dijous, 29 de març del 2012

La huelga y lo que viene después.

A estas alturas del día 29 ya nadie niega que la huelga general ha sido un exitazo. Solo el gobierno y con la boca chica de una ministra de Trabajo que jamás ha trabajado en su vida y, por tanto, es una huelguista congénita. Tanto ella como sus pares no han hecho otra cosa que mentir. Mintieron para llegar al poder; mintieron para mantenerse en él y mienten a la hora de dar cuenta de la huelga. Mienten tanto que ya no se prestan crédito ni entre ellos mismos. Tanto y con tanta ruidad. A quien se le haya ocurrido la idea de mantener encendido el alumbrado público de día en las mayores ciudades con objeto de falsear los datos de consumo eléctrico deberían despedirlo y aplicarle las normas de la reciente reforma laboral. Es imposible ser más estúpido porque, con eso, solo consigue que todos den por hecho un descenso del consumo eléctrico superior al que realmente ha habido.
Hasta Esperanza Aguirre, a cuyo cargo corre por lo general la provocación chulesca de la aristócrata consorte, está callada como una maceta. Probablemente no se ha repuesto del susto de ver silenciada la máquina de agitación y propaganda que tiene en Telemadrid con el dinero de los contribuyentes. Los espectadores se libran por un día de la pesadilla de Isabel San Sebastián encizañando y sembrando odio desde el minarete público que monopoliza. Solo por esto ya merecía la pena hacer la huelga general.
Los meritorios de los medios de la derecha, los plumillas, los mercenarios están que echan las muelas porque la jornada es un éxito, la industria está parada, el comercio semicerrado por ausencia de compradores (la huelga de consumo ha sido éxito también), los servicios mínimos se cumplen y no hay incidentes. Es más, los únicos que se dan son los de los fachas agrediendo a los trabajadores de los piquetes o los empresarios apuñalando a las trabajadoras seguramente para fomentar el diálogo.
Porque también ha quedado clara la dinámica de la huelga en las relaciones privadas: sin duda, algunos piquetes se han excedido y ha habido ocasionales interferencias en el ejercicio del derecho al trabajo; pero nada comparado con la violencia estructural gallardoniana de los empresarios sobre los trabajadores a los que amenazan con el despido, de los ladradores mediáticos de la derecha, de las extralimitaciones policiales contra los huelguistas. De las coacciones, amenazas, embustes, provocaciones de todo tipo. Hablando de Gallardón: se ha lucido el centroderechista en el Congreso practicando el filibusterismo para alargar la sesión plenaria y tratar así de boicotear la huelga siguiendo las órdenes que le ha dado su jefe, probablemente el mismo que ha ordenado mantener encendido el alumbrado público.
Y hablando del Congreso, también se han lucido los diputados del PSOE haciendo de esquiroles. Su mala conciencia es patente y las pendejadas que dicen así lo prueba. En el colmo, además, de la anemia moral, resulta que el Congreso registraba hoy el mismo grado de inasistencia (¡al plenario!) que otros días. No solo no hacen la huelga sino que no hacen la no-huelga. O sea, no sirven para nada.
La huelga ha sido, está siendo y será (en la manifa de esta tarde) un éxito porque, por fin, ha cundido la indignación contra estos pájaros que gobiernan en nombre de los empresarios, quienes pretenden aprovechar la crisis para aniquilar todos los derechos de los trabajadores. Esa conciencia es hoy clarísima y la tiene todo el mundo y será el mecanismo que mueva a otras acciones posteriores. La unanimidad de la protesta es un factor extraordinario que no se ha valorado suficientemente. Por primera vez en muchos años la calle ha impuesto la unidad de acción de la izquierda, desde los sindicatos mayoritarios hasta los grupos más marginales. La adhesión del movimiento 15-M (bajo cuya denominación englobo sectores muy diversos todos ellos extraparlamentarios) da a la huelga una dimensión y una proyección muy eperanzadoras. Dado que el gobierno no tiene oposición en el Congreso, la tendrá en la calle. Y es, además, una oposición de alcance insospechado porque traspasará nuestras fronteras. Ya lo ha hecho, enlazando con el movimiento insurreccional magmático, espontáneo, anónimo que está cristalizando en todo el mundo occidental. Al final no será solo que Rajoy haya convocado esta huelga general, sino que ha puesto en marcha, gracias a su pavorosa ineptitud, una protesta más amplia.


Actualización a las 17:00 del día 29. La caída en el consumo real de electricidad para usos productivos es del 87'8% según los muy bien argumentados cálculos de Economistas frente a la crisis. Ya puede el gobierno seguir mintiendo con el microondas encendido todo el día en La Moncloa.


Y ahora nos vamos todos a las manifas, teniendo buen cuidado de apagar las luces antes de salir.
(La imagen es una foto de FuturePresent, bajo licencia de Creative Commons).

La huelga es un éxito.

Parece otro acierto del sondeo de Metroscopia de El País hace unos días, que vaticinaba un enteco seguimiento de la huelga general de un 30%. Ya el patinazo de las elecciones andaluzas incitaba a pensar que traducía un estado de ánimo distinto al registrado en las encuestas y que podría actuar como catalizador de otro más general, español.

Y puede que sea eso lo que ha pasado. Los medios han seguido la huelga (¡y cómo!) pero la información no se ha interrumpido porque iba y venía por las redes, especialmente twitter, en donde las cosas se saben antes de que hayan terminado de suceder. La huelga ha creado un clima de huelga. La primera señal llegó con la pantalla fija de Telemadrid. Los madrileños hemos entendido que el mundo sigue sin estar escuchando a todas horas las desagradables admoniciones de Aguirre y sin tener que compartir necesariamente sus volubles estados de ánimo.

Después vino un torrente de noticias: las fábricas de automóviles todas paradas; los servicios de basuras de 75 ciudades, parados; Mercamadrid, Mercasevilla, etc, cerrados. Por supuesto los medios de la derecha dirán que la vida corre como de costumbre. Pero los ciudadanos ven que no es así. TV1 y TV2 en servicios mínimos, el metro de Madrid en servicios mínimos. Eso no es normal. Cae el consumo eléctrico y tampoco es normal.

Hay piquetes en todas partes. Ha habido estallidos aislados de violencia. Curiosamente, los primeros han sido agresiones a los piquetes, no de los piquetes; agresiones a los huelguistas, algún policía de Extremadura que ha disparado una pelota de goma al aire porque se le había escapao o un empresario de Cantabria que, al parecer, ha apuñalado a una mujer de un piquete que, en fin, tampoco es algo que suceda todos los días.

A la derecha cabe admirar la portada de ayer de La Razón, a la que muchos llaman La Ración, que es un diario claramente de partido. Algo así como El socialista o La conquista del Estado. Es una pintoresca portada incendiaria que trata de echar a la patria encima de los huelguistas, con lo que estos ya sientan plaza de "antiespañoles", concepto muy socorrido de la derecha española desde los tiempos del Caudillo, español de pro. Por si fuera poco ser "antiespañol", los sindicatos son una especie de sabandijas que se nutren del fondo de reptiles. Este tremendismo injurioso es compatible con algo tan ridículo como estrafalario, esto es, pedir que se trabaje por España a un país con cinco millones de parados. Cuando el adversario se pone tan nervioso, la huelga es un éxito.

El gobierno ya ha dicho que no cambiará un ápice de la reforma laboral. Da por descontada la huelga y entiende que mantiene intacta su legitimidad, cosa irrelevante por entero porque nadie la cuestiona, lo que se cuestiona no es la legitimidad del gobierno sino su decisión de agredir por vía normativa a los sectores más débiles de la sociedad y a los trabajadores y de despojarlos de sus escasos derechos.

Por cierto, y para terminar, ¿pueden explicar los diputados del PSOE por qué no están en huelga? Quizá tengan sus razones, pero deberían exponerlas a un país que ha visto una huelga de jueces. Como imagino que no lo hacen por los haberes cesantes, supongo que aducen la razón de que los poderes del Estado no pueden ir a la huelga. No se ve por qué no, máxime si se recuerda que pueden dejar unos servicios mínimos, por ejemplo, la Diputación Permanente del Congreso o lo que quieran. Pero no se entiende que los diputados socialistas estén calentando los escaños cuando los dos sindicatos mayoritarios del país han llamado a huelga general. Y general quiere decir general.

(La imagen es una foto de gaelx, bajo licencia de Creative Commons)

Telemadrid en huelga.



Esta huelga va a ser un exitazo y se lo debemos... a los andaluces.


dimecres, 28 de març del 2012

Citius, altius, fortius.

El lema olímpico se ajusta como un guante a la situación española. O, mejor, como un dogal que nos hubieran puesto al cuello, apretándolo progresivamente. Recortes más rápidos, más altos (o más bajos, según como se mire), más fuertes (o más graves, según también cómo se mire); más, más. Va a ser cosa de someter a referéndum las salidas de Rajoy al extranjero porque, cada vez que sale, nos aprietan más el dogal y nos echan más carga sobre los hombros.


Incidentalmente, vaya foto la de la portada de El País. ¿Qué le estará diciendo Rajoy a Obama con el dedo levantado, como un maestro? ¿Algo así como: "Ojo, Obama, que la próxima vez entenderé todo lo que dices"? Por cierto, ¿soy el único que tiene la inquietante impresión de que nuestros políticos, todos, suelen estar out of tune cuando andan por el exterior? Les falta naturalidad, están envarados (lo que casa con el prejuicio general de que los españoles somos pomposos y estirados como borgoñones) y sus limitaciones lingüísticas no contribuyen a hacerlos populares.


El caso es que España se ve sometida a una especie de acoso muy mal recibido en el interior. ¿La prueba? Esa huelga general convocada para mañana que estoy convencido haría hasta el propio Rajoy si la gente pudiera hacer lo que cree justo. El obispo de Ciudad Real critica con dureza la reforma laboral que defiende a capa y capelo su jefe, Rouco Varela. Vamos que hasta iría a la huelga. No se lo piense dos veces, monseñor: es justa. Todo el mundo sabe que la reforma es un ataque sin precedentes a los derechos de los trabajadores y los retrotrae a las condiciones de principios de siglo y, si alguien lo duda, que eche una ojeada al anuncio de una academia a la derecha en la que, por 690 euros, reputados expertos en derecho del trabajo y materias afines, muestran a los empresarios cómo sacar el máximo partido (fortius) a la reforma laboral, cómo rebajar el coste del despido, cómo despedir más rapidamente (citius), como bajar los salarios desde ya y, claro, como elevar (altius) los beneficios. Da un poco de grima, pero es la realidad del mercado.

La huelga está superjustificada y es de esperar no se haga violencia a la voluntad de los trabajadores que quieren seguirla como un derecho que es. Los empresarios, ya se sabe, quieren restringirlo para el futuro pero, al decirlo, admiten que hoy por hoy es un derecho y los derechos no se limitan arbitrariamente.

De hecho, lo que se está haciendo es practicar la doctrina del shock, o sea acogotar al personal con el apocalipsis. Montoro dice que, con su presupuesto (que ha retenido hasta la fecha a ver si ganaban en Andalucía) España se juega el ser o no ser. Vale. ¿Qué opinión merece un ministro de Hacienda que aplaza una cuestión de vida o muerte hasta después de unas elecciones autonómicas? En verdad, es pasmoso.

Para respaldar el gori-gori tremebundo se aportan números fulminantes: en los dos primeros meses del año el déficit se ha ido al 1,9%. Hacienda, la Hacienda del ministro hamletiano, dice que los dos primeros meses no son significativos. Claro, ¿qué va a decir? ¿Sálvese el que pueda? Algún consuelo hay entre tanto negro augurio: al menos no se podrá acusar a los españoles de que falsean las cuentas, como se ha venido acusando a los griegos. Pero no sé si es un consuelo.

Erewhon: las máquinas contra los hombres.

Ya está en librerías la obra de Samuel Butler, Erewhon, que ha traducido mi hijo Andrés y trae un estudio introductorio de un servidor, en la colección de utopías que dirijo en la editorial Akal. Tanto la imagen de esta entrada como la que hay en la barra de la derecha, llevan al libro.

Samuel Butler (1835-1902), hijo de un clérigo anglicano que iba a su vez para clérigo, pero decidió orientarse en otra dirección, fue un hombre extraño. Sometido a malos tratos continuados desde la infancia, creció en el odio a la familia, institución básica de la sociedad victoriana y, por extensión a esa sociedad. Pero en sí mismo era un victoriano porque aceptaba casi todas las demás convenciones. Es decir un "victoriano antivictoriano" que, en el fondo, he empezado a pensar fue lo que le pasó a mucha gente de aquella época. Por ejemplo, aunque no haya pruebas incontrovertibles, es bastante probable que Butler fuera homosexual. No se casó jamás, aunque alimentó ciertas ilusiones matrimoniales durante largo tiempo en una amiga que falleció sin ver consumados sus deseos; convivivió toda su vida solo con hombres, especialmente con dos, uno de joven, Charles Paine Pauli quien, en cierto modo, lo explotaba y, ya en la edad madura, Henry Festing Jones, que fue su albacea literario; sus obras rebosan observaciones sobre los físicos masculinos, mientras que su tratamiento de los femeninos es bastante incoloro; es el autor de la idea de que los Sonetos de Shakepeare, en realidad, hablan de un amor homosexual. Pero él, Butler, vivió esa supuesta homosexualidad como algo vergonzoso o delictivo, lo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que fue contemporáneo de Oscar Wilde y pudo contemplar lo que sucedía en estos casos.

Erewhon ("Nowhere" más o menos al revés) es una utopía que oculta celosamente su emplazamiento si bien es bastante conocido pues se encuentra en Nueva Zelanda, a donde el joven licenciado en lenguas clásicas por Cambridge emigró en sus años mozos para hacer fortuna con el ganado lanar, cosa que consiguió. Y de Nueva Zelanda se trajo Butler a su amigo Pauli, mucho dinero, una extraña relación de amor/odio con Darwin y unos artículos y ensayos que, luego, algunos años después (hacia 1871), se convirtieron en esta curiosa utopía de una sociedad muy desarrollada pero en la que no se emplea la tecnología ni las máquinas que fueron destruidas en el pasado por ser una amenaza para los erewhonianos. La idea gustaría más tarde a algun filósofo francés que, como Deleuze, hablará de ciertas nociones "erewhons". De hecho, tres de los capítulos de Erewhon tienen existencia propia bajo el título de El libro de las máquinas y en él se da vida a su fantasía de unas máquinas capaces de evolucionar según la teoría de Darwin y ser una amenaza para sus creadores.

Butler dejó una copiosa obra en otros campos pero quizá lo más característico sea su novela autobiográfica, The Way of All Flesh (más o menos traducible como El destino de todo ser humano), con una denuncia tan descarnada y directa de la sociedad victoriana que, siendo hombre pacífico, no quiso que se publicara en vida suya y es obra póstuma. También muy crítica con la hipocresía victoriana es Erewhon, pero no debió de parecerle tan agresiva al ser utópica.

Es curioso, sin embargo, que Butler volviera sobre el tema y escribiera una segunda parte de Erewhon veinte años más tarde, un Retorno a Erewhon. En lo que se me alcanza es la única utopía que recurre a este procedimiento de los "veinte años después", como Los tres mosqueteros. Y, por cierto, igual que aquella está escrita en primera persona, también lo está la segunda pero, ahora, el protagonista, el viajero que vuelve a Erewhon, ya no es él, sino el hijo que nunca tuvo. Y solo gracias a este hijo inexistente nos enteramos en la segunda parte del nombre del protagonista de la primera, que olvidó dejárnoslo por escrito: Higgs.

dimarts, 27 de març del 2012

Los pactos.

A la hora de resolver un problema la primera condición es plantearlo bien. En el caso del gobierno de Andalucía el planteamiento es: ¿cómo se constituye un gobierno de una comunidad autónoma en la que hay una mayoría electoral de izquierda dividida entre dos formaciones distintas y que en muchas ocasiones han estado enfrentadas? La respuesta es sencilla: pactando. Las dos fuerzas políticas deben hablar, negociar, encontrar un terreno de entendimiento, redactar un programa de gobierno respaldado por una mayoría parlamentaria y gobernar. Así, seguramente, se resolverá también el problema de Asturias, en donde los dos partidos de la derecha que suman mayoría, tendrán que entenderse y pactar. Así también debería resolverse el problema de Extremadura que, al haberse abordado mal en las pasadas elecciones autonómicas del 22 de mayo, se resolvió también mal de forma que el gobierno lo forma la minoría y la mayoría social está en la oposición.

La primera condición para pactar es tener voluntad de hacerlo. Si se abrigan reservas, si se prefiere otra fórmula, si se dice "sí" pero se piensa "no", no habrá pacto. Y la voluntad de pacto debe ser expresa. El PSOE no puede dejarse amilanar por la agresividad de la derecha que, con el fin de estigmatizar el pacto por radical, ya está hablando del Frente Popular en Andalucía. El discurso de la derecha española, bien se ve, es de escaso recorrido. En cuanto sufre un contratiempo, saca el recuerdo de la guerra civil. Es su modo de amenazar. Pero el PSOE no debe arredrarse ante las amenazas. Andalucía necesita un gobierno de unidad de la izquierda y eso no es un frente popular. Entre otras cosas porque los frentes populares europeos fueron formaciones para combatir el fascismo y el nazismo en los años treinta. Y lo que ahora hay en la derecha no es el facismo ni el nazismo. ¿O sí?

A su vez, IU tampoco debe dejarse llevar por el discurso de su sector más extremista, el que dice que no hay que pactar con el PSOE en modo alguno. En Andalucía, cuyos intereses están por encima de los de sus partidos, hace falta un gobierno con respaldo parlamentario suficiente y estable. Como lo tiene la derecha en España. Un gobierno andaluz débil, sin mayoría parlamentaria segura, obligado a acordar medida por medida sin estar seguro de conseguirlo, no podrá defender los intereses de Andalucía frente a un gobierno nacional con mayoría absoluta.

Los intransigentes de IU, por darles algún nombre, suelen emplear un argumento que reputan muy democrático y ganador cuando dicen que las bases de IU rechazan todo pacto con el PSOE y que la dirección debe consultar con esas bases antes de hacer pacto alguno. Es el mismo argumento que se empleó para justificar el desaguisado de Extremadura. Pero es una falacia. Descansa sobre el supuesto de que acerca de la decisión pactista pueden pronunciarse dos sujetos, la dirección o las bases. Y no es cierto pues los sujetos son tres: la dirección, las bases y los electores. Que decida solo la dirección podría parecer autocrático; que decidan las bases será oligárquico. Lo democrático es que decidan los electores, porque son estos los que han hecho posible que haya diputados de IU y no las bases. Como esto no puede hacerse, lo sensato es que decidan las direcciones, que son representativas.

La fórmula intermedia que algunos acarician, esto es, una especie de pacto de legislatura, al estilo catalán, o sea con apoyo parlamentario pero sin entrar en el gobierno, no es tan desastrosa para los intereses de Andalucía como negarse a pactar en redondo, pero sigue siendo un error. Las sociedades se cambian desde los gobiernos parlamentarios. Si la izquierda transformadora quiere transformar algo habrá de ser desde el gobierno. Por otro lado, es altamente improbable que IU llegue alguna vez a formar gobierno ella sola. Por lo tanto tendrá que entrar en coaliciones. Tanto para imprimirles un curso más acorde con sus ideas como para revalidarse ella misma a título de gobierno y no de sempiterna oposición.

En mitad de esta crisis brutal, a punto de que el gobierno del PP, por fin, revele unos presupuestos que cargarán la mano sobre las comunidades autónomas, Andalucía necesita unidad y fuerza con un parlamento con una mayoría clara a favor de un programa común de la izquierda que los dos partidos están obligados a elaborar. Es más, Palinuro invitaría a las izquierdas extremeñas a sumarse a la tarea de ese programa común de la izquierda para Andalucía y Extremadura. En esta última habría que presentar previamente una moción de censura (art. 29 del Estatuto de Autonomía vigente), pero eso es algo perfectamente legítimo.

El Consejo Editorial de Püblico.

Se recordará que hace unos días tuvimos una reunión del Consejo Editorial de Público, a ver qués se podía hacer al haberse cerrado la edición de papel. Como siempre que se reúne gente de pluma, al final nos pusimos de acuerdo en redactar un editorial colectivo que es el que reproduzco más abajo. Decidimos enviarlo a la web de Público.es, para dejar constancia de nuestra preocupación y nuestro propósito. Pero, como no parece que en la web se decidan a sacarlo, lo hago yo en Palinuro:


SIN PÚBLICO.

El Consejo Editorial.

La indignación social, la depresión económica y el empobrecimiento de la democracia en España se encuentran en una situación especialmente necesitada del ojo informativo, analítico y crítico de Público, y en general, de publicaciones que no se plieguen al pensamiento único. En estas circunstancias, el Consejo Editorial del diario Público (CEP) se ha visto sorprendido por la interrupción de la versión en papel del periódico y ha decidido sumar su voz a la del resto de los lectores, suscriptores y simpatizantes del diario.

Nuestro proyecto sigue siendo el originario de Público. Aquel que dio cabida a los lectores de la izquierda, sin preguntarles de dónde vienen sino a dónde quieren ir. Un proyecto, desarrollado en tiempo de crisis, en el que los editorialistas han sido libres de expresar sus análisis como en ninguna otra prensa comercial. Público ha sido un medio de formación de la opinión pública con una concepción nueva y dinámica que ha conectado con los valores de generaciones distintas y de corrientes de pensamiento progresistas. En cuatro años, Público llegó a ser el referente diario de la izquierda democrática.

La crisis económica y factores concomitantes han hecho imposible la continuidad del proyecto empresarial en su conjunto. Pero esperamos que el capital humano, informativo y político-cultural acumulado por el diario durante estos años no se dilapide, y que se consiga mantener la edición digital, Público.es que, con sus cinco millones de visitas, constituye una excelente base para acomodar el proyecto inicial a la comunicación en la era tecnológica. Mientras tanto, el CEP interrumpe su actividad ordinaria hasta que se aclare cuál es el destino de la cabecera y la web.

El Consejo sabe de la dificultad material que entraña acometer este u otro proyecto de similar naturaleza comercial y compromiso cívico, pero se hace eco del interés y de la movilización de los lectores para no darse, aún, por vencido. Sin Público, los mencionados sectores sociales, más activos, abiertos e igualitarios se quedan sin un diario que refleje sus preocupaciones y sus ideas, en un momento crucial de la historia de España y Europa, cuando la reacción está empeñada en devolver la sociedad a épocas pasadas. Sin Público, ¿quién nos librará del pensamiento único?



Al mismo tiempo he de confesar que no soy el mejor ejemplo de abstencionismo, dado que hoy me han llamado del periódico pidiéndome un artículo y, al estar las elecciones andaluzas tan recientes, lo he enviado. Es una posición contradictoria; lo sé, pero lo único que se me ocurre es aferrarme a ella. Quizá nuestra condición sea de imposible cumplimiento dado que nadie sabe qué sucederá con la web de Público.es y nadie puede preverlo. Pero, mientras se dilucida, el tiempo pasa y, si no se alimenta, dejará de tener visitas y su valor decaerá. Es posible que, al final, el destino de la web no sea de nuestro agrado como gente de izquierda. Será entonces cuando cada cual decidirá si sigue escribiendo o no.

dilluns, 26 de març del 2012

A pesar de todo.

"Apesar de todo", Trotz alledem, el título del famoso poema de Ferdinand Freiligrath, que Karl Liebknecht citaba en su último artículo antes de que lo asesinaran, es lo que se le viene a uno a la memoria al contemplar el inesperado y feliz resultado de las elecciones asturianas y andaluzas de ayer. Especialmente de las andaluzas. A pesar de todo. A pesar de los treinta años de gobierno ininterrumpido del PSOE en Andalucía, del escandalazo de los EREs fraudulentos, de la abrumadora mayoría absoluta de la derecha en todo el país, de los vaticinios cerrados y superseguros de los sondeos, del coro monocorde de comentaristas y tertulianos, los votantes andaluces han cerrado el paso a la derecha. La Andalucía irredenta del PP sigue siendo irredenta y, gracias a ella, España no se ha teñido de azul por entero.

Los gestos cariacontecidos de los tres dirigentes conservadores encargados de comunicar la amarga píldora a sus atristados seguidores hablaban por sí solos. Arenas certificó una vez más su escasa talla política al interpretar el resultado como una "victoria histórica del PP" en Andalucía. Debe de ser la primera vez que alguien festeja una victoria a la funerala. No se lo esperaban y no tenían discurso de recambio.

Prácticamente no se lo esperaba nadie. Y menos que nadie, los avezados encuestadores. El patinazo de los sondeos sí que es histórico. He recogido veintidós de estos, de todas las empresas, y como media, daban al PP un 46,3 por ciento del voto (y mayoría absoluta de escaños), siendo el resultado real de 40,6%, casi 6 puntos de diferencia. En cuanto al PSOE, la media, que erraba por abajo, vaticinaba 34,7% del voto que se tornó en un 39,5%, esto es, casi cinco puntos de diferencia. El error en el caso de IU fue algo menor, de 2,6 puntos, pero error asimismo. Los sondeos fallaron por entero. Y de ellos, uno de los que más patinó fue el de Metroscopia para El País que daba el 47,3% para el PP (casi siete puntos de error) y 34,4% para el PSOE (5,1 puntos por debajo). La misma empresa hacía saber ayer que menos del 30% de los encuestados se declara dispuesto a participar en la huelga general del próximo día 29. Si atina como en las elecciones andaluzas, la huelga será un éxito.

Y en punto a previsiones acertadas, imagino que Griñán todavía estará felicitándose por haber separado las elecciones autonómicas de las generales, por no haberse secundado el desastroso ejemplo de Zapatero cuando este, en un momento de probable depresión o enajenación, cometió el disparate de adelantar los comicios como le exigían sus adversarios. Gracias a esa sabia decisión, el electorado andaluz ha tenido tiempo de pensárselo por segunda vez antes de echarse en brazos de esta derecha reaccionaria que quiere convertir de nuevo el país en un yermo.

Hay recomposición del panorama parlamentario andaluz, pero no incorporaciones. El Partido Andalucista, UPyD y Equo no han conseguido representación. Ha habido muy alta abstención (unos diez puntos más que en las elecciones de 2008), pero el voto emitido no ha sido muy volátil sino, al contrario, muy concentrado en los tres partidos mayoritarios. El fracaso de UPyD parece epecialmente clarificador. El de Equo debiera hacer recapacitar a sus dirigentes que, sin embargo, parecen inclinarse por el consuelo de ser unos incomprendidos. Mal negocio.

Una pequeña digresión respecto a la abstención. Andan los partidarios de esta (que lo son por muchos motivos) muy contentos con ese aumento de diez puntos del abstencionismo, atribuyéndoselo al hartazgo del electorado, su desengaño y otras reacciones elegantes, sin parar mientes en que lo decisivo aquí es que, por primera vez, las elecciones autonómicas andaluzas eran eso, autónómicas, y no coincidían con las generales, que siempre movilizan más. Una explicación simple pero solo válida para quienes no vean la realidad según les dicta su catecismo. No hay aumento real de la abstención; hay la abstención que suele darse en elecciones autonómicas. Fin de la digresión.

El paso siguiente es la constitución del gobierno. No es de esperar -no sería de recibo- mucha dilación. La fórmula lógica, después de todos los discursos y de la situación de crisis del país, es la coalición PSOE-IU. Si Andalucía ha de convertirse en un bastión contra la imposición general del neoliberalismo, solo podrá hacerlo con un gobierno con fuerte respaldo parlamentario. Es de esperar que IU no caiga en la tentación de hacer difícil la gobernación de la comunidad. Doy por descontado que menos lo hará en repetir el adefesio extremeño. Al contrario, es cosa de pensar si el resultado andaluz no debiera llevar a la izquierda de Extremadura a hacer lo mismo a través de una moción de censura al gobierno del PP, cosa que depende exclusivamente de IU.

La izquierda en Andalucía tiene que dar ejemplo de cómo se consigue que las políticas de ajuste no perjudiquen siempre a los mismos y, además, debe acometer una especie de regeneración de la administración y el gobierno de la Comunidad: apertura, transparencia, rendición de cuentas para hacer más democrática la relación entre representantes y representados, entre gobernantes y gobernados. Más de izquierda. Y que lo vea toda España.

diumenge, 25 de març del 2012

Salvados por los pelos

Finalmente pasó la amenaza del azul falangista anegando Andalucía también. El careto de Arenas Bocanegra anunciando su triunfo con 50 diputados (5 menos de la mayoría absoluta) reflejaba el de Montoro y Báñez por idénticos motivos. Probablemente lo más sensato que pueda hacer sea pedir destino en algún enchufe del PP, como si fuera cónyuge de alguna política de la derecha con mando. Poco después, Pedro J. daba también suelta a su bilis, amenazando en Twitter con la intervención de la economía española porque los andaluces no le han hecho caso, votando lo que él quiere. Otros agoreros también asocian la derrota del PP (pues derrota es) con la subida de la prima de riesgo de España. Que no se preocupen ambos, según el Financial Times, Frau Merkel va a subir el monto del cortafuegos para que no se extienda la crisis de la deuda. Así que España sobrevivirá.

Por cierto, los sondeos se han lucido. He recogido dieciocho de ellos y, como media, daban al PP una horquilla entre 55,7 y 57,3 escaños; una diferencia de cinco a siete escaños. Al PSOE otra entre 41,2 y 44,3 escños, a su vez una diferencia de tres a seis escaños. Y uno de los que más ha patinado ha sido el sondeo de Metroscopia de El País que vaticinaba a todo trapo una victoria clara del PP en Andalucía, con ¡59 escaños! Una diferencia de nueve. ¡Ojala Metroscopia acierte igual con su vaticinio de hoy de que solo el 30 por ciento apoya la huelga general! Querrá decir que lo hará el doble.

La situación en Asturias se presenta algo más complicada. Pero no me parece conveniente rechazar la posibilidad de una coalición PSOE-PP, justificada por la excepcional consideración de que un personaje tan disfuncional, estrafalario y obstinado como Cascos debiera abandonar ya la política para siempre pues es una muestra de lo más detestable de las tradiciones caciquiles españolas.

En Andalucía se abre un tiempo de gobierno de coalición PSOE-IU pues es de suponer que esta última no volverá a patinar moralmente como hizo en Extremadura. Debe ponerle las cosas difíciles al PSOE para que este abandone sus ambigüedades y se oriente a la izquierda; pero no tanto que haga imposible la alianza. Y, a propósito, ¿que tal si, aprovechando el resultado andaluz, la IU de Extremadura recupera el sentido común y pacta con el PSOE presentar una moción de censura para echar al gobierno de la derecha?

(La imagen es un cuadro de Jorge Apperley titulado "Flamenca" (1924).

Si Palinuro fuera andaluz...

Los españoles sostenemos ser muy nuestros y no gustar de que vengan de fuera a decirnos lo que debemos hacer. Y los más españoles de todos, los vascos, para los cuales nadie nacido fuera de Euskal Herria puede aspirar a comprender siquiera el misterioso ser de ese pueblo, consistente en mirarse a sí mismo hasta el fin de los tiempos. Con todo, cuenta habida de que, al menos de momento, Al Andalus, al igual que Euskadi, forman parte de esa problemática realidad que llamamos (y no todos) España, nos da a los españoles por hablar de las cosas de los otros españoles, tanto más Palinuro que es troyano. Pero no lo que la informática llama un troyano, pues esa ciencia será muy exacta, pero confunde los caballos de madera con las personas.

En fin, si Palinuro fuera andaluz, tendría un cabreo fenomenal con el PSOE de la Comunidad, que ha incurrido en prácticas detestables de clientelismo, favoritismo y enchufismo durante largo tiempo. Le afearía haberse limitado a administrar Andalucía, prácticamente sin innovar nada, sin aplicar políticas de izquierda, habiéndose plegado a una rutina en donde domina la mediocridad y acaba germinando la corrupción. Y le amenazaría con negarle el voto.

La irritación de Palinuro aumentaría al comprobar que el PSOE nacional no ha hecho nada por recuperar la confianza de los españoles con propuestas nuevas que corrijan el camino de lo que se hizo mal antes, que arranquen de la crítica clara de esos errores.Y tampoco ha hecho nada por aportar a Andalucía perspectivas y soluciones que sean eficaces para la Comunidad y sus relaciones con el gobierno central.

En esas condiciones, Palinuro pensaría en abstenerse o votar por alguna opción minoritaria de izquierda, IU o Equo. Y, a pesar de todo, votaría por el PSOE, no por los méritos intrínsecos de este, sino porque parte de la convicción de que, en las circunstancias actuales, todo voto que no sea para los socialistas es para la derecha. No hay otra opción. Y, francamente, aun estando convencido de la conveniencia de la alternancia en la democracia, Palinuro ve con verdadero temor la consolidación del dominio absoluto de la derecha en España: el gobierno central, las Comunidades Autónomas, los ayuntamientos, los poderes del Estado, los medios de comunicación, el mundo financiero y empresarial (siempre muy pendientes del Estado en España) y, por supuesto, la bendición apostólica. Un panorama tenebroso, una vuelta al pasado de manos de esta derecha que ya siente estar en situación de decir lo que le dé la gana pues nadie podrá rechistar. Léase en la primera de El País más arriba al rey pidiendo a los empresarios que "arrimen el hombro en la creación de empleo"; a los empresarios, que son los que están destruyéndolo.

Palinuro no querría el poder absoluto ni para los suyos, supuesto que existieran.

El ojo que todo lo vio.

En los salones de Azca, Mapfre tiene una extraordinaria exposición de fotografías del casi desconocido Emil Otto Hoppé (1878-1972) que contribuirá a popularizar de nuevo el nombre de este alemán, educado en Viena y París y radicado finalmente en Inglaterra en donde triunfó siendo considerado el fotógrafo más importante en la primera mitad del siglo XX, al extremo de que no había personalidad de la política, la cultura, la vida social que no quisiera un retrato, o más, de Hoppé. Y, sin embargo, un desconocido.

¿Cómo se pasa de la gloria a la oscuridad de golpe? Por una decisión errónea. Parece que a mediados de los cincuenta Hoppé, que tenía ya 76 años, vendió su enorme colección de fotos a una empresa comercial que las clasificó por temas, no por autor. Y así desapareció su nombre hasta que se recuperó trabajosamente su obra y empezó a exhibirse a partir de 2006, siendo esta la primera vez que llega a España una muestra. En efecto, un desconocido.

Pero un desconocido que ha dejado una obra portentosa en todos los campos de la fotografía y todos los estilos. Un adelantado del pictorialismo al nivel de los grandes gringos como Strand, Stieglitz o Evans quienes, bastante celosos, no le dieron bola cuando intentó instalarse en Nueva York y prácticamente lo echaron. Competencia peligrosa.

Hoppé se hizo famoso como retratista. No me paso de hiperbólico si digo que el pictorialismo vincula sus retratos con la retratística inglesa del XVIII, los Reynolds o Gainsboroughs. Se dan un aire. Pero es que además retrató el who's who del mundo en la primera mitad del siglo XX. El visitante encontrará en la exposición abundancia de retratos de gente que pesa o ha pesado en la vida de cada cual por distintos motivos: retratos de Paul Robeson, Albert Einstein, Ezra Pound, Benito Mussolini, Ruyard Kipling, Bernard-Shaw, Jorge V, la Reina Madre, Aldous Huxley, etc. La serie es interminable. Cada cual mira lo que le interesa: me encantó poner rostro a Vita Sackville-West, a la que no había visto nunca, la amiga y quizá amante de Virginia Wolff que esta retrató en Orlando. Igual que a Somerset Maugham. La figura de Ezra Pound es impresionante y la de Henry James extrañamente familiar. Mussolini, le hizo ir a retratarlo a Italia y lo recibió practicando inglés de esta guisa: "Hello, Mr. Hoppé. How are you? It's a long way to Tipperary". Al menos es lo que dice la nota explicativa y si non è vero è ben trovato. El retrato de Marinetti es todo un hallazgo porque es fotomontaje y composición y le sale algo perfectamente futurista.

Pero no solo retratos en el estudio; Hoppé lo fotografió todo, hizo series, por ejemplo, una de desnudos femeninos que publicó en forma de libro The Book of Fair Women, que está muy bien pues no se resienten del paso del tiempo, cosa que suele pasar en la fotografía de desnudos, ya que son cuerpos de una belleza clásica. Otra serie con tipos de la calle, los comercios, los oficios. Utilizó cámara oculta para obtener instantáneas espontáneas. Fotografió de todas las formas posibles la ciudad de Londres, paisajes. Viajó mucho al extranjero, a París, a Viena, al Asia, a las Américas, de donde trajo cientos de fotos de todo tipo y de todas las culturas. Su obra, de una sobriedad casi ascética, es una visión riquísima de la primera mitad del siglo XX. Es un mundo de jadis extraordinariamente cercano y nuevo.

Una visión que llega a los rincones más oscuros. Hay una foto en la exposición literalmente asombrosa que no puedo poner aquí porque tiene derechos protegidos y que merece la pena. Es un armario con varios esqueletos reales colgados, muy limpios, en una tienda que los vendía en Londres. Al parecer, se compraban en el extranjero (habría que saber cómo y en qué extranjero) y se importaban porque tenían buena venta con fines docentes y, supongo, ornamentales tipo gótico. Imagino que algo así será hoy imposible, dado que nuestra actitud acerca del valor y la dignidad de la persona seguramente no lo permitirán. Hoppé ha retratado algo tan difícil como un cambio en las concepciones morales del hombre frente a sí mismo.

dissabte, 24 de març del 2012

Hoy, día de reflexión.

Supongo que quienes inventaron esta gansada del "día de reflexión" son firmes seguidores de Rousseau y su idea de la bondad natural del ser humano, indebidamente corrompida luego por su propia obra, las sociedades que forma. Porque previeron una jornada de silencio, sosiego y reposo durante la cual, absteniéndose todos de discursos partidistas, los electores podrían sedimentar y "procesar" la información recibida (un verdadero diluvio que hace las delicias de los especialistas en comunicación) para formarse un juicio. Pero no tuvieron en cuenta la segunda parte, la corrupción de esa bondad natural por los más depravados designios. En resumen, no creo que muchos la respeten. En particular imagino que los medios de la derecha (o sea, casi todos) no respetarán la abstención reflexiva y seguirán pidiendo el voto para el PP bajo los más variados disfraces. Al fin y al cabo es hoy presidente del gobierno quien en la jornada de reflexión de las elecciones del 14 de marzo de 2004 afirmaba en El Mundo que tenía la convicción moral de que fue ETA la autora del 11-M, inaugurando así la leyenda de la conspiración de la mochilita. ¿Jornada de reflexión? Al final lo veremos.

Y hay para reflexionar. No mucho en Asturias en donde, estando la situación más complicada porque la derecha aparece tan dividida como la izquierda, el resultado no tiene tal carga simbólica como en Andalucía. Es aquí en donde los dos partidos se la juegan y la competencia es más agria y más reñida. El PSOE sale a la desesperada a defender casi lo indefendible: treinta años de gobierno ininterrumpido que, justa o injustamente, están ensombrecidos por un episodio de corrupción cuya gravedad no reside en él mismo, pues como él y peores que él hay otros en España, sino en su duración de 10 años sin que nadie lo atajara. Eso es seguramente lo que más pesa en el ánimo de los electores.

No menos a la desesperada sale el PP, cuyo dirigente, el alegre campeón Arenas ya ha perdido la cuenta de las veces que se ha estrellado en su propia tierra. Es ahora, cuando toda España ha sido ya "reconquistada", a reserva paradójicamente de Covadonga, o nunca. Andalucía es el irredentismo de la derecha y donde no puede fracasar.

El caso de IU-Los Verdes-Convocatoria por Andalucía es curioso. No aprovecha el desmoronamiento del PSOE y todas las encuestas le dan entre 7 y 9 escaños con lo que únicamente sube dos o tres mientras que el PP pega un salto de doce o trece. Es posible que alguno se vaya también para el Partido Andalucista y para UPyD. De Equo no tengo datos.

Con todos los sondeos negro azabache, Griñán ha terminado la campaña apelando a una especie de sentimiento andaluz de la izquierda, eco lejano del espartaquismo agrario que es algo así como invocar a las Valquirias. Y no digo que no lleguen.

Luces de España

Casi me pierdo la magnífica versión de Luces de Bohemia que Lluís Homar ha traido al María Guerrero desde el 20 de enero hasta mañana. No me lo hubiera perdonado, pero conseguí entradas y contribuí muy gozosamente al lleno de espectadores, entregados a una compañía que hace una interpretación espléndida de esta rapidísima obra tan audaz, tan incisiva, tan rotunda, tan única y tan actual. Me descubro ante la pareja de Gonzalo de Castro (Max Estrella) y Enric Benavent (Don Latino de Hispalis), que aguantan dos horas sin abandonar el escenario en una acción trepidante y perfectamente llevada por la dirección. Quince escenas distintas que, en realidad, son actos breves con escenarios muy diferentes se resuelven ágilmente jugando con espacios e iluminaciones sin que el telón caiga una sola vez. Y todo ello sin restar protagonismo a lo esencial de la obra, el discurso sobre la España esperpéntica que es lo que realmente cautiva al espectador y le hace comprender, a la cárdena luz del genio, las esencias nacionales.

Luces de Bohemia puede ser una de las piezas más importantes, si no la más importante, del teatro español del siglo XX. Quizá por eso tuvo tan significativo destino: escrita en 1920 y 1924 no se estrenó en España hasta 1970. Se representó antes en París que en su propio país. Una especie de ratificación del contenido y mensaje de la obra: la falta de reconocimiento del genio en España. Max Estrella, el mayor vate hispánico, gloria de las letras, vive ciego y desamparado sus últimos tiempos y muere oscuramente casi como un perro. Por aquel entonces, ya en la cincuentena, Valle estaba hablando de un amigo suyo pero, en realidad, también de él mismo.

La obra es el primer ejemplo del esperpento, definido por Max Estrella como la realidad deformada en un espejo cóncavo y ampliada después a la filosofía nacional en la conclusión de que España es la deformación esperpéntica de Europa. El debate sobre si Valle es o no noventayochista se zanja con dicha conclusión que hace lo que todo el 98, relacionar a España con Europa; pero lo hace a su inimitable e inclasificable modo.

El punto central del relato es el modernismo, concebido como vanguardia pura de la poesía en lucha contra la hipocresía, la ramplonería, la zafiedad y la ignorancia de la vida nacional en todos sus aspectos. De un lado los burgueses, los ministros, los directores generales, los periodistas afines al gobierno y del otro el lumpen, los obreros anarquistas y en medio la juventud modernista que viene cumpliendo aquí, en esta obra tan clásica a pesar de su carácter vanguardista, la función del coro en las tragedias griegas. Lucha que se extiende a los literatos consagrados, los que Dalí y Lorca llamarían algo después los putrefactos: don Benito Pérez Galdós (don Benito "el garbancero"), Ibsen y casi todos los contemporáneos (a los que Dorio de Gádex se jacta de "no leer") excepción hecha de Rubén Darío, a quien embroma cariñosamente.

Max Estrella (el propio Valle) se presenta al ser detenido diciendo que tiene la honra de "no pertenecer a la Academia", la docta casa, de la que se ríe abiertamente, con lo que no se ganó su favor desde luego. Llegado el momento en que se propuso su ingreso hubo una especie de cierre de filas de los académicos más conservadores que no le dejaron entrar. Entre ellos mi abuelo Armando y mi bisabuelo Emilio, uno académico de número y el otro Secretario Perpetuo. Emilio sostenía que era un "mal escritor" porque desfiguraba el lenguaje. No se lució entonces mi antepasado, aunque tampoco llegó a la estulticia de Astrana Marín, quien sostenía que Valle era un "trastornado mental". En fin, don Ramón María, a quien estas quisicosas traían al fresco, ya había dedicado unos versos a su censor que debieron de sentar a este a cuerno quemado: "Cotarelo la sien se rasca/pensando si el diablo lo añasca".

Luces de Bohemia es un fresco genial, un retablo de la España del fin de la Restauración y el comienzo de la dictadura de Primo y por ello mismo, de la España de hoy, la del fin de la dictadura de Franco y la segunda Restauración con algunos ajustes temporales. El gobierno, los ministros, la policía, los altos cargos son los de hoy. Hasta el periódico progubernamental (pagado por García Prieto, presidente del Consejo de Ministros) tiene un nombre muy actual: El Popular. Solo varía el sentido de la época. La obra es muy política al estilo del teatro de cabaret alemán contemporáneo; son tiempos de agitación y lucha obrera, se vive en la resaca de la revolución bolchevique, se habla de Lenin, hay movimiento anarquista, se ataca la "ley de fugas", propia de la dictadura, todo ello como trasfondo de la trágica peripecia de Max Estrella. La época actual, en cambio, es más conformista.

A toda esta abundancia, esta desbordante riqueza de aspectos, situaciones, apuntalados con un torrente de hallazgos lingüísticos (dijera lo que dijera mi bisabuelo) se añade que la obra es también un depósito de referencias cultas, de joyas literarias entre las que aparecen el jardín de Armida del Orlando Furioso, la historia de Artemisia y Mausoleo y ese esperpento dentro del esperpento, ese último refinamiento exquisito del autor al representar la escena de Hamlet y Horacio en el cementerio con Max Estrella como un nuevo Yorick, sustituyendo a los dos primeros por su doble, el Marqués de Bradomín, y el admirable Rubén Darío. Al fin y al cabo, si Yorick era un bufón, el propio Estrella se califica a sí mismo de canalla cuando acepta el dinero del fondo de reptiles que le da su amigo Paco, ministro de la Gobernación. El dinero fue siempre el problema de Valle y así Luces se cierra en el momento en que el Marqués anuncia al nicaragüense que piensa vender sus memorias para salir de pobre como el que vende su esqueleto porque se publicarán después de su muerte. En realidad, son las Sonatas que había publicado el Marqués siendo ya viejo en el exilio y en cuyo frontispicio da su famosa descripción de "feo, católico y sentimental".

divendres, 23 de març del 2012

Involución.

Los cuatro meses de gobierno de la derecha han dejado claro que no se trata solamente de arbitrar un conjunto de medidas excepcionales para hacer frente a una situación también excepcional sino de aprovechar la circunstancia para acometer mudanzas de mayor calado en el conjunto del sistema de convivencia en España. Se trata de cambiar reglas del juego básicas que afectan a la democracia, reglas laborales, industriales, administrativas, de ejercicio de los derechos, educativas, profesionales, etc. Reformar el modo de funcionamiento de la democracia en un sentido claramente autoritario. Esto es, un frenazo al proceso de ampliación y profundización de la democracia y una clara deriva involucionista.
La derecha cuenta con imponer su programa gracias a la unidad de acción de sus tres elementos, el gobierno (la política), los empresarios (la economía) y los medios (la comunicación) Y todo ello bendecido desde fuera pero con gran pompa por esa organización que lleva en sí misma las tres acciones (política, económica y mediática), esto es la iglesia católica, una organización homófoba y misógina, típicamente involutiva.
Cuando la izquierda ocupa el poder esta misma expresión es ya una licencia poética pues nunca ocupa todo el poder sino solo una parte de él. Nunca llega a formar una piña de los tres citados ámbitos: no controla todo el gobierno, No es infrecuente que haya estamentos de la administración que se opongan al PSOE. La única huelga que los jueces han hecho en España se la han hecho a los socialistas. Mucho menos controla el PSOE la economía. Sus relaciones con los empresarios (que están más cercanos al otro partido) son inexistentes y con los sindicatos no son ni mucho menos tan intensas como las de los empresarios con su gobierno. Basta recordar a Díaz Ferrán, el excapo de la patronal, ahora imputado penalmente, al definir a Esperanza Aguirre como cojonuda. Las relaciones del PSOE con los medios son muy endebles. Suele decirse que el gobierno de Zapatero tenía un problema de comunicación. En realidad lo que tenía y tiene el PSOE es una batería de medios contraria y prácticamente ninguno a su favor. Y así es muy difícil comunicar, salvo que se haga de forma original.
En las tres esferas la involución de la derecha avanza a toda máquina:
En la política. El gobierno no ha perdido el tiempo y ha impuesto una reforma laboral que revienta el sistema de garantías jurídicas de los trabajadores sin dialogar con los sindicatos a los que, en realidad, está hostigando y provocando con ánimo, quizá, de que haya un enfrentamiento que justifique la mano dura del gobierno. La reforma laboral es un trágala con claros ribetes de provocación. Por si esta no fuera bastante, la delegada del gobierno, Cifuentes, añade provocación a la provocación prohibiendo que la manifa de los sindicatos del día llegue hasta la Puerta del Sol. Esta evidencia arbitrariedad. Están buscando camorra. Y también están aprestando le medios para imponer la involución. El gobierno quiere endurecer las penas por desobediencia a la autoridad. Disciplina, orden seguridad. Prepara igualmente una ley de transparencia de todas las administraciones que, en sí misma, es cosa buena pero que incita a la desconfianza dado que el la ejecutoria del PP en este campo no es ejemplar. ¿Hasta qué punto puede el PP imponer criterios cuando los primeros en no aplicar las normas endurecidas o no endurecidas han sido sus gobiernos y él mismo como partido. Los dos códigos éticos aprobados por Aznar y Rajoy eran papel (o bit) mojado antes de ver la luz. Es posible que Cospedal acate y cumpla la ley de transparencia cuando esta sea realidad. Pero, entre tanto, su gobierno no cumple la propia de la Comunidad Autonoma bajo su autoridad.
En la economía. La unidad de ación entre la patronal y ls empresarios es completa. El gobierno es manifiestamente uno de empresarios en mucha mayor medida que uno socialista lo era de los sindicatos. La reforma laboral, la niña bonita de la derecha, se ha hecho de acuerdo con los deseos evidenciados por los empresarios que ya están reclamando más y en concreto una reducción del derecho de huelga de los trabajadores. El gobierno está aplicando el programa involucionista de la patronal como lo recibe al dictado.
En los medios. La batería de los de la derecha es impresionante y ahora se le añaden los de titularidad publica que aún no tenía el PP bajo su control, con lo que se apunta en España una situación de asfixia de la libertad de expresión similar a la de Berlusconi en Italia. Así sucederá cuando el gobierno imponga su criterio en RTVE que ya se presenta como un claro retroceso respecto a lo conseguido en tiempos de Zapatero. La tónica va estar marcada por audiovisuales como Intereconomía e impresos con El Mundo.
En resumen, una involución en todos los terrenos que evidencia a las claras la necesidad de la huelga general del día 29.
(La imagen es una foto de La Moncloa, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 22 de març del 2012

Señor obispo

Todos sabemos, señor obispo, que a usted y a quienes son como usted, les gusta hablar sin ser contradichos, ni siquiera contestados; les gusta monopolizar el discurso. Por eso están ustedes siempre del lado de los gobiernos autoritarios, dictatoriales y colaboran con ellos en contra de la libertad de expresión, a favor de la censura, la tiranía y el abuso. Pero no se preocupe, aunque los tiempos ya no son los buenos de Franco que ustedes añoran, los demócratas dejamos hablar a todo el mundo, incluso a los antidemócratas como usted, a los dogmáticos y auxiliares con la tiranía y el silencio, siempre como usted y quienes son como usted. Incluso sobre temas acerca de los cuales no tienen ustedes ni idea y que les son completamente ajenos, como el aborto. Lo que ya no podemos garantizar es que no hagan ustedes el ridículo.

Pero que la democracia los deje a ustedes hablar no quiere decir que se les escuche y mucho menos que no se les conteste. Por supuesto, señor obispo, como ciudadano tiene usted derecho a expresarse en público sobre lo que quiera siempre que respete los derechos de los demás (cosa que no siempre hace) y aunque, como es su caso concreto, carezca usted de toda competencia intelectual. Pero eso no quiere decir que los demás renunciemos a nuestro derecho a responderle. Usted, señor obispo, puede hablar, aunque no sepa lo que dice, pero nosotros también.

Señor obispo, al comparar los abortos con los muertos en las guerras muestra usted una inmoralidad perversa; muestra usted lo que es: un ser odioso y dañino. ¿No apoyó su iglesia la sublevación de militares delincuentes del 18 de julio de 1936, siguió apoyando la guerra que desencadenaron a la que llamaron cruzada y que causó un millón de muertos? No ha apoyado la iglesia todas, absolutamente todas las guerras de Occidente y a veces, muestra de su amoralidad profunda, respaldando a los dos bandos? ¿No son ustedes, pues, responsables de millones y millones de muertos, sin contar los que ustedes mismos han torturado, mutilado, quemado vivos y ejecutado por herejes? ¿Qué pretende usted con su necio discurso en contra del derecho del aborto? ¿Reclaman ustedes el privilegio del monopolio de matar? Su aparente defensa del derecho a la vida cuando forma usted parte de una organización que ha exterminado pueblos enteros es una canallada, señor obispo.

Su oposición a la contracepción, encabezada por su jerarca máximo cuando niega el uso del condón en el África, equivale a condenar a la enfermedad, a una vida de desgracia y a una muerte prematura a millones de personas y prueba que su actitud solo está movida por el deseo de extender el sufrimiento y la muerte entre los miserables del mundo que es para lo único para lo que han servido ustedes.

Y dentro de esta saña de la iglesia por hacer la vida imposible a los más desfavorecidos, señor obispo, destacan especialmente las mujeres, a las que ustedes odian sin piedad alguna, a las que quieren humillar, anular, deshumanizar y tratar como bestias. Por eso propugna usted que las mujeres acepten los embarazos no deseados, por ejemplo los producidos por las violaciones, entre ellas las de los curas. Una actitud tan repugnante e inmoral que solo cabe responder deseando a usted que le pasara lo mismo, que se quedara embarazado después de una violación. A ver qué decía.

Señor obispo.

El periodismo fábula

Esto no es ya ni periodismo basura. Es en realidad una fábula. El País informa hoy de que El Mundo trató de sobornar a dos testigos protegidos del 11-M para que se desdijesen de su declaración y así ayudasen a exculpar a Jamal Zougam, el principal condenado, a deslegitimar el juicio y sembrar dudas sobre la imparcialidad del presidente, Gómez Bermúdez.
Por descontado, todo esto supuestamente y pendiente de demostración. Pero no hay duda de que está en la línea que El Mundo adoptó desde el principio en el caso 11-M y en donde ya se produjeron hechos suficientemente alucinantes como el del condenado Trashorras, al que el periódico daba cancha cuando denunciaba ser víctima de un golpe de Estado encubierto tras un grupo de musulmanes. Una fórmula que condensa el mensaje de la derecha a la hora de interpretar el 11-M: los islamistas son una pantalla de una oscura y sórdida conspiración en la que están pringados ETA, el PSOE, sectores de la policía y algún servicio secreto, la antiEspaña, en definitiva. Su finalidad: echar al PP del gobierno mediante eso, un "golpe de Estado". Lo sostiene asimismo Aznar: el atentado trataba de acabar por la tremenda con el gobierno del PP al que no podían ganar las elecciones. Y así llevan once años dando la murga con ocurrencias tan peregrinas que las aventuras de Pimpinela Escarlata, a su lado, parecen la rutina de un regimiento prusiano, hurgando entre la chatarra y vociferando desde los titulares. Lástima que el propio Trashorras se fuera de la lengua y acabara confesando aquello tan famoso de "Mientras 'El Mundo' pague, yo les cuento la Guerra Civil". Es decir, siempre aparece El Mundo pagando a cambio de historias imaginarias, fabulosas. Y no de ahora. Ya en el asunto de los GAL, al parecer hubo pagos a Amedo para que contara una historia y no otra. Aquí se trata de imponer frente a la que el periódico y el resto de los conspiranoicos llaman la versión oficial otra que está oculta, pero acabará viendo la luz como una versión mundial (o sea, de El Mundo).
La pregunta inmediata es: ¿para qué está el periodismo, para informar sobre la realidad o para crearla y, cuando menos, inventársela? Pasa la práctica por ser "periodismo de investigacion", pero no deja de ser periodismo de agitación y bastante malo, en el fondo pésimo porque es una imitación andrajosa del mítico Watergate. En verdad no hay diferencia entre este tipo de prensa y aquel primer Informaciones de la Dictadura del que, cuando los alemanes iban perdiendo la guerra y preguntaban por esta a Hitler, el cabo austriaco decía "no tan bien como dice Informaciones pero vamos tirando".
De ser ciertas las denuncias de las dos testigos rumanas, los tratos que aseguran haber tenido con las gentes de El Mundo son casi un estudio de antropología. ¿A quién se le ha ocurrido que las rumanas valorarían, además de una ayuda con la hipoteca y una mejora en el empleo, una camiseta del Real Madrid? Yo, en lugar de los merengues me cabrearía. ¡Tratan nuestras camisetas como si fueran abalorios! Periodismo de fábula, fábula ramplona y ruin, pero fábula. Recuerda este proceder el del tabloide de Murdoch, el extinto News of the World pues plantea la misma cuestión: ¿vale todo en el periodismo? ¿Se puede hacer periodismo cometiendo delitos? Presionar, sobornar, corromper testigos son delitos, igual que las escuchas ilegales.
Uno está tentado de asimilar estas fábulas a las inocentes leyendas de la inmortalidad del héroe o del supremo villano: Elías volverá, pues no murió; Arturo regresará de Avalon porque tampoco murió; ni el rey Sebastián, ni Hitler, ni Walt Disney. Lo unico que distingue la fábula de la versión mundial del 11-M de estas otras leyendas es que está pensada para hacer daño.
(La imagen es una foto de NetraaMT, bajo licencia de libre documentación GNU).

dimecres, 21 de març del 2012

Camps debe ir al psiquiatra.

Existe la ingenua creencia de que los políticos pueden ser muchas cosas, listos o tontos, honrados o sinvergüenzas, de derecha o de izquierda, tradicionales o avanzados, mejores o peores oradores, etc. Pero raramente se acepta que, además, puedan estar cuerdos o ser unos orates. Y no porque el mundo haya estado carente de gobernantes psicópatas, pues ha habido un buen puñado, desde Heliogábalo hasta Hitler, desde Carlos el hechizado hasta Luis II de Baviera, sino porque el vértigo propio del poder político y lo extraordinario de su fenomenología tienden a verse como un comportamiento original pero no frenopático por la misma razón por la que la alergia tiende a confundirse con una simple gripe.

En el caso de Camps buen número de sus manifestaciones se han considerado excentricidades, exageraciones, peculiaridades de una fuerte personalidad y no como lo que de hecho son, evidencias de un manifiesto desarreglo mental que, sin ser especialista en estos menesteres y a reserva de opiniones especializadas, me atrevería a calificar como paranoia esquizoide alucinatoria. Los datos de base están claros: un personalidad fuertemente narcisista, un carácter inestable propenso a altibajos temperamentales cíclicos, una incapacidad para interrelacionarse en términos ordinarios con los demás, manía persecutoria, megalomanía y delirios de grandeza.

Las pruebas de que su comportamiento responde a estas bases y evidencia la psicopatía las ha ido sembrando a lo largo de su carrera. Así por ejemplo, cuando le soltó a un dipuatdo socialista: "A usted le encantaría coger una camioneta, venirse de madrugada a mi casa y por la mañana aparecer yo boca abajo en una cuneta, típica proyección de psicópata; o cuando dice: "soy el candidato más respaldado de la historia de las democracias occidentales", no menos típica megalomanía; "ahí fuera hay miles y miles de enemigos", manía persecutoria, paranoia delirante.

En los últimos tiempos, tras su surrealista absolución por un jurado popular, el estado mental de nuestro hombre parece haberse deteriorado y así, en una entrevista con la revista Telva, que puede leerse como una especie de acta de un relato a un psiquiatra se considera a sí mismo, cómo no, el hombre más perseguido de España y muestra delirios alucinatorios, actitudes megalomaniacas ("Estoy preparado para ser presidente del gobierno", "mi bagaje es impresionante", etc) y puros disparates sin sentido alguno. Ni su partido lo respalda ya y lo más caritativo que de él dicen sus antiguos compañeros es que "Camps perdió el norte hace mucho tiempo". El norte, no; la cabeza y por entero, eso es lo que ha perdido Camps y lo más sensato que puede hacer es ponerse en manos de un psiquiatra antes de que sea demasiado tarde.

(La imagen es una foto de ppcv, bajo licencia de Creative Commons).

La realidad y la ficción.

El eterno problema de la creación artística, de la literatura. El arte se mueve siempre en el campo de la ficción y entabla complicadas relaciones con la realidad. Pero la realidad está siempre ahí pues engloba la ficción. La ficción forma parte de la realidad pero no esta de aquella. No son dos opciones iguales entre las que quepa elegir libremente, pues la primera precede a todo. Ante todo está la realidad, lo que las personas son; y luego está la ficción, lo que dicen ser. Ambas cosas no tienen por qué coincidir y nuestra sociedad convive con un grado notable de discoincidencia entre lo que somos y lo que decimos que somos. A veces esa oposición es directa, brutal y entonces interviene la justicia para aclarar qué sea cada cual.

En la sentencia ayer conocida de una de las más de veinte causas de Matas, llama la atención la parte correspondiente al otro encausado, el periodista Antonio Alemany, que cobró indebidamente 600.000 € en varios años de dineros públicos malversados por Matas. A cambio, hacía de negro de este, pues le escribía los discursos y cuando no hacía de negro hacía de panegirista pues publicaba artículos encomiásticos del tal Matas en El Mundo. Es decir, Alemany decía ser periodista pero, en realidad, era un mercenario de la pluma, cosa que ocultaba celosamente pues no creo que sus columnas de El Mundo llevaran advertencia alguna de ser publicidad pagada, como eran.

Habrá quien diga que no solo los periodistas sino todos los que escribimos somos mercenarios de la pluma pues todos buscamos algo: criticar una causa, defenderla, en definitiva, arrimar el ascua a nuestra sardina. Es posible, pero no necesariamente a nuestro bolsillo. Conozco mucha gente a la que iría mejor en la vida si no escribiera y publicara lo que escribe. Y, sin embargo, se busca conflictos por convicción, cosa que Alemany probablemente considera un claro síntoma de enajenación mental. Esa diferencia entre lo que se es, la realidad, y lo que se dice ser, la ficción, es particularmente clamorosa aquí porque no se trata de que se hayan estafado unos caudales públicos sino de la comprobación práctica de la existencia de gente que escribe a sueldo y lo que le ordenan.

La realidad y la ficción juegan una contra otra en la convocatoria de huelga del 29-M. La realidad muestra que esta huelga sufre todo tipo de ataques conservadores que, unidos a las prácticas empresariales, pretenden aniquilarla in nuce. El gobierno la da por descontada y dice que es inútil mientras los empresarios la consideran una locura, tratan de impedirla y, para el futuro, quieren legislar sobre ella con clara mentalidad restrictiva y autoritaria. Las fuerzas conservadoras están en contra de la huelga. Las fuerzas progresistas, en cambio, están a favor. O eso se supone, porque el Congreso ha hecho saber que el día 29-M no solamente no hará huelga sino que tendrá una sesión maratoniana. Es decir hara una huelga de las llamadas a la japonesa en la que los huelguistas trabajan más horas que antes. La ficción (estamos con la huelga general) y la realidad (pero no la seguiremos) muestran una llamativa discordancia, como la del periodista Alemany.

La tímida petición de que se inhabilite el día 29 como día de sesión solo pretende que la autoridad resuelva el problema de si los diputados deben ir o no a la huelga y ahorrar a estos el amargo trance de dar ejemplo a la ciudadanía. Porque proclamar una huelga pero no ir a ella es una acción condenable en cualquier lugar del mundo. Es predicar pero no dar trigo, como dice el refrán. Los diputados de la izquierda están obligados a hacer huelga y hacerla en contra de la voluntad de su "empresa", como le piden a la gente. La idea de que los legisladores, como los demás ciudadanos que desempeñan funciones vitales para la sociedad no pueden hacer huelga es errónea. Todos los trabajadores por cuenta ajena deben tener derecho de huelga. Otra cosa es que lo ejerzan civilizadamente, tratando de mitigar los perjuicios que se ocasionen a terceros. Por eso el debate más encendido siempre es acerca del alcance de los servicios mínimos.

Con esta idea de los servicios mínimos, la izquierda puede proponer al Congreso que deje la Diputación permanente en su lugar. Pero eso es algo que la derecha no admitirá. La izquierda no tiene en tal caso más opción que la huelga. Desde luego, si la izquierda huelga, la derecha podrá sacar adelante en sus términos normativa muy importante, como le Ley de Estabilidad Presupuestaria y cinco decretos-leyes de recortes y ajustes. La cuestión, la realidad es, sin embargo, que, con su aplastante mayoría parlamentaria, la derecha podrá sacar adelante su normativa en todo caso. Siendo esto así la izquierda no tiene excusa para hacer coincidir la realidad con la ficción y encabezar la huelga, como es su deber.

(La imagen es una captura del vídeo publicado por El País.

dimarts, 20 de març del 2012

El chorizo y su amanuense.

En el mercado de truhanes, sinvergüenzas, apandadores y logreros en que el PP ha conseguido convertir la política nacional, sobre todo la autonómica y municipal, la parte levantina/mediterránea sobresale por méritos propios. Los mangantes de la zona son gente campechana, alegre, popular, muy accesible, lustrosos y bronceados que esquilman las arcas públicas en connivencia con unos u otros empresarios más ladrones que ellos mismos, sin perder la sonrisa ni la afabilidad. Frente a ellos, los maleantes del centro, en Madrid y lugares de Castilla y León, por ejemplo, son gente taciturna, como huraña, en la tradición de la pomposa ostentación borgoñona, granujas disfrazados de funcionarios para perpetrar mejor sus fechorías. No hay ni color. La corrupción levantina es suave como la brisa el mar mientras que en el centro peninsular es bronca, tajante, súbita y no se anda con remilgos y contemplaciones.

A su vez, dentro del chiringuito delictivo levantino, el expresidente Matas es un glorioso ejemplo por sí mismo: avezado político, ejemplo y modelo de bien hacer, según criterio ilustrado de Mariano Rajoy, ministro de Medio Ambiente con José María Aznar, derrochaba simpatía a la par que se apoderaba de caudales y bienes sin cuento que una ingenua población había puesto a su cuidado. ¿Cómo se iba a corromper Francisco Camps por tres tristes trajes? Por eso lo ha absuelto un jurado popular. En el caso de Baleares, mala pata, no se pudo recurrir a tan salvífico expediente y los avinagrados jueces de la zona quieren que Matas pague por sus frustraciones y problemas.

Matas es también un curioso ejemplo por otro lado. No contento con un aparato de agitación y propaganda a su servicio, como el del PP en Valencia (Canal Nou) y Madrid (Telemadrid), Matas alquiló los servicios de uno de esos periodistas que González Ruano llamaba sobrecogedores (o sea, que cogen sobres) para que lo siguiera por doquier, haciendo panegíricos de su persona y obra (y pagándolo con dineros públicos obviamente malversados), como Ovidio con Augusto o atacando y fustigando a sus enemigos como los poetas románticos arremetieron contra los artistas aburguesados. Muy de leer eran las piezas de Antonio Alemany, periodista a sueldo de Matas como los sicarios lo estaban de los señores renacentistas o los hashisin de los effendis de turno. Tan pronto se deshacía en elogios de la clarividencia matasina como destapaba alguna hedionda maniobra de la oposición para debilitar el gobierno legítimo que le daba de comer con generosidad, mediante insidias y traiciones que hubieran merecido mil muertes si mil vida tuviera aquella, como dice el poeta.

Si Matas es el prototipo del político de la derecha, que entiende el servicio público al servicio de su interés privado, el condenado Alemany lo es de lo que se llama su "terminal mediática", una máquina de adular a unos e insultar y difamar a otros a tanto la palabra que se repite a lo largo y ancho de la geografía nacional en la horma de presentadores y tertulianos que dan una monserga monotónica a modo de berreo ininterrumpido en periódicos, radios y televisiones, todos diciendo lo mismo y sin parar y cobrando una pastuqui.

Parte de los enredos delictivos de Matas tuvieron al parecer la colaboración de Iñaki Urdangarin, cuya condición noble (aunque advenediza) impresionaba al plebeyo insular mientras que la habilidad de este para estafar los caudales públicos debía de parecerle al duque prueba viva del ingenio del buen pueblo.

Que la justicia haya por fin condenado al político "ejemplar" y su agudo plumilla a sueldo es un parcial desquite por todo el bochorno que hay que pasar con las actividades de los Matas, Costas, Campses, Gonzáleces, Zaplanas, Bárcenas, Fabras, Galeotes, Campos, Crespos, Paneros, Sepúlvedas, etc, etc.

Lo que se juega el 25-M.

La realidad tiene su carga de ironía que no respeta nada y se atreve con lo más sagrado. Las dos últimas elecciones antes de cerrar el mapa político de España para los próximos años se dan en estas dos comunidades autónomas de Asturias y Andalucía. A reserva, naturalmente, de lo que en 2013 decidan los vascos, grandes aficionados a decidir.

Desde el punto de vista simbólico las dos son el alfa y el omega de la historia patria. Allí donde comenzó la Reconquista con un puñado de hombres contra un imperio y allí donde terminó con un imperio contra un puñado de hombres. A reserva, claro está, de lo que sucediera unos años más tarde con el Reino de Navarra. Las dos son comunidades históricas aunque no blasonen de lengua propia o no con el mismo imperio que catalanes, vascuences y gallegos. Históricas con una historia muy distinta que se refleja en su condición actual, tanto geográfica como económica, social y cultural. Las dos presentan peculiaridades que explican el gran interés que en ellas demuestran los partidos pues, por distintos motivos, se juegan mucho.

En el caso del PP en Asturias se juega sancionar o no la existencia de una organización escisionista, el Foro de Álvarez Cascos, que debilita a la derecha estatal pero a la que esta debiera estar acostumbrada porque es rasgo frecuente en los antiguos reinos del norte. En Navarra y en Santander hay formaciones conservadoras distintas del PP y no nacionalistas. En Andalucía, en cambio, la situación es opuesta. No hay escisión de la derecha que constituye una unidad monolítica y sitúa su especial interés en el factor simbólico de derrotar al PSOE en su último bastión en España. Fin de la Reconquista.

Para la izquierda la perspectiva es distinta. Ambas comunidades presentan un rasgo común, sin embargo, a pesar de sus muchas diferencias pues en las dos son verosímiles gobiernos de unión de la izquierda. Lo fueron en el pasado y siguen siéndolo. Estos gobiernos de coalición son en realidad formaciones a la defensiva frente a una derecha crecida y mayoritaria por separado. Tienen sin embargo un valor admonitorio para una izquierda que está hablando siempre de unidad pero no la practica.

Para IU el asunto es más complicado porque, salvo una muy improbable alianza IU-PP, sus opciones son menos pues solo contempla razonablemente aliarse con el PSOE si este no obtiene la mayoría absoluta. Si la obtiene, cosa al parecer harto improbable en estas elecciones, no habrá gobierno de coalición.

El que más se juega aquí es el PSOE. En Asturias, recuperar un gobierno del que fue desplazado por algo tan imponderable como el populismo local de Álvarez Cascos. En Andalucía conservar el gobierno que ejerce hace treinta años y hacerlo en condiciones muy difíciles y en un contexto nacional contrario, cuando no hostil. En ambos casos los socialistas están en desventaja, especialmente en Andalucía en donde juegan con cartas perdedoras, según todas las encuestas. Y, sobre todo, luchan contra su propia imagen de partido/Estado, anquilosado tras treinta años de poder, minado por la corrupción y las prácticas clientelares, algo muy difícil de conciliar con la imagen de un partido socialista fresco, vivo, reformista, íntegro. ¿Qué campaña electoral podría eliminar aquella impresión y presentar esta?

Los dirigentes parecen lanzados al optimismo de la voluntad, ignoran los fríos datos de la encuestas o los minimizan, fían más en el corazón, el élan vital bergsoniano, los sentimientos y el espíritu del pueblo, la conciencia de la tierra dominada por los de la Reconquista de siempre. Solo nos falta un aceituneros altivos. Por vez primera los andaluces han desvinculado sus elecciones de las del Estado y las enfocan en clave autonómica. Pero esta es muy endeble. No porque Andalucía lo sea sino porque el momento nacional es especialmente crítico. Y así como los gaditanos hablaron hace 200 años en nombre de España entera, avasallada por el francés, los andaluces lo harán ahora, quieran o no los dirigentes socialistas, en nombre de España entera avasallada por Europa y algunos dicen que por el alemán. Y decidirán, según parece, respaldar la respuesta del PP que conocen y no la del PSOE, que no conocen.

Así pues, la campaña electoral en términos españoles y en términos europeos. Pero para eso hubiera sido necesario que el PSOE del Estado tuviera ya sus propuestas elaboradas. Los socialistas van a Andalucía a hablar de los andaluces y los andaluces quieren que les hablen como españoles y europeos. Es una falta de sentido táctico pasmosa. No se entiende qué hace la dirección del PSOE que, por arriba, está ausente en el cónclave socialdemócrata de París y, por abajo, no aporta nada a la campaña electoral andaluza, salvo avisar a los electores de algo de lo que los electores están suficientemente avisados, que la derecha dice una cosa y hace otra. Pero eso sucedió también con el último gobierno socialista.