dissabte, 14 de juliol del 2012

Los dinamiteros



Que España está intervenida y, en lo que nos dejan, gobernada por un necio incompetente, embustero, presuntuoso y cobarde es la evidencia misma a estas alturas, no lo ignora nadie y menos que nadie quienes lo pusieron en donde está para que les haga el trabajo y mientras se lo haga. De momento no ven razones para quitarlo pues, aunque todas sus decisiones son monumentos a la estupidez, en líneas generales va cumpliendo el programa que le dictan los empresarios y los banqueros a cuyo servicio está: desmantelar el Estado del bienestar a toda velocidad. En cuanto al resto, ya se verá. Su última ocurrencia de estratega de pacotilla es endosarle al Borbón la autoría de la mayor agresión de la historia a la justicia social, llevándolo a presidir el consejo de ministros, cosa a la que el rey se ha prestado bien porque ya no sale en las fotos si no hay elefantes, bien porque -y es lo más probable- no calibra las consecuencias de sus actos. La humillación del monarca es patente en la foto. Que dos botarates que han arruinado un país tengan esperando al rey, muestra la situación a las claras. Pero allá el rey si, como su abuelo, quiere ligar el trono a la suerte de unos políticos corruptos y antipopulares. Es extraño que no lo haya visto el siempre servil ABC salvo que, como quiere el rumor que se extendió ayer por la capital, esté preparándose un golpe de Estado militar que acabaría por hundir España.
Al margen de hispánicas neurosis y tremendismos, en efecto, los recortes del gobierno suponen la destrucción del Estado del bienestar y la involución de España a los años de la pobreza, la injusticia y la emigración.El nombramiento del que da fe la foto de la derecha de Carlos Espinosa de los Monteros como administrador exterior de la marca España abona lo que se viene diciendo y, por cierto, prueba la consideración en que estos aprovechategis tienen al rey, del que dicen que es el primer embajador de España pero ignoran cuando les conviene. El tal Espinosa de los Monteros es un franquista prototípico (fue uno de los últimos nombramientos de Franco), que jamás ha hecho nada productivo en la vida, salvo ocupar cargos de nombramiento político con la tarea de destruir lo público, desprestigiarlo y abogar por lo privado. El pavo es un modelo de la casta de políticos neoliberales, todos ellos funcionarios públicos (como Fraga, como Rajoy, como los Aznar, etc) con la misión de arruinar y dinamitar el Estado desde dentro, al servicio del capital y la gran empresa que posteriormente sabe recompensar sus servicios con puestos rentabilísimos en las grandes compañías que se beneficiaron de sus actividades privatizadoras, expoliadoras y antipopulares cuando eran políticos. 
Es la doctrina neoliberal en estado puro: primero se montan fundaciones con dinero público (estilo FAES; los ladrones jamás arriesgan su peculio) con el fin de desacreditar lo colectivo, criticar el bienestar social como despilfarro y montar seudoteorías económicas más falsas que un maravedí de chocolate como que, si aumentan las rentas de los ricos también aumentan las de los pobres por el efecto trickle down y otras memeces para mentecatos. Con estas teorías montan programas electorales en los que piden rebajar impuestos, suprimir lo público, privatizar, reducir, adelgazar, el Estado, en definitiva, descapitalizarlo y arruinarlo. Ganan elecciones -normalmente haciendo todo tipo de chapuzas y engaños- y destinan a los gobiernos a sus políticos de élite, funcionarios públicos (abogados del Estado, economistas al servicio de Hacienda, inspectores de trabajo, etc) cuya misión es destruir el Estado del bienestar. Cuando, como es inevitable, sobreviene una crisis como la actual, sostienen que el Estado está en quiebra (son ellos los que lo han llevado ahí) y, por lo tanto, hay que expoliar a la población para resolver la deuda que acogota el crecimiento. Por supuesto, la iglesia católica, la grandes empresas y las mayores fortunas no forman parte de "la población". Los paganos son los trabajadores, los parados, los funcionarios (sobre quienes han vertido toneladas de descrédito, ellos, que lo son también), los dependientes, los inmigrantes, los jubilados.
En España la situación es explosiva y, francamente, debiera explotar.
(La segunda imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Rompeolas de las Españas.





En su respuesta a la reciente intervención parlamentaria de Rajoy, Cayo Lara lo acusó de "echar gasolina a las calles", mientras Rubalcaba le ofrecía un pacto de Estado. En la metáfora el de IU se quedó corto: Rajoy echó gasolina y le prendió fuego. Mientras sus señorías debatían, en la calle los mineros se manifestaban entre la simpatía y el apoyo de la población y la policía cargaba con violencia contra los manifestantes ante el ministerio de Industria.
Los mineros llegaron y se fueron, pero dejaron tras de sí un reguero de descontento, de indignación que afecta al conjunto de la sociedad, no ya una clase o un sector sino a todos. Los médicos, los funcionarios, los bomberos, los mismos policías, los profesores, los parados, los mineros, el 15-M, DRY, los jubilados, los autónomos, todo el mundo. Parece haberse encendido la chispa de la multitud, que es el sujeto peculiar de la ciberpolítica, compuesta por ciudadanos que se relacionan a través de las redes sociales, no de los partidos, sindicatos u otras asociaciones. Ciudadanos perfectamente informados de lo que está pasando tanto en su ciudad como en el resto de España. Para esa información ya no dependen de los medios de comunicación. Estos son muy sesgados y escasamente de fiar en cuanto a la exactitud de lo que informan. No tienen nada que hacer frente a Twitter o WhatsApp, que son velocísimas. Están actuando las multitudes que han aprendido mucho (son "multitudes inteligentes", smart mobs) que tienen muy en cuenta las experiencias anteriores. Ya saben qué sucedió con el 15-M y la primavera árabe; saben que la táctica es la perserverancia en la ocupación de la calle, un día tras otro, pacíficamente, resistiendo y denunciando la brutalidad policial. Esta tiene que disimularse cuando menos porque el ojo de Europa no descansa.
Ayer Madrid estuvo tomado por varias manifestaciones, concentraciones de protesta, cargas policiales y mucho sobresalto. El vídeo del encabezamiento muestra un caso de brutalidad policial injustificada en la concentración de la calle Ferraz, cerca de la sede del PSOE. Luego de los hechos, los manifestantes se los cuentan en las redes y toman decisiones. Habrá que ver si hoy, sábado, decaen las manifestaciones o, por el contrario, aumentan. Si aumentan será solo gracias a las redes pues los medios de comunicación no sirven como convocantes y será señal de que en España puede darse un movimiento social al estilo de los de la primavera árabe.
Que una de las manifas fuera ante la sede del PSOE  nos lleva a considerar la desafortunada actitud del partido de la oposición en todo este conflicto. No parece estar entendiéndolo. La intervención de Rubalcaba en el Congreso carecía de sentido y la línea clara de oposición ha pasado a Izquierda Unida, la única que plantea exigencias al gobierno. La que aparece solidarizándose con los mineros y se mezcla luego en las manifestaciones en contra del último atraco a la sociedad. Del PSOE, en cambio, no se sabe nada. En una situación tan complicada, tan crítica como la actual, carece de discurso y no sirve de orientación a nadie. 
Empeñarse en hacer solo política parlamentaria con un gobierno que desprecia el Parlamento, que cancela el debate sobre el estado de la Nación y cuyo presidente no suele comparecer, carece de sentido. Junto a la parlamentaria, hay que hacer la extraparlamentaria, la que la gente siente como más propia y en la que le va la vida cotidiana. No ser visible en estos momentos de turbulencia y conflicto es muy grave. El secretario general del PSOE fue ministro del Interior, tiene experiencia en estas cosas. Está obligado a manifestar su opinión sobre la actuación de la policía y sobre la forma en que las autoridades de orden público están encarando el asunto.
La jornada de ayer trajo también dos episodios aislados pero muy deprimentes del clima de deterioro en la esfera pública y de la convivencia civica. De un lado, la diputada del PP, Andrea Fabra, hija de Carlos Fabra, el del aeropuerto de Castellón, espetó un "¡que se jodan!" a los parados. Luego, cuando alguien le hizo ver la inmoralidad de la cosa, se explicó arreglándolo y diciendo que se refería a la bancada socialista, no a los parados por quienes ella siente "el máximo respeto". Estaba además muy indignada porque el PSOE hubiera manipulado sus palabras. Pero el PSOE no manipuló nada. La diputada dijo "¡que se jodan!" y se refería a los parados. Si fuera a los sociatas tendría que haber dicho "¡jodeos!" o, más probablemente, "¡joderos!". Pero dijo "¡que se jodan!", esto es, además de mal hablada, mentirosa.
El otro lamentable episodio afectó a Cristina Cifuentes, a quien reconoció por la calle un grupo de matones que la tomó con ella, la increpó y escupió. Y eso, obviamente, no se hace. Es un comportamiento delictivo e intolerable.

divendres, 13 de juliol del 2012

Algo más que un error de cálculo.

Con esta entrada me voy a ganar más enemigos de los que ya tengo. Pero abrigo la esperanza de que los lectores posean espíritu crítico, sentido de la independencia intelectual e integridad moral para valorar una actitud no dictada por conveniencias ni intereses personales. No tengo deuda ni compromiso con partido o grupo algunos y hablo desde la más escrupulosa libertad. Me interesan mi país y sus gentes y también Europa y muchas otras cosas y no especialmente si tal o cual partido, grupo o corriente triunfa, gobierna, manda. Habrá quien lo sepa y lo crea y habrá quien no. Libres son.
Vamos allá. A estas alturas está ya bien claro que el gobierno es un grupo de franquistas, nacionalcatólicos de extrema derecha con resabios de fascismo, dirigido por alguien que, además de todo eso es un peón de la familia Aznar, un incompetente y un cantamañanas del que todo el mundo se ríe en Europa. Pero ya ha hecho un daño incalculable al país en su conjunto y a los sectores más débiles y desamparados en concreto, tanto en lo material como en lo espiritual. Lo ha puesto todo al servicio de los curas y ha entrado a saco en la enseñanza prácticamente impidiendo que accedan a ella las clases subalternas y la que se dé, que sea integrista, reaccionaria, ultramontana. Ha subido lo impuestos, recortado los sueldos de los funcionarios, las pensiones, el seguro de desempleo. Ha dejado sin derechos a los trabajadores, sin becas a los estudiantes, sin ayudas a los dependientes, sin medicamentos a los pobres, sin asistencia sanitaria a los jóvenes y parados. Mientras que no ha tocado los privilegios de la iglesia o las grandes fortunas o las grandes empresas. Ha copado los medios públicos de comunicación, echando a los periodistas independientes y nombrado sicarios, comisarios políticos a sueldo. Apesebrados. Para ello ha derogado la Ley socialista que obligaba a consensuar el nombre del presidente de RTVE, a fin de garantizarse que lo fuera un esbirro suficientemente fiel.
Ha sido una agresión del capital contra los obreros y las clases subalternas como no se ha producido otra en nuestro país. El triunfo del capitalismo más descarnado, el aumento de la explotación, la miseria de los de abajo que condena a una, quizá dos generaciones, a vivir peor que sus padres. La implantación de la censura y la propaganda en los medios, del nacionalcatolicismo en la enseñanza con los chavales en manos de los curas, cosa que Palinuro aconseja evitar para mitigar el peligro de la pederastia.
Siendo esto así, qué pensar hoy de aquella consigna de PSOE y PP la misma mierda es. Hoy es ya patente que es falsa. Sin duda Zapatero fue un desastre y su gobierno, especialmente en su segunda legislatura, otro peor; se echó en brazos del neoliberalismo y tiró por la borda los principios socialdemócratas, abrazando los neoliberales. Y Rubalcaba lo ha hecho bueno. Es un desastre aun peor que Zapatero y tan rendido al neoliberalismo como él.
Así y todo, no son ni serán jamás lo mismo. Las personas cuentan, y las ideas y las tradiciones. Rubalcaba será lo que queramos pero es mil veces mejor, más listo y más demócrata, más sincero y más honrado que Rajoy. Solo un imbécil redomado -o un granuja, que viene a ser lo mismo- puede sostener que Fran Llorente es lo mismo que González Echenique o que Juan Ramón Lucas es lo mismo que el fascista de El Gato al agua. Como no es lo mismo Gabilondo que Wert, Caamaño que Gallardón, incluso Montoro que Salgado. Ni muchísimo menos. Como no era lo mismo la España de Zapatero, con todas sus traiciones e injusticias que este lugar repugnante en donde la policía te forra a hostias como no le guste tu pinta.
¿Lo mismo? ¡Ni locos! Entonces, ¿por qué se dijo, se repitió, se reiteró, se machacó (con el silencio cómplice del PP, que veía bien cómo así se minaba el voto socialdemócrata) sin descanso? Sin duda habrá habido mucha gente con escasas luces a quienes esta simplificación, como todas las simplificaciones, habrá cautivado. Pero muchos de quienes lo sostenían (y siguen sosteniéndolo) sabían que era falso. ¿Por qué lo decían entonces? Por dos razones en lo esencial: en primer lugar porque les salía personalmente (casi) gratis. Exceptuada alguna que otra medida, el conjunto del ataque del capital al trabajo no lo pagarían ellos sino eso, los trabajadores a los que estos pícaros engañaban.
En segundo lugar porque esperaban (y esperan) obtener una rentabilidad política superior a base de conseguir que se hunda el PSOE para ponerse ellos en su lugar. El viejo sueño del sorpasso anguitiano que llevó al primer triunfo del PP en tiempos de Aznar y que ha vuelto a llevar al triunfo de una derecha que, si tuviera que enfrentarse con una izquierda hábil, inteligente, abierta y unida jamás ganaría las elecciones. Esta actitud es obviamente una inmoralidad, igual que la de Montoro cuando dijo que cayera España, que ya la levantaría el PP. El mismo cálculo canalla que pretender que se hunda el PSOE para ocupar su lugar, aun sabiendo que eso no sucederá probablemente nunca y menos de un mes para otro, mientras las gentes normales las pasan canutas, los jóvenes no tienen futuro y están explotados. Los niños no tienen guarderías, se persigue a los inmigrantes, se niegan los derechos de los trabajadores, las mujeres, las embarazadas, los homosexuales. ¿Lo mismo? Ya está bien de demagogia.
Esa es la tremenda responsabilidad de IU, cuyo mejor ejemplo puede verse en Extremadura en donde la izquierda transformadora está transformando de nuevo la región en un cortijo de señoritos. Es obvio que ese cálculo absurdo de Izquierda Unida es responsable de la mitad de esta catástrofe de que un país mayoritariamente de izquierda esté gobernado por una derecha cavernícola. Pero la otra mitad corresponde al PSOE. Gobernar es elegir y el PSOE ha elegido demasiadas veces pactar con la derecha en lugar de con la izquierda y, todavía hoy, Rubalcaba jamás se dirige a IU sino que todo su afán es tratar de que los neofranquistas firmen un "pacto de Estado" con él porque, obviamente, se siente más cercano a Rajoy que a Cayo Lara.
Con este desastre mutuo, con este abandono de los dirigentes de su obligación principal que no es quedar por encima sino proteger a la mayoría de la gente de la agresión del capital y la derecha neofranquista, no es de extrañar que el país se encuentre en la situación de postración en que está, sometido a una dictadura de la derecha cada vez más clara, más provocadora, más injusta.
Los dos, PSOE e IU han conocido momentos distintos que demuestran que, si fueran capaces de entenderse sin apuñalarse, tendrían el país en sus manos: el tripartito catalán y el gobierno andaluz de coalición. Por razones que me parecen evidentes prefiero el gobierno andaluz al tripartito catalán, espero que resista y triunfe, sirva de ejemplo a escala nacional y permita devolver a España un gobierno de izquierda que ponga remedio a las lacerantes injusticias y la barbarie de este gobierno de servidores del capital y la Gürtel.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Tiempos nuevos.

Vivimos en la sociedad de la información, que ha sustituido a la del ocio que, a su vez, sustituyó a la de la abundancia, que había sustituido a la sociedad post-industrial, heredera de la sociedad industrial de la cual también derivaron otras dos formas de corto recorrido, la sociedad tecnológica y la sociedad tecnetrónica, algo casi impronunciable. Hemos atravesado tantos "post" que fatigan la memoria: hemos sido postcomunistas, postcapitalistas, postmaterialistas, postsocialistas, postindustriales (ya visto) y llevamos una temporada siendo postmodernos. Todo cambia en torno nuestro a gran velocidad y nos hemos acostumbrado a la novedad como forma de vida. Lo resumimos en esa expresión tan absurda de tiempo(s) nuevo(s); absurda dado que el tiempo solo puede ser nuevo, incluido el viejo, puesto que somos tiempo y nada más que tiempo.
Hasta en momentos de zozobra general como los actuales, en los que reina el miedo, la inseguridad, la incertidumbre, tendemos a pensar que quizá sean precisamente el castigo a esa especie de frenesí de la novedad. Pero el frenesí sigue. Estamos siempre irrumpiendo en lo nuevo solo que a veces para bien y a veces, para mal. Pero no importa: de lo nuevo se sale con más nuevo, como de las curvas se sale acelerando.
Además, hemos alcanzado niveles civilizatorios muy altos, vivimos en sociedades racionales, abiertas, democráticas y que tratan de ser justas. Somos democracias basadas en el sufragio universal y la alternancia política, los gobiernos dicen ser todos transparentes y responsables ante la ciudadanía, representada en el Parlamento. Tenemos defensores del pueblo, protectores de menores, institutos de la mujer, para defender a la gente en su conjunto y a sectores especialmente vulnerables por separado, frente a los abusos. Protegemos igualmente los derechos de los trabajadores frente a la codicia de los patronos. Tenemos prensa libre y los ciudadanos están amparados por un ordenamiento jurídico justo en el marco del Estado de derecho que les permite ejercer los suyos.
¿Es esto así? En teoría, sí; en la práctica las imágenes que vemos son como la de la ilustración: las fuerzas de seguridad siembran la inseguridad por las calles. Se puede decir: "bueno, ¿y qué? Un grano no hace granero y una foto no es una galería." Pero no es solo "una foto". Es una entre cientos que captan los ciudadanos con sus móviles o tablets y cuelgan de inmediato en las redes por medio de Instagram o de WhatsApp haciendo que se difundan viralmente, de forma que en instantes las estan viendo y reproduciendo a su vez, miles de destinatarios. Y el testimonio es unánime: todas muestran escenas de brutalidad policial contra todo tipo de ciudadan@s, muchas veces crueles y por lo general indiscriminadas. Ya no existe el secreto. El refugio de la represión lo dan hoy las declaraciones de los políticos que normalmente niegan la evidencia. Y, por si acaso, han provisto a los agentes de cámaras de fotos y vídeos pero luego no los cuelgan en las redes. Normal. ¿Qué van a grabar los policías? ¿Una manifa? ¿La gente corriendo, asustada? ¿El personal recibendo porrazos? En realidad quieren grabar los rostros para identificar luego a los manifestantes y multarlos. Nueva, muy nueva, forma de reprimir: por el bolsillo. Coincide además con las necesidades de las autoridades, cuyas cajas están vacías de lo mucho que han robado.
Ya no se protege especialmente a los trabajadores frente a los desmanes de los patronos. Con índices altísimos de paro, aquellos no tienen ninguna defensa en el mercado libre que es a donde los lleva un gobierno que tiende a verlos igual que los empresarios, esto es, como mercancías. Un gobierno para el cual el trabajo, la vivienda, la salud y la educación no son derechos de los ciudadanos sino, todo lo más, costes de oportunidad en la rentabilidad del mercado. ¿Salud? Quien pueda pagársela. ¿Educación? Quien pueda costeársela. ¿Vivienda? La que cada cual pueda permitirse. ¿Trabajo? Depende de por cuánto se esté dispuesto a trabajar. 
Con unos ajustes y recortes tan duros, tan injustos, desiguales y arbitrarios, está aumentando mucho la conflictividad social. La indignación se ha extendido de los indignados a capas muy amplias de la población, colectivos profesionales, sectores de servicios. Cunden las interpretaciones de clases: estamos en una lucha de clases. Solo que la clase trabajadora o subalterna está muy fragmentada mientras que la de los poseedores está muy unida, tiene el poder político y está dispuesta a valerse de él para aniquilar a los adversarios a los que considera enemigos. 
Lo que la avalancha de imágenes colgadas en las redes muestra es una sociedad en la que se da una suerte de guerrilla urbana de baja intensidad (a la que los ideólogos adversos ya están llamado kale borroka) contrapuesta a una acción represiva de la policía normalmente desmesurada que muy probablemente alimenta la respuesta violenta porque la provoca. Frente a la supuesta guerrilla permanente, el estado de excepción permanente. Que sea peligroso andar por la calle. ¿Qué tiene esto de nuevo?
La situación es muy tensa. La derecha suele responder a las críticas recordando que obtuvo mayoría absoluta y que su gobierno es absolutamente legítimo. Pero hay aquí una falacia: el PP obtuvo esa mayoría con un programa contrario al que ha aplicado. No distinto, no: contrario, opuesto. Ese partido ha hecho y está haciendo lo contrario de lo que dijo que haría y por lo cual lo votaron. Ha defraudado a los electores. Lo lógico y lo democrático es dimitir y convocar nuevas elecciones porque, para que esas medidas sean de verdad legítimas han de estar respaldadas por la mayoría. Ahora no lo están. ¿Qué tiene esto de nuevo en España?
(La imagen es una captura del twitter de Carlos Bardem (@carlosbardem) y representa una situación muy frecuente en Madrid en estos días: la agresión indiscriminada de la policía a tod@s l@s ciudadan@s que no sean el hombre del traje gris.

dijous, 12 de juliol del 2012

El verdadero discurso de Rubalcaba


Eso que ayer pudo verse por televisión, anunciado como discurso de Rubalcaba en el Parlamento, no fue tal, sino una falsificación. La tele emitió el discurso de un sosias de secretario general. El mismo que habló, sin duda, en el hemiciclo pero que no era él sino, eso, un doble, programado por el PP para hacer declaraciones conciliatorias y colaboradoras a tal extremo que el propio Rajoy agradeció públicamente la buena disposición de su otrora adversario. Y aquí es ya donde algunos empezaron a maliciarse que hubiera gato encerrado. Aquel no podía ser el verdadero Rubalcaba.
Y, en efecto, no lo era. El verdadero y genuino Rubalcaba estaba secuestrado en un remoto despacho del Parlamento. El hombre tenía su discurso, muy distinto del que recitó su menecmo ante sus complacidas señorías. No sé cómo, Palinuro se hizo con él, supongo que con la complicidad del autor, y helo aquí íntegro, como me lo entregó. Es el buen Rubalcaba, con una pieza anafórica de primer orden, parecida a la que llevó a Hollande al triunfo. Dice así:
  • Usted, señor Rajoy, dijo en la televisión ante millones de ciudadanos y yo mismo que no subiría los impuestos. Y los ha subido. Pero no de forma equitativa ni justa.
  • Usted, señor Rajoy, afirmó públicamente y varias veces que no tocaría las pensiones. Y las está reduciendo a la nada.
  • Usted, señor Rajoy, me aseguró también en público que no abarataría el despido. Y no lo ha abaratado; lo ha hecho casi gratis total.
  • Usted, señor Rajoy, dijo categóricamente que no bajaría el sueldo de los funcionarios como había hecho Zapatero. Y le ha dado un hachazo del 7%
  • Usted, señor Rajoy, prometió que no reduciría las prestaciones por desempleo. Y acaba de sisarles el 10% en el 7º mes. Y eso, dice usted, para que intensifiquen la búsqueda de trabajo. Si es así, elimine la prestación de cuajo.
  • Usted, señor Rajoy, dejó claro que recortaría de todas partes menos de sanidad y tiene usted un sistema nacional de salud en práctico estado de descomposición por los recortes.
  • Usted, señor Rajoy, declaró que recortaría de todas partes (como ha hecho) menos de educación (como no ha hecho). Y tiene usted el sistema educativo entero hecho unos zorros.
  • Usted, señor Rajoy, juró que no subiría el IVA e incluso se sumó a la desobediencia civil movida por Esperanza Aguirre en contra de la subida del IVA. Pero usted lo ha subido.
  • ¿Cómo quiere usted, señor Rajoy, inspirar confianza dentro o fuera de nuestras fronteras? Sin duda se la inspira al 1% de la población, la iglesia católica y las grandes fortunas a las que no toca un pelo. Al contrario, algo les caerá de la reducción de las cotizaciones sociales de las empresas
  • Pero mantenerse democráticamente en el poder solo con la confianza del 1% de la población debe de ser harto difícil.
(La imagen es una foto de Rubalcaba38, bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 11 de juliol del 2012

El mayordomo transmite las órdenes.

Después de haber mentido a mansalva para ganar las elecciones, diciendo que haría lo contrario de lo que ya entonces pensaba hacer y después de haber seguido mintiendo sobre las negociaciones con la UE, al extremo de sostener día tras día lo contrario de lo que decían los organismos europeos, hoy le ha tocado coronar el edificio de su monumental embuste, de su estafa a la gente que lo votó porque dijo que:
  • No subiría los impuestos.
  • No tocaría las pensiones.
  • No abarataría el despido.
  • No bajaría el sueldo de los funcionarios.
  • No reduciría las prestaciones por desempleo.
  • No recortaría la sanidad.
  • No recortaría la educación.
  • No subiría el IVA.
El bochorno, la vergüenza que se supone debiera pasar le dan igual porque, como ha demostrado suficientemente, el hombre carece de dignidad. Quería ser presidente a toda costa, aun mintiendo y engañando, para cumplir las órdenes de sus jefes, tanto los alemanes como los españoles. Y eso es lo que está haciendo. Lo demás: el pueblo, la representación, el mandato, los derechos, la democracia, todo eso son palabras con las que juega la derecha sin darles mayor importancia. De lo que se trata es de estar en el poder para que los ricos se enriquezcan y los pobres sepan de qué va la cosa. Y, si es necesario, se adorna la burla con una mentira más. Sin sonrojarse, Rajoy ha dicho a los funcionarios saqueados que recuperarán lo que hoy les roba en forma de no sé qué fondos de no sé qué allá por 2015. Probablemente lo habrá contado como chiste de sobremesa con Rouco y Rosell, sus dos fuentes de inspiración.
Hay quien pide un referéndum sobre el rescate que, por supuesto, enésima mentira, no es un rescate sino una especie de botín que hemos conquistado en Europa, pero no me parece suficiente. Cuando un gobierno hace lo contrario de lo que dijo que iba hacer debe dimitir y dar paso a otro o disolver las cámaras y convocar elecciones anticipadas. Frente a esta máquina de mentir, defraudar, engañar y expoliar a la gente, Rubalcaba ha demostrado una vez más que carece de recursos y de fuerza. El PSOE resuelve ese problema cuanto antes o tendrá un futuro al estilo PASOK: camino de la irrelevancia. Rubalcaba no vale, está demasiado distanciado de la calle y enviciado por veinte años de política parlamentaria. Hoy, la dignidad de la democracia y la justicia social ha estado representada por Cayo Lara en la tribuna del Congreso, a quien no escuchaba ninguno de los cantamañanas que componen el grupo parlamentario del gobierno y los mineros en la calle, a quienes en cambio escucha atentamente todo Madrid y toda España. Nunca ha estado más clara la contraposición entre la vacua política parlamentaria de engaños y burlas y la política auténtica y real de la calle. Ahora solo es preciso que esta sea eficaz frente a las gazmoñerías de la política institucional. Y una última consideración ¿cómo lo llevará Aguirre con el recuerdo de su insurrección civil contra la subida del IVA? Es obvio que esta mujer tiene tanta conciencia y dignidad como Rajoy pero algo quizá le haga entender el desprecio que la gente cabal le profesa. (La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Madrid fue una mina

Nadie se esperaba, aunque se venía barruntando hace dos o tres días, que Madrid se echara a la calle a confraternizar con los mineros. #nocheminera fue TT y sigue siéndolo. Ninguna televisión cubrió la jornada, pero las imágenes inundaron las redes sociales. En FB y en Twitter hay fotos impresionantes. El recibimiento se ha vivido en directo y en tiempo real en las redes. Es el tiempo de la ciberpolítica ¿Cuántos acompañaron y vitorearon a los mineros? Cientos de miles, sin duda. Con los bomberos por delante y los del 15-M, y los de DRY y los distintos partidos de izquierda y los sindicatos. Un acto de protesta del pueblo llano que, de pronto, se ha mirado y ha cobrado repentina conciencia de su fuerza. Esto no se puede parar con prohibiciones arbitrarias, como la de Cristina Cifuentes, oponiéndose al paso por La Moncloa ni con antidisturbios. Leí una buena reflexión en Twitter: si los antidisturbios cargan, que piensen que no tendrán paga de Navidad.
Se están creando condiciones subjetivas para que haya un movimiento que el gobierno no pueda ignorar. Las objetivas son patentes. Nadie se extraña y, en el fondo, todo el mundo suponía que algo así podía pasar, aunque no supiera en qué momento pues, cuando se hostiga sin cesar a la gente, al final esta se revuelve. Se invoca aquí un principio y un derecho sacrosanto: la legítima defensa frente a quien quiere aniquilarte a ti y a tu familia, tu región entera. La derecha carece de argumentos frente a esta insurrección masiva. Lo único que he leído en las redes es una pregunta retórica que pretende señalar un sinsentido pero consigue lo contrario. Uno decía: "Mineros en paro en Madrid, ¿por qué no periodistas en paro en Ponferrada?" Pues sí, ¿por qué no? Y otra ilustre periodista con antena alta en Telemadrid se preguntaba ¿qué pasaría si todos los subvencionados a quienes se retira las subvenciones hicieran como los mineros? Pues la mejor manera de averiguarlo es que lo hagan, efectivamente. A ver qué pasa. Teniendo en cuenta que no corremos riesgo de que haya toros por las calles porque las subvenciones a las corridas se mantienen.
Fue una noche emocionante que se instalará en la memoria colectiva como prueba de que la conciencia de clase no está muerta.
(La imagen es una foto de enriqeregueroalvarez@elmarquesdeleon, bajo licencia Creative Commons) que reta a los medios comerciales a publicar estas fotos.

Buscando la salida

Uno de los rasgos de las épocas convulsas o turbulentas es la proliferación de escritos de agitación, de polémica y debate directo, panfletos, opúsculos, manifiestos, muchos redactados a vuelapluma, al calor de los acontecimientos, otros más reposados, defendiendo puntos de vista muchas veces antagónicos. Son el reflejo escrito de las polémicas, las controversias, quizá los sobresaltos y las revoluciones que están teniendo lugar en las calles y a los cuales, algunos de ellos, también contribuyen por constituirse en proclamas, orientaciones para la acción; un anhelo que esta literatura comparte pero rara vez consigue. Casos como el escrito del Abate Siéyès, ¿Qué es el Tercer Estado? son excepcionales. Según parece, en los veinte años de la revolución inglesa del siglo XVII, que van desde la disolución real del "Parlamento corto" en 1640 hasta la restauración monárquica de 1660, se editaron más de veinte mil títulos de panfletos y manifiestos dando vueltas a los temas del momento: el derecho divino de los reyes, la supremacía del Parlamento, la iglesia de Inglaterra, los derechos individuales, las prerrogativas regias, la hacienda pública, el ejército permanente, el deber de obediencia/desobediencia, etc, etc. Algo parecido está pasando en España aunque en mucha menor medida pero no porque las aportaciones sean más escasas sino porque hay muchos medios para articularlas y el libro, el panfleto, el manifiesto solo es uno de ellos cuando antaño era el único. Es un poco tardía pues la avalancha ha llegado a raíz del ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel, pero es como si el término hubiera resultado un conjuro. Hay ahora bastantes libros sobre los indignados y la indignación. Este mismo de Alberto Garzón ((2012) Esto tiene arreglo. Un economista indignado en el Congreso. Barcelona: Destino, 107 pp.) lo incorpora en el subtítulo.
Es el segundo texto que leo de Garzón pues antes había leído el libro sobre la crisis que publicó conjuntamente con Juan Torres López, su maestro, y Vicenç Navarro. También lo sigo bastante en Twitter, en donde tiene una presencia permanente. Aunque no lo conozco personalmente ya me suena muy familiar, casi como de casa. El libro está hecho, según él mismo avisa, a base de entradas de su blog Pijus Economicus porque, además de tuitero, el autor es un animoso bloguero, un ejemplo de ciberpolítico porque es diputado en el Congreso por Málaga. Este origen presta a la obra dos caracteres típicos de la blogosfera: es muy rápida, muy directa, muy clara, pero escasamente estructurada. El autor trata de darle una cohesión interna que no tiene, porque la única que podría darse es la que no se formula, aunque se mantiene latente en toda la obra: la visión marxista clásica y la propuesta de la socialización completa de los medios de producción. Sin duda se hace referencia a que existe una teoría económica marxista (de hecho es una de las tres corrientes que señala, la clásica, la keynesiana y la marxista), pero en ningún momento se afirma que sea la correcta o más acertada. 
Igualmente, al abordar la cuestión de cómo conseguiremos llegar a donde queremos ir, distingue tres posibilidades en la relación del Estado y el mercado que es la médula misma de la economía política y la política económica: el socialismo estatal, la socialdemocracria estatal y la economía social (pp. 84-86). Reconoce que la segunda cuenta con mayoría pero, si no he leído del todo mal, en cuanto a la primera, el socialismo estatal insinúa que, merced sobre todo a las nuevas tecnologías quizá podría ensayarse de nuevo. No me lo parece en absoluto; pero esta es quizá la nota más peculiar del libro, que está escrito desde una perspectiva no explícita. Hay dos modelos fracasados, el neoliberal (que provoca la crisis) y el socialdemócrata (que no puede contrarrestarla), pero no se formula claramente la tercera y solo se juega con ella como una hipótesis utópica.
El resto de la obra tiene momentos muy acertados y resulta premonitorio en otros. A veces es un poco prolija en lo pedagógico, como cuando se lanza a explicar la crisis de la deuda; pero eso probablemente sea de agradecer para un público lector más amplio. Coincido especialmente con esa idea de que lo que buscan las "soluciones" neoliberales de la crisis es la chinarización de España (p. 75). Efectivamente es como si la Unión Europea estuviera dibujando una nueva división internacional del trabajo, de forma que España debe ser país de servicios y de exportaciones baratas competitivas con las chinas.
El propósito final del autor de superar el capitalismo suena bien, hasta razonable, pero no se atisba cómo, ni el libro, a pesar de su título, propone algo específico. Se evidencia al final un intento de recomposición de un sujeto, una base social que, me da la impresión, el autor localiza en la clase, aunque admite que haya  quienes la residencien en la multitud o en la muchedumbre. En todo caso aquí no sobra nadie, hay que hacer una amalgama de todos los recursos, los sindicatos, los partidos, el 15-M. Sobre la compatibilidad entre los partidos y el 15-M queda algo por debatir pero no es el momento ahora. El hecho es que Garzón termina su alegato reconociendo la importancia de los factores de formación y comunicación (la hegemonía está ahí) y singularizando especialmente la función decisiva de la red. Así es. La revolución será digital o no será.

dimarts, 10 de juliol del 2012

El becario y su sombra.

La pregunta, que hacía Palinuro días atrás, sigue siendo pertinente: ¿quién gobierna aquí? ¿Rajoy? ¿Aznar? ¿Los dos? ¿Ninguno de los dos? Claro va quedando ya que es la cuarta opción: ninguno de los dos. Aznar lleva una temporada en silencio. Se agradece no verse obligado a aguantar sus agrias monsergas y su mala uva. Pero no parece haber aflojado el control que tanto él, como su señora, la alcaldesa de las peras y las manzanas, ejercen sobre su pupilo, este hombre huidizo, de confusa dicción, escaso apego a la verdad de las cosas y el valor de la propia palabra. Es decir, ninguno de los dos gobierna España pero los Aznar gobiernan a Rajoy.
Tras la reunión del Ecofin ya está claro como la luz del día que el rescate bancario trae todo tipo de condiciones gravosas y que, por lo tanto, Rajoy ha vuelto a quedar como un mentiroso, pero eso es tan habitual que ya no parece sorprender a nadie, ni, desde luego, atribular al interesado que, después de reducir el naufragio más contaminante de la historia de España a unos hilillos no se alterará por nada.
La UE, es decir, la troika, es decir, Alemania, vigilará de cerca que España cumpla las condiciones impuestas. Para ello ha desplazado a ese pintoresco convidado de Piedra de Guindos, transfiriendo sus competencias al Banco de España y ha puesto al Banco de España bajo tutela europea. Es decir, a estas alturas, con estos bravos patriotas perejileros en el puente de mando de la Gran nación rajoyana, España es tan independiente como San Pedro y Miguelón. Es más, si de verdad quiere el gobierno -o lo que de él quede- ahorrar y adelgazar la administración, lo que tiene que hacer es suprimir todos los ministerios y dejar únicamente el de Interior y el de Defensa, que son los imprescindibles: el de Interior para sofocar y reprimir las protestas que van adquiriendo más y más importancia y el de defensa para meter el ejército -vieja afición de la derecha- si el de Interior no da abasto.
Uno de los deportes preferidos del viejo humor negro español consiste en elaborar las listas de todas las mentiras de Rajoy. Sería más breve hacer las de las verdades. Tan breve que no habría juego porque no consta ya ninguna. Tras haber hecho todo lo que dijo que no haría y dejado de hacer lo que aseguró que haría, solo quedaba subir el IVA de los chuches y a la vuelta del viernes está en otra de esas peripecias estilo Rajoy que, como todo lo suyo, desembocará en algún tipo de lamentable ridículo pues pretende cargar sobre las espaldas del Rey el incremento del IVA en una jugada que debe de parecerle muy refinada y no es más que una de esas maniobras de juego sucio estilo Fátima Báñez.
Hay quien pide elecciones anticipadas a la vista no ya del fracaso del gobierno de Rajoy sino de su carácter fraudulento. No me parece un acierto porque no hay a quien elegir ya que la única opción abierta de momento es entre el fracaso de estos irresponsables o el fracaso del gobierno anterior, probablemente debido a un exceso de responsabilidad. Lo sensato es que la oposición se reconstituya como tal, que aproveche este tiempo para redactar un programa socialdemócrata de salida de la crisis y recomposición del Estado del bienestar, sacando partido del hecho de que la crisis/estafa que padecemos ha radicalizado a mucha gente. Si es capaz. Si no, también habrá relevo en el seno de la izquierda.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

En Flandes se ha puesto el sol.

Todas las noticias de la guerra de Flandes son desastrosas. Cuando las tropas protestantes no toman una de nuestras ciudades, proceden a demoler un baluarte u hostigan nuestras líneas de comercio o nos dejan un Tercio perniquebrado. Día a día la resignada población se desayuna con noticias más amenazadoras. ¿Cómo que no habrá condiciones al préstamo, según sigue diciendo, impertérrito, Rajoy? Claro que las habrá. No han sido aún y ya se han endurecido.
Para hacer frente a tanta desgracia, el Reino acude a crecientes exacciones de los más débiles, los más desamparados, los jubilados, los parados, los que van a serlo, los funcionarios, a los que se alarga su jornada laboral, los inmigrantes que ya son casi una comunidad invisible, los dependientes. Todo antes que tocar las grandes fortunas, las grandes empresas o modificar su régimen fiscal. De forma que, al igual que en tiempos del ancien régime, aquí el único que paga impuestos es el estado llano ya que el clero está exento (y, además, financiado) mientras que la nobleza se escaquea legal o ilegalmente en la seguridad de que, si lo hace ilegalmente, se la amnistía .
 Por último, aparece el temido IVA, ese que jamás se subiría porque hacerlo era un sablazo a los ciudadanos. Y uno se queda pensando cuánto puede resistir una población a la que se merman los exiguos ingresos, se obliga a nuevos gastos y se fríe a impuestos. Y todo esto con un gobierno que dice una cosa pero hace otra; la que le mandan.
(La imagen es una foto de (no consta), bajo licencia GNU Free Documentation).

Bajo la lupa.

Los siete años y medio de gobierno de Rodríguez Zapatero, sus dos legislaturas, han sido trepidantes, repletas de acontecimientos, de crisis, de confrontaciones, crispaciones y sobresaltos. La primera legislatura enfrentó a un gobierno a la ofensiva reformista con una calle literalmente tomada por la derecha de la derecha de la derecha. La segunda, un gobierno ahora a la defensiva pero también reformista con una calle tomada por la izquierda de la izquierda de la izquierda. ¿Qué había pasado? Que los tiempos habían cambiado radicalmente y, llegado el momento de la decisión suprema, teniendo que optar entre perserverar en las políticas de izquierda, de expansión tímidamente keynesiana o girar 180º y abrazar las de la derecha, Zapatero eligió lo segundo. ¿Por qué?
Según pasen los años habrá más y más estudios sobre este periodo porque la respuesta a esa pregunta quizá encierre la clave del retroceso de la izquierda. En realidad, es lo que dice el autor de este libro (Ignacio Sánchez-Cuenca (2012) Años de cambios, años de crisis. Ocho años de gobiernos socialistas, 2004-2011. Madrid: La Catarata/Fundación Altenativas. 108 pp.) en un artículo de El País de 8 de abril de 2012, titulado Un problema de impotencia, cuya tesis viene a ser que el problema de la socialdemocracia es que, cuando tiene el poder, no acierta a poner en práctica sus ideas. Es posible. Conviene empezar por saber cuáles sean esas ideas y quizá quepa concluir que, siendo las ideas practicables, a lo mejor el problema es que se está en el poder pero no se tiene el poder, que es también una explicación frecuente del fenómeno aunque no necesariamente cierta. También cabe pensar que los dirigentes de la izquierda suelen ser de izquierda hasta cierto punto tanto cronológico como intelectual. Una experiencia frecuente en la vida cotidiana a la vista de la cantidad de gente que pasa de la izquierda a la derecha.
En todo caso interesa leer análisis sobre el periodo, sobre todo si son de autores que hablan con autoridad, como es el caso de Sánchez-Cuenca. Esta virtud le viene de su larga dedicación al asunto. Tiene otro libro colectivo compilado con Anna Bosco y publicado simultáneamente en Italia y aquí, titulado La España de Zapatero. Años de cambios, 2004-2008 (Fundación Pablo Iglesias), alguno de sus libros anteriores, aun siendo más teóricos, apuntan en la misma dirección del desarrollo de una teoría política socialdemócrata. Por último colabora con la Fundación Alternativas y en la redacción de su informe anual sobre la calidad de la democracia en España. Así que si alguien puede hablar con autoridad sobre los gobiernos de Zapatero, es Sánchez-Cuenca.
Y quizá lo haga con demasiada. Hay una excesiva cercanía entre el autor y su objeto de estudio, una implicación personal que todo estudioso de ciencias sociales sabe que está llena de peligros. Quizá no sea yo el más adecuado para señalarlo pues coincido en bastantes puntos con el análisis de Sánchez-Cuenca. Pero no en todos. Y en esas discoincidencias es en donde puede estar el interés de una confrontación de opiniones.
Sin duda el libro de S-C está lleno de datos y hechos verificables, a veces con profusión. Hay cuadros que llegan a hacerse pesados a fuerza de meticulosos. Pero son méritos, desde luego. Que quedarían realzados si el autor abordara un terreno más explicativo que descriptivo. Por ejemplo, en el primer capítulo, que relata el proyecto de ZP en términos teóricos a cuenta de su republicanismo, superador de la "Terceraª Vía" a través de la casi homófona "Nueva Vía", no hay mención al momento en que nuestro héroe hace una manifestación de un profundo calado teórico que provoca un terremoto. Preguntado por el problema nacional catalán, responde Zapatero que la nación "es un concepto discutido y discutible", como ha pensado siempre cierto sector de la izquierda que se piensa cosmopolita. Y aquí salta la derecha, hacen erupción los fuegos del averno y se acusa a Zapatero de traicionar a la Patria. El concepto de nación (española) es indiscutible. Es el comienzo del fin de la izquierda que no se atreve a defender su opinión sobre la relatividad de la nación porque, si lo hiciera, se escindiría y quedaría aniquilada en unas elecciones. Aceptado esto, se explican bastantes cosas de lo sucedido después.
El capítulo sobre los gobiernos de Zapatero es apabullante: ministr@ por ministr@ y ministerio por ministerio. Viene a concluir que la política de organización ministerial del PSOE fue algo caótica, sobre todo en cuestiones de educación, cultura, materias sociales, etc. Dudo de que eso sea peculiar de los gobiernos de Zapatero o de todos. No sé si hay más de uno o dos ministros de Educación en los últimos 50 años que no haya reformado por ley el conjunto de la enseñanza. El de ahora está en ello. Lo que más me gustó fue la creación del ministerio de la Igualdad que puso a los machistas del Reino a cien por hora y lo que más me entristeció fue que lo degradaran y lo "desaparecieran" en la segunda legislatura fruto, en mi opinión, del choque de Zapatero con el principio de la realidad, personalizada en la iglesia. Ahí S-C entra a saco. Luego de analizar con todo detalle el grado de cumplimiento de los dos programas de 2004 y 2008, levanta acta de los incumplimientos más clamorosos pero no me parece que indague con interés en las razones. No es lo mismo dejar sin regular el consejo de EFE que meter en un cajón el plan de separación de la iglesia y el Estado y la ley de laicidad.
La segunda legislatura fue un caos. La primera parte, de lucha contra una crisis declarada inexistente con unos instrumentos que después se juzgarían totalmente equivocados y la segunda, con un giro de 180º en la Noche de Walpurgis en que Zapatero regresó de Bruselas convertido en otro y, habiendo decidido sacrificarse para salvar a la Patria, como un nuevo Marco Murcio, ("me cueste lo que me cueste" se lo oyó decir en hora trágica), se lanzó a la sima del neoliberalismo. Pero a diferencia de lo sucedido con Marco Murcio, la sima no se cerró y aquí seguimos nosotros, asomados a ella, reforma tras reforma, recorte tras recorte.
En fin, está muy bien el libro de S-C; se lee con provecho y agrado y sin poder evitar un sentimiento de nostalgia cuando el autor concluye diciendo que si la izquierda socialdemócrata aspira a algo tiene que resolver "la cuestión de cómo las instituciones políticas pueden cambiar las relaciones de poder económico existentes. Este parece un reto inexcusable para el futuro." Sí, el reto de la revolución.

dilluns, 9 de juliol del 2012

Glosas a la rabieta de un franquista.

Por fin no se consumará la última provocación fascista: la visita al Alcázar de Toledo que el diputado del PP, Agustín Conde, había programado para el 18 de julio con la prepotencia de los de su línea: sí o sí. Al principio solo reaccionaron con dignidad ERC que tachó el plan de broma macabra e IU. Los demás (PSOE, CiU, UPyD, etc) más listillos, o más cucos, o más cobardes, pensaban sumarse al viajecito de la vergüenza a la chita callando. Pero, ante la tremolina que estaba montándose, acabaron dando marcha atrás y tartamudeando excusas y pretextando nimiedades, se desengancharon. Las declaraciones de López Garrido (PSOE) diciendo que no iba a rendir pleitesía a los fascistas (dejémosnos de gaitas: era de lo que se trataba) porque ese día había un pleno son moralmente repulsivas y sitúan a su autor en una penosa luz. Los otros titubeantes, más de lo mismo. Tacharon la visita de despropósito. De despropósito, nada: era una típica provocación, un trágala fascista de la mayoría absoluta, y no decirlo muestra hasta dónde llega la entereza democrática y moral de algunos representantes del pueblo que debieran estar en otros menesteres.
Los fascistas jamás hacen las cosas por casualidad ni al desgaire ni por desconocimiento: siempre tratan de causar daño, de ensalzar sus crímenes, emponzoñar la convivencia y mancillar la memoria de las víctimas. La iniciativa de Agustín Conde era exactamente eso: una provocación para poner a los representantes democráticos (¡vaya representantes!) de rodillas ante los criminales que destruyeron la República, sumieron España en un baño de sangre e instalaron una dictadura totalitaria de 40 años que los historiadores a sueldo de la reacción en la Real Academia de la Historia creo que llaman algo así como el providencial régimen paternalista de su Excelencia el centinela de Occidente. Palinuro, indignado, ya avisó de que, si había un solo diputado socialista en esa afrenta, no volvería a votar al PSOE.
Se ha hecho la cordura y el viaje no se realizará. Pero no porque los diputados hayan tenido el valor, la gallardía y la nobleza de denunciarlo como lo que es (excepción hecha de ERC e IU, honor a ellos): una provocación, sino por el escándalo que se organizó, sobre todo en las redes. Lo llevo más lejos: un socialista en esa visita sería como si el PSOE fuera a escupir directamente sobre la tumba de Besteiro, de Araquistain, de Zugazagoitia, de Largo Caballero, de Prieto, de Negrín, etc, etc. Un crimen solo comprensible en espíritus de siervos y mansos.
El tal Agustín Conde, que no ha tenido el valor de defender su iniciativa y mucho menos declarar sus verdaderas intenciones, ha reaccionado con la ciega furia de los de su cuerda y ha rebasado los límites no ya de la prudencia sino de la misma cordura al decir que no admite que nadie ponga en duda las credenciales impecablemente democráticas de mi partido. Por si alguien lo olvida, es el partido que fundó Fraga Iribarne, ministro del dictador quien se presentó a las elecciones de 1977 flanqueado por otro seis exministros de Franco, la flor y nata de la democracia mundial.
Lleno de ira por no tener el coraje de sus convicciones y verse obligado a disimularlas ante la chusma roja, a Conde se le calentó la boca y llegó a acusar a ERC de haber dado en 1934 "un golpe de Estado a la República", con lo que la furia, el despecho y la inquina se transformaron en pura enajenación mental porque eso precisamente, esto es, un golpe de Estado, es lo que protagonizaron los héroes a los que Conde quería homenajear un 18 de julio por casualidad.

Exactamente, ¿en dónde estamos?

Cada día que pasa se produce un nuevo desencuentro entre Mariano Rajoy y la realidad, por decirlo al modo finolis. Son desencuentros clamorosos, de esos que dejan al personal boquiabierto pero no parecen hacer mella en la inquebrantable fe de aquel en el poder taumatúrgico de sus palabras. Según él, la fabulosa línea de crédito que nos han abierto nuestros socios comunitarios no traerá acarreadas condiciones al Estado. Según Merkel, las traerá porque nadie da nada por nada y porque el préstamo se hace a España y no a sus bancos. El parecer de Rajoy no cuenta. 
El presidente español urge a que Bruselas libre los fondos comprometidos directamente a los bancos. Pero el acuerdo fue que eso solo se haría cuando funcionara una autoridad bancaria única de supervisión que está por crear y no surge de la noche a la mañana.
Lo aclaraba perfectamente Wolfgang Schäuble, el ministro alemán de Hacienda al señalar que la inyección directa a la banca no será hasta el año que viene y que, en este, de momento, la transferencia se hará al FROB con el aval del Estado. Diga lo que diga Rajoy quien, sin embargo, insistirá en que consiguió un triunfo con el acuerdo de Bruselas. Debe de pensar que los españoles no leen los periódicos. Y junto a los trémolos de victoria llegará la nueva oleada de recortes, la única política que parece entender Rajoy y que va a tensar más una situación social ya muy crispada, con los mineros entrando hoy en Madrid y todos los colectivos profesionales, desde los médicos a los profesores, en pie de guerra. 
Convendría explicar al presidente el concepto de círculo vicioso, esto es, que a mayores recortes, menos consumo; a menos consumo, menos producción y menores ingresos, que obligan a mayores recortes, etc. No es complicado. En otros términos: no se sale de la crisis restringiendo (más) el gasto sino aumentando los ingresos, esto es, actuando sobre la politica fiscal incrementando los impuestos, con una fuerte progresividad. Hasta cabe pensar en un "impuesto patriótico" que gravara las grandes fortunas para salvar a la Patria de la ruina. "Subir los impuestos también es de derechas". Se lo brindo como titular.

Ciberrevolución

El movimiento del 15-M cuenta ya con una pequeña biblioteca para algo más de un año de abigarrada, profusa y a veces confusa existencia. No está mal. El fuerte impacto que ha obtenido en la opinión pública en España y fuera de España, los problemas que plantea, las cuestiones que suscita, han actuado como un revulsivo de la hasta ahora complaciente conciencia colectiva incluso en sus márgenes más críticos. Y como siempre, son los intelectuales los primeros en sentirse interpelados por el nuevo fenómeno; sobre todo los intelectuales más críticos, los más incómodos, los que no suelen coincidir con ninguna corriente dominante ni pertenecen a circuitos corporativos del tipo que sea. Se acercan estos al 15-M en la esperanza de encontrar en él el reflejo de sus propias inquietudes, sus discrepancias, un espíritu gemelo, en definitiva. Y confraternizan. Luego los intelectuales escriben, pues esa es su función, opinan, interpretan, explican y ahí es donde se animan los debates teóricos, muchas veces muy entretenidos.
Es el caso de Marcos Roitmann en este ensayo (Marcos Roitman Rosenmann (2012) Los indignados. El rescate de la política. Madrid: Akal. 139 pp.) cuyo título trae causa de ese movimiento tan mediático. Son los agnados de Stéphane Hessel. El autor, cuyo pedigrí izquierdista es notorio, parte de una visión sumamente negativa de la última evolución del capitalismo, la generalización de la incertidumbre y el malestar en una situación en la que se da una circunstancia de alta violencia estructural, con una guerra abierta de las clases dominantes contra los movimientos populares como el del 15-M al que criminalizan de modo sistemático. Es la consecuencia de la operación del totalitarismo invertido, de Sheldon Wolin al que Roitman se remite expresamente.
Añadase en el terreno de los hechos desnudos que el fracaso del Estado del bienestar es uno de ellos, sustituido por la hegemonía del neoliberalismo en todos los ámbitos, especialmente el político y económico, amalgamado todo en una especie de melaza bajo control absoluto de los poderes financieros y de los mercados, es decir, en el fondo, en el más absoluto de los descontroles. Es en este contexto en el que se producen las insurgencias ciudadanas que hemos podido ver en los últimos años y que, a juicio de Roitman deben entenderse al modo en que Hegel entendía la astucia de la razón pues gracias a ellas, gracias al 15-M, se produce el rescate de la política. El autor considera emocionado el fenómeno porque le atribuye la realización de sus más preciados ideales: la insurgencia colectiva en ejercicio de la autonomía de la persona en lucha contra las fuerzas del mal, básicamente el capital.
Roitman concluye con dos interesantes reflexiones que dicen tanto sobre el 15-M como sobre su modo de observarlo. De un lado previene contra la tentación de aplicar al 15-M las teorías de la conspiración, propósito encomiable pero poco realista pues el conspirativismo es una constante de la condición humana. De otro, levanta acta de las luchas y polémicas internas del 15-M pero lo considera un arma eficaz en la lucha contra el dominio absoluto de los mercados en la sociedad.
El autor apenas presta atención al aspecto ciberpolítico del 15-M o yo no la he visto. Sin embargo tiene mucha importancia. El 15-M es un movimiento que se da en el ciberespacio y se manifiesta en el espacio material y ese carácter ciberpolítico tiene consecuencias interesantes. A lo mejor asistimos a una revolución en el ciberespacio, a una ciberrevolución, cuyas reglas iremos descubriendo sobre la marcha.
En un orden de cosas más próximo, la mayoría de los estudios sobre el 15-M lo entienden como una manifestación democrática. Pero casi ninguno aborda la espinosa cuestión de cómo hacer compatible el 15-M, de cuyo triunfo muchos nos alegraríamos, con el modus operandi de la democracia, consistente en el respeto absoluto a la regla de la mayoría. Las sociedades no se cambian solo con decisiones en asambleas de barrio o de plaza sino mediante elecciones en las que se manifieste la voluntad de la mayoría. Si algo puede ayudar a resolver este problema es precisamente el hecho de que el movimiento se dé también en el ciberespacio.

diumenge, 8 de juliol del 2012

PSOE: amig@s, esto es lo que hay.

En la izquierda somos críticos, discutidores, inconformistas, indisciplinados, rebeldes, poco dados al halago, la sumisión y el "muy bueno lo tuyo, jefe". O debiéramos serlo porque es lo que predicamos. En teoría no soportamos a los pelotas, tiralevitas, aduladores, arribistas, trepas, paniaguados, prebendados y clientes de ningún tipo. En teoría. En la práctica convivimos con ellos y hacemos la vista gorda cuando, como es el caso en este momento, la dirección carece de rumbo, norte e ideas, no se manifiesta ni marca camino en una situación difícil, sino que se oculta detrás de declaraciones ambiguas, pierde la iniciativa, tolera que otros la ejerzan y encaja resignadamente un paulatino declive que permite otear un futuro no lejano de irrelevancia política. Que la querella contra Bankia la haya presentado UPyD y no el PSOE induce a todo tipo de cábalas: ¿tan absoluto es el marasmo que el partido no sirve ni para defender los intereses de la ciudadanía en los juzgados? ¿Tan pringada está la dirección en el expolio de Bankia y demás corruptelas de la derecha que no se atreve a ejercitar un derecho?
El gráfico de la ilustración es una alarma roja de situación límite. Nos gustará más o menos pero las siguientes conclusiones son ya hechos:
1ª) a siete meses de comienzo de una gestión desastrosa, el PP ha frenado su caída y está a 14 puntos de ventaja del PSOE;
2ª) el PSOE pierde 5,6 puntos con relación a su resultado del 20-N que ya fue el peor de su historia y no muestra signos de recuperación;
3ª) aunque el gráfico no lo muestre porque está dentro del universo mental bipartidista, las terceras opciones nacionales, IU y UPyD crecen. En concreto, IU prácticamente duplica sus votos con respecto al 20-N y abre una perspectiva de "sorpasso" a la griega.
De no estar el PSOE ya por entero en manos de prebendados y burócratas complacientes, alguien debería señalar que hay que afrontar una situación en que la gente sigue dando la espalda a la socialdemocracia y precisamente en el momento en que, a causa de la crisis, el único indicador que sube en la escala de autoubicación ideológica es el de la izquierda. Porque estos pésimos resultados no se deben a una conjura exterior ni a la manipulación de los medios (que, por supuesto, es abrumadora y peor que será cuando el comisario político Somoano imparta las directrices ideológicas), ni a una conjunción astral sino que, obviamente, son atribuibles a la falta de decisión, definición y claridad de una dirección cuya labor opositora es borrosa, inconcreta, medio pactista y seguidista. 
Sin embargo, parece que el espíritu conformista, la resignación ante lo inevitable, la falta de valor de muchos que temen que, si formulan sus dudas u objeciones, las guardia pretoriana del secretario general los fulmine in continenti, hace que nadie se atreva a levantar la voz... excepción hecha, según se ve, de Tomás Gómez, sola voz crítica del partido al norte del Guadalquivir y a quien la manga de paniaguados que rodea a la dirección actual ya ha intentado laminar en varias ocasiones. 
Uno estará de acuerdo con el estilo de Gómez o no, pero es el único que se atreve a decir lo que muchos piensan: que hay que reflexionar sobre lo que está sucediendo antes de que sea demasiado tarde. Con todos los respetos a las ambiciones de Rubalcaba y su brillante hoja de servicios, quizá no sea el hombre adecuado para dirigir el partido. Al menos es lo que parecen pensar los votantes. Empeñarse en lo contrario a tres años y medio vista de las elecciones puede ser un suicidio colectivo. 
Sin duda, el equipo actual, que probablemente ve la situación con claridad, trata de reaccionar y acicatea al secretario general para que se haga visible de vez en cuando y sin duda también, las últimas iniciativas de llevar la reforma antilaboral de Rajoy al Tribunal Constitucional o de insistir en la dimisión de esa impresentable especialista en juego sucio, Fátima Báñez, son decisiones correctas, en la buena dirección de que el electorado visibilice algo la oposición del PSOE. Pero llegan tarde. En siete meses de desconcierto se ha instalado el desánimo y el pesimismo tanto en el electorado como en la militancia. 
Pero uno y otra -somos la izquierda, ¿no?- no podemos dejarnos acallar por los intereses creados de la facción que arropa a un secretario general y presunto candidato a la presidencia del gobierno que, obviamente, da tan poco la talla como el mismo presidente del gobierno actual para su cometido.
No deja de ser un sarcasmo que, a siete meses de las elecciones generales, el país carezca de gobierno y de oposición al mismo tiempo.