dimecres, 11 de juliol del 2012

Buscando la salida

Uno de los rasgos de las épocas convulsas o turbulentas es la proliferación de escritos de agitación, de polémica y debate directo, panfletos, opúsculos, manifiestos, muchos redactados a vuelapluma, al calor de los acontecimientos, otros más reposados, defendiendo puntos de vista muchas veces antagónicos. Son el reflejo escrito de las polémicas, las controversias, quizá los sobresaltos y las revoluciones que están teniendo lugar en las calles y a los cuales, algunos de ellos, también contribuyen por constituirse en proclamas, orientaciones para la acción; un anhelo que esta literatura comparte pero rara vez consigue. Casos como el escrito del Abate Siéyès, ¿Qué es el Tercer Estado? son excepcionales. Según parece, en los veinte años de la revolución inglesa del siglo XVII, que van desde la disolución real del "Parlamento corto" en 1640 hasta la restauración monárquica de 1660, se editaron más de veinte mil títulos de panfletos y manifiestos dando vueltas a los temas del momento: el derecho divino de los reyes, la supremacía del Parlamento, la iglesia de Inglaterra, los derechos individuales, las prerrogativas regias, la hacienda pública, el ejército permanente, el deber de obediencia/desobediencia, etc, etc. Algo parecido está pasando en España aunque en mucha menor medida pero no porque las aportaciones sean más escasas sino porque hay muchos medios para articularlas y el libro, el panfleto, el manifiesto solo es uno de ellos cuando antaño era el único. Es un poco tardía pues la avalancha ha llegado a raíz del ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel, pero es como si el término hubiera resultado un conjuro. Hay ahora bastantes libros sobre los indignados y la indignación. Este mismo de Alberto Garzón ((2012) Esto tiene arreglo. Un economista indignado en el Congreso. Barcelona: Destino, 107 pp.) lo incorpora en el subtítulo.
Es el segundo texto que leo de Garzón pues antes había leído el libro sobre la crisis que publicó conjuntamente con Juan Torres López, su maestro, y Vicenç Navarro. También lo sigo bastante en Twitter, en donde tiene una presencia permanente. Aunque no lo conozco personalmente ya me suena muy familiar, casi como de casa. El libro está hecho, según él mismo avisa, a base de entradas de su blog Pijus Economicus porque, además de tuitero, el autor es un animoso bloguero, un ejemplo de ciberpolítico porque es diputado en el Congreso por Málaga. Este origen presta a la obra dos caracteres típicos de la blogosfera: es muy rápida, muy directa, muy clara, pero escasamente estructurada. El autor trata de darle una cohesión interna que no tiene, porque la única que podría darse es la que no se formula, aunque se mantiene latente en toda la obra: la visión marxista clásica y la propuesta de la socialización completa de los medios de producción. Sin duda se hace referencia a que existe una teoría económica marxista (de hecho es una de las tres corrientes que señala, la clásica, la keynesiana y la marxista), pero en ningún momento se afirma que sea la correcta o más acertada. 
Igualmente, al abordar la cuestión de cómo conseguiremos llegar a donde queremos ir, distingue tres posibilidades en la relación del Estado y el mercado que es la médula misma de la economía política y la política económica: el socialismo estatal, la socialdemocracria estatal y la economía social (pp. 84-86). Reconoce que la segunda cuenta con mayoría pero, si no he leído del todo mal, en cuanto a la primera, el socialismo estatal insinúa que, merced sobre todo a las nuevas tecnologías quizá podría ensayarse de nuevo. No me lo parece en absoluto; pero esta es quizá la nota más peculiar del libro, que está escrito desde una perspectiva no explícita. Hay dos modelos fracasados, el neoliberal (que provoca la crisis) y el socialdemócrata (que no puede contrarrestarla), pero no se formula claramente la tercera y solo se juega con ella como una hipótesis utópica.
El resto de la obra tiene momentos muy acertados y resulta premonitorio en otros. A veces es un poco prolija en lo pedagógico, como cuando se lanza a explicar la crisis de la deuda; pero eso probablemente sea de agradecer para un público lector más amplio. Coincido especialmente con esa idea de que lo que buscan las "soluciones" neoliberales de la crisis es la chinarización de España (p. 75). Efectivamente es como si la Unión Europea estuviera dibujando una nueva división internacional del trabajo, de forma que España debe ser país de servicios y de exportaciones baratas competitivas con las chinas.
El propósito final del autor de superar el capitalismo suena bien, hasta razonable, pero no se atisba cómo, ni el libro, a pesar de su título, propone algo específico. Se evidencia al final un intento de recomposición de un sujeto, una base social que, me da la impresión, el autor localiza en la clase, aunque admite que haya  quienes la residencien en la multitud o en la muchedumbre. En todo caso aquí no sobra nadie, hay que hacer una amalgama de todos los recursos, los sindicatos, los partidos, el 15-M. Sobre la compatibilidad entre los partidos y el 15-M queda algo por debatir pero no es el momento ahora. El hecho es que Garzón termina su alegato reconociendo la importancia de los factores de formación y comunicación (la hegemonía está ahí) y singularizando especialmente la función decisiva de la red. Así es. La revolución será digital o no será.

dimarts, 10 de juliol del 2012

El becario y su sombra.

La pregunta, que hacía Palinuro días atrás, sigue siendo pertinente: ¿quién gobierna aquí? ¿Rajoy? ¿Aznar? ¿Los dos? ¿Ninguno de los dos? Claro va quedando ya que es la cuarta opción: ninguno de los dos. Aznar lleva una temporada en silencio. Se agradece no verse obligado a aguantar sus agrias monsergas y su mala uva. Pero no parece haber aflojado el control que tanto él, como su señora, la alcaldesa de las peras y las manzanas, ejercen sobre su pupilo, este hombre huidizo, de confusa dicción, escaso apego a la verdad de las cosas y el valor de la propia palabra. Es decir, ninguno de los dos gobierna España pero los Aznar gobiernan a Rajoy.
Tras la reunión del Ecofin ya está claro como la luz del día que el rescate bancario trae todo tipo de condiciones gravosas y que, por lo tanto, Rajoy ha vuelto a quedar como un mentiroso, pero eso es tan habitual que ya no parece sorprender a nadie, ni, desde luego, atribular al interesado que, después de reducir el naufragio más contaminante de la historia de España a unos hilillos no se alterará por nada.
La UE, es decir, la troika, es decir, Alemania, vigilará de cerca que España cumpla las condiciones impuestas. Para ello ha desplazado a ese pintoresco convidado de Piedra de Guindos, transfiriendo sus competencias al Banco de España y ha puesto al Banco de España bajo tutela europea. Es decir, a estas alturas, con estos bravos patriotas perejileros en el puente de mando de la Gran nación rajoyana, España es tan independiente como San Pedro y Miguelón. Es más, si de verdad quiere el gobierno -o lo que de él quede- ahorrar y adelgazar la administración, lo que tiene que hacer es suprimir todos los ministerios y dejar únicamente el de Interior y el de Defensa, que son los imprescindibles: el de Interior para sofocar y reprimir las protestas que van adquiriendo más y más importancia y el de defensa para meter el ejército -vieja afición de la derecha- si el de Interior no da abasto.
Uno de los deportes preferidos del viejo humor negro español consiste en elaborar las listas de todas las mentiras de Rajoy. Sería más breve hacer las de las verdades. Tan breve que no habría juego porque no consta ya ninguna. Tras haber hecho todo lo que dijo que no haría y dejado de hacer lo que aseguró que haría, solo quedaba subir el IVA de los chuches y a la vuelta del viernes está en otra de esas peripecias estilo Rajoy que, como todo lo suyo, desembocará en algún tipo de lamentable ridículo pues pretende cargar sobre las espaldas del Rey el incremento del IVA en una jugada que debe de parecerle muy refinada y no es más que una de esas maniobras de juego sucio estilo Fátima Báñez.
Hay quien pide elecciones anticipadas a la vista no ya del fracaso del gobierno de Rajoy sino de su carácter fraudulento. No me parece un acierto porque no hay a quien elegir ya que la única opción abierta de momento es entre el fracaso de estos irresponsables o el fracaso del gobierno anterior, probablemente debido a un exceso de responsabilidad. Lo sensato es que la oposición se reconstituya como tal, que aproveche este tiempo para redactar un programa socialdemócrata de salida de la crisis y recomposición del Estado del bienestar, sacando partido del hecho de que la crisis/estafa que padecemos ha radicalizado a mucha gente. Si es capaz. Si no, también habrá relevo en el seno de la izquierda.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

En Flandes se ha puesto el sol.

Todas las noticias de la guerra de Flandes son desastrosas. Cuando las tropas protestantes no toman una de nuestras ciudades, proceden a demoler un baluarte u hostigan nuestras líneas de comercio o nos dejan un Tercio perniquebrado. Día a día la resignada población se desayuna con noticias más amenazadoras. ¿Cómo que no habrá condiciones al préstamo, según sigue diciendo, impertérrito, Rajoy? Claro que las habrá. No han sido aún y ya se han endurecido.
Para hacer frente a tanta desgracia, el Reino acude a crecientes exacciones de los más débiles, los más desamparados, los jubilados, los parados, los que van a serlo, los funcionarios, a los que se alarga su jornada laboral, los inmigrantes que ya son casi una comunidad invisible, los dependientes. Todo antes que tocar las grandes fortunas, las grandes empresas o modificar su régimen fiscal. De forma que, al igual que en tiempos del ancien régime, aquí el único que paga impuestos es el estado llano ya que el clero está exento (y, además, financiado) mientras que la nobleza se escaquea legal o ilegalmente en la seguridad de que, si lo hace ilegalmente, se la amnistía .
 Por último, aparece el temido IVA, ese que jamás se subiría porque hacerlo era un sablazo a los ciudadanos. Y uno se queda pensando cuánto puede resistir una población a la que se merman los exiguos ingresos, se obliga a nuevos gastos y se fríe a impuestos. Y todo esto con un gobierno que dice una cosa pero hace otra; la que le mandan.
(La imagen es una foto de (no consta), bajo licencia GNU Free Documentation).

Bajo la lupa.

Los siete años y medio de gobierno de Rodríguez Zapatero, sus dos legislaturas, han sido trepidantes, repletas de acontecimientos, de crisis, de confrontaciones, crispaciones y sobresaltos. La primera legislatura enfrentó a un gobierno a la ofensiva reformista con una calle literalmente tomada por la derecha de la derecha de la derecha. La segunda, un gobierno ahora a la defensiva pero también reformista con una calle tomada por la izquierda de la izquierda de la izquierda. ¿Qué había pasado? Que los tiempos habían cambiado radicalmente y, llegado el momento de la decisión suprema, teniendo que optar entre perserverar en las políticas de izquierda, de expansión tímidamente keynesiana o girar 180º y abrazar las de la derecha, Zapatero eligió lo segundo. ¿Por qué?
Según pasen los años habrá más y más estudios sobre este periodo porque la respuesta a esa pregunta quizá encierre la clave del retroceso de la izquierda. En realidad, es lo que dice el autor de este libro (Ignacio Sánchez-Cuenca (2012) Años de cambios, años de crisis. Ocho años de gobiernos socialistas, 2004-2011. Madrid: La Catarata/Fundación Altenativas. 108 pp.) en un artículo de El País de 8 de abril de 2012, titulado Un problema de impotencia, cuya tesis viene a ser que el problema de la socialdemocracia es que, cuando tiene el poder, no acierta a poner en práctica sus ideas. Es posible. Conviene empezar por saber cuáles sean esas ideas y quizá quepa concluir que, siendo las ideas practicables, a lo mejor el problema es que se está en el poder pero no se tiene el poder, que es también una explicación frecuente del fenómeno aunque no necesariamente cierta. También cabe pensar que los dirigentes de la izquierda suelen ser de izquierda hasta cierto punto tanto cronológico como intelectual. Una experiencia frecuente en la vida cotidiana a la vista de la cantidad de gente que pasa de la izquierda a la derecha.
En todo caso interesa leer análisis sobre el periodo, sobre todo si son de autores que hablan con autoridad, como es el caso de Sánchez-Cuenca. Esta virtud le viene de su larga dedicación al asunto. Tiene otro libro colectivo compilado con Anna Bosco y publicado simultáneamente en Italia y aquí, titulado La España de Zapatero. Años de cambios, 2004-2008 (Fundación Pablo Iglesias), alguno de sus libros anteriores, aun siendo más teóricos, apuntan en la misma dirección del desarrollo de una teoría política socialdemócrata. Por último colabora con la Fundación Alternativas y en la redacción de su informe anual sobre la calidad de la democracia en España. Así que si alguien puede hablar con autoridad sobre los gobiernos de Zapatero, es Sánchez-Cuenca.
Y quizá lo haga con demasiada. Hay una excesiva cercanía entre el autor y su objeto de estudio, una implicación personal que todo estudioso de ciencias sociales sabe que está llena de peligros. Quizá no sea yo el más adecuado para señalarlo pues coincido en bastantes puntos con el análisis de Sánchez-Cuenca. Pero no en todos. Y en esas discoincidencias es en donde puede estar el interés de una confrontación de opiniones.
Sin duda el libro de S-C está lleno de datos y hechos verificables, a veces con profusión. Hay cuadros que llegan a hacerse pesados a fuerza de meticulosos. Pero son méritos, desde luego. Que quedarían realzados si el autor abordara un terreno más explicativo que descriptivo. Por ejemplo, en el primer capítulo, que relata el proyecto de ZP en términos teóricos a cuenta de su republicanismo, superador de la "Terceraª Vía" a través de la casi homófona "Nueva Vía", no hay mención al momento en que nuestro héroe hace una manifestación de un profundo calado teórico que provoca un terremoto. Preguntado por el problema nacional catalán, responde Zapatero que la nación "es un concepto discutido y discutible", como ha pensado siempre cierto sector de la izquierda que se piensa cosmopolita. Y aquí salta la derecha, hacen erupción los fuegos del averno y se acusa a Zapatero de traicionar a la Patria. El concepto de nación (española) es indiscutible. Es el comienzo del fin de la izquierda que no se atreve a defender su opinión sobre la relatividad de la nación porque, si lo hiciera, se escindiría y quedaría aniquilada en unas elecciones. Aceptado esto, se explican bastantes cosas de lo sucedido después.
El capítulo sobre los gobiernos de Zapatero es apabullante: ministr@ por ministr@ y ministerio por ministerio. Viene a concluir que la política de organización ministerial del PSOE fue algo caótica, sobre todo en cuestiones de educación, cultura, materias sociales, etc. Dudo de que eso sea peculiar de los gobiernos de Zapatero o de todos. No sé si hay más de uno o dos ministros de Educación en los últimos 50 años que no haya reformado por ley el conjunto de la enseñanza. El de ahora está en ello. Lo que más me gustó fue la creación del ministerio de la Igualdad que puso a los machistas del Reino a cien por hora y lo que más me entristeció fue que lo degradaran y lo "desaparecieran" en la segunda legislatura fruto, en mi opinión, del choque de Zapatero con el principio de la realidad, personalizada en la iglesia. Ahí S-C entra a saco. Luego de analizar con todo detalle el grado de cumplimiento de los dos programas de 2004 y 2008, levanta acta de los incumplimientos más clamorosos pero no me parece que indague con interés en las razones. No es lo mismo dejar sin regular el consejo de EFE que meter en un cajón el plan de separación de la iglesia y el Estado y la ley de laicidad.
La segunda legislatura fue un caos. La primera parte, de lucha contra una crisis declarada inexistente con unos instrumentos que después se juzgarían totalmente equivocados y la segunda, con un giro de 180º en la Noche de Walpurgis en que Zapatero regresó de Bruselas convertido en otro y, habiendo decidido sacrificarse para salvar a la Patria, como un nuevo Marco Murcio, ("me cueste lo que me cueste" se lo oyó decir en hora trágica), se lanzó a la sima del neoliberalismo. Pero a diferencia de lo sucedido con Marco Murcio, la sima no se cerró y aquí seguimos nosotros, asomados a ella, reforma tras reforma, recorte tras recorte.
En fin, está muy bien el libro de S-C; se lee con provecho y agrado y sin poder evitar un sentimiento de nostalgia cuando el autor concluye diciendo que si la izquierda socialdemócrata aspira a algo tiene que resolver "la cuestión de cómo las instituciones políticas pueden cambiar las relaciones de poder económico existentes. Este parece un reto inexcusable para el futuro." Sí, el reto de la revolución.

dilluns, 9 de juliol del 2012

Glosas a la rabieta de un franquista.

Por fin no se consumará la última provocación fascista: la visita al Alcázar de Toledo que el diputado del PP, Agustín Conde, había programado para el 18 de julio con la prepotencia de los de su línea: sí o sí. Al principio solo reaccionaron con dignidad ERC que tachó el plan de broma macabra e IU. Los demás (PSOE, CiU, UPyD, etc) más listillos, o más cucos, o más cobardes, pensaban sumarse al viajecito de la vergüenza a la chita callando. Pero, ante la tremolina que estaba montándose, acabaron dando marcha atrás y tartamudeando excusas y pretextando nimiedades, se desengancharon. Las declaraciones de López Garrido (PSOE) diciendo que no iba a rendir pleitesía a los fascistas (dejémosnos de gaitas: era de lo que se trataba) porque ese día había un pleno son moralmente repulsivas y sitúan a su autor en una penosa luz. Los otros titubeantes, más de lo mismo. Tacharon la visita de despropósito. De despropósito, nada: era una típica provocación, un trágala fascista de la mayoría absoluta, y no decirlo muestra hasta dónde llega la entereza democrática y moral de algunos representantes del pueblo que debieran estar en otros menesteres.
Los fascistas jamás hacen las cosas por casualidad ni al desgaire ni por desconocimiento: siempre tratan de causar daño, de ensalzar sus crímenes, emponzoñar la convivencia y mancillar la memoria de las víctimas. La iniciativa de Agustín Conde era exactamente eso: una provocación para poner a los representantes democráticos (¡vaya representantes!) de rodillas ante los criminales que destruyeron la República, sumieron España en un baño de sangre e instalaron una dictadura totalitaria de 40 años que los historiadores a sueldo de la reacción en la Real Academia de la Historia creo que llaman algo así como el providencial régimen paternalista de su Excelencia el centinela de Occidente. Palinuro, indignado, ya avisó de que, si había un solo diputado socialista en esa afrenta, no volvería a votar al PSOE.
Se ha hecho la cordura y el viaje no se realizará. Pero no porque los diputados hayan tenido el valor, la gallardía y la nobleza de denunciarlo como lo que es (excepción hecha de ERC e IU, honor a ellos): una provocación, sino por el escándalo que se organizó, sobre todo en las redes. Lo llevo más lejos: un socialista en esa visita sería como si el PSOE fuera a escupir directamente sobre la tumba de Besteiro, de Araquistain, de Zugazagoitia, de Largo Caballero, de Prieto, de Negrín, etc, etc. Un crimen solo comprensible en espíritus de siervos y mansos.
El tal Agustín Conde, que no ha tenido el valor de defender su iniciativa y mucho menos declarar sus verdaderas intenciones, ha reaccionado con la ciega furia de los de su cuerda y ha rebasado los límites no ya de la prudencia sino de la misma cordura al decir que no admite que nadie ponga en duda las credenciales impecablemente democráticas de mi partido. Por si alguien lo olvida, es el partido que fundó Fraga Iribarne, ministro del dictador quien se presentó a las elecciones de 1977 flanqueado por otro seis exministros de Franco, la flor y nata de la democracia mundial.
Lleno de ira por no tener el coraje de sus convicciones y verse obligado a disimularlas ante la chusma roja, a Conde se le calentó la boca y llegó a acusar a ERC de haber dado en 1934 "un golpe de Estado a la República", con lo que la furia, el despecho y la inquina se transformaron en pura enajenación mental porque eso precisamente, esto es, un golpe de Estado, es lo que protagonizaron los héroes a los que Conde quería homenajear un 18 de julio por casualidad.

Exactamente, ¿en dónde estamos?

Cada día que pasa se produce un nuevo desencuentro entre Mariano Rajoy y la realidad, por decirlo al modo finolis. Son desencuentros clamorosos, de esos que dejan al personal boquiabierto pero no parecen hacer mella en la inquebrantable fe de aquel en el poder taumatúrgico de sus palabras. Según él, la fabulosa línea de crédito que nos han abierto nuestros socios comunitarios no traerá acarreadas condiciones al Estado. Según Merkel, las traerá porque nadie da nada por nada y porque el préstamo se hace a España y no a sus bancos. El parecer de Rajoy no cuenta. 
El presidente español urge a que Bruselas libre los fondos comprometidos directamente a los bancos. Pero el acuerdo fue que eso solo se haría cuando funcionara una autoridad bancaria única de supervisión que está por crear y no surge de la noche a la mañana.
Lo aclaraba perfectamente Wolfgang Schäuble, el ministro alemán de Hacienda al señalar que la inyección directa a la banca no será hasta el año que viene y que, en este, de momento, la transferencia se hará al FROB con el aval del Estado. Diga lo que diga Rajoy quien, sin embargo, insistirá en que consiguió un triunfo con el acuerdo de Bruselas. Debe de pensar que los españoles no leen los periódicos. Y junto a los trémolos de victoria llegará la nueva oleada de recortes, la única política que parece entender Rajoy y que va a tensar más una situación social ya muy crispada, con los mineros entrando hoy en Madrid y todos los colectivos profesionales, desde los médicos a los profesores, en pie de guerra. 
Convendría explicar al presidente el concepto de círculo vicioso, esto es, que a mayores recortes, menos consumo; a menos consumo, menos producción y menores ingresos, que obligan a mayores recortes, etc. No es complicado. En otros términos: no se sale de la crisis restringiendo (más) el gasto sino aumentando los ingresos, esto es, actuando sobre la politica fiscal incrementando los impuestos, con una fuerte progresividad. Hasta cabe pensar en un "impuesto patriótico" que gravara las grandes fortunas para salvar a la Patria de la ruina. "Subir los impuestos también es de derechas". Se lo brindo como titular.

Ciberrevolución

El movimiento del 15-M cuenta ya con una pequeña biblioteca para algo más de un año de abigarrada, profusa y a veces confusa existencia. No está mal. El fuerte impacto que ha obtenido en la opinión pública en España y fuera de España, los problemas que plantea, las cuestiones que suscita, han actuado como un revulsivo de la hasta ahora complaciente conciencia colectiva incluso en sus márgenes más críticos. Y como siempre, son los intelectuales los primeros en sentirse interpelados por el nuevo fenómeno; sobre todo los intelectuales más críticos, los más incómodos, los que no suelen coincidir con ninguna corriente dominante ni pertenecen a circuitos corporativos del tipo que sea. Se acercan estos al 15-M en la esperanza de encontrar en él el reflejo de sus propias inquietudes, sus discrepancias, un espíritu gemelo, en definitiva. Y confraternizan. Luego los intelectuales escriben, pues esa es su función, opinan, interpretan, explican y ahí es donde se animan los debates teóricos, muchas veces muy entretenidos.
Es el caso de Marcos Roitmann en este ensayo (Marcos Roitman Rosenmann (2012) Los indignados. El rescate de la política. Madrid: Akal. 139 pp.) cuyo título trae causa de ese movimiento tan mediático. Son los agnados de Stéphane Hessel. El autor, cuyo pedigrí izquierdista es notorio, parte de una visión sumamente negativa de la última evolución del capitalismo, la generalización de la incertidumbre y el malestar en una situación en la que se da una circunstancia de alta violencia estructural, con una guerra abierta de las clases dominantes contra los movimientos populares como el del 15-M al que criminalizan de modo sistemático. Es la consecuencia de la operación del totalitarismo invertido, de Sheldon Wolin al que Roitman se remite expresamente.
Añadase en el terreno de los hechos desnudos que el fracaso del Estado del bienestar es uno de ellos, sustituido por la hegemonía del neoliberalismo en todos los ámbitos, especialmente el político y económico, amalgamado todo en una especie de melaza bajo control absoluto de los poderes financieros y de los mercados, es decir, en el fondo, en el más absoluto de los descontroles. Es en este contexto en el que se producen las insurgencias ciudadanas que hemos podido ver en los últimos años y que, a juicio de Roitman deben entenderse al modo en que Hegel entendía la astucia de la razón pues gracias a ellas, gracias al 15-M, se produce el rescate de la política. El autor considera emocionado el fenómeno porque le atribuye la realización de sus más preciados ideales: la insurgencia colectiva en ejercicio de la autonomía de la persona en lucha contra las fuerzas del mal, básicamente el capital.
Roitman concluye con dos interesantes reflexiones que dicen tanto sobre el 15-M como sobre su modo de observarlo. De un lado previene contra la tentación de aplicar al 15-M las teorías de la conspiración, propósito encomiable pero poco realista pues el conspirativismo es una constante de la condición humana. De otro, levanta acta de las luchas y polémicas internas del 15-M pero lo considera un arma eficaz en la lucha contra el dominio absoluto de los mercados en la sociedad.
El autor apenas presta atención al aspecto ciberpolítico del 15-M o yo no la he visto. Sin embargo tiene mucha importancia. El 15-M es un movimiento que se da en el ciberespacio y se manifiesta en el espacio material y ese carácter ciberpolítico tiene consecuencias interesantes. A lo mejor asistimos a una revolución en el ciberespacio, a una ciberrevolución, cuyas reglas iremos descubriendo sobre la marcha.
En un orden de cosas más próximo, la mayoría de los estudios sobre el 15-M lo entienden como una manifestación democrática. Pero casi ninguno aborda la espinosa cuestión de cómo hacer compatible el 15-M, de cuyo triunfo muchos nos alegraríamos, con el modus operandi de la democracia, consistente en el respeto absoluto a la regla de la mayoría. Las sociedades no se cambian solo con decisiones en asambleas de barrio o de plaza sino mediante elecciones en las que se manifieste la voluntad de la mayoría. Si algo puede ayudar a resolver este problema es precisamente el hecho de que el movimiento se dé también en el ciberespacio.

diumenge, 8 de juliol del 2012

PSOE: amig@s, esto es lo que hay.

En la izquierda somos críticos, discutidores, inconformistas, indisciplinados, rebeldes, poco dados al halago, la sumisión y el "muy bueno lo tuyo, jefe". O debiéramos serlo porque es lo que predicamos. En teoría no soportamos a los pelotas, tiralevitas, aduladores, arribistas, trepas, paniaguados, prebendados y clientes de ningún tipo. En teoría. En la práctica convivimos con ellos y hacemos la vista gorda cuando, como es el caso en este momento, la dirección carece de rumbo, norte e ideas, no se manifiesta ni marca camino en una situación difícil, sino que se oculta detrás de declaraciones ambiguas, pierde la iniciativa, tolera que otros la ejerzan y encaja resignadamente un paulatino declive que permite otear un futuro no lejano de irrelevancia política. Que la querella contra Bankia la haya presentado UPyD y no el PSOE induce a todo tipo de cábalas: ¿tan absoluto es el marasmo que el partido no sirve ni para defender los intereses de la ciudadanía en los juzgados? ¿Tan pringada está la dirección en el expolio de Bankia y demás corruptelas de la derecha que no se atreve a ejercitar un derecho?
El gráfico de la ilustración es una alarma roja de situación límite. Nos gustará más o menos pero las siguientes conclusiones son ya hechos:
1ª) a siete meses de comienzo de una gestión desastrosa, el PP ha frenado su caída y está a 14 puntos de ventaja del PSOE;
2ª) el PSOE pierde 5,6 puntos con relación a su resultado del 20-N que ya fue el peor de su historia y no muestra signos de recuperación;
3ª) aunque el gráfico no lo muestre porque está dentro del universo mental bipartidista, las terceras opciones nacionales, IU y UPyD crecen. En concreto, IU prácticamente duplica sus votos con respecto al 20-N y abre una perspectiva de "sorpasso" a la griega.
De no estar el PSOE ya por entero en manos de prebendados y burócratas complacientes, alguien debería señalar que hay que afrontar una situación en que la gente sigue dando la espalda a la socialdemocracia y precisamente en el momento en que, a causa de la crisis, el único indicador que sube en la escala de autoubicación ideológica es el de la izquierda. Porque estos pésimos resultados no se deben a una conjura exterior ni a la manipulación de los medios (que, por supuesto, es abrumadora y peor que será cuando el comisario político Somoano imparta las directrices ideológicas), ni a una conjunción astral sino que, obviamente, son atribuibles a la falta de decisión, definición y claridad de una dirección cuya labor opositora es borrosa, inconcreta, medio pactista y seguidista. 
Sin embargo, parece que el espíritu conformista, la resignación ante lo inevitable, la falta de valor de muchos que temen que, si formulan sus dudas u objeciones, las guardia pretoriana del secretario general los fulmine in continenti, hace que nadie se atreva a levantar la voz... excepción hecha, según se ve, de Tomás Gómez, sola voz crítica del partido al norte del Guadalquivir y a quien la manga de paniaguados que rodea a la dirección actual ya ha intentado laminar en varias ocasiones. 
Uno estará de acuerdo con el estilo de Gómez o no, pero es el único que se atreve a decir lo que muchos piensan: que hay que reflexionar sobre lo que está sucediendo antes de que sea demasiado tarde. Con todos los respetos a las ambiciones de Rubalcaba y su brillante hoja de servicios, quizá no sea el hombre adecuado para dirigir el partido. Al menos es lo que parecen pensar los votantes. Empeñarse en lo contrario a tres años y medio vista de las elecciones puede ser un suicidio colectivo. 
Sin duda, el equipo actual, que probablemente ve la situación con claridad, trata de reaccionar y acicatea al secretario general para que se haga visible de vez en cuando y sin duda también, las últimas iniciativas de llevar la reforma antilaboral de Rajoy al Tribunal Constitucional o de insistir en la dimisión de esa impresentable especialista en juego sucio, Fátima Báñez, son decisiones correctas, en la buena dirección de que el electorado visibilice algo la oposición del PSOE. Pero llegan tarde. En siete meses de desconcierto se ha instalado el desánimo y el pesimismo tanto en el electorado como en la militancia. 
Pero uno y otra -somos la izquierda, ¿no?- no podemos dejarnos acallar por los intereses creados de la facción que arropa a un secretario general y presunto candidato a la presidencia del gobierno que, obviamente, da tan poco la talla como el mismo presidente del gobierno actual para su cometido.
No deja de ser un sarcasmo que, a siete meses de las elecciones generales, el país carezca de gobierno y de oposición al mismo tiempo.

¿Quién gobierna aquí? Fábula de hace un año.

Entre las varias cosas que Rajoy no tiene claras no es la menor la diferencia entre el partido, el gobierno y el Estado. Por no hablar de la que hay (o debiera haber) entre la iglesia y el Estado. El presidente no comparece en el Parlamento, suprime el debate sobre el estado de la Nación, no celebra ruedas de prensa ni responde preguntas, pero se va a Santiago de Compostela, al parecer a desagraviar al Apóstol o algo así y hace lo que entiende son importantes declaraciones en la sede de la FAES, la fundación del PP presidida por Aznar quien, a juzgar por la foto, es el que gobierna y da las órdenes ante el gesto pasmado de Rajoy. Este acababa de ponerse altisonante, como suele, advirtiendo desde Navacerrada a Bruselas de que se deben cumplir los compromisos a la voz de ya, justo en el momento en que Wolfgang Schäuble, el ministro alemán de Hacienda, decía que ese cumplimiento llevará un año más o menos.
De todas formas. el gabinete de comunicación de Rajoy debe pensarse con algo más de malicia qué fotos sube a la web de La Moncloa. Una imagen así destruye una reputación.

Al grano de la Fábula de hace un año. Pues señor, es la cosa que hace algo menos de eso, un año, Rodríguez Zapatero arrojó la toalla y accedió a la exigencia de la oposición de adelantar las elecciones. Todo se le había puesto en contra. Los mercados lo tenían noqueado, la prensa de la derecha contraponía su evidente fracaso con la esperanza de un Rajoy repleto de ideas, planes y soluciones (el hecho de que el hombre hubiera perdido dos elecciones no parecía llamar la atención de nadie), las fortunas electorales venían siéndole contrarias. El empujón final lo dio un editorial de El País del 18 de julio (precisamente) titulado Final de ciclo en el que en un tono bastante perentorio (amparado en otro directamente conminatorio en un artículo de Cebrián el mismo día, titulado Esta insoportable levedad) se le exigían elecciones anticipadas. La situación era desesperada; España no podía más; su gobierno carecía de crédito internacional; era preciso dar paso a otro que restaurara la confianza. Hay párrafos de aquel editorial estremecedores: A la fecha nos encontramos con un país amenazado de ruina (atrapado en la vorágine de los mercados financieros desatada sobre Europa), sin perspectiva, con serios problemas de cohesión social y aun territorial, en el que cunde la desilusión entre los ciudadanos sin distinción de ideologías o de clase social.
El diagnóstico no podía ser más pesimista: la pérdida de confianza en la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero parece irreversible y el creciente escepticismo sobre la gobernabilidad española en las circunstancias actuales amenaza con acrecentar nuestros males. La crisis no es solo económica, sino también, y acaso sobre todo, política.
Así que, lógicamente, ante este desastre, el diario terminaba con una nota épica: Si de verdad Rodríguez Zapatero quiere rendir un último servicio a su país, debe hacerlo abandonando el poder cuanto antes y reconociendo la urgencia de que nuestro Gobierno recupere la credibilidad perdida. Los españoles en su conjunto, y los votantes socialistas en particular, se lo agradecerán.
Se comprende que ante esta andanada, Zapatero se precipitara y cometiera el mayor error de su mandato, consistente en acceder a la exigencia del adversario que, como saben hasta los niños, es lo peor que cabe hacer en cualquier conflicto. Que fue el mayor error se demuestra con cifras. Veámoslas:
El país estaba al borde de la catástrofe con la prima de riesgo en 400 puntos básicos, el Ibex 35 cotizando en torno a 10.000, la tasa de desempleo en el 21,5 por ciento mientras que los ratings tanto del país como de las entidades financieras, sin ser excelentes, eran razonablemente buenos.
Un año más tarde, a siete meses de la sustitución del fracasado gobierno de Zapatero por el muy promisorio de Rajoy los datos son: la prima de riesgo está en 538 puntos básicos, el Ibex en torno a 6.800, la tasa de desempleo ha escalado al 24,4 por ciento y en cuanto a los ratings, el país entero cotiza al nivel del bono basura. 
Es evidente que estamos mucho peor que hace un año. Los números cantan y todas las agorerías de El País hace un año pueden predicarse de este gobierno à bout de souffle del que nadie espera ya nada y menos que nadie, los socios europeos. Estamos en realidad muchísimo peor porque, al menos, hace un año, se presumía la existencia de una alternativa, una oposición con un programa y muchos deseos de llevarlo a la práctica. Ha resultado que era falso, un Hokus Pokus de Rajoy, pero ahora ya no hay ni alternativa ficticia. El PSOE se ha dado tal batacazo que aún no sabe en dónde está ni qué tipo de oposición debe hacer si es que quiere hacer oposición y no pedir un sabático.
Es muy duro que el aprendizaje de Rajoy del difícil arte de gobernar hayan de pagarlo nuestras costillas.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dissabte, 7 de juliol del 2012

Andalucía. Qué hubiera pasado si...

¿Qué hubiera pasado si, en lugar de resistirse a las presiones generalizadas dentro y fuera de su partido, Griñán hubiera convocado las elecciones autonómicas como solía ser el caso conjuntamente con las legislativas el 20-N de 2011? Que hubiera sido barrido como lo fue el PSOE en el conjunto de España. Que Andalucía hubiera caído en las ávidas manos de Javier Arenas quien aguardaba ansioso su desquite tras tres derrotas electorales. Que Andalucía dejaría de ser lo que es hoy: el único obstáculo real al ejercicio desmesurado del poder del PP apoyado en su mayoría absoluta.
Palinuro no se cansará de repetirlo. De todos los errores cometidos por Zapatero el más grave fue adelantar las elecciones de marzo de 2012 a noviembre de 2011 cuando nada se lo exigía salvo los deseos de sus enemigos de que las perdiera. El PP llevaba pidiendo ese adelantto, como tiene por costumbre, desde el día siguiente a aquel en que perdió las de 2008. Nunca acepta el resultado electoral si no le favorece y lo impugna de inmediato, sembrando dudas sobre su limpieza, apuntando a la teoría de la conspiración o a lo que haga falta: el caso es repetir las elecciones hasta que sea él quien las gane. Pero en 2011 se sumó a la petición Cebrián con un artículo el 18 de julio en El Pais que quedará como un ejemplo de arrogancia, altanería, injusticia y absoluta falta de visión respecto a los intereses generales del país, aunque pudiera estar inspirado, como parece, en la exclusiva atención a los intereses propios que tampoco resultaron beneficiados.
A menos de veinticuatro horas después de las elecciones del 20-N ya estaba claro que estas habían sido un error descomunal y causa del desastre que vive hoy el país, entregado entonces a un grupo de irresponsables sin escrúpulos, dirigido por un demagogo de campanario que carecía de política económica, de todo plan, de toda idea, de toda posibilidad de resolver la situación y únicamente estaba animado por el deseo insaciable de desplazar a los socialistas, aniquilar su obra en materia de derechos y libertades, devolviendo el país al nacionalcatolicismo más cavernícola y ejercer el poder de forma arbitraria.
Griñán no cometió ese error garrafal y las circunstancias le han dado la razón. Es verdad que no es lo mismo Andalucía que España, pero eso no resta mérito a la perspicacia y la determinación del andaluz. Y si los socialistas de la actual dirección tienen todavía un lugar en España en el que pueden hablar porque están en el poder se lo deben a que Griñán no les hizo caso cuando lo presionaban para que convocara elecciones con las generales.
Ahora se lo pagan montándole una disidencia del treinta por ciento en sus filas. Es algo tan estúpido como haber tratado de que hiciera las elecciones el 20-N. Rubalcaba, que no tiene buena sintonía con Griñán, no ha ido al congreso andaluz, no ha querido ir a hacerse la foto del perdedor junto al ganador y ha enviado a Valenciano a hacer una forzada faena de aliño. Es evidente que el PSOE nacional está a disgusto con la figura rutilante de un Griñán que, junto a lo que suceda en Asturias, acapara toda la atención de la izquierda española. Es la apelmazada mentalidad de los viejos burócratas: tratan de afearle el triunfo y restarle ese treinta por ciento de apoyo sin darse cuenta de que es precisamente ese factor crítico el que fortalece al nuevo secretario general.
Es un momento muy interesante pues es claro que la esperanza de recuperación de la socialdemocracia española está en Andalucía, que el PSOE hoy es el PSA y su alianza con IU en la que se contiene el germen de otra mayor a escala nacional mucho más acorde con los tiempos y las circunstancias de España que ese intento oscuro y ambiguo de la dirección nacional de convertirse en el auxiliar del PP bajo la excusa de la necesidad de un pacto de Estado que el PP es el primero en ridiculizar,
(La imagen es una foto de My Web Page, bajo licencia Creative Commons).

La posible posibilidad.

A ver si Palinuro es capaz de narrar un día de España al estilo del "torrente de la conciencia". Dicho se está: no se deben criticar los prolongados silencios de Rajoy porque cuando habla es peor. Parlamento mantenido ayer por el presidente del gobierno con motivo del afincamiento en España del Banco Interamericano de Desarrollo y debidamente resaltado por la web de La Moncloa: "El gobierno hará todo lo posible para que Europa haga todo lo posible para superar la crisis económica". La parte contratante. Con los bancarios latinoamericanos (de cuya rectitud de juicio cabe dudar pues han elegido España como sede social) confusos, Rajoy ha ido a Santiago de Compostela a hacer entrega del Códice Calixtino, hurtado por el electricista mohíno. El códice ya ha sido entregado pero la de Rajoy será más una ofrenda. El caso es salir como sea del avispero madrileño, hacer mutis por el foro en vez de quedarse a explicar cómo es que los mercados siguen sin confiar en sus fórmulas salvíficas. En lugar de dar explicaciones, Rajoy prefiere ponerse bajo la protección del Santo. Este gobierno es muy santero. La ministra Báñez mantiene asimismo una relación privilegiada con la Virgen del Rocío, con la que consulta las políticas de empleo. Quizá también las otras, las de ataque a las fuerzas del averno con medios de alta tecnología acordes a los tiempos. Nada de enviar una carta anónima con una denuncia que a saber si llegaba o no. Un e-mail fulminante desde su correo electrónico chivándose del ERE del PSOE, al que ella rebautiza Ere, como si fuera la vigésima letra del abecedario. Es el signo de los tiempos; ya no se puede mantener el anonimato; no hay secretos. Por eso es muy importante que el voto siga siendo secreto. De no serlo ya sabría lo que le esperaba ese 70% del 30% de la plantilla de RTVE que ha votado en contra del aterrizaje de Somoano como director de informativos o algo así. Ese referéndum sobre la dirección de la empresa en RTVE es insólito. Ha votado menos de un tercio de los votantes y, de estos, el 71% está en contra de la llegada de Somoano. Da igual. El referéndum carece de todo valor legal y Somoano llega dispuesto a aplicar sus fórmulas para que el PP gane las próximas elecciones. Lo dice él mismo en su famosa tesina. Lo han puesto ahí para eso. La derecha está convencida de que sus valores deben ser los valores de todos los demás. Defenderlos, por tanto, imponerlos, es perfectamente justo, progresista y liberador. No se le ocurre cuestionar sus conclusiones. Por eso, el presidente de la Comisión de Defensa del Congreso, Agustín Conde, del PP, propone que los diputados vayan de visita al Alcázar de Toledo el 18 de julio. ¿El 18 de julio? Sí, el 18 de julio, ¿qué día mejor para conmemorar la sagrada gesta que... Para, para, que esto es una democracia. ¡Ah, bueno! Entonces diremos que ha sido una mera coincidencia. Y, aunque parezca mentira, los socialistas lo admiten pues afirman que no van al Alcázar pero solo porque toca pleno en el Congreso. Es decir, si no tocara, ¿irían? Con un poco de suerte podían acabar cantando el Cara al Sol. Ese vídeo reventaría You Tube. Podía ser un éxito de ventas si le pusieran precio ahora que están las cosas tan difíciles. Que se lo digan a los mineros que están a punto de llegar y ya han provocado reacciones de todo tipo. La alcaldesa tendrá que habilitar espacios de acogida por orden del gobierno como hizo en agosto por orden de la iglesia. Podía además repartir bonos de comida en los MacDonalds por lo menos. Aquí el problema lo tendrá el gobierno si los mineros deciden quedarse en tanto se les soluciona lo suyo porque eso va a complicar aun más la tremenda situación internacional de España, a punto de ser intervenida, como lo será si la prima de riesgo sigue subiendo por más que los ministros digan ahora que la tal prima de riesgo (la Zapatera) en realidad, no tiene importancia pues la importancia de las cosas depende de sus intereses políticos. A esos intereses, muchas veces de campanario, sacrifican los generales, como hizo Rajoy cuando mantuvo ocultos los presupuestos tres meses para dar ocasión a que su amigo Arenas ganara las elecciones andaluzas, pues era ya cosa de negra honrilla. Y no pudo ser. Lo que no entiendo es cómo no nos han intervenido ya.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

divendres, 6 de juliol del 2012

Las cosas, claras. El fascismo y el PSOE.

Que el señor Agustín Conde, presidente de la Comisión de Defensa del Congreso, y persona a la que no conozco de nada, haya programado una visita al Alcázar de Toledo el próximo 18 de julio no me parece en sí asunto noticiable. Siendo del PP, es probable que Conde sea un fascista a quien encantará ir a rendir tributo a sus héroes Moscardó y demás defensores de la España cristiana. Que la visita sea institucional sí me parece no solo grave sino un atentado a los principios democráticos. Aun así, está dentro de la lógica de las cosas. Con su mayoría absoluta, el PP, partido neofranquista, que no tiene en especial aprecio la democracia, forzará la utilización de las instituciones del Estado en honor de sus nostalgias fascistas. Lo hace siempre que puede: deja intacta la iconografía franquista, condecora a torturadores de la dictadura, se opone a que los familiares de los asesinados recuperen los cuerpos de los suyos, es una larga historia y no extrañará a nadie.
Como tampoco extrañará que los partidos democráticos, ERC, IU y PNV (por ahora) ya hayan manifestado su oposición al proyecto, a veces en términos contundentes, como debe ser.
Lo extraño, lo verdaderamente asombroso es el silencio del PSOE. Y, peor aun, las viscosas, escurridizas afirmaciones del socialista López Garrido. Dice este portavoz de defensa del PSOE que: "Lo primero que pensé cuando vi la citación es que coincide con un pleno extraordinario. No se me había pasado por la imaginación la coincidencia con el 18 de julio. No sé qué haremos y ya lo pensaremos, pero no creo que se haya elegido aposta esa fecha y, en todo caso, la veo incompatible con el pleno". Es el colmo. ¡No cree que se haya elegido aposta esa fecha! De 365 días del año en los que los fascistas pueden homenajear a los criminales que provocaron la mayor matanza de la historia de España, el mejor para ellos es obviamente el 18 de julio. Pero López Garrido no cree que lo hayan elegido aposta. Como conozco al hombre y sé que no es tonto, deduzco que toma por tontos a los demás.
Esta increíble actitud del PSOE (ya el año pasado, Bono leyó una declaración institucional el 18 de julio carente de dignidad y gallardía, como es él) va ayudando a entender este viraje a la derecha del socialismo de un tiempo a esta parte. Zapatero nombró a Dívar, renunció a la separación de la iglesia y el Estado y convocó elecciones un 20 de noviembre con la excusa de que es una fecha "como otra cualquiera"; una mentira evidente que desmienten los franquistas año tras año. Pero la deriva derechista, reaccionaria, está haciéndose ya patente con la actual dirección cuya tarea, al parecer, consiste en apoyar al gobierno ofreciéndole todo tipo de pactos para que le resulte más fácil llevar España a la quiebra, como lo está haciendo.
Pero esto del Alcázar el 18 de julio supera todo lo imaginable. Cuesta creer que una organización como CCOO pueda acabar en manos de un reaccionario al servicio de la derecha como pasó con José María Fidalgo; pero pasa. Cuesta igualmente creer que un partido socialdemócrata centenario como PSOE pueda acabar dirigido por otro reaccionario, insensible a la injusticia permanente que significan los más de cien mil asesinados por los franquistas y aun no repuestos en su dignidad de personas. Cuesta, pero pasa.
Ahora se entiende por qué la ley de la Memoria Histórica, tras meterle mano la entonces vicepresidenta del gobierno, la carcunda Fernández de la Vega, saliera tan enteca, cobarde y miserable como salió. Pero de ahí a que haya un solo diputado socialista en la celebración fascista del Alcázar el 18 de julio media un abismo.
De mí sé decir que, si eso sucede, no volveré a votar al PSOE.
(La imagen es una foto de My Web Page, bajo licencia Creative Commons).

El hombre inadecuado en el momento inoportuno

Más de uno y más de dos deben de haberse preguntado estos días si la derecha no tendrá un líder más eficiente, más acorde con los tiempos, más familiarizado con la política contemporánea europea que Rajoy Brey. Su título al cargo, se recordará, proviene de la unción de Aznar al modo en que Fraga lo había ungido a él. Pero si el juicio de Fraga fue acertado, el de Aznar, no. Por lo demás, como casi todos los suyos, desde la foto de las Azores hasta la decisión de hacer tragar a la opinión contra toda razón y evidencia que la autoría del atentado del 11-M es cosa de ETA. No fue una buena decisión ungir a Rajoy porque no está a la altura de las circunstancias.
El empeño del presidente en enfrentarse solo a la crisis, desdeñando las continuas ofertas de colaboracion del PSOE, indica un desconocimiento pavoroso sobre los usos y costumbres de la democracia europea. No ayuda en absoluto que, debido a su ignorancia de los demás idiomas de la Unión, Rajoy se encuentre siempre aislado y no dé con una vía de trato distendido con sus colegas. Tiene entre estos una fama espantosa de incompetente, altisonante, vacuo y nada de fiar. En definitiva se cuelga a Rajoy el estereotipo europeo del español.
El 20-N los españoles votaron un espejismo. Lo hicieron convencidos de que la prima de riesgo se llamaba Zapatero/PSOE; ciertos de que que con Rajoy retornaría la confianza internacional en España y la prima de riesgo volvería a límites razonables; seguros de que la derecha gestiona siempre la economía mejor que la izquierda, sobre todo en momentos de crisis; esperanzados en que se reabsorbería el paro por arte de birlibirloque. Nada de eso ha sido cierto sino todo lo contrario. La confianza en España es inexistente, la prima de riesgo está desbocada e imposibilita la financiación misma de la deuda. Es decir, si esto no se corrige radicalmente y con rapidez, España está destinada al rescate sin más, tan rescate que hasta el presidente habrá de llamarlo así.
Ese podría ser el momento en que Rajoy fuera pensando en la dimisión y en su substitución por alguien con un nivel mayor de competencia. No está ni medio bien que quien presidió el país mientras se negaba la necesidad del rescate para rebautizarlo después como "línea de crédito" sea quien haya de presidir la dura etapa de gobierno en un país rescatado y, por tanto, intervenido.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Europa opina: torpe, incompetente, pésimo,


En la Unión Europea se cuentan chistes sobre Rajoy. Por ejemplo, este: "¿Sabes por qué Rajoy nada en el fondo de la piscina? Porque en el fondo no es tan tonto." Es la fama que ha cosechado en siete meses de mandato. Y no es cosa anecdótica o circunstancial, no. En el ánimo de los demás manadatarios europeos está la idea de que Rajoy es un perfecto inútil y bastante corto de mollera. Justo la misma que hay por aquí entre círculos bien informados. Hace unos días, en una intervención parlamentaria memorable, el eurodiputado euroescéptico británico Nigel Farage llamaba a Rajoy el lider más incompetente de toda Europa y ahora es la agencia Reuters la que afirma que, a juicio de los dirigentes europeos que asistieron a la última cumbre de Bruselas, Rajoy es un dirigente torpe, pésimo. Debe de tratarse de una típica manifestación del Understatement británico porque se queda bastante corto. No es que sea "torpe" o "pésimo" es que es algo peor que los españoles conocemos bien: el típico tonto que se pasa de listo. En otros términos, si los europeos tienen ya bastante calado al hombre no tardarán en darse cuenta de que su mayor ineptitud consiste en no darse cuenta ni por el forro de que a los europeos no puede engañarlos como a los españoles. La desgraciada diferencia es que ellos no tienen que sufrirlo ni escucharle sus farfulleos y nosotros, sí.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 5 de juliol del 2012

Congreso sobre campañas electorales

Mañana, viernes, 6 de junio, se inicia en la Fundación Ortega/Marañón (calle Fortuny, 53) el primer congreso de ALICE (Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales), un acontecimiento multitudinario, con apartados y secciones para todos los gustos, incluidos los mas especializados. Presido un panel sobre Ciberpolítica en el que participan, entre otros, Antoni Gutiérrez Rubí, José Antonio Olmeda, Josep María Reniu, Óscar García Luengo. Empezamos a las 12:00 hasta las 14:00 y en él se defenderán y debatirán asuntos de actualidad con rigor y perspectiva adecuada.
El congreso durará dos días, viernes y sábado. Quien quiera echar una ojeada al conjunto de actividades que es amplio, las mesas, ponentes, seminarios y horarios, que vaya a la web del Congreso.
La entrada es libre.
(La imagen es una foto de Trebor Scholz' Photos, titulada Cybernetics,  bajo licencia Creative Commons).

¿Qué pasa en el PSOE?

Lo obvio: la victoria tiene muchos padres; la derrota, ninguno. La derrota es amarga, triste, llena de recriminacions y culpabilizaciones. Es un mal momento y, además, suele personalizarse. La última ha sido cosechada por Zapatero a costa de Rubalcaba, quien ha de cargar con la desagradable tarea de ajustar su organización a una realidad de posibilidades muy menguadas. Por eso tiene tan mala uva la filtración de los datos secretos del ERE del PSOE. Es un golpe bajo, puro juego sucio, patada en la espinilla.
Al prolongado mal trago de la derrota se añade una persistente baja consideración del electorado en  sondeos y barómetros que siempre escarban en el mismo doloroso punto: aunque el PP baje en intención de voto, el PSOE no sube. La confianza en Rubalcaba es inferior a la de Rajoy, equivalente político al cero absoluto de los físicos. Y estos asuntos ya son más graves y hacen cundir la desazón en el partido. El proyecto Rubalcaba no está claro, si es que está. El PSOE ofrece una imagen borrosa lo cual levanta críticas y descontentos entre quienes desean poner remedio cuanto antes al marasmo actual. 
Formular juicios discrepantes, quizá minoritarios, al menos al principio, en las organizaciones es tarea ardua. Toda organización lleva mal la disidencia. El PP acaba de probarlo expulsando a Juan Morano, senador y militante histórico del partido y pidiéndole que devuelva el escaño aun a sabiendas de que no tiene que hacerlo si no quiere. En verdad, en el PSOE no suelen ser tan drásticos, incluso cuentan con una disidencia institucionalizada, representada mejor o peor en los órganos de decisión; pero la organización no es dadivosa con los discrepantes de la línea de la dirección, incluso cuando no hay línea, como es el caso.  Siempre late una sospecha, un poco paranoica, de que toda discrepancia oculta un afán de protagonismo.
Esa es la queja recurrente: el PSOE no da imagen, no da perfil de oposición; no hace propuestas alternativas concretas y no se alza contra las demasías del gobierno con todos los recursos a su alcance. Ciertamente, toma ocasionales medidas, como esa de recurrir la amnistía fiscal a los defraudadores y paralizarla o la fulminante reacción a la presunta filtración de la ministra Báñez si bien esta más parece responder al instinto de supervivencia que a una estrategia de oposición. Pero, por otro lado, que haya sido UPyD quien haya recurrido a los tribunales para encausar a la cúpula de Bankia por presuntos delitos y no el PSOE, habla mucho y bien a favor de la primera y poco y mal del segundo.
Lo único claro hasta la fecha, y reiterado con insistencia por Rubalcaba, es la disposición del PSOE a encontrar una voz común con el gobierno, a llegar con él a pactos de Estado, a respaldarlo en interés general, etc. Hasta Felipe González, el hombre con quien Rubalcaba se forjó como político, le recomienda que no apoye tanto el gobierno del PP. Es algo de sentido común teniendo en cuenta que, casi seguro, el gobierno no se dará por enterado, ninguneará las ofertas de la oposición y, si acaso, se servirá de ellas para desautorizarla. 
En la Comunidad de Madrid la controversia en el PSOE es bien clara y se ventila en los medios de esa forma indirecta en que los partidos se enredan en dicusiones internas, aireándolas en en público pero con mala conciencia por hacerlo. Lleva la delantera Tomás Gómez, quien pide un proyecto socialdemócrata claro de izquierda a una dirección a quien eso de izquierda no acaba de sonar del todo bien, pero que conecta con una opinión bastante extendida en las bases y entre el progresismo que suele acompañar al PSOE: es preciso emplear el tiempo en la oposición en recosntruir el mensaje socialdemócrata clásico pero actualizándolo si, por fin, se confirma que hay un nuevo momento socialdemócrata en Europa con Hollande en Francia y, quizá el SPD en Alemania el año que viene. Eso es lo que pide, entiendo, Tomás Gómez y quienes lo apoyen.
La respuesta de la dirección por boca de Elena Valenciano denota una situación de bloqueo mental. Sigue dos líneas de razonamiento. La primera es un argumento ad hominem tan impresentable y absurdo que es de esperar no se repita. De acuerdo con él Gómez pretende sacarse la espina de la derrota electoral, como si el PSOE estatal hubiera ritornato vincitor de las elecciones del 20-N.
La segunda línea argumental tiene más enjundia. Según Valenciano, el discurso de Gómez se dirige a la "izquierda de la izquierda", es decir, como si dijéramos, a IU. En sí mismo ello no sería muy absurdo ya que IU sigue aumentando su intención de voto notablemente. Hay una palmaria radicalización del voto a partir de Grecia en Europa y pretender que ese voto más de izquierda por razón del desastre de la crisis no cabe en el PSOE es contribuir a que este tenga un resultado tan desconsolador como el del PASOK en Grecia. Valenciano contrapone a esa "izquierda de la izquierda" la voluntad del PSOE de ser partido de gobierno, de mayoría por lo cual debe entenderse un partido de centro-izquierda, en donde se supone que se encuentra la mayoría del electorado. Eso era antes de la crisis. Hoy el centro se ha vaciado bastante por la radicalización del voto. De los cuatro millones largos de votos que se le han ido al PSOE la mayoría habrá recalado en la abstención; pero si solo la mitad de estos vuelve al redil en 2016, el PSOE tiene de nuevo perdidas las elecciones.
Porque no es el partido quien debe determinar qué sea la mayoría sino la mayoría quien determine qué sea el partido. Si esto no se ve, no sé yo...

dimecres, 4 de juliol del 2012

Banqueros, políticos y ladrones.

Los banqueros no suelen meterse a políticos. Casos como el de Nelson Rockefeller son extremadamente raros. Saben que tienen el poder real y no necesitan aparentarlo. Son en cambio los políticos, habitualmente unos muertos de hambre (desde el punto de vista de los magnates de la banca), los que tratan de aprovechar su posición para meterse a banqueros. Estos, habitualmente, los desprecian pues una cosa es administrar el dinero que uno posee y otra muy distinta el que le han confiado. En el primer caso se es un banquero, un potentado, un hombre (o mujer, aunque, de estas, pocas en la banca) poderoso; en el segundo se es un cantamañanas, un piernas, un pringado, aunque, a ojos del vulgo, pase uno por ser alguien.
En el caso de la banca pública o semipública, se da una forma de maridaje entre la política y las finanzas rayana en la promiscuidad y fácilmente conducente al delito. Por ejemplo, lo sucedido con las cajas de ahorros en España. ¿Cree alguien casualidad que los gestores de las cajas hayan empezado a formar la fila que los llevará a los tribunales, primero unos, luego otros y, al final todos? Hace años que los partidos, especialmente el PP y CiU, pero también el PSOE e IU, aunque en menor medida, han descubierto el chollo que es disponer de esas entidades de ahorro que, siendo del común, no pertenecen a nadie y pueden ser objeto de instrumentalización política para los más diversos fines. Hace años, pues, que las cajas vienen siendo objeto de codicia y rapiña de los políticos para financiar sus campañas electorales, disponer de dinero a precios bajos tanto para actividades partidistas como para sus jubilaciones y pagas particulares, para enchufar a amigos y parientes, conseguir todo tipo de favores y enriquecerse. La contraprestación era facilitar por influencias y gestiones que las cajas pudieran beneficiarse del despendole del ladrillo en provecho de sus gestores, que cobraban primas estratosféricas, porque, no siendo banqueros de verdad, ni potentados, sino unos cagatintas enriquecidos, se dejaron llevar por la codicia de los advenedizos.
El desastre llegó con el estallido de la crisis y la burbuja inmobiliaria que dejó al descubierto el entramado de caciquismo, corrupción, delincuencia y saqueo en que se habían convertido las cajas administradas durante años por esta casta de parásitos. Y este es el núcleo de la cuestión de la crisis española, sobre el que los jueces han puesto, por fin, la lupa y que va a dejar al descubierto las tramas y componendas de una mafia de políticos corruptos, empresarios ladrones, seudobanqueros defraudadores y funcionarios estafadores que ha plagado la política del país, especialmente en Madrid, Valencia y Cataluña en los últimos años y no solamente en esos lugares.
Y, con un poco de suerte, es posible que la gente despierte, se dé cuenta del gigantesco expolio a que la ha sometido la casta de mangantes que esquilmaba sus ahorros diciendo que los administraba y exija cuentas. Y lo haga con la contundencia que la situación requiere.
(La imagen es una foto de Владимир Вяткин, bajo licencia de Creative Commons).

El maquinista de La General.

A pesar de haber insistido hasta la saciedad en que es una persona previsible, el presidente del gobierno es de una imprevisibilidad sorprendente. No habla cuando se supone debe hacerlo y lo hace cuando lo prudente fuera estar callado; va a dónde no se le espera y se hace esperar en donde se le espera; niega cuanto afirma y afirma cuanto niega con una tranquilidad tan desconcertante que ni los mejores analistas consiguen averiguar el sentido de su acción; probablemente ni él.
El gobierno está obsesionado con la política de comunicación. Tiene ya preparada la artillería audiovisual que viene a incorporarse a la fiel infantería de la prensa no para informar sobre la realidad sino para interpretarla en el único sentido posible, esto es, el triunfo incuestionable de las políticas del gobierno en el interior y en el exterior. El exterior, de todas formas, está crudo porque fuerza es competir con medios independientes que se empeñan en llamar rescate al rescate en lugar de alguno de esos eufemismos tan del agrado del gobierno, como línea de crédito o préstamo en condiciones muy ventajosas.
La figura de Rajoy en la cumbre de Bruselas era borrosa, más como la de un antihéroe. Presenció el impecable triunfo de la selección española mientras el país era consciente de que en Bruselas se repartían sus pertenencias. Y Rajoy, en el fútbol. Desde luego, un antihéroe. Porque le guste o no le guste a quien habla siempre de la gran nación, España está de hecho intervenida pues su destino se decide en otro sitio, no en Madrid. Pertenece al grupo de los países rescatados, en crisis. Es difícil cohonestar el discurso de la gran nación con el hecho de que este pelotón de rescatados esté provocando una verdadera sublevación de los países ricos de la UE en contra de la ella misma. Y el colofón, como siempre, lo pone Inglaterra en donde se plantea restringir la entrada a naturales de los países en crisis. Originariamente el Mercado Común se había creado para alcanzar la libre circulación de bienes y personas en Europa. Pero ya se ve que no es así. Europa pasa por muy malos momentos.
La estatura europea de Rajoy aparece muy disminuida, casi podría hablarse de una altura negativa, en imitación de De Guindos. Y a eso conviene poner coto de inmediato, piensan los asesores de comunicación, contraponiéndole una imagen de una talla crecida, grandiosa, de estadista con visión de futuro. En España eso quiere decir normalmente acordarnos de la misión imperial, la hazaña transatlántica para compensar por el mal tratro que habitualmente padecemos de Europa en donde nos resulta tan difícil encajar. La Hispanidad, en una palabra, y sus viejas monsergas. Siempre que hay un desencuentro entre España y Europa, el fascio español vuelve a ponerse en marcha por rutas imperiales" aunque sea a pie y con las suelas rotas.
Y efectivamente, aquí tienen ustedes a Rajoy con unas declaraciones grandiosas acerca de cómo a Portugal, Iberoamérica y España nos une el futuro. Por supuesto, también nos une el pasado y el presente pero lo esencial es el futuro, según el orador ejerciendo de estadista. Y ¿con qué motivo sale de pronto el imprevisible Rajoy diciendo estas retóricas simplezas? Pues, según reza la explicación de La Moncloa, orgullosamente expuesta en su página web, con motivo de la celebración de la XXII Cumbre Iberoamericana que se celebrará los días 16 y 17 de noviembre en Cádiz. Tal cual, con motivo de la celebración de un hecho que se celebrará dentro de cinco meses. No había nada más importante ni actual en la agenda y no iban a sacar al presidente hablando del fuego en Valencia, sobre el que da la impresión de no haber dicho nada todavía. Es Rajoy en estado puro, pronunciándose engoladamente sobre una nadería para la que faltan cinco meses, con la actitud de estar haciendo historia. Así intentan los dichos asesores de comunicación de vender la imagen de un Rajoy que cuenta en el mundo, no el cero a la izquierda a quien todos ningunean en Europa y que va luego por ahí farfullando cantos de victoria.
Por lo demás y a la vista del futuro que prepara para los españoles, de ser latinoamericano o portugués, no me haría nada feliz saber que el mío está ligado al de los infelices españoles, gobernadoscomo Dios manda.

En cambio expedientan a Juan Morano por desobediente en el asunto del carbón. Conozco a Morano hace mucho tiempo y me parece un hombre honrado, condición no muy extendida, y un poco terco. Aunque imagino que la terquedad es una virtud política. El caso Morano pone de relieve el problema de los lìmites de la acción individual en el seno de un partido. Muy estrictos en el caso del PP, mucho más que en el PSOE o la izquierda en sentido amplio. La derecha no tolera desviaciones de la Línea General.Los diputados y senadores representan al pueblo español pero no se supone que actúes según su conciencia, sino según las directrices de su partido que es quien paga sus nóminas. Desde este punto de vista, Morano es un traidor. Justo por actuar de acuerdo con su  conciencia.

dimarts, 3 de juliol del 2012

Una cuestión de crédito.

Según se disipan las sombras que suelen rodear los hechos y dichos de Rajoy vamos viendo qué hubo de verdad y qué de farol en la cumbre comunitaria del viernes y exactamente qué función le correspondió en ella, además de la del pintoresco español que no entiende nada pero habla demasiado alto. Aquella famosa reunión de dura negociación hasta la madrugada no concluyó con una victoria del eje hispano-italiano. Ni siquiera con la del italiano amenazando dimitir. Según los expertos acabó con otra victoria de Merkel pues las cosas siguen más o menos como estaban: no habrá eurobonos "mientras ella viva" y no se comprará deuda pública italiana o española, al menos de momento. Solo se admite la recapitalización directa de la banca pero sometida a vigilancia de un órgano especial de supervisión (o sea, la troika) y con unas contraprestaciones aún por determinar.
Aquí es donde los asesores de Rajoy, al parecer, insisten en que no haga declaraciones pues suelen irritar a los socios comunitarios. Se le autorizan y hasta sugieren proclamas solemnes siempre que sean vagarosas y no comprometan a nada. Así, dice Rajoy que el último Consejo Europeo ha dado una respuesta "clara y rotunda" al principal objetivo común de los Estados que es la "irreversibilidad de la moneda común", como si algo así estuviera a su alcance. Por eso, la página web de La Moncloa titula la información en términos victoriosos: El euro es el gran triunfador de este Consejo Europeo. Sin duda, gracias a la acción de Rajoy.
Por lo demás el presidente del gobierno sigue diciendo a quien quiere oírle que la línea de crédito no traerá contraprestaciones de ningún tipo, prueba palpable de que su contacto con la realidad es problemático o de que vive en un mundo de fantasía infantil en el cual las cosas no son como son sino como queremos que sean.
Hay algo más que su irrefrenable tendencia a la mentira en la actitud de Rajoy; está también su insospechada afición al aislamiento, la ocultación, la soledad casi cenobítica. Es como si padeciera agorafobia. Habla poco y, cuando lo hace, viene siendo de fútbol. Ese persistente silencio, ese no querer responder, ese negarse a comparecer, ese fiarlo todo ciegamente al futuro, delata una personalidad autoritaria, imbuida de un mesianismo ilusorio. Un caudillo, vamos, en una tierra pródiga en ellos. En fin.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

El primero de todos.

Llevo unos días pensando decir algo sobre la nueva imagen de cabecera del mes de julio. En primer lugar porque, siendo una obra tan excelsa, he tenido que mutilarla, sobre todo por arriba, para encajarla en las dimensiones de la plantilla de blogger. Cayó prácticamente todo el cielo. Ciertamente, este, así como el paisaje, se atribuyen a Tiziano, quien completó la obra a la muerte de Giorgione. Por eso tenía la obligación de ofrecer el cuadro en toda su belleza que en verdad cautiva. El paisaje armoniza a la perfección con la Venus y podría perfectamente ser obra del propio Giorgione. En la escasa producción que se conoce de él hay algún paisaje análogo, lo cual tampoco es mucho decir pues Giorgione adaptaba los paisajes al contenido simbólico y a veces críptico de sus temas humanos. Por ejemplo, el paisaje de Il Tramonto recuerda el de la Venus, sobre todo por el arbolillo solitario; pero el de Los tres filósofos no tiene nada que ver con él y no se hable ya del de La tempestad, probablemente su obra más extraña. En fin, la autoría es irrelevante. Tiziano conocía muy bien a Giorgone del que era compañero y había sido ayudante. De hecho, hay dudas acerca de la atribución de alguna de sus respectivas obras. De Giorgone suele decirse que tenía una visión más filosófica, metafísica, mientras que Tiziano era más pintor de retratos, autoridades, hechos históricos, interpretaciones bíblicas, cosas más concretas.
La Venus de Urbino de Tiziano es, en realidad, la de Giorgione, aunque en un contexto distinto, el de una narración misteriosa de la que el paisaje está por completo ausente excepto un árbol y una maceta en una ventana. La actitud de Venus es la misma, aunque esta nos mira mientras la otra duerme y nos ignora. El misterio radica en el contraste entre el desnudo y la escena del fondo. ¿Es mejor, es peor la Venus de Urbino que la de Dresde? Es el mismo tema tratado por dos genios distintos. En el primero nosotros miramos a la Venus; en el segundo es ella la que nos mira.
Algo, sin embargo, es incuestionable: Giorgione fue el primero que se atrevió con un desnudo de estas características. No con un desnudo a secas, pues los flamencos, Holbein o Memling, los habían pintado, sino con el que enlaza con la tradición clásica y le dota de una sensualidad explícita que hará escuela en la pintura hasta nuestros días, de forma que a la memoria se vienen las otras Venus de Tiziano, la de Reni, la de Velázquez (si bien, claro, siendo España, de espalda), la maja de Goya y la Olympia de Manet. O sea, el arte de Giorgione se convirtió en arquetipo y, de ahí, en estereotipo. Pero si se quiere ver la diferencia que hay entre un estereotipo tratado por un genio o por un mediocre relamido, basta comparar la Olympia de Manet con El nacimiento de Venus, de Cabanel, ambas pintadas en el mismo año 1863.
Giorgione era un portento.