dijous, 28 d’octubre del 2010

Antígona y la memoria histórica.

Cuando Creonte ordena que no se dé sepultura al cuerpo de Polinices porque atacó la ciudad, dicta una norma positiva en principio acorde con la razón de Estado. Como lo está la decisión de tributar honras fúnebres a Eteocles, el hermano de aquel, por haber muerto en defensa de esa misma ciudad. Pero es una norma que va contra la costumbre y contra la "ley de la sangre" o la "ley natural" que manda a los parientes, especialmente a las mujeres, (ya que las "leyes naturales" suelen ser muy patriarcales) honrar a sus muertos sin preguntarse por el valor moral de la causa a la que sirvieron. Así que Antígona arrostra la muerte por enterrar a su hermano rebelde y sienta con ello un ejemplo que nutre los debates de filosofía moral y política hasta el día de hoy y hasta el que hay en España sobre la memoria histórica y la llamada "impunidad de los crímenes del franquismo".

Con la cuestión de la memoria histórica España se ha llenado de Antígonas que quieren a toda costa dar sepultura a los suyos para lo cual antes han de encontrarlos y desenterrarlos de donde estén. Porque, a diferencia de Creonte, los franquistas no ordenaron dejar sin enterrar a las víctimas de sus crímenes sino que se las enterrara en cualquier parte, a las escondidas y que, a ser posible, no quedara recuerdo de en qué lugar se hallaban para que los familiares no pudieran ir a llorarlas. Y esa situación se mantuvo casi cuarenta años.

Pero los muertos pugnan por salir porque los vivos tiran de ellos y es sólo cuestión de tiempo para que se abran todas las fosas del franquismo, y son cientos, y se identifique a la mayor parte de los asesinados por las escuadras falangistas, la guardia civil o los señoritos del pueblo. Como lo es que se identifique a las personas vejadas, humilladas y perseguidas durante la Dictadura, muchas veces con el auxilio del clero y se haga lo mismo con los victimarios. Se trata de una cuestión que, por muy diversos motivos, quedó pendiente en la Transición o, mejor dicho, quedó resuelta de un modo viciado con la Ley de Amnistía de 1977, que era una ley de autoamnistía de los franquistas.

Esta transacción, consistente en aceptar una democracia a cambio de no remover el pasado y, con el pasado, los huesos de los asesinados podrá enjuiciarse hoy de forma más o menos benévola o crítica, pero lo que no puede hacer es negar la legitimidad del cambio de régimen que tuvo y sigue teniendo un apoyo ampliamente mayoritario entre los españoles. Enjuiciar la Transición como un modelo es una ilusión y tacharla de traición, otra. La historia es un sucederse de cambios de juicio moral sobre los hechos; algo de lo que una época se enorgullece, otra se avergüenza. Hasta es posible que quienes se enorgullecieron se contagien de la vergüenza y viceversa. Está en la naturaleza humana, sobre todo cuando actúa a los dictados del miedo. Y miedo hubo mucho durante la Transición; el miedo que habían infundido los crímenes franquistas y que se palpaba en la calle en momentos críticos, como la matanza de los abogados laboralistas de Atocha o el golpe de Estado de Tejero, Armada y Milans del Bosch.

Aquel miedo quizá guardó la viña antaño, pero ya no la guarda hogaño. Los hijos, las hijas, sobrinos, nietas de los paseados, fusilados, asesinados sin más y enterrados por las cunetas del país forman una especie de Antígona colectiva. Cargada con la razón moral de la tragedia de Sófocles no parará hasta conseguir su propósito de honrar a sus muertos, un anhelo que nadie se atreve a negar a otro. Es decir, la recuperación de la memoria histórica en España es imparable hagan lo que hagan las autoridades, los legisladores -cuya timorata norma ya ha sido superada por la movilización social- y hasta los jueces, cuya indefinición y marrullería corren el peligro de que otra justicia, en este caso la argentina, recabe para sí el conocimiento de un presunto delito de genocidio que los tribunales patrios se niegan a reconocer.

Porque esa parece ser la cuestión, un debate más o menos abstracto acerca de si hubo o no genocidio en el franquismo, un debate tan inane como el de dilucidar si la razón de Estado sui generis que se invocó para justificar la transición (el advenimiento de la democracia) sigue o no siendo válida. Y son inanes porque el discurso que tienen enfrente ya no es otra abstracción, las víctimas del franquismo, sino los relatos de vidas y muertes concretas de gentes concretas, con nombres y apellidos, con un rostro y una peripecia vital. Surgen como espectros de un pasado que es imposible mantener sellado; son como voces que llaman a la conciencia colectiva de los españoles haciéndoles ver que tienen que compartir una memoria histórica común y muy amarga porque cuenta la historia de lo que, efectivamente, fue un genocidio.

Que el único pendiente de responder ante los tribunales sea precisamente el juez que pretendió investigar el presunto genocidio es, en verdad, alucinante.

(Las imágenes son sendas fotos de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons. Se trata de republicanos fusilados por los golpistas en 1936).

dimecres, 27 d’octubre del 2010

Escabrosidades.

Cualquiera que observe la escena pública española dará fe, supongo, de que está llena de insultos, procacidades, groserías y fantasmadas. Convendría, por el bien común, apaciguar algo los ánimos. No digo que todo el debate público haya de hacerse con guante blanco porque la espontaneidad tiene también su sitio. Pero no hasta llegar a la zafiedad o la agresión verbal. Con todo, hay variaciones.

En sus manifestaciones públicas el escritor Pérez-Reverte emplea unos calificativos de grueso calibre, insulta de forma directa y con frecuencia muy hiriente. Llamar perfecta mierda (o perfecto mierda, que no lo he entendido bien y de ambas formas puede decirse) al ministro Moratinos es cruel. Y la crueldad es siempre indeseable sobre todo para con quien no puede defenderse por razón del cargo. Porque si viviéramos en la época que tan felizmente recrea en sus libros el autor, en que existía la costumbre del duelo, dado que estos insultos son ofensas al honor y dado asimismo que, según moral calderoniana, las manchas del honor sólo se lavan con sangre, correspondería a Moratinos mandar los padrinos a Pérez-Reverte. Y yo en su lugar elegiría arma de fuego porque en arma blanca el autor de El maestro de esgrima está muy versado. Como sea que hoy no hay lugar a duelos y, aprovechando la feliz circunstancia de que ya no es ministro, si Moratinos llamara mierda imperfecta o, para que no se sienta capitidisminuido, mierda pluscuamperfecta a Pérez Reverte quedaría la cosa bastante compensada aunque a un nivel lamentable.

En un nivel aun más bajo, el alcalde de Valladolid, De la Riva, al insulto (menos contundente que los de Pérez-Reverte, más diluido, con empleo incluso de la ironía) añade la grosería y la rijosidad. Los "morritos" de la ministra Pajín digamos que lo inspiran. Dado que el señor De la Riva es ginecólogo uno cavila qué le dará a pensar la visión de partes más íntimas de la anatomía de sus clientas y si, cuando no está en público o hablando por la radio, la cosa se queda en pensamiento.

La grosería del alcalde no puede siquiera entrar en el terreno del honor como los insultos de Pérez-Reverte porque no hay duelo posible entre un hombre y una dama. Por definición, desde el origen de los tiempos y con ejecutoria de la moral caballeresca está establecido que ningún caballero puede jamás ofender a dama alguna y, si lo hace, deja de ser caballero para convertirse en un rufián. Cabe pensar que también esta moral caballeresca es machista y tendrá que cambiar a medida que avance el feminismo. Es posible pero, de momento, sigue siendo uno de los pilares de nuestra educación moral y sentimental... salvo que no se tenga educación, claro, como es el caso. El SMS o lo que sea que Rajoy ha mandado a este rufián solidarizándose con él lo pone a su nivel: el de quien ignora que un caballero no ofende jamás a una dama.

Y cuando de damas se habla, también de damiselas y emerge el escritor Sánchez Dragó que, según parece, presume en un libro reciente de haber follado con dos chavalas de trece años (supongo que japonesas) en Tokio allá por los años sesenta con lo que, siempre según se lee en la prensa, el posible delito ha prescrito. De inmediato se ha armado una de campeonato en que se acusa a Dragó de todo, de pedofilia, de pederastia, corrupción de menores, abuso, qué sé yo. No hay rincón del país en el que no se pida que lo echen de todas partes, que se convierta en una especie de apestado.

Desde luego que en lo relativo a las lolitas reina la ambigüedad que impregna la novela de Nabokov o los cuadros de Balthus y donde hay ambigüedad, hay hipocresía. La más evidente es que el asunto del sedicente delito no es tal porque si las dos chicas tenían los trece años cumplidos y en lo que hubiera sexualmente no medió engaño alguno, según el código penal español, no hay delito. Según el japonés, tampoco. En España y el Japón yacer con moza de trece años cumplidos no es delito si media consentimiento. Pero provoca escándalo que probablemente en muchos casos oculta pura envidia. Si no no se explica de dónde sale luego tanto pederasta, empezando por el clero.

Lo más sorprendente de Dragó no es que en el libro presuma de habérselo hecho con dos ninfas sino que, a la vista de la que se ha montado, haya pretendido rectificar achacándolo todo a una "anécdota trivial" hecha literatura. Con el escándalo Dragó tiene ya vendido el libro y quienes no lo compren no dejarán de curiosear las páginas calientes en las grandes superficies. Lo que no se entiende es esta especie de arrepentimiento vergonzante y cobarde que viene a decir poco más o menos, que es una fantasía que le contó a su interlocutor como si fuera un hecho o algo así. No sé qué valor pueda tener un libro especie de confesiones en el que se cuentan trolas.

Si el asunto no es delito, no es delito y todo lo demás es opinable. La opinión está muy en contra de las relaciones de adultos/as con chicas/os de trece años. Pero esa misma opinión sabe que su opinión es muy versátil. Las edades en que las chicas entran en relaciones sexuales y se casan han variado bastante; en el mundo musulmán suelen ser muy bajas para los gustos cristianos... actuales; hace un par de siglos las jóvenes cristianas, incluso las reinas, podían llegar al matrimonio aún impúberes. Hoy en España son 13 años. La edad de las lolitas dragonianas.

O sea que, estando dentro de la ley, Sánchez Dragó puede hacer lo que quiera y como quiera y no tiene porqué inventarse subterfugios o historias. Le gustan las chicas muy jovencitas. Bueno, según parece a su interlocutor, Albert Boadella, le tiran más las mujeres de cincuenta años, más tipo dueña, probablemente. Están en su derecho. También habrá mujeres a las que les gusten los hombres tipo Sánchez-Dragó o Boadella, y si yo tuviera que objetar a algo sería al modo de describir los gustos. Eso de los pechitos como capullos y el chochito rosáceo pues, en fin..., baboserías de viejos verdes.

(La imagen es un grabado de Katsushika Hokusai, El demonio de los celos gigantes, de 1831.

dimarts, 26 d’octubre del 2010

Cuba, perla de las Antillas.

Trinidad Jiménez se ha estrenado con buen pie, en una gestión coronada por un relativo éxito que ha tenido la gentileza de tributar a su antecesor. Digo relativo porque lo suyo habría sido que el Consejo de Ministros de Exteriores de la UE hubiera aceptado sin rechistar la petición española en relación con Cuba, consistente en "flexibilizar" (lo que en lenguaje diplomático quiere decir suprimir) la posición común, abriéndose a las relaciones bilaterales (UE/Cuba) en un diálogo y una colaboración para ayudar a la transición democrática en la Isla. Y no ha sido así del todo. La UE se da un plazo de unos dos meses para tantear el terreno antes de acceder por entero al requerimiento español. Al fin y al cabo, la posición común de dar con la puerta en las narices a Castro se adoptó en 1996 a petición de España, gobernada entonces por el PP con José María Aznar al mando.

Es una especie de costumbre no escrita en la UE que las viejas metrópolis coloniales ejercen en cierto modo de lobbies en favor de sus antiguas colonias en sus relaciones con la UE, sobre todo si las tales metrópolis (París y Londres, por ejemplo) mantienen lazos orgánicos con sus ex-colonias. En función de ese criterio se adoptó la posición común, según el giro radical que Aznar imprimió a la política de España para Cuba, adhiriéndose por entero a la posición estadounidense y respaldando sin reservas la inicua Ley Helms-Burton que endurecía el bloqueo a la isla. Era un giro en toda regla no ya en relación a la política de los gobiernos socialistas anteriores sino, incluso, en relación a la de la Dictadura, pues Franco siempre mantuvo las relaciones con Cuba a pesar de los feos que le hacía Castro. Y hasta en relación con su propio partido pues su fundador, Fraga, siempre ha cultivado excelentes relaciones con la isla y personales con Castro. Ya desde el comienzo de su mandato Aznar dio pruebas de que se consideraba como una especie de gobernador del Estado más oriental de la Unión, España. La confirmación le vino en las Azores.

Cubanacán, Cuba, la última colonia que pierde España en el XIX, junto a Puerto Rico, Filipinas y diferentes islotes, es la que ha mantenido más lazos con la Madre Patria. Está llena de descendientes de gallegos y asturianos. Esa Cuba ganó mucho cuando los rebeldes de Sierra Maestra expulsaron a Batista, entraron en La Habana y proclamaron la isla "territorio libre de América". Ahí, por cierto, nació la bebida cuba libre. En el subconsciente de los españoles que por entonces tenían bases yanquis en su territorio y voluntarias, no a la fuerza como en Guantánamo, la victoria de la revolución cubana fue una especie de venganza por la derrota en la guerra del 98. Porque los cubanos habían expulsado a Batista pero de quien se declaraban libres era del imperialismo yanqui. Así que ponerse del lado de los yanquis en contra de los cubanos no se le ocurrió ni a Franco. Pero sí a Aznar.

Ahora parece que se ha articulado una especie de frente del "no" a Cuba en la UE en el que se cuentan, entre otros, Suecia, Alemania y la República Checa, lo suficiente para bloquear la decisión dado que la posición común ha de adoptarse por unanimidad. Así se desbarató ya el primer intento "flexibilizador" de Moratinos en el primer mandato de su gobierno (si bien se levantaron las sanciones) y ahora se impone una especie de "periodo de reflexión". A la ministra Jiménez le queda tajo hasta hacer aceptar sin más el criterio español en virtud de la relación especial.

Tiendo a pensar que un bloqueo que dura cincuenta años y no ha conseguido nada debe considerarse un fracaso cuya primera consecuencia debiera ser cambiar radicalmente el enfoque. Suprímase el bloqueo, flexibilícese la posición común, restablézcanse relaciones normales con Cuba, sólo por pura coherencia y honradez. Si se mantienen y fomentan dichas relaciones con la China, a la que se acusa de mayores violaciones de derechos humanos que a Cuba, ¿por qué no con Cuba? Porque China es poderosa y Cuba no, razón que convierte en hipocresía la aparente moralidad de la posición común y, por supuesto, el bloqueo.

Además de esta razón de principios también hay una táctica para pedir la normalización de las relaciones con Cuba: si se restablecen relaciones normales y Cuba puede prosperar, la democracia vendrá por su propio pie.

(La imagen es una foto de K. Hurley, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 25 d’octubre del 2010

Batasuna.

Ni la crisis económica, ni la desmembración de España, ni los amoríos con Chávez, ni la rendición de Ceuta y Melilla. Lo que de verdad ataca los nervios de la derecha española es la posibilidad del fin de ETA y todo lo que tan halagüeño acontecimiento lleva consigo. Libre y legal competición de todas las fuerzas políticas en el País Vasco en condiciones de igualdad.

Hasta ahora daba la impresión de que esa posibilidad fastidiaba por igual a la llamada izquierda abertzale, que se negaba a pedir a su belicosa hermana que depusiera las armas. El argumento era que la paz del Estado no era verdadera paz porque no todas las fuerzas políticas tenían las mismas posibilidades. Sin embargo era un argumento falso porque la existencia de opciones independentistas en Cataluña con responsabilidades de gobierno así lo probaba. Habiéndolo comprendido, parece, Batasuna pide a ETA que deponga las armas de modo definitivo, verificable, sin contrapartidas. Bien hecho. Muy bien hecho. Esa petición, además, más que una petición, es una orden porque Batasuna condiciona la presentación de candidaturas en las elecciones locales a la materialización del cese el fuego.

Me parece que es una prueba de creencia en la democracia y estoy seguro de que la democracia estará a la altura de las circunstancias. En la medida en que lo así expuesto se cumpla, Batasuna pasa a ser un partido legal que legítimamente pide la independencia del País Vasco frente a España a través del derecho de autodeterminación. De eso se hablará civilizadamente en su momento. En términos pacíficos se puede hablar de todo; a tiros, de nada.

Pero ahora lo que va a traer cola y cola de pavo real es la inquina del PP. El señor Mayor Oreja saldrá vestido de Juan Bautista a anunciar que ya lo había predicho él: he aquí la prueba definitiva de las sórdidas negociaciones del maquiavélico Rubalcaba con los terroristas. ¡Han negociado el fin de ETA! Ahora, váyase a saber qué nos espera. Los presos a la calle, incluso a la cola del INEM, sin respeto a las víctimas. A lo mejor hacen ertzainas a los gudaris y hasta proponen una reforma del Estatuto en la línea del Estado libre asociado del infausto Ibarretxe.

Todo eso son maledicencias que sólo tratan de ocultar que la derecha ve en la posibilidad del fin de ETA una ventaja electoral para el PSOE en 2012 siendo así que, según muchos críticos, lo único que le importa es llegar a La Moncloa como sea. Sí porque, y sé que me repito, la política es la continuación de la guerra por otros medios y en este caso con toda claridad puesto que se trata de poner fin a una "guerra" y encauzar el contencioso por la vía política. Lo curioso es que, en cambio, la derecha no reconozca este matiz al tratar de su adversario. No hay duda de que la derecha esgrimirá el argumento de que Zapatero es capaz de negociar con ETA (aquí se silencia que la "negociación" sea levantar acta del fin de la organización terrorista) con tal de mantenerse en el poder.

Si es la guerra, es la guerra e igual que unos quieren conseguir el poder como sea otros no quieren soltarlo bajo ningún concepto. Aun así tampoco es lo mismo porque, diga lo que diga la propaganda contraria, el Gobierno no ha negociado con ETA. Lo que haga a partir de ahora no será con ETA sino con sus ejecutores testamentarios. A eso ya no puede llamarse negociación o, en todo caso, sería una "negociación post mortem.

Y ya en clave más estrictamente política, sí parece que la posibilidad del fin de ETA ayudará considerablemente a una victoria electoral del PSOE. Sobre todo si éste hace lo que me parece de sentido común: renunciar al uso partidista del acontecimiento y atribuirlo a la acción abnegada de los cuerpos y fuerzas de seguridad españoles y franceses y a la tarea mancomunada de Gobierno y oposición en el Pacto antiterrorista y en el gobierno del País Vasco. El fin de ETA es un premio que nos merecemos todos los españoles, vascos incluidos

(La imagen es una foto de controvento ®, bajo licencia de Creative Commons

diumenge, 24 d’octubre del 2010

Un héroe de nuestro tiempo.

A estas alturas está ya claro que Julian Assange es más peligroso para los intereses de la gran potencia imperial y sus aliados que el mismo y oculto Ben Laden. Y si detrás de éste hay miles de soldados, mercenarios, cazarrecompensas, agentes dobles y triples y, supongo, rivales que aspiran a sucederle, no es difícil imaginar qué no se habrá ya puesto en marcha para capturar y/o neutralizar al hombre que ha revelado los documentos más secretos de las guerras del Afghanistán y el Irak. O quizá sí sea difícil imaginarlo porque, a la vista de lo que hay, es claro que el establishment de la seguridad de los EEUU y Occidente en general (incluido, claro es, Israel) es capaz de lo inimaginable.

Lo que sí podían hacer y parece que no se les ha ocurrido es acusar formalmente a Assange de terrorista en virtud de la doctrina de Seguridad Nacional de los EEUU, según la cual la guerra contra el terrorismo es de tipo nuevo porque no tiene territorios ni frentes definidos ni los combatientes se identifican formalmente como tales por medio, por ejemplo, de un uniforme. De acuerdo con esto no sólo Assange, cualquier ciudadano es un terrorista potencial. En el caso de Assange se le podría aplicar además la curiosa doctrina penal estalinista de la culpabilidad objetiva, de acuerdo con la cual un reo era culpable de delito por cuanto, aun contra su intención, de su comportamiento se derivaba un apoyo objetivo a la causa del enemigo. ¿Y no ayudan a los terroristas de la Yihad en todas sus manifestaciones las revelaciones de Assange?

El joven científico australiano dice haberse esperado juego sucio del Departamento de Defensa, pero no la acusación de abusos sexuales en un juzgado de Suecia. El asunto tiene, desde luego, toda la pinta de ser un montaje. Pero pudiera ser cierto. En Suecia la justicia no es un cachondeo. Y no hay ser humano perfecto. Si lo fuera sería lamentable para la imagen pública personal de Assange. Pero no empañaría el valor inmarcesible de su hazaña, consistente es revelar los secretos de la guerra del imperio. Robar el fuego, la luz, a los dioses para entregárselo a los mortales, como Prometeo. Prometeo, el héroe filosófico por excelencia, el portador de la máxima de que "la verdad prevalece". Por eso es Assange un héroe de nuestro tiempo. Y si, como Prometeo, ha de pasar el resto de sus días entre crueles tormentos, ello será lamentable, pero seguirá siendo un héroe. Como lo seguirá siendo aunque la asechanza que contra él maquinen los servicios secretos tome otro derrotero.

Un héroe de nuestro tiempo. Oigo emplear mucho por ahí, sobre todo entre la izquierda, una terminología belicosa. Hay quien habla de trincheras y dice estar en lucha permanente y en batalla contra el enemigo. Pero todo el rastro que queda de esas lides ciclópeas son parrafadas en los comentarios a tal o cual articulo de tal o cual opinante en la guerra digital. La izquierda "transformadora" tiene tendencia a parecerse a la filosofía de la que un pragmático inglés decía que "es una cosa con la cual, sin la cual, el mundo permanece tal cual",. ¡Ah! se dice entonces, es que en el estado de fraccionamiento y atomización de la izquierda, ante la falta de unidad, no cabe hacer nada. Julian Assange es una minoría de uno y tiene en jaque el sistema.

En fin, eso no es lo más interesante. Para mí lo es la posición ética desde la que Assange ha lanzado su ataque a las guerras imperiales y que se resume en su cita de la famosa máxima de Hiram Johnson de que "la primera baja en la guerra es siempre la verdad". No es extraño que la recoja: Johnson era aislacionista y senador progresista de California, progre que dicen por aquí. Lo que Assange quiere es revelar la verdad de la guerra, en lo que se detecta cierta contradicción porque ya ha empezado por decir que es la primera baja en ella.

¿Será entonces que pretende que haya guerras en la que los combatientes digan siempre la verdad? Cualquiera sabe que el bando que diga siempre la verdad en la guerra la perderá. Si hay guerra vale todo, digan lo que digan las Convenciones de Ginebra y, si no vale todo y las Convenciones se respetan, el bando que lo haga perderá la guerra. No estoy inventándome nada. Es doctrina estratégica militar clásica y la consecuencia de la teoría de John Yoo, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de California según la cual, en estado de guerra la prerrogativa del Presidente como comandante en jefe de la Fuerza se expande hasta soslayar las convenciones de Ginebra. El presidente de la prerrogativa en cuestión era Bush jr. y la guerra, la del terrorismo.

Visto el asunto así, pretender que la verdad reine en la guerra es ir contra la naturaleza misma de ésta. Y ya puestos, lo lógico es pedir la abolición de las guerras. Para esa finalidad las revelaciones de Julian Assange son preciosas porque ¿de verdad queremos seguir apoyando dos guerras, la del Afghanistán y la del Irak, en las que se está devastando dos países, saqueando sus riquezas, aniquilando sus culturas, diezmando a su población civil, aterrorizándola? ¿No sería mucho mejor poner fin a esas guerras de inmediato y llevar a sus responsables ante los tribunales?

(La primera imagen es una foto de espenmoe, la segunda de R_SH, ambas bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 23 d’octubre del 2010

El signo del tiempo.

Wikileaks ha cumplido lo que prometió poniendo a disposición del público mundial cerca de 400.000 documentos secretos del Pentágono que contienen una enorme cantidad de información sobre la guerra del Irak entre 2004 y 2009. Aunque no hay nada que no se supiera ya, pues los informes versan sobre tres aspectos de esa guerra que se han venido tratando a lo largo de los años (muertes de civiles, torturas a detenidos y prisioneros y participación del Irán) lo que aportan las filtraciones son los datos concretos, las pruebas empíricas de lo que en aquel país ha estado sucediendo.

Según parece pueden darse por buenos los datos de la denostada Iraq Body Count que cifra en torno a 100.000 muertos civiles el desastre de esta aventura. La mayor parte causados por soldados y policías iraquíes, aunque los estadounidenses no se hayan privado de asesinar a docenas de civiles con los más nimios motivos. Asimismo se demuestra que la tortura no es excepción sino regla y método en todo tipo de centros de detención de las fuerzas iraquíes con las autoridades gringas en pleno conocimiento de los hechos. Igualmente se ve que la injerencia del Irán en el Irak es masiva, como también lo ha sido el hostigamiento yanqui a las milicias chiíes, que son el brazo armado del Irán en la zona.

Lo dicho, nada nuevo, pero contado ahora con todo lujo de horripilantes detalles. Las autoridades estadounidenses y las de algunos otros países, han venido presionando a Wikileaks para que no difunda la información, pretextando la seguridad de las tropas, los aliados y las mismas fuerzas iraquíes. Los informes caerán inevitablemente, dicen las autoridades, en manos del enemigo. Es seguro. Pero eso no ha disuadido a Julian Assange, el fundador de Wikileaks, de seguir adelante con su proyecto. Al tiempo que toma las debidas precauciones pues con harta razón teme por su vida viendo cómo las gastan los combatientes de la civilización entregó un juego de documentos a los diarios New York Times, The Guardian, Le Monde y el semanario Der Spiegel. España, por lo que se ve, no cuenta, aunque seamos la 12ª patencia mundial; tampoco Italia. El compromiso era que los papeles no verían la luz hasta ayer. Y así ha sido si bien Al Jazeera filtró antes la información y no parece que Wikileaks precisamente tenga mucha fuerza moral para protestar por ello.

En realidad los asuntos de seguridad importan aquí una higa. Lo que importa son otras dos cuestiones una de las cuales encierra el sentido mismo de nuestra tiempo. A saber:

El carácter de la guerra del Irak. Una guerra criminal, absurda, de pillaje por la que habría que enjuiciar a sus responsables, los señores Bush, Blair y Aznar. Se justificó en un primer momento con una mentira de la que los tres, muy probablemente, eran conscientes: la de las armas de destrucción masiva en el Irak. Tras dar la vuelta al país como si fuera un calcetín quedó demostrado que el pretexto era falso si bien los tres incitadores aseguraron que ellos lo habían creído, mirabile dictu, "de buena fe". La justificación recurrió entonces a su texto alternativo: de lo que se trataba era de "liberar" el Irak de un tirano sanguinario e implantar en él la democracia y la modernidad. Ahorcado Sadam, Wikileaks demuestra ahora que de democracia y modernidad en el Irak, nada, que la vida humana vale menos que nada, que las autoridades en cuyas manos queda el país son corruptas y asesinas y que, en definitiva el Irak está ahora peor que en tiempos de Sadam en todos los aspectos, incluido el de los derechos humanos. Y eso ya no tiene vuelta de hoja. Además de ilegal, la guerra del Irak ha sido un fracaso. Sin duda ha mejorado la vida de los señores Blair y Aznar pero ¿merece la pena mejorar la fortuna personal sobre cien mil cadáveres? Parece que sí; depende de cómo sea tu conciencia. En el Irak hay millones de desplazados que lo han perdido todo, pero el neocatólico Mr. Blair se ha comprado una nueva mansión.

La función de la red hoy. Wikileaks, es parte del ciberespacio, navega en la mar océana contemporánea de la red, es descendiente de la venerable abuela Wikipedia, de la dinastía de los "wikis" y cumple con los dos requisitos "wiki": inmediatez y universalidad. La peculiaridad de la casa, el valor añadido, es que se trata de publicar secretos oficiales. Si alguien quiere poner un ejemplo práctico de la tan predicada ventaja de la red de facilitar el acceso universal a la información no se me ocurre nada mejor que la revelación de secretos oficiales. La importancia de lo "wiki" aquí queda clara cuando se recuerda que los Estados suelen abrir la información clasificada a los veinticinco o cincuenta años de producirse. Es la revolución de la red, que va a cambiar la forma de gobernarse (o desgobernarse) el mundo y los Estados que lo componen. Se acabaron las cláusulas secretas de los tratados y la opacidad de la administración. Si los gobiernos quieren dar ejemplo de transparencia y no sólo presumir de ella, lo que tienen que hacer es colgar en la red todas y cada una de las transacciones económicas que hayan realizado y esté realizando. Así no es necesario creerlos bajo palabra y la corrupción habrá desaparecido como por ensalmo.

(La imagen es una foto de Fräulein Schiller, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 22 d’octubre del 2010

Siete puntos para el alcalde del PP de Valladolid.

  • Su observación no es únicamente "sexista" sino una grosería, una falta de respeto

  • Y de educación. ¿Nadie le ha enseñado que no se hacen comentarios insultantes sobre los rasgos físicos de las personas?

  • ¿O sólo los hace cuando las personas son del PSOE?
  • La grosería es especialmente repulsiva por tratarse de una señora a quien un caballero no debe ofender jamás. Un caballero.

  • ¿Piensa el grosero que la grosería se lava pidiendo disculpas como el que ha pisado a alguien sin querer?

  • El comentario sobre el "dibujo animado” corona la grosería de imbecilidad.

  • Por último, este alcalde, ¿se ha mirado en un espejo?

(La imagen es un busto de Franz Xavier Messerschmidt en alabastro, titulado El lascivo y esculpido hacia 1780).

De la traición.

Se entiende por traición la acción contraria a la fidelidad o lealtad que debe tenerse, según el DRAE. Puede haber, pues, muchos tipos de traición: a las ideas, a las personas, a los recuerdos, a la Patria (entonces se llama alta traición), etc. Cuando se dice de alguien que ha traicionado a otro, que ha defraudado su confianza está diciéndose algo muy feo que no es extraño acabe en los tribunales por la vía penal. Sin embargo, cuando se dice que alguien ha traicionado sus ideas (o, mejor aun, sus ideales), el asunto suele verse con mayor tolerancia y los tribunales ni aparecen.

Sin embargo se trata de una traición de mayor calado. Los ideales, los principios, las convicciones (que normalmente se adquieren en la juventud) forman la columna vertebral ideal de cada uno y traicionarlos es mucho más grave que traicionar a una persona que es, por esencia, mudable. Es la enseñanza de la famosa anécdota de san Francisco de Borja cuando, ante el cadáver de la bellísima emperatriz Isabel de Portugal, exclama "¡Nunca más servir a señor que se me pueda morir!"

Cierta izquierda que se dice a la izquierda del PSOE acusa a éste de haberse convertido en un partido neoliberal y de haber traicionado su ideario socialdemócrata. La conclusión lógica a la que llegaría cualquier interlocutor de buena fe al escuchar esta acusación sería que, para dicha izquierda, el ideario socialdemócrata es válido y debe ser aplicado consecuentemente.

Ahora bien, la mencionada izquierda es aquella -básicamente comunista, pero no sólo comunista- que en su día consideraba el ideario socialdemócrata a su vez como una traición al revolucionario. En sus años más bolcheviques, los comunistas llamaban a los socialdemócratas socialfascistas; en sus años más calmados (cuando Cohn-Bendit proponía el izquierdismo como el remedio a la enfermedad senil del comunismo, qué cosas) la veían como una simple traición para impedir que la clase trabajadora actuara con el radicalismo que le correspondía.

El socialismo de hoy es el producto de una doble traición. Cuando puso en marcha el Estado del bienestar lo hizo traicionando el movimiento revolucionario que había de llevar a un Estado socialista. Ahora que está ayudando a desmantelar aquel Estado del bienestar traiciona el instrumento mismo con el que perpetró la primera traición. Es demasiado inverosímil.

No obstante se entiende el empeño porque se trata de ocupar la provincia socialdemócrata tras haber expulsado a sus ocupantes naturales. Eso ya lo intentó el eurocomunismo en los años setenta del siglo pasado con nulo éxito. Por una razón muy sencilla: el Estado del bienestar es una mezcla inteligente de Estado y mercado y hace visible y tangible la forma de sociedad más justa que la humanidad haya conocido hasta la fecha. Las sociedades de capitalismo liberal de predominio del mercado y "jibarización" del Estado, pueden ser prósperas pero son injustas. Las sociedades socialistas, de predominio del Estado y abolición del mercado, sobre ser injustas son invisibles e intangibles porque han fracasado.

(La imagen es una foto de infamecless, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 21 d’octubre del 2010

El zapatazo.

Ayer, a primera hora de la mañana, antes de que arrancara la segunda parte del debate sobre los Presupuestos Generales del Estado (PGE), La Moncloa hizo saber que había crisis de Gobierno y de magnitud considerable. Algún titular en los medios digitales hablaba de terremoto. El Presidente daría los detalles en conferencia de prensa. Zapatazo.

Los PGE pasaron de ser rabiosa actualidad a convertirse en un vago recuerdo del pasado. Y nunca mejor dicho lo de rabiosa porque, siendo resultado del pacto entre el Gobierno, el PNV y Coalición Canaria, tenían a la oposición de derecha bufando en el ruedo y cargando al final contra el que ella lucía en Canarias.

Los medios se volcaron en la noticia y acumularon en cosa de horas análisis, currículos y opiniones en una carrera por ver quién era más rápido. El día lo ganaron, claro, los online y los audiovisuales. Hoy será el de los de papel, que vienen editorializando y discurseando sobre una noticia que ya conoce todo el mundo pero que ayer no olía nadie. Nadie. La esfera pública se llenó de inmediato de comentarios pero ninguno que yo sepa señalaba el rasgo más característico de esta crisis de Gobierno: que siendo la más profunda, Zapatero la mantuvo secreta hasta el final, sin una filtración, sin un rumor, nada.

Los gobernantes españoles suelen creer que su liderazgo descansa, entre otros pilares, en su hermetismo a la hora de ciertas decisiones como ésta de cambiar de Gobierno. Pero nunca han podido mantenerlo por entero. Con González los medios hacían porras y quinielas, y Aznar, que no soltaba nombres, esgrimía maliciosamente un cuaderno de tapas azules sobre el que todo eran cábalas. Con Zapatero no hay ni cábalas. Cuando todos creían que sólo Corbacho hacía el petate, ha resultado que con él se ha ido la mitad del Gobierno. Y los medios, a la luna de Valencia.

Toda la blogosfera se sintió obligada a opinar. Este modesto bloguero colgó una entrada a medio día por ese prurito de no verse "madrugado" por el presidente del Gobierno, que ha "madrugado" a todo el establecimiento mediático. La entrada me machacaba una que creía me había quedado muy chula acerca de cómo los franceses organizan de vez en cuando una révolution, Sire, cosa que los españoles, al menos algunos, envidiamos. Concluía en clave de pesimismo nacional que los españoles estamos a años luz. Se me olvidaba el rasgo de la Raza, la furia española. De pronto Zapatero da un zapatazo sobre la mesa y el escenario queda patas arriba. La interpretación es unánime: el Gobierno retoma la iniciativa, se consolida parlamentariamente, se recompone con "pesos pesados", aumenta su discurso político, enfila los próximos procesos electorales con voluntad de victoria, incluido el de 2012, Zapatero se crece y su candidatura se da por hecha contando además con el activo del fin de ETA.

Y ¿qué decir de la oposición conservadora, entretenida en romper el pacto en Canarias, impugnar ante el Constitucional la prohibición de los toros en Cataluña, perseguir al juez Garzón y ver cómo se libra del caso Gürtel? Que como no convoque un congreso extraordinario para nombrar un nuevo candidato a la Presidencia del Gobierno, el señor Rajoy, con sus doce puntos de ventaja, puede perder tranquilamente las elecciones.

En realidad, la sorpresa de esta crisis es producto de los erróneos análisis del pasado que consideraban a Zapatero prácticamente liquidado, a punto de tirar la toalla, hasta el extremo de que los más avispados hablaban del postzapaterismo. Un examen desapasionado no puede dejar de comprobar que cabe acusar de muchas cosas a Zapatero pero no de indecisión, vacilación o inseguridad. Zapatero es lo contrario de Rajoy. Así que el Gobierno que preside jamás ha perdido la iniciativa. Sus decisiones pueden gustar más o menos, hasta hay quien las considera traiciones (prometo hablar sobre esto próximamente), pero se toman. Unas son acertadas; otras, no. Pero, insisto, se toman; se han tomado siempre y si alguna crítica pueden suscitar es que, víctima el Presidente de una especie de Overkill político, a veces aquellas son excesivas o demasiado rigurosas.

El acierto del cambio de Gobierno está a la vista en la generalizada sensación de confianza que inspira. Los tres hombres que adquieren mayor relieve (Rubalcaba, Jáuregui y Gómez) son tres puntos muy fuertes porque reúnen de sobra el requisito que ya Herodoto consideraba necesario para saber mandar, que es haber sabido obedecer. Las tres mujeres con nuevos cargos, cada una es, me parece, un caso en sí misma. No entiendo bien el nombramiento de Jiménez, aunque supongo que cabe atribuirlo al margen de discrecionalidad que debe tener el Presidente. El de Leire Pajín tiene que ver con las relaciones entre el Gobierno y su partido. El más significativo con mucho es el de Rosa Aquilar. Mientras las posiciones respectivas de IU y el PSOE sean las que son es inevitable que haya un goteo permanente, una "fuga de cerebros" de la primera al segundo. En la medida en que éste se muestre receptivo, prueba que la izquierda es un campo continuo y refuta la tesis de las barreras "infranqueables" entre la socialdemocracia y la "verdadera" izquierda por lo que la gente con más ambiciones de ésta sabe que puede proseguir su carrera en aquella. De forma que si el zapatazo desmantela la oposición de derecha, no mejor queda la de izquierda.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 20 d’octubre del 2010

En el fondo, un acto de caridad.

En el debate sobre los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2011, Rajoy y su equipo estaban haciendo un ridículo muy superior al que habitualmente hacen. No solamente fueron sin ideas, sin propuestas, sin números ni cuentas, en su sólito bloqueo mental, sino que no supieron ni insultar, cosa que suele dárseles bien. El señor Rajoy se encontró a una ministra de Hacienda singularmente rápida y contundente y acabó balbuciando cosas incomprensibles. Ayer estaba claro que los PGE saldrían adelante y que todas las enmiendas serían rechazadas, empezando por la del PP que, en consecuencia, no consideró necesario ni siquiera explicarla.

El bochorno de unas intervenciones parlamentarias carentes de sentido venía a coronar el espectáculo que dio la derecha cuando se supo que el Gobierno había pactado los PGE con el PNV y Coalición Canaria, partido aliado al PP en el archipiélago hasta ayer mismo en que, presa de un ataque de furia infantil, rompió la alianza y su batería mediática mostró el vello de su estameña atacando con furia unos pactos similares (y no tan entreguistas) a los que selló Aznar en 1996 con el PNV, CiU y CC para formar gobierno, pues de otro modo no hubiera podido.

Así que entiendo que el golpe de efecto que ha dado hoy Zapatero con la crisis de Gobierno, en el fondo es un acto de caridad hacia Rajoy y la derecha para evitar que los medios y la atención pública sigan concentrados en sus rabietas, sus incongruencias y su carencia absoluta de estilo y categoría no ya para acceder al gobierno sino para estar en la oposición. Ayer estaba quedando meridianamente claro que Rajoy y sus colaboradores no sirven para nada. Así que debían estar agradecidos a Zapatero de que les permita ocultar sus vergüenzas.

El cambio de Gobierno, en sí, fabuloso y una muestra de que los hay que en la adversidad se crecen. A excepción de Bibiana Aído, cuya marcha me parece una concesión al machío fascista más repulsivo, todos los que se han ido debieron haberlo hecho mucho antes; algunos, incluso, jamás debieron estar en el Gobierno, como esa ministra de la Vivienda, Corredor, que siempre actuó como una agente de las inmobiliarias. Me parece de perlas que se vaya asimismo la señora De la Vega: su gesto avinagrado con todo el mundo y almibarado con las sotanas era la prueba de que su función esencial fue la de garantizar los privilegios de la Iglesia católica en España. Moratinos podía haberse quedado hasta el final de la legislatura pues es hombre competente y discreto, pero ha sido víctima del designio presidencial de conseguir que Trinidad Jiménez luzca en algún sitio, a pesar de su evidente carencia de brillo. Es como el hecho de que siga en el Gobierno ese otro capricho presidencial, el señor Sebastián, cuya capacidad para no hacer nada en Industria es análoga a la que mostró para perder las elecciones al Ayuntamiento de Madrid. En cuanto a los ya exministros Corbacho y Espinosa, lo mejor que se me ocurre de ellos es que tampoco debieron dejar jamás sus anteriores responsabilidades.

En cuanto a los nuevos, hay un desequilibrio que espero no se entienda mal: los tres hombres son, a mi modesto entender, tres aciertos. Rubalcaba es, con mucho, el mejor político del Gobierno y su tarea en el País Vasco excelente. La incorporación de Jáuregui, aparte de ser de justicia, refuerza este flanco decisivo. El nuevo ministro de trabajo muestra que nunca debió abandonarse en este terreno la obra que inició en su día Jesús Caldera. En cuanto a las tres mujeres no estoy tan seguro. Ojalá sean tres ciertos, pero da más la impresión de que se trata de nombramientos por carambola. Que la derrotada en la primarias de Madrd, Jiménez, se haga cargo de la cartera de Exteriores demuestra que está muy cercana al corazón de Zapatero pero nada más y, luego de lo que se ha visto en Sanidad así como en las mencionadas primarias si, cuando deje el cargo, las cosas no están peor, será un triunfo. El nombramiento de Rosa Aguilar tiene poco que ver con ella misma y mucho con las relaciones entre el PSOE e IU en el terreno electoral. Por último, el ascenso de Leire Pajín a Sanidad es una apuesta de riesgo. A la mujer le sobra carácter pero al ministerio le falta fuelle. Quizá se trate de un caso de lo que la práctica eclesiástica conoce como promoveatur ut removeatur, apartarla de las tareas internas del partido, en donde tenía conflictos con Blanco.

Todos los medios entienden que el cambio en la posición de Rubalcaba equivale a prepararlo como sucesor. Se admiten apuestas: diez contra uno a que el sucesor propuesto desde La Moncloa, si lo hay, será Carme Chacón. Y me parece de perlas. Yo propondría a Bibiana Aído, pero el Presidente es más conservador, aparte de indebidamente caritativo con esa colección de trogloditas ineptos que constituye la oposición.

Los Pirineos.

Siempre hubo Pirineos; siempre los habrá porque, aunque los trenes de alta velocidad y demás maravillosos avances de la técnica y la tecnología hayan vencido el imponente obstáculo que acostumbraba a ser esa cordillera, hay otro moral, espiritual, intelectual que ningún avance del ingenio humano ha sido capaz de vencer. Los dos pueblos a ambos lados de los Pirineos son muy distintos: incluso aquellos que, como sostienen los vascos y catalanes nacionalistas, son el mismo pueblo aquende y allende la cordillera. Prueba evidente de que lo que se llama Francia y lo que se llama España tienen una impronta decisiva, hasta el punto de avocar a su ser nacional a otros seres nacionales o partes sustanciales de ellos.

Pero no quiero embarrancarme en el cansino tema de las naciones del Estado español. Me importa más señalar las obvias diferencias entre los dos pueblos, diferencias que, no pudiendo venir de causa genética (supongo), vendrán de sus culturas, tradiciones y evoluciones históricas respectivas. Es eso que decía Marx en El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte de que "la tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos", modo expresionista, casi apocalíptico, de formular la famosa alianza entre los muertos, los vivos y los que están por nacer que, según Burke, es la esencia de toda nación. Así que, en efecto, franceses y españoles son naciones muy distintas, dentro, claro es, del llamado "concierto de naciones europeas" que las más de las veces es un desconcierto. Pero un desconcierto del que en el fondo estamos todos muy orgullosos.

La magnífica jornada de ayer en Francia ha dejado un reguero de imágenes impresionantes. Me he quedado prendado de una de ellas que no puedo reproducir porque tiene derechos de autor. Pero puedo poner el enlace así que pinchen aquí si quieren ver algo sorprendente. Es esa genial capacidad francesa para formular la insurrección poéticamente. El párrafo de la pancarta podría haberlo escrito Tzara o Breton, Artaud, Vian, cualquiera. Y la traducción al español que acompaña a la imagen también ilustra sobre las diferencias de mentalidad que se dan. Como sea que la última palabra de la pancarta no está clara, puede inducir a error. Pero los errores nunca son inocentes. El traductor español, realista al cabo, cree que la palabra es force y, claro, vierte "fuerza". Ni siquiera ve que la primera letra es una "r" evidentísima. De forma que en lugar de lo que dice (que es una traducción que literalmente mata el espíritu del escrito) el texto debe decir: "Bloqueo, sabotaje, huelga salvaje, ocupación, destrucción, secuestros,... luchemos armados de toda nuestra rabia (rage)". La única duda podría ser que dijera "race"; pero estamos en Francia, je vous en prie. En todo caso, ¿es imaginable la que se armaría en la patria de Daoiz y Velarde si alguien propusiera proceder al sabotaje, la destrucción, los secuestros? La poesía no delinque... ¿o sí?

La izquierda del sistema empieza a asustarse. La señora Royal llamó a la huelga a los estudiantes y después se desdijo; pero estaba ayer en la manifa. La situación para esta izquierda (zarandeada por los radicales por su carácter acomodaticio pero la única que obtiene mayorías electorales que le permiten gobernar) es complicada porque la rage en efecto es profunda y la insurrección puede ir a más y salirse de madre, que es mucho salirse. Pero, en fin, es Francia.

Aquí, en España, a este lado de los Pirineos, las cosas son, como siempre, más comedidas, más domésticas, de mesa camilla y rosario de las ocho. (Estoy deseando leer el nuevo libro de Eslava Galán que será fantástico). Y más del cortijo. Según las informaciones de Público, La Gürtel organizó todos los actos de Aguirre en la campaña de 2003. Ese artículo femenino que le ha caído a un término que es una clave de operación policial denota la intención de convertirlo en sinónimo de "mafia" o algo así. En todo caso, de ser cierto el hecho, la Comunidad Autónoma de Madrid ya no es una Corte de los Milagros, sino una especie de Mahagonny, un predio de Mackie el navaja, y para contarlo haría falta un Brecht, ese al que cita mal el señor Camps.

Pero lo verdaderamente hispánico de la jornada fue la pataleta del PP ante el pacto presupuestario de su socia de gobierno en las Canarias, la Coalición Canaria, con el villano de La Moncloa. Ya no la ajuntan. Pero la política es un juego de estrategia, como el ajedrez; no de raquetazo corto como el pádel. Así que ahora han de ver los populares qué hacen con su alianza externa de gobierno con ese mismo villano en el País Vasco. Porque si Patxi López quedaba desairado por el acuerdo del chef con los jelkides, el señor Basagoiti queda aliado con un desairado y ninguneado por un Gobierno que pacta con la oposición lo que no pacta con el gobierno autonómico. Su posición no es desairada sino desesperada: si sigue sosteniendo al lehendakari, sostiene el partido que ha firmado los acuerdos con la oposición; si le retira el apoyo puede encontrarse con la desagradable sorpresa de que, hasta las elecciones autonómicas, el PNV apoye al PSE-PSOE, lo que devolvería el PP a la irrelevancia. Estamos en España. La crisis es cosa de los franceses.

dimarts, 19 d’octubre del 2010

Francia eterna.

Decía Heine que los alemanes resuelven con ideas lo que los franceses resuelven con hechos. Pudo decir los alemanes y el resto de los europeos que en esto del hacer, de meternos con la realidad, vamos siempre por detrás del gabacho.

A veces ese hacer se torna revolucionario, momento que refleja a la perfección el conocidísimo cuadro de Delacroix en el Museo del Louvre, La libertad guiando al pueblo. Esa pintura es el emblema del romanticismo y de la revolución burguesa, inextricablemente unidos por la chistera y el redingote del ciudadano empuñando un trabuco a la derecha de la Libertad. Es el propio Delacroix que se autorretrata como presente en el momento que más le emociona. Privilegio de artista. Botticelli se autorretrató presenciando el nacimiento de Cristo y el Caravaggio observando el prendimiento del mismo personaje. Supongo que eso dice mucho sobre los caracteres de ambos genios. En todo caso, Delacroix, que no estuvo en la revolución de 1830, la liberal por excelencia, se plantó para la posteridad junto a una Mariane de gorro frigio, pecho desnudo, alzando la tricolor con un fusil con la bayoneta calada, asaltando una barricada. Menuda imagen. A sus pies, dos soldados realistas caídos, al fondo, entre el humo de la refriega, Nôtre Dame. París bien sûr.

Porque lo que tiene M. Sarkozy entre manos es una revolución. Una protesta que ha encadenado diez huelgas generales en un año, que un día por otro echa a la calle a cientos de miles, millones de personas en todo el territorio en manifas que suelen derivar en violencia con docenas de detenidos; que tiene prácticamente paralizado el país con un bloqueo energético que obliga al gobierno a poner en uso las reservas estratégicas, como si estuviéramos en guerra; una protesta así podrá llamarse como se quiera, pero tiene toda la pinta de ser una revolución, por la extensión y profundidad del movimiento.

El curso general es de confrontación. Está previsto que la ley de reforma de las pensiones se apruebe en el Senado el jueves y hoy, martes, es un día decisivo. Los camioneros se han unido a la huelga (los ferroviarios llevan en ella un tiempo) y también piensa hacerlo una serie de universidades que toma el relevo de los estudiantes de bachillerato. El presidente del Gobierno, Fillon, dice que no cederá ni tolerará bloqueos, interrupciones de suministro, etc, aunque lo que digan los presidentes del Gobierno en Francia, si no hay cohabitation suele importar poco. M. Sarkozy asegura que la reforma de las pensiones se hará porque es buena para Francia. Pero según un sondeo, el 71 por ciento de la población apoya la movida de hoy, martes. Francia debe de ser el 29 por ciento restante.

No quiero calificar la cara que se nos pone a los españoles cuando vemos la marimorena que han montado los franceses por la prolongación de 60 a 62 años de la vida laboral cuando a nosotros van a prolongárnosla de 65 a 67. Personalmente estoy a favor de hacer voluntaria la jubilación a partir de los 65, razón por la cual el asunto de la prolongación me parece un error más dentro del error mayor de tener una jubilación forzosa y semiforzosa. Pero el hecho llamativo es la diferencia de situación entre España y Francia y por añadidura que la reacción frente a un recorte más grave en España haya sido diez, veinte veces menos intensa: una mediohuelga general de escaso seguimiento y menor repercusión.

Es bastante probable que el movimiento no consiga su objetivo que es que las cosas sigan como están básicamente porque en el mundo globalizado pintan bastos de la acreditada casa de Díaz Ferrán, de trabajar más y ganar menos y en Francia también. No puedo quitarme de la cabeza la sospecha de que M. Sarkozy se ha hecho fotografiar en la playa de Deauville, en la costa normanda, lugar predilecto de Monet y otros impresionistas, acompañado de Frau Merkel para recordar a los franceses que hay que contar con los demás, especialmente los boches a quienes eso de trabajar más y ganar menos no les suena raro.

Pero sobre todo no parece que la nueva revolución francesa vaya a triunfar porque hay en marcha en el mundo un reajuste estratégico del capitalismo. Si el occidental quiere seguir siendo hegemónico y mantener su alto nivel de vida tiene que ser competitivo frente al oriental (especialmente el chino) y no lo es. El modo de vida occidental del Estado del bienestar y sociedades de la abundancia está tocando a su fin; hay que inventar otro. El que se propuso el siglo pasado, el XX, venía muy condicionado por el anterior, el XIX, como se ve en el cuadro de Giuseppe Pellizza, El cuarto Estado (pintado hacia 1895-1898) que saltó a la fama casi un siglo después cuando Bertoluzzi lo empleó para su Novecento. El mérito de la obra es modesto, ínfimo si la comparamos con la de Delacroix. Es una composición bastante chata y un pelín absurda en cuanto a la fuente de luz ya que se trata de una masa indiferenciada que avanza desde una luz que se apaga al fondo, el pasado, hacia una potente que viene de fuera y somos nosotros, el futuro. Para mi gusto se le ha colado además en primer término una especie de metáfora de la Sagrada Familia con un tercero que canta otra historia.

En todo caso, la imagen de la Revolución sigue siendo la de Delacroix; la del "cuarto estado" no cuajó y esa es quizá una de las razones por las que el capitalismo plantea un proceso de acumulación a la vieja usanza: largas jornadas, salarios bajos. Lo irónico es que este impulso provenga sobre todo de la China, uno de los países en que triunfó la Revolución del cuarto estado. Y lo habitual es que la primera protesta venga de Francia. Por eso hay tantos afrancesados en el mundo.

dilluns, 18 d’octubre del 2010

La fe obnubila

La gran ventaja de la entrevista que ayer publicaba El País a Arnaldo Otegi es que fue por escrito, no hablada. Lo escrito permanece y no cabe desautorizarlo después como mal transcrito o extraído de contexto. Y, de acuerdo con lo escrito, las reflexiones de Otegi son de mucho interés y merecen consideración.

Pero antes de hacerla es oportuno recordar que Otegi lleva un año preso en la cárcel de Navalcarnero. Un año en que, contra lo que se oyó el pasado de que, si se encarcelaba a Otegi, ardería Euskadi, en Euskadi no ha ardido nada y de Otegi no se acordaría nadie de no ser por El País. No es un indicador científico, pero da una idea del impacto real que tienen en la sociedad los discursos políticos del tipo que sean, sobre todo cuando pretenden movilizar a la ciudadanía. Muy moderado.

Pero no da la impresión de que Otegi lo haya entendido así, pues sigue viéndose (él y la izquierda abertzale) a la cabeza de una mayoría social abertzale de izquierda. No sé de dónde le sale esta cuenta pero, al referirse al futuro, hay que estar abiertos a la posibilidad de que sea correcta. Lo importante ahora es lo que atañe al pasado y al presente.

Aquí Otegi no dice nada nuevo porque reitera el sinuoso razonamiento de Anoeta: 1) compromiso de emplear en exclusiva la vía política; b) petición a ETA de que declare una tregua permanente y verificable; c) aceptación de que no haya contrapartidas políticas; d) exigencia de contrapartidas políticas en la negociación sobre los presos de ETA; e) exigencia de contrapartidas políticas en la posterior negociación y acuerdo para poner fin al "conflicto".

O sea, lo de siempre, si bien revestido con mucha hojarasca. Sostiene Otegi que la teoría del entorno de ETA no es más que una treta policial y judicial para machacar a la izquierda abertzale, pero luego habla como el brazo político de la organización armada.

Una tregua permanente (sea lo que sea "permanente") no es de ni de lejos suficiente. ETA no tiene otra salida que deponer las armas definitivamente y disolverse. Las treguas y todo lo demás es tratar de sacar partido de lo que se dice que no va a sacarse partido, esto es, la amenaza del empleo de la violencia.

De hacerse así, el panorama se aclara de una vez y no es preciso andar procurando negociaciones: ETA desaparece, Batasuna y la izquierda abertzale cumplen la ley, hay elecciones municipales con participación de todos y cada cual obtiene la representación que le corresponde. A partir de ahí empieza la política. A la luz pública, en órganos representativos, no en las covachas de las "negociaciones".

Si, efectivamente, en el Parlamento de Vitoria llegara a haber una mayoría independentista, el Gobierno de España tendría un problema serio. ¿Cuánto de serio? Los independentistas catalanes han sacado a menos de seis por ciento del electorado a las consultas soberanistas de este fin de semana en Tarragona. No pretendo igualar Cataluña con el País Vasco y admito que los independentistas vascos sacaran el doble, un doce por ciento. Sigue siendo una cantidad escuálida. En todo caso la seriedad del problema no deriva de su cantidad sino de una cuestión de principio: el Estado no reconoce el derecho de autodeterminación de las naciones o nacionalidades que lo integran.

Y ahí es donde está el fallo, en que debiera reconocerlo. El principio esencial del liberalismo de raíz lockeana es el "gobierno por consentimiento". Y consentimiento quiere decir consentimiento. El Estado que gobierna sin consentimiento de los gobernados es tiránico, cosa que ningún Estado es gustoso. En todo caso, este asunto del reconocimiento o no reconocimiento del derecho de autodeterminación es mucho más peligroso para la continuidad del Estado que la existencia de una organización terrorista. Mientras haya ETA en tregua o no tregua, justificará el estado de excepción de hecho y la imposibilidad de tratar cuestiones como la autodeterminación con espíritu civilizado. Es obvio: ETA es el obstáculo principal en el avance de Euskadi hacia la autodeterminación. Y no lo es menos, después de la entrevista: Otegi ni Batasuna entera se atreven aún a decir a ETA que desaparezca.

(La imagen es una foto de www.ukberri.net, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 17 d’octubre del 2010

La guerra civil.

Al recaer sobre Eduardo Mendoza el premio Planeta reconoce la obra entera de un magnífico escritor, aparte, naturalmente, de los méritos que pueda tener la novela premiada, que los tendrá. Mendoza es un gran novelista de vieja prosapia, un novelista literario, cosa que se puede decir desde el momento en que hay novelistas psicológicos, históricos, filosóficos, etc. Es un fabulador fabuloso con elementos reales. El último libro que le he leído, El asombroso viaje de Pomponio Flato es un divertimento rebosante de ironía.

La novela premiada, Riña de gatos, según leo, está ambientada en "el Madrid de la preguerra", expresión que ya revela que se trata de otra novela sobre la guerra civil, "maldita", como dice irónicamente Isaac Rosa, o "bendita" como dice con apasionamiento Javier Cercas. Es tan decisiva la guerra civil española para los españoles (aunque no sólo para ellos) que condiciona además de su tiempo posterior, el nuestro, también el anterior, claro está, a nuestros ojos. Por eso seguramente la novela será extraordinaria. Mendoza dice que le interesa saber "cómo se generó la guerra civil". A él y a millones de compatriotas. Cómo se pudo llegar a aquello. Y "aquello" es la guerra civil pero, sobre todo, sobre todo, lo que vino después.

La guerra civil, el sempiterno tema español, presente en el debate actual, se quiera o no, tiene esta condición porque lo que vino después fueron 35 años de postguerra. En Winchester 73, una película de Anthony Mann que cuenta una historia de 1876, dos excombatientes de la Confederación estrechan la mano de un suboficial de caballería de la Unión, tomando a broma haber combatido entre sí a muerte once años antes. La guerra civil de los Estados Unidos apenas dejó secuelas. A los pocos años del armisticio no quedaban prisioneros de guerra y el Sur y el Norte se habían reconciliado lo suficiente para seguir viviendo juntos. Eso no pasó en España.

Una guerra civil es una quiebra de la comunidad; una quiebra que se da en todos los órdenes, en el simbólico (hay lealtad a dos banderas por ejemplo), en el religioso (los dos bandos matan en nombre del mismo dios), en el artístico (los dos bandos en una guerra civil tienen su poesía, su pintura, su música, su cultura popular), y, por descontado, en el político. En este último con consecuencias definitivas si nos rendimos a la evidencia que traduce la expresión de Foucault de que "la política es la continuación de la guerra por otros medios". Y cuando la guerra es civil, también.

Se comprende la posición de quienes insisten en que lo mejor que cabe hacer con la guerra es olvidarla, no hablar de ella, "peor es menealla". Son también los que dicen que el significado profundo de la Transición fue el olvido de la guerra o, cuando menos, el silencio sobre ella. Se comprende, pero no es una posición realista. La guerra siempre vuelve porque es inseparable de la postguerra ya que los vencedores jamás estrecharon la mano de los vencidos. Al contrario, los tuvieron 35 años como ciudadanos de segunda, sometidos a ejecuciones, torturas, vejaciones y arbitrariedades. Quedan cuentas por ajustar y, mientras no se ajusten, el pasado será presente y no se podrá clausurar porque no cabe clausurar el presente.

Cercas dice que la guerra civil puede ser el Western español. Puede, desde luego. Pero la historia de España (al margen del inevitable debate de si cabe hablar de "España" en la historia de España) rebosa de Westerns. El de la guerra entre moros y cristianos, en buena medida una guerra civil, puede serlo perfectamente. Es verdad que los vencedores dieron en llamar el episodio Reconquista pero como los franquistas llamaron su sublevación Glorioso Movimiento Nacional. Western es también el descubrimiento y conquista de América y además en sentido literal del término, porque se trataba de las Indias occidentales. Lo que sucede es que en este episodio está complicado el esquema maniqueo de buenos y malos.

Los que dicen que hay que dejar escribir novelas y hacer películas sobre la guerra civil es de suponer que no ignorarán los largos años de la dictadura en que sólo podían verse cosas como Alba de América o la serie de Alfredo Mayo, Escuadrilla, Harka, ¡A mí la legión! y, claro, Raza, con guión del Caudillo. La verdad es que si la guerra civil es nuestro Western, Raza es como una película de Hopalong Cassidy.

(La imagen es la famosa foto de Robert Capa titulada Muerte de un miliciano que capta el momento de la muerte del miliciano anarquista Federico Borrell García en el frente de Córdoba el 5 de septiembre de 1936. International Center of Photography).

dissabte, 16 d’octubre del 2010

El incombustible.

Hace tiempo que la campana viene repicando a difuntos por Rodríguez Zapatero. Cada nuevo error, o rectificación, o tropiezo del Gobierno que preside, en lo interior o exterior se interpreta en modo de fuga en el sentido literal del término. Se lo ve en trayectoría declinante, debilitado, tocado, hundido; a saber si podrá sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado (PGE), si conseguirá acabar la legislatura; así no se puede gobernar; es mejor que convoque elecciones anticipadas y se vaya.

Pero en la Música la fuga es una composición de técnica contrapuntística y, en consecuencia, lleva por lo menos dos melodías. Una es la ya reflejada; la otra, la contraria: con cada error el Gobierno aprende; con cada rectificación, se legitima; en cada tropiezo se crece. La crisis ha golpeado con especial saña, pero el Gobierno ha respondido con rapidez y contundencia. Podrá discutirse si sus medidas son más o menos de izquierda, pero está claro que han conseguido su propósito: demostrar que España no es Grecia, ni Portugal, ni Irlanda, cosa de mucho momento a la hora de calibrar la solidez de la posición internacional del Reino.

El episodio de las primarias de Madrid, se dice, ha afectado negativamente a Zapatero al haber perdido su candidata. La contramelodía rememora que el propio Presidente aceptó estas elecciones, si a regañadientes o no es aquí irrelevante; lo esencial es que las aceptó lo que implicaba la posibilidad de que su candidata perdiera. Es decir, con lo desconfiados que somos todos, sobre todo los de izquierda, quizá le hubiera perjudicado más haber ganado.

¿Y qué hay de las valoraciones populares? En la última aparece Zapatero por debajo de Rajoy. Lo nunca visto porque, además, Rajoy sigue muy bajo. Zapatero está probablemente en el nadir de su segunda legislatura. Tanto es así que varias personalidades socialistas (Barreda, Gómez y Bono por ahora) defienden la imposición del límite de dos mandatos en la Presidencia del Gobierno. La verdad es que hay razones poderosas a favor de esta idea pero también las hay en contra, como la que recuerda que, en su segundo mandato, el Presidente es un pato cojo. Y aquí arranca la contramelodía: como la decisión no se tomará ahora, el Presidente dispone de un tiempo para probar su mano por si puede ganar las elecciones de 2012, posibilidad aciaga para el PP que sostiene que Zapatero no puede garantizar la gobernación tranquila del país ni la salida de la crisis. No vamos a examinar aquí si quizá no pueda hacerlo precisamente porque la oposición le niega su apoyo. Esos reparos tienen escaso seguimiento en el PP.

Pero lo cierto es que, de nuevo contramelodía, los PGE parecen seguros y, con ellos, el agotamiento de la legislatura. Con el temporal que hay y la valoración bajo mínimos, el capitán sigue impertérrito en el puente de mando y no parece dispuesto a hacer ni una miserable crisis de Gobierno. Cuando Sáez de Santamaría afirma que los presupuestos de segura aprobación son el testamento de Zapatero no se entiende bien qué quiere decir. ¿Por qué está mal hacer testamento con lo incierta que es la vida, sobre todo la política que hoy eres ministro y mañana te ves candidato a una consejería de la Generalitat? Es posible que quiera decir que es el acta de defunción de Zapatero. Pero a la vista está que el Zapatero difunto goza de excelente salud.

Ha tenido que aguantar una huelga general en la que, al decir de los entendidos, han perdido ambos, Gobierno y sindicatos. Pero, a la vista del carácter de la conflictividad laboral en Francia, lo de España parece una balsa de aceite, y eso estará mejor o peor, pero demuestra que el Gobierno tiene controlada la situación. Quizá no la tenga tanto en lo que toca a los empresarios cuyo talante belicoso se refleja en ese exabrupto de su todavía presidente de que para salir de la crisis sea preciso trabajar más y ganar menos. En sus empresas se trabajaba más o igual y no se cobraba nada (que es el menos absoluto) y ¿no han quebrado?

¿Y la venta de España, la sumisión a los nacionalistas, el feo que se hace a Patxi López? Lo del feo a López por pactar con el PNV es igual de feo que el que hace Coalición Canaria a su socio de gobierno en el archipiélago, el PP, al pactar los presupuestos con el PSOE. Feo por feo, cada cual se queda con el suyo. En cuanto a la venta de España, los dos socios PNV y Gobierno han pactado cumplir el Estatuto de Gernika y no en su integridad. Creo que llamar "venta de España" al cumplimiento no íntegro de una norma en vigor desde 1979 desafina algo.

Y si España no se vende, los PGE se aprueban, la legislatura no se acorta, el Gobierno contiene a los sindicatos (no sé si tanto a la patronal) después de unas reformas drásticas, y las restantes se hacen, es muy posible que a fin de año se haya alcanzado con creces la reducción prevista del déficit y España demuestre que cumple sus obligaciones con la deuda. Y esa situación supondrá un punto acelerador de la recuperación prevista (lo que ya ha llevado al FMI a lanzar cohetes, prueba incontrovertible del carácter emocional de estos técnicos) como si de tratara de un efecto dominó visto en movimiento invertido.

El Bambi resultó ser verdaderamente correoso. Incombustible. No consiguen echarlo. Como pasó con González. A estos sociatas no es posible echarlos sin más, como se hizo con Suárez. Hay que ganarles las elecciones. Y de eso se trata. A poco que le sonrían los hados Zapatero ha conseguido un año, 2011, para recuperar su maltrecha imagen, cosa relativamente fácil puesto que más bajo es muy difícil que caiga mientras que, por otro lado, con el fabuloso, tentacular, turbulento caso Gürtel revolviendo aguas cenagosas todavía lo será más que remonte la popularidad de Rajoy . Si en 2011 se inicia en serio la recuperación y ETA se disuelve mientras los cargos del PP desfilan por los tribunales, ¿en qué quedarán los 12 puntos de ventaja de este partido en intención de voto?

(La imagen es una foto de galiciaefotos, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 15 d’octubre del 2010

La flor y nata.

Doña Esperanza Aguirre, que es como doña Rita Barberá en fino, tiene en común con ésta el carácter jacarandoso, la campechanía (algo condescendiente en el caso de la dama madrileña), en definitiva el desparpajo con que ambas sueltan los dislates; compite con ella asimismo en agresividad verbal pero le da cien vueltas en mala fe y capacidad para retorcer los hechos. Por eso es presidenta mientras que la otra es alcaldesa, dicho sea sin menoscabo de la gloria municipal.

La entrevista en Los desayunos de TVE, de la que da cuenta Público, ha sido un campo magnífico para ver en directo el despliegue de las armas de la lideresa. Dice Aguirre que simpatiza con el Tea Party estadounidense porque lo único que pide es menos impuestos, menos Estado y más nación americana. Pero eso no es verdad. Pide muchas otras cosas: el cierre de las escuelas públicas, la salida de los EEUU de la ONU, el fin de la escasa sanidad pública, que no haya comunistas en la Presidencia de los EEUU y menos si son negros (es de suponer), etc. En fin, una de sus lideresas, la candidata republicana por Delaware Christina O'Donnell, ha lanzado una campaña en contra de la masturbación con el argumento de que la Biblia la prohíbe. No soy experto en la Biblia pero me parece que, al menos el Antiguo Testamento, no prohíbe ni deja de prohibir la masturbación; lo que prohíbe es el onanismo que sólo por error ha venido a entenderse como masturbación, siendo así que Onán lo que hacía era ir contra el matrimonio levítico eyaculando en tierra cuando accedía carnalmente a su mujer, que era su cuñada. En fin, allá la señora O'Donnell con cómo entiende las cosas, pero lo que es claro es que quiere abolir la masturbación. No sé con qué logomaquias puede una liberal sostener que compete a la autoridad no ya meterse en la alcoba de la gente sino hacerlo también cuando está sola, por si acaso le da por tontear con sus partes pudendas.

Añade la presidenta de la Comunidad que el Tea party en España sería el Café party. Pero eso es otro dislate como un castillo que demuestra que la señora Aguirre no sabe de lo que habla. El Tea party no se llama así porque todos los anglosajones se comporten como los británicos y consuman todos té, cual ella cree, cegada por su patriotismo de Dama de Honor del Imperio Británico. El nombre viene del Boston Tea Party de 1773, una de las primeras escaramuzas de la independencia. Por lo demás, los estadounidenses, anglos o no anglos consumen muchísimo más café que té (ya que éste lo exportaron siempre a la metrópoli), razón por la cual carece de sentido que la señora proponga que aquí se cambie de infusión en favor de la que más se consume porque, si por el consumo fuera, también en los Estados Unidos se llamaría Coffee party.

Pero lo más divertido y en donde la dama acaba de columpiarse, después de decir que la existencia del Tea party irrita a la izquierda, es que, de hecho, el Coffee party USA existe al grito de Wake Up and Stand Up y, por supuesto, es de izquierda, lo que quiere decir que deja a la gente masturbarse en paz porque cada uno/a hace con lo suyo lo que le place y no lo que plazca a la señora O'Donnell o a su acólita la señora Aguirre.

¿Y qué decir de la mala fe en su interpretación del episodio de los fascistas brazo en alto durante los abucheos con que se consagraron los momentos más solemnes del desfile patrio? Los periodistas, que son unos metomentodo y unos quisquillosos estuvieron buscando con lupa hasta encontrarlos. Pero estaban ¿no? Y que estuvieran ¿no reclama algún tipo de explicación? Dice que a ella también la abuchean pero, al margen de que se lo toma siempre por la tremenda, nunca le ha sucedido cuando está con el Rey, la Reina, la bandera, los ejércitos y todos honrando a los muertos, lo cual en principio es sacrosanto para los abucheadores.

No obstante, la presidenta de la Comunidad, la flor, aún tiene que aprender de su maestro, la nata, que sigue mundo adelante combatiendo contra la marca España, su país, al que tanto dice amar. Encizañando, que se le da de cine. Ahora ha ido a contar a los argentinos que Zapatero ha destruido la imagen de España que él forjó. Y termina con las consignas: el Estado tiene que limitarse a garantizar la ley y el Estado de derecho, o sea a garantizarse a sí mismo y hay que evitar el intervencionismo estatal. Pues no sé yo cómo van a lograr que la gente no se masturbe.

La democracia es información, comunicación, deliberación. Pero nada de eso es posible en donde una parte actúa sistemáticamente de mala fe. ¿Un ejemplo? Está por ver un solo caso en el que, abiertas diligencias judiciales contra algún cargo público del PP por presunta corrupción -y va ya una ristra-el partido no cuestione la labor de la policía, los fiscales y los jueces con una evidente mala fe que llega a enunciar la infamia del "Estado policial". Así no hay comunicación democrática que resista.

(La imagen es una foto de Erprofe, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 14 d’octubre del 2010

A la cultura le ponen los cuernos.

El mundo entero ha contemplado en suspenso esa proeza de Chile de arrancar a una muerte segura a treinta y tres hombres (cosa que muchos seguimos al minuto) en una operación que ha sido un verdadero canto a la vida. En ese mismo momento el ministerio español del Interior anuncia que transfiere las competencias en materia de corridas de toros, ese canto a la muerte (muerte segura del toro y posible del torero), al ministerio de Cultura. De este modo, se dice, se devuelve a las corridas (ellos las llaman "Fiesta Nacional", igual que el doce de octubre, ahí es nada), el trato noble que merecen: son cultura. Nada de cuestión de Interior o de Gobernación al recio estilo de Franco, sino de creatividad, que no es lo mismo.

No sé si la ministra de Cultura está al tanto de lo que se le viene encima y lo defiende por estar convencida de que, en efecto, las corridas son cultura o va de florero y nadie la consulta sobre decisiones que la conciernen, que la empitonan, por ponernos taurinos. Lo que está claro es que el ministro Rubalcaba se ha quitado de encima lo que se llama una "patata caliente", un ascua en realidad, evitándose lidiar (ya que estamos en ello) a un movimiento animalista cada vez más extendido y con mayor resonancia mediática, y que tiene mucho apoyo en su propio partido.

La decisión puede entenderse también como una especie de puñalada trapera al tripartito catalán y hasta a Cataluña en su conjunto al facilitar el camino para que el PP interponga recurso de inconstitucionalidad por la prohibición de las corridas en Cataluña decidida por el Parlament. El Parlament se ha extralimitado, se escandaliza la derecha; ha ido más allá de sus competencias. No sé cómo pueda decirse que se haya extralimitado cuando la cultura es competencia autonómica; pero por decir que no quede. Por lo demás, los catalanes, que tienen sus debilidades, podrían argumentar que, puestos a defender la cultura, ellos más que nadie: expulsan las corridas por oscurantistas pero blindan a los correbous que, como puede verse, consisten en hacer al toro portador del símbolo mismo de la cultura, la civilización y hasta la libertad: la luz. Que no sea luz sino fuego es cuestion de escasa relevancia. Lo importante es que aquí está el feliz astado catalán convertido en soporte de la luz del espíritu frente a las escabechinas de los españoles.

Cultura es la palabra. Si las corridas lo son o no. Si por "cultura" se entiende, como quieren los arqueólogos y los antropólogos, todo aquello que hace el ser humano, no hay duda de que los toros son cultura con el mismo derecho que las palanganas, los chupa-chups y las Matrioschkas. Pero nadie subvenciona las palanganas, los chupa chups o las Matrioschkas. Claro, no es ésta la cultura de que hablan los corridófilos. Es de la otra, de la cultura en sentido filosófico, del arte. La tauromaquia es un arte.

Pero esto no es verdad. Las corridas pueden ser objeto de obras de arte, pero no son arte en sí mismas, si es que esto quiere decir algo. Todas las epopeyas cantan la batalla, la guerra, pero la guerra en sí misma no es arte (el concepto de "arte de la guerra" se refiere más a la "técnica") ni cultura, sino barbarie. Aunque el arte, soberana como es, puede hacer algo sublime de lo más odioso y detestable, ese es el camino que empezó a andar el Marqués de Sade, en el que tampoco llegó muy lejos en comparación con el siglo XX. El arte contemporánea ha sacado mucho partido al Holocausto; el arte, la poesía, el pensamiento filosófico. Considérese tan sólo la kilométrica Shoah, de Claude Lanzman:



Bellísimo, sin duda. Pero el Holocausto no es cultura y, digo yo, estaremos todos de acuerdo en que hubiera sido mejor que no se hubiera producido, aunque nos perdiéramos quintales de obras de arte. Así que dejen en paz a Goya, Picasso y tutti quanti. Por lo demás, si arte ha de ser, necesita una musa y, como no la hay, no se me ocurre nada mejor que adjudicarle a Pasifae, cuya leyenda es la que origina el Minotauro. Bingo.

Todas las manifestaciones artísticas son valiosas en principio, pero ese valor es un activo que se adquiere en función de lo que se aporta a la mejora de la especie, no sólo a la material, que es la más evidente, sino a la espiritual y/o moral. Y bajo ningún punto de vista civilizado es una mejora complacerse en la contemplación del sufrimiento y la muerte de ningún ser vivo, la contemplación de ese misterio que es la esencia de la naturaleza humana. La muerte. Según nos desbastamos vamos siendo más y más pudorosos con la muerte. Ya no exhibimos los cadáveres de nuestros enemigos ni hacemos ejecuciones públicas, salvo las excepciones de todos conocidas y por todos condenadas en países considerados "atrasados" y algunas también en los países considerados "avanzados". Pero la tendencia es clara: hurtamos la presencia de la muerte de la vida cotidiana: ya casi no hay sepelios y los coches fúnebres parecen limousines para clases medias-bajas. Lo primero que se hace con un cadáver es cubrirle el rostro. La humanidad busca la negación de la muerte y todas sus religiones y filosofías llevan a ese punto, incluso aquellas que, como el cristianismo, nacen del culto a la muerte pues solo la muerte de Dios en la cruz es el vínculo que lo liga con los creyentes. No siendo eso, la tendencia general es a ocultar la muerte. El arte, sobre todo el cine, la representa con harta frecuencia; pero eso es lo que hace, representarla, simularla, fingirla. En el ruedo no está representada; está presente. No siempre la relación entre poesía/ficción y verdad es tan alegre y optimista como en la autobiografía de Goethe.

¿Qué tiene de cultura una ceremonia pública cuya esencia es contradecir el sentido de la evolución moral de la humanidad, convertir la muerte en espectáculo invocando para ello la fuerza de la tradición, cómo no, y la creatividad del arte de Cúchares?

(La primera imagen es una foto de C Manuel; la segunda, de mikedangeR; la tercera, de alexisbellido, todas bajo licencia de Creative Commons).