dimarts, 9 de juliol del 2013

Sueldos, sobresueldos , mentiras y cinismo.


Todavía recuerdo la escena hace varios años. En el programa de TV Tengo una pregunta para usted, una ciudadana de aspecto modesto pregunta a Rajoy cuánto gana al mes. El entonces candidato se queda atónito, no responde, balbucea algo y le obliga a repetir la pregunta, contestando luego un evasivo: Bastante más que usted.

Las antenas de Palinuro se erizaron: "Este hombre miente. ¿Por qué no quiere decir cuánto gana?" Lagarto, lagarto.

Tiempo después, aún en la oposición, a otra pregunta ingenua de otro ciudadano, Rajoy contaba la siguiente trola para obstaculizar la respuesta: "Tengo dificultades. Miro la cuenta a fin de mes. Tengo los problemas de todos los españoles."

Según hemos sabido después, ese año, Rajoy se embolsó 200.000 euros solo en sobresueldos. Más el salario de diputado y otras bicocas, como puros, trajes, corbatas. En total, unos 400.000 euros, o sea, unos 33.333 € al mes o 650 veces el salario mínimo. Palinuro tuvo entonces la certidumbre de que el menda no solo mentía como un bellaco, sino que era un hipócrita y un falsario redomado. Comprendió que en este asunto estaba el punto débil de toda la estrategia del PP y de su presidente quien, como es manifiesto hoy ya, no pudo contener su codicia y, al parecer, estuvo arramblando con cuanto dinero público veía. Un verdadero granuja con aspecto de noble de provincias venido a menos y bastante farfollas.

Por eso Palinuro insistió una y otra vez en que la oposición preguntara a Rajoy en Parlamento cuánto cobraba al mes y por qué conceptos. Llegó a saberse mejor o peor lo que cobraban todos los diputados, pero no Rajoy. Sus ingresos siempre fueron un misterio y, en parte, siguen siéndolo pues, aunque las acusaciones de ser un corrupto sin parangón en la historia son muy consistentes, el personaje sigue sin decir cuánto ha cobrado. Es un mutismo muy en línea con su neurótico silencio sobre el nombre de Bárcenas. Solo Miguel Ángel Aguilar en El País (preguntando insistentemente si Rajoy cobraba algo por su condición de registrador de la propiedad) y Palinuro (insistiendo en que Rajoy revelara cuánto cobraba al mes por todos los conceptos) mantuvieron viva la llama de la sospecha no ya de que el presidente no fuera trigo limpio sino de que podía ser un granuja, un chorizo y un trinca-cuartos..

Pero la oposición flojeaba. Cayo Lara lo atacaba, sí, pero en asuntos de otra índole en donde Rajoy salía victorioso con su capacidad para balbucear el español y no decir nada. Y Rubalcaba proponía pactos y más pactos sin atreverse a preguntarle algo tan simple como cuánto pillaba al mes. Una situación que levantaba la sospecha de si Rubalcaba no estaría temiendo que en el PSOE hubiera otros sinvergüenzas y ladrones.

Finalmente está ya todo (presuntamente) claro. Los papeles de Bárcenas y la contabilidad del PP permiten pensar que, mientras no se demuestre lo contrario, el PP es una asociación de malhechores que lleva veinte años enriqueciéndose mientras saquea la Hacienda Pública. Una asociación de mangantes y corruptos, presidida por el que parece el más mangante y corrupto de todos ellos. Sin excusa alguna.

Era, en efecto, el punto débil de la estrategia del PP y se ha roto, no porque la oposición (que da vergüenza por su inoperancia y quién sabe si su complicidad, al menos la socialista) lo haya conseguido, sino porque la Justicia ha empezado a actuar, por supuesto, luchando a brazo partido contra todos los obstáculos, las zancadillas, las trampas y las insidias (estas sí son insidias y no las que menciona Rajoy, quien desconoce el significado de la palabra) de que se vale el PP para obstaculizar el proceso judicial, con la anuencia del mismo Rajoy quien, sin embargo, anuncia a bombo y platillo que su partido colaborará con la justicia mientras destruye pruebas (como el libro de visitas de Génova) que pide el juez.

Esta es la verdadera dimensión de este vergonzoso asunto: dirigentes corruptos, encabezados por Rajoy -el más corrupto de todos ellos- cobrando sobresueldos ilícitos, trinque, hurtos, mamandurrias, enchufes, cohechos, apropiaciones indebidas... un rosario de delitos presuntamente cometidos por estos payos, aleccionados por Rajoy cuya única obsesión ahora es que nadie dimita (para no quedar él con el trasero al aire) y que nadie hable, pues solo el silencio puede conseguir que el asunto pase sin pena ni gloria, al tiempo que se engaña, se miente o, como hace Cospedal, se dice con todo el morro lo contrario de lo que el mundo tiene ante las narices, incluida ella misma.
 
En efecto, tiene tardía razón la oposición: dimita ya, Rajoy. Su situación de presunto corrupto, pillasobres es insostenible. Y llévese de paso a ese puñado de supuestos mangantes, neofranquistas, monaguillos de los curas, beatas descerebradas y simples imbéciles que se creen ingeniosos.
 
Ya está bien.
 
(La imagen es un foto encontrada en la red, en el twitter de @marianorajoy No consta licencia. Palinuro asume que esté en CC. Si no fuera el caso, una simple advertencia y se retira)
 

Bárcenas y el cadáver de Ionesco.


A comienzos de 2011, convocadas elecciones autonómicas en la Comunidad de Valencia entre otros lugares, en plena borrasca de los tres trajes de Camps, Palinuro auguraba que el escándalo Gürtel pasaría factura a los implicados, que iría creciendo con el paso de los días hasta hacer insostenible la situación. Incluso buscó una analogía en la célebre pieza de Ionesco, Amadeo o cómo salir del paso, en la que hay un cadáver que no cesa de crecer y que, al final, acaba ocupando toda la casa. La Gürtel era ese cadáver. Sin embargo, para perplejidad general, el presidente Camps, por entonces imputado en la trama, revalidó su cargo con una mayoría absoluta superior a la que obtuvo cuatro años antes. La corrupción no pasaba factura y Palinuro quedaba de mediano profeta.


Así comenzaba un contrito Palinuro su entrada de 25 de marzo de este año, titulada El estado Gürtel. Bueno, pues no iba tan desorientado. A tenor de los acontecimientos en los últimos meses, de "mediano profeta" ha pasado a "profeta entero" o "profeta semientero", pues faltan dos años. Porque el cadáver ha seguido creciendo y creciendo y ya ocupa todo el escenario, el patio de butacas, la platea, los palcos y hasta el gallinero. Solo que no es el mismo cadáver, sino otro o quizá el mismo trasmutado. Gürtel es ahora Bárcenas que, por seguir la costumbre de poner en clave alemana, podría llamarse Ufer. O lo que es lo mismo, la corrupción, el fantasma, el cadáver maloliente de la corrupción que todo lo invade.

Al final, fue cierto. El cadáver ionesquiano es ubicuo y no puede ignorarse, por más que Rajoy siga agarrado a esa superstición primitiva de que, no nombrando el origen del mal, el mal desaparecerá. Pero no desaparece. Crece y crece. Hasta el sufrido pueblo español, resignado a niveles alucinantes de corrupción política desde siempre, está escandalizado y tiene la corrupción como segundo problema colectivo. Segundo, voto a tal. El primero es el paro. Y ahí es donde ancla el consejo que sus expertos en comunicación dan a Rajoy: se puede aguantar en silencio. Si, llegadas las elecciones, se ha acabado la crisis o se vislumbra su fin, la corrupción no pasará factura electoral. El modelo/ejemplo que se invoca es el de Camps en Valencia: dame pan y llámame tonto.

Y el cadáver sigue creciendo, monopolizando la atención de la vida pública en la que se dan episodios chuscos. WikiLeaks ha colgado en la red en abierto la contabilidad completa del PP desde 1990 a 2011. Sí, esa misma contabilidad que el PP le negó al juez sosteniendo que no la tenía, con lo cual, la comparecencia de Cospedal ensalzando la transparencia del PP es otra estrella en un cielo tachonado de stripteases y diferidos. Todo por no dimitir y dejar de hacer el ridículo.

Los internautas han organizado una plataforma para clarificar esa contabilidad, que promete ser una fuente inagotable de sorpresas, algunas para reír, otras para llorar y las más para morder. ¡Sobresueldos fabulosos a Rajoy cuando era ministro! Y ahí sigue el buen hombre, impertérrito, como si tan vergonzoso trance no fuera con él. Las malas lenguas dicen que también cobraba sobresueldos siendo presidente, pero nadie ha aportado la más mínima prueba, aunque la posibilidad exista. Según cierta lógica más bien materialista, si un ministro cobra sobresueldo, un presidente, más.

La pedrea de acusaciones personalizadas alcanza a la vieja guardia del PP, Rajoy, Rato, Arenas, Álvarez Cascos, todos cobrando sobresueldos frenéticamente, como si el mundo fuera a acabarse. Menudo barniz. En alguna parte creo haber visto también el nombre del pío Mayor Oreja, pero no estoy seguro. Con todos estos apuntes contables a merced del público, los periodistas, los "amigos", al PP le espera un vía crucis de aquí a las elecciones. En realidad, ya ha comenzado. Rajoy parece un ecce homo. Encerrado en obstinado mutismo sufre sucesivas afrentas, injurias, ridículos: cobraba sobresueldos, nombró a Bárcenas y le dio plenos poderes, algunos viajecillos fueron cómodos y gratuitos. Pueden aparecer hasta facturas de trajes al modo Camps. Un pozo sin fondo es la contabilidad esa que no existía.

Por cierto, de querellarse contra El Mundo, nada. Ni mú. Ni de querellarse contra Bárcenas, diga lo que diga Cospedal, cuya nueva embarullada explicación de la acción judicial que dice haber movido contra el extesorero vuelve al territorio del diferido.

¿Cree Rajoy que puede aguantar dos años este chorreo continuo, este bochorno permanente, sin dimitir? Sus comunicólogos de cabecera se lo aseguran. A él le interesa creerlo. O hacer como que lo cree. Sus hombres del agitprop en la radiotelevisión pública se encargan del Potemkin, esto es, de erigir y comunicar una realidad que nada tiene que ver con la realidad. Así han conseguido la audiencia más baja en toda la historia de los informativos de TVE tras la muerte del Invicto. Somoano, sin embargo, el responsable del desaguisado, lo atribuye a la imparcialidad de los informativos. Cómo se ve que no juega con su dinero sino con el de todos, según inmarcesible sabiduría neoliberal.

dilluns, 8 de juliol del 2013

La vergüenza nacional.


Como suponía Palinuro, celebrada la Ejecutiva del PP, nadie del gobierno dio la cara para rebatir las acusaciones de Bárcenas. Según estas, el PP parece un partido de chorizos y sus presidentes, el de antes (Aznar) y el de ahora (Rajoy) una pareja de granujas que llevan años trincando dineros públicos procedentes de la corrupción que su partido ha organizado presuntamente y de la que se ha beneficiado como si fuera una mafia. Nadie. Rajoy sigue escondido, escabulléndose por los rincones. Y los habitualmente gárrulos y chocarreros, Floriano o Pons, quedan por ahora en reserva. El momento es dramático. No hay lugar para payasos.

Así que el mando decidió que diera la cara la experta suma en embustes, Cospedal. La habilidad de esta para hilvanar mentiras con rostro de hormigón es célebre y, aunque, a veces, superada por el tamaño de sus embustes, se líe y suelte una sarta de necedades -como lo del simulado diferido- al hablar con el cinismo, la prepotencia y la soberbia de quien se cree impune, suele evitar males mayores. Como que la gente se obstine en saber cuánto lleva trincado en estos años Rajoy, el que no estaba en política por dinero, pero, según Bárcenas, se ha forrado a sobresueldos corruptos. Así que Cospedal ha salido a hacer lo que mejor sabe, tratar de engañar. Notable habilidad por la que, al parecer, llegó a cobrar tres sueldos simultáneos, sin contar los posibles sobresueldos en negro. Por algo la gente, que es redicha, la llama la bien pagá.

La bien pagá ha dicho que las afirmaciones de Bárcenas son mentiras y que las "mentiras no se documentan". Otra mentira, pues las de Rajoy ("cuando yo gobierne, bajará el Paro", "no tocaré la sanidad y las pensiones", etc, etc) están perfectamente documentadas y las de la propia Cospedal no solo documentadas sino, además, ahora refutadas y dejadas por lo que son: trolas, embustes, engaños, mentiras con los que esta señora llena las ondas de España. Sostiene la bien pagá que el PP es un partido transparente, con sus cuentas claras, auditadas públicamente y conformes con la legalidad. Olvidémosnos de la afirmación de que el PP haya hecho un striptease como ningún otro, expresión que suena a pitorreo dicha por una beata gazmoña, portacirios en las procesiones. Incluso es posible que no sepa qué es un striptease. A estos les pones un micrófono delante y, por no callarse, dicen cualquier cosa, como Floriano o Pons.

Vamos a la verdad: el PP lleva meses obstaculizando la acción de la justicia, negándole auxilio y ocultando pruebas. El juez Ruz -quien parece tomarse en serio a Bárcenas- pidió en febrero los papeles de la contabilidad del PP desde 1990. El partido respondió que no tenía obligación más que de entregar la de cinco años; luego que, además, no tenía papel alguno anterior a 2004 y por fin solo entregó la de ese año. Después ha resultado que la había desde 1995 y ahora se sabe que la hay desde 1990. Y no solo eso: un hacker anónimo de WikiLeaks la ha colgado toda en la red ¡desde 1990! El PP mentía; mintió al juez; a la opinión; a todos. Esa es la trasparencia de que habla Cospedal. El mismo juez pidió el libro de visitas dela sede nacional de ese partido -al que muchos consideran una cueva de ladrones- y se le respondió que las destruían todos los meses. O sea, se lo negaron. Más trasparencia, legalidad y auxilio a la justicia que, sin embargo parecen opacidad, ilegalidad y obstrucción de la justicia. Y es lo que es la bien pagá, por tanto, una embustera redomada.

También dice que tiene acciones judiciales personales contra Bárcenas. Sin duda otra mentira; quizá haya alguna demanda civil y erróneamente planteada a propósito para que no prospere. Pero ninguno de estos presuntos mangantes ha interpuesto querella alguna contra Bárcenas por injurias y calumnias. Ni el pretencioso y rimbombante Aznar; ni, por supuesto, Rajoy. Saben que si el juez tira de la exceptio veritatis quedan todos como presuntos chorizos, con fuertes visos de serlo. Es mucho mejor, piensa Rajoy, callarse como un cuco, dejar que pase el tiempo, que otros den la cara y a ver si se consigue salir de esta sin pasar por la cárcel.

Todo pura mentira, puro engaño, puro embuste de pillastres y mangantes. Con la contabilidad íntegra del PP en la red, todo este enorme artificio hecho de cinismo, latrocinio y abuso se ha venido abajo. Rajoy seguirá mudo y sin balbucear (como acostumbra con el resto de la lengua) el nombre de Bárcenas. La bien pagá es muy libre de no creer a Bárcenas ni sus propios papeles contables. Con el mismo derecho yo soy libre de creer a Bárcenas y esos papeles y de concluir que, mientras estos mendas no puedan demostrar fehacientemente lo contrario, su partido es muy parecido a una asociación de malhechores con el fin de delinquir, robando al pueblo español y enriqueciendo a sus dirigentes.

Pero voy más allá. Espero, porque es de justicia, que se revelen también los nombres de los periodistas comprados por el PP para defenderlo en las tertulias, los de los "intelectuales" que cobraban por ejercer de lacayos y esbirros de un poder corrupto. Es nuestro derecho conocer la realidad de esos granujas que salían en la tele y en la radio defendiendo lo que les ordenaban quienes los pagaban... con nuestro dinero.

Porque ese el quid de la cuestión y el que no puede pasarse por alto. Si el PP no fuera un partido político sino una asociación privada típica, si sus criados ideológicos hablaran desde medios estrictamente privados y no públicos, podrían decir todas las mentiras, estupideces y canalladas que quisieran. Pero el PP es un partido político que se financia sobre todo con fondos públicos y muchos de los medios en los que ladran los opinadores a sueldo del PP son públicos. Es decir, estos presuntos chorizos, mangan nuestro dinero, con él se forran personalmente y pagan a los menestrales.

Cualquiera animaría a Rajoy y resto de compinches a dimitir ipso facto. En los demás países europeos esas dimisiones serían firmes hace meses. Palinuro, no. Palinuro anima a Rajoy a seguir en el búnker, luchando por su pellejo político, a Cospedal a continuar mintiendo (y, de paso, pidiendo un aumento de sueldo pues los tiempos son duros), a los demás implicados a seguir llamándose andanas. Sigan así emperrados. La justicia continúa su curso y, cuando quieran darse cuenta, tendrán que cambiar la poltrona por el banquillo.

Se lo han ganado a pulso.

(La imagen es una foto de PP de Madrid, bajo licencia Creative Commons).

El innombrable ha hablado.


La bomba de Bárcenas es como un desesperado con un mechero en la santabárbara del buque. Ayer toda España fue una corrala con las primeras explicaciones-aclaraciones-acusaciones del ex-tesorero sobre sus antiguos cofrades. A tenor de lo dicho y transcrito en El Mundo, el PP lleva veinte años gestionando al modo más puramente mafioso sus ingentes caudales procedentes de donaciones millonarias de empresarios que luego recibían contratos suculentos de las administraciones públicas, con claro quebranto para la Hacienda pública. Los donativos se troceaban. Una parte iba a pagar los sobrecostes de las campañas electorales con el fin de burlar el Tribunal de Cuentas; y otra desaparecía en forma de sobresueldos o mordidas permanentes de la cúpula dirigente de la organización: presidente, secretario general, vicesecretarios y otros mandarines. De ser esto cierto, cabría considerar al PP como una asociación de malhechores. Porque de lo afirmado por Bárcenas hay dos conclusiones:

Primera: las elecciones han sido todas fraudulentas, viciadas de ventajismo. Las victorias electorales son ilegales y, en el fondo, todas las medidas de los gobiernos emanados de esas elecciones tramposas, nulas. Esa práctica corrompe de raíz el sistema democrático en lo que le quedare de tal.

Segunda: gran parte de los dirigentes del PP, gobernantes incluidos, el propio Rajoy incluido, han estado supuestamente cobrando sobresueldos altísimos de procedencia ilegal, mientras predicaban austeridad a sus compatriotas y les obligaban a practicarla con medidas restrictivas. Sobresueldos que se financian con los dineros que se sisa a esos compatriotas, al igual que cuantiosos y espléndidos regalos.

Hoy se reúne la ejecutiva nacional del PP. ¿No tiene nada que decir al respecto? ¿Nada que decir el gobierno? ¿Nada el presidente Rajoy?

No se sabe si habrá rueda de prensa. Pero, conociendo el percal de estos "servidores públicos" ya puede adelantarse que no dimitirá nadie (cuando debían hacerlo todos en bloque) y tampoco habrá explicaciones con el argumento de que el gobierno no interfiere en la justicia y las declaraciones lo son de un señor sin nombre como otro cualquiera. En verdad, no se sabe cuánto tiempo más podrá mantenerse una actitud tan cínica.

Bárcenas no es un señor cualquiera. Tiene nombre. Fue tesorero del PP nombrado y apoyado por Rajoy, está en la cárcel acusado de varios delitos, sabe de lo que habla y lo que dice deja a Aznar, Rajoy y demás dirigentes en una posición vergonzosa. Y no se hable de Cospedal, a la que atribuye el declarante haber ingresado en nombre propio o del partido una comisionceja de 200.000 € por una contratación ilegal. Si sus declaraciones se convierten en acusaciones, tendrán uno u otro valor probatorio. Pero alguno tendrán. ¿Puede seguir siendo presidente del gobierno una persona bajo sospecha de haber incurrido en una corrupción sistemática y prolongada en el tiempo? Por muy prescritos que estén los supuestos delitos, la respuesta es "no".

Por lo demás, tremendamente revelador, ¿cómo están las querellas contra Bárcenas de los dirigentes del PP? Se pusieron tremebundos, amenazaron con torva faz, pero ¿me equivoco si digo que no hay una sola querella del PP contra Bárcenas en los juzgados?

Y, asunto que apenas se trata pero es de gran interés público dilucidar: ¿quiénes son esos periodistas y comunicadores a sueldo directo del PP? Todo el mundo imagina sus nombres, apenas haya visto o escuchado unos minutos las intervenciones de algunos miembros de esta fiel infantería en los medios audiovisuales. Pero interesa conocerlos de cierto, así cómo cuánta era su mordida de fondos ilegales. Mas que nada para diferenciarlos de aquellos otros honrados que defendieran al PP por convicción y desinteresadamente. Que alguno habría y no hay derecho a pensar de él (o ella) que sea igual de mercenario y esbirro que los que trincaban los sobres.

El gobierno tiene que explicarse o dimitir.

La oposición tiene que exigir la dimisión del gobierno o dimitir ella misma.
 
Y las gentes tenemos que decir basta a este expolio y esta burla sistemáticos.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

En defensa de lo propio.

Alain-G- Gagnon (2013) Época de incertidumbres. Ensayo sobre el federalismo y la diversidad nacional. Presentación de José María Sauca Cano. Traducción de Luis Gómez Romero. Valencia: Tirant lo Blanch (239 págs.).

Habitualmente los comentaristas de libros, una tribu multinacional, concentramos nuestro quehacer en el contenido de las obras y, excepción hecha de los de arte, raramente atendemos a otros factores formales, como el título o su presentación. En este caso, sin embargo, es obligado, como se verá de seguido. El título trae inevitablemente a la memoria la célebre obra de 1979, de John Kenneth Galbraith, La era de la incertidumbre, como si quisiera enganchar con aquel estupendo fresco del siglo XX del economista gringo. El autor lo precisa con un subtítulo, "Ensayo sobre el federalismo y la diversidad nacional" que induce a cierto error porque no es un ensayo; son seis, independientes entre sí, escritos en momentos distintos y para audiencias muy diferentes. Cabe, sí, hablar de ensayo en singular porque, siendo el autor el mismo y los temas coincidentes (aunque con notables cambios de perspectiva y de escala), hay una unidad. La unidad del mosaico, cuyas teselas armonizan. El mismo autor que tampoco está tan seguro del título de forma que en su página de agradecimientos dice: "Hubiese podido titular este libro Regreso de España (Retour de l'Espagne), (p. 21) a su vez título de un cuadro que le impresionó mucho en una visita a Madrid. Queda claro, la incertidumbre empieza con el título y apunta de inmediato a otro elemento peculiar que hace de esta obra algo muy interesante: el autor.

Regreso de España. No Regreso de Catalunya, como hubiera sido de esperar, dado el carácter fuertemente nacionalista de la obra. Nacionalista quebequés pero con tantos lazos con Cataluña que cabría considerar al autor casi también nacionalista catalán. Y escocés; pero con menos bríos. El nacionalismo es muy internacionalista. Prueba de esta proximidad es la edición de la obra con un particular esmero. Trae una atinada presentación con semblanza del autor de un ilustre catedrático de la Universidad Carlos III, José María Sauca, quien también ha revisado la traducción del francés, a cargo de Luis Gómez Romero. Este mantiene una relación personal con el autor. El sueño de todo traductor: poder interrogar al texto traducido en su misma fuente. En verdad, la traducción es muy pulcra y está en lo que en internet se llama "español internacional standard", salvo por el par de simpáticos mexicanismos, que certifican la identidad nacional del traductor. Es obvia la intención de publicar un texto cuidado que sirva de presentación de la interesante doctrina de Gagnon en los temas que tanto apasionan en España y especialmente en el ámbito catalán puesto que la idea general (secundaria, pero siempre presente) es que hay paralelismos obvios entre la situación de Quebec en el Canadá y la de Cataluña en España. Tanto que, aunque se dice que se trata de una "edición española", no parece que haya una francesa. Es decir quizá sea una recopilación de artículos con tema unitario, recogidos aquí por primera vez y editados en español con el apoyo de la Generalitat de Cataluña.

En cuanto al autor, Gagnon es un académico muy activo en la vertiente práctica de aquello sobre lo que investiga y teoriza. Lo cual plantea la siempre apasionante cuestión de la relación entre teoría y praxis en las ciencias sociales. Esta dualidad epistemológica viene adobada con una adscripción ideológica de muy compleja naturaleza, el nacionalismo. Gagnon es un brillante politólogo canadiense, nacionalista quebequés. La complejidad del nacionalismo se echa de ver en que, aun siendo nacionalista el autor, si no ando errado, la palabra "nacionalismo" no suele aparecer en el texto. Es como si quisieran soslayarse las habituales disquisiciones teóricas sobre el concepto, dando por supuesta su validez. De lo que se trata es de ver cómo se puede conseguir que una comunidad nacional alcance su plenitud en un contexto democrático y federal. Es decir, se trata de un nacionalismo pragmático. Quienes consideren el pragmatismo inherentemente conservador deben recordar que el nacionalismo quebequés tiene ya cosechadas dos derrotas en sendos referéndums de independencia en 1980 y 1995 y, además, se mueve ahora, quiera o no, en el contexto de la Ley de claridad del Parlamento federal de 2000, basada en el dictamen del Tribunal Supremo de 1998.

Y no es solamente esta una poderosa diferencia entre el nacionalismo quebequés y el catalán que aún está por conseguir que España le permita hacer un referéndum de autodeterminación. Hay otra menos mencionada pero esencial dado el carácter comunitario, orgánico que late siempre en el fondo de todo nacionalismo: el nacionalismo catalán (y el escocés) carecen de contexto, de hinterland cultural. Sin duda, los catalanes pueden hablar de los països catalans, pero es un ámbito restringido, inmediato y todo él sometido. Igual con Escocia. El idioma gaélico, emparentado con el irlandés, no permite hablar de comunidad alguna. En cambio, el nacionalismo quebequés se sabe miembro de una comunidad supranacional, de una koiné, de la Francophonie. Y eso cuenta. ¿Cómo olvidar el repentino acicate que supuso el inesperado grito de De Gaulle en Montreal en 1967: Vive le Quebec libre!?

Que el nacionalismo, una ideología con fuerte componente sentimental, de pertenencia, raíces, comunidad e identidad, se hace presente en la prosa de Gagnon se observa cuando personaliza la acción institucional/nacional y afirma cosas como que Quebec quiere o pretende, obviamente refiriéndose a la nación. Pero, al tratarse de "atajos" en un discurso rigurosamente académico, dan a este mayor atractivo, pues lo sacan de lo meramente especulativo y lo relacionan con el contexto de conflicto en que se produce toda política. Los fundamentos son sólidos. Por la obra desfilan los comunitaristas como Walzer o Taylor, los filósofos políticos de la identidad colectiva, como Kymlicka y los patriarcas del pensamiento liberal, al estilo de Isaiah Berlin, cuya celebérrima distinción sirve a Gagnon para fundamentar su interesante disyuntiva integración/habilitación (pp. 116/130). Por tanto, puede desplegarse el espíritu práctico. Es el que lleva al autor a reproducir el texto del editorial conjunto de doce periódicos catalanes publicado el 26 de noviembre de 2009 en defensa del Estatuto de Autonomía (con la mención de Cataluña como nación), titulado La dignidad de Cataluña. Gagnon obviamente opina, al igual que Palinuro, que el compromiso político concreto del autor no tiene por qué dañar su discurso si este es riguroso y refleja una genuina búsqueda de la verdad desinteresada. El nacionalismo a veces ciega en este segundo aspecto; pero no es el caso con nuestro autor. Al contrario.

Los trabajos reunidos en el libro son muy interesantes porque mezclan la especificidad quebequesa en el Canadá (naciones minoritarias vs. naciones mayoritarias) con conceptos universales lo cual da mejor perspectiva. Así se trata la diversidad lingüística en los contextos pluralistas, con una referencia concreta negativa a la sentencia del Tribunal Constitucional español sobre el estatuto en materia lingüística (p, 72). El capítulo sobre globalización y regímenes de ciudadanía es especialmente ilustrativo. En concreto, al relacionar la globalización con la multinacionalidad se abren posibilidades nuevas, como esa "ciudadanía concurrente" que el autor propone (p. 83). Hay aquí una búsqueda del concurrir quebequés que fluye en meandros. Lo ideal es el modelo intercultural, que el gobierno canadiense rechaza (p. 96); la única vía es el federalismo multinacional (p. 97), para lo cual es preciso profundizar en la constitución informal (p. 98)y contar con una ciudadanía activa (p. 106). Puedo pasar la constitución informal, que suena a constitución material, pero lo de la "ciudadanía activa", lo confieso, me produce algún temor por atisbarse detrás una actitud de movilización política de carácter ideológico que puede ir por cualquier lugar.

Lo esencial del objetivo de Gagnon para Quebec y, también Cataluña, es la habilitación, eso que otros menos pulcros, traducen como "empoderamiento". La autonomía no es suficiente; se precisa la habilitación (p. 158). Habilitación ¿para qué? Sospecho que la respuesta a esta pregunta es: "para todo". Resulta lógico con la aspiración de toda nación a ocupar un sitio de igual en un mundo de iguales. Resulta asimismo lógico que se proponga la vía pactista para articular la federación (p. 174) y que, esta, a su vez, sea una Federación de Tratados (p. 192), aunque cueste distinguir esta federación de una confederación; incluso de un órgano de problemática definición, como la UE, a la que Gagnon dedica una interesante referencia.

Es época de grandes incertidumbres, concluye el autor (p. 199), y por eso hay que articular una política de la dignidad y de la hospitalidad.

Sí, señor: la hospitalidad general kantiana, primer rasgo de la República mundial basada en la ciudadanía universal, seguramente la más concurrente.

diumenge, 7 de juliol del 2013

Gobernados por ladrones.


Disparando con munición dum-dum, Pedro J. publica hoy en El Mundo una conversación con Bárcenas en la que este presunto delincuente larga soga suficiente para ahorcar a sus antiguos compinches, Aznar, Rajoy, Cospedal, etc. Su pasaje más notorio es:

"Parte del dinero entregado se ingresaba en las cuentas bancarias del partido, parte se destinaba a pagar en negro el sobrecoste de las campañas electorales para eludir la fiscalización del Tribunal de Cuentas y otra parte se quedaba en la caja fuerte y era utilizado para otros fines. Según Bárcenas, el principal y más recurrente era el pago trimestral de sobresueldos en metálico al presidente, el secretario general y vicesecretarios del partido".

A tenor de este inenarrable panorama, ¿puede decirse que el PP es una asociación de malhechores? ¿Que España está gobernada por un manojo de sinvergüenzas, de trincadores profesionales de pastuqui, presididos por un mangante? ¿Por un grupo de granujas a cuyo lado Al Capone era una hermanita de los pobres? ¿Puede decirse que el rimbombante Aznar, el marrullero Rajoy, la ríspida Cospedal, el mamarracho Floriano, el charlatán Pons y el señoritingo Arenas no son más que vulgares estafadores? 

El país entero contiene la respiración por ver cómo el dios de la justicia fulmina con una querella jupiterina al locuaz Bárcenas y su altavoz Ramírez. Hay que recordar cómo las gastan estas honradas personas cuando se duda de su honorabilidad: Aznar lanzó querellas contra El País por la centésima parte de lo que larga Bárcenas. Rajoy balbució algo sobre acciones judiciales, aunque, como siempre, nadie entendió qué quería decir. Pero Cospedal, Floriano, etc, fueron duros y contundentes: se querellarían con los cien brazos de Briareo contra todos, todos lo que pusieran en duda que el PP fuera un partido transparente y sus dirigentes, la honradez personificada. No iban a tolerar que se manchara su buen nombre. Iban a perseguir en los tribunales a todo dios que se hiciera eco de las calumnias barcénigas, iban a... y a... y a... Menudos son ellos cuando se ponen.

Pues, nada, gente, adelante. Ahí hay alguien diciendo en público que sois una asociación de ladrones que lleváis veinte años robando mediante una estructura de crimen organizado, una mafia, una camorra, cosa que todo el mundo barruntaba y muchos ya sabían de sobra.

¿Qué? ¿No hay querella? ¿No hay explicaciones? ¿No hay declaraciones? ¿No hay dimisiones?

Rajoy ha abandonado esa ridícula reunión seudoacadémica de la FAES por la puerta de atrás, huyendo con el valor que lo caracteriza para no enfrentarse a los periodistas. No sin antes haber vendido sus fracasos como logros ante un Aznar más ceñudo que de costumbre y de soltar una de esas pruebas inmarcesibles de su estupidez. "De España, dice Rajoy, no puede decirse aún que vaya bien, pero sí que va mejor que antes y ha conseguido ya dar la vuelta al reloj de arena." Así, como suena: España ha dado la vuelta a la clepsidra y, por lo tanto, se queda como estaba. ¿Ven como este hombre tiene un grado insondable de estupidez?

Pero no es la estupidez de Rajoy, que ya se da por descontada, lo que aquí viene cuento, sino sus presuntas corrupciones, sus supuestos delitos y mangancias de todo tipo. Esa es la cuestión: ¿puede seguir al frente del gobierno un individuo que lleva presuntamente veinte años beneficiándose de una red de corrupción que ha convertido la política española un corral de sinvergüenzas? ¿Puede continuar un gobierno en el que se sientan ministros supuestamente corruptos hasta el tuétano, acostumbrados a financiar sus viajes, sus jolgorios, sus bolsos y trajes -incluido de nuevo el amigo Rajoy que en esto al parecer amulaba a Camps- con cargo a comisiones de cobros  presuntamente ilegales de dinero negro que se empleaba para cohechos, apropiaciones indebidas, quizá para blanqueo de dinero o para algo peor? ¿Por qué no? Si no hay respuesta a las acusaciones ya vertidas, ¿la habría si estas incluyeran trata de blancas, tráfico de drogas o contratación de matones? ¿En dónde está la raya entre un delito y otro?

Dos preguntas y dos (casi seguras) respuestas:

Pregunta 1ª: ¿No les da a ustedes vergüenza? Respuesta 1ª: No.

Pregunta 2ª: ¿Piensan ustedes dimitir ipso facto? Respuesta 2ª: No.

Perplejidad de Palinuro: ¿estamos obligados, no digo a obedecer, sino a escuchar siquiera y tomarnos en serio a este hatajo de presuntos ladrones?

¿No es demasiado que, además de engañarnos, insultarnos, despojarnos de nuestros derechos, robarnos nuestros salarios, subsidios, pensiones, expoliarnos de los servicios públicos, criminalizar nuestras protestas, abusar de nosotros en la calle, reprimirnos, manipular los medios, además, digo, se rían de nosotros mientras se forran y se llenan los bolsillos con dineros procedentes de sus saqueos?

¿A qué esperamos?

P.S.Ya sabemos los nombres de los presuntos chorizos en esta gigantesca estafa organizada. Pero faltan los de los periodistas e intelectuales a sueldo de estos sinvergüenzas. Además de lo que trincan quienes todos sabemos a sueldo de radios, televisiones públicas y "comisiones de expertos" por alabar a sus jefes, decir lo que quieren oír e insultar a los demás, ¿cuánto cobraban bajo cuerda de Luis El cabrón y quienes son?

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Las horas bajas del duunvirato.


Las horas, los días, los meses y los años porque los dos dirigentes políticos más importantes del país llevan casi dos años en caída libre en el aprecio de sus conciudadanos. El barómetro de hoy de Metroscopia para El País pinta un panorama desolador para el fementido bipartidismo que últimamente carga con las culpas de todo, de la corrupción, de la ineptitud y la mala gobernanza en general. Y no se trata de una explosión repentina momentánea de pesimismo nacional, sino de una tendencia sostenida en el tiempo desde las últimas elecciones de noviembre de 2011. Basta con echar una ojeada a los gráficos. En veinte meses el PSOE ha perdido un tercio de sus votantes y el PP casi la mitad. Una hazaña conseguida gracias a la paciencia y la perseverancia en el error, porque las pérdidas han sido paulatinas, no de golpe y han dado tiempo suficiente para reaccionar. ¿Reaccionar? ¡Ca, hombre! Eso es de flojos. El gobierno se ha empecinado en esa política que él afirma tener muy madurada y el 74 % de los ciudadanos piensa que va improvisando sobre la marcha y a ello añade la cómica gestión que está haciendo de la corrupción barcéniga el presidente, una especie de autócrata escondido que se limita a repetir jaculatorias cuando no tiene más remedio que decir algo en público

La oposición supera al gobierno en descrédito, cosa verdaderamente singular cuenta habida de que suele desconfiarse más de quien tiene el poder que de quien aspira a él. Y como él, persevera en esa propuesta de oposición responsable que sus propios electores rechazan. Con razón porque es ambigua y con poco carácter de oposición en el sentido de crítica a la política del gobierno y propuesta de alternativa. Durante un año el PSOE solo habló de pactos y se lamentó amargamente de que el gobierno los despreciara; y hace unos meses, quizá alertado por el descenso en la intención de voto, ha empezado a tomarse en serio la oposición a las medidas concretas de aquel contraponiendo otras claras y realizables con el fin de recuperar el voto perdido. Pero el voto no vuelve. A lo mejor tiene el PSOE que radicalizar a la par que aclarar su posición. En concreto en dos asuntos: de un lado, la cuestión catalana y, del otro, la unidad de la izquierda y la forma de articulación de esta con los movimientos espontáneos de la ciudadanía que no se siente representada en las instituciones.

De haber elecciones ahora no se rompería el bipartidismo sino que se convertiría en otro de cuatro partidos; sería una división del Parlamento no en partidos sino en bloques. Tanto IU como UPyD multiplican sus votos, IU por 2,5 aprox. y UPyD por 2,8 aprox. La distancia entre IU y el PSOE que en noviembre de 2011 fue de casi 22 puntos ha quedado reducida a cinco. Nunca ha estado tan próxima la posibilidad del sorpasso, la hegemonía de IU, la izquierda transformadora, en el seno de la izquierda. En IU algunos lo tienen clarísimo, por ejemplo Enrique Santiago, secretario de Convergencia Política y Social de IU quien habla de modo claro, oportuno e inteligente de constituir un "bloque político y social" para que IU sea una fuerza determinante y mayoritaria.

En esa tarea de bloques, frentes, plataformas unitarias, imbricación con los movimientos y protestas extraparlamentarias, el PSOE anda poco. Varios factores de peso lo han mantenido alejado de las corrientes de opinión y las acciones sociales. Estos son: su estructura, fuertemente institucionalizada, con un montón de "cesantes" producto típico de la administración pública de la segunda restauración borbónica, que debiera llamarse la tercera porque la primera fue la del Deseado; la desmovilización de la derrota y la demostración de que, en punto a corrupción, el PSOE se acerca al PP, al menos en la emblemática Andalucía, en donde, guste o no guste al PSA se ha verificado la ley de hierro de la política de que el poder corrompe y el poder absoluto (en este caso no absoluto pero sí permanente) corrompe absolutamente. Por supuesto sin olvidar que la reacción del partido al caso de los EREs está a años luz de la del PP con respecto a Gürtel/Bárcenas.

Todo eso tiene al PSOE absorto y entregado a un ejercicio de renovación teórica fijado en su momento estelar en octubre de 2013. Conferencia Política coordinada, creo, por Ramón Jáuregui y nuevo programa del socialismo español. Sin duda será muy razonable. Algunas propuestas que se filtran suenan muy bien. Por ejemplo esa de constitucionalizar las garantías del Estado del bienestar. Algo que el constituyente de 1978 se abstuvo exprofeso de hacer al negar a los derechos económicos y sociales el mismo rango y protección que los fundamentales, cíviles y políticos. Sin olvidar que, para abrir boca, hay que empezar por derogar toda la legislación por la que el PP está desmantelando esa forma de Estado.

Pero, al mismo tiempo, es dudoso que el nuevo programa aborde cuestiones de mayor calado en un espíritu de reforma y renovación. Hay una propuesta de federalismo que no entusiasma a nadie y solo sirve para que el PP arme un guirigay, pero no para que los nacionalistas cejen en su empeño. Del derecho de autodeterminación ni se habla. Como tampoco se hablará de la conveniencia de un referéndum para dilucidar de una vez la cuestión Monarquía/ República. En cuanto a la separación entre la Iglesia y el Estado, probablemente habrá bellas palabras pero serán de escaso crédito dichas por un partido que no hizo nada por avanzar en ella en siete años de gobierno sino todo lo contrario.

Una última observación sobre la triste opinión que la ciudadanía tiene de sus políticos. En el caso de los dos del duunvirato su valoración es tan baja y tan sostenida en el tiempo que cualquiera se sentiría acomplejado solo saliendo a la calle y estaría pensando en dimitir a la primera ocasión. Pero no es el caso. Son dos perros viejos, políticos profesionales que llevan toda la vida en el quehacer público; lo han sido todo, han ocupado todos los cargos, han visto pasar generaciones, promesas deshechas como pompas de jabón; y tienden a pensar que, como todo pasa, también los sinsabores que, además, son menos cuando se llevan en comandita.

En cuanto al gobierno, caritativo velo. Wert sigue escalando puestos hacia abajo con un índice de desaprobación del 80 % de la ciudadanía. Y es que es inelegante y antiexcelente que el gobierno de la mayoría esté al servicio de la mayoría. Eso es una vulgaridad. Tiene que estar al servicio de los mejores, de los curas.

dissabte, 6 de juliol del 2013

A la nación por la palabra


Es muy de celebrar el acuerdo entre el PSOE y el PSC. Sobre todo por ellos mismos. Nadie les arrendaría la ganancia si se enfrentaran. Por eso han hecho bien poniéndose de acuerdo. Los pactos suelen ser buenos; indican maneras civilizadas, voluntad de diálogo y entendimiento, aunque no todo el mundo esté conforme. Siempre hay integristas prestos a tachar de traición todo pacto.

En el caso de los socialistas, el acuerdo parece haber llegado tras algunos episodios de tensión y abarca una decisión unánime (la federalización del Estado), otra a regañadientes de la parte mayoritaria (el principio de ordinalidad) y escudándose tras las togas de los magistrados de ¡dos tribunales constitucionales, el alemán y el español! y una concesión a regañadientes (la definición de Cataluña como nación) hecha por la parte minoritaria.

La cuestión del federalismo es un típico tigre de papel. España es ya materialmente federal. Hacerla formalmente requiere llamarla por su nombre, perder al miedo a la palabra, dotar de contenido algún órgano que ahora no lo tiene como el Senado y reconfigurar algún otro, como el Tribunal Constitucional y la propia Constitución. Y ya está la flamante monarquía federal borbónica. Suena un poco raro pero la Jefa del Estado de la federación canadiense es la reina Isabel. Los británicos suelen ir por delante en esto de las libertades, como se prueba por el hecho de que el Parlamento de Westminster acabe de aprobar la ley que autoriza la celebración del referéndum de independencia de Escocia el año que viene. En España ni los federalistas más pimargallianos quieren oír hablar de semejante ley para Cataluña. Así que el parto de los montes del acuerdo es el federalismo que probablemente tenga también la anuencia de la derecha o, cuando menos, su no beligerancia, cuenta habida de que no cambia las relaciones de poder reales. Otra cosa es que empiece a hablarse de federalismo asimétrico y los gestos comiencen a torcerse solo por no pararse a pensar que las CCAA ya son asimétricas de hecho. Pero ese otro debate, aunque también sobre palabras.

El principio de ordinalidad pasa sin mayores traumas porque lo aceptan los jueces y el PSOE actúa aquí por imperativo judicial, algo parecido al imperativo legal de los independentistas vascos. Una declaración que se hace cruzando los dedos. Pero, cuando menos, se hace. Se pretende así evitar que se hable del "expolio fiscal" y de que "Espanya ens roba". Reaparece el fantasma de la balanza fiscal y ya hay para entretenerse discutiendo un quinquenio.

Pero el punto crucial del acuerdo PSOE/PSC es la renuncia del segundo al reconocimiento de Cataluña como nación. Como están las cosas, eso va a costar un disgusto a los socialistas catalanes, que se han dejado llevar al huerto por los jacobinos del PSOE. Al huerto de los olivos, el del amargo cáliz, porque ese acuerdo PSOE/PSC que ignora la realidad nacional catalana es anterior al vigente Estatuto de Autonomía que recoge el sentir mayoritario de los catalanes de ser una nación y enmendado por el Tribunal Constitucional que, en su sentencia, dejó la referencia a la nación y a la realidad nacional de Cataluña en el preámbulo si bien precisó en el fallo que ambos términos carecen de valor jurídico, para tranquilidad de los recios patriotas, abundantes en el socialismo español. Ni siquiera esa demediada nación sin efectos jurídicos pasó el tamiz del integrismo territorial. Precisamente por acercarse a los populares en este campo, los socialistas no van a ser muy populares en Cataluña en lor próximos meses.

Lo curioso del caso es esa inquina a la mera palabra que, al carecer de eficacia jurídica, podría sustituirse por "el reino de los cielos". Con el término nación se han designado tantísimas cosas a lo largo de la historia que parece manía negar a los catalanes el derecho a llamárselo. Ha habido naciones bárbaras, hay naciones a orillas del Amazonas, naciones eran Salamanca o Vasconia en la Universidad de Bolonia, naciones las que se unieron en la II Guerra Mundial bajo el nombre de Naciones Unidas como frente de guerra cristalizado después en frente paz o algo así. Pero algo tienen las naciones que las hace distintas de los Estados (otra cosa es que los Estados se llamen nacionales) y es que, al designar un sentimiento basado en costumbres, tradiciones, cultura, religión, lengua, memorias, folklore, su origen proviene del pasado más o menos remoto. El ejemplo más típico es la nación judía, que remonta sus orígenes a una declaración de Dios a Abraham que lo constituye en patriarca del pueblo elegido, algo permanente, perpetuo, que está por encima de las contingencias históricas. En cambio el Estado sí que es siempre producto de esa contingencias, a veces en los campos de batalla y a veces en las batallas de las alcobas y, de nuevo, el caso más típico es el del Estado de Israel, a raíz de la partición de Palestina por la ONU en 1947, que emergió vencedor de la subsiguiente guerra contra los árabes en 1948.

Las naciones también pueden ser producto de contingencias, como el caso de los Estados Unidos, surgidos de una declaración de independencia de la metrópoli. Pero eso no quita que los Estados lo sean siempre y las naciones, no. Al negar a un grupo humano de siete millones y medio de personas el derecho a llamarse nación a partir de un sentimiento compartido por una mayoría cada vez mayor de la población, ¿qué se quiere decir? ¿Que no se reconoce la existencia de un sentimiento? ¿Por qué? Porque en el Estado español solo puede haber una nación española, se dice. Pero ¿por qué? ¿Por qué no pueden convivir dentro del Estado español dos o más naciones? ¿Acaso no tiene la nación catalana el mismo origen que la española, esto es, un sentimiento compartido? Los sentimientos de unos ¿son superiores o mejores a los de otro? ¿En virtud de qué?

Los catalanes habían conquistado el derecho a usar la palabra nación, aunque fuera sin efectos jurídicos y los socialistas retrotraen este espinoso asunto de principios a tiempos preestatutarios. ¿Por qué? Por una consideración estratégica. Saben que la próxima batalla será sobre sin Cataluña es o no una nación y quieren escoger el terreno del debate lo más cerca posible de sus trincheras. Si empiezan por reconocer la realidad nacional catalana tendrán luego más dificil parar los pies a los soberanistas dentro de su propio partido y convencerlos de que se olviden de "delirios" autodeterministas y drets a decidir. Pero ¿han calibrado el riesgo de que sean los soberanistas los que causen baja en el partido?

divendres, 5 de juliol del 2013

Su Majestad el Rey de España


"Al Rey la hacienda y la vida se han de dar; pero el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios", dice el bueno de Pedro Crespo, ese Pedro Crespo que habita en el corazón de todos los españoles. El honor. He ahí la piedra en la que tropieza la raza. Otras naciones, también defensoras de ese preciado bien, no han tenido inconveniente en renunciar a él, en ser alevosas, felonas, traidoras, por creer que les iba en ello la supervivencia. Pero no los españoles. ¿Felones? ¿Traidores y alevosos los españoles? Jamás. Pueden haber sido crueles, depredadores, genocidas, tiránicos. La furia española viene de antiguo. Pero lo han sido por razones nobles. Antes de nada, el honor.

La monarquía, otrora justificada en el poder de las armas directamente blandidas por los monarcas en los campos de batalla, descansa hoy exclusivamente sobre el respeto, sobre el honor. Al extremo de que este la define cuando se dice que es una magistratura honorífica, cosa que tampoco asusta mucho pues suele matizarse como meramente honorífica. En todo caso, honra, honor, ejemplo, virtud (incluso la "virtú" maquiavélica, que viene de la "areté" griega), elegancia y liberalidad. Eso es lo que la Monarquía exige de y para sí misma.
 
Pero no es lo que procura. La dinastía de los Borbones está tachonada de comportamientos vituperables, ya considerados como hereditarios. Algunos ejemplos sobresalen: Carlos IV y Fernando VI fueron, entre otras cosas, felones y traidores, entregando la corona a Napoleón. De la Reina Isabel solo se conocen desatinos, libertinajes y puro delirio. Alfonso XIII creía que la sociedad estaba compuesta por caballos y militares y el resto era carne de cañón.

El actual en el oficio nunca estuvo muy sólidamente anclado en el corazón de sus súbditos. Las derechas no eran monárquicas sino franquistas y las izquierdas, ya se sabe, de la casta de Caín republicano. La distinción que muchos hacían (al parecer por prudencia) al afirmar que no eran monárquicos, sino juancarlistas, pretendiendo ser pragmática, era una afrenta a la esencia misma de la Monarquía pues reducía la figura del Rey no a la del sucesor dinástico (que, de todos modos, tampoco lo es) de la Corona, sino a la de un vulgar caudillo de origen cuartelario. Un Rey nombrado por un militar.

Una pléyade de intelectuales y comunicadores ha elaborado una especie de leyenda, legitimando la figura del Rey -y, de paso, de la Monarquía- por su valor instrumental. La Monarquía ha sido el medio utilizado por los dioses para devolver la democracia y las libertades y derechos a los españoles. El Rey es la transición misma; la democracia; el Rey es el cambio. ¡Viva el Rey! Es posible pero, si lo ha sido, fue como heredero y albacea de Franco; no como su opositor y alternativa. Tanto es así que hay quien dice que fue Franco quien trajo la democracia a España pues él ya sabía que el Borbón sería felón, como un Juliano, y haría lo contrario de lo que había jurado hacer. Suena algo a fábula pero he leído y oído cosas peores. En todo caso, aquí se quede la cuestión de la legitimidad de origen de la monarquía juancarlista, terreno propicio y muy sugestivo para los debates de expertos en estas cosas de la realeza.

El caso es que la Monarquía, la Corona, el Rey, Juan Carlos y su familia, llevan unos años dando tumbos cuesta abajo a toda velocidad en la estima de los ciudadanos. Los datos que ofrecen los barómetros del CIS, mantenidos en el tiempo, con consideración negativa hacia la Casa Real deben de tener a esta en permanente estado de aflicción que se añadirá al martirio que sufre con el procesamiento del duque rampante. Ya el empleo del término denota que, a la vejez, el monarca borbonea. El sentido en que se emplea aquí "martirio", es el popular, el folklórico que tanto aman los Borbones, el que apunta al sufrimiento (generalmente de amores), al tormento. Pero martirio no es eso, sino que se refiere a una inmolación gozosa que de sí mismo hace el creyente a mayor gloria de Dios y recompensa suya. Y no veo a Juan Carlos con una palma; más bien con muletas, mudos testigos de sus desvaríos.

Y ahí es donde la dinastía se ha precipitado en el abismo del desprestigio y el deshonor. La opinión, supongo, estará dispuesta a pasar por alto algún que otro desliz. Al fin y al cabo, todos somos humanos y del Rey suelen decir los papanatas que es una persona normal, como tú y como yo. Pero hay fuerte sospecha de que no es un desliz sino un comportamiento general, continuado y normalmente criticable, cuando no reprochable. Es imposible que la opinión pública pase por alto tantos osos, elefantes, miles de millones de fortuna según Forbes, tratos poco claros con la Hacienda pública, amigas íntimas de próxima residencia, yernos presuntamente hampones, familiares con dimes y diretes, yates, intervenciones poco afortunadas o directas meteduras de pata diplomática y de las otras. La caída de la imagen del Rey -de quien todo el mundo se acuerda cuando algún mandatario dimite, incluso aunque sea Papa, para recomendarle lo mismo- ha arrastrado a la institución. El otro día, el público del Real silbó y abucheó a la Reina. No a la Reina con Wert, cosa comprensible, sino a la Reina sola. El espejo de la discreta y sufrida dama que lleva con dignidad tanto ultraje se ha quebrado. Ni la Reina suscita respeto. Aquí el honor cuenta poco.
 
Lo dijo Ortega, ¿no? Pues ya está. Y tal.

(La imagen es una foto de Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons).

dijous, 4 de juliol del 2013

El lío de la izquierda.


Es casi una jaculatoria en los círculos de la izquierda: ¿cómo es posible que gobierne la derecha con mayoría absoluta siendo nosotros más? Algo de responsabilidad cabe aquí a la desunión, la fragmentación, tan típica de la izquierda como el polen de la primavera. Se oyen rumores unitarios. Esto no puede seguir así. Hay que formar frentes, alianzas, generar movimientos. Hay que ir a la unidad de la izquierda. Ya no como táctica para la victoria sino para la mera supervivencia.

Así que lo primero que se hace es montar un movimiento nuevo. Convocatoria Cívica se llama la plataforma impulsada por Garzón, Mayor Zaragoza y un buen puñado de intelectuales de izquierda. Nace con un manifiesto y se concibe como un movimiento, si bien no descarta presentarse a las elecciones, aunque el juez aclare que él no será candidato. Por supuesto, la llamada primera de la nueva organización es a unir, a aglutinar fuerzas, a hacer frente a la derecha. Si no recuerdo mal, Julio Anguita a su vez, anima algo parecido de similar denominación, Foro Cívico o Frente cívico, no estoy seguro. Por otro lado se oye hablar de un Frente amplio promovido por Llamazares que está en IU, pero con su partido propio, Izquierda Abierta. No sigo contando los otros grupos por no marear, pero hay algunos más. Todos predican la necesidad de unidad de la izquierda. Y ninguno la practica porque todos quieren que se produzca en torno al palo de su bandera. Bien es cierto que las últimas formaciones muestran un talante más abierto, no quieren poner a la gente a marcar el paso y se muestran favorables a formas mixtas, como relaciones de redes, dobles militancias y cosas así. Pero cada uno es cada uno y eso se nota en la común característica de tratarse de asociaciones con un fuerte liderazgo personal.

La izquierda tiene un problema agudo de narcisismo imposible de resolver. La idea de concurrir a las elecciones toda unida como una piña, cual hace la derecha, la asalta periódicamente, pero no lo consigue, en parte porque no quiere y en parte porque no puede. Que no puede está claro: es imposible agrupar en una sola organización racionalmente constituida a tanto líder carismático u hombre providencial como bulle en el espacio público y que cada uno brille con luz propia y tenga una presencia destacada. Esa fórmula todavía no se ha inventado. Así seguirá por tanto la feria de la unidad de la izquierda en la que cada cual monta su chiringuito.

Esta nueva Convocatoria parece loablemente volcada a las redes digitales. Sí, la ciberpolítica es muy prometedora. Pero también es muy dura. Si los dirigentes de la formación creen que, por abrir sus páginas a los debates van a movilizar una aspiración regeneracionista, como parecen pretender, no tardarán en moderar considerablemente sus expectativas.

Pero tampoco quiere. Esto es más difícil de ver. Pero es real. La quiebra principal afecta a las dos formaciones mayoritarias de la izquierda, IU y el PSOE. En la medida en que IU es una formación hegemonizada por el Partido Comunista, la situación no es absoluto distinta a la que se ha venido dando en Europa hace casi ya cien años: una izquierda comunista desgajada del gran tronco socialdemócrata  que sigue generalmente su trayectoria. Durante el resto del siglo XX y lo que va del XXI se ha mantenido esa división de lo que antes se llamaba el "movimiento obrero" y es seguro que en el 90 % del tiempo ambas formaciones han estado enfrentadas y atacándose. Unirlas no es fácil.

Es hoy y, cuando alguien habla de unidad de la izquierda, seguro como la ley de la gravedad que algún otro negará al PSOE la condición de partido de izquierda.  Son los censores, generalmente del ámbito comunista, que no advierten el carácter plural y los contornos difusos de la izquierda pues únicamente se rigen por los dogmas que llevan en la cabeza. En su formulación más grosera, esta mentalidad remite a esa fórmula tan falsa como inepta de que el PP y el PSOE son lo mismo. Fue Rubalcaba quien por fin hubo de responder con contundencia a Coscubiela en el congreso diciéndole algo evidente para todo el mundo que no hable a base de prejuicios: que no, que el PP y el PSOE no son lo mismo, ni mucho menos.

Los socialistas están dispuestos, al parecer, a hablar con IU para llegar a acuerdos con el fin de frenar a la derecha. Parecería lo lógico (si se olvidan las muchas veces que han pactado con la derecha en contra de IU); pero no se ve a IU entusiasmada con la idea. Es comprensible. Los sondeos le auguran subidas de votos importantes (como a UPyD) y, en esa promesa, la formación vuelve a acariciar la idea aguitiana de los ochenta del sorpasso. Superar a los socialistas en votos es la última aspiración de esta izquierda y, obviamente, eso no sucedería si fueran unidos.

¿Y si, llegadas las elecciones, no hay sorpasso? Bueno, se dispondrá de cuatro años para fundar nuevos grupos unitarios. Y se hará y así se seguirá, con una izquierda mayoritaria a la que las minoritarias niegan la condición de tal y una miríada de "verdaderas" izquierdas, todas llamando a la unidad cada una desde su irreductible trinchera.

Esa patológica tendencia al fraccionamiento de la izquierda (mientras la derecha es unitaria) debe tener alguna explicación y, luego de darle algunas vueltas, he llegado a la conclusión de que quizá se deba a una circunstancia -entre otras- muy curiosa que normalmente no se subraya: la diferencia entre la derecha y la izquierda es que, mientras aquella defiende intereses, esta defiende ideales. Los intereses son pedestres, materiales, muchas veces inconfesables, pero sólidos y aglutinan mucho. La derecha sabe siempre lo que quiere, el poder y el dinero. Los ideales son etéreos, sublimes, muchas veces quiméricos, muy diversos y alimentan las fantasías de omnipotencia de unos dirigentes carismáticos que siempre prefieren ser cabeza de ratón que cola de león. La izquierda no suele ponerse de acuerdo en lo que quiere porque carece de anclaje práctico.

Pero la república de los ratones no es una perspectiva verosímil. Ni siquiera deseable. 

dimecres, 3 de juliol del 2013

¡Váyase, señor Rajoy!


¿No ve que es usted una vergüenza nacional e internacional?
¿No ve que en el extranjero le tienen por un inútil (el "político más incompetente de Europa", ha dicho de usted un eurodiputado británico, Nigel Farage)?
¿No ve que los españoles no le respetan y hacen chistes sobre usted, su afición a los sobres, su cobardía, su silencio, sus mentiras, su falta de entereza y dignidad?
¿No lee usted los barómetros en los que sistemáticamente aparece usted el penúltimo, siendo el honor del último para Rubalcaba?
¿No ve que nadie le cree -ni siquiera le ríe ya- sus mentiras?
¿No ve que hasta sus cofrades de partido se avergüenzan de usted?

¿Quién se ha creído que es usted?
¿Cree de recibo que un presidente de un país europeo lleve seis meses ocultándose vergonzosamente, no compareciendo ante la prensa o haciéndolo en situaciones ridículas a través de una pantalla de plasma? ¿Que es admisible no permitir preguntas y negarse a contestarlas?
¿Cree que un presidente medianamente respetable puede responder a preguntas que ponen en duda su honorabilidad y su honradez con necedades idiomáticas como "¡Sí, hombre!", "todo es falso menos alguna cosa" o "ya tal"?
¿Cree que hay un solo líder democrático en Occidente que lleve seis meses sin dar cuenta de sus actos, en especial cuando estos están teñidos de fundadas sospechas de ser los de un personaje corrupto?
¿Cree admisible que no comparezca usted en el Parlamento y, cuando lo hace, no responda a las preguntas de la oposición?
¿Cree usted que se puede despreciar de tal modo a los diputados de la oposición y, a través de ellos, a los millones de españoles que representan?
¿En qué mundo piensa que vive usted?

¿Cuánto tiempo más piensa usted seguir mintiendo cada vez que habla?
¿Cuánto sosteniendo que no cumple con su palabra pero sí con su deber, como si esto fuera una nación de granujas que ignorara que el primer deber de un hombre digno es cumplir con su palabra y, si no, no haberla dado?
¿Cuánto negándose a pronunciar el nombre de Bárcenas, esto es, el de quien puede tener las pruebas de que lleva usted años cobrando dineros indebidos y recibiendo regalos y agasajos de delincuentes?
¿Cuánto sin hacer pública de verdad (no esa falsedad que le amañaron sus trujimanes) su declaración de la renta?
¿Cuánto sin confesar en sede parlamentaria el monto total de lo que en blanco, en negro o en colorado haya recibido al mes por todos los conceptos?
¿Cuánto negándose a contestar a las preguntas de la gente sencilla sobre los dineros que cobra?
¿Cuánto mintiendo como un redomado hipócrita al afirmar que tiene "los problemas de los ciudadanos", mientras trincaba usted a las escondidas al parecer más de 200.000 euros anuales?
¿Cuánto explotando su altanera afirmación de que "no está en política por dinero" cuando se presume que lleva años apañando un capital que solo en sobres bárcenigos se calcula en 1.500.000 euros?

¿Qué cree usted que es la vida política de un país democrático?
¿Un lugar en el que el tesorero de un partido está en la cárcel y el presidente que lo nombró no se da por aludido ni acepta responsabilidad política alguna siendo así que hasta es posible que las tenga penales?
¿Un lugar en que el presidente del gobierno mantiene en el cargo a ministros bajo sospecha vehemente de corrupción (Ana Mato: 800.000 euros gurtelianos; Gallardón: 140.000 euros a Urdangarín) y hace la vista gorda cuando se le exige que los destituya?
¿Un lugar en el que se descubre que el ex-secretario general del PP, señor Arenas, lleva años despilfarrando el dinero de todos los españoles en sobresueldos, noches de lujo en el Palace, comilonas de 1.000 euros la mesa y otras andanzas posibles -aquí ya nada es imposible- y fáciles de imaginar, pero el presidente de ese mismo partido no acepta responsabilidad alguna?
¿Un lugar plagado de sinvergüenzas, corruptos, malversadores, estafadores, todos ellos de su partido y en estrecha relación con usted sin que haya usted jamás instado la dimisión de ninguno de ellos?

Váyase, señor Rajoy; váyase y no vuelva. Ha tolerado usted que, bajo su mandato, el latrocinio y la ilegalidad se instalen en su partido, siendo usted, presuntamente, el primer beneficiario.
Ha convertido usted la política en una actividad de embusteros, cínicos, corruptos y ladrones.
Ha desprestigiado usted España en el exterior y la tiene indignada en el interior.
Váyase ya tras haber denigrado todo lo que de constructivo, solidario y humano tiene la vida pública, comprando para su inútil defensa una pandilla de granujas que se forran a su vez con dineros mayormente públicos a cambio de hacerle la pelota y cantar sus excelencias, y pasan por ser publicistas y comunicadores.
Váyase. Ya no queda nada por ensuciar, pervertir, prostituir. El país esta en mitad de una crisis económica y moral y esta útima se debe en exclusiva a usted.
Porque de la crisis económica es corresponsable su antecesor, Zapatero; pero de la moral solo lo es usted. Zapatero puede no ser extraordinario. Pero es un hombre honrado.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimarts, 2 de juliol del 2013

El muro y la náusea.

Tomo prestados dos títulos famosos del siempre interesante y polémico Jean-Paul Sartre para llevar el agua al molino de mi país, hoy sumido en un desconcierto mayúsculo al no saber ya cómo interpretrar la oleada de corrupción, envilecimiento, hipocresía, embustes y abusos. Y no es fácil poner algo de sentido en este frenesí en el ue los más destacados políticos del PP andan ya a la gresca sin contemplaciones.

La señora Aguirre se tiene por una "política honrada" y dice estar absolutamente abochornada por la corrupción en el PP, aunque luego, ya sentada en la reunión presidida por Rajoy, uno de los principales sospechosos de haberse beneficiado de esa corrupción, se quedó muda, tras haber dicho que el presidente también está abochornado. Bueno, cualquier lo estaría. Pero, sin duda, no ignoraba que su compañera de partido, la inefable Cospedal, acababa de decir que el PP "ha hecho un ejercicio de strip-tease sin igual". Al margen de lo pintoresco de la metáfora que suena a club de alterne, si lo que se quiere decir es que el PP es transparente, es tan inverosímil que hasta Aguirre la niega. Nada de transparencia; lo que hay es corrupción. ¡Si lo sabrá ella! Se considerará como una política cuan honrada se quiera y está en su derecho en tanto que los ciudadanos estamos en el nuestro de reservarnos el juicio hasta que se aclaren los episodios de FUNDESCAM, la supuesta financiación ilegal del partido, los cientos de contratos con la trama Gürtel y el caso de la Gestapillo.

Aguirre está abochornada y Aznar está que bufa. Nada nuevo, se dirá; pues no; solo que ahora está que bufa con los suyos. Se ha negado a hablar en su universidad de verano de la FAES y no ha dirigido la palabra a Cospedal. Caballero no ha sido nunca el mozo, sino más bien de meter bolígrafos por los escotes. Ante tamaña grosería, Cospedal, quien tampoco es un prodigio de delicadeza, salió como pudo del trance, pues ya empieza a tener experiencia de encontrarse en apuros. Se puso a teorizar sobre la dimensión ética de la política y otras excelsitudes, pero la pregunta que le cayó, de estos periodistas metomentodo que hay, fue si no tenía miedo de lo que Bárcenas pudiera decir; a lo que contestó, garrida e ingenua que no tenía miedo a lo que pudiera decir Bárcenas. Es lógico, con lo que ha dicho y hecho hasta la fecha el ex-tesorero, Cospedal debería haber dimitido irrevocablemente.

Pero ahí están todos, bajo sospechas y acusaciones de corrupcion, tirándose los trastos en un sálvese quien pueda que, de momento, se evita por la consigna de Rajoy de no hablar, no hacer declaraciones, callar, por ver si escampa. Este es el muro, este obstinado casi delirante silencio de Rajoy, quien sigue sin pronunciar el nombre de su némesis: Bárcenas. Él que se reía de que Zapatero no pronunciara la palabra crisis, lleva seis meses sin mencionar el nombre de quien quizá pueda acabar con su carrera política y quién sabe si algo peor. Así que el silencio de Rajoy es el silencio del acusado, un mecanismo algo neurótico de defensa.

Solo se rompe ese denso y asfixiante silencio para decir perogrulladas, del tipo de que no se comentan las decisiones de jueces (salvo cuando las comentan, claro) y el PP colaborará -como ha hecho siempre- con la justicia. Para probarlo de una vez por todas, ayer nos enteramos de que el PP ha destruido el registro de entradas de Génova 13 que había pedido el juez Ruz. ¿Lo ven? Eso es colaborar con la justicia.

Es un muro de indiferencia, insolencia y desprecio por la ciudadanía sin parangón. El desparpajo con que los gobernantes mienten, se burlan de la opinión, se niegan a dar cuenta de sus actos, no admiten la menor responsabilidad por sus presuntas fechorías es alucinante. El gobierno es un muro tras el que van a refugiarse todos los que, en los últimos años, parecen haber vivido como marajás de la política a costa del erario público y aumentado en muchos casos sus patrimonios por vías corruptas. Frente a ese muro surge la náusea. Y esta se refuerza día a día con el goteo de noticias que, agregadas, presentan un panorama como de fiesta del latrocinio, la verbena de la estafa, la feria de las vanidades y el derby de la corrupción. Cuatro nuevos casos para ir rellenando huecos de este mosaico de la corrupción estructural, que afecta al partido del gobierno, al gobierno y a buena parte de la administración pública:
  • El fiscal pide investigar el caso del espionaje a Alicia Sánchez Camacho otra que, al parecer cobraba jugosos sobresueldos, sin aceptar la trapacería de los 80.000 euros a cambio de que no se hiciera público el contenido de unas conversaciones que, por lo que se ha filtrado, muestran una política de comportamiento claramente mafioso.
  • Recién salen a la luz más pápeles barcénigos que, de ser ciertos, nos muestran a un Javier Arenas dándose un vidorro de lujo de sátrapa durante años. Según los documentos, el PP pagaba a este ejemplar político diversos sobresueldos, semanas enteras en el Palace y festines como los del Rey Baltasar, que no bajaban de 1.000 euros, una especie de boato y derroche propios de un Gran Gatsby mezclado de Beau Brummel y Babbitt. Un dandy de provincias, un burgués con fantasías de refinado aristócrata, viviendo a cuerpo de rey en Madrid con cargo al partido que, al estar financiado con dineros públicos, significa con cargo a todos nosotros. Con razón se niega Arenas a aclarar cuánto ingresaba en metálico y en especie. Le daba vergüenza. Sí, es de vergüenza. Pero no dimite y se esfuma. Al contrario, mañana o pasado nos endiñará un discursito sobre la ética en la política.
  • Resulta que, entre las numerosas actividades de Blesa al frente de Cajamadrid, que dejó en la quiebra, había, al parecer créditos de favor para que los yernos de Alvarez Cascos y Díaz Ferrán se dieran a su vez el vidorro comprando yates y coches de lujo. ¿Quién dijo que había problemas de crédito? No para los amigos, ni para los yernos de los amigos.
  • El juez abre la vista oral contra dos asesoras de Camps, una de ellas, expresidenta de las Cortes valencianas, por malversación, cohecho y prevaricación, la trinidad delictiva propia de los barandas del PP. Si contamos todos los políticos de este partido procesados, imputados o bajo fuerte sospecha de estarlo en breve, exactamente ¿a quién se refiere Aguirre cuando habla de "políticos honrados"?
No se negará que la situación es calamitosa.Un gobierno sin autoridad moral alguna, con un índice bajísimo de confianza ciudadana y que es objeto de todo tipo de chirigotas, no puede hacer nada como no sea dimitir cuanto antes. El problema es que no hay recambio. En su propio partido todo es más de lo mismo y de la oposición nada mejor puede decirse. Únicamente Cayo Lara ha pedido la dimisión de Rajoy, Montoro y Cospedal por considerarlos cómplices de Bárcenas. El PSOE no comparece y su oposición es prácticamente inexistente a la sombra de esos pactos que -ya se ha visto- han servido para que nadie se entere de qué haya pasado en Bruselas. Dice Rajoy que "hemos conseguido casi todos nuestros objetivos". Ese casi es, como el "salvo alguna cosa", una magnitud indefinible. Por lo demás oposición constructiva, que quiere decir, invisible. En un artículo de El País, Elena Valenciano despeja rumores y equívocos, se afianza en la misión encomendada al secretario general (y entendida a su modo) y lo fía todo a la profunda renovación teórica con que el PSOE emergerá en octubre de su estudioso cenobio y, como un Moisés descendiendo del Sinaí, mostrará las tablas de la ley al pueblo elegido, o sea, al pueblo elector, cuya confianza quiere Valenciano recuperar. Una sola observación marginal: el mejor medio de ganarse un fracaso es generar expectativas desmesuradas a plazo fijo.

 Mientras tanto, la fiesta sigue. Hoy, la política española se hace en los tribunales.

 (La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dilluns, 1 de juliol del 2013

Cuando la razón la tiene el otro.


Voy a hablar de un libro que no he leído porque acabo de enterarme de su existencia. Tengo al autor, Bartolomé Clavero, en la máxima consideración, como estudioso, profesor, historiador y hombre de los más elevados ideales, defendidos con fuerte base documental y científica. Su Manual de historia constitucional de España es tan acertado al tiempo que original que uno se siente tentado a situar al autor en la estela del afamado constitucionalista estadounidense, Charles A. Beard. Desde luego comparte con él una visión materialista de su objeto, como se prueba en el resto de la abundante obra de Clavero.

No sobre el libro, que leeré, probablemente devoraré, en cuanto pueda, versa este comentario, sino sobre su contenido, según la noticia que de él da la prensa Un hijo de la casta franquista: "Nos beneficiamos y no podemos estar exentos de responsabilidades". Ahí es nada. Confesión a pecho descubierto de lo que quedaba por decir en este horrible drama de la guerra civil y el franquismo. Hasta ahora, cuando de reconocer una equivocación o un error se trataba, habían hablado los franquistas, los padres: Tovar, Ridruejo, Laín... Es curioso que una de las expresiones empleadas por Clavero en su presentación haya sido "descargo de conciencia", justo el título del libro de Laín. Pero el descargo actual es el de los hijos de la casta y va más a lo profundo de esa herida siempre abierta de la guerra y la postguerra (sobre todo la postguerra) haciendo un reconocimiento del otro de la contienda y admitiendo que tiene razón al reclamar justicia (siempre denegada) y devolución de cuanto le fue robado contra todo derecho. Que yo sepa es el primer hijo de la casta que se expresa en esos términos. Y no dudo de que si la casta entera fuese de tal parecer, si los franquistas y herederos de los franquistas reconocieran que obraron mal, que corresponde restituir en sus derechos a todas las víctimas de aquellos años (y subsiguientes) de latrocinio, delincuencia, expolio y tiranía, quizá la herida comenzara a cicatrizar. Pero está muy lejos de hacerlo. Antes al contrario, se empeña en mantener la injusticia del franquismo a base de obstaculizar o impedir la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica que en sí misma bien poca cosa es.

Por eso tiene que ser tan extraordinario el libro de Clavero. Una pedrada en el estanque putrefacto del franquismo residual. Y, sobre todo, porque da al problema una dimensión filosófica. Clavero obliga a mirar al otro cara a cara, a los ojos, a darle la razón y pugnar porque se le resarza. El descubrimiento del otro, que es el hallazgo de la filosofía de Lévinas: el rostro del otro se me hace presente y me fuerza a salirme de mí mismo y a dejar de considerar que en el mundo solo cuento yo, que es lo que le pasa a la casta franquista. Encerrada en su silencio, enrocada en su propósito de no hacer justicia a las víctimas, para que no se toquen sus privilegios, producto de la rapiña, no reconoce otro alguno que la interpele. Para no oírlo, sopla las trompetas de la Nación-española-obligada-a-no-remover-el-pasado-y-mirar-hacia-el-futuro. Como si eso fuera posible cuando el pasado está presente por doquiera, no solamente en donde se ve (como rótulos de calles, inscripciones en las iglesias) sino también en donde no se ve, por ejemplo las cunetas y fosas comunes de todos los campos de España, en donde yacen decenas de miles de asesinados. Y, recuérdese, muchos de ellos lo fueron para poder robarles sus caudales y propiedades, de cuya injusta posesión se benefició la casta franquista, adquiriendo con ello una responsabilidad que Clavero es el primero en reconocer.

Es un hito.

Y, ya puestos en el otro, vámonos a otro caso de otridad muy presente: el catalán. El sábado, 90.000 personas, convocadas por Omnium Cultural y otras organizaciones independentistas, celebraron durante seis horas en el Camp Nou una fiesta a favor de la independencia de Cataluña. Es un paso más en esa efervescencia que vive el Principado entero. Y ya tienen previsto otro: formar una cadena humana por la independencia el próximo 11 de septiembre, una cadena humana de cientos de kilómetros. Quieren un referéndum de autodeterminación para 2014, tricentenario de la caída de Barcelona en manos del Borbón. Al acto del Camp Nou no acudieron Mas ni Durán. Es obvio, el independentismo que, con el nombre de soberanismo, puso aquel en marcha, se le ha ido de las manos, se ha escorado a la izquierda y él, más que dirigirlo, lo sigue. Qué suceda al final está por ver.

En los últimos tiempos, el rostro del otro catalán ha cambiado. Los españoles, en cambio, siguen mostrando el mismo: o bien no se dan por enterados del planteamiento catalanista (que ya casi cabe considerar catalán sin más), como si no fuera con ellos, o bien cambian a su vez y muestran el rostro más hostil y amenazador que pueden. Resulta pintoresco que ni Rajoy ni Rubalcaba hayan hecho comentario alguno sobre el Camp Nou. Para Rajoy, el otro, como Bárcenas, no existe. Para Rubalcaba existe pero es como si no existiera porque no está dispuesto a escucharlo. Los dos, por tanto, mudos, aunque estoy seguro de alguno de los dos, si no los dos, tendrá sentidas palabras para derrota de la Roja. Ven -o dicen ver- el fútbol con delectación para sentirse miembros del pueblo pero ni entienden su país ni sobre él se les ocurre nada que no sean vulgaridades manoseadas.

Según algunos, este crepitar independentista no es más que una triquiñuela para presionar a los españoles y sacarles tajada, en forma de concierto económico o de cualquier otra. Menudos son estos catalanes. Siempre hay que comprarlos para que se callen. Es una suposición basada en un prejuicio, en un topicazo y, vistas la historia y el momento actual, además, injusta y bastante lerda. Entre otras cosas porque eso es lo que hace todo el mundo: tratar de sacar el máximo beneficio de los propios actos. Y porque, además, ahora la reivindicación independentista no aceptará una componenda de pacto fiscal.

Lo más lamentable es ver a España luciendo su peor rostro frente al nuevo otro. Tenía que venir en el semblante siempre hosco y la actitud siempre amenazadora de Aznar, quien avisa hoy en ABC de que el desafío secesionista catalán es, desde el punto de vista de la legalidad y de la historia de la Nación española, absolutamente inaceptable. ¿Cuánto de inaceptable? Todo. De referéndum de autodeterminación ya ni empezamos a hablar y, de seguir las cosas por la senda separatista, se emplearán los medios que sean necesarios. Punto.

Pero no hay punto. Esta vez la historia sigue. No se puede bombardear Barcelona. Europa entera está atenta a lo que suceda en España y, de paso, no entiende por qué los escoceses pueden lo que no pueden los catalanes. Por eso, la verdad, Palinuro es muy crítico de la valía y la talla de los dos dirigentes de los partidos dinásticos para hacer frente a esta situación. Ya, ya sé que están esperando que los catalanes hagan algo contrario a la legalidad constitucional para ir corriendo al Tribunal Constitucional, cuyo prestigio para mediar en estos asuntos, ellos mismos se han encargado de destruir. ¿O no fue la famosa y malhadada sentencia del TC sobre el Estatut la que desencadenó la efervescencia independentista?

Pero, aparte de ir a chivarse al abuelo y dar por descontado un futuro de permanente conflicto judicial, institucional, de orden público, etc., en los próximos años, una relación de hostilidad y enfrentamiento permanentes, ¿no piensan los estrategas de los dos partidos dinásticos en la posibilidad de abordar el problema catalán en una mesa de negociación que bien podría ser una Convención en donde se plantearan las cuestiones vivas de la organización territorial española? ¿No piensan, en fin, hacer ninguna propuesta positiva, ofrecer diálogo constructivo? ¿Seguirán negando la existencia del otro catalán al igual que, al menos la parte conservadora, niega la existencia del otro republicano?