente por dinero? ¿No hay alguna fórmula política para evitar que ese tipo de personas lleguen al poder?

Ramón Cotarelo.- Sí: una vigilancia crítica en los partidos, transparencia en la gestión, control, rendición de cuentas, exigencia moral, intransigencia con todo tipo de corrupción. Y, al decir todo, me refiero a las muchas clases de corrupción en nuestra sociedad.

publicoscopia.- Si usted gobernara, ¿cuál sería la primera ley que aplicaría?

Ramón Cotarelo.- La ley de responsabilidadess políticas y penales por la dictadura franquista.

publicoscopia.- ¿Qué papel diría que juegan actualmente los medios de comunicación en el ámbito político?

Ramón Cotarelo.- Depende de qué medios hablemos. Los medios de la derecha (ABC, La Razón, El Mundo, La Gaceta, la COPE, Onda Cero, Tele5, etc) son panfletos al servicio directo del capital y la iglesia; algunos claramente fascistas. Incluyo los audiovisuales públicos del PP. Los audiovisuales públicos del PSOE también son muy parciales aunque guardan las formas. Los demás tienen un pasar que sigue dejando bastante que desear, pero no son la vergüenza de los otros.

publicoscopia.- Usted colabora con diferentes medios, pero no lo vemos habitualmente en tertúlias ni en otros programas de opinión. ¿Por qué motivo?

Ramón Cotarelo.- Estoy en todas las listas negras. Todas. Las de la derecha y las de la izquierda.

publicoscopia.- ¿En qué cree que desembocará esta crisis que estamos viviendo?

Ramón Cotarelo.- Esta crisis está para quedarse y desembocará en más crisis.

publicoscopia.- Para acabar le propongo un juego. Yo le doy seis nombres y usted les tiene que adjudicar un adjetivo a cada uno de ellos: Mariano Rajoy, Alfredo Pérez Rubalcaba, Artur Mas, Pere Navarro, Carme Forcadell y Oriol Junqueres.

Ramón Cotarelo.- Rajoy: presunto; Rubalcaba: antiguo; Mas: jugador; Navarro: iluso; Forcadell: esforzada; Junqueres: ambiguo.

(La imagen es una foto de Wikipedia, una porcelana de Francesco Xanto Avelli da Rovigo, de Urbino (h. 1535), que representa el momento en que Palinuro cae al mar por la borda. Está en el Taft Museum of Art, en Cincinnati, Ohio, bajo licencia Creative Commons).

Mi artículo en el ABC.


Me llamó doña Virtudes Fora Egida, quien decía ser del ABC, pidiéndome un artículo para un tema monográfico que saldría ayer, domingo, sobre el tema Adiós a la superioridad moral de la izquierda. Me puse muy contento de que el vetusto diario pensara en mí y le pregunté si iban a poner entre comillas lo de "superioridad moral". Se extrañó no poco y me dijo que iban en serio y no pretendían hacer demagogia alguna, con lo cual ya acabó de mostrar su absoluta falta de idea. Acepté la propuesta encantado y envié el artículo al email del periódico pero, dada mi incompetencia en esto de las nuevas tecnologías, en vez de enviarlo al ABC, lo hice a la BBC y, claro, no salió en ninguno. Como me costó mi trabajillo, lo cuelgo ahora aquí y espero tener mejor suerte la próxima vez, si hay próxima vez:


Sobre la "superioridad moral" de la izquierda.

Por Palinuro.

¿Hay alguien en la izquierda que presuma de superioridad moral? No; es imposible. Nadie sensato puede presumir de eso. En la izquierda, la derecha, el centro o la inopia. Nadie, al menos, que haya leído los evangelios y sepa que solo los fariseos, los "sepulcros blanqueados" y, añado yo, los "filisteos" en el sentir decimonónico, pueden presumir de algo tan absurdo. Hace falta ser muy fariseo, muy sepulcro blanqueado, muy filisteo, para presumir de "superioridad moral". Es mucha la verdad del refrán español de "dime de qué presumes y te diré de qué careces".

Si no es de la izquierda, ¿de dónde viene esta idea de que la izquierda presuma de superioridad moral? En lo esencial, de la derecha y, más en concreto, por cuanto yo sé, de la minerva de Esperanza Aguirre, quien lleva años dando la barrila con la quisicosa. Casi parece una neurosis, una obsesión enfermiza de la dama. Años, sí, lleva llamando a una cruzada en contra de la falsa superioridad moral de la izquierda. Como cuando decía que había que acabar con el espíritu del 68 ¡cuarenta años después! A veces se olvidaba de anteponer el falsa y clamaba por una lucha contra la "superioridad moral" de la izquierda sin más. En esta línea, el ABC, feliz, dice, por fin, adiós a la superioridad moral de la izquierda. Si solo puedo decir adiós a algo que antes tenía delante, presente, se sigue del titular que, según el ABC, hubo un tiempo caracterizado por la mencionada superioridad moral de la izquierda.

Pero, veamos, sea cual sea la moral que uno profese o practique, si uno reconoce que hay otros "moralmente superiores", ¿no está uno obligado a abandonar la propia moral para adherirse a la que considera "superior"? ¿Por qué, si no, la considera superior?

- "¡Ah!" -Aclararán los expertos.- "Palinuro no entiende que, en una época de pluralismo y relativismo moral, se puede profesar una moral convencido de su superioridad y reconocer al mismo tiempo la superioridad de otras." Es un argumento poderoso. Tiene ecos budistas e hinduistas.  ¿Acaso el modesto reconocimiento de la superioridad del prójimo no me hace superior a él? Pero seguramente no es el caso de la derecha. También suena algo a postmoderno. Pero eso se ajusta menos al argumento conservador, convencido de la férrea naturaleza de sus convicciones morales, todas justas, sistemáticas, formando una unidad desde el origen de los tiempos. Lo contrario de esos cinturones flojos del postmodernismo.

- "Bueno." -Seguirán aclarando los expertos.- "En el fondo, ¿qué quiere decir superioridad, tratándose de moral? Nada; nada de nada. Las morales son inconmensurables."

No lo creo, pero coincido en la conclusión: nada de nada. Entonces ¿por qué esa obsesión por acabar con la "superioridad moral" de la izquierda? Sencillo: porque si uno no puede presumir de lo propio, ataca al adversario por el método de la proyección, afeando en él lo que es de uno.

Esa portada del ABC es una confesión de derrota. Y la reaparición de Karl Marx es de traca. ¿A que se parece a los carteles nazis del judío eterno? Este Marx tiene también algo de eterno y,  al fin y al cabo, era judío.

Pero a lo mejor no es la pretendida "superioridad moral" de la izquierda lo que exaspera a la derecha sino la no menos pretendida "superioridad mental". En efecto, según la revista canadiense Psychological Science, los de izquierda son más inteligentes que los de derecha. Eso escuece más, sin duda. En nuestra sociedad no está mal visto ser un granuja. Pero la fama de tonto se lleva muy mal. Por eso, el mental se les ha convertido en moral. Pero no se preocupen, almas de Dios, no hace falta ir al Canadá para comprobar a diario que esa conclusión "científica" no es cierta. Todos conocemos gentes de izquierda de inteligencia muy limitada y personas muy inteligentes en la derecha. Y viceversa.

Anden. No hagan más portadas tontas.

diumenge, 6 d’octubre del 2013

Siguen lloviendo piedras.


Y chuzos de punta. El último sondeo de Metroscopia en El País es estremecedor para el PSOE. Para los dos partidos dinásticos, pero es el PSOE del que aquí nos ocupamos. Si, después de casi dos años de absoluto desastre de gobierno, el PP sigue ganando en intención de voto cuando el mes pasado estaba a la par con su rival, cualquiera revisaría sus planteamientos. Si lo hace o no Rubalcaba está aún por ver. Pero va pareciendo que no. En el PSOE nada se mueve. El gráfico del sondeo de Metroscopia muestra una situación como de encefalograma plano para todos y el más plano, el del PSOE. Plano para todos. Lo único que frena el hundimiento del PP es la inexistencia de una posibilidad alternativa, pues los socialistas no lo son. Los otros dos partidos de ámbito estatal, IU y UPyD ahí siguen también, a gran distancia de los otros, muy ilusionados, no con la posibilidad de formar gobierno -opción irreal- sino con la de condicionar el que se forme. Son partidos-rémora.

No son los socialistas capaces de remontar la situación. Admitido: esta no está siendo fácil. Son tres los factores negativos para las aspiraciones socialistas:

a.- La crisis. No existe un discurso claro, convincente, socialista alternativo al de la derecha. No hay diferencias en cuanto a la interpretación de las causas de la crisis. Sí la hay respecto a las medidas para resolverla. El PSOE se opone frontalmente a las que viene tomando el gobierno en materia sanitaria, laboral, educativa, de pensiones, etc. y promete hacerlas reversibles. Eso está muy bien y así hay que hacerlo. Pero no basta. Es preciso decir cómo. No es suficiente con la intención expresa. Sin duda, el PSOE tiene en esto más crédito que el PP pues no ha mentido tanto ni tan descarada y reiteradamente como el PP, pero ya no es cosa de promesas genéricas. Ahora hay que especificar más. La gran objeción permanente al PSOE es cómo financiará las medidas que reviertan las del PP. Ahí es donde el PSOE -que llegó a decir, recuérdese, que "bajar los impuestos es de izquierdas"- tiene su punto más débil, el que más lo asemeja al PP porque pretende abordarlo, pero no se atreve a decirlo. Alguien tendrá que pagar por la vuelta al Estado del bienestar que el neoliberalismo extremo de la derecha ha arrasado y ese alguien ha de ser mayoritariamente el capital, la empresa, la banca, la iglesia, justo quienes controlan la inmensa mayoría de los medios de comunicación, incluidos los que dependen del gobierno que también es su gobierno.

b.- Cataluña. La posición del PSOE es aquí más insegura y vecilante aun que con la crisis. Rubalcaba es de talante unitario, más bien centralista, como probablemente lo sea una buena porción de su militancia y su electorado. Pero no puede defender un punto de vista nacional-español a ultranza porque, además de tratarse del discurso de la derecha, lo acabaría enfrentando a su sucursal catalana, el PSC. Y si el PSC no consigue aportar una parte considerable de escaños al socialismo español, las esperanzas de este de alcanzar el gobierno se desvanecen. La prudencia manda mantener a ambigüedad, pero la ambigüedad en un terreno colindante al nacionalismo -un discurso generalmente maniqueo y polarizado- es funesta.

c.- El efecto Rubalcaba. La permanencia del secretario general ha acabado siendo quizá la mayor amenaza a la recuperación de su partido. El argumento con el cual legitimaba su acción, esto es, que el partido lo había elegido para reconstruir sus expectativas de gobierno, no fue nunca muy cierto y ahora es manifiestamente falso. El PSOE no se ha recuperado en absoluto ni lleva camino de hacerlo. El 74% de sus propios votantes y militantes -una cifra asombrosa- no lo quiere ni se fía de él. Sobre todo porque lo ve también ambiguo, impreciso, escurridizo. Así como Rajoy pasa la mayor parte del tiempo defendiéndose de las peticiones reiteradas de dimisión también él, da la impresión de pensar más en su supervivencia que en la de su partido. Es lógico. Tanto el uno como el otro llevan más de treinta años continuados de dedicación a la carrera política. Y se entienden muy bien. En el fondo -y Palinuro lo ha señalado alguna vez- hay menos distancia entre Rajoy y Rubalcaba que entre este y sus militantes y votantes. ¿Cómo van a ganar crédito de la opinión para resolver la crisis los dos partidos y los los políticos que representan el punto de vista de quienes la provocaron en un primer momento?

Rubalcaba lleva más de dos años luchando contra esa imagen destructiva de que el PP y el PSOE son lo mismo (la misma mierda) y hace bien porque es injusta, pero no parece darse cuenta de que su mera presencia lo impide. Los dos contendientes, Rubalcaba y Rajoy son políticos profesionales y, además, malos profesionales pues entre el uno y el otro (con la nutrida colaboración de colaboradores tan desafortunados como ellos) han dejado España en estado crítico. Ninguno de los dos, típicos representantes de la política a la vieja usanza, está en posición de encabezar un movimiento de regeneración de su propio partido. En el caso de Rajoy porque él es el principal responsable y beneficiado de su actual deterioro. Y lo mismo sucede con Rubalcaba si bien en un contexto distinto.

Y, sobre todo, es materialmente imposible cambiar la orientación de la opinión pública cuando uno no cambia el discurso. Especialmente, además, si no hay ni discurso.

Quizá por eso cifra Rubalcaba todas sus esperanzas de salvar su puesto al menos hasta 2015 en el efecto taumatúrgico que espera tenga la Conferencia Política del mes próximo al proponer a la ciudadanía, dice, un PSOE renovado, con nuevo mensaje, nuevo estilo, nuevas ideas. La materialización de este elixir ideológico de la eterna juventud es dudosa. Si hubiera ideas, propuestas verdaderamente nuevas ya se habrían filtrado pues, dada la naturaleza incorpórea e inmaterial de estos productos, no hay barreras que las detengan. Pero, aunque fuera tal el caso, ¿cree Rubalcaba en serio que puede convencer a la gente de que él es la persona adecuada para llevar adelante el nuevo proyecto cuando está identificado con el viejo, el fracasado?

La perspectiva socialista es sombría porque incide en la muy intrincada naturaleza del liderazgo político. No existe una forma única de este pues cada líder tiene la suya, propia y personal. Pero, sobre todo, es imposible atisbar algo de liderazgo político -una facultad muy necesaria en las circunstancias actuales- en la posición de alguien que carece de ideas propias y espera que se las aporten desde fuera los expertos y los comités; o, lo que es peor, las tiene pero carece del valor de proponerlas a su modo y prefiere hacerlas pasar como la voluntad colectiva de la organización a la que dice servir. 

No tengo duda de que, al menos por hoy, el PSOE es un partido necesario en el sistema político español y el único que puede llevar a la izquierda al poder. Tampoco la tengo de que es un partido de izquierda y de que, guste o no a las otras izquierdas, tendrán que unirse a él si verdaderamente quieren cambiar las cosas en España o están ya cansadas de alimentar su autocomplacencia de izquierda "transformadora" que no ha transformado nada jamás consolándose con esa "revelación" de que, en el fondo, el PSOE es un partido de la derecha. Quieran o no habrán de contar con él en un hipotético frente de izquierdas con posibilidades electorales. Pero no necesariamente con este PSOE y mucho menos con Rubalcaba, quien debiera haber convocado ya elecciones primarias abiertas en su partido y haber aprovechado el guirigay que se monte para hacer un discreto mutis por el foro. 

dissabte, 5 d’octubre del 2013

Como Dios manda.


Está la Patria enhorabuena. Ayer, en un acto de magnanimidad, Cospedal perdonó a los funcionarios hora y media de laburo a cambio de que fueran a no sé qué iglesia, a participar en los ritos por la festividad de San Francisco de Asís. Algo muy oportuno. Corre por ahí la desatentada idea de que el Estado no es confesional y estas cosas no deben hacerse. Los izquierdistas siguen siendo azañistas. No quieren reconocer que España es católica con la misma necesidad con que el sol calienta y la lluvia moja. España es naturalmente católica, igual que otros pueblos son naturalmente negros o tienen los ojos naturalmente rasgados. No hay que dejarse amilanar por el trasnochado anticlericalismo de la izquierda. Los funcionarios, a misa; los cargos, a las procesiones y curas por todas partes. Como Dios manda.

Los curas están especialmente contentos. Les han quitado de encima el íncubo diabólico de la educación para la ciudadanía, un catón ideológico radical que trata de apartar a los chavales del recto camino de la fe. Y la religión se impone en la educación como asignatura evaluable. Ahora solo queda eliminar las alternativas, cosa que se hace ya colegio por colegio. Con un poco de suerte, la iglesia acaba consiguiendo la vuelta de la religión a los universidades, a todas las facultades. Como Dios manda.

Dios manda igualmente celebrar las nostalgias de la dictadura, recordar las glorias de la guerra de liberación o cruzada. Así que ayer se concentraron también los fachas para conmemorar la batalla de Belchite. Pendones falangistas y del requeté. Se reúnen, supongo, en el Belchite nuevo, el que construyeron los presos republicanos, como represalia por el hecho de que su ejército destruyó el otro durante la batalla y destruido sigue. Luego de la misa, al parecer, profanaron una tumba común republicana. No vayan los rojos a creer que, pues ganaron la batalla de Belchite, ganaron la guerra. Como Dios manda.

Ganas tenían los patriotas (cada vez mejor organizados) de ir a aplaudir al general Rodríguez Galindo que ayer accedió asimismo a la libertad condicional. Pero las autoridades les aconsejaron no hacerlo, víctimas de esa pacatería gazmoña que les hace pretextar la sensibilidad de la chusma roja a la hora de celebrar los fastos nacionales.  Tuvieron que limitarse a cantar en las redes las excelencias del mártir de Inchaurrondo, sin poder ir a vitorearlo, como merece y  Dios manda.

Pero este año, habrá un 12 de octubre  como Dios manda. Los camaradas van a fletar una columna de autocares para ir a Barcelona, a celebrar el día de la Raza, la unidad de España y, si se tercia, abrir algunas cabezas de separatistas. Se han creído estos catalufos que la España conquistada un 18 de julio por nuestros abuelos se puede trocear como si fuera butifarra. Allí estará lo mejor de la estirpe, cantando el Cara al sol.Siempre como Dios manda.



Unos intelectuales piden pasar a la acción para combatir la hegemonía neoliberal. Vale. El neoliberalismo es un enemigo del pueblo. Pero el fascismo no lo es menos. Van juntos. Y, por lo demás, ¿qué significa "pasar a la acción"? 

El escritor y su doble.


Hoy es la jornada segoviana de escritores a la que estoy invitado. Al final he preparado una pequeña intervención para hablar del título, El escritor y su doble y llevarlo enseguida a internet que es lo más interesante que está pasándonos ahora mismo. Ejemplifico el doble en el minotauro, que es ser habitual en los predios de Palinuro. No es casual que los surrealistas lanzaran la revista Minotauro. El hijo de Pasifae tiene naturaleza dual, algo propio de los poetas y literatos, creadores de personajes que son y no son ellos al mismo tiempo. He encontrado un grabado de Gustave Doré para la Divina Comedia en el que se ve a Dante con su doble, Virgilio, confrontados al Minotauro que es el guardián del círculo séptimo del infierno, el de los violentos. La llevo en un pwp que estoy haciendo. (Lo incluyo a continuación como vídeo con algunas otras imágenes que también mostraré en la charleta. El Osian de Ingres y eso).

Blake también había ilustrado la Divina Comedia y  su minotauro sí que no se parece a nada. En  realidad es un minocentauro, pues tiene cabeza de toro, torso de hombre y resto del cuerpo de caballo, con sus cuatro patas y dos brazos. Se hermanan dos dualidades, el minotauro y el centauro. Nada bueno oímos de los centauros. Todo lo suyo es violento (como la centauromaquia), brutal, lascivo, salvaje. Pero uno de ellos, Quirón, resulta ser un sabio, profeta, astrólogo, educador y sola su buena fama eclipsa la mala de sus congéneres. Quirón educó a la pléyade de héroes griegos, Teseo, Jasón, Aquiles, Hércules, Ayax, etc. Es la imagen del  escritor, pues forja personajes eternos, que vivirán  por los siglos de los siglos.


El resto lo dedicaré a hablar bien de internet. El nuevo mundo del escritor. 

divendres, 4 d’octubre del 2013

La política de la muerte.


Los muertos nos acechan, nos asaltan, llegan a cientos a nuestras playas. Los muertos que hemos matado con nuestra indiferencia, nuestro egoísmo, nuestra insolidaridad. Los muertos llueven. Caen en Siria, en Afganistán, en México, en Palestina, en los colegios de los Estados Unidos, los balnearios noruegos o los trenes españoles. Y sus muertes son siempre un escándalo. Pero estos doscientos africanos que se han ahogado ante Lampedusa, mujeres, hombres, niños, tienen algo especial. Se nos echan encima, nos amargan la existencia. Hasta el Papa dice sentirse avergonzado. Un sentimiento que compartimos muchos. Un sentimiento noble engastado en otro menos noble, en otro de perversa autocomplacencia: somos unos privilegiados. La gente se juega la vida por entrar en nuestra casa. Y la pierde a puñados. Es, desde luego, escandaloso, una vergüenza. Hay que arreglarlo pero, por favor, no podemos abrir nuestras fronteras. Pereceríamos todos. Definitivamente, menos noble.

Porque la vergüenza nos la inspiramos nosotros mismos. Nosotros somos la vergüenza. Y parece como si, al sentirla, y confesarla en público, cuando los africanos perecen a puñados ante nuestras costas víctimas de la codicia de los traficantes y de la incompetencia o la indiferencia de las autoridades, pudiéramos olvidarnos de nuestros propios muertos, de los que matamos en esa casa por entrar en la cual pierden la vida tantos desgraciados de fuera.

La muerte no es cosa de cantidades. Ese indigente muerto de inanición en Sevilla vale por todos los africanos del mundo. Por todo el mundo en realidad. Plantea una cuestión bien terrible: ¿cómo hemos llegado a esta situación en la que, en mitad de la abundancia, la gente pasa hambre y alguna, a la vista está, muere de ella?

Pero también puede ser de cantidad. ¿Cuántos suicidios por desahucio llevamos? Formalmente son suicidios. Materialmente son asesinatos. Ninguna madre de cinco críos se suicida así porque sí.

Son asesinatos. Todos. Los de fuera y los de dentro. Asesinatos perpetrados por un orden basado en la violencia estructural más extrema, esa de la que no tiene ni idea el ministro de Justicia, pero la usa para sus torcidos fines. Porque él, tan creyente, es parte de una política de partido que, profesando de boquilla el individualismo cristiano, carece de toda consideración por la dignidad de la persona. Más aun: considera a las personas mercancías. Rajoy sigue su periplo vendiendo la Marca España. Ahora, en el Japón, ha expuesto claramente esa visión mercantilizada de los seres humanos propia de estos neoliberales. Quiere convencer a los inversores japoneses de que es una buena ocasión para meter dinero  porque él ha bajado los salarios en España.

La política de la derecha neoliberal es política de muerte. Los seres humanos son mercancías; las mercancías se deterioran, se echan a perder, se hacen obsoletas, envejecen; hay que deshacerse de ellas y, las que resten, ponerlas a buen precio. Lo dijo hace unos meses una de esas responsables de sanidad del PP (madrileño, creo) con aire de experta en master de administración de la salud o cosa parecida ¿Tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema? Ándele, pregunte al cargo qué entiende por sentido. Las bocas inútiles. La política de la muerte. Es ya más que la biopolítica foucaultiana. Es directamente la tanatopolítica.

Rajoy considera la Marca España como una especie de empresa. España es una empresa; los españoles somos los trabajadores y la empresa siempre quiere rebajar los salarios para aumentar los beneficios. Siempre. Y como, según el catón económico que alguien ha metido en la cabeza al presidente, son los empresarios los que generan empleo, hay que garantizarles los beneficios. Si para ello es necesario despojar a los compatriotas de sus derechos y entregarlos en condiciones de servidumbre, se hace. Y, además, se dice. Rebajar los salarios, reducir las pensiones, eliminar subvenciones, subsidios, prestaciones, becas, ayudas. La política de la muerte va precedida del expolio.

Aun así, no pasa nada y todo el mundo se pregunta por qué. ¿Por qué? Miren Lampedusa. Miren los restos de quienes han muerto por llegar aquí a que los exploten, los maltraten, los prostituyan, los encarcelen o los maten. ¿Lo ven? Es una vergüenza, sí, pero son ustedes unos privilegiados. Y estar peor es solo cuestión de proponérselo.

El escritor y su doble.


El próximo sábado, día 5 de octubre, Palinuro está invitado a un encuentro de escritores en Segovia, según el cartel de la imagen. El evento promete, sobre todo por los demás participantes, que no por el pobre Palinuro quien, cuando lo llaman a estos actos se siente como el Poor Tom del King Lear, de Shakespeare, que "come la rana de la charca, el sapo, el renacuajo, el lagarto y el agua...".

Preguntó Palinuro de qué deseaban que hablara, presumiendo con cierta vanidad que, pues le llamaban, sería para que hablase y no para que se quedase callado, y le dijeron que de lo que quisiera: de su obra, de sus libros, de su vida. En fin, privilegios de escritores. Dio el título que figura en el cartel: "el escritor y su doble", sintiéndose un poco como Antonin Artaud. Para eso escribió un ensayo hace ya unos diez años sobre La figura del doble en la literatura. Se supone que algo sabrá de ello. Pero, como no me fío de él, me llevaré puesto el blog y, si veo que desbarra (Palinuro, no su blog), me pondré a hablar del blog y de nuestra nueva página web que también se llama Palinuro y es muy chula. 

Al fin y al cabo, Palinuro es mi otro yo. El real.

Tod@s, como siempre, invitad@s.

dijous, 3 d’octubre del 2013

"Una empresa criminal".


Una empresa criminal es el calificativo de la acusación particular en el proceso a Fabra. Ya se verá lo que sale del juicio pero esa acusación refleja bastante bien las actividades presuntamente realizadas durante años, decenios, por este cacique, hijo y nieto de caciques, dueño y señor de Castellón, en donde hacía lo que le salía de ese atributo que él llama la pirula.

Innecesario acumular aquí las acusaciones que se hacen a Fabra, de todos conocidas, apabullantes, escandalosas: malversación, tráfico de influencias... Su biografía viene a ser como una pieza de teatro de Bertolt Brecht. Él mismo presumía a gritos de colocar a la gente a puñados según le salía de la pirula, supongo, votos agradecidos, decía. Llamaba hijo de puta al portavoz de la oposición. Le tocaba la lotería con la regularidad de las estaciones del año. Un tipo pintoresco, bravucón, mal hablado, faltón, que se creía con derecho a todo, hasta a construir un aeropuerto sin aviones sin duda por su santa pirula y que coronó luego con una estatua colosal a su propia persona, como si fuera Constantino. ¿Cabe imaginar algo más desaforado, más ridículo y necio que erigirse una estatua a sí mismo? Y con el dinero público.

Un personaje de sainete que, al parecer, no acierta a explicar su increíble enriquecimiento personal ni el de su esposa, de la que está separado actualmente, así como el otro matrimonio procesado, ambos en unos líos de divorcios y separaciones y sospechas de cuernos que deben de estar haciendo las delicias de las televisiones rosa caca. Dispuesto, además a seguir la saga Fabra en la persona de su hija, diputada en el Congreso y famosa por el muy fabriano ¡que se jodan!. Sobre todo por no tener la pirula de papi.

¿Cómo puede haberse dado un caso así en una país europeo del siglo XXI? En una gran nación. No es un caso aislado. Es regla. En todo similar a Baltar en Ourense, Matas en Baleares y muchos otros cargos, presidentes de comunidades autónomas que tienen enchufada a toda su familia hasta la tercera generación, alcaldes que contratan a sus hijos, hijas, cónyuges o a los del otro alcalde para que luego le hagan lo mismo. Es el propio Partido Popular que, a tenor de los papeles de Bárcenas, también puede considerarse como una presunta empresa criminal o asociación de malhechores. Es la mamandurria normal, los sobresueldos, los pagos en B, los diferidos, los finiquitos simulados, los gürteles, las adjudicaciones mangoneadas, la contratación de un ejército de asesores practicamente analfabetos pero cobrando una pastuqui. Es un mundo de corrupción que continuamente lo ensucia todo. La primera sesión del juicio de Fabra ya ha salpicado a Jesús Posada, el presidente/cancerbero del PP en el Parlamento como mediador o, cuando menos conocedor, del presunto delito del caso Naranjax. Curioso nombre.

¿O no era Fabra, al decir de Rajoy un ciudadano modelo y un político ejemplar? Para cuando estos ditirambos trinaban por las ondas, el tal Fabra ya era Fabra por los cuatro costados. ¿O también va a decir Rajoy que el de Castellón lo engañó, como Bárcenas? Sería hacer oposiciones a que le llamaran bobo solemne como él llamaba a Zapatero y con bastante más razón. Y, además, no es el caso. El caso es que Rajoy considera en efecto que Fabra, este Fabra, es un ejemplo y un modelo. Como Camps, como Matas, como Baltar. Es la empresa criminal. La asociación de cobradores de sobresueldos y repartidores de los caudales públicos por el afamado criterio que se atribuye a Baltar de si no eres del PP, jódete, estilo Fabra también. 

Lo de Quijorna es la excrecencia colorida de este mundo de mangantes.

La noche ciega.


El caminante fue acumulando recuerdos a lo largo de la jornada. Memorias fugaces. Instantes alegres, tristes, intensos. Impresiones que se repetían. Reconstrucciones caprichosas. Reinterpretaciones. Tesoros guardados celosamente. Un pasado fragmentario. No se detenía en nada, pero lo iba archivando todo según llegaba. Todo lo metía en un cajón de cualquier forma, corriendo el riesgo de que cada adición cayera como un ladrillo en el mullido colchón que formaban los demás y lo alterara. No le importaba. Seguía caminando, recibiendo imágenes del pasado de la más variada condición. Una sonrisa, el frenazo de un coche, el cielo estrellado, la halitosis del vecino, la música en el ascensor, la mirada de un hijo, unos ladridos en la noche, la moral del caballero, los precios en el escaparate, un deseo de niño, la imagen de un Papa en la televisión, la caricia del amante, una guerra lejana, la muerte de un divo,  el ceño del padre, una larga conversación sobre la “cristalización” de Stendhal, un error de juicio, el cuento de la abuela, las alforjas esas de las que salen los recuerdos, una pelea a gritos en un bar, un examen difícil, la visita al manicomio, el infinito del universo o su finitud, la zancadilla del colega, las consecuencias de los actos, Dios de la mano de todos los dioses, una ruindad imperdonable, el sistema binario, quintaesencia del ser humano. Y así siguió hasta que, rendido, se detuvo a dormir.

Se sentó al pie de un árbol y cerró los ojos. Buscó el cajón. No lo halló. Se levantó una noche insondable. Nada de lo vivido, nada de lo revivido volvía. Nada puede volver. ¿Para qué? Nada puede cambiarse. Lo que fue sigue actuando, sigue llegando. Pero no como ello mismo sino como sus consecuencias. Las consecuencias son la morrena que engulle el presente. Las memorias son despojos, jirones, pecios inseguros sobre esa masa en movimiento quieto que es el yo. Sirven para hacernos creer que entre ellas y nosotros hay algún lazo de unión y así nos olvidemos de lo que somos, pero solo el tiempo que tardan en volver a sumergirse. Mejor dicho, de lo que suponemos que somos. Porque ser, lo que se dice ser, no somos nada. Si acaso un desorden que llama orden al caos.

La oscuridad era tal que no había diferencia entre mantener los ojos abiertos o cerrados. La mirada interior, esa es la que cuenta. La que atisba en los vericuetos de lo que llevamos dentro. Y ¿qué llevamos dentro? Sentimientos, solo sentimientos. Todo se hace sentimiento. La razón misma es sentimiento, bastante primitivo por cierto. Sentimientos que prenden en algún lugar indefinido pero se definen con palabras: tristeza, furia, sufrimiento, orgullo, alegría, venganza, arrepentimiento, generosidad, angustia, culpabilidad, nostalgia, amor, odio; la paleta entera de los estados de ánimo, de espíritu, del alma incomprensible. Son los sentimientos los que definen los caracteres desde Teofastro hasta C. G. Jung.

Levantándose con la del alba, el caminante llena sus pulmones con el aire fresco y, haciendo bocina con las manos grita al mundo ¡lo siento! Es como si se hiciera el harakiri y quisiera fundirse con todo lo que fue. Y desaparecer.

Luego, se echa el morral al hombro y sigue su camino. Pero ya es otro. Como Rimbaud.

(La imagen es una foto de Euromagic, bajo
licencia Creative Commons).

dimecres, 2 d’octubre del 2013

II Año triunfal.


A ver. Pues parece vuelven las esencias patrias, vuelvan del todo. En Quijorna se ha celebrado una feria retrofranquista absolutamente camp. La alcaldesa del PP -que Santa Lucía le conserve la vista- llamada al orden por los menos montaraces del partido dice no haber visto las banderas franquistas. Banderas franquistas, letreros de "¡Saludo a Franco! ¡Arriba España!"; más el Ausente, siempre presente; pendones falangistas, chatarra facha de los años treinta y cuarenta y parafernalia militar así como mercenaria. Y un cartel muy, muy significativo: Brunete. Quijorna es un pueblo esencial en la batalla de Brunete, de 1937 que, según el propio Franco, decidiría el ganador de la guerra. Uno de los enfrentamientos más sanguinarios de la contienda. Los republicanos habían tomado el pueblo en su ofensiva y amenazaban el cuartel general de Varela. La lucha final se dio en Brunete y la República encajó su primera derrota estratégica, a pesar de haber recuperado unos miserables kilómetros. Pero, ¡ay, amigo! en esos kilómetros quedó Quijorna, bajo la tiranía roja. Así que Brunete se llevó la gloria y Quijorna los palos. Franco estaba seguro de haber ganado la batalla gracias a la intervención de Santiago en la figura de una fantasmagórico jinete que, solo, arremetio contra las líneas enemigas y a bombazos destruyó sus nidos de ametralladoras, desapareciendo luego para siempre jamás. Santiago había vuelto a cerrar España en Brunete como lo hiciera en Clavijo. ¿Y no van a montar el revival franquista los de Quijorna con un gobierno municipal de aplastante mayoría del PP y un partido independiente de Quijorna que, en fin..., así como un concejal socialista que debe de tener la importancia del macetero?

Quijorna es una pieza más de ese rosario de hogueras de antaño que ha ido encendiéndose por la geografía hispana este verano en simpáticos actos de exaltación franquista de las juventudes de Nuevas Generaciones del PP, tan nuevas como la momia de Franco que sacan en las redes. Chiquilladas, según los mandos de la organización, gentes mesuradas, moderadas, de centro-derecha. Se han añadido diversas alcaldadas del mismo tenor: Franco en el corazón de algunos varas del PP que, como el suegro del ministro de Justicia, no cambian de bandera. Como tampoco los jóvenes de una cierta Alianza Nacional que irrumpieron en Blanquerna en el mejor estilo de los matones fachas al uso. Para completar, un festival de quema de trapos separatistas en Cercedilla, protagonizada por similares elementos con el fin de recaudar fondos para organizar una marcha de escuadristas a Barcelona el próximo 12 de octubre, día del orgullo patrio, a sobar el morro a los catalufos. En ese discurrir del río que nos lleva de vuelta al fascismo, la fiesta de Quijorna (¡en un colegio público! se lamentan los progres) es la última perla del II Año triunfal de Rajoy.

Por eso, vayan las generaciones nuevas familiarizándose con la simbología que llega. Ahí tienen la carátula de la primera edición (1943) del noticiario-documental (NO-DO) semanal que todos los cines habían de exhibir obligatoriamente al comienzo de sus sesiones. Llevaba un subtítulo que rezaba El mundo entero al alcance de todos los españoles y su contenido fue básicamente el mismo durante cerca de cuarenta años: exaltación del caudillo y su capacidad para sembrar España de pantanos y esperanzas y de enriquecerla a ojos vistas; su íntima, recatada y cariñosa vida familiar, viendo crecer a sus nietos en el Pazo de Meirás; su habilidad para pescar no recuerdo bien si tiburones o cachalotes o  atunes más grandes que él. Noticias del extranjero en las que se hablaban pestes de las democracias y no digamos nada del comunismo soviético y sus naciones esclavizadas por las cuales se hacían vigilias en las calles de Madrid. La iglesia tenía lugar preferente, siempre aliada al régimen, a cuyo titular paseó bajo palio por los páramos de España. La economía viento en popa, especialmente en los años del contrabando. Mucho fútbol y deportes y alguna anécdota sencilla para mostrar cuán unidos estaban el pueblo y su caudillo: un matrimonio con veintiún hijos, premiado por Franco, o una honrada mujer del pueblo a quien había tocado el Seat 600 nº 1.000 salido de fábrica.

Y así año tras año. Todos triunfales. Cuarenta años triunfales. Como este, segundo de Rajoy.

Poco a poco, las instituciones van doblegándose al espíritu de la gran nación, que renace de la postración sociata. La policía certifica que no puede recuperar información de un disco duro de Bárcenas pues está borrada a conciencia. El otro disco duro ni existe, pues lo han destruido sin que Rajoy se haya enterado. Hacienda considera que nadie en el PP ha cometido delito fiscal alguno; de haberlo hecho, ha prescrito y los otros no alcanzan la cuantía. Y eso que Hacienda, un típico órgano de la Realpolitik, considera susceptibles de gravamen incluso los ingresos irregulares y hasta ilegales.

Según Rubalcaba, que un comportamiento no sea delictivo no quiere decir que sea admisible o tolerable. Puede ser claramente inmoral. Puede. Pero no les importa. Rubalcaba vive en otro país. En una España que se ha sacado de la cabeza, producto de un acuerdo entre presuntos caballeros llamado en su momento transición sin darse cuenta de que los otros se han apeado de él hace ya tiempo.

Caso Fabra, epítome del territorio PP (básicamente Galicia, Castilla y León, Valencia, Madrid, Murcia) en los últimos veinte años. ¿Alguna duda de que se trata de un caso de caciquismo de manual? Pero de manual del siglo XIX pues la estirpe de los Fabra (como diría Rajoy) se remonta, por lo menos, al general Prim. Los presidentes de las diputaciones, todos del Movimiento Nacional, como los gobernadores civiles en tiempos del franquismo eran tramos de la carrera política de la gente del régimen. Pero los presidentes de las diputaciones manejaban una pastuqui -ya entonces-, solían enriquecerse -si no eran ricos de familia- y no se movían del terruño, en el que se perpetuaban como novelas-río. Favores, malversación, clientelismo, enchufismo, compra de votos, cohechos, ilegalidades de todo tipo constituían el crisol de la raza. Atacarlo era casi imposible. Diez años lleva Fabra procesado; nueve jueces ha devorado el proceso cual terrible Cronos, y no sé cuántos fiscales. ¿Llegará el II Año triunfal a tiempo de desbaratar ese atentado a la justicia de ver a un prohombre de la patria sentado en el banquillo?

Y lo de Fabra es casi el chocolate del famoso loro. Está por ver qué harán las huestes nacionales con Cataluña, inmersas en una dinámica endiablada: para aumentar su base electoral, la derecha tiene que acentuar la hostilidad a Cataluña, en lo cual compite con el PSOE. Basta escuchar a Rodríguez Ibarra, Patxi López o Belloch, quien pide la suspensión de la autonomía catalana. Una hostilidad que intensifica la deriva secesionista en Cataluña. Y no hablemos del conflicto que ha provocado de modo absolutamente irresponsable el señor Bauzá en Baleares, quien acabará consiguiendo que se articule un frente de Països catalans. Por no hablar del País Vasco. La respuesta masiva al asalto a Herrira amenaza con reagudizar el conflicto (ese que dicen que no hay) en la CAV.

Lo más sorprendente es que nadie quiera avisar de que el país va lanzado al desastre con unos niveles de fractura y confrontación insostenibles provocados por la ineptitud de un gobierno que solo gobierna para la patronal, la banca y la iglesia. El presidente sigue oculto. En la actualidad parece estar recorriendo el Japón, a donde ha llegado procedente de Kazijistán, en donde paró llegando de Nueva York, a donde había ido procedente de Buenos Aires, de sellar el espantoso ridículo de la Marca España, tras haberla anunciado veinticuatro horas antes en alguna ciudad del norte de Europa. Es decir, el presidente no está. Es un presidente itinerante, como la corte de los Austrias. Cuando está, tampoco está, pues no habla. El gobierno tira por donde puede y los distintos ministros siguen trabajando para amargar la vida al personal y caer mal a todo el mundo en los barómetros. El partido, acogotado por el caso Bárcenas, carece de semblante y voz con un mínimo de crédito y respetabilidad. La señora Cospedal está tan afectada por el caso Bárcenas como Arenas, Pons, el propio Rajoy, Aznar, Cascos, etc. Solo queda Floriano y queda por no haberse enterado de lo de Bárcenas. Lo que permite barruntar de qué se entera.

dimarts, 1 d’octubre del 2013

Buscadlos, desenterradlos, hacedles justicia.


Aquí todo el mundo pide "grandeza" a los demás. Siempre a los demás. Rara vez a uno mismo. Desde el lejano Kazajistán, gobernado hoy por el antiguo primer secretario del Partido Comunista de la entonces República de la Unión Soviética, Nursultán Nazarbayev, pide Rajoy "grandeza" a Mas para renunciar a la independencia y Mas le devuelve la pelota sosteniendo que la "grandeza" sería dejar votar a los catalanes en la famosa consulta del dret a decidir.

A sus vez, los enviados de la ONU, pertenecientes al Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias que llevan una semana en Madrid haciendo averiguaciones sobre las desapariciones forzosas del franquismo, instan al gobierno a tomar medidas para hacer justicia a las víctimas. Ignoro si utilizan también el término grandeza pero es claro que encajaría y podrían hacerlo. Al fin y al cabo se dirigen a un gobierno y un partido cuyas relaciones con el franquismo son, por decirlo con suavidad, estrechas. Condenó de boquilla en cierta ocasión la dictadura, pero se negó a hacerlo en el Parlamento Europeo, se niega a aplicar la Ley de la Memoria Histórica en lo que hace a los símbolos y otros restos del franquismo y no ayuda en absoluto a que los familiares de los asesinados y enterrados en fosas comunes y anónimas por todo el país, sean resarcidos y obtengan justicia. Un partido y un gobierno que justifican su actitud con el argumento de que no hay que reabrir heridas cerradas, siendo evidente que las heridas no están cerradas, como se demuestra por la permanente presión de los familiares y descendientes de las víctimas para que se haga justicia, aunque para ello hayan de acudir a la Argentina o a la ONU. Un partido que, al menor descuido homenajea a los franquistas como vencedores de la guerra civil.

El gobierno, la fiscalía, la derecha en general argumentan que, por si los presuntos delitos no hubieren prescrito, la Ley de Amnistía de 1977 cierra el paso a su averiguación. Los teóricos de la derecha suelen añadir que la guerra civil conoció demasías por ambas partes y que conviene olvidarlo, pues tal es el espíritu de la reconciliación que animó la transición.

El grupo de trabajo de la ONU viene a decir que los delitos de desapariciones forzosas no prescriben y que, el parlamento español debe derogar la Ley de Amnistía que es una Ley de punto final y proceder a hacer justicia con los desaparecidos del franquismo. 

Ciertamente, si el gobierno se pusiera manos a la obra a cumplir las recomendaciones de los comisionados de la ONU demostraría grandeza. Es obvio que el asunto de la justicia a las víctimas del franquismo es una de las diversas partes por las que la transición hace aguas. Aquella Ley de Amnistía con la que los responsables de la dictadura se blindaban jurídicamente respondía al temor de que, cambiando la situación política, ellos pudieran sufrir represalias a manos de unas izquierdas que, precisamente para garantizar lo contrario, aceptaron la Ley de Amnistía en detrimento de los derechos de las víctimas. 35 años más tarde, siendo ya obvio que la Dictadura no acarreó consecuencias negativas para quienes la sirvieron, y habiendo cambiando mucho la conciencia moral y jurídica de los pueblos en relación a este tipo de crímenes, el mantenimiento de este criterio no es justo.

La transición se hizo con olvido de las víctimas del franquismo. Los derrotados de la guerra tuvieron que aceptar la segunda derrota de la memoria: a los cuarenta años del fin de la contienda, seguirían sin existir. Pero ahora han pasado casi otros tantos y es claro que los efectos negativos que para la reconciliación pudieran haberse temido en 1978 (que jamás fueron reales) ya no pueden invocarse.

El reconocimiento del carácter criminal de la dictadura y la garantía de justicia a las víctimas sería en verdad el acto de grandeza de la derecha  que cristalizaría en la auténtica reconciliación de los españoles. Mientras eso no se haga, las heridas continuarán abiertas, entre otras cosas porque los descendientes o herederos políticos de quienes las infligieron  consideran que las víctimas se lo merecían.

Ese es el problema.

(La imagen es una foto de El reñidero, bajo licencia Creative Commons).