Llama mucho la atención el lema pintado en el pecho de las activistas de Femen: El aborto es sagrado. Se irguieron cuando comenzó a hablar Gallardón, uno de los muy devotos ministros de este gobierno carcunda, empeñado en despojar a las mujeres del derecho al aborto. Y comenzó el espectáculo habitual: tetas al aire, gritos (¡el aborto es sagrado! ¡fuera de nuestras vaginas!, etc), forcejeos, contorsiones, empleo de una u otra forma de la fuerza pública, reducción y posterior detención de las alborotadoras. La cámara, perpleja, sin saber cómo reaccionar, mucha incomodidad y bochorno; algún tímido aplauso de IU. Luego vendrán las furibundas condenas con el ceño fruncido. Las mujeres del PP están como furias, profiriendo maldiciones. Tachan la protesta de repugnante, fanática y patética. ¡Voto al chápiro! Están tan furiosas que no saben lo que dicen. Y si se comparan estas fotos con las de Cospedal enarbolando peineta, pues no sé yo... En la izquierda reina el desconcierto, incluidos sectores feministas que ven en estas protestas frivolidad y hasta un juego intencionadamente ambiguo con el machismo dominante. Si protestamos por la cosificación de la mujer en la publicidad, no podemos recurrir a ella en la protesta. Luego volvemos sobre el asunto, más complejo de lo que parece.
Me interesa antes de nada el lema. Léase bien: El aborto es sagrado. Es fuerte, ¿verdad? La izquierda, los progres, no nos apoyamos en la noción de lo sagrado. Nuestra defensa del derecho al aborto es de moral racional, de respeto a los derechos del individuo, empezando por el de decidir libremente si quiere o no abortar, y pretende tener un fundamento científico. ¿A qué viene aquí lo sagrado? Eso es actuar como la derecha, los conservadores, los reaccionarios, los curas, las iglesias, las religiones, el orden constituido, el patriarcado. La cultura misma que, según Freud, se erige sobre el totem y el tabú. El tabú del incesto, el del canibalismo, el del aborto: una prohibición rígida, sacra, que castiga como pecado severamente toda infracción. Invocar el carácter sagrado del pecado es ir a dar la batalla de modo radical en el campo mismo del adversario. Aquí nace esa incomodidad de la izquierda y cierto feminismo ("cierto" porque Femen son feministas), en que tienen interiorizado el tabú en su terreno sagrado y pretenden combatirlo con las armas de la razón. Cosa inútil pues todo lo sagrado es inmune a lo racional y solo puede combatirse con otro sagrado. En el caso del aborto, ¿en qué descansa esa sacralidad? En que es una manifestación obvia de la autonomía del individuo y su derecho a disponer de sí mismo aquí y ahora. Algo mucho más sagrado que todas las divinidades celestiales o infernales.
Así que tocado quedó el ministro de Justicia, balbuceando lugares comunes sobre la falta de respeto a la sede de la soberanía popular, sede en la que domina absolutamente el partido del ministro, que no deja hablar a nadie pero convierte en leyes, es decir, en normas racionales, universales, generales y abstractas los tabúes de su iglesia.
Así que tocado quedó el ministro de Justicia, balbuceando lugares comunes sobre la falta de respeto a la sede de la soberanía popular, sede en la que domina absolutamente el partido del ministro, que no deja hablar a nadie pero convierte en leyes, es decir, en normas racionales, universales, generales y abstractas los tabúes de su iglesia.
Lo de Femen tiene su tela. El logo de más arriba, lo dice la leyenda, representa los colores de la bandera ucrania, pues el movimiento nace en Ucrania hace unos años, el palo es el de la letra cirílica de origen griego, phi, de feminismo, los círculos son tetas, "es divertido, reconocible, representa la oposición y el aguijón de la avispa". Se me ocurre que podía adaptarse en España, en donde la combinación amarillo/azul no dice nada cambiándola por los colores republicanos. Al fin y al cabo estamos en casa de Palinuro. El resto, lo mismo: tetas, phi, etc. Es solo una propuesta. Cuestión de pensarlo. Las componentes de Femen suelen ser estudiantes universitarias o licenciadas. Es decir, nivel cultural alto. Su feminismo es indudable: happenings al estilo de las pussy riot que también las han llevado a la cárcel. Acciones contra el machismo, contra el islamismo, el cristianismo, la subordinación de la mujer en cualquier campo, etc. Los contenidos están claros. Las peleas pueden llegar por las formas. Son muy provocativas, rompedoras, el concepto de escándalo público se refleja en todos los rostros sorprendidos de los espectadores. Suelen quedarse estupefactos hasta que interviene la policía o similar que, a su vez, tampoco está muy segura de cómo proceder. Son momentos de escándalo festivo y pacífico que juegan con el universal atractivo de los pechos femeninos. No creo conocer a casi nadie a quien desagraden las tetas a la vista. Claro que a lo mejor es porque conozco a poca gente.
Las acciones son modalidades evidentes de la vieja táctica anarquista de la acción directa con elementos de desobediencia civil. Las de Femen jamás se enfrentan a la fuerza pública y se dejan detener y procesar. Entienden que lo suyo es eso, propaganda por la acción, algo con lo que el orden público entendido al modo autoritario suele tener muchos problemas. Traten de imaginarse una acción de Femen en ese pueblo de la costa en el que la alcaldesa dicta a los vecinos la música que pueden escuchar, cómo deben ir vestidos y cómo han de comportarse, al más castizo estilo de España unidad de destino en lo universal. Imagínenlo y traten de contener la risa.
Este tipo de acciones responde a la intencionalidad ya explícita en el logo, diseñado por Artemy Lebedev, el creador de Art. Lebedev Studio, una empresa privada de diseño rusa con sede también en Nueva York, dedicada al diseño avanzado de carácter industrial, gráfico, online y de interfaz, una gente muy simpática, con una política corporativa anticorporativa también muy rompedora que la lleva a colgar los premios que recibe en las paredes del retrete. Parte de un asunto de principio que Palinuro hace suyo sin dudarlo: no trabajamos con personas privadas, partidos políticos, organizaciones religiosas, pajilleros y todos quienes tienen puntos de vista contrarios a los nuestros. Tan entusiasmado está que, según me ha dicho, planea pedir a Lebedev una franquicia para España en donde hay una gran demanda de renovación de logos, símbolos y modos de acción.
Ir a pedir el logo a Lebedev ya revela intencionalidad programática feminista neta en Femen que, por cierto, se ha metido en todos los charcos, incluida la lucha en contra de la legalización de la prostitución. En definitiva, es una de las formas típicas de protesta en una sociedad compleja, como un mosaico, con modos muy distintos de expresión (ecologistas, homo, bi, transexuales, M-15, mareas de mil colores, hackers, anonymous, etc.) todos ellos potenciados por el uso masivo de las redes. Lebedev es, básicamente, diseño online. En el caso de Femen se mantienen en el tiempo, son pocas y con escaso apoyo social y menos recursos económicos. Pasa siempre con las vanguardias.
¡Ajá! Pero el buey sigue arando y estos fogonazos tan superficiales apenas son arañazos. La realidad persiste. ¿Les parece poco atacar el tabú en su raíz y declarar sagrado el aborto?
(La imagen es una foto del logo de Femen, diseño de Art. Lebdeveb Studio, bajo licencia Creative Commons).